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La frase “gran teoría” se utiliza para connotar una teoría global que busca explicar
el rango completo de la acción motivada: porque comemos, bebemos, trabajamos,
jugamos, competimos, tememos a ciertas cosas, leemos, nos enamoramos y demás.
La afirmación “la voluntad motiva a toda acción” es una gran teoría de la motivación
de la misma manera en que “el amor al dinero es la raíz de todo mal” es una gran
teoría del mal. Ambas identifican una causa global que explica un fenómeno por
completo. El estudio histórico de la motivación, muestra que los primeros estudios
de la motivación adoptaron tres grandes teorías de la motivación; voluntad, instinto
y pulsión.
1) Instinto:
El determinismo biológico de Charles Darwin tuvo dos efectos principales sobre
el pensamiento científico.
- Primero, le proporcionó a la biología su idea más importante (evolución). Al
hacerlo, el determinismo biológico viró el ánimo de los científicos, de los
conceptos motivacionales abstractos, hacia aquellos mecanicistas y
genéticos.
- Segundo, el determinismo biológico de Darwin finalizó el dualismo hombre-
animal que había dominado los estudios iniciales acerca de la motivación. En
lugar de ello, planteaba preguntas en cuanto a la forma en que los animales
utilizan su motivación para adaptarse a las demandas predominantes de un
ambiente. Para los filósofos anteriores, la voluntad era un poder
exclusivamente humano y derribar la distinción entre la motivación humana
y la motivación animal era aún otra razón para descartar a la voluntad como
gran explicación de la conducta motivada.
traducir un instinto en una conducta orientada a metas (es decir, motivada) era
la presencia de un estímulo apropiado.
.A través del instinto, los animales heredaron una naturaleza que los proveyó de
impulsos adaptativos para actuar y con los reflejos necesarios para producir
tales acciones deliberadas.
Así, los instintos (y sus emociones asociadas) explicaban la calidad dirigida a las
metas tan inmediatamente evidente en la conducta humana. En muchas formas,
era análoga a las ideas de James. La diferencia más significativa entre ambas
era la afirmación algo extrema de McDougall en cuanto a que sin los instintos,
los humanos no iniciarían acción alguna.
Además, se reveló que la lógica que subyacía a la teoría del instinto era circular.
Intenta explicar una observación en términos de sí misma.
La causa explica la conducta (instinto → conducta), pero se utiliza a la conducta
como evidencia de la causa (conducta → instinto). Aquí, lo que falta es alguna
manera independiente para determinar si el instinto realmente existe. La clave
para eludir la circularidad es hacer predicciones nuevas.
El amorío de la psicología con la teoría del instinto se inició con una aceptación
incondicional, pero terminó con una negación radical. De nuevo, la psicología se
encontró en busca de un concepto motivacional sustituto que explicara la
naturaleza deliberada de la conducta.
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Motivación: teorías
2) Pulsión:
La pulsión surgió a partir de una biología funcional, una que comprendía que la
función de la conducta era satisfacer las necesidades corporales. A medida que
se daban los desequilibrios biológicos, los animales experimentaban estas
deficiencias corporales, “pulsiones”. La pulsión motivaba cualquier conducta que
sirviera para satisfacer las necesidades del cuerpo.
Creía que toda conducta era motivada y que el propósito de la conducta era
estar al servicio de la satisfacción de las necesidades. Los impulsos biológicos
eran condiciones recurrentes constantes e inevitables que producían
acumulaciones de energía dentro del sistema nervioso. Al tratar de mantener
un nivel de energía constante y bajo, el sistema nervioso incesantemente se
veía alejado de este objetivo a causa del surgimiento y resurgimiento de
impulsos biológicos. Cada acumulación de energía alteraba la estabilidad del
sistema nervioso y producía una incomodidad psicológica (es decir, ansiedad). Si
la acumulación de energía aumentaba sin control, podía amenazar la salud
fisiológica y psicológica. Por tanto, la pulsión surgía como especie de sistema de
emergencia que advertía de la necesidad de tomar acción. Una vez iniciada, tal
conducta motivada continuaba hasta que se satisfacía la pulsión o impulso. En
otras palabras, la conducta estaba al servicio de las necesidades corporales.
Sin embargo, ninguna de estas críticas se podía aplicar a la segunda teoría principal
de la pulsión, aquélla de Clark Hull.