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Introducción.

¿Qué es el bullying?

 Proviene del idioma holandés y significa “acoso”.


 El término acoso hace referencia a un comportamiento repetitivo de
hostigamiento e intimidación.
 Se le llama intimidación al comportamiento agresivo que tiene el potencial
de causar daño físico o psicológico para el receptor de esa agresión.

Se podría decir que bullying es un desequilibrio de fuerzas en donde un acosador


(bully), intimida o acosa a una victima.

Bullying entre mujeres.

 Su principal característica es la práctica de la exclusión social.


 Busca doblar psicológicamente a las víctimas, además de difamaciones y
actos abiertos de menosprecio.
 Ley del hielo.
 Crítica.
 Hay menos presencia de agresión física.

Una explicación para esta forma de hostigamiento está en la educación. A las


mujeres desde pequeñas se les enseña a evitar la violencia física o
confrontaciones directas. Por eso, utilizan los rumores, la indiferencia, el
menosprecio y la crítica maliciosa. Pero este maltrato es aún peor porque no deja
“rastro”. Al ser confrontada, la agresora siempre puede responder: “¿yo? ¡nunca!”.

Es muy difícil de detectar por cualquier persona ajena al círculo íntimo de amistad,
por eso este acoso es aún más duro y destructivo. Estas situaciones también
ocurren porque solemos negar nuestros sentimientos y no estamos
acostumbradas a afrontarlos. Hablar con claridad de estos temas puede
ayudarnos a salvar una relación e incluso ganar una amiga o colega.

Si detectamos estos problemas a temprana edad, en los niños, podemos evitar


una situación de violencia a futuro, porque a la larga, la víctima de acoso escolar
asimila como naturales la depresión, la justificación (se culpa de lo que le pase) o
la invisibilidad (minimiza lo que le ocurre), lo que la vuelve más propensa a tolerar
el maltrato familiar.
Bullying entre mujeres.

Los estudios de casos que el Ministerio de Educación Pública (MEP) analiza con
respecto al bullying o matonismo, determinan que la agresión por parte de las
mujeres puede llegar a ser incluso más violenta que la que se da entre los
hombres.

Actualmente no existen estudios específicos sobre los factores que promueven la


agresión entre jóvenes en el país, pero precisamente el MEP ha iniciado un
proceso de recopilación de datos como los anteriores que den una mejor idea de
la relación de conducta de las víctimas y los victimarios.
La Jefa de la Contraloría de Derechos Humanos del MEP, Rocío Solís, señaló que
al estudiar estos casos se ha logrado comprobar que la joven que emprende
acciones de bullying, fue anteriormente una víctima de agresión o matonismo.
“Ya ella no aguantó más la agresión en determinado momento y es entonces que
se convirtió en victimaría (…) fue víctima de agresión y la agresión fue muy
violenta”, dijo Solís.

Además de esto, las mujeres tienden a generar una “agresión relacional”. Por lo
general, quienes interpretan el rol de “matonas” tienden a alejar a todas las
amistades de la víctima, es decir, a aislarlas del todo, “en el caso de los hombres
la agresión tiende a ser más física (…) pero todavía no tenemos un estudio que
generalice esto”, agregó Solís.

La funcionaria del MEP comentó que si bien las agresiones físicas en general son
importantes y tienen graves consecuencias emocionales y de salud, cuando se da
el acoso escolar el daño emocional es lo que más impacta a los jóvenes.
Solís opinó que el país está en pañales en cuanto al estudio de la relación y
comportamiento que media en los casos de bullying, pero que sin duda el MEP
continuará con el proceso de análisis para tener mejores resultados y mejor
atención tanto para víctimas como para los matones.
Camila es hermosa. Tiene características físicas que admiran los hombres, incluso
sus mismas compañeras, y ese es su gran pecado, ese es el motivo que la
excluye del grupo de mujeres de su oficina.

Lo anterior es solo un ejemplo de los muchos que viven de manera continua


algunas mujeres.

No solo en cuestión de belleza sino de éxito, competencia, aspiraciones, y por


supuesto de estado civil.

Las críticas, comentarios, miradas, carcajadas van y vienen, pero eso parece ser
normal para muchas, sobre todo entre el género femenino. La realidad es que no
es tan inofensivo como parece: es bullying.

Más de una mujer ha disfrazado ese tipo de agresiones con comentarios


aparentemente sutiles como “estás como repuestica” o “ya se te nota la edad”. “No
te da pena salir con alguien menor” o “ por qué te pones eso que no va con tu
edad”.

El vestuario, el color de cabello, la silueta corporal, el oficio que realice, el estado


civil que tenga, el cargo, se convierte para muchas en un pretexto perfecto para
agredir a otras de su género.

Una vanidad malinterpretada

Varios estereotipos se convierten en los motores de esas críticas. Que la mujer de


cabello rubio es tonta, o que la mujer que usa determinadas prendas de vestir es
fácil.

Lo anterior, según explican los expertos, es un problema que nace desde el mismo
concepto de vanidad mal aprendido en el hogar. A esto se le suma el ‘boom’ de la
publicidad y los medios que recrean un único concepto de belleza.

Según explica el sociólogo Lizardo Flórez, “hay quienes se fijan en que la mujer
rubia es tonta, pero también critican a la que lleva el cabello anaranjado. No hay
tolerancia por la diferencia del otro”.

La característica física se convierte en una excusa para pasar a otro tipo de


planos, involucrando los valores morales de una persona.

Acabe con estereotipos

Quien agrede no nota la repercusión de sus comentarios. Aparentemente pueden


ser sutiles, pero lo cierto es que muchas personas pueden ver lesionada su propia
autoestima. Así que el asunto no parece tan sencillo.
Por eso el psicólogo Felipe Andrés Moreno Sánchez, explicó que “en este caso
está la agresora que no suele detenerse. Pero ella también entra en un estado de
comparación continua que no la permite ser feliz, pues vivirá en constante
insatisfacción. La otra mujer siempre tendrá el mejor cuerpo, el mejor novio, el
mejor puesto; siempre habrá un vacío, algo faltará y se le irá la vida sin celebrar
sus propios triunfos”.

En el caso de la víctima, las consecuencias van en contra de su autoestima. “Esa


persona se sentirá lastimada, vivirá adquiriendo comportamientos de prevención
con otras mujeres, no creerá en los halagos, fabricará escudos para que no la
ataquen, incluso puede convertirse con el tiempo en una generadora de bullying
con otras mujeres”, agregó el profesional.

Lizardo Flórez Sociólogo

¿Cuáles pueden ser las influencias que lleven a una mujer a atacar a otra solo por
su aspecto o estado civil?

Son múltiples influencias. Todo empieza en el hogar, en la familia, se les inculca a


las niñas un concepto de vanidad. La vanidad es adquirida socialmente, pues eso
no es intrínseco en el ser humano.

Luego culturalmente se desarrolla esa rivalidad apoyada por los medios de


comunicación, la publicidad, por el entorno social; la mujer entra en ese juego
hasta el punto de volvérsele un tema “enfermizo”, de competencia. Es así como
aparece esa agresión ritualizada que son esos gestos, esas pequeñas acciones,
las pequeñas miradas, ademanes, que ya traen ese componente que
denominamos el bullying entre mujeres. El fenómeno se ve en los colegios, se
repite en la universidad, luego en la empresa. Pienso que las instituciones
reproducen el modelo y se convierte en un fenómeno social compartido.

Hablar mal de otra mujer es ignorancia, pero también falta de tolerancia por la
diferencia. Se vive hablando sin tener información, se desconoce la cultura del
otro, las personas se siguen sumergiendo en clichés bastante perjudiciales.

Ya no es un comportamiento social adquirido sino la poca educación de quien


agrede. Necesitamos ganar en tolerancia; no podemos olvidar que un país bien
educado es un país abierto a todas las tendencias posibles”.

Felipe Andrés Moreno Psicólogo.

¿Cómo identificar que hay bullying detrás de una crítica?

Debemos empezar por evaluar que quien hace bullying es una persona insegura.
Por eso se enfatiza en las cualidades de las otras mujeres. Vive analizando quién
bajó de peso, quién alcanzó tal logro, y esos son los motivos para agredir.
Se nota la diferencia entre una crítica y una agresión. Su único fin es demeritar los
logros, triunfos de otras mujeres, pues ella no ha obtenido ninguno. ¿Por qué no
mirar las cualidades positivas de otra mujer como estímulos para que esa mujer
que los nota también los siga, también se cuide, también ascienda, también vaya
al gimnasio? Por lo general el camino más fácil es señalar a la otra mujer, criticarla
y reducirle sus éxitos.

Millones de mujeres en todo el mundo, principalmente en sociedades


conservadoras y tradicionales como las de Latinoamérica, escuchan a diario
variaciones de la pregunta…

“Y tú ¿cuándo vas a casarte y tener hijos?” que las fuerza a replantearse si no


sería más fácil ceder a la presión, encontrar al primer hombre que se cruce por el
camino y tener un hijo. No deja de ser un caso de bullying entre mujeres.

“Qué divinos los hijos de Fernanda. Y tú, ¿cuándo piensas casarte y tener los
tuyos?” Le preguntan a menudo a Silvina, una banquera de 33 años sin novio,
enfocada en su carrera y feliz con su situación actual.

Millones de mujeres en todo el mundo, principalmente en sociedades


conservadoras y tradicionales como las de Latinoamérica, escuchan a diario
variaciones de esta pregunta que las fuerza a replantearse si no sería más fácil
ceder a la presión, encontrar al primer hombre que se cruce por el camino y tener
un hijo.

Pero las víctimas del bullying entre mujeres no son sólo aquellas que osan no
seguir los viejos mandatos sociales de que la mujer debe casarse y tener hijos.
También caen las que deciden tener hijos y dedicar varios años a su crianza en
detrimento de sus carreras. “¿Y tú que haces? Ah, ¿sólo estás en tu casa con los
chicos?” Mujeres profesionales le preguntan a Clara que teniendo una promisoria
carrera en el área de finanzas decidió tomarse dos años para enfocarse en sus
niños. En este caso, las responsables del bullying entre mujeres son aquellas que
desde la revolución feminista creen que la única forma de realizarse es tener
carreras exitosas.

Pero el peor ejemplo de bullying entre mujeres suele ser el que sufren las
profesionales que tienen familias y hacen denodados esfuerzos por balancear el
ámbito laboral y el personal. Nada parece ser suficiente para que la sociedad deje
de criticarlas y desafortunadamente la crítica más hiriente suele venir de parte de
otras mujeres. “¿No te parece que estás trabajando demasiado y descuidando a tu
esposo?” “Tus hijos pasan más tiempo con la empleada doméstica que contigo.”
Etc., etc.
La idea más común es que mientras las niñas suelen pasar notas malvadas, a
los niños les bastaría golpear a un compañero.

Según las estadísticas de Prevnet, una red canadiense contra el acoso escolar,
hay más similitudes que diferencias entre niños y niñas cuando hacen bullying. Sin
embargo, valen ciertas observaciones.

Mientras que los niños que acosan pueden no ser tan populares, las niñas que
agreden a menudo alcanzan mayor poder si lo hacen en grupos, afirma Wendy
Craig, profesora de psicología en la Universidad de Queen y científica co-directora
de Prevnet.

"Ese tipo de intimidación busca dañar relaciones que son realmente


fundamentales en la identidad de las niñas", explicó Craig. Grupos que hacen
bullying logran que las chicas tengan menos probabilidades de informar y tomar
represalias, porque quieren volver a ganar aceptación.

"Los niños no son tan propensos a tener ese componente de popularidad", dijo
Craig. "Ellos tienen más probabilidades de hacer el contacto cara a cara con este
tipo de cosas, mientras que las niñas tienen más probabilidades actuar como
anónimas o indirectas", dijo.

La intimidación social masculina puede tener un aspecto un poco diferente, acordó


Gurvinder Singh, asesor de la Cruz Roja Canadiense sobre la Prevención de la
Violencia Internacional.

"Puede ser que sea en el campo de fútbol haciendo deporte, pero gran parte de
las mismas dinámicas se están produciendo ", dijo Singh.

Craig comentó que a menudo los adultos cometen el error de pasar por alto la
intimidación social porque es más difícil de detectar y tratar que el acoso físico: "es
difícil conseguir testigos que quieran corroborar la historia", afirmó Rob Frenette,
director ejecutivo y co-fundador de Bullying Canadá, además añadió que los
testigos suelen sufrir represalias por eso.

Sea el acoso es físico o social, los espectadores juegan un papel fundamental.


Singh dijo que los chicos puede ser influenciados por sus pares, por lo que los
espectadores deben hacer saber que no toleran el bullying.

Singh afirma que cuando los compañeros intervienen para detener el acoso, el
bullying a menudo se detiene.
Quién sabe lo que una mujer puede ser cuando por fin son libres de convertirse en
ellas mismas? Friedan, citada por Cheryl Dellasega en Mean girls grown up (Las
niñas malas crecen). Es una pregunta que podríamos imaginar respecto a
cualquier ser humano. El tema somos las mujeres. Conviviendo. Con todo lo bello
que podemos intercambiar, cuando predomina lo bello. Espacios femeninos
privilegiados en donde se puede decir lo indecible.

No son espacios perfectos y desfriccionados. Son espacios en lo que lo justo


importa. Y se negocia. La honestidad y la lealtad importan. Y se negocian. En los
que el amor se construye a partir de la aceptación de un anhelo: reencontrar el
espacio amoroso-femenino de los orígenes. Cuando fue amoroso. O crearlo,
cuando no fue amoroso. Pero nos hubiera gustado tanto que lo fuera.

La otra cara de la l-una y la otra. El daño que podemos infligirnos. Hay mujeres de
las que temo estar cerca, escribe Cheryl. Las bullies. A las que ella llama Queen
bee (Reina abeja). Encuentros con una de estas mujeres son dolorosos
recordatorios de los años de adolescencia, cuando el bullying femenino está en su
punto. O una creía que estaba en su punto. Faltaba vivir lo que seguía. Hay
malvadas que comenzaron desde pequeñas. No eligen sanarse. Fueron y serán.
Suena escrito demasiado rotundo. Es rotundo.

Pero he observado que el bullying femenino se recrudece después de los 40/50.


Como si el vivir a la otra como una amenaza imaginaria alcanzara extremos
telúricos. Las bullies forever, o antes s lo medio propensas, se desatan. Como si
existiera en ellas un algo doloros simo que registra los cambios de edad, sobre
todo, como pérdida. Ninguna tiene más logros por denigrar a la otra. Pero es la
manera m s r pida de descargar rabias, negar carencias. Tapar - con un mínimo de
esfuerzo-; ese vacío que traemos dentro. Y si a una guapa, hoy de 20 a os, le
da por suponer, esperanzada, que el ser banquete preferido de las bullies
descender cuando maduremos, mejor que aprenda a protegerse a la brevedad. Va
para peor.

La bully vuela propagando incomodidad e intentando manipular a las demás,


explica Cheryl. La agresión adolescente en general involucra a tres personas:
agresora, víctima y cómplice-testigo. Descubre que la agresión femenina adulta
suele mantener los lugares. La Queen bee ataca. La Middle bee refuerza. Y la
Afraid to bee se queda catatónica. Y en lágrimas. Me gusta este juego de palabras
entre Abeja (Bee) y el verbo ser (To be). La que tiene miedo (o culpa) de ser la que
es, ser con mucha más frecuencia víctima de la bully.

Por miedo a plantarse en lo que es suyo, por prudencia o samaritanismo


desplazado: Es que ella sufre, la comprendo. La empatía no obliga a soportar de
más. Soportar los ataques de una bully podría ser una forma de gozo bien oscuro.
Reencontrar un lenguaje descalificador. Que quizá conocimos en la infancia. Y
que en algún lado nos tranquiliza tanto como nos daña. Hasta un día. El bullying
femenino tiene sus armas: la maledicencia, la intriga, el halago envenenado. El
ejercicio de formas raras de espionaje y de control.

Cheryl cita a Tanya: algunas mujeres me desprecian porque soy ama de casa. Los
hombres me aceptan más en mi elección que las mujeres. También existe el
discurso descalificador a la inversa: Pobres de sus hijos abandonados, qué frívola.
El tan innecesario pleito/descalificación entre mujeres que trabajan fuera de su
casa y las que trabajan en su casa, es un clásico (cuando existe) del bullying
femenino.

Relational agression es usar la amistad (o la cercan a) para herir, un modo de


violencia verbal en los que el daño es infligido con palabras. Como las
profesionales del halago envenenado. Una de las formas más eficaces de la
agresión femenina: Qué adorable tu hija. Habrá abueleado? Qué trabajo tan
interesante el tuyo, luego, luego se ve que tú si sabes con quién moverte. Éste
me encanta: Con lo inteligente que eres, no le has de gustar a nadie.

More bullying. Desde que la bipolaridad existe como diagnóstico, una cantidad
considerable de las exes de las actuales parejas de las mujeres a las que
escucho, la padecen. Así lo afirman ellas. Como casi todas somos las exes de
alguien-es (incluidas las que hablan) si nos seguimos sumando a ese discurso,
tendríamos que imaginar la bipolaridad como epidemia femenina. Por qué
necesitaríamos descalificar a otra, para sentir que nuestro lugar es nuestro?

La agresión es un mecanismo de defensa ante la amenaza que la otra representa.


La bullie daña. Porque no soporta el límite de lo que no es o no tiene. Aunque sea
y tenga mucho de bello. No le basta. Quiere lo suyo y lo de la otra. Y su víctima
cómo se deja? (cuando se deja). En Stand up for yourself, Hammers plantea un
paralelismo entre autoestima y límites. Cuando una persona es clara respecto a lo
que espera y tolerar a de otros, la tratan de manera más respetuosa. A trabajar
para la Afraid to bee...

Sentirse desempoderada mantiene a víctima y bully atrapadas en una trampa. La


bully puede sentir que si es menos agresiva no podrá mantener su posición, dice
Cheryl. De imaginario dominio? De completud y superioridad? Para la víctima,
sentir que no tiene más opción que la de ser pasiva puede encerrarla en un lugar
que invita a más agresiones. En la re-creación de un gozo inconsciente? En su
mesiánico/doloroso: Si no salvé a mi madre de sí misma, a esta mujer sí que la
salvo.

"Matoneo entre niñas: poco visible pero preocupante” es una nota periodística que
describe investigaciones que corroboran lo que he visto en mi experiencia: el
bullying entre chicas es diferente al de los chicos, pero puede producir lesiones
más graves y duraderas (Andrea Linares, El Tiempo, Colombia, 26/05/2012).
Las niñas y adolescentes pueden ser más crueles e hirientes que los varones. Su
estilo es el de crear intrigas, ser peyorativas, humillantes, traicioneras; excluyen
grotescamente de sus grupos a las “no deseadas”. Las afectadas no son invitadas
a juegos, fiestas o paseos; son blanco de habladurías, descalificaciones e
intimidaciones virtuales. Como éstas desean ser aceptadas por quienes las
rechazan, se deprimen, no quieren estudiar, se irritan, somatizan su malestar con
dolores diversos especialmente de estómago y cabeza, piden cambio de colegio.
Su autoestima está por los suelos.

A diferencia de lo varones, entre quienes es más común la intimidación física,


insultos, empujones, golpes, entre las mujeres la intimidación es más sutil y
encubierta. Su acoso social es más lesivo: hacen quedar en ridículo, inventan
apodos y amenazan con divulgar algún hecho privado.

He visto además que para las víctimas que encuentran las fuerzas para sacudirse
del yugo opresor y armar su grupo alternativo, la venganza puede ser terrible. Las
“prestigiadas” de ayer se convierten en las “basureadas” de hoy, y con esos
estigmas y resentimientos terminan el colegio.

La tarea educativa de los profesores exige que detecten la intimidación y


exclusiones entre las niñas (aula, recreos, almuerzos, salidas) desde edades pre
escolares para actuar en aras de promover una convivencia armoniosa. No
hacerlo afectará a víctimas y victimadoras.

Muchos profesores se quejan que no tienen formación para esto y que el horario
escolar no les da el tiempo para salirse de lo académico y abrir espacios para
trabajar estos asuntos. Es una evidencia más de que la pedagogía del siglo XX no
alcanza para los temas cruciales de hoy y que la sobre-focalización en lo
académico resta oportunidades para atender los asuntos emocionales y sociales
de lo alumnos.

Directores escolares y padres debieran empezar a demandar una mayor atención


a estos temas, cuya atención puede verse favorecida con la orientación de buenos
psicólogos, sin esperar que sean ellos los que resuelvan los problemas que
conciernen principalmente a la actitud de padres y maestros.

Las mujeres no son más envidiosas y competitivas que los hombres; lo que ocurre
es que la mujer tiene problemas para reconocer sus propias necesidades y
deseos, cuando ella ve que otra se desempeña mejor en un área determinada o
puede hacer algo que esta no puede, normalmente se asusta. En la envidia
femenina podemos ver hasta qué punto las mujeres viven un conflicto
interno entre sus anhelos y deseos. Esto hace que la mujer se encierre dentro
de sus emociones y no pueda expresar lo que realmente siente ya que muchas
veces a las mujeres no se les permite mostrar sus emociones negativas, todo esto
nos permite entender porque las relaciones de las mujeres suelen ser víctimas de
la traición por parte de otra.
La envidia suele estar también acompañada por impulsos de competitividad, las
cuales son señales claras de falta de confianza y baja autoestima. Esto también
conlleva a que muchas mujeres actúen de una manera errónea haciéndole daño a
la otra mujer para hacerla sentir inferior, estas sienten una gran satisfacción y aires
de grandeza por lo cual comienzan a convertir en un hábito y cada vez que se
sienta intimidadas otra, ellas actuaran de esta horrible manera.

El bullying entre mujeres está cada vez más presente dentro de nuestra
sociedad, ¿Quién no ha visto, vivido o conocido la historia de una mujer que le
hace daño a otra? ¿Quién no ha visto esos grupos de mujeres en donde estas
solo hablan mal de las demás, corren chismes, discriminan o se unen para hacer
burlas en público a otra mujer con el simple pretexto de que no le simpatiza? Este
tipo de bullying es muy común dentro de las comunidades estudiantiles y hasta
se conocen casos que en empresas mujeres ya profesionales hagan de esta
práctica su día a día.

Esto puede acarrear problemas para las personas afectadas, porque se les
disminuye su autoestima y pueden conllevar problemas de trastorno mental ya que
se sienten acosadas y atrapadas en un mundo de críticas sin explicación alguna.
Muchos lamentables casos han llegado hasta el suicidio de estas mujeres víctimas
del bullying femenino.

Esto debe ser tomado como un llamado a la conciencia de cada quien, esta
horrible práctica de desprestigio entre mujeres está afectando la convivencia en
nuestra sociedad, debemos hacernos eco para detener esto de una vez por todas
y así tener una buena convivencia entre nosotras y dar el ejemplo de un
comportamiento ejemplar para nuestra sociedad. Sentir envidia es normal pero
debemos reconocerla y aceptarla para poder reflexionar sobre ello, habla con una
persona de confianza y cuéntale tu problema, desahógate y no te encierres, no
seas una más que practica estos tipos de actos, piensa un poco antes de hacerlo
y ponte en el lugar de la otra.
Si eres víctima del bullying no lo calles, eso agrava el problema. Habla con tus
seres queridos, ellos te pueden ayudar y si aún estas en la escuela y tus
compañeras de clases te acosan habla con tus padres, no dejes que sea
demasiado tarde.

Se preguntarán si hay alguna diferencia entre en el bullying entre niñas y el


bullying entre varones como para hacer la salvedad. Pues sí la hay y es lo que
quiero comentarles en esta oportunidad. El bullying, está definido como el acoso
físico o psicológico de forma reiterada de una persona hacia otra. Puede darse en
cualquier entorno, pero hoy nos referiremos al que sucede en los espacios
escolares.

El bullying entre varones suele irse a lo físico. Dos niños que tienen una discusión
la resuelven con unos empujones en el recreo cuando el profesor no está viendo.
Los demás niños alrededor se dan cuenta y participan como testigos o dan la voz
de alerta. De esta manera los adultos se enteran e intervienen para detener y
solventar la situación.

En el caso del bullying entre niñas, suele pasar inadvertido porque hemos
normalizado conductas violentas impropias de nuestra condición femenina que
nos parecen normales pero son la base del modelaje de esta conducta acosadora.
Las ¨volteadas de ojos¨, la exclusión de grupos sociales, difundir chismes o crear
rumores, desaparecer las pertenencias de la niña acosada, reírse de algo que le
ha salido mal a la otra, ver de arriba abajo cómo está vestida; son en sí formas de
violencia “naturalizada” que porque veamos como “normales”, no dejan de ser
dolorosa paras quien la recibe.

Como señala la Licenciada Cristal Palacios, psicóloga clínica de la UCV, el


procedimiento a seguir siempre, es creer cada reporte que nos hacen nuestras
niñas. No subestimarlo atribuyendo que son “cosas de niñas y ya se les pasará”.
Hay que actuar siempre y rápidamente. Las redes sociales, literatura y hasta la
industria del cine, se han encargado de mostrarnos de diferentes maneras lo que
puede pasar con una niña acosada a quienes sus padres o cuidadores no le han
creído y por ende, no han actuado para ayudarla.
Los padres somos los principales defensores del bienestar emocional y físico de
nuestros hijos. Si nosotros no salimos al frente a defenderlos, ¿quién lo hará
entonces?

Que una niña crezca siendo acosada con la no intervención de sus padres,
maestros y demás adultos significativos, traerá como consecuencia que pierda la
capacidad de confiar en los demás, que desarrolle incluso “fobia escolar”, que
busque métodos para evitar compartir el espacio con los niños acosadores al
principio y luego con cualquiera que pudiera hacerle lo mismo y en casos más
tristes y lamentables, incluso que considere y proceda a quitarse la vida porque el
mundo es un lugar demasiado hiriente para estar.

¿Cómo detectamos que nuestra niña está siendo acosada?


Nos comenta que no tiene amigas en el colegio, que en los recreos se queda sola,
que se le pierde su lonchera u otras cosas que nunca aparecen, sus libros, tareas
o cuadernos aparecen rayados, las amiguitas le dicen que ahora no pueden jugar
más con ella porque Fulanita les dijo que no lo hicieran, que no quiere ir más al
colegio, que se siente mal y por eso no puede ir, o más directamente aún, que hay
una niña que la molesta constantemente.
El llamado es a intervenir inmediatamente detectemos una situación de bullying
con nuestra hija, involucrar al colegio incluyendo al departamento de orientación,
estar encima del problema hasta que nuestra hija recobre la confianza y el deseo
de asistir la escuela.
Debemos estar muy atentos porque es un problema que puede repetirse.
Recordemos que al igual que en la salud, la prevención es la mejor medicina. Las
campañas que fomentan el buen trato, premian las conductas incluyentes de las
niñas, refuerzan su empatía y capacidad de aceptar a los demás con sus
diferencias, son las herramientas que las defienden del bullying y en la que
deberíamos centrar toda nuestra energía.
- Las mujeres son las reinas del bullying, porque entre ellas el fenómeno de
exclusión es sutil y hay una gran dificultad para distinguir y sancionar. Ellas
agreden de una manera mucho más sofisticadas que los hombres y el arma
principal es la indiferencia y la exclusión. Por ejemplo, no dejan que una chica se
siente con el grupo de las "populares", o se dicen cosas como "acá sólo vienen las
que tienen una prenda azul". En los hombres la agresión es más fácil de advertir.

- La más extrema puede llegar al suicidio, por la exclusión sistemática. Pero otras
más directas e inmediatas pueden ser las somatizaciones. Una forma de conocer
la situación de una escuela es hablar con la enfermera: los chicos bulleados van
todo el tiempo porque les duele algo, no quieren salir al recreo, los domingos a la
noche comienzan a enfermarse porque no quieren ir a la escuela. Tampoco
quieren ir a las fiestas y así comienzan a recluirse progresivamente.

- Por un lado, lo que ya hablamos acerca de las expectativas de los padres, lo que
esperamos de nuestros hijos tanto en su desempeño académico, deportivo, social,
etcétera, lo que generan esa necesidad de que el niño sea el mejor en todo. Pero
por otro lado, está la responsabilidad de no hacer nada para detener esta
problemática y, lo que es peor, de alguna manera fomentarla con la indiferencia. Si
los adultos comprenden mejor el fenómeno del bullying, tendrán mayor capacidad
para educar con un espíritu de compromiso y no de indiferencia; además, podrán
intervenir de manera adecuada y prudente favoreciendo el bienestar comunitario y
el cuidado interpersonal y relacional . La consigna tiene que ser: "sólo estamos
bien si todos estamos bien".

"A nivel de acoso, de bullying, vemos que tenemos un fenómeno completamente


transversal, que se presenta en todos los establecimientos educacionales y en
todos los niveles socioeconómicos casi en las mismas proporciones", y "vemos
que las mayores víctimas de bullying son las mujeres", dijo la ministra Carolina
Schmidt al dar cuenta de los resultados de la encuesta.

La secretaria de Estado resaltó también que el 4,2 por ciento de los jóvenes
admite padecer un "acoso permanente por parte de sus pares, de sus compañeras
y compañeros".

El 50 por ciento de los estudiantes de cuarto básico declaró que la conducta más
recurrente de agresión escolar es molestar con sobrenombre o bromas pesadas a
sus compañeros, mientras que uno de cada cuatro dice que no hay manuales de
conductas ni de convivencia en sus colegios, a lo que se suma que no saben
cómo denunciar una situación de maltrato.

Schmidt presentó la encuesta en el Colegio Guillermo Matta de Santiago junto


al secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, Sebastián
Izquierdo, quien afirmó que para mejorar, cada establecimiento debe tener un
manual y un encargado de convivencia.

"Un establecimiento educacional debe tener un reglamento interno y dentro de ese


un manual de convivencia escolar y también un encargado de convivencia
escolarque participe junto con los directores, el centro de alumnos y de padres,
porque sabemos que mejorar la calidad de la educación es de todos, y el
involucramiento y el apoyo de las familias es clave en poder mejorar los índices de
aprendizaje como las pruebas Simce, pero también los resultados de convivencia
escolar que hoy estamos dando a conocer".

La dura realidad es que las mujeres pueden llegar a ser las peores enemigas de sí
mismas. A diferencia de los hombres, que se van directo a los puños y los insultos,
lo hacen de manera soterrada y sutil. A esto se le llama agresión indirecta y su
más importante característica es que hace daño sin dejar rastro. En efecto, si las
atrapan lo niegan con frases como “¿yo?, nunca”, o “era una broma”.

Para el estudio Tracy Vaillancourt y Aanchal Sharma, psicólogas de la Universidad


de Ottawa, reclutaron dos grupos de mujeres entre 20 y 25 años en un aula de
este plantel y les dijeron que era un experimento sobre la amistad. Cada grupo fue
interrumpido durante la reunión por una mujer joven, bonita y de buena figura. Las
diferenciaba solo la vestimenta. Una iba en jeans y camiseta mientras la otra
vestía una minifalda y una blusa que dejaban ver parte de sus atributos.

La reacción de las mujeres en ambos grupos fue opuesta. El primero aceptó a la


mujer vestida de forma conservadora pero el segundo reaccionó de manera hostil
ante la que llevaba el atuendo provocativo. Las investigadoras notaron que las
demás estaban incómodas ante su presencia, la miraban de arriba abajo y hacían
gestos de desaprobación. Cuando se marchó muchas se burlaron de ella y se
llegó a sugerir que quería acostarse con el profesor.

Para confirmar los hallazgos hicieron otra prueba, esta vez con fotos. En ambas la
mujer bonita aparece con la pinta sugestiva pero una de las imágenes fue alterada
digitalmente para hacerla ver más gorda. En este experimento las participantes
rechazaron toda posibilidad de ser amigas de ella, de presentársela a su novio y ni
hablar de dejarlas a solas con él.

Los dos experimentos demuestran por primera vez que “el uso de agresión
indirecta es generalizado y fácil de provocar”, dijo Vaillancourt a SEMANA. Se trata
de una estrategia instintiva pero consciente que utilizan las mujeres a menudo
para eliminar a una posible rival. El estudio es importante debido a que este tipo
de agresión causa daño en la víctima.

“Genera ansiedad, depresión y riesgo de suicidio”, agregó la experta. Además, es


una problemática que pasa desapercibida “porque sucede en el ámbito social y no
en clase, pero es muy letal porque las mujeres saben dónde es que a las otras les
duele más”, dice María Elena López, autora del libro ¡Basta ya! El ‘bullying’ puede
parar.

La competencia entre el mismo género se da durante toda la vida desde la etapa


preescolar hasta la tercera edad, pero es más intensa entre los 11 y los 25 años,
cuando ellas están en pleno juego de la conquista. Claro está que en la medida en
que las mujeres han pospuesto el momento de establecerse con alguien este
rango se ha ampliado.

“Donde hay competencia femenina hay agresión indirecta”, dice la investigadora,


quien no duda de que estos incidentes también se dan en el ambiente laboral. Y
cuando ya se han establecido con sus respectivas parejas la contienda pasa a ser
sobre quién tiene los mejores hijos.

En el caso de la competencia por los hombres, las mujeres utilizan varias


modalidades de agresión indirecta como la difamación, lo que algunos expertos
llaman el factor prostituta. “La desaprueban y la castigan calificándola de fácil y
promiscua”, dice. Pero en esta guerra fría se vale todo: rechazar, ignorar,
menospreciar y criticar sus defectos.

De hecho, otros estudios muestran que las mujeres tienden a formar alianzas que
buscan excluir a otras. Así mismo aíslan a las recién llegadas o se hacen amigas
de las enemigas por venganza. Mariana, de 25 años, alta y llamativa, recién
llegada a Bogotá, señala que siempre le cae mal a las novias de sus amigos. “No
son simpáticas conmigo, no me incluyen en sus grupos de WhatsApp, nunca me
llaman por mi nombre y no me invitan a sus planes”, admite.

Los hallazgos de Vaillencourt confirman que las mayores reguladoras del


comportamiento sexual femenino son las propias mujeres. El psicólogo Roy
Baumeister ha investigado el tema de por qué el deseo sexual parece más
suprimido en el sexo femenino. Se podría pensar que los hombres se encargan de
establecer esas normativas culturales para evitar que sus parejas les sean infieles.
Pero en su estudio Baumeister concluye que son ellas las que controlan la
sexualidad de sus congéneres “porque el sexo es un recurso limitado que las
mujeres usan para negociar con los hombres, y esa escasez les da una ventaja”.

Es como si en un mercado competido, un aspirante a un puesto se deja contratar


por menos sueldo del que aspiran los demás. Si se vende fácil daña el precio del
grupo. En ese sentido, “las mujeres que quieren tener sexo casual perjudican las
metas de aquellas que desean relaciones a largo plazo”, señala Anne Campbell,
autora del libro The Evolution of Desire.

Cuando las mujeres perciben a otras como fáciles las atacan porque las de este
tipo les envían señales a los hombres de que no es necesario el compromiso pues
hay otras disponibles de manera ‘gratis’. El menosprecio de sus congéneres es,
entonces, una manera de menoscabar la reputación de estas féminas
supuestamente libertinas.

La razón por la cual las mujeres prefieren hablar mal de sus rivales a sus espaldas
en lugar de comportarse como gallos de pelea responde a procesos evolutivos.
Por un lado Vaillancourt explica que las mujeres culturalmente aprenden a no usar
la violencia física. Pero además este comportamiento se ancla en raíces
evolutivas.

“Las mujeres necesitan mantenerse sanas para que sus hijos sobrevivan.
Involucrarse en comportamientos violentos físicos las pondría en riesgo de morir y
por ende también a sus retoños”.

Aunque el foco de esta investigación son las mujeres, Vaillancourt dice que los
hombres a menudo también se involucran en este tipo de comportamiento. Lo que
sucede es que ellos lo hacen más directamente y optan por insultarse por medio
del tema que más les duele, el dinero y el estatus, que son también los elementos
que más valoran las mujeres en ellos.

Vaillancourt espera que hablar de este tema haga más conscientes a las mujeres
pues aunque es un comportamiento arraigado, es susceptible de controlarse. Se
trata de un asunto espinoso y esta investigación ya ha levantado ampolla. El
buzón de correo electrónico de Vaillancourt está lleno de mensajes de mujeres
que rechazan esta idea. “Usted debe ser un hombre”, “usted debe ser muy fea”,
“usted es una zorra”. Ella se ríe porque al tratar de menospreciarla y desmeritar su
trabajo, lo que lograron fue confirmar sus hallazgos.
Conclusión.

Para una niña atrapada en una relación agresiva no es sencillo romper el lazo que
la une con su agresora. El miedo al aislamiento y el deseo de ser parte de un
grupo la puede llevar a soportar infinidad de agresiones. Asimismo, la incapacidad
de hablar directamente y afrontar los sentimientos y problemas existentes puede
prolongar la relación abusiva.

Hay tres condiciones que contribuyen a terminar una relación agresiva y salirse del
“hechizo” de la agresión femenina:

Primero, tener la capacidad para escucharse a sí misma y hacerle caso a sus


propias emociones. Darse cuenta que una “amiga” que se comporta de manera
abusiva o agresiva no es una amiga real y que ella no tiene porqué aceptarlo.
Preguntarse: ¿puedo ser yo misma en esta relación o tengo que estar fingiendo
para ser aceptada? ¿mis amigas me hacen sentir bien o mal conmigo misma?

Segundo, tener confianza en sí misma y fuerza interior para tolerar la soledad que
seguramente aparecerá durante un lapso de tiempo. Tener la certeza de que estar
sola no significa ser menos. Aprender que la valía personal no se obtiene de
afuera, de la aceptación de otros, sino de adentro, de la aceptación de uno
mismo.

Tercero, un apoyo familiar y social óptimo. Saber que será aceptada y amada por
su familia independientemente de lo que ocurra en su esfera social escolar.
Además, es recomendable contar con otros grupos sociales –fuera de la escuela-
que sirvan como una red más amplia para relacionarse y de donde pueda derivar
relaciones constructivas.

El apoyo que pueden brindar padres, maestros y otros adultos significativos


resulta indispensable para ayudar a las niñas y adolescentes a crear relaciones
sanas y evitar relaciones agresivas. Como adultos es necesario comprender el
fenómeno de bullying femenino y estar atento a sus manifestaciones. Si bien no
siempre será recomendable ni necesario actuar directamente en la resolución del
conflicto, sí es importante mantenerse presente.

Una de las mejore maneras para apoyar es escuchando de manera activa y


empática. Estar ahí para ayudar a la niña a entender qué le está sucediendo y
cuáles son sus opciones para actuar. Mantener el canal de comunicación abierto
ayudará para que la niña sepa que tiene un apoyo y no se encuentra sola.
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