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Ng MWD = CLG COMUNICACIO Y SOCIOLOGIA ertenecizmtes # sus diferentes (Grape “Ciencias Soci corles Wane Avot Hacia una antropel mundos contenipor Provo Fascny Técricas de los de semistica MicuaeL Tavssic Un gigante en c El mundo humane Permancnie Manc Aunt J.-M. Fenny, D. Wotton El nuevo espacio piblico ¥orRas JANET Mavcoum El periodista y Jon Etsren El cemento dela IacouEs Pennuwer Las méquinas de comunicar M.McLURAN Y La aldea global B.R. Powers Puenss Bouroey Cosas dichas Euseo Venon Construir ef acontecimienio HACIA UNA ANFROPOLOGIA DE LOS MUNDOS CONTEMPORANEOS por Marc Augé gedisa ‘editorial ‘Ticaio de original en frences:Pour une anthropolagie des modes contemporains (© 1984 by Aubier Traducetén: Mberto Lats Bixio 1¥ edicién. Barcelona. Espans, 1995 Derechos pare todas las ediciones en castellano © by Baitorial Gedisa S.A, Muntaner 480, entio.. 1» Tel. 203 60 00 (08006 - Barcelona, Espana ISBN: 84-7492-574-9 Depéstto legal: B. 18.965/1995 imapreso en Libergraf CConstveei, 19, 8014 Barcelona Impreso en Espafia Printed in Spain ‘Queda prohibida la repreduecién total o parcial por cualquier medio de Impresion, en forma idéntica, extractada o inodificada, en castellano 0 cualquier otro idioma, Indice PREPACIOW..n 1. Bl espacio histérico de la antropologfa y el tiempo antropolégico dela historie . 2. Consenso y posmodernidad: le pruel contemporaneidad een 5. Hacia la contemporancidad.. 5, Nuevos mundos Conczusion . scl, al ese 4, Los dos ritos y sus mitos: ls politica coino ritual .... 81 123 wee 16 tz Prefacio Quisiera que este libro fuera un manifiesto, pero un man: fiesto que compromete solamente a su autor. Este ciertamente debe mucho a todos aquellos que, como él, desean elaborar un proyecto de antropologia de los mundos contemporaneos conce. bido de manera ofensiva (no como la posicién de repliegue de los decepcionados del exotismo); debe mucho senaladamente a , Gérard Althabe, Jean Bazin, Alban Bensa, Jean. leyn, Jean Jamin, Michele de La Pradelle, Emmanuel Terray,y a aquellos que, desde el interior de la disciplina, como Frangoise Héritier, o desde ele de ella, como Fernando |y Denys Lombard, le aportan la colaboracién de una mirade informada, critica y benévola. Pero los comentarios propuestos ‘aqui, los andlisis bosquejados, las nociones o conceptos aventu. vados no han sido realmente cometidos a la discusién col ¥; por lo tanto, no pueden pretender ni abarcar ni resumir Jas reflexiones, en definitiva personales y originales, de unos y otros, 29 compartide, pero tan diversifieado recorrido todo, el mundo y las ideas. del desencantamiento deberian seduci logo en su cai tno de regreso. Pero el camino del etn6) tiene retorno. paradoja del momento actual quiere que toda ausenc sentido pida sentido, asi como la uniformizaciéa lama diferencia. Es en ese juego complejo de apelaciones y de 1 puestas donde el antropélogo encuentra hoy: de reflexién. Bl etnélogo no los habia olvida detras de si 9 cuando partié en busea de remotas tierres: los descubre fcente 8 dlel dis en que comprueba que, por primera ver en la historio de le humanidad, la tierra es verdaderamente redonda. El espacio histérica de la antropologis y el tiempo antropoldgice de la historia La palabra “antropologis” se usa hoy de mil maneras ‘entes. Los antropélogos de profesién pueden regocijarse pr ello al considerar que, cualesquiera que sean los errores de Jenuuaje, los errores de perspectiva y las deformaciones de pevsamiento, algo de la antropologia ha pasado a iplinas. Los antropélogos pueden pues preocupars elniicleodurodesuempeno(quees|s com! ‘exigencia: la eleccién de un terrens ica ‘do y la construccion de un objeto) se diluye aqui nes un tanto imprevisas a la necesidad de una “perspec ode una “orientacién” antropolégica y hasta de un “didlo 0" con Ia antropologia. Para definir esta necesidad se invocan or ‘ano el interés de la microobservacién, de lo “cualitative” imonio directo, dela “vivencia’, por un lado, yel interés nes inconscientes, por el igro de que la “antropologia” del didlogo, ‘tropologia” de la cireulacién interdisciplinaria, sea une pologia mutilada, reducidaya-x sus objetos empiricos terrenos), yaa sus supuestos métodos (microobservacién Tevnvin de testimonios), ya asus supuestos objetos tedricos (las \consciente).! \quietud serfa sin embargo excesiva y hasta estaria, ada si se refiriera principalmente al riesgo de ver dora como la historia, por ejemplo, antropolégica para io rejuvenecido 0 injertos son moneda n x * corriente en la historia de nuestras disciplinas, son elementos ‘onstitutivos de dicha historia. En a época en quela antropolo- jeun aleja- miento en el tiempo), todo el problema consistia en conciliar la idea de un esquema general de la evolucién humana con le yealidad de configuraciones culturales y sociales particulares, Las criticas a Tylor y sus epigonos formuladas por Doss se refieren esencialmente a esta dificuitad metodolégica. Boas ‘modo, el“didlogo” entre los dos pilares de la antropologiu es por cierto también un “didlogo” entre dos concepciones de la iisto- ria 0 de las relaciones entre antropol Ia primera comoelestudiode las cult conjuntos funcionales de “rasgos’ segunda como el estudio de la circula “rasgos” (su Gifusion) y/o entendida como identificacién de una situaciOn en Ia escala de la evolucién. Hoy este lengnaje ha envejecido, aunque s6losea por-juela historia ha marchado demasiado velozmente para pe: Ja evolucion pudiera presentar sus pruebas (a decir verds dados ye estaban cargados desde la primera expediciGn colo- Jos primeros viajes de descubrimiento y desde los. primeros ejercicios etnolégicos). Pero ese lenguaje revela a su ‘manera una tensidn intelectual insuperable de la que ne en- --——-cuentran numerosas manifestaciones precisamente ena histo- ria de los intercambios entre 2B Pologia no debe interpretar esta evolucién como el signa Iimperialista de uns competencia desleal, sino que debe inter. definicién, son especialisias del tiempo. La conversién de la mireda que supone la elaboracién de una historia del presente (para la cual ya no es el pasado lo que explica el presente, sano ue es el presente mismo lo que guia una o varias relecturas Gt] pasado) es por s{ misma, sino un objeto para el antrop6logo, por Jo menos de que algo importante ha cambiado en una de las cosmologias que el antropélogo puede legitimamente estudiar si se propone tener en cuenta la observacién de su propia sociedad o, més exactamente, del conjunto planetariown cuyo interior dicha sociedad encuentra varias de sus referen. cias esenciales. terrenos aos que elias se aplican, Esta dualidad esté en la base de las relaciones entre Tas dos disciplinas, una dualidad que cvidentemente no deja de presenta su ambigtedad puesto que Puede uno preguntarse si es el eardcter especifi terrenos a los cuales ellos se aplican. ‘También puede uno interrogarse sobre las relaciones que division de los campos disciplinarios. Pero también puede une (como se ha hecho freeuentemente) interrogarse sobre el luger que ocupa la conci lahistoricidad, en los pueblos cuyo estudio fue tradicionalmente reservado a la antropologie social o etnologia. A Jo sumo (y este limite se ha franqueade menudo) se ha podido sugerir gue ese grado de conciencie historiea 0 historicidad era menor o hasta nulo en cierto Pueblos y que es0s pueblos eran los que estudiaba principal ‘mente la antropologia (por eso misino condenada a desaparecer B historia”): le distincién de las disciplines comprenderia le die- tincién de los objetos de que ellas se ocupan, es decir, las sociedades con historia (en el sentido de conciencia histérica) en un caso, y las sociede des sin historis (sin conciencia histéri- a), en el otro caso. Por ultimo, se ha podido, partiendo de terrogarse sobre la pos imposibilidad de aprehender en una misma ¢oci que perduray aquello que cambia;,y simulténeamente se puede plantear la cuestién de saber si esos modos de apreliensién guardan relacién con tipos de sociedades. Resulta bastante claro queesas diferentes interrogaciones entrafian algunas ambigiiedades y, al propio tiempo, presentan ‘ insolubles. Los términos ‘mitmos que se utilizan, se eligen a veces sin rigor. Por ejemplo, el cambio no es necesariamente la historia, pues una sociedad no se sale dea historia porque pase por un pe relativa estabilidad, Otro ejemplo: la historia come disciplina cientifica no nace forzosamente en épocas 0 en sociedades marcadas por una fuerte conciencia histérica. Paul Veyne ha negadocon vigor ‘en su libro Cémo se escribe la historia? la existencia de uns relacién necesaria entre historiografia e historicidad y ha afirmado que el nacimiento de la historiografia no se sigue esencialmente de la conciencia de si mismos que tienen los grupos en que se produce historiografia. Ultimo ejemplo: el término “estructura” puede entenderse en un sentido empitico (que designe una permanencia, una relacién estable entre echos) 0 en un sentido més intelectual (aprehender en los fenémenos los tipos de relaciones, a menudo inconscientes, que Jos constituyen). Aprehender en un ritoamerindio, comolohace i mes de oposicién que consti ise los medios de comprend “estructura” estructural de sus transformaciones: es situarse , Pero esto no signil que no es el de la hist. historia. Procuraremos pues eviter algunos callejones sin salida a Jos que conducen oposiciones sisteméticas y estériles y partire- “4 mes de slgunes cousideraciones siraples. Es cierio que la sntropologis, cuyo nacimiento esté sin duda vineulado con el periodo colonial, se define ante tode comoe! gata ia dabanesess) de sociedades alejadas: Ie diferencia que le entropologia busce y estudia se situa originalments en el espacio, no en el tiemat- iglo pasado pul considerar que un desplazamiento en el erpacio ers tn equi lente de un desplezamiento en el tiempo). Verdad es que, en ga” cambio, la historia, que originalmenteera una historia nacional ok e define ante tado oj B do de. tociodades-pronimas. Este diferencia no daja de tenes somes encase aNLTOPUTORo Licoe sus vestiges ante lor ojos, logue ‘no ocurve en el caso del historiadur, y el istoriador conoce la continuacién de la historia, lo que no onrre en el caso del antropélogo. <2 Pero las dos disciplinas guardan sin: de prozimided que eorresponde ala tlespacioes la meteria prima dela antzo de un espacio histérico, y si el tiempo es vateria prima dela historia, se trata de un tiempo localizado y, en este sentide, un tiempo antropolégico. #7 espacio dela aritropologia es necesariamente histérico, que se trate precisamente de un espacio cargado de or grupos manos, en otras palabras, ee trate de us espacio simbolizadgf Esta simbolizacién, que es propio de todas las sociedades humanas, apunta a hacer legible a todos aquellos que frecuentan el mismo espacio cierta cai esquemas organizadores, de puntos de referencia intelectuales que ordenan lo social. Esos temas pri tres: la identidad, Ta relacion y, precisamente, la historia, A decir verdad, estén Tabicndoe entre ens del ur dela Costa de Marfil (ejemplo particular que podria trasponerse sin demasiadas dificultades a otras regiones del mundo), un recién nacido pertenece al linaje de su madre: (que, por lodemas se trata de un matrilinaje) pero vive en casa de su padre {asimismo cerea de su madre pues la residencia es patrivirilo- cal); su it iidad se define en primer lugar por el conjunto de las obligaciones que el no iene respecto de su padre, dei estirpe de su padre, de su madre, de su tio materno, etc. Lazos ibargo una relaciés 6 sanuy fuerles Io vinculan asimismo e sus compafieros de le mnisme generecién reunidos en uns misma “clase de e {dentidad personal esté ademés en funcién de todo aq} he heredado de cus entepasedes, una heren mientoe rituales muy elaborados permitian, y permiten ai ciertos casos, esclarever. Todas esas relaciones constitutive identidad personal y colectiva tienen una expresién espaci regla de residencia (nadie puede vivir donde se le antoja divisién dela aldea en sectores, veces relacionada esa dvisiin | sistem de las clases de edad (se cambia de sector al cambiar de generacién), el espacio sagrado, a diferencia del espacio profano (lugar de los altares familiares), el espacio PUblico (aquel en que se retinen las clases de edad), por oposicién al espacio privado, etcétera. Esta simbolizacién del espacio constituye para quienes hacen en una socieded dada un a priori partiendo del cual se construye la experiencia de todos se forma la personalidad de cada uno: en este sentido, esa si ‘matriz intelectual, uns constitucién so condicion primera de toda historia, individual o cclectiva, En términos mas generales, forma parte de la necesidad de lo simbélico que ha sefilado Lévi-Strauss y que se traduce me- Giante un ordenamiento del mundo del cual el orden social (las relaciones instituidas entre las gentes) es s6lo un aspecto. Pero la constitucidn simbéliea del mundo y de la sociedad, aungue por definicién es anterior a los sucesos que ella misma sirve pars interpretar, no constituye en ef misina vn obstaculo que se opongs al desarrollo dela historia, Porel contrario, da un -~-sentido a la historia y, aun cuando tienda a interpretarla a través de las categories que son las suyas y a reintegrar el de “contacto cultural” que son por excele cuales se encuentra el antropélogo. E analizada particularmente por Marshall Sahl + Islas de historia: el antropélogo norteamericano habla de un didlogo“entre las categorfasrecibidasy los contextos percibidos, entrelasignificacion cultural ylareferencia practica”y observa 16 ‘nos conceptos cuiturales se utilizan pare “movilizar mundo puede resultar refractario a los esquermns etativos que pretenden reducirlo y que, por otra parte, ino los iusulares identificarcn a los europeos recién egastes con sefiores ojefes tradicionales (y hasta con dioses, como en el casodel cepitdn Cook), cémo losjefes locales, conscientes depue entre los curopeos y los hawaianos en general se ereaba a relacién del mismo tipo que la que existia tradicionalmente entre los jefes y el pueblo, se identificaron de manera muy sistemstica con los grandes personajes europeos cuyos nombres adoptaron (ya en 1783 tres de los principales jefes habian Hamado a su hijo y heredero “Rey Jorge") y abrazaron un moda de vida suntuoso. El autor muestra también cémo la nocién de tabi evolueioné muy répidamente, cémo k Para coptrilar mejor, en beneficio proj merciales con los europeos y cémo di ion se transforms 2 Pare no ser ya aplicada 2 los bienes reserva- ‘nidad, sino que liegé a ser el simple signo de 1 Propiedad material. _ ejemplos africanos podrian prestarse al mismo * antisis, Por ejemplo, se podria mostrar que las repre. sentaciones de la persona y des de la 10a la concepeién, eguin la cual toda desdicha es uufre). En la Costa de Marfil se a través de las evoluciones seménticas de este w La tipo, le constitucién de una burgueste nacional ane ce inseye. reble de le constituciés de un Estado nacion. En estos ejemplos nes encontremos pues ante une istoricidad de dable eepecto: primero, wa conjuunto le concep- se pasado mitico es @ veces el cosmogonia primera, el del nscimiento del mundo 0, par ‘menos, elnacimiento de oshombres. Miltiples mitos¢ erin evocan un estado del mundo anterior a In eparicién de la humanided y varios mitos evocan la aparicién de Ja muerte. Pero existen asimisme mitos que, més préximos a la realidad social inmediata, cuentau el oacimiento de une institucin importante, En Africa occidental, la aparici6n dela matrilinea- Jidad esté referida a un episodio concreto de una migracidn que efectivamente tuvo lugar. Desde el punto de vista subjetivo. desde el punto de vista desde el cual los sujetos puedew encarat el pasado de su sociedad, la historia mitica que acabamos d= recordar noes tal vez fundamentalmente diferente de la histo- Tia sin mas ni més. O acaso habré que decir que toda historia Puede ser mitica: es significative que hoy se haya podido h del “fin de Ja historia” en el momento mismo en que, por les mismas razones, se procl la muerte de las ideologias, es @ecir, de los mitos reconocidos como tales y condenados a muerte a partir del momento en que se los Teconocia en su condicién de tales. (//El segundo aspecto de la historicidad de las sociedades txédjcionalmente estudiadas por Ta antropologia e§ 6u capac i@ alrontar el acontecimientagTratase d= une capacidad tomarnota,como por ejempl del jefe y las tensiones ado por Marshall Sahlins, Este autor habla al respecto sobre el riesgo que corren las gentes al poner sus conceptos y sus categorias “en relacién ostensible con el mundo” y habla de la “reevaluacién funcional” de los signos que puede estar ta por el contacto con un universo nuevo, 18 pone en tela de juieio tae idx a vecesentreestrue- principio de De Sai alteracién es la per este parti 5 posi anilisis no se refiere 3, Por otra parte, que ese endlisis no ee incompatible con la distincién propuesta por Lévi-Strauss entre “sociedades ealientes” y “sociedades ins” Con el término “etnohis menos hacer la historia de los p der a concepcién que dichos pueblos tie exactamente, la concepcion que esos puebles se forjan de su 18 manera, la einomedicina estudia las concepciones que se forjan ciertas sociedades sobre la enfermedad, sobre ios remedios, la curaciin y etnomedicina, partiende del estudic que es espe suyo, puede conducir ya a interrogarse uno sobre eficacia objetiva de los procedimientes y de los productos ut zados por esas sociedades, yaa poner en relacién sus concepcio. d con ott0s aspectos de una los etndlogos pretenden i relaciones con el mundo-De . la iiohistorionede asigmarce y sobre la calidad. am ie Tos testimonios que tales sociedades presentan }e MANETe- que ios antropotogos Se Ran in & caracteristicas de la tradicién y de la transmisién oral, sobre la osibilidad de comparar los diversos tefetmanioe orale: cotejar las informaciones procedentes de Ta tradicign cral con fuentes escritas (por ejemplo, en Africa, con los manuserstos as vabes 0 los dieries de Jor comerciantes o de les evropeos). Los antrupéteges han podido también fijar ign en los diferentes medios de registro, es decir defi Ts memoria, con que contaban las sociedades que estudiaban: ror ejemplo, Jos tambores reales africanos en los cuales estén estampadas las. genealogias de las femilias reinantes o el conjunto de proverbios y acertijos y adivinanzas que constitu- yen indicacio i Jas obras de arte con ue asimismo pueden ersos registros de a especie de presencia material de ante la evidencia de que las sociedades que estudiaban noeran nunca autéctonas en el sentido estricto, sino que derivaban de migraciones, de guerras, de encuentros, de divisiones y de antropélogos se vieron obligados a interrogarse naturaleza, los efectos y los caracteres de la memoria individual y colectiva. ‘Manifiéstase entonces el segundo objetivo de la etnohis- toria: el antropélogo se interroga ya sobre la si jemoria histérica que se reroonta répidamente & icos. En otras palabras, las manipulaciones de algunos el onservedurismo dela mayeria constituyen parala cetnohistoria un objeto privilegiado. Claude Lé interrogado no potas veces sobre el grado de sociedades estudiadas por el etn6logo, ya ‘8 su mayor o menor rigueze de acontecimientos® (de esta manera Lévi-Strauss retomaba la distincidn, introducida en 1953 en sus conversaciones con Georges Charbonnier, entre “sociedades calientes” y “sociedades frias”), ya sea insistiendo enla imagen subjetiva que las sociedades ce forjan de simismas ¥y distinguiendo en ellas dos formas de historicidad, una propia 20 de las sociedades “inspiradas por la preocnpscién predomizee- tede perseverar en su propio modo de: ‘otre propia de las sociedades que apelan a su desigusldad interna *para exiraer de ella futuro y energia”.? Puede uno preguniarse si esos diferentes regimenes de historicidad no son inherentes a toda sociedad, En las democre- ias oecidentales modernas ee dietingue siempre gias conservadoras e ideologias “del movimiento”, ideologies “progresistas”. Clasicamente esta distincién comprendia le distincide de 1s derecha y la izquierda, pero tambien oe la encuentre en el interior mismo de corrientes politicas (hay une derecha realmente apegada a los “valorce” del pasado y une derecha més aventurera, por més que la derecha siente a a ha terminado y, resente). Cusles. ién con la historia pasada y storia futura. La jad” 0 el “calor” de la relacién con Ia histori, de la conciencia histérica, no son pues el patrimonio de las socieda. des ‘no modernas’, sino que corres} tensiénentre relacién conel pasadoy: relacién que puede ser interne a tod: colectiva y de ident derar que el espacio de la antro sentidos, pero nos obliga tambi manefa, que el tiempo del historia siempre selo aprehende en un espaci mo antropologico en varios sentidos. Hoy ya no esta a la orden del dia, en of de una historia que la concepcién \contecimientos inde fechas y de istérica. Ademas mos las mismas ecir que la histo- fares), en Ia cual la ssucesos constituye el objeto de la narrac se encuentran entre Jos historiadores preocupaciones que tienen los antro a impone autropél significa: instituidas y simbolizadas de la con los demés. Y sencillamente se proyecta pasado, lo cual supone para el historiador, o bien le de eaptar una dimensién del tiempo (la large duraci somete su observacién a las perturbaciones producidas cambios demasiado répidos, o bien la posibilidad (puesto se puede detener el tiempo) de establecer un marco sinerénico fiable que entrafia ademés la posibilided de establecer el valor ejemplar de estudios de casos muy circunseriptos, o bier yulténeamente yenciasfor- ‘males y eambios funcio “revalucion” de le historiogrs- ffa,ala que corresponde el nacimiento de Annoles, noderivésin ‘didlogocon|a antropologia.* El conceptodelarga .do por Fernand Braudel en relacién con un sular pero muy vastv, la cuenca del Mediterréneo, tna exigencia sntido es sierapre el sentido s¢ ‘espacio p: procede de un voluntarismo intelectual que puede més bien Rtribuirse « le influencia de le sociologia de Durkheim. Desde este punto de vista se puede decir que el nacimiento deAnnales, tun cuarto de siglo después, obedecié al programas que Franyois ‘Simiand habia asignado a los historiadores al recordarles las io sociolégico.® El historiador Jacques Revel ha sobre los grama de una ciencia soci individu ¥ del suceso par hincapié en lo reiterado, wran inducirse Jeyes. Bloch, Feb grandes indage series de datos abstractos sobre la realidad (como los precios, las fortunas, las profesiones, los nacimientos, las muertes...) eran todo lo con trario de la antropologia més monogréfica y holistica que se estaba desarrollando mientras tanto. 2 Algunos historiadores, porque evan sensibles a le comple jided de la maraiia de lo socis! anelizada por los antropéloges. {guisieron diversificar el método histéricoy la construccién des abjeto aceredndoe a) modelo antropolgi modelo mectosociol6gico. En 1975 y en Francia, Jacques Lé Goff lama a su seminario Séntropologia histérica” expresiér. con le que designa un esfuerzo por leg cetndlogo, “al nivel més estable, més inm6vi a Ja “historia de las mentalidades”, ta) como la concebia M Bloch cuando recomendaba estudiar la 16gica “de los comporta- mientos colectives menos voluntarios y menos conscientes” te de “anicrohistorio” cuyos representan- .on Carlo Guineburg y Giovanni Levi. El antropologia es aqui muy claro, no sélo porque se invoca esta disciplina como tal, sino también a causa de las dimensiones de las unidades estudiada ina aldea y respecto dela: jopia: la naturaleza de los historiadgrresime en archivos) y el problema ‘mpre se trata de que el andlisis Jeance general fanto al estudio Bl altimo paso se da con un historiador como Nathan a ‘Wechtel quien, trabajaniio en Bolivia con un grupo indio, los chipaya, se entrega a un verdadero trabajo de etnsloge que I permite poner de manifiesto ciertasestructuras (especielmen! siglos anteriores, 12Se trata entonces menos de una sintesis que _ de un procedimiento complementario de dos modos distintos de enfoque puestos al servicio de un mismo objeto: la aprehensin acabado como el que les suministraba el historisdor antropélo- .g01 entregarles el mismo tiempo los medios de uns concisncia hhistorice y de una conciencia de identidad més afirmadasy mas Telvimticatives. Independientemente de esto, puede uno pre guntarse si el encuentro de indios y etn6logos, sobre todo en América del Norte, no fue el encuentro de dos tipos de histo- logos puesta en el ntecimiento) que suministra suc osiva la primera la perseverancia ene) modo de ser propiomencionada por Lévi- Strauss) Como se ve,e! trabajo de los historiedores ee ha aproxima- do considerablemente al trabajo de los antropdlogos, aun cuan- do estos iltimos nunca negaron la dimensién histérica de los pueblos que estudisban. El acereamiento de las escalas de observacién es tanto més notable cuanto que los antropélogos, Por su parte, se asignan hoy a menudo abjelos de estudio ‘empiricos(1= empresa, el hospital, barrios urbanosaperiurbanos) ‘que se sittian en el mismo espacio que el espacio de los historia- llos que estudia el snza con el antropélogo mismo; esa alteridad mente étnica o nacional, sino que puede ser con los otros: la antrop6logo) no es necesai a ideuciel. Pero hey que egveger 4 logo puede hoy desplazarse, l por efecto de exterior: ciertamente siempre hey sociedadesal”. 1s (desdeel punto de vista europeo),y siempre hay “rainorie~’ us modos de vida y de pensamiento pueden reaninar in —_Liculermente el interés, 0 a veces le agresi- familiridad (deepuce de todo “esos utros" eran también seres humanos, fueran diferentes; por lo menos, ésta era una de las corrientes de pensamiento que se afirmaron en Orcidente desde Mon- taigne). Hoy el planeta se ha encogido, se ha estrechado, la informacién y las imagenes circulan répidamente y, par es0 mismo la dimensién mitica de los demas se borra. Los otros ya continente idea de que pertenece a nn m otro se establece en la proximid: 4 menudo temido, menos porque es diferente que porque ests demasiado cerca de uno. El capo de la antropologia como i$ relaciones con el otro se mos de mencionar y las modalidades y las cosas que estn en Juego se hagan més complejas. La historia, por su parte, y por supuesto principalmente la historia “contemporénea” no esté exenta de las profus mutaciones de nuestro mundo. Por una parte las hist storia”, otra expresién del “encogim scaddie "que acabamos de recordar y q Ia vez conlas teracciones objetivas del “sist. jo” y con la 25 instantaneidad de ie informacién y dela difusion nes. Cada mes, casi cada dia vivimos acontecimientos “h cons” de suerte que a frontera entre historia y actualidi cada dia més imprecisa. Los parémetros del tiem los del espacio, experimentan una evolucién, una precedentes. Nuestra mod: cardcter inédito de le situacién actual tenga. enla teoria yen la préctica de las ciencias 1a ultima palabra correspondia a la interpretacin. Sobre este particular se puede observar que toda teoria de lo social, en Ie medida en que procede de Jo que en términos kantianos se Namarfa la razén préctica, debe tomarse por objeto en un de lo real, teoria tanto més fragil y amenai momento en que quiere ser més relativista, et estar atenta alas condiciones que presiden tant Ia reproduccién de las instituciones como la determin: su observacién. La obra de Pierre Bourdieu esté tos aspectos “he! j6n de la espiral relativista que se tragai con todo lo demas. Se podria decir, con una imagen, que la 26 a relacién entre el terreno y su snalista he estado siempre afectada por fenémenos de “iransferencis” (el terreno se reduce als visién que tienede él} analista)y de transferencia” jeccion del terreno) que en los sedefinieran justamense Ja “transferencia” es la afirmacién de la legitimidad de una teorizacin de lo social y le “contratransferencis” es la afirmncién de una dude sobre toda posibilidad de teorizacién. ‘No pocos matices y compromisos son posibles (en todo caso ‘se ban manifestado) entre la posicin enteramente teérica y 1a posicién enteramenteempfrica concebida comohiperrelativismo, Pero seguro que hay los fenémenos de “contratransferencia” Ciencias sociales, mediante teorias que niegan la teorizac Es pues el estado de) mundo Jo que parece informar las categorias d hemos caracteri- zedo groseramente con las dos expresiones “aceleracién de la historia’ y “encogimiento del planeta” no es sin embargo el objeto de una aprehensién uniforme. Algunos parémetro temporal, son asimismomés sensi perspectiva abierta de esta manera se tian Jos temas del “fin de le historia” y del “consenso". Ot és atentos al eb sus concepei verdaderamente muy diversas y algunas menos contenidas, no difieren tanto como podria hacerlo ci diferencia de las comprobaciones que parecen autoriza todo, resuite natural que ios més dispuesios a adoptar esie punto de vista sean historiadores que exploren la primera perspectiva (puesto que después de todo los temas del consenso: y del fin de la historia no pueden ser completamente exclusivos de cierto sentido de la historia, por mas que ese sentide retros- pectivo pase por el desencanto de las sucesivas ilusiones que 208 cada uno por su parte henen en cuente este o souel aspecto pudieron hacer creer en su sentido prospectivo) v antropélogos fetter bert peered diy awc reps etapa que tornan a descubrir con alivio en ia segunda perspectiva una ds guopraie, de tabecinnn) aa deere teen dana darth forma sofisticada del relativismo cultural je dichos trabajos. Lo que nos tmparta aqui es p Todo el problema esté en saber si, al sistematizar le Isedad de Is referencia (ne se puede aeger que G interpretacion de la realidad contempordnea, las teorias del , masters poole as ges eu sarki conven consenso y de la posmodernidad logran realmente explicar sus ‘iden: untronclags Levene y anteogeaga { aspectos inéditos. ;Cémo pensar juntas la unidad del planeta y * la diversidad de los mundos que lo constituyen? c elas cechusivs de las sociedades fras..." “Une rupture epistémologique”, articuls Publicado en el niimero del Magazine Littéraire (n* 307, febrero de 1893) edicede principalmente a los Lieu de mémoire. Permitasenos aqui ing xdoésta observa un café dela plaza Saint-Sulpice:™... oy que ir alli si lontamente, Hay que esforzarse por escribir lo que ne tiene ree eseribano forense |. dejar que ésta se impongs ingin? Le cotoqus Remon ‘ tu Forum, Pare, Harta i 1992, rig. 12). = = i 2 Lee elamentae principales de dbsieGertamenie putin por Lowe ensuite cela mologte cao Els egunda guerra mundial, traduccion Nanceas, Pars, Clementor enn analizados con precision en lo bra redenta ustoire. Essai’ épistémologie, Pass, $n, 1978, es Hles dans l'histoire, Paris, Gallimard-Ed. du 1989, pag. 150, traduecién francesa de Islands nf ty of Chicago Press, 1985. ‘conceple de etnia, par ej ido precursores, Devereux Ethnopsyehonal, 2 ed, Paris, Flammazioo, 1985), 6. Cinude Lévi-Strauss, Anthropologie sirve 2, ocasicn del coloquic histériea”,organisade en ele synthése historique, 1903. 10, “Historie y ciencias sociales: Ios paradigmas de Annales", Annales ES.C. OQUV, 6, 1879, pags, 1960-1976, 2 nsenso y pesmodernidad: la Prueba de la contemporaneidad El discurso del consenso y el discuso dela posmodernidad iguen a lo menos por su tono. Lus discursos de la wernidad, que sufren Ja foscinacién de la incontenitle diversidad del mundo y la implosién de los grandes relatos, fstén marcado, unos por un pesimismo algiin tanto estetizante, los otros alegria un poco forzada, pero todos por cierta Zeses febril, tal ver la “risa” evocada por Foucault en uma frase pectiva de quien esper: asistir a la asfizia del ‘gui el singular solamente para hacer align dae 3 comBn (el nexo necesario de que acabamos de hablar) que est nos 7 arene de andlisis que no concuerdan 08 Puntos y ni siquiera se ponen de

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