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El mundo por segunda vez- Alexis Padovani

No se centra en el accidente, sino en la reconstrucción a partir de allí, la adaptación. ironía del destino: se accidenta en
jugando un partido de rugby a beneficio de los lesionados medulares. Relata de manera cruda, realista, su temor a lo
desconocido. Reflejo de la sociedad que ve a la persona con discapacidad como inferior.

“Mientras enrollaba las vendas vi pasar a Fernando, un integrante de la Fundación. Me quedé observándolo a
la distancia, si hacer foco en lo que veía. A unas pocas horas de estar cuadripléjico por completo, me
encontraba tan lejos de serlo como cualquiera de los que lean ahora estas páginas”

“Rezo, invoco, prometo, le vendo el alma al diablo. Dos metros de tubo para enloquecer a cualquiera. Como
ignoro todo acerca de las lesiones medulares y de lo que en realidad va a ocurrirme, imagino sólo dos posibles
escenarios: o me espera una silla de ruedas para toda la vida y mi vida se termina acá, o mañana mismo vuelvo
a mi casa caminando”.

“¿Voy a volver a caminar?- pregunté. No debí haber hecho esa pregunta son haber estado preparado para la
respuesta, o al menos sin haber contemplado la posibilidad de que me respondieran lo que no quería
escuchar. El doctor Clenik, con el aplomo del que ignora la duda, respondió: No”.

“… Lo importante, entendí con el tiempo es avanzar. Otros caminan y no avanzan”.

“Después de los médicos, fuI el primero en saber que no iba a ser el chico del milagro, pero no dije nada para
no desanimar a mi entorno. Comencé a vislumbrar en silencio el mundo que me esperaba: el submundo de la
discapacidad. Un mundo desconocido, más o menos limitado, más o menos restringido, condicionado por el
grado de recuperación que alcanzara. Me gustara o no, debía ir entrando en él. Lo primero había sido
sentarme en una silla de ruedas. Aceptada esa situación, podía empezar a ver otras”.

“… Me llevó unos días cambiar de lugar mis ambiciones hasta que pude visualizar un proyecto: recuperar mi
independencia. O mejor: conquistar mi independencia (…) Recuperar era mirar al pasado. Pero sólo se
conquista lo que está adelante”.

“… logré alguna ventaja: el entrenamiento constante contra la dificultad. No solo porque luché contra las
limitaciones y la proyección de los temores de muchas otras personas. Me resultan incómodas, bastante
incómodas, la compasión y la tendencia a la tragedia. Que me supongan sufriendo una pena terrible que no
me da tregua un solo instante”

“Nunca hay que subestimar el poder de la negación: ni yo, ni nadie de mi familia ni en mi entorno había
calculado, durante mi internación que la silla de ruedas no pasaba por las puertas. Había que ensancharlas,
emparejar desniveles en el piso y hacer un cuarto y un baño nuevos”.

“La mayoría desde la ignorancia bienintencionada, opinaba que iba a volver a caminar. Mis deseos eran más
realistas. La expectativa cambia y es: mover un dedo, mejorar equilibrio tronco, aumentar volumen muscular.

Ahí estaba la mirada trágica, el gesto dolido y compasivo de mi entorno, ciego a mis evoluciones y a mi
necesidad de ir dejando atrás lo ocurrido”.

Compañeros rugby, en un asado lo aplaudieron. No era uno de ellos ya. “…ese aplauso marcaba diferencia, me
alejaba de lo que había sido y me acercaba a lo que era: la cara de la tragedia, el pibe de la desgracia”.

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