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“Año del Buen Servicio al Ciudadano”

UNIVERSIDAD PRIVADA
“SAN JUAN BAUTISTA”

FACULTAD DE DERECHO

CURSO : DERECHO DE SEGUROS

DOCENTE: DANIEL ACEVEDO JHON

TEMA : EL ARBITRAJE EN MATERIA DE SEGUROS

ALUMNO : AVILES REBASA JANNERI


BELAHONIA MALPARTIDA JOAO VICTOR
MEDINA JUAREZ LEONARDO
NAJAR ROJAS CARLOS

TURNO : NOCHE A

CICLO : XI

Ica – Perú
2016
INTRDUCCION

El presente trabajo tiene por finalidad dar a conocer al público lector sobre los
alcances del arbitraje en materia de seguros, partiendo desde las distintas
apreciaciones sobre la existencia del arbitraje en este campo del derecho,
analizando las diversas opiniones consolidadas en la doctrina; además. Aremos
un análisis respecto al arbitraje en materia de seguros en la legislación
comparada, teniendo como referencia España, Chile, Nicaragua, entre otros.
por ultimo definiremos la cláusula arbitral y su importancia o no en los contratos
de seguro y por ende en el derecho de seguros, teniendo como referencia la
nueva ley de arbitraje, así como la ley de seguros, donde esta última detalla la
prohibición de que en los contratos de seguro existan clausulas arbitrales, pero
permitiendo que producido el siniestro, sea factible por voluntad de las partes
arribar la controversia a un fuero arbitral, sin más preámbulo los invito a conocer
el contenido del presente trabajo.
Gracias.
EL ARBITAJE ENE LE CONTRATO DE SEGURO

SOBRE SUS SUPUESTO VEJATORIEDAD


La doctrina ha mirado con cierto recelo la inclusión de las clausulas
compromisorias o compromisos arbitrales en los contratos celebrados a base
den condiciones generales. Se sostiene que el nombramiento de árbitros en base
a una predisposición unilateral, puede hacer que esos árbitros sean
particularmente favorables al estipulante. Incluso se ha dicho que ninguna de las
cláusulas de las condiciones generales es más peligrosa que la cláusula
compromisoria, teniendo en cuenta la posibilidad de designar personas o
instituciones de imparcialidad sospechosa o que por el lugar del arbitraje u otra
circunstancia se coloque a la contraparte en una situación de inferioridad.
Siguiendo esta línea, la ley argentina de seguros de 1976, ha prohibido que los
aseguradores inserten en las condiciones generales de las pólizas, clausulas
referentes al sometimiento a arbitraje.
Nuestro propio Código Civil en su artículo 1398, consideró a las clausulas
compromisorias y de arbitraje como vejatorias, siempre que se trate de
incorporación documental a contratos concluidos mediante clausulas generales
no aprobadas administrativamente. Esto obviamente no incluía al seguro, que
justamente se caracteriza por contener siempre clausulas arbitrales, las cuales
han recibido la aprobación por parte de la Superintendencia Banca y Seguros.
Sin embargo, la revalorización que en estos momentos tiene la figura del arbitraje
como medio alternativo de solución de conflictos particulares, y la posibilidad de
aliviar la labor del Poder Judicial, hace que nuestro legislador cambie de parecer.
Así dentro de las disposiciones complementarias del Código Procesal Civil, se
modificó el artículo 1398 C.C. en el sentido de eliminar el sentido vejatorio de las
clausulas compromisorias y de sometimiento a arbitraje. Esto se hace en
concordancia con el artículo 38 del Decreto Legislativo Nº 716, ahora modificado
por el Decreto Ley Nº 25868, por medio del cual la Comisión de Protección al
Consumidor del Indecopi puede actuar de árbitro en litigios en que sean parte
los consumidores siempre que las partes se sometan a dicho Órgano
Administrativo. No se trata pues de un arbitraje obligatorio.

SITUACION ACTUAL
De los modelos de pólizas que hemos observado en nuestro mercado,
prácticamente en todos existen cláusulas de arbitraje. Anteriormente tenían la
calidad de cláusulas compromisorias en vista de que se incluían en forma previa
a que la controversia exista, por lo que se consideraba como un contrato
preliminar de arbitraje. Esta distinción entre clausula compromisoria arbitral fue
siempre considerado una rémora para el desarrollo de la institución del Arbitraje.
Por ello actualmente no se considera imprescindible la diferencia y que “Su lugar
podría ser ocupado por un compromiso arbitral firme sobre toda controversia
futura, al que solo le faltaría integrarse con la indicación de la materia
controvertida y los árbitros, si no se hubiesen designado de antemano. La
observación es razonable tanto desde un punto de vista teórico como práctico.
Realmente, nada impedía que la cláusula compromisoria, acuerdo pre-arbitral o
como quiera denominarse, tenga el mismo contenido que el compromiso con la
salvedad de la indicación de la materia controvertida. De ser así, ya no sería
necesario otro convenio adicional, pues suscitado el conflicto cualquiera de las
partes solicitara de la otra y de los árbitros la suscripción de un documento que,
a la par de detallar las cuestiones litigiosas, constituyen acta de misión de los
árbitros”. En la legislación vigente ya no existen diferencias entre la cláusula
compromisoria y el compromiso arbitral.
Así lo consideró el D. Ley Nº 25935, Ley General del Arbitraje, así como la
vigente Ley de Arbitraje, en donde se elimina la mencionada diferencia,
instituyéndose la figura del convenio arbitral. Se derogan de esa manera los
artículos 1906 al 1922 del Código Civil.
A pesar de la generalizada incorporación de convenios arbitrales en las pólizas
de seguros, esto no los debe llevar a pensar que la solución de conflictos entre
asegurador y asegurado por el pago de indemnizaciones se resuelve casi
únicamente por medio del arbitraje. Es más podríamos decir que ocurre
prácticamente lo contrario, casi todas las controversias son resueltas por el poder
Judicial, y solo algunas son conocidos por Árbitros, especialmente las de mayor
importancia económica. ¿A qué se debe esta situación? Los asegurados a pesar
de pre redactar ellos mismos sus formularios contractuales, no se prevalen de
los convenios arbitrales para iniciar el procedimiento arbitral, o el procedimiento
de integración o formalización Judicial del arbitraje. Ocurre que una vez que los
asegurados demandan judicialmente por el pago de la indemnización. El
asegurador no deduce la excepción arbitral, con lo que se entiende se produce
una renuncia tácita al arbitraje.
Conversando con algunos abogados especialistas en la materia. Estos nos
informaban que los asegurados no se sienten vinculados por las clausulas
arbitrales que ellos mismos incluyen, pues solo lo ven como una posibilidad más
de solución del conflicto jurídico al ocurrir alguna discrepancia con su
contraparte. Los asegurados también raramente pretenden hacer valer la
mencionada clausula, y cuando observan que sus gestiones extrajudiciales no
tienen éxito, recurren casi invariablemente a la vía judicial con el fin de
resguardar sus derechos.
En resumen podríamos decir que la recurrencia al arbitraje en los contratos de
seguro, es bastante reducida. Distinto es el caso en el reaseguro, en donde la
materia es tan técnica y complicada que todos los contratos tratados de
reaseguro incluye una cláusula en donde las partes se someten a las reglas del
arbitraje para los litigios nacidos de los contratos de reaseguro.
¿QUÉ ES CLÁUSULA DE ARBITRAJE EN LOS SEGUROS? ESPAÑA
La cláusula de arbitraje es una cláusula que se establece en los contratos de
seguro, mediante la cual se somete cualquier diferencia o discrepancia que
surja entre el asegurado, contratante o beneficiario y la aseguradora.
La cláusula de arbitraje también es una estipulación de los seguros que se suele
incluir en los tratados de reaseguro para solventar las posibles diferencias que
puedan surgir entre asegurador y reasegurador en lo que se refiere a la
interpretación de los términos. Pero esto es algo que, como asegurados, no nos
interesa tanto, puesto que es un problema que tiene que resolverse entre
profesionales.
En cualquier caso, el arbitraje hace referencia a las diferencias entre ambas
partes respecto a la interpretación, aplicación, cumplimiento o incumplimiento o
sobre cualquiera indemnización u obligación referente al contrato.
De este modo, en caso de discrepancia de criterios, cada una de las partes
designa a un árbitro, además de un tercero elegido por ambos. Entre los tres y
por mayoría tomarán un decisión, la cual es vinculante y, por lo tanto, de
obligatorio cumplimiento.
Entonces, ¿puede la aseguradora negar un proceso de arbitraje?
No. Si un asegurado solicita un arbitraje para aclarar cualquier discrepancia, la
aseguradora está obligada a admitirlo en virtud de lo establecido en el Artículo
76 de la Ley de Contrato de Seguro.
El asegurado tendrá derecho a someter a arbitraje cualquier diferencia que
pueda surgir entre él y el asegurador sobre el contrato de seguro.
El arbitraje es un derecho del asegurado, y no necesita consentimiento del
asegurador, el cual no puede negarse. De hecho, la demanda de arbitraje se
presenta de manera muy parecida a como se presenta una demanda normal.
Conviene remarcar en este punto que la Ley de Contrato de Seguro
obliga, según el dictado del mandato de la Directiva Comunitaria, 87/344/CEE,
de 22 de junio de 1987 sobre coordinación de las d disposiciones legales,
reglamentarias y administrativas relativas al seguro de defensa jurídica, a que en
las pólizas de seguro conste tanto esa facultad del asegurado como la de
designar libremente Abogado y Procurador. En este sentido, el Artículo 76f de la
LCS dice:
La póliza del contrato de seguro de defensa jurídica habrá de recoger
expresamente los derechos reconocidos al asegurado por los dos artículos
anteriores.
En caso de conflicto de intereses o de desavenencia sobre el modo de tratar una
cuestión litigiosa, el asegurador deberá informar inmediatamente al asegurado
de la facultad que le compete de ejercitar los derechos a que se refieren los dos
artículos anteriores.
Los Estados miembros adoptarán todas las disposiciones útiles a fin de que, sin
perjuicio de cualquier derecho de recurso a una instancia jurisdiccional que
eventualmente hubiera previsto el derecho nacional, se prevea un procedimiento
arbitral u otro procedimiento que ofrezca garantías comparables de objetividad,
que permita decidir, en caso de divergencia de opiniones entre el asegurador de
la defensa jurídica y su asegurado, respecto a la actitud que deba adoptarse para
la solución del desacuerdo.
El contrato de seguro deberá mencionar el derecho del asegurado a recurrir a tal
procedimiento.
Queda claro entonces que el asegurado está en todo su derecho de recurrir al
arbitraje si tiene alguna discrepancia con la aseguradora. No obstante, siempre
es mejor intentar solucionar las diferencias por la vía amistosa.

EL ARBITRAJE SE ABRE PASO EN EL SECTOR DE SEGUROS/ESPAÑA


JOSÉ FERNANDO MERINO MERCHÁN
Letrado de las Cortes y del Consejo de Estado (excedente) y titular de la Cátedra
de Derecho Arbitral URJC-IDP. Madrid
El Arbitraje en el sector del seguro privado
Vaya por delante la afirmación de que el arbitraje tiene un amplio campo de
utilización en el contrato de seguros. La Ley de Arbitraje de 2003 presenta
posibilidades insospechadas de aplicación en la relación aseguradora. No es
óbice para ello que el artículo 24 de la Ley de Contratos de Seguros de 8 de
octubre de 1980, disponga que será juez competente para el conocimiento de
las acciones derivadas del contrato de seguro el del domicilio del asegurado,
siendo nulo cualquier pacto en contrario. No estamos, a nuestro juicio, ante un
supuesto de atribución imperativa de jurisdicción excluyente del arbitraje, sino
que se trata simplemente de la determinación objetiva de la competencia
territorial del juez del Estado para los supuestos de controversias derivadas del
contrato de seguros en los que se apele a la jurisdicción estatal. Es decir, que lo
que se prohíbe en ese precepto es el pacto de sumisión a un fuero jurisdiccional
distinto al del domicilio del asegurado, pero no al uso o utilización del arbitraje
como alternativa al juez del Estado.
Las dudas se presentaban en cuanto al enigmático artículo 76.e) de esa Ley al
establecer que el asegurado tendrá derecho a someter a arbitraje cualquier
diferencia que pueda surgir entre él y el asegurador sobre el contrato de seguro.
La designación de árbitros no podrá hacerse antes de que surja la cuestión
disputada. Sin embargo, la doctrina y la práctica judicial no se ponían de acuerdo
sobre si el carácter vinculante o no de ese derecho.
A lo anterior hay que unir la larga tradición existente de los sistemas
heterocompositivos no judiciales en el sector asegurador con instituciones tales
como el Tribunal Arbitral de Seguros y la amigable composición entre las
entidades aseguradoras y de capitalización con sus agentes productores.
"La Ley de ordenación y supervisión del seguro privado de 1995 ha dado carta
de naturaleza al arbitraje en el mundo del seguro al introducirlo alternativamente
junto con la jurisdicción del Estado, como sistema de solución de conflictos entre
aseguradores y asegurados, aseguradores entre sí y éstos con los
reaseguradores"
No obstante el Tribunal Arbitral de Seguros tenía en la actualidad un amplio
abanico de competencias, algunas de las cuales eran cuasi-arbitrales, como son:
a) Las discrepancias que pudieran surgir entre asegurados y aseguradores y las
de ellos con el Consorcio de Compensación de Riesgos Catastróficos serán
resueltas de modo exclusivo por el Tribunal Arbitral de Seguros (art. 15, Ley de
16 de diciembre de 1954, refunde los Consorcios de Compensación).
b) Las discrepancias que surgiesen entre los asegurados o beneficiarios, de una
parte, y las entidades aseguradoras, de otra, en materias relativas a seguros de
vida, y, en general, las discrepancias que surjan entre asegurados y
aseguradores por aplicación de la Ley de 17 de mayo de 1940 (art. 7º del Decreto
de 10 de julio de 1953).
c) Las discrepancias que surgiesen entre los asegurados o beneficiarios, de una
parte, y las entidades aseguradoras, de otra con motivo de la aplicación de la
Ley de 17 de octubre de 1941, sobré seguro de accidentes individuales (art. 7º
del Decreto de 10 de agosto de 1953).
d) Con carácter puramente informativo, y a salvo el derecho de las partes para
acudir a la jurisdicción competente, en todas las cuestiones que se le sometían
de común acuerdo por los asegurados respecto a las discrepancias que surjan
en la interpretación de las pólizas de seguros.
En definitiva, la propia naturaleza y efectos del derecho subjetivo han hecho
posible, en este caso, la reclamación del asegurado ante los órganos
jurisdiccionales para impetrar la protección y defensa del mismo, con el
correspondiente otorgamiento de la acción para exigir el sometimiento a
arbitraje. Protección y defensa que si bien no fue reconocida en primera
instancia, justamente porque el juzgador ad quem no advirtió la naturaleza de
derecho subjetivo que asistía al asegurado en virtud del citado artículo 76. e), se
ha visto, finalmente, reconocido en la Sentencia de la Audiencia Provincial de
Barcelona número 76/2011.

EL ARBITRAJE EN MATERIA DE SEGUROS/CHILE


"No existe razón para que ésta sea materia de arbitraje forzoso, a lo sumo y si el
legislador siguiera estimando que los conflictos de seguros son temas
extremadamente complejos, creemos que la alternativa sería la especialización,
de algunos tribunales civiles en materias de seguros..."
Gloria Claro
De un tiempo a esta parte se ha hecho habitual la introducción de cláusulas
arbitrales en las pólizas de seguros depositadas en la Superintendencia de
Seguros, transformándose en una práctica común en el mercado de los seguros.
Esta situación no tendría nada particular si se diera en otro ámbito contractual,
pero hay que considerar que el contrato de seguro, por lo general, es un contrato
de adhesión y como tal, los asegurados, tienen que “adherir” a cláusulas y
condiciones contractuales predispuestas, sin que se les reconozca ninguna
capacidad de negociar el tenor del contrato. Es por eso que el control judicial del
contenido del contrato es vital.
No se puede, de antemano, por la vía de incluir de una cláusula arbitral, sustraer
la ejecución del contrato del control estatal. Este control, nos parece que es el
medio de equilibrar la desigualdad de condiciones en que se encuentran las
partes al contratar el contrato de seguro.
Cosa distinta, es que una vez que el siniestro haya ocurrido las partes libre y
voluntariamente acuerden someterse a este mecanismo de resolución de
controversias. Situación que a nuestro juicio no representa ningún conflicto.

El actual legislador, está incluso yendo más allá, y está incorporando en el


proyecto de ley que modifica las reglas del Código de Comercio en materia de
seguros, la consagración del arbitraje forzoso para resolver las disputas surgidas
entre asegurador y asegurado cuando las discrepancias sean por montos
mayores a 10.000 Unidades de Fomento. Esto es a nuestro juicio altamente
perjudicial para el asegurado.
Si en Chile, el legislador fue estimando que ciertas materias, por su complejidad
o por otras razones, debían ser sustraídas del conocimiento de la justicia
ordinaria y las consagró como materias de arbitraje forzoso, fue en asuntos que
involucraban una liquidación de patrimonio, que es algo más y más complejo que
un acto judicial, así por ejemplo dispuso como materias de arbitraje forzoso, la
liquidación de la sociedad conyugal, de las sociedades colectivas, en comanditas
civiles y comunidades; los juicios de partición, y los juicios de cuentas.

Pero las controversias en materias de seguro son de otro tipo. Se trata de


acciones —la mayoría de las veces— en que el asegurado solicita al asegurador
el cumplimiento forzado del contrato. Lo que se suele reclamar es el pago de la
indemnización debida, materia respecto de la cual los tribunales ordinarios de
justicia están ampliamente calificados. ¿Cuál es, entonces, la razón de fondo
para considerarlo una materia de arbitraje forzoso?

No existe una razón de peso que justifique la imposición a priori de la justicia


arbitral en materia de seguros. Por el contrario, consideramos que esta
imposición sería un elemento disuasivo para los afectados —en su mayoría
asegurados— para someter su controversia a la resolución de un tercero.

La legislación francesa, atendiendo por un lado a la cierta especialización de la


materia y por otra al hecho que los arbitrajes resultaban gravosos para los
asegurados, consagró que los costos del arbitraje fueran siempre soportados por
el asegurador. Reconociendo a los tribunales ordinarios la facultad de condenar
al asegurado a soportar sólo una parte de los gastos, cuando a su juicio, la acción
se hubiese interpuesto en forma abusiva.
Aun cuando reconocemos que esa es una opción ingeniosa, estimamos que
dicho camino no es una alternativa en nuestro país. Si los árbitros se
especializaran en esta materia y fueran pagados por una de las partes -los
aseguradores-, es esperable que finalmente terminaran comprometiendo su
imparcialidad a favor de quien ha de remunerarlos permanentemente.

A nuestro juicio y tal como lo mencionamos, no existe razón para que ésta sea
materia de arbitraje forzoso, a lo sumo y si el legislador siguiera estimando que
los conflictos de seguros son temas extremadamente complejos, creemos que la
alternativa sería la especialización, de algunos tribunales civiles en materias de
seguros —tal como lo hizo con las controversias de derecho marítimo o
aduanero—. Con ello se garantizaría a todas las personas el acceso libre,
igualitario y gratuito a la justicia, cosa que no ocurriría si la ley estableciera que
el arbitraje es forzoso.

EL CONTRATO DE SEGUROS Y EL ARBITRAJE COMO MEDIO


ALTERNATIVO DE RESOLUCION DE DISPUTAS/ESPAÑA
En el ámbito de los contratos internacionales, el arbitraje resulta ser el mejor
método para resolver las controversias en forma rápida y eficaz.
Si las partes que se encuentran involucradas en una transacción internacional
deciden solucionar sus eventuales o actuales desavenencias mediante el
recurso del arbitraje, usualmente ellas esperan contar con:
1) Un foro neutral que sepa interpretar sus derechos y resolver sus disputas sin
interferencia de los tribunales estatales;
2) La posibilidad de recurrir a un tribunal imparcial para frenar una decisión teñida
de serias irregularidades y
3) La seguridad de que el laudo podrá ser sumaria y rápidamente ejecutado en
un procedimiento sin que los tribunales estatales puedan revisar el fondo de la
cuestión debatida. Dentro de esta orientación se encuentra la célebre
Convención de Nueva York de 1958 sobre Reconocimiento y Ejecución de
Laudos Extranjeros, que es sin lugar a dudas el instrumento jurídico internacional
más exitoso en la esfera del arbitraje internacional. Una prueba de su relevancia
reside por un lado, en el número considerablemente alto de laudos que han sido
ejecutados bajo su ámbito y por el otro, el incremento de reformas
implementadas por los derechos estaduales para acompañar su aplicación.
Sin embargo, específicamente en materia de seguros, los métodos de resolución
alternativa de conflictos suelen ser resistidos. En otras palabras, siendo el seguro
un contrato de adhesión con cláusulas predispuestas, han existido siempre
reticencias a la hora de admitir la validez de cláusulas arbitrales insertas en las
diferentes pólizas.
Nuestra legislación de fuente interna expresamente prohíbe la inclusión de las
cláusulas compromisorias en las mismas (art. 57 ley 17.418). Sobre el particular,
el Dr. Nicolás Barbato, homenajeado en este congreso, ha expresado que dado
la característica de contrato de adhesión del contrato de seguros, el legislador
ha buscado proteger los intereses del asegurado al impedir que la cláusula
compromisoria se imponga como habitual en las pólizas.
Sin perjuicio de ello, entendemos que cabe distinguir las pólizas que aseguran
un riesgo argentino de aquellas empleadas habitualmente en el comercio
exterior. En otras palabras, la prohibición citada consideramos no puede
extenderse al ámbito internacional. Se trata de una cuestión de orden público
interno.
Por otro lado, cabe destacar además que en el área de los contratos
internacionales no nos encontramos con un asegurador frente a un consumidor
sino que el contrato de seguros se celebra con empresas operadoras del
comercio exterior (muchas veces multinacionales). Resulta entonces evidente
que la protección que pretende el mentado artículo deviene innecesaria cuando
nos encontramos en el marco de contratos internacionales.
Además, abona nuestra teoría la carencia de una norma equivalente que prohíba
la celebración de acuerdos de arbitraje posteriores al estallido de la controversia.
Este hecho, denota una vez más que la finalidad de la disposición del art. 57
busca exclusivamente proteger al asegurado de posibles abusos de las
compañías de seguros al imponerles un método de resolución de conflictos que
los sustraiga de la justicia estatal, comprometiéndose eventualmente la
imparcialidad del tribunal.
Contrariamente a lo que sucede en el ámbito de los seguros internos, el arbitraje
brinda innumerables beneficios que pueden ser aprovechados tanto por
aseguradores como por asegurados en el ámbito del comercio internacional.
En consecuencia, en el campo de los negocios internacionales, no debemos
excluir este mecanismo idóneo de resolución de controversias ya que en muchas
ocasiones, asegurado y asegurador están en igualdad de condiciones jurídicas
y económicas, no pudiéndose predicar que una de las partes sea
significativamente más débil. En todo caso, habrá que examinar en cada caso
en particular si el pacto de elección de foro arbitral es abusivo para el asegurado.
En este sentido, debemos recordar que la doctrina y jurisprudencia mayoritarias
entienden que las cláusulas de prórroga de jurisdicción internacional en
contratos de adhesión no resultan invalidantes per se del consentimiento
contractual “salvo que se constate la existencia de una irrazonable disparidad
del poder negociador o una lesión al derecho de debido proceso al colocar al
adherente en situación de grave dificultad de acceso a la justicia y propone
evaluar la conformidad de partes de acuerdo a las reglas de la moderna
contratación, tomando en consideración la persona del adherente y la
excusabilidad del error”. En el mismo sentido, se han expedido nuestros
tribunales en el caso “Quilmes Combustibles S.A. c. Vigan S.A.”
EL ARBITRAJE EN LOS CONTRATOS DE SEGUROS - NICARAGUA
Pablo Antonio Hurtado Vigil Asesor en Reclamos de Fianzas Árbitro de Equidad
del CMA.
Cuando surgen diferencias en los reclamos de daños en los Contratos de
Seguros, y no se logra un acuerdo sobre el monto a indemnizar, es necesario
recurrir a otra instancia fuera del ámbito de las partes para resolver el conflicto
generado.
El propósito de la cláusula de arbitraje en las Pólizas de Seguros está dirigido al
ahorro de dinero y al ahorro de tiempo. Las Cláusulas de arbitraje son
obligatorias en los seguros emitidos en Nicaragua y por lo tanto una vez que se
acepta la póliza de seguro, usted se compromete a resolver el desacuerdo por
medio de un procedimiento arbitral, requiriendo de arbitraje a la compañía de
seguros o el asegurado.

VENTAJAS DEL ARBITRAJE


No hay ninguna duda que la utilización de los Métodos Alternos de Controversias
es una instancia, en mucho, más favorable que los juicios en los tribunales del
sistema de justicia. Entre otras ventajas encontramos:
El plazo para dictar laudo arbitral tiene un tiempo máximo de 180 días (seis
meses) comparado con un juicio civil que puede durar años.
El costo del Proceso Arbitral está establecido en las tarifas del Centro
Institucional de Mediación y Arbitraje, tanto en los costos de administración del
caso, como en los honorarios del o de los árbitros. En los juicios civiles nunca se
sabe cuánto va a costar.
Los árbitros de equidad son profesionales capacitados, entrenados y expertos
en el área del arbitraje, a diferencia de un Juez que puede no tener
conocimientos específicos sobre el tema de los Contratos de Seguros.
Los Centros de Mediación y Arbitraje fijan normas de comportamiento ético a sus
árbitros que aseguran la profesionalidad y la imparcialidad de los mismos.
El Laudo Arbitral es final y definitivo y solamente puede ser atacado por las
nulidades expresamente señaladas en el Capítulo VII: Impugnación del Laudo,
de la Ley 540, el cual señala en el artículo 61, que el Recurso de Nulidad es el
único recurso contra el Laudo Arbitral, y sólo podrá ser anulado por la Sala Civil
de la Corte Suprema de Justicia. No existe recurso en los Tribunales de
Apelación. Las causales de nulidad son bien específicas y están contenidas en
el artículo 61 señalado anteriormente.
EL ARBITRAJE EN MATERIA DE SEGUROS/ REPUBLICA DOMINICANA
Creado por: Marina Herrera
El arbitraje responde a situaciones en que las partes enfrentadas no se ponen
de acuerdo en la solución más adecuada y deciden encomendar a un tercero la
solución de la divergencia, comprometiéndose a cumplir la resolución que este
dicte en forma de laudo arbitral. Las partes opuestas que toman parte en un
arbitraje lo hacen de forma libre, expresa y voluntaria.
El Art. 105 de la Ley 146-02, sobre Seguros y Fianzas de la República
Dominicana, dispone: “La evaluación previa de las pérdidas y daños y la solución
de cualquiera otra diferencia relativa a la póliza por medio de un Arbitraje, es
indispensable en caso de desacuerdo entre el asegurado y la compañía,
mientras no haya tenido lugar, el asegurado no puede incoar ninguna acción
judicial contra la aseguradora, como consecuencia de la expedición de la póliza”.
Debemos resaltar que el arbitraje no es excluyente del conocimiento de un
conflicto ante la jurisdicción judicial, sino, que es una oportunidad previa de
dirimir tal conflicto, sin necesidad de someterse al largo conocimiento ante los
tribunales correspondientes.
En cuanto a la conciliación, este es un procedimiento mediante el cual la persona
conciliadora interviene con el objetivo de aproximar a las partes opuestas en un
conflicto. En el acto de conciliación, las partes comparecen y presentan sus
alegatos ante la persona conciliadora y ésta emite una (o varias) propuesta de
resolución que, de ser aceptada por ambas partes, las vincula y por lo tanto es
de obligatorio cumplimiento y puede ser reclamada ante los tribunales ordinarios.
(Su procedimiento es de manera gratuita, por ante la Superintendencia de
Seguros) En cuanto al procedimiento de arbitraje, como vimos, según lo que
indica el Art. 105 y siguientes de la indicada Ley, dicho proceso es obligatorio
para la evaluación previa de los daños sufridos por el asegurado y la solución de
cualquiera otra diferencia relativa a la póliza, antes de iniciar una demanda en
justicia. Los procedimientos de Conciliación y Arbitraje son aplicados en aras de
evadir los gastos que genera un proceso judicial. Ambos procesos son
procedimientos de resolución extrajudicial de conflictos entre las partes.
Podemos referirnos al criterio establecido por la Suprema Corte de Justicia, en
su Boletín Judicial No. 1212, noviembre del 2011, en los casos que los
asegurados han iniciado la acción judicial en contra de la compañía aseguradora,
sin agotar el procedimiento de Arbitraje, la cual ha indicado que: “Que si bien la
corte a-qua pronuncia la inconstitucionalidad de los referidos textos legales,
según consta en la motivación del fallo impugnado, por supuesto sin fundamento
atendible como se ha dicho, y los declara, por tanto, “no aplicables al presente
caso”, en ejercicio del control difuso de la constitucionalidad de las leyes, lo que
conllevaría la erradicación definitiva del imperio de esos textos legales en la
controversia judicial bajo estudio, sin embargo, a seguidas se observa en la
misma sentencia, en franco desconocimiento del parecer anterior, el abandono
de ese concepto de inconstitucionalidad y el acceso al campo de la interpretación
de los textos señalados, previamente declarados no conformes con la
Constitución, atribuyéndole al peritaje que consagra, un carácter “facultativo u
opcional”, no obligatorio como establece la ley, dejando a las partes en “libertad
de agotarlo o no agotarlo”, lo que constituye, no sólo una grave y ostensible
contradicción de la jurisdicción a-qua con su criterio precedente, sino también un
atentado al principio de la autonomía de la voluntad, ya que las condiciones
generales de la póliza de seguro suscrita al efecto, establecen la obligatoriedad
previa del denominado “arbitraje” o mejor dicho, peritaje, en caso de disparidad
en la evaluación de los daños y pérdidas cubiertos en el contrato de seguro.”
En tales circunstancias, la sentencia criticada adolece de los vicios y violaciones
denunciados por la compañía recurrente, destacándose principalmente, estar
afectada de un concepto erróneo en torno a la inconstitucionalidad de los textos
legales que declara inoperantes por la vía del control difuso de
constitucionalidad, con sus condignos efectos relativos, cuyos fundamentos
jurídicos, no obstante, los contraviene en el mismo fallo, según se ha dicho, con
razonamientos adicionales aniquilantes de los efectos difusos de esa
inconstitucionalidad, por lo que procede la Casación de la decisión atacada.
Del análisis de la Suprema Corte de Justicia, hemos apreciado como se confirma
la obligatoriedad de agotar el preliminar de arbitraje, dispuesto por la Ley que
rige la materia de Seguros y Fianzas de nuestro país, toda vez que es un
requisito sine qua non, para la interposición de toda acción judicial, que pretenda
ejercer un asegurado en contra de la aseguradora.

DE LOS ARBITRAJES EN SEGUROS/PERU


Alonso Núñez del Prado Abogado MBA--Ideele Revista Nº 251—esto solo es un
comentario.
Si tiene Ud., como muchos, un siniestro o reclamo injustamente rechazado por
una compañía de seguros y está pensando en recurrir al arbitraje, le recomiendo
pensarlo con detenimiento, porque por desgracia ya no se puede confiar del todo
en este mecanismo de solución de conflictos, ya que las aseguradoras han
creado un mercado de arbitraje en que los árbitros difícilmente se atreven a fallar
en su contra. ¿Por qué? Porque pende sobre sus cabezas una especie de
espada de Damocles en la que nada tiene que decirse, porque se sobreentiende
que si el laudo no los favorece, no volverán a ser nombrados árbitros no sólo por
esa compañía, sino por ninguna otra e incluso tampoco por las empresas
vinculadas, que en el Perú son muchas, ya que las aseguradoras, por lo menos
las más grandes, son parte de los conglomerados financieros más importantes.
Asimismo, se ha creado la singularidad –entre los estudios de abogados de
‘especialistas en arbitraje’– de ‘aceptar’ que sus miembros sean nombrados
como árbitros con cargo a sacar adelante el caso, en otras palabras estos
‘árbitros’ no actúan como tales, sino como abogados de las compañías al interior
del Tribunal Arbitral. El problema es que estos ‘especialistas en arbitraje’ no
saben de Derecho de seguros, pero están dispuestos a usar sus conocimientos
para manipular el ‘Derecho’ en beneficio de su cliente. Esto incluye lograr que el
Presidente del Tribunal –que tiene que ser elegido por los árbitros de los
litigantes– sea también parte de ese círculo de los que se pueden ‘amedrentar’
implícitamente.
A continuación me permito hacer algunas sugerencias:
Recuerde que conforme a la nueva Ley de contrato de seguro (29946) el arbitraje
recién se puede pactar una vez ocurrido el siniestro. Las cláusulas arbitrales en
las pólizas son nulas es decir que se tienen por inexistentes.
Si opta por el arbitraje, trate de acordar un plazo. Ni a Ud. ni a la aseguradora le
interesa un litigio de larga duración.
También debería establecerse una entidad que resuelva el nombramiento del
Presidente si los árbitros de las partes no se ponen de acuerdo. Evite que sea
alguna vinculada a los aseguradores o en la que éstos tengan influencia. Sea
inflexible al respecto.
Escoja a un abogado y a un árbitro que conozcan de Derecho de seguros, mejor
si han trabajado dentro del sistema. Desafortunadamente, hay muy pocos en el
país. Tenga especial cuidado al hacerlo, ya que hay supuestos y publicitados
‘expertos’ que no saben nada o muy poco del tema. Algunos de los más
afamados pueden llegar a sostener barbaridades y lo peor es que sin darse
cuenta.
Luego de que Ud. o la empresa que representa ha designado su árbitro y la
aseguradora nombre al suyo, no tenga ningún reparo en recusar al último si no
es un experto en el tema o si él o los miembros de su Estudio han sido
nombrados árbitros por esa aseguradora o son conocidos por haber laudado de
manera poco convincente a favor de ésta u otras. Las aseguradoras nombran
como sus árbitros a los abogados que están en sus círculos, aunque no sepan
del tema, siempre que sean susceptibles a la presión tácita de no recibir nuevos
nombramientos.
Recomiende a su árbitro que al elegir al Presidente tenga en cuenta lo que acabo
de exponer y que de preferencia escoja a un académico experto en Derecho de
seguros que no esté comprometido, ni sea parte de los grandes estudios y que,
en consecuencia, sea garantía de imparcialidad. Por supuesto que su honestidad
debe también estar por encima de toda duda, ya que en este ámbito funciona el
‘hoy por ti, mañana por mí’, ‘te nombro Presidente y tú me devuelves el favor en
la primera oportunidad’. Ésta será una labor difícil, porque el árbitro de la
compañía de seguros abogará por lo contrario.
El problema es que estos ‘especialistas en arbitraje’ no saben de Derecho de
seguros, pero están dispuestos a usar sus conocimientos para manipular el
‘Derecho’ en beneficio de su cliente
Las aseguradoras y sus árbitros están ‘matando’ al arbitraje de seguros al que
dicen defender al manipularlo groseramente, logrando laudos que dan
vergüenza ajena. Desde esta perspectiva es una pena que éstos no sean
públicos, ya que serían analizados y ‘destrozados’ en las aulas y en los
congresos de la especialidad. De alguna manera la ‘confidencialidad’ del
arbitraje aboga en algunos casos por la impunidad. La prohibición de incluir
cláusulas arbitrales ha sido el resultado de los abusos cometidos durante largo
tiempo en que se incluían en todas las pólizas, hasta en las de automóviles. Si
siguen por este camino lo que conseguirán es sustraer los casos de seguros al
arbitraje.
Más tarde o más temprano el Congreso tendrá que aceptar la presión de sus
electores y pueden crearse tribunales administrativos y procesos judiciales de
corta duración para los litigios de seguros y también preparar a los juzgados
comerciales para que estén en capacidad de resolver los conflictos de seguros
con solvencia. Los fallos del INDECOPI deben también leerse como una reacción
a los abusos y no como una entidad que se está inmiscuyendo en lo que no le
corresponde como pretenden algunas aseguradoras. Es una lástima que el
gremio asegurador en el Perú sea bastante miope y no se dé cuenta que a largo
plazo los abusos terminarán por explotarles en la cara. Algo parecido ocurre con
los árbitros que creen que pueden manipular ‘eficientemente’ el Derecho ad
eternum en beneficio de sus clientes y de los honorarios que les cobran,
olvidando que a la corta o a la larga las cosas se terminan sabiendo y están
matando a la gallina de los huevos de oro.
He tenido la oportunidad de ver de cerca algunos casos cuyos laudos son
aberrantes y van contra todo principio de Derecho de seguros, pero que han sido
firmados por conocidos abogados que creen que se puede ‘maniobrar’
impunemente, alegando que esa es su opinión, para que les sigan llegando
encargos y arbitrajes en el futuro. Parece que se gana, pero con el tiempo se
pierde. Al final todo se sabe y siempre hay una gota que hace que el agua del
vaso se derrame. Los ‘pecados’ se pagan, aunque a veces tome tiempo y no nos
enteremos.

RELACIÓN ENTRE EL ARBITRAJE Y EL CONTRATO DE SEGURO/CHILE


En materia de seguros se ventilan asuntos de naturaleza privada, por lo cual en
ciertas ocasiones es pertinente someter el asunto al conocimiento de tribunales
que otorguen la debida confidencialidad. A diferencia de los actos
jurisdiccionales que se llevan a cabo ante los tribunales ordinarios de justicia
cuya naturaleza es pública, la justicia arbitral otorga la ventaja que las partes
pueden pactar que los asuntos ventilados durante el proceso arbitral tengan el
carácter de confidencial. Por los intereses de las partes contratantes, en materia
de seguros la confidencialidad es de gran relevancia (tanto para la compañía
aseguradora como para el asegurado, contratante o beneficiario). Por lo mismo,
nuevamente la sede arbitral otorga mejores condiciones para el desarrollo de las
causas sobre contratos de seguros en comparación con los tribunales ordinarios
de justicia.
De acuerdo a lo dispuesto por el actual artículo 543 del Código de Comercio, la
competencia del tribunal arbitral tiene un carácter amplio, puesto que el juez
arbitral está facultado para conocer cualquier dificultad que se suscite entre el
asegurado, el contratante o el beneficiario, según corresponda, y el asegurador
en diversas situaciones. En primer lugar, el árbitro tiene competencia para
conocer aquellos conflictos en que se discute la validez o ineficacia del contrato.
Específicamente, el árbitro tiene competencia para conocer los conflictos que
versen acerca de la nulidad del contrato de seguro. En segundo lugar, el juez
árbitro tiene competencia para conocer aquellos conflictos que surjan con
ocasión de la interpretación o aplicación de las cláusulas del contrato de seguro,
ya sea las referidas a las condiciones generales o particulares. Además, tiene
competencia para conocer sobre las disputas acerca del cumplimiento o
incumplimiento del contrato de seguro. Es pertinente señalar que los conflictos
sobre materias distintas a las referidas en el presente artículo se rigen por las
reglas comunes.
En cuanto a la naturaleza y calidad del árbitro, el artículo 543 señala que el juez,
tendrá la calidad de árbitro arbitrador y deberá ser nombrado de común acuerdo
entre las partes al momento en que surja la disputa. Sin embargo, si los
interesados no se ponen de acuerdo en la persona del árbitro, éste será
designado por los tribunales ordinarios de justicia. En ese caso, tendrá la
naturaleza y calidad de árbitro mixto. En aquella hipótesis la designación por la
justicia ordinaria deberá llevarse a cabo de acuerdo con las reglas señaladas en
el artículo 414 del Código de Procedimiento Civil.
Además, sobre la opción del asegurado de acudir ante los tribunales ordinarios
de justicia, es preciso señalar que no todas las controversias que surjan a causa
del seguro pueden someterse al conocimiento de este tipo de tribunales, sino
que “sólo las disputas entre el asegurado y el asegurador que surjan con motivo
de un siniestro”. Si bien pudiera parecer una atribución de competencia limitada,
la verdad es que la mayoría de los conflictos que se suscitan en materia de
contratos de seguros se originan a consecuencia de un siniestro. En
consecuencia, cumpliendo con los requisitos legales, muchas causas sobre
contratos de seguros se radicarán ante los tribunales ordinarios de justicia,
siendo aquello contrario a la naturaleza propia del contrato de seguro y a las
necesidades mismas de la industria.
Por otra parte, en cuanto al derecho especial del beneficiario en los seguros
obligatorios, el artículo 36 del Decreto con Fuerza de Ley número 251 dispone
que si en virtud de la ley, la contratación de un seguro es obligatoria para el
ejercicio de una actividad, el asegurado o beneficiario, según corresponda, podrá
demandar ante la justicia ordinaria la resolución de los conflictos que se susciten
con la compañía aseguradora, no obstante que en la póliza se hubiere
contemplado un compromiso o una cláusula compromisoria. Además, el inciso
segundo sostiene que si el asegurado y el beneficiario son personas jurídicas y
el monto de la prima anual es superior a 200 unidades de fomento, el
compromiso o cláusula compromisoria prorrogará la competencia.
CONCLUSIONES

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