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Victoria Pérez
7/12/17 12:05pm
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Un sistema win/win
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Tanto los autores como los revisores de los artículos trabajan por amor a la
ciencia. Los revisores trabajan gratis para las revistas. Y en el caso de los autores
de la investigación, incluso pueden llegar a pagar por ser revisados y, por tanto,
optar a ser publicados.
¿Por qué permitir eso? El truco está en que la visibilidad de un paper depende
en buena medida del factor de impacto de la revista que lo publica. Este índice
tiene una influencia enorme, pero controvertida, en cuanto a la forma en que las
publicaciones científicas de investigación son percibidas y evaluadas. Esto
quiere decir que todo científico desea publicar en alguna de las revistas más
punteras, para ello, creará el contenido de la forma que a la revista más le puede
interesar. En caso contrario, se arriesga a que su trabajo sea rechazado.
Irónicamente, aún en esta situación, resulta difícil que los científicos se animen
a hablar de forma crítica del asunto. Hace poco cuatro premios
nobeles publicaban un vídeo hablando del problema, pero no deja de ser notable
que, para poder llegara a ese Nobel, los cuatro utilizaron el actual sistema de
publicación científica.
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En cuanto al pagar por publicar (pay per publish) y a la publicación con acceso
gratuito (open access), “yo me niego a hacerlo (no lo he hecho en ninguno de
mis artículos); sin embargo, entiendo que haya quienes estén obligados a ello,
o lo consideren relevante para su carrera investigadora. Todo científico desea
publicar en The Lancet, Cell, Science o Nature; esto no me parece mal y no me
parece un problema. Pero todos los años se publican más de dos millones de
artículos en unas decenas de miles de revistas científicas. Más del 90% de
dichos artículos y de dichas revistas son prescindibles para el progreso de la
ciencia. Pero las grandes editoriales las necesitan para ganar dinero”.
Cinco editoriales controlan más del 50% de todas las publicaciones científicas
desde 2006
Aunque no es una comparación directa, sirve para hacerse una idea: ese margen
de beneficios es mayor del que tienen Apple, Google o Amazon.
¿Quién hace ciencia y quién la compra?
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Los artículos abarcan todos los temas, desde los experimentos de física
publicados hace décadas hasta los últimos avances en biotecnología. Alguien en
Nuuk, Groenlandia, está leyendo sobre la mejor manera de proporcionar
tratamiento contra el cáncer a las poblaciones indígenas. Alguien en Benghazi
está investigando un método para transmitir datos entre computadoras. Alguien
cerca de la ciudad de Sabha está profundizando en la dinámica de fluidos. La
lista es innumerable.
Sci-hub no es una solución porque es ilegal
“Se trata de algo ilegal y punible, luego es amoral en todos los sentidos. Pero el
oligopolio de las editoriales de revistas científicas es alegal. Es decir, existen leyes
antimonopolio, pero no existen leyes antioligopolio, al menos en los grandes países
industrializados. En mi opinión, los gobiernos deberían tomar cartas en el asunto
de este oligopolio, apoyando las iniciativas en su contra. La ciencia es de todos y el
oligopolio nos está estafando a todos” — Francisco R. Villatoro.
“Me siento muy identificada con la filosofía de que no se debe traficar con la
ciencia, pero ¿qué deberían hacer los investigadores que no tienen posibilidad legal
para acceder a las novedades de su sector? La ciencia es un bien universal y
cualquier ciudadano, con independencia de sus circunstancias, debería tener acceso
al conocimiento. Por tanto, creo que parte de la solución pasa por lograr una
verdadera ciencia abierta, que conlleve un cambio de filosofía en todos los agentes
implicados” — Lydia Gil, Social Investigación en el Institut Català d’Arqueologia
Clàssica (ICAC)
El sistema de las editoriales científicas es enorme y tremendamente lucrativo, y
es evidente que la balanza de beneficios para el progreso general de la ciencia y
sus investigadores versus ingresos de las editoriales no está equilibrada.
Además, ni siquiera el resultado es perfecto. Para colmo, en cuanto a la
piratería, nos encontramos con una doble respuesta, piratear la ciencia está mal,
pero posiblemente bloquearla también lo esté.
Villatoro afirma que tal vez la solución pase por que “los gobiernos valoren la
ciencia como algo importante, como un patrimonio de toda la humanidad”. Y
que para ello “deben legislar con leyes antioligopolio específicas que permitan
a todo el mundo disfrutar de la producción científica. Tener casi un 40% de
beneficios debería ser ilegal y los gobiernos deberían tomar cartas en el
asunto”.