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Introducción a la teoría cuántica de campos

(QFT) (II)
"There are no real one-particle systems in nature, not even few-particle
systems. The existence of virtual pairs and of pair fluctuations shows that
the days of fixed particle numbers are over."
(Viki Weisskopf)

Ayer terminé de seguir el curso que el profesor Leonard Susskind impartió para
la Universidad de Stanford hablando sobre una introducción a la teoría cuántica de campos
(Quantum Field Theory - QFT). La lectura es bastante amena y fácil de entender (desde un
punto de vista matemático), pero a pesar de esta sencillez el profesor es capaz de transmitir la
base esencial de la que es actualmente la teoría física más precisa y avanzada de la que
disponemos: el modelo estándar de partículas. Podéis acceder a estas 10 charlas
desde YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=2eFvVzNF24g.

El curso completo es excepcional, pero el último de los vídeos es realmente extraordinario. El


vídeo es el siguiente y os lo recomiendo con mucho énfasis:

Hace unos meses ya os intenté transmitir una introducción a la QFT en esta entrada, pero creo
que me quedó demasiado formal y matemática. Con el anterior vídeo (con el curso completo en
realidad) me gustaría que aquellos que no llegaron a entender del todo lo que quise transmitir
en aquel momento, puedan comprender el asunto ahora de una manera más cualitativa e
interpretativa.

Un símil sobre la propuesta que se esconde tras la QFT.

Para entender la propuesta de la física moderna de partículas creo que es interesante pensar en
el siguiente símil que, aunque no es ni de lejos exacto, creo que puede valer para que nos
hagamos una idea de lo que propone la teoría cuántica de campos:

Pensemos por un momento en la superficie de una piscina llena de agua. Pues bien, eso se
puede entender como el equivalente de un campo en física: una representación formal mediante
la cual a cada posición del espacio y el tiempo se le asigna una propiedad o valor. En el caso de
la superficie de la piscina el valor de cada posición infinitesimal de la misma puede venir
representado por ejemplo con la altura de la cresta del agua en cierto lugar (y momento).

La superficie del agua en toda la piscina conforma una figura ondulada con valles y crestas, y
dicha apariencia puede ser matemáticamente formalizada por lo que se conoce como la función
del campo: una manera de describir la situación actual de la superficie de toda la piscina de tal
manera que es posible describir la altura de cualquier posición de la misma. Por ejemplo,
podemos trabajar matemáticamente con esa función φ(x, t) y pedirle que nos diga que altura
tiene el agua en la posición (x=5, y=4.3) en cierto momento t. La función retornará un valor con
la altura, por ejemplo: 1 mm (lo de utilizar milímetros es una licencia que me tomo con fines de
claridad argumental).

Continuemos con otra analogía de la que nos vamos a servir: el hecho de que esta altura de la
onda en cada posición infinitesimal de la superficie de la piscina nos va a indicar cuántas
partículas y con qué momento (energía) hay en esa posición x de la misma. En realidad la
situación incluso cualitativamente es más complicada, y lo que nos va a interesar son dos
parámetros de la onda en cierta posición: su altura y el modo en que vibra. La altura va a
representar el número de partículas (a más altura más partículas habrá), mientras que el modo
en que la onda se encuentra vibrando en ese lugar va a indicar la velocidad (momento o
energía) de todas esas partículas.

Mira el ejemplo del gráfico de arriba y quédate con la parte azul. Imagina que observamos el
agua en cierto punto y que existe allí una cresta de altura igual a 3 mm. Esto nos indica que allí
hay 3 partículas. Luego miramos la frecuencia a la que vibra la onda en ese punto (por ejemplo:
2.0 hercios (Hz)) y eso nos indica la velocidad (el momento en realidad) de cada una de esas 3
partículas.

Y eso es todo. Cuando sólo hay partículas de un tipo y cuando no interaccionan unas con otras,
esa superficie de la piscina y esa función φ(x, t) nos dan toda la información que podemos
captar del mundo microscópico. Una piscina tranquila, casi sin "oleaje" ni ondulaciones en la
superficie se corresponde con un espacio de vacío cuántico; donde no hay partículas aunque sí
energía (la energía del vacío cuántico que se corresponde con la de un oscilador armónico
simple en su estado fundamental). Donde no hay partículas por tanto tenemos aún así una
minúscula cresta de agua fluctuando con la mínima energía.

Por otra parte, si en cierto lugar de la piscina perturbamos el sistema lanzando por ejemplo una
piedra, provocaremos en ese punto grandes ondulaciones. Ese hecho se puede interpretar como
que la energía que poseía la piedra ha inducido la creación de numerosas partículas que se
desplazarán por toda la piscina vibrando a gran frecuencia. Y cuanta más energía posea la
piedra (ya sea porque posea más masa o más momento), mayor será la agitación de la piscina:
es decir; más partículas se crearán y más velocidad llevarán.

¡De hecho esto es precisamente lo que hacen en el acelerador de partículas del LHC en
el CERN! Hacen colisionar partículas con una velocidad tan alta (cercana a la máxima
velocidad de la luz) que la perturbación en los campos cuánticos es explosiva. Decenas de
miles de partículas "nacen" tras la colisión y posterior desintegración de sólo 2 partículas
iniciales (hadrones).

Diferentes tipos de piscina.

Hemos hablado sobre las crestas y los valles de una piscina de agua, y hemos dicho que eso se
corresponde con el concepto de campo, pero en realidad se corresponde con el concepto
de un campo. En el mundo físico real existen simultáneamente cientos de campos físicos.
Puedes imaginar, por ejemplo; que nuestra piscina de agua se corresponde con el campo
cuántico de los fotones. Pero hay un campo distinto para cada partícula existente. Así pues,
debemos extender nuestra analogía y pensar en la existencia de muchos otros tipos de piscina.

Una piscina llena de aceite, por ejemplo; podría representar a los electrones. Una piscina llena
de mercurio podría representar a los bosones W y Z, etc. Lo importante del asunto es
comprender que cada campo responde de manera distinta a las perturbaciones porque cada
campo posee unas cualidades físicas esenciales distintas. Es decir; que la piedra de antes que
sobre la piscina de agua provocó alta perturbación, provocará una perturbación muy distinta
sobre la piscina de mercurio.

Se conocen hoy día cientos de partículas fundamentales por lo que debemos hacernos a la idea
de que existen cientos de tipos de piscinas "conviviendo" e interaccionando en cada punto
infinitesimal del espacio. Así pues debemos pensar nuestra realidad como si estuviésemos
sumergidos en una combinación (no mezclada) de fluidos que se "molestan" unos a otros
produciendo cambios de oleajes que podemos interpretar como destrucción de partículas de
cierto tipo de campo y apariciones de partículas de otro tipo de campo.

Para entender ésto imagina el siguiente caso: nuestra piscina contiene dos tipos de líquidos que
no se pueden mezclar (agua y aceite, pongamos por caso). Toda la agua conformaría por
ejemplo el campo cuántico de los fotones, y todo el aceite sería el campo cuántico de los
electrones. Vayamos a la superficie. Si todo el líquido está carente de olas (no hay crestas ni
valles), podemos aventurar que en la piscina no hay partículas (vacío cuántico). Imagina ahora
que producimos una pequeña perturbación en el aceite en las posiciones x e y. Si la
perturbación es lo suficientemente pequeña lograremos la creación y posterior desplazamiento
de dos pequeñas crestas de aceite de altura 1mm (que hemos supuesto que corresponde con la
creación de 1 sólo electrón en x y otro único electrón en y). Pues bien, conforme esas dos
crestas independientes de aceite se desplazan, llegará el momento en que se puedan aproximar
una a la otra. Cuando estén a cierta distancia d, comenzará a ser probable la ocurrencia de un
curioso fenómeno de interacción entre el aceite y el agua. En concreto, es posible que en cierto
momento la distancia d sea tal que permita un acoplamiento entre una cresta "virtual" de agua
(un fotón "virtual") y las dos crestas de aceite (los dos electrones). Precisamente este
acoplamiento haría las veces de repulsión entre las dos crestas de aceite puesto que podemos
imaginar como si la cresta de agua "virtual" se interpusiera entre las dos crestas de aceite y las
"empujara" hacia direcciones opuestas.

Pero hay que dejar muy claro que se trata de una cresta "virtual", puesto que su aparición
supone una violación de la conservación de la energía: en el caso descrito una partícula de agua
(un fotón) salió de la nada y se interpuso entre los electrones, y por lo tanto la duración en la
existencia de dicho fotón tuvo que ser tan pequeña que la Naturaleza no lo "notó" (gracias
al principio de incertidumbre de la mecánica cuántica).

Este caso de ejemplo que acabamos de comentar supone la base teórica de la QED (Quantum
electrodynamics-electrodinámica cuántica), y describe como entiende la física de partículas del
modelo estándar lo que antiguamente en mecánica clásica se entendía como la fuerza a
distancia de repulsion de Coulomb entre partículas con carga.

El bosón de Higgs.

Si alguna vez te has preguntado qué es en realidad el tan cacareado bosón de Higgs, ahora lo
puedes entender como un nuevo tipo de campo (otro tipo de contenido líquido en nuestra
piscina). Y no tiene gran cosa de especial a parte de tratarse de un campo con la propiedad de
poder acoplarse e interaccionar con casi todos los demás campos. De hecho, es esta cualidad
tan especial la que produce que el resto de partículas masivas conocidas posean dicha masa. Es
decir, que es por ejemplo la interacción del campo del electrón con el campo de Higgs lo que
produce que el electrón posea masa (resistencia al movimiento). Puedes imaginar el proceso
como que continuamente una cresta de aceite se ve afectada en cada paso por una cresta
"virtual" de Higgs (muy importante lo de virtual), lo que le impide entonces al electrón el
movimiento a la máxima velocidad de la luz c. Las diferentes masas de las partículas se
explican así según sea la frecuencia o probabilidad con la que estas interacciones con el campo
de Higgs se producen. Si el acoplamiento entre ambos campos es alto la masa será alta (porque
ocurrirán muchos más eventos de interacción en el tiempo).

¿Y qué fue entonces lo que descubrió el LHC? ¡Pues descubrió una partícula real de Higgs! Y
es que, aunque hemos dicho que existe un infinito campo "virtual" de bosones de Higgs
pululando alrededor de cada partícula real (masiva), dada esta virtualidad no son observables
por definición. El LHC fue capaz de invertir la suficiente energía de colisión como para sacar a
un bosón de Higgs real de su campo (produciendo uno de esos pesados bosones al lograrse
perturbar lo suficiente el "líquido" del campo de Higgs y crear una cresta a la altura de 1 mm
que hemos venido utilizando como símil). Hasta la llegada del LHC sencillamente no
disponíamos de la suficiente capacidad de choque como para alterar lo suficiente ese campo
de Higgs que lo cubre todo. Lo mismo se supone que podría ser cierto para otras partículas que
aún no hemos logrado detectar ni siquiera con los 14 TeV del LHC.

La dinámica de los campos.

Cuando uno mira la superficie de una piscina "alterada" es evidente que existe una dinámica en
el movimiento ondulado del conjunto. Valles y crestas se mueven siguiendo un patrón muy
concreto y en ocasiones predecible a primera vista. Los campos físicos de la realidad también
siguen una dinámica muy concreta y de características similares a la del símil del agua con la
que venimos trabajando. En concreto, los diferentes campos poseen una dinámica que favorece
aquellos estados de mínima acción.

Imagina la superficie de la piscina en cierto tiempo t1 (como si echaras una foto a la misma).
La pregunta que nos podemos hacer es: de entre todos los posibles estados finales que puede
presentar la piscina transcurrido cierto intervalo de tiempo (t2-t1), ¿cuál será el estado real que
seguirá el sistema? Es decir, si vamos sacando fotos de la superficie del agua por ejemplo cada
segundo, ¿cómo determinar el aspecto que presentará el agua en cada fotograma?

La respuesta viene del hecho de que la naturaleza es económica en todas sus acciones. La
dinámica del campo será aquella que minimice la acción invertida; es decir, será aquella que
mantenga estacionaria la diferencia entre la energía cinética y la potencial de entre el conjunto
del sistema (a esa diferencia de energías se la denomina lagrangiano L = T -V). Así pues, si
queremos prever el aspecto del campo cada cierto intervalo de tiempo, sólo tenemos que
seleccionar de entre todas las trayectorias posibles aquellas que minimizan la variación de la
acción.

Esa respuesta es sin embargo válida en mecánica clásica pero no en mecánica cuántica y mucho
menos en la teoría cuántica de campos. De todas formas al entrar en juego grandes números de
partículas la respuesta es no obstante similar: el aspecto del campo cada intervalo de tiempo
será en principio imprevisible (debido a los postulados de la mecánica cuántica), pero
la probabilidad de cada estado final posible irá relacionado directamente con lo cercano que
dicho sistema se encuentre del estado de mínima acción del que hablamos antes. Cuanto más se
asemeje cierto estado final al estado de mínima acción, más probable será encontrar al sistema
microscópico en ese estado. Aunque como decimos de todas formas se pierde el determinismo
en nuestra capacidad de observación.

Acoplamiento entre campos.

Ya hemos visto que el mundo fenoménico se encuentra constituido por cientos de campos que
comparten (aunque no se mezclan) el espacio-tiempo. El símil es el de una piscina llena de
cientos de líquidos insolubles. Todos ellos independientes o libres y poseyendo unas cualidades
infinitesimales particulares (masa, carga, etc.). Pero si eso fuese todo, el mundo sería muy
aburrido e inerte. No ocurriría gran cosa en realidad. No obstante, resulta que todos esos
líquidos como hemos comentado anteriormente son capaces de interaccionar entre ellos cuando
se dan las circunstancias adecuadas. En nuestra alegoría existe la probabilidad de que una gota
de cierto líquido se transforme espontáneamente en una o varias gotas infinitesimales de otro
líquido (aparecen crestas en un campo y quedan planos otros). Esta transformación supone en
realidad la creación y aniquilación de partículas de distintos tipos, pero a nivel más
fundamental sabemos que lo que ocurre es que una vibración de cierto tipo de líquido se
convierte en una vibración de otro tipo de líquido, o se reparte en varias vibraciones (de menor
energía) en distintos tipos de líquidos mientras que la vibración en el campo o fuente original
desaparece y queda plana.

Imagina el caso de que la cresta de una onda de agua en nuestra piscina choca con la cresta de
una onda de aceite y como resultado ambas crestas desaparecen al mismo tiempo que aparecen
varias crestas de mercurio que se mueven en direcciones opuestas (por poner un ejemplo).
El caso es que estas apariciones y desapariciones de crestas en los campos suponen la aparición
y desaparición de partículas del tipo de cada campo, y la única regla que la Naturaleza necesita
respectar es la conservación en el estado inicial y final (sin importar los estados intermedios) de
las tradicionales cantidades fundamentales denominadas masa, momento lineal, momento
angular, energía, carga, color, número leptónico, etc. Es decir, que son las leyes de
conservación y el principio de mínima acción las únicas herramientas de la que se vale el
mundo natural para guiar y dirigir el fenómeno. Todo lo que en cierto estado sea viable que
pase (al respetarse las leyes de conservación) puede pasar. Y dado que todo puede ocurrir, el
Universo necesita de alguna guía que le permita decidir y dictaminar qué es lo que le "gusta" o
"desea" que pase. Para eso se basa en el principio de mínima acción, y para el cálculo de dicha
acción hace uso del ya mencionado lagrangiano L. Por último, ese lagrangiano viene
determinado por una función de campo φ(x, t) (y su derivada espacio-temporal) para cada uno
de los cientos de campos. De manera que el lagrangiano general está compuesto por cientos de
términos dependientes de cientos de funciones de campo φ(x, t), Ψ(x, t), Φ(x, t), etc.
Finalmente, aparte de los términos en Ldependientes exclusivamente de las funciones de campo
y sus derivadas, existen términos interrelacionados entre campos. Esos términos son de la
forma: λ[Φ(x,t)Φ(x,t)Ψ(x,t)].

Son precisamente estos términos que mezclan funciones de varios campos los que son capaces
de hacer desaparecer una cresta de onda en cierto campo y hacer aparecer dos crestas en
campos distintos. En la fórmula anterior por ejemplo tenemos la posibilidad de que una cresta
en Ψ desaparezca (acabe en un valle plano) y por contra aparezcan dos nuevas crestas de ola
en Φ (siempre que se mantengan las leyes de conservación, puesto que en caso contrario la
aportación al lagrangiano de esa combinación sería de 0). Mencionar por último que la
probabilidad de que tal evento de creación y aniquilación se produzca viene determinado por la
constante de acoplamiento λ.

En resumen se puede entender que la dinámica del sistema la dictamina en último término
un lagrangiano L compuesto por una grandísima cantidad de términos aditivos cada uno
acompañado de su constante de acoplamiento. Gráficamente esta suma infinitesimal se
representa por los famosos diagramas de Feynman, cada uno de los cuales representa uno de
estos infinitos términos y su probabilidad. Finalmente, cuando observamos, la Naturaleza
selecciona (colapsa a) un estado final de entre todos los posibles siguiendo la señalada
distribución de probabilidad.
El símil en 3 dimensiones.

Si queremos acercar más el símil de la piscina al mundo real podemos imaginarnos no ya la


superficie del agua, sino inmersos en el interior de la piscina. Y podemos además utilizar la
analogía de corrientes en lugar de hablar de crestas y valles de olas. En cierto sentido realmente
se puede decir que vivimos sumergidos en un inmenso mar de mares...y el cálculo que realiza
el Universo en cada instante para determinar qué debe pasar en cada punto infinitesimal del
Universo viene descrito por un complejo lagrangiano L muy similar al siguiente:
¿Qué probabilidad hay de pasar de un estado inicial |i> a un estado final |f>?

Para poner en perspectiva todo lo dicho, tomar por ejemplo un periodo de tiempo determinado
por t1 y t2, suma la aportación de cada una de las infinitas trayectorias (con creaciones y
aniquilaciones de todo tipo) que el lagrangiano anterior permite en este intervalo de tiempo,
premultiplica por el estado final y multiplica por el estado inicial. Finalmente eleva este
resultado al cuadrado y ya tienes la probabilidad de observar el estado final |f> partiendo de
|i>. Esta es precisamente la máxima capacidad de previsión que permite el modelo estándar de
partículas. Se acabo aquello de calcular observables con certezas puesto que ahora sabemos que
debemos limitarnos a calcular distribuciones de probabilidad. Y cabe recordar que esta
limitación no es algún tipo de incapacidad humana, sino que es causa del modo en que funciona
el mundo en esencia: finalmente "Dios" sí juega a los dados, y lo hace incesantemente en cada
momento y en cada lugar infinitesimal. Así pues no es ya sólo que vivamos en un mar de
mares, es que vivimos en un gigantesco mar de probabilidades.

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