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Índice
Presentación de la UD
Para que la relación con el tráfico sea positiva, para saber actuar de forma
segura para nosotros mismos y quienes nos rodean, existen normas y
principios que rigen el la convivencia en las vías.
El tráfico está inmerso en nuestras vidas día tras día, y se convierte en una fórmula
de comunicación, desplazamiento y relaciones personales.
Por ello, desde sus orígenes, el tráfico constituye un fenómeno social, histórico,
económico y jurídico de primer orden presente en todas las sociedades y que
supera barreras y fronteras.
La siniestralidad vial es un
problema de salud pública
El crecimiento del transporte de mercancías influye en una peor calidad del aire.
Esta fue una de las principales causas de los altos niveles de NO2 registrados. La
población que reside cerca de carreteras muy transitadas sigue estando
especialmente expuesta a niveles excesivos de contaminación
atmosférica. Se han registrado niveles de dióxido de nitrógeno
(NO2) por encima de los límites legales en el 44 % de las
estaciones de tráfico de la red de observación de la calidad del
aire. Los niveles de partículas (PM10) superaron los límites
en el 33 % de dichas estaciones. Estos contaminantes pueden
afectar al sistema cardiovascular, a los pulmones, al hígado, al
bazo y a la sangre. Europa necesita reducir aún más el
consumo energético del transporte.
España presenta una tasa de muertos por millón de habitantes muy por debajo de
la tasa de mortalidad media de la UE, pero cada vida es una vida menos y 1.810 son
muchas vidas y familias rotas.
Han aumentado las infracciones por consumo de drogas ilegales: en 2016 la DGT, a
través de la ATGC –Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil-, se han realizado más
de 61.000 pruebas, resultando positivas 23.822 (39%) y, de las 3.026 realizadas a
conductores involucrados en accidentes 829 dieron positivo (27%). Respecto del
alcohol, se realizaron 4,6 millones de pruebas: positivas 68.852, el 1,5%.
Los menores hasta 14 años, han sido 19, el 2% del total de fallecidos, y los mayores
de 65 años, 240, han supuesto el 21% del total.
En la mayor parte de los siniestros de tráfico las cifras indican que el factor
humano supone entre el 70 y el 90% de la responsabilidad en un accidente: la
mayoría de los accidentes de tráfico se deben a exceso de velocidad, cansancio,
consumo de alcohol, distracciones…
El factor humano es todo lo relacionado con las personas, nuestro estado, hábitos
y comportamientos. Son aspectos de riesgo:
• La capacidad, la formación, los conocimientos, la habilidad, los hábitos,
actitudes y conductas que tenemos como peatones, conductores, pasajeros
o acompañantes.
• El estado psicofísico: fatiga, sueño, cansancio, estrés, enfermedades leves
como un catarro…
• El consumo de sustancias -alcohol y otras drogas- que alteran la percepción
de la realidad, hacen que se asuman más riesgos y que se sea menos
prudente.
• El efecto de medicamentos que pueden producir somnolencia, falta de
atención o de reflejos…
• El uso de teléfonos móviles, GPS…, conduciendo, incluso cuando se utilizan
dispositivos de manos libres, multiplica por cuatro el riesgo de sufrir un
accidente. Como peatones caminar hablando por el móvil es causa de
comportamientos inapropiados, de falta de atención al entorno y a las
circunstancias.
• Las distracciones y comportamientos inadecuados: ir pensando en otra
cosa, buscar música mientras se conduce, andar por la calle sin fijarse en el
tráfico…
• La rutina, la falta de reacción y las respuestas automatizadas ante
circunstancias difíciles o inesperadas: atascos, circulación lenta y
retenciones, espera en paradas sin respetar filas, invasiones u obstáculos en
el carril bici...
Factor vehículo: todo lo que tiene que ver con las condiciones en qué está el
vehículo y las medidas de seguridad con las que cuenta. La mayoría de los
accidentes producidos por un fallo mecánico podrían haberse evitado con un
mantenimiento adecuado.
Sea cual sea el vehículo –bici, ciclomotor, motocicleta, turismo…- debe estar en
buen estado y cumplir las revisiones obligatorias.
• Los elementos de seguridad activa son los dispositivos destinados a
disminuir el riesgo de que se produzca un accidente -por ejemplo, los
frenos, dirección de neumáticos y amortiguadores, los neumáticos, luces y
faros…-. Se deben mantener en buen estado.
• Los elementos de seguridad pasiva proporcionan protección en caso de
accidente, por ejemplo el cinturón de seguridad o el airbag en los turismos;
el casco, la ropa protectora, los guantes y ropa adecuada en el caso de bicis
y motos.
El factor vía es todo lo relacionado con la calzada o vía, con las condiciones
meteorológicas, con las medidas de control del tráfico –si hay agentes regulando el
tráfico, o cámaras vigilando, radar…-.
Tres víctimas el accidente que les cambió la vida: Anna, perdió a su marido ciclista,
fue atropellado en carretera. Murió en el acto. Mar quedó parapléjica por la
distracción de un conductor al cambiar de emisora de radio. Jordi tuvo un
accidente en moto por conducir bajo los efectos del alcohol. Estuvo en coma tres
meses y finalmente quedó en silla de ruedas.
“Han pasado cuatro años y Mariano y Amalia visten de luto riguroso. Cuatro años
de dolor, de impotencia. Justo ahora se cumple el aniversario de la muerte de su
hijo, en un accidente de tráfico cuando tenía 21 años. Su único hijo.
Los datos objetivos son aterradores. Se estima que el fallecimiento de una persona
en un accidente de tráfico destroza directamente la vida diaria de una media de
diez personas de su entorno íntimo.
«Yo nunca quise ni denunciar ni nada, porque parece que vas buscando dinero y no
es eso», dice Dolores. Lleva en el bolso una foto de su hijo. La coge con mimo y la
enseña. Fue un accidente de moto. «Ha hecho ahora ocho años y ahí sigue. Hay
épocas que parece que lo aceptas, luego retrocedes, te preguntas que por qué, que
qué cosa tan absurda». Acaba de terminar en la plaza el acto de homenaje a las
víctimas. Ella llora no sólo a su hijo. Después murió su marido. De pena. Detrás de
las gafas de sol se adivinan unos ojos que aún hacen el esfuerzo de contener las
lágrimas. Su hija mayor está cerca, con su nieto.
Aún hoy, diez años después, no ha logrado sacudirse todo ese estupor. Ahora se
plantea irse del pueblo. «Son muchos recuerdos que me rodean aquí. La casa, el
lugar del accidente, el cementerio. Su mujer ha rehecho su vida y vive también
aquí. Demasiadas cosas”.
Adaptado: http://www.ideal.es/jaen/jaen/201511/16/vidas-rotas-detras-cada-20151115234404-v.html
Desplazarnos forma parte de las cosas que hacemos a diario y prácticamente todas
las personas usamos las vías ya sea como peatones, conductores o pasajeros. En
cada etapa de la vida, en cada momento de la vida, las personas tenemos distintos
perfiles viales: puede que cojamos un autobús, el metro o el tranvía para ir al
trabajo y ser pasajeros de transporte público; que salgamos a la calle y seamos
peatones, que cojamos el coche, la moto o la bici y seamos conductores, o que nos
lleven y seamos pasajeros de un turismo. Todo en un mismo día, en pocas horas.
Las personas, vialmente, podemos ser peatones –en zonas urbanas e interurbanas-,
conductores –de turismos, motos, ciclomotores, bicis- o pasajeros –de transporte
público, de vehículos particulares-.
Son peatones todas las personas que, sin ser conductor, transitan a pie por las vías,
son también peatones quienes empujan un coche de niño, una silla de ruedas o
cualquier otro vehículo sin motor de pequeñas dimensiones; también las personas
que llevan a pie un ciclo o ciclomotor de dos ruedas, y las personas que circulan al
paso en una silla de ruedas, con o sin motor.
Los adultos del entorno son quienes han de supervisar las acciones y reforzar las
conductas y hábitos adecuados a la hora de hacer uso de las vías públicas. Los
menores aprenden, fundamentalmente, por imitación y por tanto, las conductas de
la persona responsable serán claves en su respuesta a las distintas situaciones.
Los mensajes positivos que trasmitamos, de forma directa -hablando con ellos,
recordándoles, insistiendo e incidiendo- y de forma indirecta –con la propia
actitud, con el ejemplo-, y los hábitos que inculquemos harán de ellos personas
responsables, con unos valores y unos comportamientos correctos; mientras que
los mensajes negativos, aún trasmitidos de forma inconsciente, les pueden llevar a
asumir riesgos para ellos y el resto de la sociedad.
Menores
Vialmente los niños son peatones, pasajeros –en vehículos particulares y públicos-
y conductores de bicis. Son ideas fuerza sobre las que trabajar acciones educativas
con los adultos -madres, padres y otras personas del entorno- en talleres, sesiones
y actividades formativas:
Caminando
• Los más pequeños, siempre de la mano y en el lado interior de la acera.
• Cruzar por lugares señalizados y enseñar cómo se debe hacer.
• Correr y jugar en las zonas adecuadas que no impliquen riesgo vial.
• Aprender a no salir corriendo impulsivamente detrás de pelotas, mascotas,
jugando con otros niños.
En coche
• Siempre usando los sistemas de retención infantil adecuados a la edad e
instalados de acuerdo a las instrucciones del fabricante. Siempre bien
puestos y asegurados.
• Siempre en los asientos traseros, preferentemente en el sentido contrario
de la marcha.
• Subir y bajar por la puerta más próxima a la acera. Evitar bajar y subir en
doble fila.
En transporte público
• Esperar correctamente en la acera.
• Ceder el asiento a las personas para las que esté reservado.
• Sujetarse, no empujar ni molestar a otros pasajeros.
• En viajes de largo recorrido, en transporte escolar, siempre con cinturón de
seguridad.
Adolescentes
Es el momento en que se ponen a prueba sus hábitos de seguridad vial y, por tanto,
su Educación Vial. Lo que hayan aprendido en la infancia van a ser determinantes
ahora, una etapa difícil de auto-afianzamiento de su personalidad y rebeldía en la
que no cumplir las normas es casi in objetivo para para los chicos y chicas y,
educarles, un importante reto para su entorno.
En la calle, en las vías, lo que hacemos tiene repercusiones directas sobre nosotros
mismos y nuestra integridad: si cruzamos indebidamente, si no usamos el
cinturón, si despreciamos los límites de velocidad, nos ponemos en peligro y
podemos provocar un accidente con trágicas consecuencias para nosotros mismos
y para los demás.
Para que la relación con el tráfico sea positiva, para saber actuar de forma segura
para nosotros mismos y quienes nos rodean, se deben conocer las normas que lo
rigen y desarrollar conductas cívicas de convivencia.
Las normas de tráfico son los acuerdos adoptados para el uso de las vías, los
principios generales del tráfico son: