Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
De poco dormir
y de toscas tristezas
en trescientas casas inundadas
adentro
sus dueñas inventan cuentos
de que un día el río
refalaba sin andamios
tras la inundación
deditos perdidos de un niño manco
cuando el chucao canta
Pide para sí la negrata
el caule que trae las palabras pelleja, pelleja el pajariuco
que no conocemos trae el claro la ventura
apenas la lengua se traba si trina ronco a la mala
el soplido del durmiente Ellos han truncao a un niño tonto
trabilla niña ingrata y con el gesto del enamorado
es llevada a los lugares cosieron sus fauces
en los que la estela de un día lejano Atraviesa, se enreda la seña
o que el día anterior estampó la lengua indica así
un secreto
Pide para sí
y la plegaria es escuchada pelleja, pelleja el pajariuco
dormirando el resquebrajado pasar aullan las chillpilas al poniente
de los que lamen sus párpados: tejen convulsas
los ojos, la maleta y el vestido lo que en un tiempo
muestran lo que no es llamaban herejía
olor a metal y a sangre seca Ansiosas de verle
sombralada de un peregrino estival desean morir
Para sanar, oculta pelleja, pelleja el pajariuco
el ángel que vino tira al sueño los rincones
en un terrible sueño. Davitú, Quelquevú
buscan de memoria
lo cubierto por el barro
Davitú, Quelquevú
casi me muerdo
el nombre.
aguamiento
decían que se había comido un vaso de vidrio entero, que se lo sabía zampado hasta la
simiente. Por fiarle el alma al Mandinga, se perdía en los portales, esos nombres que
enamoran: el Tonto azulado callaba y entre un sordo rechinar de dientes, le decía bien
despacito al oído estaca, estáca, mirando al Cristo que colgaba de la pared con los brazos
abiertos. Abrazada, le pasaban los días, hasta que llegaba el otro. Nito-nito, le torcía a besos
la espalda, y lloraba con toda sus fauces como si fueran puertas. Nito, nito, bonito. Océ
a no. Le leía el pensamiento, niña, no le guarda lealtad a nadie.
a veces me quedo bien quieta tapada de la mañana a la espera del violento san goloteo de
las ventanas: un helicóptero invocado por el secreto de un objeto implosivo en el corazón
de un pasajero anónimo del metro pedreros se mete muy dentro de mí retumba los párpados
las sábanas la mortaja de tanto san goloteo perdono el paso del sol.
apena´
tejer a ratos
el manto que cubre la ruina:
higuera ardiendo
las piedras amontonadas
en las piernas de un niño roto
que amurallan la ribera
la prótesis
de un río invisible
el miedo ese
y lo que hice en la mano
a la última estrella de la mañana
la guardé en el cajón