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CURSO: Los griegos en Sicilia

ALUMNO: Pablo Garrido Gil

En este breve trabajo abordo algunos de los mitos grecolatinos vinculados al Etna.
Pero, como todos ellos creo que son bastante conocidos, he preferido hacer solo
una breve mención a ellos y fijarme con un poco más de detalle en dos leyendas que
me parece que son más interesantes por lo escasamente conocidas que son
actualmente: las de los Pálicos y la de los piadosos hermanos de Catania.

1.- Introducción:
El Etna es un volcán aún activo ubicado en la costa este de Sicilia entre las provincias
de Mesina y Catania. Tiene alrededor de 3.322 metros de altura, aunque ésta varía debido
a sus erupciones. La montaña es hoy en día 21,6 metros menor que en 1865. Es el volcán con
mayor altura de toda la Europa continental (solo le supera en altura nuestro Teide) y
también la montaña más alta de Italia al sur de los Alpes.

Hasta inicios del siglo XX, por lo menos, era frecuente que la población siciliana
llamara Gibellu a este célebre volcán; tal denominación local deriva de la presencia árabe en
el lugar durante la Edad Media. En efecto, Gibellu o Gibello deriva de la palabra árabe
‫ جبل‬ŷébel (monte, montaña). Durante la ocupación árabe de Sicilia en la Edad Media, el Etna
fue llamado Ŷébel Uhamat (Montaña de fuego), pasando a ser llamado durante siglos por
gran parte de los italianos con la palabra mixta (románico-arábiga): Mongibello.
El Etna es uno de los volcanes más activos del mundo y está casi en constante erupción.
Aunque en ocasiones puede ser muy destructivo, no está contemplado como un volcán
particularmente peligroso, y miles de personas viven en sus alrededores e incluso en sus
faldas. La fertilidad de la tierra volcánica hace que la agricultura extensiva, con viñas y
huertos, se extienda a lo largo de las laderas de la montaña. En junio de 2013 el Etna fue
declarado Patrimonio de la Humanidad por resolución del Comité de la UNESCO.

Este volcán ha sido desde hace milenios fuente de inspiración para múltiples leyendas. Los
hombres siempre han admirado y temido las montañas y cuevas, hasta el punto de
considerarlas la sede de espíritus de todo tipo. El Etna está poblado de infinidad de cuevas
y leyendas milenarias y cargadas de contenidos simbólicos. A todo ello se añade el elemento
del fuego, que con su calor regenera y purifica, aunque también destruye y castiga. El Etna
ha sido desde hace milenios una especie de caja de resonancia que ha difundido multitud de
leyendas, por las que vemos desfilar desde Tifón y los Gigantes a Acis y Galatea o a
Deméter y Perséfone, e incluso, al rey Arturo o a la Virgen María 1.

En este breve trabajo nos vamos a centrar solo en algunos de los mitos clásicos más
relevantes vinculados a este monte.

1
Son conocidas algunas leyendas marinas vinculadas a grutas del Etna y sus proximidades, como por
ejemplo la de la Madonna della Sciara, Santa Maria delle Grotta, la Madonna del Pileri. La Madonna di
Valverde o Santa María di Vadalato

1
2.- Origen mítico del nombre Etna y su relación con los Pálicos:
La mitología está llena de leyendas etiológicas, que, recordemos, son aquellas que explican
la αἰτία (causa) u origen del nombre de un lugar geográfico, entre otros. De ese modo, por
ejemplo, el mar Egeo recibe su nombre del mítico rey del mismo nombre, padre de Teseo y
que se suicidó arrojándose al mar creyendo que su hijo había muerto; o también, sin ir más
lejos, la figura de Rómulo sirve para dar cuenta del porqué del nombre de Roma.
Con el Etna sucede algo similar: su nombre en griego (Αἴτνη) nos remite a la figura, un tanto
nebulosa, de una ninfa siciliana, hija de Gea y Urano, o, según otras versiones, de uno de los
Hecatónquiros, Briareo. Cuando Hefesto y Deméter se disputaban la posesión de Sicilia,
tierra de trigo y volcanes, Etna intervino como árbitro en favor de ésta.
Etna fue madre de los Pálicos tras su unión con Hefesto. Estos eran dos dioses gemelos
oriundos de Sicilia. Claro que, según otras versiones, eran hijos de Zeus y de Talía. Ésta,
hallándose embarazada, por temor a los terribles celos de Hera, al ver cercano el momento
de dar a luz, decidió ocultarse dentro de la tierra. Su deseo se cumplió, y, cuando dio a luz,
los niños, dos gemelos, salieron del suelo. Esta particularidad explicaba su nombre,
derivado del adverbio griego πάλιν (de nuevo), ya que éstos nacieron dos veces, una del
vientre de su madre y otra, del vientre de la tierra. Su culto se ubicaba cerca del lago de
Naftia, no lejos de Leontinos, en donde se producían ciertos fenómenos de origen volcánico:
del lago brotaba un chorro de agua caliente en forma de cúpula, que volvía a caer dentro de
su cubeta sin que una sola gota fuese a parar fuera de ella. Además, de allí emanaba un
fuerte olor a azufre. Se decía que las aves que volaban sobre él morían a los tres días. Tal
es el lugar de los Pálicos, esas temibles divinidades ante las cuales los primitivos sicilianos
formulaban sus más solemnes juramentos. Cuando alguien quería afirmar una cosa bajo
juramento, la escribía en una tablilla que tiraba luego al lago. Si ésta flotaba, el juramento
era verdadero, si se sumergía, había cometido perjurio. Se creía también que los Pálicos
cegaban a los mentirosos que les invocaban en falso.
Este mito es sin duda alguna una leyenda autóctona de divinidades ctónicas de Sicilia, que
fue luego helenizada y acabó asumiendo los nombres de las divinidades de los recién
llegados griegos., quienes las vincularon de ese modo a Hefesto o a Zeus. Prueba de ello es
que no aparezca referencia alguna a esta leyenda en autores griegos como Hesíodo y solo
aparezca citada en Diodoro Sículo o en Esquilo, autor que vivió en Sicilia al final de su vida.

Nuestro conocimiento sobre esta leyenda se lo debemos, sin embargo, a Macrobio, el gran
erudito latino. Éste en sus Saturnales (V, 19, 15ss), nos hace uno de sus acostumbrados
alardes de erudición enciclopédica y le dedica tres páginas a esta leyenda, refiriéndonos,
además, las fuentes, todas ellas perdidas ya actualmente, que ha consultado para
documentarse al respecto (Nos cita varios pasajes de relativa extensión de Calias de
Siracusa, Polemón de Ilión y Jenágoras de Heraclea). Sin esas líneas de Macrobio sería muy
poco lo que podríamos hablar sobre los Pálicos hoy en día.

En efecto, es él quien nos refiere el prodigioso nacimiento de estos dos gemelos. Y empieza
reconociendo que todas sus fuentes son griegas, porque ningún autor latino se refiere a
estas divinidades, salvo Virgilio, quien los cita de manera fugaz en un verso 2. Según
Macrobio, fue Esquilo el primer autor que los cita, y lo hace en una tragedia suya perdida,
titulada precisamente Etna, y cuyo contenido y argumento desconocemos hoy en día.
Macrobio nos cita cuatro versos de la misma, en los que explica la supuesta etimología del
nombre de estas divinidades, que remonta a la expresión πάλιν ἱκέσθαι (“venir de nuevo”),

2
Aen.IX, 584

2
en la idea de que los Pálicos “regresaron de nuevo desde las tinieblas a esta luz”. Ese fue el
nombre que quiso Zeus que les fuera impuesto 3. Nos sigue refiriendo Macrobio más datos
acerca de estas divinidades:

No lejos de allí hay unos pequeños lagos, pero de enorme profundidad, siempre en
ebullición por efecto del manantial que alimenta sus aguas; (…) Son dos cráteres con
borbotones en ebullición a los que los sicilianos consideran hermanos de los Pálicos y les
dedican la mayor veneración. Principalmente su divinidad se muestra presente y eficaz
para la realización de juramentos ante ellos. Pues, cuando hay que investigar la verdad
sobre un robo que se niega o sobre cualquier otro delito, y se quiere someter a
juramento al sospechoso, ambas partes aceden a los cráteres purificadas de toda
contaminación, habiendo establecido previamente un fiador de la persona que realizará el
juramento para que se cumpla lo que se solicitaba, si se produjera la condena. Allí, una
vez invocada la deidad del lugar, el que juraba la ponía por testigo de su juramento. Si se
realizaba con sinceridad, salía ileso, en cambio, si se sometía al juramento con mala
conciencia, al jurar en falso perdía la vida en el lago. (…) Tampoco carece de poder
adivinatorio el templo de los Pálicos. Al secar Sicilia un año estéril, advertidos por los
Pálicos, los sicilianos realizaron un sacrificio y retornó la fertilidad. Por este favor los
sicilianos acumularon todo tipo de frutos en el altar de los Pálicos 4.

Sabemos también que Ducetio fundó una ciudad en sus proximidades, a la que llamó Paliké,
que gozó de una cierta prosperidad 5. Actualmente el lago de Naftia ha sido desecado y la
zona dedicada a un uso industrial, quedando aún las huellas de los dos antiguos géiseres
gemelos que alimentaron la imaginación popular de los primitivos sicilianos. La zona también
está siendo objeto de estudios y excavaciones, que buscan reconstruir las huellas del
pasado de dicha ciudad, de su santuario y del culto a estas divinidades. Se puede consultar
una excelente galería fotográfica en Internet en la que se explica este yacimiento en la
siguiente dirección. http://www.siciliafotografica.it/gallery/main.php?g2_itemId=13760.
Adjuntamos también dos imágenes del lago, una antigua, del año 1935, cuando el lago aún no
había sido desecado, y otra actual de uno de sus géiseres:

3.- Mitos clásicos vinculados con el Etna:


Como antes señalábamos, el Etna ha sido una especie de caja de resonancia que ha inspirado
leyendas innumerables desde la antigüedad. No podemos aquí referirnos a todas ellas, como
es lógico. Tan solo citaremos las más relevantes:

3
Vd. Macrobio. Sat V, 19, 24..
4
Ibid. I9-22
5
Cfr. Diodoro, 11, 86, 6

3
 Nos narra Apolodoro6 que en su interior se aloja el monstruoso Tifón, que desafió a
los dioses a un épico combate y fue derrotado finalmente por Zeus, quien “le echó
encima el monte Etna en Sicilia, que es enorme, y desde entonces acá dicen que
brotan de él bocanadas de fuego por los rayos arrojados”.

 También las fuentes mitográficas nos hablan de que allí está encerrado uno de los
Gigantes, Encélado, quien fue derrotado por Atenea y alojado dentro del Etna (si
bien Apolodoro nos dice más exactamente que “Atenea echó encima una isla, Sicilia,
a Encélado, mientras huía”7). Es Virgilio quien nos transmite que está Encélado
encerado bajo el Etna: “Es fama que el cuerpo de Encélado, abrasado por el rayo,
sepultado está por esta mole; que el Etna, enorme, encima fuego respira por sus
quebradas chimeneas y que, cuantas veces, cansado, se cambia de lado, entera
tiembla Trinacria con gran ruido y el cielo se cubre de humo” 8.

Una de las metopas de templo E de Selinunte y una cerámica ática del Louvre nos
ilustran la escena de la lucha entre Atenea y este gigante:

 También en el Etna se ubicaba ocasionalmente la fragua de Vulcano, en donde


trabajan los metales para este dios los temibles Cíclopes Brontes, Estéropes y
Piragmón. Las fuentes griegas más antiguas nos ubican la fragua de Vulcano en el
propio Olimpo, tal como afirma Homero9. También se la ubica en la isla egea de
Lemnos. Pero luego, tras la colonización de Italia y Sicilia, pasó a ser ubicada en
tierras de volcanes. De ese modo, se sitúa en las islas Lípari, al lado de Sicilia. Los
colonizadores griegos acabarían asociando esta fragua también con el volcán Etna.
Así nos lo refiere Virgilio, cuando nos relata cómo Venus acude a pedir a Hefesto
que forje unas nuevas armas para su hijo Eneas y nos describe la morada de éstos
en el interior del Etna10. Recordemos también que nuestra palabra volcán deriva
directamente del nombre de dicho dios, Vulcano
 También es obligado referirnos a otro emblemático personaje del mundo mítico, el
cíclope Polifemo. Su encuentro con Ulises en el canto IX de la Odisea es,
probablemente, el episodio más famoso de toda la literatura universal. Sin embargo,
Homero no nos ubica en Sicilia esta aventura, sino en una isla indeterminada a la que

6
Biblioteca I, VI, 44
7
Ibid, I, VI, 37
8
Aen. III, 578-582
9
Il. XVII, 138-147
10
Vd. Aen. VIII, 416 ss

4
no pone nombre. Ésta se desarrolla dentro de una geografía mítico-poética
imaginaria que muchas veces se ha intentado reconstruir. Homero ni siquiera cita el
Etna ni parece conocer su existencia. Sí que conoce Sicilia, a la que se denomina
Trinacria, y, de hecho, la cita en cinco ocasiones a lo largo de la Odisea. En sus
proximidades se ubican muchas de las aventuras de Ulises: la isla de Eolo, la de
Polifemo, Escila y Caribdis o las vacas de Helios.
Polifemo vuelve a aparecer en otra no menos conocida historia, la que nos presenta
al monstruo enamorado de la bella Galatea. Ella está enamorada del bello pastor
Acis y ve con horror al cíclope. Y éste, muerto de celos, no puede soportar ver a
ambos tiernamente abrazados y le arroja un peñasco a Acis. Éste es aplastado por
la piedra y convertido en una corriente de agua que llevará su nombre. Todo este
relato se desarrolla en las proximidades del Etna, que es la morada de Polifemo,
como nos relata Ovidio con todo detalle11. Actualmente, en la parte más oriental de
Sicilia, entre Messina y Catania, existen nueve poblaciones que conservan en su
nombre el prefijo Aci-: Acitrezza, Acicastello, Acireale,… Todos ellos remontan su
nombre al mítico amante de Galatea, Acis. ¿Y el río? Probablemente se trata de un
curso de agua subterráneo actualmente, pero que en la antigüedad corría por la
zona. A causa de las sucesivas erupciones del Etna ha desaparecido bajo el subsuelo
aflorando hoy junto al mar muy cerca del puerto pesquero de Santa María della
Scala.
Polifemo vuelve a aparecer fugazmente, ya ciego, en un pasaje de la Eneida, cuando
el héroe arriba a las costas de Sicilia y rescata a Aqueménides, un soldado griego
que llevaba años allí y al que habían olvidado en la isla Ulises y sus compañeros.
Eneas describe la horrenda figura del Cíclope en un pasaje muy famoso 12 y que,
como no podía ser de otra manera, se desarrolla también en las proximidades del
Etna.
 Por último, es obligado hacer referencia a otro de los mitos más productivos de la
imaginación clásica, un mito mil veces versionado y con infinidad de variantes. Nos
referimos al rapto de Perséfone, que, según muchas fuentes mitográficas, se
produjo en Sicilia, isla consagrada a esta divinidad 13. Plutón (Hades) raptó a
Perséfone (Proserpina) y su madre Ceres (Deméter) anduvo buscándola sin tregua
de día y de noche. Y, para poder ver durante la noche, nos cuenta Ovidio que la
desesperada madre “encendía en el Etna pinos en llamas para sus dos manos y los
llevaba sin descanso a través de las heladas tinieblas” 14.

4.- El Etna y la leyenda de los hermanos de Catania:

El Etna es un poema didáctico de 644 versos, bastante poco conocido y citado en la


actualidad. Fue atribuido a Virgilio e incluido en los manuscritos a continuación de la
Appendix Vergiliana, el conjunto de poemas de juventud del poeta. Sin embargo, a día de
hoy nadie ya considera virgiliano este extenso poema y se considera anónimo. En efecto,

11
Vd. Metam. XIII, 740-897
12
Vd. Aen. III, 568 ss
13
A este respecto, nos parece muy interesante, además de por lo poco conocido y citado del pasaje, la
historia que nos narra Cicerón en Signis,106-115, del robo por parte de Verres de la imagen de Ceres de
Henna. Allí nos describe además la cueva de donde había salido Plutón en su carro para llevarse a la hija
de Ceres.
14
Metam.V, 441- 445

5
tanto su forma como su contenido están muy lejos del estilo y los intereses intelectuales
de Virgilio. De su posible autor nada sabemos. Solo podemos deducir que es del siglo I d.C.
pero anterior al desastre del Vesubio ya que, de haber tenido noticia de éste, hubiera
hecho alguna referencia a él en este poema.

Se trata de un poema didáctico de tipo científico. Recordemos que la poesía didáctica tuvo
un enorme recorrido en la literatura clásica, ya desde Hesíodo. En verso compusieron
muchas de sus obras los presocráticos; en verso también escribieron multitud de tratados
científicos y filosóficos autores de muy diferente época, como Virgilio, Arato, Manilio,
Nicandro, Lucrecio, etc

Esta obra tiene el interés para nosotros de ser única: en efecto, no se ha conservado
ninguna monografía de tipo científico acerca de los volcanes en la antigüedad. Tan solo
tenemos, como fuente más directa de este poema, los versos que dedica Lucrecio a explicar
científicamente las erupciones el Etna15. Lucrecio, como buen epicúreo que era, desprecia
las absurdas creencias derivadas del mito y busca una explicación racional para todos los
fenómenos naturales, bien sea el rayo, la lluvia, los terremotos o las erupciones volcánicas.
En esta misma línea se sitúa el anónimo autor del Etna. Pretende explicar de manera
racional y científica los fenómenos que se producen en el Etna y, para ello, en el proemio del
poema, nos ridiculiza los mitos vinculados a este monte:

Mas esforzadamente proyectamos en nuestro ánimo tareas desconocidas, qué fuerza tan
grande perennemente hace compactas las llamas, empuja piedras desde lo profundo con
enorme ruido, quema las proximidades con ríos de lava, ésta es la idea de mi poema.
En primer lugar, que nadie se deje engañar por la fantasía de los poetas, que cuentan que
allí se encuentra la morada de un dios, que desde su garganta inflamada se lanza el fuego
de Vulcano y en sus profundas cuevas resuena su continuado trabajo. No existe tan vulgar
trabajo para los dioses, ni es justo rebajarlos a semejantes menesteres. Ellos reinan en las
alturas en un cielo alejado y no se cuidan de afanarse en tareas de obreros.
(…) Cuentan también que los Cíclopes usaron aquellos hornos cuando, esforzados, batían
sobre el yunque con repetidos golpes de martillo el terrible rayo y armaban a Júpiter.
Vergonzoso canto y carente de veracidad.
(…) Una reciente leyenda sacrílega hace agitar los pertinaces fuegos de la cima del Etna
por el campamento de los Gigantes (…) En las aguas de Trinacria entierra Júpiter bajo el
Etna a Encélado moribundo, que con el enorme peso de la montaña se agita y soberbio sopla
fuego de su boca.
Tal es la divulgada fantasía de una fama embustera. Los poetas tienen su talento. Por eso
se pueden oír versos famosos. Pero la mayor parte de ello es pura ficción (…) Se debe a la
poesía esa libertad, pero en la verdad está toda mi preocupación.
Voy a cantar por qué clase de movimientos se agita hirviente el Etna y, voraz, acumula
fuegos renovados16

La obra, pues, se inserta dentro de la doctrina epicúrea que, recordemos, no negaba la


existencia de los dioses, sino que trataba de explicar de manera racional los fenómenos
antes atribuidos a fuerzas misteriosas y mágicas extraídas del mundo del mito. Para los
epicúreos los dioses existen y son eternamente dichosos, pero en nada se ocupan de los
asuntos humanos.

15
Le dedica a este tema un extenso apartado en VI, 639-702
16
Etna, 23-93

6
En este breve escrito no vamos a analizar las doctrinas científicas que llevan a explicar las
erupciones volcánicas, pues ello sería demasiado extenso. Nos vamos a centrar en una
leyenda que se nos transmite al final del poema y pone fin al mismo, leyenda que creemos
que es muy poco conocida, la de los hermanos de Catania.

El poeta dedica los últimos cuarenta y dos versos del poema a narrarnos esta piadosa
leyenda. Según ella, un buen día el Etna entró en erupción asolando todas las tierras
circundantes. ¿Cuándo tuvo lugar esa erupción que inspiró la leyenda? Lo decimos porque
muchas veces las leyendas parten de un suceso real, sobre el cual la tradición va tejiendo
toda una serie de elementos fantasiosos hasta desfigurar la realidad. Sabemos que hubo
bastantes erupciones del Etna a lo largo de la antigüedad: en los años 693 a.C., 475 a.C.,
456 a.C., 425 a. C, 396 a.C., 140 a.C., 135 a.C., 126 a.C., 122 a.C., 61 a .C, 56 a.C., 40 d.C., 72
d.C. y 80 d.C. El interrogante es cuál de ellas pudo haber servido de fuente inspiradora de
esta leyenda.

La leyenda nos narra cómo una súbita erupción del Etna sorprende a los habitantes de la
región, que tratan de huir habiendo previamente hecho rápido acopio de todos sus bienes
más preciados. Sin embargo, a muchos de ellos les traiciona sus avaricia y la demora
empleada en recoger sus riquezas y mueren presa de la lava en su terrible e imparable
avance. Es entonces cuando aparecen las figuras de dos hermanos gemelos, Anfínomo y
Anapias, que, viendo a sus padres ya ancianos detenidos en el umbral de su morada e
incapaces de escapar del fuego del volcán por sus propios medios, renuncian a llevarse
consigo otros bienes que no sean sus padres. Los cargan a hombros y salen andando con
ellos, mientras las llamas se apartan a su paso dejándoles el camino libre, admiradas por la
vista del ejemplo de piedad que ofrecen esos dos jóvenes, lo que hace que el poeta califique
de piadoso al fuego del Etna, pese a que, por ser un elemento inerte, no puede ser culpable
o inocente de nada:

Insequitur miranda tamen sua fabula montem,


nec minus ille pio, quamvis sons, nobilis igni est.17

Sin embargo, su admirable leyenda acompaña al monte


y no menos famoso es él por su piadoso fuego, aunque sea inocente.

El final del poema es todo un canto a la virtud de la piedad, de la que los dos hermanos son
un acabado ejemplo y modelo a imitar:
630 Parcite, auara manus, dites attollere praedas !
illis diuitiae solae materque paterque :
hanc rapient praedam mediumque exire per ignem
ipso dante fidem properant. O maxima rerum
et merito pietas homini tutissima uirtus !
635 Erubuere pios iuuenes attingere flammae
et quacumque ferunt illi uestigia, cedunt.
Felix illa dies, illa est innoxia terra !
Dextra saeua tenet laeuaque incendia ferunt.
ille per obliquos ignes fraterque triumphans,
640 tutus uterque pio sub pondere sufficit ; illa
et circa geminos auidus sibi temperat ignis.
Incolumes abeunt tandem et sua numina secum

17
vv 604-605

7
salua ferunt. Illos mirantur carmina uatum ;
illos seposuit claro sub nomine Ditis
645 nec sanctos iuuenes attingunt sordida fata,
securae cessere domus et iura piorum.

¡Manos avaras, guardaos de llevaros el rico botín!


Para ellos las únicas riquezas son su madre y su padre:
este botín agarran y a salir por el medio del fuego
se apresuran siendo el propio fuego quien les garantiza su confianza. ¡Oh, piedad,
la más grande de todas las cosas y la virtud con razón más segura para el hombre!
Se avergonzaron las llamas de rozar a los piadosos jóvenes
y, por dondequiera que guían sus pasos, se apartan.
¡Dichoso aquel día, inofensiva es aquella tierra!
A su derecha reina la crueldad y a su izquierda, el fuego enfurece.
Uno y otro hermano triunfante a través de las llamas enfrentadas
seguros bajo su piadosa carga resisten;
y en torno a los gemelos el ávido fuego se atempera.
Sanos y salvos salen y a sus dioses consigo
intactos llevan. A ellos los admiran los cantos de los poetas,
a ellos colocó aparte Dite bajo un ilustre nombre
y a esos santos jóvenes no les alcanzan destinos sórdidos,
les han tocado en suerte seguras moradas y las leyes de los piadosos.

Esta leyenda de los dos piadosos hermanos está también citada por otros autores: por
ejemplo, Valerio Máximo18 los cita al hacer referencia a ilustres ejemplos de piedad filial,
al lado de otros modelos tan famosos como los de Cleobis y Bitón, en Grecia. También
Estrabón19, al describirnos el emplazamiento de Catania a los pies del Etna nos cita en una
breve pincelada la leyenda de los dos hermanos, sin añadir sin embargo nuevos elementos a
lo que ya venía en el poema Etna.
También Séneca20 nos cita el ejemplo de estos hermanos en dos ocasiones. En el primero de
ellos discute si es posible que la piedad filial supere en buenas obras y sacrificios a la de
los padres hacia los hijos. Es decir, si hay ejemplos de padres que deban estar más
agradecidos a sus hijos que viceversa. Y cita, por supuesto, el ejemplo de Eneas para, acto
seguido, citar el de los dos hermanos de Catania, declarando que fueron vencedores en este
certamen de gratitud los hijos a sus padres. Por lo demás, tampoco añade elementos nuevos
a la leyenda la breve referencia que hace Séneca en este pasaje:

También vencieron a sus padres los jóvenes sicilianos cuando, habiendo el monte Etna
derramado con enorme fuerza su incendio por los campos y ciudades, y en la mayor parte
de la isla, sacaron sobre sus hombros a sus padres. Tiénese por cosa cierta que se detuvo
el fuego y que, dividiéndose el incendio a una y otra parte, se abrió una senda por la cual
pasaron los piadoso jóvenes, para que con seguridad emprendiesen tan grande hazaña

También son citados estos dos hermanos, de manera muy fugaz, en un epigrama por
Marcial21, sin tampoco añadir nada nuevo a la leyenda. Higino cita asimismo el ejemplo de

18
V, 4, 4
19
VI, 2, 3
20
Beneficiis III, 37,; VI, 36
21
VII, 24, 5

8
piedad de estos dos hermanos, a los que, a diferencia de todas las demás fuentes, llama por
otros nombres, Damón y Fintias22. Todas estas referencias nos hablan de la fama que
alcanzó esta leyenda entre los autores y cómo se citaban como un ejemplo de todos sabido
en su tiempo, sobre el que no era necesario dar una explicación más prolija.
Y ya en las postrimerías del mundo clásico el ejemplo de estos dos piadosos hermanos fue
el tema que inspiró a Claudiano uno de sus poemas, el XXXIX de sus Carmina minora. Se
trata de un poema de 49 versos en el que describe un grupo escultórico labrado en bronce
y que contenía la escena de los dos jóvenes llevando a hombros a sus padres. De dicha
estatua solo nos queda esta descripción, pues no ha llegado rastro alguno de ella. En los
versos finales hace un hermoso elogio de la piedad filial de éstos. El poema comienza de
este modo:

Mira a estos dos hermanos sudando bajo su carga venerable,


merecedores de ser honrados siempre con honores
divinos; a ellos les cedió el paso el justo respeto de las
llamas impetuosas y el Etna retuvo admirándose su errante
lava. Abrazando con sus manos a los padres apoyados en
sus cuellos, levantan los rostros y apresuran sus pasos. Los
ancianos son llevados en alto por sus dos muchachos y
embarazaron la huida a sus hijos con un retraso querido
por estos.

Y, después de haber descrito el grupo escultórico, se deshace en elogios a estos dos


jóvenes en los versos finales del mismo, comparándolos y poniéndolos a la altura de los
gemelos griegos Cleobis y Bitón y, por supuesto, también de Eneas:

¡Oh muchachos felizmente recordadores de las leyes de


la naturaleza, ejemplos de la justicia celeste, luz de los jóvenes,
esperanza de los ancianos!; despreciadas las riquezas,
os apresurasteis al medio del fuego a no sacar nada
excepto la sagrada vejez. Desde luego creo que no sin razón,
retenidas por tan gran virtud, quedaron yertas las fauces
de Encélado El mismo Vulcano retuvo la erupción
del Etna, para no dañar los testimonios de un piadoso
ejemplo. Los elementos fueron sensibles a vuestra lealtad;
el aire os asistió en la carga de vuestro padre, la tierra
os ayudó diligente en la de vuestra madre.
Y si a los jóvenes de Laconia los elevó a los astros
un amor insigne, si a Eneas su padre arrebatado del fuego
frigio, si una antigua fama hace célebres a los hermanos
argivos, que ofrecieron sus cuellos al yugo de su madre,
¿por qué la estima de Sicilia no le ha dedicado eternamente
templos a Anfínomo, por qué no a ti, valeroso Anapis?
Aunque Trinacria ha producido muchas cosas dignas de
las más grandes alabanzas, sepa que ella no ha engendrado
nada mayor que esto; que no llore por los daños que le
causó la propagación del fuego ni se aflija por las casas
que le quemó el furor de las llamas. Si el incendio hubiese

22
254, , 4

9
cesado, no hubiese podido probarse esta piedad filial; a
cambio de un ingente desastre adquirió una gloria eterna.

La piedad de estos hermanos aparece incluso grabada en algunas monedas, como esta, que
tiene en su reverso a Pompeyo:

O en este otro denario en cuyo reverso aparece la Pietas:

10

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