Es bien cierto que no es seguro que el dinero venga a nosotros y se acreciente.

Simplemente no
depende del todo del nosotros, pero lo que sí depende de nosotros es no gastar demasiado. En
realidad, no gastar en cosas innecesarias es una forma de ganar dinero.

Los grandes “vicios”, es decir, las actividades que dan más placer a las personas son altamente
mercantilizadas: la comida, el sexo, las fiestas, el alcohol y las drogas, las películas, la ropa (el
ostentar nuestra ropa), las tecnologías de comunicación, el conocimiento, etc.

La mercancía ha penetrado la intimidad de nuestras vidas. El objetivo del sistema es saturar

nuestra existencia con mercancías, que seamos completamente dependientes de las mercancías
con el fin de que solo persigamos la adquisición de mercancías hasta el día en que nuestro cuerpo
sea una mercancía a cargo de los servicios de una funeraria.

El mercado ha ayudado y ayuda a que exista una hipervaloración del sexo. Es decir, mediante
instrumentos de propaganda, mediante difusión y expansión de contenidos sexuales, se ha hecho
del sexo y de todo lo que implica, un valor de alto valor para que las personas compremos todo
tipo de mercancías con contenido sexual.