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Vera Rubin y la materia oscura

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• 25 diciembre 2017
• Astrofísica, Ciencia

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A finales de la década de 1970, la astrónoma Vera Rubin (1928-2016) se quedó


desconcertada al analizar los resultados de sus observaciones de la Galaxia de
Andrómeda en los laboratorios del Instituto Carnegie, en Washington. La gran espiral
de la galaxia tenía una rotación extraña: las estrellas de los bordes se movían tan
rápido como las del centro, lo que violaba las leyes del movimiento de Newton (que
también regulan cómo los planetas giran alrededor del Sol). Ese resultado también
contradecía la mecánica clásica, a no ser que hubiera algún tipo de materia que no
pudiera ser vista. Rubin no lo sabía aún, pero había encontrado la primera evidencia
de existencia de la materia oscura.

Se trata de una forma postulada de materia que no interactúa con la materia común, que
no emite luz, y cuya presencia solo puede ser inferida a partir de los efectos
gravitacionales que provoca sobre la materia visible, como estrellas, galaxias y
aglomerados de galaxias. Casi cuatro décadas después de la observación de Rubin, los
científicos saben que dicha materia conforma un 84% del Universo, aunque
desconocen de qué está hecha. Sus partículas invisibles atraviesan todo el cosmos y ella
afecta la forma en que las estrellas se mueven dentro de las galaxias, cómo las galaxias
se atraen mutuamente, y cómo todo el Universo se agrupó en primer lugar.

La materia oscura fue propuesta como un concepto por astrónomos como Jan Oort, en
1932, y Fritz Zwicky, en 1933, quienes también notaron discrepancias en cuanto a la
cantidad de masa que podían ver los astrónomos y la cantidad física que debería existir
realmente, pero pocos prestaron atención a su trabajo, y su investigación fue
considerada como poco más que rarezas cosmológicas. Fue Rubin quien se dio
cuenta de que, si un halo de materia oscura adornaba cada galaxia, esa materia se
extendería por toda la galaxia, en lugar de concentrarse en el centro. La fuerza de la
gravedad y la velocidad orbital serían similares en todas partes.
Vera Rubin fue la única mujer graduada en astronomía en Vassar College en 1948.
Crédito: Vassar College Library

Pocos años después de su hallazgo, físicos como Jeremiah Ostriker y James Peebles
proporcionaron el marco teórico para respaldar el trabajo de Rubin y la materia
asentó su célebre lugar en la ciencia. En 2013, el satélite Planck midió el contenido de
materia oscura del universo al observar la radiación de fondo de microondas, la
radiación que quedó del Big Bang y que llena todo el Universo. El resultado mostró
que la materia oscura se agrupó primero y agregó la materia común, formando los
aglomerados de galaxias. “Se trata de algo fundamental en nuestra concepción actual de
la astrofísica”, comenta a OpenMind Emily Levesque, astrónoma en la Universidad de
Washington.

En 2016, el Dark Energy Survey, liderado por el Fermilab (Fermi National Accelerator
Laboratory), de Estados Unidos, publicó un mapa con 26 millones de galaxias que
presenta la distribución heterogénea de la materia oscura en una franja de miles de
millones de años luz de extensión. El objetivo del análisis es buscar explicaciones
para la expansión del Universo. “O él se expandirá continuamente o habrá materia
suficiente para ralentizar esa. Cuando miramos hacia el espacio, vemos mucha materia,
pero el Universo actúa como si hubiera más de lo que es experimentalmente observable,
algo con una influencia gravitacional mayor de lo que podría esperarse”, explica Bruno
Fernando Ferreira, astrónomo de la Universidad McKenzie, en Sao Paulo.

Un comienzo difícil y un final sin reconocimiento


A Vera Rubin le encantaba la ciencia desde niña, pero a medida que avanzaba en sus
estudios se daba cuenta de que su gran pasión, la astrofísica, era un campo dominado
por hombres. Fue la única mujer graduada en astronomía en Vassar College en 1948, y
no pudo estudiar el doctorado en astronomía de Princeton simplemente porque la
institución no aceptaba mujeres en esa época. Ella no desistió, sin embargo, y
finalmente obtuvo el doctorado en la Universidad de Georgetown. Se convirtió, así, sin
querer, en una luchadora por la presencia de las mujeres en la ciencia.

Rubin encontró la primera evidencia de existencia de la materia oscura. Crédito: Vassar


College Library

La discriminación de género no se limitó a sus primeros años de carrera. A pesar de


décadas de trabajo y de la relevancia de su investigación y de sus descubrimientos,
Rubin falleció el 25 de diciembre de 2016, a los 88 años, sin el Premio Nobel que sus
compañeros creían que merecía. Ninguna mujer ha recibido el Nobel de Física desde
1963, cuando Maria Goeppert Mayer lo compartió con Eugene Wigner y J. Hans Jensen
por su trabajo sobre estructura y teoría atómica. Y la única mujer antes de Mayer fue
Marie Curie, en 1903.

En los últimos años de la científica, algunas de sus compañeras, como la astrofísica


Chanda Prescod-Weinstein, hicieron una campaña para que ningún hombre
aceptara el premio antes de que Rubin lo recibiera. “La existencia de la materia
oscura ha cambiado radicalmente nuestro concepto del universo y todo su campo de
estudios. El esfuerzo para entender su importancia ha generado diversos subcampos de
investigación en astrofísica y en la física de partículas. Alfred Nobel afirmaba que el
premio debería reconocer ‘el descubrimiento más importante’ en esa área. Si la materia
oscura no se encaja en ese requisito, no sé qué se encajaría”, sostiene Emily Levesque.

La propia Rubin nunca se pronunció sobre sus méritos para recibir el galardón de la
Academia Sueca. Ella simplemente continuó su trabajo científico hasta poco antes de
fallecer. Su pasión era entender el Universo y, al hacerlo, cambió la comprensión de
todos sobre él. Y en ciencia eso, por sí solo, ya es más importante que cualquier
medalla.

Joana Oliveira

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