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Hernández Álvarez Saúl

Teoría de la Administración Pública II


Trabajo de la novela

El hombre de la situación

Breve semblanza del autor


La obra literaria de un autor no puede entenderse sin entender la vida del mismo, pues en
los pasajes de la vida de un autor se encuentran los rasgos que dan forma a la vida de su
obra. Manuel Payno fue un hombre ilustre del siglo decimonónico que no es la excepción a
la regla, pues a lo largo de su vida intelectual y política encontraremos los espejos, como
los calificaba Jorge Luis Borges, que reflejan la inmensa realidad pintoresca del México
que narra Payno en sus bastas novelas.

Nació en la Ciudad de México. Terminados sus estudios, trabajó como meritorio en


la Aduana. Con el grado de teniente coronel, pasó al Ministerio de Guerra como jefe de
sección. Fue administrador de rentas del Estanco de Tabacos. En 1842 se le nombró
secretario de la Legación Mexicana en Sudamérica e hizo su primer viaje a Francia e
Inglaterra. Fue enviado por Santa Anna a Nueva York y Filadelfia para estudiar el sistema
penitenciario.

En 1847 combatió a los norteamericanos y estableció el servicio secreto de correos


entre México y Veracruz. Fue ministro de Hacienda (4 de julio de 1850 al 13 de enero de
1851) en la administración de José Joaquín de Herrera. Perseguido por Santa Anna se
refugia en Estados Unidos. Regresa y ocupa la Secretaría de Hacienda (14 diciembre-5
mayo de 1856) en el gobierno de Comonfort, y contribuye al golpe de Estado de 1857, por
lo que se le procesa y elimina de la política.

Acusado de conspiración, es hecho prisionero. Restaurada la República, es varias


veces diputado. Es profesor de historia en la Escuela Nacional Preparatoria. En 1882, ya
senador, el presidente Manuel González le envía a París y en 1886 es nombrado cónsul en
Santander, y después cónsul general en España. A su regreso al país, en 1892, fue senador.
Murió en San Ángel, Distrito Federal.

Reseña del hombre de la situación


Payno fue conocido entre sus coetáneos por ser un hombre que cultivo la novela como eje
principal de su obra. A través de las divulgaciones literarias de los diarios de folletín los
autores podían entregar a la vida pública e intelectual de la época las creaciones tal y como
se iban fabricando. La vida literaria, por lo tanto, era una herramienta de la que los hombres
letrados se servían para señalar, satirizar y criticar una cantidad sorprendente de rasgos
sociales, políticos y económicos que los rodeaban. Así, también servía como espacio
público de expresión, en el que las discusiones podían llegar a tonos acalorados por las
réplicas y las contrarréplicas que causaban los ejemplos de la construcción ilustre del país,
que claramente era reducida.
Aunque el autor de “el hombre de la situación” es más conocido por dos obras: el
fistol del diablo y, la más celebre, los bandidos del rio frio también fue un hombre prolijo
que brindo al mundo mexicano del siglo XIX una cantidad inmensa de novelas cortas, entre
ellas, la publicada en 1861 (y que es la que nos ocupa en este trabajo). Está novela fue
escrita en tercera persona, lo que le permite un ir y venir casi teatral de los personajes, y
está impregnada de los elementos romaticistas de la época.

Payno nos brinda en un gran prefacio el método que le servirá para crear a sus
personajes que, a su vez, darán pauta a crear lo que él califica como “una novela de
costumbres”; el método, advierte el autor de manera picaresca e indirecta, se sirve de dos
maneras: tomando los elementos reales de los personajes y mezclándolas “El grupo saldrá
mejor y más grotesco tornando la vanidad del uno, el candor del otro, la arrogancia o la,
malicia del de más allá […]” (p. 16) y por supuesto, tomando los elementos irreales que
conjugan a los reales “o lo que es lo mismo, para formar todo hermoso, tomaremos los ojos
de un ciego, las piernas de un cojo, los brazos de un manco, el vientre de un hidrópico, la
dentadura de un octogenario.” (p. 16)

Todo esto para dar forma al mundo, que no deja de ser, en resumidas cuentas, un
teatro en el que todos y cada uno de los personajes es una persona real, que brinca de
manera voluntaria o involuntaria de la realidad a lo irreal. Y en esto Payno logra dar una
excelente demostración de su conocimiento cómico para hacer el trabajo de la crítica social
con el devenir histórico que ha construido lo que hoy, de manera elegante, llamamos
idiosincrasia del mexicano.

¿Qué son los personajes de la novela del hombre de la situación sino una crítica de
la formación del mexicano? ¿No es el linaje de los Fulgencios una viva imagen de las
épocas y de las inquietudes que tuvieron cada una de las generaciones que dieron el
nacimiento del país? la respuesta es definitivamente sí, pero no sólo ello, aquel linaje de los
“Fulgencios” que tienen presuntuosamente, su origen en la génesis misma de la humanidad,
y que tienen su linaje creado en el imperio romano, son los hombres astutos y mezquinos
por los que malamente México ha sido reconocido con dichos tan pintorescos y populares
como: “el que no tranza no avanza”, pues es ese hombre de la situación el que se adapta y
se aprovecha de sus circunstancias.

Pero ¿cuál fue la situación de nuestros personajes (que bien pueden parecer uno
solo) que comparten el linaje? para ello la historia se divide en tres periodos históricos, que
se extiende de 1760 — con la llegada del virrey Francisco Cajigal de la Vega— hasta 1846,
es decir del periodo final de la vida colonial de México, pasando por el periodo
independentista y concluyendo en la génesis de la vida independiente de México.

La apertura de la historia por lo tanto, se da con el reinado de Carlos III quien ha


mandado al ya mencionado francisco Cajigal de la vega a las tierras colonizadas; emulando

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al virrey un hombre, de nombre Fulgencio, decide mandar a su hijo a “levantar oro con
pala” en las tierras nuevas. De tal manera que el hijo, igualmente llamado Fulgencio, parte
con su padrino a América creyendo ser amigo del virrey, con quien tocando tierra
compartirá una comida en Veracruz, y así mismo se hará de un pequeño capital que le
brinda el propio virrey.

Las peripecias de Fulgencio en América comienzan, entonces, con una caminata y


con una historia de un supuesto robo que el fabuló por creerse noble y de buena familia,
además de la ingenuidad provocada por la época de que todas las piedras que se
encontraban en América eran de la misma calidad que las del potosí. Lo anterior es
desmentido por unos colegas españoles que se encontraban en el parían — espacio público
en donde se hacían compras, hoy sólo semejantes a los mercados— y le desmienten de tal
hecho.

Por tal condición nuestro personaje, se ve obligado a conseguir un trabajo con un


mercader, uno de los hermanos Aguirrevengurren, quien lo acepta como pupilo y como
hijo. De tal manera que como apoderado del señor Vengurren Fulgencio aprenderá, y
desaprenderá, todo lo que este personaje le enseñe de negocios siempre motivado por su
avaricia y su deseo de gastar, pues siempre se hizo a la idea de ser heredero y derrochador
de la fortuna del patrón avaro.

Y aunque todas sus predicciones fueron ciertas, pues al morir su patrón él fue
heredero de todo, él desfalcó todo en cuanto pudo, compró nobleza y comodidad frente a la
iglesia para las memorias de su benefactor, y apoyo a la realeza en contra de los navíos
ingleses, hecho que lo condujo a la pobreza y a contraer nupcias con una judía (Ana de
Gibraltar), que en la flor de su juventud era hermosa, pero por causa de la viruela había
perdido todos sus encantos femeninos. De tal manera, Fulgencio contrae nupcias en la
nueva Vizcaya —hoy Durango— para mantener su status.

De la unión de Fulgencio con Ana de Gibraltar nacerá un tercer Fulgencio, ya


“nacido en cuna de oro” que será educado en las mejores escuelas, pero que traicionara el
origen y las creencias de su padre adhiriéndose al movimiento independentista, hecho que
culmina con la muerte de su padre el realista, y con la entrada del ejercito trigarante en la
ciudad de México. Claro que las intenciones del hijo del segundo Fulgencio no eran
completamente ideales e independentistas, pues buscaba el reconocimiento militar y
político para hacerse de nombre dentro del nuevo orden, objetivo que no logró.

Así comienza la historia de un nuevo Fulgencio, el tercero, quien tendrá un papel


muy importante para todo el desenlace de la historia, pues con ayuda del cuarto Fulgencio
(su hijo anglicista que niega todo aquello que tiene que ver con los mexicanos) y de su
barbero logra colocarse dentro del ámbito político, que mencionaré más adelante.

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El papel de los políticos. Es uno de los objetivos que Payno critica con mayor dureza,
critica el modus vivendi y el modus operandi de la clase política, que aún hoy en día se
perdura en nuestra sociedad. Para ello hay que resaltar al tercer Fulgencio, hombre nacido
en buena familia que siempre tuvo aspiraciones políticas y que no logró culminarlas en la
guerra de independencia. Fulgencio tercero es el arquetipo del político traicionero e
ignorante, movido, únicamente por el poder y la ambición; elementos y aspiraciones que lo
convierten en un personaje mezquino y poco confiable, pues traiciona a su padrino, el
barbero, quien lo apoyo frente al gobernado de su pueblo para llegar a ser diputado.

Sin embargo, no sólo la mezquindad política entre los favores es uno de los
elementos que Payno, agudamente, analiza, se refiere a la prensa y a la manipulación de la
información pues su hijo, el cuarto Fulgencio, junto con uno de sus amigos proveniente de
Inglaterra, ayudan, pagando a la prensa, a construir la carrera intelectual y política de un
hombre que era iletrado y con pocos conocimientos en materia legislativa.

Y es cuando el tercer Fulgencio sale a recitar un discurso, tras una serie de hombres
ilustres y poetas, cuando su treta se exaltó de manera espectacular, pues los hombres que
acompañaron a Fulgencio confundieron el silencio del ignorante con la prudencia del sabio,
elevándolo incluso a la calidad de magnánimo, un hombre brillante y con un alma bella. Tal
exageración de Payno llega al extremo de colocarlo en la academia de San Carlos como un
hombre erudito, que en realidad fabulaba historias falsas para que lo creyeran un hombre
culto, cuentos que creían los demás pues no podían poner en tela de juicio la construcción
que se había vuelto real.

El papel de la iglesia. Tradicionalmente la iglesia está caracterizada por ser una institución
disciplinada y homogénea, pero está se puede dividir, por las experiencias históricas, en dos
corrientes: los progresistas y los conservadores. Dentro de la historia Manuel Payno
introduce un contraste, que aunque es poco claro, se nota. El primero encontrado por los
padres betlemitas, quienes educaron a Fulgencio segundo, el recién llegado a la nueva
España, con el viejo dicho de “las letras con sangre entran”. Y el segundo caracterizado por
los jesuitas, ala progresista y científica de la iglesia católica y que es expulsada de la nueva
España, de hecho un acto que produce la muerte del patrón del segundo Fulgencio.

Sin embargo, el asunto de la iglesia católica no sólo se frena en la visión que nos
brinda la historia y Payno respecto de estas órdenes religiosas, pues el autor teje una crítica
referente a las ganancias que recibía la sagrada institución por sus labores, no sólo los
educativos, sino por las manutenciones que recibía de los nobles y los ricos; las monedas y
los terrenos que se volvían de su propiedad por el simple hecho de vender el paraíso, y por
realizar remembranzas panegíricas de los hombres, que podían ser mezquinos y avaros,
pero que habian comprado sus virtudes. Todas esas artimañas que la iglesia realizaba y que
la instauraron como el pináculo de la moralidad dentro de la región.

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La mujer y la infancia. El papel de la mujer en México siempre se ha colocado como el de
seres delicados y abnegados que tienden a ser obedientes, en ello Payno no realiza crítica
alguna, pero permite ver el espíritu de la época y las visiones, que hasta hoy siguen estando
presentes en todo el mundo. La visión de la época sobre la mujer la podemos observar en
dos dimensiones: la primera en la figura de la esposa, representada por Ana de Gibraltar, y
por Anastasia, esposa del tercer Fulgencio y, en segundo lugar, por las hijas de esta última:
Pancha y Marica.

Las primeras son mujeres que viven entregadas y detrás de las vidas de sus maridos,
triunfos u objetos que pueden ser utilizados para mantener el status como en el caso de Ana
o como mujeres bellas de pueblo que terminan negando sus gustos porque sus maridos así
lo quieren, son el reflejo de una tradición en la que la mujer tiene poca participación en el
espacio público, y que vive sólo para servir al hombre, tal como el caso de Anastasia. Por
su parte las dos jovencitas que aparecen en la novela son la viva imagen de la frivolidad y
la vanidad, son jóvenes bellas que buscan encajar en una nueva realidad, pero que negando
sus orígenes sólo llegan a hacer el ridículo, aunque claro siempre perfilándose a ser las hijas
de los hombres importantes del país.

Por último se encuentra Juanito, un personaje poco mencionado en la obra,


menospreciado por su familia, la del tercer Fulgencio, un retrato vivo de lo que era la
infancia durante el siglo XIX y parte del XX, una sarta de elementos que tienen poca
importancia y que no son dignos de ser tomados en cuenta.

Como puede advertir el lector la novela de “el hombre de la situación” es una obra basta,
aunque breve, que toca una gran infinidad de elementos de la realidad política y social del
país, sus costumbres y sus problemas y que sobre todo da una muestra literaria del origen
nacional, desde los españoles peninsulares, los criollos, hasta el mexicano independiente,
una obra harto compleja pero que da muestra de lo cómico y risible que resulta lo real.

Bibliografía:
Payno, Manuel, El hombre de la situación, premia editorial, México, 1997, 104 pp.

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