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LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA MODERNA Y EL RACIONALISMO

DE DESCARTES

1. EL RENACIMIENTO: EL ORIGEN DE LA EDAD MODERNA:

El Renacimiento abarca el período cronológico comprendido entre los

siglos XVI y XVI aproximadamente. Desde el punto de vista de la historia

del pensamiento filosófico y científico, el Renacimiento puede ser

caracterizado como un periodo de transición entre la filosofía medieval y la

filosofía moderna.

Las fuerzas culturales más significativas que tienen lugar en el

periodo renacentista son el humanismo y el avance de la ciencia. Puede

decirse por tanto, que estos dos aspectos constituyen los dos grandes

acontecimientos culturales del Renacimiento.

Humanismo:

El significado del término <<humanista>> se refiere al individuo que se

ocupa de studia humanitatis (Gramática, Retórica, Poética, Historia,

Filosofía Moral).

Pretende un retorno y una recuperación de los autores clásicos,

griegos y romanos.

Desarrolló un pensamiento antropocéntrico (centrado en el ser

humano o en algún aspecto de la condición humana) y no geocéntrico

(centrado en Dios). La vuelta a los filósofos griegos está motivada por el

deseo de encontrar un modelo de humanidad distinto del medieval. En el

Renacimiento se aspira a un hombre nuevo.

Revolución científica: Copérnico, Galileo, Kepler.


Se produce el paso de un modelo geocéntrico del universo, a un

modelo heliocéntrico.

Se introducen las matemáticas como lenguaje científico (<<el universo

está escrito con caracteres matemáticos>>, Galileo).

Se plantea el problema del Método Científico:

En la Edad Moderna los científicos reflexionan sobre su trabajo;

reconocen la necesidad de describir el Método que permite avanzar en el

terreno de la Ciencia.

Método: <<conjunto de procedimientos que dirigen la actividad

científica>>.

Métodos científicos:

- Método hipotético-deductivo descrito por Galileo. Este

método está constituido por una serie de pasos:

- Resolución: reducción de un problema a sus datos

esenciales: cuantificables; matematizables.

- Composición: desarrollo de una hipótesis que permita

resolver un problema científico. De la hipótesis se deducen ciertas

consecuencias.

- Resolución experimental: comprobación experimental

de las consecuencias de la hipótesis, que puede: verificarlas o refutarlas.

- Método inductivo, descrito y defendido por Francis Bacon

(1561-1626), Isaac Newton (1642-1727) y, en general, por todos los autores

de orientación empirista.

- Método deductivo, empleado desde la antigüedad en el campo

de las Matemáticas y la Lógica y ampliable, según los racionalistas, a la

Filosofía.
II. EL RACIONALISMO

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL RACIONALISMO: (Ver

DEFINICIÓN DE RACIONALISMO).

III. DESCARTES: (1596-1650)

Rene Descartes nace en la Haye en 1596 (Turena, Francia) y falleció en

Estocolmo en 1650. Hijo de una familia de origen noble y con recursos

económicos, recibió una sólida formación en el colegio de los jesuitas de La

Flèche. Desde 1604 a 1614, Descartes se instruyó en las humanidades

clásicas, matemáticas y en la tradicional enseñanza escolástica. En 1616

obtuvo la licenciatura en Derecho. Una educación de la que Descartes se

sentirá defraudado, hecho que relata en su Discurso del método, obra

escrita en 1637, fecha que suele simbolizar el inicio del pensamiento

moderno.

Descartes quedó fascinado por las matemáticas, por la certeza y

evidencia que caracterizan a esta ciencia. En el año 1619, Descartes

encontró el fundamento de toda su filosofía: el uso adecuado de la razón

que, apoyada en los presupuestos matemáticos, unifica un método único que

fundamenta todo el saber.

En la década de 1620 se dedicó a viajar, regresando finalmente a

París, donde inició la redacción de su primera obra Reglas para la dirección

del espíritu, escrito que contiene las líneas básicas de su pensamiento. Ese

mismo año se trasladó a Holanda, uno de los pocos lugares de la Europa de la

época donde se respiraba un cierto aire de libertad intelectual. Durante

tres años, trabajo en su Tratado sobre el mundo, obra en la que plasmó su

visión sobre la naturaleza humana.


En 1637 publicó su Discurso del método, en 1641 Meditaciones

metafísicas, en 1644 Principios de Filosofía y en 1649 Las pasiones del

alma.

METAFÍSICA

INTRODUCCIÓN: UN ARGUMENTO TRASCENDENTAL

Suele presentarse la época moderna, que inauguramos con Descartes,

como una época radical y brillante en la que reaparece en el mundo el genio

humano (Galileo, Newton…). Se trata de una época en la que se rompen las

ataduras de la Edad Media: florecen las artes, las ciencias y aparece el

Estado Moderno.

En este contexto, la obra de Descartes resultaría paradigmática:

consciente de la época en la que se encontraba, pero también de la

necesidad de una base filosófica para el desarrollo de las nuevas fuerzas de

la modernidad, habría concebido una filosofía desde el principio, desde cero,

quitándose de encima toda la tradición escolástico-aristotélica y

centrándose en los problemas de su tiempo.

· Los tres términos fundamentales de la Filosofía cartesiana:

a) Certeza:

- El empeño por fundar una nueva filosofía debía comenzar por la

erradicación de los prejuicios de la filosofía anterior aceptando sólo

aquellas tesis libres absolutamente de error. Ahora bien, esto puede

hacerse de dos modos: analizando parte por parte los textos de los
filósofos anteriores o empezando de cero (construyendo una filosofía desde

el principio). Descartes opta por la segunda vía: comencemos de cero.

- Una certeza es una proposición que reconocemos como verdadera de

modo directo e intuitivo. La intuición es una especia de <<luz natural>> a

través de la cual captamos conceptos simples emanados de la razón misma,

sin que quede posibilidad de duda o error.

- Este carácter indubitable de las certezas lo expresa Descartes en

sus escritos con los términos <<claridad y distinción>>.

b) Razón:

La razón se caracteriza por dos capacidades:

La intuición: conocimiento directo de la verdad (<< un concepto de la

mente pura y atenta, tan fácil y distinto que no queda duda ninguna sobre lo

que pensamos; es decir, un concepto no dudoso de la mente pura y atenta

que nade de la sola luz de la Razón, y es más cierto que la deducción

misma>>, Regla III)

La deducción: todo conocimiento intelectual se despliega a partir de

la intuición de naturalezas simples. En efecto, entre unas naturalezas

simples y otras, entre unas intuiciones y otras, aparecen conexiones que la

inteligencia descubre y recorre por medio de la deducción. La deducción por

tanto, será el encadenamiento de intuiciones.

c) Método:

<<Por método entiendo lo siguiente: unas reglas ciertas y fáciles, gracias a

las cuales todos los que las observen exactamente no tomarán nunca por

verdadero lo que es falso, y alcanzarán, sin fatigarse con esfuerzos inútiles,

sino acrecentando progresivamente su saber, el conocimiento verdadero de

todo aquello que sean capaces>> (Reglas, 4).


El método es un procedimiento para guiar la Razón, el cual se expresa

en un conjunto de reglas.

Descartes ofreció versiones abreviadas del Método ( Discurso del

Método) o versiones complejas y detalladas (Reglas para la dirección del

espíritu).

El Método no es externo a la Razón, sino expresión de la naturaleza

de la misma Razón.

El objetivo de la Filosofía de Descartes es obtener un sistema de

certezas mediante la Razón, dirigida por un método (Texto, Discurso del

Método Parte I).

Las reglas del método se resumen en estas cuatro, según el Discurso

del método, Parte II)

a) Regla de la evidencia: No admitir jamás como verdadero cosa

alguna sin conocer con evidencia lo que era; es decir, evitar cuidadosamente

la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios más que lo

que se presentase a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese

motivo alguno para ponerlo en duda.

b) Regla del análisis: Dividir cada una de las dificultades que

examinase en tantas partes como fuese posible, y cuantas requiere su

mejor solución.

c) Regla de la síntesis: Conducir ordenadamente mis pensamientos,

comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir

ascendiendo poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más

compuestos; y suponiendo un orden aun entre aquellos que no se preceden

naturalmente unos a otros.


d) Regla de la enumeración; comprobaciones: Hacer en todo

enumeraciones tan completas, y revisiones tan generales, que estuviera

seguro de no olvidar nada.

· Conclusiones:

- El método presupone una confianza absoluta en la razón, sin

embargo, esta puede ser desviada por las pasiones. Por ello, la primera regla

dice que no sólo se ha de aceptar como verdadero aquello que aparece con

absoluta evidencia. Pero la evidencia se da en la intuición, en un acto racional

por el que la mente <<ve>> de modo inmediato una idea. El sello propio de las

ideas evidentes e intuidas es doble: claras y distintas.

- La Segunda y Tercera reglas indican como se ha de proceder para

alcanzar la verdad y qué hay que hacer cuando ya se está en posesión de

ideas claras y distintas. Se trata de un procedimiento de análisis-síntesis: el

problema a estudiar ha de ser analizado hasta encontrar sus elementos más

simples, los cuales pueden ser intuidos mediante ideas claras y distintas.

Una vez llegamos a estos elementos simples, se recompone a través de la

síntesis, lo cual consiste en un proceso ordenado de deducción que encadena

unas ideas con otras.

- La Cuarta regla: puesto que es la evidencia intuitiva lo que garantiza

la verdad de nuestros conocimientos, Descartes exige que se hagan

frecuentes comprobaciones del análisis y revisiones, de tal como que se

pueda abarcar todo el conjunto de un solo golpe de vista y se pueda poseer

una cierta evidencia intuitiva del mismo.

Las Meditaciones Metafísicas pueden ser entendidas como el itinerario de

la razón humana en su búsqueda de una Primera Certeza que fundamente su

conocimiento.
La duda metódica (VER TEXTO Discurso del Método (Cuarta parte)).

- Justificación:

a) La <<duda metódica>> no se debe confundir con la <<duda

escéptica>>.

(VER CUADRO GUIÓN)

b) Es la aplicación práctica de la primera regla del Método. Como

indicábamos anteriormente, el entendimiento ha de encontrar en sí mismo

las verdades fundamentales a partir de las cuales sea posible deducir el

edificio de nuestros conocimientos. Este punto de partida ha de ser una

verdad absolutamente cierta sobre la cual no sea posible dudar en absoluto.

c) Responde a la exigencia cartesiana de elaborar una filosofía

constituida exclusivamente por certezas. La búsqueda de un punto de

partida absolutamente cierto exige una tarea previa consistente en eliminar

todos aquellos conocimientos, ideas y creencias que no aparezcan dotados

de una certeza absoluta: hay que eliminar todo aquello de que sea posible

dudar.

- Niveles de duda (VER TEXTO Discurso del Método Cuarta Parte)

- Falacias de los sentidos: La primera razón para dudar de nuestros

conocimientos se halla en las falacias de los sentidos. Los sentidos nos

inducen a veces al error; ahora bien, ¿qué garantía existe de que no nos

inducen siempre a error.

- La imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia: Cabe pues,

dudar del testimonio de los sentidos. Esto nos permite dudar de que las

cosas sean como las percibimos por medio de los sentidos, pero no permite

dudar de que existan las cosas que percibimos. De ahí que Descartes añada
otra razón para dudar: la imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia.

Los sueños nos muestran objetos con viveza, y al despertar descubrimos que

tales objetos no tienen existencia real. ¿Cómo distinguir el estado de sueño

del estado de vigilia y como alcanzar certeza absoluta de que el mundo que

percibimos es real?

- La hipótesis de un genio-maligno: La imposibilidad de distinguir la

vigilia del sueño permite dudar de la existencia de las cosas y del mundo,

pero no parece afectar a ciertas verdades, como las matemáticas: dormidos

o despiertos, los tres ángulos de un triángulo suman 180 grados en la

geometría de Euclides. De ahí que Descartes añada el tercer motivo de

duda: tal vez exista un genio maligno de extremado poder e inteligencia que

pone todo su empeño en inducirme a error. Esta hipótesis del <<genio

maligno>> equivale a suponer: tal vez mi entendimiento es de tal naturaleza

que se equivoca necesariamente y siempre cuando piensa en captar la

verdad.

· La Primera Certeza: <<Pienso luego existo>>.

La duda llevada al extremo parece desembocar en el escepticismo.

Pero Descartes encontró una verdad absoluta que escapaba a toda duda: la

existencia del propio sujeto que piensa y duda. Si yo pienso que el mundo

existe tal vez me equivoque en cuanto a que el mundo existe, pero no cabe

error en cuanto a que yo lo pienso; igualmente, puedo dudar de todo menos

de que yo dudo. Mi existencia pues, como sujeto que piensa (que duda, que

se equivoca) está exenta de todo error posible y de toda duda. Descartes lo

expresa con su célebre <<Pienso luego existo>>.

Este primera certeza es el resultado de la aplicación de la duda

metódica y, por tanto, de la Primera Regla.


Es la primera certeza porque es la primera afirmación indubitable,

clara y distinta que Descartes ha encontrado como aplicación del Método.

De su análisis se sigue que:

· La existencia se reconoce a través del pensamiento: lo que

carece de conocimiento no es capaz de reconocer su propia existencia.

· La existencia es condición de posibilidad del pensamiento: lo

que no existe carece cualquier otra característica.

· El criterio de certeza: la claridad y distinción de las ideas:

Pero mi existencia como sujeto pensante no es solamente la primera

verdad y la primera certeza: es también el prototipo de toda verdad y

certeza. ¿Por qué mi existencia como sujeto pensante es indubitable?

Porque lo percibo con toda claridad y distinción. De ahí deduce Descartes su

criterio de certeza: todo cuanto perciba con igual claridad y distinción

será verdadero y, por tanto, podré afirmarlo con inquebrantable

certeza.

<<En este primer conocimiento no existe sino una percepción clara y

distinta de lo que afirmo; lo cual no sería suficiente para asegurarme de la

certeza de una cosa, si fuera posible que lo que percibo clara y

distintamente sea falso. Por tanto, me parece que puedo establecer como

regla general que todo lo que percibo clara y distintamente es verdadero

(Meditaciones, III)>>.

Hemos cumplido el primer paso del método que Descartes aplica

ahora a la metafísica. Tenemos una primera evidencia, pero Descartes

además quiere demostrar que a partir de la existencia de mi conciencia, de

mi pensamiento, se puede “demostrar” deductivamente que existen otras

cosas.
EL DESARROLLO DEDUCTIVO DEL SISTEMA: LAS TRES

SUSTANCIAS

Tenemos una verdad cierta: la existencia del yo como sujeto

pensante. ¿Cómo demostrar la existencia de una realidad extramental,

exterior al pensamiento? ¿Cómo conseguir la certeza de que existe algo

aparte de mi pensamiento, exterior a él?

Descartes deduce la existencia de la realidad a partir de la

existencia del pensamiento.

· La noción de idea en Descartes como realidad mental:

La afirmación de que el objeto de pensamiento son las ideas, lleva a

Descartes a distinguir cuidadosamente dos aspectos en ellas:

a) Las ideas en cuanto que son actos mentales: todas las ideas poseen

la misma realidad.

b) Las ideas en cuanto poseen un contenido objetivo: en cuanto a su

contenido, su realidad es diversa, en tanto que representa una

determinada cosa.

· Tipos o clases de ideas:

a) Ideas adventicias: parecen provenir (aún no nos consta la

existencia de una realidad exterior) de nuestra experiencia externa (las

ideas de hombre, árbol…). Y decimos que parece porque la existencia de tal

exterioridad es lo que se trata de fundamentar.

b) Ideas facticias: son ideas que construye la mente a partir de

otras ideas (idea de un caballo con alas…)

c) Ideas innatas: no provienen ni de la experiencia interna ni de la

externa. ¿Cuál es su origen? El pensamiento las posee en sí mismo, son

innatas. Ideas innatas, son por ejemplo, las ideas de “pensamiento” y


“existencia” que ni son construidas por mí ni proceden de la experiencia

externa.

Una vez analizado el pensamiento y descubriendo en él la existencia

de ideas innatas, Descartes a va intentar desarrollar el resto del sistema a

partir de la idea innata de infinitud.

· La demostración de la existencia de Dios:

Entre las ideas innatas, Descartes descubre la idea de infinito, que la

identifica con la idea de Dios. Descartes argumenta que la idea de Dios no

es adventicia (no poseemos experiencia directa de Dios) ni facticia

(tradicionalmente, la idea de infinito proviene, por negación a los límites, de

la idea de lo finito; Descartes invierte esta relación afirmando que la noción

de finitud, de limitación, presupone la idea de infinitud) sino innata.

Por tanto, la idea de Dios como ser infinito, es innata.

Argumentos para demostrar su existencia:

a) Versión del argumento ontológico (VER TEXTO Meditaciones

Metafísicas (Meditación Quinta).

b) Argumento basado en la causalidad aplicada a la idea de Dios. Este

argumento parte de la realidad objetiva de las ideas, la cual requiere una

causa que posea tal realidad en si misma, no sólo de un modo objetivo, sino

de un modo formal. Es decir, la idea como realidad objetiva requiere una

causa real proporcionada, luego la idea de un ser Infinito requiere una causa

Infinita; luego ha sido causada en mí por un ser Infinito, luego el ser

Infinito existe.

· La demostración de la existencia de un mundo externo:

Puesto que Dios existe, no puede permitir que me engañe al creer que

el mundo existe, luego el mundo existe.


Dios aparece como garantía de que a mis ideas corresponde un mundo,

una realidad extramental. Así, Dios garantiza la existencia de un mundo

constituido por la extensión y el movimiento, ideas a partir de las que se

deduce su física.

LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD (ONTOLOGÍA):

Descartes distingue tres esferas o ámbitos de la realidad:

a) Dios o sustancia infinita.

b) Yo o sustancia pensante.

c) Cuerpos o sustancia extensa.

A través del argumento trascendental, se distingue la existencia de

un ámbito subjetivo, el de mi conciencia, el de mi Yo. En segundo lugar, el

argumento mostraba de un modo claro y distinto que existe Dios. En tercer

lugar, los objetos del mundo quedan reducidos a sus propiedades

matemáticas, a lo que podemos medir de ellos, a su extensión. Y en esto se

resuelve el tercer género o región de la Metafísica cartesiana: hay Dios,

hay conciencia finita (res cogitans) y hay res extensa.

Descartes emplea como sinónimos las palabras “substancia” y “cosa”

(res). La substancia es lo concreto existente. Lo propio de la substancia es

la existencia, pero no de cualquier forma, sino la existencia completa: no

necesita de nada más que de ella misma para existir. De ahí que una célebre

definición de substancia establece que sustancia es una cosa que existe

de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir.

De esta definición se seguirá que solo Dios es sustancia, puesto que

las criaturas necesitan de Dios para existir. De ahí que Descartes diga que
el concepto de sustancia no se aplique del mismo modo a Dios y a las

criaturas y que por tanto haya dos clases de sustancias:

a) La substancia infinita (Dios), a quien conviene absolutamente esta

definición.

b) Las substancias finitas (almas y cuerpos), que no necesitan de

nada más para existir, salvo Dios (por tanto una substancia finita

no necesita para existir, de ninguna otra substancia finita: el alma

por ejemplo, no necesita del cuerpo para existir, de ahí el dualismo

antropológico cartesiano).

Por otro lado, Descartes dice que a cada substancia le corresponde un

atributo. El atributo constituye la esencia de la substancia y se identifica

con ella. Cada tipo de substancia posee un solo atributo: el alma es

pensamiento y el cuerpo es extensión.

Descartes distingue dos modos en las sustancias: ciertas cualidades

primarias y secundarias.

Lo que podemos conocer con certeza de los objetos del Mundo son

sus cualidades primarias (rasgos medibles, lo que los reduce a res extensa),

otra cosa diferente es lo que percibimos de ellas: las cualidades

secundarias.

El objetivo último del pensamiento de Descartes al afirmar que alma y

cuerpo, pensamiento y extensión, constituyen sustancias distintas, es

salvaguardar la autonomía del alma respecto de la materia. La ciencia clásica

imponía una concepción mecanicista y determinista del mundo material, en el

cual no queda lugar para la libertad. La libertad solamente podía

salvaguardarse sustrayendo el alma del mundo de la necesidad mecanicista y

esto, a su vez, exigía situarla como una esfera de la realidad autónoma e


independiente de la materia. Esta independencia del alma y el cuerpo es la

idea central aportada por el concepto cartesiano de sustancia.

La autonomía del alma respecto de la materia se justifica en la

claridad y distinción con que el entendimiento percibe la independencia de

ambas:

<<puesto que, por una parte, poseo una idea clara y distinta de mí mismo en

tanto que soy una cosa que piensa e inextensa, y, de otra parte, poseo una

idea distinta del cuerpo en tanto que es solamente una cosa extensa y que

no piensa, es evidente que yo soy distinto de mi cuerpo y que puedo existir

sin él>>.

.
ANTROPOLOGÍA

· El dualismo antropológico se deduce de la primera certeza.

- El conocimiento del alma es previo al conocimiento del cuerpo.

- Se sintetiza en el reconocimiento de la independencia del

pensamiento respecto de un cuerpo <<yo era una sustancia cuya

total esencia o naturaleza es pensar, y que no necesita, para ser,

de lugar alguno ni depende de ninguna cosa material.

- El alma por tanto es pensamiento; es una substancia finita cuyo

único atributo o esencia es el pensamiento (juzgar, razonar…) Por eso,

Descartes llama al alma res cogitans (substancia o cosa pensante). El

razonamiento hecho por Descartes para demostrar que el pensamiento es el

único atributo del alma es el denominado la ficción mental: puedo fingir

mentalmente que no tengo cuerpo, que no dependo del espacio, pero no

puedo fingir que no pienso; lo que constituye mi esencia es pensar.

- El cuerpo es extensión, lo cual es su único atributo o esencia. Los

modos propios del cuerpo son la figura y el movimiento.

Consecuentemente, la concepción del hombre será dualista. Si el

alma y el cuerpo son substancias, no se necesitan mutuamente para existir.

· Hemos dicho anteriormente, que el alma es pensamiento. Y, ¿cuál es

el objeto del pensamiento? Las ideas (VER TEXTO Meditaciones

Metafísicas (Meditación Tercera).

Tenemos una verdad cierta: la existencia del yo como sujeto

pensante. ¿Cómo demostrar la existencia de una realidad extramental,

exterior al pensamiento? ¿Cómo conseguir la certeza de que existe algo

aparte de mi pensamiento, exterior a él?


Descartes deduce la existencia de la realidad a partir de la

existencia del pensamiento.

· La noción de idea en Descartes como realidad mental:

La afirmación de que el objeto de pensamiento son las ideas, lleva a

Descartes a distinguir cuidadosamente dos aspectos en ellas:

c) Las ideas en cuanto que son actos mentales: todas las ideas poseen

la misma realidad.

d) Las ideas en cuanto poseen un contenido objetivo: en cuanto a su

contenido, su realidad es diversa, en tanto que representa una

determinada cosa.

· Tipos o clases de ideas:

a) Ideas adventicias: parecen provenir ( aún no nos consta la

existencia de una realidad exterior) de nuestra experiencia externa (las

ideas de hombre, árbol…).

b) Ideas facticias: son ideas que construye la mente a partir de

otras ideas (idea de un caballo con alas…)

Ninguna de estas ideas puede servirnos como punto de partida para la

demostración de la existencia de la realidad extramental: a) provienen del

exterior. b) al ser construidas por el pensamiento su validez es

cuestionable.

c) Ideas innatas: no provienen ni de la experiencia interna ni de la

externa. ¿Cuál es su origen? El pensamiento las posee en sí mismo, son

innatas. Ideas innatas, son por ejemplo, las ideas de “pensamiento” y

“existencia” que ni son construidas por mí ni proceden de la experiencia

externa.
· La demostración de la existencia de Dios:

Entre las ideas innatas, Descartes descubre la idea de infinito, que la

identifica con la idea de Dios. Descartes argumenta que la idea de Dios no

es adventicia (no poseemos experiencia directa de Dios) ni facticia

(tradicionalmente, la idea de infinito proviene, por negación a los límites, de

la idea de lo finito; Descartes invierte esta relación afirmando que la noción

de finitud, de limitación, presupone la idea de infinitud) sino innata.

Por tanto, la idea de Dios como ser infinito, es innata.

Argumentos para demostrar su existencia:

a) Versión del argumento ontológico (VER TEXTO Meditaciones

Metafísicas (Meditación Quinta).

b) Argumento basado en la causalidad aplicada a la idea de Dios. Este

argumento parte de la realidad objetiva de las ideas, la cual requiere una

causa que posea tal realidad en si misma, no sólo de un modo objetivo, sino

de un modo formal. Es decir, la idea como realidad objetiva requiere una

causa real proporcionada, luego la idea de un ser Infinito requiere una causa

Infinita; luego ha sido causada en mí por un ser Infinito, luego el ser

Infinito existe.

· La demostración de la existencia de un mundo externo:

Puesto que Dios existe, no puede permitir que me engañe al creer que

el mundo existe, luego el mundo existe.

Dios aparece como garantía de que a mis ideas corresponde un mundo,

una realidad extramental. Así, Dios garantiza la existencia de un mundo

constituido por la extensión y el movimiento, ideas a partir de las que se

deduce su física.
LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD (ONTOLOGÍA):

Descartes distingue tres esferas o ámbitos de la realidad:

d) Dios o sustancia infinita.

e) Yo o sustancia pensante.

f) Cuerpos o sustancia extensa.

A través del argumento trascendental, se distingue la existencia de

un ámbito subjetivo, el de mi conciencia, el de mi Yo. En segundo lugar, el

argumento mostraba de un modo claro y distinto que existe Dios. En tercer

lugar, los objetos del mundo quedan reducidos a sus propiedades

matemáticas, a lo que podemos medir de ellos, a su extensión. Y en esto se

resuelve el tercer género o región de la Metafísica cartesiana: hay Dios,

hay conciencia finita (res cogitans) y hay res extensa.

Descartes emplea como sinónimos las palabras “substancia” y “cosa”

(res). La substancia es lo concreto existente. Lo propio de la substancia es

la existencia, pero no de cualquier forma, sino la existencia completa: no

necesita de nada más que de ella misma para existir. De ahí que una célebre

definición de substancia establece que sustancia es una cosa que existe

de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir.

De esta definición se seguirá que solo Dios es sustancia, puesto que

las criaturas necesitan de Dios para existir. De ahí que Descartes diga que

el concepto de sustancia no se aplique del mismo modo a Dios y a las

criaturas y que por tanto haya dos clases de sustancias:

c) La substancia infinita (Dios), a quien conviene absolutamente esta

definición.

d) Las substancias finitas (almas y cuerpos), que no necesitan de

nada más para existir, salvo Dios (por tanto una substancia finita
no necesita para existir, de ninguna otra substancia finita: el alma

por ejemplo, no necesita del cuerpo para existir, de ahí el dualismo

antropológico cartesiano).

Por otro lado, Descartes dice que a cada substancia le corresponde un

atributo. El atributo constituye la esencia de la substancia y se identifica

con ella. Cada tipo de substancia posee un solo atributo: el alma es

pensamiento y el cuerpo es extensión.

Descartes distingue dos modos en las sustancias: ciertas cualidades

primarias y secundarias.

Lo que podemos conocer con certeza de los objetos del Mundo son

sus cualidades primarias (rasgos medibles, lo que los reduce a res extensa),

otra cosa diferente es lo que percibimos de ellas: las cualidades

secundarias.

El objetivo último del pensamiento de Descartes al afirmar que alma y

cuerpo, pensamiento y extensión, constituyen sustancias distintas, es

salvaguardar la autonomía del alma respecto de la materia. La ciencia clásica

imponía una concepción mecanicista y determinista del mundo material, en el

cual no queda lugar para la libertad. La libertad solamente podía

salvaguardarse sustrayendo el alma del mundo de la necesidad mecanicista y

esto, a su vez, exigía situarla como una esfera de la realidad autónoma e

independiente de la materia. Esta independencia del alma y el cuerpo es la

idea central aportada por el concepto cartesiano de sustancia.

La autonomía del alma respecto de la materia se justifica en la

claridad y distinción con que el entendimiento percibe la independencia de

ambas:
<<puesto que, por una parte, poseo una idea clara y distinta de mí mismo en

tanto que soy una cosa que piensa e inextensa, y, de otra parte, poseo una

idea distinta del cuerpo en tanto que es solamente una cosa extensa y que

no piensa, es evidente que yo soy distinto de mi cuerpo y que puedo existir

sin él>>.

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