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Este documento resume la historia corta "Una vista del bosque" de Flannery O'Connor. Describe cómo el autor quedó impactado por la historia de amor entre el abuelo y la nieta que se desarrolla entre las ruinas del mal. El autor analiza los personajes y sus acciones que encarnan la derrota del amor ante la ignorancia. A pesar de amarse, los personajes se pierden en lo insignificante en lugar de enfocarse en lo que realmente importa, representado por el bosque oculto tras sus propios orgullos.
Исходное описание:
Artículo escrito por el escritor Miguel Ángel Carmona del Barco, para el Mad Women Fest, celebrado en Madrid en noviembre de 2017
Оригинальное название
Sobre Una Vista Del Bosque, De Flannery O’Connor - Miguel Ángel Carmona del Barco
Este documento resume la historia corta "Una vista del bosque" de Flannery O'Connor. Describe cómo el autor quedó impactado por la historia de amor entre el abuelo y la nieta que se desarrolla entre las ruinas del mal. El autor analiza los personajes y sus acciones que encarnan la derrota del amor ante la ignorancia. A pesar de amarse, los personajes se pierden en lo insignificante en lugar de enfocarse en lo que realmente importa, representado por el bosque oculto tras sus propios orgullos.
Este documento resume la historia corta "Una vista del bosque" de Flannery O'Connor. Describe cómo el autor quedó impactado por la historia de amor entre el abuelo y la nieta que se desarrolla entre las ruinas del mal. El autor analiza los personajes y sus acciones que encarnan la derrota del amor ante la ignorancia. A pesar de amarse, los personajes se pierden en lo insignificante en lugar de enfocarse en lo que realmente importa, representado por el bosque oculto tras sus propios orgullos.
Siempre me imagino a Flannery subiendo al estrado de aquella famosa convención de
escritores sureños, apoyándose en su bastón, tranquila y a la vez decepcionada porque aquel puñado de hombres pretendiera ser acaso el futuro del cuento norteamericano. Tranquila porque no le darían ningún problema: carecían del intelecto suficiente para ello. Y decepcionada porque de verdad le hubiera gustado que alguno de los textos que le habían enviado unos días atrás hubiera tenido algo, no ya de sureño, sino de cuento. Leyendo este discurso convertido después en ensayo bajo el nombre de Para escribir cuentos conocí a Flannery antes que a su obra. Así que la compré y la absorbí sin tregua hasta llegar al relato que he escogido: Una vista del bosque. Cuando lo terminé, cerré el libro y me despedí de Flannery por un tiempo. Algo me había crujido dentro. Pensaba una y otra vez en el cuento, lo repasaba, me detenía en cada detalle, en cada frase que se intercambian abuelo y nieta, intentaba entender qué había ocurrido entre ellos, cuándo la fatalidad se había convertido en el sino de esa historia de amor entre las ruinas del mal. Es, sin duda el cuento más terrible y más bello que he leído nunca. La necesidad de volver a pasar el cuento por mi cabeza mil veces, como si fuera una película muda, estribaba en el hecho de que los personajes y sus acciones constituyen una fuente inagotable de información; en que, como decía Flannery, “un cuento compromete, de modo dramático, el misterio de la personalidad humana”, y ese misterio jamás termina de desentrañarse. Maldecía al abuelo por obligar a la nieta a ir con ella a hablar con el comprador al que quiere venderle ese pedazo de tierra que es la manzana de la discordia, maldecía a la niña por negar el maltrato de su padre, los maldecía a los dos por encarnar de una manera tan perfecta la derrota del amor ante la ignorancia supina, que supone ser incapaz de expresar los propios sentimientos. Y a la vez los amaba por ser capaces de amarse ahí, delante de mí, en esas páginas violentas y con olor al polvo de la tierra seca y al humo de los coches que pasaban por la carretera; amarse de espaldas y a ciegas; a pesar de todo amarse y, sin embargo, perderse en lo insignificante, que era todo menos el bosque, oculto tras los árboles de sus respectivos orgullos.