Ni tampoco, en segundo lugar, al negar la Est�tica en el
per�odo indicado, queremos decir que no se discutiese 1Dlcho
entonces en tomo a cosas de arte, porque a los griegs y a los romanos se debe la fundaci�n de la ciencia pn:. tica o emp�rica del arte en sus varias formas: la gram�ti:a, la ret�rica, la po�tica y las preceptivas ata�ederas a las [. tes pl�sticas, a la arquitectura y a la m�sica. Tratados ce no cayeron del todo en olvido durante la Edad Media, pr. BREVIARIO DE EST1tTlCA 95 que fueron aprovechados y estudiados en compendios, incluidos en las enciclopedias y ampliados en nuevos tratados con arreglo a las necesidades nuevas. Todos ellos resucitaron durante el Renacimiento, siendo comentados, fragmentados, ampliados y fundidos en flamantes obras, que abrazaron, con el arte y la literatura de la Antig�edad, los de las naciones nuevas. Desde los sofistas griegos a los humanistas italianos se realiz� en este punto una ingente labor: una labor verdadera y propia, positiva, provechosa, fecunda, no un moverse en el vac�o, ni una desviaci�n, ni una obra pedantesca, como pareci� despu�s y como parece hoy mismo, a consecuencia de la resonancia, que todav�a vibra en el aire, de las violentas protestas y de la tumultuosa rebeli�n rom�ntica. A pesar de lo cual, todos seguimos hablando de tragedia y de comedia, de �pica y de l�rica, de poes�a y de prosa. A pesar de lo cual todos seguimos recordando la .distinci�n entre palabras propias y palabras metaf�ricas de sin�cdoques, metonimias e hip�rboles; todos olvidamos prescindir de las categor�as gramaticales, nombre, adjetivo, verbo y adverbio, y todos, en fin, cuando llega el caso, discernimos sobre estilos arquitect�nicos, de pintura figurada y de paisaje, de escultura de alto y de bajorrelieve, y todos forjamos nuevos conceptos emp�ricos, al mismo tenor, de los mismos modelos antiguos y respondiendo a las nuevas condiciones, de cultura y a los hechos nuevos que nos incumbe dominar. Claro est� que empleamos estos viejos y estos nuevos conceptos con bastante cautela, con observancia de sus l�mites y con conciencia de su fin, que es pr�ctico y no cr�tico ni especulativo; de modo que tales conceptos son y no son' los de los antiguos, o son los mismos pero purificados de los prejuicios que les corro�an y se mezclaban a ellos. Lo que comprueba precisamente que la obra realizada por esta parte de los antiguos tuvo un car�cter de s�lida adquisici�n, tan s�lida que se puede rehacer, modio ficar o entender mejor, pero de ning�n modo. deshacerse de ella. Si por un instante revivimos el tiempo en que no exist�an, o exist�an solamente de manera ruda y parcial, gram�ticas, ret�ricas, po�ticas y toda clase de preceptivas, y nos 96 BENEDETTO enoeE imaginamos que tenemos libertad para formularlas o no, d�ndonos cuenta de los errores y de los inconvenientes con que hemos de tropezar a buen seguro, nos parece imposible adoptar el camino de dejar de poner manos y cabeza en el empe�o. Con esta hip�tesis declaramos su necesidad. Como se trata nada m�s y nada menos que de proveer a las necesidades de la t�cnica y a los instrumentos
Sabogal Nació en Cajabamba (Perú) en 1888 en Una Familia Mestiza, Siendo Hijo de Matías Sabogal y Manuela Diéguez de Florencia. en 1922 Se Casó Con La Escritora María Wiesse Romero (1894-1964), Hi