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EL SICARIO EN SU ALEGORÍA:

LA FICCIONALlZAClÓN DE LA VIOLENCIA
EN LA NOVELA COLOMBIANA DE FINALES
DEL SIGLO XX

MIGUEL CABAÑAS
Michigan State University

Este artículo examina la representación de la violencia cn tres obras nanativas


colombianas: La Virgen de los Sicarios (1994) de Fernando Valleju, Noticia de un
secuestro (1996) de Gabriel García Márquez y Rosar-io Tijeras (1999) de Jorge Franco
Ramos. Precisament;?la figura del sicario o joven asesino a sueldo se COllVielte en figura
alegórico., a través del cual se explora la complejidad del
problema de la violencia en la
sociedad. En un grado mayor o menor, las obras recomponen las contradicciones, hipo-
cresías y trampas de los códigos morales y sociales de Colombia y ofrecen nuevas inter-
pretaciones de! sicario como síntoma de problemas sociopolÜicos m,ís profundos. Esta
literatura desmitifica las causas de la violencia, dccollstruycndo los mitos creados por la
clase élite y el discurso sociolÓgico que deforma al subalterno.

This anicle examines how ll1'ban violence is represenLed in thre? Colombian


narratives:La Virgcn de los Sicario$ (1994) by Fernando Val1ejo. Noticia de un secuestro
(1996) by Gabricl García Márquez, and Rosario Tijeras (1999) by Jorge Franco
Ramos.
In Colombian society [he figure of the young assassin, 01' sicario, becomes an allegorical
figure through whom the complex webs of violence are
explorcd. To a greatcr 01' lcsser
degree, these literary works scrutiniz.e the cont1'adictions, hypocrisy, and snares of moral
and socia! codcs in Colombia, and they otTer new interpretations of tile .s'icario as the
symptom of deeper, unresolvcd social and political prob1ems. Tbis literature demyslifies
the causes of violcnce, deconstructing both the visiun of the élitc class and the sociological
discursive constructions 01' the subalterno

Hablar del tema de la violencia en la historia y en la literatura colom-


biana no resulta nada nuevo; sin emburgo, hoy, más que nunca, es necesario
por la encrucijada histórica de Colombia en las dos últimas décadas del siglo
XX. En la época de La Violencia de 1946 a 1966, cn la que millares de hombres
murieron en el conflicto entre Jibera!es y conservadores, la literatura y la
sociología colombiana exploraron la situación del puís. Algunos críticos datan
la literatura de
La Violencia desde la fecha de publicación de la obra de Pedro
Gómez Correa titulada El nueve de abril (1951). Esta tradición se encargaba
de presentar una visión comprometida de sucesos históricos sobre la destruc-
ción de comunidades colombianas por la dicotomía partidista liberal-conser-

Taller de letras (Univ. Católica) Stgo. NQ


31, nov. 2002

7.
TALLER DE LETRAS N" 31

I
vadora, Si la violencia represiva de tipo partidista había sido uno de los
asuntos principales de esta literatura, en los años '80 y '90 ha aparecido el
fantasma de una violencia más intangible y compleja. Esto se pone de ma-
nifiesto en las tres obras narrativas que nos ocupan, La Virgen de los Sicarios
(1994) de Fernando Vanejo, Noticia de un secuestro (1996) de Gabriel Garda
Márquez y Rosario Tijeras (1999) de Jorge Franco Ramos, que se comple-
mentan en la búsqueda del entendimiento de la violencia endémica colombiana
en sus personajes y el espacio de la ciudad de Medellín, La complementariedad
de los textos de Vallejo, García Márquez y Franco Ramos necesita ser estu-
diada para entender los vuelcos culturales de la vida urbana colombiana, ya
que en las tres obras se desalTolla la figura del sicario dentro de la mitología
violenta actual y se exploran las intersecciones de este personaje con respecto
al orden y la moral vigente.2

A diferencia de las novelas de La Violencia, estas tres obras aparecen


después de que el discurso sociológico ya ha considerado el tema de manera
sistemática y con intenciones exhaustivas;3 estas obras recrean el personaje
del sicario dentro de alegorías ficticias de la crisis nacional y, casi inevitable-
mente, se nutren y entran en dialéctica con modelos culturales y sociológicos
construidos por los medios de comunicación, el gobierno y los mismos so-
ciólogos colombianos. Sobre todo, la publicación de Colombia: Violencia y
Democracia: Informe presentado al Ministerio de Gobierno (1987) por el
grupo de sociólogos de la Comisión de Estudios sobre la violencia y textos
de tipo testimonial como No nacimos pa' semilla (1990) o Mujeres de fuego
(1993) proporcionan nuevas bases para entender esta problemática, Franco
Ramos, Vallejo y García Márquez revisitan la figura del sicario o asesino a
sueldo en sus ficciones y sin exonerar de culpa al ejecutor directo de la
violencia callejera, las novelas presentan al sicario como ser complicado y
contradictorio, como personaje sintomático y representativo de los problemas
colombianos, y lo colocan como actor central en el imaginario nacional. El
sicario nos ayuda a percibir las contradicciones, las hipocresías y las trampas
de los códigos morales y sociales de Colombia.

Me refiero aquí a Violencia y Literatura en Colombia (1989), un compendio clave de ensayos para

el eSludio de la literatura de La Violencia en toda su dimensión histórico-social. POI' ejemplo, la tesis


de Marino Troneoso explica cómo en los escritores, sobre todo a finales de los años cincuema, sc
embarcan, como resumirfa John Titler en la introducción del libro. a unarrar In violencia como arte" (6).

,
El sicario y la vida de la juventud colombiana han sido úllimamente temas de pe!fculas como Rodriga
O, No futuro del director Vfctor Gavina y como la pe1fcula basada en la novela de Fernando Vallejo
La Virgen de los Sicarios dirigida por Barbet Schroeder.

Troncoso apunta asimismo que después de la proliferación de obras literarlas con temas sobre el
contexto violento del país, se funda la primera facultad de sociología del país y se comienza el estudio
sistemático de la época de La Violencia en una publicación de 1962, que continûa siendo polémico
por las divisiones no zanjadas entre liberales y fuerzas conservadoras (Titler 36).

.8
MIGUEL CABANAS EL SICARIO EN SU ALEGORiA: LA FICCIONALlZACIÖN DE I.A VIOLEt>.JCIA--

Según Ariel Dorfman, la violencia en la I1teratura hispanoamericana ?e


manifiesta de lres modos distintos: "La violencia vertical y socia];]a horizontal
e individual; la in espacial e interior"
(17). La vertical equivaldría a la revo-
lucionaria, la horizontal a la violencia privada y la interior a los conflictos
psicolÓgicos del individuo. Sin embargo, la lucha de poder en Colombia a
finales del siglo XX se ha caracterizado por su cariz desordenado y fragmen-
tario: la violencia de Estado (propagada por las fuerz.as armadas, policía y
fuerzas paramilitares), la violencia revolucionada (grupos como el M-19, las
FARC o Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, y el ELN o el
Ejército de Liberación Nacional)
y, por último, la violencia de la na1'co-
burguesía; todas ellas con límites nebulosos y de difícil discernimiento en las
cuales el único denominador común es la aparición del sicario que, como dicen
los sociólogos, "es un pistolero al servicio del mejor postor". En cierta manera,
podemos afirmar, sin caer en el error, que las tres novelas sobrepasan las
nociones de violencia definidas por Dorfman. En las tres el sicario está en la
encrucijada de la violencia y en sus círculos concéntricos verticales, horizon-
tales e interiores.

Noticia de un secuestro documenta !a violencia entre el narcotráfico


y el gobierno. En la obra se presentan fundamentalmente como protagonistas
a Maruja Pachón,
una periodista de la élite colombiana ya Alberto Villamizar.
políLico de renombre y esposo de Maruja. Con el secuestro de Maruja y otros
ocho periodistas, el drama se desarrolla en el peligroso e incierto futuro de]
rehén con SlIS carceleros sicarios en una guen.a entre narcotraficantes y e]
gobierno del presidente César Gaviria. Noticia de un secuestro tiene las
características del tcxto periodístico ya anunciado por el título mismo. Precedido
por un trabajo de entrevistas y estudio de los hechos, García Márquez despoja
al texto del sortilegio del realismo mágico de otras de sus obras. En el prólogo
que denomina "Gratitudes" cnuncia esta visión "realista" de los hechos:

Para todos los protagonistas y colaboradores va mi


gratitud eterna por haber hecho posible que no que-
dara en e] olvido este drama bestial, que por desgra-
cia es sólo un episodio del holocausto bíblico en que
Colombia se consume desde hace más de veinte años.
A todos ellos, les dedico, y con ellos a todos los
colombianos -inocentes y culpab!es- con ]a esperan-
za de que nunca mús nos suceda este 1Ibro. (5-6)

Estas palabras anuncian e] significado alegórico del texto. El secuestro


se convierte en la alegoría del terror diario y de ]a paranoia colectiva en la
que vive el país. Este drama es "real", pero es un drama en el que todos los
colombianos están textualmente involucrados. También, García Márquez

9.
TALLER DE LETRAS NO 31

conceptualiza el libro como una lJamada a la paz y, en última instancia, a la


eliminaciÓn de la injusticia, a la reconciliación nacional.

Como crónica periodística, la obra trata de buscar en un pastiche de


testimonios distintos una voz que establece un tono neutral y objetivo. Como
Luis Alonso Girgado ha explicado en términos generales, "[l]a crónica de
prensa se define por un estilo que se sitúa medio camino entre el de la noticia,
la opinión (artículo de opinión) y c1 reportaje. Debe contener elementos de
carácter noticioso y el cronista debe evitar la presentación de opiniones en
exceso subjetivistas así como hipótesis aventuradas en demasía" (67). Noticia
de un secuestro intenta, por tanto, re/orzar su punto de vista mediante un
perspeetivismo narrativo que ayuda a la narración a distanciarse para que los
lectores observen desde lejos, entiellchm lD.s versiones y tomen sus conclusio-
nes propias.4 No obstante, el rJaJTador incluye detalles que comienzan a socavar
en la imugen del Estado como fuerza legítima de1 orden.

Inicialmente, a un nivel superficial, la forma siniestra de Escobar y sus


sicarios amenaza a la sociedad "der..:entc"; por otro lado, el presidente César
Gaviria aparece envuelto en tinieblD.s políticas de inacción e impunidad, El
general Maza MÚrqucz lleva a cabo masacres de "limpieza" en suluchu contra
el narcotráfico. En cierta lUD.nera, tanto Gavirîa como Maza Márquez repre-
sentan en última instancia los motores pasivos y activos de la violencia urbana,
respectivamente: Gaviria con la "política de sometimiento", que obligaba a los
narcotraficantes a entregarse o a verse extraditados a los Estados Unidos, crea
la situaciÓn de secuestro del país; a su vez, el genera! Maza Márquez lleva
a cabo su "guerra sucia" contra los narcos. García Márquez cuidadosamente

no exime a Pablo Escobar de culpa, sino que nos ofrece una visión global del
conr!icto, Por ejemplo, Escobar en ocasiones presiona a los periódicos a
puhlicar información que indica]a impunidad del Estado: "Di le al señor Santos
-decía en otra carta- que si quiere pruebas de supervivencia de Francisco, que
publique primero el informe de Amcrica's Watch, una entrevist<J con Juan
Méndcz, SlI director, y un informe sobre las rnasacres, las torturas y las
desapariciones de Medellín'" (l08). El libro expone sigilosamente ]a manipu-
lación política por parte de] narcotráfico de las actividades de la policía y el
ejército, pero a su vez presenta indirectamcnte a las esferas dirigentes como
polarizadoras de la violencia urbana contra el ciudadano de las comunas de
Medellín que ha sido extensamente documentada. La obra habla de la con-
vergencia entre el mundo político y élites económicas y los nurcotraficantes;

En este sentido, Gardn !\Iiirqucz usa la técnica del "Nuevo Periodismo" llot1cnmcricano I1lcdi:mtc la
consll'uceiti!1 de un "narrador impasihle".NOliciad"ull SCClIcstroquecncicrlallH\Ilcragcnéricalllente
mimclilA1 los gestos IlHlTativos de: Crónica de una muerle ;n1llnciad?L Como indica Carmcn R'lbcll,
Crónica de una muerte anunciada constituye ul1a '.crítica subv"l'sivll de la socieùad latilloanlericana
bajo la apariencia de objetivili<ld" (71).

. 10
MIGUEL CAOAÑAS EL SICARIO éN SU ALEGOfiÎA: LA FICClorMLlZACION LJE LA VIOLENClf"

asimismo, se narra la muerte de Diana Turbay, famosa periodista e hija de un


ex presidente del país, por la intervenciÓn errónea de la policía, Justamente
en e:->te marco de ambigüedades, la noticia l10velada se revela más convincente.

El gobierno se mantenía ajeno a la población más necesitada de las


comunas, mientras que Pablo Escohar se había convertido en "empresario
benefactor", capaz de crear puestos de trabujo:-> y mejora social. Como comenta
el narrador:

La credibilidad del gobierno no estaba a la altura de


sus notables éxitos políticos, sino a la muy baja de
sus organismos de seguridad, fusligados por la pren-
sa mundial y los organismos internacionales de
derechos humanos. En cambio. Pablo Escobar había
logrado una credibJlidad que no tuvieron
nunca las
guclTll!as en sus mejores días. La gente llegó a creer
más en las mentiras de los Extraditables que en las
verdades del gobierno. (153-4)

Significativ<1mente, el narrador se pone de


parte dc] gobierno, pero
reconoce que los procedimientos de los "organismos de segurìebd" han
ex-
puesto a la violencia a ciudadanos inocentes, La confusiÓn entre la verdad y
ht mentira, entre el gobierno y los narcos se convierte en
un problema de
ambigÜedad simbólica, El gohIerno se repliega el1 la
labor social y en CJI11bio
los narcotraricantes van adquiricndo
Llna función social. El narrador explica
que los llarcotraficantes "[g]ozaban de una completa impunidad, e incluso de
cierto prestigio popular por las obras de Glridad que hacían en las barriadas
donde pasaron sus infancias de mm.ginados" (205). En esta Inversión de
ténni-
nos, el narcotratïcante se conviene CI1 el "empresario benefaclor", capaz de
mejorar la sociedad y de crear riqueza y mejora social para las clases más
necesitadas, Por otro lado, Noticia de un secuestro documenta la pcnetración
de los narcos en las a1tas esferas políticas. Esto desentierra]a actuación
entrccruzada
y nos recuerd<l casos como el eotïnanciamiento de la presidencia de Ernesto
Samper Pizano COIl dinero del narcotráficl1 y el subsiguiente
famoso Proceso
8.000, que investigó la actuación conjunta de altos políticos y los narcos..:'

Saúl Franco afirma que el Proceso gOOU "demos[rÓ el


generoso nujo de dinems del narcon:îfíco a
las clIentas y c<1mpaiías de pnrl?mel1lal.il)?,
akaldes, y 1HÎn del Pm<:111';\l!l1r y del Contador. gencl.aln
de 1;\ m\cuín". Fnl11co ??.u"k: "A pesar de que algUIl\1s político!; han pag?do
lIn precio moderado cn
prisión y prestigio y de Iu!; esfuerzos de moviliz.lciÓn
y I"cncxión políticos suscitados por la nisis, el
juicio absoluturio a favul" dcl Presidt.:n!e de In RcpÚblica pur pilrte de la CÚmara ùe
Representantc,.
la clccciÖn o reelecciÓIl p,ll"lamCJIlaria de algllllos implicados y In l1clitllu ue muchos
ciudadanos
ratilïcan la soliuc,. uc las relacioncs narcopolítiLa!;, la cap?çjd:id de ,lgU;Hl[C y reaCOlllOdo del eSlable-
cimientu polític(), la doble Illural para ?hordarcl i'l'úbkm.l y UIlH alarmante p;lsiviliatll'iUliadana"
(35),

11.
TALLER DE LETRAS NO 31

En Noticia de un secuestro, el sicario aparece como el carcelero de los


secuestrados. En la narración, eJ sicario aparece en momentos representado
estereotipadamente. La visión de los hechos mime tiza sin duda !a visión de
los secuestrados. Así el lector tiene la impresión de que también él participa
de las dificultades del cautiverio y de los pcJigros
que los nueve periodistas
raptados sufren. En algunos casos, el narrador adopta consciente o
inconscien-
temente la perspectiva sociológica reductiva de la élitc, describiendo a los
sicarios de esta manera:

La condición común era el fata]ismo absoluto. Sa.


bían que iban a morir jóvenes, ]0 aceptaban, y sólo
les importaba vivir el momento. Las disculpas que
se daban a sí mismos por su oficio abominable era
ayudar a su familia, comprar buena ropa, tener
motoeicletas, y velar por la felicidad de la madre,
que adoraban por encima de todo y por la cual es-
taban dispuestos a morir. Vivían aferrados al mismo
Divino NiÍÌo y la misma María Auxiliadora de sus
secuestrados. Les rezaban a diario para implorar su
protección y su misericordia, con una devoción per-
vertida, pues les ofrecían mandas y sacrificios para
que los ayudaran en el éxito de sus crímenes.6 (71)

La narración ataca directamente al "oficio abominable" de] sicario y su


"devoción pervertida" nos hace formamos el marco moral de la namlción. La
religión en el sicario aparece representada patológicamente. En el pasaje, el
sicario es un personaje marginal y monstruoso. Inc1uso ayudar a su familia
o rezar a la virgen se hacen especialmente actos
irreverentes en ellos. Su odio
de los políticos, el gobierno, el Estado, lajusticia, la policía y]a sociedad entera
representa una visiÓn nihilista del mundo que la voz narrativa esperanzadora

Es in(.:resanle cOI1lraslar la cita con a!guIH\S ùe las iùeas de tipo sociológico sobre el sicario
que
Gonzalo Sánchez G. resume sucintamente en ViQlcucc in Colombia. 1990-2000:
COl1oiùer once more the young cotHrat"l sicllrio.l' who frequently kill (111 demanù- They are
initiatcd in scmisatanic ritual s aI1d socialized in crimc (in gangs. guerrilb mililiao. drug
nctworks, "juslice" grollpS against common ddinquency), They cstahlish spalial boundarics
("terriloricsoffcilf") in v,'hich thcyexercise lheirjurisdictio n.lnilia11ybollndbyprimarytics
of kinship and neighburhood idcl1tity. froll1 un early agc these young peop!c suffer rrom Ihe
absenceof"apmcrnal figureintheirlives(afïgurelheyoftenequmewilhthelaworaulhority)
and exhibí! a prolonged dependence on tile nmlcrnal figure. which, parllt:lIlarly in Mede11fn,
is inlcrchangeable wilh 01' complemenlal'y lo Ihe Virgin
Mary, Tt wOllld seem llwt bolh
reminine figur.:s are mythologized as expressions of lokrance aud cmnprehensian. and lhese
young people even invoke lhe help 01' bath lo achicvc gre;ller success in their criminal
activities_(7-S)

.12
MIGUEL CABAN^S EL SICARIO EN SU NEGORiA LA FICCIONi\LIZACIÓN DE LA VIOLENCII'"

no llega nunca a aceptar. En otra escena significativa, la protagonista Maruja


insulta a los sicarios y se burla de su forma de vida:

"i,Cómo pueden vivir así? -les preguntaba de pron-


to- i,En gué creen ustedes?", "l,tienen algún sentido
de la amistad?"
[.,,] No contestaban, pero las res-
puestas que se daban a sí mismos debían ser inquie-
tantes, porque en lugar de rebelarse se humillaban
ante Maruja. Sólo Banabás se le enfrentó. "i Oligarcas
de mierda! -le gritó en una ocasión-o i,Es que se
creían que iban a mandar siempre? jYa no, carajo,
se acabó la vaina!" (242)

La conciencia subversiva de Barrabás es indicativa. No se tmta de matar


por matar, sino de invertir la balanza de poder. En este caso, el sicario, más
consciente que inconsciente de su realidad, está participando en la subversión
de los poderes establecidos. Pero los sicarios también son víctimas de una
violencia que no les pertenece. El narrador nos indica que "[t]ambrén los
guardiane? parecían secuestrados. No podían moverse en el reslo de ]a casa
[...J" (74), mientras que los jefes de los sicarios son hombres bien vestidos
que no tienen que hacer el trabajo sucio. La mUTación llega a su clímax cuando
se descubre también que la violencia es promovida desde los mismos cuerpos
que deben mantener la ley y el orden, la policía y el ejército. La alegoría se
completa cuando la hisloria de la violencia depende de la agresión, por un lado,
del gobierno
y, por otro, de los extraditables. Sin embargo, quizá una de las
limitaciones más claras de este libro sea que la historia misma intenta encupsular
la problemática de la violencia en el fenómeno de Pablo Escobar y el cartel
de Medellín.

La Virgen de los Sicarios es una historia de amor homosexual entre


un gramático colombiano y un sicario llamado Alexis. En su deambular
por
las calles, de asesinato en asesinato, Fernando, el narrador-testigo, nos hace
partícipes de esa violencia incontenible. Vallejo emplea la burla y el sarcasmo
como técnica de distanciamiento. Nadie se salva de la ironía del personaje-
narrador, que resulla scr un alter-ego del autor, llamado también Fernando.
Su oficio de gramático es simbólicamente el de desvelar el significado oculto
de] lenguaje de la violencia y penetrar a fondo en las ideologías
culturales.

Fernando nos ofrece un panorama de ]a violencia que se vive en las


calles, con pequeiìas interrupciones para entrar en distintas iglesias de Medellín.
En esta peregrinación, Fernando se va contagiando de esa violencia. A medida
que progresa la carrera criminal de Alexis, más nos damos cuenta de que el
desempleado sicario, después de la muerte de Escobar, constituye un elemento

13.
TALLER DE LETnAS I?O 31

trágico en el que se conjugan y se proyectan todos los horrores de una sociedad


hipócrita que cierra los ojos a su complicidad en la violencia.

En primer lugar, Fernando critica la impunidad que se observa en la


sociedad. A través de la imagen del robo del Jeep de un jovcn, la impunidad
se entremezcla con un nihilismo desahuciado. Fernando comenta: "de los
ladrones, amigo, es el reino de este mundo y más allá 110 hay otro. Siguen polvo
y gusanos. Así que robar, y mejor en el gobierno que es más seguro y el
a

cielo es para los pendejos. Y mire, oiga, si lo está jodiendo mucho un vecino,
sicarios aquí es lo que sobra. Y desempleo. Y acuérdense de que todo pasa,
prescribe, Somos efímeros" (22-3). Fernando critica a una sociedad que ha
perdido su visión de futuro, La impunidad de los delitos y asesinatos en la
calle son pequeños espejos de grandes robos 'J atropcJlos realizados por el
gobierno gran escala. Las injusticias o afrentas se resuelven a través de !a
a

venganza privada, a través de la figura instrumental del sicario,7

Vallejo plantea por tanto la impunidad como la raíz profunda de la


violencia. Según Renc Girard en su libro La violencia y lo sagrado. la
venganza es un proceso repetido de forma infinita que puede dañar la sociedad
irreparable mente (14-5). Girard comenta que para evitar este proceso intermi-
nable las sociedades primitivas usan el sacrificio y los códigos espirituales,
mientras que las sociedades más estructuradas y modernas usan el sistema
judicial para romper la cadena de venganza (15). Girard explica el concepto
de la violenci<1 de este modo: "la violencia busca y siempre cnClIentru una
víctima suplente. El ser que excita esa furia es repentinamente reemplazado
por otro. éste último elegido solamente porque es vulnerable y se encuentra
cercano"(2),C: Sin duda, en L.a Virgen de los Sicarios, la violencia se propaga
de víctima en víctima, como en una cadcrm interminable de odio. Por otro Judo.
en la novela, se ve esta cercanía entre los cÓdigos religiosos ':;' violentos. La
ausencia de un sistema judicial legítimo tiene que ver, argÜiremos aquí. con
la religiosidad de! sicario.

Héctor D. Fernández L'Hoestc ha interprelado la novela de Vallcjo


como la "reescritura de] Infcrl1o, la primera parte de La Divina Comcdia,
obra maestra del poeta Llorentino Dante Alighieri" (758). De acuerdo con las
palabras de Fcrnández L'Hoeste, en la novela, "Mede!lín es de manera literaL

SegÚn ]ns rcporluje.\ de Allmislía Inlernacional, los ast:sina[os por motivos políticos a?dcllden ,j ImL?
de }(J.ODO personas. a In vez que UIl millón de ]1LTsoIlas hall ,idu dc,p]azadas por le! ?s?i\lada violenla
entre tos distintos grupus: paramililarcs, guerrilla, y I"uerrus armudas- (Ver "Fundamental Hurnan
Righls are nul Negotiahle: PresirlCll1 Andrés I'astrana tvfllst Tak? lirgc'nt Ac(ion lu emJ Co[omhia's
Escalating Rcign 01" Tcrror" Al lmkx: AMR 2J/()()f':)K en bllp://www.amnesty.org

Las traduccioncs del libro Violence and lile Sacred de Jknc Gil'Ul'd sun mías.

.14
MIGUEL CA8ANAS El Slcr,RIO EI? su ALEGORíA lA FICCIOI'JALl2ACION OE lA VIOLENCIA"

el infierno, habitado
por un ejército de muertos revividos" (760). A pesar de
que su artículo acertadamente sugiera la novela como alegoría del país. No
obstante, su interpretación ve la violencia como una lucha entre varios grupos
de poder y podría más bien entenderse que la novela de Vallcjo supera esta
formulación al representar una violencia desordenada y sin centro alguno. La
fuente o e] modelo de la nación desgarrada provendría, en todo caso, de textos
bíb]ieos pues lo que Sodoma y GomoITa son motivos rctornantes en la
novela.
A esta
referencia, se entiende mejor ]a Lransformación de A]exis en Ángel
Exterminador que "había descendido sobre Medellín a acabar con su raza
perversa" (64). Así, a los asesinatos de Alexis, el narrador les va dando un
sentido religioso: "En mi niñez, recuerdo, los transeúntes viles, amparados por
la dizque ley, solían COlTer tras el Jadrón. Hoy nadie. El que lo aJcance se muere
[...] tres tiros le quedaban mi niño en elrierro para ponerles a otros tantos
a

en la frente su cruz de ceniza. Para morir nacimos" (44). Algo ha destruido


el orden espiritual de las cosas. Girard ha comentado esta relación entre la
espiritualidad y la agresiÓn de esta manera: "La religión nos ampara de la
violencia, así como ]a violencia busca refugio en la religiÓn" (24). En el caso
del sicario, la muerte representa el acto ritual a modo de reconci!iución con
su indi vidualídad denegada por la sociedad, En cierta manera, el sicario intenta
posponer el inevitable final de] "desechable"Y

El acercamiento de Vallejo es revelador y empAtico COIl respecto al


sicario y SLl función dentro de IJ sociedad. Fernando se pregunta: "(,Qué le
pediría Alexis a ]a Virgen? Dicen los sociólogos que los sicarios !e piden a
María Auxiliadora que no les vaya a fa!lar, que les afine la puntería cuando
disparen y que les salga bien el negocIo. i, Y cómo lo supieron? (,Acaso son
Dostoievski Dios padre para meterse en la mente de otros'?" (17). El pasaje
o

establece, por un lado, una crítica a los sociólogos (o los tanatólogos, como
los llamará después despectivamente); por otro, una defensa a la humanidad
de! sicario.

Ni el gobierno, ni el estado, ni el pobre, ni el rico son inocentes en La

Virgen de los Sicarios. No obstante, todos tienen una cuota de responsabilidad


con respecto a la muerte. En este contexto de violencia, el sicario en com-
paración con otros oficios comienza a parecer menos hipócrita, a lu
vez, menos
marginal o ajeno: "En !a agonía de esta sociedad Jos periodistas son los
heraldos del enterrador. Ellos y las funerarias son los únicos que se lucran.
y los médicos. Ese es su modus vivendi, vivir de la
muerte ajena" (51).

,
"Desedwble" es un térl11ino despectivo usado en ]a sociccbd colombiana para los pobres, homosexua.
les. prostituta" y criminales comunes. E1tl'l'Inino tienc vigencia cnlas call1p,uìas de "linlpiezu" social
por parte de gmpos militarcs y paramilitare5.

15 .
TALLER DE LETRAS N' 31

Pareciera que el negocio mayor en Colombia sea la muerte y no sólo para el


sicario. Pero este comentario sociopolítico hay que insertarlo en un debate más
amplio: la crítica a los cambios sociales producidos por el neoliberalismo. La
privatización de la vida colombiana y la transformación del ciudadano en
consumidor trae como consecuencia la privatización de la muerte. En ella, el
principal actor es el sicario que lleva a cabo de forma paradójica la tarea
"divina".

La novela sirve de crítica directala ilegitimidad tanto de las élites


a

comerciales como las políticas. El narrador esclarece este punto: "Apunta]ando


una precaria legitimidad elcctorera, presidido por un bobo marica, fabricador
de armas y destilador de aguardiente, forjador de constituciones impunes,
lavador de dólares, aprovechador de]a coca, atracador de impuestos, el Estado
en Colombia es el primer delincuente. Y no hay forma de acabarlo. Es un
cáncer que nos va royendo, matando de a poquito"(99). El Estado se presenta
como la raíz de toda delincuencia, de la impunidad. Se convierte en el nexo
de continuidad de la injusticia socia] y la muertc. El significado del título de
la novela cobra nuevos significados e importuncia renovada: paradójicamente
es esta fe destructlva del sicario ]a que está regenerando ]a sociedad
des humanizada y oligárquicamente ilegítima.

Producto del neoliberalismo e hijo de la empresa ilegal del narcotráfico,


el sicario representado por Val1ejo se encuentra entre la vida y la muerte, la
pobreza y el consumismo. Cuando Fernando le pide a Alcxis que anote ]0 que
espera de esta vida, él describe en detalle: "Que quería linos tenis marca
Reebock y unos jeans Paco Ravanne. Camisas Occan Pacific y ropa interior
Kelvin Klein, Una moto Honda, un Jeep Mazda, un equipo de sonido láser
y una nevera para la mamá: uno de esos refrigeradores enormes marca WhirpooJ
que soltaban chorros de cubitos de hielo abriéndoles simp1cmcnte una llave..."
(107). En la escena, la actitud empresaria] del sicario se presenta como pro-
ducto del consLlmismo y de] "progreso" establecido corno meta de la sociedad.
Alexis quiere como cualquier otro particip,u en la sociedad de consumo y del
bienestar, sin embargo, ni siquiera a través de su trabajo dc asesino tiene
oportunidad de disfrutar de sus sueños, pues la muerte la lleva dentro. El
neoliberalismo colombiano ha caído en su propia trampa: el consumismo
exacerbado, la privaÜzación y]a imposibilidad de la pobreza hacen del sicario
un agente violento de libre comercio, que a la vez se ampara en ideologías
premodernas como la religión. Con estos fundamentos, si !a violencia produce
capital, el capital produce violencia.

Vallejo critica ciertos discursos sociológicos, apuntando las contradic-


ciones de su lógica. Dice Fernando: "Pero [la Muerte'] trabajando así, con tanto
(sic) tesón, sin crear nuevas fuentes de empleo disminuye el desempleo de aquí,

. 16
MIGUEL CMANAS EL SICARIO EN SU ALEGORiA: LA FICCIONALlZACIÓN DE LA VIOLENCIA -

según dicen los tanatólogos, es el que trae más violencia. O sea que mientras
más muertos menos muertos. Mi señora Muerte pues, misiá, mi doña, la
paradójica, es la que aquÍ se necesita" (65). La paradoja se
produce cuando
la lógica de los sociólogos de eliminar el desempleo para erradicar la vio]encia
se contrapone la realidad de la muerte que hace en teoría disminuir ese
a

desempleo con la paulatina desaparición de los jóvenes. Este razonamiento


circular ?si la muerte reduce el desempleo y el desempleo es el que causa
violencia, lo que necesitamos es la muerte- nos lleva a la absurda conclusión
"mientras más muertos menos muertos." Vallejo rompe con la lógica del
idioma, produciendo la paradoja insostenible de una sociedad que destruye al
más necesitado en círculos concéntricos de vIOlencia que no desmoronan los
centros de poderes tradicionales (los partidos políticos, e] narcolráfico, las
élites económicas, la guerril1a). Vallejo de nuevo usa el topos del mundo al
revés y empuja al lenguaje hasta los límites, para crear nuevos significados.
Establece planteamientos que critican la política colombiana y un lazo directo
entre la función de la violencia en la sociedad y los principales representantes
del poder y el orden.

Fernando se convierte en profeta bíblico y lanza una advertencia a los


ricos y poderosos con sentido apocalíptico: "Ni en Sodoma ni en GOl1lorra ni
en Medellin ni en Colombia hay inocentes; aquí todo el que existe es culpable,
y si se reproducen más. Los pobres producen más pobres y la miseria má::;
miseria, y mientras más miseria más asesinos, y mientras más ase::;inos más
muertos. Esta es la ley de Medellîn, que regirá en adelante para el planeta tierra.
Tomen nota.' (97). En la novela, el desentendimiento de la ::;ociedad neoliberal
crea muerte. Esto ha traído como consecuencia el desamparo social y el
desquebrajamiento de la sociedad colombiana. Vallejo convierte su novela en
parábola viva.

Si bien ]05 vio]enlÓlogos habían apuntado la "sÎcarizaciÓn de la socie?


dad"lO y este proceso se alegoriza en los episodios de ]a
novela, Val1ejo
desprecia el retrato del sicario como único culpable. El narrador en su deam-
bular por la ciudad afirma: "Cuando una sociedad la empiezan a analizar los
sociólogos, ay mi Dios, se jodió, como el que cae en manos del psiquiatra.
Por eso, no analicemos y sigamos: 'Con el radio apagado, señor taxista, que
ya tengo muy oído ese vallenato, y no-lo-re-sis-to'" (75). La reticencia del
narrador a analizar la psicología del sicario-individuo y su recurrente énfasis
en emplear la paradójica existencia de éste para problematizar la causalidad
de ]a violencia, nos lleva a un intento de rclatÍvizar su significado y tratarlo
como síntoma y no COITIO causa de esa violencia. La psicoanalización del

IV Ver Columbia: Violencia y Democracia: Informe jJfeseutado al Ministerio de Gohierno, 21-22.

17.
TALLER DE LETRAS W31

sicario implica expulsar al sicario fuera del margen del resto de la sociedad.
La nanación desmantela el lenguaje de la sociología y expone sus prejuicios.
Por ejemplo, en una ocasión en la que son testigos presenciales de una pelea
entre dos bandas de sicarios, el nanador explica: "Se estaban dando plomo
a lo loco estos dos combos 'por cuestiones
territoriales', como decían antes
los biólogos y como dicen ahora los sociólogos" (58). Fernando apunta la
determinaciÓn biológica del sicario por la sociología actual y critica la
animalización producida por el uso de esta ideología.

Val1ejo establece al sicario como la encarnación del alma de Colombia:


un alma atropelJada, un alma que sangra, un alma en constante lucha y al borde
de la muerte, un alma asesina y consumidora, bella como la juventud, pobre
y sincera como la comuna. El mismo escritor expresaba en un congreso la
confusión verbal en la que su país vive: "En la confusión los linderos de las
palabras se nos han borrado y ya estamüs en plena
torre de Babel. Ya no
sabemos dÓnde está la decencia y dÓnde lu delincuencia. Ya no distinguimos
a la víctima de1
victimario. Se nos enloqueció la semántica" ("E1 monstruo
bicéfa]o" 5).

La novela de Jorge Franco Ramos, Rosario Tijeras, representa la vida


de] personaje femenino del mismo nombre. Rosario es una sicaria marcada
por el ambiente de violencia desde su niñez. Su apodo "Tijeras" precisamente
sirve de recordatorio del episodio de su violación a la edad de 8 años en una
colonia de Medel1ín. En este episodio, la joven aprende a tomar la justicia por
su mano y se enfrenta con la imposiciÓn simbólica y física masculina a través
del uso de la tijera en el miembro del ofensor masculino. Pero su violencia
está representada en el texto como un rellejo defensivo.

Durante las últimas horas de vida que le quedan a Rosario, el narrador


y amigo de la protagonista, Antonio, reme mora las relaciones de amor y sexo
entre la protagonista y un chico de la clase alta llamado Emilio, un sicario
llamado Fcrncy y los jefazos narcotrafÎcantes. Los eventos recrean la vida de
violencia en Medellín incluyendo la trágica muerte de Johnefe, el querido
hermano de Rosario, después la de Ferney y, por último, la muerte de la misma
sicaria en un hospital local. La historia tiene como contexto histórico el
asesinato del candidato a la presidencia del M-19 y la hegemonía del cartel
de MedcIJín.

En la relación intempestiva entre Emilio, un chico de la élite


colom-
biana, y Rosario, hija de las comunas, se alegoriza utla relación de atracción
y de odio entre las clases altas y desposeídas de Colombia. Atraído por su
belleza y con intenciones de alejarse de las constricciones de la sociedad de
la que procede, Emilio comienza a involucrarse en una vida de drogas y de

. ]8
MIGUEL CABANAS EL SICARIO E?' SU ALEGORiA L,? FlCCIObJALlZi\CIÓt'J DE LA VIOL?NCIA

acción. Emilio incluso le propone matrimonio a Rosario: "-Cásate conmigo,


Rosario- le propuso Emilio. -(,Vos sos gUevÓn o qué? -]e respondió ella.
-z,Por qué? (,Qué tiene de raro? Si nos queremos. qué liene que ver el
-(,Y
amor con e! matrimonio?" (59). Irónicamente, Rosario y EmiJio no se comu-
nican, sólo mantienen una reLlción sexual intensa, mientras Antonio es el
con1ïdenle y compañero que la trata como su igua1. En el pasaje, se pone de
manifiesto la diferenciadc valores entre Emi!io y Rosario. unos valores burgueses
que entran en conflicto COI1 !a mcntalidad de presente que mantiene Rosario.
Finalmente, cuando Emilio lleva a cenar a Rosario a su casa, la madre la
rechaza de manera tajante. En la novela, Rosario se convierte en alegorÍ3. de
la comuna: con todas sus aspiraciones de ascenso social, aunque nunca podrá
participar en el centro de la sociedQd y como afirma el narrador varias veces
tiene "la muerte dentro". La relaciÓn entre Emilio y Rosario simboliza la
posibilidad de unir estas dos partes de la sociedad colombiana que aparecen
separadas por un abismo. Sin embargo. la unión no es posibk La relación
de Emilio y Rosario evoca Ja relación entre la comuna y ]a sociedad burguesa
a través de la metáfora de !a violencia y el
sexo. Los Inundos paralelos sólo
encuentran una breve fusión en el goce adrenalínico de !a Illuerte. las drogas
y la violencia.

Las aspiraciones de Rosario representan un afán de subir en !a escala


social que se manifiestan en l:J historia como su participación en las orgías
de los narcotraficantes y en última instancia en el deseo de la profagol1lSti:l de
crear su propio negocio de exportación de drogas. LQ obra no excusa la
actuación vIolenta de Rosario, sino que !a conceptúa como defensa propia.
Johnefe es, en cierta manera. un personaje secundario, pero sumamente im-
portante para entender a Rosario. Él cOlloce su oficio de asesino, pero no es
un desùlmado. Todo lo contrario, se maneja dentro de un código de honor que
le dignifica frente a la figura de Emilio, e1 cual llega a poner de manifiesto
que Rosario 1e importa sexualmcntc, pero 110 desde el punto de vista humano
y fraterno.

La familia de Rosario se encuentra desprovista de la figura del padre.


La madre de Johnefe y Rosario no puede controlar a sus hijos y simplemente
los echa de casa, los abandona a su suerte. Rosario, por su parte, parece que
busca 1ù figura del padre en sus amantes: la figura que la proteja, que !ù saque
de la pobreza. Rosario quiere ganarle a la vida (41), arrcbatarle al vivir un
nuevo día, una nueva mañana. Pero ella tiene la muerte dentro. Metafórica-
mente, el contacto con clla significa acercarse a la muerte, como nos relata
Antonio al pie de su cama: "Vùrias veces me tocó verja gorda, las mismas
vcces que se metía en un problema de gran tamaño, Ias tantas veces que
sineronizó un beso con un balazo" (43). Su cercanía a la muerte le produce
un miedo existencia! que la lleva a devorar toda In comida que encuentra a

19.
TALLEr] DE LETRAS NO 31

su paso, engordando después de cada usesinato. Su propia vio!encia interior


la consume y a través de esa violencia posterga ]a muerte final que la espera.

En conclusión. estos tres escritores aportan sus perspectivas sobre el


difícil tema de!a epidemia de violencia en Colombia. García Márquez propone
una narrativa de "victimizaeiÓn" en ]a CJue los grupos poderosos mantienen
sitiados u SllS mismos ciudadanos. García Márquez loma una perspectiva quizá
demasiado optimista, mientras que VaIlejo desarrolla la alegoría del sicario
como punto de una cohesiÓn socia] violenta. Vallejo sobre todo dcsmitifica
la figura del sicario mientras García Márquez desmitifica a las clases domi-
nantes, incluido al famoso Pablo Escobar. Franco Ramos denuncia la
margina]izaciÓn de la comuna C01110 uno de ]05 mecanismos de violencia y
un callejón sin salida para sus habitantes. Los tres autores, como tres vértices
del mismo triángulo, y no sin grandes diferencias dc estilo y de concepción,
proponen sus denuncias de la cultura del terror y postulan una esperanza
incierta para el siglo XXI.

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