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FACULTAD DE ENFERMERIA
Comer es una de las cosas más importantes que hacemos y también puede ser
una de las más placenteras. Al comer se ha de obtener una cantidad adecuada de
carbohidratos, grasas, Acido Araquidónico (Aa), vitaminas y otros minerales
además de sodio. De modo que nuestras conductas de ingestión de comida,
resultan complejas.
El depósito a corto plazo se halla en las células del hígado y los músculos y
contiene un carbohidrato llamado glucógeno. El depósito de reservas de grasas a
largo plazo es el que nos mantiene vivos durante los periodos de ayuno. Cuando
nos despertamos por la mañana nuestro cerebro vive de la glucosa que libera el
hígado. Las demás células se mantienen vivas por los ácidos grasos.
Nuestras células necesitan una serie de nutrientes para vivir que deben
tomar de los alimentos que ingerimos. Para poder absorberlos, el
organismo necesita descomponer los alimentos en moléculas sencillas que
pueda asimilar y transportar. El recorrido que efectúan los alimentos, es
largo y complicado. En este recorrido intervienen numerosas enzimas y
órganos especializados en descomponer determinadas sustancias y
eliminar los deshechos al exterior.
Las enzimas
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En este punto entra en acción el jugo pancreático, que contiene dos tipos
de enzimas imprescindibles: la amilasa que termina de descomponer los
azúcares (hidratos de carbono) y la lipasa que descompone las grasas.
La bilis, almacenada en la vesícula biliar, se va lanzando poco a poco al
intestino para ayudar a descomponer las grasas en pequeñas porciones de
ácidos grasos.
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Pero muchas veces, la membrana que recubre las células está rígida
debido al exceso de toxinas. Entonces, el organismo debe forzar la presión
sanguínea para que los nutrientes atraviesen las paredes de los capilares
y lleguen a las células. Si no lo consigue, la sangre quedará saturada de
nutrientes pero las células no podrán obtener la energía que necesitan. Por
eso es tan importante no consumir alimentos procesados, llenos
de sustancias tóxicas, aditivos y grasas trans.
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SEÑALES METABOLICAS
Si por alguna circunstancia nos saltamos varias comidas, aunque nuestro
cuerpo y cerebro estén “tirando” de las reservas a corto y medio plazo, es
claro que ha llegado el momento de pensar en comer. La bajada de glucosa
(hipoglucemia) es una potente señal de hambre. Se puede provocar
experimentalmente inyectando insulina o 2DG (no radiactiva) que como
sabéis “imita” a la glucosa ocupando el transportador que ingresa glucosa a
la célula. La glucoprivación, sea cual sea su origen, provoca hambre.
También la lipoprivación provoca hambre. Si inyectamos una sustancia
química que impida la capacidad de metabolizar ácidos grasos, induciremos
hambre.
¿” Quiénes” supervisan el nivel de nutrientes?
Existen unos receptores en el hígado que detectan el hambre de glucosa y
la “trasmiten” al cerebro a través del nervio vago. Como ya hemos dicho, el
cerebro solo “come” glucosa, por lo cual tiene sus propios detectores para
captar los bajos niveles de esta. Estos detectores se encuentran en la
región dorsomedial y ventromedial del bulbo raquídeo
El resto del cuerpo “come de todo” y por eso los detectores del hígado
además de la falta de glucosa, detectan la falta de ácidos grasos,
estimulando el hambre lipoprívica. Esta información la envían también al
cerebro a través del nervio vago.
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Insulina:
Como vimos anteriormente, esta hormona permite que las células del
cuerpo metabolicen la glucosa y que los nutrientes penetren en los
adipocitos donde son transformados en triglicéridos. En cuanto al cerebro,
que como sabemos no necesita de la insulina para adquirir glucosa,
contiene receptores de esta hormona, que le “avisan” de que el organismo
está en fase de absorción, actuando como señal de saciedad.
Aunque la insulina no puede atravesar la barrera hemato-encefálica, unos
transportadores específicos la llevan hasta las neuronas del hipotálamo
implicadas en la señal de saciedad. La infusión de insulina en los
receptores cerebrales inhibe la conducta de comer y viceversa, al impedir la
recepción de esta, se produce hiperfagia.
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Tronco Encefálico
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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