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Modelo Mayor

El Colegio Mayor Secundario Presidente del Perú se creó un 9 de setiembre del


2010, las expectativas al principio fueron buenas, mostraban a los postulantes imágenes
de una gran biblioteca y cómodas habitaciones, aulas virtuales y material interactivo, todo
lo necesario para incentivar una educación de calidad a la que muy remarcado en su
juicio el presidente Alán García la nombró como una educación que “marcará la
diferencia”. La crítica no esperó su turno y al instante se pronunció, quizás creerían que
con esta decisión el presidente buscaba ser recordado por su titánica obra de abrir un
colegio que promete el cambio y que cuando estos jóvenes recuerden su vida colegial,
mencionen el nombre del presidente como creador de su colegio, pueden ser estos u
otros motivos que llevaron al presidente a anunciar la fecha de su funcionamiento, pero en
lo que la crítica se basó es la forma de cómo el mandatario trataba de menospreciar
sistemáticamente al sistema educativo, prometiendo un colegio innovador y ¿por qué no
hacer de todos los colegios del Perú innovadores? Pese a las primera criticas, el centro
educativo abrió sus puertas a 873 estudiantes para los grados de 3, 4, 5; si bien los
jóvenes eran de diferentes zonas geografías del Perú, la representación que se había
plasmado de este centro en el pensar de cada ingresante marcaba un punto de común
entre todos, se idealizaba la inmensa biblioteca, las cómodas habitaciones y la lógica
pregunta cuando se descubre algo nuevo: ¿Cómo será? En sus rostros se veía la
imperante curiosidad que en cierta manera hacía desfallecer el nostálgico sentimiento
cuando se despide de la familia más cercana.

No paso ni una semana, cuando en los rostros se atisbaba una cierta decepción, aun no
se construía la biblioteca y el número de profesores no completaban la plana docente
requerida, fueron problemas pasados por alto, mientras que la directora hablaba de una
educación en valores más que en conocimientos, cuestión que en cierta medida fue
cumplida; la carencia de libros hizo que la educación se plasmara en otro rumbo, pero que
a fines de año puso en apuros a la directiva del colegio por lo que asemejaron al sistema
educativo estándar, solo con más horas en aulas, memorizando formulas con un solo
objetivo: ingresar a la universidad. El colegio mayor apuntaba a un modelo que se
asemejara al de diploma internacional, pero se tocó con un problema, no todos los
estudiantes tenían los mismo conocimientos, mientras los de una región –por decirlo así-
resolvían logaritmos, otros no sabían ni el concepto de esta operación, entonces se buscó
la estandarización en base a conocimientos que todos podían llegar a conocer, porque no
necesitan ser pensados más que recurrir al memorismo, estos eran los ítems de las
academias. La biblioteca tardó en construirse y se abasteció de algunos libros que donó el
presidente Alán García y la editorial Copé. Todo reclamo, era el profundo sueño de la
opinión, ya admitida. Una educación que sin duda iba a romper los paradigmas de la
sociedad tradicional era lo que se atisbaba a futuro en la formación de los estudiantes, sin
embargo esta formación no encajaba con el modelo educativo antiguo que guardan las
universidades estatales y que tratan de dar una mediocre complejidad memorista a sus
recursos de ingreso, es así que el mejor colegio estatal del Perú se vio embaucado en un
dilema, querer se podría plasmar en letras, pero existía una realidad que impedía su
aplicación, la mente de los adolescente se parametrizaba con la idea de que solo se
puede ingresar a una universidad asistiendo a una academia y que eso era lo único y lo
fundamental si uno quería estudiar en un centro superior estatal.

El pusilánime espíritu de debate y el exiguo gusto a la lectura serian los puntos clave de
una educación técnica y no científica, una educación basada en conceptos copiados y
rescritos mas no analizados en la total ciencia del qué y el por qué, esa es la muestra de
nuestra educación básica regular, que además, hace sentir satisfecho al estudiante en su
conocer metafísico y el sentimiento que genera en él, ser objeto de un interés económico
y no parte de un sistema de cambio e innovación.

El colegio mayor hizo intensiva su educación en valores, se promovían actividades de


integración y se organizaban grupos para una competencia deportiva o de conocimientos,
que casi siempre acababa en una fiesta que rompía el silencio de la noche con su
estridente sonido. Se creaban grupos religiosos, grupos de algún interés en común, es así
que podemos afirmar que el colegio mayor esclareció la cuasi libertad que la
caracterizaba, si bien existía una diversidad múltiple, pero no había un vigor individual de
cada estudiante, todos los estudiantes percibían en el aprendizaje una obligación y no un
gusto. Si ese es el modelo del mejor colegio del Perú, pues ¿cómo serán los demás
colegios que no tienen el adjetivo de “mejores”? Y eso es lo que vemos a diario,
estudiantes de los centros educativos estatales ven al colegio como el relajo con
amistades y al aprendizaje, como algo que lo puedes aprender en una academia
terminando los cinco años de estudio; el sistema educativo actual ha impelido a los
jóvenes el facilismo, el conformismo y una segmentación entre los que son “inteligentes” y
los que son “brutos”. Lo que sí se logró conseguir y muy satisfactoriamente el Colegio
Mayor fue la afable relación entre personas de diferentes zonas geográficas del Perú, que
por medio de la interrelación se generó una confianza y por ende una diversidad cultural a
favor de la convivencia y el compartir de ideas y costumbres. La plana docente fue
completada después de varios meses, el nivel profesional de los formadores era
indiscutible, pero tenían que regirse a un patrón, por ejemplo, se llevaba filosofía y se leía
un manual de academia, siendo la filosofía la ciencia de la ciencias, se memorizaba; este
es el claro ejemplo de nuestra educación, al que Mariátegui la denomino muy
escuetamente: escolástica; una enseñanza que quimera solo en el conocer y no en el
saber cuestionado y probado.

Hace unas cuantas semanas atrás, el Colegio Mayor cumplió dos años de su creación, tal
parece que pueden ser sus últimos años, la nueva política del gobierno entrante idealiza
una inclusión social y ve al Colegio como una institución con más beneficios que las otras
instituciones estatales, lo que la hace diferente, y por ende genera una desigualdad en la
educación. Es por eso que el presidente actual, en la obligación de su propuesta, decidió
reducir los presupuestos para esta institución, aunque su cierre está en conversación lo
más cierto es que puede dejar de funcionar el próximo año y si continúa lo hará con otra
directiva. Esto último es la piedra de toque de una racha de resentimientos generados en
la sociedad, cuando la política interviene en la educación es el error más vil que puede
cometer un mandatario, pero como ya se hizo costumbre, en la mente de la persona
gravita la más escéptica idea: “Cuando un político entra, entra con su gente”. Aunque nos
cueste aceptar esta afirmación, la realidad la prueba y la sustenta. Si bien la política y la
educación deben estar en relación cercana por que habitan en una misma sociedad,
ambas no deben mezclarse porque cada una cumple una función específica, por ejemplo,
si existe en un país dos ideologías políticas antagónicas, estas no deben intervenir en la
educación, la educación puede intervenir en la regulación de ambas pero no ser parte de
una de ellas. Lo que el presidente Humala desea, no es erradicar el sistema del Colegio
Mayor porque según su juicio genera desigualdad, sino ir ganando campo en la lucha de
posturas políticas opuestas; aseverando así el papel que tendrá su forma de gobierno en
la educación. El Colegio impregnó en los jóvenes una trascendencia personal, cuestión
obviada por muchos directivos y hasta por el mismo presidente, porque a ellos solo les
importa una medalla de oro en un concurso de matemática u otra ciencia y no la influencia
que puede tener en su vida profesional del estudiante el haber conocido otras culturas
que habitan en su mismo país sin necesidad de ir al lugar en la que estas se desarrollan y
no solamente el conocerlas, vivir con ellas, compartir una idea y discutir una opinión, esto
fue lo que más enriqueció y enriquece al colegio mayor: la gran diversidad múltiple que en
ella gravitan; la gran riqueza de un país al que el tiempo lo hizo vetusto y que ahora
empieza a renacer, se encuentran en un mismo lugar; si bien aún se sigue un modelo
educativo estándar, memorístico y de muy exigua fundamentación, el Perú debe empezar
a construir la neo educación, basada en el modelo mayor, en la que cada estudiantes sea
consciente de su realidad y de la gran diversidad con la que habita, el joven peruano no
debe vivir más idealizando su centralismo ni su desarrollo individualista, problema base de
la educación actual, que crea en los adolescentes una visión individualista y el poco
interés por conocer nuevas culturas, costumbres y pensamientos.

Si alguna vez se cerrara las puertas del colegio Mayor y las voces dejaran de gritar:
Mayor, te quiero Mayor. Esta institución será el modelo de una gran trascendencia no solo
en la educación, sino en la convivencia de las personas de toda una nación, la
multiplicidad de culturas, que en palabras de Arguedas , “Todas las Sangres” se plasma
en este colegio, creado con el fin de educar y que los mismos estudiantes le dieron el
objetivo de formar una nación en la que todos compartan su vivencia, sin importar el color
de piel, la variación de la lengua ni el lugar de donde procede, todos somos de un mismo
país, un país que se preocupa por la educación, porque nunca se atrevió a dar un paso
gigante en esta rama, que se queja de la pobreza y de los vicios porque nunca se atrevió
a educarlos.

Que se pretenda construir una convivencia en base a la educación no de un grupo de


800 tantos estudiantes sino de toda una nación que a viva voz grite: ¡Perú, te quiero Perú!

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