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El declive del sistema inmunitario es progresivo partir de los 25 años a medida que
avanzamos en edad. Esto produce un deterioro fisiológico de la función inmune y que
contribuye al aumento de la morbilidad y mortalidad en la tercera edad debido al aumento
en la incidencia de enfermedades infecciosas, cánceres, enfermedades de tipo autoinmune
y degenerativo.
Al ser el timo el sitio de maduración y diferenciación de las células T, es nombrado “el reloj
inmunológico del envejecimiento”. La involución del timo y la disminución de la salida de
linfocitos T son dos importantes cambios que ocurren en el sistema inmunitario con el
envejecimiento. Generalmente, la involución del timo comienza en la pubertad. Sin
embargo, se ha reportado que la atrofia del espacio epitelial en el hombre comienza al año
de edad.
Aunque el tejido tímico funcional se mantiene al menos hasta los 60 años de edad, al cabo
de los 50 años la mayoría del tejido parenquimal es remplazado por grasa. Esta involución
del timo, debida al envejecimiento, trae como consecuencias que se reduzcan la producción
de células T, así como su salida a los órganos linfoides secundarios, además de afectar el
mantenimiento del repertorio de células vírgenes en el compartimiento de células T
periféricas.
Hoy sabemos que con la edad el timo involuciona infiltrándose de grasa y con menos
células útiles. Esto hace que deteriore su participación en formación de linfocitos T. En
concreto, las células inmaduras ingresan en el timo proveniente de la médula ósea y en el
mismo maduran y se diferencian hasta convertirse e linfocitos T maduros y aptos para
intervenir en la defensa del individuo.
CAMBIOS RELACIONADOS CON LAS CÉLULAS T
Estas células son muy importantes en la defensa del organismo ya que son las encargadas
de producir anticuerpos. Como consecuencia, la respuesta inmune de las personas ancianas
se ve disminuida frente a algunos microorganismos, como por ejemplo el virus de la gripe.
Como consecuencia, los ancianos manifiestan pobre protección contra agentes infecciosos
con los cuales no se ha tenido experiencia anterior, y respuesta disminuida ante la
vacunación.
El análisis de la respuesta de anticuerpos y en el número total de células B que se une a
antígenos foráneos, demuestran que la inmunosenescencia no es un estado de deficiencia
inmune, sino de desregulación inmunológica. De hecho, ha sido demostrado que aunque la
respuesta contra antígenos extraños es menor que con respecto a individuos jóvenes, el
número de células B secretoras de autoanticuerpos está muy aumentado.
Cuando los telómeros se acortan por debajo de una longitud mínima, las células no pueden
seguir dividiéndose y dejan de regenerar los tejidos, produciéndose así el envejecimiento
de todo el organismo. Se ha visto que en los ancianos se produce una acumulación de
linfocitos maduros que se han dividido muchas veces y tienen unos telómeros más cortos.
Estas células ya no pueden seguir dividiéndose por haber alcanzado la senescencia
(envejecimiento) celular.
CONCLUSIONES.
BIBLIOGRAFIA.