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Andrés Felipe Arenas

Cod: 1700191

La clave wayúu en Del amor y otros demonios

Gabriel García Marquéz es el escritor más importante que ha tenido el territorio que

conocemos como Colombia. Territorio que es reconocido por dos elementos: la lengua,

que es el español y la religión católica, ambas herencias del periodo de la conquista y que

definieron la imagen de lo que era ser colombiano durante décadas. ¿Pero sólo es

colombiano el católico y el hablante nativo del español? ¿Dónde están los otros? ¿Qué

serían los grupos indígenas que representan el 3,4 % de la población?

Según la organización nacional indígena colombiana existen en el territorio 102 grupos

indígenas. Cada uno de estos con sistemas internos de organización que se conforman en

base a sus propias necesidades, lengua y creencias. Uno de los tantos problemas que han

tenido que enfrentar es que la sociedad central colombiana los reconozca como parte de

su semiosfera, la semiosfera según Gustassof esto es:

Desde un punto de vista semiótico, esta idea de “cultura” corresponde (en

parte) a la existencia de “esferas” de producción signica. Todo signo o

conjunto de signos se produce en un contexto semisocial más o menos

definido: una cultura nacional y/o étnica, con un idioma (o más) y sus reglas

explicítas e implícitas para la producción y reproducción de signos y textos,

cosntituiría un ejemplo de una “esfera” sémica específica y bastante definida.

(Gustasoff, Jan, 2004 p.40)

Entonces en el asunto de la colombianidad está el problema de qué es ser colombiano,

qué conjunto de signos son nuestros y residen en nuestra semiosfera y cuales no. En
Colombia hemos construido la totalidad nuestros signos basados en occidente, lo cual no

es un error, ya que, sería errado desconocer la influencia europea en el continente, pero

si una limitación de lo que realmente somos, ya que, desconocemos nuestro pasado

amerindio y negro; entonces el colombiano debe reconocer al indígena como el otro, que

reside dentro de su misma semiosfera, es decir con el que comparte ciertos rasgos

culturales que los hace identificarse como colombianos, y no como el otro radicalmente

otro fuera de ella, que hace al indígena ser visto como parte de una alteridad radical de la

que ser colombiano no hace parte.

Gabriel García Márquez reconoce esta diversidad de signos dentro de una misma

semiosfera, es el quien toma estos como parte de un todo para elaborar textos que dan

cuenta de las influencias occidentales, pero también de las indígenas, de ahí que en el

2005, durante el hay festival de Cartagena, los Wayúu le entregaran un bastón que lo

acreditaba como Palabrero, mientras le decían “Usted es el más grande de los nuestros”.

El Palabrero para los wayúu es un juez e intermediario que escucha a las partes en

conflicto y mediante el poder de la palabra decide qué se va a hacer. García Marquéz a

su vez ha reconocido la influencia de este grupo indígena en su vida y obra, en algunas

entrevistas y en su autobiografía Vivir para contarla:

La lengua doméstica era la que sus abuelos habían traído de España a través

de Venezuela en el siglo anterior, revitalizada con localismos caribes,

africanismos de esclavos y retazos de la lengua guajira, que iban filtrándose

gota a gota en la nuestra. La abuela se servía de ella para despistarme sin saber

que yo la entendía mejor por mis tratos directos con la servidumbre. Aún

recuerdo muchos: atunkeshi, tengo sueño; jamusaitshi taya, tengo hambre;

ipuwots, la mujer encinta; arijuna, el forastero, que mi abuela usaba en cierto


modo para referirse al español, al hombre blanco y en fin de cuentas al

enemigo. (García, Márquez Gabriel, 2002 p.63)

En la cita podemos ver la influencia a nivel lingüístico que los wayuu tuvieron en el nobel,

a propósito de esto podemos recordar la hipótesis Sapir-Whorfes (1983) en la que se

plantea que hay una relación entre el lenguaje hablado de una persona y su modo de

entender y conceptualizar al mundo, para ser más específicos: “La lengua de un hablante

determina completamente la forma en que éste conceptualiza, memoriza y clasifica la

«realidad» que lo rodea Es decir la lengua determina fuertemente el pensamiento del

hablante.” Es decir, la lengua indígena que aprende Gabriel García Márquez durante sus

primeros años de vida en la casa de los abuelos, determinará en parte cómo el escritor

percibe el mundo y por lo tanto como lo escribe, a continuación podemos ver un ejemplo

de este fenómeno descrito una vez más en Vivir para contarla:

Fue el primer viaje a mi Guajira imaginaria, que me pareció tan mítica como

la había descrito tantas veces sin conocerla, pero no pienso que fuera por mis

falsos recuerdos sino por la memoria de los indios comprados por mi abuelo

por cien pesos cada uno para la casa de Aracataca. (García, Márquez Gabriel,

2002 p.401)

En la cita anterior podemos ver un ejemplo de la hipótesis Sapir Whorfes aplicada a la

vida del nobel colombiano, en la que es evidente la influencia que tuvieron los Wayúu en

su modo de concebir la realidad. Entonces ¿por qué la crítica no se ha mencionado al

respecto?

En el libro La clave Wayúu en Gabriel García Márquez, el profesor Juan Moreno Blanco

(2015) a propósito de la crítica sobre el nobel afirma “Hay en ese corpus discursos que

explícitamente han negado la presencia amerindia en la biografía y obra del colombiano”


(Moreno, Juan p. 30) Y a continuación cita ejemplos como el de Dasso Saldívar quien

aunque menciona la presencia de los Wayúu en la casa de García Márquez en Aracataca

no les da mayor trascendencia en la vida del nobel. Otro ejemplo es el de Stephan Minta

en el que menciona el aspecto chamánico del personaje de Melquiades, sin embargo, está

idea no se desarrolla porque “al escritor se le inscribe dentro de una historia unitaria” en

la que no es posible una pluralidad en la que intervenga alguna sociedad amerindia. Por

último, la crítica de Carlos Pacheco y Ángel Rama; Carlos Pacheco en su libro La

comarca oral descarta la influencia de la oralidad en la obra garciamarquiana al decir que

respecto a la cuestión de la oralidad que conforma su estudio en el trabajo del nobel no

tiene la mayor relevancia, esta afirmación se debe, según Juan Moreno, a que la Literatura

de García Márquez, sale de las clasificaciones que establece Pacheco enfocadas en el

plano lingüístico y las estrategias narrativas. Por último en el libro del profesor Moreno,

éste nos muestra la contradicción del crítico Ángel Rama quien afirma que García

Márquez es la cabeza ostensible de los transculturadores, pero al mismo tiempo nos dice

que su formación de narrador se debe a la cualidad cosmopolita de barranquilla y sus

influencias del modelo extranjero. Entonces, tenemos una crítica que niega el rastro

indígena en García Marquéz, otra que desarrolla a medias el concepto chamánico y otras

que desconocen la influencia de culturas orales en el escritor. En este trabajo,

trabajaremos con las dos últimas que desconocen las marcas transculturadoras

influenciadas por los Wayúu, debido a que no se evidencian en la lengua o estructura

usadas por el nobel, ya que, nos parece que establecer la influencia de los pueblos

amerindios (u otros) a las marcas lingüísticas o la estructura es limitar el concepto de

transculturación que propuso Rama y convertirlo en algo misceláneo, sin tomar en cuenta

las ideas o temáticas que subyacen en los textos.


Ángel Rama propone el concepto de transculturación narrativa en su libro

Transculturación narrativa en América Latina, este consiste en que:

la cultura latinoamericana del presente posee una energía transformadora, un

dinamismo reelaborador que opera sobre dos matrices culturales: la tradición

heredada del pasado de la propia cultura latinoamericana, y las aportaciones

modernizadoras de la cultura universal. La transculturación narrativa, es

decir, la que atañe a los procesos reelaboradores que moviliza la prosa del

continente, ocurre en tres niveles distintos: el nivel de la lengua, el nivel de la

estructuración literaria y el nivel de la cosmovisión. (Castañeda, Luís, 2010

p. 1)

Como podemos ver Rama propone tres niveles para considerar la transculturación de un

texto; Lengua, estructura y cosmovisión. En el nivel de la lengua de los autores

transculturados desaparecen de las jerarquías impuestas en el regionalismo. En el

regionalismo había un doble registro que separaba el habla culta de la popular o dialectal,

en la transculturación los narradores se apropian de esta lengua y hacen uso de ella sin

distinción o jerarquías entre personajes y narrador en sus textos.

Al nivel de la estructura los transculturadores se alejan de las formas extranjeras y

reelaboran las formas de la narrativa popular.

Por último, en la cosmovisión, los transculturadores retoman sus propios mitos

populares, que hasta ese momento habían permanecido invisibilizados, lo que permite

liberar un conocimiento sepultado en las creencias populares y las tradiciones autóctonas.

Podemos comprender entonces el porqué Carlos Pacheco omite los rasgos de la oralidad

en la literatura garcíamarquiana y a su vez Rama tiene una posición ambivalente al

respecto. Primero, es improbable encotrar rasgos de la oralidad en los textos de García


Márquez, caso contrario al de Rulfo en el que éste predomina; segundo, porque su

estructura narrativa tampoco corresponde al de una tradición oral, sino que sigue como

afirma Rama, influencias extranjeras. Sin embargo, en el tercer nivel, la cosmovisión,

referente a los mitos y tradición oral latinoamericana, en el trabajo de García Márquez se

distingue la marca amerindia, ya que como citamos anteriormente, la visión del mundo

del autor se construyó durante sus primero años con base a las historias que le contaban

los indios en la casa de sus abuelos. Esta lectura en clave Wayúu es la que nos propone

el profesor Juan Moreno, a continuación leeremos la novela Del amor y otros demonios

desde esta perspectiva.

Del amor y otros demonios es una novela publicada en 1994. La protagonista es Sierva

María de todos los Ángeles, hija del Marques de Casalduero y Bernarda Cabrera. Al nacer

la niña es olvidada por sus padres y criada por los esclavos negros que convivían en la

casa, de esta manera aprende su lengua y costumbres. Durante una visita al mercado

Sierva María es mordida por un perro, que poco después sería sacrificado por estar

enfermo de rabia. Al principio la herida no le causa mayores inconvenientes y cicatriza

bien, solo tiempo después la niña enfermaría y su padre asumiría que es a causa de la

mordida de la rabia. Busca ayuda en un médico de la ciudad llamado Abrenuncio, Poco

después sería llamado por el obispo de la ciudad quien la enviaría internada al convento,

donde es visitada por el ayudante del obispo, Cayetano Alcino del Espíritu Santo Delaura

y Escudero quien se enamora de ella y a causa de esto es degradado a ayudar en el hospital

de la ciudad. Cayetano sigue visitando a Sierva María a escondidas durante las noches,

sin embargo, está es aislada cuando empiezan a exorcizarla; Cayetano no puede volver a

ver a Sierva María y esta decide morir desde los sueños.

Ahora miraremos los esquemas arquetipales Wayúu que propone el profesor Juan

Moreno y mostraremos cómo aparecen estos en la novela. Estos esquemas se presentan


en las narraciones como repeticiones o agrupaciones temáticas de ciertas imágenes, “las

cuales en su acumulación y variación ilustran o completan un sentido” (p.118) se tomarán

las imágenes catalogadas como hierofánicas, es decir, en las que “algo sagrado se nos

muestra” “la manifestación de algo completamente diferente, de una realidad que no

pertenece a nuestro mundo” (Eliade, 1967: 18-19) de esta imágenes tomaremos sólo dos

que a nuestro parecer son las que se encuentran presentes en la novela: a) la aparición de

los espectros de los muertos y b) los mensajes del mundo sobrenatural en el sueño.

Para los Wayúu la muerte no es el final de la existencia, los muertos (yoluja) es “actor de

unos motivos y unos intereses que derivan de su anterior condición de vivo, como si en

su nueva vida diera culminación o forma a empresas de su vida anterior”. En la novela

podemos ver está imagen hierofánica en el personaje de Dulce Olivia de profesión

talabartera quien recordemos fue el primer amor del marqués, el padre de éste al saber su

pretensión de casarse con la joven lo desterró, éste renunciaría al amor de la talabartera

una noche que “Desbordado por el terror en la heredad desierta, Ygnacio el joven

renunció a su amor y se sometió a los designios del padre” (García, Márquez Gabriel 1994

p.26) Sin embargo, Dulce Olivia seguiría al lado de Ygnacio, sirviendo en la casa de este

y permaneciendo junto a él, cuando ya todos se habían ido, y aún despúes de su propia

muerte.

Ella se levantó sin terminar. Quitó la mesa, lavó los platos y las cazuelas con

una rabia sórdida, y a medida que los lavaba iba rompiéndolos en el fregadero.

Él la dejó llorar, hasta que vació los escombros de la vajilla como una

avalancha de granizo en el cajón de la basura. Se fue sin despedirse. El

marqués no supo nunca, ni lo supo nadie, en qué momento Dulce Olivia había

dejado de ser ella, y sólo seguía siendo una aparición en las noches de la

casa.(García, Marquez Gabriel p.86)


Dulce Olivia nunca renuncia a ser la esposa de Ygnacio, aún cuando este esta casado con

otras ella ejerce la función del cuidado de la casa de permanecer a su lado, incluso siente

a la hija del marques como propia, por eso permanece a su lado aún después de muerta

ya que casarse con Ygnacio es su interés y motivación derivada de cuando estaba viva.

En este personaje podemos ver entonces claramente la imagez hierofánica

correspondiente a la visión Wayúu del mundo en cuento a la muerte como una

continuación y no como punto final de la vida.

La segunda imagen hierofánica corresponde a los mensajes del mundo sobrenatural en el

sueño, para los Wayúu “el sueño es una estación que pertenece a la otra dimensión del

mundo donde residen los grandes poderes sobrenaturales que determinan los

acontecimientos del mundo.” (Moreno, Blanco Juan 2015 p.127) Está imagen la podemos

ver en el personaje de Sierva María, recordemos el sueño que tiene

Delaura había soñado que Sierva María estaba sentada frente a la ventana de

un campo nevado, arrancando y comiéndose una por una las uvas de un

racimo que tenía en el regazo. Cada uva que arrancaba retoñaba enseguida en

el racimo. En el sueño era evidente que la niña llevaba muchos años frente a

esa ventana infinita tratando de terminar el racimo, y que no tenía prisa porque

sabía que en la última uva estaba la muerte. (García, Márquez Gabriel 1994

p. 48)

Tenemos que Cayetano inicialmente sueña con Sierva María sin conocerla, no

correspondería a un suceso futuro, ya que no implica una profecía o acontecimiento, pero

sirve para dar paso a un paquete de mitema al que el profesor Moreno (2015) llama

coincidencia de la vigilia con el sueño, al respecto nos dice que “en estas imágenes sucede
la actividad onírica bajo condiciones propias de la vigilia como son la sociabilidad, la

facultad de actuar según el libre albedrío o el simple hecho de estar despierto.” (Moreno,

Blanco Juan 2015 p.141) dentro de este mitema en el nivel de contenidos semánticos

homólogos tenemos que en la novela Sierva María y Cayetano tienen un sueño

compartido, ya que, la niña tiene el mismo sueño que citamos anteriormente: “Fue un

sueño. Lo contó: estaba frente a una ventana donde caía una nevada intensa, mientras ella

arrancaba y se comía una por una las uvas que tenía en el regazo.” (García, Márquez

Gabriel, 1994 p.67) Tenemos entonces, una segunda irrupción de una imagen hierofánica

Wayúu.

Es también en este sueño que se presenta un segundo contenido semántico homologo: la

facultad de intervenir en el desenvolvimiento del sueño. Sierva María ha sido condenada

por el imperio a morir, ¿por qué? porque representa la esencia de América, la que se salió

de las manos del colonizador, una combinación de español, indígena y negro, una salvaje,

no civilizada en su esencia, aunque por fuera sea blanca y tenga título nobiliario. El

imperio, mediante la iglesia, ha decidido que debe morir, sin embargo, en un último acto

de rebeldía, Sierva María decide morir a su manera: en sueños.

El 29 de mayo, sin alientos para más, volvió a soñar con la ventana de un

campo nevado, donde Cayetano Delaura no estaba ni volvería a estar nunca.

Tenía en el regazo un racimo de uvas doradas que volvían a retoñar tan pronto

como se las comía. Pero esta vez no las arrancaba una por una, sino de dos en

dos, sin respirar apenas por las ansias de ganarle al racimo hasta la última uva.

La guardiana que entró a prepararla para la sexta sesión de exorcismos la

encontró muerta de amor en la cama con los ojos radiantes y la piel de recién

nacida. Los troncos de los cabellos le brotaban como burbujas en el cráneo

rapado, y se les veía crecer. (García, Márquez Gabriel, 1994 p. 91)


Sierva maría tiene el poder chamánico de intervenir en el mundo onírico, es ella quién

decide cómo y cuándo morir, este es su acto de liberación, le quita al colonizador el poder

de decisión sobre ella.

Finalmente, podemos afirmar que es necesario ampliar la crítica de los textos

considerados transculturados en el marco de los tres niveles de propuestos por Rama:

Lingüístico, estructural y cosmovisión, y hacer enfásis en el último, ya que, como vimos

no puede ser identificado fácilmente. También, podemos afirmar que Gabriel García

Márquez es un narrador tran: sculturado, ya que, aunque no podamos encontrar rasgos de

las comunidades amerindias, en los niveles lingüísticos y estructurales de su obra, si los

podemos encontrar en la cosmovisión; como ejemplo de esto tenemos la novela Del amor

y otros demonios en la que podemos encontrar tres claras imágenes hierafánicas

correspondientes a la cultura Wayúu.


Bibliografía

Au, T. K. F. (1983), “Chinese and English counterfactuals: the Sapir-Whorf

hypothesis revisited”. Cognition, 15(1), págs. 155-187.

Eliade, Mircea, 1963. Aspects du Myhte: Francia: Gallimard.

García, Márquez Gabriel, 1994. Del amor y otros demonios. Ciudad de

Mexico, Mexico: Editorial Diana.

García, Marquéz Gabriel, 2002. Vivir para contarla. Bogotá, Colombia:

Editorial Norma

Gustafsson, Jan, 2004. El cronotopo cultural, el estereotipo y la frontera del

tiempo: la preterización como estrategi de represetntación del “Otro”. Cultura,

lenguaje y representación, número 1, volumen 1, pp 137-147

Moreno, Blanco Juan, 2015. Transculturación narrativa: la clave Wayúu en

Gabriel García Márquez . Cali, Colombia: Programa editorial Universidad del

Valle.

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