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Luis Querbes

¡225° aniversario
del don precioso de la vida!

¡La comunidad viatoriana


lo recuerda!

Viator Web N O  82, Enero 2018


P. Alain Ambeault, c.s.v.,
Superior general

¡Padre Querbes, el Hombre de la providencia de Dios!

Mientras Francia vivía los fuertes sobresaltos de la revolución, Louis Querbes nacía en Lyon
en 1793. Este año, que marca el 225 aniversario de su nacimiento es, sin duda, un año de
orgullo y de celebración, pero también un tiempo de gracia para recordar al hombre de gran
fe que fue nuestro fundador.

Para que toda la comunidad de viatores pueda conmemorar este año especial, yo he invitado
a los Superiores Generales precedentes a que se unan a mí y respondan a la siguiente
pregunta:
El Siervo de Dios, Louis Querbes, se manifestó durante su vida, y como parte de
sus responsabilidades como fundador de nuestro Instituto y Superior General,
las actitudes humanas y la fe notable. ¿Cuál de estos parece el más inspirador?

Agradezco desde el fondo de mi corazón a los dos hermanos que han aceptado
generosamente colaborar en esta publicación que marca el inicio del año Querbes para
todos los Viatores.
Él repetía con frecuencia esta pequeña frase: ¡Deus providebit! Ella se ha ido inscribiéndose
progresivamente en su vida como un surco de fe que se inscribe en un recorrido humano y,
con el tiempo, se convierte en un camino... un destino. Sí, Dios proveerá fue para Querbes
no solo una razón para esperar en la presencia benévola de Dios, sean cualesquiera los
eventos, sino el arte, la disposición interior de quien vive de una promesa.
¿Qué nos enseña esta profunda actitud de fe del Padre Querbes? Yo veo en ello tres
movimientos que deben inspirarnos hoy a todos, en nuestra voluntad de siempre, inspirarnos
de su persona y hacer cada vez actual el carisma - el don del Espíritu que actúa - que él nos
legó. Dios proveerá, es decir: ¿qué estás buscando? ¿Te acuerdas? ¡Actúa conmigo ahora!

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¿Qué buscas tú?
El desafío de la aventura humana para un creyente, ¿es encontrar el camino que conduce a
la felicidad profunda de saberse en la trayectoria de Dios? Ciertamente esto nombre el
destino. Este camino esta vía son ciertamente los de la libertad humana en el corazón de la
cual se enroscan las llamadas de Dios. La coacción no conduce al creador de la vida;
solamente las elecciones realizadas con toda esperanza. Un amigo decía en el momento de
su muerte: mi vida de fe es grandes momentos de duda y algo de fe. ¡Al final, la fe ha
ganado!
Los actos de fe no se componen solos; son los eventos de la vida, las personas que
conocemos, con los cuales escribimos trozos de vida que nos dan las palabras. Una fe que,
un día, llega a creer profundamente que Dios proveerá para ello, es alguien que se atreve a
desplazar las evidencias aparentes, las convenciones humanas, para ver con los dos ojos
totalmente abiertos la realidad circundante. No se busca a Dios con los ojos clavados en el
cielo, sino con os ojos fijos en las realidades que nos hacen oír esta interpelación: ¿qué
estás buscando tú? Esta pregunta no viene directamente del cielo, sino de esos ángeles
que nos rodean que tienen dos brazos, dos piernas, una historia y que luchan por una vida
decente y digna.
¡Entonces, Deus providebit es atreverse a mirar la realidad para que el ángel de Dios nos
interpele!

¿Te acuerdas?
Cuando Moisés pregunta a Dios quién es, él responde con una afirmación por lo menos
ambigua: “Yo soy el que soy”. (Ex 3, 14) Oculta, sin embargo, el misterio de la naturaleza
divina. ¡Qué es más poderoso que el verbo ser! ¿Qué es más poderoso que el verbo estar en
el presente? ¡Yo estoy! Esta revelación de la naturaleza misma de Dios permite al creyente
ignorar las reglas básicas del lenguaje al distinguir el pasado del presente y del futuro al
afirmar que, a través de todo este conjunto, Dios dice: ¡YO SOY!
Entonces, recordar esta convicción de la profunda fe de Louis Querbes, “Dios proveerá en
ello” finalmente es abrazar esta respuesta que Moisés le dio a su pueblo: Dios es “Yo soy”.
¡Él es cuando tu mirada es captada por el presente!; ¡Él es cuando recuerdas tu historia!; ¡Él
es cuando piensas en lo que tú debes hacer, en el futuro!

¡Actúa conmigo ahora!


La fuerza del Padre Querbes podría haber venido de su determinación. Evidentemente él
tenía fuerza. Podría haber surgido de su gran inteligencia y su excelente formación. Muchos
lo reconocieron en su tiempo prometiéndole una buena carrera eclesial. ¡No! Ella vino como
la culminación de un movimiento que le ha invitado siempre a buscar verdaderamente, a
recordar el don de Dios en su vida y a decidir actuar con Él. Tengamos cuidado: estamos
muy lejos de una sumisión dichosa a los eventos de la vida; Querbes se casa con la mirada

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de Dios y quiere colaborar en su Reino. Lleva consigo intuiciones que sabe inspiradas por el
Espíritu y pretende llevarlas a la única encrucijada que confirma su veracidad: la constatación
de un sentirse mejor en una vida según el deseo de Dios y su reconocimiento por parte de
la Iglesia.
En una carta al Padre Faure, Querbes afirma su resolución de llegar hasta el final con Dios:
es el momento en que los obstáculos se elevan a la altura de las montañas, y es en el que
Dios me da la gracia de ser el más firmemente resuelto. (DQ 194 4.122)
225 años después de su nacimiento, el Padre Querbes, Dios proveerá en ello, que resuena
en mí como la más bella expresión de esperanza que debe conducirnos sin tener en cuenta
el camino que recorremos hoy. ¡Señor!, Que vuestra memoria nos inspire una búsqueda
cada vez más convencida y verdadera de vuestra voluntad, la memoria de una presencia
que no puede ser más verdadera que un: “Yo soy”, y la determinación de aquellos y aquellas
que se atreven, que actúan y que crean porque saben que lo están haciendo con el Dios de
su vida.

¡Y Dios vio que aquello era bueno, nos recuerda las primeras páginas de la creación!

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P. Mark R. Francis, c.s.v.

Una reflexión sobre el padre Querbes


“El niño es el padre de un hombre” William Wordsworth

Cuando se me pidió que compartiera un aspecto de la vida del Padre Querbes que me había
impresionado o inspirado particularmente a lo largo de los años, pensé en esta frase del
poema de William Wordsworth. Esta intuición poética El niño es el padre de un hombre
expresa cuán temprano nuestras experiencias presagian la forma en que nos enfrentaremos
a los desafíos de la vida. Aunque no se trata de un joven, una decisión especial tomada por
el padre Querbes cuando era un joven sacerdote no solo tuvo consecuencias para su vida,
como párroco de Vourles y fundador de los Clérigos de San Viator, sino que también dio
pistas sobre el tipo de hombre que era y la forma en que entendía su vocación como sacerdote
y como superior religioso.
Era joven vicario parroquial cuando, tras su ordenación sacerdotal, asumió su primer
nombramiento en la parroquia de Saint-Nizier en Lyon, su ciudad de nacimiento. Según el
padre Favre, muy pronto adquirió la reputación de ser un sacerdote excepcional. Fue un
excelente administrador dirigiendo a los jóvenes del coro y la escuela parroquial Saint-
Nizier. Dedicó largas horas al confesionario y sus indicaciones espirituales fueron muy
apreciadas. Sus enseñanzas catequéticas eran sólidas y prácticas, y constantemente iban
en su busca personas que le pedían que pudiese acompañar a un moribundo para brindarle
el verdadero consuelo que esperaba. Entre todas estas cualidades seguramente fue su
habilidad en la predicación la cualidad que más le dio a conocer.
El Arzobispo de Montblanc pidió al Arzobispo de Lyon que le enviara algunos misioneros a
su diócesis. Los resposables de Lyon decidieron responder positivamente enviando a dos
sacerdotes selectos; El padre Querbes era uno de ellos. La razón de esta invitación era muy
sencilla: Era bien considerado por su empeño pastoral y especialmente por su capacidad de
predicar bien.

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Es importante tener en cuenta lo que implicaba esta invitación para el futuro. Evidentemente,
era una forma de verificar si este joven sacerdote tenía la capacidad de asumir
responsabilidades importantes. Al decir “sí” a esta solicitud, habría sido probable colocado
en la vía rápida de las promociones episcopales.
Querbes lo pensó y, antes de responder, preguntó a los superiores si su invitación era una
orden. Se le dijo que “no”: Ellos pensaban que era capaz de asumir aquel ministerio, pero
era libre de aceptar o rehusar la invitación. En este caso, añadió, prefiero quedarme en mi
diócesis. Esta fue una decisión importante porque los dos sacerdotes que aceptaron la
invitación fueron eventualmente promovidos a responsabilidades más altas: uno como
obispo de Nevers y el otro cardenal arzobispo de Burdeos.
¿Qué nos dice sobre el padre Querbes esta decisión tomada en su juventud? Es obvio que
el Padre Querbes no era un arribista. Sabía muy bien que al aceptar esta oferta del arzobispo
de Montblanc, tendría buenas posibilidades de obtener un ascenso; sin embargo, se negó,
él tenía talento y era respetado por sus superiores y compañeros, pero en lugar de
aprovecharse de estos regalos para obtener poder o gloria personal, eligió otro camino,
que lo llevó a trabajar con personas de la “periferia”. Es cierto que la virtud de la humildad
no es bien conocida en nuestro mundo moderno, a veces se interpreta erróneamente como
una falta patológica de confianza en sí mismo u obsesión por los propios errores. Louis
Querbes pensó que la humildad incorporada, en el sentido original de la palabra, indica una
persona “arraigada” que no busca ningún beneficio o poder sobre los demás, sino
simplemente una forma de servir en el nombre de Cristo.
Creo que este aspecto de la vida del Padre Querbes fue un legado para la comunidad que él
fundó. Una de las características constantes de los Viatores en todo el mundo se encuentra
en la atención a los que se quedan atrás. Servir a “estos pequeños” no es una manera
rápida para promocionarse o para la propia gloria, sino más bien un medio por el cual
caminamos en el seguimiento de Cristo que no vino para ser servido, sino para servir. Ya
sea trabajando con inmigrantes indocumentados, educando a jóvenes que no pueden pagarlo,
asumiendo la responsabilidad de parroquias pobres en áreas desfavorecidas de nuestras
ciudades, los Viatores generalmente no buscan reconocimiento público por lo que hacen;
sin ruido, van a trabajar con la satisfacción de ser fieles al carisma y el ejemplo que recibieron
del Padre Querbes.
El niño es el padre de un hombre. La decisión del padre Querbes cuando era un joven
sacerdote llevó su vida por el sendero del servicio humilde. También es un legado que
nosotros, Viatores, estamos llamados a extender.

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P. Léonard Audet, c.s.v.

La visión fundadora del Padre Querbes


y la misión de los catequistas de San Viator

En una de mis cartas circulares donde subrayaba el bicentenario del nacimiento de Luis
Querbes, yo señalaba cuatro preocupaciones del Fundador que son muy significativas y
que siguen siendo todavía de actualidad. Las recuerdo aquí brevemente.
1- La misión que el Padre Querbes confía a sus hermanos: anunciar a Jesucristo. Él no
usa esta expresión, pero manifiesta la misma realidad con fórmulas equivalentes.
Por ejemplo, escribe: “El catequista no debe descuidar ninguna oportunidad de
evangelizar a Jesucristo”. Por eso fundó él una sociedad de catequistas: “Es muy
importante justificar el nombre que nos distingue en la Iglesia”. ¿Hay, en el mundo
actual una misión más imperativa que la de la evangelización a la que nos envía
nuestro título de catequistas?
2- El padre Querbes quería una misión muy original, orientada principalmente a los jóvenes
del campo, a los más abandonados. Después del Vaticano II se ha descubierto de una
manera nueva esta exigencia fundamental hacia los pobres y los pequeños. El Papa
Francisco lo ha convertido en una exigencia mayor de la Iglesia actual
3- La espiritualidad del Padre Querbes ha privilegiado lo que está en el corazón de toda
la vida cristiana. Ha centrado su vida espiritual y la de sus hijos en la Palabra de Dios,
la Eucaristía y la liturgia. Su espiritualidad ha favorecido a la vez la dimensión
contemplativa (la interioridad) y el compromiso apostólico como lo resume bien su
divisa: “adorado y amado sea Jesús”
4- Su deseo de invitar a los laicos, casados o no, a la misión evangelizadora. Uno de
sus pesares es el de no haber podido realizar hasta el final el poner en su lugar la
rama laica de la Sociedad de los catequistas de San Viator. Ésta fue una de las
intuiciones más innovadoras del Padre Querbes.

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Yo quiero ahora insistir en la importancia de la misión que confía a los catequistas, es decir
“evangelizar a Jesucristo”. “Sea cual sea la misión particular del Catequista (...) no debe
descuidar ninguna ocasión de evangelizar a Jesucristo, sobre todo a los pobres, y de disipar
en todas partes los prejuicios de la ignorancia y la irreligión” (Artículo 4 de los Estatutos) Se
comprende por qué el padre Querbes insiste tanto en la misión del Catequista: el estado de
descristianización de Francia en ese momento es muy preocupante. El hermano Robert
Bonnafous, en una conferencia dada en Vourles en 1993, describe bien el estado de Francia
en ese momento: “La época en que el proyecto querbesiano toma forma se sitúa en el
punto culminante de la ebullición directamente surgida de la Revolución francesa (1789-
1799) (...). Francia sufre un vacío espiritual y religioso, alimentado por una fuerte corriente
de pensamiento que imagina incluso un mundo sin referencia a Dios. (...) El país es cons-
ciente de su retraso cultural y de las serias deficiencias del sistema escolar”. En este contexto,
se comprende bien la intención fundacional del Padre Querbes y la misión que asigna a los
catequistas de San Viator.
Ignoro cuál es la situación de Francia en la actualidad, respecto a la fe cristiana y a la
práctica religiosa. Lo mismo que la situación de los demás países donde trabajamos los
c.s.v. Deseo simplemente hablar, en este sentido, de la provincia de Quebec (Canadá).
Trataré de comprender mejor la misión específica de los Viatores en la tierra de Quebec en
este sentido. Para entrar en materia diré que la Iglesia institución vive, en Quebec, una
gran dificultad. Normand Provencher, en su libro:”Demasiado tarde” escribe: “Ella (la Iglesia)
agoniza”. En efecto dentro de 25 años no quedará gran cosa de la Iglesia de hoy, en su
forma actual. Es fácil dar un diagnostico: se trata sencillamente de echar una mirada sobre
la disminución del número de practicantes habituales, la incapacidad de suscitar vocaciones
al sacerdocio o a la vida religiosa, la dificultad de reclutar catequistas laicos en el campo
de la educación de la fe o de la formación a la vida cristiana, etc. La mayoría de los creyentes
no frecuenta ya las iglesias. Los ritos cristianos no responden ya a las expectativas de la
gente. Es el fin de un tipo de Iglesia. Estamos a punto de pasar página.
El gran desafío de la comunidad de los viatores de Quebec, es el de colaborar activamente
y edificar la Iglesia de otra manera. ¿Cómo encontrar nuevos caminos y nuevos lugares
para vivir allí el evangelio? Para ello será necesario poner en práctica mucha imaginación,
creatividad y audacia. Y ponerse resueltamente a la escucha del Espíritu que ya está
trabajando, y no solamente al interno de la estructura institucional. ¿Podremos colaborar a
encontrar una manera nueva de hacer Iglesia que sea significativa para el mundo de hoy y
de aquí, especialmente para los jóvenes? Eso forma parte de nuestra misión primera, o sea
la de suscitar comunidades donde la fe es vivida, profundizada y celebrada” (Constitución,
art. 8) Pues el Evangelio es siempre apto para hacer brotar nuevas formas de comunidades
eclesiales, como lo muestran las comunidades primitivas según el libro de los Hechos de
los apóstoles
Yo soy quizá idealista, pero pienso que la re-evangelización se hará sobre todo a partir de
pequeñas comunidades o células eclesiales donde la gente se compromete a reunirse en
nombre de Jesús, a escuchar juntos la Palabra de Dios, a compartir las alegrías y los
sufrimientos de la vida, a ayudarse mutuamente, a dialogar sobre los problemas de la
sociedad actual, a abrirse plenamente a la gente del medio en que viven y a sus
preocupaciones. Me parece que nuestras comunidades viatorianas locales, compuestas de
religiosos y asociados (as) son llamadas en primer lugar a convertirse en verdaderas
pequeñas células eclesiales capaces de dar el gusto del evangelio a los y las que les rodean.

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El gran desafío de las pequeñas comunidades eclesiales es su capacidad de ser Buena
Noticia en sus medios, y también su audacia para volver a proclamar el Evangelio con
palabras nuevas, y a interpretarlo para que sea una Buena Noticia que dinamice la vida
concreta de la gente. ¿Hay tantos creyentes en el exterior de la institución, somos nosotros
capaces de ser agrupadores en el interior de nuestras comunidades o en las redes de
creyentes autónomos? O ¿incluso en movimientos, grupos o reuniones? Actualmente hay
una necesidad enorme de personas capaces agrupar de comunidades capaces de tomar la
iniciativa de reunir gente en búsqueda de grupos o comunidades significativas. Porque los
cristianos están actualmente dispersos y pronto serán una minoría en la sociedad pluralista
de mañana. Para los Viatores, ser catequistas, es en primer lugar ser creadores de
comunidades de fe.
El Espíritu está a punto de suscitar entre nosotros un nuevo tipo de Iglesia. Muchos signos
apuntan en esa dirección. Un sociólogo de aquí, Raymon Lemieux, hacía notar que nunca,
en el pasado, ha habido tantos laicos y grupos que, en nombre de su fe, militan abiertamente
por la justicia social, el cuidado de la creación, la igualdad de la mujer en la sociedad y en
la Iglesia, etc. Son tantos practicantes de la caridad y la justicia en nombre del Reino” un
nuevo modelo de Iglesia está a punto de germinar en Quebec. La Iglesia del mañana está a
punto de nacer. Los viatores no están ciertamente ausentes de este movimiento del Espíritu
en el trabajo de la edificación de la Iglesia de Cristo: Pensemos en el trabajo de la educación
y la evangelización de los jóvenes en nuestros dos colegios y en los movimientos como el
S.P.V. y los campos de futuro, en obras como la Casa de la fe y el servicio catequético
viatoriano, etc. Nosotros somos ya colaboradores del Espíritu en la edificación de la Iglesia
del mañana. Pero es necesario sin duda ir todavía más allá como comunidades de fe.
Nosotros estamos llamados a convertirnos en una fuerza profética en misión de
evangelización allí donde se juega el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Como cristianos
y cristianas en una iglesia minoritaria en medio de una sociedad secularizada y pluralista,
estamos invitados a ser cada vez más conscientes del tesoro evangélico que llevamos.
Como los primeros discípulos en la Iglesia primitiva, tendremos necesidad de pertenecer a
comunidades locales significativas para reforzar juntos nuestras razones de creer y de esperar
y convertirnos así en lugares de interioridad y de misión. En este sentido, nuestra vida
fraterna en pequeño grupo será cada vez más un lugar de apoyo, de compartir evangélico y
de comunión al servicio de la Buena Noticia que se ha de proponer. Desde el punto de vista
de la misión, la cuestión primordial será la de preguntarse cómo dar el gusto por el evangelio
a los y las que nos ven vivir y actuar. Y también, ¿cómo acompañarles en experiencias de fe
compartida y de compromiso apostólico?, ¿Cómo hacer soñar a los jóvenes y los menos
jóvenes con proyectos creadores de vida y de esperanza? Proyectos sorprendentes que
tendrán formas diferentes pero que será alimentados por una misma savia evangélica.
Nosotros seremos también llamados a formar comunidades de pasión, que defienden al
débil y al excluido, comunidades de libertad que no se dejan captar por las potencias del
mundo. Para ser signos de vida, nuestras comunidades deben ser solidarias con los
empobrecidos y en vinculación con las fuerzas de cambio y de contestación de situaciones
de exclusión y de desigualdad inaceptables. A veces, nuestros proyectos irán contra corriente
de la cultura dominante como, por otra parte, han sido el proyecto y la práctica de Jesús. A
la luz del evangelio daremos un aire nuevo a nuestras comunidades locales para que ellas
lleguen a ser más significativas para la cultura contemporánea y más misioneras en nuestro
compromiso en el mundo. Entonces tendremos una posibilidad de llegar a ser una fuerza
profética al servicio de la evangelización.
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