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) PUBLICACIONES DEL SEMINARIO DE DERECHO PENAL PUBLICACIONES DEL SEMINARIO DE DERECHO PENAL
') DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA
DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA
DIRIGIDAS POR EL PROFESOR O. PÉREZ-VITORIA
)
) ARTURO MAJADA PLANELLES: El problema penal de la muerte y las legiones " ^ UNlVkkSlDAD DE SALAMANCA
deportihas, Bosch, Casa Editorial, 1946. "^^ FACULTAD DE DERECHO
) FEDERICO CASTEJÓN y MARTÍNEZ DE ARIZALA: Teoría de la continuidad de

) loa Derechos penal y civil, Bosch, Casa Editorial, 1949. Seminario Derecho Penal
FEANCISCO-FELIPE OLESA M U Ñ I D O : Las medidas de seguridad, Bosch, Casa ^ JOSÉ M.^ ESCmVA GREGORI
) Editorial, 1951.
FERNANDO DÍAZ PALOS: La causalidad material en el delito, Bosch, Casa Doctor en Derecho
) Editorial, 1954. Profesor Adjunto de Derecho Penal
de la Universidad de Barcelona
) • EUGENIO CUELLO CALÓN: Tres temas penales (El aborto criminal. E l pro-
blema penal de l a eutanasia. Aspecto penal de l a fecundación artifi-
cial), Bosch, Casa Editorial, 1955.
FRANCISCO-FELIPE OLESA MuríiDO: Inducción y auxilio al suicidio, Bosch,
Casa Editorial, 1958.
WiLHELM GALLAS: La teoría del delito en su momento actual, traducción
de J . Córdoba, Bosch, Casa Editorial, 1959. LA PUESTA EN PELIGRO
JUAN CÓRDOBA RODA: El conocimiento de la antijuricidad en la teoría del
delito, Bosch, Casa Editorial, 1962.
RBINHART MAURACH : Tratado de Derecho penal, traducción y notas de
DE BIENES J U R Í D I C O S
J. Córdoba, Ediciones Ariel, 1962.
JUAN CÓRDOBA RODA: Una concepción del delito (La doctrina finalista), Edi-
ciones Ariel, 1963.
EN DERECHO PENAL
RODRIGO PABIO SUÁRBZ MONTES : El cheque en descubierto, Ediciones Ariel,
1965.
HANS WELZEL: El nuevo sistema de Derecho penal. (Una introducción a la
~) doctrina de la acción finalista). Ediciones Ariel, 1965.
FRANCISCO-FELIPE OLESA M U Ñ I D O : Estructura de la infracción penal en el
Código español vigente, Ediciones Ariel, 1971.
SANTIAGO M I R P U I G : La reincidencia en el Código Penal, Bosch, Casa Edi-
torial, S. A., 1974.
JOSÉ M . " ESCEIVÁ GREGORI: La puesta en peligro de bienes jurídicos en
Derecho penal, Bosch, Casa Editorial, S. A., 1976.

PUBLICACIONES DEL INSTITUTO DE CRIMINOLOGÍA


DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA
DIRIGIDAS POR E L PROFESOR O. PÉREZ-VITORIA

STEPHAN HURWITZ: Criminología, traducción de H . Haro-García, Edicio-


nes Ariel, 1956.
B. MALINOWSKI : Crimen y costumbre en la sociedad salvaje, traducción de
J. Alier, Ediciones Ariel, 1956.
B. ROYO VILANOVA: Cirugía estética (Medicina legal. Criminología, Delin-
cuencia. Responsabilidad), Ediciones Ariel, 1956.
W. MIDDENDORF: Criminología de la juventud, traducción de José M." Ro-
dríguez Devesa, Ediciones Ariel, 1964.
HERBEKT HENDIN: El suicidio en Escandínavia, Ediciones Ariel, 1965.
B O S C H, Casa Editorial, S. A. — Urgel, 51 bis — B A R C E L O N A

')
)
' k mL 19©
© J . M." Eserivá Gregori Al meu pare;
I S B N : 84-7162-676-4
DEPÓSITO LEGAL: B . 12.955 - X976
en el record

IMPRESO EN ESPAÑA
P R I N T E D IN SPAIN

Imprenta CUrasú, S. A.; Vlllatroel, 15-17 • Bare«lona-lI

m
PRÓLOGO

La idea conforme a la cual la Ley Penal no debe tan sólo


reaccionar frente a las acciones lesivas de bienes jurídicos, sino
también, según un sentido de prevención, ante las conductas
que pongan en peligro los referidos intereses, ha adquirido una
amplia y, en ocasiones, preocupante difusión. Un tal juicio ha
conducido, además, a que se sometan a la amenaza de la pena,
aparte de acciones dotadas de un efectivo y real riesgo para los
bienes jurídicos, otras en las que el mismo ostenta un carácter
simplemente presunto. Estos fenómenos han adquirido amplia
manifestación en la legislación actual y, muy particularmente,
en el Derecho español. El ensanchamiento del ámbito de lo delic-
tivo que los referidos hechos comportan y las fundadas inquie-
tudes consiguientes recuerdan, en cierto modo, la proliferación
experimentada por las situaciones de peligrosidad, como presu-

i puestos de la imposición de medidas de seguridad. Y es que, en


último término, las ideas de riesgo y prevención son comunes a
uno y otro de los fenómenos aquí considerados.
A la vista de todo ello el estudio monográfico sobre la puesta
en peligro de bienes jurídicos en el Derecho penal, al que va
dirigido el presente libro del doctor don José M.'* Escrivá Gre-
gori, Profesor Adjunto de la Facultad de Derecho de la Uni-
versidad de Barcelona, ostenta un interés evidente. La impor-
tancia del fenómeno del aumento de los delitos de riesgo en la
legislación penal así como las importantes cuestiones e inquie-
tudes que la aplicación de tales tipos suscita en la realidad
práctica, hacían necesario el abordar con la extensión y profun-
didad de la presente obra la investigación del indicado objeto.
Las dificultades que sobre la realización del presente estudio
gravitan y a las que con fortuna se ha enfrentado Escrivá, son,
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_ 8 — — 9 — )
)
sin embargo, muy considerables. El llevar a término una inves- va, el ponderado estudio de la doctrina y la jurisprudencia y,
en particular, el planteamiento problemático adoptado en el )
tigación como la actual obliga a examinar y tomar postura en
relación a las cuestiones básicas de la noción de peligro y de la desarrollo de la obra denoti.n un método ciertamente plausible. )
de bien jurídico, así como a una serie de problemas relacionados Por todas estas razones no dudamos en valorar el presente libro )
con las referidas materias básicas, tales como las referentes a de nuestro colaborador en la Cátedra de; Barcelona, don José )
la fundamentación de la antijuricidad y a la problemática espe- María Escrivá Gregori, formado anteriormente en las universi- )
cífica del concurso. Obsérvese, además, que el peligro constituye dades de Valencia y Munich y que ha ejercido la docencia como
• )
una noción general cuya elaboración obliga a atender a conoci- "Assistent" en la de Friburgo de Brisgovia, como una verdadera
mientos y nociones de la lógica extraños en un principio al contribución a la ciencia penal española, que sabemos irá segui- ')
ámbito de la ciencia jurídico-penal. Presupone, por último, una da de otros importantes trabajos científicos. • )

investigación de numerosos tipos de la Parte especial que adop- )


tan la naturaleza de infracciones de peligro a través de formas JUAN CÓRDOBA RODA
heterogéneas, que hacen referencia a bienes jurídicos de con- Catedrático de Derecho Penal
(le la Universidad <le liarcelona )
creción muy diversa y que muestran particularidades que hacen
difícil el camino de una generalización dogmática. )
En la obra se destaca la necesidad de acudir a los tipos co- O
rrespondientes para fijar el grado de peligro exigido en cada • )

caso; se resalta la existencia de elementos implícitos en el em- )


pleo por parte de la Ley de expresiones para describir conductas
• )

que llevan subyacentes la nota de peligro de las mismas y que,


por tanto, no requieren su explicitación, o bien, por otra parte, )
cuyo peligro se deriva de una interpretación teleológica en co- )
nexión con el bien jurídico protegido, distinguiéndose entre )
peligro explícito e implícito. )
Se hace asimismo un análisis de las bases nomológica y on- -)
tológica del juicio de peligro diferenciando éste del "objeto" al
)
cual viene referido (una conducta o una situación), estimando
que la postura más correcta es la de tener en cuenta los conoci- )
mientos de uno y otro orden al tiempo de emitir el juicio y no )
al tiempo de producción del hecho. Igualmente se estudia el
"quid" de valoración que implica dicho juicio y se analizan, en
relación con el desvalor de conducta y el desvalor de resultado,
']
los modelos ofrecidos por los números 1 y 2 del artículo 340
bis a ) . /
El libro de Escrivá se presenta, pues, como un estudio tanto
de Parte General como de Parte E ípecial. La claridad expositi- )

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Í7Z Derecho Penal debe ocuparse no sólo del
'i daño real producido a los bienes jurídicos, sino tanh-
bién de la posibilidad del mismo y, con ello, del peli-
gro como objeto importante de la investigación
i criminal.
W . VON ROHLAND
>

'i El Derecho Penal no sólo pone límites a la liber-


tad, sino que también crea libertad.
H.-H. JESCHECK
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I. INTRODUCCIÓN

La importancia creciente que los delitos de peligro han alcan-


zado en el ordenamiento jurídico-penal es un hecho fácilmente
observable. Su incorporación al Código Penal responde a la
necesidad de protección de ciertos bienes jurídicos más allá de
las conductas lesivas de los mismos, bien sea por su relevancia,
bien por ser susceptibles más fácilmente de lesión por medio
de una determinada conducta, bien debido a que los medios téc-
nicos que actualmente resultan necesarios para la vida social
pueden ocasionar, si son utilizados indebidamente, riesgos into-
lerables. Dicho aumento de los tipos de peligro ha llevado a ex-
clamar que esta materia "so ha convertido casi en el hijo predi-
lecto del legislador".'
Este auge en la legislfción no siempre ha ido acompañado
de adecuados estudios doctrinales, habiéndose percibido clara-
mente en el Congreso Internacional de Derecho Penal, celebrado
en Roma en 1969 la incertidumbre que reina en esta materia.
Incertidumbre que, como pone de relieve DELITALA en el "Rap-
port General",^ afecta a una multiplicidad de cuestiones: al con-
cepto mismo de peligro, a los distintos aspectos que reviste el
peligro según los diferentes tipos de delito, a la justificación
teórica y criminológica de los delitos de peligro, etc. Esta con-
fusión es perceptible también en las actas de la Comisión que

1 LACKNER, Das konkrete Gcfahrdungsdelikt im Verkehrsstrafrecht,


Berlín, 1967, p. 1 en referencia a los delitos de peligi'o concreto y, en par-
ticular, a los 'de tráfico.
2 DELITALA, Rapport General, en Revue Internationale de Droü
Penal, 1969, números 1 y 2, p. 287 y ss.
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) — 14 — __ 15 _
preparó la reforma reciente del Código Penal alemán,^ donde Por todo ello, la Asociación Internacional de Derecho Penal
aparecen opiniones completamente contradictorias sobre pro- consideró el tema apropiado para llevarlo al X Congreso Inter-
blemas centrales de la materia. nacional de Derecho Penal, que se celebró en Roma en 1969,
La profundización en la problemática ce la citada categoría donde, como queda dicho, reinó gran incertidumbre sobre la
de delitos resulta también de esencial interés para la teoría gene- m.ateria. Incluso la reforma del Código Penal en Alemania no se
ral del delito. En efecto, ésta se ha basado de modo tradicional vio precedida, por lo que afecta al tema de los delitos de peligro,
i en los delitos de lesión, sin tener en cuenta muchas veces las es- de grandes estudios al respecto, destacando en los años inmedia-
peciales características de un creciente número de figuras pena- tamente anteriores los de CRAMER, LACKNER, SCHRODER, BASSEN-
les que no se caracterizan precisamente por castigar conductas GE y VoLZ.** En todo caso, las discusiones de la Gran Comisión
lesivas del bien jurídico protegido. El interés dogmático por para la reforma del Código Penal mostraron grandes divergen-
1 ellas suscitado adquiere relevancia en relación a diversos pun- cias en esta cuestión, como se ha indicado ya.
tos : la_noción misma del peligro, la interpretación del precepto Aquí nos ocuparemos de parte de esta problemática y trata-
,penal, la fundamentación de la antijuridicidad de tales conduc- remos de delimitar la noción de peligro en los delitos de peligro.
tas, la referencia del peligro al bien jurídico protegido o al ob- No se piense que se trata únicamente de elucubraciones dogmá-
i jeto material de la acción, su análisis como elemento normativo
o no del tipo, la problemática específica de la culpabilidad y del
ticas sin mayor trascendencia práctica en la aplicación de los
preceptos jurídico-penales a los casos concretos que surgen en
"y concurso en estos delitos, etc. La importancia,^ pues, de todas la realidad social. Este enorme interés de los problemas aquí
estas cuestiones exige una serie de estudios monográficos de las suscitados ha sido puesto de relieve por el último Congreso In-
> mismas, dado qne los existentes, incluso en países de gran solera ternacional de Derecho Penal citado y puede repercutir en la
jurídica, están un tanto desfasados y no atienden a todos los interpretación jurisprudencial de los preceptos aludidos, si lo-
problemas actualmente suscitados, como han puesto de relieve gramos aportar un poco de luz en este campo lleno de incerti-
LACKNER y SCHRODER,^ habiéndose producido una laguna en el dumbre.^
tratamiento dogmá1;ico de los mismos,'' laguna especialmente
sensible en nuestro país, donde han sido escasos los estudios de- y ss.; BERISTAIN, Resultado y delitos de peligro, en Revista de la Facultad
de Derecho de la Universidad de Madrid, vol. X I I I , números 34, 35 y 36,
dicados al tema, destacando principalmente los de QUINTANO, 19G9, p. 445 y ss.; BARBERO SANTOS, Contribución al estudio de los delitos
'y CÓRDOBA, BERISTAIN y BARBERO.'' de peligro abstracto, en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, Ma-
drid, 1973, p. 487 y ss. Además de estos trabajos de orden general se h a n
realizado algunas investigaciones referidas a determinados delitos en par-
i 3 Niederschriften über die Sitziingen dcr Grossen
mission, Tomo 8, Bonn, 1959, p. 417 y ss.
Strafrechtskom- ticular (contra la seguridad del tráfico, omisión de socorro, etc.) o incor-
poradas a Tratados de Derecho Penal, a las que nos referiremos m á s
y 4 Vid. Conchtsioni del X Congresso Internationale di Diritto Pénalo,
Ansoziaoione Internazionalc di Diritto Pénale, Gruppo Italiano, Roma, 1969,
adelante.
8 P a r a Lackner y Schroder vid. notas 1 y 5 respectivamente. CRA-
y página 1. MER, Der Vollrauschtatbistand ais abstraktes Gefdhrdungsdelikt, Tübin-
5 LACKNER, Das konkrcte ..., op. cit., p. 1 y ss.; SCHRODKU, Rapi'orl gen, 1962; BAKKENOE, Der allgemeine strafrechtliche Gefahrbcgriff und
sobre los delitos de peligro, en Rcvue Internationale do Droit Penal, 19C9, seine Anivendung im zweiten Tcil des Strafgesetzhiichcs und in den straf-
números 1 y 2, p. 308. rechtlichen Nebcngcsetzen, Bonn, 1961; VOLZ, Unrecht und Schuld abstrak-
6 DELITALA, Rapport ..., op. cit., p . 288. ter Gefáhrdungsdelikte, Goi;tingen, 1968.
7 QUINTANO, Delito de peligro, Nueva Enciclopedia Jurídica, VI, Bar- 9 Vid. SANTAMARÍA, Intervención en el Coloquio preparatorio del
i celona, 1954, p. 481 y ss.; CÓRDOBA RODA, Rapport sobre los delitos de pe-
ligro, en Rcvue Internationale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p . 357
X Congreso Internacional do Derecho Penal, en Revue Internationale
Droit Penal, números 1 y 2, 1909, p. 316.
de

')
• )
— 16 —
Confiamos en que el no siempre grato trabajo de pionero se
verá así compensado al ir desbrozando problemas y aclarando
cuestiones que consideramos de indudable relevancia práctica
(basta pensar, por ejemplo, en el elevado número de infraccio-
nes penales contra la seguridad del tráfico que han de conocer
los Tribunales). Esperamos así contribuir, tanto, por una par-
te, a una delimitación más exacta del ámbito de las conductas II. NOCIÓN GENERAL DE PELIGRO
punibles, como, de otra, a la fijación, en lo posible, de una es-
fera de libertad en que el actuar del hombre no se vea sometido 1. CONSIDERACIONES PREVIAS
a la inseguridad que supone una contradictoria aplicación de los
preceptos penales. Un análisis de la noción de peligro en el Código Penal no
nos permitirá encontrar una definición legal de peligro, a pesar
de la importancia que este concepto tiene en diversos campos
del Derecho Penal. Aunque, aquí, solamente nos interesa su estu-
dio en relación a los delitos de peligro, es decir, los que requieren
una puesta en peligro del bien jurídico, también afecta a otras
instituciones jurídico-pennles. Ello se debe a que el. peligro no es
una noción autónoma, en el sentido de que es un "concepto en
referencia", como recuerda RODRÍGUEZ MOURULLO.I El peligrO'
lo es respecto de algo. Siempre que ese algo tenga relevancia:
jurídico-penal, nos encontraremos ante la necesidad de una re-',
gulación del peligro por parte de tal ordenamiento.
Diversos autores han puesto de relieve la multiplicidad de
aplicaciones de este concepto al Derecho Penal. Así, MAURACH,
recogiendo las opiniones de VON H I P P E L y de MEZGER, afirma que
"el concepto de peligro desempeña en el Derecho Penal un papel
que trasciende, con mucho, a los propios delitos de peligro y al-
canza particular interés en la determinación de la causalidad
según la teoría de la adecuación, en la tentativa imposible, con-
forme al paráfrafo 23, párrafo 3.°, y en el internamiento según
los parágrafos 63, 65, 66".2 También la doctrina italiana se ex-
presa de modo semejante. ANTOLISEI indica que "además de en
los delitos en particular, el concepto de peligro encuentra mu-

1 RODRÍGUEZ MOURDLLO, La omisión de socorro en el Código Penal,


Madrid, 1966, p. 165.
2 MAUKACH, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, 4." ed., Karls-
ruhe, 1971, p. 237.
2. — La puesta en peligro de bienes jurídicos
>

~ 18 — — 19 —
> chas aplicaciones en la parte general del Derecho P e n a l " / y de Dejando aparte la referencia a los intereses de una determi-
igual parecer son, entre otros, PETROCELLI* y RATIGLIA, el cual nada persona, puede suscribirse tal afirmación. Piénsese que
llega a afirmar que "se podria decir, en síntesis, con FLORIAN, cabe perfectamente admitir una situación o una conducta peli-
que «el concepto de peligro en el Derecho Penal es, en su acep- grosas sin que en ellas "nuestros" intereses se vean en absoluto
ción más general, tan vasto como el concepto de delito» ".^ Ahora involucrados.
bien, es en relación a los delitos de peligro donde ofrece particu- Respecto a la segunda característica no se presenta problema
lar interés. alguno. Se admite, sin discusión, que el resultado a que puede
Dado que, como más arriba decíamos, la ley no nos ofrece conducir el peligro ha de ser un resultado dañoso.
y ninguna definición de peligro, vamos a intentar establecer una
noción que nos pueda resultar válida a los efectos que aquí nos 3. NOCIÓN DE PROBÍ\.EILIDAD
interesan. Primero trataremos de edificar el concepto de peligro
desde un punto de vista ajurídico y luego analizaremos si vale En cuanto a la primera característica (la probabilidad), cabe
o no aplicado a los delitos de peligro. destacar varias cuestiones:
A) La necesidad de distinguir el desarrollo objetivo de un
i acontecimiento de las convicciones subjetivas de los distintos
i 2. COMPONENTES BÁSICOS individuos. Como ha destacado POPPER, aunque en otro sentido,
una experiencia subjetiva o un_jentimiento de__convicción no
:> Cuando se habla de peligro, hay que tener en cuenta dos ca-
pueden desempeñar en la ciencia otro papel que el de objeto de
racterísticas esenciales:
una indagación empírica (psicológica) ,8 pero nunca nos gfreleerá
A) La posibilidad o probabilidad de la producción de un re-
y sultado.
una pauta adecuada para la afirmación o negación de un fenó-
meno real. El hecho de que una persona experimente un senti-
i J5) El carácter dañoso o lesivo de dicho resultado.^
Como indica VON ROHLAND "si falta una de esas dos notas,
miento de convicción, no puede aparecer en el campo de la cien-
cia objetiva más que en forma de hipótesis psicológica. Pero,
falta también el peligro. No hablamos de peligro cuando la pro- desde el punto de vista epistemológico, carece enteramente de
i ducción de un acontecimiento es imposible o, por el contrario,
cierta. Tampoco cuando el mismo concuerda con nuestros inte-
importancia que dicho sentimiento de convicción "sea fuerte o
débil, que proceda de una impresión poderosa o incluso irresis-
y reses o no los afecta. El peligro es, por tanto, la mayor o menor tible de certeza indudable (o «evidencia») o simplemente de una
probabilidad de un acontecimiento dañoso, la posibilidad más insegura sospecha".'*
y o menos grande de su producción".' B) Se ha destacado en relación al peligro, sobre todo por
y parte de la doctrina italiana, la característica de temibilidad.
3 ANTOLISEI, L'azione e l'evento nel reato, Milano, 1928, p. 118.
y 4 PETROCELLI, La pericolosita crimínale e la sua posizione guiridica, Así, entre otros, GRISPIGNI define el peligro como "probabilidad
Padova, 1940, p. 12. de un resultado temido"." De forma parecida, BETTIOL habla dé
5 EATIGLIA, II reato di joericolo nella dottrina e nella legislazione, que el concepto de peligro es. "un concepto normativo con fondo
Torino, 1932, p. 3. ^
6 E n sentido parecido: von ROHLAND, Die Gefahr im Strafrecht,
Dorpat, 1886, p . 1; HÜCKING, Gefahr, gegenwartige Gefahr, Dauergefahr, 8 POPPER, La lógica de la investigación científica, Madrid, 1967, p . 45.
Gefdhrlichkeit, Dusseldorf, 1935, p. 3. 9 POPPER, La lógica ..., op. cit., p . 45.
7 Von RoilLAND, Dio Gefahr ..., op. cit., p. 1. 10 GRISPIGNI, Diritto Pénale, Milano, 1947, T. I, p. 178.

1
— 20 21 —
emocional" para explicar seguidamente qué entiende por t a l : Por la exacerbación de tales rasgos de carácter emotivo se ha
"hablamos de fondo emocional porque el concejjto de peligro, si llegado a la negación de la "realidad" del "peligro", sosteniéndo-
bien basado en un cálculo de probabilidad y, por tanto, fruto de se que el peligro no es más que una categoría emocional, "una
un procedimiento intelectual, suscita siempre un sentido de te- especie de aprensión frente a una situación de incertidumbre".i*
mor y de angustia, reclama una reacción instintiva que nace en Famosa se ha hecho la expresión de HALSCHNER, en cuya opinión
todos nosotros cuando nos amenaza un mal, la probable produc- el concepto de peligro es "ein Kind unserer Unwissenheit" (un
ción de un resultado que toca la esfera de nuestros intereses hijo de nuestra ignorancia) ji'' de tal modo que, según MEKKEL
vitales ".11 PETROCELLI, por su parte, distingue el elemento sub- ha llegado a afirmar: "para un ser omnisciente que conociese
jetivo del temor: "un tal elemento subjetivo, en cuanto es valo- todas las contingencias de un fenómeno no habría nunca un pe-
ración de la probabilidad de que se produzca un daño es, por eso ligro, sino sólo acciones dañosas o no dañosas".!"^ Frente a tal
mismo, también temor de este daño probable. Pero no es entera- postura cabe suscribir la argumentación de BUSTOS y POLITOPF
mente lo mismo que el temor... el temor puede subsistir inde- de que "igualmente se podría decir de un ser omnipotente, ca-
pendientemente de que existan los datos objetivos del peligro. paz de un dominio absoluto sobre la materia, que sus actos no
El elemento subjetivo del peligro, por el contrario, es un juicio comportarían jamás riesgo alguno", de modo que este género de
que se funda en la experiencia general de los valores causales".!^ argumentaciones en relación a un absoluto se muestra ixife-
No creemos, sin embargo, que sea deseable estimar la carac- cundo."
terística de la temibilidad en la noción misma de peligro. Al tra- Resulta, pues, rechazable tal postura, derivada de una con-
tarse de un rasgo de orden psicológico-emotivo no sería propio cepción de la causalidad puramente mecánica, según la cual si
del concepto de peligro, sino que vendría referido en todo caso un fenómeno se produce realmente es que "tenía que" producirse,
al sujeto que experimenta como gravosa una situación de peli- lo mismo que todo fenómeno que no se produce es porque "no
gro. Si tratamos de establecer una noción lo más objetiva po- podía" producirse. ANTOLISEI viene a expresarla así: "si no se
sible de peligro, y para ello hemos ya deslindado las conviccio- ha producido un hecho quiere decir que no existían todas las con-
nes subjetivas de los individuos, mucho más habrá que rechazar diciones necesarias y suficientes que lo hubieran determinado
aquellas sensaciones psicológico-emotivas que pueden desper- necesariamente. Si, por el contrario, se ha producido el fenóme-
tarse en los sujetos, pero que no afectan al fenómeno real. Ya no, significa que no faltaba ninguna condición, pues de otro modo
BiNDiNG señalaba a este respecto que el temor, como tal, "pue- no se hubiera producido".^^
de conducir ciertamente a creer que una situación no peli-
RoBERT YON HlPPEL rechaza la negación del concepto de peli-
grosa es peligrosa, pero nunca a transformarla en peligrosa".i^
gro, en base a tales argumentaciones, con un ejemplo palmario y
Evidentemente el temor es considerado aquí como sensación psi-
extremoso: según dicha teoría, quienes participan en una guerra
cológico-emotiva del individuo respecto a una actuación o situa-
ción dada, sin entrar en consideraciones de que pueda desenca-
14 BUSTOS y POLITOFP, Rapport sobre los delitos de peligro, en Revue
denar una actuación que dé lugar, a su vez, a un peligro. Internationale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p . 338 en sentido
crítico.
15 Cfr. BlNDiNG, Die Normen..., op. cit., p . 377.
11 BFTTTIOL, Diritto Pénale, Padova, 1969, p . 275. 16 Cfr. BiNDiNG, Die Normen..., op. cit., p . 377.
12 PETROCELLI, La Pericolositá ..., op. cit., p . 11. 17 BUSTOS y POLITOFF, Rapport..., op. cit., p . 338.
13 BlNDiNG, Die Normen und ihre Übertretung, T. I, Leipzig, 1916, 18 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p . 121, el cual recoge las enseñan-
página 377. zas del Sistema de Lógica de STÜAET M I L L .
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— 23 —
— 22 — Se ha distinguido también entre la "probabilidad inductiva",
que trataría de establecer la mayor o menor admisibilidad de
y regresan sanos y salvos a su casa no habrían estado expuestos ciertas hipótesis en base a los datos poseídos, y una "probabili-
a ningún peligro, aunque ellos y todo el país opinaran todo lo dad estadística", elaborada sobre todo en base a los trabajos de
contrario. Frente a lo cual exclama irónicamente: "¡Pero se tra- VON MISES y REICHENBACH.^^ Resulta interesante mencionar aquí
taba de un error de toda Alemania! i Sólo los caídos estuvieron los esfuerzos de este último autor para la creación de una lógica
en peligro!"!^ Sin necesidad de acudir a tales ejemplos, cabe
con una escala continua de valores lógicos. KLUG, siguiendo los
afirmar sencillamente que dado que el hombre no es un ser om-
estudios de HILBERT y ACKERMANN establece, en su "Lógica jurí-
nisciente que tiene ante sus ojos todas las leyes de la naturaleza
dica",2* una distinción básica en relación a un enunciado: "se
y todos los elementos que se dan en un hecho determinado, no
parte del supuesto de que por enunciado hay que entender toda
cabe más que atenerse a sus limitaciones y a sus conocimientos.
C) Otra cuestión hace referencia a la noción misma de pro- proposición de la que tenga sentido aseverar que es verdadera
babilidad, de la que continuamente tendremos que servirnos. o falsa", afirmando seguidamente que, en tal caso, se tratará de
un "cálculo lógico bivalente, o más breve, lógica bivalente". Aho-
Fundamentalmente, hay que distinguir dos nociones de pro-
ra bien, pueden darse otros supuestos de lógica trivalente o
babilidad, según ésta se entienda en un sentido gnoseológico o
bien se adopte el punto de vista de la doctrina ontológica. Según n-valente, es decir, entre los dos polos opuestos de verdadero-fal-
un criterio gnoseológico, probable será lo que según las aparien- so, cabrían posibilidades intermedias.
cias puede ser declarado verdadero o cierto, adoptando varios Un cálculo lógico trivalente se daría si respecto a un enun-
grados la probabilidad según su mayor o menor acercamiento a ciado tuviera mentido decir que es imposiblemente verdadero (o
la certidumbre. En este criterio se encuentra la base del proba- sea, necesariamente falso) o posiblemente verdad-ero (posible-
bilismo, o sea, aquella "doctrina según la cual es posible sola- mente falso) o necesariamente verdadero (o sea, imposiblemente
mente conocer las cosas de un modo aproximado, excluyendo, falso). Pues bien, REICHENBACH introduce una serie de posibili-
por principio, toda pretensión a un saber absolutamente cierto y dades escalonadas entre verdadero y falso, desarrollando una
seguro ".2" La postura ontológica considera, por el contrario, la lógica plurivalente con vistas a una lógica aplicable al cálculo de
) probabilidad como un concepto aplicable a las cosas mismas.^i probabilidades. Esta postura de REICHENBACH cabe encuadrarla
BOCHENSKI, por su parte, reconociendo las varias significa- dentro de la siguiente clasiñcación acerca de los trabajos de los
ciones del término "probabilidad", distingue entre probabilidad positivistas lógicos, o pensadores afines, sobre la probabilidad:
de un acontecimiento y probabilidad de una hipótesis, indicando a) Concepción de la probabilidad como límite de frecuen-
que "la diferencia esencial entre ambos conceptos radica, ante cias, propuesta por VON MISES y revisada por WALD.
todo, en que la primera probabilidad, al menos en principio, b) La concepción de la probabilidad como una serie continua
puede medirse..., por el contrario, la probabilidad de una hipó- de valores de probabilidad a cuyos extremos están las expresiones
tesis no puede determinarse numéricamente".^^ "es verdadero" y "es falso" propuesta por REICHENBACH.

19 Von HiPPEL, Robert, Deutsches Strafrecht, T. II, Berlín, 1930, pá-


gina 422.
23 FERRATER, Diccionario.,., op. cit., p. 482.
20 PERRATER, Diccionario de Filosofía, T. II, Buenos Aires, 1971,
> página 484. 24 KLUG, Lógica jurídica, Caracas, 1961, pp. 42 y 43. Para la pos-
21 Vid. esta distinción en FEKRATER, Diccionario..., op. cit., p. 481. tura de HILBERT y ACKERMANN puede verse su obra: Elementos de lógica
22 BocHENSKl, Los métodos actuales del pensamiento, Madrid, 1968, teórica, Madrid, 1962.
página 233.

'\ i
— 24 —
— 25 —
c) El estudio de Ja probabilidad como rama de la lógica de una interpretación objetiva en el sentido de que "todo enun-
(WlTTGENSTEIN, CARNAP, W A I S M A N N ) . ^ ^ ciado probabilitario numérico enuncia algo acerca de la /rectt-ew-
Como indica JFERRATER, esta última postura "representa, en cia relativa con que acontece un evento de cierto tipo dentro de
rig-or, un rasgo común a muchas de las modernas doctrinas pro- una sucesión de acontecimientos", por lo que sólo será admisible
babilitarias", aunque "Ja pertenencia del problema de la proba- un tal enunciado caso de que pueda dársela una interpretación
bilidad a Ja lógica... fue puesta ya de relieve con particular
frecuencial. Así, cuando se indica que la probabilidad de que al
insistencia por PEIRCE, aJ escribir... Jo siguiente: «Hay dos cer-
tidumbres concebibles respecto a cualquier hipótesis: la certi- echar un dado de seis caras salga el número cinco, por ejemplo,
dumbre de su verdad y la de su falsedad. Los números 1 y O son es de 1/6, esta afirmación no se refiere a una tirada completa, a
apropiados, en este cálculo, para designar estos extremos de la próxima tirada, sino que hace referencia a toda clase de tira-
conocimientos, mientras que las fracciones que poseen valoi-es das. Se expresa con ello que, dentro de esta clase de tiradas, la
intermediarios entre ellos indican, si se nos permite una expre- frecuencia relativa de los cinco vale 1/6.^''
sión vaga, los grados en Jos cuales la evidencia se inclina hacia Pero no interesa aquí profundizar más en los enunciados
uno u otro. El problema general de la probabilidad consiste en probabilitarios numéricos, que son los lógicamente más perfec-
determinar, a partir de un estado de hechos dado, la probabili- tos, porque luego en el campo jurídico no podemos valemos de
dad numérica de un hecho posible. Esto equivale a investigar los mismos, como veremos posteriormente. Importa sólo desta-
hasta qué punto los hechos dados pueden ser considerados como
car la admisión en el campo de la lógica de enunciados probabi-
una prueba para demostrar el hecl o posible. Y así el problema
litarios no numéricos, algunos de los cuales serán susceptibles,
de las probabilidades es simplemente el problema general de Ja
lógica.» "26 en base a los datos concretos y a los conocimientos y experiencia
adquiridos, de una aproximación numérica, mientras que otros,
Influido por la primera postura de la clasificación antedicha por lo demás los que mayor interés pueden tener para nosotros,
parece POPPER, el cual distingue entre enunciados probabilita- no son fácilmente expresables en términos numéricos.
rios numéricos y no numéricos. Ees jecto a los numéricos, hace Como ha dicho ANTOLISEI, rechazando la probabilidad como
una crítica de Ja definición clásica oe probabilidad, llamada de relación entre el número de casos favorables y casos posibles
Laplace, según la cual se define eJ valor numérico de una pro- ("probable" sería, según esto, un suceso si los casos favorables
babilidad como el cociente que se obtiene al dividir eJ número son más de la mitad de los posibles), "en los acontecimientos que
de casos favorables por eJ de Jos casos igualmente posibles, por interesan al Derecho el grado de posibilidad no es casi nunca
cuanto que, como han argüido VON MISES y otros, "igualmente susceptible de estimación numérica".''^* Esta aceptación de la
posibles" es otra manera de expresar "igualmente probables". probabilidad en un sentido no numérico vendría corroborada por
Por otra parte, tal definición se presta a interpretaciones subje- el triple significado que CARNAP, uno de los más destacados cul-
tivas de matices psicologistas; por ejemplo, cuando llega a ha- tivadores de la lógica y la teoría de la probabilidad, otorga al
blarse de "esperanza matemática", siendo POPPER partidario término "probable":
1) El concepto clasificatorio (el usual en la división lógica en
25 Se debe ta] clasificación a "WBINBBBG, según FBBEATEB, Dicciona- sentido clásico).
rio..., op. cit., p. 482. Para REICHENBACH puede verse su obra: Wahrsehein-
tichkeitslehre, Leiden, 1935.
26 Cfr. FERRATER, Diccionario..., op. cit., pp. 482-483. 27 xca..., op.
POPPER, La lógica..., op. w-.,
cit., pp. 138-140.
28 ANTOLISEI,
ANTOLISEI, L'azione...,
L'azione..., op.
op. cit.,
cit p. i¿<.
WfuaiKr'

— 26 — — 27 ~
y 2) El concepto cuantitativo (numérico). y terminara con la absoluta necesidad de su no producción, ten-
3) El concepto comparativo (concepto de orden, sin empleo dríamos el criterio para l i estimación de la existencia de un
de valores métricos o numéricos) .^^ peligro. En definitiva, se trataría de que en una escala cuyos dos
Por otra parte, nótese al respecto que, recientemente, un es- extremos vendrían dados por la segura producción y segura no
pecialista, como JUHOS, al tratar de las nociones de probabilidad producción de un resultado lesivo, primara (en un sentido de
y distinguir los diversos sentidos de las mismas, admite entre orden) el grado de probabilidad de "producción" sobre el grado
"y ellos, aun con las correspondientes críticas, uno referido a " E r - de probabilidad de "no producción", es decir, que fuera "más
lebnis -oder Glaubensvi'ahrscheinlichkeit",''' es decir, una proba- probable" que el daño sucediera que el que no sucediera.
bilidad basada en una creencia de orden personal, aunque a veces Esto que acabamos de indicar resultará válido si atendemos
se acuda a dar a esa creencia una fundamentación de orden in- sólo a la alternativa de probabilidad de producción-probabilidad
ductivo. JUHOS la distingue de una "probabilidad lógico-matemá- de no producción, pero hemos de tener en cuenta que dentro de
1 cada una de esas dos probabilidades caben a su vez diversos
tica" y de otra "probabilidad empírica", y para ella acepta unas
mayores o menores intensidades, aun rechazando una funda- grados, si aceptamos la teoría arriba expuesta. Por tanto, en lo
mentación que no se viese afectada de subjetivismo.^^ que aquí nos interesa, si respecto a la producción de un aconte-
Podemos, pues, entender la probabilidad en un sentido no cimiento caben distintosgrados de probabilidad, ello nos llevará
numérico y gradual, es decir, como el grado mayor o menor de a afirmar que también caben distintos grados de peligro. Con
producción de un acontecimiento, que, dado que vendría referido ello, no sólo resultará inválido el concepto matemático-estadís-
a un peligro, tendría que ser siempre dañoso o lesivo. tico a que se refiere la crítica antedicha de ANTOLISEI, sino tam-
> bién un concepto unitario de peligro. En este sentido, cabe ha-
D) Por tanto, la probabilidad como tal no tiene por qué
blar de dos situaciones en que una sea más peligrosa que la otra,
indicarnos si existe o no el peligro de que un determinado acon-
:) sin por ello dejar de serlo ambas. Esto lo encontramos incluso
tecimiento lesivo se produzca. Lo interesante, en todo caso, será
recogido en el lenguaje corriente cuando se dice, por ejemplo,
1 conocer el "grado" de probabilidad en relación a dos posibilida-
que la escalada de un monte resulta más peligrosa por una lade-
des (en sentido de contingencia) distintas: por una parte, la
ra que por otra, o que determinados medios de transporte son
producción, y, por otra, la no producción del daño.
más peligrosos que otros.
Si, atendiendo al concepto comparativo de probabilidad de
CARNAP, en combinación con lo antedicho respecto del "grado"
~) de probabilidad, estimamos que en la ordenación que implica
dicho concepto comparativo antecede el grado de probabilidad
del daño o lesión al grado de probabilidad de que no se produzca
dicho daño o lesión en una escala lógica polivalente que se ini-
ciara con la absoluta necesidad de producción del acontecimiento

> 29 Cfr. FERRATER, Diccionario..., op. cit., p. 483.


30 JUHOS, Drci Begriffe der "Wahrscheinlichkeit", en Studiwm Ge-
nérale, 1968, p. 1.153 y ss. La noción de " Erlebniswahrscheinlichkeit" la
explica en la p. 1.154.
31 JUHOS, Drei.'.., op. cit., pp. 1.156-57.

1
III. INVALIDEZ D E UN CONCEPTO GENERAL DE
PEIJGRO PARA TODOS LOS DELITOS DE PELIGRO.
RAZONES

1. DERECHO PENAL Y NOCIÓN DE PELIGRO

En el apartado anterior ya hemos estudiado las dificultades


que ofrece la elaboración de un criterio unitario de probabilidad
y la posibilidad de diversos grados de probabilidad que impedi-
rían un criterio unitario de peligro.
Más tajante se muestra todavía REINHARD VON HIPPEL,I
desechando una posibilidad de definición del término mismo
"probabilidad" en virtud, principalmente, de que las distintas
disciplinas que lo utilizan y, en particular, la propia teoría del
conocimiento y las teorías de la probabilidad introducen matiza-
clones para lograr su correspondiente concepto de probabilidad,
de tal modo que éste resulte aplicable en el campo de que se trate.
Tras analizar diversas teorías de la probabilidad y su posibili-
dad de aplicación al Derecho, desecha tal posibilidad, estimando
que el concepto de probabilidad no será un concepto prejurídico,
sino un concepto normativo relativo, que requerirá mayor con-
creción y, como tal, relativamente indeterminado.
No parece, pues, aplicable al Derecho Penal un criterio co-
mún acerca de la probabilidad de producción de un resultado
lesivo o dañoso. Y ello no sólo en virtud de las consideraciones
antedichas acerca de las dificultades que ofrece la noción misma
de probabilidad, sino por la diversidad que en el campo mismo
del Derecho Penal tendría. Ya hemos hecho referencia en el ca-

1 Von HiPPEL, Reinhard, Gefahrurteile und Prognoseentscheidungen


in der Strafrechtspraxis, Berlín, 1972, p. 26 y ss. y p. 47.
)
>

— 30 — — 31 —
pítulo anterior a diversas cuestiones penales que se ven afecta- lo 348 bis permite aumentar la pena teniendo en cuenta, entre
> das por la noción de peligro (piénsese en la tentativa, estado de otras circunstancias, el peligro que la enfermedad entrañare).
necesidad, circunstancia tercera del artículo 10, delitos de peli- C) En tercer lugar, hay que tener en cuenta que mientras
gro, etc.). No parece hacedero un criterio general para toda esta que én ciertos tipos el Código, como hemos visto, habla exclusi-
multiplicidad de cuestiones, cuando, como veremos a continua- vamente de "peligro", en otros, tal expresión viene acompañada
> ción, ni siquiera para el campo estricto de los delitos de peligro de calificaciones que no cabe desconocer a la hora de su interpre-
> esto resulta factible. tación. Así, el artículo 260> número 2.°, exige un "riesgo inmi-
nente de que sufrieran lesiones varias personas reunidas en el
sitio en que el estrago se produzca"; el artículo 340 bis a), nú-
2. INVALIDEZ DE UN CONCEPTO GENERAL DE PELIGRO PARA TODOS mero 2, requiere para su estimación que se ponga "en concreto
LOS DELITOS DE PELIGRO peligro la vida de las personas; su integridad o sus bienes"; asi-
Dejando aparte los problemas ajenos a los delitos de peligro, mismo, para la aplicación del 340 bis b) se ha de originar "un
cabe plantearse la cuestión de si resultaría válido para éstos un g7-ave riesgo para la circulación". Dada la heterogeneidad y, por
concepto general de peligro en nuestro Derecho. La respuesta tanto, la no graduabilidad de tales calificativos, habrá que aten-
es negativa, y ello por las siguientes razones : der a las exigencias de cada tipo.
A) En el Derecho Penal y, concretamente, en los delitos de D) El Código, en otros supuestos, no se refiere expresamente
peligro, el concepto de peligro viene a ponerse en referencia con al peligro, pero sí emplea expresiones que cabría reconducir
realidades distintas. Así, en unas ocasiones acompañará a la dentro de una noción lata de delitos de peligro por reunir carac-
conducta misma (publicar noticias falsas o informaciones peli- terísticas propias de los mismos ^ al castigar ciertas conductas
grosas para la moral o las buenas costumbres del art. 165 bis 5), idóneas para la producción de resultados lesivos, idoneidad exi-
en otras, vendrá referido a la existencia de un elemento inde- gida en el tipo.^ Constituyen lo que podríamos llamar delitos de
pendiente de ésta (persona que se h a l h r e desamparada y en aptitud para la producción de un daño. Así, el artículo 341 cas-
peligro del artículo 489 bis), en otras, supondrá la cualificación tiga la elaboración sin autorización de "productos químicos que
por el resultado de una conducta ya punible (puesta en peligro puedan causar estragos". El artículo 342 se refiere a quienes
de la salud o moralidad del menor a consecuencia de su entrega hallándose autorizados "para el tráfico de sustancias que puedan
:> por quien tuviere a su cargo la crianza o educación del mismo ser nocivas a la salad o productos químicos de la clase expresada
del artículo 489). en el artículo anterior" incumplieren ciertas formalidades.
3 B)J A veces la existencia o no de un peligro incidirá no sólo E) Un caso especial, desgajable del apartado anterior, lo
en que la conducta sea típica o atípica (el artículo 556 exige para ofrece ei actual artículo 261, al hacer referencia no ya a la apti-
!) castigar al incendiario de bienes propios, entre otras alternati- tud concreta en cada caso particular para la producción del
vas, la existencia del peligro de propagación a edificio, arbolado daño, sino a la utilización de "sustancias explosivas o inflama-
o plantío ajeno), sino también en la incriminación en uno u bles o armas que normalmente sean susceptibles de causar daño
otro tipo (el artículo 553 remite, caso de que el incendio de cier-
) tos objetos excluya todo peligro de propagación, a los daños). 2 Cfr. CÓRDOBA, Rapport sobre los delitos de peligro, en Reviw Inter-
nationale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, pp. 358 y 359.
) El peligro sirve también, en otras ocasiones, a efectos de
3 Vid. BREHM, Zur Dogmatik des abstrakten Gefdhrdungsdelikts,
> medición por los Tribunales de la pena a imponer (así, el artícu- Tübingen, 1973, p. 97 y ss.
— 32 —-
grave en la vida o en la integridad de las persanas...". Como No se trata aquí tampoco de atender a criterios distintos
vemos, aquí la exigencia típica de la susceptibilidad para la cau- para la noción de peligro en función de la mayor o menor rele-
sación del daño viene determinada por la "normalidad", de tal vancia de los bienes jurídicos afectados, tal como recoge RATI-
manera que no habrá que atender tanto al supuesto concreto, GLIA de GKISPIGNI y MANZINI,*^ sino de atender a las exigencias
cuanto al juicio general acerca de la susceptibilidad de tales típicas. No creemos que la diferente entidad de los bienes jurí-
armas para la causación del daño previsto en el tipo.'* dicos incida en una estimación distinta de la noción jurídica de
"F) Por último, hay que tener en cuenta aquellos tipos en que peligro, de tal modo que ésta se vea diversificada en sus caracte-
no se explícita la exigencia del peligro en el tipo ni se recurre a rísticas propias según la mayor o menor importancia del bien.
la fórmula de la aptitud para la producción de un daño vista en Cuestión distinta será que el tipo, en virtud de ello, introduzca
los dos apartados anteriores, sino que simplemente se castigan requisitos que afecten a la naturaleza del peligro exigido.''
ciertas conductas en base al riesgo que comportan, contentán- Efectivamente, de seguir el criterio que aquí rechazamos,
dose el tipo con la mera descripción del obrar prohibido. Ejem- consistente en aplicar criterios distintos para la noción de peli-
plo generalmente aducido es el artículo 340 bis a), número 1.°, gro según la mayor o menor importancia del bien jurídico, no
que castiga al "que condujere un vehículo de motor bajo la in- tendríamos más remedio que, aun cuando en un mismo tipo se
fluencia de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas o estupefacientes". haga referencia a bienes de distinta relevancia, seguir una es-
pecie de escala con criterios distintos según se tratara de una u
otro bien. Así, por ejemplo, en el artículo 340 bis a), núm. 2,
3. NECESIDAD DE ATENDER A LAS EXIGENCIAS TÍPICAS
es evidente que los biei es vida, integridad y patrimonio son de
Como consecuencia de todo ello, no resulta posible, debido a valor diverso, pero ello no empece para que se siga un criterio
la elasticidad de las diversas formulaciones de los tipos, estable- común para todos ellos, dado que el propio tipo no distingue si
cer un concepto penal de peligro válido para todos ellos, sino el peligro exigible en relación al patrimonio ha de ser de grado
que habrá que atender a las características propias de cada uno. superior al exigible en relación con la vida o la integridad de las
Ni siquiera cuando el propio texto del tipo exige explícitamente personas (por otro lado, en la práctica resultará difícil distin-
la producción de la situación de peligro cabe la formulación de guir entre estos dos últimos). Otra cosa sería si el artículo 340
un concepto general válido, puesto que en otasiones, como aca- bis a) núm. 2 estuviera redactado de tal forma que exigiera una
bamos de ver, esa exigencia viene acompañada de caliñcaciones gradación diversa del peligro según cuál fuera el bien jurídico
del peligro que inciden necesariamente en una modificación del afectado. Téngase en cuenta, además, que pueden resultar todos
substantivo calificado y, por tanto, remodelan la noción de éste.^ afectados a la vez.
No es lo mismo que se hable de peligro simplemente que de peli- De igual modo, habrá que atender a las exigencias típicas no
gro "grave". en relación al peligro en sí, sino a la circunscripción de las con-

4 Cfr. ScilRODER, Rapport sobre los delitos de peligro, en Beime In-


ternationale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p. 21 y ss.; el mismo, 6 RATIGLIA, II reato di pericolo nella dottrina e nella legislazione,
Abstrakt-konkret Gefahrdungsdelikte?, en Juristenzeitung, 1907, p. 522. Torino, 1932, pp. 26, 27 y 28.
5 Vid. acerca de la distinción entre términos "categoremáticos" y 7 HORN, H. R., Untersuchungen zur Struktur der Rechtswidrigkeit,
"sincategoremáticos" y las posturas de Lewis, C a r n a p y Gilbert Ryle al Berlín, 1962, p. 7 1 : "Cuando se ven amenazados valores básicos por un
respecto: BLASCO, Josep Lluis, Lenguaje, Filosofía y Conocimiento, Bar- determinado comportamiento, basta ya una relativamente pequeña proba-
celona, 1973, p. 45 y ss. bilidad de lesión p a r a prohibirlo."

3. — La puesta en peligro de bienes jurídicos


lAi

— 34 — — 35 —-
secuencias lesivas o dañosas a que el peligro puede dar lugar. de la Gran Comisión para la Reforma del Código Penal alemán,
Así, cuando el artículo 261 hace referencia a "armas que nor- especialmente entre WELZEL y DREHER,I« en la que el primero
y malmente sean susceptibles de causar daño grave", esta grave- abogaba por la imposibilidad de establecer un concepto de peli-
dad del daño enmarcará también la existencia o no de un peligro gro, mientras que el segundo lo estimaba factible.
típico. Con ello, quiere decirse que la gravedad del daño suscep-
tible de producirse revertirá sobre el peligro exigible para el 10 Niederschriften über die Süzungen der Grossen Strafrechtskom-
cumplimiento del tipo (aparte de la nota de "normalidad"), pues mission, Besonderer Tcil, tomo 8, Bonn, 1959, p. 417 y ss. También en el
i se mostraría totalmente atípico un peligro del cual pudiera de- sentido do la imposibilidad de un concepto generalmente válido de peligro
se ha pronunciado la Jurisprudencia a l e m a n a : Vid. SCHMIDHÁUSER, Straf-
rivarse sólo un daño no grave. recht, Allgemeiner Teil, Tübingen, 1970, p . 177.
Por otro lado, el que suponga una mayor "gravedad" la pues-
> ta en peligro de un bien más importante que otro de menor rele-
vancia es ciertamente evidente, pero tal "gravedad" no vendrá
ya referida al peligro, de no explicitarse en el tipo, sino al bien
puesto en peligro, lo que se traducirá en un mayor desvalor del
injusto en virtud de la mayor importancia de éste.
Únicamente cuando la ley se refiera, sin más, a la producción
>
de un peligro, sin añadir matizaciones que incidan en la inter-
pretación de dicho peligro, cabría acudir a un criterio que, aten-
y diendo a lo dicho al hablar de la noción de probabilidad,^ podría
y estimarse como la mayor probabilidad de que el acontecimiento
y dañoso se produzca que de que no se produzca. A tal criterio
podríamos acudir, por ejemplo, en los supuestos de los artícu-
y los 488 ("...cuando por la circunstancia del abandono se hubiere
y puesto en peligro la vida del niño..."), 489 ("si a consecuencia
y de la entrega se pusiere en peligro la salud o la moralidad del
1 menor...") y 556 ("el incendiario de bienes propios será castiga-
) do... o existiese peligro de propagación a edificio, arbolado o
plantío ajeno").
)
El peligro supondrá, por tanto, una noción valorativa, que
)
requerirá concreción en cada caso.** Las dificultades que ofrece
tal noción pueden observarse fácilmente en la fuerte discusión
habida en el grupo de penalistas alemanes que formaban parte

8 vid. capítulo anterior 3, c).


9 Vid. CÓRDOBA, Bapport..., op. cit., p. 360. Vid. también JIMÉNEZ DE
AsÚA, Tratado de Derecho Penal, T. I I I , Buenos Aires, 1958, p. 897 y s.

)
IV. NOCIÓN DE DELITO DE PELIGRO

1. POSTURAS DOCTRINALES Y SU CRÍTICA


A) LA REFERENCIA AL BIEN JURÍDICO O AL OBJETO DE LA ACCIÓN
Aunque suele atribuirse a BiNDlNG y a CARRARA el encuadra-
miento del peligro en el Derecho Penal, por el primero con refe-
rencia al dolo ("Gefahrdungsvorsatz") y por el segundo al tra-
tar del resultado,! se debe al alemán STÜBEL^ la primera
configuración de los delitos de peligro^ separados de los de lesión.
¿En qué se basa esta distinción? La mayoría de los autores
se muestran de acuerdo en la referencia del peligríiALbien jurí-
dico. Así, en nuestro país, CÓRDOBA define los delitos de peligro
como "aquellas infracciones que se consuman no en virtud de la
lesión, sino de la puesta en peligro del bien jurídico"/ QuiNTANO,
por su parte, prefiere una noción basada en características ex-
cluyentes o negativas de lo que no es delito de peligro y afirma
que por tal se entiende el "que en su conformación típica no re-
quiere una lesión o daño concretamente determinado, el cual,
caso de surgir, integraría un normal delito, no de riesgo, sino de

1 Vid. JIMÉNEZ DE ASÚA, Tratado de Derecho Penal, T. I l l , Buenos


Aires, 1958, p. 462.
2 STÜBEL, Ueber gofahrliche Handlungen, ais für sich bestehende
Verbrechen, zur Berichtigung der Lehre von versohuldeten Verbrechen,
nebst Vorschldgen zur gesctzlichen Bestimmung über die Bestrafung der
erstern, en Ncues Archiv des Kriminalrechts, T. V I I I , 1826, p . 236 y ss.
3 Cfr. BlNDiNG, Die Normen und ihre Übertretung, tomo I, Leipzig,
1916, p . 368, nota 1; MEIEE, Generelle Gefahrdungadelikte, Erlangen, 1935,
página 10.
4 CÓRDOBA, Rapport sobre los delitos de peligro, en Reviie Internatio-
nale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p . 357.

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> — 39 —
— 38 —
forme con esta distinción, si bien matizándola en orden al re-
3 lesión", para añadir más adelante "no es, sin embargo, una dis- sultado de las distintas ñguras de delitos, la técnica penal hace
criminación puramente naturalista, sino jurídica".^ una amplia división en cuanto al resultado del delito. Deli-
Esta referencia a lo jurídico la encontramos también en los tos en los cuales se produce un resultado concreto incluso eva-
tratados, textos y comentarios de JIMÉNEZ DE ASÚA, FERREK luable en cuanto al daño, como sucede en los hurtos, e t c . , y
SAMA, CUELLO, RODRÍGUEZ DEVESA y D E L ROSAL. Para JIMÉNEZ
otro grupo en que la punibilidad se conecta con la temibilidad
DE AsÚA,s son delitos de peligro "aquellos en los que basta para
de la conducta, evaluando por consiguiente la pena más en rela-
la realización típica que se haga correr un riesgo al objeto pro-
y tegido como bien o interés jurídicos". Igualmente claro al res- ción con el daño potencial de la acción."
:> pecto es FERRER SAMA:'' "en los de peligro el delito se consuma Esta opinión de que el peligro viene referido al bien jurídico
con la producción de un estado de riesgo o probabilidad de daño protegido es generalmente compartida en la doctrina extranjera.
para el bien jurídico protegido". CUELLO* alude también a que Así, MAURACH, al establecer la distinción entre delitos de lesión
el delito de peligro "no causa un daño efectivo y directo en inte- y delitos de peligro, dice: "Nos encontramos ante una u otra
reses jurídicamente protegidos, pero crea para éstos una situa- categoría según que el ataque, en su consumación típica repre-
ción de peligro". RODRÍGUEZ DEVESA» estima que "el delito de sente una inmediata lesión del valor (delitos de lesión) o tan sólo
lesión es aquel en que el tipo del injusto incorpora la destruc- el próximo peligro de la lesión de un interés"." En sentido pare-
ción de un bien jurídico. El delito de peligro, en cambio, no cido WELZEL,I2 SCHR6DER,I3 MEZGER-BLEI.I* También la doctrinax
comporta la destrucción, sino la creación de una situación tal italiana alude a esta conexión entre el peligro y el bien jurídico -.
que es probable que ese resultado lesivo se produzca". Asimismo, protegido como característica determinante de los delitos de pe-
de las palabras de DEL ROSAL i" parece deducirse la vinculación ligro y delimitadora de los que comportan una lesión para el bien.,.
BETTIOL lo expresa claramente: "mientras el daño es la efectiva
del peligro al bien jurídico; relaciona la distinción entre de-
litos de lesión y delitos de peligro con la de daño inmediato o lesión de un bien jurídico, el peligro es una probabilidad de daño,
directo y daño mediato o indirecto: "El primero consiste en la una acentuada probabilidad de lesión".!^ De forma semejante
violación ocasionada a cualquier interés protegido, traducido indica RATIGLIA: "la distinción entre delitos de lesión y de ame-
en un mal material o moral. El segundo no pasa de ser un me- naza teóricamente se presenta bastante fácil: en unos el bien es
noscabo a la seguridad del orden jurídico, en virtud del peligro efectivamente violado, en otros la violación es sólo potencial,
qae experimentan los intereses protegidos en la ley penal... con- posible, probable".!^ Ya anteriormente había escrito Rocco que
los delitos "desde el punto de vista de la relación en que se en-
cuentran con los bienes e intereses inmediatamente tutelados por
5 QuiNTANO, Delito de peligro, en Nueva Enciclopedia Jurídica, T. VI,
1 Barcelona, 1954, p. 481.
6 JIMÉNEZ DE ASÚA, Tratado..., op. cit., p. 462.
11 MAURACH, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, Karlsruhe,
7 FERREIÍ SAMA, Comentarios al Código Penal, T. IV, Madrid, 1956, 1971, p. 237.
página 25. 12 WELZEL, Das Deutsche Strafrecht, Berlín, 1969, p. 63.
8 CUELLO, Derecho Penal, T. I, Parte General, vol. 1.°, Barcelona,
1974, p. 297. 13 SCHRÜDER, Rapport sobre los delitos de peligro, en Remie Interna-
9 RODRÍGUEZ DEVESA, Derecho Penal Español, Parte General, Ma- tionale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p. 8.
drid, 1974, p. 357. 14 MEZGER-BLEI, Strafrecht I, München, 1970, p. 80.
10 DEL ROSAL, Tratado de Derecho Penal Español, Parte General, 15 BETTIOL, Diritto Pénale, Padova, 1969, p. 276.
vol. I, Madrid, 1969, p. 531 y 532. 16 RATIGLIA, II reat¡> di pericolo nella dottrina e nella Ugislaseione,
Torino, 1932, p. 82.
— 40 — _ 41 —
el Derecho Penal, se distinguen en dos grandes grupos: delitos como cosa (animal que puede cazarse), como situación real (uti-
de daño o de lesión y delitos de peligro o de amenaza"." De ma- lidad de un objeto) ".^^ Mientras que la concepción de WESSELS,
nera parecida encontramos este criterio de referencia al bien como arriba se ha expuesto, viene a coincidir con lo que la doc-
jurídico en MANZINI ("peligro de perjuicio para el bien mis- trina italiana y española denomina objeto material del delito, o
mo") .i» sea, "aquella parte del mundo exterior sobre la que recae la acti-
Sin embargo, este amplio consenso de gran parte de la doc- vidad delictiva" según palabras de BETTIOL,^^ la postura de
trina no es compartido por algunos autores, que basan la distin- JESCHECK recoge supuestos que no entrarían dentro de tal con-
ción entre delitos de lesión y de peligro no en la referencia al cepción.
bien jurídico, sino en la conexión de la lesión o el peligro con el
objeto material del delito ("Handlunjísobjekt", "Tatobjekt").
Así lo estima jESCHECK: "según la intensidad del ataque al ob- 5 ) / C R Í T I C A y TOMA DE POSTURA j
jeto de la acción se distingué"eñtr"e delitos de lesión y delitos de
Esta referencia del peligro o lesión al objeto material es re-
peligró (concreto) ".'^ Literalmente igual se expresa WESSELS : chazable :
"según la intensidad del ataque al correspondiente objeto de la
1); En primer lugar, porque al Derecho Penal no le interesa
acción se distingue entre delitos de lesión y de peligro".2"
tanto el ataque al objeto material cuanto la lesión o puesta en
Ahora bien, hay que tener en cuenta que mientras este autor peligro del bien jurídico. Mejor dicho, el ataque al objeto mate-
ofrece un concepto de "Handlungsobjekt" más acorde con lo que rial será contemplado en tanto que suponga una exigencia nece-
nosotros entendemos por objeto material del delito, JESCHECK saria para poder afirmar el atentado al bien jurídico.
matiza más su concepción. Para WESSELS los "bienes jurídicos 2) En segundo lugar, porque algunos delitos de peligro no
son valores sociales ideales" mientras que "objeto de la acción exigen un ataque a un objeto material. Piénsese en el artícu-
es, por el contrario, el objeto concreto sobre el que se ejecuta la lo 340 bis a) número 1 del Código Penal que castiga al "que con-
acción típica y contra el que se dirige el ataque lesivo del bien dujere un vehículo de motor bajo la influencia de bebidas alcohó-
jurídico".2i JESCHECK, aunque entiende que los bienes jurídicos licas, drogas tóxicas o estupefacientes". De ahí la un tanto
"son valores ideales del orden social" y que "por el contrario se ambigua distinción de JESCHECK al referirse, al sentar las bases
denomina objeto de la acción al objeto concreto que se ve afecta- del criterio clasificatorio, sólo a delitos de lesión y de peligro
do por la acción típica", afirma que "el objeto de la acción puede (concreto), para tratar seguidamente los de peligro abstracto,
aparecer bajo formas diversas: como unidad corpóreo-anímica al parecer bajo el mismo criterio.^*
(integridad o vida de una persona), como valor social (derecho
al prestigio del injuriado), como valor económico (patrimonio), 3) En tercer lugar, porque si la distinción se basa en el obje-
to material y no en el bien jurídico, no se ofrece el criterio ade-
cuado para la solución de ciertos problemas (piénsese en el con-
17 Rocco, Opere Giuridiche, T. I, L'oggetto del r<:ato e della tutela curso de delitos de peligro y de lesión) que surgen cuando el peli-
giuridica pénale, Roma, 1932, p. 325.
18 MANZINI, Trattato di Diritto Pénale Italiano, 4.* ed. puesta al día gró desemboca en la causación de una lesión.
por los profesores P. Nuvolone y G. D. Pisapia, Torino, 1961, p. 640.
19 JESCHECK, Lehrbuoh des Strafrechts, Allgemeiner Teil, Berlín,
1972, p. 198. 22 JESCHECK, Lehrbuch..., op. cit rm 19^5 iq«
20 WESSELS, Strafrecht, Allgemeiner Teil, Karlsruhe, 1970, p. 31. 23 BETTIOL, Dirüto Pénale, op. cit.,'p- í e i " ' " ' -
21 WESSELS, Strafrecht..., op. cit, p. 28. 24 JESCHECK, Lehrbuch..., op. cit., p. 198. '
— 42 — — 43 —
' 4)/ Por último, algunos tipos citados tradicionalmente como ma), etc.28 No se trata de objetos naturales o materiales, sino
delitos de lesión (piénsese en el hurto, por ejemplo), no suponen que han sido normativamente delimitados.^' Junto a ellos apa-
un atentado al objeto material, como tal, sino al bien jurídico recen otros bienes jurídicos "institucionales" que no son homo-
protegido. Esta referencia al bien jurídico se trasluce, incluso, géneamente equiparables a los anteriores, sino que están en
en aquellos autores que toman como base para la distinción el una relación de gradación respecto a los primeros, por ejemplo,
objeto de la acción. Así, JESCHECK^S llega a citar entre los la seguridad de la circulación.8"
ejemplos de delitos de peligro abstracto el falso testimonio (pa- Lo que ocurre es que la ley no puede recoger cada supuesto
rágrafo 153 y ss. del Código alemán) "por la probabilidad de particular, puesto que su formulación es necesariamente abs-
una puesta en peligro de la Administración de Justicia", lo cual tracta. Pero la razón de la protección de la Ley no es una mera
no casa con el criterio de referencia al "Handlungsobjek", aun abstracción, sino la protección de cada uno de los bienes que
teniendo en cuenta la amplitud con que lo concibe. puedan resultar afectados concretamente. Es decir, entre ley y
Una postura singular es la adoptada por SCHMIDHÁUSER, el caso particular se da una relación de abstracción-concreción.
cual distingue entre bien jurídico ("Rechtsgut"), objeto del bien Por ello, cuando afirmamos que en el homicidio se lesiona el
jurídico ("Rechtsgutobjekt)") y objeto del hecho u objeto de la bien jurídico "vida" sin hacer referencia a un supuesto concre-
acción ("Tatobjekt" o "Handlungsobjekt"), entendiendo por ob- to ("esta vida"), no hacemos más que seguir la pauta de esa
jeto del bien jurídico "el particular objeto concreto al que va relación abstracción-concreción, pero somos conscientes de que
unida la exigencia del bien jurídico y que, por su parte, puede esa noción abstracta de "vida" no es más que una abstracción
ser lesionado o puesto en peligro en su existencia: la vida de de cada una de las particulares vidas, que son los auténticos bie-
ese hombre, esta cosa perteneciente a otro; la moneda que no nes jurídicos, es decir, los auténticos "objetos de protección".
está permitido falsificar, etc.^^ A pesar de los esfuerzos de Por eso, cuando se intentan emplear términos distintos para
SCHMIDHÁUSER por independizar dicho concepto de "Rechtsgut- designar la "clase" (vida) y los "miembros" de esa "clase" (vidas
objekt", éste en unas ocasiones se confunde con el "Tatobjekt", particulares) se introduce un elemento distorsionador y que con-
mientras que en otras aparece como concepción del bien jurídico. duce a la confusión, puesto que no se trata de cosas distintas,
Pues bien, para dicho autor el bien jurídico sólo puede ser lesio- sino de una relación entre "designatum" y "denotata".^i
nado, mientras que "el «Rechtsgutobjekt» y el «Tatobjekt» pue-
den ser (en su sustancia o en su existencia) puestos en peligro 28 Vid. WELZEL, Das Deutsche..., op. cit., p. 62. Para un análisis de
su relación con Binding: cfr. AMELUNG, Rechtsgüterschutz und Schutz der
o lesionados".^'' Gesellschaft, Frankfurt/M., 1972, p. 187.
Nosotros entendemos por bienes jurídicos aquellas particu- 29 AMELUNG, Rechtsgüterschutz..., op. cit., p. 188.
larizaciones del interés protegido, sin que deban confundirse 30 AMELUNG, Rechtsgüterschutz..., op. cit., p. 194 y ss., p. 204. Re-
' cuérdese, por otra parte, lo que ya indicaba Rodríguez Mourullo: ^l_con-
con objetos materiales: la vida de esta persona, su honor, esa "7 figurar un determinado delito de peligro, la Ley convierte en bien jurídico
particular facultad de disposición de la cosa (no la cosa mis- la seguridad de otro bien. De suerte que e r quebranto de la seguridad de
ese bien entraña ya la lesión del bien jurídico protegido en el delito de pe-
ligro, aun cuando no suponga todavía más que un riesgo para otro bien.
La seguridad de determinados bienes puede ser ya en sí misma un bien
25 JESCHECK, Lehrbuch..., op. cit., p. 199. jurídico" (RODRÍGUEZ MOURULLO, La omisión de socorro en el Código Penal,
26 SCHMIDHÁUSER, Strafrecht, Allgemeiner Teil, Tiibingen, 1970, Madrid, 1966, p. 148). Vid. también el capítulo X del texto.
páginas 24 y 25. 31 El interés que suscita actualmente la problemática del bien jurí-
27 SCHMIDHÁUSER, Strafrecht..., op. cit., p. 26. dico ha dado lugar a una abundante literatura en torno al mismo, entre la
— 44 — 45 —

los intereses o al crédito del Estado"; o en el artículo 581, IP:


2. SENTIDO DEL TÉRMINO "DELITO" AQUÍ EMPLEADO
"los que contravinieren las reglas establecidas para evitar la
La expresión delito suele emplearse con diversos sentidos, propagación del fuego en las máquinas de vapor, calderas... o
como recuerda CÓRDOBA.^2 Con ella, por una parte, se indica construyeren esos objetos con infracción de los reglamentos,
aquel grupo de infracciones que, por su gravedad, se diferencia ordenanzas o bandos, o dejaren de limpiarlos o cuidarlos, con
de las faltas en atención a lo establecido en el art. 6 del Código peligro de incendio".
Penal. Pero, también, la doctrina utiliza tal expresión en un sen- Un segundo aspecto conviene también tener en cuenta. Cuan-
tido amplio, englobando dentro de ella tanto los delitos en do aquí hablamos de delitos de peligro, nos referimos a determi-
sentido estricto, como las faltas, es decir, en esta utilización del nados tipos en los que convenimos se da tal característica. Los
término "4_elito", éste equivale a infracción penal, y en este tipos suponen, como indica CÓRDOBA,»'' un hecho "incorporado
sentido, igualmente, aparece en alguna ocasión aislada en el Có- por el legislador a la esfera penal". Pues bien, en tales tipos ha
digo, como pone de relieve RODRÍGUEZ MOURULLO,»» cual sucede de venir exigida, bien implícita, bien explícitamente, la concu-
al regular la prescripción de los artículos 112 y 114. rrencia de un peligro, en relación con una conducta o con una
Esta acepción extensa es la que interesa recoger aquí, pues situación determinadas, situación que generalmente derivará de
también en las faltas se incluyen supuestos encuadrables en el aquélla, pero que también puede darse con independencia de la
estudio de los "delitos" de peligro. Baste recordar lo dispuesto misma. En este sent'do, el artículo 489 bis, que regula la omisión
en el artículo 566, 3.^: "los que por los mismos medios (impren- de socorro, puede ser considerado como un delito de peligro, aun
ta, litografía u otro medio de publicación, según establece el cuando el peligro pueda provenir no sólo de una conducta huma-
número 2.°) publicaren maliciosamente noticias falsas, de las na, independiente de la de omisión de socorro, sino también de
que pueda resultar algún peligro para el orden público o daño a un hecho natural."'' Y lo es porque, como destaca RODRÍGUEZ
MOURULLO, "el objeto de protección propio del artículo 489 bis
que destaca el citado libro de Amelung. Cfr. también: RÜDOLPHI, Die — la solidaridad humana — queda recortado por la proyección
verschiedenen Apekte des Recktsgutshegriffs, en Fostchrift für Richard sobre los riesgos para los bienes vida e integridad corporal".»*
M. Honig, Gottingen, 1970, p. 152 y ss. (distingue básicamente un aspecto
interpretativo-teleológico, otro dogmático y un tercero referido a la tarea
del Legislador); OTTO, Reehtsgutsbegtiff und Deliktstatbestand, en Stra- 34 CÓRDOBA, Notas a la Traducción del Tratado..., op. cit., parágra-
frechtsdogmatik und Kriminalpolitik, Koln-Berlín-Bonn-Münehen, 1971, fo 13, nota 4, p. 153 y 154.
página 1 y ss.; MARX, Michael, Zur definition des Begriffs "Rechtsguf", 35 RODRÍGUEZ MOURULLO, La omisión..., op. cit., p. 170.
Koln-Berlín-Bonn-München, 1972; HASSEMER, Theorie und aoziologiu des 36 RODRÍGUEZ MOURULLO, La omisión..., op. cit., p. 147.
Verbrechens, Franlífurt/M., 1973, CALI IESS, Theorie der Strafe im damo-
kratischen und sozialen Rechtastaat, j'rankfurt/M., 1974; POLAINO NA-
VARBETE, El bien jurídico en Derecho l'enal, Sevilla, 1974.
32 Vid. CÓRDOBA, Traducción del Tratado de Derecho Penal de MAU-
EACH, T. I , Barcelona, 1962, pp. 151 y 152, nota 3.
Vid. también para la comprensión de las "denotaciones" distintas que
puede tener un mismo término: CAPELLV, El Derecho como lenguaje, Bar-
celona, 1968, p. 30 y ss. Vid. igualmente HASSEMER, Tatbestand und Typus,
Koln-Berlín-Bonn-München, 1968.
33 Vid. EoDRÍGUBa MOURULLO, La omisión de socorro en el Código
Penal, Madrid, 1966, p. 364.
I

)
)
3
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>

1 V. TEORÍAS SOBRE EL PELIGRO EN DERECHO PENAL

> 1. CONSIDERACIONES PRELIMINARES

^ Una de las cuestiones más debatidas, ya desde que STÜBEL


^ inició el estudio de los delitos de peligro, es la referente a la na-
^ ; turaleza objetiva o subjetiva del peligro. STÜBEL definió la acción
^ ; peligrosa como "aquélla por medio de la cual se crea un peligro
-^ ; para el actuante u otra persona".^
^ Durante el siglo pasado se iniciaron ya las discusiones, sobre
todo en Alemania, acerca de dicha naturaleza del peligro. Vea-
^ mos las posturas principales en torno a esta cuestión. No cree-
"^ mos desdeñable el interés que su desarrollo pueda tener para el
'y jurista, aunque algunos autores no lo estimen así. Es cierta la
-^ crítica de ANTOI.ISEI^ de que en esto el Derecho no tiene que
^ decir la última palabra, sino que corresponde ésta a otras disci-
plinas, mas es indudable la repercusión en el campo jurídico de
^ su aceptación o no. Por otra parte, tampoco está claro que
~) se trate de una "vieja disputa", cual pretende, con remisión
~) a HENCKEL, VOLZ,^ como lo demuestra la reciente aparición de
^ la obra de REINHARD YON HIPPEL.*

•^ 1 STÜBEL, Ueber gefahrliche Handlungen, ais für sich bestehende


' Verbrechen, zur Berichtigung der Lehre von verschuldeten Verbrechen,
") ' nebst Vorschlagen zur gesetzlichen Bestimmung über die Bestrafung der
erstem, en Neues Archiv des Kriminalrechts, T. V I H , 1826, p. 236.
f 2 ANTOLISEI, L'azione e l'evento nel reato, Milano, 1928, p. 130.
N 3 VOLZ, Unrecht und Schuld abatrakter Gefahrdungsdelikte, Gottin-
gen, 1968, p. 13.
^ 4 Von HlPPEL, Reinhard, Gefahrenurteüe und Prognoseentscheidun-
^ gen in der Strafrechtspraxis, Berlín, 1972, p. 47.

1
- - 48 4Í)

Así pues, el peligro vendría constituido por una impresión


2. TEORÍAS SUBJETIVAS de orden subjetivo. ,Ün peligro existiría sólo en nuestra mente.
Para los subjetivistas, el peligro no constituirá algo real, ob- En el suceder objetivo habría sólo acontecimientos causales o no
jetivamente existente, sino vendrá expresado por una represen- causales. Parece, por tanto, que las posturas causalistas-natura-
;tación de la mente humana y será, por tanto, un "ens imaginatio- listas, en base a las famosas observaciones de STUART MILL,^ al-
/.nis".¿En la realidad no hay lugar para la posibilidad o la canzaron también su influencia en este ámbito penal.
probabilidad de un acontecimiento. Si no se ha producido un re- No es extraño, entonces, que entre los subjetivistas se en-
sultado lesivo, es que no se podía producir. En este sentido, los cuentre a VON BuKi, de quien parte la teoría de la "equivalencia
subjetivistas estiman que todo cambio producido en el mundo de condiciones".^ Hace una crítica de las doctrinas partidarias
exterior sucedió porque así tenía que suceder. Caso de no haber- de que por peligro hay que entender un es1^|c|p objetivo, el cual
se producido es porque ya desde el principio no podía darse. Por haga temer con probabilidad la lesión de un bien jurídico, para
tanto, todo suceso es producto del principio de necesidad que las cuales la acción productora dejtal situación sería, por tanto,
rige el mundo objetivo del suceder. Las condiciones que determi- una acción objetivamente peligrosa, al igual que lá^acción mor-
nan que consideremos peligrosa una situación son causales o no tal causante de la muerte de un hombre, según él mismo indica.
de un acontecimiento dañoso. Si éste no se produce es porque Contra tal criterio, estima él que en sí misma considerada nin-
no hubo "riesgo objetivo de que se produjese". En este sentido guna acción puede ser descrita como peligrosa. La acción de dis-
se expresó ya JANKA: "Todo lo que sucede, sucede necesariamen- parar, apuñalar, arrojar, puede únicamente ser calificada de
peligrosa si se pone en relación con circunstancias especiales,
te y un resultado que en realidad no se ha producido es porque
situadas fuera de ella. Pero, en tanto no se haya actuado todavía
no podía producirse en ningún caso."^
bajo tales condiciones, esa peligrosidad sólo puede sor algo pen-
FiNGER adoptó, en una primera época, también un criterio
sado y permanecerá como tal en caso de que, habiendo actuado
subjetivista, en base a una concepción mecánica del mundo; cri-
ciertamente bajo tales condiciones, no se haya producido en
terio que posteriormente fue matizando. Muestra del mismo es
realidad un peligro.^" Como vemos, aquí se refiere voN BURI a
su tajante afirmación de que, realmente, jas .condicicmes que
. >í'- la peligrosidad referida a la acción, distinguiéndola de la pro-
jiosotxga_fiaUficamos.xiep_elig£os^as_soji_o causales o no caúsales,
ducción de un peligro determinado. De lo cual extrae unas' im-
por lo que el acontecimiento (dañoso, añadimos "nosotros) ha de portantes consecuencias jurídicas, que servirán de base a la teo-
producirse o no".« Rechaza el criterio de un devenir "posible" ría de la presunción en los llamados delitos de peligro abstracto,
de los acontecimientos, pues no existe una auténtica posibilidad independientemente de la postura sobre la naturaleza del peligro
en un mundo dominado por el principio de necesidad, formán- que se sostenga.
dose el concepto de posibilidad sólo como reflejo del mundo real,
en los ojos de quienes lo contemplan y en base a imágenes pasa-
8) Cfr. CURATOLA, Del nesso oggettivo di causalitá nel Diritto Pénale,
das forman otras acerca del futuro.'' Milano, 1955, p. 10 y ss. Vid. también GIMBBRNAT, Delitos cualificados por
el resultado y causalidad, Madrid, 1966.
9! Von BuRI, Über Kausalitat und deren Verantivortung, Leipzig,
5 JANKA, Das osterreichische Strafrecht, Wien, 1002, p. 66. 1873; el mismo, Die Kausalitat und ihre strafrechtlichen Beziehungen,
6 FlNGER, Der Begriff der Gefahr und aeine Anwendung im Stra. S t u t t g a r t , 1885.
frecht, P r a g , 1889, p. 69. 10 Von BUBI, Über den Begriff der Gefahr und seine Amvendung atif
7 FiNGER, Der Begriff..., op. cit., p. 74. den Versuch, en Gerichtssaal, 1888, Vol. XL, p. 503 y ss.

4. — La puesta en peligro de bienes jurídicos

i$m^,
)
>
)
— 50 — — 51 —
) Un ejemplo extremo de subjetivismo es el que BusCH, en su de la equivalencia de condiciones. Tres son las razones que ex-
) crítica a esta postura, recoge de HERTZ, al afirmar éste que cuan- pone. En primer lugar, la identificación entre causa y condición,
) do un niño cae por la ventana de un piso alto y no se produce su que supone el núcleo de la teoría de VON BuRi, no casa, a su pa-
) muerte, porque justamente pasaba un carro cargado de heno, recer, con una situación intermedia entre la lesión y la no lesión,
es porque ya desde el principio tal muerte no podía producirse." que estaría en relación causal con~sus~aníécedentes y consecuen-
) cias, cuya relación podría confirmar la existencia de condiciones^
Otros partidarios de esta doctrina intentarán explicar su
> vinculación al mundo real. En opinión de A P P E L no falta al jui- que posible o probablemen' e aparezcan como causa. En segundo
1 cio de peligro un cierto contenido objetivo, en el sentido de que lugar, la teoría de la equivalencia de condiciones supone la nece-
se desprende de la experiencia que ciertas accioneg, suelen tener sidad de eliminar los conceptos de posibilidad y probabilidad,
ciertas consecuencias, pero también en tales"supuestos sería el pues el estricto principio de necesidad supone, incluso, la elimi-,
desconocimiento de orden subjetivo el decisivo para el juicio de nación del azar. Por último, la teoría de la causalidad de VON
peligro. El juzgador desconocería si se halla ante un supuesto en BURI supondría un menosprecio del conocimiento empírico como
-y que tiene que producirse el resultado lesivo, puesto que ni la ex- fuente única de un conocimiento objetivo."
periencia más exacta permite al juzgador afirmar la existencia
de dos casos iguales, por lo que únicamente se podrá representar 3. TEORÍAS OBJETIVAS
un caso parecido y temer la producción de la consecuencia no de-
seada. El juicio de peligro, por tanto, se fundaría en temores de Ya STÜBEL se refirió a la^^cción peligrosa como aquella que
orden subjetivo.^^ contiene la probabilida,d de un resurtado lesivo para el Dere-
j - Acertadamente, a nuestro entender, se ha señalado la vincu- cho.''' Pero fueron VON K R I E S y VON ROHLAND quienes destacaron'
j lación entre la concepción subjetivista del peligro y la teoría de primeramente en la defensa de una concepción objetiva del pe-
:> la causalidad llamada de la equivalencia de condiciones, que fue ligro.i*
desarrollada principalmente por VON BuRi y que alcanzó una Es VON ROHLAND quien sienta claramente las dos caracterís-
gran difusión en la doctrina y, en particular, en la práctica, de- ticas del concepto de peligro que serán reconocidas posterior-
bido a su perfección lógica aparente y a su aplicabilidad a los mente de un modo general: "La probabilidad de un aconteci-
supuestos concretos.13 En Italia, CivoLl se sumó a esta corriente, miento y el carácter dañoso del mismo. Donde falta una de esas
a la vez que sostuvo también el criterio subjetivista, afirmando notas, falta también el peligro. No hablamos de peligro cuando
que el concepto de peligro es un concepto absolutamente sub- la producción de un hecho es, o bien, imposible, o bien, cierta,
jetivo.i"* ni tampoco cuando la misma está de acuerdo con nuestros inte-
Se debe a BuscHi^ el trazado de la influencia de la teoría reses o no los acepta. Peligro es, por tanto, la mayor o menor
probabilidad de un acontecimiento lesivo; la mayor o menor po-
11 BusCH, Gefahr und Gefdhrdungsvortsatz in der Dogmatik des
modernen Strafrechts, Leipzig, 1897, p. 11, nota 3. 16 P a r a una visión crítica de los autores partidarios de la doctrina
12 APPEL, Die Verbrechen der Gefahrdung von Leib und Lehen nach subjetiva, cfr. Rocco, Opere Giuridiche, T. I, L'oggetto del reato e della
deutschen Recht, Koln, 1931, p. 11. tutela giuridica penah, Roma, 1932, p. 287.
13 Vid. nota 9. Cfr. asimismo CURATOLA, Del nesso oggettivo..., op. cit., 17 STÜBEL, Uebar..., op. cit., p. 237.
página 12 y siguientes. 18 Von EoHLAND, Die Gefahr im Strafrecht, Dorpat, 1886; Von
) 14 CIVOLI, Manuale di Diritto Pénale, Milano, 1900, p. 424. KRIES, Ueber den Begriff der objectiven MoglicKkeit und einige Anwen-
15 BusCH, Gefahr..., op. cit., p. 13 y ss. dungen dessclben, Leipzig, 1888.

>
1

•)
)
52 53
., sibilidad de su producción. "i¡* Posteriormente, una vez precisa- BusCH, si bien manteniendo una postura asimismo objeti-
,Í>\do su concepto de peligro, afirma que lo que diferencia a los de- vista, critica las de YON K R I E S y YON ROHLAND, y hace especial
v"^V/ litos de peligro de los de lesión es que en los primeros basta la hincapié en la relación entre peligro y tipo, el primero como
/ "'ggfldjyjasiÓB de un peligro para su consumación, sin exigir una elemento objetivo de éste. Pero un peligro objetivo sólo puede
;/^y;>Jesión real del bien jurídico: "lo esencial, por tanto, para el sostenerse en base a raanifestaciones exteriores concretas, las
' / delito de peligro no es la lesión producida a un bien jurídico, cuales han de darse en cada caso particular en que la ley exija
\J sino, únicamente, la existencia de un peligro".^» Más adelante para la punición la producción de un peligro. Caso de que, en
establece su concepto de la posibilidad objetiva, influenciado por concreto, no se haya producido un peligro, no cabe entonces
VON K E I E S : "Denominamos la producción de un resultado, bajo hablar de la existencia de un peligro objetivamente general o
ciertas indeterminadas condiciones, como objetivamente posible abstracto. Y concluye afirmando que "mientras el peligro obje-
cuando son pensables más exactas determinaciones de dichas tivo (concreto) deriva su «Dasein» de la realidad, de las condi-
condiciones, que deberán tener por consecuencia la producción ciones del caso particular, el peligro general (abstracto) pres-
del resultado."-! cinde de ellas, se abstrae de la realidad ".2'<
Esta aplicación al ámbito jurídico-penal de la noción de la Las posturas objetivistas encontraron una gran cantidad de
posibilidad objetiva está directamente relacionada con la postu- adeptos en Alemania e Italia. Cabe destacar a BINDING en Ale-
ra adoptada por YON KKIES, quien tuvo gran influencia en el mania. E n Italia, a FLORIAN.^^
desarrollo de las doctrinas objetivas del peligro. Para él, "que Para FLORIAN debe adoptarse, sustancialmente, la llamada
un acontecimiento bajo ciertas condiciones o bien tenga que pro- teoría objetiva. Si el peligro fuese simplemente una presunción,
ducirse o no producirse, y que ambas cosas sean objetivamente una apreciación subjetiva, el Derecho Penal no tutelaría el or-
posibles, ésta es una aserción que tiene un sentido que puede den externo, sino la impresionabilidad interna de los individuos.^'^
mantenerse con un significado comprensible cuando la descrip- Influidos principalmente por la postura de YON KRIES y YON
ción de las circunstancias condicionantes incluye una general e ROHLAND, parecen, asimismo, HÁLSCHNER y MERKEL. Para el
inexacta cantidad de comportamientos diversos, o un ámbito primero, únicamente puede hablarse de peligrosidad de una ac-
determinado".^^ ción en el sentido de que nosotros inducimos de su naturaleza
/• El peligro es, por tanto, para YON KRIES la posibilidad obje- que contiene en sí misma las condiciones para la producción de
' tiva de un acontecimiento dañoso, una situación que contiene un resultado dañoso. Pero nosotros no estamos en situación
I las condiciones de un resultado d a ñ o s a E T c r a c e p t o básico será de conocer todas las condiciones de la acción misma. Aunque
para él un peligro "general", en el sentido de ir referido a una ciertamente el peligro es hijo de nuestra ignorancia, esto no
generalidad o conjunto de acciones. La relevante posibilidad o nos permite decir que la existencia del mismo depende de la sub-
'•' la probabilidad general no se corresponderán con una acción jetividad del juzgador. Si no fuese así, el concepto de peligro no
concreta, sino que tendrán u_n carácter generaL^^
19 Von ROHLAND, Die Gefahr..., op. cit., p. 1. 24 BüSCH, Gefahr..., op. cit., p. 25.
20 Von ROHLAND, Die Gefahr..., op. cit., p. 8. 25 Cfr. BINDING, Die Normen und ihre Übertretung, T. I, Leipzig-,
21 Von RoHLAND, Die Gefahr..., op. cit, p. 13. 1916, p. 376 y ss., 381 y ss.; FLORIAN, Dei delitti centro l'incolumita piib-
22 Von KBIBS, Die Principien der Wahrscheinlichkeitarechnung, blica, Enciclopedia del Diritto Pénale Italiano, dirigida por Pessina, Vo-
Freiburg 1. Br., 1886, p. 87. lumen VIII, Milano, 1909, pp. 208 y 209.
23 Von KRIES, üeber..., op. cit, p. 67 y ss. 26 FLORIAN, Dei delitti..., op, cit., p. 208.
MH

\r
54 — — 55 —
podría tener valor para el Derecho Penal. En todo caso, si el del término "objetivo") que aquí, obviamente, por "objetivo" no
resultado en un supuesto concreto no se produce, no por ello se entiende algo "óntico", sino algo que está en referencia a un
dejará de considerarse como acción peligrosa, porque la natura- consenso común. En todo caso, se requerirá la existencia de un
\ "^ leza de un caso concreto no altera el carácter general de los juicio de peligro.
casos de la misma especie-^^ También MERKEL insiste en la obje- El propio Rocco, tras analizar los conceptos de posibilidad
tividad del peligro, subrayando la necesidad de atender a las y probabilidad, y afirmar que el delito es un daño potencial,
circunstancias objetivas del caso singular.^^ equiparando las expresiones de "peligro", "daño posible" y
"daño potencial", afirma que en este sentido "il pericolo é un
quid di obiettivo, come é un quid di obiettivo la possibilitá".
4. TEORÍAS OBJETIVO-SUBJETIVAS
Pero el peligro, como la posibilidad, no se revelaría por sí mis-
Es indudable que, a pesar de sus diferencias, las teorías mo, por lo cual requiere que se le perciba subjetivamente, siendo
objetivistas y subjetivistas ofrecen unos puntos comunes, en necesaria la previsibilidad del daño para el concepto de peligro.
base a los cuales se iniciaron desarrollos conceptuales que inten- Se requiere, por tanto, un juicio sóbrenla existencia del peligro,
tan compaginar todo aquello que les merece im juicio positivo que tiene por contenido, pOT objeto, el^
de ambas posturas. tencia objetiva.. En este sentido, todo peligro "é un quid di su-
En primer lugar, hay que tener en cuenta que ambas reco- biettivo, anzi di obiettivo e subiettivo in sieme, e non esiste un
nocen la existencia de un devenir causal. Acertadamente ha ob- pericolo puramente oggettivo o puramente soggettivo". Pero
servado Rocco que si la identificación entre causa y condición también aquí podemos distinguir, sigue Rocco, un peligro sub-
constituye uno de los postulados do la teoría subjetiva del peli- jetivo do un peligro objetivo, según que el juicio acerca del pe-
gro, todavía es más conciliable con la teoría objetiva. Aduce ligro sea un juicio de un particular o de la colectividad. El pri-
para ello los ejemplos de VON KRIES, VON LISZT y MEKKEL, entre mer juicio sólo tiene valor para el sujeto de quien proviene; el
otros, como seguidores tanto de la teoría objetiva del peligro segundo, que puede o no coincidir con el primero, al provenir de
como de la postura causalista que iguala causa y condición.^a todos tiene un valor para todos y es, por tanto, respecto a cada
Por otra parte, se ha observado que una base común para uno, objetivo."
fundamentar la valoración de un fenómeno la constituye la ex- Nótese que Rocco emplea aquí el término "objetivo" sin
periencia, basada en las observaciones sistemáticas de los he- hacer distinción entre un sentido "óntico" y un sentido "ge-
chos.^o Y, junto a ello, el que la subjetividad u objetividad estará neral", tal como arriba se ha expuesto, confusión que ha dado
también en relación con la persona que emita el juicio de peli- lugar a equívocos de muy diversa índole.
grcsc"^ Aunque más adelante nos ocuparemos de esta cuestión, En sentido parecido, MEZGER hace hincapié, al tratar del pe-
vale la pena adelantar (para evitar interpretaciones equívocas ligro, en que éste supone un juicio fundamentado en la experien-
cia general, por el que se expresa un temor fundado e inmediato
27 HALSCHNER, Das gentcine deutsche Strafrecht, T. II, Bonn, 1887, de la lesión de un bien jurídico. En virtud de ello, sería inco-
página 597 y ss.
28 MERKEL, Lehrbuck des deutschen Strafrechts, S t u t t g a r t , 1889, pá-
rrecto afirmar que el peligro sólo puede ser algo puramente sub-
gina 42 y ss. jetivo, pues, según el criterio que se siga respecto a la persona
29 Rocco, L'oggetto..., op. cit., p. 300, nota 70. que formule el juicio acerca del peligro, éste tendrá un carácter
30 RAMGLIA, II reato..., op. c i t , p. 10.
30 bis Vid. notas 31 y 32. 31 Rocco, L'oggetto..., op. c i t , pp. 302 y 303.
— 56 — — 57 ~
objetivo o subjetivo, de tal modo que si el juicio Jo formula el rnejante al distinguir entre una situación concreta de hecho y
juez, el concepto de peligro será objetivo, mientras que, si es el la referencia a un resultado lesivo, afirmando la existencia de
autor, tendrá un carácter subjetivo. "Esto nos indica ya que en dos aspectos distintos; uno, objetivo, en relación con el conoci-
el concipto d i peligro no es posible hablar de características miento experimental de las leyes del suceder, necesario para el
/'fijas, pues los conocimientos que nos proporciona la experiencia juicio cognitivo; otro, subjetivo, en relación con el cálculo acer-
se modifican en el curso del tiempo y ello hace que oscile nuestra ca de la producción del resultado lesivo, aunque concluye que
apreciación sobre situaciones de peligro. Sin embargo, no puede "la existencia del peligro ha de ser objetivamente determi-
:• tampoco decirse que el concepto de peligro sea un puro concepto nada".^*
'" normativo, pues siempre lleva en sí un elemento de experiencia, En Italia, PETKOCELLI se suma a esta corriente y, con refe-
i por tanto, un elemento cognitivo. Pero el juicio contenido en él rencia a Eocco y OPENHEIM, rechaza tanto una pura existencia
; no es un juicio sobre una causalidad real, sino sobre un curso objetiva del peligro, como también el que éste consista en una
; ^causal posible."82 opinión subjetiva. Indica, resumidamente, que "el peligro resulta
' Un antecedente del intento de aproximación entre las pos- constituido por un elemento objetivo y un elemento subjetivo.
turas objetiva y subjetiva se encuentra en OPPENHEIM, quien Uno es el factor causal, existente como tal — y bajo la influencia
distingue entre la situación de peligro, que comporta algo obje- de condiciones idóneas — en el mundo exterior; el otro, es el
tivo, y el hecho de que nosotros sólo podamos acudir a la expe- juicio que relaciona tal factor con el resultado debido, estable-
riencia para conocer la posibilidad próxima o la probabilidad ciendo la posibilidad relevante de producción del resultado
de las condiciones necesarias para la producción del resultado mismo ".35
dañoso. Mientras que esta posibilidad o probabilidad constitui-
rían algo subjetivo, la situación misma constituiría algo obje-
5. POSTURAS MÁS RECIENTES
tivo.^*
Una condensada explicación actual de la postura objetivo- E n los trabajos presentados en el coloquio preparatorio del
subjetiva, la encontramos en MEZGER-BLEI, para quienes el jui- X Congreso Internacional de Derecho Penal (Roma, mayo 1968),
cio sobre la existencia de un peligro constituye un juicio cog- se destacó un predominio de quienes entienden que el peligro
nitivo, basado en el saber empírico-ganeral, en el conocimiento consiste en una realidad objetiva sobre quienes estiman que se
objetivo de las leyes del suceder en i elación con una lesión in- trata de un juicio subjetivo, aun teniendo en cuenta las matiza-
mediata de un bien jurídico. En esto estriba el momento "objeti- clones entre estas dos posturas extremas que hemos visto en
vo" del peligro. Sin embargo, no puede rechazarse junto a éste apartados anteriores, según subraya DELITALA en su "Rapport
la existencia de un momento subjetivo, pues en el cálculo del General ".36
peligro sólo puede valorarse una parte de las condiciones, lo 34 MEZGER-BLEI, Strafrecht, Algemeiner Teil, München, 1967, p. 9 3 ;
cual es consecuencia de nuestro "desconocimiento", que conduce NAVABRBTE, La omisión del deber de socorro. Exégesis y comentario del
a una "imposibilidad subjetiva" de una decisión segura. Ya NA- artículo 489 bis del Código Penal, en Eevista de la Facultad de Derecho
de la Universidad de Madrid, Madrid, 1959, vol. I I I , p. 426.
VAERETE se había manifestado antes en España de un modo se- 35 PETROCBLLI, La pericolositá criminale e la sua posizione giuridica,
Padova, 1940. E s t a opinión es seguida en E s p a ñ a por RODRÍGUEZ MOURULLO
32 MBZGER, Tratado de Derecho Penal, T. I, traducción de Koniu'- en La omisión de socorro en el Código Penal, Madrid, 1966, p. 165.
GUEZ IfoÑOZ, Madrid, 1955, pp. 252 y 253. 36 DELITALA, Rapport General, en Bevue Internationale de Droit Pe-
3 3 / OPPENHEIM, Die Objekte des Verbrechens, Basel, 1894, p. 208. nal, 1969, números 1 y 2, p. 289.

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) — 58 — — 59 —-
Especial interés al respecto ofrece la aportación de LERNELL, al Derecho de un concepto prejurídico de probabilidad, entiende
quien, tras distinguir si la noción de peligro es de carácter onto- que sólo cabe un concepto jurídico-normativo, que será relativa-
lógico o epistemológico, se pregunta por el carácter de la cate- mente indeterminado. Sólo esta relativa indeterminación posibi-
goría ontológica en tal caso. Siguiendo a CIESLAK, refiere tal litará una "solución racional controlada relativamente aceptable
característica a una "situación", que se caracteriza por un peli- de los problemas de la praxis jurídica".^»
>
gro: "Dicho de otra manera, se trata de la categoría ontológica La originalidad de REINHARD YON H I P P E L , no obstante, por
de estado." Conecta este problema con la relación de causalidad, lo que a la noción de peligro se refiere, radica en relacionar los
imbricando la intervención humana en un conjunto de factores problemas que la expresión lingüística de un término como "pe-
ya dados. Entiende que el encadenamiento causal atraviesa di- ligro" (entre cuyos rasgos semánticos se hallaría, a nuestro en-
versas etapas (pasada, presente y futura), y estima la existencia tender, uno que señalaría la inexistencia material, tangible, de
de la característica de la objetividad en cada una de ellas. En lo denotado por dicho término) plantea en su doble aspecto sig-
base al ejemplo del incendio de un bosque donde, a las condicio- nificante-significado. Incluso la sustitución del sustantivo "peli-
nes preexistentes (sustancia inflamable, temperatura ambiente, gro" por la expresión "situación peligrosa" no nos dice nada. La
corrientes de aire, etc.), se añade la acción humana de lanzar un frase "esta situación es peligrosa" (así, desnuda, falta de un
cigarrillo, sostiene que a la objetividad de las circunstancias contexto lingüístico y situacional) no nos indica, en primer lu-
preexistentes se suma un hecho objetivo, cual es el comporta- gar, con referencia a qué es peligrosa; nos faltan datos sobre el
miento del individuo dejando caer el cigarrillo. Este hecho re- bien jurídico, objeto de ataque, etc.; en segundo lugar, la citada
fuerza el encadenamiento causal, aumentando cuantitativamen- frase es ambigua, pues la expresión " e s " puede entenderse tanto
te, de forma importante, la posibilidad de efectos negativos. Por ontológicamente como en su mera función gramatical, sincatego-
último, entiende que también respecto a la etapa futura se da la remática, de cópula.
característica de objetividad, esta vez en relación a la "posibi- Por otra parte, la introducción de la lesión hipotética en el
lidad" en base a las leyes causales objetivas, partiendo del prin- resultado, a consecuencia de la no calculabilidad de la lesión,
cipio de filosofía general según el cual el lazo causal, como tal, que lleva a un avance de los límites o barreras, de protección,
tiene un carácter objetivo.''' resulta excluida, y con ello, la formación de un concepto ontoló-
>
También DOLENSKY se inclina por el carácter objetivo del gico de peligro. En la frase "esta situación es peligrosa", el tér-
peligro, si bien en base a un punto de partida bien distinto: la mino "es" tendrá sólo una función copulativa. Podría reformu-
imprevisibilidad de los acontecimientos y de la propia conducta larse, para aclarar su significado, del siguiente modo: "Esta
^ humana.3*' situación se considera — y, precisamente, en el sentido del con-
) Una postura singular, aun en la línea subjetivista, es la adop- cepto legal de peligro — como peligrosa."^»
tada recientemente por REINHARD VON H I P P E L . Tras rechazar Un intento muy diverso de unificación de las diversas carac-
la posibilidad de aplicación del criterio de posibilidad real de terísticas del peligro en una noción "objetiva" es el de BAIGUN,
NicoLAi HARTMANN y de E R N S T BLOCH, así como la aplicación
)
39 Von H I P P E L , Reinhard, Gefahrenurteile..., op. cit., p. 47.
) 37 LERNELL, Rapport sobre los delitos de peligro, en Reviie Interna^ 40 Von H I P P E L , Reinhard, Gefahrenurteile..., op. cit., pp. 81-85. Vid.
tionale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p. 216 y ss. también p a r a los problemas referentes a la interpretación del tipo, reali-
38 DOLENSKY, Rapport sobre los delitos de peligro, en Revue Interna- dad y lenguaje: HASSEMER, Tatbestand und Typus, Koln-Berlín-München-
) tionale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p. 244. Bonn, 1968.
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60 •— —• 61 —

el cual se muestra partidario de un reconocimiento del peligro vas de aquella parcela que afecta a los delitos de peligro, son
como "cosa en sí misma", es decir, como reflejo (!) de una situa- BUSTOS y POLITOFF.-"* Rechazan, por infecundos, los argumentos
(i ción que se encuentra en la realidad, independientemente de la que remiten a una idealidad que va más allá del conocimiento
voluntad o de la intervención de los individuos actuantes. Inclu- humano, como el de MERKEL de que para un ser omnisciente sólo
so en este aspecto objetivo incluye las emociones, sensaciones, habría lesiones o hechos inofensivos, pues podría discernir todas
sentimientos de alarma, terror, miedo, u otros fenómenos psí- las contingencias de un fenómeno. Puesto que el hombre no pue-
• ^ '
quicos, entendiendo que integran el complejo de la conducta (!) de tener la experiencia universal de los fenómenos, todas sus
d
*- . peligrosa. "Esos elementos no desnaturalizan la objetividad del aproximaciones a la realidad están construidas sobre criterios de
peligro como «cosa en sí misma», no expresan la percepción o la probabilidad, de modo que, lo mismo que la falta de una expe-
emoción de ésta o aquella persona, sino la concepción formada riencia universal de las leyes físicas no permite negar su validez
por la conciencia social a través de la educación y el aprendizaje, en tanto que leyes fundadas sobre la probabilidad, es justo reco-
que, naturalmente, surgen de la interacción permanente del in- nocer la realidad objetiva de la situación de peligro también
dividuo con el medio".^! De este aspecto del peligro habría que como una relación de probabilidad.
diferenciar otro, como "cosa en tanto que agente",''2 que le pon- En nuestro país se han pronunciado recientemente sobre el
dría en relación con el resultado lesivo. Tarrbién por este autor concepto de peligro BARBERO SANTOS y BERISTAIN. El primero
se utiliza, pues, la expresión "objetivo" en el doble sentido de afirma que "entendemos por peligro, con la mayor parte de la
"óntico" y de "i'egla general". doctrina, la probabilidad — no en sentido matemático, sino en
Por un reconocimiento del peligro como algo objetivamente el de relevante posibilidad — de que se produzca la lesión de un
existente, en un sentido clásico, se pronuncian CÓRDOBA y No- bien jurídico". Posteriormente, al adscribirse a la afirmación
VOA. Éste destaca que se producen modificaciones del mundo exte- de MANZINI de que el peligro es siempre una abstracción, parece
rior perceptibles por los sentidos en aquellos casos en que el seguir una postura objetivo-subjetiva, aunque acentuando el
peligro viene determinado así por le legislador.^'^ Por su parte, aspecto subjetivo.*''
CÓRDOBA exige también una existencia real del peligro,''^ relacio- Por su parte, BERISTAIN nos ha ofrecido dos definiciones dis-
nándolo con la constatación del mismo por medio de un juicio tintas de peligro, en las que pai'ece predominar el aspecto obje-
para el cual exige, aunque se refiere a un caso particular, tam- tivo. E n una de ellas indica que "se puede definir el peligro
bién el carácter de objetivo.^^ como la alteración desfavorable de las probabilidades de riesgo
Quizá quienes explicitan de una manera más clara, admi- jurídicamente permitido, como la lesión potencial de un bien
tiendo la objetividad del peligro, las dificultades que afectan a jurídico mediante la perturbación actual de la seguridad por la
una teoría del conocimiento y que, por tanto, no serían exclusi- probabilidad de un daño", insistiendo seguidamente, en base a
Rocco, en distinguir entre peligro y miedo, en el sentido de que
41 BAIGUN, Bapport sobre los delitos de peligro, en Bevue Internatio- "el estado fáctico que implica la probabilidad de un daño difiere
nale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, pp. 35 y 36.
42 BAIGUN, Rapport..., op. cit., p. 37.
43 NovoA, Rapport sobre los delitos de peligro, en Bevue Internatio- 46 BUSTOS y POLITOPP, Bapport sobre los delitos de peligro, en Revue
nale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p. 330. Internationale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p. 338.
44 CÓRDOBA, Rapport sobre los delitos de peligro, en Revue Interna- 47 BARBERO SANTOS, Contribwiión al estudio de los delitos de peli-
tionale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p p . 360 y 361. gro abstracto. S e p a r a t a del Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales,
45 CÓRDOBA, Rapport..., op. c i t , p . 361. 1973, p. 493.

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) del miedo, que es su efecto normal (pero no necesario) "J^ Con
) anterioridad había expuesto una definición distinta: "Se puede
) definir el peligro como el estado situacional que probablemente
) aboca a la lesión de un bien jurídico; esta situación es algo real,
no un mero juicio de probabilidad".^^
VI. CLASES DE PELIGRO Y DE DELITOS DE PELIGRO
6. CONSIDERACIONES FINALES

A pesar, pues, del predominio de las doctrinas objetivas en el 1. PELIGRO NORMAL Y PELIGRO PENALMENTE RELEVANTE
1 X Congreso Internacional de Derecho Penal celebrado en Roma
en 1969, no se ha apagado del todo la disputa en este terreno, no En función del concepto de peligro y partiendo de su consi-
obstante los esfuerzos por aunar criterios, recogiendo lo positivo deración como posibilidad de lesión, se ha distinguido entre pe-
de los dos campos más exti-emos y aun reconociendo muchas ligro "normal" y peligro "relevante para el Derecho Penal".^ La
coincidencias de quienes se sitúan formalmente a uno y otro lado. mera posibilidad de lesión es contemplada, muchas veces, por el
De todos modos, hay que hacer notar, respecto a las posturas Derecho sin reacción específica por parte de éste. Se dan en la
objetivas, que éstas no siempre se refieren a lo mismo al hablar realidad actividades que cabe considerar como peligrosas y que
de objetividad del peligro. Ésta, en unas ocasiones, es entendida son permitidas: en la industria, en medios de circulación, in-
en un sentido óntico (el peligro " e s " algo real), mientras que, en cluso en ciertos deportes se producen situaciones de peligro sin
> que tales actividades sean prohibidas, en tanto en cuanto su
otros casos, la objetividad se refiere a la base nomológica de ex-
periencia común del juicio, o incluso al hecho de que el juzgador práctica se realice dentro de ciertos límites reguladores de las
ha de diferenciarse del autor u otro individuo particular por mismas, en tanto sea "adecuada". Esta adecuación dependerá
tener que proceder según los criterios y conocimientos de un de diversos criterios en relación con la importancia del bien jurí-
hombre medio, o como representante do la sociedad. dico, con la mayor o menor posibilidad de lesión, con la grave-
Por otra parte, más adelante tendremos en cuenta la distin- dad de ésta, con el grado de valor social de la acción, etc. Pero
ción que requiere el juicio mismo del objeto del juicio (o sea, la el hecho esencial es que, mientras unas conductas peligrosas
') conducta o la situación a que el juicio vendrá referido), diferen- son permitidas, otras no lo son. Entre nosotros se ha distinguido
) ciando así el basamento real que requiere el peligro de la valora- entre acciones inadecuadas y acciones peligrosas, dividiendo és-
) ción necesaria para predicar que éste se da en una conducta o tas en permitidas y no permitidas.^
una situación determinadas.
)
48 BERISTAIN, El delito de peligro por conducción temeraria, notas
al artículo 340 bis a) (núm. 2), Separata de la Revista del Derecho de la
Circulación, número 6, noviembre-diciembre 1970, pp. 19 y 20.
49 BERISTAIN, Resultado y delitos de peligro, Separata de la Revista 1 MiRlCKA, Die Formen der Strafschuld und ihre gesetzliche Rege-
de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, 1909, vol. X I I I ,
páginas 455 y 456. limg, Leipzig, 1903, p. 147 y ss.
2 GiMBERN-W, Delitos cualificados por el resultado y causalidad, Ma-
> drid, 1966, p. 149 y ss., p. 155 y ss.
— 65 —
~ 64 —
decir, se caracterizarían por "la probabilidad de la puesta en pe-
2. P E L I G R O I N M I N E N T E , PRÓXIMO, PASADO, P R E S E N T E , ACTUAL, F U -
ligro de un bien jurídico".' Nótese que ya Rocco, al hacer la crí-
TURO, REMOTO Y EVENTUAL tica de la distinción de GARUARA cjitre peligro "corso" y "appre-
so", aplicaba el calificativo de "abstracto" también al peligro
Una distinción grata a la doctrina italiana desde tiempos de "probable", en el sentido de eventual: "Nosotros, por las razones
CARRARA, aunque también criticada,^ es la que diferencia entre ya expuestas, preferimos llamar al primero no peligro corrido,
peligro "coi'so" y "appreso". El peligro "corso" se caracteriza sino peligro efectivo, o real o concreto, ya sea corrido, esto es,
por no darse ya, por haber desaparecido, pero, a la vez, por su pasado, ya sea inminente, esto es, actual o presente. Y, puesto
inminencia "para la violación del Derecho"'' en el momento en que respecto al peligro falta una palabra que designe el concepto
que se dio, mientras que el "appreso" es el que se estima posible de su posibilidad o probabilidad, como existe, por el contrario,
en el futuro. De ahí las críticas que CARRARA recibió por parte de respecto al daño (cuya posibilidad o probabilidad se llama, jus-
ROCCO y ANTOLISEI. Éste distingue entre peligro pasado y pre- tamente, "peligro") preferimos designar al así llamado remoto
sente, cuyo significado es obvio y, seguidamente, se ocupa del como peligro posible o probable o, en general, eventual, o, tam-
peligro efectivo (probabilidad del resultado dañoso en sentido bién, abstracto o potencial, advirtiendo que tal peligro, justa-
estricto) y del peligro eventual (probabilidad de un peligro), mente porque más que un peligro es la posibilidad o probabilidad
desechando que éste sea una mera previsión al estilo carrariano; de un peligro, es siempre, según lo ya dicho, un "periculum in
exige también para él una situación de hecho. Rocco ya formuló futurum".'* Sin embai"go, el propio RATIGLIA rechaza la confu-
este peligro eventual, al que califica también de "abstracto" y sión entre peligro futuro y peligro abstracto, al que prefiere ca-
"potencial", como "periculum in futurum" para distinguirlo del lificar de presunto, pues estima que el peligro futuro es un peli-
"efectivo, real o concreto" sea pasado o inminente.^ gro de peligro, mientras que el abstracto es un peligro de lesión.'
Acerca de la posibilidad de admitir el peligro de peligro se Entre las disposiciones del Código, observamos que en el ar-
pronuncia positivamente RATIGLIA,* refutando las opiniones de tículo 260 se hace expresa alusión a la inminencia del riesgo,
JANNITTI en contra de Rocco. En tal sentido, defiende la posibi- cuando indica en su apartado 2.° que se castigará con pena de
lidad de un peligro futuro cuando la situación de amenaza para reclusión mayor "si de resultas del hecho sufriere alguna perso-
la integridad de uno o más intereses jurídicamente protegidos no na lesiones menos graves o hubiere riesgo inminente de que su-
sea actual. Podría relacionarse esta postura con la adoptada en frieran lesiones varias personas reunidas en el sitio en que el
Alemania por CRAMEK, para quien los delitos de peligro abstrac- estrago se produzca".
to constituirían un grado previo de los de peligro concreto, es Por otra parte, QUINTANO ha clasificado las infracciones con-
tra la comunidad social, distinguiendo, en su primera parte, quȒ
3 Vid. Rocco, Opere giuridiche, T. I, L'oggetto del reato e della tu-
abarca las infracciones contra la seguridad material, aquéllas
tela giuridica pénale, Roma, 1932, p. SIO y ss.; ANTOLISBI, L'azione e fe- de resultado o riesgo inmediato (donde incluye terrorismo, ex-
vento nel reato, Milano, 1928, p. 140 y ss.; RATIGLIA, // reato di pcrieolo
nella dottrina e nella legislazione, Torino, 1932, p. 29.
4 CARRARA, Progamma del Corso di Diritto crimínale. Parte Gene- 7 CRAMER, Der Vollraiischtatbestand ais abstraktes Gefahrdungsde-
rale, T. I, Firenze, 1924, parágrafo 97. likt, Tübingen, 1962, p. 80.
5 Vid. Rocco, L'oggetto..., op. cit., p. 310; ANTOLISBI, L'azione..., 8 Rocco, L'oggetto..., op. cit., p. 310. Los términos abstracto y con-
op. cit., pp. 140 y 141. ci-eto se emple^.n en sentido diverso a la distinción que veremos después.
6 RATIGLIA, II reato..., op. cit., pp. 31 y 32. 9 RATIGLIA, II reato..., op. cit., p. 33.

5. — La puesta en peligro de bienes jurídicos


)
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)
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)
— 66 — 67
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• )
plosivos, estragos e incendios) de las de riesgo remoto (en las
que recoge la tenencia de armas, salud pública, omisión de soco- 3. PELIGRO COMÚN Y PARTICULAR
)
rro y seguridad en las comunicaciones)."
) Por delitos de peligro común ^"^ suelen entenderse aquellos en
Esta cuestión debe diferenciarse de la exigencia de la "cer-
que el peligro se da para un conjunto de personas o cosas inde-
cana posibilidad" del daño que, desde YON LlSZT," ha tenido tan-
terminadas, o bien, cuando se trate sólo de una persona o cosa,
to éxito en la doctrina y en la práctica como elemento de la defi-
que ésta no se vea afectada de un modo individualizado (como
nición del peligro. Aquí no se trata de que un peligro esté o no
"esa" determinada persona), sino que lo sea en cuanto parte de
próximo, sino que más bien la referencia a la "nahe Moglich-
una generalidad indeterminada. Por el contrario, los delitos
keit" liga directamente con la producción del daño para que
') de peligro particular son aquellos en que el peligro afecta a una
podamos estimar la existencia o no de un peligro.
persona o cosa individualizada y determinada.^'^ La distinción,
También, por otra parte, se ha distinguido el momento de pues, más que en la pluralidad o no de las personas o cosas afec-
> producción del peligro como resultado de la acción del momento tadas, se basa en la indeterminación" de las mismas.^*
en que se produce la manifestación de voluntad, a los efectos de
El Código Penal nos ofrece supuestos claros de tal distin-
tener en cuenta el momento sobre el cual ha de versar el juicio
) ción. Como delitos de peligro común podemos calificar, a título
de peligro. Las discusiones a este respecto y acerca de aplicabili-
) de ejemplo, tanto el terrorismo del artículo 260, apartado 2.**
dad o no de los criterios de resultado en los delitos de lesión al
) ("hubiere riesgo inminente de que sufrieran lesiones varias per-
campo de los delitos de peligro en la Gran Comisión para la re-
sonas reunidas en el sitio en que el estrago se produzca") como
forma del Código Penal alemán demostraron los muy diversos
el art. 340 bis a) apartado 2.° ("pusiera en concreto peligro la
criterios existentes, en particular entre WELZEL, DREHER, LACK-
vida de las personas, su integridad o sus bienes"). Como ejem-
NER, BocKELMANN y JESCHECK." Pero de esta cuestión tratamos
plo de peligro particular, cabe citar el 488, que al castigar el
> en otro capítulo. Baste aquí recordar la distinción que hace Boc-
abandono de un menor de siete años aplica el grado máximo
KELMANN entre delitos de "actividad peligrosa" y delitos que
de las penas correspondientes "cuando por las circunstancias
exigen un resultado de puesta en peligro.'^
del abandono se hubiere puesto en peligro la vida del niño". Aquí
A todas las caracterizaciones temporales del peligro cabría la persona afectada lo es a título individual, a diferencia del
añadir la de peligro duradero, que se correspondería con una
) situación de probabilidad de lesión, que no se da sólo en un mo-
mento determinado, sino que se mantiene por un período de 15 Preferimos no emplear la expresión de peligro general como sinó-
tiempo de cierta amplitud." nimo de peligro común p a r a evitar confusiones en los delitos de peligro
abstracto, cuya nota de "generalidad" es característica de p a r t e de las teo-
rías que intentan una explicación de los mismos.
10 QuiNTANO, Tratado de la Parte Especial del Derecho Penal, coor- 16 Niederschriften..., op. cit. Intervención de JESCHECK y KRILE en
dinado por Gimbernat, Madrid, 19G7, T. IV, p. 19. páginas 423 y 424.
11 Ven LlSZT, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, Berlín, 1911, pá- 17 WELZEL, Das Deutsche Strafrecht, Berlín, 1969, p. 453.
gina 129. 18 E n contra HARTUNG, Gemeingefahr!, en Neiie Juristische Wo-
12 Niederschriften über die Sitzungen der Grossen Strafrecktskom- chenschrift, 1960, pp. 1.417 y 1.419, que aboga también por el peligro p a r a
) mission, T. VIII, Bonn, 1959, p. 427 y ss. personas determinadas. Vid. sobre esto la discusión entre BALDUS, JESCHECK
13 Niederschriften..., op. cit. Intervención de BOCKELMANN en p. 430. y otros en Niederschriften..., op. cit., p. 423 y ss. Vid. respecto al peligro
14 Cfr. HÜCKING, Gefahr, gegenwartige Gefahr, Dauergefahr, Ge- común HEKRMANN, Zum Begriff der Gefahr, insbesondere der Gemeinge-
fahrlichkeit, Dusseldorf, 1935, pp. 14 y 15. fahr im deutschen Strafrecht, Dusseldorf, 1939.

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340 bis a), apartado 2.°, en que basta que sea una persona la como tipos impropios de peligro, pues, los propios, o auténticos'
afectada, pero lo es de un mooo indeterminado. delitos de peligro, como contrapuestos a los tipos de lesión, están
limitados a la protección de bienes jurídicos "corporales" (mate-
riales). Sólo en éstos significará el peligro la probabilidad de
4. DELITOS PROPIOS Y DELITOS IMPROPIOS DE PELIGRO una lesión, mientras que respecto a los bienes inmateriales úni-
Se ha querido distinguir entre unos delitos propios de peli- camente se puede hablar de peligro en el sentido de "perturba-
gro, en que, efectivamente, éste vendría exigido en el tipo, y unos ción" o "perjuicio".
delitos impropios, en que tal exigencia no se daría como elemen-
to declarado del tipo, sino que constituiría un elemento fingido, K5. DELITOS DE PELIGRO ABSTRACTO, CONCRETO, ABSTRACTO-CONCRE-
de tal modo que se asemejarían a los delitos de peligro concreto TO, EFECTIVO, GENERAL, PRESUNTO
en la introducción "fingida" del peligro como elemento típico,
mientras que se parecerían a los delitos de peligro abstracto en ^ Quizá la distinción que mayores dificultades encierra es la
que tampoco en ellos "aparecería" la exigencia del peligro como que divide a los delitos de peligro en abstractos y concretos. La
elemento del tipo.^^ En este sentido, tales delitos impropios ten- mayor parte de la doctrina suele entender por delitos de peligro
drían, formalmente, las mismas características que los delitos concreto aquellos en que la exigencia del peligro viene contenida
de peligro abstracto, mientras que, materialmente, la necesi- en el tipo, como elemento del mismo, mientras que en los delitos
dad de la producción de un peligro sería exigida para el cumpli- de peligro abstracto el peligro constituye el motivo de su intro-
miento del tipo. ; ducción por el legislador, pero en el tipo no aparece la exigencia
Desde un punto de vista totalmente distinto al de Hans i de un peligro como elemento típico.^i Por tanto, en los delitos de
; peligro abstracto no se exigiría una comprobación del peligro
HENCKEL, que acabamos de ver, se ha distinguido también por
j por parte del jucí, mientras que tal comprobación sería necesa-
HERRMANN^" entre delitos propios e impropios de peligro. En
ria en los delitos de peligro concreto. De ahí que la doctrina ita-
base a la diversa configuración de los bienes jurídicos, observa,
liana, a partir de la crítica de ANTOLISEI,^^ prefiera hablar de
siguiendo a HELMUTH MAYER, la imposibilidad de aplicar el
peligro presunto en lugar de peligro abstracto, considerando que
dogma causal, en un sentido naturalista, en aquellos supuestos
lo que realmente se da es una presunción "juris et de j u r e " de
en que el bien jurídico no esté revestido de una "corporeidad".
peligro, de tal manera que no importa que realmente se dé un
Criticando la concepción de BINDING de la triple barrera de pro-
peligro efectivo en el supuesto concreto.^^ La opinión de ANTOLI-
tección de los bienes jurídicos a través de las prohibiciones de
lesión, las prohibiciones de peligro y las de mera desobediencia,
manifiesta que tal imagen no casa con los bienes jurídicos "con 21 SCHONKE-SCHRODER, Strafgesetzhueh, Kommentar, München, 1972,
valor social", ni tampoco con aquellos bienes individuales incor- página 1.564; MEZGER-BLEI, Strafrecht I, Allgemeiner Teil, München,
1967, p. 9 3 ; JESCHECK, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, Berlín,
porales. De ahí que, en tales supuestos, no se pueda hablar pro- 1972, p. 198; SCHMIDIIAUSER, Strafrecht, Allgemeiner Teil, Tübingen, 1970,
piamente de una puesta en peligro y tengan que ser considerados páginas 176 y 180.
22 ANTOLISEI, L'azionc..., op. cit., p. 142.
23 Vid. RATIGLIA, II reato,.., op. cit., p . 35. P o r una separación, sin
19 HENCKEL, Hans, Der Gefahrbegriff im Strafrecht, Bresiau, 1930, embargo, entre peligro abstracto y peligro presunto, refiriendo aquél a un
página 71 y ss. juicio general que prescinde de la realidad y el presunto a la " r a t i o " de
20 HERRMANN, Zícm Begriff..., op. cit., p . 19 y ss. la incriminación, se pronuncia el Centro Nacional de Prevención y Defensa
.)
)

— TO-
SE! es seguida en nuestro país por RODRÍGUEZ MOURULLO.^* concreto sí "compete al juez comprobar si en la realidad se ha
Igualmente CÓRDOBA prefiere la distinción entre delitos de pe- producido un peligro concreto". BERISTAIN,^^ por su parte, dife-
) rencia ambas ciases en base a la mención o no mención en el
ligro presunto y delitos de peligro efectivo, aplicando la primera
) calificación a aquellos hechos castigados por la ley "a causa del texto legal, de modo expreso, de la exigencia del peligro, esti-
> riesgo que su comisión comporta, pero sin necesidad de que un mando que los delitos de peligro abstracto presuponen una pre-
peligro efectivo y real haya tenido lugar en el caso concreto".^'' sunción "juris et de jure", criterio que no es compartido por
. RODRÍGUEZ DEVESA afirma que "desde un punto de vista téc- QuiNTANO, pues incluye la conducción bajo la influencia de bebi-
nico no es posible más que la configuración del peligro concreto. das alcohólicas entre los delitos de peligro efectivo (es decir, con-
creto), aun admitiendo la tesis de la presunción para los delitos
O se exige para que una conducta constituya delito que se haya
de peligro abstracto: "Los llamados delitos de peligro abstracto
producido efectivamente una situación peligrosa o no se exige.
son presuntivos y de estructura formal y de desobediencia, más
Pero en este último caso la existencia del delito es independiente
bien que de riesgo efectivo. En efecto, al repudiarse en ellos la
de que haya habido, efectivamente, un peligro. El tipo del injusto
prueba en contrario de la no peligrosidad, como acontece en el
no admite más que delitos de peligro concreto. Lo cual no es caso más claro de conducción ilegal, el riesgo entiendo que deja
obstáculo para que el llamado peligro abstracto constituya el de desempeñar papel alguno, que en cambio se acreditaría deci-
motivo que induce al l(!gislador a incriminar una determinada sivo en los de peligro concreto, a determinar caso por caso; así,
conducta. Por peligro abstracto se entiende un peligro estadísti- en el de conducción bajo el influjo de bebidas alcohólicas, que al
:>
camente demostrado, que se da, por consiguiente, en una mayo- probarse ser ineficaz la dosis para la seguridad real, esto es, la
ría de casos, aunque falta en el supuesto concreto''.^*^ ausencia de peligro efectivo, no se cumplirían las previsiones del
> También DEL ROSAL y BERISTAIN se ocupan de esta distinción, tipo."29
siguiendo, en general, los criterios preponderantes en la doctrina
Recientemente, BARBERO SANTOS se ocupa de esta distinción,
alemana. Para DEL ROSAL,^' en los delitos de peligro abstracto
rechazando la denominación de peligro presunto'" y estimando
"la responsabilidad penal viene estimada en la descripción tipifi-
cada del hecho, sin que se requiera la comprobación por parte del 28' BERISTAIN, El delito de peligro por conducción temeraria, notas al
artículo 340 bis a) número 2, .levista del Derecho de la Circulación, núme-
juez de si efectivamente existe el peligro". En los de peligro ro 6, noviembre-diciembre 1970, p. 21. Sin embargo, en un trabajo anterior
estimaba más correcta p a r a los delitos de peligro abstracto la denomi-
) Social Italiano {Revue International de Droit Penal, 1969, números 1 y 2,
nación de delitos de peligro presunto, o delitos de mera desobediencia:
"ambas denominaciones implican diferencias conceptuales que rebasan el
) páginas 207 y 209). marco de esta n o t a : los delitoÍ de peligro presunto pueden admitir — si la
) •24) RODRÍGUEZ MOURULLO, La omisión de socorro en el Código Penal, ley lo expresa — prueba en contrario cuando falte el peligro; los delitos
Madrid, 1966, pp. 169 y 170. de mera desobediencia no admiten tal prueba, en cambio, podrán admitir
25' CÓRDOBA, Rapport sobre los delitos de peligro en Revue Interna- prueba en contrario, por falta del elemento subjetivo de desobediencia, et-
cétera" ¡(BERISTAIN, Resultado y delitos de peligro, Separata de la Revista
tionale de Droit Penal, 1969, números 1 y 2, p. 359. de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, Vol. XIII, núme-
26 RoDEÍGTJEZ DEVESA, Derecho Penal Español, Parte General, Ma- ros 34, 35 y 36, Madrid, 1969, p. 457).
drid, 1974, p. 358, subrayados del autor. El p a r t i r de un concepto estadís-
29 QuiNTANO, Tratado d< la Parte Especial del Derecho Penal, to-
tico de probabilidad ha dado lugar también a la denominación de "peligro
mo IV, Madrid, 1967, coordinado por Gimbernat, p. 493.
general". Gfr. BINDING, Die Normen und ihre übertretung, T. I, Leipzig,
30 BARBERO SANTOS, Contribución al estudio de los delitos de peli-
1916, p. 377 y ss.; Cfr. también MEIER, Johann, Gener&lle Gofahrdungs-
gro abstracto, en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, 1973, pá-
delikte, München, 1935.
gina 492.
'27' D E L ROSAL, Tratado de Derecho Penal Español, Parte General,
Yol. I, Madrid, 1969, p. 532.

• >
— 72 — _. 7;Í -_

que "según que la situación de peligro se produzca en la reali- El tipo da u conocer a través del lenguaje cuál es la volun-
dad, o que el legislador la defina de acuerdo con los datos de la tad de la norma: a través de él se prohibe o se manda una de-
experiencia, los delitos a que corresponda serán de peligro con- terminada conducta humana. E n este sentido el tipo toma po-
creto o de peligro abstracto''.^! sición frente a un comportamiento humano.'^^ Pero, a la vez,
%runto a los delitos de peligro abstracto y los de peligro con- el tipo nos informa de aquello que castiga. Para ello, aunque el
creto, SCHRODER ha llamado la atención sobre algunos tipos en tipo sea primariamente descriptivo, no puede prescindir de valo-
los que se combinan los elementos de carácter abstracto y los de raciones, con lo cual nos está describiendo conductas humanas
carácter concreto. Así ocurre particularmente con aquellos tipos valoradas. No se trata simplemente de describir un grupo de
en que la propia ley establece que la existencia del peligro se ha conductas que se dan en la realidad, sino que a la vez se produce
de juzgar en base a criterios generales, y no a los particulares una valoración — desde un punto de vista jurídico-penal — de
del supuesto de hecho concreto. La calificación de peligro abs- las mismas. Piénsese simplemente en la frase "los que con ánimo
tracto-concreto vendría justificada porque si bien el juez tendría de lucrarse y sin... toman las cosas muebles ajenas sin la volun-
que decidir acerca de la peligrosidad de la conducta, esta deci- tad de su dueño", del artículo 514. Por otra parte, el tipo mismo
sión la tomaría por prescripción de la ley en base a la experien- supone una abstracción de las propias conductas descritas y va-
cia general. E n particular, recoge SCHROOER dentro de este gru- loradas. Pues bien, si esto es así, mucho más habrá que tener en
po de delitos a aquellos en que la ley hace referencia a la cuenta las diferencias semánticas que las propias palabras con-
"aptitud" para la producción de un daño, como por ejemplo, el tienen al describir valorativamente las conductas típicas.
parágrafo 3 de la Ley de Pioductos Alimenticios alemana, en En el sentido que aquí a nosotros nos interesa, cabe afirmar
donde se prohibe la elaboración de alimentos para otros cuyo que mientras en unos casos la exigencia del peligro ha de ser
consumo sea apto para perjudicar la salud humana.^^ explicitada por la ley, en otros supuestos no se requerirá tal ex-
plicitación por desprenderse de las propias palabras de la ley.^''
En este sentido, los llamados delitos de peligro abstracto, por
6. PELIGRO IMPLÍCITO Y PELIGRO EXPLÍCITO
no exigir expresamente el peligro, se convertirían dentro de su
Posiblemente, uno de los defectos que cabe atribuir a las elu- propia terminología, en delitos pertenecientes al ámbito de
cubraciones dogmáticas sobre los delitos de peligro sea el de su concepto antónimo, es decir, los delitos de peligro concreto.
haber prescindido, en gran parte, del estudio del lenguaje como De ahí que nosotros prefiramos la distinción entre peligro ex-
instrumento, a través del cual la ley da a conocer su voluntad. plícito e implícito en el tipo.
Es necesario, por tanto, tener en cuenta las peculiaridades se- Esto, por un lado. Por otro, hay que tener en cuenta que el
mánticas propias de cada uno de los diferentes términos emplea- peligro no es un "ente", sino un "concepto", y un concepto en
dos por la ley. referencia. Por tanto, hay que tener en cuenta también si los
"objetos" de esa referencia son homogéneos, en el sentido de per-
tenecer a una "clase" con unas características comunes, por lo
31 BARBERO SANTOS, Contribución..., op. cit., p . 498.
8 2 / SCHRODER, Abstrakt-konkrete Gcfdhrdwngsdclikte?, en Jiiristbi-
zeitun'g, 1967, pp. 522-525; SCHÓNKE-SCHRODBB, Strafgesetzbuah..., op. cit., 33 HASSEMEK, Tatbestand und Typus, Koln-Berlín-Bonn-München,
página 1.565; SCHRODER, en Revue Internationale de Droit Penal, 1969, nú- 1968, p . 150 y ss.
meros 1 y 2, p . 24; Vid. GALLAS, en Festschrift für Ernst Heiiiitz zwm 70. 34 Vid. ya VANNINI, Manuale di Diritto Pénale, Parte Genérale, F i -
Geburtstag, Berlín, 1972, p. 171 y ss., en sentido crítico. renze, 1954, p . 138.

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-_ 74 _
)
menos a los efectos de su relación con el concepto "peligro". En
) tal sentido, observamos que, esté explícita o no en el tipo la exi-
) gencia de un peligro, éste se relaciona muchas veces tanto con los
) bienes jurídicos "corporeizados" como con los "institucionales"
) o los "inmateriales", de tal manera que ello implica una equivo-
cidad indiscutible y es fuente de confusiones en la interpretación
) VIÍ. PRESUPUESTOS DEL JUICIO DE PELIGRO
de los tipos. También a estos efectos es importante un más de-
) tenido análisis del lenguaje empleado, pues muchas de las discu-
siones doctrinales tienen su origen pura y simplemente en razo- 1. RELACIÓN CAUSAL ENTEE DOS SITUACIONES TEMPORALES SEPA-
nes de orden anfibológico. Recuérdese, simplemente, los distintos RADAS.
significados con que muchas veces se emplea el término "culpa-
bilidad" en el vocabulario jurídico-penal. Para la estimación de la existencia de un peligro se requiere,
De ahí la impropiedad que supone acoger bajo un mismo cri- en principió, saber si es posible que la situación creada por el
autor tenga por consecuencia la lesión de un bien jurídico. La
terio diversos "objetos de referencia". No estamos "diciendo" lo
afirmación de que el autor ha producido un peligro constituye,
mismo al hablar del peligro para la vida del niño en caso de
por consiguiente, una declaración acerca de la posibilidad de la,
abandono (artículo 488) o de la puesta en concreto peligro de
relación causal entre una situación dada y otra posterior. Esto
la vida de las personas, su integridad o sus bienes (art. 340 bis a),
nos lleva a plantearnos la cuestión de la relación causal existente
número 2) que cuando se trata de las informaciones peligrosas entre dos situaciones separadas en el tiempo,i independiente-
para la moral o las buenas costumbres del artículo 165 bis b) mente de que el grado de exigencia de la producción del resul-
(esto independientemente del problema de si la moral es suscep- tado lesivo sea mayor o menor. Aun cuando requiramos un alto
tible de ser puesta en peligro o no) o cuando se requiere la pues- grado de "posibilidad" o de "probabilidad", en la base ha de
ta en peligro de la "moralidad del menor" en el párrafo segundo darse una relación causal como factible. De ahí que la problemá-
del artículo 489. tica del peligro esté relacionada con la de la causalidad, como ya
lo significó VON KRIES al fundamentar la noción de "posibilidad
objetiva" y aplicarla tanto a la noción de peligro como a la cau-
) salidad adecuada.2
) El suceder real de los acontecimientos está regido por la ley
)
1 HENCKEL, Hans, Der Gefahrbegriff im Strafrecht, Bresiau, 1930,
) página 13; HÜCKING, Gefahr, gegenwdrtige Gefahr, Dauergefahr, Gefdhr-
lichkeit, Dusseldorf, 1935, p. 3 ; BASSENGE, Der allgemeine strafrechtliche
) Gefahrbegriff und seine Anwendung im zweiten Teil des Strafgesetzhuches
) und in den strafrechtlichen Nebengesetzen, Bonn, 1961, p. 19.
2 Cfr. von K R I E S , Über den Begriff der objektiven Moglichkeit und
cinige Anwendungen desselben, Leipzig, 1888. Gimbernat analiza exten-
samente la postura áe von Kries y sus seguidores en relación con la cau-
salidad adecuada (GIÍIBERNAT, Delitos cualificados por el resultado y causa-
lidad, Madrid, 1966, p. 19 y ss.).

2L.
76 — — 77

de causalidad. Todo resultado procede de una causa y toda causa realidad determinada. Ya Rocco calificaba nuestra ignorancia
produce un resultado. El reconocimiento de que determinadas como "una ignorancia necesaria y fatal".*^ Tampoco, por otra
causas pueden producir determinado resultado no posibilita aún parte, le son conocidas todas las leyes de la naturaleza, puesto
la descripción más concreta de dicho resultado. Para ello es nece- que sus conocimientos nomológicos están repletos de lagunas.
saria la experiencia adquirida por medio de la observación de De ahí que tales limitaciones son las que permiten hablar de
los fenómenos. El hombi'e puede observar que, bajo determina- un juicio de probabilidad o de posibilidad.
das condiciones, se produce un resultado determinado y que el Tal juicio generalmente supondrá la decisión acerca de si es
mismo puede repetirse cuando se den otra vez las condiciones posible o probable la producción de un daño. Por tanto, supon-
precisas para ello, de modo que, si en alguna otra ocasión el drá una valoración y no una comprobación, pues la relación de
hombre observa la existencia de tales condiciones, puede prever causalidad será de orden hipotético, independientemente del
la producción de un resultado idéntico. Así es como se establecen grado de probabilidad o posibilidad de producción que se exija.
las llamadas "leyes de la naturaleza" o "leyes de causalidad". "Generalmente" será así. Un problema particular presentan
El conocimiento de las mismas es lo que se denomina conoci- aquellos casos en que al juzgar si se había producido o no el peli-
miento"nomológico".' gro, consta ya que el resultado lesivo se ha producido. Más ade-
Junto al conocimiento nomológico es posible referirse a un lante' estudiamos estos supuestos y su influencia en el juicio de
conocimiento de orden "ontológico", o sea, a aquel que abarcaría, peligro. :, • .,
si fuera perfecto, todas las circunstancias reales de un fenómeno.
Desde MEEKEL se viene recordando'' que para un ser cuyos cono-
2. E L GRADO EXIGIBLE DE POSIBILIDAD O PKOBABILIDAD DE LESIÓN
cimientos fueran perfectos en todos los campos no cabría más
que la emisión de juicios de necesidad, puesto que, estando en Se ha discutido repetidamente, tanto en la doctrina alemana
posesión tanto de un conocimiento nomológico perfecto, como de como en la italiana, cuáles han de ser las exigencias mínimas
todos los datos reales de un fenómeno, sólo podría afirmar la para que se pueda hablar de peligro. Lo que resulta de todo
absoluta necesidad o la absoluta imposibilidad de la producción punto evidente es que, según una mayor o menor exigencia,s el
de la situación posterior. círculo de situaciones o conductas a las que cabe aplicar la cali-
Pero, como indicamos en otro capítulo, estas referencias a lo ficación de "peligrosas" variará notablemente.
absoluto se muestran infecundas.^ El hombre tiene únicamente Entre las posturas que aceptan una determinada gradación
una limitada capacidad de conocimiento y, por tanto, no hay de forma general, pueden distinguirse las que exigen una "po-
ningún ser humano con un conocimiento ontológico o nomológico
¡ t
completo. Debido, pues, a sus propias limitaciones, el hombre
Ü 6 Rocco, Opere Giuridichc, VoL I, L'oggetto del reato e della tutela
sólo puede comprender una parte de los datos que contiene una giuridica pénale, Roma, 1.032, ¡¡p. 300 y 301. Vid. la crítica de ANTOLISEI,
L'azione e l'evento nel reato. Milano, 1928, p. 133 y ss.
7 Vid. capítulo siguiente, apartados 3 y 4.
3 Cfr. por todos, BASIJENGE, Der allgemeine..., op. cit., pp. 21 y 22; 8 Cfr. GlMBERNAT, Delitos..., op. c i t , p. 23 en relación con la causali-
también GIMBEBNAT, Delitos .., op. cit., p p . 19, 20, 33 y 34. dad adecuada: "cuanto más alto fijemos el grado que se ha de alcanzar
4 Cfr. GIMBEBNAT, Delitos..., op. cit., p. 19; BASSENGE, Der allgemei- p a r a que una circunstancia se convierta en adecuada al resultado, más
ne..., op. cit., p . 22. difícil será que una condición llegue a ser causa adecuada". Cfr. también
5 Vid. BUSTOS y POLITOFP, Rapport sobre los delitos de peligro, en la exposición de las distintas posturas en BASSENGE, Der allgemeine...,
Revue Internationale de Droit Penal, 19G9, números 1 y 2, p. 338. op. cit., p . 44 y ss.

ii.Mwu|gillNnn9IMtKilin
— 78 — — 79 —
sibilidad" de lesión, independientemente de los calificativos que rio de una "posibilidad relevante, notable", reconoce que no re-
apliquen a la misma, y las que requieren una "probabilidad". Co- sulta Jiácil su exacta delimitación, "no consintiéndolo la misma
nocida es la contraposición que hace Rocco entre verificabilidad, elasticidad de aquella expresión".'^
) "efectuabilidad" o realizabilidad de un fenómeno y verifica- Hay que destacar con ANTOLISEI que "en los acontecimientos
) ción, "efectuación" o realización del mismo, distinguiendo ade- que interesan al Derecho el grado de probabilidad no es casi
V más la causabilidad (como causalidad en potencia) de la causación nunca susceptible do estimación numérica",''' De ahí que él dis-
(como causalidad en acto). "Plntrc la necesaria vcrilicación y la, tinga entre posibilidad y probabilidad,"^ afirmando que en el Có-
) necesaria no verificación de un fenómeno hay sitio, por tanto, digo italiano se habla unas veces de "peligro" y otras de "posi-
para la verificabilidad (efectuabilidad, realizabilidad, causabili- bilidad", pero al exigir la "probabilidad" para el peligro no la
dad), esto es, para la posibilidad y, por tanto, también para la entiende en un sentido mítemático, sino en un sentido común
probabilidad del mismo fenómeno"." Éstas tendrían una existen- ("un evento es probable cuando es la consecuencia normal de un
cia real. Aunque ANTOLISEI recoge la crítica de BIAMONTI a la determinado estado de hecho: cuando sigue a aquel estado de
ambigüedad que supone tal distinción,'" lo cierto es que, en ge- hecho en la generalidad de los casos").'" Una muestra de la con-
1 neral, ambos términos son los usados por la doctrina. General- fusión que suponen las cal ficaciones aplicadas al término "po-
mente la ambigüedad viene centrada en el término "posibilidad", sibilidad" es que, a pesar ae que en otras ocasiones se entiende
al que se le aplica calificaciones rniíy diversas: "próxima", "rele- inferior a la probabilidad, ANTOLISEI centra su crítica a la "po-
vante", "escasa", "lejana". De todos modos, hay que tener en sibilidad próxima" de YON LISZT precisamente en que "para la
cuenta que cuando la doctrina alemana se refiere aquí a la "pro- existencia del peligro no es necesario un grado tan relevante de
ximidad" de lesión, no lo hace en sentido temporal, sino como posibilidad".''' Por tanto, según él, su criterio de probabilidad
')
gradación de la posibilidad." sería inferior al de "próxima posibilidad" de YON LISZT.
No resulta fácil la distinción de la probabilidad cuando se " í í n base a las diversas opiniones de FINGER, KÜMELIN, A P P E L
habla de una "próxima" o "relevante" posibilidad. En todo caso, y GLEISPACH, observa también BASSENGE'« la dificultad para la
parece que se considera la posibilidad siempre, aun acompañada doctrina alemana de establecer fronteras claras para la distin-
1 de los calificativos más exigentes, como inferior a la probabili- ción de si existe o no un peligro. Rechazando los conceptos de
dad. Pero se ha puesto de relieve, no obstante, que la posibilidad "próxima posibilidad" y de "probabilidad" por impracticables,
puede ser elevada a un tan alto rango que ofrezca graves dificul- establece los siguientes puntos:
tades al juez la practicabilidad de tal criterio. Así, cuando se "a) Peligro es simplemente la posibilidad de lesión.
acude a la no previsibilidad de ningún desarrollo causal que b) El peligro se da cuando las posibilidades de producción de
impida la producción del resultado lesivo.i» La dificultad de deli- un resultado sobrepasan a las de su exclusión.
mitar claramente por medio de los atributos la noción misma de
posibilidad, se pone claramente de relieve, en base a ANTOLI-
SEI, por parte de PETROCELLI, quien, aun declarándose partida- 13 PETKOCELH, La pericolositá criminale e la siia posizione giuridica,
Padova, 1940, p. 7 y 8; Vid. ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p. 128.
14 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p. 127.
9 Rocco, L'oggetto..., op. cit., p p . 301 y 302. 15 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p . 126.
10 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p . 132, nota 1. 16--ANT0LISEI, L'azione..., op. cit., p p . 125 y 127.
11 Cfr. BASSENGE, Der allgemeine..., op. cit., p . 45. 17 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p . 128.
12 Cfr. BASSENGE, Der allgemeine..., op. cit., p. 47. 18 BASSENGE, Der allgemeine..., op. cit., p. 48.
_- 80 — — 81 —
c) Peligro se da cuando la exclusión del resultado sólo de- otro capítulo nos ocupamos de esta cuestión en relación a la pos-
pende de un azar imprevisible.
tura de RATIGLIA,22 que sigue a GKISPIGNI en esta opinión de
d) Peligro existe cuando una persona prudente y consciente graduar el peligro en atención al bien jurídico. Pero vale la pena
del deber tomaría medidas precautorias"." recordar que habrá que atenerse a las exigencias típicas, y no
No parece absolutamente claro que todas ellas puedan con- cabe sentar la afirmación general de que variará el criterio a
certarse debidamente (piénsese en los puntos b) ye)), aparte de seguir según la importancia del bien.^'
recurrir al criterio del "bonus pater familias" que estimamos
Respecto a la sexta postura, ya hemos señalado antes, en la
insatisfactorio, por lo que más adelante veremos. Con ello se
crítica a los cuatro criterios que enuncia BASSENGE, la improce-
mezclan, además, el peligro como situación y el juicio de peligro.
dencia de mezclar la propia situación de peligro (o la acción
En todo caso, BASSENGE se pronuncia, pues, por un criterio misma que pueda reputarse de "peligrosa"), con el juicio de pe-
unitario de peligro.^" Dejemos de lado, de momento, nuestra opi- ligro referido al dispensador del mismo (el hombre razonable y
nión al respecto, para recoger los puntos de vista que resume consciente de su deber, en este caso). Por ello, la referencia al
dicho autor en relación al grado de posibilidad de lesión exigible serio y fundado recelo que exigiría de una persona consciente
para que se dé el peligro: y razonable el tomar medidas precautorias nos parece una mera
"1) Posibilidad simplemente. referencia a un "signo" que puede ser visto por un observador
2) Posibilidad próxima. ("intérprete" del signo en la clásica relación triangular del pro-
3) Probabilidad, en el sentido de no más posibilidades a fa- ceso semiótico), pero no un criterio delimitador del peligro. No
vor que en contra.
se dice nada acerca del "designatum", sino que se pseudo-define
4) Probabilidad, en el sentido de más posibilidades a favor a éste a través del signo que lo denota.-'
que en contra.
,, El punto siete comporta, en definitiva, una remisión al azar
5) Probabilidad sin punto de referencia.
como único remedio para la no producción del resultado lesivo.
6) Seria y fundada inquietud de que una persona razonable Esto parece insatisfactorio, aparte de la impracticabilidad mis-
y consciente del deber tomaría precauciones. ma del concepto al exigir un tal grado de posibilidad de pro-
7) Situación en que la no producción del resultado (se entien- ducción. Con ello se rechaza también el punto de vista que re-
de el dañoso) escape al cálculo y previsión humanos. cientemente ha expuesto Eckhard HORN, según el cual, "el peli-
8) Grado de posibilidad dependiente de la importancia del gro puede considerarse como una situación que se caracteriza
bien jurídico. Cuanto más valioso sea el bien, menor será el gra- por haber sido ya experimentada como causa de lesión. Pero
do de posibilidad de lesión ".^i
esto no es suficientemente claro. La situación de peligro, tal
Analicemos las diversas posturas. Empezando por la última, como se presenta hic et nune, ha de despertar sentimientos de
resulta de todo punto criticable la opinión que hace depender del
mayor o menor valor del bien el criterio a adoptar respecto al 22 Cír. KATIÜLIA, II reato di pericolo nella dottrhia e nella legislazio-
grado de posibilidad o probabilidad de lesión. Más arriba, en ric, Torillo, 1932, pp. 26, 27 y 28. Vid. capítulo I I I , apartado 3.
23 También en sentido crítico, aunque basado en la imposibilidad de
una gradación y manteniendo la necesidad de un concepto unitario de peli-
gro, BASSENGE, Der allgemeine..., op. cit., p . 50.
19 BASSENGE, Der a'lgemeine..., op. cit p 49
20 BASSENGE, Der allgemeine..., op. cit.^ p.' 50.' 24 Cfr. MOKRIS, Charles W., Fundamentos de la teoría de los sigilos,
21 BASSENGE, Der allgemeine..., op. cit., p. 51.' en Prcscutdción del lengv,aje, compilación de Francisco Gracia, Madrid,
1972, pTsS y ss.

. — La p u e s t a en peiljíro cit' bienes jurícUcoa

'H^B'Í-^S^:;;,
)
)
)
) — 82 — — 83 —
) desvaloración, suscitar temor". Poco más adelante añade: "tal dice en nota: "Con esto se reconoce que una relevante posibili-
) situación suscita pi'eocupación por la existencia de un determi- dad puede verificarse también permaneciendo por debajo del
nado bien jurídico, pese a conocerse la inofensividad de tal si- límite matemático de la probabilidad. En este sentido, rectifica-
) tuación, pero porque dicha inofensividad no puede explicar- mos la opinión contraria, expresada en otra ocasión (" La fun-
) se ".24 ws zione della pena", en "Studi in memoria di Edoardo Massari",
) La crítica a las posturas de la posibilidad ha sido hecha por página 49, "dell'estr.") reconociendo justa la distinción enton-
ANTOLISEI.^S Por una parte, refiriéndose a las po.sturas de YON ces criticada de GiiisriGNl (Corso, 218, texto y nota l)".^» Nos
) KRIKS, FINOER, CELIOIIOWSKI y, en particular, de Rocco, las re- parece suficientemente explícita. Y, en la misma línea de ambi-
chaza, en base a la amplitud excesiva de tal criterio. güedad y confusionismo a que se prestan tales expresiones, com-
)
Ciertamente, la concepción de Rocco parece excesiva, cuan- párense los dos textos siguientes: " E n el lenguaje de la vida no
do frente a los criterios de la próxima posibilidad y de la pro- decimos que un hecho es probable sólo cuando las posibilidades
babilidad afirma que peligro es "la posibilidad del daño en favorables son superiores a las contrarias, sino que en general
genera], baja o elevada, mayor o menor, próxima o remota (pe- lo decimos cuando se da un apreciable grado de posibilidad"
ligro próximo o remoto). P a r a el concepto de peligro es, por (ANTOLISEI) ;''•'•' " E i peligro existe no sólo cuando las posibilida-
tanto, indiferente el más o el menos, el grado de posibilidad. des favorables son superiores a las contrarias, sino, en gene-
También aquello que no es probable es posible. La posibilidad ra!, cuando se da un apreciable grado de posibilidad" ( D E -
del daño, cualquiera que sea su grado, es ciertamente necesaria, LITALA) .30
pero también suficiente para el concepto de peligro''.^" Frente Todas estas afirmaciones críticas que hemos hecho en rela-
a esto, argumenta ANTOLISEI que, si basta la posibilidad en ge- ción a las diversas posturas incluidas en la clasificación de BAS-
neral, "ninguna utilidad podrá concederse al concepto mismo ".s' SENGE son igualmente aplicables a las correspondientes en la
Por otra parte, ya hemos indicado más arriba las confusio- clasificación de RATIGLIA," el cual divide las doctrinas y los au-
nes a que se presta la opinión de la "posibilidad próxima". Mien- tores del siguiente modo: "Teorías de la simple posibilidad"
)
tras que la posibilidad parece encerrar un grado inferior a la (FiNGKK, Oi-noNiiKiM, Kocco, FLORIAN), de la apreciable posibi-
) probabilidad, al predicar de ella lu proximidad, aunque no se lidad (DELITALA) , de la notable posibilidad (MEEKEL, YON K R I E S ) ,
entienda ésta en un sentido temporal, puede llegar a sobrepasar de la relevante posibilidad ( L I S Z T ) , de la probabilidad (RoHLAND,
a la propia probabilidad (así lo estima ANTOLISEI, por ejemplo). DE ASÚA, MASSARI, ANTOLISEI, J A N N I T T I ) . "
Este confusionismo es aplicable también a otras calificacio- De todos los criterios seguidos en ambas clasificaciones nos
nes de la posibilidad. Sirva de muestra la siguiente, por otra quedan solamente aquellos que se refieren a la probabilidad, bien
parte honrosa, manifestación de PETROCELLI, quien, tras decla- matizándola o no, bien haciendo hincapié en que no se trata de
) rarse partidario de una "notable, una relevante posibilidad", un concepto matemático, bien refiriéndola a un común sentir en
repudiando la noción de probabilidad que, a su parecer (y fren- referencia a un lenguaje corriente. Pero la noción de probabili-
te al de ANTOLISEI), sólo puede tener un sentido matemático,
28 PETROCELLI, La pericolositá..., op. cit., p. 7, texto y nota 10.
) 24 bis E. HoRN, Konkrete GefahrdungsdeliJcte, Koln, 1973, p. 116. 29 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p. 128.
25 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., pp. 124, 125 y 126.
26 Eocco, L'oggetto..., op. cit, p. 304. 30—í)Ei,iTALA, II fatto nella teoría genérale del reato, Padova, 1930,
) página 169.
27 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p. 126.
31 RATIGLIA,/Z reaío..., op. cit, pp. 20 y 21.
84 —
dad entraña serias dificultades y ha merecido un estudio dete-
nido en otro capítulo,32 habiéndose rechazado un criterio unita-
rio y habiéndose afirmado la necesidad de atender a los parti-
culares requisitos que cada tipo exija.-'''

32 Vid. capítulo I.
33 Vid. Capítulo III. VIH. JUICIO DE PELIGRO

1. SUJETO DEL JUICIO

Al t r a t a r del juicio de peligro, cabe de entrada hacer una


distinción capital: por tal no hay que entender el que el autor
tenga acerca de su acción o de la situación creada por la misma,
o ya dada, sino el que debe expresar el juez. No interesa, por
tanto, a los efectos que aquí nos proponemos, cuál sea la valora-
ción por parte del autor. Ésta será una cuestión que afectará a la
])robk!inát¡ca del dolo, del error, de la imprudencia, pero no a
la medida en base a la cual estimaremos la existencia o no de un
peligro.
Tampoco el juicio de peligro viene referido a un sujeto cual-
quiera, pues es el juez el único encargado de emitirlo. Otra cosa
es que algunas teorías remitan en la apreciación del juicio que
debe dar el juez a an sujeto medio, ideal, a un perito en la mate-
ria, etc. Pero, en cefinitiva, a quien corresponde el juicio acerca
de si una determinada situación o una conducta son peligrosas
es al órgano jurisdiccional.

2. BASES NOMOLÓGICAS DEL JUICIO DE PELIGRO

La base nomológica, es decir, el conocimiento de las leyes de


la naturaleza que resulta necesario para poder determinar la
existencia de un peligro, ha sido objeto de apreciaciones diver-
sas en cuanto al ámbito que debiera abarcar. En general, pueden
distinguirse dos posturas: una, la de quienes entienden que hay
que acudir a la experiencia de un hombre medio como modelo a
adoptar; otra, la de quienes piensan que debemos acudir a todo
el saber de la Humanidad.

mittlimm>immm9i''^*fWi'''''i>'f^'ii»iM>i^'^f!
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) — 86 —
— 87 —
> Las doctrinas que acuden a la experiencia del hombre medio cía lograda por la Humanidad en su conjunto. La única diferencia
están, en ocasiones, emparentadas con aquellas que hacían de- apreciable dentro de esta opinión es la de referir tales conoci-
) pender la existencia del peligro de las medidas precautorias que mientos o bien al momento de la acción o bien al momento en que
debiera adoptar una persona razonable y consciente en una si- el hecho se juzga. En el primer sentido se pronunció ENGISCH.''
)
En el segundo, destacan MEZGER y SCHONKE-SCHRODER.^ En este
tuación dada. Se trata, pues, de acudir a criterios "de orden me-
sentido, pues, pueden equipararse los conocimientos nomológi-
dio"; esto es, a aquellos que vienen referidos a los conocimientos
cos exigidos para el juicio de peligro y los requeridos para la
de una persona con una experiencia "normal", no especialmente causalidad adecuada.'' Más adelante daremos nuestra opinión
cualificada. En este sentido, ya BusCH,i en base a FINGER, se al respecto, aunque podemos adelantar que, a nuestro entender,
refería a una experiencia general que los hombres de una época la postura más correcta es la que atiende a todos los conocimien-'
determinada tienen y que puede quedar representada en los co- tos de la Humanidad al tiempo del enjuiciamiento. Naturalmen-
nocimientos de un hombre medio, conocimientos que, por otra te, en el supuesto excepcional de que el autor estuviera en poder
parte, van aumentando a medida que se popularizan nuevos des- de saberes especiales de su exclusivo conocimiento, también éstos
cubrimientos técnicos. tendrían que ser tenidos en cuenta. En definitiva, pues, el mo-~
Este punto de vista no satisfacía cuando alguien, en virtud delo de conocimiento nomológico nos lo daría el común saber de
la Humanidad más el excepcionalmente exclusivo del autor.
i de unos conocimientos especiales, podía crear situaciones de
peligro, o realizar acciones peligrosas, que no podían ser ca- En base a esos conocimientos de la Humanidad (bien sean
lificadas como tales por un hombre medio, cuyos conocimientos referidos por unos a un hombre medio, bien, por otros, al con-
no estaban a la altura de los del autor. En este sentido, FlN- junto del saber humano) se ha afirmado que el juicio de peligro
GER,2 posteriormente, exige que también sea tenido en cuenta constituiría "un juicio de la sociedad" (ANTOLISEI), porque re-
este "plus" de conocimientos: "cuando el orden jurídico prohi- presenta al de ésta. Ya conocemos, por otra parte, aquellas pos-
be la creación de una situación que, según los conocimientos turas que fundamentaban el peligro mismo en un sentido obje-
generales o los especiales del autor, hace temer la producción tivo en base a un consenso común. Ejemplo singular lo ofrecen
de una lesión". También ANTOLISEI entiende que "el juez, si- las siguientes palabras de Rocco: "podemos también distinguir
tuándose en el momento de la acción, después de haber tomado un peligro subjetivo de un peligro objetivo, según que el juicio
en consideración todos los conocimientos del autor, debe tener de peligro sea un juicio de un particular o de la colectividad
en cuenta los conocimientos de un hombre normal (de la genera- (por ejemplo, de quien pone en peligro o de quienes son extraños
lidad de los hombres) completando, eventualmente, unos con
otros".* 4 ENGISCH, Die Kausalitat ais Merkmal der strafrechtlichen Tatbes-
Mayor reconocimiento merece la postura que exige un cono- tdnde, Tübingen, 1931, p. 58.
cimiento nomológico que recoja todo el saber de la Humanidad, 5 MEZGER, Von Sinn der strafrechtlichen Tatbestande, Festschrift
Für Ludwig Traeger, Berlín, 1926, p. 220 y ss.; SCHONKE-SCHRODER, Straf-
) saber ya no referido a un hombre medio, sino a la total experien- gesetzbuch Kommentar, München, 1972, p. 1.565 (notas previas al p a r á g r a -
) fo 306, 4.").
1 BUSCH, Gefahr und Gefdhrdtingsvorsatz in der Dogmatik des tno- 6 Cfr. GlMBERNAT, Delitos cualificados por el resultado y causalidad,
) dernen Strafrechts, Leipzig, 1897, p. 21. Madrid, 1966, pp. 34 y 35. Gimbernat se pronuncia, en relación con la cau-
2 FiNOER, Bcgriff der Gefahr und Gemeingefahr im Strafrecht, en salidad adecuada, en favor de tener en cuenta el saber nomológico al tiempo
de la acción (Vid. también en p. 55, nota 179).
Festgahc fiir Reinhard von Frank, T. I. Tübingen, 1930, p. 239.
3 ANTOLISEI, L'azione e l'cvcnto vcl reato, Milano, 1928, pp. 139 y 140.
— 89 —-

2) Una segunda postura intenta superar tales inconvenientes


al peligro): el primer juicio no tiene valor más que para el su-
afirmando que deben tenerse en cuenta aquellos datos que son,
jeto de quien proviene; el según lo, que puede o no coincidir con generalmente, reconocibles por un hombre medio. Se entiende
el primero, justo porque provieae de todos tiene un valor para que los déficits de conocimiento por parte del autor deben ser
todos y es, por tanto, respecto a cada uno, objetivo".'' Nótese que suplidos atendiendo a este criterio apai'entemente más objetivo
al hablar aquí de "objetividad" se le concede no un sentido ón- del "bonus pater familias". Ya hemos señalado el parentesco de
tico, sino un sentido de común sentir social, de consenso social este criterio con el que admite la existencia del peligro cuando
reflejado en el juicio. una persona razonable y consciente debe tomar medidas precau-
torias. Así, HBKRMANN:^! "el juicio del temeroso y del experto
3. BASES ONTOLÓGICAS DEL JUICIO
no deben ser tenidos en cuenta".
Quizá mayor disparidad de opiniones se da en lo referente 3) Ahora bien, como también los conocimientos del hombre
a las circunstancias concretas a tener en cuenta para el juicio. medio pueden resultar deficitarios cuando se requiere un especial
saber, otro sector doctrinal estimó que resultaba exigible el pare-
Los criterios a seguir pueden clasificarse^ del siguiente modo: cer de un experto.'^
1) El que atiende a los hechos conocidos por el autor. A fa-
vor de ello se pronuncia APPEL (tras indicar que el juez debe si- Las dos últimas posiciones citadas ofrecían el grave incon-
veniente de desconocer que, si bien el autor podía carecer de
tuarse en el momento de actuación del autor), afirmando que "es
conocimientos adecuados, por otra parte resultaba posible que
de justicia que el autor no se vea afectado por hechos que no
su especial vinculación a los hechos le proporcionase conocimien-
conocía".^ Esta postura favorecería a aquellos sujetos que se
tos extraordinarios acerca del devenir causal del fenómeno. En
caractericen por su falta de atención, aunque siempre se les po-
este sentido, pues, se intenta salvar este inconveniente exigien-
dría imputar la comisión culposa. Pero la crítica más acertada do, además del saber del hombre medio o del experto, aquel
a esta doctrina es la que estima que no conduce a un juicio ge- "plus" de conocimientos que pudiese tener el autor.^^
neralmente válido de peligro. Se preocupa del conocimiento de
4) Una cuarta postura intenta subsanar todas las deficien-
los hechos que pudiera tener el autor, sin tener en cuenta el que
cias de las anteriores, exigiendo tomar en consideración todos
en las mismas circunstancias pudiera tener otra persona, sien- los hechos accesibles al conocimiento humano en el momento del
do así que los conocimientos del autor pueden ser tan distintos hecho," aunque se hayan puesto de relieve con posterioridad al
que difícilmente servirán de base para un juicio generalmente momento del hecho.'^ Pero esta problemática la veremos más
' válido de peligro.^"
7 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit., p. 140; Rocco, Opere Giuridiehe,
tomo I, L'oggetto del reato e della tutela giuridica pénala, Roma, 1932, 11 HEBRMANN, Helmut, Zum Begriff der Gefahr, insbesondere der
Gemeingefahr im deutschen Strafrecht, Dusseldorf, 1939, p. 15.
página 303. 12 HENCKEL, H a n s , Der Gefahrbegriff..., op. cit., p. 25, estima que
8 Cfr. LACKNEB, Das konkrete Gefdhrdungsdelikt irn Verkehrsstra- el juez se verá ayudado en caso necesario por el experto, con la salvedad
del caso especial que a continuación indicamos.
frecht, Berlín, 1967, p. 18; y BASSENGE, Der allgemeine strafreclitliohe Ge-
fahrbegriff und saine Ariwendimg hn zweiten Teil des Strafgcnctzhuches 13 Von flii'PEL, Robert, Dentsckes Strafrecht, T. II, Aalen, 1971,
reimpresión de la edición Berlín, 1930, p. 427,
und in den strafrcchtlichen Nebengesetzen, Bonn, 19G1, p. 37 y ss. 14 BuscH, Gefahr..., op. cit., p. 23.
9 APPEL, Die Verbrechen der Gefahrdtmg von Leib und Leben nach
15 SCHRODEK, Rapport sobre los delitos de peligro, en Revue Interna-
deutschem Recht, Koln, 1931, p. 13. tionale de Droit Penal, 1969, núms. 1 y 2, p. 12 y ss.
10 HENCKEL, Hans, Der Gefahrbegriff im Strafrecht, Breslau, 1930,
página 25; BASSENGE, Der aUgemeine..., op. cit., p. 38.
)
)
)
)
)
— 90 — — 91 —
) detenidamente al estudiar el tiempo del juicio. Adelantemos que vada del desarrollo del hecho y juzgará «ex ante», haciendo abs-
también aquí, a nuestro entender, habrá que tener en cuenta tracción de aquella experiencia" (ANTOLISEI)." Expresamente,
todas las circunstancias conocidas en el momento de enjuiciar también por un pronóstico "ex ante", LACKNEK,!^ quien, sin em-
el hecho. Si queremos tener, evidentemente, una base ontológica bargo, hace referencia no a la acción, sino al momento en que se
adecuada, no podemos estar a lo que el autor, o un hombre me- produjo la situación de peligro: "el desarrollo real tras la pro-
dio, o, incluso, un experto, puedan reconocer en los hechos. De- ducción de la situación de peligro no ha de interesar al juez",
cisivas serán todas las circunstancias que puedan ser conocidas, para añadir claramente más abajo: "el conocimiento ontológico
lo cual no quiere decir que la afirmación de la existencia de la y nomológico dei juez en el momento del enjuiciamiento no
situación de peligro o de la acción peligrosa implique ya de por sí debe, por tanto, ser tenido en cuenta". En todo caso, aunque no
la responsabilidad del autor. le concede valor teórico al carso de los acontecimientos con pos-
j terioridad al momento de la situación sometida a juicio, recono-
ce que, en la práctica, puede servir "como indicio (!), como con-
4. TIEMPO DEL JUICIO firmación del juicio de peligro".
Hay que diferenciar aquí dos problemas radicalmente dis- Es indudable, a nuestro parecer, la influencia que tiene la
> tintos : uno es el que atañe al momento en que se debe situar el doctrina de la causalidad adecuada al respecto y, por tanto,
i juzgador para realizar el juicio; otro, el que viene referido al
momento en que se ha de entender la existencia de un peligro.
la postura predominante dentro de la misma de remitir al mo-
mento de la acción."
Este último punto está en íntima relación con lo que denomina- Algunos autores distinguen entre un "peligro abstracto" y
mos objeto del juicio, o sea, si éste se realiza acerca de una si- un "peligro concreto" (en sentido diverso al generalizado en la
tuación dada o resultante de una conducta, o bien ha de conec- doctrina alemana), a los efectos de determinar el momento del
tarse a una conducta del sujeto. Aquí estudiaremos solamente juicio y conocimientos a tener en cuenta en él. Así, los autores
^ del Rapport italiano al coloquio preparatorio del X Congreso
la primera cuestión, es decir, aquella relacionada con el momen-
to en que debe situarse el juzgador a los efectos de aplicar tanto Internacional de Derecho Penal ^o optan, según se trate de peli-
sus conocimientos nomológicos como ontológicos. grosidad de una conducta o de producción de una situación a
Ya hemos adelantado que, a nuestro parecer, la postura más consecuencia de la conducta, por un punto de vista distinto.
) correcta es la de tener en cuenta todos los conocimientos de uno Cuando la peligrosidad va referida a la conducta habrá que estar,
) y otro orden en el momento del enjuiciamiento. No es ésta una
17 ANTOLISEI, L'azione..., op. cit,, p. 136.
) postura pacífica en la doctrina, ni mucho menos. 18 LACKNER, Das konkrete..., op. cit., p. 18 (el signo de admiración es
La postura clásica sigue siendo lo que se ha venido llamando nuestro). Lo que no está t a n claro es cjue exista unidad de criterio al res-
) desde VON LISZT y LOOK, "pronóstico posterior",!'' es decir, aquel pecto, como él dice en la nota 43. Basta ver las diversas posturas que re-
coge Delitala (DELITALA, Rapport General sobre los delitos de peligro, en
) procedimiento consistente en que el juez se sitúa en el "momento Revue Internationale de Droit Penal, 1969, niimeros 1 y 2, p. 289).
) de la acción, juzgando como si ésta tuviese que producir aún sus 19 Vid. GiMBERNAT, Delitos..., op. cit., p. 32, p a r a los conocimientos
efectos, es decir, el juez no tendrá en cuenta la experiencia deri- de orden ontológico, y p. 34 p a r a los de orden nomológico. En ambos casos
) se pronuncia por acudir al tiempo de la acción.
20 CENTRO NAZIONALE DI PREVENZIONE E DIFESA SOCIALE, Rapport
16 Cfr. ANTOLISEI, L'azionc..., op. cit., p. 136; von HiPPBL, Robert, sobre los delitos de peligro, en Revue Internationale de Droit Penal, 1969,
números 1 y 2, pp. 206 y 208. Vid. DELITALA, Rapport..., op. cit., p. 292.
DeiUsches..., op. cit., p. 148, nota 1.

)
— 93 —
— 92 —
en un juicio "ex ante", al momento en que tal conducta tuvo lu- que supiéramos o pudiéramos saber al tiempo del incendio como
gar y a las circunstancias conocidas o que podían ser conocidas a los datos que nos sean conocidos después. El que el autor no |
por el autor entonces, haciendo abstracción (y de ahí la califica- pudiera conocerlos es un problema distinto, no tiene nada que
ción de "abstracto") de las circunstancias concomitantes o ulte- ver con que podamos afirmar después su existencia.
riores que no conocía o no podía conocer el autor. De forma dis- Piénsese, además, como destaca SCHRODER," en el absurdo
tinta, a su entender, hay que proceder cuando se trata de juzgar que supondría no tener en cuenta la producción de un resultado
una situación producida a consecuencia de la conducta, pues a consecuencia de la acción o situación peligrosa a los efectos de
aquí se trataría de apreciar el resultado de la conducta, de tal determinar si ésta lo fue o no. No se podría nunca afirmar la no
modo que habría que estar a los conocimientos de todo orden peligrosidad cuando conste ya que, derivada de ella, se ha produ-
en el momento de la producción de tal resultado. De ahí que cido una lesión. Piénsese en la aplicación del penúltimo párrafo
del artículo 340 bis a) en relación con una conducta encuadrable
esa mayor concreción del juicio (en el sentido de no prescindir
en el número 2 del propio artículo. Si consta que ha resultado
voluntariamente, como en el caso anterior, de una parte de los
lesión no parece posible negar el cumplimiento de la "puesta en
conocimientos) permita hablar de "peligro concreto".
concreto peligro", independientemente de si se dan o no los otros
La distinción, pues, aquí entre "abstracto" y "concreto" se requisitos del número 2 del artículo 340 bis a ) .
haría en función del campo de conocimientos a tener en cuenta
También puede ocurrir que los conocimientos nomológicos
y del momento del juicio. Sería una distinción en base al propio
varíen entre el momento de la acción, o la situación, y el del en-
juicio. Téngase en cuenta, no obstante, que aun en el supuesto
juiciamiento. En tal caso, también habrán de ser tenidos en
del aquí llamado peligro concreto, únicamente se tienen en cuen-
cuenta los nuevos conocimientos. Esta cuestión ha sido debatida
ta los conocimientos y circunstancias que constasen en el mo-
en torno al famoso caso de la thalidomida o "conUn-gíin","" me-
mento en que la situación se produjo, y no los postoriores.
dicamento que al ser tomado durante el embara;;o por la madre
^ Sin embargo, creemos que cuando se trate de juzgar no se
dio lugar al nacimiento de hijos deformes. Al tiempo de su intro-
^ebe recortar el campo de conocimientos, tanto de orden táctico
ducción en el mercado de las medicinas, eran desconocidos los
'como nomológico, que nos ayuden a emitir un juicio, lo cual no
efectos nocivos del mismo. Sin embax-go, una vez que este extre-
significa, como ya hemos recordado alguna vez, prejuzgar en
mo ha sido posteriormente descubierto, no podríamos afirmar
absoluto la responsabilidad del autor. Una cosa es que se pueda
que no existía ya el peligro en el momento mismo de su venta.
afirmar de la acción o de la situación que son peligrosas, y otra
No sólo la constataciónVientífica, sino también los desgraciados
cosa es que el sujeto lo supiera o lo pudiera reconocer. Por ello,
efectos sobre los niños que se han visto afectados, nos lo prueban
para realizar un juicio no tenemos por qué cortar el tiempo y
manifiestamente.
limitarnos sólo a aquellos saberes o circunstancias conocidos o
cognoscibles en el momento de la acción o de la situación objeto Por tanto, hay que distinguir lo que ya se daba en un mo-
del juicio. Cuando el Códigc, por ejemplo, se refiere a la regula- mento determinado anterior al enjuiciamiento y lo que al tiem-
ción del incendio de bienes propios del artículo 556, alternativa- po de éste se podía conocer. Si resulta que con posterioridad
mente a otras exigencias, a que "existiere peligro de propaga-
ción a edificio, arbolado o plantío ajeno" no indica oti-a cosa más 21 SCHRGDER, liapport..., op. oit., p. 13.
22 ScHRÓDER, Rapport..., op. cit., p. 15, en favor de tomar en consi-
que es necesario que se dé esa situación de peligro de propaga- deración los conocimientos posteriores al momento de la situación o acción
ción del incendio. Y, para saberlo, habrá que estar tanto a lo objeto de análisis.

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)
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)
— 94 —
)
se nos aparecen datos inexistentes en el momento de la actua-
ción o de producción de una situación, datos que nos ayudan a
hacernos una idea más exacta de lo que tal actuación o situación
comportaba, no podemos prescindir de ellos. Ya hemos dicho
que ello será así, sin detrimento de que la responsabilidad del
sujeto pueda ser rechazada al tratar del dolo o de la impruden-
cia. Pero, aquí, de lo que se trata es de juzgar algo dado, con IX. REALIDAD Y NORMATIVIDAD EN EL PELIGRO
todos los datos posibles a nuestro alcance. Creemos que la con-
fusión proviene de una aplicación incorrecta en el ámbito del
juicio de peligro de la teoría de la causalidad adecuada.^^ La 1. RECOGNOSCIBILIDAD DE UNA REALIDAD
producción posterior de la lesión derivada de una acción o si- El problema que se nos plantea, pues, es, por una parte, el
tuación peligrosa confirmará la existencia de éstas. La no pro- propio de toda operación cognoscitiva: la dificultad de aprehen-
ducción, ni afirmará ni negará su existencia. der intelectualmente un fenómeno. Por otra, y en ello estriba la
)
específica dificultad del juicio de peligro, el de establecer una
23 Cfr. von HIPPEL, Robert, Deutsches..., op. cit., p. 102, en relación valoración, ateniéndonos a las exigencias típicas y teniendo en
con p. 148, nota 1, y p. 427. Vid. para una distinción entre acciones inade- cuenta los conocimientos exigibles, tanto de orden nomológico
cuadas y peligrosas GIMBERNAT, Delitos..., op. cit., pp. 155 y 156. En la como de orden ontológico, los cuales, según la conclusión a que
página 30, nota 62, indica que "la expresión «pronóstico objetivo posterior»
fue aplicada por primera vez en la teoría de la causación adecuada por hemos llegado, deben ser todos los accesibles al conocimiento
Rümelin". humano en el momento del enjuiciamiento, incluidos los que ex-
cepcionalraente posea sólo el autor.
Ahora, ¿cuál es el objeto de ese juicio? ¿Es único o abarca
distintos y particulares aspectos? En todo caso, se hace necesa-
rio separar tajantemente el propio juicio del objeto del juicio.
No compartimos, por ello, totalmente, la siguiente afirmación
) de Rocco: "ia posibilidad, como la probabilidad, aun teniendo
una existencia objetiva, no se revela por sí misma: tiene necesi-
dad de ser reconocida, esto es, juzgada".' Es cierto que se re-
)
quiere una separación entre el juicio y lo juzgado, pero el objeto
del juicio no se refiere a la probabilidad (nota característica de la
noción de peligro), sino a una acción o una situación dadas, que
estimamos (aplicando el criterio de probabilidad correspondien-
te) conducirán a un determinado resultado lesivo o dañoso.

1 Rocco, Opere Giuridiche, Vol, I, L'oggetto del reato e della tutela


giuridica pénale, Roma, 1932, p. 302.
— 96 — — 97 —
tancias, sin que se requiera que en el ámbito de tal conducta haya
2. PELIGROSIDAD DE UNA ACCIÓN Y DE UNA SITUACIÓN entrado ninguna p3rsona o cosa que pudiera verse afectada. En
Ya hemos sometido a crítica algunas posturas que aplicaban tal sentido, ha afirmado el Tribunal Supremo, en reciente senten-
distintas bases gnoseológicas al juicio de peligro, según que se cia de 30 de octubre de 1970: "con lo que se reúnen todos los
tratara de relacionarlo con una acción o con una situación resul- requisitos formulados por el artículo 340 bis a) 1.° del Código
tante de una acción. La cuestión que pasamos a estudiar es dis- Penal, señaladamente el de conducir bajo la influencia de bebidas
tinta. Aquí, de lo que se trata es de referir el juicio de peligro, alcohólicas, precepto que, por cierto, ya no exige, como parece
manteniendo sus propias bases, a una acción o a una situación. pretender el recurrente, que esa influencia coloque necesariamen-
Queremos decir con ello que, fundamentalmente, el objeto del te al conductor en un estado de incapacidad para la seguridad
juicio vendrá dado bien por una acción de la cual ya se x)redica, de la conducción, puesto que tal requisito, que figuraba en el
como tal, que es peligrosa, o por una determinada situación a texto de la ley de 1950, fue radiado de la ley de 1962 y del vigente
resultas de una conducta determinada, situación que comportará Código Penal, razón por la cual la sentencia de 29 de enero de
1962 aducida por el recuri'ente, pero dictada en la materia bajo
un peligro. la ley de 1950, se refiere a dicho requisito, no aludido ya en la
Acertadamente ha puesto de relieve KRÜMPELMANN* que "un actual jurisprudencia, de modo que a partir de cierto grado de
concepto distinto de arriesgamiento^ sirve de base a los delitos embriaguez ha de cojisidcrarse peligrosa la conducción (peligro
de peligro abstracto y concreto, que se divide según i:l nioiiHüiLo abstracto, presumido "ex lege") sin que sea necesaria la demos-
del juicio sobre el peligro; la concreta puesta en peligro sólo tración de un peligro concreto exigido por la Ley para otros
puede ser juzgada cuando ya el peligro se produjo realmente; la tipos delictivos contra la seguridad del tráfico, bastando, pues,
abstracta puesta en peligro exige un juicio sobre la acción en el que la influencia del alcohol tsc Iradiizca en una conducción anú-
momento de su realización y en relación a posibles consecuen- 7nala e irregular' aun cuando no llegue a suscitar un peligro
cias". Efectivamente, así es, aunque, en realidad, no se trata aquí efectivo".*
de que el juicio varíe en sus bases, sino que varía el objeto sobre Independientemente de la mejor o peor fortuna con que se
el cual ha de pronunciarse y, por tanto, variará también el mo- alude al estado de incapacidad para la seguridad de la conduc-
mento al cual hace referencia dicho objeto: si se trata de una ción, desechando hoy el elemento que exigía el antiguo artícu-
acción, será el de su realización; si de una situación concreta de lo 1.° de la Ley de 9 de mayo de 1950, lo cierto es que al final
peligro, el de su producción. se hace referencia, aun tratándose de un delito de "peligro abs-
Unos ejemplos claros, a nuestro parecer, los ofrecen los nú- tracto, presumido ex lege", a que la influencia del alcohol se
meros 1 y 2 del artículo 340 bis a). En el primero de ellos (con- ha de traducir en una conducción anómala e irregular, aun
ducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas cuando no llegue a suscitar un peligro efectivo. En otras pa-
o estupefacientes) el peligro, aunque no exigido explicitamente labras, a pesar de que se alude a la "presunción ex lege", el Tri-
en el tipo, viene referido a la propia conducción en tales circuns- bunal Supremo relaciona el peligro con la conducta del sujeto,
2 KBÜMPELMANN, Die Bagatelldelikte, Beriín, 1966, p. 72. aunque, a nuestro entender, no es necesario que ésta se trasluz-
3 Preferimos aquí la traducción de "Gefahrdung" por "arriesga- ca en actos concretos de anormalidad.
miento", tal como lo hace también QUINTANO en Delito de peligro, Nueva
Enciclopedia Jurídica, T. VI, Barcelona, 1854, p. 482. En general, se tra-
duce por "puesta en peligro", tal como lo hace RODRÍGUEZ MUÑOZ en Tra-
ducción del Tratado de Derecho Penal de Mezger, Madrid, 1955, p. 252. 4 Subrayados nuestros.

7. — La puesta en peligro de bienes jurídicos

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— 99 —
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LO que se excluye claramente, por no exigirlo el número 1 de la inmediatez, evidente, aunque no explícita en el tipo, de la si-
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del artículo 340 bis a) es la "efectividad" del peligro en relación tuación concreta de peligro, respecto a la conducta, quedan per-
) fectamente delimitadas.
con personas o bienes, pues no es necesario que éstos entren en
> Más claramente aún, en otros artículos, el Código separa
el ámbito de influencia de la conducta peligrosa. Basta con que
ésta sea tal, en el sentido de que sea apta, según las exigencias entre manifestación de voluntad y resultado, incluso creando
de la noción de peligro y los requisitos del juicio de peligro, para propios e impropios delitos cualificados por el resultado. Y aquí
~) no nos referimos a delitos base de peligro cualificados por el
lesionar la seguridad del tráfico o, lo que es lo mismo, para poner
resultado lesivo, como se dan en los delitos contra la salud pú-
en peligro los bienes "genuinos"^ (que se amparan tras el bien
blica en relación con el artículo 348 ("siempre que por consecuen-
"institucionalizado" de la seguridad del tráfico), y que no serán
cia de cualquiera de los hechos comprendidos en los artículos
) otros que aquellos que puedan verse afectados; la vida, integri-
anteriores resultare muerte..."), sino a supuestos en que la cua-
dad y patrimonio de las personas, a los que se alude también en lificación viene dada por el resultado concreto de una situación
el número 2 del propio artículo 340 bis a). Lo que no se puede de peligro. Con ello nos encontramos ante casos de propios e im-
1 hacer es hablar de peligro en relación a la seguridad, puesto que propios delitos cualificados por el resultado de peligro, en el sen-
la seguridad no se puede poner en peligro, dado que el concepto tido que indica CÓRDOBA^ para los de lesiones. Es decir, propios
de peligro es inmanente al de seguridad. serán aquellos en que la producción del evento de (situación de)
Por su parte, el número 2.° del artículo 340 bis a) exige que peligro origina la agravación de la pena, e impropios aquellos
se ponga "en concreto peligro la vida de las personas, su inte- en que el resultado obra motivando la pena.
gridad o sus bienes", además de conducir con temeridad mani- Un ejemplo de los propios nos lo ofrece el artículo 489, que
fiesta. No bastará, por consiguiente, la conducción con temeri- (tras castigar en el tipo básico la entrega de un menor, por quien
) dad manifiesta, sino que es necesario que se interponga en el tiene a su cargo la crianza o educación de éste, a un estableci-
ámbito de tal conducta una persona o un bien, de tal manera que miento público, o a otra persona, sin anuencia de quien se lo hu-
se vean expuestos "efectivamente" a una situación de peligro, biere confiado, o de la Autoridad, en su defecto) establece en el
es decir, que se requiere que tal situación se produzca en la rea- segundo párrafo una cualificación por el resultado de peligro:
lidad ; no basta que la acción sea de por sí peligrosa.^ A resultas "si a consecuencia de la entrega se pusiere en peligro la salud
de la conducta del sujeto se ha de producir una situación con- o la moralidad~tíel menor...". Por tanto, aquí se estima agravada
creta de peligro para la vida, integridad o el patrimonio de las la conducta básica si se produce a consecuencia de la misma una
personas, explícitamente exigida en el tipo, con lo cual nos en- situación en que peligre la salud o la moralidad del menor.
contramos también ante un supuesto de peligro común. A pesar
Más discutido es el artículo 488, que castiga el abandono de
menores por parte de persona encargada de su guarda, en el
5 Vid. ven HiPPEL, Reinhard, Vorsatzpróbleme der Strassenverkehrs-
~) gefahrdung de lege ferenda, en Zeitschrift für die gesamte Stra-frechts-
párrafo primero, añadiendo en el último, "en todos los casos de
este artículo y, sin perjuicio de castigar el hecho como corres-
) wissensehaft, T. 75, 1963, p. 456.
6 Cfr. BERISTAIN, El delito de peligro por conducción temeraria, ponda, si constituyere otro delito más grave, cuando por las cir-
notas al artículo 840 bis a.) (núm. 2), Separata de la Revista del Derecho
de la Circulación número 6, noviembre-diciembre, 1970, p. 16 y ss.; CONDE- 7 CÓRDOBA, Una nueva concepción del delito. La doctrina finalista,
PUMPIDO FERREIBO, El tratamiento penal de la conducción peligrosa en la Barcelona, 1963, pp. 66 y 67. E L MISMO, Notas al Tratado de Derecho Penal
legalidad vigente, en Revista del Derecho de la Circulación, número 1, enero- de Maurach, T. I, Barcelona, 1962, p a r á g r a f o 18, pp. 232 y 233, nota 21.
febrero, 1971, p. 12 y ss.

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I — 100 — — 101 —

establece entre los tipos cualificados de robo el de que "el delin-


cunstancias del abandono se hubiere puesto en peligro la vida
del niño, será castigado el culpable con las penas anteriores en cuente llevare armas u otros medios peligrosos" (506, 1.^), o bien
su grado máximo, y si sobreviniere la muerte, se impondrá las cuando el artículo 165 bis b) se refiere a "la publicación de noti-
penas inmediatas superiores". Frente al criterio que entiende cias falsas o informaciones peligrosas para la moral o las buenas
costumbres".
que este último párrafo, respecto del primero, establece una do-
ble cualificación; 8 por una parte, si se pone en peligro la vida
del niño y, por otra, si sobreviene la muerte (con lo que en el 3. DISTINCIÓN ENTRE PELIGRO REFERIDO A UNA ACCIÓN O UNA SI-
primer caso nos encontraríamos con un resultado de situación TUACIÓN y PELIGROSIDAD COMO ESTADO DEI, SUJETO
de peligro cualiílcando la conducta básica de abundono), estima
RODRÍGUEZ DEVESA'-' que no se da una cualiñcación por el peli- Apartada del objeto de nuestra investigación, queda la peli-
gro, sino que hay que desglosar dos clases de abandono (el aban- grosidad como estado del sujeto. Cierto es que en la base de la
dono sin peligro para la vida y el abandono en circunstancias misma se da igualmente un concepto de peligro, y que también
que pongan en peligro la vida). se requerirá un juicio, pero éste no vendrá ya referido a una ac-
En cuanto a los impropios delitos cualificados por el resultado ción o situación derivada de la misma, sino a una persona. A di-
de peligro (es decir, aquellos en que el resultado no agrava, sino ferencia de los delitos de peligro, en los que importa la existencia
que motiva la pena), nos ofrece un ejemplo el artículo 260, don- de un peligro para un bien jurídico, ya por la realización de
de se establecen distintas penas según los diversos resultados una acción, ya como consecuencia de ésta, entiende PETROCELLI,
producidos como consecuencia de la conducta. Así, el número 2.° que ha estudiado ampliamente la problemática de la peligrosi-
dad,i« que ésta es un "complejo de condiciones, subjetivas y ob-
castiga "con reclusión mayor si de resultas del hecho sufriera
jetivas, bajo la acción de las cuales es probable que un individuo
alguna persona lesiones menos graves o hubiere riesgo inminente
cometa un licclio socialmcnte dañoso o peiigrüso. La peligrosidad
de que sufrieran lesiones varias personas reunidas en el sitio en
en general asume con eso el carácter de peligrosidad criminal,
que el estrago se produzca". Clarísimamente viene aquí reconoci-
como se ha destacado ya, en dependencia exclusivamente de la
da por la ley una situación de peligro, resultado de la conducta
naturaleza del peligro, esto es, cuando se trate del peligro de un
básica del sujeto, pues el Código no sólo se refiere a que "de re-
hecho socialmente da loso o peligroso que esté previsto en la ley
sultas del hecho" se produjeren lesiones o el riesgo inminente
como delito"."
de tales, sino que equipara incluso, a efectos de punición, un re-
sultado lesivo (en sentido general, no referido aquí estrictamente El arranque de esta concepción está en considerar la peligro-
a las lesiones) con uno de peligro. sidad como un "estado", distinguiendo el peligro derivado de una
Así pues, nos encontramos como objeto del juicio de peligro, acción y el derivado de un estado, pues en el primero "los datos
básicamente, con una conducta o con una situación dada deriva- objetivos del peligro se producen por la acción y surgen al mun-
da de la misma. Nótese, por otra parte, que el Código emplea do exterior con ésta y por efecto de la misma; mientras que en
también el calificativo de "peligroso" en algunos casos, que serán el peligro derivado de un estado tales factores están ya ínsitos
reconducibles a aquellos supuestos. Así, cuando el artículo 506 en el estado mismo, esto es, mezclados al conjunto de las varias

8 CUELLO, Derecho Penal, T. H, vol. 2.", Barcelona, 1972, p. 760. 10 PETROCELLI, La pericolositá crimínale e la sua posizione giuridica,
Padova, 1940.
9 RODRÍGUEZ DEVESA, Derecho Penal Español, Parte Especial, Ma-
11 PETROCELLI, La pericolositá..., op. cit., p. 47.
drid, 1973, p. 95, especialmente nota 11, y ss.
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> — 103 —
) — 102 — de ella pueda predicarse la "peligrosidad", pero que no equivale,
") condiciones de que éste se halla constituido"." Junto a esta dife- evidentemente, al concepto. Cuando el Código, por ejemplo, en
) renciación, cabe también distinguir ambas clases de peligro en el artículo 488 habla de que "se hubiere puesto en peligro la vida
atención al punto de vista adoptado: en el peligro ínsito en el del niño" está haciendo referencia a una determinada situación
estado se consideran los elementos de peligro en sí mismos, en su de hecho de la que, por medio de un juicio, podemos predicar
potencialidad dañosa y en su probable realización; en el peligro su peligrosidad para la vida del niño. Peligro, significa aquí
situación dada más predicación de peligrosidad de la misma por
derivado de la acción se considera, prevalentemente, la causa
medio de una A'aloración.
que lo ocasiona. De ahí que PETEOCELLI aplique los calificativos
El concepto de peligro es algo fuera de una realidad determi-
de "crónica" a la peligrosidad y de "agudo" al peligro deriva- nada, es un instrumento intelectual del que nos servimos para
do de una acción.i^ aplicarlo a estas realidades, y en el que englobamos una "proba-
Aun no correspondiendo a nuestra investigación, cabe indi- bilidad típica" (es decir, según las exigencias del tipo correspon-
car que también en nuestra legislación positiva se hace alusión diente) de un resultado lesivo para un bien jurídico. Ello com-
'y al "estado peligroso". Así, el artículo 2.*^ de la Ley de Peligrosi- portará, al aplicarse, el análisis de si una acción o situación
> dad y Rehabilitación social, de 4 de agosto de 1970, fija quiénes determinadas pueden ser consideradas peligrosas en virtud de
"serán declarados en estado peligroso". Por su parte, el Código un juicio que tendrá en cuenta tanto conocimientos de orden
también hace alusión a la peligrosidad, al referirse en el artícu- nomológico como de orden ontológico, que, a nuestro juicio, esti-
lo 256 a la "escasa peligrosidad social" del procesado por tenen- mamos debieran ser todos los accesibles al conocimiento humano
cia ilícita o depósito de armas o municiones, entre otras circuns- (incluidos los especiales del autor, si los tuviera) en el momento
tancias, en base a las cuales los Tribunales podrán rebajar en de enjuiciar el hecho.
) uno o dos grados las penas señaladas en la sección 1.^ (De la
tenencia y depósito de armas o municiones) del capítulo XII del 5. E L PELIGRO COMO FRUTO DE NUESTRA IGNORANCIA Y DE NUES-
) título II, libro II, del Código Penal. ^TROS CONOCIMIENTOS
4. E L DOBLE SENTIDO DEL TÉRMINO "PELIGRO" Ahora bien, dado que la "recognoscibilidad" de una situación,
) Ya nos hemos referido antes al peligro en relación con una o acción, como peligrosa requiere siempre un juicio, tal asevera-
acción y con una situación. Pero, aquí, cabe añadir algo más. Por ción de "peligrosidad" no sólo se verá perturbada por la dificul-
tad que entraña todo problema gnoseológico de por sí, sino que
una parte, empleamos el término "peligro" para significar un
además llevará implícita la de todo cálculo acerca de la produc-
concepto que debe reunir ciertas características. E n este sentido, ción o no de un acontecimiento (en este caso, el lesivo).
hablamos de noción de peligro, atribuyendo a la palabra peligro Ya desde HÁLSCHNER se viene repitiendo que el peligro es
) un determinado significado. "hijo de nuestra ignorancia"," haciéndose hincapié en la falta
) Pero, por otra parte, nos referimos al peligro como una rea- de omnisciencia característica de los humanos. Frente a esto,
lidad, como una situación dada o una acción que calificamos de ha dicho PETROCELLI i^ que más bien podría indicarse que el peli-
peligrosa; realidad que, ciertamente, exige un juicio para que
14 Vid. capítulo V.
15 PETROCELLI, La pericolosita..., op. cit., p. 3.
12 PETUOCELLI, La pericolosita..., op. cit., pp. 13 y 51.
13 PETROCELLI, La pericolosita..., op. cit., p. 14.

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1
— 104 — — 105 —
gro es un hijo de nuestros conocimientos, acentuando más las dos ya para el juicio y en función de las exigencias típicas, una
relaciones causales que pueden llegar a conocerse que aquellas acción o situación con otra situación, que suponga una lesión
que permanecen ignoradas por la mente humana. del bien jurídico.
Así pues, cada una de estas dos posturas pone el acento en un En base a la necesidad de esa valoración, se dice que el
aspecto distinto: una, en la incompletitud de los conocimientos concepto de peligro es un concepto normativo. Baste citar, en
humanos; la otra, en la efectiví. existencia de ciertos conoci- este sentido, a tres autores muy diversos en recientes afirmacio-
mientos. Creemos, por tanto, que más exacto sería afirmar que nes: "El concepto de peligro es un concepto normativo de parte
el peligro es hijo tanto de nuestra ignorancia como de nuestros a parte" (LACKNER) ¡^^ BETTIOL,!''* tras referirse a las posturas
conocimientos.!^ Sin la existencií. de una zona ignota, la evolu- objetivas, indica: "pero eso no quita para que el concepto de pe-
ción de un fenómeno se nos aparecería clara. Pero, por otra ligro sea un concepto normativo"; últimamente, también REIN-
parte, sin unos conocimientos, tanto de orden ontológico como HARD YON H I P P E L insiste en este carácter: "prueba... la normati-
nomológico, no podríamos siquiera atisbar la menor posibilidad vidad del concepto de peligro y con ello la dependencia del logro
de productos de un evento dañoso. de la «conclusio minor» de valoraciones".2°
Por consiguiente, nos parece que no basta fundamentar Téngase, sin embargo, en cuenta que la conducta peligrosa o
el peligro en una de las dos vertientes (nuestra ignorancia, por la situación de peligro no siempre vienen explicitadas en el tipo.
una parte, y nuestros conocimientos, por otra), sino que habrá Cuando hablamos, pues, de "normatividad" del concepto de pe-
que acudir a ambas para poder comprender sobre qué bases se ligro, nos estamos refiriendo a que éste exige un juicio y, por
asienta eso que llamamos "peligro". tanto, una valoración de una conducta o una situación, sin que
necesariamente tenga que ver con los elementos normativos del
tipo. Constituirá un elemento normativo-valorativo cuando el
6. E L PELIGRO COMO ELEMENTO VALORATIVO-COGNITIYO peligro venga exigido en el tipo, teniéndose en cuenta para la
valoración las específicas notas con que el tipo acompañe la exi-
Hemos indicado repetidamente que, aun teniendo el delito de
gencia del peligro ("noticias falsas o informaciones peligrosas"
peligro un basamento real en una acción o situación dadas, la
del artículo 165 bis b); "riesgo inminente" del artículo 260, 2.";
predicación de la peligrosidad de las mismas exige un juicio, re-
"gi-ave riesgo" del artículo 340 bis, b), etc.), o bien cuando la
quiere el uso de una facultad intelectiva.^'' En definitiva, trata-
ley acude a formulaciones que se corresponden con un concepto
mos de poner en relación, atendiendo a los requisitos estableci-
amplio de peligro, cual ocurre en los que llamamos "delitos de
aptitud" ("que puedan causar estragos" del artículo 341, "que
16 Según indica Gimbernat, ya Robert ven Hippel aplicó a un objeto puedan ser nocivos a la salud" del artículo 342, etc.).
distinto tal criterio: "también Robert von Hippel, y ya dentro del marco Junto a ellos, hemos distinguido unos delitos de peligro im-
de la teoría de la causalidad adecuada, se adelantó a Traeger en la for-
mulación del juicio de posibilidad correcto: en una escondida recensión plícito, es decir, aquellos en que no aparece manifestada en el
había indicado en el año 1897 que el juicio de posibilidad «se funda por tipo la exigencia del peligro, pero que cabe deducirla del mismo.
una parte, en nuestra experiencia, y por otra, en nuestra ignorancia hu-
mana»" (GIMBERNAT, Delitos cualificados por el resultado y causalidad,
18 LACKNER, Das konkrete Gefahrdtmgsdelikt, Berlín, 1967, p. 20.
Madrid, 196G, p. 33).
19 BETTIOL, Diritto Pénale, Padova, 1969, pp. 275 y 276.
17 Vid. RATIGLIA, II reato di pericolo nella dottrina e nella legialazio- 20 Von HIPPEL, Reinhard, Gefahrenurteile und Prognoseentscheiduv,'
lie, Torino, 1932, p. 73. gen in der Strafrechtspraxis, Berlín, 1972, p. 107.

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) — 106 — — 107 —
) Así nos parece ocurre, siguiendo a QUINTANO,2I con el número 1.° típicas sobre las que recae un determinado juicio con arreglo a
) del artículo 340 bis a). Es decir, la conducta de conducción bajo la experiencia y a los conocimientos que ésta proporciona"^^ y
) influencia de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas o estupefacien- en ellos entrarían, junto a la determinación de si una conducta
> tes debe requerir que la influencia de tales sustancias sea t a i que es "peligrosa" (también, por tanto, si lo es una situación),2'^
la seguridad del tráfico quede afectada, esto es, lesionado tal otras valoraciones respecto a la verdad o falacia de una afirma-
bien jurídico, lo que no supone en absoluto que, concretamente, ción, etc.2*
otros partícipes en el tráfico o bienes se vean puesto en peligro, Piénsese, de todos modos, que el juicio de peligro implica
sino la aptitud de la conducción bajo tal influencia para lesionar no sólo el conocimiento de unas bases nomológicas y ontoló-
la seguridad en la circulación, independientemente de que no gicas, sino también un "cálculo valorativo", y que precisamen-
entren en su ámbito de influencia concretas personas o bienes.22 te de éste deriva la normatividad del concepto de peligro y su
Aquí también se daría, pues, una valoración, aunque no por exi- especialidad respecto a otro tipo de valoraciones. De ahí que se
gencias explícitas del tipo, sino por una interpretación global haya hablado de una ambivalencia normativo-empírica del con-
del mismo.2' cepto de peligro 21 o de que "el peligro, posibilidad o probabili-
Volviendo a los supuestos de exigencia explícita, cabe sepa- dad de un juicio, es un concepto ontológico-normativo".^*' Con
rar, dentro de los elementos normativos, los que MEZGER llama ello, no se quiere decir lo mismo. Cuando se habla de ambivalen-
"elementos del juicio cognitivo",^'* siendo en esto seguido por cia normativo-empírica se pone el acento en el aspecto nomo-
KUNERT.2^ Estarían constituidos por aquellas "características lógico del juicio de peligro. Cuando se hace alusión, por el con-
trario, al concepto de peligro como un concepto ontológico-
normativo se está haciendo referencia a la conducta o situación
) 21 QuiNTANO, Tratado de la Parte Especial del Derecho Penal, T. IV,
acerca de la cual se ha de predicar su peligrosidad, por una
coordinado por Gimbernat, Madrid, 1067, p. 493.
) 22 E n contra también de admitir la exigencia de un "riesgo especí- parte, y, por otra, al juicio de peligro.
) fico", aunque indicando que el caso es dudoso: Vid. RODRÍGUEZ DEVESA,
Lo que aquí catie destacar es que resulta inevitable un "quid"
Derecho Penal Español, Parte Especial, Madrid, 1973, p. 929, donde sí que
) se exige que "basta que repercuta en sus reflejos y, en general, en su psi- de-valoración en el concepto de peligro, aun cuando el tipo con-
) quismo". tribuya con sus calificaciones a una más estrecha determinación
23 CoNDE-PuMPiDO FERREIRO parece exigir en un sentido general el
) contenido peligroso de la acción cuando se t r a t a de lo que él llama delito
del correspondiente peligro referido a una conducta o una situa-
de peligro p a r a bienes abstractos: " U n a cosa es que una acción posea un
contenido peligroso, por ser susceptible de crear un riesgo, aunque no pue- 26 MiKGER, Tratado..., op. eit., p. 389.
da señalarse como amenazado un bien jurídico de la realidad acotado de 27 RODRÍGUEZ MOURULLO incluye el estudio del "peligro" en la omi-
sus coordenadas de lugar, titularidad y clase; y otra es que una acción se sión del deber de socorro, dentro de un apartado de "Elementos del juicio
presuma peligrosa... El peligro, como aumento de las probabilidades del cognitivo" junto al "desamparo" (RODRÍGUEZ MOURULLO, La omisión de so-
daño, ha de existir siempre; lo que no precisa existir es un bien concreto corro en el Códiijo Penal, Madrid, 1966, p. 11).
amenazado por la conducta del caso real" (El peligro como elemento rector 28 MEZGER, Tratado..., op. cit., p. 389.
') de los delitos de tráfico, en conferencias y comunicaciones del V Curso 29 Von HlPPEL, Reinhard, Gefahrenurteile..., op. cit., p. 109.
Internacional de Derecho de la Circulación, Madrid, 1963, p . 51 y ss.; la 30 BERISTAIN, El delito de peligro por condolecían temeraria, notas al
cita cori-esponde a la p. 69). articulo SJfO bis a ) , núm. Z, Separata de la Revista del Derecho de la
24 MEZGER, Tratado de Derecho Penal, traducción y notas de José Circulación, número 6, noviembre-diciembre 1970, p. 43. Por lo demás, en
A r t u r o Rodríguez Muñoz, T. I, Madrid, 1955, p. 389. la página 28, al hacer referencia al juicio, indica que el Juez empleará un
25 KuNERT, Die normativen Merkmale der strafrechtlichen Tatbes- "criterio jurídico (empírico-valorativo) peculiar de los delitos de peligro
tande, Berlín, 1858, p. 106. concreto".

1
— 108 — — 109 —
ción. Con ello, no se quiere negar una base óntica y otra nomo- tiene ya antecedentes en la definición de Rocco del peligro como
lógica, pues sin ellas sería imposible la determinación de un pe- "modificación del mundo exterior (resultado) voluntariamente
ligro por medio de un juicio. Nótese, por otra parte, que hemos ocasionada o no impedida (acción u omisión) en cuanto tiene po-
diferenciado ambas, rehuyendo la ambigüedad a que se presta tencia (aptitud, idoneidad, capacidad) de producir (causar) la
hablar de la "objetividad" del i eligro. Con ello se quiere expre- pérdida o la disminución de un bien, el sacrificio o la restricción
sar, en unas ocasiones, que se t -ata de una realidad, la vincula- de un interés (daño) ".^^ Cuando se habla de lesión potencial, esta
ción a lo óntico, mientras que, en otras, se alude al juicio mismo potencialidad puede entenderse en dos sentidos: uno, como con-
en cuanto que recoge la común experiencia. tingencia, y el otro, como exjjre.siún de algo (¡uo noce.sariumeiile
Más arriba han quedado expuestas las discrepancias de la se producirá, antes de que esto ocurra. Este último sentido no
doctrina acerca de cómo enjuiciar ambos aspectos para poder casa con el concepto de peligro que hemos establecido. El pri-
predicar la existencia de un peligro y nuestra postura al res- mero, en cuanto que la contingencia supone la no necesariedad
pecto. Tales discrepancias llevaron a LACKNER a afirmar que del resultado lesivo, es evidente, pero no nos dice nada acerca de
éste "es el punto en que la ciencia podría contribuir a una cir- en qué medida no se producirá tal resultado, o, dicho de otro
cunscripción más exacta del concepto de peligro".^i No nos pa- modo, a qué criterios hemos de atenernos para afirmar o negar
rece satisfactoria la crítica, al respecto, de REINHARD YON H I P - la producción ulterior del mismo.
PEL^2 (Je que tal afirmación sea "en principio correcta, pero no El reconocimiento de ese "quid" de valoríición no debe llevar
en relación al programa de una «más exacta circunscripción del al pesimismo respecto a una mejor delimitación del peligro. El
concepto de peligro». El punto de vista tradicional de la juris- legislador debe matizar lo más que pueda el peligro exigible para
prudencia de que «el concepto de peligro»... se sustrae a una que el juzgador pueda estimar mejor si la conducta o situación
circunscripción científicamente más exacta» ^^ debería ser defini- son típicas. La investigación puede acotar, y a ello se intenta
tivo". La investigación puede acotar de una manera más correc- también contribuir aquí, de una manera más correcta, cómo es-
ta cómo establecer la base ontológica y la nomológica. Ello no tablecer las bases ontológica y nomológica del juicio, y cómo
impide que reste siempre, como hemos dicho antes, un "quid" atender a los requisitos típicos. Por lo demás, una cierta medida
de valoración y, por ello, de normatividad^'' en el concepto de / d e inseguridad jurídica se dará no sólo cuando explícitamente
peligro. se requiere una valoración, sino también cuando se introducen
Por todo ello no podemos sumarnos a la afirmación de BET- juicios valorativos en pseudodescripciones.
TIOL de que "también el peligro es una lesión potenciarV^ que Este "quid" que supone el cálculo valorativo se dará incluso
en los supuestos en que explícitamente resulten afectados bienes
31 LACKNER, Das konkrete..., op. cit., p. 19. jurídicos con base material. Así, en los supuestos del artícu-
32 Von HiPPEL, Reinhard, Gefahrenurteüe..., op. cit., p. 108. lo 340 bis a) número 2, en que se hace referencia al peligro con-
33 Se refiere a la alemana, concretamente a la sentencia BGH 18,
(I ! 271 (272), según indica en nota 544 (Vid. cita en nota anterior).
creto para la vida, integridad o bienes, o del artículo 488 "cuan-
34 Jescheck, sin embargo, aun reconociendo la necesidad de una valo- do por las circunstancias del abandono se hubiere puesto en
ración o de un juicio cognitivo, incluye el "peligro" (parágrafos 31!) a-c) o peligro la vida del niño", o del artículo 556 cuando se refiere al
"instrumento peligroso" (parágrafo 223 a) entre los elementos descriptivos
del tipo (JESCHECK, Lehrbuch des Strafrechts, AUgemeiner Teil, Berlín,
"peligro de propagación a edificio, arbolado o plantío ajeno".
1972, p . 203).
35 BETTIOL, Diritto Pénale, Parte Genérale, Padova, 1969, p. 276. 36 Rocco, L'oggetto..., op. cit., p. 300.
Éftl «MI
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) — 110 — — 111 —
:> También resulta claro el "quid" valorativo cuando tal valo- falta de limitaciones por una multiplicación de los elementos
~) ración venga referida a bienes que no requieren la afectación de de orden valoracivo.
1 una base material. Así, en el segundo párrafo del artículo 489 Es cierto que la descripción de ciertas conductas punibles
1 cuando se hace referencia a la "moralidad del menor". Ello su- más que tal descripción resulta una seudodescripción, por la uti-
pondrá una doble valoración: la propia de todo cálculo de proba- lización de elementos de otra índole que desfiguran el carácter
bilidad y la que conlleva la naturaleza del bien afectado. descriptivo de la conducta. Basta leer, por ejemplo, el artícu-
Esa doble valoración también se realiza cuando resulta afec- lo 132 para percatarse de ello: "el español que, fuera del terri-
tado un bien jurídico "institucionalizado". Piénsese en el supues- torio nacional, comunicase o hiciese circular noticias o rumores
to que tratamos a continuación en relación al artículo 165 bis b). falsos, desfigurados o tendenciosos, o ejecutase actos de cual-
Ese elemento de valoración resulta agravado cuando la na- quier clase encaminados a perjudicar el crédito o la autoridad
turaleza de los bienes jurídicos afectados se presta a que la del Estado, o a comprometer la dignidad o los intereses de la
elasticidad que toda valoración comporta se vea ampliada. De Nación española...". De manera que, de un modo general, no
ahí que se deba ser muy cuidadoso en materias que afectan al siempre se está en lo cierto cuando se cree que ofrece más ga-
') ejercicio de los derechos de la persona, por ejemplo, en que tal rantías para la seguridad jurídica tal sistema. Ello no quita
) elasticidad ampliada puede comportar riesgos para la seguridad para que en el ámbito de la regulación de derechos de orden
jurídica.8^ Piénsese, por ejemplo, en el artículo 165 bis b) cuando cívico-político se deba procurar la evitación de elementos valo-
hace referencia a "informaciones peligrosas para la moral y las rativos que comportarían una mayor inseguridad, aunque por
buenas costumbres", y ello independientemente de que se consi- lo que respecta al "quid" valorativo que hemos afirmado existe
dere a la moral susceptible de ser puesta en peligro o no. Otro en los delitos de peligro, creemos que la inseguridad en el ámbito
> ejemplo rechazable lo encontramos entre las faltas, en el artícu- arriba citado más que de dicho "quid" valorativo, derivaría de
lo 566, número S.**, que nos ofrece ya no una doble valoración la naturaleza de los bienes jurídicos.
(la propia del cálculo de probabilidad en el peligro y la derivada
de un bien jurídico que no conlleva una base material que re-
quiere ser afectada), sino que añade una tercera valoración al
') añadir la noción de "posibihdad" respecto a las dos antes cita-
) das. Efectivamente, el número 3.° del artículo 566 sanciona a
"los que por los mismos medios (imprenta, litografía, u otro
medio de publicación, según se indica en el número 2.°) publica-
)
ren maliciosamente noticias falsas, de las que pueda resultar
) algún peligro para el orden público o daño a los intereses o cré-
) dito del Estado". No cabe un ejemplo más claro de laxitud y de
)
)
) 37 BETTIOL es consciente de ello al acabar del siguiente modo su tra-
tamiento de los delitos de peligro en la última edición de su Tratado: "Tutta
la materia dei reati di pericolo é politicamente molto delicata" (BETTIOL, Di-
ritto Pénale, Padova, 1973, p. 292).

)
")
X. ANÁLISIS D E M O D E L O S : L O S NÚMEROS 1.° Y 2.«
D E L ARTÍCULO 3 4 0 B I S A)

1. RAZONES DE LA ISLECCIÓN DEL AUTÍCÜLO 340 BIS A)

Se ha destacado, desde diversos ángulos, que precisamente en


materia de circulación de vehículos es donde tienen su campo
de aplicación quizá más característico los delitos de peligro.
P a r a ello, se pone el acento tanto en razones de política criminal
como en el desvalor ético-social de la conducta, o en ambos, se-
gún la óptica de cada autor. En todo caso, la influencia de la
evolución técnica en este campo se hace particularmente sensi-
ble, como reconoce expresamente la mayor parte de la doctrina.^
Incluso puede entenderse que es el terreno de la circulación
de vehículos el que ofrece, tanto cuantitativa como cualitativa-
mente, la aportación más numerosa y específica a la problemáti-
ca de los delitos de peligro.- Cuantitativamente, por constituir

1 CÓRDOBA, Rapport sobre los delitos de peligro, en Revuc Internatio-


nale de Droit Penal, 19G9, números 1 y 2, p . 373; el mismo, Zum Ver-
kehrsstrafrecht in Spanien, en Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswis-
senschaft, T. 73, 1961, p. 117 y ss.; CEKEZO, Problemas fundamentales de
los delitos contra la segu7-idad del tráfico. Separata del Anuario de Derecho
Penal y Ciencias Penales, Madrid, 1970, p . 593 y ss.; BERISTAIN, El delito
de peligro por condiicción temeraria, notas al artieido SUO bis a ) , núm. 2,
Separata de la Revista del Derecho de la Circulación, niímero 6, noviembre-
diciembre 1970, pp. 4 y 5 ; CONDE-PUMFIDO FERREIRO, El peligro como ele-
mento rector de los delitos de tráfico, en Conferencias y Comunicaciones
del V Curso Internacional de Derecho de la Circulación, Madrid, 1963, pá-
gina 65 y ss.; D E L ROSAL, Fenomenología del hecho delictivo de la circula-
ción, en Conferencias y Comunicaciones del V Curso Internacional de
Derecho de la Circulación, Madrid, 1963, p. 296.
2 E n este sentido, aunque restringido a los "juicios concretos de peli-
gro": von HippEL, Reinhard, Gefahrenurteile und Prognoseentscheidungen
in der Strafrechtspraxis, Berlín, 1972, p p . 100 y 101.

8. — La puesta en peligro de bienes jurídicos

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— 114 —
— 115 —
uno de los campos, si se tiene en cuenta también la relación con
que, aunque no esté explicitado en el tipo, se entiende es la segu-
la imprudencia, que mayores cifras de delincuencia ofrecen. Cua-
ridad de la circulación. Ello no sólo en virtud de la rúbrica de la
litativamente, por constituir ya uno de los fenómenos de masas
Sección ("Delitos contra la seguridad del tráfico"), lo cual ten-
más en relación con el progreso tecnológico de nuestro tiempo.
dría un carácter indicativo o de mera orientación en la investi-
De ahí, que se le considere como una piedra de toque para
gación del bien jurídico, sino porque el propio tipo así lo deja
probar la eficacia del adelantamiento de las barreras de protec- traslucir, en cuanto se castiga una conducta de conducción de
ción por medio de la construcción de tipos de peligro para influir vehículo de motor en condiciones no apropiadas para realizarla
en la evitación de consecuencias indeseadas.^ con la normalidad debida y, por tanto, con capacidad para pro-
vocar un peligro.
2. E L APARTADO I.** DEL ARTÍCULO 340 BIS a) Ahora bien, este peligro no se refiere a ese bien jurídico
protegido de la seguridad de la circulación. Ésta, queda no
El apartado I.*' del artículo 340 bis a) ha suprimido la califi-
puesta en peligro, sino lesionada, o, si se prefiere, dado que
cación de "manifiesta", requerida en la anterior Ley de 27 de
constituye un bien jurídicg_"ijtistitucionalizadq^ quebrantada.
diciembre de 1962, que acompañaba al substantivo "influencia"
Lo que ocurre es que, en definitiva, la "institucionalización", del
para que ésta fuera típica. Se ha advertido al respecto que ello
bien jurídico seguridad de la circulación se debe a que, en último
supone una ampliación del tipo y, por tanto, un endurecimiento
término, se quieren proteger unos bienes genuinos, cuales son
de la represión penal.^ Efectivamente, ello conducirá a que la
la vida, integridad y patrimonio de las personas. Ello quiere
"perceptibilidad" claramente exigida desaparece del tipo, lo cual
decir que basta que la conducta sea peligrosa, aunque no haya
llevará a mayores dificultades al juez para conocer la influencia
alcanzado su ámbito de influencia a esos bienes últimamente ci-
de las sustancias requeridas (bebidas alcohólicas, drogas tóxicas
tados, es decir, aunque no haya dado lugar a una situación "con-
o estupefacientes). Ello no nos debe llevar, sin embargo, a inter-
creta" de peligro para los mismos. Ello no quita para que no
pretaciones excesivamente amplias. El juez tendrá que estimar
baste cualquier influencia, sino que se requiere aquélla que que-
la existencia de tal influencia. Lo que ocurre es que, tras la re-
brante la seguridad de la circulación.
forma de 8 de abril de 1967, que introdujo el artículo 340 bis a)
en el Código Penal, desaparece la exigencia de la "manifesta- Aunque sin hacer esta distinción entre "bien institucionali-
!i ? zado", propio del tipo, y "bienes genuinos" como razón última
ción" de tal influencia. Pero esta influencia ha de existir y el
juez ha de estimarla para que la conducta quede incardinada en del adelantamiento de la protección por la peligrosidad de la
el número 1." del citado artículo. conducta, se refiere a ello CONDE-PUMPIDO, recogiendo el parecer
de QuiNTANO: "esta infracción es, como subrayó ya QUINTANO,
Precisamente en la estimación de la influencia estará la di- para la Ley de 1950 y se hace aún más patente ahora, de las tí-
ficultad, pues la misma, aun no exigiéndose ya que sea manifies- picas de riesgo, atentatorias contra el bien jurídico abstracto
ta, ha de atentar contra el bien protegido en este número 1.*', de la seguridad general, lo que tiene gran importancia al enjui-
ciar el caso concreto, en el que estimamos bastará en lo sucesivo
3 Von HiPPEL, Reinhard, Gefahrenurteüe..., op. cit., p. 101. probar la influencia del alcohol o drogas, pero no ningún acto
4 Cfr. RODRÍGUEZ DEVESA, Derecho Penal Español, Parte Especial, irregular o de peligro para terceros".^
Madrid, 1073, p. 028, nota 4; CoNDE-PüMPino FERREIRO, Las modificaciones
en el tratamiento pei>al de los delitos de tráfico por la Ley ,1/19(!7, de S de
abril, en Revista de Derecho de la Circulación, 1967, pp. 236 y 237.
5 CoNDE-PuMPiDo FERREIRO, Las modificaciones..., op. cit., p. 237.
— 116 — — 117 —
El injusto incide aquí en el desvalor de la actividad misma. Por lo que respecta al requisito de que tal temeridad sea
Es ésta la que se castiga en el tipo, sin interesar que haya lesio- "manifiesta", nos remitimos a lo dicho en el punto anterior res-
nado o puesto en peligro bienes "concretos". Se da, pues, un pe- pecto al mismo requisito e.xigido con anterioridad a la reforma
ligro implícito en tal conducta. de 8 de abril de 1967 en cuanto a la embriaguez. Se requiere,
Nuestra i-eciente Jurisprudencia da muestras al respecto de pues, una perceptibilidad, una evidencia exterior.» Aunque en
una interpretación en este sentido. Así, las sentencias de 2 relación a un objeto distinto, creemos son aplicables aquí las
de marzo de 1971 ("y es el actuar embriagado, con la peligrosi- palabras de RODRÍGUEZ MOURULLO" respecto al mismo requisito
dad que representa, la sustancia del precepto que ha servido de del artículo 489 bis: "la situación de hecho debe trascender os-
base de condena por este delito") y 20 de enero de 1972 ("que tensiblemente al exterior".
etiológicamente la embriaguez es una de las causas más frecuen- Ahora bien, más nos interesa la segunda parte del párrafo,
tes de los delitos de tráfico, cometidos con vehículos de motor, la referencia al "concreto peligro" para la vida de las personas,
bien constituyendo la infracción criminal de peligro de conduc- su integridad o sus bienes. Aquí se da una explicitación por parte
ción arriesgada, que afecta a la seguridad general, reprochada del tipo de la exigencia de una situación concreta de peligro.
en el artículo 340 bis a) número 1 del vigente Código Penal..."). Ésta vendrá referida a la vida de las personas, su integridad o
sus bienes, lo cual permitirá declarar atípica aquella conducción
3 . E L N Ú M E R O 2° DEL ARTÍCULO 3 4 0 BIS a )
con temeridad manifiesta que no cumpla este otro requisito, por-
que no toda conducción temeraria implica que se ponga en con-
A diferencia del número 1.°, en este 2° el Código exige, junto creto peligro la vida de las personas, su integridad o sus bienes.
a una conducción con temeridad manifiesta, el que se ponga "en Se da, pues, aquí un "plus" de exigencia respecto al número 1.°:
concreto peligro la vida de las personas, su integridad o sus no basta el desvalor ce conducta, que incidiría en el bien jurídico
bienes". "institucionalizado" de la seguridad de la circulación, sino que
Por lo que se refiere a la conducción con temeridad manifies- es preciso que se vean puestos en peligro, de forma concreta,
ta, creemos acertada la postura de RODRÍGUEZ DEVESA, quien unos bienes genuinos, que son los que, en definitiva, tiende aquél
considera tal elemento referido a la acción, al modo de realizarse a cubrir. Pero, a diferencia del número 1, no basta aquí el ataque
ésta: "la temeridad no versa sobre la culpabilidad, sino sobre el al bien "institucionalizado" por medio de una conducta, sino que
elemento objetivo del comportamiento"." A esta opinión se han es precisa la creación de una situación concreta de peligro res-
adscrito CONDE-PUMPIDQT y BERISTAIN.» pecto a esos otros bienes. El quebrantamiento del bien "seguri-
dad de la circulación" no basta." El desvalor de conducta no es
6 RoDRÍGUBa DEVESA, Derecho..., op. cit., p. 930. Y a antes, en rela-
ción al artículo 2.° de la Ley de 24 de diciembre de 1962, se expresó a s í :
"hay que observar que la temeridad aquí, en el artículo 2.°, no va asociada Conferencias y Comunicaciones del V Curso Internacional de Derecho de la
con la palabra "imprudencia", sino con el verbo "conducir", con el "con- Circulación, IVIadrid, 19G3, p. 525).
dujere" de que habla la Ley; de modo claro en el p á r r a f o primero y termi- 7 CONDE-PUMPIUO FERKUIRO, Las modificaciones..., op. cit., p. 235.
nantemente en la rúbrica: «conducción temeraria». Por tanto, no adjetiva 8 BERISTAIN, El delito..., op. cit., p. 13.
un elemento subjetivo del delito, sino un elemento objetivo. Se t r a t a de una 9 " P a t e n t e p a r a terceros", dice Rodríguez Devesa (RODRÍGUEZ D E -
determinada m a n e r a de conducir, de una conducción temeraria, y por si VESA, Derecho..., op. cit., p. 930).
fuera poco, la Ley subraya esa objetividad diciendo que la temeridad ha 10 RODRÍGUEZ MOURULLO, La ornisión de socorro en el Código Penal,
de ser manifiesta..." (RODRÍGUEZ DEVESA, LOS delitos culposos cometidos Madrid, 1966, p. 167.
por medio de vehículos de motor y la Ley de 24- de diciembre de 1962, en 11 De otra opinión BERISTAIN, El delito..., op. cit., p. 2 3 : "el bien
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— 118 — — 119 —
suficiente. Hace falta, además, la indicada situación de peligro de 1971: "condujo el automóvil por las calles de una ciudad de
derivada de dicha conducta. Por tanto, en definitiva, se protege intenso tráfico a doble velocidad de la de 40 kilómetros por hora
la seguridad de la vida, integridad y patrimonio de las perso- que estaba autorizada, sorteando los vehículos que circulaban
nas.i2 La lesión o quebrantamiento de dicha seguridad se tradu- por ellas y no respetando los semáforos en rojo que encontraba
ce en la puesta en concreto peligro de dichos bienes "genuinos"" a su paso, creando con su alocada conducción un grave peligro
a través de los correspondientes objetos materiales. para los demás usuarios de las vías").
Se exige, por consiguiente, un desvalor de resultadoi-* para
que la conducta sea típica, no bastando el desvalor de conducta, 4. LA NORMA CONCURSAL DEL PENÚLTIMO PÁRRAFO DEL ARTÍCU-
pero esa situación fáctica creada sólo será aprehensible por
medio de un juicio de peligro, es decir, normativamente. Por LO 340 BIS a)
consiguiente, ese elemento del tipo será un elemento normativo,!"^ Se plantea la cuestión de establecer la responsabilidad penal
en el sentido de valorativo-cognitivo a que nos hemos referido cuando de la actuación peligrosa ha derivado la producción de
antes. un daño. Actualmente viene regulado este problema en el artícu-
No siempre el Tribunal Supremo ha sido consecuente con la lo 340 bis a), penúltimo párrafo, el cual establece: "cuando de
exigencia de peligro concreto explicitada en el tipo. Así, la sen- los actos sancionados en este artículo o en el siguiente resultare,
tencia de 2 de junio de lOfií) (aunque en relación a la Ley de además del riesgo prevenido, lesión o daño, los Tribunales apre-
27 de diciembre de 1962, es válida la argumentación, pues el ar- ciarán tan sólo la infracción más gravemente penada".
tículo 2.° de la misma castigaba al que pusiere "en concreto e Ya conocemos lo establecido por el artículo 340 bis a). Por
inminente peligro la seguridad y la vida de las personas") al su parte, el artículo 340 bis b) sanciona al que "origine un grave
afirmar que "el simple relato del hecho probado, al referirse a riesgo para la circulación de alguna de las siguientes formas:
que el procesado circulaba por dirección prohibida, implica de 1.^ Alterando la seguridad del tráfico mediante la colocación
por sí una conducta que por sí sola demuestra que siempre pudo en la vía de obstáculos imprevisibles, derramamiento de sustan-
existir un riesgo grave para la circulación en la zona urbana cias deslizantes o inflamables, mutación o daño de la señalización
céntrica de la capital". Esta afirmación no es sostenible. Sin o por cualquier otro medio.
embargo, en otras sentencias exige claramente que se determine 2.''^ No restableciendo la seguridad de la vía, cuando haya
la existencia de un peligro "real" (sentencia de 22 de diciembre
obligación de hacerlo".
Para conocer la razón de tal regulación concursal es necesa-
jurídico protegido es la seguridad del tráfico, según lo indica la rúbrica del
Código Penal". rio remontarse a la interpretación jurisprudencial de aquellos
12 Vid. CONDE-PUMPIDO FERREIBO, Las modificaciones..., op. cit., pá- textos en que encuentran sus antecedentes los actuales artícu-
gina 235. los 340 bis a) y bis 5) del Código Penal. Los encontramos en la
13 Cfr. von HIPPEL, Reinhard, Vorsatzprobleme der Strassenver- "Ley sobre uso y circulación de vehículos de motor" de 27 de di-
Icehrsgefáhrdíing de lege ferenda, en Zeitschrift für die gesamte Stra-
frechtswissensschaft, 19G3, p. 456. ciembre de 1962 (artículos 2.*', 5.° y 9.°) y con anterioridad a ésta
14 Cfr. en relación con los problemas que se presentan respecto al en la Ley de 9 de mayo de 1950 (artículos 1.°, 2.°, 7.°, 8.° y 13).
artículo 1.°, párrafo 3.", y al artículo 8.°, número 8.°: BERISTAIN, Resultado
y detitos de peligro, Separata de la Revista de la Facultad de Derecho de
Creemos que, a los efectos que nos interesan, un examen de
Madrid, Vol. X I I I , números 34, 35 y 36, 1969, p. 445 y ss. la Jurisprudencia nos ilustrará acerca del problema que nos
15 Vid. BEMSTArN, El delito..., op. c i t , p. 24. ocupa. Dicha Jurisprudencia se ha mostrado contradictoria, aun-
— 120 — — 121 —
que puede entreverse una cierta tendencia progresiva a la sub-
sunción del delito de peligro en el de lesión, no siempre confirma- 2) Aquellas otras que, si bien no estiman un concurso real
da. Esta contradicción aparece en un cuádruple orden de de delitos, se pronuncian por la existencia de un concurso ideal.
interpretaciones que el Tribunal Supremo ofrece en estos su- Así, las sentencias de IG de enero de 19(')0 (respecto al artículo 1.*^
puestos : de la Ley de 9 de mayo de 1950) y 28 de junio de 19t)7 (respecto
al artículo 5.° de la Ley de 24 de diciembre de 1962). Resulta
1) Aquellas sentencias, dictadas sobre todo en una primera interesante transcribir la argumentación de esta última: "Desde
etapa, que se pronuncian por la autonomía del delito de peligro el momento que se comienza a conducir con tal impregnación
y el de resultado lesivo, estimando ambos y penando cada uno alcohólica — 300 mgs. de alcohol en sangre — ya ha nacido y
de ellos de forma separada (concurso real). Así, las sentencias de se está consumando el «delito de peligro» inmediato y concreto,
3 de diciembre de 1956 (respecto al artículo 1.'' de la Ley de 9 pues la subsiguiente y notoria incapacidad para conducir con la
de mayo de 1950) y 8 de marzo de 1956 (respecto al artículo 2." de mínima seguridad está poniendo en grave peligro a los demás
la misma Ley). La primei'a estima que no pueden "reducirse a usuarios de la vía, y cuando de este peligro se pasa a concretos
una sola acción punible el alcoholismo agudo del automovilista dañosos por la imprudencia manifiesta que significa conducir en
y el daño por negligencia, por ser aquél una situación personal tales condiciones el «delito de peligro» se ha convertido sin in-
patológica de origen voluntario y éste un mal realizado culposa- fluencia de otras concausas en «delito de resultado»; ... como
mente que la Ley define y pena bajo títulos delictivos diferen- quiera que los delitos tienen por origen un solo hecho absoluta-
ciados". En la segunda se establece: "del contexto de los hechos mente común, esto es, el conducir bajo la influencia de bebidas
que se declaran probados resulta la existencia de los delitos, alcohólicas y totalmente incapacitado para realizarlo con la mí-
netamente diferenciados, que estimó y sancionó el Tribunal de nima seguridad exigible, lo cual supone temeridad notoria en el
instancia, a saber: el de peligro, del artículo 2P de la Ley de 9 conducir que llega a producir dañosos resultados, es evidente
de mayo de 1950, que se consumó por el sólo extremo de conducir que lo que se da es un auténtico concurso ideal previsto y desen-
un vehículo automóvil carente de freno, con el consiguiente ries-
vuelto en el artículo 7 1 . . . "
i t go para quienes transitaban por los lugares en que el recurrente
Se mantiene aquí el criterio de la existencia de dos delitos,
debía hacerlo, en esas deficientes condiciones que le dificultaban
pero en lugar de aplicar las reglas del concurso real, se estima
gravemente para dominarlo con la seguridad necesaria, y el cul-
que ambos han sido cometidos en base a un hecho común, el con-
poso de resultado, que se generó posteriormente y con indepen-
ducir bajo la influencia de bebidas alcohólicas y totalmente in-
dencia del anterior, por la elemental falta de cuidado que repre-
capacitado para realizarlo con la mínima seguridad exigible, y,
senta circular a la excesiva velocidad que se dice, por carretera
por tanto, se aplican las reglas del concurso ideal.
en la que había la afluencia de personas que se relata".
3) La tendencia jurisprudencial que se inclina por la absor-
Ambas sentencias desconocen, pues, la relación existente en- ción del delito de peligro por el de lesión. Entre las sentencias
tre la conducta de peligro (representada en la primera por con- que inician este criterio cabe destacar las de 17 de abril de 1956
ducir en situación de alcoholismo agudo, y en la segunda por el (respecto al artículo 2.° de la Ley de 1950), 23 de junio de
hecho de hacerlo sin frenos) y el daño imprudentemente causa- 1959 (respecto al artículo 7.° de la Ley de 1950), 9 de febrero
do. Mantienen la total independencia del delito de peligro y de 1963 (respecto al artículo 1.° de la Ley de 1950) y últimamen-
el de lesión y, en consecuencia con tal postura, castigan ambos de la interesante sentencia de 31 de enero de 1969 (respecto al
de acuerdo con las reglas del concurso real. artículo 5.° de la Ley de 24 de diciembre de 1962), la cual estima

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)
)
)
) — 122 — — 123 —
)
que basta que la embriaguez sea concausa de la imprudencia, no En primer lugar, porque admite la absorción de la infracción
)
separable de las restantes que dieron lugar al delito, frente al de peligro por la de lesión no sólo cuando sea la conducta peli-
) criterio de la sentencia de 12 de noviembre de 1957. La sentencia grosa el elemento esencial y único que da lugar a la posterior
) citada en primer lugar, de 17 de abril de 1956, argumenta así: lesión, sino también cuando constituye "como mínimo" una
) "... si bien es cierto que a consecuencia de los actos prohibidos "concausa de la imprudencia, no escindible de las demás". En
) sobrevienen daños frecuentes a los cuales se desea poner freno, este sentido, la conducta peligrosa, que en sí misma considerada
el delito de peligro se convierte entonces en otro de resultado, podrá dar lugar a un delito de peligro, al aparecer el resultado
) casi siempre por falta de dolo en el culposo que sanciona el ar- lesivo se convierte en una mera concausa de éste último junto a
tículo 565 del Código Penal, pero ello no quiere decir haga su otras posibles, aunque inescindibles de éstas, y relevante no ya
aparición un concurso de infracciones que regulan los artícu- para la estimación de un concurso real o ideal de delitos, sino
los 69 y 71 del ordenamiento represivo común, antes alcontrario, tan sólo de la gravedad de la culpa. En segundo lugar, aun acep-
la imprudencia cometida entraña un requisito tan sustancial e tando la absorción del delito de peligro por el de lesión, se hace
insuperable de la última de ellas por el orden expuesto, que de alusión al "juego del concurso de normas", con lo cual se adopta
faltar restaría sólo la presencia de lo fortuito, negación absoluta una posición mixta entre la propia de este tercer apartado y la
de toda materia delictiva". que pasamos a considerar.
En virtud de esta interpretación, no nos encontramos ya ante 4) Una última postura apuntada por el Tribunal Supremo
la punición de dos delitos, ni siquiera a través del concurso ideal consiste en sancionar sólo la conducta más gravemente penada,
del artículo 71, sino que la conducta peligrosa aparece integrada en base a lo dispuesto en el artículo 68. En este sentido puede ci-
en el delito de lesión, por considerarla elemento esencial de éste, tarse la sentencia de 7 de noviembre de 1967 que al plantearse
sin el cual no se hubiera producido. el problema de la relación entre la conducta peligrosa prevista
Por su parte, la sentencia de 31 de enero de 1969, considera en el artículo 2° de la Ley de 9 de mayo de 1950 y la simple falta
que "si, cual ya queda declarado, la embriaguez en que se hallaba de los artículos 597 y 600 del Código Penal, afirma que para
suraido el inculpado es uno de los factores y ciertamente prepon- aplicar la primera no era necesario recurrir al principio de es-
derante, más aún, el que dio lugar a la restante serie de irreflexi- pecialidad, pues "se hubiera llegado al mismo desenlace penal"
vas y peligrosas acciones y omisiones del conductor hasta el si conforme al artículo 68 se hubiera empleado el de consun-
acaecimiento de la final catástrofe, integradoras del culposo de- ción, "porque la norma supresora envuelve mayor injusto".
lito de resultado objeto de condena, exacto es que solamente También la sentencia de 8 de noviembre de 1967 castiga única-
pudo penarse este último delito, consecuencia lógica del juego mente en base al artículo I.*' de la Ley de 9 de mayo de 1950,
del concurso de normas que el tema en discusión plantea, y de la rechazando la aplicación del artículo 565 del Código Penal.
certera doctrina según la cual, siendo la conducta fundamental La sentencia de 23 de abril de 1970 hace alusión a las distin-
única, la solución ha de conducir siempre a excluir la doble pu- tas posturas adoptadas por el Tribunal Supremo, aunque éstas
nición, y ello en los supuestos en que la embriaguez sea califica- no siempre siguieron con claridad las líneas directrices enume-
) ble como mínimo como una concausa de la imprudencia, no es- radas en dicha Sentencia.
cindible de las demás, relevante tan sólo para determinar la El legislador, con la regulación actual salva las siguientes
gravedad de la culpa y la pena a imponer...". dificultades:
De especial interés resulta la motivación de esta sentencia. a) Respecto al 340 bis b) (perturbación de la seguridad del
— 124 — — 125 —
tráfico) establece un criterio contrario al del artículo 9.^, párra- 10 años, cuando se haya cometido la infracción con vehículo de
fo 2.°, de la Ley de 24 de diciembre de 1962, que posibilitaba una motor), se aplicará la correspondiente entre las recogidas en el
doble punición. artículo 565 siempre que el resultado lesivo fuese tal que el
b) Principalmente evita la inseguridad jurídica que permitía hecho, si mediare malicia, constituiría un delito, pues, en tal
la legislación anterior, en base a la cual el Tribunal podía esti- caso, la confrontación sólo es posible entre las penas impuestas
mar en unas ocasiones concurso de normas y en otras concurso por el artículo 340 bis a) y las del 565.
ideal del artículo 71. Por tanto, sólo prevalecerá la aplicación de las penas del
Se pronuncia por la sanción más grave, pero única en todo 340 bis a), número 1, cuando la lesión constituya una falta con
caso. Con lo cual rompe no sólo con el criterio jurisprudencial arreglo a lo establecido por los artículos 586, párrafo 3.° (cuan-
inicial, partidario de la doble punición, sino también con el que do a las personas se cause un mal) y 600 (cuando resulte un
entendía que la lesión absorbía el peligro. Admite, teóricamente, daño en las cosas) bien por tratarse de una imprudencia simple
la posibilidad de que en algunos casos se sancione en atención sin infracción de reglamentos que, si mediare malicia, consti-
al peligro causado, si esta sanción es más grave que la señalada tuiría delito, bien por tratarse de cualquier clase de impruden-
para el caso le lesión. cia que, de existir malicia, daría lugar a una falta. Caso, pues,
de haberse producido una imprudencia temeraria o una simple
con infracción de reglamentos, se exige para la aplicación de
5. ANÁLISIS COMPARATIVO DE LAS CORRESPONDIENTES PENAS las penas del artículo 340 bis a) que el resultado lesivo, de ha-
Debido precisamente a la novedad que supone la posibilidad berse producido con malicia, sólo constituiría una falta. El ar-
de que prevalezca la sanción recogida en el delito de peligro tículo 586 castiga con pena de multa superior a 500 e inferior
sobre la que establece el delito de lesión, merece un estudio por- a 10.000 pesetas y reprensión privada, más privación del per-
menorizado la comparación de las correspondientes penas. Aquí miso de conducción de uno a tres meses si se cometió con vehícu-
nos interesa solamente la ponderación de las penas establecidas lo de motor (párrafo último), mientras que el artículo 600 sólo
en los artículos 340 bis a), número 1 y número 2, y ¿540 bis b), con multa superior a 500 e inferior a 10.000 pesetas. Ambos,
con las que imponen las disposiciones relativas a la impruden- por tanto, establecen penas inferiores a las del artículo 340 bis
cia. Aunque generalmente cabrá apreciar imprudencia temeraria a) ; de ahí la aplicación de éste, según lo dispuesto en su penúl-
timo párrafo.
por el resultado lesivo,!" analizaremos también la pena impuesta
en el párrafo 2.° del artículo 565. B. El número 2 del artículo 340 bis a) exige como elemento
A. Por lo que respecta al número 1 del artículo 340 bis a), típico, que se conduzca con temeridad manifiesta. No parece que
las penas a imponer son la de multa de 10.000 a 100.000 pesetas y haya inconveniente en estimar que tal temeridad (de la que se
la de privación del permiso de conducir por tiempo de tres meses requiere el que sea manifiesta) permitirá considerar la existencia
y un día a cinco años. Como el artículo 565 impone penas supe- de imprudencia temeraria cuando el resultado lesivo, de haber
riores (prisión menor para la imprudencia temeraria y arresto existido malicia, hubiera constituido un delito.!' Anteriormente
mayor para la simple con infracción de reglamentos, aparte de ya hemos visto que las penas del artículo 340 bis a) son inferio-
la privación del permiso de conducir, de 3 meses y un día a res a las del 565 (éste sanciona con prisión menor la imprudencia

16 Vid. sentencias de 2 de junio de 1969 y 30 de enero de 1971. 17 A ello no obsta lo indicado en el punto 3 de este capítulo.

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temeraria, aparte de la privación del permiso de conducir, de establecida para el delito de peligro, tendrá que imponerse esta
tres meses y un día a diez años, cuando se haya cometido la in- última en virtud de lo preceptuado en el penúltimo párrafo del
fracción con vehículos de motor). Por tanto, sólo prevalecerán artículo 340 bis a). Pero a ello se llegará no directamente por la
cuando el resultado lesivo, causado por dicho comportamiento aplicación de dicho artículo, sino por la entrada en juego, en
constitutivo de imprudencia temeraria, fuera tan leve que, de relación con el mismo, del artículo 565, párrafo último.
haberse producido con malicia, constituiría una falta, ya por Veamos un ejemplo: si de la infracción del artículo 340 bis b)
causar un mal a las personas (586, párrafo 3.°), ya por causar resultaren lesiones de tal índole que dieran lugar a un delito de
daños en las cosas (600). imprudencia temeraria del párrafo 1.° del artículo 565 en rela-
C. El artículo 340 bis 6) castiga con las penas de arresto ción al artículo 422, es decir, lesiones que, de haberse producido
mayor o multa de 10.000 a 100.000 pesetas. Esta alternativa obli- dolosamente, vendrían tipificadas en dicho artículo 422, no podrá
ga a considerar más grave la pena de arresto mayor establecida aplicarse la pena de prisión menor establecida en el párrafo 1.°
en el párrafo 2.** del artículo 565 (respecto al párrafo IP, no cabe del artículo 565. Dado que, según lo preceptuado en el párrafo \
ninguna duda que impone pena más grave, para la impruden- último del mismo, la pena a imponer no puede ser igual o supe-
cia simple con infracción de reglamentos que, de existir malicia, rior a la que correspondería al mismo delito cometido intencio-
constituiría un delito, puesto que en tal caso no se ofrece opción nadamente, hemos de rebajar la pena hasta un grado inferior a
a imponer una pena pecuniaria. Por lo tanto, también aquí, siem- la establecida en ol 422, que, alternativamente al destierro y
pre que entre en juego el 565, se aplicará la pena correspondien- multa 10.000 a 50.000 pesetas, castiga con la pena de arresto
te al delito de lesión y únicamente prevalecerá la señalada al mayor. Como la pena inferior al arresto mayor, según establece
delito de peligro cuando la imprudencia permita la aplicación el artículo 74, es la multa de 10.000 a 100.000 pesetas, tendremos
de los artículos 586, párrafo 3.°, ó eOO.i» que ésta sería la que cabría imponer por el resultado lesivo si se
Estas consideraciones acerca de las penas a imponer en los elige esa alternativa. Ahora bien, si comparamos dicha pena con
distintos supuestos nos llevan a la siguiente comprobación: de un la aplicable al delito de peligro del artículo 340 bis b), vemos
modo indirecto, y sin establecer expresamente que la sanción del que la infracción del mismo resulta más gravemente penada,
delito de peligro sólo prevalecerá caso de constituir una falta la pues, junto a la pena pecuniaria de igual cuantía (10.000 a
infracción lesiva, se llega a tal resultado, con la salvedad del su- 100.000 pesetas), ofrece alternativamente la posibilidad de cas-
puesto que a continuación pasamos a estudiar. tigar con una pena privativa de libertad (arresto mayor). De lo
cual se deduce que, en virtud de lo dispuesto en el penúltimo pá-
La anterior conclusión únicamente se encuentra excepcional-
rrafo del artículo 340 bis a), la infracción a apreciar por los
mente limitada por la aplicación, en su caso, del párrafo último
Tribunales en tal caso será únicamente la del artículo 340 bis b).
del artículo 565, o sea, el que prohibe imponer "pena que resulta-
Esta prevalencia de la pena establecida para el delito de peligro
re igual o superior a la que correspondería al mismo delito come-
sobre la aplicable al delito de lesión, solamente se producirá
tido intencionadamente". Es decir, cuando del juego de dicho
cuando entre en juego el último párrafo del artículo 565.
párrafo resulte una pena para el delito de lesión inferior a la
Concluyendo, pues, 'podemos afirmar, en primer higar, que,
según vimos anteriormente, la sanción del delito de peligro pre-
18 Kn ¡(íunl scnt.ido OoNUK-riiMrinf) FRrtuKino, 7?; traiaminito venal
de la conducción peligrosa en la legalidad vigente, en Revista do Derecho de
valecerá caso de constituir una falta la infracción lesiva. En
la Circulación, 1971, enero-febrero, p, 24. segundo lugar y cuando el resultado lesivo permita la estimación
— 128 —
de un delito, dicha prevalencia tínicamente se dará en los stipties-
tos excepcionales en que la aplicación del párrafo último del
artículo 565 rebaje la pena a imponer por el delito de lesión de
tal modo que resulte Tnás grave i a establecida para la infracción
de peligro.
CONCLUSIONES
Por lo tanto, mientras que, por una parte, nos encontramos
ante una equiparación formal entre tipos de peligro y de lesión,
pues la norma concursal a que nos venimos refiriendo establece 1. La noción de peligro no viene definida por la Ley. Se trata
como único criterio a apreciar por los tribunales el de que de una noción que no tiene autonomía propia y ha de ser referi-
se castigue "tan sólo la infracción más gravemente penada", da a algo exterior a ella misma. Siempre que este algo tenga re-
por otra, a tenor de la regulación de las penas aplicables, queda levancia jurídico-penal, nos encontraremos ante la necesidad de
claro que sólo prevalecerá la infracción de peligro cuando la de una regulación por parte de tal ordenamiento.
lesión no alcance categoría de delito, sino sólo de falta, o bien 2. Aunque dentro del Derecho Penal afecta a instituciones
cuando alcanzando categoría de delito, el resultado lesivo sea de diversas, ofrece particular interés en relación con los delitos de
tan escasa entidad que, por la aplicación de lo prescrito en el peligro.
párrafo último del articulo 565, resulta una pena menos grave 3. Una noción ajurídica y general de peligro estaría cons-
que la correspondiente al delito de peligro. Ello viene a recortar tituida por dos componentes básicos: ^ la posibilidad o proba-
la relevancia que la equiparación formal parecía otorgar a los bilidad de la producción de un resultado; i¡Q el carácter dañoso
tipos de peligro aquí estudiados frente a los de lesión. o lesivo de dicho resultado.
4. Aunque el segundo componente citado es generalmente
aceptado, el primero ofrece dificultades, siendo de destacar las
siguientes cuestiones:
A) La necesidad de distinguir el desarrollo objetivo de un
acontecimiento de las convicciones subjetivas de los diversos in-
dividuos sobre el mismo.
B) Es rechazable la inclusión de la característica de la temi-
bilidad, aceptada por gran parte de la doctrina italiana. Al tra-
tarse de un rasgo p;;icológico-emotivo vendría referida al sujeto
que experimenta como gravosa una conducta o una situación de
peligro, lo cual ocurrirá generalmente, pero no al peligro mismo.
C) Igualmente es rechazable la postura que entiende que el
peligro no es más que una categoría emocional.
5. Los cálculos probabilitarios pueden dividirse en numéri-
cos o no numéricos. Una noción de probabilidad en un sentido
no numérico y gradual puede ser entendida como el grado mayor^
o menor de producción de un acontecimiento, que, dado que ven-

9. — La puesta en peligro de bienes jurídicos

i¿l.
—1

— 130 — — 131 -
dría referido a un peligro, tendría que ser siempre dañoso o le- podríamos llamar delitos de aptitud para la producción de un
sivo. El interés se centraría en el grado de probabilidad en re- daño, es decir, aquellos en que el tipo se refiere expresamente
lación con dos posibilidades (en sentido de contingencia) distin- ("que puedan causar estragos", "que puedan ser nocivas") a tal
tas : por una parte, la producción y, por otra, la no producción aptitud.
de un acontecimie?ito lesivo. Si en una escala lógica polivalente Un caso especial, desgajable de los mismos, lo ofrece el ar-
precediera el grado de producción del acontecimiento sobre el tículo 261 al hacer referencia no ya a la aptitud, sino a que las
de no producción, ello nos daría el criterio para la estimación de armas norniahnente sean susceptibles de causar un daño grave.
la existencia de un peligro, caso de aceptarse un criterio general. Por último, hay que tener en cuenta aquellos casos en que no
Pero si también dentro de cada una de esas posibilidades caben se explícita la exigencia del peligro en el tipo ni se recurre a la
diversos grados, habrá que aceptar la existencia de diversos gra- fórmula de la aptitud para la producción de un daño, sino que
dos de producción de un acontecimiento, lo cual nos llevará a simplemente se castigan ciertas conductas en base al riesgo
afirmar que también caben distintos grados de peligro y a recha- que en sí comportan, contentándose el tipo con la mera descrip-
zar un concepto unitario de éste. ción del obrar prohibido (ejemplo: 340 bis a), núm. 1).
6. No parece aplicable en el ámbito del Derecho Penal (donde 9. Habrá que atender, pues, a las exigencias de cada tipo.
interesa a diversas instituciones: tentativa, estado de necesidad, Con ello se rechaza también la doctrina que estima debe incidir
delitos de peligro, etc.), un criterio común de probabilidad de re- la relevancia del bien jurídico en la noción de jjeligro, de tal
sultado lesivo, pues ni siquiera es factible dentro de los delitos modo que ésta se vea diversificada según la mayor o menor im-
de peligro. Con ello también se rechaza un concepto matemático. portancia del bien jurídico. Cuestión distinta será que el tipo, en
7. Enloa.delitos de peligro, en particular, no es posib]e,esta- virtud de ello, introduzca requisitos que afecten al peligro
blecer un criterio común para la estimación de la existencia de exigido.
un_£eligi'o. Éste, en unas ocasiones"'se 'halla "relacfonado con la De igual modo, habrá que atender a las exigencias típicas no
conducta misma (artículo 165 bis b) ; en otras, supone un ele- en relación al peligro en sí, sino a la circunscripción de las con-
mento independiente de ésta (artículo 489 bis, párrafo 1.°) e secuencias lesivas o dañosas a que el peligro puede dar lugar
incluso sirve como cualificación por el resultado (artículo 489). (daño grave del artículo 261).
Por otra parte, en algún caso incide no en la tipicidad de la con- Únicamente cuando la Ley se refiera, sin más, a la producción
ducta, sino a efectos de medición de la pena (artículo 348 bis). de un peligro, sin añadir matizaciones acerca del mismo, cabe
Especialmente hay que tener en cuenta los calificativos que acudir a un criterio basado en la mayor probabilidad de que el
acompañan a veces al sustantivo "peligro" o al de "riesgo", por acontecimiento lesivo se produzca que de que no se produzca.
ejemplo: riesgo inminente del artículo 260, número 2.°; concreto El peligro supondrá, por tanto, una noción valorativa que
peligro del artículo 340 bis a), número 2.*^; nravc riesgo del ar- requerirá concreción en cada caso atendiendo a las exigencias
tículo 340 bis b). Dada la heterogeneidad y, por tanto, la no gra- del tipo correspondiente. ' "
duabilidad de tales calificativos, habrá que atender a las exigen- 10. El peligro ha ele venir referido al bien jurídico protegi-
cias de cada tipo. do. Es rechazable la postura doctrinal que lo refiere al objeto
8. El Código recurre en ocasiones, sin referirse expresamen- material. El peligro para el objeto material, cuando éste se re-
te al peligro, a expresiones reconducibles dentro de una noción quiera, será contemplado en tanto que suponga una exigencia
amplia de delitos de peligro, en la cual se integrarían los que necesaria para peder afirmar el atentado al bien jurídico.
)
)
— 132 — — 133 —
)
)
11. Cuando hablamos de delitos de peligro nos referimos tos y concretos,.según que no se exija, o sí, el peligro en el tipo,
tanto a los delitos "strictu sensu" como a las faltas. Por delitos )
de modo que en los primeros no se requeriría una comprobación
de peligro entendemos aquellos tipos en que, explícita o implí- del peligro por parte del juez, mientras que tal comprobación se- )
citamente, se exige la concurrencia de una conducta en sí misma ría necesaria en los segundos. La doctrina italiana suele hablar )
peligrosa o de una situación de peligro para un bien jurídico. de peligro presunto y peligro efectivo, si bien emplea también )
12. La disputa entre los partidarios de una concepción sub- la terminología de la doctrina alemana antedicha, aunque a ve- )
jetiva del peligro y quienes estiman que es algo objetivo no se ces en un sentido diverso en función del campo de conocimientos
ha visto absolutamente cancelada, a pesar de los esfuerzos des- )
a tener en cuenta según se trate de enjuiciar una conducta o una
arrollados por aunar lo que de positivo tienen ambas tendencias situación. La doctrina española en general suele seguir bien
^
y del predominio de los objetivistas en el X Congreso Interna- una u otra distinción clásica. )
cional de Derecho Penal (Roma, 1969). Se ha extendido, sin em- 16. A nuestro entender, hay que tener en cuenta quería uti- )
/ bargo, una concepción objetivo-subjetiva, aunque hay que tener lización del lenguaje como medio a través del cual el tipo da a )
en cuenta que, si bien lo subjetivo se relaciona con el juicio de conocer la voluntad de la norma condiciona las expresiones del
peligro, lo objetivo se entiende, en unas ocasiones, en sentido )
propio tipo. De ahí que, muchas veces, la exigencia del peligro
de "óntico" y, en otras, en sentido de "nomológico"; es decir, en ")
no aparezca explícita, por desprenderse de las palabras de la
unos casos se pone el acento en el peligro como algo que "es",
Ley. En este sentido, preferimos la distinción entre peligro ex-
algo real, y, en otros, en la común experiencia de los conocimien-
plícito y peligro implícito en el tipo, de modo que los llamados
tos humanos, que constituye una de las bases del juicio de pe-
delitos de peligro abstracto o presunto se convertirían en d_elitos )
L,,
..ligro. pertenecientes al ámbito de su concepto antónimo (conci-eto o )
13. El peligro ha sido clasificado desde diversos puntos de efectivo) al tener que inferir el peligro de la conducta misma.
vista: en función de su relevancia jurídico-penal o no (peligro )
Por otra parte, la referencia del peligro a los bienes jurídicos
normal y peligro penalmente relevante), del momento de su pro- )
ha de tener en cuenta si los "objetos" de esa referencia son
ducción (peligro inminente, próximo, pasado, (¡rósente, actual, )
liomogúiioüs. No puede entenderse igual el peligro referido a un
futuro, remoto y eventual), de individualización o no del objeto bien jurídico que requiere una base material que el referido a
a que viene referido (peligro particular y peligro común). bienes jurídicos "institucionales" o sin base material, sea im- )
14. Desde dos puntos de vista diferentes se ha distinguido plícita o explícita en el tipo la exigencia del peligro.
entre delitos propios e impropios de peligro. La primera distin- 17. Como presupuestos del juicio de pdigro, cabe considerar 1
ción se hace en base a la exigencia en el tipo del peligro (delitos
tanto la relación causal entre dos situaciones "temporalmente se-
propios de peligro) o bien a que dicha exigencia no sea elemento
paradas como eLgra¿o_exigible de jprj3_b^ El
declarado, sino "fingido" del tipo (delitos impropios de peligro).
primero supondrá, generalmente, una valoración de una hipoté-
La segunda distinción refiere los delitos propios de peligro a )
tica relación causal.
bienes jurídicos revestidos de una "corporeidad", mientras que
El segundo presupuesto ofrece serias dificultades de delimi- )
los impropios se darían respecto a bienes jurídicos "con valor
tación. Deben rechazarse las posturas unitarias que estiman
social" o bienes individuales incorporales.
cualquiera de los siguientes grados: 1) posibilidad simplemente,
I 15. La distinción más importante que se sigue en la doctrina 2) posibilidad próxima, 3) seria y fundada inquietud de que una
/alemana respecto a los delitos de peligro los divide en abstrac-
persona razonable y consciente del deber tomaría precauciones.

•)

)
')
)
)
)
)
)
')
') 4) situación en la que la no producción del resultado lesivo es- juicio, problema distinto del momento en que se ha de entender
) cape al cálculo y previsión humanos. También la doctrina que la existencia de un peligro, el cual está en relación con el "ob-
hace depender el grado de posibilidad de la mayor o menor im- jeto" del juicio (una acción o una situación). A nuestro parecer,
)
portancia del bien jurídico, de modo que a mayor importancia la postura más correcta es la de tener en cuenta los conocimien-
) tos de uno y otro orden ya indicados en el momento de emitir el
del bien menor sería el grado exigible de posibilidad de lesión.
) E,n_cuanto a j a s posturas basadas en la probabilidad, no cabe en juicio, aunque la postura más generalizada es la de "pronóstico
) los delitos de peligro un criterio unitario, sino que habrá (lue posterior", que exige un juicio "ex ante", bien situándose el
:> 9teiide,!i.aias.„exigen.cias formuladas en los distintos .tipos^ como juez en el momento de la acción, bien en el momento de produc-
se indica más arriba. ción de la situación de peligro. También debe desestimarse la
)
18. Por juicio de peligro debe entenderse no el que el autor postura que habla de peligro "abstracto" y "concreto" (en sen-
) tido distinto al generalizado en la doctrina alemana) en función
u otro sujeto cualquiera formule, sino el que debe expresar el
') juez. Dicho juicio se compone de una base nomológica (es decir, del campo de conocimientos a tener en cuenta según se trate de
) el conocimiento de las leyes de la naturaleza) y otra ontológica enjuiciar una conducta o una situación.
) (esto es, el conocimiento de las circunstancias concretas del Si se han producido avances científicos con posterioridad al
caso). momento de la conducta o de la situación objeto del juicio, de-
La Mse^nornológiCíLnp debe„medirse en atención.^ajos.cono- berán ser tenidos en cuenta. Igualmente se tendrán en cuenta
ciniientps. d.e un hombre, medio,„ni siquiera a los de un experto las circunstancias concretas, aunque su conocimiento fuera pos-
en la materia, sino que debe atender al conjunto de conocimien- terior al indicado momento. Todo ello porque lo que interesa es
tos_,,logrado por. la Humanidad. Naturalmente, en el supuesto tomar en consideración, y no recortar en el tiempo, todo aquello
excepcional de que el autor poseyera saberes especiales de su que permita al juzgador un juicio lo más completo posible. Lo
exclusivo conocimiento, también éstos tendrían que ser tenidos cual no quiere decir, en absoluto, que se prejuzgue la responsa-
en cuenta. En definitiva, pues, el modelo de conocimiento nomo- bilidad del autor. Una cosa es que se estime que hubo peligro y
lógico nos lo daría el común saber de la Humanidad más el ex- otra que el autor sea responsable.
cepcionalmente exclusivo del autor. 20. Aunque la noción de peligro encierra un problema pro-
') La base pntQló|^_a del juicio de peligro es objeto de valora- pio de toda operación cognoscitiva, la dificultad de aprehender
) ciones dispares y controvertidas. Deben desestimarse los crite- intelectualmente un fenómeno, va también más allá y en ello
:> rios siguientes: 1) el que atiende a los hechos conocidos por el estriba la específica dificultad del juicio de peligro: establecer
autor; 2) el que se remite a los que pudiera conocer un experto; una valoración atendiendo a las exigencias del tipo.y.tenifindQ,
3) el que exige tomar en consideración todos los hechos accesi- en cuenta los conocimientos de orden nomológico y ontológico^
bles al conocimiento humano en el momento del hecho. según los criterios_ arriba indi^cjdos.
A nuestro entender, hay que acudir a todos los hechos acce- 21. Resulta necesario s'^parar el juicio de peligro v el obieto.
sibles al conocimiento humano, incluidos los excepcionales del del mismo, que consistirá e.i una conducta (de la que se predica-
) autor, si los tuviere, pero en el momento del enjuiciamiento, al rá, por medio del juicio, su peligrosidad como tal conducta) o en_
igual que la base nomológica. una situación (que en atención al juicio se entiende que comporta
19. Con ello nos estamos ya refiriendo al tiempo del juicio, o un peligro). No se trata de que el juicio varíe en sus bases sino
sea, al momento en que se debe situar el juez para emitir el que varia el "objeto" sobre el cual ha de pronunciarse y, por
— 136 — 137

tanto, variará también el momento (que es distinto del otro mo- exigencias del tipo. En base a la necesidad de una valoración, se
mento en que se emite el juicio) al cual hace referencia dicho puede decir que es un elemento normativo (en el sentido de valo-
objeto: si se trata de una conducta será el de su realización; si rativo-cognitivo) explicitado o no en el tipo. Piénsese que el
de una situación, el de su producción. juicio de peligro implica no sólo el conocimiento de unas bases
El artículo 340 bis a) nos ofrece dos supuestos ejemplares: nomológicas y ontológicas, sino también un "cálculo valorativo",
en el número 1.° (conducción bajo la influencia de bebidas al- y precisamente de éste deriva la normatividad del concepto de
cohólicas, drogas tóxicas o estupefacientes) el peligro, aunque peligro y su especialidad respecto a otra clase de valoraciones.
no exigido explícitamente en el tipo, viene referido a la propia Con ello no se quiere negar una base óntica y la necesidad de
conducción en tales circunstancias; en el número 2." se exige, unos conocimientos nomológicos, pero lo que aquí cabe destacar
además de conducir con temeridad manifiesta, la creación de una es que resulta inevitable un "quid" de valoración, aun cuando el
situación concreta de peligro para la vida de las personas, su tipo circunscriba con matizaciones y calificativos el peligro exi-
integridad o sus bienes. gido. No es aceptable entender el peligro como una lesión po-
tencial.
Incluso el Código, en otros artículos, crea propios e impro-
pios delitos cualificados por la situación de peligro resultante. 25. El reconocimiento de ese "quid" de valoración no debe
Un ejemplo de los propios (aquellos en que se agrava la pena) llevar al pesimismo respecto a una mejor delimitación del peli-
nos lo ofrece el artículo 489 ("si a consecuencia de la entrega se gro. El legislador debe matizar lo más que pueda el peligro exi-
pusiere en peligro la salud o la moralidad del menor..."). Un gible para que el juzgador pueda estimar mejor si la conducta o
ejemplo de los impropios (aquellos en que se motiva la pena) lo situación son o no típicas. La investigación puede acotar, y a ello
tenemos en el artículo 260, donde se establecen distintas penas se intenta contribuir también aquí, de una manera más correc-
según que de la conducta básica se deriven unos u otros resulta- ta cómo establecer las bases ontológica y nomológica del juicio, y
dos (el número 2.^ castiga "con reclusión mayor si de resultas cómo atender a los requisitos típicos. Por lo demás, una cierta
del hecho sufriera alguna persona lesiones menos graves o hu- medida de inseguridad jurídica se dará no sólo cuando explícita-
biere riesgo inminente de que sufrieran lesiones varias personas mente se requiere una valoración, sino también cuando se intro-
reunidas...). ducen juicios valorativos en pseudodescripciones.
22. Hay que distinguir el término "peligro" aplicado al con- 26. Un campo de aplicación característico de los delitos de
cepto de peligro y su aplicación a una conducta o situación f ác- peligro se da en la circulación de los vehículos de motor, tanto
tica, de las que se predicará su peligrosidad por medio de por razones cuantitativas como cualitativas. Por ello ofrece par-
un juicio. ticular interés el análisis del artículo 340 bis a). )
23. El peligro no es sólo, como se ha dicho, "hijo de nuestra El número 1 de dicho artículo castiga una conducta en sí
ignorancia", sino también de nuestros conocimientos. Sin la exis- peligrosa (peligro implícito) no para el bien jurídico "institucio-
tencia de una zona ignota, la evolución de un fenómeno se nos nalizado" de la seguridad del tráfico, que queda lesionado o
aparecerá clara. Pero sin unos conocimientos no podríamos ni si- quebrantado, sino para unos bienes "genuinos" (vida, integridad
quiera atisbar la menor posibilidad de producción de un aconte- y patrimonio) protegidos a través del avance de las barreras
cimiento lesivo. penales por medio de la construcción del tipo de peligro. No se
24. El peligro, aun teniendo un basamento real en una ac- requiere, sin embargo, la entrada concreta de éstos en el ámbito
ción o situación dadas, requiere de un juicio que atenderá a las de la conducta peligrosa.

füMR m «••.•mi
— 138 —
E l número 2 requiere, a d e m á s de u n a conducción t e m e r a r i a ,
un " p l u s " , consistente en la creación de u n a situación concreta
de peligro (peligro explícito) p a r a la vida de las p e r s o n a s , su
integridad o sus bienes, con lo que, en definitiva, se p r o t e g e la
seguridad de la vida, i n t e g r i d a d y p a t r i m o n i o de las p e r s o n a s
en relación con la circulación. L a lesión o q u e b r a n t a m i e n t o de
esa seguridad se t r a d u c e en la p u e s t a en concreto peligro de los BIBLIOGRAFÍA
bienes " g e n u i n o s " a m p a r a d o s por ella. Aquí, el desvalor de con-
ducta, a diferencia del n ú m e r o 1, no es suficiente, sino que el tipo
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ÍNDICE
Págs.

PRÓLOGO

I . INTEODUCCIÓN
)
II. NOCIÓN GENERAL DE PELIGRO
1. Consideraciones previas
> 2. Componentes básicos
% 3. Noción de probabilidad . . ,
A) Objetividad y convicciones subjetivas .
B) La temibilidad
) C) Clases de probabilidad
D) Grado de probabilidad
> ni. INVALIDEZ DE UN CONCEPTO GENERAL DE PELIGRO PARA TO-
) DOS LOS DELITOS DE PELIGRO. RAZONES 29
1. Derecho Penal y noción de peligro 29
) 2. Invalidez de un concepto general de peligro para to-
) dos los delitos de peligro 30
) A) Referencia a la manifestación de voluntad y al
resultado \, 80
) B) Incidencia en el tipo a aplicar y en la medición
) de la pena 30
C) Heterogeneidad do calificativos del peligro en los
^ distintos tipos 31
D) Delitos de aptitud para la producción de un daño 31
E) El supuesto del artículo 261 31
F) La exigencia no explícita ni reformulada del pe-
ligro 32
3. Necesidad de atender a las exigencias típicas . 32
IV. NOCIÓN DE DELITO DE PELIGRO . . , • . 37
1. Posturas doctrinales y su crítica 37
) A) La referencia al bien jurídico o al objeto de la
acción
~)

')
)
— 153
152
Págs.

X. ANÁLISIS DE MODELOS: LOS NÚMEROS 1." Y 2." DEL ARTÍCU-


B) Crítica y toma de poscura 41 113
LO 340 BIS a)
2. Sentido del término "delito" aquí empleado . . . 44 113
1. Razones de la elección del artículo SiO bis a)
V. TEORÍAS SOBRE PELIGRO EN DERECHO PENAL . . . 47 2. El apartado 1." del artículo 3i0 bis a) . 114
1. Consideraciones preliminares 47 3. El número 2° del artícido 3M bis a) . . . . 116
2. Teorías 'subjetivas 48 4. La norma concursal del pem'dtimo párrafo del artícu-
3. Teorías objetivas 51 lo 3iO bis a) 119
4. Teorías objetivo-subjetivat: 54 5. A'nálisis comparativo de las correspondientes penas . 124
5. Posturas más recientes 57 CONCLUSIONES 129
6. Consideraciones finales 62
BIBLIOGRAFÍA 139
VI. CLASES DE PELIGEO Y DELITOS DE PELIGRO . . . . 63
1. Peligro normal y peligro penalmente relevante . . 63 ÍNDICE 151
2. Peligro inminente, próximo, pasado, presente, actual,
futuro, remoto y eventual 64
3. Peligro común y particular 67
4. Delitos propios y delitos impropios de peligro . • 68
5. Delitos de peligro abstracto, concreto, abstracto-con-
creto, efectivo, general, presunto 69
6. Peligro implícito y peligro explícito 72
VII. PRESUPUESTOS DEL JUICIO DE PELIGRO 75
1. Relación causal entre dos situaciones temporales se-
paradas 75
2, El grado exigible de posibilidad o probabilidad de
lesión T^
VIII. JUICIO DE PELIGRO 85
1. Sujeto del juicio 85
2. Bases nomológicas del juicio de peligro . . . . 85
3. Bases ontológicas del juicio 88
4. Tiempo del juicio 90
IX. REALIDAD Y NORMATIVIDAD EN EL PELIGRO . . . . 95
1. Recognoscibilidad de una realidad 95
2. Peligrosidad de una acción y de tma situación . . 96
3. Distinción entre peligro referido a una acción o ttna
situación y peligrosidad como estado del sujeto . . 101
4. El doble sentido del término "peligro" . . . . 102
5. El peligro como fruto de nuestra ignorancia y de
nuestros conocimientos 103
6. El peligro como elemento valorativo-cognitivo . . 104

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