Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
John MacArthur
En los años 1500, un monje meticuloso, que según su propio testimonio "odiaba a
Dios", estaba estudiando la epístola de Pablo a los Romanos. No pudo pasar más
allá de la primera parte de Romanos 1:17: "[En el Evangelio] la justicia de Dios se
revela por fe y para fe" (RV1960).
Una verdad simple, bíblica, cambió la vida de ese monje - y encendió la Reforma
Protestante. Fue la constatación de que la justicia de Dios pudo hacerse justicia de
los pecadores - y que eso podía pasar solo por medio de la fe. Martin Lutero
encontró la verdad en el mismo versículo que había tropezado, Romanos 1:17:
"Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está
escrito: Mas el justo por la fe vivirá" (RV1960, énfasis añadido).
Lutero siempre había visto "la justicia de Dios" como un atributo del soberano
Señor por medio del cual Él juzgaba a los pecadores - no un atributo que los
pecadores podrían poseer. Describió el descubrimiento que puso fin a la Edad
Media teológica:
Vi la conexión entre la justicia de Dios y la afirmación de que "el justo vivirá por su
fe". Entonces, comprendí que la justicia de Dios es la justicia por la cual, a través
de la gracia y la gran misericordia de Dios, nos justifica por la fe. En aquel
momento, me sentí renacer; y he pasado por el umbral al paraíso. Toda la
Escritura adquirió un nuevo significado; y donde antes la "justicia de Dios" me
había llenado de odio, ahora se cambió en un amor mayor inenarrablemente dulce.
Este pasaje de Pablo se convirtió para mí en una puerta al cielo.
Cuando me casé, por ejemplo, Patricia y yo nos paramos delante del Ministro (mi
padre) y dijimos nuestros votos matrimoniales. Cerca del final de la ceremonia, mi
padre declaró: "Por la autoridad investida en mí por el estado de California, los
declaro marido y mujer." Inmediatamente, fuimos legalmente marido y mujer.
Segundos antes, éramos una pareja de novios, ahora, estábamos casados. Nada
dentro de nosotros realmente cambió cuando fueron pronunciadas esas palabras.
Pero nuestra situación cambió delante de Dios, la ley, nuestra familia y amigos.
Las implicaciones de esa sencilla declaración han afectado toda la vida y han
cambiado la misma (por lo cual estoy agradecido). Pero cuando mi padre
pronunció esas palabras, se trataba de una declaración legal.
Del mismo modo, cuando un presidente del jurado lee el veredicto, el acusado ya
no es "el acusado". Legal y oficialmente, se convierte al instante en culpable o
inocente - dependiendo del veredicto. Nada en su naturaleza cambia, pero si se le
encuentra inocente, caminará fuera de la corte como una persona libre ante los
ojos de la ley, plenamente justificada.
• Estamos unidos con Cristo para que seamos uno con Él (1 Corintios 6:17)
• Estamos, por lo tanto, "en Cristo" (Gálatas 3:27) y Él en nosotros (Colosenses
1:27)
Las dos deben distinguirse, pero nunca se pueden separar. Dios no justifica a
quien no santifica; y Él no santifica a quien no justifica. Ambos son elementos
esenciales de la salvación.
¿Cuál es el problema?