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neuroplasticidad,

¿Qué es Neuroplasticidad?

BY CF | PUBLISHED MIÉRCOLES, 2 DE MAYO DE 2012

La plasticidad neuronal o neuroplasticidad es la capacidad que tiene el cerebro para formar nuevas
conexiones nerviosas, a lo largo de toda la vida, en respuesta a la información nueva, a la
estimulación sensorial, al desarrollo, a la disfunción o al daño. La neuroplasticidad es conocida
como la “renovación del cableado cerebral”.

Vía| http://www.neurofeedbackmarbella.com/plasticidad.html
¿ Que es Neuroplasticidad?

La neuroplasticidad es la posibilidad que tiene el cerebro para adaptarse a los cambios o funcionar
de otro modo modificando las rutas que conectan a las neuronas. Esto genera efectos en el
funcionamiento de los circuitos neurales y en la organización del cerebro.

Los tipos de Neuroplasticidad:

La neuroplasticidad positiva: crea y amplia las redes con información ya existente

La Neuroplasticidad negativa: elimina aquellas que no se utilizan.

La Neuroplasticidad puede dividirse por sus efectos en cuatro tipos:

Neuroplasticidad reactiva: para resolver cambios ambientales de corta duración.

Neuroplasticidad Adaptativa: modificación estable de una ruta de conexiones que segenera con la
memoria y el aprendizaje.

Neuroplasticidad reconstructiva: recupera parcial o totalmente las funciones perdidas.

Neuroplasticidad evolutiva: proceso de maduración en virtud del cual los patrones de conexión
son modificados por la influencia ambiental predominante.

Fenomeno de la Neuroplasticidad: nuestro sistema nervioso


puede cambiar y aprender
LUCIA DIEZ
A principios del siglo XX, Ramón y Cajal determinó que nuestro cerebro,
y nuestro sistema nervioso (SN) en general, eran un elemento
inmodificable; las neuronas (las células que lo conforman) nacían, se
diferenciaban, se desarrollaban y ya no podían transformarse ni
reproducirse. Esto quería decir que un daño o muerte neuronal era
irreversible, dejando secuelas neurológicas definitivas e irreparables.
Para entonces los tratamientos de rehabilitación iban encaminados a
compensar los déficits que dejaba la lesión, supliendo las funciones
perdidas con la participación de otras partes del cuerpo, o del cerebro
que estaban sanas.
Investigaciones posteriores demostraron que nuestro sistema nervioso es
modificable, posee un potencial dinámico: las neuronas pueden sufrir
transformaciones y, además, cuenta con un número de neuronas muy
superior al que requiere para su función habitual, neuronas silenciadas
que en un momento dado pueden sufrir transformaciones y activarse. Así
la neuro-rehabilitación toma un nuevo enfoque, ahora va en busca de
mejorar las capacidades afectadas, trabajando sobre y alrededor de la
lesión en el sistema nervioso.

Cuando hablamos de potencial dinámico nos referimos a


NEUROPLASTICIDAD, definida como la capacidad de las células del
sistema nervioso para regenerarse morfológicamente y funcionalmente,
después de estar sujetas a influencias patológicas ambientales o del
desarrollo, incluyendo traumatismos y enfermedades, permitiendo una
respuesta adaptativa o maladaptativa a la demanda funcional.
Dejemos unos dibujos que recuerden levemente la anatomofisiología de
las neuronas antes de explicar los diferentes procesos de
neuroplasticidad:

Recordemos también que el sistema nervioso se compone de más


elementos a parte del cerebro, los cuales también están dotados de la
capacidad de plasticidad.
Las células nerviosas pueden ver modificada su actividad a través de
diferentes procesos morfológicos clasificados de la siguiente manera:

– NEUROGÉNESIS: Produciendo células nuevas


– COLATERALIZACIÓN: Formando ramificaciones de los axones
intactos o SINAPTOGÉNESIS, creando nuevas sinapsis
– REGENERACIÓN AXONAL: Crecimiento y reparación de los axones
dañados

Y a través de CAMBIOS NEUROQUÍMICOS INVOLUCRADOS: Cambios


en los niveles de los neurotransmisores o en los receptores de los
neurotransmisores.

Si hablamos del cerebro, por ejemplo, las regiones sensoriales y motoras


primarias ubicadas en zonas separadas del cerebro y relacionadas para
una misma función, se encuentran conectadas por fibras de asociación y
comisurales a través de conexiones neuronales directas, por áreas de
asociación o incluso a través de fibras interhemisféricas. Esta
interconectividad cerebral permite una interacción constante dentro de
cada hemisferio y entre ambos hemisferios. La plasticidad inherente a las
células cerebrales permite la reparación de circuitos corticales, integra
otras áreas corticales para realizar funciones modificadas y responde a
diversas afecciones.
En el neurodesarrollo, que comprende los mecanismos a través de los
cuales se organiza el SN, se asiste a dos fases: una inicial, cuyo
potencial está condicionado por factores genéticos y el comportamiento
expresado no depende de la experiencia externa; y otra posterior en la
que se inician situaciones específicas dependientes de la edad en las
cuales los estímulos aferentes juegan un papel primordial. En una
persona adulta en la que el programa genético ya está instaurado, el
transcurso de la vida comprende una enorme variedad de funciones
cambiantes que le supone una inmensa demanda de nuevas conexiones:
en 1940, Hebb estudió cómo la experiencia y la repetición pueden
remodelar la función cortical, demostrando la alta capacidad
neuroplástica durante el aprendizaje del Braille cuando una persona se
queda ciega.

De la misma manera, el desuso de una función de nuestro cerebro o


sistema nervioso afectaría negativamente a la excitabilidad de esas
neuronas, disminuyendo la representación de esa función en nuestro
Sistema Nervioso Central (SNC).

Para que tengan lugar los procesos en cascada que hacen posible la
neuro-plasticidad, se requieren unas determinadas condiciones
fisiológicas. Se ha demostrado que estas condiciones se ven
aumentadas en diferentes momentos de la vida:
– En el primer año de vida
– En la pubertad
– Durante la gestación
– Inmediatamente después de una lesión del SNC.

Se pueden diferenciar dos formas de plasticidad:

→ PLASTICIDAD A CORTO PLAZO: Tras la lesión, por cambios


inducidos en la propia zona lesionada y facilitada con el ejercicio, hay
una activación de sinapsis silentes anteriores a la lesión.
→ PLASTICIDAD A LARGO PLAZO: cambios estables en la eficacia de
las sinapsis a través de crecimiento y reorganización neuronal nueva
(sprouting), dependiente de la frecuencia con la que se estimula ese
axón. En este proceso aparecen nuevas vías que arrancan de áreas
sanas para dirigirse a la zona lesionada.
→ CAMBIOS EN CIRCUITOS NEUROMODULATORIO: control de la
actividad pre y pos-sináptica.

A pesar de que algunos mecanismos neuroanatómicos, neuroquímicos y


neurofisiológicos promueven la neuroplasticidad del SNC hacia una
recuperación de las funciones afectadas, también existen procesos
fisiopatológicos que pueden contribuir a la activación de áreas
compensatorias inadecuadas, así como al desarrollo de síntomas
adversos como la espasticidad o el dolor neuropático. A este fenómeno
se lo denomina neuroplasticidad maladaptativa. Tras una lesión, la
interrupción de los inputs supraespinales hacia los sistemas motores
medulares, altera el control de las interneuronas medulares que inervan
las motoneuronas (neuronas que se dirigen al músculo para activarlo),
constituyendo la desinhibición y el aumento de la actividad refleja,
reflejada con hipertonía, hiperreflexia y actividad muscular involuntaria.
La recuperación funcional que ocurre de forma espontánea tras la lesión
suele ser limitada, por ello se deben promover terapias rehabilitadoras
que promuevan la neuroplasticidad residual. La participación activa del
paciente adquiere gran importancia en el proceso de neurorehabilitación:
el aprendizaje activo ha demostrado ser mejor que las metodologías
pasivas, debido a que se involucran diversos sistemas moduladores del
SNC que median sobre la activación, la percepción, la memoria, la
atención, etc. El entrenamiento activo potencia la neuroplasticidad,
disminuyendo la expresión de moléculas inhibidoras, favoreciendo la
liberación de factores neurotróficos o modificando la estructura dendrítica
de las motoneuronas.

Hoy en día la neuro-rehabilitación camina de la mano de las


investigaciones en neurociencia, biomecánica y demás áreas que
conforman el estudio del comportamiento del ser humano en pro de
conseguir tratamientos más específicos y eficaces.

Desde nuestro centro, cada día vemos la oportunidad de mantener con


vida a esas pequeñas células que conforman la complejidad de nuestros
pacientes, de enseñarles cosas nuevas y aprender con ellos.

Seguiremos estudiando el modo de hacerlo cada día un poco mejor,


porque NUNCA ES TARDE PARA APRENDER, O REAPRENDER.

¡ÁNIMO!
Seis curiosidades
sobre tu cerebro de
las que no tenías ni
idea
Seis curiosidades sobre tu cerebro de las que no tenías ni idea

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o 7 Comentarios

Es uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo y, sin embargo,


un gran desconocido
Jóvenes 'enfermos' por la crisis: suelen padecer depresión y pasan por
estados de lamento, agitación mental, ansiedad o apatía
 MOISÉS ALONSO
 @moisesalonso20
24/03/2016 20:31

Se calcula que nuestro cerebro concentra en torno a 100.000 millones de


neuronas y su papel es fundamental para la vida. La importancia de estas células ha
motivado infinidad de investigaciones cuyos resultados no solo son sorprendentes,
sino que están cambiando muchas creencias que hasta ahora no se discutían. A
continuación, seis curiosidades que, seguro, contribuirán a que nos conozcamos
mejor.

1. Aunque duermas, tu cerebro


nunca descansa
Investigaciones recientes apuntan a que el cerebro permanece igual de activo
durante el sueño que en estado de vigilia. En particular, durante la fase No-REM
(sobre la que se pensaba que era la de mayor inactividad) se producen estímulos
transitorios, repetitivos y lentos que organizan el funcionamiento de las neuronas.
En esta fase, el hipocampo -el área relacionada con la memoria- registra esa
actividad, por lo que se piensa que el sueño es fundamental para consolidar nuestros
recuerdos.
Mientras, la actividad oscilante de otras regiones, como el tronco encefálico, indica
que también se desarrollan actividades cruciales, ya que esta región hace de
puente entre el cerebro, la médula espinal y los nervios periféricos, aparte de regular
el ritmo cardiorrespiratorio.
Así, un hecho curioso de esta fase del sueño es que se puede llegar a profundizar
tanto en él que a veces el cerebro tiene dificultades para tomar contacto con el
cuerpo, por lo que suele mandar impulsos para saber que está ahí y que sigue vivo.
Esto produce una reacción rápida, fuerte y violenta, provocando que a veces nos
despertemos mientras soñamos con que nos estamos cayendo; es lo que en la
película Origen llaman "patadas".

2. Una cabeza, tres cerebros


En 1990, el neurocientífico Paul MacLean propuso la teoría de la triple evolución
del cerebro humano, que fue aceptada por la comunidad científica. Con ella se
sostiene que dicho órgano consta de tres niveles interconectados que, sin
embargo, tienen su propia autonomía. Así, cada uno de éstos cuenta con sus
características, inteligencia y subjetividad.
Pueden ser considerados como cerebros y en su funcionamiento en red forman el
cerebro humano en sí. Estos tres niveles son: el sistema reptiliano, es el más
primitivo y procesa los instintos; el sistema límbico, es el intermedio y es el que
gestiona las emociones; y el córtex o la corteza cerebral, que es el más reciente del
proceso evolutivo y se sitúa en la parte superior procesando el pensamiento racional.
La teoría recibe el nombre de cerebro triuno o triúnico.

3. ¿Cinco sentidos, o sólo uno?


Siempre nos han enseñado que el ser humano tiene cinco sentidos (oído, gusto,
tacto, olfato y vista) y que con ellos percibimos la realidad a través de la
información que nos ofrecen de manera independiente. Pero lo cierto es que el
cerebro funciona en red y elabora una imagen mental que es resultado de procesos
multisensoriales integrales. Los sentidos ofrecen información, pero no de forma
autónoma, sino interdependiente. El cerebro la procesa construyendo la imagen
que tenemos del mundo.
En un artículo, María Colomé, doctora especializada en otorrinolaringología, habla
de su experiencia en una cata de cavas. Quienes participaron en ella hicieron
diferentes degustaciones con música de fondo. La melodía cambiaba con cada
degustación pero el cava era el mismo y, sin embargo, experimentaron
diferentes sabores. Tal y como ella misma sostiene, "todos los sentidos
interaccionan entre sí, como si en realidad fueran uno único."

4. También hay neuronas fuera del


cerebro
Desde que el primer Nobel de Medicina español, Ramón y Cajal, contribuyera a la
ciencia con su "doctrina de la neurona", se ha pensado que este tipo de células sólo
se albergan en el cerebro. Sin embargo, recientes investigaciones apuntan a otras
zonas del cuerpo en las que han sido localizadas. Así, la mayor concentración de
neuronas fuera del seso se produce en el sistema nervioso autónomo de la médula
espinal, algo razonable si se considera que la médula conecta este órgano con todo el
cuerpo.
Tal vez sea más llamativo saber que tenemos un cerebro abdominal (como se
conoce al sistema nervioso entérico) que regula la función intestinal y, al igual que
el cerebro, dispone de neuronas especializadas en diferentes funciones (registrar
sensaciones y estímulos, controlar los movimientos de los órganos del sistema
digestivo e intercomunicar unas zonas con otras).
Otro órgano que cuenta con estas células es el corazón. Se estima que alberga unas
40 mil neuronas y que posee una compleja red de neurotransmisores, proteínas y
células de apoyo que forman un sistema nervioso independiente. Por ello, el
corazón es el único órgano que envía más información al cerebro de la que
recibe. También es capaz de influir en nuestras percepciones y reacciones y de
equilibrar nuestro estado emocional.
Por otro lado, su campo electromagnético es 5.000 veces más intenso que el del
cerebro, y puede extender esta energía entre dos y cuatro metros en torno al cuerpo.
Por lo que todo cuanto nos rodea conecta con la energía de nuestro corazón.

5. El 'neuromito': sólo utilizamos


un 10% del cerebro
En el libro Neuromitos en Educación (2015), Jesús C. Guillén hace un recorrido
histórico sobre las publicaciones científicas que han podido originar la creencia que
afirma que sólo utilizamos un 10% de nuestra cerebro. Para desmontar este
"neuromito", contrasta esta información con la que aportan los nuevos estudios.
Gracias al desarrollo de la tecnología aplicada a la neurociencia, se ha podido
analizar en vivo la actividad de las diferentes áreas cerebrales, observándose que en
cada acción o pensamiento se produce una compleja red de sinapsis neuronales
que activan varias de estas regiones. Además, se sabe que este pequeño órgano,
que pesa en torno al 2% del cuerpo humano, consume alrededor del 20% de su
energía, lo que indica su potencia y uso integral. Tal y como afirma Guillén, "la
neurociencia ha demostrado que utilizamos el 100% de nuestro cerebro, lo que nos
queda por delante es aprender con él".
6. Un cerebro nuevo cada día
En 2014, un equipo de investigadores del Instituto Karolinska (Suecia) analizó las
masas de carbono-14 de las células del hipocampo de cerebros de sujetos adultos.
Cconcluyeron que cada día se generan 1400 neuronas nuevas.
Esto choca contra la creencia general que sostenía que dicho órgano sólo genera
neuronas en la etapa infantil. Tal capacidad de regeneración se llama neurogénesis y
a medida que se envejece se ralentiza, por lo que la neurogénesis de una persona
de 18 años será mayor que la de otra de 67.
Por otra parte, se ha demostrado que nuestra conducta puede cambiar las
estructuras neuronales de nuestro cerebro. El psicólogo Donald Hebb explicó el
comportamiento por el que se relacionan células de ese órgano, y llegó a la
conclusión de que "las neuronas que se disparan juntas permanecen conectadas", lo
que quiere decir que con cada acción o pensamiento el cerebro procesa la
información a través de cadenas neuronales que, una vez formadas, quedan ahí. Por
eso es más fácil reproducir algo que ya está en nuestra cabeza que crearlo de
nuevas.
Nuestras acciones generan unas estructuras cerebrales determinadas. Según cómo
sea nuestra experiencia potenciaremos un cerebro particular. Por ejemplo, en el
año 2000, un grupo de científicos británicos demostró que los taxistas de Londres
tienen su hipocampo (área de la memoria) mucho más desarrollado que el resto
de las personas.
Además, por si esto fuera poco, también se ha demostrado que el acto de pensar
provoca cambios fisiológicos en el cerebro. Este fenómeno de comunicación
neuronal flexible recibe el nombre de neuroplasticidad, y cada uno de nosotros tiene
la capacidad de crear nuevas conexiones neuronales en base al aprendizaje,
cambiando de hábitos para buscar nuevas experiencias. En pocas palabras y
basándonos en todos estos hallazgos, se puede afirmar que cada día podemos tener
un cerebro nuevo.
El cerebro y las funciones neurológicas
El cerebro es el órgano central del Sistema Nervioso. Está organizado en dos
hemisferios, derecho e izquierdo, que controlan cada uno el lado inverso del
cuerpo. El cerebro está compuesto por cuatro lóbulos, cada uno de los cuales
subdividido en varias áreas. Cada área es responsable de funciones
neurológicas determinadas: función motora, visión, habla, etc.

El cerebro está compuesto por cuatro lóbulos, cada uno de los cuales
subdividido en varias áreas. Cada área es responsable de funciones
neurológicas determinadas: función motora, visión, habla, etc.

Gracias a la experiencia clínica y a las técnicas de neuroimagen, es posible


saber qué funciones neurológicas se verán afectadas según la zona del cerebro
afectada por una lesión cerebral.
El cerebro está formado por dos tipos de células nerviosas: neuronas y células
gliales. Las neuronas son las células que conducen los impulsos nerviosos que
hacen posibles todas las funciones del sistema nervioso: pensar, razonar,
control de la actividad muscular, sentir, etc. Son la unidad básica funcional del
cerebro y están conectadas entre ellas (sinapsis).

Los circuitos neuronales se modifican a medida que aprendemos. El


aprendizaje se produce gracias a la plasticidad cerebral o neuroplasticidad: es
una capacidad propia del cerebro que permite que las neuronas modifiquen
sus conexiones para crear o reforzar circuitos neuronales.

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