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CAPÍTULO I
INTRODUCCIÓN
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Pero esto implica dos nuevos problemas, uno el des- sufridas por los huesos durante los procesos de caza,
mesurado aumento del volumen de piezas y otro más descarnado, desarticulación, etc., tienen fines ajenos al
importante, el asumir como punto de partida una propio hueso y no pretenden convertir éste en un obje-
determinada funcionalidad. Y es precisamente el to para un determinado uso (Lyman, 1994: 339).
conocimiento de la funcionalidad de las piezas uno de Por lo que respecta a las piezas en las que no se
los objetivos que nos proponemos. aprecia una acción antrópica directa destinada a su
Desde otro punto de vista, parece razonable traba- preparación como objeto para un determinado uso, la
jar con la hipótesis de un mismo grupo artesanal dedi- postura ha sido diferente. Aunque determinados res-
cado a la elaboración de objetos óseos por la similitud tos óseos no hayan sufrido una primera acción de tra-
de procesos que implica la identidad de materias. Un bajo para su acondicionamiento, su localización, mor-
mismo alfarero hace muy diversos tipos de objetos con fología y huellas nos indica que fueron usados como
arcilla, desde cántaros a benditeras, pero por similar otros objetos similares que si recibieron un trabajo
que pueda ser la función de los recipientes, un alfare- intencional de preparación. El caso más claro es el de
ro no realiza jarras metálicas. Si bien es cierto que en las conchas tradicionalmente consideradas como col-
el caso de pequeñas artesanías como las dedicadas a gantes y/o cuentas de collar, ya que no existen dife-
objetos de adorno, es previsible que estos esquemas rencias morfológicas generales entre una Glycymeris sp.
no fuesen tan estrictos. Así por ejemplo en el caso de perforada por abrasión marina y otra que ha sufrido
las cuentas de collar, es probable que un mismo arte- un tratamiento intencional. Por ello y como punto de
sano realizase tanto las de piedra como las de hueso o partida, decidimos incluir ambas.
concha; como ocurría, por ejemplo entre los azaba-
cheros medievales, quienes también realizaban
pequeños objetos de hueso (Pascual 2000: 116). En 1.1.2. Delimitación crono-cultural
cualquier caso, con el propósito de no prejuzgar el
uso de un objeto, partiremos de un conjunto seleccio- Definir un periodo frente a otro resulta muy com-
nado por su materia prima: hueso, marfil, asta, dien- plejo ya que ante el estado de nuestros conocimientos
te, concha y cáscara de huevo como soporte. nos vemos obligados a unir datos de naturaleza diver-
La Industria ósea constituye el conjunto material sa. Faltan fechas para el Neolítico almeriense y por
menos estudiado en la ergología postpaleolítica. Ello ello, los intentos por definir una periodización se han
se debe a la difícil sistematización y con ello la impo- basado en datos extrapolados de las áreas limítrofes
sibilidad de precisar cronologías. Hasta fechas próxi- mejor conocidas.
mas, la atribución de piezas muy diversas al concepto Partiremos de las adscripciones culturales pro-
“punzón” nos presentaba una uniformidad del pano- puestas por los diferentes autores para los yacimientos
rama cultural, que poco permitía precisar. En este publicados, intentando elaborar patrones de referen-
estado de cosas son comprensibles las parcas referen- cia para los inéditos. En el capítulo de Metodología se
cias que recogen G. y V. Leisner y que llevan a una mencionan las pautas seguidas para su ordenación
impresión generalizada de poco interés. Puesto que, cronológica.
como decíamos más arriba, en los últimos años, el A estos problemas hay que unir la reutilización de
panorama está cambiando, nos sentimos atraídos a sepulturas en diferentes épocas y la superposición de
profundizar en el caso del Sureste. estratos no diferenciables en la colección, salvo conta-
das ocasiones.
Respecto a la transformación de la materia Los marcos cronológicos serán utilizados como
En los aspectos preliminares de este trabajo asumía- puntos de referencia ya que no podemos contar con un
mos el tema tratado como el estudio de todo aquel esquema completo al que asignar nuestras colecciones.
objeto realizado intencionalmente sobre materia dura Se propone para el Neolítico y Calcolítico andaluz,
de origen animal. Este criterio de intencionalidad según las últimas seriaciones y contemplando un
planteaba la necesidad de reflexionar sobre dos aspec- marco geográfico bastante amplio, un encuadre cro-
tos: por un lado la necesidad de incluir o no en el nológico entre el VII milenio a.C. y el 3800-3600 a.C.,
estudio los restos óseos con marcas de actividad huma- para el primero y 3700 a 2285 a.C. para el segundo
na, es decir, de huesos con marcas o huellas conse- (Mederos, 1995; 1996; 1993/94). Para la Cultura de
cuencia de haber sido utilizados o simplemente mani- Los Millares se había propuesto un marco de 3000-
pulados pero no trabajados previamente hasta 2950 a.C. y 2500-2250 a.C., con presencia campanifor-
convertirlos en instrumentos o herramientas, y por me entre 2500-2250 cal ANE (Castro, Lull y Micó,
otro la posible relación de objetos usados pero no 1996: 82). Al mismo tiempo, 2300-2000 A.N.E., son las
modificados intencionalmente. primeras fechas argáricas de Gatas y Fuente Álamo en
Ante el primer grupo de objetos decidimos no con- la Cuenca de Vera, sincrónicos por lo tanto a la deca-
templarlos en nuestro estudio, frente al criterio de otros dencia de Los Millares en el Andarax (Castro et alii,
autores (Adán, 1997), ya que consideramos que no cons- 1999). Por ello, para Arteaga la existencia de “solapa-
tituyen industria ósea como tal. Las manipulaciones mientos” cronológicos puede responder a desarrollos
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diferentes entre las distintas áreas y la emergencia de Por lo que respecta a las referencias de carácter
la Cultura de El Argar supone una reacción de la etnográfico mencionadas a lo largo del texto, utiliza-
“periferia conflictiva del Sudeste” (2002: 275 y 291). remos el concepto de “ámbito preindustrial” referido
Puesto que no podemos apoyar ni refutar estas a los usos y costumbres generalizados en la Península
fechas ni tampoco asignar nuestros yacimientos a Ibérica hasta aproximadamente los años 50 del pasa-
unas u otras, nos interesa más trabajar con un esque- do siglo (Carretero, 1994: 212).
ma sencillo de ordenación que cuando menos nos
permita hablar de conjuntos similares a un nivel
equivalente, utilizando siempre un mismo criterio
en dicha ordenación. 1.1.3. Delimitación espacial
En su estudio global de las culturas del neolítico y
Calcolítico de la Andalucía Oriental, Pellicer distin- La “Unidad biogeográfica Murciano-almeriense”
gue 5 fases desde el Neolítico Antiguo al Calcolítico fue definida por Alcaraz atendiendo a criterios edáfi-
Campaniforme (1995: 81-134). Aunque se pormenori- cos, climáticos y biológicos (1986: 212-240), engloban-
zarán los criterios seguidos en la Metodología, diga- do el sur de Alicante, la mayor parte de Murcia y la
mos ahora que distinguiremos aquí un esquema tam- zona suroriental de Almería. En nuestro caso, la deli-
bién de 5 fases generales, si bien algo diferentes de las mitación planteada se refiere estrictamente a la Cuen-
propuestas por el profesor Pellicer. Este esquema, ca de Vera, englobando el curso completo del río
necesariamente simplificado corresponde a un marco Almanzora. La referencia a un marco superior, no
cronológico aproximado, basado en las fechas dispo- puede plantear un estudio exhaustivo de los datos
nibles hasta el momento para la zona: observados y por ello no consideramos imprescindible
– Neolítico Antiguo (Hasta mediados del IV la delimitación de unas fronteras naturales precisas.
milenio a.C.). La zona IV proporciona un marco de comparación
– Neolítico Reciente (2ª mitad del IV milenio que sirve de apoyo, pero no de constatación de las
a.C.). hipótesis propuestas. La decisión de plantear los limi-
– Transición al Calcolítico (Finales del IV mile- tes geográficos más precisos para este mayor espacio
nio a.C.-principios del Tercer milenio a.C.). hubiese conllevado también la “desatención” del área
– Calcolítico precampaniforme (1.ª mitad del granadina, que aún pudiendo corresponder a un
III milenio a.C.). marco geográfico distinto, si es en nuestra zona prin-
– Calcolítico campaniforme (2.ª mitad III mile- cipal muy relevante, cuando menos en lo que respec-
nio a.C.). ta al curso alto del Almanzora.
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Entre las especies arbóreas documentadas, se citan documental (Cuadernos y manuscritos de Siret y Flo-
dos especies de pinos: carrasco y marítimo; entre los res); porque consideramos que pese a todos los pro-
grandes arbustos: acebuche, coscoja, lentisco y corni- blemas, la colección bien merece ser estudiada.
cabra y como matorral: salado, jara, belcho, torvisco, A los datos proporcionados directamente por los
leguminosas y romero. Junto a los cursos de agua, materiales y documentos de la Colección Siret, se aña-
había fresnos, álamos, sauces y tarayes. Se documen- den puntualmente datos de otros yacimientos conser-
tan así mismo, indicios de cereales y cañas. Nos encon- vados en los fondos del MAN, pero no pertenecientes
tramos pues, ante un paisaje vegetal para el Bajo a la mencionada colección. Así mismo, a los datos
Almanzora durante el Calcolítico, formado por mato- obtenidos directamente, se sumarán los proporciona-
rral denso de lentiscos y acebuches, junto a zonas de dos por otros autores en la medida de lo posible.
matorral abierto con algún pino carrasco y en los fon-
dos de los valles, campos de cultivo con una estrecha Pedro Flores
banda de especies de ribera (Rodríguez Ariza, 2000:
145-156). Pedro Flores es sin duda, una figura tan fascinante
como la del propio Siret. Flores fue capataz de los
Siret durante la mayor parte de las excavaciones
1.2. CONJUNTOS ESTUDIADOS arqueológicas que acometieron. Empezó a trabajar
para ambos y finalmente compartió en solitario, la
investigación de Luis Siret.
1.2.1. La Colección Siret
Los Cuadernos de Pedro Flores
La Colección Siret del museo arqueológico nacional Nos ha dejado una colección de 170 cuadernos
Como se ha dicho, el grueso de nuestros datos manuscritos (Martín, 2001: 229-242) y multitud de
partirá de la Colección Siret depositada en el Museo notas. Leer los cuadernos y notas de P. Flores no es
Arqueológico Nacional. Esta es sin duda, la más nada fácil. Están escritos la mayor parte de las veces a
amplia de las colecciones conservadas en los distintos lápiz, por lo que muchos signos son hoy ilegibles, al
museos europeos. No sólo por el gran volumen de estar total o parcialmente borrados. Por si esto fuera
piezas, sino también por la importante documenta- poco muchas palabras no tiene un significado dema-
ción escrita. siado claro.
Los materiales y documentos que constituyen la Pedro Flores, llegó a trabajar en las excavaciones
Colección Siret no entraron en el Museo en un único con cuatro de sus seis hijos, que eran los que escribían
momento. Empezaron a llegar al MAN en 1929 con al dictado los comentarios del padre (se aprecian dis-
motivo del fin de la Exposición Internacional de Bar- tintas caligrafías), pero no sabían escribir correcta-
celona (Martín, 2001: 228). La entrega terminó en mente y es necesario recitar en voz alta las palabras de
1935 con la colaboración de J. M. Navascúes, pero la estos textos para entender lo que quieren decirnos
Guerra Civil impidió que la colección fuese debida- (Herguido, 1994: 72-75). Siret indica en los cuadernos
mente instalada hasta 1952, año en el que Trinidad de Villaricos, aquellos que corresponden a Pedro Flo-
Taracena y Pilar Oliveros inician el proceso de inven- res y los de su hijo, Lucas (Martín, 2001: 241).
tario. (Taracena, 1952; Martín, 2001: 229). Formarán El primer problema es el planteado por la repre-
parte de la Exposición del Museo a partir de la refor- sentatividad. ¿Son los restos conservados reflejo de
ma de estos primeros años de la década de los 50 aquellos que fueron depositados en las tumbas o con-
(VV.AA., 1954). servados en los poblados? Al no ser el propio Siret
El amplio conjunto de materiales óseos recogidos quien excavó directamente la mayor parte de los yaci-
en esta colección del MAN, nos permitió estudiar la mientos, las deficiencias metodológicas pueden ser
evolución de los complejos culturales desarrollados a notables, pero pese a ello, Flores era un hombre extra-
lo largo de los periodos propuestos. Así mismo, dicha ordinariamente metódico y observador, que tomaba
riqueza cualitativa y cuantitativa, facilita una aproxi- minuciosos detalles de sus trabajos, pero ¿recogía
mación a los estudios de funcionalidad. Pese a ello, todas las evidencias que enumeraba? Es difícil saberlo
somos conscientes de los múltiples problemas que con exactitud. Al empezar a trabajar con la colección
conlleva y los indudables riesgos que acometemos al Siret del MAN consideramos que Flores sesgaba
estudiar una colección antigua. Las complejas vicisitu- voluntariamente la muestra recogida (Maicas, 1997:
des que ha sufrido la Colección Siret a lo largo de su 16), después de varios años estudiando yacimientos
historia han supuesto una pérdida de información excavados por él, consideramos que esto no es exacto
que puede llevar a cometer errores en la asignación y que cuando menos su recogida era representativa
de los conjuntos. Por ello y a la vista de los problemas del conjunto y en ningún caso arbitraria. Ante aglo-
surgidos en otros casos, como veremos más adelante, meraciones de material, como ocurre con la cerámica
procuramos ser muy cautos y extremar la atención al y el hueso, no pudo ser exhaustivo. Aún así, creemos
cotejo de la información directa (los materiales) y la que daba una gran importancia a la documentación
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de toda evidencia contenida en la estructura que exca- tórico-artísticos, llegará a España en 1881 para traba-
vaba y que en cualquier caso no elegía unos materia- jar con su hermano Enrique en una explotación mine-
les aquí y otros allá. Esto es, creemos que actuaba ra. Creemos que no es necesario detenernos en una
siempre de un mismo modo y acorde a un criterio semblanza completa del personaje, ya que son
continuado y por ello consideramos que la muestra muchos los autores que se han dedicado a ello (Casa-
conservada es reflejo del conjunto excavado, cuando nova de Parraga, 1965; Ripoll, 1985; Herguido, 1994;
menos de forma constante. Asumimos pues, que si Martín, 2001; Cauwe, 2003; Vega, 2004; por citar sólo
todos los yacimientos estudiados fueron excavados algunos).
por las mismas personas y con los mismos condicio- Como recoge Gerardo Vega en un reciente artícu-
nantes, aceptaremos entonces que los datos son al lo sobre la figura de Luis Siret, fue sin duda uno de los
menos, comparables entre sí. principales representantes de la Arqueología prehis-
La información que recogemos directamente de tórica española y uno de los personajes que ejerce
los fondos, no siempre coincide con la proporciona- mayor fascinación tanto entre los profesionales del
da por Flores, ello se debe fundamentalmente a pér- sector, como entre el público interesado en el tema
didas de material, por lo que consideramos particu- (Vega, 2004: 235). Es pues muy difícil contar algo
larmente necesario consignar conjuntamente la nuevo sobre Siret y sin embargo el estudio de su colec-
información debida a las anotaciones. Para ello y a ción aún ofrece sorpresas sobre su autor.
causa de los problemas que supone su interpretación Tres armarios conservan en el Archivo del MAN su
anotaremos las siguientes matizaciones. Cuando Flo- colección documental consistente en cartas, notas,
res menciona los términos “pedernales” o “guijarros” libros manuscritos, dibujos y fotografías. A la riqueza
consideraremos que se hace referencia a “Indetermi- de datos arqueológicos hay que sumar otros de carác-
nados” del apartado de Piedra Tallada de nuestra ter etnológico, botánico, geológico y muy especial-
ficha 2. Interpretamos “piedras” (salvo cuando mente artístico, ya que como es bien sabido Luis Siret
queda claro que se refiere a elementos de construc- era también un magnífico dibujante. Menos conocida
ción) como “Indeterminados” de Piedra Pulida. Cuan- es su faceta de restaurador y de arqueólogo experi-
do Flores habla de “Martillos” se refiere unas veces a mental. Así pues un científico sorprendente para la
éstos pero en otras ocasiones se trata de molederas segunda mitad del siglo XIX.
activas por lo que deberán ser consignados según el Como ya hemos mencionado, Siret en la mayoría de
apoyo de otros datos o bien quedarán incluidos en el los casos, no recoge personalmente la información,
apartado de “Indeterminados” de Piedra Pulida. siendo la familia Flores quien excava los yacimientos.
Casos similares encontramos en el uso de términos Luego Siret revisa las notas de su capataz y estudia los
como “escoplo”, “puñal”, etc. En ocasiones términos objetos, realizando minuciosas observaciones y comple-
como “pata de santo” no han podido ser descifrados. jas clasificaciones que aún hoy pueden asombrarnos.
Además de los datos escritos que nos proporcio- Por lo que respecta
nan los Flores, no son menos interesantes sus dibujos. a sus aportaciones al
A través de ellos es posible reconocer una determina- conocimiento general
da flecha o precisar si una hoja tiene o no retoque. de la industria ósea,
dejando a un lado
Enrique Siret sus magníficos dibujos,
puede señalarse el inte-
Son muchos los trabajos en los que se ha dado
rés de sus comentarios
cuenta de la personalidad y la obra de los hermanos
acerca del tipo de traba-
Siret, por lo que resulta innecesario acometer aquí
jos realizados sobre los
dicho tema. Pero si es interesante mencionar breve-
ídolos de Almizaraque.
mente que la documentación de la que partiremos
En su faceta experi-
apenas tiene relación con el mayor de los hermanos,
mental, Luis Siret rea-
ya que a su regreso a Bélgica se llevó buena parte de
liza diversos objetos
la Colección y documentación. Se conservan no obs-
líticos y metálicos como
tante en el Archivo del MAN algunos documentos y
medio de estudio de
cartas de cierto interés.
las diversas piezas que FIGURA I.3.–Buril experimental
Las notas autobiográficas de este autor han sido de L. Siret.
analiza, pero como ya
publicadas en Bélgica hace unos años (De Late,
hemos mencionado, la
1992).
industria ósea no es un material al que preste especial
atención. Tampoco lo hace en sus referencias, así en
Luis Siret
sus Listas Generales de Sepulturas, normalmente no
Luis Siret y Cels nació en Saint Nicolás de Waess indica cantidad exacta de piezas, se limita a marcar
(Bélgica), el 26 de agosto de 1860. Con una sólida for- con varias rayas la presencia y/o abundancia en un
mación familiar y académica en diversos aspectos his- yacimiento. Sólo excepcionalmente indica el número
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de piezas, como sucede en La Rambla de Huéchar 2, contrae matrimonio en marzo de 1891 y vuelve a
una estructura, que pormenoriza cuidadosamente. España con su mujer, así pues, es posible que fuese
En otros casos sus notas nos resultan confusas no a ella a quien dictase el texto.
pudiendo determinar con claridad a qué se refiere. Siret presentó esta obra al premio Martorell de
Éste es el caso de los que él denomina “os piquets”. 1892. El premio se declaró desierto, pero se conce-
dieron 3 accésit, uno de ellos a Luis Siret. El trabajo
La España Prehistórica no fue publicado como tal, a excepción de un resu-
El texto de L’Espagne Préhistorique no parece escri- men en la revista francesa L’Anthropologie (Herguido,
to directamente por Luis Siret. Este dato, en princi- 1994: 70).
pio desconcertante, no puede por ahora ser explica- L’Espagne Préhistorique se estructura en dos volúme-
do. La letra de Luis Siret nada tiene que ver con la nes. En uno el texto, acompañado de algunos dibujos
grafía que vemos en el manuscrito inédito que cons- sencillos y en otro magníficas láminas a tinta, colorea-
tituye una de las joyas del Archivo Siret del MAN La das en algún caso.
rotulación sin embargo y los dibujos sí correspon- Este manuscrito ha sido recientemente publicado
den a Luis Siret. Con ayuda de Pilar Martín, archive- por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía
ra del Museo, cotejamos la escritura del original con y la Editorial Arráez. Pese a ello, La España Prehistóri-
documentos de otros posibles autores, sin éxito. ca de Luis Siret, sigue planteando diversos interrogan-
Aunque en 1891 (fecha del manuscrito) Enrique tes a los aún no se ha atendido, como es el caso de
Siret ya no estaba con su hermano, volvimos a inten- yacimientos desconocidos actualmente o de atribucio-
tar una identificación a partir de las dos cartas con- nes espaciales imposibles que seguramente respon-
servadas en el Archivo. La letra de Enrique, pese a den a errores lógicos en un manuscrito no revisado en
los convencionalismos caligráficos de la época, nada su momento para publicación.
tiene que ver tampoco. Casanova de Párraga indica
su colaboración en la publicación que en 1893 se Lista General de Sepulturas Neolíticas, Eneolíticas y
recoge en la Revue des Questions Scientifiques de Bru- del Bronce Antiguo
selas (1965: 30). Posiblemente Luis Siret dictó o La portada de este manuscrito no está fechada,
bien hizo copiar sus papeles a alguien, pero ¿a pero en algunas tablas, Siret ha anotado una fecha.
quién? En esa fecha en Cuevas de Almanzora no Así junto a la tabla de Puntas de flecha, indica 16 de
sería fácil encontrar un posible ayudante, recorde- junio de 1907. En la p. 43, una tabla resume los tota-
mos que el texto está escrito en francés. Luis Siret les de piezas recuperados en las distintas sepulturas y
FIGURA I.4.–Lista General de Sepulturas. Manuscrito de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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está fechada en 1911. Otras anotaciones interiores son general contemplado en el resto de las listas es proba-
muy posteriores, así por ejemplo en la tabla de Braza- ble que se refiera al conjunto de sepulturas analiza-
letes de concha y piedra hay una nota, para Luis Peri- das, si bien con seguridad sólo se pueden reseñar dos
cot, que parece indicar que al menos en esa fecha piezas cuyos croquis indica como pertenecientes a
Siret le mostró o envió copia de la documentación (12 Millares y a Gor. Además él mismo indica, que se trata
abril 1932). de cifras aproximadas.
Este libro inédito, es sin duda la base de la publica-
ción de George y Vera Leisner sobre el megalitísmo del Herrerías, Historia y Geología
Sureste peninsular (Leisner, 1943). La estructura del En este manuscrito recoge diversos aspectos de los
libro es una larga serie de listas con datos cruzados que yacimientos excavados en el término de Cuevas de
no pueden por menos que recordarnos los modernos Almanzora. Acompaña sus observaciones sobre mate-
listados informáticos. En dichas tablas, Siret centra su riales y desarrollos culturales, con tablas acompañadas
atención en aspectos que hoy seguimos considerando de esquemáticos dibujos. Recoge información muy
importantes y los convierte en la cabecera de las colum- interesante de sitios como Las Palas, Diana, Tres
nas para pasar a ser los ítems observados en el análisis Cabezos, etc.
de las mismas: presencia o no de puertas de acceso a la
sepultura, construcción con ortostatos o mampostería, Cuadernos de Almizaraque
inhumación o incineración, cierre adintelado o por De todo el conjunto de cuadernos de excavación
falsa cúpula, forma de la planta, dimensiones de la (como tales) que recoge el archivo Siret del MAN,
cámara principal, número de individuos enterrados y sólo dos se han asignado directamente a L. Siret, los
piezas que componen el ajuar. restantes fueron escritos por la familia Flores, aunque
Siret diferencia los siguientes grupos de materia- la mano de L. Siret se detecte ocasionalmente en ano-
les: piedra pulida, hojas, trapecios, puntas de flecha, taciones sobre los escritos de los Flores. Anotaciones
brazaletes, metal, útiles de hueso, cuentas y colgantes, de excavación, no obstante, se realizaron también
ídolos, cerámica, restos animales y otros. En ésta últi- sobre diversos soportes, ya que Luis Siret parecía apro-
ma casilla recoge tanto materiales no reflejados en las vechar cualquier papel que tuviese a mano.
anteriores, como notas sobre aspectos diversos. Los “Los Cuadernos de Almizaraque”, son dos peque-
grupos de materiales no son como puede apreciarse ñas libretas con las siguientes notas en la portada:
homogéneos entre sí, no pretenden serlo. Hay una “Almizaraque 25 Noviembre 1903” y “23 Octubre
particular atención a la industria lítica y a los brazale- 1905”. El segundo cuaderno, salvo las primeras pági-
tes; es lógico que así sea porque Siret basa buena parte nas de anotaciones diversas, todo es, con seguridad,
de su argumentación cronológica en estos materiales. obra de L. Siret; pero no es éste el caso del primer
Hoy en día ambos grupos de materiales continúan cuaderno. Las primeras páginas del cuaderno de
teniendo un peso importante en la ordenación crono- 1903, presentan una grafía irregular y descuidada,
lógica de estos conjuntos de la Prehistoria Reciente. muy diferente a la de L. Siret (aún cuando se aprecien
Siret centra su estudio en este manuscrito en los diferencias en los distintos escritos de este autor).
periodos que el considera neolíticos y que indica Sobre estas páginas de autor desconocido, se superpo-
como N1, N2 y N3. En su opinión, N3 y N2 pueden ser nen algunas notas y comentarios de L. Siret. Es intere-
contemporáneos, estribando la diferencia entre sante a este respecto observar dos ejemplos: la página
ambos en “la presencia de otra raza, la de los orienta- 23 “Granero nº 2” está escrita con la grafía irregular
les que llegan a explotar la plata”. que venimos describiendo, mientras que en el margen
Desgraciadamente, en la industria ósea Siret apenas inferior, se anota con letra clara “Je ne trouve pas ces
se detiene, pero aún así, son interesantes los datos que 2 silos sur le plan”. Lo que parece indicar que D. Luis
aporta en sus tablas sobre brazaletes de concha e ídolos. tiene problemas para interpretar los datos que le ha
En las notas a su tabla de brazaletes, anillos y cre- pasado otra persona y localizarlos en el mapa que él
cientes de concha y piedra, Siret indica ya la abundan- realiza. Otro ejemplo lo tenemos al comparar las pági-
cia de estos materiales en su fase 1 y 2, siendo escasos nas 144 y 145 del cuaderno. La página de la izquierda
en la tres (que no obstante y como ya se mencionó, el presenta el dibujo de un silo en planta y alzado, la
considera contemporánea, pero con elementos forá- página derecha presenta 3 silos geminados igualmen-
neos). Además de esta lista, realiza un croquis con las te representados en planta y alzado, esta vez con indi-
dimensiones máximas y mínimas de dichos brazaletes cación de su contenido y con la fecha de agosto de
y de los fragmentos utilizados en los articulados. 1905, fecha ésta a la que seguramente se puede atri-
En otra lista del manuscrito, Siret centra su aten- buir el primer plano de conjunto. Se puede apreciar
ción en los ídolos. Según su relación corresponden a las diferencias claras entre ambas grafías y trazos. Con-
un total de 257 ídolos correspondientes a 49 sepultu- sultando el planos generales, creemos que se trata de
ras. De ellas, 201 son de hueso y 12 son de marfil. Des- la “Casa 15”.
graciadamente no indica en las cifras parciales a que La presencia de otra persona al frente de los pri-
yacimientos corresponden, pero dado el esquema meros trabajos en Almizaraque, sumada a la existencia
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de notas sobre papel de periódico, tan habituales en zas fósiles. Se indica que los cambios que se producen
los trabajos de Flores, cambia un poco la visión que se en el aspecto externo del ámbar se deben a la paulati-
tenía de las primeras excavaciones de este yacimiento. na pérdida de ácido succínico, característica que per-
Además estos datos nos permiten comprender mejor mite detectar su procedencia báltica. El cuestiona esta
la diferencia apreciable en los criterios de observación postura ya que la proporción de dicho ácido depende-
seguidos en el cuaderno, hasta la “Casa 15” y desde la rá del estado de conservación de la pieza analizada.
“Casa 16”. Este trabajo se recogerá brevemente en una publica-
Llegados a este punto, si no fue Luis Siret quien ción (Siret, 1913: 39).
escribió estas primeras páginas y realizó los dibujos Particular interés tienen aquí los estudios realizados
¿quién fue? Creemos que es a partir de la descripción sobre concha y sobre cuentas de huevo de avestruz. El
de la “Casa 16”, donde Luis Siret se hace cargo direc- libro de los análisis cuenta, además de las observaciones
tamente del cuaderno. Así pues, hasta esta página de Luis Siret con unas notas manuscritas fechadas en
145 y por lo tanto agosto de 1905, la letra es bastante Lovaina en 1907 por F. K. quien informa a Siret de la
indescifrable, al responder a una escritura rápida correcta caracterización de los materiales realizados
realizada directamente en el campo. Hay anotacio- sobre cáscara de huevo de avestruz. El autor realiza un
nes complejas y aunque los dibujos son en su mayo- estudio microscópico comparando conchas de lameli-
ría toscos, nada tiene que ver con los realizados por branquios con huevos de avestruz observando la mues-
los Flores, además el texto está escrito en francés, lo tra enviada y las muestras comparativas a luz natural y
que limita aún más las posibilidades. Al menos en con luz polarizada. El encabezamiento del informe
septiembre de 1903 y octubre de 1904, Enrique Siret habla de piezas prehistóricas de Argelia.
visita a su hermano en Almería (Herguido, 1994: 48- Otros papeles sueltos, le proporcionan la composi-
49), lo que lo convierte en el candidato idóneo para ción química diferenciada entre huesos, conchas y
la atribución de estas primeras páginas del Cuaderno cáscaras de huevo. Se trata de tablas y fichas sin fir-
1 de Almizaraque. Otra posibilidad no obstante, es mar, pero seguramente corresponden a R. Cala y se
que fuese Paulina Belpaire, quien ayudase en los pri- realizan en 1906, según las anotaciones que traslada
meros trabajos en Almizaraque. Paulina era hermana Siret a sus propias tablas. Este autor recoge a su vez
de la esposa de Siret y llegó a España a la muerte de otros análisis y concluye, no sin objeciones, que la pro-
esta, para hacerse cargo de sus sobrinos (Herguido, porción de magnesio es el factor determinante para
1994: 45-49). diferenciar los objetos realizados con cáscara de
huevo, hueso y concha.
Dibujos enviados a Bélgica A partir de estos análisis, Siret confeccionó sus pro-
Una carpeta conservada en el Archivo del MAN pias tablas, las cuales quedan recogidas en un conjun-
contiene láminas de dibujos que Luis enviaba a su to listados que le permiten determinar la naturaleza
padre y a juzgar por la nota de la portada, este guar- de algunos objetos de su colección. En “Analyses de
daba con orgullo. Algunos son bocetos para la Espa- coquilles d’oeufs d’autruche, de coquilles marines,
ña Prehistórica, pero otros aún pudiendo tener idén- d’os et de perles néolithiques de Millares” (en este
tico propósito, no fueron finalmente utilizados para caso la letra es sin lugar a dudas de Luis Siret), se reco-
esta obra. Entre estas láminas nos interesan las gen los datos de cuentas de collar de Millares 7, fren-
correspondientes a yacimientos calcolíticos de los te a las de otras procedencias, cáscara de huevo (de
que Siret realiza algunos detallados dibujos de piezas diversas aves), conchas y huesos.
de industria ósea.
El Libro de Los Millares
El libro de los análisis Aunque este manuscrito no tiene relación directa
Se trata en realidad de una carpeta heterogénea. con los yacimientos que constituyen el cuerpo central
En ella, Siret archivaba análisis y observaciones tanto de este trabajo, constituye uno de los documentos
suyas, como de otros autores a los que pide opinión y esenciales sobre dicho yacimiento y este es a su vez
análisis. El mayor peso cae sobre los materiales metá- una referencia ineludible para el conjunto estudiado.
licos, pero existen otros aspectos de gran interés, El libro de Los Millares fue la fuente esencial para la
como los estudios sobre cuentas de variscita, análisis información y documentación gráfica publicada por
de filones de Sierra Nevada, restos de ámbar, etc. Por Georg y Vera Leisner sobre este yacimiento (1943).
ejemplo en este último caso citado y dado lo contro- Además de estos manuscritos que constituyen
vertido de este aspecto, conviene señalar algunas de documentos agrupados bajo un mismo epígrafe. Se
las aportaciones que recoge Siret. En los “Ensayos de conservan otros sin relación directa con nuestros pro-
diferentes clases de ámbar”, se compara el ámbar loca- pósitos, así como un buen número de planos, anota-
lizado en sus yacimientos (más obscuro y frágil) con ciones breves, croquis, dibujos, etc. de más difícil
ámbar comercializado en el momento del estudio, ordenación, pero también de notable interés, para
hecho que atribuye a diferencias en las condiciones este y otros estudios sobre la Prehistoria del Sureste
de conservación ya que en ambos casos se trata de pie- peninsular.
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pudo llegar a publicar por si mismo, pero que fue, El trabajo de los Leisner, es utilizado por B. Blan-
junto con el libro de Los Millares, la base del trabajo de ce a comienzos de los 60, como punto de partida para
Die Megalithgräber der Iberischen Halbinsel: Der Süden, el suyo. Para esta autora, Los Millares es un asenta-
publicado en 1943. Obra que durante muchos años, ha miento aislado de carácter colonial, desarrollado gra-
servido de referencia para la sistematización del Neolí- cias al comercio oriental (1961: 192-202 y 1971). Sang-
tico al Bronce en el Sureste. meister relacionará los conjuntos funerarios con
En su Corpus, los investigadores alemanes han poblados descubiertos por Siret (1975: 277-291).
estudiado el archivo Siret y a partir de él toman la
información y buena parte de las ilustraciones para los A la luz de los Millares
yacimientos de Almería, Granada y Murcia, lo que
En la década de los 60, Pellicer da a conocer sus
constituye el cuerpo central de su obra (Maicas,
estudios estratigráficos de yacimientos neolíticos y cal-
2002). Sin negar su importante contribución, conside-
colíticos y Almagro y Arribas publican su trabajo sobre
ramos como ya indicarán Almagro y Arribas al estu-
el yacimiento de Los Millares retomando la informa-
diar Los Millares que: “... debieron ser más explícitos
ción transmitida por G. y V. Leisner, así como los
en la descripción y uso de su fuente de información”
datos proporcionados por sus excavaciones. A través
(1963: 24).
de estos datos intentan caracterizar la Cultura de los
Los Leisner proponen fases muy similares al esque-
Millares, con un referente claro en el Mediterráneo
ma planteado por Siret.
Oriental (Almagro y Arribas, 1963).
La revisión realizada por Acosta y Cruz-Auñón reba-
La cultura de Almería
ja el peso neolítico de los ítems analizados y considera
Bosch Gimpera también tendrá acceso a los diarios todo el conjunto dentro del Calcolítico (1981: 275-360).
de excavación de Flores y a los apuntes de Siret. A tra-
vés de ellos establece sus teorías de dualidad en el Crisis del modelo oriental y cambio de rumbo
Sureste: la Cultura de las Cuevas y la Cultura de Alme-
Ya en la década de los 70, la reexcavación de Arri-
ría. Defiende la diversidad geográfica de la Península
bas de Los Castillejos de Montefrío, dará lugar a una
como determinante de la formación de distintas cul-
estratigrafía de referencia obligada para el Sureste
turas (1944) y acuña la denominación, que pese a las
peninsular y a través de los trabajos de Renfrew, las
numerosas críticas, sigue apareciendo en la literatura
primeras dudas sobre el origen oriental (Arribas y
arqueológica (1969: 47-93).
Molina, 1978).
Bosch se centra en la cerámica como fósil director
A partir de los resultados de las primeras fechas
principal, considerando un origen africano para las
radiocarbónicas, la mayor antigüedad de los restos
culturas neolíticas del Sureste, pero valorando el peso
occidentales desarticula la explicación colonial. No
de un desarrollo local en las transformaciones de ese
obstante, algunos investigadores seguirán defendien-
Neolítico hacia los momentos de desarrollo metalúr-
do un modelo de influencia oriental. Otros por el
gico. Frente al difusionismo imperante, defiende un
contrario lo rechazarán plenamente y otros adoptarán
origen autóctono para los nuevos poblados amuralla-
una postura intermedia, pero en cualquier caso el
dos y sus enterramientos, aunque admite influencias
problema puede decirse que “se abandona” y la inves-
externas.
tigación se orienta hacia otros objetivos, como señaló
Define el Neolítico por la existencia de cerámica,
Fernández Miranda, olvidando algunos materiales
pero no adopta una postura similar respecto al cobre
“enojosos” (1992: 245).
como definidor del Calcolítico. De hecho señala que
Los estudios más recientes se han centrando en la
la presencia de este metal, no supone cambios signifi-
creciente complejidad social detectada entre estas
cativos en la economía de los grupos que lo conocen.
poblaciones y en su relación con medio ambiente
cambiante. Respecto a este último aspecto las opinio-
Más de lo mismo
nes se dividían entre los defensores de un paleoam-
En opinión de Alfredo Mederos, las circunstancias biente mucho más húmedo que el actual y los defen-
personales tanto de Bosch, como de otros arqueólo- sores de un paisaje sensiblemente similar al actual, lo
gos contemporáneos, explican el retraso que sufre la que hacía del agua un bien escaso y uno de los acica-
investigación de la Prehistoria Reciente en este tes del “progreso”. Tanto Gilman y Thornes (1985)
momento (Mederos, 1993-94: 3). como Chapman (1978: 261-274) defendieron el desa-
Los trabajos dirigidos por Martínez Santa-Olalla, al rrollo de una agricultura intensiva en un medio árido
frente del Seminario de Historia Primitiva, conocerán que requería sistemas de regadío. El análisis de Ramos
una repercusión limitada al ser muy pocas las publica- señaló la importancia en la economía de estas pobla-
ciones que den a conocer los estudios realizados. ciones de una agricultura de secano dominada por el
En la segunda mitad de los años 50, García Sán- cultivo de cereal (1981: 203-256). Frente a esta postu-
chez y Spahni estudian los conjuntos megalíticos de ra, autores como Lull, defendieron la menor aridez
Gor-Gorafe (1959). del medio almeriense en el pasado (1983).
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COMM. NOMENCLATURE RODANÉS, 1987 ADÁN, 1997 PASCUAL, 1998 MENESES, 1999 TIPOLOGÍA SURESTE
Apuntados Apuntados Apuntados Apuntados Apuntados Apuntados
Biselados Biselados Biselados Biselados Biselados Biselados
Denticulados Denticulados Dentados Denticulados
Perforados Perforados Perforados
Redondeados Romos Romos Romos Redondeados
Receptores Huecos Receptores Receptores Contenedores
Enmangables
Obj. Adorno Adornos Adornos
Bastón./Varillas
Azagayas
Propulsores
Compuestos Apunt.-romos Múltiples
Diversos Diversos Decorados
Matrices
Indeterminados
Ídolos Antropomorfos
TABLA I.2.–Familias contempladas en las tipologías de carácter general.
La normativa derivada de las publicaciones de la Datos conocidos sobre la industria ósea del sureste
Commission de Nomenclature unifica criterios y plantea
útiles referencias de catalogación, pero sigue sin resol- Tenemos datos muy vagos aún de la industria
ver algunos problemas: ósea neolítica recuperada en los yacimientos del
área concreta de nuestro estudio, con niveles muy
1. Se intenta una definición clara para cada tipo, diferentes de información de unos a otros. Podemos
pero luego se introducen en él variantes que no citar así, poblados como Cuartillas (Fernández
se ajustan a la descripción propuesta (Cahier Miranda et alii, 1993), El Arteal (Maicas y Montero,
III, tipo 2). 1998), Terrera-Ventura (Gusi y Olaria, 1991) o las
más antiguas sepulturas del grupo de Purchena (de
2. Algunos objetos pueden ser incluidos en distintos
la Peña y Montes de Oca, 1986 y Maicas, 1997), Pala-
tipos, como es el caso de algunas varillas (Ador-
cés (Siret y Siret, 1890 y Deramaix, 1992: 41-43),
nos y “puntas completamente facetadas”).
Puerto Blanco (Siret y Siret, 1890 y Deramaix, 1992:
3. Al unir los conceptos empleados para la separa- 45-47) entre otras.
ción de los grandes grupos de útiles, Apunta- Pese a que se ha escrito bastante acerca del amplio
dos, Biselados, Redondeados y Receptores, a conjunto cronológico en que se insertarían los ante-
otros grupos como el de Adornos o el de Ído- riores ejemplos, la que tradicionalmente se ha llama-
los, se utilizan dos criterios diferentes: forma y do Cultura de Almería sigue estando sin definir clara-
función. mente. De su industria ósea se ha dicho que era
4. Finalmente es posible con este criterio catalo- exigua (Acosta y Cruz Auñón, 1981), pero lo cierto es
gar piezas completas, pero no muchos fragmen- que es muy poca la información disponible hasta el
tos, que son la mayoría de la muestra. momento sobre estos materiales óseos (Maicas, 1997:
11). Al tratarse de piezas de elaboración sencilla,
A principios de los 80, autores centrados en el estu- como ya se ha mencionado, no es difícil encontrar
dio del paleolítico realizan aportaciones a la sistemati- estos útiles en un amplio marco cultural y geográfico,
zación de la industria ósea postpaleolítica (Utrilla y lo que ha motivado que, los estudios sobre estas piezas
Baldellou, 1982: 25-58). Pero será la publicación de la hayan sido bastante relegados por la mayoría de los
tesis de J. M. Rodanés la que supuso una referencia investigadores. Menor es aún si cabe, la información
obligada. A este trabajo siguieron otros, como son los disponible en concreto para el Neolítico Antiguo, ya
de Josep Luis Pascual (1998) y M.ª Dolores Meneses que en la mayor parte de los casos no se ha publicado
(1998), que afianzan el sistema descriptivo y analítico la información pormenorizada de los yacimientos cita-
de los estudios de material óseo. dos en este periodo (Pellicer, 1995: Fig. 3). En este
estado, se toman como referencia estudios realizados
en importantes yacimientos de áreas próximas, como
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pueda ser la Cueva de Nerja en Málaga (Rodanés, pecto al Neolítico Antiguo, para volver a descender en
1997) o la Cueva de La Carigüela y Cueva de la Venta- el Neolítico Final (Pellicer, 1995: 93). Esta teoría está
na en Granada (Salvatierra, 1980). basada en los datos conocidos de otras industrias
Como visión de conjunto se defiende un aumento óseas, pero como veremos el panorama mostrado por
de la industria ósea durante el Neolítico Medio res- los conjuntos almerienses es diferente.
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