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Introducción
La transición mexicana:
cultura e identidad política
La transición mexicana
, Cárdenas García, Nicolás, y Guerra Manzo, Enrique, 1996, "México: obstáculos de la transición a la de-
mocracia", en Yocelevzky R., Ricardo A. (comp.), Experimentos con la democracia en América Latina, p.
185. México. UAM-X.
2 Woldenberg, José, 2006, -El cambio electoral: casi 30 arios·, en Attili, Antonella, Treinta. a.ños de cam-
bios políticos en México, p. 51, México, Cámara de Diputados/UAM-I/Miguel Ángel Porrúa.
3 Cárdenas Garcfa, op. cit., p. 186.
~ Reyes del Campillo, Juan F., y Hernández Vicencio, Tania, 2006, ·Partidos y sistemas de partidos en
México: de la hegemonía al pluralismo", en Attili, Antonella, Treinta años de cambios políticos en México,
p. 108, México, Cámara de Diputados/UAM-I/Miguel Ángel Porrúa.
5 Dahl, Robert A. , 2002, Poliarquía: participación y oposición, Madrid, Tecnos.
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día no hay un acuerdo entre los transitólogos para definir las características
determinantes que den cuenta del fin de la transición hacia la democracia, En
este contexto, encontramos dos interpretaciones; una de ella refiere que la
alternancia no ha sido argumento suficiente para proclamar el cumplimiento de
la democracia, además de que la sociedad civil ha quedado cerrada y en reza-
go: 'las elecciones libres, la alternancia política y una institucionalidad demo-
crática no se traducen necesariamente en cambios en las relaciones sociales
yen el modelo económico, En tal sentido, existe un vacío de intermediaciones
normativas, políticas e institucionales necesarias para hacer de algún modo
congruente y compatible la democracia normativa con la democracia social',6
Ahora bien, esta es sólo una postura, por ello no podemos vislumbrar
todo el campo de estudio político, así que retomamos otra postura, no nece-
sariamente antagónica, pero que pone en duda el planteamiento anterior: 'si
seguimos la teoría con rigor, habrá que admitir que en México la transición
democrática concluyó el 2 de julio del 2000, con la derrota del PRI y la llegada
de un nuevo partido al poder político, y que a partir del 1 de diciembre de ese
mismo año iniciamos una nueva fase del cambio político que, como tal, pre-
senta rasgos particulares respecto de la fase precedente de la transición', 7 En
otras palabras, 'el triunfo de Vicente Fox en la elección presidencial de 2000
no fue un hecho sorpresivo, Fue la culminación de una serie de cambios que
se venían operando en el sistema electoral, en el ámbito de la oposición par-
tidista y de las orientaciones del electorado, que permitió despejar cualquier
duda acerca del fin de la transición a la democracia", 6 Si seguimos los ideales
de esta concepción, en donde la alternancia del partido político en el gobierno
inició la fase de "instauración democrática', ésta consistió fundamentalmente
de dos elementos: la destitución autoritaria y la instauración democrática,
En este momento podemos afirmar que formalmente, o teóricamente,
como lo plantea Cansino, hemos concluido la transición a la democracia, sin
embargo hay un problema de consolidación y por ello debemos decir que "esta
transición democrática es frágil e inacabada, y no puede consolidarse sin una
profunda reforma del Estado y, por tanto, de las relaciones entre los ciudada-
11 Álvarez Enríquez, Lucía, 2003, ·Sociedad civil y construcción democrática", en Mefapolílica, núm. 3D,
julio-agosto, p. 122, México.
7 Cansino, César, 2002, "La transición continua y la instauración democrática", en Álvarez, Lucía, La 5~
eiedad civil ante la transición democrálica, p. 40, México, Plaza y Valdés.
8 Palma, Esperanza, 2004, Las bases de la alternancia en México: un estudio del PAN y el PRO durante la
democratización, p. 269, México, UAM-AlCSH.
g Dlvera, J. Alberto, 2003, ·Sociedad civil y perplejidad ante la democracia·, en Melapolítlca, núm, 3D,
julio-agosto, p. 113, México.
10 En este sentido, para nosotros hay una gran diferencia entre la democracia y el grado que ésta implique
en la sociedad; en palabras de Sartori: "La democracia es una cosa, el grado de democracia y la demo-
cratización, otra distinta", Sartori, Giovanni, 1992, Elementos de teoría política, p. 48, España, Alianza.
11 Dentro del concepto ·cultura polrtica" es común encontrar las concepciones de "G. Almond y S. Verba,
Civic Culture (1963). Tanto sus cñticos como sus apologistas dedicaron varios volúmenes a analizar una
que fue, sin duda, la obra pionera de la política comparada. Ha sido catalogada como la obra clásica y más
influyente en el tratamiento de la cultura política. Sin embargo, cuatro décadas después ha sido amplia-
mente superada", Heras Gómez, Letida, 2002, "Cultura política: el estado del arte contemporáneo·, en
Reffexión poN/ica, núm. 8, diciembre, pp. 181-191, Colombia, Universidad Autónoma de Bucaramanga.
1:l Peschard, Jacqueline, 2003, La cul/ura polílica democridica, p. 9, México, IFE.
18 Krotz, Esteban, 1996, "Aproximaciones a la cultura política mexicana como fenómeno y como tema de
estudio·, en Krotz, Esteban (coord.), El estudio de la cultura política en México (perspectivas disciplina-
rias y actores políticos), pp. 30-31, México, Conaculta, CIESAS.
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convenientes en la búsqueda del desarrollo en todos los ámbitos. Tras estos
procesos de intervención se va generando una identidad con los demás inte-
grantes para seguir los procesos sociales. Concebiremos a la identidad como
aquella que 'se refiere a una representación que tiene el sujeto. Significa, por
lo tanto, aquello con lo que el sujeto se identifica a sí mismo','4 aunque se
generaliza para volverse identidad colectiva al confrontarse con otras identi-
dades, pero que al final se logra integrar en un mismo proyecto. Es decir, 'la
vida colectiva, como la vida mental del individuo, se hace de representaciones;
es pues presumible que representaciones individuales y representaciones so-
ciales sean de alguna manera comparables. En efecto, al intentar poner de
manifiesto los individuales y los colectivos, apoyan la misma relación con su
sustrato respectivo' .'5
Luego entonces, cuando hablamos de identidad colectiva nos referimos
a 'lo que un sujeto se representa cuando se reconoce o reconoce a otra per-
sona como miembro, es una representación intersubjetiva compartida por una
mayoría de los miembros que constituirán un sí mismo colectivo'.'6 La identidad
colectiva es una de las variables más importantes de la cultura política, puesto
que se da como modelo robustecido, menos sujeto a los cambios constantes
ocasionados por las coyunturas de fenómenos políticos en una sociedad. Así,
la cultura política pretende indagar cómo percibe una población el universo de
las relaciones que tienen que ver con el ejercicio del mandato y la obediencia,
y cómo los asume, qué tipo de actitudes, reacciones y expectativas provoca y
de qué manera éstas tienen un impacto sobre el universo político'.'"
'Los espacios de la cultura son territorios de lo político que, paulatina-
mente, determinados tipos de jóvenes tienden a apropiárselos y a usarlos, lo
cual contribuye al tejido de la construcción de identidades juveniles"8 y de la
cultura política. Los jóvenes mexicanos se han visto envueltos en escenarios
de transición política, crisis económicas, limitaciones sociales, desempleo, in-
seguridad, amplio espacio entre pobres y ricos, etcétera; sin embargo, 'los
jóvenes son individuos capaces de participar en un sistema democrático de
14 Villoro, Luis, 1998, Estado plural, pluralida.d de culturas, p. 64, México, Paid6s-UNAM.
115Durkheim, t:mile, 1898, "Représentations individuelles et représentations collectives·, en Revue de mé-
taphysique et de mora/e, tomo VI, pp. 3-4, Parfs.
le Villoro, op. cit., p. 64.
17 Peschard, op. cit" p. 10.
18 Nateras Domfnguez, Alfredo, 2004, "Trayectos y desplazamientos de la condición juvenil contemporá-
Con las reformas que se han dado en los últimos años, podemos encontrar
la asignación de importancia de los partidos en la ordenación del Estado: se
amplía el margen de participación en las elecciones; se suministra un mejor
pluralismo en la conformación del Congreso a nivel nacional; se abren las
puertas a las competencias en las elecciones. Es decir, los partidos políticos
tienen la posibilidad de participar en cualquier elección, sean municipales,
estatales o federales, y por ello podemos asegurar que existen alternativas
para la conformación de los actores que nos representarán en la toma de
decisiones. La transición a la democracia ha sido en el terreno electoral y
en el del sistema de partidos, éstos son sin lugar a dudas parte fundamental
para poder democratizar las esferas de la vida pública. Dentro de nuestra
sociedad es menester contar con ordenaciones que permitan al individuo
constituirse como parte de un grupo. En este tenor, la inserción del joven a
la sociedad está moldeada por un proceso de transición en el que la cultura
política no tiene raíces que puedan integrar a los jóvenes, pero tampoco al
resto de los mexicanos.
El contexto de transición política en nuestro país es inestable, por ello
no puede haber pretensiones de una cultura política participativa, informada y
siempre dispuesta a decidir en el espacio público, debido a que el escenario
actual no tiene las condiciones necesarias para permear. Es decir, la transición
política en México no ha establecido instituciones fuertes y sólidas, sino que
están en continuo cambio, y por ello el rechazo generalizado a converger y
apoyar a las instituciones políticas. Nuestro gobierno no ha sido consolidado,
por ello no se puede exigir una cultura política interactiva entre el gobierno y
sus ciudadanos, debido a que nuestro régimen democrático no ha sido asegu-
rado, o por lo menos estabilizado.
1" Monsiváis Carrillo, Alejandro, 2002, ·Ciudadanía y juventud: elementos para una articulación conceptual-,
en PerfIles laünoamericanos, núm. 20, p. 172, México, Flacso.
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La cultura política de los ciudadanos más bien ha tendido a ser cambian-
te en cortos lapsos, en los que se le ha presentado la oportunidad de expresar
sus opiniones acerca del ámbito político. Más bien se está viviendo un proceso
en el que se busca consolidar la democracia, y por tanto las instituciones son
muy frágiles; así, no hay régimen estable que pueda describirse con claridad,
es decir que estamos en un proceso de formación y consolidación de la de-
mocracia, y los ciudadanos no están muy seguros de qué es lo que en verdad
los está representando. Para demandar una cultura política participativa y pre-
positiva se debe consolidar el régimen democrático o cualquier otre; mientras
tanto, sabemos que las identidades y representaciones políticas acerca de los
espacios públicos seguirán siendo cambiantes y frágiles.
:xl Fernández Ham, Patricia, y Ehrenfeld L., Noemr, 2002, -La generación joven a principio del siglo XXI",
en Encuesta Na.cional de la Juventud 2000, p. 71, México, IMJ.
Cuadro 1
Frecuencia con la que lees, ves o escuchas noticias o programas
sobre o asuntos públicos
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Los datos del cuadro 2 muestran que, en general, hay un bajo nivel de
aprobación a la mayoría de las instituciones, entre las cuales, las instituciones
sociales alcanzan los mejores niveles, como es el caso de la familia, los médi-
cos, el ejército, la Iglesia y los maestros, con calificación de 7.5 a 9. Por otro
lado, las instituciones políticas, tales como los partidos políticos, el Congreso,
las organizaciones sociales y el presidente del IFE, muestran una calificación
considerablemente menor, que va de 5.3 a 7.5, siendo estas últimas las que
tienen mayor representación en la política.
Cuadro 2
Cuadro 4
9.01% 20.00%
Cuadro realizado con las preguntas: de la ENCUP-2005: ¿Qué cree usted que es mejor
para el país?, y de la ENJ-2005: ¿Para gobernar al país qué es preferible?
21 Cuna Pérez, Enrique, 2005, ·Cultura política democrática y élite partidista ante las elecciones preSiden-
ciales de 2006", en El Cotidiano, núm. 181, mayo-junio, p. 26, México, UAM-A.
22 Lechner, Norbert, 1997, Cultura política y gabernabilidad democ rática, p. 12, México, IFE.
23 Giralda, Jorge, et al., 2004, "Entre champetuos, pupys y harcoretos: identidades juveniles en Santa Ma-
ría", en Tabula rasa, núm. 2, p. 216, Colombia, Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca.
24 Ocampo Talero, Angélica Marfa, 2000, "Identidades y escenarios culturales de agrupación juvenil", artf-
culo presentado en el encuentro "Lo juvenil popular en América Latina y el Caribe" J realizado en el DEI
del 2 al 15 de diciembre del 2000.
25 Cuna Pérez, op. cit., p. 26.
25 Cuna Pérez, Enrique, 2007, "Democracia electoral y participación política juvenil. Análisis de la propuesta
partidista dirigida a los jóvenes en las elecciones presidenciales de 2006", en El Cotidiano, núm. 145, p.
24, México, UAM-A.
::IT Véase García Canclini, Néstor, 1995, COlJsumidor8s y ciudadanos. Conflic/os multicultut;;.fes de fa glo-
balizac¡(m, México, Grijalbo.
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lores fundamentales la equidad y la libertad, bajo amenaza de muerte'.28 Sin
embargo, no podemos dejar de lado lo importante que es construir, por parte
del gobierno, 'escenarios adecuados para que la juventud se convierta en un
actor por derecho propio en la construcción de la democracia en México y que
debe pasar por una reflexión sustantiva en torno de la manera en que se arti-
cula la constitución de una ciudadanía plural e incluyente, con la naturaleza de
las problemáticas, las identidades y la acción juvenil'.29
A manera de conclusión
La forma de gobierno que tenemos y las representaciones de los ciudadanos
han pasado por un periodo de cambios constantes que nos han ido permi-
tiendo una sociedad con mayores espacios de participación política. En este
sentido, vemos que los mexicanos se encuentran en un proceso de inserción
a la sociedad política. Hemos podido constatar que los jóvenes no tienen di-
ferencias considerables que permitan determinar sus identidades y represen-
taciones políticas.
El resultado de las comparaciones en los cuadros ha mostrado que en
algunas cuestiones los jóvenes son mejores partícipes en la vida pública que
el resto de los mexicanos, pero en otras no. Por ello no podemos afirmar que
los jóvenes son menos activos a la hora de participar. El proceso de transición
política en México no puede sostener una cultura política interactiva entre el
Estado y los ciudadanos, puesto que nuestro régimen democrático no ha sido
consolidado y por tanto no incluye acuerdos entre los actores políticos. De ahí
que la actitud de los mexicanos sea de un gran desencanto por la política.
Hay un desinterés generalizado por el espacio político, tanto de los jóve-
nes como de los adultos, e incluso, en algunas percepciones los jóvenes son
más positivos que el resto de los mexicanos. Los jóvenes no son tan apáticos
o diferentes al resto de los mexicanos en términos políticos, como pudiera
parecer, puesto que no hay condiciones suficientes que permitan determinar
diferencias con los demás mexicanos; esto significa que la edad o la etapa de
~I!I Cañas Restrepo, Juan José, 2003, ·Ciudadaníajuvenil: exclusión-inserción ", en Última década, núm. 19,
p. 5, Chile, Centro de Investigación y Difusión Poblacional de Achupallas.
2ll Monsiváis Carrillo, op. cit., p. 158.
Cuna Pérez, Enrique, 2006, 'Cultura polftlca democrática y élite partidista ante las elecciones
presidenciales de 2006', en El Cotidiano, núm. 133, pp. 147-192, México, UAM-A.
Giraldo, Jorge et al., 2004, 'Entre champetuos, pupys y harcoretos: identidades juveniles en
Santa María!, en Tabula rasa, núm. 2, pp. 213-227, Colombia, Universidad Colegio Mayor
de Cundinamarca.
Heras G6mez, Letida, 2002, 'Cultura política: el estado del arte contemporáneo", en Reflexión po-
lítica, núm. 8, diciembre, pp. 181-191, Colombia, Universidad Autónoma de Bucaramanga.
Krotz, Esteban, 1996, 'Aproximaciones a la cultura política mexicana como fenómeno y como
tema de estudia!, en Krotz, Esteban (coord.), El estudio de la cultura pollfica en México
(perspectivas disciplinarias y actores palmeos), México, Conaculta, CIESAS.
Monsiváis Carrillo, Alejandro, 2002, 'Ciudadanía y juventud: elementos para una articulación
conceptual", en Perfiles latinoamericanos, núm. 20, pp. 157-176, México, Flacso.
Nateras Domínguez, Alfredo, 2004, 'Trayectos y desplazamientos de la condición juvenil con-
temporánea", en El Cotidiano, núm. 126, México, UAM-A.
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