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Leonel Flores Vega

Introducción

as sociedades han ido construyendo estructuras


en las que cada individuo que desee integrarse a
un colectivo debe poseer ciertas características.
El joven se encuentra en un proceso de inserción
a la sociedad que va dirigido a encontrar la vida
adulta. Uno de los fenómenos que juegan un papel importan-
te a la hora de elegir cuáles serán las actitudes más idóneas
para integrarse de una forma adecuada y así poder adquirir
una identidad en el plano político, es la transición mexicana;
este proceso por el que pasa el país va confeccionando la
forma de pensar y de actuar de los jóvenes mexicanos.

L---_JDlfEn 86 _ _-----, IDENTIDADES JUVENILES Y CULTURA


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En la transición política de México las estructuras que coexisten no son
lo suficientemente estables para dar cabida a una cultura política consistente,
más bien las condiciones reflejan un gran desinterés por identificarse con las
instituciones políticas. Es decir, no se puede pretender una cultura política que
sea propositiva, participativa y deliberante, puesto que nuestro régimen demo-
crático no ha sido consolidado o por lo menos equilibrado. En este sentido, no
podemos distinguir si son efectivamente los jóvenes quienes tienen una cultura
política débil o negativa en relación con el resto de los mexicanos, puesto que
el mismo proceso de transición provoca que la identidad política sea versátil.
Ahora bien, nuestro esbozo va encaminado a describir la cultura (re-
presentaciones) política de los jóvenes en relación con la del resto de los
mexicanos, utilizando datos que emanan de la Encuesta de Cultura Política y
Prácticas Ciudadanas 2005, y de la Encuesta Nacional de la Juventud 2005.
Aunque son dos encuestas que dan vida a investigaciones muy grandes nos
enfocaremos a las percepciones y caracterizaciones de los jóvenes como ac-
tores que se están formando, contrastándolo con el resto de los mexicanos
respecto de las imágenes que cada uno posee de la vida pública.

La transición mexicana:
cultura e identidad política
La transición mexicana

La transición a la democracia ha sido uno de los mayores anhelos que han


tenido tanto los ciudadanos como los partidos opositores. No obstante varios
elementos no han favorecido esa transición, como 'la división de las élites, el
desencuentro entre éstas y el pueblo, la amplia brecha entre el México mo-
derno y el tradicional, el sacrificio de la democracia en aras del crecimiento
económico, la falta de vocación democrática del liderazgo pos revolucionario y
la compleja red tejida en los largos años de estabilidad: el corporativismo, el
clientelismo, la represión y la cooptación de disidentes'. 1

, Cárdenas García, Nicolás, y Guerra Manzo, Enrique, 1996, "México: obstáculos de la transición a la de-
mocracia", en Yocelevzky R., Ricardo A. (comp.), Experimentos con la democracia en América Latina, p.
185. México. UAM-X.

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No es sino hasta los últimos treinta años cuando se logra crear una aper-
tura para incluir a todos los que estén dispuestos y en posibilidades de compe-
tir por los votos de la ciudadanía. Sin embargo, este fue un proceso paulatino
que tuvo que retomar el 'amplio ciclo de reformas electorales de 1977 a 1996:
el paulatino avance en el diseño de las reglas y en las instituciones que en un
primer momento permitieron la incorporación de fuerzas políticas significativas;
el fortalecimiento de los partidos con la ampliación de sus prerrogativas'.'
Entre estas reformas podemos encontrar la asignación de importancia de los
partidos en la ordenación del Estado, ampliando el margen de participación en
las elecciones.
Este legado de vida política, por parte de un gobierno autoritario, no
permitía la competitividad del sistema de partidos; había competencia, pero no
se encontraban en las mismas condiciones. Aunque después de haber iniciado
un proceso de avances, en las elecciones de 1988, pese a todas sus arbitra-
riedades, podemos notar que 'las elecciones de 1991 y 1994, estas últimas
las más vigiladas y limpias de nuestra historia, le dieron un triunfo aplastante
al PRI y a la política económica del salinismo. Esto nos habla de las profundas
raíces históricas del régimen posrevolucionario en la cultura política de la so-
ciedad civil'.3 Sin embargo, estas tendencias deben contrarrestarse gradual-
mente desde los aspectos normativos o legales, pasando por las instituciones,
y finalmente crear una nueva cultura política por parte de la ciudadanía y por
parte de los actores políticos que sean capaces de concertar los puntos nece-
sarios para que nuestro sistema político sea más competitivo.
Entonces, podemos reflexionar que 'en México el fortalecimiento del
sistema de partidos se dio a partir del cambio de una estructura de compe-
tencia interpartidaria cerrada, a una estructura de competencia abierta. Con
ello se dio, en buena medida, la transición política a la democracia'. 4 La tran-
sición a la democracia significa un cambio en las reglas del juego, esto puede
identificarse porque los regímenes no democráticos carecen de participación
y competencia,6 si carecen de alguno de estos dos no hay democracia. Hoy

2 Woldenberg, José, 2006, -El cambio electoral: casi 30 arios·, en Attili, Antonella, Treinta. a.ños de cam-
bios políticos en México, p. 51, México, Cámara de Diputados/UAM-I/Miguel Ángel Porrúa.
3 Cárdenas Garcfa, op. cit., p. 186.
~ Reyes del Campillo, Juan F., y Hernández Vicencio, Tania, 2006, ·Partidos y sistemas de partidos en
México: de la hegemonía al pluralismo", en Attili, Antonella, Treinta años de cambios políticos en México,
p. 108, México, Cámara de Diputados/UAM-I/Miguel Ángel Porrúa.
5 Dahl, Robert A. , 2002, Poliarquía: participación y oposición, Madrid, Tecnos.

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IDENTIDADES JUVENilES Y CULTURA
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día no hay un acuerdo entre los transitólogos para definir las características
determinantes que den cuenta del fin de la transición hacia la democracia, En
este contexto, encontramos dos interpretaciones; una de ella refiere que la
alternancia no ha sido argumento suficiente para proclamar el cumplimiento de
la democracia, además de que la sociedad civil ha quedado cerrada y en reza-
go: 'las elecciones libres, la alternancia política y una institucionalidad demo-
crática no se traducen necesariamente en cambios en las relaciones sociales
yen el modelo económico, En tal sentido, existe un vacío de intermediaciones
normativas, políticas e institucionales necesarias para hacer de algún modo
congruente y compatible la democracia normativa con la democracia social',6
Ahora bien, esta es sólo una postura, por ello no podemos vislumbrar
todo el campo de estudio político, así que retomamos otra postura, no nece-
sariamente antagónica, pero que pone en duda el planteamiento anterior: 'si
seguimos la teoría con rigor, habrá que admitir que en México la transición
democrática concluyó el 2 de julio del 2000, con la derrota del PRI y la llegada
de un nuevo partido al poder político, y que a partir del 1 de diciembre de ese
mismo año iniciamos una nueva fase del cambio político que, como tal, pre-
senta rasgos particulares respecto de la fase precedente de la transición', 7 En
otras palabras, 'el triunfo de Vicente Fox en la elección presidencial de 2000
no fue un hecho sorpresivo, Fue la culminación de una serie de cambios que
se venían operando en el sistema electoral, en el ámbito de la oposición par-
tidista y de las orientaciones del electorado, que permitió despejar cualquier
duda acerca del fin de la transición a la democracia", 6 Si seguimos los ideales
de esta concepción, en donde la alternancia del partido político en el gobierno
inició la fase de "instauración democrática', ésta consistió fundamentalmente
de dos elementos: la destitución autoritaria y la instauración democrática,
En este momento podemos afirmar que formalmente, o teóricamente,
como lo plantea Cansino, hemos concluido la transición a la democracia, sin
embargo hay un problema de consolidación y por ello debemos decir que "esta
transición democrática es frágil e inacabada, y no puede consolidarse sin una
profunda reforma del Estado y, por tanto, de las relaciones entre los ciudada-

11 Álvarez Enríquez, Lucía, 2003, ·Sociedad civil y construcción democrática", en Mefapolílica, núm. 3D,
julio-agosto, p. 122, México.
7 Cansino, César, 2002, "La transición continua y la instauración democrática", en Álvarez, Lucía, La 5~
eiedad civil ante la transición democrálica, p. 40, México, Plaza y Valdés.
8 Palma, Esperanza, 2004, Las bases de la alternancia en México: un estudio del PAN y el PRO durante la
democratización, p. 269, México, UAM-AlCSH.

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nos y el gobierno, o dicho de otra manera más amplia aún, entre la sociedad
y el Estado', 9 pues no hay gran satisfacción y mucho menos confianza entre
los ciudadanos respecto de la vida democrática 10 que tanto presumen nuestros
dirigentes políticos. Es decir, se tiene que buscar la instauración y la conso-
lidación de la democracia hasta el punto en que se logre realizar y mantener
los elementos claves para conformar una identidad y cultura política donde no
haya cabida para la exclusión ni para la polarización social.

Cultura e Identidad politlea

Entenderemos por cultura política:" 'los valores, concepciones y actitudes que


se orientan hacia el ámbito específicamente político, es decir, el conjunto de
elementos que configuran la percepción subjetiva que tiene una población res-
pecto del poder'. 12 La cultura política debe ser vista como parte de un proceso
que ha sucedido a lo largo de la historia, tal como lo ha testificado Krotz, quien
plantea que nuestro país tiene sus propias reglas y organizaciones sociales que
responden a las diversas culturas que prevalecen en México. En tal sentido,
'esta diversidad cultural se refiere también a las formas de concebir y de justi-
ficar, de ejercer y de estructurar el poder y no es anulada por la existencia de
elementos culturales ampliamente compartidos en el país a causa de la historia
nacional y de la acción de las instituciones estatales'. 13 Por ello podemos dar-
nos cuenta de que la cultura política tiene que ver con el lugar donde residimos,
donde nos desarrollamos y el que ocupamos dentro de un régimen político.
Ahora bien, los actores se identifican con algún proyecto y se involucran
en él de una forma colectiva para poder realizar las acciones que se crean

g Dlvera, J. Alberto, 2003, ·Sociedad civil y perplejidad ante la democracia·, en Melapolítlca, núm, 3D,
julio-agosto, p. 113, México.
10 En este sentido, para nosotros hay una gran diferencia entre la democracia y el grado que ésta implique
en la sociedad; en palabras de Sartori: "La democracia es una cosa, el grado de democracia y la demo-
cratización, otra distinta", Sartori, Giovanni, 1992, Elementos de teoría política, p. 48, España, Alianza.
11 Dentro del concepto ·cultura polrtica" es común encontrar las concepciones de "G. Almond y S. Verba,
Civic Culture (1963). Tanto sus cñticos como sus apologistas dedicaron varios volúmenes a analizar una
que fue, sin duda, la obra pionera de la política comparada. Ha sido catalogada como la obra clásica y más
influyente en el tratamiento de la cultura política. Sin embargo, cuatro décadas después ha sido amplia-
mente superada", Heras Gómez, Letida, 2002, "Cultura política: el estado del arte contemporáneo·, en
Reffexión poN/ica, núm. 8, diciembre, pp. 181-191, Colombia, Universidad Autónoma de Bucaramanga.
1:l Peschard, Jacqueline, 2003, La cul/ura polílica democridica, p. 9, México, IFE.
18 Krotz, Esteban, 1996, "Aproximaciones a la cultura política mexicana como fenómeno y como tema de
estudio·, en Krotz, Esteban (coord.), El estudio de la cultura política en México (perspectivas disciplina-
rias y actores políticos), pp. 30-31, México, Conaculta, CIESAS.

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IDENTIDADES JUVENILES Y CULTURA
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convenientes en la búsqueda del desarrollo en todos los ámbitos. Tras estos
procesos de intervención se va generando una identidad con los demás inte-
grantes para seguir los procesos sociales. Concebiremos a la identidad como
aquella que 'se refiere a una representación que tiene el sujeto. Significa, por
lo tanto, aquello con lo que el sujeto se identifica a sí mismo','4 aunque se
generaliza para volverse identidad colectiva al confrontarse con otras identi-
dades, pero que al final se logra integrar en un mismo proyecto. Es decir, 'la
vida colectiva, como la vida mental del individuo, se hace de representaciones;
es pues presumible que representaciones individuales y representaciones so-
ciales sean de alguna manera comparables. En efecto, al intentar poner de
manifiesto los individuales y los colectivos, apoyan la misma relación con su
sustrato respectivo' .'5
Luego entonces, cuando hablamos de identidad colectiva nos referimos
a 'lo que un sujeto se representa cuando se reconoce o reconoce a otra per-
sona como miembro, es una representación intersubjetiva compartida por una
mayoría de los miembros que constituirán un sí mismo colectivo'.'6 La identidad
colectiva es una de las variables más importantes de la cultura política, puesto
que se da como modelo robustecido, menos sujeto a los cambios constantes
ocasionados por las coyunturas de fenómenos políticos en una sociedad. Así,
la cultura política pretende indagar cómo percibe una población el universo de
las relaciones que tienen que ver con el ejercicio del mandato y la obediencia,
y cómo los asume, qué tipo de actitudes, reacciones y expectativas provoca y
de qué manera éstas tienen un impacto sobre el universo político'.'"
'Los espacios de la cultura son territorios de lo político que, paulatina-
mente, determinados tipos de jóvenes tienden a apropiárselos y a usarlos, lo
cual contribuye al tejido de la construcción de identidades juveniles"8 y de la
cultura política. Los jóvenes mexicanos se han visto envueltos en escenarios
de transición política, crisis económicas, limitaciones sociales, desempleo, in-
seguridad, amplio espacio entre pobres y ricos, etcétera; sin embargo, 'los
jóvenes son individuos capaces de participar en un sistema democrático de

14 Villoro, Luis, 1998, Estado plural, pluralida.d de culturas, p. 64, México, Paid6s-UNAM.
115Durkheim, t:mile, 1898, "Représentations individuelles et représentations collectives·, en Revue de mé-
taphysique et de mora/e, tomo VI, pp. 3-4, Parfs.
le Villoro, op. cit., p. 64.
17 Peschard, op. cit" p. 10.
18 Nateras Domfnguez, Alfredo, 2004, "Trayectos y desplazamientos de la condición juvenil contemporá-

nea", en El Cotidiano, núm. 126, México, UAM-A.

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maneras diversas y con distintas identidades. Son actores con capacidad de
contribuir a la construcción de las formas de vida y de desarrollo de un con-
junto social'. 19

¿Puede existir realmente una cultura política?

Con las reformas que se han dado en los últimos años, podemos encontrar
la asignación de importancia de los partidos en la ordenación del Estado: se
amplía el margen de participación en las elecciones; se suministra un mejor
pluralismo en la conformación del Congreso a nivel nacional; se abren las
puertas a las competencias en las elecciones. Es decir, los partidos políticos
tienen la posibilidad de participar en cualquier elección, sean municipales,
estatales o federales, y por ello podemos asegurar que existen alternativas
para la conformación de los actores que nos representarán en la toma de
decisiones. La transición a la democracia ha sido en el terreno electoral y
en el del sistema de partidos, éstos son sin lugar a dudas parte fundamental
para poder democratizar las esferas de la vida pública. Dentro de nuestra
sociedad es menester contar con ordenaciones que permitan al individuo
constituirse como parte de un grupo. En este tenor, la inserción del joven a
la sociedad está moldeada por un proceso de transición en el que la cultura
política no tiene raíces que puedan integrar a los jóvenes, pero tampoco al
resto de los mexicanos.
El contexto de transición política en nuestro país es inestable, por ello
no puede haber pretensiones de una cultura política participativa, informada y
siempre dispuesta a decidir en el espacio público, debido a que el escenario
actual no tiene las condiciones necesarias para permear. Es decir, la transición
política en México no ha establecido instituciones fuertes y sólidas, sino que
están en continuo cambio, y por ello el rechazo generalizado a converger y
apoyar a las instituciones políticas. Nuestro gobierno no ha sido consolidado,
por ello no se puede exigir una cultura política interactiva entre el gobierno y
sus ciudadanos, debido a que nuestro régimen democrático no ha sido asegu-
rado, o por lo menos estabilizado.

1" Monsiváis Carrillo, Alejandro, 2002, ·Ciudadanía y juventud: elementos para una articulación conceptual-,
en PerfIles laünoamericanos, núm. 20, p. 172, México, Flacso.

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IDENTIDADES JUVENilES Y CULTURA
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La cultura política de los ciudadanos más bien ha tendido a ser cambian-
te en cortos lapsos, en los que se le ha presentado la oportunidad de expresar
sus opiniones acerca del ámbito político. Más bien se está viviendo un proceso
en el que se busca consolidar la democracia, y por tanto las instituciones son
muy frágiles; así, no hay régimen estable que pueda describirse con claridad,
es decir que estamos en un proceso de formación y consolidación de la de-
mocracia, y los ciudadanos no están muy seguros de qué es lo que en verdad
los está representando. Para demandar una cultura política participativa y pre-
positiva se debe consolidar el régimen democrático o cualquier otre; mientras
tanto, sabemos que las identidades y representaciones políticas acerca de los
espacios públicos seguirán siendo cambiantes y frágiles.

Los jóvenes y la cultura política


en la transición
Cultura polftica de los jóvenes y del resto de los mexicanos

Para abordar el tema de la juventud es menester hacer hincapié en la com-


posición demográfica que conforman los jóvenes dentro de la sociedad. En
el año 2000 la población comprendida entre los 12 y los 29 años de edad
ascendió a 33.6 millones de habitantes -16.3 millones de hombres y 17.3 mi-
llones de mujeres-, es decir, casi 35% de la población total. 20 De la población
total de México, 103 263 388 habitantes según datos del INEGI para el año
2005, 56.97% está en edad de O a 29 años, es decir, más de la mitad de la
población total, de ellos, 27.7% son jóvenes de 15 a 29 años, 14.2 millones
son hombres y 14.6 millones, mujeres. La relación hombres-mujeres de este
grupo de población es de 97.4 hombres por cada 100 mujeres. Por grupos de
edad, quienes tienen entre 15 y 19 años representan 36.2% del total de los
jóvenes; los de 20 a 24 años, 33.1 %, y aquellos de 25 a 29 años, 30.7%.
Si observamos algunos datos emitidos por la Encuesta Nacional de Cul-
tura Política y Prácticas Ciudadanas 2005 (ENCUP-2005) y por la Encuesta
Nacional de la Juventud 2005 (ENJ-2005) podremos caracterizar algunas se-

:xl Fernández Ham, Patricia, y Ehrenfeld L., Noemr, 2002, -La generación joven a principio del siglo XXI",
en Encuesta Na.cional de la Juventud 2000, p. 71, México, IMJ.

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mejanzas, aunque no por ello están ausentes las diferencias, para describir la
distancia que hay entre los jóvenes y el resto de los mexicanos,
Una primera aproximación al papel de la política en la vida de los jóvenes
mexicanos consiste en observar la importancia que tiene el estar informados
de la esfera pública, Los asuntos públicos son fundamentales para poder ejer-
cer nuestros derechos y obligaciones y conocer los espacios que tiene cada
uno para tomar decisiones, La frecuencia con que se informan los ciudadanos
de los asuntos públicos es una actividad marginal, pero llama la atención que
en el caso de los jóvenes es más espontánea y circunstancial.

Cuadro 1
Frecuencia con la que lees, ves o escuchas noticias o programas
sobre o asuntos públicos

Cuadro realizado con las preguntas: de la ENCUP-2005: ¿Qué tan


seguido acostumbra leer noticias de política en el periódico?, y de la
ENJ-2005: ¿Con qué frecuencia acostumbras leer, ver o escuchar
noticias o programas sobre política o asuntos públicos?

Para ello, en el cuadro 1 se presentan los datos obtenidos acerca de la


frecuencia con la cual los ciudadanos (ENCUP-2005) y los jóvenes (ENJ-2005)
se informan de los asuntos públicos, En esta cuestión hay diferencias significati-
vas en los que 'siempre' leen, ven o escuchan sobre asuntos públicos, pues sólo
13% de los jóvenes lo llevan a cabo, en comparación con el 37% del resto de los
mexicanos; el porcentaje menor para los jóvenes es compensado entre los que lo
efectúan sólo en 'ocasiones especiales', El resto de los resultados son práctica-
mente iguales en lo que se refiere a "nunca' y "a veces", Dado los resultados de
este cuadro, vemos que en general no hay un interés profundo sobre los asuntos
públicos, aunque tampoco están totalmente desinformados de lo que acontece
en la esfera pública, El informarse y dar seguimiento a los procesos políticos es
fundamental cuando se desea ser parte de las decisiones políticas, pues la infor-
mación es esencial para poder participar,

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IDENTIDADES JUVENilES Y CULTURA
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Los datos del cuadro 2 muestran que, en general, hay un bajo nivel de
aprobación a la mayoría de las instituciones, entre las cuales, las instituciones
sociales alcanzan los mejores niveles, como es el caso de la familia, los médi-
cos, el ejército, la Iglesia y los maestros, con calificación de 7.5 a 9. Por otro
lado, las instituciones políticas, tales como los partidos políticos, el Congreso,
las organizaciones sociales y el presidente del IFE, muestran una calificación
considerablemente menor, que va de 5.3 a 7.5, siendo estas últimas las que
tienen mayor representación en la política.

Cuadro 2

Calificación o confianza en las siguientes instituciones

Partidos politicos 5.3 6.1


Policía 5.5 5.9
Sindicatos 5.9 6.5
Congreso 6.3 6
Organizaciones sociales 6.8 7.4
Presidente 6.8 6.8
IFE 7.0 7.4
Medios de comunicación 7.4 7.5
Maestros 7.5 8
Iglesia 7.6 7.7
Médicos 7.7 8.5
Familia 9.1
Cuadro realizado con las preguntas: de la ENCUP-2005: ¿Qué tanto
confía en ... ? y de la ENJ-2005: ¿Qué tanto crees en lo que dice(n)?

Es evidente que las instituciones políticas tienen un papel secundario en


la vida de los jóvenes y del resto de los mexicanos, sólo que es visible que los
jóvenes evalúan con mayor calificación a las instituciones tanto políticas como
sociales; los primeros sólo reprueban a la policía, mientras que los segundos
reprueban a los partidos políticos, la policía y los sindicatos. La política, por
tanto, vemos que es una práctica con una importancia escasa en la vida de
todos los ciudadanos, es decir, escasamente importante en la vida de las per-
sonas en México, sean o no jóvenes.

120 LA TRAIISICI6N MEXICANA LeoneJ Flores Vega


Cuadro 3

Cuadro realizado con las preguntas: de la ENCUP-2005: ¿Qué tan intere-


sado está usted en la política?, y de la ENJ-2005: ¿Qué tanto te interesas
en la política?

Resulta claro el desinterés por la política, puesto que es muy pequeño


el porcentaje que se interesa "mucho" en la política; dentro de este índice, las
tendencias favorecen a los jóvenes, con 14%. Este desinterés le resta forta-
leza y legitimidad a las instituciones políticas y mina la formación ciudadana en
el proceso de consolidación democrática. Como hemos observado, no existen
grandes diferencias en los datos que pueden determinar una cultura política
diferente para los jóvenes y el resto de los mexicanos. En lo que respecta al
apego a la democracia, aunque los congresos y los partidos están altamen-
te desprestigiados, en general se tiene una percepción positiva acerca de la
democracia, pues 54.8% de los entrevistados en la ENJ-2005 considera que
la democracia es preferible a otra forma de gobierno, y los encuestados por
ENCUP-2005, el 55.95%; otras opciones alternas se encuentran alrededor
del 10%, lo que nos habla de un grado de confianza en la democracia.

Cuadro 4

Una democracia que respete los de- 55.95% 54.80%


rechos de todas las personas, aunque
no asegure el avance económico
Una dictadura que asegure el avance 12.95% 10.50%
económico, aunque no respete el
derecho de todas las
Otra 3.66% 10.60%

9.01% 20.00%

Cuadro realizado con las preguntas: de la ENCUP-2005: ¿Qué cree usted que es mejor
para el país?, y de la ENJ-2005: ¿Para gobernar al país qué es preferible?

JDlfEHes IDENTIDADES JUVENILES Y CULTURA


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Ahora bien, no hemos notado grandes diferencias entre los jóvenes y el
resto de los mexicanos; existen disgustos sobre las instituciones políticas, pero
se tiene confianza en que la democracia puede subsanar los problemas socia-
les y políticos que persisten en este proceso de transición política. "La consoli-
dación democrática requiere cambios sustanciales en la cultura política, no sólo
de sus ciudadanos sino también de sus representantes. Es necesario que los
ciudadanos confíen y aspiren a la democracia como un medio de vida en todos
los aspectos de la cotidianidad, pero junto con ellos, también los funcionarios,
gobernantes y representantes que configuran la esfera del gobierno'. 21

Cultura polftlca Juvenil

La política en nuestro país no es una expresión que refleje popularidad y


mucho menos aprobación entre los sectores de la sociedad, puesto que 'las
imágenes habituales de la política ya no logran dar cuenta de la política real-
mente existente; faltan códigos interpretativos mediante los cuales podamos
estructurar y ordenar la nueva realidad social'" y política en la que nos en-
contramos. Los jóvenes, en este sentido, no tienen prácticas, relaciones y
representaciones bien establecidas, lo que provoca un alejamiento de los
contornos de la política.
'Las prácticas, relaciones y representaciones que constituyen 'lo juvenil'
deben ser comprendidas en su positividad y en su articulación con múltiples
ámbitos de las experiencias e imaginarios sociales en un momento histórico
yen una locación social determinada'.2" En este caso, estas prácticas, rela-
ciones y representaciones se dan en un proceso de transición política, y 'la
dimensión de lo político guarda una estrecha relación con la construcción de
las identidades juveniles dentro de los escenarios de agrupación juvenil. Los
jóvenes tienen formas, tradicionales y alternativas, de participar políticamente,
y mediante la manera como se relacionan, sus gustos y estilos, están expre-
sando un fuerte contenido político que vale la pena considerar en tanto que

21 Cuna Pérez, Enrique, 2005, ·Cultura política democrática y élite partidista ante las elecciones preSiden-
ciales de 2006", en El Cotidiano, núm. 181, mayo-junio, p. 26, México, UAM-A.
22 Lechner, Norbert, 1997, Cultura política y gabernabilidad democ rática, p. 12, México, IFE.
23 Giralda, Jorge, et al., 2004, "Entre champetuos, pupys y harcoretos: identidades juveniles en Santa Ma-
ría", en Tabula rasa, núm. 2, p. 216, Colombia, Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca.

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allí también se están construyendo formas de vincularse con otros y modos
diversos de ejercer ciudadanía'. 24
La calidad en el sistema democrático aún está lejos de alcanzarse, y para
'La consolidación democrática requiere cambios sustanciales en la cultura polí-
tica, no sólo de sus ciudadanos sino también de sus representantes. Es nece-
sario que los ciudadanos confíen y aspiren a la democracia como un medio de
vida en todos los aspectos de la cotidianidad, pero junto con ellos también los
funcionarios, gobernantes y representantes que configuran la esfera del gobier-
no; y además los actores y las estructuras partidistas deben actuar de acuerdo
con ese convencimiento yesos valores de la cultura política democrática'. 25
Las dificultades por las que está pasando la sociedad en general afec-
tan directamente a los jóvenes en el sentido de que hay una diversidad de
culturas juveniles, como lo plantea Cuna: 'Esta participación no es condición
generalizada a toda la juventud, ni siquiera hay una sola juventud, sino que se
reconocen diversas y encontradas culturas políticas, así como también clases
sociales, distintas vocaciones y experiencias, múltiples necesidades y expec-
tativas. Lo que sí puede reconocerse es una realidad que plantea un entorno
gravemente marcado por la pobreza, la exclusión y la discriminación'."" Es
decir, ya no hay características específicas con las cuales podemos identificar
a los jóvenes.
Entre estas características podemos encontrar el incremento del con-
sumismo, que se ha vuelto un rasgo más fuerte que la ciudadanía. 27 Es de-
cir, el joven se inserta en una sociedad de consumo en la que se olvida del
aspecto social y actúa más sobre las cosas que satisfacen su individualidad.
En este sentido, vemos que principalmente el individualismo y el consumismo
'son las percepciones que mantienen en un dilema permanente a las nuevas
generaciones jóvenes, que se debaten a diario entre sumarse a las lógicas
de una sociedad individualista, mercantil, violenta y hedonista, o ejercer una
ciudadanía democrática, pluralista, con autonomía, donde se erijan como va-

24 Ocampo Talero, Angélica Marfa, 2000, "Identidades y escenarios culturales de agrupación juvenil", artf-
culo presentado en el encuentro "Lo juvenil popular en América Latina y el Caribe" J realizado en el DEI
del 2 al 15 de diciembre del 2000.
25 Cuna Pérez, op. cit., p. 26.
25 Cuna Pérez, Enrique, 2007, "Democracia electoral y participación política juvenil. Análisis de la propuesta
partidista dirigida a los jóvenes en las elecciones presidenciales de 2006", en El Cotidiano, núm. 145, p.
24, México, UAM-A.
::IT Véase García Canclini, Néstor, 1995, COlJsumidor8s y ciudadanos. Conflic/os multicultut;;.fes de fa glo-
balizac¡(m, México, Grijalbo.

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IDENTIDADES JUVENilES Y CULTURA
123
lores fundamentales la equidad y la libertad, bajo amenaza de muerte'.28 Sin
embargo, no podemos dejar de lado lo importante que es construir, por parte
del gobierno, 'escenarios adecuados para que la juventud se convierta en un
actor por derecho propio en la construcción de la democracia en México y que
debe pasar por una reflexión sustantiva en torno de la manera en que se arti-
cula la constitución de una ciudadanía plural e incluyente, con la naturaleza de
las problemáticas, las identidades y la acción juvenil'.29

A manera de conclusión
La forma de gobierno que tenemos y las representaciones de los ciudadanos
han pasado por un periodo de cambios constantes que nos han ido permi-
tiendo una sociedad con mayores espacios de participación política. En este
sentido, vemos que los mexicanos se encuentran en un proceso de inserción
a la sociedad política. Hemos podido constatar que los jóvenes no tienen di-
ferencias considerables que permitan determinar sus identidades y represen-
taciones políticas.
El resultado de las comparaciones en los cuadros ha mostrado que en
algunas cuestiones los jóvenes son mejores partícipes en la vida pública que
el resto de los mexicanos, pero en otras no. Por ello no podemos afirmar que
los jóvenes son menos activos a la hora de participar. El proceso de transición
política en México no puede sostener una cultura política interactiva entre el
Estado y los ciudadanos, puesto que nuestro régimen democrático no ha sido
consolidado y por tanto no incluye acuerdos entre los actores políticos. De ahí
que la actitud de los mexicanos sea de un gran desencanto por la política.
Hay un desinterés generalizado por el espacio político, tanto de los jóve-
nes como de los adultos, e incluso, en algunas percepciones los jóvenes son
más positivos que el resto de los mexicanos. Los jóvenes no son tan apáticos
o diferentes al resto de los mexicanos en términos políticos, como pudiera
parecer, puesto que no hay condiciones suficientes que permitan determinar
diferencias con los demás mexicanos; esto significa que la edad o la etapa de

~I!I Cañas Restrepo, Juan José, 2003, ·Ciudadaníajuvenil: exclusión-inserción ", en Última década, núm. 19,
p. 5, Chile, Centro de Investigación y Difusión Poblacional de Achupallas.
2ll Monsiváis Carrillo, op. cit., p. 158.

124 LA TRAIISICI6N MEXICANA LeoneJ Flores Vega


la vida no tienen que ver con las representaciones políticas y sociales. Ahora
bien, resta por hacer indagaciones más puntuales que permitan comparar ran-
gos de edad, ocupaciones, sectores de la sociedad y espacios específicos, en
donde pueden hallarse resultados reveladores en torno de la cultura e identidad
política de los jóvenes, que dan para realizar estudios que requieren espacios
de investigación, y por supuesto de atención de parte de las instituciones, para
lograr la inclusión de los sectores marginados de la sociedad a la política. O

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