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Su método hizo hincapié en la discusión racional y la búsqueda de definiciones generales, porque es de estas

definiciones de las que derivarán las acciones buenas. Este intelectualismo moral basa en el pleno uso de las
capacidades racionales, la posibilidad de obrar bien. La característica esencial del intelectualismo moral es la
siguiente: la experiencia moral se basa en el conocimiento del bien; solamente si se conoce qué es el bien y
qué es la justicia se pueden realizar el bien y la justicia.
Sócrates hace las siguientes consideraciones a sus conciudadanos: cuando un ejército quiere derrotar al
enemigo no se realiza una consulta popular para establecer el modo de atacar, es el estratega quien decide
la manera de dirigir a los soldados, plantear las batallas y, obviamente, son los soldados expertos los que irán
a la batalla. A continuación, Sócrates dice: ¿por qué cuando se trata de lo más importante de todo, que es el
bien de la ciudad y las leyes adecuadas para la convivencia entre los ciudadanos, dejamos que todo el
mundo opine y nos sometemos a la mayoría y no llamamos a aquél que sabe?

Para el intelectualismo moral los asuntos morales y políticos tienen que ser cosa de expertos. Esta propuesta
socrática puede dar lugar a interpretaciones políticas antidemocráticas y elitistas (como, por cierto, se ve
claramente en la filosofía política de su discípulo Platón). Pero aun así debe entenderse que en el contexto
social y político en el que Sócrates vivió y la importancia que daba a la formación consideraba que el hombre
está preparado para determinadas tareas y no otras.
En la línea de este pensamiento, el mal sería fruto del error o del mal uso de la razón, es por ello que la
educación debe tender a iluminar las mentes con el fin de que los hombres puedan por sí mismos conducir
sus vidas a la virtud y por ende a la felicidad.

En definitiva, hacer el bien y vivir bien son una, y la misma cosa. El hombre bueno es feliz y el malo no
lo es.

Su objetivo es la recuperación axiológica de la ética. Una ética de principios universales permitirá que reine la
justicia. Sólo erigiendo un concepto de justicia universal y teniendo en claro su significado, todos
procederemos con justicia.
Ésta es la clave de su "ética intelectualista", es decir que el intelecto es la base del obrar ético; la virtud es el
conocimiento, mientras que el vicio es la ignorancia.
De esto, se desprende la confianza de Sócrates en la naturaleza bondadosa del ser humano. No hay quien
obre mal a sabiendas, no hay mala intención sino solamente desconocimiento de que se está obrando mal
(intelectualismo moral). Para el sileno, la educación es el camino hacia la ética. La virtud se aprende y se
practica. El que sabe qué es la justicia, el bien, la verdad, obrará en consecuencia siempre, en cambio el
ignorante podrá obrar con conductas contrarias al bien y a la justicia, aunque no de forma intencionada.

En definitiva, Sócrates nos incita a vivir conforme a la razón, con el fin de tener una buena vida y ser
felices; seremos felices si somos personas autónomas y obramos por deber propio. En pocas
palabras, seremos felices si actuamos sabiendo lo que hacemos y teniendo en cuenta al prójimo.

La moral socrática implica:


• Conocerse a sí mismo.
• Saber qué es bueno y qué es malo.
•Dirigir las acciones humanas al bien.
• Se le atribuye también la moral socrática una doctrina positiva de la virtud: ella afirma que
la virtud es conocimiento, de donde deriva que toda mala acción es fruto de la ignorancia y,
por tanto, involuntaria.
•Las capacidades morales de Sócrates: autarquía, autodominio, la fuerza de ánimo, la capa
cidad de soportar fatigas, y limitó al máximo el resto de los aspectos doctrinales hasta
oponerse a los desarrollo lógico - metafísicos.
• El intelectualismo moral es una doctrina propugnada por Sócrates a través de su discípulo
Platón. Sócrates se basa en la premisa de que nadie actúa contra lo que cree moralmente
correcto. Según esta doctrina, el comportamiento inmoral es fruto de la ignorancia.
• La experiencia moral se basa en el conocimiento del bien.Sólo si se conoce qué es el bien
y la justicia se puede realizar el bien y la justicia. Sócrates pone el siguiente ejemplo:
"Cuando uno de vosotros está enfermo no propone una votación entre los miembros de la
familia para establecer qué remedio es adecuado para curar la enfermedad, ocurre más
bien que llama al médico y se somete a su juicio y recomendaciones; cuando un ejército
quiere derrotar al enemigo no se realiza una consulta popular para establecer el modo de
atacar, es el estratega quien decide el modo de dirigir a los soldados y plantear las batallas;
cuando queremos levantar un edificio no hacemos una votación para decidir el modo
de construirlo, dejamos que sea el arquitecto quien impongo un criterio." Sócrates se hace
la siguiente pregunta: "¿Por qué cuando se trata de lo más importante de todo, que es el
bien de la ciudad y las leyes que son adecuadas para la convivencia entre los ciudadanos,
dejamos que todo el mundo opine y nos sometemos a la mayoría y no llamamos a aquél
que sabe?"
• Para el intelectualismo moral los asuntos morales y políticos tienen que ser cosa de exper
tos.Etica Socrática) Presenta un eudemonismo idealista ya que para Sócrates el último bien
del hombre es la felicidad) Considera que el recto conocimiento de las cosas lleva al
hombre a vivir moralmente, y dice que el hombre es virtuoso al mismo tiempo que es sabio.

La característica esencial del intelectualismo moral es la siguiente: la experiencia moral se


basa en el conocimiento del bien; solamente si se conoce qué es el bien y qué es la justicia
se pueden realizar el bien y la justicia.
La educación “paideia” es el camino hacia la virtud y la ética.
Su método hizo hincapié en la discusión racional y la búsqueda de definiciones generales
Este intelectualismo moral basa en el pleno uso de las capacidades racionales, la
posibilidad de obrar bien.
Su objetivo es la recuperación axiológica de la ética. Una ética de principios universales
permitirá que reine la justicia. Sólo erigiendo un concepto de justicia universal y teniendo en
claro su significado, todos procederemos con justicia. Ahí radica, según Sócrates el obrar
de los expertos.
La pregunta formulada por Aristóteles: “¿Qué es una buena vida para un ser humano?". El concepto sobre
el cual se basa el análisis de Aristóteles es el del areté, que si bien vimos podía ser traducido estrictamente
como virtud, también puede ser interpretado como “excelencia”, e indica un sacrificado proceso dirigido a
alcanzar la perfección que potencialmente anida en cada ser humano. Por lo tanto, la buena vida estaría
representada por el areté.

Todo cambia en la Grecia clásica. A partir de Sócrates, se democratiza la virtud mediante la “paideia” –
educación-. La virtud se aprende y se practica, no se hereda en la sangre.
Para Aristóteles la virtud es un hábito adquirido. El hábito de actuar en vista de lo mejor. No basta saber qué
es el bien, sino que hay que practicarlo, y sólo de este modo, por hábito, llegaremos a ser buenas personas.
Con esta visión, Aristóteles supera el intelectualismo moral socrático y enmarca el tema de la virtud en sus
dos clases: virtudes éticas y virtudes dianoéticas o intelectuales.

Ambas expresan la excelencia del hombre y su consecución produce la felicidad, ya que ésta última es "la
actividad del hombre conforme a la virtud".

A través de las virtudes éticas, el hombre domina la parte irracional del alma, es decir, las inclinaciones del
alma sensible, los impulsos propios del alma de los animales. Estas virtudes son adquiridas a través de la
costumbre o el hábito para regular las relaciones entre los hombres.

En el siguiente cuadro podemos observar distintos ejemplos de virtudes éticas, entre los dos extremos:
exceso o deficiencia.
VIRTUDES ÉTICAS =TÉRMINO MEDIO

Disposición voluntaria adquirida (hábito) dirigida por la razón y que consiste en el término medio
entre dos vicios”. Se dan en relación con la parte apetitiva o volitiva del alma humana y su objetivo
es perfeccionar el carácter, el modo de ser y de comportarse. En una palabra, nos enseñan a ser
buenos, mediante el hábito o práctica.
EXCESO TEMERIDAD DESENFRENO PRODIGALIDAD VULGARIDAD IRA
TÉRMINO
VALENTÍA TEMPLANZA LIBERALIDAD MAGNIFICENCIA MANSEDUMBRE
MEDIO
DEFICIENCIA COBARDÍA INSENSIBILIIDAD AVARICIA MEZQUINDAD APATÍA

Es posible que la teoría de la felicidad, que hemos visto en el apartado anterior, con la que
Aristóteles aborda la ética, te haya parecido un planteamiento poco novedoso y en el fondo
un poco platónico. Pero ahora vamos a abordar la ética desde la perspectiva de la teoría de
la excelencia o desde el ámbito de la sabiduría práctica, que es una perspectiva más
interesante. Ahora vamos a ver a un Aristóteles que realiza un minucioso análisis de la
moral. Para ello vamos a partir de su teoría de la areté, también denominada virtud o
excelencia.

Para Aristóteles, la areté representaba el conjunto de cualidades internas que definen a la


persona, son cualidades del carácter. Algunos traducen el término areté por virtud, pero
otros, prefieren utilizar el término excelencia, que por estar más relacionado con la
búsqueda de la perfección de uno mismo, es más fiel al sentido original del término areté y
evita el sentido cristiano, que el término virtud lleva consigo.

La excelencias, como hemos indicado, son fundamentalmente excelencias del carácter,


aunque también podemos hablar de las excelencias de la inteligencia. Las excelencias
intelectuales, ya las hemos indicado anteriormente al hablar de los dos tipos de sabiduría.
Según esto, la excelencia intelectual consiste en actuar de acuerdo con la regla recta,
establecida mediante una operación intelectual. Veamos ahora las excelencias del carácter
o también excelencias morales

Las excelencias del carácter o virtudes morales Lo primero que tenemos que decir es que
la utilización del término carácter, como traducción del original griego ethos no es muy
adecuada, ya que nos puede confundir y hacernos pensar que se refiere a una disposición
psicológica, como cuando solemos hablar del carácter que tiene una persona. Así pues,
debemos entender CARÁCTER (ETHOS) como la forma de ser de una persona, que se
revela en sus acciones. Pero no en cualquier tipo de acción, sino de aquellas que son
habituales. Así, el carácter se articula en los hábitos (actitud de la que surgen nuestras
respuestas) y estos se ponen de manifiesto en las acciones. Para comprender mejor qué
son las excelencias del carácter, vamos a partir de un texto de Aristóteles: "Por lo tanto, la
virtud (areté) es un hábito, una cualidad que depende de nuestra voluntad, consistiendo en
este medio que hace relación a nosotros, y que está regulado por la razón en la forma que
lo regularía el hombre verdaderamente sabio. La virtud es un medio entre dos vicios, que
pecan, uno por exceso, otro por defecto; y como los vicios consisten en que los unos
traspasan la medida que es preciso guardar, y los otros permanecen por bajo de esta
medida, ya respecto de nuestras acciones,

ya respecto de nuestros sentimientos, la virtud consiste, por lo contrario, en encontrar el


medio para los unos y para los otros, y mantenerse en él dándole la preferencia".
ARISTÓTELES Ética a Nicómaco, Libro II cap.6, traducción de Patricio de Azcárate (fuente
filosofia.org )

El primer aspecto de la definición de Aristóteles incide en que es un HÁBITO , y los hábitos


son actitudes adquiridas. Por ello, la bondad del carácter no es ni natural ni innatural. No es
natural, ya que aunque nacemos con una capacidad, ésta debe ser debe ser desarrollada
en la práctica, es decir mediante el aprendizaje. Tampoco es innatural, ya que no es
contrario a nuestros impulsos y podemos desarrollarlo naturalmente. El segundo aspecto a
destacar es que DEPENDE DE NUESTRA VOLUNTAD . Pero este aspecto intencional de
las excelencias, no elimina la necesidad de una situación adecuada generada por la
práctica y concretada en un modo de ser. No solo basta con la intención, sino que, también
es necesario un cierto hábito de hacer cosas, o mejor dicho un hábito en hacer las cosas
de forma excelente. "Razón ha habido, pues, para decir que se hace justo el hombre
ejecutando acciones justas, templado ejecutando acciones de templanza; y que si no se
practican actos de este género, es imposible que nadie llegue nunca a ser virtuoso. Pero el
común de las gentes no practican estas acciones; y pagándose de vanas palabras, creen
crear una filosofíay se imaginan que por este método adquieren una verdadera virtud".
ARISTÓTELES Ética a Nicómaco, Libro II cap.4, traducción de Patricio de Azcárate (fuente
filosofia.org ) Pero también hemos de afirmar que, al hablar de acciones intencionales o
voluntarias, debemos de indicar que estas deben ser, ACCIONES DELIBERADAS . Las
excelencias del carácter no son sólo los actos voluntarios (acciones cuyo origen está en el
agente y éste conoce las circunstancias en que el acto se cumple) sino también conformes
a una elección (son las que están en nuestro poder y las elegimos, presuponen un fin
determinado y considera como puede ser alcanzado ese fin, la elección es el deseo
deliberado de cosas que están en nuestro poder) La virtud y el vicio están en nuestro
poder, por tanto la virtud no es cuestión de conocimiento (crítica a Sócrates) sino de
elección. Además la excelencia del carácter es el PUNTO MEDIO EN RELACIÓN A
NOSOTROS . Es la Además la excelencia del carácter es el PUNTO MEDIO EN
RELACIÓN A NOSOTROS . Es la teoría del término medio entre el exceso y el defecto,
que siempre deben ser evitados. Pero este término medio no es algo absoluto y fijo para
todos, sino que está individualizado, ya que depende de las circunstancias particulares de
cada uno. - Una pregunta. En el fondo, ¿no supone esto un relativismo similar a los sof

¡Je,je! Sabia que podrías preguntar algo así, ya que es lo que puede parecer a primera
vista. Pero nada más lejos de la intención de Aristóteles. - Para aclarar esto, hay que
afirmar que existe un orden natural al que tienen que ajustarse las excelencias del carácter,
por ese motivo no todo vale. Hay acciones que no admiten término medio como la maldad,
la envidia, el robo, el homicidio. Sin embargo, hay otras acciones en las que es necesario
un término medio individualizado. Por ejemplo, si hablamos de la valentía, ésta no es igual
para una persona más osada, que para otra más tímida. Lo que resulta normal para una
persona osada, puede resultar temerario para la persona tímida. Finalmente, hay que
indicar, que este término medio viene determinado por una reflexión correcta, propia de un
ser humano con sabiduría práctica. Aparece así la sabiduría práctica, que es una de las
excelencias del carácter. Por ello, LA SABIDURÍA PRÁCTICA SE CONSTITUYE EN LA
BASE DE LA TEORÍA ÉTICA de Aristóteles, ya que es necesario una sabiduría práctica
aplicando racionalmente principios generales a las circunstancias de cada caso particular.
El término medio es difícil de determinar, y en algunos casos está más próximo al defecto o
al exceso (el coraje se opone más a la cobardía que a la temeridad). Ninguna regla nos
ayudará a saber lo que debemos hacer; debemos esperar a encontrarnos en las
circunstancias particulares de nuestra acción y tomarlas a todas en cuenta. La sabiduría
práctica o prudencia Dentro de las cinco excelencias de la inteligencia (técnica,
ciencia,sabiduría práctica, sabiduría e intelección) la que nos interesa es la sabiduría
práctica, que además es una de las excelencias del carácter. La sabiduría práctica o
prudencia se constituye en la base de la teoría ética de Aristóteles.

La tarea de la sabiduría práctica es realizar la correcta deliberación de cara a conseguir el


bien supremo. Su objetivo es analizar todas las posibilidades que permitan alcanzar el
máximo de excelencia en las circunstancias particulares de cada individuo. Para ello es
fundamental la experiencia de vida, de ahí que la sabiduría práctica se parezca más a un
habilidad práctica que a la ciencia. Por todo esto podemos afirmar que la ética aristotélica
conjuga tanto la inteligencia como los hábitos, ambos son fundamentales para la
consecución de una buena vida. Finalmente, tenemos que afirmar que pese a que las
excelencias del carácter son el elemento indispensable de la felicidad, no son por sí solas
la felicidad. Además, según Aristóteles, es necesario: las riquezas moderadas, la amistad,
la ausencia de desgracias. La excelencia del carácter es una actitud firme,
permanentemente adquirida mediante el uso de la inteligencia y del esfuerzo personal.
Nacemos con una capacidad, pero que debe ser debe ser desarrollada en la práctica. Una
práctica en la que hay que evitar tanto el exceso como el defecto. Y para ello la sabiduría
práctica nos ayuda deliberar sobre como ajustar nuestras acciones, basándonos más en la
experiencia de vida que en un conocimiento puramente científico.

¿Qué es el ser humano?


¿Qué me cabe esperar?
¿Qué puedo conocer?
¿Qué debo hacer?

Responder estas preguntas tal vez implique para el filósofo mostrarnos que tenemos la capacidad para
alcanzar una vida en libertad y felicidad.
Establece que la razón pura, puede resolver cualquier problema que pueda surgir en nuestra existencia, pero
la lectura de sus contemporáneos pudo arrancarlo de lo que él mismo reconocía como un “sueño dogmático”
que no le permitía valorar el peso de la experiencia, sin la cual el razonamiento sería nada más que una mera
especulación sin sentido.

Para Kant la razón es una facultad del pensamiento que surge luego de un proceso de abstracción.

Su inicio se da con aquello que estimula nuestros sentidos aportándonos una “sensación” de la realidad
externa, a la que convertimos en “dato”.
Ese dato será ordenado por el pensamiento y regulado por el “entendimiento”. Así, los datos de los sentidos
serán relacionados con los correspondientes “conceptos”. Esta acción sería imposible sin nuestra capacidad
de entender. El entendimiento organizará los datos de acuerdo a categorías regladas.
Las “categorías” relacionan los datos entre sí y con los conceptos, de tal forma que la información se
presenta de manera ordenada y regular.
Así, mediante la aplicación de la “categoría” de “causa”, comprendemos que hay una causa para que, por
ejemplo, los alumnos de todo un curso saquen una mala calificación en un exámen. Sabemos, positivamente
que la causa se produce antes que el efecto. Causa y efecto no están en la realidad puesto que la
información de los sentidos sólo me muestra dos hechos sucesivos (semana del estudiante – todo un curso
aplazado en un examen). Será nuestra mente la que exigirá que para todo efecto exista una causa.

Así, el orden y coherencia que la razón pone al proceso entre los distintos juicios que ha elaborado el
entendimiento, es logrado por “Ideas Trascendentales” -como las llama Kant-. El “yo”, que interpreta
determinados fenómenos como procedentes de mi interior; el “mundo”, que determina lo que procede del
exterior de mi mente; y “Dios”, la idea organizadora y definitiva que nos permite esperar que los fenómenos
de mi mente y los del mundo estén relacionados entre sí. Las ideas generales o trascendentales son
utilizadas por la razón para imponer orden y coherencia.
Aquí, se ve con claridad que no culmina fácilmente la tarea del pensamiento, puesto que, en primer lugar, se
nos genera una sensación producto de lo que externamente ocurre. Esa sensación es convertida en dato, el
cual será ordenado por el pensamiento y regulado por el entendimiento, y luego se elaborarán los juicios que
relacionan los datos con los conceptos correspondientes.
El proceso continúa de la siguiente manera: si los juicios que elabora mi pensamiento mostraran
contradicciones, la razón utilizará ideas generales que podrán orden y coherencia entre los datos que recoge
la sensación y los juicios que elabora el entendimiento.

Según Kant, el hombre no es un pasivo receptor de la información que nos proporciona la realidad. Al
contrario, la mente es activa, indaga, obliga a la realidad a que brinde información. Así, en el proceso de
conocimiento, el ser humano hará que la realidad se adapte a las condiciones a priori del conocimiento
humano.

No es el pensamiento el que se adapta a la realidad, es la realidad la que se adapta a las condiciones


que el pensamiento impone.

Esto ocurre porque la mente humana tiene unas estructuras de pensamiento, unas formas de organizar la
información de la realidad, sin las cuales todo sería caótico y sin sentido. El almacenamiento de información
se daría sin ningún orden sin estas estructuras “a priori”, -es decir, previas a toda experiencia-; y, además,
son las que establecen las “condiciones de posibilidad”, es decir, condiciones que hacen posible que la
realidad sea real y no un sueño.
Esas estructuras del pensamiento van a ser distintas, en virtud del proceso de conocimiento. Espacio y
tiempo en este esquema, jugarán como herramientas que organizarán la información.

En este punto, vemos que en un procedimiento tan complejo y automatizado por la razón, se producen
errores, tanto de la mala utilización de las herramientas como de lo que hayamos aprendido y convertido en
“condiciones de posibilidad” y, también, de lo que hayamos establecido como fundamento de esas “Ideas
Trascendentales”.

Como ya develamos al inicio, Kant observó que la razón pura debe ser objeto de crítica, indagando sus
posibilidades y límites. El primer paso, es admitir que lo que entendemos por realidad es una construcción
intelectual generada a partir de los datos de los sentidos en combinación con las estructuras a priori del
entendimiento y la razón.
Las cosas en sí, no pueden ser conocidas, sino tan sólo lo que podemos captar de ellas en virtud del proceso
cerebral ya descripto. Según Kant, entonces, sólo podemos conocer los fenómenos de la realidad. La realidad
en sí misma, la que existe independientemente de los seres humanos, es inaccesible.
Podemos suponer que detrás de los fenómenos existe una realidad independiente. Podemos suponer, por
ejemplo, que las cosas ocurren por una relación causa-efecto o incluso que el tiempo es realmente
irreversible, pero son suposiciones. No habrá seguridad de que realmente sea así. Para Kant no cabe un
conocimiento de la realidad “nouménica” pero es posible acceder a dicha realidad mediante la experiencia
moral. Estas suposiciones o noúmenos (literalmente “lo que se intelige”, porque no se puede experimentar,
sólo suponer o razonar), son los límites de nuestro conocimiento.

El cuadro a continuación muestra el proceso de la razón para la comprensión de las cosas:


La contundencia de lo planteado por Kant hasta aquí, nos hace reavivar una pregunta:

¿Qué podemos conocer?

Queda claro que para el filósofo no conseguiremos el conocimiento de la realidad en sí misma. Pero sí
podemos obtener su conocimiento objetivo, es decir una aproximación mayor y más exacta a la auténtica
realidad. Esto es lo que proporciona la ciencia.

La ciencia, descriptora de leyes y teorías que explican los hechos


más allá de que éstos ocurran o no. Es decir, la ciencia es
objetiva, porque realiza juicios sintéticos (se refieren a la
experiencia o los fenómenos) a priori (previos a la experiencia)

El sentido de justicia es interés de Kohlberg, como también afirma la autora señalada, considerando que
cambia y se desarrolla con el tiempo a medida que el sujeto se interrelaciona con el entorno.

 De las investigaciones que realizara, Kohlberg deduce que el niño construye sus propios valores morales y
se desarrolla con el ejercicio de su conducta y que es integrante del proceso del pensamiento que
empleamos para extraer sentido de los conflictos morales que surgen de la vida diaria.

 Kohlberg, descubrió que en el hombre hay tres niveles de desarrollo moral, con dos etapas cada uno.
En este proceso de crecer, nos indica que el hombre, pasa de una etapa a la siguiente sin saltarse nunca la
anterior, lo cual no quiere decir que todos lleguen a los más altos niveles. Siendo así, una persona puede
detenerse en cualquier etapa. Lo que sí plantea, es que invariablemente una persona para alcanzar la sexta
etapa debe sí o sí atravesar cada una de las etapas previas.

Explore a continuación, haciendo clic en el link, una breve descripción de cada una de las etapas , agrupadas
por niveles.
Kohlberg, da a entender que el inicio de nuestra
existencia está signado por el egocentrismo. Y en la
medida que vamos desarrollándonos, resolviendo
conflictos cada vez más intrincados, nos acercamos a
perspectivas morales cada vez más cercanas al
altruismo, que tiene su máximo desarrollo en la sexta
etapa.

El autor afirma que cada etapa superior representa una forma de desarrollo cognitivo que de hecho,
constituye también una forma de desarrollo moral.
En este sentido, Kohlberg arriesga además que en la misma medida que una etapa cognitiva va en
ascenso/progreso, la etapa moral es correlativa a ese ascenso/progreso; por lo tanto, cada etapa
superior es "más moral" que la etapa anterior, proyectándose en criterios morales formales de
obligatoriedad y universalidad.

Para Kohlberg, el desarrollo cognitivo y el moral van juntos, porque el conflicto constituye parte del
tejido social y laética siempre será un buen lente para enfocar el problema en busca de su
resolución. De esta forma, el autor nos hace ver en qué etapa de desarrollo moral se encuentran las
personas en virtud de sus respuestas a diversos conflictos.

A través de uno de los dilemas que utilizara para realizar sus investigaciones, Kohlberg nos presenta
la aplicación práctica de su análisis en un caso imaginario. Lo veamos.

Una mujer enferma gravemente. Un farmacéutico descubrió el remedio para ese mal y pide una
fortuna por una pequeña dosis. El esposo de la mujer, el señor Heinz, no alcanza a juntar el dinero
necesario y en un acto desesperado, al no haber podido doblegar la negativa del farmacéutico, que
está convencido de su derecho a cobrar lo que él considere por el fruto de su trabajo, asalta la
farmacia y sustrae la medicina para su mujer.

Kohlberg afirma que Heinz obra correctamente, en función de que ubica a “la vida” por encima de
“la propiedad”. Y justifica su postura afirmando que es así porque únicamente un razonamiento
moral de la sexta etapa puede resolver correctamente el dilema planteado. A continuación expone
brevemente por qué, y en opinión de Kohlberg, las etapas anteriores a la sexta no pueden enfrentar ni
resolver el dilema, afirmando que se debe poner la vida por encima de la propiedad del farmacéutico
y eso es logrado únicamente por aquel que está en la sexta etapa.
Analizando cómo afrontaría un sujeto el dilema, etapa por etapa, veríamos que encontrándose en la
primera, la segunda o la tercera no hay una aceptación autónoma del valor “vida”:

1. En la primera etapa, el sujeto evitaría el castigo.


2. En la segunda etapa, su idea del bien va supeditada a sus propios intereses o conveniencia
egoísta.
3. En la tercera etapa su idea del bien estará supeditada a las expectativas de los demás.
4. El razonamiento de la cuarta etapa, estará supeditado a lo que la “ley” le informe.
5. En la quinta etapa, el conflicto se profundiza porque se empeña por lograr el mayor bien
para el mayor número y tanto la vida como la propiedad son bienes no negociables y se queda
sin recursos para afrontar la salida al conflicto.
6. Kohlberg analiza que un individuo en la sexta etapa posee una capacidad a la que denomina
reversibilidad, el “Role-Taking” que mencionáramos. Afirma que cuando dos posibilidades
entran en conflicto, debemos asumir el punto de vista del otro al elegir, es decir, intercambiar
nuestra posición con la de otros en la situación que se juzga.

Mediante el concepto de “reversibilidad”, Kohlberg afirma que cualquiera que entienda los valores
de la vida y la propiedad reconoce que la vida es moralmente más valiosa que la propiedad.
Ahora bien, ningún proceso de “evolución” es gratuito. Se debe estar preparado para asumir los
costos. Esto permite afirmar que puede haber sujetos que tengan una capacidad de estar en la sexta
etapa pero voluntariamente prefieren razonar a un nivel inferior.

Podría preguntarse seguramente, luego de haber analizado cada etapa, ¿recién con el quinto estadio
sería cuando se produce efectivamente el “salto ético”? Podríamos responder que sí, efectivamente,
ya que es aquí donde se evidencia el cambio cualitativo, es aquí donde se procede a razonar acerca
del contenido y orden de intereses y valores.
Como bien destaca Lawrence Thomas en “Compendio de Ética”:

“…por vez primera, el desarrollo moral incluye un elemento crítico, pues un aspecto de este
desarrollo es ahora el recurso para criticar a aquellos con los cuales uno se identifica. Una sociedad
que quite sumariamente la vida y limite la libertad de cualquiera de sus miembros es mala, y punto.
Una persona en la quinta etapa juzgaría la cuestión de este modo —y presumiblemente lo haría
independientemente de cuantos miembros de la sociedad pensasen de otra manera. Así, el valor
moral también entra en escena; pues al contrario que los de los individuos de la cuarta etapa, los de la
quinta etapa no se preocupan tanto por identificarse con los intereses y valores de los demás como
para adoptar de manera acrítica la perspectiva moral de la sociedad. Y los individuos dispuestos a ser
conocidos por tener creencias morales que disienten de las de la mayoría de sus conciudadanos
muestran una dosis de valor moral….”.

El aspecto analizable de estas palabras radicaría


aquí en lo que forma parte de un código
generalmente aceptado en las instituciones de
carácter policial y militar. La constante apelación a
la lealtad, al concepto de “camarada”. En algunos
casos esas invocaciones encasillan a dicha cultura
institucional en la cuarta etapa, evidentemente
cuando se pretende resolver un dilema moral
invocando la “camaradería”, por sobre los intereses
de la sociedad o, lo que es peor, por sobre el “valor
moral” que el sujeto pudo haber construido.

En este punto observamos que, para reconocernos en la sexta etapa, lo primero que se vislumbraría es
la existencia de un “mayor coraje moral”, como afirma Lawrence Thomas en “La moralidad y el
desarrollo psicológico” (Compendio de Ética, págs. 621 a 636); ello, siempre y cuando se esté
dispuesto a pagar los costos de ese “coraje”.
Podemos ver que para llegar a esta “deseable” sexta etapa se requiere, por un lado, el desarrollo
cognitivo básico y, por otro, la entereza como para sostener las propias convicciones aun a costa de
uno mismo.
Thomas, interpretando a Kohlberg, expresa que ese desarrollo cognitivo, no necesariamente implica
la apropiación de ese coraje moral. A su vez afirma, alejándose aquí de Kohlberg, que sería imposible
un desarrollo moral sin un proceso de formación moral. Deben incorporarse contenidos sustantivos
sobre el bien y el mal. Y más allá de esta afirmación, que al menos intuitivamente aparece como
razonable, surge una nueva pregunta ¿alcanza esta incorporación de contenidos sustantivos para
adquirir “coraje moral? Obviamente, no.

Thomas considera una respuesta adecuada, la idea


de la “autoestima moral” (Thomas, 2004), y para
desarrollar este concepto apela a una explicación
por demás convincente. Afirma que la autoestima se
enraíza en el hecho de que existen ciertas
actividades que realizamos de manera destacada y
en función de ello nos exponemos a la
consideración de los que nos rodean, juzgando
como meritoria nuestra vida a través de la
excelencia en el desempeño de esa actividad.

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