Programa de Estudios Agrarios,

Producción y Mercados

Libro 2

ECONOMÍA CAMPESINA Y
DESARROLLO SUSTENTABLE

Eloísa Valdivia Carreón – EDITORA

Carlos Ferra Martínez

Blanca Rubio
Jorge Morett Sánchez
Bernardino Mata García
Michiel Baud
Wim Pelupessy
Rafael Ortega Paczka
Javier Ramírez Juárez
© CAMAREN, Quito-Ecuador, 2008
Avs. Eloy Alfaro y Amazonas
Edif. MAG 7o. piso,
Quito, Ecuador
© SIPAE, Quito-Ecuador, 2008
Instituto de Postgrado de la Facultad de Ciencias Agrícolas
Universidad Central del Ecuador,
Ciudadela Universitaria,
Quito, Ecuador
© Consorcio de la Universidad de Tilburg/IVO
IVO Tilburg University
Warandelaan 2
P.O. Box 90153,
5000 LE Tilburg
The Netherlands
© Universidad Autónoma Chapingo, 2008
Km 38.5 Carretera México-Texcoco,
C.P. 56230 Chapingo, México

Primera edición en español, 2008

ISBN 978-968-02-0464-9 (General de la obra) México

ISBN 978-968-02-0469-4 (Libro 2) México

ISBN 978-9942-01-870-0 (General de la obra) Ecuador

ISBN 978-9942-01-872-4 (Libro 2) Ecuador

Programa de Estudios Agrarios, Producción y Mercados

Comité Editorial:
Antonio Gaybor Secaira
Roldan Muradian
Salvador Díaz Cárdenas
Alex Zapatta
Jorge Morett Sánchez
Eloísa Valdivia Carreón

Título: Libro 2: Economía campesina y desarrollo sustentable

Editora:
Diseño de portada e interiores:
Diagramación y edición:
Corrección de estilo:
Instituciones participantes:
Eloísa Valdivia Carreón
Álvaro Luna
Patricia Castillejos Peral
Amaranta Luna
Patricia Castillejos Peral
CAMAREN, SIPAE, Universidad de Tilburg/IVO y
Universidad Autónoma Chapingo.

Nota de la casa editorial: “Se autoriza la reproducción total y parcial del texto siempre y cuando se reconozcan
los créditos intelectuales e institucionales y se envíen dos copias a los editores. En el caso de reproducción total
deberá notificarse a SIPAE, la Secretaría Ejecutiva del CAMAREN, el Consorcio de la Universidad de
Tilburg-IVO y la Universidad Autónoma Chapingo”
ÍNDICE

Presentación general. COMITÉ EDITORIAL. . . . . . . 5

Procesos globales y transformaciones rurales en

Ecuador y Latinoamérica Introducción. BERNARDINO
MATA GARCÍA Y ROLDAN MURADIAN . . . . . . . . . 7

Campesinos, Estado y globalización. CARLOS FERRA 13

MARTÍNEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Perspectivas de los campesinos latinoamericanos ante

el nuevo siglo: Ecuador y México en la mirada.
BLANCA RUBIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

Grandes transformaciones en la vida rural mexicana.

JORGE MORETT SÁNCHEZ . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Alternativas campesinas en el modelo de desarrollo

actual. BERNARDINO MATA GARCÍA . . . . . . . . . . 51

Migración y el papel de las redes familiares en América

Latina. MICHIEL BAUD . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

Desarrollo sostenible en las cadenas globales de

mercancías: apuntes metodológicos. WIM PELUPESSY . 79

Biodiversidad, recursos fitogenéticos y desarrollo

sostenible. RAFAEL ORTEGA PACZKA . . . . . . . . . . 85

Pobreza y ruralidad en el campesinado de la cordillera

del Tenzo, Puebla, México. JAVIER RAMÍREZ JUÁREZ . 105

Visiones de los estudiantes del primer curso

(síntesis)
Tesinas:
Análisis de las economías de pequeños productores y la
conveniencia de articulación a empresas privadas.
Estudio del caso maicero en el delta norte del Guayas.
DARÍO CEPEDA BASTIDAS. . . . . . . . . . . . . . . . . 123

3
 Análisis de experiencias mexicanas de desarrollo
Zapata vive: lucha y resistencia antisistémicas en
comunidades indígenas y campesinas de Ecuador y
México. ELOY ALFARO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
135

Comentarios al ensayo Zapata vive: lucha y resistencia

antisistémicas en comunidades indígenas y campesinas
de Ecuador y México. PATRICIA MUÑOZ SÁNCHEZ . . 143

4
 Presentación general

El sector rural y agrario, a pesar de ser una fuente significativa de crecimiento económico en la mayo-
ría de países de America Latina, es también una fuente constante de preocupación. Los términos de
intercambio desigual que caracterizan a la interacción urbana-rural en el modo de desarrollo capita-
lista, se han acentuado por las políticas neoliberales que durante las últimas dos décadas han reducido
considerablemente el papel redistributivo, de comercialización y apoyo técnico del Estado. Estas po-
líticas, aunadas a procesos globales que favorecen las economías de escala y han contribuido al au-
mento de la interdependencia entre actores alrededor del mundo, han incrementado el grado de
vulnerabilidad de los modos de vida del campesinado latinoamericano y, más aún, de las comunidades
indígenas. Las respuestas a esta situación han sido muy variadas, desde fuertes procesos de migración
inter nacional o urbana, hasta la participación en cadenas alter nativas de valor, pasando por la diver-
sificación productiva (actividades no agrícolas), aplicación de prácticas agroecológicas o innovacio-
nes organizativas.

Como un esfuerzo de cooperación inter nacional y a iniciativa del Consorcio de Capacitación para el
Manejo de los Recursos Naturales Renovables (CAMAREN) del Ecuador y el financiamiento de la
Agencia Holandesa para la Cooperación en Educación Superior (NUFFIC, por sus siglas en inglés), se
realizó en dos ocasiones el curso inter nacional “Estudios Agrarios, Producción y Mercados”, en el lapso
comprendido entre julio del 2006 y mayo del 2008. En tor no a este propósito del CAMAREN y
NUFFIC, se coordinaron las actividades por el Instituto para el Desarrollo (IVO) de la Universidad de
Tilburg, Holanda y participaron como co-ejecutores el Sistema de Investigaciones de la Problemáti-
ca Agraria en el Ecuador (SIPAE) y la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) de México, a través
del Centro Regional Universitario Oriente (CRUO) y el Departamento de Sociología Rural. Al pro-
grama del curso contribuyeron también académicos de varias universidades y centros de investiga-
ción de Ecuador y Holanda.

Para el CAMAREN, el curso representó una de las alter nativas importantes de capacitación para la for-
mación de técnicos y líderes promotores del desarrollo agrario (rural) en el Ecuador y para NUFFIC
también es un evento que se inscribe en la línea denominada “cursos a la medida y de alta especiali-
dad”. La participación de técnicos, profesores, investigadores y representantes de organizaciones de
productores enriqueció de manera sustancial el análisis, contenidos y prácticas de esta experiencia de
formación de recursos humanos. Los integrantes del grupo procedían de diferentes regiones del
Ecuador y el proceso completo comprendió en cada ocasión cinco módulos de trabajo, dos de los cua-
les se realizaron en México, en la sede central de la UACh, en Chapingo, Estado de México y en el
CRUO, ubicado en Huatusco, en el estado de Veracruz. Intercambio que significó un elemento impor-
tante, para enriquecer la visión y perspectiva de los participantes. En el desarrollo del curso se reali-
zaron trabajos intermodulares con experiencias de Ecuador y México, así como un trabajo final o
tesina, a modo de ensayo de investigación.

Uno de los aportes tangibles de esta colaboración internacional en el curso “Estudios Agrarios, Pro-
ducción y Mercados”, lo constituye la presente colección de tres libros y es satisfactorio ofrecer a los
estudiantes ecuatorianos y a los investigadores de los temas rurales un espacio académico de discu-
sión y reflexión –desde las perspectivas europea y latinoamericana de profesores holandeses, ecuato-
rianos y mexicanos que participaron en el curso, para apoyar el trabajo de los participantes e
interesados, en el presente y futuro inmediato–. En julio del año 2007, los coordinadores del curso en
los tres países decidieron realizar tres publicaciones promovidas y preparadas desde México, en la
Universidad Autónoma Chapingo y para su reproducción en Ecuador a través del SIPAE. El objetivo
central propuesto fue cubrir, con artículos de profesores de los mismos países, los temas básicos del
programa y, adicionalmente, presentar en síntesis resultados de los estudiantes sobre las problemáti-
ca y alternativas para el campo ecuatoriano en sus tesinas y en ensayos en torno a las experiencias de
desarrollo rural a las que tuvieron un breve acercamiento en su estancia en México.

5
 Los tres libros incorporan la colaboración de 23 profesores de Holanda, Ecuador y México y las sín-
tesis de tesinas y ensayos de diez estudiantes del primer curso. Los libros están dedicados a aportar
nuevos insumos al pensamiento de la difícil problemática agraria y rural en América Latina y Ecua-
dor, desde distintas perspectivas, enfoques conceptuales y disciplinas.

Los materiales se agruparon en temáticas, que conforman los tres títulos de esta colección, referidos a
Ecuador, México y América Latina:

Libro 1. “Problemática Agraria”.

Libro 2. “Economía Campesina y Desarrollo Sustentable”
Libro 3. “Desarrollo Rural, Políticas Agrarias y Proyectos Alter nativos”.

A pesar de la diversidad de puntos de vista y temas abordados, una preocupación constante de los au-
tores que forman parte de esta iniciativa, es la situación actual, las amenazas y oportunidades que en-
frentan los pequeños productores agrícolas (campesinos e indígenas), quienes constituyen aún la
mayoría de la población rural y cumplen un papel muy importante en la provisión de alimentos, así
como en el mantenimiento de servicios ambientales y otras funciones sociales relevantes.

Los artículos que componen esta serie de libros son trabajos inéditos de los capacitadores que estu-
vieron involucrados, así como resúmenes de las mejores tesinas y ensayos presentados por los partici-
pantes. Los libros pueden ser considerados tanto material de capacitación como aportes novedosos a
la investigación académica, al debate y a la toma de decisiones en el ámbito rural en general y el agra-
rio en particular. Esperamos que estos trabajos puedan contribuir al efervescente ambiente de discu-
sión y replanteamiento de las metas de los procesos de desarrollo, así como a las estrategias para
lograrlas, en particular para el Ecuador, por los momentos decisivos en la construcción de perspecti-
vas propias, a través de la Asamblea Constituyente y la nueva Constitución recientemente aprobada.

Con documentos que versan sobre la “Economía Campesina y Desarrollo Sustentable, el libro 2 se
propone aportar elementos de debate y para la generación de alter nativas de desarrollo rural. Los en-
foques y contenidos son diversos, desde las redes familiares, la biodiversidad, cambios en la vida ru-
ral, las cadenas globales de mercancías, la globalización y sus efectos, las luchas antisistémicas, las
perspectivas y alter nativas campesinas. El hilo conductor lo representa el análisis de los campesinos
en relación con los elementos antes enunciados y sus posibilidades de desarrollo.

El Comité Editorial expresa un reconocimiento al equipo de publicaciones de la Dirección de Centros

Regionales de la Universidad Autónoma Chapingo en México, por la preparación del libro 1 y al co-
lectivo “Molino de Letras” por la conformación de los libros 2 y 3, ambos bajo la coordinación de Pa-
tricia Castillejos. Un agradecimiento especial a Eloisa Valdivia, quien realizó la edición completa de
los tres volúmenes, y cuyo compromiso fue fundamental para lograr esta publicación. Un reconoci-
miento al cuidadoso apoyo secretarial de Amelia Reyes Mimila. A Wim Pelupessy del IVO-Universi-
dad de Tilburg, por sus atinadas contribuciones en la preparación y actividades en los módulos; así
como a los demás colaboradores de Ecuador y México que realizaron actividades de coordinación y
apoyo en las múltiples actividades del curso. A NUFFIC por el apoyo financiero y al CAMAREN por la
participación entusiasta en la gestión, desarrollo del curso y culminación de esta obra.

Comité Editorial:
Roldan Muradian, IVO- Universidad de Tilburg, Holanda.
Alex Zapatta, SIPAE, Ecuador.
Antonio Gaybor, CAMAREN, Ecuador.
Salvador Díaz, UACh-CRUO, México.
Bernardino Mata y Jorge Morett, UACh-Sociología Rural, México.
Eloísa Valdivia, Profesora Investigadora (Jubilada)-UACh. México.
Agosto, 2008.

6
 Procesos globales y transformaciones rurales en Ecuador y
Latinoamérica

Introducción
La crisis alimentaria que se ha extendido a todo el mundo en 2008 revela aspectos clave, tanto del
proceso actual de globalización como de las relaciones económicas rural-urbanas. En primera instan-
cia, el nivel planetario en que ha tenido lugar la crisis da cuenta del tremendo grado de interdepen-
dencia global. No deja de ser sorprendente que decisiones sobre metas de consumo y subsidios a la
producción de agrocombustibles en Estados Unidos y Europa, por un lado, y el aumento de la deman-
da por alimentos de una enorme clase media emergente en los gigantes asiáticos, por el otro, aunado
al aumento generalizado del precio del petróleo (también explicado en buena parte por el crecimiento
asiático) estén entre las causas más importantes de un problema que tiene enormes implicaciones
para las poblaciones más vulnerables de básicamente todo el mundo en desarrollo. En segunda ins-
tancia, la crisis revela las condiciones estructurales de intercambio económico entre las urbes y el
agro. Una de las consecuencias positivas del aumento generalizado del precio de los alimentos ha sido
la mejora observable en los términos de intercambio de los productores agrícolas, incluyendo los de
pequeña escala. Esto ha ocurrido, sin embargo, a expensas del empobrecimiento de amplios grupos
urbanos y rurales, quienes han visto cómo el porcentaje de sus ingresos destinado al consumo de ali-
mentos aumenta de manera dramática, así como su incapacidad de cubrir necesidades básicas de su-
pervivencia. Una infeliz y paradójica consecuencia de los tiempos prósperos para los campesinos. Las
medidas no se han hecho esperar y ya se han puesto en práctica políticas públicas a nivel global y na-
cional (comerciales, de estímulo a la productividad, intervenciones de mercado, etc.) que intentan de-
primir los precios a su nivel anterior. El carácter especial de los alimentos como bienes de mercado
destinados a cubrir necesidades vitales básicas (como también lo es el agua) hace que haya presiones
estructurales para mantener “deprimidos” sus precios, y de esta manera las condiciones de vida del
campesinado. El problema de lo agrario, por lo tanto, va más allá de relaciones sociales de opresión
(sin descartar, por supuesto, que éstas agraven la situación) y tiene que ver con dinámicas económicas
estructurales del modo de desarrollo capitalista que no favorecen la acumulación de capital entre los
productores de pequeña escala. Por esta, y otras razones (como una relativa baja elasticidad de la de-
manda de productos agrícolas a partir de cierto nivel de ingreso), en las economías de mercado los
términos de intercambio desfavorables para los productores agrícolas sólo pueden ser compensados
por medio de la escala o subvenciones. Es por esto que, a largo plazo, la única manera de tener produc-
tores de pequeña escala “no pobres” es a través de la acción re-distributiva del Estado (subsidios por
ejemplo), tal como lo demuestran los países desarrollados. Esto, claro está, requiere tanto una baja
proporción de la población dedicada a la agricultura como excedentes suficientes en otros sectores
económicos más dinámicos (recordemos que la Unión Europea aún dedica alrededor del 50% de su
presupuesto a su Política Agraria Común) .

Lamentablemente, en América Latina no se cumplen ninguna de estas dos condiciones. A pesar de un

rápido proceso de urbanización a partir de los años 1970, la proporción de población rural con respec-
to a la total sigue siendo relativamente alta en la mayoría de los países, y el proceso de industrializa-
ción todavía está en un estado incipiente (con pocas excepciones). De hecho, fenómenos globales
recientes (como el aumento de los precios de las materias primas y la dura competencia con China en
el sector de manufacturas) han promovido un grado mayor de especialización primaria (reprimariza-
ción), contribuyendo a la des-industrialización de la región. A esto se suman las políticas neoliberales
que durante las ultimas dos décadas han disminuido sustancialmente la redistribución de los exce-
dentes de otros sectores al rural. La consecuencia de todos estos factores es que las economías campe-
sinas enfrentan serias limitaciones estructurales para poder generar márgenes que permitan sacar al
campesinado de la pobreza.

Bajo una visión más amplia, tendríamos que añadir que la crisis de la ruralidad en América Latina es
en buena parte el resultado de las fallas en el proceso de industrialización. El problema de fondo es
que otros sectores económicos, que se suponen más dinámicos, no han podido crecer y actualizarse
7
 suficientemente, de manera de absorber la mano de obra migrante del campo. El “fracaso” de la indus-
trialización en América Latina es más patente cuando nos comparamos, por ejemplo, con los procesos
actuales de acumulación, desarrollo de capacidades y migración rural-urbana en el Sudeste Asiático o
China. Una gran parte de estos migrantes rurales en América Latina (los que no se han ido al exterior)
han ido a parar al sector informal (que de paso depende grandemente de las importaciones de baratijas
chinas) y a los abundantes asentamientos marginales en las zonas urbanas. Por lo todo lo anterior, es
claro que los retos son muy grandes si se pretende resolver el problema de lo agrario, y las soluciones
pasan por re-pensar las políticas que se han implementado recientemente, incluyendo las estrategias
de promoción de sectores económicos no agrícolas .

¿Qué va a ocurrir con las economías campesinas de los países en vías de desarrollo?, ¿Qué papel juegan
en estas transformaciones rurales los procesos globales actuales?, ¿Qué lecciones se pueden sacar del
pasado?, ¿Qué alter nativas realizables hay frente al modelo neoliberal para resolver los problemas que
enfrentan la ruralidad y lo agrario? Estos son algunos de los temas que este libro pretende abordar, a
través de diversos trabajos y estudios, la mayoría inéditos, y que comparten una visión crítica y la
creencia que un cambio radical de rumbo es necesario.

Algunos gobier nos recientemente elegidos en América Latina (ciertamente el caso de Ecuador, pero
no de México) intentan configurar y construir un paradigma alter nativo al modelo neoliberal. Parten
del principio que “Otro mundo es posible” si se conforma un Proyecto Democrático de Nación que re-
valore los recursos naturales y reconstruya el deterioro que ha propiciado, por varios siglos, un siste-
ma económico injusto, basado en modos y relaciones sociales de producción que mantienen al margen
de los beneficios a una gran proporción de la población, y han contribuido enormemente a la degrada-
ción ambiental. Estos proyectos están fundados en la idea de fomentar y promover la participación so-
cial y propiciar la autogestión colectiva y el empoderamiento de procesos sociales, con el propósito de
construir y conformar comunidades que se autodesarrollen, “desde abajo y desde adentro”, con base en
sus propios problemas, necesidades y propuestas de acción para solucionarlos. Lo que sin duda consti-
tuye una muy difícil tarea, no exenta de enormes dificultades. Varios capítulos de este libro también
pretenden contribuir al pensamiento y desarrollo de estos espacios alter nativos de participación.

A continuación presentamos una breve reseña de los contenidos que los autores del libro elaboraron
para contribuir a la comprensión y, si es posible, generar alter nativas desde las economías campesinas,
para superar, en parte, los impactos y efectos globalizadores en la población excluida de los procesos
de desarrollo nacionalista de nuestros países.

En el primer artículo, denominado “Campesinos, Estado y globalización”, Carlos Ferra Martínez pre-
senta un escenario de los actuales problemas que ha generado el proceso de la globalización en las eco-
nomías campesinas. El posicionamiento de una clase dominante parasitaria; el debilitamiento de la
solidaridad y la cooperación; el adelgazamiento del Estado; la enorme desigualdad social y la pobreza
que afecta sobre todo a niños, mujeres y minorías étnicas; la migración de carácter inter nacional; las
nuevas técnicas de información y comunicación; y, finalmente, el deterioro ambiental, son un listado de
dichos aspectos. Esta problemática y las políticas públicas impulsadas para solucionarla, han propicia-
do iniciativas y cambios importantes en las sociedades en general y en las rurales en particular. Por lo
cual, se concluye que es un escenario tan complejo que pone en cuestión muchos de los planteamientos
teóricos que habían prosperado en los primeros tres cuartos del siglo pasado.

Blanca Rubio, por su parte, desarrolla un análisis comparativo de las economías campesinas de Ecua-
dor y México en el contexto de la globalización y del neoliberalismo, donde resalta la larga tradición
de lucha de ambas sociedades rurales, por lo cual no se someten fácilmente a los designios del poder es-
tablecido y han puesto en jaque a los gober nantes en múltiples ocasiones. Las experiencias de la Confe-
deración de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE en Ecuador y del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional, EZLN, en México -mismas que impulsaron movimientos para construir contin-
gentes nacionales para transformar la política- son ejemplo de esa tradición de lucha. Además, en su
artículo, la autora concluye que “tanto en México como en Ecuador, se está enfrentando una coyuntura
de transición, en la cual existe la posibilidad de que los pequeños y medianos productores puedan al-
8
canzar un papel productivo que les posibilite superar la exclusión de que han sido objeto durante más
de veinte años de neoliberalismo”.

En un documento sólidamente argumentado, que se titula “Grandes transformaciones en la vida ru-

ral mexicana”, Jorge Morett Sánchez nos invita a hacer un recorrido teórico por los senderos que han
caminado las economías campesinas de América Latina, particularmente de México, desde los años
sesenta hasta la época actual. Sus conclusiones, sustentadas analíticamente, provocan al pensamiento
crítico: la primera sostiene que, “hoy cada vez es más claro que este actor social (el campesino) ya es
en buena medida ‘prescindible’; que, sin grandes conflictos ha sido sustituido de la lógica de repro-
ducción económica y como componente importante para generar la ganancia en el campo, y sin que
su ausencia mine la reproducción del capital en su conjunto”; la segunda plantea que, ahora, “el cam-
pesino multifuncional tiene que luchar para conseguir su propio empleo, por establecer estrategias de
producción que le permitan obtener un empleo decoroso y, en ello, la agricultura y las actividades del
campo cada vez están más distantes y le brindan menos garantías”; y, la última, destaca los desastres
ambientales en México, mismos que han cambiado el paisaje natural del medio rural y, por lo cual
propone “la necesidad de valorar para la vida de la humanidad que la situación del medio ambiente re-
clama de nuevas interpretaciones teóricas”.

En su colaboración para este libro, Ber nardino Mata García nos presenta un conjunto de alter nativas
participativas y autogestionarias para enfrentar algunas situaciones del actual modelo de desarrollo.
Esas propuestas se han generado con la participación de grupos y organizaciones campesinas que lu-
chan por mejorar sus condiciones materiales de subsistencia, con la finalidad de lograr una mejor ca-
lidad de vida. El maestro Mata sostiene que: la educación y capacitación campesina, y la organización
rural y comunitaria, como sustento y base de las alter nativas propuestas, son acciones que deben ser
impulsadas, pero no de la manera convencional, sino que deben partir “desde abajo y desde adentro”,
mediante la puesta en práctica de metodologías participativas que posibiliten en los participantes de
los procesos educativo-organizativos una toma de conciencia de su realidad para incidir en su trans-
formación.

En un interesante artículo de Michiel Baud, se describe y analiza “La migración y el papel de las redes
familiares en América Latina”. El trabajo se sustenta en las observaciones de que los miembros de
una unidad familiar puedan vivir en lugares ampliamente variables y espacialmente distantes durante
su vida, sin perder sus derechos y deberes como miembros de la unidad familiar. A partir de los casos
y experiencias revisadas y analizadas, se concluye que la investigación de la migración debería cen-
trarse en los mecanismos de redistribución dentro de las redes familiares y su durabilidad en el tiem-
po. Sugiere para ello tres temas: investigar la cohesión inter na de las redes familiares y el grado en
que determinan las vidas y las acciones de sus miembros; describir la jerarquía inter na y las relacio-
nes de poder dentro de la familia, y entender la influencia del mercado en las redes familiares para
descubrir sus interrelaciones y no sólo las contradicciones.

En su colaboración “Desarrollo sostenible en cadenas globales de mercancías: apuntes metodológi-

cos”, el Dr. Wim Pelupessy nos ilustra sobre un enfoque novedoso para analizar las cadenas globales
de mercancías (CGM), el cual se basa en la Evaluación del Ciclo de Vida (ECV) de los productos agrope-
cuarios y que “pretende identificar a todos los impactos ambientales como consecuencia de los proce-
sos productivos: el uso del producto y la descarga de los desechos mediante un seguimiento ‘de la
cuna a la tumba’ o de la explotación de materia prima hasta la disposición final”. El autor recomienda
cuatro grandes estrategias para el logro de ese desarrollo sostenible de las CGM y que son: informa-
ción actualizada, reducir la extensión de la cadena, innovación tecnológica y gestión de marcas. Seña-
la como una condición “que se debe por lo menos reducir la vulnerabilidad de los pequeños
productores involucrados y evitar su marginalización económica y social o exclusión de la cadena”.

El maestro Rafael Ortega Paczka, en un amplio documento, realiza una argumentada justificación so-
bre la necesidad y conveniencia de rescatar, conservar y proteger los recursos fitogenéticos del plane-
ta y, en particular de los países megadiversos, como son México y Ecuador. “Biodiversidad, recursos

9
 fitogenéticos y desarrollo sostenible” es un artículo conceptual, descriptivo y analítico, con referen-
cias a convenios y tratados inter nacionales para la defensa de la biodiversidad y la conservación de los
recursos fitogenéticos. La argumentación y el detallado análisis sobre los países que son excepcional-
mente ricos en biodiversidad y en recursos naturales, llevan al autor a proponer la siguiente conclu-
sión: “La conservación in situ de la biodiversidad y los recursos fitogenéticos, debe contemplar
coordinarse necesariamente con su utilización responsable y el reparto equitativo de los beneficios
derivados de su uso y aprovechamiento”. Es decir, la biodiversidad debe ser considerada como ele-
mento consustancial del desarrollo sostenible.

En un trabajo singular, intitulado “Pobreza y ruralidad en el campesinado de la Cordillera del Tentzo,

Puebla, México”, Javier Ramírez Juárez analiza la relación entre un medio ambiental frágil y la repro-
ducción que emprenden los pobres rurales mediante la unidad doméstica campesina (UDC) para su re-
producción socioeconómica. El estudio encuentra dos tendencias: una, donde los ingresos de la
agricultura no garantizan la reproducción de la UDC y; la otra, que al disponer de mejor calidad de
tierra y con riego, combinada con actividades ganaderas, puede jugar un papel importante en el forta-
lecimiento de los ingresos de la UDC. Con base en ello, se propone que los ingresos de la UDC se pue-
den mejorar mediante procesos de consolidación y desarrollo de un sistema agroganadero
sustentable, y con un manejo integral de suelos, agua y vegetación, en la perspectiva de generar em-
pleos y alimentos para la población de la región; además habría que considerar la articulación de la
política social y económica en una visión multifuncional y territorial.

En su tesina, cuya síntesis se incluye en este libro con el título “Análisis de las economías de pequeños
productores y la conveniencia de articulación a empresas privadas. Estudio del caso maicero en el del-
ta norte de Guayas”, Darío Cepeda Bastida realizó una breve descripción del sistema de producción
de maíz y lo dividió en dos subsistemas: el SP1 que se identifica por cultivo de maíz-arroz en menos de
diez hectáreas; y el SP2, que se caracteriza por el cultivo maíz-arroz, con otras actividades agrícolas y
pecuarias, en fincas de 5 a 20 ha. Después de revisar los costos y beneficios de ambos subsistemas, se
concluye que con el primer subsistema no es posible que el pequeño productor salga del “ciclo infer -
nal” de endeudamiento y, mucho menos, sobrepase el límite de supervivencia; en el segundo subsiste-
ma, cuando éste se diversifica y se aplica un sistema de cultivo con una buena productividad de la
tierra, como el maní o la huerta agroforestal, el campesino puede aumentar sus rentas y obtener ma-
yores beneficios de la tierra.

Uno de los alumnos participantes del módulo elaboró un estudio comparativo de la lucha de resisten-
cia contra los megaproyectos de dos comunidades, una de Ecuador (Sarayacu) y otra de México (San
Salvador Atenco). Eloy Alfaro intitula su ensayo “Zapata vive: lucha y resistencia antisistémicas en
comunidades indígenas y campesinas de Ecuador y México”. El estudio se sustenta en una breve revi-
sión bibliográfica y en la observación participante, motivada por su estancia en México. Su conclu-
sión es que, en ambos casos, con sus movilizaciones logran frenar la consolidación de los
megaproyectos: un aeropuerto inter nacional en Atenco y la explotación petrolera en Sarayacu por
los daños ambientales que ocasiona. La lucha por la vida cuestiona al capitalismo, que se sustenta en
la destrucción del tejido social; por tanto, defender el derecho a la vida y a mecanismos sociales y co-
munitarios, se convierten en frenos al desarrollo capitalista.

Con respecto a ese último trabajo, la maestra Patricia Muñoz Sánchez, comenta: “La globalización
entendida como un sistema de vida con diferentes dimensiones va más allá de la búsqueda de la inte-
gración de las economías regionales a la dinámica de los mercados financieros inter nacionales, pues
tiende a homogeneizar y hasta borrar los procesos identitarios de las comunidades locales, acentuan-
do la interculturalidad moder na. Sin embargo, genera, como contraparte, procesos de resistencia y
cuestionamiento al sistema imperante, en el que la defensa del territorio y la identidad cultural sur-
gen como mecanismos estratégicos expresados en la lucha por la tierra, no sólo de y como clases, sino
como comunidades con formas de vida específicas y diferenciadas. En este contexto vale decir que de
la lucha local se va a lo global; y coincido con Alfaro, que ambos movimientos de los cuales nos habla,
atentaron y pusieron en riesgo megaproyectos del capitalismo financiero inter nacional”.

10
Mediante esta breve presentación, el lector se podrá dar cuenta de las reflexiones y análisis que los
autores, de los diferentes artículos plasmaron para contribuir a explicar y comprender los intrinca-
dos laberintos por los que deben transitar las economías campesinas latinoamericanas, en especifico
de Ecuador y México, para enfrentar y superar los impactos y efectos del modelo económico neoli-
beral.

Bernardino Mata García, por la Universidad Autónoma Chapingo, México.

Roldan Muradian, por la Universidad de Tilburg, Holanda.
Junio, 2008

11
12
 Campesinos, Estado y
globalización
1
Carlos Ferra Martínez

La globalización es un fenómeno inherente al masas a las injusticias, la explotación y la

desarrollo de las fuerzas productivas, sería un
proceso inevitable aun cuando estuviésemos en
un orden social diferente al capitalismo. El he-
cho de que el régimen capitalista predomine en
esta fase del desarrollo de las fuerzas producti-
vas, da a la globalización el carácter de una nue-
va forma de explotación del trabajo a manos del
capital, sin que ello cambie la esencia del propio
capitalismo; es decir, se constituye en un estadio
más del desarrollo de este régimen. La globali-
zación comenzó, prácticamente, con el capitalis-
mo, y podría asegurarse que lo hizo aun antes de
que este modo de producción se convirtiese en
dominante –con el desarrollo de los intercam-
bios comerciales entre los pueblos y con los an-
tiguos imperialismos.
A diferencia de otros momentos de la expansión
del capitalismo, la globalización se asocia a cam-
bios estructurales muy profundos, cuyos efectos
se perciben en prácticamente todos los aspectos
de la vida social. Si a esta situación agregamos la
derrota de las masas a fines del siglo pasado y la
crisis de las formas de lucha y organización que
se generaron a partir del triunfo de la Revolu-
ción de Octubre de 1917 y, después, durante el
estalinismo y la Guerra Fría, entonces estamos
también viviendo un momento en que se gene-
ran nuevas manifestaciones de resistencia de las
opresión asociadas a la globalización capitalista.
Con la globalización neoliberal, el carácter pa-
rasitario de las clases dominantes se ha acentua-
do. Una cúpula formada por un pequeño número
de magnates, que controla los organismos inter -
nacionales y gobier nos, toma las decisiones fun-
damentales respecto al futuro de la inmensa
mayoría de la población mundial. En los merca-
dos, los movimientos de dinero se ubican en una
cifra de alrededor de dos billones de dólares,
pero más de 80% de esos movimientos tienen un
carácter especulativo; es decir, no se mueven
para el intercambio de bienes y servicios, sino
únicamente para aprovechar las ventajas coyun-
turales que les ofrecen los diversos mercados in-
ter nacionales. Por ello sus movimientos
también son muy rápidos: en el curso de unos
días, esa masa de dinero vuelve a sus lugares de
origen o migra a mercados que le ofrecen mejo-
res condiciones.
El capitalismo de la era de la globalización ha
desatado una gran ofensiva para destruir con-
quistas obtenidas por diversos sectores de la po-
blación entre principios y finales del siglo XX.
Esto conduce a la sociedad a una competencia
permanente entre los individuos, así como al de-
bilitamiento de los sentimientos de solidaridad

1 Maestro en Ciencias en Tecnología Educativa por el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa

(ILCE). México. Profesor Investigador y Subdirector de Investigación del Departamento de Sociología Rural de la
Universidad Autónoma Chapingo, México.

13
 y cooperación. Todas las reformas dirigidas a la
“flexibilización” de las relaciones laborales tie-
nen como propósito reducir la negociación
entre capital y trabajo, a una negociación indivi-
dual entre el trabajador y el capital organizado
jerárquicamente a nivel inter nacional. El de-
sempleo ha crecido con las reformas estructura-
les en el ámbito del trabajo, y ha tenido lugar lo
que algunos investigadores denominan la pre-
carización de éste, igual que la ocupación infor-
mal. De manera simultánea, se han privatizado
o abandonado los sistemas de salud pública y se-
guridad social.
El adelgazamiento del Estado ha sido otra de las
grandes reformas de este estadio de la evolución
del capitalismo mundial. Debido al desmantela-
miento de las empresas del sector público, éstas
han quedado, en su mayoría, en manos de indivi-
duos especializados en el fraude y la especula-
ción con los recursos públicos. Un ejemplo
escandaloso de la confabulación de políticos y
empresarios para enriquecerse sin importar los
daños morales y materiales que puedan causar a
la sociedad, es el de la empresa Halliburton.
Esta empresa había obtenido hasta el año 2006,
16 mil millones de dólares por contratos para la
reconstrucción de Irak. Por ello es importante
resaltar que tanto Bush como el vicepresidente
Cheney participan como accionistas de la em-
presa.
En su obra El malestar de la globalización, el pre-
mio Nóbel de economía y ex funcionario del
Banco Mundial, J. Stiglitz, describe las transac-
ciones perversas que han tenido lugar en los
procesos de privatización de las empresas públi-
cas. En México, los gobier nos de Zedillo, Fox y
Calderón han descargado el peso de la ineficacia
del sistema bancario mexicano (ahora en poder
de extranjeros), sobre las espaldas de la pobla-
ción mexicana. El sistema mexicano de ferroca-
rriles prácticamente desapareció, pero el ex
presidente Zedillo forma parte ahora del Conse-
jo de Administración de Procter and Gamble y
de Union Pacific –esta última, empresa ferroca-
rrilera de Estados Unidos de América, que fue
además la propietaria de los ferrocarriles mexi-
canos cuando éstos fueron privatizados durante
la administración del mismo Zedillo–. Muchos
ejemplos podrían darse como muestra de esta
asociación entre políticos y empresarios para lu-
crar a costa de los recursos de la sociedad.
¿Quién no ha leído o escuchado los escándalos
14
de Silvio Berlusconi, jefe del estado italiano de
2001 a 2006, magnate de medios de comunica-
ción (Mediaset), y conectado a la mafia italiana?
La lista de ejemplos es interminable.
Otras consecuencias de la globalización neolibe-
ral son la enorme desigualdad social y la pobre-
za. Se calcula que 1 300 millones de habitantes
viven en la miseria –con ingresos de apenas un
dólar por día–, que no disponen de agua potable
ni de viviendas adecuadas. Tres mil millones de
habitantes sobreviven con ingresos de dos dóla-
res diarios; millones de niños son explotados y
otros tantos mueren prematuramente por des-
nutrición o falta de medicamentos. Otra ex-
presión de la desigualdad la constituye la
inequitativa distribución del PIB mundial entre
países. El PIB mundial equivale, aproximada-
mente, a 25 trillones de dólares. De ellos, 18 tri-
llones los concentran los países del G7, mientras
que el resto se distribuye entre 180 países. En
veinte años, tres personas han acumulado una
fortuna equivalente al PNB de 42 países (600 mi-
llones de habitantes). El ingreso promedio por
habitante declinó en los países atrasados, mien-
tras que su deuda se multiplicó por cuatro entre
1980 y 2002.
Entre las mujeres, los niños y las minorías étni-
cas se encuentran las principales víctimas de la
pobreza y la desigualdad. En 2001, la población
indígena estimada en Ecuador era de 11 a 13%
de la población nacional; de ésta, 75% se hallaba
en situación de pobreza. En México –y segura-
mente en todos los países de América Latina
donde existe una población de este tipo–, la ma-
yoría se encuentra en situación de pobreza. Aun-
que algunos núcleos importantes de la misma se
ubican en barrios pobres de las grandes concen-
traciones urbanas, la mayoría reside en las áreas
rurales (en el caso de México, en las selvas de
Chiapas o en las costas y sierras de Guerrero y
Oaxaca, así como en amplias zonas del sureste
del país).
La migración en esta estapa del capitalismo ha
alcanzado niveles nunca antes vistos: de Améri-
ca del Sur y del Centro hacia Estados Unidos de
América y Canadá; de África y Medio Oriente
hacia la Europa industrializada. Los trabajado-
res migratorios han protagonizado importantes
movilizaciones por sus derechos en Francia,
España y otros países de Europa, así como en
EUA. Las remesas de los trabajadores migrato-
rios a sus países de origen pasaron de 31 mil mi-
llones de dólares en 1990, a 200 mil millones de
dólares en 2006. Monto que equivale a 6.7% de
las importaciones y a 7.5% de la inversión total
en las economías emergentes. (Nota de Roberto
González Amador, en La Jornada del 16 de no-
viembre de 2006).
A todo lo anterior debe agregarse la preocupa-
ción de académicos, investigadores y sectores
más amplios de la sociedad por la degradación
ambiental a que dan lugar los patrones de pro-
ducción y de consumo del capitalismo. Defores-
tación, abatimiento de las fuentes de agua dulce,
y calentamiento global son algunas consecuen-
cias de los patrones de producción y consumo
asociados a esta etapa de la acumulación de ca-
pital.
Algunos cambios sumamente importantes en
ciertos países como los de América Latina son:
una composición distinta de la población debido
al desarrollo de los servicios y a las modificacio-
nes de los procesos productivos; el adelgaza-
miento del Estado después de décadas de
intervencionismo estatal; la integración al libre
comercio inter nacional en condiciones de desi-
gualdad frente a las potencias imperiales; la
construcción o el reforzamiento de identidades
de grupos marginados por las más diversas ra-
zones: étnicas, de género, etc.; el crecimiento del
número de trabajadores asalariados ubicados en
los servicios y en el trabajo informal –que por lo
general no cobran conciencia de su condición de
explotados–; el crecimiento del número de tra-
bajadores migratorios hacia otros países, donde
son discriminados, o hacia zonas de gran con-
centración urbana al interior de sus mismos
países.
El desarrollo de los medios de comunicación ha
influido en la cultura y en la política. El poder de
manipulación que detenta una ínfima minoría
de la élite de la sociedad capitalista sobre am-
plios sectores de la población mundial se ha po-
tenciado de manera muy significativa. De hecho,
los medios se han convertido en un poder fáctico
que, en determinadas circunstancias, puede in-
fluir decisivamente en procesos electorales y en
la opinión pública. Además de ello, promueven
la adopción de los patrones de consumo y la for-
ma de vida más favorable a los intereses de los
grandes capitales.
Fortalecidos desde el surgimiento del “Estado
benefactor” y durante todo el periodo de estra-
tegias económicas keynesianas de la posguerra,
los Estados de los países ahora llamados “en vías
de desarrollo” se han adelgazado y han tenido
que compartir el poder, sobre todo en lo que se
refiere a la toma de decisiones de fundamental
importancia para la economía y la estabilidad
política, con organismos supranacionales como
el FMI y el Banco Mundial, detrás de los cuales
se encuentran los intereses de las clases domi-
nantes de los Estados imperialistas.
El Estado de la época de la posguerra –y hasta
finales del siglo pasado– ha sido prácticamente
desmantelado. Y a los poderes fácticos que ya
existían, como los medios de comunicación de
masas y las agrupaciones patronales, se han su-
mado los de las mafias de narcotraficantes, se-
cuestradores, etc., que han penetrado cuerpos
policíacos y militares, organizaciones políticas,
y al propio gobier no.
La forma de relación de este Estado –no debili-
tado sino adelgazado– con los diversos sectores
de la población difiere entre los países, de acuer-
do con la correlación de fuerzas, interior e inter -
nacional. Así, coexisten en el tiempo gobier nos
como el de Chávez, Correa y Lula, por un lado,
con los de Fox y Calderón en México o Uribe en
Colombia. En el caso mexicano, el campo ha
sido prácticamente excluido de los apoyos gu-
ber namentales. En el TLCAN se ha acordado
abrir el mercado de productos agrícolas básicos
como el maíz a la competencia con los socios
comerciales del norte, en situación de desventa-
ja; lo cual amenaza con cambios drásticos en la
agricultura mexicana que afectarán de manera
negativa a los campesinos pobres.
Dentro de este proceso el campo ha experimen-
tado también transformaciones muy importan-
tes. Dice Almeyra:
La mundialización entre otros efectos nefastos,
modifica profundamente el mundo rural, con-
vierte a la agricultura en una rama de la indus-
tria agroquímica, desplaza o destruye millones
de unidades domésticas campesinas que son
arrojadas fuera del mercado y de la vida misma,
ya que no pueden ser absorbidas por la indus-
tria que, en un sector, desarrolla nuevas tecno-
logías ahorradoras de mano de obra y, en otro,
mantiene tecnologías atrasadas y extrae la ga-
15
 nancia de bajísimos salarios, de modo que el
mercado interno –por ambas causas– se es-
tanca.”
Algunas de las modificaciones más relevantes
que ha experimentado el campo en la era de
la globalización podrían sintetizarse en las si-
guientes:
a) Una modificación en la relación campo/
ciudad, debido a la emigración y a la reubi-
cación de industrias en las áreas rurales.
De tal manera que la mayor parte de los
ingresos de la población rural ya no pro-
viene necesariamente de la agricultura,
sino de otras actividades de las ramas in-
dustriales y de los servicios, así como de
las remesas provenientes de los trabajado-
res que han emigrado a otras zonas del
país o al extranjero. En general, en todos
los países de América Latina la estructura
ocupacional en las zonas rurales se ha mo-
dificado, de tal manera que un elevado
porcentaje de los ingresos de las familias
no provienen ya de la actividad agrícola,
sino de los servicios y de la industria, ge-
neralmente maquiladora. En México, por
ejemplo, entre 1976 y 2000, la PEA rural
ocupada directamente en la agricultura
pasó de representar 77% en el primer año
a 56% en el segundo.
b) Alrededor de las grandes concentraciones
urbanas se ha generado un territorio de
transición entre la vida urbana y rural;
esto ha ocupado la atención de los investi-
gadores sociales en los últimos años, pues
se han formado cinturones de transición
entre lo urbano y lo rural, fenómeno que
ha dado lugar a debates entre académicos,
investigadores y luchadores sociales acer-
ca de la caracterización de esta parte de la
población y de la actividad productiva que
comparten rasgos de la vida urbana con
otros de la vida rural.
c) Pérdida de autosuficiencia alimentaria por
las políticas nacionales e internacionales,
que supeditan la seguridad nacional en
materia de alimentos, a las ventajas com-
parativas (competitividad) en los merca-
dos internacionales.
16
d) Retiro o reducción de apoyos gubernamen-
tales a productores agrícolas –sobre todo a
medianos y pequeños–. Incluso han desa-
parecido instituciones que, hasta el último
cuarto del siglo pasado, formaron parte de
las estrategias gubernamentales para fo-
mentar el desarrollo en las zonas rurales.
e) Establecimiento de agroindustrias gene-
ralmente bajo control de transnacionales,
las cuales establecen contratos que con-
vierten a los campesinos en empleados de
las empresas.
f) Introducción de cultivos comerciales nue-
vos, o incremento de la superficie destina-
da a algunos que ya se cultivaban, con
destino a mercados internacionales.
g) Emigración masiva del campo a los centros
urbanos del extranjero o del propio país.
h) La diversificación del origen de los ingre-
sos de las familias rurales y el deterioro
ambiental. Aunque sigue siendo importan-
te, la migración rural-urbana ha reducido
su ritmo en el curso de las últimas décadas.
i) Las demandas de la población –en países
que tienen una importante población indí-
gena– combinan los problemas agrarios
con los étnicos. Desde finales del siglo pa-
sado el reclamo de las minorías étnicas
marginadas se intensificó, lo que ha dio lu-
gar a movilizaciones tan importantes
como las del EZLN en México, y las de los
indígenas ecuatorianos y bolivianos de los
años noventa.
La resistencia de sectores importantes de la po-
blación al proyecto neoliberal comenzó desde el
momento en que los gobier nos iniciaron la im-
plementación de las estrategias económicas
neoliberales y los “planes de choque”, cuyas con-
secuencias fueron dramáticas para las clases ba-
jas de la sociedad de muchos países atrasados o
de los llamados en vías de desarrollo. En África,
Europa del Este y América Latina los golpes de
la contraofensiva neoliberal causaron estragos
entre los sectores más pobres de la población. La
agricultura de algunos países de África fue prác-
ticamente desmantelada. Las manifestaciones en
las ciudades sede de las cumbres de los gobier -
nos neoliberales se convirtieron casi en una tra-
dición en la última década del siglo pasado. En
1994, la rebelión zapatista en Chiapas (México)
atrajo la atención mundial y fue considerada por
muchos políticos de izquierda como un renacer
de la esperanza por un mundo mejor.
La rebelión zapatista tiene algunas característi-
cas que permiten ubicarla como una forma de lu-
cha asociada al mundo que emergió después de
la debacle del socialismo realmente existente.
La evolución de este movimiento hacia las posi-
ciones de J. Holloway acerca del poder (“Cam-
biar el mundo sin tomar el poder”), ha dado
lugar a un amplio debate entre los círculos de iz-
quierda. Independientemente de la posición que
se tome al respecto, las experiencias de autoges-
tión y autogobier no en el caso de los zapatistas y
de otros movimientos del continente –como el
de los piqueteros de Argentina– constituyen fe-
nómenos que de manera escasa habían tenido lu-
gar en el periodo inmediato anterior. La
sociedad de nuestro tiempo difiere en muchos
aspectos de la sociedad del periodo de la Guerra
Fría. Hace falta asumir las tareas de elaboración
teórica que permitan comprender esa sociedad y
definir las estrategias para cambiar el mundo de
hoy por un mundo más justo, igualitario, basado
en la solidaridad y la cooperación entre los indi-
viduos y las sociedades, y en una relación armo-
niosa con el ambiente natural, que constituye el
sustrato indispensable para la existencia de la
vida en el planeta. Lo anterior significa localizar
las fuerzas que pudieran confluir hacia una es-
trategia en este sentido, y definir los métodos
para lograrlo. Se trata de una tarea colectiva y
no de corto plazo.
Hay, sin embargo, un enorme atraso teórico con
relación a las transformaciones que han tenido
lugar entre fines del siglo XX y lo que va del XXI.
Por ejemplo: explicaciones todavía inacabadas
acerca de la naturaleza de la clase obrera de
ahora; del papel que en este momento podrían
desempeñar las formas de organización tradi-
cionales, como los sindicatos; la participación en
los procesos electorales; el destino del campe-
sinado a medida que avanzan los procesos de
globalización capitalista y neoliberal; la impor-
tancia de las demandas más generales de la po-
blación –como las relacionadas con el medio
ambiente, la igualdad, el empleo, etc.–, y la resis-
tencia a la ofensiva capitalista contra las con-
quistas de los trabajadores –logradas en la
época de la posguerra–, que se sintetiza en las
reformas estructurales con el nombre de flexibi-
lización del trabajo.
Nos encontramos, en conclusión, en un escena-
rio muy complejo que cuestiona muchos de los
planteamientos teóricos que habían prosperado
en los primeros tres cuartos del siglo xx.
La invitación, por lo tanto, es a debatir: cuál es el
carácter del campesinado hoy, qué cambios ha
experimentado en la época de la globalización;
qué es en realidad la globalización; cuáles son
las formas de organización de las masas más
adecuadas para resistir la ofensiva neoliberal y
para avanzar en la construcción de un mundo
más justo y equitativo.
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Zibechi, Raúl. 2004. “El zapatismo y América
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 Perspectivas de los campesinos
latinoamericanos ante el nuevo
siglo: Ecuador y México en la
mirada (2000-2007)
Introducción
Los campesinos latinoamericanos enfrentan en
los tempranos dos mil, una etapa de profundas
transformaciones en su producción, sus formas
de vida y las perspectivas que se vislumbran en
el ámbito mundial y local. Después de veinte
años de marginalidad productiva, precios depri-
midos y políticas excluyentes, han emergido un
conjunto de procesos mundiales que apuntan a
modificar este panorama.
Lo que está en el corazón de estas mudanzas es,
sin lugar a dudas, el agotamiento de una forma
de dominio de los países desarrollados respecto
a los subdesarrollados, tanto en el ámbito gene-
ral como en el agroalimentario.
El aumento inusitado de los precios del petróleo
y de las materias primas a partir del año 2000,
así como la recomposición del mercado agroali-
mentario mundial, han socavado las bases que
permitían marginar lo productivo agropecuario
como fuente de acumulación y de empleo en
nuestros países, con lo cual se abre un panorama
que puede ser más incluyente para algunos pro-
ductores rurales del continente.
1 Doctora en Economía por la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Agradezco el apoyo de Priscilla Castillo para recopilar y sistematizar la información
1
Blanca Rubio
En este contexto, el objetivo del presente ensayo
consiste en efectuar una mirada comparativa en-
tre el sector rural de México y el de Ecuador, en
el marco de los cambios ocurridos en el ámbito
mundial. Dichos países muestran fuertes simili-
tudes económicas y sociales, a la vez que gran-
des divergencias en el terreno político.
Ecuador y México se encuentran hoy en la en-
crucijada de una nueva fase mundial que puede
transformar las condiciones en las que se han
desarrollado las unidades productivas agrope-
cuarias; por ello vale la pena preguntarse cuáles
son las perspectivas que enfrentan.
En el primer punto se analiza el contexto mun-
dial en la óptica de los cambios enunciados ante-
riormente, mientras que en el segundo se
abordan las condiciones que enfrentan los países
latinoamericanos en esta coyuntura de transi-
ción. El tercero aborda la mirada comparativa
entre el sector rural de México y Ecuador -pri-
mero desde el punto de vista de las coincidencias
y posteriormente desde la óptica de las diferen-
19
 cias-. Por último, en el cuarto punto se analizan Dos hechos históricos marcan el punto de infle-
las perspectivas que enfrentan para, finalmente, xión de esta transición. Por un lado, el ascenso
adelantar algunas conclusiones. sin precedentes de economías como las de China
e India, que han incrementado fuertemente la
demanda mundial de energéticos y materias pri-
El contexto mundial en una etapa mas; y, por otro, el declive de la hegemonía mun-
de transición: 2000-2007 dial de Estados Unidos de América, manifiesto
–entre otros procesos– en la virtual derrota en-
Con el surgimiento del nuevo siglo emergió una frentada en la guerra de Irak.
etapa de transición de época, en la cual -como
señalamos- han empezado a agotarse las for- Tales procesos han desembocado en un incre-
mas de dominio y subordinación que prevalecie- mento estructural del precio del petróleo, pues
ron por más de dos décadas, a la vez que se mientras de 1985 a 1999 no superó los 22.99 dó-
vislumbra el surgimiento de nuevos mecanis- lares el barril, en noviembre de 2007 llegó al
mos de sometimiento del capital de punta res- tope de casi cien dólares.
pecto de los sectores subalter nos, y de los países
desarrollados sobre los dependientes. El aumento en los precios del hidrocarburo ha
generado dos procesos esenciales para
el objeto de este trabajo. Por un lado, un
fuerte incremento en el precio de las
Cuadro 1. Participación Porcentual del PIB Agropecuario
materias primas, en general, y, en parti-
en el PIB total 1980-2005.
cular, de origen agropecuario; y, por
otro, la orientación de granos y oleagi-
País 1980 1990 2000 2005 nosas a la producción de agrocombusti-
Argentina 6.4 8.1 5.0 9.4 bles en los países desarrollados, como
un mecanismo para contrarrestar el
Bolivia 19.0 16.7 15.0 15.0
creciente poder de los países producto-
Brasil 11.0 8.1 7.3 8.1 res de crudo, así como para reducir, en
Chile 7.3 8.7 6.1 5.5 el mediano plazo, el precio de los ener-
géticos.
Colombia 19.9 16.7 14.0 12.5
Costa Rica 20.2 12.3 9.5 8.7 Tales cambios mundiales han fractura-
do las bases sobre las que se cimentaba
Cuba — — — —
la forma de dominio prevaleciente en el
Ecuador 13.4 13.3 10.6 6.5 orden agroalimentario mundial global,
El Salvador — 17.4 10.5 10.3 que reinó de 1982 al 2000.
Guatemala 24.8 25.9 22.8 22.8 Esto se debe a que, en dicho orden
Haití — — 28.4 — mundial, los países desarrollados –con
Honduras 23.7 22.4 16.2 13.9 Estados Unidos de América a la cabe-
za– impusieron una forma de subordi-
México 9.0 7.8 4.2 3.8 nación sustentada en el pago por debajo
Nicaragua — — 20.1 18.6 del costo de producción de los bienes
básicos cultivados en sus economías.
Panamá 8.9 9.8 7.2 7.7
Las pérdidas que esto generaba a sus
Paraguay 28.6 27.8 17.0 22.1 productores eran compensadas por me-
Perú — 8.5 8.5 7.2 dio de cuantiosos subsidios, a la vez que
sus excedentes exportables eran im-
Rep. Dominicana 20.1 13.4 11.1 12.4 puestos en el mercado mundial a pre-
Uruguay — 8.7 5.9 9.2 cios artificialmente bajos para pugnar
por la hegemonía entre los rivales del
Venezuela 4.8 5.5 4.2 —
primer mundo, incrementar las ganan-
A. Latina y El Caribe 10.1 8.9 6.6 7.5 cias de las grandes transnacionales

Fuente: World Development Indicators. CD World Bank, 2007.

20
agroalimentarias y controlar, desde el ámbito Esta forma de dominio y explotación, en las
alimentario, a los países dependientes. condiciones actuales, no tiene ya posibilidades
de desarrollarse ante el incremento de los pre-
Dicho dominio se sustentó en la forma de explo- cios de los bienes agropecuarios en el ámbito
tación por despojo sobre los productores rurales mundial, pues resulta muy costoso mantener un
de los países dependientes, a quienes se impuso mercado inter nacional a precios deprimidos ar-
el precio por debajo del costo de producción, sin tificialmente.
la correspondiente compensación de los subsi-
dios. Así, fueron explotados, tanto al extraer el El ascenso de los precios de las materias primas
excedente producido, como al despojarlos de lo agropecuarias tiene, además, un carácter de or-
que invirtieron en parte de los medios de pro- den estructural y se espera que dure por lo me-
ducción y de la fuerza de trabajo propia y ajena. nos diez años, en los cuáles se encuentren
sustitutos a los cereales para la producción de
etanol, mediante la transformación de biomasa
de celulosa.
Cuadro 2. Participación porcentual de la deuda
exter na en el PIB total (a precios corrientes) En este contexto, los países desarrollados ya no
tienen interés en utilizar los granos y oleagino-
País 1980 1990 2000 2005 sas como arma de contienda alimentaria, sino
que han optado por utilizarlos como mecanismo
Argentina 13.1 47.9 54.5 62.0
de lucha energética, gracias a lo cual están ocu-
Bolivia 46.7 82.9 53.1 52.9 rriendo importantes transformaciones en el
Brasil 27.0 26.5 36.0 21.3 mercado agroalimentario mundial.

Chile 40.6 55.4 49.4 39.1 Por un lado, se ha estrechado la demanda mun-
Colombia 20.4 37.6 43.1 31.3 dial de cereales y alimentos básicos, en tanto re-
sulta muy oneroso para los países dependientes
Costa Rica 45.7 43.7 19.8 18.1
continuar importando alimentos a precios enca-
Cuba 32.6 38.9 recidos. Por otro lado, se han reducido las exis-
Ecuador 114.4 85.1 47.2 tencias de algunos cereales –entre ellos, el
maíz–, debido a la disminución de los inventa-
El Salvador 32.9 19.4 21.6 29.3 rios de Estados Unidos de América destinados a
Guatemala 13.4 32.5 13.7 11.8 las exportaciones.
Haití 25.2 27.2 31.9 32.1
Según César Turrent, los inventarios mundiales
Honduras 54.1 117.4 78.2 60.8 de maíz en 2006 llegaron al segundo nivel más
México 26.0 40.6 25.6 16.5 bajo en los últimos 25 años. (Turrent, César.
2007: 87)
Nicaragua 258.9 99.6 169.1 108.9
Panamá 58.0 92.3 48.2 49.0 A la vez que declina una forma de dominio y ex-
Paraguay 19.4 34.5 40.4 37.0 plotación, empieza a germinar otra, en el marco
del orden agroalimentario energético, impuesto
Perú 57.3 78.1 52.7 36.0 por medio de monocultivos que requieren enor-
República 32.1 49.6 18.6 19.5 mes extensiones de tierra y agua abundante, con
Dominicana lo cual se perfila una forma de dominio por des-
Uruguay 16.4 47.5 48.1 68.1
pojo de los recursos naturales. (Rubio, Blanca.
2007: 2).
Venezuela 45.5 75.5 28.8 33.7
América 26.6 39.4 36.9 26.7 El panorama para los países
Latina latinoamericanos
Fuente: Anuario Estadístico de América Latina y El Caribe El declive de la hegemonía de Estados Unidos
2002, 2004 y 2006 CEPAL. Julio 2006. http://www.cepal. de América –y con ella de una forma de domi-
org/estadisticas/ nio de los países desarrollados sobre los subde-

21
 sarrollados– ha generado un escenario para
nuestros países distinto del que imperó durante
el neoliberalismo.
Ello tiene que ver, en primer término, con el he-
cho de que el alza en el precio de las materias
primas y el ascenso del mercado mundial que
han generado las potencias asiáticas emergen-
tes, ha propiciado un entor no económico más fa-
vorable para los países latinoamericanos.
El reposicionamiento de los países petroleros
–como Venezuela y Ecuador–, de los producto-
res de níquel, cobre y plata, así como de aquellos
exportadores de bienes agropecuarios –como
Argentina y Chile– ha traído consigo el llamado
proceso de re primarización, según el cual las ac-
tividades primarias vuelven a tener importancia
estratégica en los países de la región.
Como puede observarse en el cuadro 1, mientras
la participación del sector agropecuario en el
PIB total de América Latina decreció, llegando a
6.6% en el año 2000, para el 2005 ascendió a
7.5%, fenómeno que ocurrió en países como
Argentina, Brasil, Paraguay, Panamá, Repúbli-
ca Dominicana y Uruguay.
Con ello, el declive de las tasas de interés en la
década de los noventa –con la posibilidad de va-
rios países de renegociar sus deudas con el exte-
rior– ha propiciado condiciones para alcanzar
mayor autonomía financiera.
Como puede observarse en el cuadro 2, la parti-
cipación de la deuda en el PIB de América Latina,
que había tenido un desarrollo ascendente hasta
el año 2000 al alcanzar 36.9%, se redujo clara-
mente en el año 2005, cuando llegó a represen-
tar 26.7%. Este mismo desempeño se observa en
países como Argentina, Brasil, Bolivia, Chile,
Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Mé-
xico, Nicaragua, Paraguay y Perú.
Tales condiciones económicas se han expresa-
do, en el plano político, en una mayor autonomía
de los gobier nos, manifiesta en el ascenso de
aquéllos con orientación de izquierda o cen-
tro-izquierda, como los de Venezuela, Bolivia,
Chile, Argentina, Brasil, Uruguay y Ecuador.
Este fenómeno refleja con mucha claridad la
fractura de los mecanismos de dominio que ca-
racterizaron la relación norte-sur durante el pe-
riodo neoliberal de los años ochenta y noventa.
22
Este proceso ha permitido generar bloques de
países que enfrentan las políticas intervencio-
nistas de las naciones desarrolladas y ponen un
freno a los mecanismos de dominio que se ha-
bían impulsado –fundamentalmente en el plano
de la apertura comercial y del control de los re-
cursos naturales latinoamericanos.
Una mirada comparativa entre el
campo de Ecuador y el de México
La primera impresión que se tiene al comparar
la situación rural de ambos países consiste en un
amplio cúmulo de coincidencias.
En un plano general, tanto en México como en
Ecuador se instauró el neoliberalismo en los
años ochenta y tuvo su fase de consolidación en
los noventa –en el caso de México con el gobier -
no de Salinas de Gortari, y en el de Ecuador con
el de Durán Ballén–. De igual manera, fueron de
los numerosos países de América Latina que in-
gresaron al ciclo de la deuda exter na en los años
ochenta (mismo que constituiría el grillete fun-
damental para acatar las medidas de política im-
puestas por el FMI y el BM, mediante el paquete
conocido como “Ajuste estructural,” centrado en
el control de la inflación, la reducción del gasto
social y la privatización o desaparición de las
empresas estatales, sobre todo aquellas dedica-
das al sector agropecuario).
Mientras en México se desmantelaron empresas
como Conasupo, Fertimex, Anagsa, Proquive-
mex, Tabamex, Inmecafé, etc.; en Ecuador, em-
presas como ENAC, Enoprovit, Fertisa, Emade,
Emesemilla, corrieron la misma suerte.
Cabe mencionar también que en los tempranos
2000, ambos países son de aquellos que lograron
reducir el peso de la deuda exter na en sus finan-
zas inter nas, como puede verse en el cuadro 2.
Por otra parte, en los dos países se impulsó un
cambio legislativo de gran envergadura durante
el periodo de consolidación del neoliberalismo.
En México, con las transformaciones al artículo
27 constitucional en 1992, mismas que dieron
por terminado el reparto agrario, permitieron la
renta y venta de parcelas y la inversión de socie-
dades anónimas en terrenos rústicos. En Ecua-
dor, por otra parte, se promulgó la Ley de
Desarrollo Agrario en 1994, que permitió el re-
gistro de la propiedad privada de tierras comu-
nales, la venta de tierras estatales a particulares,
así como la libre importación y distribución de
insumos y semillas. (Tatsuya, Shimizu. 2003:
145)
Otra gran semejanza que unifica el desarrollo de
estos países la constituye su riqueza petrolera.
En consecuencia, enfrentaron también el declive
de los precios del petróleo en los años ochenta y
noventa, a la vez que se han beneficiado, a partir
del año 2000, del ascenso de las cotizaciones in-
ter nacionales.
En este marco de coincidencias, ambos países
han tenido un fuerte peso de la agricultura de
exportación; en Ecuador con el banano, el café,
el cacao y recientemente las flores; mientras que
en México con el café, las hortalizas y frutas, y
de manera reciente también las flores.
Sin embargo, una de estas coincidencias que los
distinguen de otros países de América Latina, la
constituye la importancia que tiene la presencia
campesina e indígena. En el caso de Ecuador,
88% de las unidades productivas eran de peque-
ños campesinos con parcelas menores a 20 ha
para el año 2000 y 66.8% menores a 5 ha. (Chiri-
boga, Manuel. 2005: 303). Por otra parte, en
México –según datos de Sagarpa– 60% de las
unidades de producción tienen 5 ha, o menos
(Sagarpa. 2001).
Como señalamos antes, los campesinos e indíge-
nas han enfrentado –con el modelo neoliberal–
una forma de explotación por despojo por parte
de las empresas agroalimentarias, que han im-
puesto precios bajos y paquetes tecnológicos
muy agresivos que contaminan el ambiente y
desgastan la capacidad productiva de los suelos.
En México, empresas como Maseca, Minsa y
Bimbo han privilegiado la compra exter na de
granos básicos distribuidos por empresas trans-
nacionales como Cargill y ADM a precios deva-
luados, lo que ha generado la ruina de los
pequeños productores. En el caso de Ecuador,
Pronaca, Agripac, Exportadora Novoa, Nestlé,
etc. también han impulsado la explotación por
despojo en los productores de maíz, banano, le-
che, y otros productos, así como formas de so-
breexplotación en los jor naleros asalariados que
contratan en sus empresas.
El dominio de las grandes empresas sobre los
productores rurales se ha fincado también en el
fuerte impulso de las importaciones de granos,
fundamentalmente de maíz. Mientras en Méxi-
co se importaron, en los albores del 2000, alre-
dedor de 25% de las necesidades inter nas de
consumo, en Ecuador, para el 2005, las importa-
ciones de este grano representaban 42.8% de la
demanda total (Rubio, Blanca et al. En prensa).
En esta línea de coincidencias, podemos afirmar
también que Ecuador y México son dos países
heridos. El primero por el proceso de dolariza-
ción impuesto en el año 2000, que ató la moneda
nacional al dólar y provocó el aumento de los
precios inter nos y los insumos importados, ade-
más de generar la dificultad para utilizar la de-
valuación de la moneda como un mecanismo que
incrementara la competitividad de las exporta-
ciones, lo que ocasionó un proceso de encareci-
miento inter no, alza de costos y ruina de
pequeñas empresas urbanas y campesinas. En el
caso de México, por la firma del TLCAN en 1994,
que eliminó los aranceles a la mayoría de los
productos importados de Estados Unidos de
América y Canadá; de tal suerte que para el 2003
solamente quedaron formalmente “protegidos”
el maíz, el frijol y la leche.
Esto provocó que los productores mexicanos
fueran sometidos a la competencia desleal de las
importaciones norteamericanas y canadienses,
las cuales –como señalamos– tienen precios por
debajo del costo. Este proceso trajo consigo
la devastación del campo mexicano; como resul-
tado, de los cuatro millones de productores con
rentabilidad que existían antes del TLCAN, para
el año 2000 solamente quedaban 300 mil.
Los procesos de la dolarización y la firma del
TLCAN en el marco del neoliberalismo, han ge-
nerado una gran devastación en el campo de
ambos países, que ha traído consigo el fortaleci-
miento de la migración, fundamentalmente de
corte inter nacional.
A pesar de que las dos naciones tienen una larga
tradición migratoria –en el caso de México a
Estados Unidos de América y en el de Ecuador
a dicho país en la primera etapa (1950-1999) y a
España e Italia en la segunda (2000-2006),
(Acosta, Alberto. 2006)–, se observa, sin embar-
go, un fortalecimiento de la migración a partir
de los fenómenos mencionados, al punto de que
23
 en ambos países las remesas son la segunda
fuente de divisas, superadas sólo por el petróleo.
Finalmente, una de las coincidencias más im-
portantes –desde mi punto de vista– la constitu-
ye la histórica tradición de lucha de sus
organizaciones campesinas e indígenas. En los
años noventa, tanto México como Ecuador se
pusieron a la cabeza del movimiento indígena
mundial: uno de los bastiones de lucha más im-
portantes contra el neoliberalismo y la globali-
zación.
El EZLN en México y la CONAIE en Ecuador im-
pulsaron importantes movilizaciones con una
característica particular: construir movimien-
tos no sólo de corte indígena y sectorial, sino
con la capacidad de convocar contingentes na-
cionales para la transformación política, mis-
mos que incluían, en sus programas de lucha,
demandas del conjunto de las clases explotadas
y de los sectores excluidos.
Otra coincidencia más la constituye la crisis que
enfrentan estos movimientos en los tempranos
dos mil. La CONAIE debido, entre otras causas, a
la alianza que estableció con el gobier no de Lu-
cio Gutiérrez, quien una vez en el poder traicio-
nó los objetivos de los sectores que lo apoyaron,
lo que generó fuertes procesos de división y des-
gaste en el movimiento.
En el caso de México, el EZLN vivió un fuerte
proceso de desgaste debido a su confrontación
con el movimiento cívico que intentó llevar a
Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia
de la República. Esta oposición a uno de los mo-
vimientos más vigorosos de la sociedad civil le
costó el aislamiento de los grupos, tanto urba-
nos como campesinos, que se encuentran actual-
mente en la palestra política –algunos de los
cuales siguen luchando contra el fraude electo-
ral perpetrado en julio del 2006. Lo que tiene en
común la crisis de ambas organizaciones, es que
responde al debilitamiento de las demandas de
corte campesino, hecho que les afectó cuando se
empezaron a abrir condiciones para la rein-
serción de los productores rurales en las eco-
nomías.
En consecuencia, dicha crisis del movimiento
indígena con discurso indianista (Martínez Lu-
ciano, 2005) se ha visto acompañada por el re-
surgimiento de movimientos y organizaciones
24
que tienen un peso importante en lo campesi-
no, que reivindican la integración productiva de
los agricultores, la soberanía alimentaria y la de-
fensa de los recursos naturales. En el caso de
México, con el movimiento “El campo no aguan-
ta más”, que ha levantado la bandera de la rene-
gociación del TLCAN y que, después de una
fractura en el año 2005, ha vuelto a reunirse
–aunque no con el mismo nombre– para enfren-
tar la apertura total del TLCAN en enero del
2008. En el caso de Ecuador, el ascenso y forta-
lecimiento de la FENOCIN, una organización
–indígena también–, que ha puesto el énfasis en
las demandas de corte campesino y que tuvo una
importancia decisiva en el ascenso de Rafael Co-
rrea a la Presidencia de la República.
En cuanto a las diferencias en el desarrollo eco-
nómico y político de ambos países, para el objeto
de este ensayo únicamente abordaremos las más
importantes.
La diferencia primordial que encontramos con-
siste en que, en el caso de México, se observa una
penetración más profunda del capitalismo en el
campo, y, por ende, mayor desestructuración de
las unidades campesinas, tanto por el capital que
produce insumos químicos, como por el capital
agroindustrial y comercial; hecho que se eviden-
cia, en primer término, en una mayor pérdida de
la diversidad productiva de los agricultores, así
como en una marcada tendencia al monocultivo;
la que aún se conserva en las comunidades inclu-
ye cuatro o cinco cultivos, como maíz, frijol, ca-
labaza, café, chile; mientras que en Ecuador, la
diversidad productiva de comunidades ubicadas
en la Sierra puede abarcar hasta 10 cultivos. Tal
es el caso de Pichincha, donde productores que
venden su fuerza de trabajo producen papas,
maíz, cebada trigo, habas, fréjol, alfalfa, quinua,
arvejas y chocho (Rubio, Blanca et al. En prensa).
En segundo término, en el caso de México, la pe-
netración más fuerte del capital se observa en
una mayor descomposición de las unidades cam-
pesinas; hecho que se manifiesta, entre otros as-
pectos, en la fuerte migración rural que se ha
generado. En este país, alrededor de 45% de los
migrantes que van a Estados Unidos de Améri-
ca son de origen rural; mientras que en Ecuador,
la migración de la segunda etapa (2000-2006),
es de corte fundamentalmente urbana, como
puede apreciarse en la siguiente cita.
 Gran parte de la emigración a EE.UU. se reali-
zó por tierra, suponiendo costos relativamente
bajos, por lo que el elemento financiero no re-
presentaba un problema infranqueable en las
primeras migraciones a Norteamérica. Se pue-
de entonces afirmar que esta emigración estuvo
compuesta en buena parte de sectores pobres
de la población (primero campesinos, y luego
poblaciones afectadas por la crisis de la deuda).
En cambio, en el reciente proceso, los emigran-
tes provienen sobre todo de los sectores de in-
gresos medios y medio bajos, empobrecidos
por la crisis financiera, y, en menor medida por
los más pobres, debido a que éstos no tienen po-
sibilidades de acceder al financiamiento necesa-
rio, que para emigrar a España es mucho más
elevado (Acosta, Alberto et al. 2006: 87).
Esto genera algunas diferencias de tipo demo-
gráfico. Mientras en México la población rural
decreció a -0.37% anual, del 2000 al 2006, en
Ecuador se elevó 0.31% del 2000 al 2003,2 lo
cual nos habla de un proceso de despoblamiento
en el caso de México, mientras que en Ecuador
todavía se mantiene en un virtual estancamiento
demográfico.
La penetración más rápida del capital en el cam-
po mexicano tiene que ver, sin duda, con la firma
del TLCAN, el cual –como mencionamos– permi-
tió la entrada sin arancel de bienes abaratados
que llevaron a la ruina a gran parte de los peque-
ños y medianos productores.
En Ecuador, en el 2005 se impulsaron las nego-
ciaciones para la firma del Tratado de Libre Co-
mercio con Estados Unidos de América, pero
ese mismo año fueron suspendidas por este últi-
mo país debido al conflicto ocasionado por la
exigencia del gobier no ecuatoriano para definir
los términos de las concesiones a las petroleras,
después del aumento del precio del petróleo, si-
tuación que estalló en relación a la petrolera
Oxy. Desde entonces, dichas negociaciones se
encuentran suspendidas, y no se prevé que se re-
tomen en el actual gobier no, ya que Rafael Co-
rrea prometió en su campaña no firmar el TLC.
2 Datos elaborados con base en: FAO. www.fao.org 13 de junio del 2006.
El hecho de encontrarse al margen de una aper-
tura indiscriminada como la de México ha per-
mitido, por tanto, que en Ecuador el capitalismo
penetre de manera más lenta. Asimismo, las em-
presas florícolas, bananeras, productoras de ali-
mentos balanceados, etc., fincan su proceso de
acumulación en el establecimiento de bajos sala-
rios para los trabajadores que contratan, cuya
subsistencia es posible debido a que persisten las
unidades campesinas diversificadas, que de esta
manera complementan el salario, a pesar de que
sufren también fuertes procesos de descomposi-
ción de sus unidades productivas. (Rubio, Blanca
et al. En prensa.)
En un plano político, la diferencia fundamental
que distingue a ambos países la constituye el he-
cho de que, mientras Ecuador forma parte de los
gobier nos latinoamericanos de izquierda, en el
caso de México, el fraude electoral perpetrado
contra Andrés Manuel López Obrador, trajo
consigo la continuidad del Partido Acción Na-
cional (PAN) en el gobier no, mismo que se ha ca-
racterizado por una política sumisa ante
Estados Unidos de América –fincada en el neoli-
beralismo a pesar de sus signos de agotamiento
y con un claro sesgo anticampesino.
Perspectivas de los productores
rurales en el nuevo siglo
La nueva fase que se avizora exige mayor capa-
cidad productiva alimentaria a los países para
abastecer a sus poblaciones, a riesgo de perder
las divisas obtenidas en la importación encareci-
da de dichos bienes. Por ello, los países mejor li-
brados serán aquellos que logren fortalecer su
autosuficiencia alimentaria para depender me-
nos del mercado inter nacional.
En un plano más general, los países petroleros
que logren utilizar la ventaja de los altos precios
para fortalecer sus economías, tendrán sin duda
una oportunidad histórica en esta etapa.
En este contexto, se considera que Ecuador tie-
ne mejores perspectivas, y con él su población
rural, fundamentalmente porque la orientación
más autónoma de su gobier no ha llevado –a un
año de su instalación– al establecimiento del
25
 Plan Agrario y al impulso de una Nueva Consti-
tuyente, esto puede traer cambios sustanciales
en el desmantelamiento del modelo neoliberal,
hecho que permitirá un proceso más incluyente.
Sin embargo, ésta no es una tarea fácil, ya que el
poder de los grupos hegemónicos se encuentra
intacto y el gobier no enfrenta enormes presio-
nes para que se sostenga el modelo neoliberal.
Existen dos modelos en disputa: uno centraliza-
dor estatista, regido por visiones de eficiencia y
rentabilidad a corto plazo, y otro democratiza-
dor de desarrollo lento, en el que priven visiones
de equidad y desarrollo desconcentrado y des-
centralizado (Hidalgo, Francisco. En prensa.).
Esta disputa central está en el centro de la Nue-
va Constituyente, por lo que resulta crucial el
apoyo de la sociedad civil y de las organizacio-
nes para que triunfe el segundo proyecto.
En el caso de México, el gobier no actual apostó
al sostenimiento del modelo neoliberal en decli-
ve, a la vez que, en el plano agropecuario, apues-
ta a engarzarse en el nuevo orden energético
mundial promoviendo la producción de agro-
biocombustibles o la exportación de la materia
prima para elaborarlos, sin que hasta la fecha se
pronuncie con políticas reales para impulsar la
autosuficiencia alimentaria y no depender del
mercado exterior. En cuanto al petróleo, ha
pugnado por la privatización de Pemex, por lo
que ahora trata de minimizar la riqueza energé-
tica divulgando que las reservas probadas están
a punto de agotarse.
Esta política de sumisión a una potencia en de-
clive resulta muy peligrosa para el país y su po-
blación, porque va a contracorriente de las
tendencias mundiales y puede generar retroce-
so en el desarrollo del país, en detrimento de las
mayorías marginadas.
A manera de conclusión
En esta rápida mirada comparativa entre Ecua-
dor y México, una verdad queda clara: lo más
valioso que tienen estos países es, sin duda algu-
na, su población, y en el caso que nos ocupa, la
de índole rural e indígena. Se trata de socieda-
des rurales con una larga tradición de lucha, que
no se someten fácilmente a los designios del po-
der y que han puesto en jaque a los gober nantes
en múltiples ocasiones.
26
Por eso, ya sea desde un gobier no de izquierda o
de derecha, la participación de las organizacio-
nes campesinas e indígenas tendrá mucho que
ver en el rumbo que tomen las políticas públicas
en esta etapa de transición.
En Ecuador, el presidente Correa llegó al poder
con el apoyo del pueblo y sin un solo represen-
tante en el Congreso, mientras que en México,
Calderón lo hizo sin el apoyo del pueblo y con la
mayoría del Congreso a su favor.
Sin embargo, en ambos casos –acorde con las
tendencias mundiales– se desplegó un impor-
tante movimiento de la sociedad civil, que ha lle-
gado al límite de su paciencia para aceptar un
modelo excluyente y sometido a las grandes po-
tencias.
Tanto en México como en Ecuador, se está en-
frentando una coyuntura de transición, en la
cual se juega la posibilidad –para los pequeños y
medianos productores– de alcanzar un papel
productivo, que les permita superar la profunda
exclusión que han sufrido durante más de veinte
años de neoliberalismo. Éste es el reto que en-
frentan hoy las organizaciones indígenas y cam-
pesinas.
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27
28
 Grandes transformaciones en la
vida rural mexicana
Introducción
El panorama rural en México y América Latina,
sus características, los actores sociales, las
formas y la dominación política, así como la
producción agropecuaria, forestal y la trans-
formación de los alimentos cambiaron profun-
damente en comparación con el pasado reciente.
Quienes desde los años setenta estudiamos el
campo –investigando su desarrollo económico,
la vida y los conflictos sociales, la situación polí-
tica y las manifestaciones culturales que se dan
en ese espacio– observamos grandes contrastes
con aquellos tiempos en los que el agro estaba
marcado por:
a) la insurgencia agraria de los años setenta
(que dio origen a movimientos sociales,
organizaciones locales, frentes regionales
y nacionales, con características, deman-
das, políticas y formas de lucha muy diver-
sas, incluyendo la guerrillera);
b) una participación importante de la econo-
mía campesina en el contexto del capitalis-
mo agrícola con variadas formas de
producción y estrategias de reproducción
social como la pluriactividad y el trabajo
temporal fuera de la parcela, en la indus-
tria o en el campo;
1 Doctor en Agroecología, Campesinado e Historia por la Universidad de Córdoba, España. Profesor Investigador del
Departamento de Sociología Rural de la Universidad Autónoma Chapingo, México.
1
Jorge Morett Sánchez
Vivimos en un mundo en el que viajan
más náufragos que navegantes.
Eduardo Galeano
c) vínculos y contradicciones entre empresas
agroindustriales y la economía campesina,
en cultivos comerciales como café, caña de
azúcar, tabaco, henequén y hortalizas;
d) la formación de organizaciones campesinas
distintas a las oficiales, tanto regionales
como nacionales, como la Coordinadora
Nacional Plan de Ayala y la Unión de
Organizaciones Campesinas Regionales
Autónomas;
e) la existencia de políticas agrarias de Esta-
do hacia la autosuficiencia alimentaria y
programas de desarrollo rural con apoyos
hacia los campesinos;
f) la trasnacionalización de la agricultura y el
aumento de la presencia de las empresas
multinacionales, desde la producción has-
ta el control de la circulación de las mer-
cancías;
g) formas de poder político como el caciquis-
mo, el clientelismo y el corporativismo;
h) la heterogeneidad de los espacios rurales y
de los procesos socioeconómicos en su in-
terior, aunque con diferencias importantes
y complementos entre el mundo urbano.
29
 En un lapso muy breve la problemática rural en
América Latina, y en particular en México, ha
cambiado significativamente. Se modificaron la
estructura agraria, el trabajo, las relaciones so-
ciales, la composición demográfica y familiar
de los campesinos, y se asemejaron las formas de
vida a estilos más propios de la cultura urbana.
Ello obliga a caracterizar lo nuevo y la tras-
cendencia de los cambios mediante enfoques
teóricos que interpreten la complejidad de los
recientes fenómenos socioeconómicos.
Principales cambios en la vida rural
mexicana en los últimos tiempos
Entre los principales aspectos que, a nuestro
juicio, han cambiado significativamente el pano-
rama del campo en las últimas tres décadas, des-
tacan los siguientes:
1) La especificidad actual de lo rural, sus ca-
racterísticas, y los límites socioeconómi-
cos, culturales y geográficos. Lo rural es
dinámico, complejo y cada vez “más urba-
no”.
2) La integración económica de la agricultu-
ra mexicana a la globalización, a un bloque
geoeconómico regional y, de manera espe-
cial, a efectos lesivos por el TLCAN.;
3) La consolidación de un sistema agroali-
mentario controlado por empresas multi-
nacionales, con cambios en la producción,
transformación y consumo de los alimen-
tos, y por el dominio de la distribución por
grandes supermercados.
4) La degradación de la naturaleza y sus re-
cursos; la gravedad de los problemas am-
bientales; la contaminación y el deterioro
de los ecosistemas, lo que cuestiona el mo-
delo de desarrollo dominante y genera lu-
chas ecologistas por la biodiversidad.
5) Una nueva Revolución Verde –con la bio-
tecnología y la ingeniería genética– que
manipula como nunca antes las formas de
vida, relacionando especies que son in-
compatibles en estado natural, lo que aleja
a los trabajadores del campo de la capaci-
dad de control respecto a las nuevas ope-
raciones agropecuarias.
30
6) Transformaciones tanto en la economía
campesina, como en las unidades domésti-
cas familiares y en el tejido social que arti-
cula a las “comunidades”; situación que se
ha agudizado en México a partir del fin le-
gal del reparto agrario, sin que el proble-
ma de la tierra se haya resuelto –como lo
expresan las luchas del EZLN y otros movi-
mientos.
7) Un explosivo proceso migratorio como es-
trategia de supervivencia campesina, que
incluye a mujeres y niños; con lo que se ge-
neran enormes repercusiones socioeconó-
micas y culturales para al campo y sus
habitantes, quienes tejen nuevas redes so-
ciales.
8) Luchas étnicas en las que se reclaman iden-
tidades colectivas y su territorialidad;
9) La emergencia de actores sociales en el
agro. Mayor participación de la mujer en
las actividades productivas y en sus res-
ponsabilidades en el medio rural.
10) Modificación del entorno, las demandas y
los movimientos en el campo. Luchas dis-
tintas a las del pasado, que reflejan las nue-
vas condiciones y la conflictividad en el
agro. Se exige al Estado mayor presupues-
to para la agricultura, así como renegociar
la desventajosa situación de los pequeños y
medianos productores en el TLCAN.
Consideraciones
teórico-metodológicas
Las miradas que observan a los mundos
contemporáneos son muy diversas, las formas que los
agrupan son parte del ejercicio de la mirada que
mira a las miradas.
Galindo Cáceres
Los cambios, las nuevas tendencias y derroteros,
provocaron la multiplicación de enfoques de es-
tudio respecto a lo rural. Las ideas transitaron
desde el desarrollo integral, el ecodesarrollo, el
desarrollo endógeno y local, hasta el “gran con-
cepto” de desarrollo sustentable –de amplio uso
y abuso–. Entre los análisis destacan investiga-
2 3
ciones como las de José Bengoa, Blanca Rubio ,
4 5
Armando Bartra, Hubert C. de Grammont,
6 7 8
Leonardo Boff, Diego Piñeiro, Marina Ariza,
9
José Naredo y Fer nando Parra, Arturo War-
man,10 y el Grupo parlamentario PRD.11 En tan-
to, Renard12 –de manera interesante y ya para el
sistema alimentario propiamente dicho– destaca
cinco grandes modificaciones. Remitimos al lec-
tor a estos trabajos.
Es cierto que tanto en el pensamiento social
como en la teoría agraria podríamos retomar
importantes publicaciones históricas, pero aquí
sólo recuperamos materiales esenciales que fue-
ron elaborados a partir de la década de los sesen-
ta del siglo pasado; dado que ese corte temporal
nos remite a la época en que se perfiló un siste-
ma alimentario de grandes vínculos inter nacio-
nales, con modificaciones trascendentes en la
vida rural que rompían su relativo aislamiento y,
también, cuando empezaron a ser notorios los
problemas ambientales, mismos que fueron
anunciados desde La primavera silenciosa.13
Para abordar los cambios, un punto de partida
importante es conocer la magnitud y compleji-
dad de lo que uno se propone realizar, dado que
...observar al mundo contemporáneo supone un
esfuerzo de visión total de una ambición sober-
bia. Tanta información sobre una complejidad
organizada en variados planos y niveles, multi-
dimensional, polifónica y ante ella, la preten-
sión de saberlo todo de alguna manera. Ésta es
una de las pautas del conocimiento sobre lo so-
cial, la que pretende estar por encima del mun-
do para observarlo más allá del tiempo y la
historia, del espacio y la geografía, por fuera
de la vida, desde un no lugar que una
supuesta ciencia permite.14
Los dos grandes ámbitos en los que se mueve el
proceso de conocimiento: a) la construcción
epistemológica, y b) las manifestaciones de la
realidad empírica, son también los niveles en los
que se desenvuelve nuestra investigación para
dar cuenta de los cambios socioeconómicos y
culturales más significativos del medio rural
mexicano.
Desde el inicio consideramos –sin formular hi-
pótesis específicas– que desde cualquier ángulo
por donde miramos los problemas del campo ha-
bía evidencias claras de estar ante un panorama
y un paisaje rural nuevos, con cambios significa-
tivos y realidades muy diferentes de las que co-
nocimos hace unos cuantos años. No teníamos
duda de que estábamos ante transformaciones
profundas con grandes implicaciones para la
vida del país y que además éstas habían ocurrido
en muy corto tiempo. No era necesario demostrar
los cambios, lo importante era entender sus cau-
sas, trascendencia e implicaciones. ¿Qué cambió
y por qué lo hizo?, ¿fueron sólo transformacio-
nes graduales de procesos existentes?, ¿hubo
modificaciones cualitativas?, ¿existen nuevas
tendencias?, ¿se requieren otros enfoques teóri-
cos diferentes a los del pasado para comprender
la nueva situación rural? A este tipo de interro-
gantes tratamos de dar respuesta.

10 El campo mexicano en el siglo XX. Fondo de Cultura Económica. México. 2004.

11 Transgénicos, ¿quién los necesita? Cámara de Diputados. Congreso de la Unión. LIX Legislatura. México 2005.

12 María Cristina Renard. Los intersticios de la globalización. Un label (Max Havelaar) para los pequeños productores de
café. Universidad Autónoma Chapingo-Sociología Rural. Embajada del Reino de los Países Bajos. CEPCO. México
1999. En su interesante libro la autora describe las cinco tendencias que a continuación se señalan: 1) el proceso de
industrialización y de terciarización del sector agroalimentario; 2) la concentración de las corporaciones
alimentarias y la globalización de la producción y de los mercados, 3) el creciente poderío de la gran distribución, el
reforzamiento de la regulación competitiva, el cual se traduce en 4) la diversificación de los productos alimentarios,
como respuesta a una demanda diversificada y en 5) la articulación de la producción y del consumo en torno a la
noción de calidad.

13 Se refiere a un trabajo pionero acerca de la problemática medioambiental, elaborado en la década de los años
cincuenta en Estados Unidos de América y en el que se advertían ya los graves peligros que representaba, para la
sociedad y la cultura en su conjunto, el deterioro del planeta; en él se manifestaban preocupaciones que iban en
crecimiento aunque todavía bajo una situación “silenciosa” Carson, Rachel. 1962. The silent spring. EUA.

14 Luis Jesús Galindo Cáceres. “La lucha de la luz y la sombra”. En Técnicas de investigación en sociedad, cultura y
comunicación. Galindo Cáceres, Luis Jesús. (Coord.). Pearson Educación. México 1998.

31
 La manera en que nos acercamos a los temas
que habían transformado el paisaje rural fue, en
gran medida, producto de la revisión bibliográ-
fica de autores que, desde las ciencias sociales, se
propusieron objetivos semejantes al nuestro;
quienes al tratar algunos problemas del campo
mencionan nuevas realidades agrarias e incluso
han acuñado el término nueva ruralidad. H. de
15
Grammont rescata dos puntos de vista acerca
de ese concepto:
Existen dos grandes enfoques de la nueva rura-
lidad. El primero estudia las transformaciones
económicas, sociales y políticas de la sociedad;
el otro, estudia cuáles deben ser las políticas
públicas para responder no sólo a las nuevas si-
tuaciones existentes en el campo (producción
agrícola, manufactura a domicilio, maquilado-
ras, pobreza, migración, etc.) sino para que éste
cumpla con todas las funciones que hoy se le
atribuyen: en Europa se enfatiza la conserva-
ción del medio ambiente, mientras que en
América Latina se busca, además, fomentar un
desarrollo equitativo. El primer enfoque privi-
legia el estudio de la relación local-global y el
desarrollo sustentable. No todo es nuevo, pero
la importancia relativa de cada fenómeno y el
contexto general han cambiado; el panorama
rural es profundamente diferente porque se
han construido nuevos territorios y actores so-
ciales, en fin, una nueva socialidad no sólo en el
campo sino en su relación con la ciudad. La
“nueva ruralidad” es, entonces, una nueva rela-
ción “campo-ciudad” en donde los límites entre
ambos ámbitos de la sociedad se desdibujan.
La vida rural –tradicionalmente asociada a lo
agropecuario– abriga ahora una diversidad de
actividades y relaciones sociales que vinculan
estrechamente las aldeas campesinas con los
centros urbanos y la actividad industrial. El
campo no puede verse sectorialmente sólo en
función de la actividad agropecuaria y forestal,
sino que puede tomar en cuenta las demás acti-
15 Hubert C. de Grammont. La nueva ruralidad en América Latina. Op. Cit.
16 Para ampliar estas ideas ver: Arias, 1992; Lara, 1993; Reardon et al. 2003, Schjtman y Berdegué, 2003. Citados por
Grammont. Op. Cit.
17 Jorge Luis Ibarra Mendívil. 1999. “Cambios recientes en la Constitución Mexicana y su impacto en la Reforma
Agraria” En: Randall, Laura. (Ed.). Reformando la Reforma Agraria Mexicana. UAM-X-El Atajo Ediciones. México.
32
vidades desarrolladas por su población, a nivel
local, regional, nacional e inter nacional. El con-
cepto de nueva ruralidad representa esta muta-
ción.16 Entendemos el término nueva ruralidad
más en referencia a las transformaciones y la
evolución socioeconómica y política del campo
que por las acciones estatales. Si bien la tierra
–especialmente en la historia de México– marca
“uno de los grandes temas y puntos de conflicto,
que en su origen como tal ha presentado diver-
sas sucesiones de estructuras rurales y por ello
se han combinado diferentes tipos de propieda-
17
des agrarias…”, lo cierto es que en esta inves-
tigación aunque el problema de la tierra está
presente y es fundamental para comprender los
cambios, se le valora en el contexto de lo
agrario. En los temas de estudio grosso modo
contrastamos “lo que es ahora y lo que era re-
cientemente el campo”. Miramos los abundantes
cambios tanto en la agricultura y el espacio ru-
ral por medio de los actores sociales.
De manera analítica, debe considerarse que los
cambios no son fenómenos aislados. Los proble-
mas están interrelacionados, no son exclusi-
vamente económicos, sociales, políticos o ecoló-
gicos, son una mezcla compleja. Entre las di-
mensiones que se valoran destacan: a) la econó-
mico-social; b) la productiva-tecnológica; c) la
político organizativa; d) la cultural, y e) la geo-
gráfico-ambiental.
Sin que nos hubiéramos propuesto un trabajo
comparativo, en algunos casos esto se logró.
Con frecuencia se marcan elementos de contras-
te entre el pasado y la actualidad, y se distingue
una etapa de la otra. En la primera hay una fuer-
te presencia campesina con importantes activi-
dades agropecuarias orientadas al autoconsumo
y a satisfacer las necesidades del mercado inter -
no; la segunda se ubica plenamente en la fase
agroexportadora, en la que tienen un protago-
nismo y control significativo las empresas mul-
tinacionales, tanto en la producción del campo
como en la distribución de los bienes. No obstan-
te que el trabajo trata sólo una parte de la vida
rural, intentamos no perder de vista el marco de
la globalización y la lógica de los cambios en su
conjunto. Las transformaciones del modelo de
desarrollo se ubican junto a las políticas neoli-
berales que privilegian el mercado y las relacio-
nes de intercambio que repercuten en el mundo
agrario y en la acumulación de capital en el
campo.
El corte histórico de la investigación no es ca-
sual ni caprichoso, corresponde al momento en
que los fenómenos estudiados cobran relevan-
cia. No se recurrió a casos específicos aunque se
rescatan ejemplos y se ilustran algunas afirma-
ciones. No pretendimos –en ninguno de los te-
mas– abordar la problemática en sentido
cuantitativo o, mediante cifras, tratar de valorar
los cambios en el medio rural. Se privilegió la
reflexión y el análisis cualitativo, pues “todo
queda en el ámbito de lo relativo cuando se mira
la diversidad humana en lo social, cultural y eco-
lógico, y aparece la imagen de lo posible como
horizonte de lo realizable. No hay forma huma-
na definitiva, todo puede cambiar, cualquier
18
forma puede ser modificada a voluntad”. Afir-
mamos lo anterior a pesar de encontrar nos si-
tuaciones que aparentemente no mudan, como
sucede “en términos absolutos con la población
económicamente activa agrícola (PEAA) que en
América Latina se mantiene constante desde
hace varias décadas, por encima de los 43 millo-
nes de personas.”19 Sin embargo, no sólo en tér-
minos relativos hay una reducción de la PEAA en
el continente, lo cual ya tiene implicaciones que
pueden ser relevantes; aquí lo esencial es consi-
derar los cambios que se han dado en el panora-
ma agrario, no obstante que el número de
trabajadores agrícolas se mantenga en el mismo
nivel.
18 Galindo Cáceres. Op. Cit.
19 Grammont. H. Op. Cit.
Antecedentes
De la crisis en el campo al cambio de modelo
de desarrollo con la reducción de la
participación estatal
Fuera menos penado si no fuera...
Miguel Hernández
En la situación actual del campo es importante
considerar –en forma resumida- algunos aspec-
tos básicos de la evolución de la agricultura en
economías como la nuestra. Durante gran parte
del siglo XX, en muchas naciones de América
Latina el Estado fue el ente rector que impulsó
el desarrollo rural y el principal generador de
políticas de fomento agropecuario. Mediante ca-
minos diversos y con las singularidades propias
de la historia y las características de cada país de
nuestro continente, las estrategias fueron simi-
lares:
a) Fomento de la modernización agrícola con
miras a desarrollar el mercado interno.
Construcción de obras de riego, servicios,
maquinaria, fertilizantes, créditos y segu-
ros.
b) Adopción tecnológica –vía la Revolución
Verde–. Estímulos y ventajas legales a
grandes productores y a las empresas más
favorecidas con tierras, capitales y recur-
sos.
c) Apoyo a la economía campesina como im-
portante abastecedora de alimentos y pro-
ductos exportables, aunque sometiéndola
a la lógica de la industrialización.
d) Formación de numerosas empresas estata-
les (agroindustrias, bancos) relacionadas
con el financiamiento, producción, acopio,
comercialización y extensión agraria.
e) Incentivos para la formación de profesio-
nistas vinculados al medio rural, y
33
 f) Políticas de desarrollo rural con mejora-
miento de los servicios y las condiciones
de salud, educación y vivienda para la po-
blación.
En México, por décadas y con limitaciones
(clientelismo, burocracia, corrupción, conflictos
sociales y autoritarismo), el modelo generó cier-
to bienestar, seguridad alimentaria e incluso
años con crecimientos agrícolas superiores a
7%, en el periodo del llamado “desarrollo estabi-
lizador” y de políticas de “sustitución de impor-
taciones”. Hubo ventajas para la población rural
y la economía campesina, y garantías en el abas-
to de productos de consumo a las ciudades que
mantenían bajos los salarios. Muchos estudios
analizan los problemas, los claros y oscuros de
esa época para el desarrollo rural que, sin ser
idílico, fue mucho mejor que el actual; pero, lle-
gamos al momento en que
...el campo ha estado virtualmente paralizado.
La crisis ya es añeja: se inicia en 1966 con el es-
tancamiento del sector ejidal, cuya función de
abasto de alimentos al mercado nacional pierde
dinamismo; después, hay un descenso produc-
tivo, la elevación de los costos de producción y
la desvalorización de los precios internaciona-
les de los productos primarios en los 70; luego,
aunque el boom petrolero estimuló el creci-
miento del sector agropecuario no modificó los
sistemas productivos y a partir de 1982 éste
entra en una prolongada recesión en la que sólo
avanzan los grupos agroexportadores.20
La crisis en el campo
Durante décadas, el crecimiento ha sido lento,
errático y ha desarticulado y golpeado a la pro-
ducción campesina. No es el objetivo detener -
nos aquí, baste considerar que desde los años
ochenta la lógica de este modelo de acumulación
y desarrollo agropecuario cambió con la época
de la globalización y las políticas neoliberales.
Los Estados adoptaron nuevas estrategias, re-
dujeron significativamente los presupuestos
20 Edgar Salinas Callejas. “Balance general del campo mexicano 1988-2002”. El Cotidiano, núm. 124. UAM-A.
Marzo-abril de 2004. México.
21 Armando. Bartra. “Explotados y excluidos. Los campesinos del tercer milenio según Blanca Rubio”. Textual, núm.
38, julio-diciembre de 2001. Universidad Autónoma Chapingo. México.
34
para el campo y el apoyo a los pequeños produc-
tores, se establecieron compromisos inter nacio-
nales en acuerdos como el GATT y la OMC, con
los que se avanzó hacia el “libre mercado”. Den-
tro de este juego de fuerzas entre Estado y mer-
cado, Bartra considera que
...si la mercantilización a ultranza resulta per-
versa, la regulación estatal deviene costosa e
ineficiente. A la larga, la acumulación inducida
y subordinada dentro de la agricultura campe-
sina genera un desarrollo extremadamente de-
sigual de las productividades, y conduce a la
reproducción de un amplio sector de agriculto-
res ineficientes, cuya torpeza productiva no
proviene tanto de la pobreza de los recursos
con que operan, como de las distorsiones pro-
pias de una agricultura de Estado…(y para re-
matar) no hay que engañarse, en el fondo de la
exclusión rural está la real pérdida de competi-
tividad de numerosos sectores campesinos.21
Tesis discutibles, aunque en esencia la interven-
ción estatal y sus intereses no buscan el benefi-
cio para los campesinos.
El campo vive hoy la peor crisis de su historia
contemporánea. La función que antaño cumplía
la agricultura campesina de abasto de alimentos,
bienes exportables y divisas, hace años que se
derrumbó. El viejo modelo que sometió al cam-
po a fuertes extracciones de recursos naturales y
de excedentes económicos para la industrializa-
ción, llegó a su agotamiento, lo que generó
grandes masas de trabajadores rurales prescin-
dibles y marginados, e incluso regiones del pla-
neta separadas de los circuitos más dinámicos de
la reproducción del capital. Respecto a este pro-
ceso, Blanca Rubio es rotunda: “lejos quedaron
los días en que ser campesino significaba traba-
jar la tierra, recibir apoyo estatal, vender la
cosecha, ser explotado... Los campesinos lati-
noamericanos enfrentan el nuevo milenio ex-
cluidos del sistema... En la era del desperdicio
los productores nacionales aparecen como dese-
chables”.22 Bartra agrega que la ruina y el éxodo
de los campesinos y otros sectores asalariados
nos ha conducido a la pérdida de la autosuficiencia,
la seguridad y la soberanía laborales. Lo que provo-
ca además un reto intelectual que nos desafía a
repensar una vez más el sustento teórico de la
cuestión campesina moder na… y por tanto de la
cuestión agraria capitalista”.23
En 1992 el Estado legalizó la venta de la mitad
de las tierras agrícolas del país, al retirarlas del
régimen ejidal de excepción comercial que par-
cialmente protegía a los campesinos del despojo
de sus parcelas. La justificación de esta medida
fue “dar seguridad jurídica al patrimonio de los
trabajadores del campo”, aunque la tendencia
era la destrucción del pequeño campesino. Ade-
más, el Estado redujo la soberanía nacional al
abandonar el estímulo a la producción de ali-
mentos básicos y dar entrada casi indiscrimina-
da a las cosechas de EUA. La idea de “poco
Estado y mucho mercado” ha significado la rui-
na para muchos campesinos “no competitivos”, a
quienes sólo se les ofrecen programas asisten-
ciales. Las escasas ayudas y un ambiente econó-
mico desfavorable para los campesinos han
provocado mayor pobreza, hambre, migración y
desesperanza, no sólo en nuestro país sino en
general en toda Latinoamérica. La pauperiza-
ción, el trabajo precario y marginal para la ma-
yoría de los habitantes del campo, contrasta con
las ventajas para un reducido número de empre-
sas que, con la fuerza de sus capitales, producen
los bienes de exportación más rentables, además
de localizarse en los lugares del planeta que les
reportan más ganancias.
A pesar de este panorama negativo, el siglo XX
concluyó para México con atisbos de cambios
sociales, políticos y culturales de relevancia; en
especial ante la posibilidad de un ejercicio demo-
crático de gobier no. Pronto llegó la frustración
y la búsqueda de verdaderos cambios, el resurgi-
miento de la cuestión étnica por la identidad y la
pluralidad cultural, una participación ciudadana
a veces intensa tratando de transformar la lace-
24
rante realidad en que vivimos. Mientras, las
políticas para el campo hacían zozobrar a los
campesinos y los orillaban a una incierta y ries-
gosa migración. En la actualidad, viven en EUA
8.5 millones de mexicanos y son 23 millones los
habitantes de aquel país que tienen lazos de con-
sanguinidad con nuestra patria. Anualmente,
más de un millón de mexicanos migran a Esta-
dos Unidos de América –temporal o permanen-
te–, lo que genera un alivio en sus condiciones
de vida y un aporte económico importante para
el país, al enviar diariamente 17 millones de dó-
25
lares. Todo ello a pesar de los riesgos que tie-
nen que enfrentar para colocarse en el mercado
laboral de aquel país, al que muchos ingresan
bajo la situación de “ilegales”.
El Estado y los contrastes entre los
productores rurales por la apertura
comercial
Los empresarios del campo a menudo quieren que el
libre mercado se les aplique a los demás, mientras que
para sí aspiran a todos los privilegios que la
planificación central y los reguladores del
Departamento de Agricultura pueda concederles.
Carlos Ball
Los pequeños agricultores resienten el dominio
depredador de las agroindustrias, que utilizan
–en el mejor de los casos– sus productos como
insumos para sus empresas. Al importar bienes

22 Blanca Rubio. 2002. Explotados y excluidos. Los campesinos latinoamericanos en la fase agroexportadora neoliberal.
Plaza y Valdés-Universidad Autónoma Chapingo. México.

23 Armando. Bartra Op. cit.

24 Jorge Morett. 2001. Globalización y multiculturalidad. Compilación editada por la División de Ciencias Económico
Administrativas. Universidad Autónoma Chapingo. México.

25 Según datos del Consejo Nacional de Población, en la información referida al año 2001, al país ingresaron un año
antes “más de 6 200 millones de dólares gracias a la solidaridad de los migrantes con sus familias que residen en las
comunidades de origen... favoreciendo a más de un millón de hogares en México. A esa cifra, ya de por si
significativa, se han sumado ingresos muy crecientes por remesas en los últimos años, calculándose que para 2005 el
monto de lo enviado a nuestro país por mexicanos que laboran en EUA y Canadá llega a 15 mil millones de dólares”.

35
 extranjeros se presiona a la baja el precio inter -
no, con lo que los grandes industriales del sec-
tor agroalimentario abaratan sus costos. En
consecuencia, la producción de granos básicos
pierde rentabilidad y tiende a decrecer en todo
26
el país. En la medida en que la subordinación
se fortalece, la exclusión avanza y la producción
declina, entonces se tienen que importar mayo-
res cantidades de alimentos. Mientras, emerge
un tipo de producción muy rentable, de lujo,
27
para la exportación.
Existe hoy una amplia opinión acerca de que el
gobier no intervenga en el sector debido a: las
distorsiones en los mercados inter nacionales; la
característica biológica y de dependencia climá-
tica de la agricultura; la seguridad alimentaria;
la distribución del ingreso; la conservación del
medio ambiente y la salud de la población; el
problema reside en cómo participa y en si debe
ser el mercado el principal indicador para la
28
asignación de recursos en el campo. La políti-
ca de retiro de subsidios y apoyos hacia la agri-
cultura es, por decir lo menos, atentatoria
contra la reproducción social de grandes colec-
tividades en el campo, contra la estabilidad, la
soberanía, el abasto y la garantía de ingresos
para los pequeños productores, además de lesiva
para los ecosistemas agrarios, los recursos y la
biodiversidad. Mientras los países ricos prote-
gen y subsidian su agricultura, en México
–donde menos debería retirarse la participación
estatal– gracias al TLCAN, los campesinos fue-
ron arrojados a su suerte en una inserción desfa-
vorable.
Los productores que han sido beneficiarios de
este cambio estructural son alrededor de 5%,
mientras 95% son desplazados del mercado, y su
producción sustituida por importaciones de ali-
mentos.
26 Esta situación cambia ante los aumentos del precio del maíz en EUA debido a su creciente uso para la producción de
etanol.
27 Blanca Rubio. Op. Cit.
28 Salomón. Salcedo. 1995. “Elementos de política para el sector agropecuario mexicano”. Encinas, Alejandro, De la
Fuente, Juan. (Compiladores). En: El campo mexicano en el umbral del siglo XXI. Ed. Espasa Calpe. México.
29 Edgar Salinas Callejas. “Balance general del campo mexicano 1988-2002. El Cotidiano, núm. 124, marzo-abril 2004.
Año XIX, UAM-A. México.
36
Los objetivos de modernización forzada y de
expansión de las exportaciones se han conse-
guido, no así saldar el déficit en la balanza agro-
pecuaria y contribuir a reducirlo en la balanza
comercial… La estructura de las importaciones
agrícolas promedio, vemos que son granos y
oleaginosas fundamentalmente, el maíz, el
sorgo, el frijol, la soya y el trigo representan
72.5% de las importaciones”.
29
Ante la desprotección, pobreza y dificultades
para mantener sus explotaciones, los campesi-
nos recurren a diversas estrategias de reproduc-
ción social: a) la resistencia pasiva, que implica la
constante pauperización hasta límites graves de
desnutrición y miseria; b) la migración y el aban-
dono parcial o total de sus parcelas como fuente
de vida, trabajando de jor naleros en diversas re-
giones agrícolas del país y en el extranjero; c)
procesos de autogestión y formación de empresas
sociales, algunas de ellas vinculadas incluso a los
circuitos comerciales inter nacionales, como la
producción de café orgánico; d) procesos de lu-
cha y acción colectiva frente a las políticas esta-
tales, con movimientos como los de los cañeros,
cafetaleros, piñeros, y algunas movilizaciones de
productores de granos básicos.
A continuación presentamos algunos de los
cambios ocurridos en el medio rural.
a) Nuevos vínculos y relaciones ciudad-
campo, y en la propia definición de lo rural
¿Qué se entiende por lo rural hoy en día?, ¿cuá-
les son las diferencias entre espacio rural y urba-
no?, ¿cuáles son los límites geográficos,
económicos, sociales, culturales de estos dos ám-
bitos, qué aspectos tienen en común y cuáles son
sus diferencias? Reflexionar acerca de las res-
puestas nos acerca a algunos de los cambios ocu-
rridos en el sector.
Todo espacio habitado por el hombre constitu-
ye, en los hechos, una construcción social y cul-
tural, una modelación del paisaje mediante la
cual se han transformado sus elementos natu-
rales y su estado original. El rostro y las ca-
racterísticas que asume cada lugar, en lo
fundamental, están vinculados a la forma de
producción y reproducción material y a las acti-
vidades económicas que se llevan a cabo. Los
desplazamientos de población históricamente
han sido una constante que se acentuó con la in-
dustrialización; sin embargo, hoy la migración
del campo a la ciudad, aunque no ha concluido,
se ha aminorado. La gente no encuentra alter na-
tivas de empleo en las zonas urbanas del país,
aunque las ciudades siguen creciendo ya no se
generan los mismos cinturones de miseria del
pasado como resultado del éxodo rural. Así, po-
demos destacar lo siguiente:
1) Se reducen las diferencias de los dos gran-
des campos geográficos y sociales que do-
minaron el mundo capitalista desde sus
orígenes: el campo y la ciudad;
2) Se urbaniza el campo; los medios masivos
de comunicación llegan a todas partes; la
migración y sus redes sociales influyen en
formas de vida más urbanas. También se
da la ruralización de la ciudad por la in-
fluencia de la cultura de campesinos e indí-
genas;30
3) Las tecnologías revolucionan la vida en el
campo y en las ciudades; y
4) La población rural no agrícola adquiere
mayor importancia y conforma unidades
familiares plurifuncionales, que se repro-
ducen bajo diferentes actividades econó-
31
micas. Actualmente, según Reardon,
40% de los ingresos de la población rural
en América Latina proviene de actividades
30 Richard Knight (1989) hace la distinción entre el proceso de “urbanización” y el de “desarrollo de la ciudad”. El
primero consiste en el incremento de la población que reside en las ciudades; el segundo responde al proceso de
organización racional de las funciones urbanas. Esto se da porque en los países pobres hay “urbanización” sin
“desarrollo urbano”; enormes ciudades parecen más bien pueblos grandes con una importante actividad de traspatio
para la supervivencia de la familia.
31 Citado por Grammont. Op. Cit.
32 En África esta proporción es de 45% y en Asia de 35%.
no agrícolas.32 En cuanto a los ingresos
provenientes de las migraciones, su alcan-
ce y trascendencia es muy variable de
acuerdo a la región.
Hoy el rostro de lo rural ha asumido nuevos ras-
gos. Hace tiempo era un ámbito más o menos
acotado y con un importante grado de autono-
mía, aunque subordinado a la industria y lo
urbano. Se ubicaba a ambos espacios como enti-
dades con características y especificidades pro-
pias, aunque con importantes vínculos
comerciales, económicos y trasvases demográfi-
cos. I. Sachs señalaba que el siglo que terminó es
el de la “desruralización”. La definición de lo ru-
ral no es una tarea sencilla ni una preocupación
nueva, y desde el inicio de la industrialización la
llamada moder nidad lo asocia con lo arcaico. No
es lo mismo vivir el espacio rural desde África,
México o Brasil, que hacerlo desde EUA, Espa-
ña u Holanda. Las diferencias entre países in-
dustrializados y regiones pobres son enormes y,
sin embargo, algo tienen en común. A partir de
la segunda mitad del siglo XX vivimos en todo el
mundo procesos acelerados de desruralización
con cambios en la fisonomía de muchos pueblos
que se urbanizaron y transformaron, o bien en
zonas de concentración industrial, o en dormi-
torios obreros.
Con todo el gradiente, matices y cambios provo-
cados por la evolución capitalista, comprende-
mos lo rural como un mundo que se desdibuja,
en el que el sector agrario se reduce cumpliendo
otras funciones además de las productivas y am-
bientales, y en el que las comunicaciones y la
cultura –transformada por la red de redes–
abarcan incluso ámbitos hasta hace pocos aisla-
dos. No obstante los cambios habidos, lo rural es
todavía un espacio en el que lo natural y los pro-
cesos biológicos aún tienen un peso significativo
y mucho que ver con el trabajo y las formas de
vida de los productores agropecuarios. En mu-
37
 chos países lo rural ha quedado sometido a una
marginalidad enorme; su población disminuye y
su importancia política también. Algunas cifras
matizan este proceso en nuestro país. Para 1960,
en México había 35 millones de habitantes, la
mitad rurales. Hoy, los campesinos aumentaron
en números absolutos pero decrecieron en tér-
minos relativos. En la actualidad, uno de cada
cuatro mexicanos vive en el campo, en poblados
otro industrial-servicios basado en las tecnolo-
gías de la revolución microelectrónica… Este
proceso en general se sostiene sobre la tenden-
cia hacia la deslocalización productiva, a la re-
ducción de los gastos sociales y de los niveles
salariales, a los olvidos en materia de protec-
ción social, al desmantelamiento del Estado
asistencial y a la desregulación y flexibilidad
del mercado de trabajo…”
35

de menos de 2 500 habitantes, y uno de cada

cinco trabajadores se ocupa en actividades agro-
pecuarias, lo que conforma una significativa ru-
33
ralidad demográfica y laboral.
b) Globalización, ruralidad y agricultura
Con la globalización, la producción capitalista
pasó a ser plenamente un sistema mundial con
fuertes procesos de integración de naciones y
regiones, tanto en lo social, como en lo econó-
mico, político, cultural y en la naturaleza. La
globalización –entre otros de sus efectos– se
traduce en procesos que tienden hacia la homo-
geneidad de las relaciones económicas y socia-
les, a la uniformidad de los modelos productivos,
a una visión de desarrollo que configura un solo
camino deseable para “el crecimiento y el pro-
greso” de las distintas sociedades, e incluso ha-
cia la simplificación cultural, hecho que
afortunadamente no se logra, puesto que aun-
que, “el mundo empieza a ser, por primera vez
34
uno; es uno y diverso a un tiempo”
La globalización aparece como la expresión
más agudizada del proceso de internacionaliza-
ción que traduce el tránsito de un sistema de
acumulación basado en el Estado-nación a otro
basado en el mercado mundial, de manera que
convierte el planeta en una ciudad global y au-
menta la interdependencia de las distintas eco-
nomías en el interior de ésta. Corresponde
también al tránsito de un sistema de acumula-
ción agrario-industrial basado en el fordismo a
México no es la excepción a todos estos proce-
sos, ya que por las características de nuestra eco-
nomía en el contexto latinoamericano, por la
amplitud de nuestro mercado y por la cercanía a
Estados Unidos de América, hemos sido objeto
de los ensayos en la construcción de un Sistema
Agroalimentario “moder no”; en especial somos
una de las primeras naciones en la que el sector
de la gran distribución de alimentos y de todo
tipo de bienes se ha instalado con más fuerza, y
en donde han estado presentes cadenas de dis-
tintas transnacionales tanto americanas como
europeas, aunque estas últimas en general se han
retirado del sector de la distribución de nuestro
país, luego de haber ingresado con cierta fuerza
(firmas como Auchan y Carrefour).
En el marco de la globalización, la cuestión
agraria y la sociedad rural han perdido autono-
mía, lo que ha originado problemas de soberanía
nacional y de aseguramiento de la alimentación,
de los servicios básicos y de la educación, en un
contexto en el que las desigualdades sociales se
agudizan. Con la globalización, las transforma-
ciones del campo latinoamericano son tan pro-
fundas que no sólo hay que hablar de cambio,
sino de transición de una sociedad agraria de ac-
tividades primarias hacia una sociedad rural más
diversificada.
En el último cuarto de siglo y como parte de las
grandes transformaciones económicas interna-
cionales, se desarrolló un proceso completa-

33 Armando Bartra. 2003. Cosechas de ira. ITACA. Instituto de Estudios Mayas. A.C. México.

34 Salvador Giner. En el prólogo titulado “La mundialización venturas y desventuras” al libro de Emmanuel
Wallerstain. 1997. El futuro de la civilización capitalista. Icaria-Antrazyt. Barcelona. Ver también Jorge Morett. “La
globalización económica y social”. Avances de Investigación núm 1, Sociología Rural, Universidad Autónoma
Chapingo 1998.

35 Antón Mendizábal. “Internacionalización, globalización y desvertebración de las sociedades periféricas y las

naciones sin Estado” En: FMI, Banco Mundial y GATT, 50 años bastan. TALASA Ediciones. Madrid. 1995.

38
 mente nuevo en la historia de la agricultura y la
alimentación: la lenta, pero irreversible, con-
formación de un sistema mundial agroalimen-
tario, que va integrando de modo creciente
las estructuras agrícolas/agroalimentarias na-
cionales.
36
El campo –tanto a nivel nacional como por re-
giones– presenta nuevas tendencias y proble-
mas, con cambios en los modelos y las políticas
de desarrollo rural impulsadas por los “Estados
nacionales”.
Grosso modo, hoy existen tres grupos de produc-
tores en el campo: el más numeroso está confor-
mado por 50%, que son los más pobres y
marginados, mismos que son considerados sin
capacidad productiva y fuera de las condiciones
de competencia; otro 35% está compuesto por
aquellos que pueden –no sin dificultades– pro-
ducir para el mercado, y entre 10 y 15% de
productores en el que se ubica el sector de los
grandes empresarios agrícolas con capacidad
para integrarse a mercados de exportación. Sin
embargo, el medio rural en México y América
Latina seguirá siendo importante en términos
demográficos, sociales y también económicos;
pero esencialmente como reducto de una identi-
dad cultural y simbólica.
c) Nuevo Sistema Agroalimentario.
Cambios en el consumo y la distribución
La interdependencia en el sector agrícola ha
llevado a conformar un sistema alimentario
mundial dominado por agroindustriales e inver-
siones extranjeras que, dependiendo de las es-
trategias, la evolución y el poder alcanzado en
cada país, logran incluso determinar el tipo de
desarrollo rural local, e influyen en las modali-
dades que asumen las explotaciones agrícolas,
y deciden de manera especial una determinada
forma de abasto y el tipo de alimentos que se
36 Nicolás Reig. Op. Cit.
37 Gonzalo. Arroyo. ”Acerca de las cadenas agroalimentarias”. En Firmas transnacionales agro-industriales, reforma
agraria y desarrollo rural. Revista de Investigación Económica, núm. 147. Facultad de Economía-Universidad
Nacional Autónoma de México. México. 1979.
38 Alain Touraine. 2000. ¿Podemos vivir juntos? Fondo de Cultura Económica. México. Como advertencia es pertinente
indicar que aquí no retomaremos la definición de ciudadanía en la acepción que acertadamente critica Touraine, al
señalar que en la modernidad el actor dejó de ser social para volverse sobre sí mismo, definiéndose por lo que es, no
consumen, al tiempo que construyen un podero-
so sector de la distribución que domina la cade-
na productiva de arriba abajo. Al modificar los
patrones de producción y consumo cambian los
hábitos culturales de las poblaciones y aumenta
37
el precio de los alimentos. El desarrollo capita-
lista ocasionó que la transformación de los ma-
teriales del campo se hiciera, en muchos casos,
en lugares alejados del medio rural y que fueran
un conjunto de empresas químico-alimentarias
las que agregaran un gran número de ingre-
dientes a los productos naturales, lo que volvió
la elaboración de alimentos un proceso cada vez
más especializado y sujeto al control de las in-
dustrias. La transnacionalización de la econo-
mía, la industrialización del campo y la
conformación de un sistema agroalimentario
mundial se imponen en todos lados. Alrededor
de 500 grandes empresas multinacionales domi-
nan el mundo y unas cuantas la agricultura, los
insumos, la maquinaria, el sector agroalimenta-
rio y la distribución.
Este proceso trajo un conjunto de cambios en
las funciones que de manera tradicional habían
tenido los Estados en la economía en general, y
en particular en el sector agroalimentario. Bajo
el amparo del libre mercado se da el desmantela-
miento y venta de la mayoría de las empresas na-
cionales En el marco de la reducción de las
funciones del Estado y de la llamada debilidad
de los Estados-nación,
...en vastos sectores del mundo se debilitan los
controles sociales y culturales establecidos por
los Estados, las Iglesias, las familias o las es-
cuelas, y la frontera entre lo normal y lo patoló-
gico, lo permitido y lo prohibido, pierde su
nitidez. ¿No vivimos en una sociedad mundiali-
zada, globalizada, que invade en todas partes la
vida privada y pública de la mayor cantidad de
personas?38
39
 Actualmente, la función del Estado hacia el
campo se ha reducido a la generación de progra-
mas asistenciales disfrazados de políticas socia-
les, especialmente ubicados en el rubro de
“combate a la pobreza”.
d) Pobreza, estrategias de supervivencia
campesina y migración
Una pequeña radiografía del sector agrario en
nuestro país la podríamos tener al observar los
siguientes datos: en el año 2000, la población
rural mexicana se calculaba en 24.2 millones de
habitantes (cerca de 25% del total del país), 85%
de ellos vivían en condiciones de pobreza y 55%
en pobreza extrema. Como PEA rural se cuentan
10.7 millones de personas, de las cuales sólo 3.1
millones poseen tierras propias.39 La población
campesina, ante su exclusión de un modelo pro-
ductivo en el que no tiene cabida –dado que éste
se finca en la productividad y la competencia
bajo condiciones empresariales de uso abundan-
te de tecnología y capitales–, busca múltiples es-
trategias de supervivencia. La pobreza ocasiona
graves problemas, especialmente la falta de ali-
mentos y la desnutrición de amplias capas de la
población. Hoy como ayer sigue faltando el pan:
850 millones de personas en el mundo padecen
desnutrición crónica; 54 millones en América
Latina –que cuenta con más de 211 millones de
pobres–; en México, 40 millones casi nunca con-
sumen car ne. Con más de 6 mil millones de ha-
bitantes en el mundo y sólo 10% de la superficie
terrestre apta para la agricultura, la productivi-
dad del campo ha dejado de crecer, el agua y el
suelo se agotan y contaminan, las cosechas y ri-
quezas obtenidas se reparten de manera muy
40
desigual.
Una de las respuestas más evidentes frente al de-
terioro de las condiciones de vida es la migra-
ción. Por el éxodo, muchas comunidades rurales
quedan desiertas. De acuerdo con un estudio del
Banco Mundial, “80% de los hogares ejidales re-
gistraron que tenían un miembro de la familia
con residencia fuera de su lugar de origen, y 45%
tenía a uno de sus integrantes emigrado a los
41
Estados Unidos”. Debido a este proceso mi-
gratorio tenemos que el conjunto de los trabaja-
dores que se encuentran en aquel país envían
anualmente alrededor de 23 mil millones de dó-
lares como remesas, lo que significa un impor-
tante alivio para el campo y la economía del país
en general. Al carecer de tecnología y capitales,
muchos campesinos abandonan sus pueblos, si-
tuación comprensible si tomamos en cuenta que
...de 1990 a 2000 se observa un estancamiento
en la agricultura mexicana (creció al 1.2% anual
en la década frente al 2.8% de la economía en su
conjunto) y una menor importancia como acti-
vidad económica al aportar sólo el 5% al PIB
(6.1% en 1990)… en tanto la superficie sembra-
da ha permanecido prácticamente estancada en
la década (14 millones de hectáreas)…De 1995
al 2000 las importaciones de productos agríco-
las han crecido en un 10%. Para 1999 las impor-
taciones de maíz, principal cultivo nacional,
representaron el 30% del consumo del país. En
consecuencia la balanza agropecuaria se dete-
rioró, pasando de 115 millones de dólares en
1996 a 650 millones en el 2000”.42
Hoy el campo no puede retener a sus habitantes
debido a que no logra producir los alimentos que
éstos demandan, y también, por falta de terrenos
para el cultivo. Encuestas del sector ejidal he-
chas por el Banco Mundial señalan que durante

por lo que hace. “Ahora bien, si en todo el mundo se asiste a la revancha del ser sobre el hacer, a la revancha de Dios,
como dice Pilles Kepel, y de la etnia, la nación y el género, es porque la modernización desbarató la identificación de los
individuos mediante la ciudadanía (SM), la profesión e incluso el nivel de vida”. Aquí destacaremos ciudadanía como
acción colectiva, como iniciativa social y participación política.

39 A. Ruiz. Ponencia presentada por la Subsecretaría de Desarrollo Rural de la Sagarpa, al “Taller de metodologías de
medición y certificación de captura de carbono y su comercialización en laderas”. Oaxaca, México, junio 2002.

40 Jacques Diouf. 2002. “27 Conferencia regional contra el hambre”. FAO-ONU. La Habana.

41 Kristen Appendini . 2004. “La situación de la agricultura y las estrategias económicas de la población rural”. En: El
nuevo movimiento campesino mexicano. Fundación Heberto Castillo. A.C. México.

42 Kristen Appendini. Op. Cit.

40
los años noventa se han incrementado los ingre-
sos obtenidos fuera del predio; tan sólo de 1994
a 1997 éstos pasaron de 46% a 55%, y los ingre-
sos salariales no agrícolas eran una fuente para
47% de los hogares ejidales. Para los grupos más
pobres, el trabajo asalariado como jor naleros o
peones seguía siendo la opción más accesible, o
las actividades por cuenta propia pero en situa-
ciones de precariedad, lo que no significa nece-
sariamente mejores ingresos a partir del
trabajo, ya que los salarios mínimos disminuye-
ron, al menos en términos reales, 30% entre
43
1990 y 2000.
e) El fin legal, simbólico y real de la reforma
agraria
Hoy parecen estar, en gran parte, agotadas las
demandas que vinculaban a los trabajadores del
agro con la reforma agraria. Especialmente
desde las modificaciones hechas al artículo 27
constitucional en 1992, cuando los campesinos
fueron sorprendidos con el fin legal de la fase
distributiva de tierras o no tuvieron la capacidad
de reacción para detener ese golpe. Desde luego
hubo protestas y descontento social, pero la res-
puesta no fue proporcional al ataque sufrido por
los campesinos y sus tradiciones históricas; con
éste se les negaron a cientos de miles de jor nale-
ros, a sus hijos y a los de los campesinos, la posi-
bilidad futura de obtener tierras vía el reparto
agrario. El viraje del modelo dominante –pero
especialmente de las políticas en que éste se sus-
tentaba–, significaron un conjunto de cambios
con consecuencias especiales para el medio ru-
ral; en gran medida porque el sector más nume-
roso de sus productores –los ejidatarios,
comuneros y pequeños propietarios– dejó de re-
cibir los apoyos, que resultaban significativos
para mantener a flote sus parcelas y, de igual
manera, se redujo la importancia de los vínculos
políticos del Estado con los campesinos que, por
medio de acciones pater nalistas, fortalecía la
condición productiva de muchos grupos de tra-
bajadores rurales y de sus formas asociativas.
Se acabaron los precios de garantía para las co-
sechas de los campesinos, que de algo servían.
Los créditos se redujeron considerablemente; se
43 Idem.
entró al mercado de los capitales y de altas tasas
de interés. Las medidas privatizadoras conduje-
ron a individualizar las relaciones que el Estado
mantenía antes con los grupos rurales como co-
lectivos, restándole importancia a los ejidos y
núcleos. El Procede fue el mecanismo formal
que culminó bendiciendo las parcelas como pro-
piedades privadas; la dinámica de rentar tierras
se amplió, y se puede hablar de la desarticula-
ción de los ejidos, de lo poco que había de sus
asambleas y de los mecanismos económicos que
administraban muchos de los más de 28 500 eji-
dos y comunidades agrarias. ¿Qué quedó de mu-
chas Uniones de Ejidos, de Crédito, de las ARIC,
de las UAIMS o las Sociedades de Solidaridad
Social, muy vinculadas a una serie de recursos
otorgados por el Estado? En los hechos, muchas
desaparecieron.
Ante políticas adversas y la falta de apoyos para
desarrollar la agricultura campesina, la lucha
por la tierra y los espacios para mantenerse de
las labores del campo perdieron vigencia e in-
cluso interés para muchos de los habitantes del
medio rural, especialmente los jóvenes. En este
marco, la economía campesina también se ha trans-
formado. Pasaron ya las épocas de la reforma
agraria, también han quedado atrás los grandes
programas estatales de desarrollo rural y de ex-
tensionismo. La tierra se ha vuelto más una
mercancía, un bien enajenable, en particular en
las zonas agroecológicas mejor dotadas y en las
cercanas a las urbes.
Así, hoy en día, –salvo para una parte de los
campesinos en resistencia y, especialmente, para
los pueblos indios que por medio de la autono-
mía persiguen el rescate de su territorialidad– el
suelo es un recurso inconmensurable.
En México y América Latina durante las últi-
mas décadas la producción campesina redujo su
importancia económica. Luego de algunos in-
tentos asociativos exitosos participando en un
contexto de competencia (recuérdense las expe-
riencias de las Coaliciones de Ejidos y de otros
grupos organizados para la producción y la co-
mercialización), la mayoría de los grupos han
sucumbido ante el embate de la gran agricultura
41
 moder na. Los campesinos fueron devorados en
la crisis general de las economías. Sólo algunos,
muy pocos, fueron ubicados como “viables”,
eran los que podían integrarse a los circuitos
agrocomerciales y agroindustriales en los nue-
44
vos mercados emergentes. Han habido cam-
bios en la condición de productores de los
campesinos, en su participación en las luchas so-
ciales y políticas, en su identidad y elementos
culturales relacionados con la agricultura y la
vida rural, esto no tanto por deseos sino por una
necesidad de supervivencia, que los ha conduci-
do a la diversificación de actividades y a la mul-
tifuncionalidad.
Las desigualdades crecen y aumenta la concen-
tración de las actividades agropecuarias en me-
nos productores, quienes se reparten lo
obtenido en un medio en el que “en los últimos
años, el PIB creció a una tasa de 1.6%, en compa-
ración con el nacional de 3.4%; ambos a la baja
en la actualidad, como reflejo de la crisis econó-
mica global. La aportación del sector agrope-
cuario al PIB nacional es de apenas 6% y 44% de
los ingresos de las familias provienen de activi-
45
dades no agropecuarias”.
f) El surgimiento o reacomodo de “nuevos
actores sociales”
En realidad no se trata de nuevos actores rura-
les, sino de sectores antes no visibles o subesti-
mados. Son sujetos sociales como los indígenas,
las mujeres, los ecologistas, cuya problemática
específica los ha llevado a ocupar incluso pues-
tos protagónicos en la lucha social del campo o
en las reivindicaciones como grupos con parti-
cularidades. La situación de estas colectividades
ha generado construcciones teóricas para expli-
car “sus realidades”, con aportes y enfoques re-
lativos a las dimensiones, por ejemplo, de “etnia”
y “género”, que han enriquecido las investiga-
ciones acerca de la vida rural y sus protagonis-
tas.
44 José Bengoa . 2004. Agricultura y globalización. Instituto de Investigaciones Económicas. Universidad Nacional
Autónoma de México. México.
45 Ibis Sepúlveda. Adela Miranda y Jorge Morett. “Trabajadores agrícolas migratorios de México”. Ponencia
presentada en el Congreso de ALASRU. Perú. Noviembre de 2003.
46 Jorge Morett.. 2002. “Los indígenas, hijos bastardos del régimen”. Renglones. Año 2, núm. 3. Gobierno del Estado de
México. Toluca. México
42
f1) Cuestión étnica
La relación Estado-etnias, como poder, como
dominación y resistencia, ha sido una constante
en la historia de nuestro país. El Estado se con-
solidó con la asimilación de los distintos secto-
res sociales mediante un proceso corporativo. La
dominación política en el campo permitió un lar-
go periodo de “estabilidad y paz social” útil para
el crecimiento económico, misma que, con el
paso del tiempo, se fue desgastando. Al final, los
intereses encontrados y la confrontación de
éstos llevaron a un choque sangriento. Los indí-
genas fueron los más utilizados por su cercanía a
un poder que los exaltaba como pueblos origina-
rios –emblema e identidad mexicana–, al mismo
tiempo que se les conducía para que dejasen de
ser ellos mismos y para integrarlos a una nación
que se constituía a imagen del mundo occiden-
tal.46 Por mucho tiempo las luchas pudieron con-
tenerse, pero cuando la maquinaria estatal de
dominio político y su partido (el PRI) perdieron
energía, se dieron rompimientos con el régimen.
La muestra más significativa entre los indígenas
fue la declaración de guerra del EZLN, un ejérci-
to de campesinos e indígenas que se rebelaron
contra el poder.
Los indígenas en los años sesenta y setenta fue-
ron campesinizados e incorporados al conjunto
de los trabajadores del campo; sus luchas se ins-
cribían en movimientos exclusivamente por la
tierra, sin destacar su identidad. A los indígenas
se les trató como seres inferiores, se desprecia-
ron su organización, usos, costumbres y cultura.
Fueron negados al mismo tiempo que se justifi-
caban los procesos que permitían su explotación
y el saqueo de sus recursos. Hoy los reclamos de
los pueblos indígenas ya no sólo son por su terri-
torio, cultura, lengua y tradiciones, sino también
por la reapropiación de su medio natural y por el
acceso a una producción con sentido ambiental,
que les permita a su vez reducir las desigualda-
des, la inequidad y las diferencias abismales de
ingresos y acceso a recursos. La experiencia del
EZLN establece un interesante contraste entre la
globalidad y la moder nidad expresadas en la
puesta en marcha del Tratado de Libre Comer-
cio, que se inauguró el mismo día en el que el
mundo quedaba asombrado por la rebelión de
un grupo indígena que revivía el llamado, “Mé-
47
xico profundo”, el de la ruralidad y el de los
hombres y mujeres del maíz, cuya guerra más
explosiva se da mediante el uso de inter net y no
por medio de las viejas armas.
f2) Jornaleros y jornaleras agrícolas
La situación histórica de pobreza a la que se ha-
yan sujetos los jor naleros se ha mantenido la-
tente; sus condiciones de trabajo y de vida no
han mejorado en lo esencial, por lo que siguen
48
siendo el sector más desamparado del agro. El
Estado ha evitado o desvirtuado su organiza-
ción, y ésta sólo se ha logrado en casos puntua-
les, por ejemplo, como nuevos residentes en las
zonas a las que migran, luchando más como co-
lonos que como asalariados rurales. Hoy ha au-
mentado el número de mujeres y de niños
jor naleros (40% del total). Son parte de una es-
tructura laboral arcaica (que recuerda, en parte,
a las haciendas) para campos agrícolas inserta-
dos en la esfera de la globalización. Aquí está
otro de los rostros más dramáticos de la femini-
zación de la pobreza, agravada con una casi nula
49
seguridad social. Según cifras de la CEPAL, los
campesinos de subsistencia que basan su econo-
mía en el cultivo del maíz, representan, en el
ámbito nacional, 86.6% del total de productores
rurales, y ocupan 56.8% de la superficie cultiva-
ble. Ahora bien, de estos productores, la gran
mayoría (72%) produce menos de lo necesario
para sobrevivir, lo que los orilla a alguna otra
50
forma de trabajo asalariado.
La migración rural-rural, tipo al que corres-
ponde la migración estacional, condiciona a la
familia del jornalero a la vida inestable y tras-
humante en caso de emigrar en grupos familia-
res y genera mayores índices de desintegración
familiar cuando el jefe de familia emigra solo.
En cualquiera de las dos situaciones, los niños
provenientes de familias migrantes se enfren-
tan a enormes dificultades para su desarrollo
tanto físico como social, por las condiciones de
51
miseria en que viven.
La migración implica el abandono de las comu-
nidades y la pérdida del autoconsumo, con el
trabajo asalariado como única posibilidad de
subsistencia; se apuesta al empleo de toda la fa-
milia, principalmente de los niños, para lograr
mayores ingresos, dado que el trabajo en las di-
ferentes zonas de atracción es a destajo y la con-
tratación continúa siendo informal y verbal.52
Los jor naleros agrícolas –muchos de ellos indí-
genas– continúan siendo el grupo más pobre y
explotado del campo; incluso, debido a sus esca-
sos recursos, tienen grandes dificultades para
migrar al exterior al no contar con los 2000 dó-
lares, en promedio, que cobran los coyotes para
pasarlos a EUA. De ello se desprende que recu-
rran cada vez más al empleo de la familia como
colectivo para poder reproducir su fuerza de tra-
bajo.
f3) Mujeres rurales, migración y género
En este apartado –relativo a la feminización de
la pobreza, la migración de las mujeres o la si-

47 Guillermo Bonfil Batalla. 1994. México Profundo. Una civilización negada. Ed .Grijalbo. México.

48 Lamentablemente la situación socioeconómica de este sector de la población es aún semejante a la descrita por Luisa
Paré en El proletariado agrícola en México, publicado ya desde 1977 por Editorial Siglo XXI.

49 Para una actualización respecto al tema ver Miranda, Adela. “La situación de los niños jornaleros”. Tesis de
Doctorado en Ciencias Agrarias. Departamento de Sociología Rural. Universidad Autónoma Chapingo. 2005.

50 M. E. Nava T. “Migración rural, acceso a la tierra y cambios productivos en la mixteca poblana”. Tesis de Maestría
Universidad Autónoma de Puebla. México. 2000.

51 Ibis Sepúlveda. et al. Op. Cit.

52 Sara Lara y H. Grammont. “Nuevos enfoques para el estudio del mercado de trabajo rural en México”. Cuadernos
Agrarios. México. 2000.

43
 tuación que enfrentan como producto de la
misma– sólo expondremos algunas ideas y re-
mitiremos al lector a un estudio efectuado en
Atlixco, Puebla, por María Da Gloria,53 que
ilustra el tema de manera amplia. Partimos
de considerar que la migración, en la mayoría
de los casos, es una situación obligada, produc-
to de la pobreza y de la ruptura de estructuras
productivas tradicionales; en especial las basa-
das en explotaciones campesinas que permitían
en el pasado obtener al menos un sustento pre-
cario. Fueron las carteras vencidas, la crisis de
los granos básicos y la imposibilidad de explo-
tar la tierra como antaño, los elementos dinami-
zadores de un exilio obligado. Además, para las
generaciones nuevas la tierra no alcanzó o cada
vez se hizo menos atractiva. En el medio urbano
se redujeron la industrialización y las nuevas ac-
tividades económicas, asimismo los avances tec-
nológicos demandaron menos brazos. Para los
años ochenta y noventa la agricultura familiar
–de autoconsumo y producción para la venta,
base y sustento de las unidades domésticas–
deja de cumplir la función de manutención del
grupo. La vida familiar ligada a las actividades
agropecuarias, al calendario agrícola y a las fes-
tividades comunitarias, se ve afectada por las di-
ficultades para continuar como productores.
Los momentos intensivos de demanda de brazos
en la siembra y la cosecha requerían del trabajo
de la mujer, pero el abandono o la reducción del
cultivo provocaron su desplazamiento.
A fines de los ochenta, la actividad agropecuaria
campesina da signos de agotamiento y de difi-
cultades para participar en los mercados ante la
nueva competencia; los cultivos tradicionales
comerciales, como el café, sufren bajas de pre-
cios que no los hacen rentables. Hay productos
que quedaron sin cosecharse por incosteables El
relativo aislamiento de las comunidades agra-
rias queda superado mediante el aumento de las
vías de comunicación, de los mercados y la inte-
gración generada por la globalización y los pro-
cesos migratorios. La estructura familiar es la
que más se ve afectada por el fenómeno migra-
53 María Da Gloria Marrón. 2003. Violencia de género y experiencias migratorias. Universidad Autónoma de Puebla.
México.
54 Da Gloria. Op. Cit. Remitimos al lector a este interesante trabajo, mismo que aquí hemos retomado para exponer la
situación de la mujer en el contexto de la migración.
44
torio, con cambios positivos y negativos, al mis-
mo tiempo que se generan nuevas situaciones
conflictivas y de violencia intrafamiliar hacia las
mujeres; lo anterior, para muchas mujeres trajo
situaciones como las siguientes: beneficios eco-
nómicos; disminución de la pobreza; necesidad
de adaptarse a nuevas condiciones; cambios en
las tradicionales relaciones de subordinación ha-
cia los hombres; nuevas relaciones de género en
los lugares de expulsión; multiplicación de con-
flictos y tensiones familiares con una nueva car-
ga afectiva debido a los problemas que padece su
pareja migrante.
Los “costos” de la migración tienen consecuen-
cias mayores en las mujeres con hijos que per-
manecen en las comunidades, al tener la
responsabilidad plena de la familia. Se vuelven
repentinamente madre y padre, y deben cumplir
ante la comunidad múltiples funciones como jefe
de familia. Están obligadas a generar y manejar
fondos –más cuando las remesas tardan, no lle-
gan o son insuficientes–; además, deben asumir
la responsabilidad de decidir todo lo relativo al
núcleo doméstico (aunque a veces esperando “las
órdenes”). Algunas mujeres atienden parcelas y
cumplen con otros trabajos que reportan in-
gresos.
Hay una ruptura inmediata, no voluntaria, de los
roles de género que habían tenido con la obe-
diencia, primero a los padres y después al mari-
do y los suegros. La seguridad de la mujer, su
condición de realización personal y familiar pue-
den aumentar si mejoran su autoestima. Es pre-
visible que la sexualidad en las mujeres quede
suspendida, no así la del varón migrante; inclu-
so, muchos de ellos llegan a formar otra familia.
En las comunidades, las nuevas funciones de las
mujeres no siempre les acarrean un mayor pres-
tigio. A la distancia, el manejo de los recursos
familiares genera controversias. Hay resenti-
54
mientos mutuos que no se dirimen cara a cara.
Los vínculos familiares se extienden a redes so-
ciales que genera el fenómeno migratorio, más
hoy en día, cuando la migración tiende a ser defi-
nitiva y lo que se busca es el reencuentro en
Estados Unidos de América.
f4) El acceso y la lucha por los recursos naturales
y su conser vación
Las reivindicaciones ecologistas, además de aso-
ciadas a la defensa del medio ambiente, son tam-
bién por los derechos humanos e incluso por el
control de los territorios y sus bienes en manos
de la sociedad civil; todo ello para contrarrestar
el proceso de reconcentración de la tierra, el
agua y los recursos naturales y financieros en
55
pocas manos. La bandera del desarrollo sus-
tentable se enarbola desde distintas posiciones
políticas e ideológicas, que van desde los gran-
des grupos económicos y financieros inter na-
cionales hasta los gobier nos en todos sus
niveles, pero con otro significado y cuestiona-
miento a partir de los movimientos sociales.
Aquí lo importante es señalar el constante creci-
miento de un movimiento auténtico de los po-
bladores rurales, que reclaman el respeto y la
conservación de la naturaleza, de sus bosques
(como en Guerrero), del agua (como las mujeres
mazahuas), recursos generalmente saqueados
por intereses privados al amparo del poder.
Estas luchas han acarreado el encarcelamiento e
incluso el asesinato de dirigentes ecologistas,
cuyo movimiento se enmarca en el contexto de
la defensa del medio rural y de mejores condi-
ciones de vida para sus pobladores, y con una
participación social en la definición y ejecución
de políticas públicas para el campo. En este
apartado se ubican también los numerosos es-
fuerzos de grupos del campo al retomar la agri-
cultura orgánica y la reconversión productiva;
los mercados de productos ecológicos; las aso-
ciaciones de productores y consumidores de
productos sanos; los rescates de zonas ambien-
tales degradadas; programas de ecoturismo,
conservación de los recursos naturales y fomen-
to de una cultura ambiental.
g) La explosiva migración que ha
transformado a todo el país
La migración tiene dos vertientes: la inter na y
la exter na. Lo que nos interesa destacar en este
rubro es la migración al exterior, sobre todo a
EUA, como un fenómeno socioeconómico que
ha crecido exponencialmente y que muestra
tanto la desesperación campesina, la pobreza, la
crisis que desde hace décadas vive el campo y el
aumento demográfico, como también la falta de
alter nativas que tiene el Estado para brindarles
seguridad laboral e ingresos, no sólo a ellos sino
también a los trabajadores urbanos.56 En esta
migración, un millón de mexicanos intentan in-
gresar a EUA al año, cerca de 400 mil lo logran.
La mayoría sale de sus pueblos en busca del apo-
yo de “paisanos” que trabajan allá, y, a pesar del
fuerte blindaje, logran pasar la frontera más de
mil trabajadores al día, pero también cada año
mueren aproximadamente 400 mexicanos en
ese intento. La situación de inseguridad y el pe-
ligro de muerte se han agudizado. Se requiere de
regulaciones y nuevas leyes que impliquen un
acuerdo migratorio efectivo y que valore la par-
ticipación económica de nuestros connacionales;
sin embargo, todo marcha a contracorriente
57
para nuestros paisanos y nuestro país.
Las repercusiones social y cultural de la migra-
ción pueden observarse en la modificación de la
estructura familiar, la feminización del trabajo
agrícola y el aumento del trabajo infantil, entre
otros. Por medio del parentesco, muchos traba-
jadores mantienen contacto con sus pueblos y
sus problemas; algunos incluso conservan tie-
rras y están al tanto de los ciclos agrícolas. A ni-

55 Ver Víctor Toledo. La paz en Chiapas. Ecología, luchas indígenas y modernidad alternativa. Ediciones Quinto Sol y
UNAM. México 2000. “La crisis ecológica a escala planetaria y el nuevo rol del campesinado” en Pedro Álvarez Icaza,
Gabriela Cervera. (Compiladores). Las organizaciones campesinas e indígenas ante la problemática ambiental del
desarrollo. Centros Regionales-UACh. México 1992.

56 Hay algunas estimaciones que calculan que hoy es más numeroso el grupo de los trabajadores urbanos que migran a
EUA, aunque en proporción y por su impacto el éxodo del medio rural es más palpable y provoca cambios que en las
zonas urbanas se diluyen más fácilmente.

57 Ver “Los mexicanos de aquí y de allá: ¿perspectivas comunes?” En: Memorias del Primer Foro de Reflexión Binacional.
Fundación Solidaridad Mexicano Americana. Senado de la República. México 2004.

45
 vel económico, cabe destacar que el ingreso de
las remesas enviadas apenas es superado por las
exportaciones petroleras, en parte por el alto
precio del hidrocarburo. Hoy la supervivencia
en muchas de las regiones pobres del país sería
impensable sin este aporte económico. Actual-
mente son muy pocos los municipios del país
que no cuentan con trabajadores migrantes, si-
tuación que incide en la problemática agraria
del país. Pero México también se ha convertido
en una región de tránsito de trabajadores cen-
troamericanos, mismos que están padeciendo
iguales o peores condiciones que los mexicanos.
La mayoría de los migrantes sale de: Guanajua-
to, 11.9%; Michoacán, 11.6%; Jalisco, 11.5%;
Estado de México, 7.3%; Zacatecas, 5.3% y
Chihuahua, 4.3%; a ellos se suman habitantes de
lugares que no eran tradicionalmente expulso-
res de mano de obra, como Chiapas. Más de 8.5
millones de mexicanos no cuentan con una es-
tancia legal en EUA y viven en la inseguridad.
De esta población migrante, 76% se concentra
en Califor nia, Texas, Illinois y Arizona. Entre
México y EUA hay una frontera permeable en la
que cada año se dan más de 300 millones de cru-
ces. La complejidad de este fenómeno está de-
terminada por aspectos económicos, políticos,
culturales y sociales; por las asimetrías econó-
micas y laborales entre nuestro país y los veci-
nos del Norte. Sin embargo, es importante
señalar que esta integración estructural supone
para EUA un aporte anual de 500 000 mdd al
PIB de aquella nación.
h) Cambios en los procesos de asociación
de los trabajadores rurales
La idea de justicia social para el campo –expre-
sada por décadas en distintos tonos y desde po-
siciones políticas muy diversas, que iban desde
la extrema izquierda y los movimientos guerri-
lleros hasta las posiciones oficialistas de los go-
bier nos federal y locales– lejos de lograrse
parece que se ha esfumado en la mayoría de los
países de América Latina y, en parte, en México.
La diferenciación social, las desigualdades y la
inequidad en el acceso a los recursos y la rique-
za, es bastante amplia. Los contrastes entre po-
breza y opulencia son escandalosos. México y
58 Ver El nuevo movimiento campesino mexicano. Fundación Heberto Castillo. A.C. México. 2004.
46
Brasil son los campeones en nuestro continente
en expresar estas desproporciones.
El movimiento campesino se ha transformado en
cuanto a sus características, contenido, deman-
das y objetivos en relación a los proyectos que
enarbolaban en un pasado reciente; incluso las
instancias encargadas de su atención se han
transformado al modificarse también la función,
el apoyo y las políticas estatales orientadas hacia
el agro. El movimiento oficial ha perdido fuerza,
presencia y relevancia; la CNC está muy lejos de
ser lo que era unas décadas atrás; mientras los
“movimientos independientes” parecen, en par-
te, haber perdido la ruta, sin poder actuar en el
contexto de los nuevos cambios en el agro y se
mezclan con las luchas electorales a las que se
adscriben sus líderes.
Las acciones campesinas se expresan entre la
dispersión y los esfuerzos de coordinación;
muestra de ello fue el movimiento de integra-
ción organizativa generado en los años
2002-2003, con la conformación de un frente de-
nominado “El campo no aguanta más”, al que se
tuvieron que incorporar –en el marco del llama-
do Acuerdo Nacional para el Campo– sectores
del oficialismo agrario, como la CNC, a cuyas
movilizaciones se sumaron sindicatos de traba-
jadores urbanos, que anunciaban el interés por
rescatar una alianza histórica entre las fuerzas
del campo y la ciudad.58 Lamentablemente a sus
amplias movilizaciones no le siguió un esfuerzo
organizativo permanente y, en gran parte, este
proceso concluyó más como una expresión co-
yuntural de descontento (aunque hoy resurgen
frente al TLCAN).
Sin embargo, la famosa y cuestionada “resisten-
cia campesina”, su necedad a desaparecer, su per-
sistencia a lo largo de siglos y de sistemas
económicos y sociales muy diversos, todo ello
nos hace ver que, a pesar de las desventajas, ha-
brá todavía campesinos por un buen rato, e in-
cluso que, en aquellos casos en los que parecían
ya no existir más, surgen de los rescoldos que
quedan de la vida rural. Allí está el ejemplo de
San Salvador Atenco, una comunidad que se
vuelve activa con el movimiento del Frente de
Pueblos en Defensa de la Tierra y que logró
la derogación del decreto expropiatorio para la
construcción del nuevo aeropuerto para la Ciu-
dad de México. Este tipo de acciones nos anun-
ciaron que las luchas de los trabajadores rurales
siguen vigentes y que su programa de rescate
del campo –seis puntos fundamentales para
reactivar la agricultura– tiene un peso significa-
tivo para una población amplia, al estar asociado
con la soberanía nacional y al aseguramiento de la
alimentación, de los ser vicios básicos y de la edu-
cación, en un contexto en el que las desigualda-
des sociales se agudizan.
Dentro de los movimientos sociales más desta-
cados en el agro en los últimos tiempos sin duda
está la lucha del EZLN en Chiapas, que con ideas
y prácticas novedosas –en gran medida gracias
a la composición étnica de sus integrantes– res-
cató la problemática indígena, y reivindicó la
necesaria autonomía para este sector, la valora-
ción y el reconocimiento de sus tradiciones, cul-
tura y derechos, y su participación como grupos
originarios de la nación. De manera pública, lle-
van más de 12 años de haberse dado a conocer, y,
a pesar de adversidades y altibajos, su accionar
parece ser “sustentable” y su temporalidad como
movimiento escapa al tiempo marcado occiden-
talmente. La relevancia e influencia de este
movimiento es enorme, nacional e inter nacio-
nalmente.
De igual forma, en este apartado cabe hacer re-
ferencia a dos movimientos relevantes y de im-
portancia reciente, vinculados a nuevos y viejos
problemas: 1) la lucha de “El Barzón”, como ex-
presión “pluriclasista” de grupos de deudores
–en su inmensa mayoría del campo–, quienes se
vieron enfrentados al sistema bancario-financie-
ro cuando éste, a mediados de los noventa, y a
partir de una profunda crisis económica, demos-
tró una voracidad inimaginable, lo cual generó
movilizaciones peculiares derivadas de la nueva
situación; 2) el movimiento de trabajadores que
laboraron en los campos de EUA por medio del
llamado Convenio Bracero, a quienes se les esca-
motearon los ahorros que, de manera forzada, se
vieron obligados a realizar, mismos que debe-
rían habérseles devuelto a su regreso al país y
que por décadas se esfumaron. La demanda del
pago de sus aportaciones significó el renacer de
un largo conflicto que puso en evidencia la deu-
da histórica del Estado con este sector de los
trabajadores rurales.
i) Medio ambiente y transformaciones
tecnológicas de amplia aplicación en el agro
En lo rural cabe destacar que el vínculo entre el
hombre y su medio supone una relación estre-
cha, en la que éste actúa colaborando con los
procesos biológicos, con la reproducción y creci-
miento de las plantas y los animales. Sin embar-
go, la revolución de la ingeniería genética y la
biotecnología están provocando nuevas pautas
en la agricultura, en las que la producción se de-
fine desde los laboratorios que generan organis-
mos transgénicos, mismos que resultan
imposibles para la tecnología propia del produc-
tor agrícola, pues no puede manipular y cruzar
especies incompatibles desde su parcela, con lo
que la nueva agricultura le llega de fuera y no
es capaz de controlarla. Ante la creación de
los Organismos Genéticamente Modificados
(OGM) existe un conjunto de elementos polémi-
cos que pueden sintetizarse en dos grandes po-
siciones:
1) La que defiende las transformaciones tec-
nológicas como grandes avances en el co-
nocimiento, en la ciencia y en el futuro de
la agricultura y la alimentación en el mun-
do, y rechaza cualquier cuestionamiento al
considerarlos un atentado en contra del
progreso y la evolución humana, y
2) La que rechaza la aplicación –sobre todo
indiscriminada– de OGM, dados los cam-
bios todavía desconocidos y, por ello, tam-
poco controlados para las distintas formas
de vida, advirtiendo fuertes peligros en
esta nueva Revolución Verde. Junto a esta
posición se ubican aquellos que, de manera
más mesurada, reivindican el “principio
precautorio” que significa avanzar con
cautela y cuidar aspectos que puedan salir-
se del control de los creadores y, especial-
mente, de los usuarios de esta nueva
tecnología.
Como parte de los temas que están en juego
acerca de las modificaciones que describimos, se
ha presentado un auge en relación a aspectos ta-
les como legalizar la experimentación y aplica-
ción –en un marco regulatorio muy escaso– de
estas nuevas transformaciones tecnológicas.
Todo ello en un contexto en que las actividades
de investigación, educación y extensión agraria
son prácticamente abandonadas por el Estado, y
47
 el control de los cambios que en esta materia se
realizan e incluso el futuro desarrollo de una
agricultura quedan en manos de las grandes
empresas multinacionales, como Monsanto. En
contraparte, debido a la preocupación de los
consumidores, en especial los países desarrolla-
dos, ha surgido otra nueva tendencia: la relativa
a la salud e ingesta de productos sanos no conta-
minados, lo que ha extendido la producción de
cultivos orgánicos. Pero, incluso este nuevo
mercado no ha sido ajeno a las transnacionales.
Conclusiones acerca de los cambios
recientes en la vida rural
Existe una nueva ruralidad en México y en Lati-
noamérica. Si bien la idea no es novedosa, hoy
nos encontramos con un campo cuyo paisaje, ca-
racterísticas físicas, sociales, económicas, polí-
ticas y culturales, son muy distintas a las
existentes hace unas cuantas décadas. No todo
lo que ha mudado tiene la misma importancia.
Las transformaciones en el panorama agrario
de nuestro país son tanto cuantitativas como
cualitativas y conforman en la actualidad un pa-
norama socioeconómico sustancialmente dife-
rente al que conocimos en un pasado no lejano.
Hay modificaciones sustantivas –en cuanto a los
grupos sociales que ahí viven y actúan– a las
“relaciones de producción” a las que están suje-
tos, y a las formas, orientación y destino de la
producción.
Uno de los cambios más trascendente en la vida
rural es lo acontecido con el campesino y su fa-
milia, anteriormente considerado por un sector
amplio de los estudiosos de los problemas del
campo como un grupo social -si bien diferencia-
do en su interior- sujeto bajo múltiples formas
y mecanismos al control del capitalismo agra-
rio, además de ser funcional y estar integrado a la
lógica de la re producción económica dominante. Así,
se afirmaba que, mediante diversas modalidades
de intercambio desigual, el excedente que éstos
generaban con su producción servía en parte
para valorizar al capital y aumentar sus proce-
48
sos de acumulación, de ahí la relevancia e interés
de la subsistencia del campesinado, evidente-
mente bajo su condición de explotado. Sin em-
bargo, hoy cada vez es más claro que este “actor
social” es en buena medida “prescindible”; que,
“sin grandes conflictos” ha sido sustituido de la
lógica de la reproducción económica y como
componente importante para generar la ganan-
cia en el campo, sin que su ausencia mine la re-
producción del capital en su conjunto.
Ahora el campesino multifuncional tiene que lu-
char por conseguir su propio empleo, por esta-
blecer estrategias de reproducción que le
permitan obtener un ingreso decoroso; en ello,
la agricultura y las actividades en el campo cada
vez están más distantes y le brindan menos ga-
rantías de vida. Las relaciones familiares y el lla-
mado tejido social y comunitario en el agro se
han fragmentado, especialmente para la econo-
mía campesina; ahora, por lo regular, tiene a uno
o varios de sus integrantes “del otro lado”, su-
friendo una paulatina expulsión que los arroja
del medio rural, pero ya no a la vida urbana y la
industrialización.
Los desastres ambientales en México son evi-
dentes, basta ver el deterioro en que se encuen-
tran los bosques; la pérdida de recursos como
suelo y agua; la fuerte contaminación del aire, de
ríos, mares y cuerpos lacustres. La magnitud es
impresionante. Sólo unos años atrás el paisaje
rural era muy distinto al actual, por lo que –fue-
ra de unos cuantos Parques Nacionales que se
destinaban a actividades recreativas– no era ne-
cesario decretar reservas territoriales, ya que el
estado de las selvas, los bosques y en general del
conjunto de los ecosistemas era aceptable. Hoy
tenemos muchas especies endémicas, otras en
grave peligro de extinción, mientras algunas
han desaparecido. Todo ello ha conformado una
problemática más o menos reciente que, además
de advertir acerca de la necesidad de valorar la
situación del medio ambiente para la vida de
la humanidad, reclama nuevas interpretaciones
teóricas.
49
 Alternativas campesinas al
modelo de desarrollo actual
Introducción
En América Latina, la década de los ochenta del
siglo XX define un parte-aguas en el modelo de
desarrollo centrado en el estado de bienestar. El
modelo entra en crisis, lo cual es aprovechado
por los sectores dominantes del capitalismo in-
ter nacional, mismos que, aliados con grupos y
empresarios capitalistas nacionales, no dudan en
impulsar y establecer en los diferentes países la-
tinoamericanos el modelo neoliberal, producto
del proceso de la globalización económica y fi-
nanciera que promueve el G7 desde la década de
los setenta del siglo pasado.
Ecuador y México han enfrentado condiciones
similares en la aplicación de las políticas neoli-
berales relacionadas con el agro y el medio ru-
ral. Campesinos e indígenas de ambos países
han sido los mayormente afectados por dichas
políticas.
Coincidimos con algunos estudiosos del agro
ecuatoriano cuando expresan que
...la aplicación de políticas neoliberales en el
agro desembocaron en América Latina y en
1 Doctor en Ciencias Agrarias por la Universidad Autónoma Chapingo, México. Profesor Investigador del
Departamento de Sociología Rural de la UACh. Director del Centro Interdisciplinario de Investigación y Servicio
para el Medio Rural (CIISMER) de la misma Universidad. México.
2 S. Herrera 2007. Percepciones sobre la Reforma Agraria: Análisis del discurso de dirigentes y organizaciones campesinas e
indígenas. SIPAE. Ecuador.
1
Bernadino Mata García
Ecuador en ‘verdaderas contrarreformas agra-
rias’, que consideran al campesinado ‘como un
sujeto prescindible y un agente económico ine-
ficiente’… el actual proceso neoliberal al poner
(en marcha) el desarrollo de la agroexporta-
ción, socava las posibilidades de reproducción
de las familias campesinas y de los pequeños
agricultores (cuyos productos) son destinados
al mercado interno. Esta extrema desprotec-
ción pone a competir a campesinos frente a las
agroempresas, quienes no sólo se apropian de
los medios de producción que permiten su alta
productividad, sino que avanzan en el control
local y nacional de las cadenas de distribución
2
de los productos en el mercado detallista.
El agro en Ecuador
Ecuador es un país con una gran diversidad bio-
lógica, agropecuaria y en cuanto a tipos de pro-
ductores, en la que predomina la producción a
pequeña escala, misma que abastece el consumo
inter no del país. En éste, “el 38.8% de sus habi-
tantes viven en la zona rural y el 27.5% consti-
tuye la PEA. El 52.7% de las unidades
productivas que disponen de 7.5 ha, en prome-
dio, son de subsistencia y sin posibilidades de in-
51
 tegrarse favorablemente en las cadenas
agroalimentarias o en los mercados que exigen
productividad, eficiencia, calidad del producto,
etc.”3 Por ello, se impulsa y apoya la producción
de plátano (banano), flores, camarón, frutas y
productos agroindustriales, que sí compiten en
el comercio y mercado exteriores.
En palabras de campesinos e indígenas ecuato-
4
rianos, la situación socioeconómica en que se
encontraban antes de la política neoliberal y
después de ésta, se puede apreciar de la siguien-
te manera.
Antes:
La producción era más buena porque no se uti-
lizaba químico y había mejor suelo. Antes se
producía para el autoconsumo, no había tanto
comercio, no había medios de comunicación ni
mercados; los productos eran más sanos, había
más bosque y menos terreno… Habían hijos y
comida para todos, no había malicia entre las
familias, había más bienestar. Había venados,
llovía más, los suelos estaban buenos para tra-
bajar. (Comunidades de El Empedradillo y El
Rosal)
Hoy:
Hay más poblaciones, destrucción del medio
ambiente, erosión y desgaste de terrenos; los
suelos contaminados, hay más plagas y enfer-
medades; más necesidad por el desarrollo del
hombre, materialismo del sistema.” (Comuni-
dad El Naranjillo)
Mucho monocultivo, no hay capacitación, ni
crédito, (lejana) distancia de los centros, son
más importantes los dólares que la familia, se
incrementa la demanda por salud y educación.
(Comunidad La Loma)
Se vende todo, no queda nada para la casa; se
venden huevos criollos y se compran encuba-
3 Op. cit.
4 Op. cit.
5 Sagarpa, La Jornada, 20 de diciembre, 2007.
52
dos, hay más mercado, los precios son bajos, so-
mos facilistas; hay vías de comunicación y libre
mercado, pero más necesidades. (Comunidad El
Rosal)
El agro en México, hoy
En México, el año 2008 inicia con dos posiciones
contrastantes respecto al campo y los campesi-
nos o pequeños productores. Una establece que,
debido al Tratado de Libre Comercio de Améri-
ca del Norte (TLCAN), el campo se encuentra en
bancarrota, destruido, colapsado y con un futuro
incierto. La otra plantea que, con la aplicación de
éste, durante 14 años, la agricultura mexicana se
ha desarrollado como nunca antes y su nivel de
competitividad inter nacional es promisorio. La
primera corresponde a campesinos y sus organi-
zaciones regionales y nacionales, así como a
grupos de académicos e investigadores que los
apoyan; la segunda, a empresarios, funcionarios
y representantes de diversas instancias guber -
namentales. Pero, ¿cuáles son los datos que fun-
damentan ambas posiciones?
La posición guber namental
Ya no tenemos un campo como hace 15 años, y
aunque no se hizo toda la tarea y seguimos con
deficiencias, ahora hay un agro con mayor pro-
ductividad, tecnología y con un debate mas ele-
vado.5
Con la liberación total del maíz, frijol, azúcar y
leche en polvo, si bien el TLCAN trajo mayor
competencia para los productores, también
abrió múltiples oportunidades al darles acceso
a un mercado regional de más de 430 millones
de personas… El proceso de desgravación fue
paulatino y en 2007 ya había ocurrido más de
90% de dicha desgravación, por lo que la libera-
lización de 2008 no deberá traer cambios signi-
ficativos en situación de mercado… El TLCAN
trajo beneficios al consumidor en general me-
diante la disponibilidad de más productos, ser-
 vicios de calidad y precios más accesibles (…)
En 2006, el comercio agroalimentario y
pesquero de México con el mundo casi alcanzó
30 mil millones de dólares, cifra 2.6 veces supe-
rior a la registrada en 1994… nos convertimos
en el principal abastecedor de frutas y verduras
de Estados Unidos de América (…) De 1994 a
la fecha mantuvimos una tasa promedio de cre-
cimiento anual de nuestras exportaciones
agroalimentarias de casi 10%, en 2007 éstas su-
peraron los 14 millones de dólares(…) se redu-
jo la dependencia agroalimentaria, al pasar de
12% en el periodo 1900-1994 a 6.3% en 2006
(…) en 2003 se desgravaron varios productos
agroalimentarios y a la fecha no se observan
impactos negativos en cuanto a producción de-
ficitaria; otros, como algunos granos, oleagino-
sas, carne de bovino y de cerdo, han mostrado
tasas de crecimiento bajas, a partir de su libera-
ción arancelaria total (…) Se señala el dinamis-
mo de los sectores agroindustrial y pecuario de
1994 a 2007.”6
La posición de campesinos y académicos
El TLCAN Logró que la riqueza del campo me-
xicano se concentrara sólo en el 3% de los pro-
ductores agrícolas (…) desde hace varios años
se dejaron de sembrar 2 millones de hectáreas y
se puso en peligro la producción de sorgo y
arroz (…) se perdieron más de 5 millones de
empleos agrícolas, se elevó el índice de pobreza
en varias regiones del país y se provocó la mi-
gración de 8 millones de campesinos a Estados
Unidos de América…Según la CNC, más de un
millón 400 mil productores de maíz, frijol y le-
che entrarán en una grave crisis, algunos inclu-
so podrían ‘desaparecer’; en los próximos años
Estados Unidos de América surtirá 50% de los
granos, cerca de 90% de la carne y 100% de las
oleaginosas que se consumirán en México; de
1994 a la fecha, México dejó de percibir más de
12 mil millones de dólares por el no cobro de
aranceles de productos procedentes del extran-
jero (…) El déficit comercial agroalimentario
pasó de 74 millones de dólares en 1994 a 5 mil
500 millones de dólares en 2004 (…)
6 Sagarpa, La Jornada, 2 de enero, 2008.
Los campesinos seguimos produciendo solos,
prácticamente sin ayuda institucional, sin se-
guro agrícola, corriendo los riesgos nosotros
mismos y con problemas para comercializar; a
partir del 1 de enero, es probable que el frijol
que se consuma en México sea triangulado por
Estados Unidos de América, que podría impor-
tarlo de China, India, Brasil y Centroamérica
(…) El gobierno federal en lugar de fomentar
la ganadería lechera nacional alienta las prácti-
cas monopólicas de fijación y discriminación de
precios; por ejemplo, autorizó a Liconsa a com-
prar en el mercado internacional leche en polvo
que es más cara que la del mercado interno (…)
Durante los 14 años de TLCAN el gobierno
federal retiró los instrumentos que sostenían
el desarrollo del campo: financiamiento, pre-
cios de garantía, investigación, asistencia téc-
nica, capacitación y el servicio de información
de mercados; se olvidó de la población campesi-
na que tiene el menor índice de escolaridad y
carece de herramientas tecnológicas para in-
corporarse al ritmo de desarrollo que lleva el
mundo (…) Con el Tratado se beneficiaron
productores de Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Ja-
lisco, Michoacán, Veracruz y Tamaulipas, que
es el nicho de 3% de los agricultores que crecie-
ron desde que entró en vigor el TLCAN, frente a
los 3.5 millones de campesinos que se empobre-
cieron (…) La tierra se está abandonando o se
está rentando: en Sonora 60% de la superficie
está rentada; en Sinaloa, 40% y así siguen otras
entidades…
El TLCAN puso en riesgo la supervivencia de
32 millones de campesinos; de ese total, 80%
sobreviven en la pobreza (…) De los 97 mil 606
millones de dólares acumulados en inversión
extranjera directa, únicamente 265 millones
[2.5%] llegaron al campo mexicano, lo cual
propició que diferentes tipos de productores
abandonaran su actividad, como 40% de los
porcinocultores y 24% de los paperos, así tam-
bién arroceros y maiceros (…) Con todos los
impactos que el TLCAN ha producido en Méxi-
53
 co se está perdiendo la autosuficiencia y la so-
beranía alimentaria del país.7
Las alternativas: “Desde abajo
y desde adentro”
Según nuestro punto de vista, los campesinos y
los indígenas —los ex huasipungueros y “arri-
mados” de Ecuador y los ejidatarios y campesi-
nos sin tierra de México, que constituyen el
gran sector de los pobres en ambos países— por
ahora, sólo podrán superar y mejorar sus condi-
ciones de vida, ante la situación que impone el
neoliberalismo, si desarrollan y se comprome-
ten con dos acciones fundamentales: la edu-
cación y capacitación campesina, así como la
organización rural y comunitaria. Sin embargo,
dichas acciones no deben ser consideradas y
aplicadas de manera convencional, sino que de-
ben partir “desde abajo y desde adentro”, me-
diante la puesta en práctica de metodologías
participativas que posibiliten, en los participan-
tes del proceso educativo-organizativo, una
toma de conciencia de su realidad para incidir en
su transformación.
Entre las alter nativas que hemos propuesto y
desarrollado con campesinos en proyectos co-
munitarios o microrregionales, y a pequeña es-
cala, con resultados satisfactorios entre los
protagonistas de las experiencias, tenemos las
siguientes:
Propuesta 1. Por un Proyecto
agrario-campesino-sustentable
En esencia, en nuestros países se han profundi-
zado las diferencias entre dos proyectos socioe-
conómicos que se han enfrentado en el campo
desde el siglo pasado y que prevalecen hasta la
fecha: un proyecto “agrícola-empresarial- in-
dustrial” de los hacendados, rancheros y gran-
des productores; y otro, “agrario-campesino-
sustentable” de los indígenas, campesinos, pe-
queños y medianos agricultores, y jor naleros
agrícolas.
Ese Proyecto agrario-campesino-sustentable
(PACAS), que se ha mantenido subsumido por el
7 Proceso, 30 de diciembre, 2007.
54
“progreso” capitalista, a la fecha, por su preva-
lescencia y resultados poco contaminantes del
ambiente natural, se puede identificar con el
concepto de desarrollo sustentable, el cual pre-
tende un desarrollo ecológo y armónico, econó-
micamente viable, local, autosuficiente y justo
en lo social. Es decir, hoy se demanda que la pro-
ducción agroalimentaria sea más sana, más ino-
cua y que los métodos y prácticas productivas
deban adecuarse a la diversidad de los ecosiste-
mas y sociosistemas en los que viven y desarro-
llan su agricultura los productores de alimentos.
Por ello, en las últimas décadas, ante el reconoci-
miento de la degradación y deterioro de los re-
cursos naturales y la biodiversidad, causado por
la agricultura química, empresarial y, ahora,
transgénica, se pugna y promueve el uso de tec-
nologías ecológicas o ecotecnias que se adapten
a la heterogeneidad de los sistemas agrícolas
existentes, por ejemplo: la agroecología, la agro-
forestería, los policultivos, la agricultura orgá-
nica, la agricultura biodinámica, la agricultura
sustentable, la permacultura y los sistemas agro-
silvopastoriles.
En este sentido, según lo manifiesta un dirigente
campesino nicaragüense:
...desde la perspectiva campesina, el desarrollo
sostenible se concibe como un proceso de cam-
bio cultural en el largo plazo, que se basa en un
modelo económico con equidad social, capaz de
mejorar la calidad de vida del campesinado sin
poner en peligro la sostenibilidad ambiental.
Ello requiere cambios en la esfera productiva
para compatibilizar la satisfacción de necesida-
des en el presente con la conservación del me-
dio ambiente para su aprovechamiento en el
futuro, y sobre todo requiere de modificaciones
substanciales en las políticas económicas para
situar a la pequeña y mediana producción, la
llamada economía campesina, como eje del de-
sarrollo de la economía centroamericana, lugar
que le corresponde por su peso económico y so-
cial dentro de una perspectiva sostenible (…)
Pero más allá de ello, un ‘desarrollo sostenible’
exige un replanteamiento radical de los estilos
de vida, las aspiraciones personales y colecti-
 vas, las formas de organización y comunicación
social, etc. Incluye la necesidad de generar una
propuesta política, social y cultural, desde y
con el campesinado centroamericano para ase-
gurar espacios de participación y crecimiento
en igualdad de condiciones.
8 agricultores, incrementar significativamente la
En apoyo y defensa del PACAs, un reconocido
estudioso de la economía campesina nos dice:
...La multiplicidad de tecnologías y la diversi-
dad articulada de aprovechamientos se impo-
nen, tanto por la pluralidad de los ecosistemas
como por las limitaciones espaciotemporales de
la capacidad laboriosa. Y si la estrategia polifó-
nica es virtuosa para la producción, también lo
es para el consumo, pues reporta bienes y servi-
cios diversos a lo largo de todo el año. Sin olvi-
dar lo agradecible que resulta para el
trabajador un modelo productivo que le permi-
te desarrollar tareas múltiples, siempre menos
gravosas que las monótonas rutinas de la espe-
9
cialidad extrema.
El PACAS, que tiene como objetivo primordial
mejorar la calidad de vida de la población indí-
gena y campesina, se sustenta en los siguientes
principios: agrario, campesino, sustentable, par-
ticipativo, autogestionario, cooperativo, pluri-
cultural, diversificado, equitativo, planificado,
democrático, colectivo, solidario, multifuncional
e identitario.
Propuesta 2. Desarrollo tecnológico
participativo (Detepar)
Agricultores e innovación tecnológica
Acerca de la participación de los agricultores, en
el desarrollo tecnológico o en los procesos de
10
generación y transferencia de tecnología, exis-
te mucha información y experiencia de los cen-
tros de investigación inter nacionales. Éstos, a
partir de la década de 1980 y mediante la adop-
8 S. Cáceres. 2003. Lo agrario y los TLC. Caja de pandora en el movimiento rural. Ediciones Centroamericanas. Managua,
Nicaragua. pp. 53.
9 A. Bartra V.2003. “El campo mexicano ante la globalización: Revueltas rústicas.” Conferencia en la UACh. México.
10 Veáse: Bernardino Mata G. (Ed) 2003. Desarrollo tecnológico participativo para una agricultura sustentable.
UACh-Fundación Rockefeller. México.
ción del enfoque de la “investigación en sistemas
agropecuarios de producción”, intentaron re-
vertir el esquema para inducir el cambio tecno-
lógico, ahora “de abajo hacia arriba”, con la
pretensión de aumentar los beneficios de los
producción nacional y disminuir las tensiones
sociales originadas por la escasez de alimentos y
la concentración de la riqueza. Bajo esa perspec-
tiva, la innovación tecnológica se propone y se
promueve desde el centro de investigación y la
participación del agricultor se concreta a lo si-
guiente:
a) Proporcionar información diagnóstica de
antecedentes y sugerencias respecto a la
innovación que se pretende establecer o
experimentar.
b) Prestar su terreno para el experimento o
prueba de la innovación.
c) Realizar algunas labores culturales al culti-
vo objeto de la experimentación.
d) Invitar a otros agricultores a visitar su par-
cela para interesarlos en la innovación.
e) Dar consejos y sugerencias a los técnicos
acerca del proceso y desarrollo del cultivo
en experimento.
f) Participar en reuniones de intercambio con
los técnicos de la estación o centro de in-
vestigación.
g) Colaborar en los procesos de adaptación y
difusión de la tecnología.
h) Establecer experiencias con sus recursos y
técnicas propias para contrastarlas con las
de los técnicos e investigadores.
i) Involucrarse en la conducción de la inves-
tigación.
55
 j) Evaluar, conjuntamente con los técnicos,
los resultados de la innovación introducida
a la comunidad.
Otras experiencias de los agricultores en la in-
novación tecnológica, ponen especial énfasis en
la necesidad de que los investigadores conside-
ren y valoren una participación más directa y
comprometida de los productores en el proceso.
Para ello se sugiere tomar en cuenta las siguien-
tes consideraciones:
- Investigadores y productores son expertos en
sus respectivos campos de conocimiento y ex-
periencia.
- Ambos tipos de conocimiento merecen ser
respetados.
- Las prácticas agrícolas del productor, lo mis-
mo que toda su formación de vida son estima-
das y respetadas por el investigador.
- El productor necesita entender la tecnología
en prueba y por esto tiene derecho a formular
preguntas; tiene derecho a explicaciones y a la
justificación de la investigación.
- El investigador está motivado para aprender
del productor; quien, por lo tanto, enseñará y
aprenderá.
- El productor será responsable de las decisio-
nes que permitan lograr o impedir el éxito del
programa de investigación, por tanto, controla
actividades importantes. El investigador de-
pende de la buena disposición del productor.11
En un abordaje metodológico relevante, rela-
cionado con la investigación con participación
de productores, se propone el concepto de espa-
cio tecnológico.
Este concepto es el producto final de una meto-
dología que incluye al conocimiento popular y
a la participación comunitaria como compo-
11 J. Ashby. 1993. Manual para la evaluación de tecnología con productores. CIAT. Colombia.
12 D. Cáceres M. 1981. “Pequeños productores e innovación tecnológica: Un abordaje metodológico.” Agrosur, 23 (2):
127–139.
56
nentes esenciales. Esta metodología se sinteti-
za en 5 etapas principales: 1° Elaborar un diag-
nostico socioeconómico de la región con el fin
de entender la dinámica social en la cual el pro-
blema tecnológico se halla inmerso, 2° Deter-
minar qué funciones se espera cumpla la
tecnología requerida, 3° Analizar las soluciones
tecnológicas tradicionalmente usadas por la co-
munidad, 4° Estudiar a detalle los recursos na-
turales disponibles en el área, 5° Formular el
espacio tecnológico con la información recaba-
da.12
Entre algunas propuestas y experiencias acerca
de la participación de los agricultores en los pro-
cesos de innovación y desarrollo tecnológico,
encontramos las siguientes:
1. Modelo del agricultor primero y último
2. Método del productor o campesino experi-
mentador.
3. Programa de campesino a campesino.
4. Propuesta del extensionista o promotor
campesino.
5. Sistema veracruzano de autogestión pro-
ductiva.
De acuerdo con la revisión de esas propuestas, se
puede deducir que los procesos de innovación
tecnológica en la agricultura continúan desarro-
llándose desde los centros de investigación hacia
los productores, y aun cuando existen experien-
cias de la participación de los agricultores en
esos procesos, ésta se supedita a los requeri-
mientos y necesidades de los promotores e inte-
resados en la inducción del cambio tecnológico;
sin embargo, se vislumbra la tendencia de gene-
rar propuestas metodológicas que cuestionan
esos procesos convencionales y asumen una po-
sición más comprometida con las demandas y
necesidades de los campesinos en los procesos
de generación, validación y adopción de tecno-
logía agrícola.
Desarrollo Tecnológico Participativo: combinación
del saber campesino con el tecnológico
Los sistemas agrícolas tradicionales se mantu-
vieron sustentables durante siglos debido a que
sus usuarios fueron capaces de mantener niveles
de producción estables. Dichos sistemas agríco-
las han evolucionado y cada uno se ha adaptado
a las condiciones ecológicas y de cultura locales.
En las últimas décadas los sistemas agrícolas
tradicionales han sido inducidos a cambiar rápi-
damente debido al crecimiento de la población
(para producir más alimentos); a la integración
de la actividad agropecuaria al mercado (culti-
var productos de exportación); a la promoción
del uso indiscriminado de agroquímicos (deso-
cupación y contaminación), y a las restricciones
financieras (reducción de créditos para apoyar la
producción agropecuaria).
Ante esa situación, los campesinos pobres, que
mayoritariamente practican la agricultura tra-
dicional, han optado por adecuar o adaptar la
tecnología moder na a sus condiciones ecológi-
cas, económicas, sociales y culturales; y, en otros
casos, a buscar la integración o combinación de
las nuevas tecnologías con sus prácticas agríco-
las tradicionales.
En la actualidad, existen diversos estudios que
ilustran el creciente interés que muestran los
países en desarrollo y las agencias financieras
inter nacionales en el papel que desempeña el sa-
ber tradicional de los indígenas y campesinos,
con la finalidad de hacer que los proyectos de de-
sarrollo tecnológico y rural sean más efectivos y
eficientes. De esa manera, se tiene información
de proyectos y programas “pastorales” que han
incluido componentes del saber indígena; otros
que han analizado los costos y beneficios de in-
corporar los saberes indígenas a los proyectos
de desarrollo; algunos más, que han analizado el
papel potencial que puede desempeñar el saber
indígena en la investigación agrícola, en el ma-
nejo de los bosques, en cuestiones de género y
13 Pichón J. F. Urquillas. 1999. “La agricultura sustentable a través de la participación campesina: Investigación
agrícola y desarrollo tecnológico en la zona vulnerable de Latinoamérica.” En Mediación para la sustentabilidad:
construyendo políticas desde la base. J. Blavert y S. Zadek (Coords). Consejo Británico, IDS, CIESAS y Plaza y Valdés,
México, pp.25-66.
14 Veáse: Bernardino Mata G. 1994. Un modelo participativo y autogestivo de educación campesina. Departamento de
Sociología Rural, UACh. 2a. Edición. México.
desarrollo, en enfoques sustentables para la
agricultura y el desarrollo; en el proceso de in-
vestigación y promoción agrícola; y, estudios
que han analizado el trabajo con organizacio-
nes campesinas e indígenas para la promoción
del desarrollo.13 Desde luego, todos esos estu-
dios han mostrado la importancia de los sistemas
de conocimiento tradicionales para conservar y
preservar de los recursos naturales, ya que en la
cosmovisión indígena, que de alguna manera
persiste en los campesinos tradicionales, se man-
tiene una relación armónica y compatible entre
la naturaleza y la sociedad.
El desarrollo tecnológico participativo (Dete-
par) ha sido impulsado, fundamentalmente, por
universidades y organizaciones no guber na-
mentales (ONG). Las primeras mediante proyec-
tos de vinculación universidad-campo o de
servicio social; y, las segundas, mediante pro-
gramas financiados generalmente por fundacio-
nes privadas u organizaciones religiosas, de
carácter inter nacional. Las ONG, con el uso de
metodologías participativas, han logrado com-
binar el saber y las experiencias productivas de
los campesinos con las de los técnicos exter nos
para desarrollar tecnologías agrícolas apropia-
das o adecuadas a las condiciones y situaciones
de producción campesina.
Por lo tanto, a nosotros nos corresponde, con-
juntamente con los indígenas y campesinos con
quienes trabajamos, promover e impulsar la in-
novación tecnológica participativa en las condi-
ciones locales y restrictivas en que ellos
desarrollan sus procesos agrícolas, pecuarios y
forestales.
Propuesta 3. Educación y Capacitación
Autogestionaria (Educa)
Respecto a esta propuesta de capacitación cam-
14
pesina, se propone un esquema cuyos atributos
esenciales son: la participación y el involu-
cramiento comprometido al nivel comunitario,
57
 fomentar el empoderamiento, habilidades y ap-
titudes del agente externo o facilitador hacia los
actores internos más debilitados o marginados, e
inducir el establecimiento y la apropiación de
procesos autogestivos en pro del desarrollo en-
dógeno o “desde adentro”.
Se asume que un reto “capacitacional” es supe-
rar el asistencialismo pater nalista instituido en
el campo mexicano, porque se ha acostumbrado
a la gente a recibir y pedir, más que a satisfacer
sus necesidades y resolver sus problemas por sí
mismos. En este sentido, la propuesta señala
ocho puntos básicos para toda actividad de ca-
pacitación campesina autogestiva, cuyo su-
puesto es el reconocimiento de la capacidad
campesina para asumir su autodesarrollo.
Los puntos estratégicos son los siguientes:
1) Centrarse en las necesidades sentidas o ex-
presadas por la gente.
2) Señalar y coadyuvar -mediante la concien-
tización- a inducir la viabilidad para que
el campesino sea sujeto de la acción colec-
tiva.
3) Funcionar como instrumento para la orga-
nización y movilización en pro del mejo-
ramiento de las relaciones sociales
asimétricas.
4) Gradualmente transformarse en autocapa-
citación para recuperar conocimiento en-
dógeno, memoria histórica y valores
tradicionales sólidos.
5) Vincularse, en lo posible, a propósitos y fi-
nes de programas y proyectos institu-
cionales para tener acceso a recursos
necesarios, útiles al propio proceso de
educación-concientización.
6) Considerar como propósito contribuir a
transformar formas ingenuas de concien-
cia a formas críticas y motivacionales para
agilizar la organización colectiva en pro
de la transformación de las actividades de
las adversidades cotidianas.
7) Elevar la capacidad informativa y deci-
soria para que los grupos motivados y or-
ganizados puedan actuar como actores
58
influenciadores en movimientos de reivin-
dicación, presión y negociación política a
favor de sus intereses, y
8) Considerar como otro propósito la forma-
ción de actitudes, habilidades y aptitudes
para generar y gestionar proyectos pro-
pios de autodesarrollo.
El enfoque propuesto plantea como un gran ob-
jetivo inducir mejoras en la autoestima para es-
tablecer formas autogestivas de concientización
y movilización, como instrumentos para la de-
fensa y lucha de reivindicaciones, a partir del
involucramiento consciente y comprometido de
tecnólogos empoderadores. Es decir, inducir la
praxis de la autogestión como instrumento de
empoderamiento para el desarrollo endógeno.
Las características o atributos que pueden iden-
tificar estilos alter nativos de capacitación cam-
pesina son los siguientes:
1) Participativo o interactivo.
2) Factible o realista, acorde a necesidades,
problemas, recursos y capacidades locales.
3) Analítico, para comprender y ubicar el
contexto de problemática-causas-opcio-
nes.
4) Integral, para facilitar aproximaciones y
enlaces entre ideas y praxis, entre factores
económicos, políticos y gerenciales, así
como entre lo local y lo mundial.
5) Democrático, para facilitar la inclusión
de la diversidad de voces e intereses.
6) Autogestivo, procurando la delegación
gradual de la toma de decisiones y el con-
trol de procesos en las manos de los gru-
pos empoderados.
En relación a la operación del enfoque de Educa
se propone la siguiente secuencia de diez activi-
dades para su realización, no necesariamente
lineal: i) iniciar con un autodiagnóstico comuni-
tario; ii) atención a necesidades sentidas; iii) pre-
cisión de grupos e intereses a empoderar; iv)
intervención en épocas de menor actividad labo-
ral local; v) capacitación en acción acorde a tipos
de conocimiento y de expertos locales; vi) insti-
59
 tucionalización de la capacitación campesina en
el quehacer de los profesionales rurales; vii) ase-
soramiento para enlazar y tener acceso a recur-
sos de OG y ONG; viii) establecimiento de una
red informativa intercomunitaria e interinstitu-
cional; ix) establecimiento de unidades demos-
trativas, parcelas o campos o prototipos más
extensos, para reforzar las formas del aprendi-
zaje visual típicas entre campesinos; x) procurar
la vinculación y enlazamiento interinstitucional
sectorial con el fin de posibilitar alianzas estra-
tégicas mediante convenios de cooperación.
Propuesta 4. Organización y
empoderamiento comunitario (social)
En el Programa de Desarrollo Regional del To-
tonacapan (Prodertot)15 se ha considerado la or-
ganización de productores como un
componente fundamental para el inicio de accio-
nes hacia el desarrollo comunitario y regional
en el medio rural. La organización entendida
como un proceso de interacción que, mediante
una “comunicación dialógica”, posibilita el en-
tendimiento y la comprensión de problemas co-
munes y compromete a los interesados en la
generación de propuestas y acciones conjuntas
para solucionar dichos problemas.
De esta manera, la organización de los pequeños
productores de cítricos, de vainilla y de café en
el Prodertot se convierte en el motor de arran-
que para formar ciudadanos participativos y
autogestivos que, en un futuro, serán los promo-
tores y constructores de un desarrollo con
justicia y libertad dentro de la región de Toto-
nacapan.
Nuestra propuesta se inicia con acciones de ca-
pacitación para la organización de productores
mediante talleres participativos. La capacita-
ción la entendemos como un proceso que parte
de los problemas y necesidades de los capacitan-
dos. Los temas o contenidos de ésta no se sugie-
ren o se imponen desde fuera, o exter namente al
grupo (por el técnico, el capacitador o el agente
de una instancia guber namental), sino que, por
15 Es un programa desarrollado en la zona norte de Veracruz y en la Sierra Norte de Puebla, en México, en el que se
trabaja con pequeños productores —indígenas y campesinos— que cultivan cítricos, café, vainilla y granos básicos.
La precaria economía y el retraso social, reflejan la pobreza y marginación en que viven los habitantes de la región
del Totonacapan.
60
el contrario, dichos contenidos son propuestos y
definidos por el grupo de productores interesa-
dos en organizarse. Esto asegura y compromete,
tanto al capacitador como a los capacitandos, a
que el proceso se llevará a cabo desde el inicio y
hasta su término en una organización.
En el proceso de organización que se promueve
y se desarrolla en el Prodertot, se asume que la
capacitación de campesinos (pequeños produc-
tores) debe contribuir a que los capacitandos
tomen conciencia de sus problemas, de sus rein-
vindicaciones y de sus experiencias organizati-
vas para tener una presencia activa importante
en el contexto económico y social en el que vi-
ven cotidianamente.
Para ello, se tiene como objetivo fundamental
generar un proceso de capacitación que posibi-
lite transitar de la “conciencia ingenua” que
caracteriza al sector campesino hacia una “con-
ciencia crítica” de la realidad, y, más allá, contri-
buir a formar una “conciencia organizativa”,
misma que es la condición imprescindible para
promover y actuar en la transformación de la
realidad; una realidad que, en el caso del campe-
sinado de nuestro país, se caracteriza por la
opresión, subordinación y explotación en la que
vive la mayoría.
En suma, la participación, la autogestión y el
empoderamiento son tres procesos indispensa-
bles para que los campesinos se organicen y asu-
man compromisos y responsabilidades para su
autodesarrollo.
Propuesta 5. Escuelas campesinas para
la autoformación y revaloración cultural
Las actividades orientadas a la educar y capaci-
tar a los campesinos en México tienen sus ante-
cedentes en el siglo pasado, en la época del
reparto agrario, como parte de la política del go-
bier no para incorporar a las comunidades cam-
pesinas e indígenas al desarrollo nacional. En
esas experiencias -como las Casas del Pueblo,
las Escuelas Rurales y las Misiones Culturales-
participaron, en la capacitación, equipos multi-
disciplinarios que, si bien tomaron en cuenta las
necesidades sentidas de la comunidad, también
intentaron introducir cambios en las formas tra-
dicionales de manejo de los recursos naturales y
en los procesos de producción agropecuaria. Sin
embargo, no siempre se tomó en cuenta ni la
cosmovisión, ni la identidad sociocultural de los
grupos en “proceso de desarrollo”.
Ante esto, en el medio rural se comenzaron a
cuestionar los métodos y prácticas de la educa-
ción-capacitación campesina, misma que fue
vertical, antidialógica y que violentaba la
cultura en las comunidades campesinas. En res-
puesta, comenzó a aplicarse la pedagogía “frei-
riana”, por grupos interesados en la educación
popular mediante metodologías participativas
en los trabajos y reuniones de educación y capa-
citación con campesinos; sin embargo, debido a
la falta de experiencia de los técnicos y promo-
tores de dichas metodologías, muchas de las ve-
ces sólo se cambiaba la dependencia de los
campesinos: de un técnico del gobier no a un
promotor de una organización no guber na-
mental.
En el transcurso del tiempo se siguió trabajando
con propuestas educativas y de desarrollo que
veían la participación social como un compo-
nente fundamental de dichas propuestas; por lo
que, a la fecha, se han creado una diversidad de
unidades o centros de capacitación campesina
(escuelas campesinas) como una alter nativa de
capacitación que incluya el saber de los hombres
que “cultivan la tierra”, en el que se apliquen me-
todologías participativas, procurando que los
indígenas y campesinos sean sujetos activos de
su propia visión de desarrollo.
Con base en el inventario que hemos realizado
16
acerca de escuelas campesinas en el país, se en-
contró que algunas de ellas se han planteado,
como propósito y esencia de su proyecto educa-
tivo, la revaloración cultural y la reafirmación
de la identidad campesina e indígena. El estu-
dio de las experiencias de estas escuelas nos per-
mite derivar algunas lecciones, como las
siguientes:
16 Veáse: A.L. Salinas C. 2003. Inventario de experiencias sobre escuelas y centros de capacitación campesina en
México. Tesis profesional. Depto. de Agroecología. UACh. México.
1. En las escuelas campesinas que tienen el
propósito de mantener la identidad y vir-
tudes de la cultura rural, la apropiación de
las técnicas que pueden enriquecer el co-
nocimiento tradicional debe lograrse den-
tro de los ritmos y los espacios en los que
se desarrolla la vida rural y considerando
los recursos locales disponibles en la co-
munidad. Las escuelas que manejan la mo-
dalidad formal y la alternan con el
aprendizaje no formal, parecen tener más
éxito; esto debido a que no se genera esa
desconexión del alumno con su lugar de
origen: las prácticas se llevan a cabo en
casa, en las condiciones reales de existen-
cia.
2. En las escuelas campesinas de las comuni-
dades indígenas, la capacitación para la
producción es tomada como un asunto se-
rio; se tiene que producir en un tiempo de-
terminado porque hay que entregar los
productos convenidos, mismos que pue-
den generar recursos, tanto para la escuela
como para seguir produciendo. El horario
establecido no se toma en cuenta: si hay
necesidad de quedarse a trabajar, se hace;
lo mismo ocurre en el caso de los huertos,
como éstos se establecen en casa y no en la
parcela escolar, el cuidado es constante y
no sólo por parte del alumno, sino también
por el resto de la familia. El hecho de tra-
bajar partiendo de una necesidad real y en
la propia tierra, desarrolla la responsabili-
dad de finalizar bien lo que se inicia para
que así se pueda obtener un beneficio.
3. Las escuelas campesinas creadas a iniciati-
va de grupos o comunidades indígenas se
deben a que su identidad es tan fuerte, que
al sentirse violentados por la cultura do-
minante generan mecanismos de defensa y
fortalecimiento de su propia cultura, para
no desaparecer como comunidad. Se origi-
nan con base en la organización comunita-
ria, y, aunque son apoyadas por grupos
ajenos a ellas -por la necesidad de apren-
der a manejar los códigos y técnicas de las
sociedades urbanas para defenderse-,
61
 mantienen la dirección y toma de decisio-
nes en relación con el rumbo que deben se-
guir los procesos y actividades en sus
comunidades o regiones étnicas.
En síntesis, en este tipo de escuelas campesinas17
no se trata solamente de capacitar para mejorar
la productividad de los recursos de las comuni-
dades campesinas o de educar para la conviven-
cia pacífica con los civilizados o “los de razón”.
Se trata de que mediante la educación en esas es-
cuelas o centros de capacitación campesina e in-
dígena se aprenda a revalorar y rescatar los
usos, las costumbres y las tradiciones de una
cultura propia que, con sus técnicas y prácticas
para relacionarse con la naturaleza, han mostra-
do caminos alter nativos, más sanos y más justos
para enfrentar a la cultura del consumo, desper-
dicio y destrucción de los recursos naturales que
nos impone el sistema económico predominan-
te, sustentado en el mercado, y que genera una
gran pobreza humana y ambiental en nuestro
planeta.
Propuesta 6. Modelo participativo y
autogestivo para el desarrollo rural
equitativo y sostenible
Justificación
La propuesta o estrategia para el desarrollo ru-
ral que se denomina: Modelo Participativo para
el Desarrollo Rural Equitativo y Sostenible
(Mopadres), tiene un destinatario preciso. Se di-
rige a los excluidos del proceso de globalización
y a quienes las políticas neoliberales han some-
tido a la lógica injusta del mercado. En este pro-
ceso, los campesinos, o los pobres rurales, han
sido los mayormente afectados y para quienes es
urgente y necesario encontrar algunas alter na-
tivas. En este contexto, se asume como defini-
ción de desarrollo: un proceso de crecimiento
económico que contribuya al autoabastecimien-
to y que posibilite una distribución equitativa y
justa de los bienes materiales y de los beneficios
de ese crecimiento económico; por lo tanto, se
esperaría que el desarrollo, en general, y el ru-
17 Veáse: Bernardino Mata G. y S. López M. (Coords.). 2007. Escuelas Campesinas: experiencias de educación y capacitación
en el medio rural de México. CIISMER-UACh. México.
18 Veáse: Bernardino Mata G. 2002. Desarrollo rural centrado en la pobreza. UACh, México.
62
ral, en particular, tuvieran como propósito fun-
damental el combate y la erradicación de la po-
breza.
Tomando como base lo anterior, se ha generado
una propuesta de desarrollo rural18 sustentada
en los nuevos enfoques respecto al desarrollo
humano y social. Enfoques que nos parecen
fundamentales porque cuestionan el desarrollo
convencional o crecimiento económico y ponen
en primer lugar a las personas, al hombre, a la
gente.
Con base en una concepción integral y holística
del desarrollo, se ha cuestionado y criticado el
manejo de los programas de desarrollo rural en
América Latina, los cuales muchas veces han
operado con base en imposiciones, y sin tomar
en cuenta a los supuestos beneficiarios: los cam-
pesinos.
En los últimos años han surgido nuevas pro-
puestas para el desarrollo en el medio rural,
como el desarrollo reversible, que sugiere: “la
meta del desarrollo no es el crecimiento tal
como lo definen los profesionales, sino el bienes-
tar tal como lo define la gente pobre del campo”;
y el desarrollo alter nativo, que propone la nece-
sidad de promover el empoderamiento familiar
y comunitario para posibilitar la participación
consciente de la población rural pobre en su au-
todesarrollo. Vinculado con estos planteamien-
tos, también se tiene el concepto de desarrollo
sostenible cuyos principios básicos son: justicia
social para la equidad, la democracia y la soste-
nibilidad.
Los nuevos enfoques del desarrollo humano y
social, enfatizan y priorizan las necesidades, las
demandas, los derechos, las expectativas, las ex-
periencias y las capacidades de los individuos;
cualidades que se ubican en el centro de la aten-
ción y de la acción, y que generan esperanzas y
posibilidades tanto de progreso material como
de justicia social. Es decir, el problema de la po-
breza sólo podrá solucionarse si se involucran en
el proceso los pobres y sus familias. Ello implica
generar un proceso genuino y verdaderamente
participativo, que parta de lo local y comunitario
hacia lo regional y nacional, visualizando su in-
serción crítica en un esquema de desarrollo
equitativo y sostenible.
Componentes del Mopadres19
Se propone que se consideren como fundamen-
tales los siguientes principios o características
para un nuevo proceso de desarrollo rural:
1. Desarrollo local o micro-regional. El desarro-
llo rural debe partir de las necesidades y
problemas de los campesinos y comunida-
des. Las comunidades rurales no son en-
tidades homogéneas en ningún aspecto y
por lo mismo no puede hacerse “tabla rasa”
y aplicar un solo enfoque o modelo para su
desarrollo, mucho menos, a nivel nacional.
Por ello, el nuevo desarrollo rural debe eli-
minar la programación convencional “de
arriba hacia abajo” y llevar a cabo planes
de trabajo que resulten de acciones pro-
puestas por los ejidos y comunidades; es
decir, adoptar una programación local o
microrregional “de abajo hacia arriba”.
2. Diversificado. En las comunidades rurales,
normalmente, se llevan a cabo diversas ac-
tividades relacionadas con la producción
agropecuaria, forestal y acuícola. Sin em-
bargo, de manera tradicional, los planes o
programas que se ofrecen a dichas comu-
nidades ya tienen objetivos y actividades
bien definidas, lo cual tiende a frenar las
iniciativas comunitarias. En ese sentido, se
recomienda que, en el nuevo desarrollo ru-
ral, se considere poner en práctica diferen-
tes proyectos productivos y de
mejoramiento social que posibiliten la in-
clusión de ideas y propuestas de la mayor
parte de los miembros de la comunidad.
3. Planificado. Que los programas de desa-
rrollo rural no se elaboren por compromi-
sos políticos o situaciones circunstan-
ciales, sino que obedezcan a propósitos y
19 Veáse B. Mata G. 2007. Un modelo alternativo para el desarrollo rural en México. En: Innovación tecnológica y
desarrollo rural con pequeños agricultores. B. Mata G., A. Cruz L., J. Sánchez E. y J. A. Agustín G. (Coords). UACh, C.P.
e INIFAP. México.
objetivos de corto, mediano y largo plazo,
mismos que se definan de manera conjunta
con la población de las comunidades.
4. Colectivo. Mucho se ha dicho del individua-
lismo, el egoísmo y la falta de cooperación
de los campesinos; sin embargo, también
es cierto que en el medio rural existen tra-
diciones históricas en cuanto a las formas
y mecanismos de trabajo comunitario, por
ejemplo: la faena, el tequio, la ayuda mu-
tua, la “prestafuerza”, la mano-vuelta, la
minga, las mayordomías, etc. Por lo tanto,
el nuevo desarrollo rural deberá promover
y fomentar la organización de la población
de las comunidades, en grupos o sectores,
para llevar a cabo actividades o acciones
colectivas que contribuyan al progreso y
bienestar comunitario.
5. Sostenible. Se parte de reconocer el mal uso,
el abuso y la sobreexplotación de los re-
cursos naturales para la producción agro-
pecuaria y forestal, lo cual se ha visto
agravado con el uso de los productos agro-
químicos para incrementar la produc-
tividad de dichos recursos. Ante esta si-
tuación, no se considera conveniente que
se continúe deteriorando el suelo, el agua,
el aire, la vegetación natural y la fauna sil-
vestre; sino que, por el contrario, será
necesario implantar mecanismos y proce-
dimientos que nos permitan “utilizar los
recursos naturales para producir-conser-
vando y, si es posible, acrecentándolos”.
Es decir, se propone aprovechar los recur-
sos naturales para producir alimentos con
tecnologías menos destructivas del am-
biente, durante cierto tiempo, y cambiar
de sistema de producción cuando se en-
cuentren nuevas tecnologías que superen
a las anteriores, pero que posibiliten ma-
yores producciones sin deteriorar el am-
biente. Ésta es la finalidad del desarrollo
rural sostenible.
6. Equitativo. Equidad, igualdad, corres-
ponsabilidad son conceptos y atributos
63
 para un nuevo desarrollo rural que ya no
fomentará la exclusión, la marginación, la
componenda, la corrupción; sino que, por
el contrario, propiciará que se gesten y
ejecuten proyectos de trabajo comunita-
rios que se llevarán a cabo conforme a li-
neamientos claramente definidos, en los
que podrán participar todos los interesa-
dos y cuyos beneficios deberán compartir-
se y distribuirse según el cumplimiento y
respeto de las normas establecidas y acep-
tadas en reuniones de grupos o sectores de
la comunidad.
7. Integral. En el medio rural se presentan
problemas técnicos y económicos relacio-
nados con las actividades productivas de
las áreas agrícola, pecuaria, forestal y
acuícola; además, los habitantes de la co-
munidad comparten problemas y necesi-
dades comunes en cuanto a los servicios
públicos: salud, educación, recreación, de-
portes, transporte, etc.; y, también, de
acuerdo con la edad y grupos de referencia
se generan ciertas demandas de instruc-
ción y capacitación que pueden atenderse
con cursos, talleres, conferencias, etc.
Toda esta situación nos indica que el nue-
vo desarrollo rural debe asumir la caracte-
rística de integralidad; es decir, atender
todos los asuntos, problemas y necesida-
des que demanden solución por la pobla-
ción del medio rural. En este aspecto, la
educación y capacitación campesina se
constituye en una acción prioritaria.
8. Participativo. El desarrollo rural conven-
cional propició y favoreció el paternalis-
mo. Se acostumbró a la gente de las
comunidades rurales a esperar los planes y
programas del gobierno que siempre lle-
vaban y regalaban algo. Hoy, con la políti-
ca neoliberal, se ha retirado la mayor parte
de los apoyos y servicios “gratuitos” para
fomentar el desarrollo rural; por ello, se
hace necesario resaltar la importancia de
la participación campesina en un nuevo
modelo de desarrollo para el campo. En
este contexto, la participación campesina
se caracteriza como la acción consciente,
directa y comprometida para contribuir a
resolver los problemas de la organización
o de la comunidad.
64
9. Autogestivo. El concepto se refiere a gestio-
nar algún asunto por uno mismo, resolver
un problema por acciones propias o decidir
nuestro destino de manera consciente y
comprometida. En síntesis, se puede defi-
nir a la autogestión como la autonomía en
la toma de decisiones, tanto individuales
como colectivas. Para este caso, nos inte-
resa caracterizar a la autogestión de la si-
guiente manera: es un proceso que les
permite a los pobladores del medio rural,
mediante sus organizaciones, tomar en sus
manos —sin intermediarios o agentes ex-
ternos a la organización— todos los pro-
blemas y asuntos que se presentan en sus
respectivas agrupaciones, y gestar, por
ellos mismos, las tareas y acciones necesa-
rias para resolverlos en beneficio de la or-
ganización; esas tareas y acciones implican
también la toma de decisiones y del poder
en los asuntos políticos y económicos, lo-
cales y regionales, que les posibiliten avan-
zar en su propio desarrollo.
10. Democrático. En la actualidad, diversos paí-
ses de América Latina, viven una transi-
ción política. Hoy se fomenta y propicia un
juego democrático entre los partidos polí-
ticos; se promueve y acepta el pluriparti-
dismo; la población es invitada (aunque a
veces todavía se le coacciona) a participar
en las elecciones municipales, estatales y
federales para votar en favor de algún can-
didato. A todo esto se le ha dado en llamar
democracia. Sin embargo, más que una de-
mocracia representativa, se debe ir más
allá de lo político para construir la ciuda-
danía. La ciudadanía implica, sobre todo,
educar y capacitar a la población en el pro-
ceso de participación social y en el conoci-
miento de sus derechos económicos,
sociales y culturales; en suma, dar a cono-
cer, garantizar y poner en práctica los de-
rechos humanos. Por ello, el nuevo
desarrollo rural deberá promover y com-
partir procesos democráticos entre la po-
blación de las comunidades; ésta será una
actividad fundamental para construir, a
mediano plazo, un desarrollo ciudadano
con justicia y dignidad.
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65
66
 Migración y el papel de las redes
familiares en América Latina

1
Michiel Baud

Muchos de los estudios acerca de la familia lati-
noamericana visualizan la unidad familiar mar-
cada por la co-residencia alrededor de las ollas
para cocinar, el fogón o el patio. Sin embargo,
con frecuencia se ha observado que los miem-
bros de una unidad familiar pueden vivir en lu-
gares muy variables y espacialmente distantes
durante su vida, sin perder sus derechos y debe-
res como miembros de esta unidad. Ese ha sido
el resultado de la migración inter nacional que
aumenta de manera dramática en el mundo mo-
der no. Ha llegado a ser claro que esta migración
no ha separado los lazos familiares ni puesto fin
a la transferencia de bienes y trabajo. Por el con-
trario, la migración a menudo es una estrategia
familiar que tiende a reforzar los lazos económi-
cos entre los miembros de la unidad familiar.
Esto ha llevado a los científicos sociales a anali-
zar y conceptualizar el problema de las unidades
familiares espacialmente divididas. La migra-
ción se ha estudiado como un acontecimiento fa-
miliar, resultado de las decisiones de las
2
unidades familiares. Sin embargo, quedan mu-
chas preguntas. ¿Hasta qué punto las redes fa-
miliares se mantienen en el tiempo a pesar de (o
por) la migración de uno o varios de sus miem-
bros? ¿Cómo la migración afecta la organiza-
ción del trabajo dentro de las familias y en qué
sentido altera la “economía política” de la fami-
lia?
En este artículo trato de ver hasta qué punto la
literatura existente nos permite contestar estas
interrogantes. El interés principal está en la es-
tructura de la migración dentro de las unidades
familiares y sus consecuencias para la cohesión
y las relaciones inter nas de poder dentro de las
familias. Se hace énfasis en la redistribución de
los recursos e ingresos en las familias emigran-
tes. Es importante discutir que una de las for-
mas para entender la lógica y viabilidad de las
unidades familiares emigrantes es centrarse en
el aspecto redistributivo de la organización de
éstas. Un objetivo implícito de este artículo es
investigar en qué medida diversos tipos de mi-
gración pueden vincularse a procesos más am-
plios de cambio económico y social.
Tendencias en estudios de migración
La migración laboral normalmente se ha expli-
cado como un factor de variables macroeconó-
micas. Los científicos sociales que trataron de
explicar la migración mundial actual han desa-

1 Ph.D. en Ciencias Sociales por la Universidad de Utrecht, Holanda. Director del Centro de Estudios y
Documentación Latinoamericanos CEDLA y Profesor titular en la Universidad de Ámsterdam.

2 Por ejemplo: Virginia Yans-McLaughlin, “Introduction”, in: Idem (ed.) 1990. Immigration reconsidered. History,
sociology and politics . New York/Oxford: Oxford University Press. Especially 14-15.

67
 rrollado teorías sofisticadas en las que los facto-
res push (empuje) y pull (tirón) fueron tomados
como punto de partida. Desde su punto de vista,
la migración es el resultado de factores macroe-
conómicos que empujan a la gente fuera de las
áreas marginales y hacia las “luces brillantes” de
las ciudades. Han demostrado que la migración
es resultado de la división inter nacional del tra-
bajo y de la desigualdad económica en el mundo.
Los empresarios y los gobier nos necesitan can-
tidades cada vez mayores de mano de obra bara-
ta y la migración puede satisfacer esa demanda.
En estas teorías, a los emigrantes se les presenta
como marionetas pasivas, manipuladas con las
cuerdas de la economía (mundial). Tienden a ig-
norar la dinámica local que forma la base de la
migración y no pueden explicar las variaciones
regionales en los patrones de la migración. Ade-
más dan una imagen bastante simplista de la
motivación y perspectiva del mundo de los emi-
grantes. Otros autores, por lo tanto, han cam-
biado el énfasis a los mismos emigrantes.
Acentúan las actitudes progresivas de los emi-
grantes que “decidieron” romper con el tradi-
cionalismo y quienes eventualmente traerían
innovaciones tecnológicas y moder nidad a sus
comunidades. Se da más atención a la lógica de
migración de individuos y unidades familiares.
Se ve a la migración como el resultado acumula-
tivo de decisiones individuales, con base en un
balance racional de los beneficios que se gana-
rían y en los costos que tendría el cambio. Sin
embargo, también hace falta explicar la migra-
ción a nivel de la unidad familiar. Hay que con-
ceptualizar la migración como el resultado de
estrategias de supervivencia por las cuales la
unidad familiar se esforzó activamente para ha-
cer un ajuste entre sus necesidades de consumo,
la fuerza de trabajo a su disposición, y las varias
oportunidades para generar ingreso monetario
y no-monetario.
Hoy en día parece haber una aceptación más o
menos general de que la migración debería con-
siderarse como el resultado del comportamiento
racional de los migrantes que, dentro del con-
texto de la unidad familiar, reaccionaron a las
oportunidades y restricciones de cambio presen-
tados por el ambiente social, económico y políti-
3
co. La mayoría de los emigrantes eran parte de
extensivos flujos migratorios que con frecuencia
fueron una continuación de modelos existentes
de mucho tiempo de la tradicional movilidad hu-
mana.4 También llegó a estar claro que la migra-
ción laboral a menudo no se origina en las
regiones de menores recursos, y no está consti-
tuida por las clases más pobres, sino viene de es-
tratos sociales que están ligeramente en una
mejor condición y que ven en la migración estra-
5
tegias conscientes de un mejoramiento social.
Hay dos problemas importantes que todavía
desconciertan a las ciencias sociales. Primero,
los estudios acerca de la migración no han podi-
do explicarla en el curso del tiempo. Quizás la
tentativa más ambiciosa en esta dirección ha
sido la realizada por Immanuel Wallerstein y su
grupo de investigación.6 Intentaron vincular
formas de composición de las unidades familia-
res y el trabajo (emigrante) con los cambios de la
economía mundial y de las políticas estatales.
Esto les permitió conectar varias formas de or-
ganización laboral en la unidad familiar con los

3 Charles Wood. “Structural changes and household strategies: a conceptual framework for the study of rural
migration”. Human Organization, 40 (1981) pp. 338-344; Marianne Schmink. 1984. “Household economic
strategies: review and research agenda”. Latin American Research Review, 19, pp. 87-101.

4 Vea especialmente la situación europea: Leslie P. Moch. 1992. Moving europeans. Migration in Western Europe since
1650 Bloomington & Indianapolis: Indiana University Press, También: James H. Jackson and Leslie Page Moch.
1989. “Migration and the social history of Modern Europe". Historical Methods 22. pp. 27-36. Para África: Sharon
Stichter. Migrant labour in Kenya: capitalism and african response, 1895-1975. Burnt Mill. Longman, 1982.

5 Ver: Ewa Morawska. “The sociology and historiography of immigration”. In: Yans-McLaughlin (ed.). Immigration
reconsidered, 193. También: Florencia E. Mallon.1983. The defense of community in Peru’s central highlands. Peasant
struggle and capitalist transition, 1860-1940. Princeton University Press, Princeton.).

6 Especialmente: Joan Smith and Immanuel Wallerstein (eds.). 1992. Creating and transforming households. The
constraints of the world-economy. Cambridge/Paris: Cambridge University Press/Editions de la Maison des Sciences
de l’Homme.

68
procesos del cambio histórico mundial. Sin em-
bargo, no pudieron explicar la diversidad histó-
rica a nivel local y regional.
El segundo problema sin resolver de los estu-
dios migratorios es la fuerte variación local y los
resultados desiguales que la migración ha teni-
do para las comunidades. Las regiones y aldeas
que a primera vista parecen muy similares,
muestran patrones de cambio bastante diferen-
7
tes en la unidad familiar y la migración. Esta
variación puede entenderse sólo a nivel local e
incorporando los factores “exter nos”, tales
como modelos de tenencia de la tierra, nivel de
desarrollo económico, estratificación social, ac-
ceso al transporte y distancia de otras fuentes de
empleo, nivel de instrucción y sistema tributario
local. Pero también es necesario incluir en el
análisis histórico los factores que son inter nos a
la unidad familiar, como parentesco, composi-
ción de la unidad familiar y tasas de fertilidad.
Todos estos factores afectan significativamente
el curso, las características sociales, las direccio-
nes, las metas y la intensidad de la migración.
Finalmente, es interesante observar que, a pesar
de la multitud de estudios de migración, todavía
no hay una respuesta satisfactoria a la pregunta
referente a cuándo se le llama migración al mo-
vimiento espacial.
La migración exige moverse de un lugar a otro
por un tiempo relativamente largo e implica un
rompimiento, más o menos a largo plazo, con el
área de origen. Pero, ¿debería la migración a
muy corta distancia ser analizada como la mis-
ma clase de proceso, por ejemplo, de la migra-
ción inter nacional del Siglo XX? Esta pregunta
nos advierte acerca del carácter indefinido y a
menudo subjetivo de la categoría migración. No
es poco importante observar que la decisión con
referencia a cómo considerar la migración es to-
mada a menudo por los forasteros. Charles Tilly
señala el lado político de este término:
7 Vea dos ejemplos peruanos: Mallon. The defense of community, 250 and passim, and: David Lehmann (ed.). 1982.
Ecology and exchange in the Andes. Cambridge University Press. Cambridge.
8 Charles Tilly. “Migration in modern european history”. In: William H. McNeill and Ruth S. Adams (eds.). 1985.
Human migration. Patterns and policies. Bloomington & London. Indiana University Press. pp. 48-72, p. 49.
A partir de la locomoción continua de los seres
humanos, para seleccionar algunos movimien-
tos como más definitivos que otros, se refleja la
preocupación de los burócratas para sujetar a la
gente a los domicilios donde pueden registrar-
se, enumerarse, gravarse, llamarse a filas y ob-
servarse.8
Las unidades familiares y la
migración: una breve digresión
teórica
Las consecuencias que provocan los migrantes
en la organización inter na de las redes familia-
res han sido analizadas en formas muy diferen-
tes. La perspectiva tradicional fue que la
llegada de la moder nidad y las relaciones de tra-
bajo industrial dieron a la familia un golpe defi-
nitivo. Se supuso que la proletarización y la
migración tendrían efectos inevitablemente
destructores en la unidad familiar, conduciendo
a la inestabilidad social (“anomia”) o por lo me-
nos al desmembramiento de las familias en uni-
dades familiares aisladas. Se supuso que este
“colapso social” y ruptura de los modelos de la
familia tradicional prepararían a los emigrantes
y trabajadores para su inserción en el mundo in-
dustrial, urbano. Es interesante notar que esta
visión se percibe en el trabajo de los analistas,
tanto de la moder nización como de aquellos ins-
pirados en el marxismo, y que se aplicó, igual-
mente, tanto a las sociedades occidentales de
fines del siglo XVIII y del siglo XIX como a las
actuales naciones en desarrollo.
Este análisis de los efectos de la moder nización
y la migración en la familia ha sido fuertemente
criticado en las dos últimas décadas. Esta crítica
viene de dos lados. Primero, muchos autores se
han opuesto a la idea romántica e idealizada de
la familia extensa o de tres generaciones en las
sociedades preindustriales. Han enfatizado el
hecho de que la familia “tradicional” existió en
muchas formas diferentes y que no fue necesa-
riamente benevolente para todos sus miembros.
69
 El segundo punto de crítica viene de autores
que, en su investigación empírica, no han encon-
trado el supuesto colapso de la cohesión familiar
bajo la embestida de la moder nización. La mi-
gración frecuentemente confirma las relaciones
familiares. Esta continuidad de lazos de paren-
tesco en la emigración y adaptación a las condi-
ciones industriales puede explicarse de dos
diferentes maneras. Por una parte, en muchos
sectores industriales no era históricamente inu-
sual reclutar grupos familiares completos como
unidades de trabajo. Las compañías utilizaron la
organización y lealtades existentes de las redes
familiares para asegurar una fuerza laboral esta-
ble, así como organizar y facilitar el recluta-
miento y control laboral. Los miembros de la
familia ya empleados garantizaban un suminis-
tro continuo de nuevos trabajadores. Los gate-
keepers –guardianes de la entrada– como Laite
llamó a estos empleados, no sólo reclutaban
nuevos trabajadores, sino también controla-
ban su comportamiento y su productividad den-
9
tro de la fábrica. Dennis Nodin Valdés ha
mostrado cómo la “búsqueda del trabajador
ideal del cam- po”, por las empresas agrarias en
la parte superior del Medio Oeste de Estados
Unidos de América, condujo a una política
consciente de usar el trabajo familiar (primero
belga, luego europeo del este, finalmente mexi-
cano); disminuyó los costos de la mano de obra
y, además, hizo que la supervisión del proceso
laboral fuera principalmente una responsabili-
dad de los padres, más que de los capataces de la
10
corporación. Este ejemplo también deja en cla-
ro que las familias utilizaron sus relaciones de
parentesco para asegurar su lugar en el mercado
de trabajo y organizar la migración. Igual que
los agricultores y artesanos campesinos, los tra-
bajadores industriales y los emigrantes sacan
ventaja de sus redes familiares para consolidar o
mejorar su situación. Por lo tanto, se ha discuti-
do que, lejos de destruir los lazos familiares y las
9 Julian Laite. 1981. Industrial development and migrant labour. Manchester University Press. Manchester. p. 122.
También: Ewa Morawska. 1985. For bread with butter. The life worlds of East Central europeans in Johnstown,
Pennsylvania, 1890-1940. Cambridge University Press. Cambridge. 90 and passim about “fathers-and-sons”
employers.
10 Dennis Nodin Valdés. 1991. Al Norte. Agricultural workers in the Great Lakes Region, 1917-1970. University of Texas
Press. Austin. 6-8 and passim.
11 Claude Meillassoux. 1981. Maidens, meal and money. Capitalism and the domestic community. Cambridge University
Press. Cambridge. French original 1975.
70
redes de parentesco, la industrialización y la
migración con frecuencia las refuerzan.
La continua importancia de los lazos familiares
y de parentesco en la sociedad moder na ha con-
ducido a varias preguntas, así como a nuevas di-
recciones de investigación. Por una parte, ha
provocado una discusión acerca del contexto po-
lítico y económico del parentesco en la sociedad
capitalista. La cuestión ha sido planteada en
cuanto hasta qué punto la durabilidad de las re-
des familiares deberían considerarse el resultado
de la manipulación consciente de los empresa-
rios capitalistas –como nos quiere hacer creer
11
Meillassoux. Y por otra parte, qué oportunida-
des tienen las redes familiares de “jugar dentro
de las estructuras”, por usar el término adecua-
do de Ewa Morawska. En otras palabras, ¿tie-
nen éxito las familias al usar sus redes (de
parentesco) para mejorar su posición social y
económica?
Esto también ha estimulado la investigación en
la “economía política” de las redes familiares. So-
bre todo, bajo la influencia de la tendencia femi-
nista, se ha llegado a reconocer ampliamente que
las redes familiares contienen muchas desigual-
dades sociales y económicas, que llevan a variar
las influencias en la toma de decisiones entre se-
xos, generaciones o productores. Ha puesto en
claro que las familias no eran las instituciones
igualitarias sugeridas, a menudo, por los jefes de
familia y, de igual forma, por los eruditos acadé-
micos.
Cuando estas ideas se aplican al problema de la
migración, destacan un buen número de pre-
guntas. En primer lugar, debería hacerse un aná-
lisis de cuáles miembros de la familia emigran y
la manera en que esta selección se acomoda den-
tro de una estrategia familiar. Tomar en cuenta
las estrategias familiares puede ayudar a expli-
car la naturaleza y el tiempo de la emigración.
En segundo lugar, es esencial mirar los mecanis-
mos de redistribución dentro de las familias
emigrantes y preguntar acerca de la organiza-
ción inter na de la red familiar.
La migración como un
acontecimiento familiar
Los cambios esenciales que experimenta una
unidad familiar cuando uno de sus miembros
emigra son los siguientes: en primer lugar, no
hay repartición diaria de alimentos y otros bie-
nes de consumo con el emigrante. Las necesi-
dades de éste son, en gran parte , satisfechas
fuera de la unidad familiar de origen y puede
ocurrir en una segunda unidad familiar, cuya je-
fatura puede no estar basada en el parentesco; en
segundo lugar, no hay distribución diaria de las
tareas locales, pero normalmente se espera que
el emigrante utilice su posición especial para el
beneficio de la familia. Esto puede llevar a (nue-
vas) obligaciones específicas para el emigrante;
en tercer lugar, las ganancias del trabajo del
emigrante ya no se suman a la unidad familiar
sobre una base regular (de manera diaria, se-
manal o mensual) sino más irregularmente, a
menudo dependiendo de oportunidades impre-
vistas para remitir dinero o bienes. Además, es-
tas remesas no pueden ser controladas por otros
miembros de la familia.
A pesar de esta situación, los emigrantes –así
como también aquellos que se quedan– normal-
mente continúan percibiéndose como pertene-
cientes a una entidad económica o emocional.
De manera esencial, es la percepción de los
miembros de las redes familiares la que determi-
na si alguien pertenece a ella o no. Esta defini-
ción subjetiva de las unidades familiares es
central para la interpretación de las consecuen-
cias de la migración. En el Caribe contemporá-
neo de habla inglesa, donde más de la mitad de
las familias deben considerarse emigrantes, a és-
tos por mucho tiempo se les sigue considerando
12 Elizabeth M. Thomas-Hope. 1992. Explanation in caribbean migration. MacMillan, London/ Basingstoke. p. 107,
note 1.
13 Por ejemplo: Patricia R. Pessar. “Dominican international migration: the role of households and social networks”.
In: Ransford W. Palmer (ed.).1990. In search of a better life. Perspectives on migration from the Caribbean. Praeger. New
York pp. 91-114.
como miembros de la unidad familiar. El punto
en el que dejan de ser vistos como tal se basa en
los cambios cualitativos en la relación con la
unidad familiar, más que en cualquier límite es-
pecífico de tiempo.12 Las consecuencias de la mi-
gración dependen de quién emigra y en qué
contexto lo hace. Aparte de la duración de la mi-
gración, constituye una diferencia importante si
uno de los padres emigra, o uno o más de sus hi-
jos solteros. En cualquier análisis de migración
dos asuntos necesitan tenerse en mente: el pe-
riodo del ciclo de vida en que ocurre la migra-
ción, y si ocurre de manera individual, en el
contexto de una familia nuclear o como parte de
un grupo de parentesco más amplio.
La migración de los hijos es casi siempre decidi-
da por los padres y es el resultado de una estra-
tegia familiar. Generalmente esta migración
tiene razones económicas. En las familias prole-
tarias y agrarias, los primeros años de la adoles-
cencia son las edades en que los hijos deben
contribuir, de manera seria, a la economía fami-
liar. En las sociedades campesinas esto casi
siempre significa ayudar en tareas agrícolas, ar-
tesanales o domésticas. Cuando la agricultura se
vuelve menos importante, o la familia necesita
ingresos extras de dinero en efectivo, esta cos-
tumbre se adapta al trabajo asalariado y puede
conducir a enviar a los hijos fuera. La migración
entonces llega a ser una manera de diversificar
las fuentes de ingreso de la unidad familiar,
13
como una estrategia para minimizar el riesgo.
En general, puede decirse que “se envía a la ca-
lle” a los miembros de la unidad familiar cuando
su trabajo es (o por lo menos se considera) me-
nos remunerativo en la unidad familiar que fuera
de ella. Kate Young observó esa situación en el
estado mexicano de Oaxaca en los cincuenta. La
importación de toda clase de productos manu-
facturados –que con anterioridad habían sido
producidos por mujeres– “liberó” a las jóvenes
para la migración. Mientras el trabajo de los hi-
jos era de suma importancia como para sacarlos
71
 de la agricultura, los padres, con mayor frecuen-
14
cia, enviaron a sus hijas a la Ciudad de México.
Los niños emigrantes se convierten en produc-
tores que complementan el ingreso familiar y,
de manera simultánea, alivian a la familia de sus
necesidades de consumo. Esto último es, clara-
mente, el motivo de la migración de las jóvenes
para el servicio doméstico en las ciudades
–como lo describen Chaney y Bunster en su es-
tudio en Lima, Perú–. Aquí se da a las jóvenes,
en confianza, a familias más opulentas en el en-
tendimiento de que sean alimentadas, vestidas y
enviadas a la escuela, a cambio del ser vicio do-
15
méstico.
El caso de los adolescentes emigrantes es más
ambiguo. Aquí, la migración puede ser parte de
la estrategia de la unidad familiar ideada por los
padres, o una manera de escapar del tutelaje pa-
ter no. Pueden ser ambos al mismo tiempo. El
uso de la migración, por los adolescentes, para
escapar del control pater no es especialmente vi-
sible en sociedades en las que la autoridad del
padre es opresiva en extremo. Mientras perma-
nezcan dentro de la familia y en el vecindario del
padre, los adolescentes tienen pocas formas de
escapar de esa autoridad. La migración ofrece la
libertad que ansían muchos de ellos. Cuando se
les preguntó a los viejos, en la República Domi-
nicana, cuáles fueron los motivos para emigrar
cuando eran jóvenes, mencionaron “aventura”
y la libertad del tutelaje pater no como primor-
dial.16 Este elemento es tan importante, que en
muchas sociedades del mundo la migración se
ha vuelto una clase de “rito de paso”, sobre todo
para los varones jóvenes. Para ellos, la migra-
ción laboral es un elemento esencial para vol-
verse un adulto. Con frecuencia es también una
necesidad económica, porque es la única manera
de adquirir suficiente dinero o bienes para el
matrimonio.
Para las mujeres, la migración también puede
abrir nuevas vías para la emancipación. Aunque
tienen que trabajar duro y a menudo sustitu-
yen una forma de control patriarcal por otro
–especialmente cuando están en el servicio
doméstico–, la migración significa nuevas opor-
tunidades y, con frecuencia, una igualdad mayor
dentro de la unidad familiar en la que viven. Las
entrevistas con las emigrantes en EUA mues-
tran considerables diferencias en la percepción
de la experiencia migratoria de mujeres en com-
paración con los hombres. Mientras que la ma-
yoría de éstos expresa un anhelo romántico por
el país de origen, las mujeres a menudo mues-
tran una gran renuencia a regresar a una situa-
ción de mayor control patriarcal.
El último grupo de emigrantes consiste de un
cónyuge o ambos cónyuges, quienes solos o con
su familia, emprenden la migración. Cuando
significa migración temporal de uno de los cón-
yuges (generalmente el hombre), sus consecuen-
cias son bastante insignificantes y en gran parte
similares a aquellos del trabajo asalariado en ge-
neral. Cuando la migración dura más tiempo, la
organización de la familia puede sufrir cambios
considerables. Los miembros remanentes conti-
núan las tareas de la unidad familiar, pero al mis-
mo tiempo se vuelven, en mayor o menor grado,
dependientes del ingreso adicional enviado por
el padre. La regularidad y el valor de las remesas
determinan la autoridad continua de este último.
Al analizar estos procesos de migración no de-
beríamos olvidar la advertencia de Yans-
McLauglin: de 25 a 60% de los inmigrantes en
Estados Unidos de América, con el tiempo, re-
17
gresaron a sus hogares. La migración no es
proceso de sólo una vía, y el análisis de aquella
que regresa debería ser una parte integral de los
estudios.

14 Kate Young, “The creation of a relative surplus population: Un estudio de caso de Mexico”. In: Lourdes Beneria
(ed.).1982. Women and development: the sexual division of labor in rural societies. Praeger.New York. pp. 149-177.

15 Ximena Bunster and Elsa M. Chaney. 1985. Sellers and servants. Working women in Lima, Peru. New York. Praeger,
especially pp. 84-85.

16 Michiel Baud.1996. Los cosecheros de tabaco. La transformación social de la sociedad cibaeña, 1870-1930. Centro de
Estudios Urbanos y Regionales (PUCCM). Santiago de los Caballeros.

17 Yans-McLaughlin. “Introduction”. In: idem (ed.). Immigration reconsidered, 67.

72
La migración y la redistribución del
ingreso dentro de la unidad familiar
La reunión y la redistribución del ingreso es el
elemento esencial de la organización de la fami-
lia y de la unidad familiar. Charles Wood escribe:
“La unidad familiar puede definirse como un
grupo que asegura su mantenimiento y repro-
ducción generando y disponiendo de un fondo
18
colectivo de ingresos”. La redistribución den-
tro de las unidades familiares se lleva a cabo en
tres niveles: primero, está la distribución diaria
de alimento; segundo, la compra colectiva de ar-
tículos duraderos en el mercado, y tercero, la re-
partición de la propiedad del jefe de familia. Este
reparto generalmente tiene lugar a la muerte de
uno de los padres, pero los obsequios de éstos a
sus hijos pueden considerarse avances de este
repartimiento final. La herencia puede conside-
rarse como la única de las formas en las cuales
los hijos de cualquier sexo comparten la riqueza
pater na. Esto es importante porque muestra
que hay un continuum entre las formas, a corto y
largo plazo, de repartir y redistribuir en las fa-
milias.
La adquisición y redistribución del ingreso con
frecuencia se ha tomado como prueba de las re-
laciones armoniosas y equitativas dentro de la
unidad familiar. Sin embargo, Patricia Pessar
enfatiza que la redistribución del ingreso es un
aspecto fuertemente rebatido que, en lugar de
ser un signo de armonía, refleja diferencias y de-
sigualdades de poder dentro de las familias.
También señala la evidencia de África y el Cari-
be, donde existen muchas situaciones en las cua-
les no hay ninguna adquisición de ingreso, sea lo
19
que fuere. Su crítica es bien recibida. El énfasis
en los aspectos redistributivos no debe cerrar
nuestros ojos a la potencial desigualdad dentro
de las familias y al hecho de que las porciones
dadas a cada miembro pueden ser bastantes de-
siguales.
18 Wood. “Structural Changes and Household Strategies”, 339.
19 Pessar. “Kinship relations of production in the migration process”. pp. 4-5. See also the essays in: Daisy Dwyer and
Judith Bruce (eds.). 1988. A home divided. Women and income in the third world. Stanford University Press. Stanford.
20 Riva Berleant-Schiller and WilIiam M. Maurer. “Women’s place is every place: merging domains and women’s
roles in Barbuda and Dominica”. In: Janet H. Momsen (ed.). 1993. Women and change in the Caribbe . Ian Randle.
Kingston. pp. 65-79, especially 78, note 4.
Sin embargo, su crítica no parece contradecir la
idea de que la lógica y naturaleza de la migra-
ción se muestra mejor centrándose en el carác-
ter redistributivo de las redes de emigrantes. La
forma como se organizan los migrantes y como
se redistribuye el ingreso por medio de las reme-
sas es un índice claro de la cohesión continua de
las redes familiares de emigrantes. No hay duda
de que dentro de éstas el apoyo mutuo es normal
y generalmente esperado, pero el alcance de esta
reciprocidad es menos claro. Especialmente in-
cierta es la frecuencia con la que podemos hablar
de una redistribución regular del ingreso. Fuera
del círculo íntimo de la familia (que puede defi-
nirse de manera diferente en cada cultura), las
relaciones familiares de reciprocidad son más un
asunto de opción que de necesidad. En la isla ca-
ribeña de Dominica la gente habla de “recordar”
y de “olvidar” relaciones familiares. Estas son
opciones por las cuales los individuos y las redes
familiares seleccionan cuáles relaciones honrar
20
y cuales ignorar.
La paradoja esencial del fenómeno migratorio
es que la organización redistributiva –esencial
para las redes familiares y que puede conside-
rarse como la causa más importante para este fe-
nómeno– cambia ella misma, de manera
dramática, a consecuencia de esa migración.
Este acto cuestiona de inmediato la base del sis-
tema redistributivo de la familia. Cuando los
emigrantes regresan a sus hogares todas las
tensiones emocionales construidas durante la
experiencia migratoria salen a la superficie. Los
que regresan son simultáneamente miembros y
no-miembros de sus unidades familiares y sus
comunidades. Por una parte, envían dinero y
traen regalos a sus parientes, debido a ello, pue-
den retomar su posición como miembros de la
unidad familiar y en la comunidad. Por otra par-
te, no pueden hacer las tareas que pertenecen a
esa posición y tienen que abandonar sus deberes.
Además, la larga separación con frecuencia con-
73
 duce a un alejamiento cultural y psicológico en-
tre el emigrante que regresa y su familia.
La situación conduce a una posición ambigua de
estos sujetos. Se supone que ellos sean más pu-
dientes y exitosos que los que se han quedado.
Al mismo tiempo tienen que demostrar que son
buenos miembros de la comunidad y que su leal-
tad permanece con su lugar de origen. En el
contexto de la creciente diferenciación econó-
mica, como resultado de la migración, y las frus-
traciones sentidas por los emigrantes y aquellos
que se quedaron, esta es una posición extrema-
damente difícil. Michael Taussig retrató de una
forma hermosa las tensiones que pueden ser
consecuencia de esta situación.21 Al describir el
regreso anual de los emigrantes laborales co-
lombianos a sus aldeas de las plantaciones cos-
teras durante la Pascua, da varios ejemplos en
los que las tensiones ocultas salen a la superfi-
cie. En un caso esto incluso condujo a un homi-
cidio, como resultado de una trifulca respecto a
si el emigrante todavía pertenecía a su comuni-
dad y cumplía sus tareas en la aldea.
Estos conflictos también se han observado en
22
otras partes del mundo. Koster observó que,
en la isla de Santa Lucía, la migración “debilita
las relaciones de la comunidad rural y aldeana.
Los grupos de trabajo comunal y los servicios
de trabajo recíproco se desvanecen, los recibos
de las remesas magnifican las diferencias reales
o imaginarias de la riqueza y surge la envidia, la
gente no se lleva bien como lo hacían antes de
23
la emigración”. Esta cita también realza lo ro-
mántico del pasado pre-migración, observado
por los individuos involucrados y por los acadé-
micos. Como línea adicional, puede también
notarse que esto causa grandes problemas meto-
dológicos en el estudio de las comunidades emi-
grantes. La memoria y percepción colectiva de
los miembros de la comunidad que se quedan es
tan diferente de los que emigran, que los investi-
gadores tienen mucha dificultad para conectar
estas percepciones.
En este contexto, puede suponerse que la solida-
ridad de muchos emigrantes con su comunidad
de origen disminuye rápidamente. Si esto es
también verdadero para la relación con sus fami-
lias, es una pregunta más difícil de responder. En
primer lugar, pocas investigaciones se han hecho
en las cuales las remesas hayan sido estudiadas a
largo plazo. En segundo lugar, como hemos vis-
to, la relación entre los emigrantes y sus familias
está cargada de ideología. La historia oral pro-
porciona mucha información respecto a lo que la
gente considera apropiado, pero es muy difícil
obtener datos acerca de la realidad en redistri-
bución del ingreso dentro de las familias emi-
grantes. Es aún más difícil obtener información
acerca de su desarrollo a largo plazo. Grasmuck
y Pessar, en su estudio de unidades familiares de
emigrantes dominicanos, muestran que cerca de
una cuarta parte de ellos recibieron en un perio-
do más de 234 dólares por mes, cuando la media
del salario mensual en la región era de 150 dóla-
res. La mayoría de las familias recibieron menos
que eso, no obstante las remesas proporcionaron
24
una gran parte de su ingreso mensual. El pro-
blema es que no sabemos cómo fluctúan estas re-
mesas de acuerdo con el ciclo de vida de la

21 Michael Taussig.1979. Destrucción y resistencia campesina. El caso del litoral pacífico. Punta de Lanza, Bogotá, pp.
103-142.

22 Por ejemplo: Norman Long and Brian Roberts.1984. Miners, peasants and entrepreneurs. Regional developments in the
Central Highlands of Peru. Cambridge University Press. Cambridge. Para un bonito ejemplo del dilema de la
posición del emigrante: Karen Fog Olwig. “The migration experience: nevisian women at home and abroad”. In:
Momsen (ed.). Women and change in the Caribbean. pp. 150-166

23 S.K. Koester.1986. From plantation agriculture to oil storage: economic development and social transformation. Ann
Arbor.

24 Sherri Grasmuck and Patricia R. Pessar. 1991. Between two islands. Dominican international migration. UP of
California, Berkeley; 70-74. Luin Goldring. 1992. “La migración México-EUA y la transnacionalización del espacio
político y social: perspectivas desde el México rural”. Estudios Sociológicos (Mexico), 10: 29; pp. 315-340, esp.
327-328. También: Elsa M. Chaney.1988. Migration, smallholder agriculture, and food consumption in Jamaica and St.
Lucia. Washington. 36-38; Bonham C. Richardson.1983. Caribbean Migrants. University of Tennessee
Press.Knoxville.

74
unidad familiar y la duración de la ausencia del
emigrante.
Otro problema es el impacto de las remesas en la
familia y la comunidad que se quedaron. De ma-
nera general, se acepta que las remesas aumen-
tan la diferenciación social, aunque algunos
autores han expresado dudas respecto a esta
conclusión. Aun si aceptáramos que estas reme-
sas son parte de los mecanismos de redistribu-
ción dentro de las redes familiares, es obvio que
ellas pueden cambiar su equilibrio social y eco-
nómico de poder. Esto es, en parte, el resultado
de la nueva dependencia que estas remesas pue-
den crear, pero también porque parte puede des-
tinarse para la adquisición de propiedades para
el emigrante. Las casas construidas o las tiendas
abiertas por ellos pueden ayudar a mejorar la
posición económica y social de sus familias, pero
siguen siendo las propiedades del emigrante y
sólo de una forma limitada pueden considerarse
como señales de redistribución.
Las consecuencias variadas del fenómeno mi-
gratorio también explican por qué el debate
acerca de las consecuencias de la migración para
el desarrollo económico en el Tercer Mundo
25
contemporáneo permanece inconcluso. Estos
problemas conceptuales vuelven indispensable
analizar la redistribución del ingreso y el envío
de las remesas, así como los cambios que ocu-
rren a consecuencia de la migración en cierto
plazo.
La familia como una red social
La redistribución del ingreso en las familias
emigrantes demuestra que no podemos asumir
que la migración inevitablemente corta los lazos
de la solidaridad de parentesco y que el emi-
grante intercambia un mundo “tradicional” con
el “moder no”. Ellos continúan participando en
25 Para una descripción: H. Rubenstein. “Migration, development and remittances in rural Mexico”. International
migration 30 (1992) 127-151. Para un estudio de caso: Grasmuck and Pessar. Between two islands.
26 Goldring. “La migración México-EUA”. Christine G.T. Ho. “The internationalization of kinship and the
feminization of caribbean migration: The case of afro-trinidadian immigrants in Los Angeles”. Human Organization
52 (1993) pp. 32-40.
27 Larissa Adler.1977. Lomnitz, networks and marginality. Life in a mexican shantytown. Academic Press. New York.
28 Morawska. For bread with butter. pp. 117-120.
las redes sociales que los unen fuertemente con
sus familias y con la comunidad de origen. Para
explicar este fenómeno varios autores han bus-
cado conceptos que hagan justicia a la división
espacial de las redes creadas por la migración.
Goldring habla de la “transnacionalización del
espacio político y social” y Ho de la “inter nacio-
26
nalización del parentesco”. Todos estos térmi-
nos intentan capturar la índole del término red
que subyace en la base de la migración y que es-
tructura las unidades familiares de ésta.
Por ello, varios autores han tratado de atrapar la
lógica de la unidad familiar de la migración cen-
trándose en la red sobre la cual se basa. Descri-
ben y analizan la organización del fenómeno
migratorio como el resultado de redes que vin-
culan diferentes regiones (más señaladamente
rurales y urbanas) e individuos. Estas redes tie-
nen varias funciones, que varían desde el asegu-
ramiento del transporte hasta encontrar un
empleo. Podrían ser a corto plazo, aparejadas a
satisfacer necesidades inmediatas, o a largo pla-
zo. Larissa Lomnitz, por ejemplo, muestra cómo
en los pueblos mexicanos de “casuchas”, parien-
tes o no parientes están unidos en varias relacio-
27
nes recíprocas con base en la confianza mutua.
El parentesco juega un papel importante en es-
tas redes, pero Lomnitz enfatiza que la afiliación
de este tipo ni es necesaria ni suficiente para la
formación de la red. Los emigrantes también
participan en el vecindario y en las organizacio-
nes profesionales, étnicas o religiosas. En su in-
vestigación acerca de los emigrantes europeos
del Este a Estados Unidos de América, Moraws-
ka encontró que aplican una estrategia colectiva
que cuenta con la fusión sostenida de los roles
ocupacionales/étnicos y laborales/de parentes-
28
co. Judith Smith escribe en el mismo contexto
de “círculos de ayuda”. Hace énfasis sobre todo
en las asociaciones de beneficio mutuo, las
cuales con frecuencia se apoyan en un ante-
75
 cedente étnico compartido. A sus ojos, son una
expresión pública de la cultura recíproca de la
comunidad inmigrante.29 No obstante, también
nota las tensiones subyacentes en estas asocia-
ciones que, por ejemplo, se expresan en ataques
contra representantes acomodados del propio
grupo étnico. Además, su importancia normal-
mente disminuye para las siguientes generacio-
nes. Así que es importante darse cuenta de que
hay grandes diferencias en la estabilidad y fuer-
za de las redes. Lomnitz considera a las familias
extensas que practican una completa redistribu-
ción de recursos como la forma más cohesiva de
las redes; cohesión que se vuelve más pequeña
en las redes de cero parentesco, las cuales son
más instrumentales y en las que hay menos con-
fianza auto-evidente entre sus miembros.30
En otro estudio, Nagengast y Kearney mues-
tran cómo las redes con base en el parentesco y
la etnicidad dieron forma a la migración laboral
de la población mixteca de México a EUA. Una
población, en tiempos pasados bastante dispersa
y culturalmente diversa, estableció “estaciones”
en las que se recibieron y se apoyaron a los emi-
grantes mixtecos. A la larga, la migración en
esta forma condujo a una identidad mixteca que
31
antes a duras penas hubiese existido. Estos
ejemplos muestran, entre otras cosas, que las re-
laciones familiares y de parentesco son muy im-
portantes para explicar la organización del
fenómeno migratorio, pero que de ningún modo
son los únicos factores. Karin Fog Olwig nota
que la diversificación de las redes ha sido esen-
cial para las pobres mujeres caribeñas. Una vida
respetable y segura depende de sus habilidades
32
para construir redes de apoyo y ayuda mutua.
La etnicidad es otro factor importante en la mi-
gración. Los emigrantes de una región tienden
a permanecer juntos y organizarse en sus pro-
pias comunidades étnicas. Frecuentemente,
como es verdad para el caso mixteco, estos lazos
étnicos son, en gran parte, inventados, pero no
29 Judith E. Smith. 1985. Family connections. A history of italian & jewish lives in Providence, Rhode Island 1900-1940.
Albany. State University of New York Press. 124ff.
30 Lomnitz. Networks and marginality. 157.
31 Carole Nagengast and Michael Kearney. 1990. “Mixtec ethnicity: social identity, political consciousness, and
political activism”. Latin American research review 25: 61-92.
32 Fog Olwig. “The Migration Experience”. pp. 150-166.
76
disminuyen la importancia y la eficiencia para la
organización de la migración.
Sin embargo, el énfasis de las redes sociales no
está libre de problemas. Puede llevar una suge-
rencia de intereses armoniosos. La pregunta
acerca de quién toma las decisiones y cuáles in-
tereses prevalecen dentro de la red se ignora con
frecuencia. Mientras que en el estudio de las uni-
dades familiares el énfasis se colocó cada vez
más sobre las divisiones inter nas dentro de las
unidades –especialmente entre los hombres y
mujeres y entre generaciones–, los análisis de
las redes han pasado por alto la cuestión de po-
der y jerarquía. Éstas tienen un lado inter no así
como uno exter no. Por principio, ya se ha men-
cionado que la decisión en cuanto a quién emi-
gra y cuándo lo hace, a menudo es tomada por el
jefe o jefes de la unidad familiar, quien(es) en-
vía(n) a sus hombres o mujeres jóvenes o él o
ellos mismos se van, prohibiendo así la migra-
ción de otros miembros de la familia.
En segundo lugar, las decisiones de la migración
están influenciadas por relaciones exter nas de
poder. Existe evidencia de que en muchas áreas
rurales, tanto en la Inglaterra del Siglo XIX
como en Ecuador del siglo XX, los grandes te-
rratenientes ejercían considerable presión para
influir en las decisiones de migración de la
población rural. Otros actores exter nos impor-
tantes son la Iglesia y el Estado. Éstos, con fre-
cuencia, presionan a las familias, especialmente a
los patriarcas, para que sigan un cierto curso de
acción. De manera similar, los jefes patriarcales
de las redes familiares tratan de restringir la mi-
gración de los miembros femeninos de la familia.
Este ejemplo muestra la relevancia de enfatizar
la economía política de la migración. También
explica por qué ambos gobier nos y líderes loca-
les están a menudo muy preocupados de las con-
secuencias desordenadas de este fenómeno, y
por qué las mujeres y los jóvenes le dan la bien-
venida como una manera de liberarse y escapar
del tutelaje paterno.
Otro problema del análisis de la red es el cam-
biante contexto social y económico, especial-
mente el creciente dominio del mercado. Se
supone que los miembros de una red se apoyen y
ayuden uno a otro porque saben (o al menos se
espera) que esta ayuda es mutua. Aun cuando
esto fuera verdad –lo que a la luz de la jerarquía
inter na no es siempre probable–, este punto de
vista no toma en cuenta el hecho de que en mu-
chas sociedades emigrantes, el mercado se ha
convertido en una fuerza inmensamente pode-
rosa que también ha penetrado dentro de las re-
des familiares. En el México contemporáneo,
muchos emigrantes usan a los propietarios de
tiendas como intermediarios para la remesa
de dinero a su familia. Es común pagar a éstos
un porcentaje, aun si son miembros de la red fa-
miliar.33 Al mismo tiempo, la descripción de
Lomnitz de las redes entre los mexicanos po-
bres contiene numerosos ejemplos de préstamos
y trabajo de paga entre los miembros de la red.
Las relaciones afectivas y los intereses sociales y
económicos de los diferentes miembros de la fa-
milia no excluyen la existencia de relaciones de
negocios entre ellos. Inclusive podría decirse
que estas relaciones son una función de las
condiciones del mercado. No hay duda de que,
dentro de las redes, existen condiciones más fa-
vorables, pero las condiciones del mercado –ex-
presadas en préstamos, tasas de interés y
condiciones de trabajo– determinan muchas de
las relaciones sociales y económicas. Es esencial
tener en mente la variada influencia del mercado
dentro de las redes familiares, en especial cuan-
do tomamos la redistribución de los recursos
como el punto de partida de nuestro análisis
acerca de la migración.
Conclusión
En este artículo se ha tratado de mostrar la ma-
nera en que la familia tiene un papel crucial en la
organización de la migración laboral. Optamos
por un modelo analítico que toma la definición
subjetiva de las redes familiares como su punto
de partida. Esperamos que esto haga posible ex-
plicar las variaciones locales en la existencia y
33 Goldring. “La migración México-EUA”. 327.
organización de la migración. Será necesario
conducir a un análisis más antropológico o a un
micro-análisis de la migración y las familias in-
volucradas.
Una conclusión importante de este artículo es
que el análisis de la migración debería centrarse
en los mecanismos de redistribución dentro de
las redes familiares y su durabilidad en el tiem-
po. El intercambio de bienes entre miembros de
una familia y la remesa de ingreso por los emi-
grantes son un claro indicador de la organiza-
ción de la migración y las relaciones al interior
de la misma. Se ha demostrado que el estudio de
la redistribución inter na es difícil porque toca
un territorio íntimo y privado de las relaciones
familiares, el cual se encuentra lleno de conflic-
tos y emociones. Sin embargo, está comprometi-
do con la forma más concreta en la cual se da
forma a las relaciones entre los miembros de la
familia. El problema más difícil será encontrar
la información que permita el estudio del desa-
rrollo, a largo plazo, de estos aspectos de la or-
ganización familiar.
Investigar las relaciones entre las redes familia-
res y la migración puede proveer datos acerca de
tres temas muy importantes. El primer punto es
lo que podemos llamar la cohesión inter na de las
redes familiares y el grado en que determinan
las vidas y las acciones de sus miembros. Pode-
mos esperar que, con el tiempo y de acuerdo a
las diferentes culturas y regiones, el contenido
de las relaciones familiares y la forma en que han
influido en las vidas individuales demostrarán
variaciones significativas. Necesitamos saber
más acerca de las responsabilidades de la mem-
bresía familiar, del límite que los miembros indi-
viduales han tenido para escoger, de manera
libre, qué relaciones “recordar”, y cuáles “olvi-
dar”. La organización pero, sobre todo, las con-
secuencias de la migración, pueden proveer
datos interesantes acerca de cuánto tiempo se
sienten obligados los emigrantes a enviar dine-
ro para sus familias, y a quién apoyan en particu-
lar.
El segundo punto concier ne a la jerarquía inter -
na y las relaciones de poder dentro de la familia.
La migración tiende a cambiar las jerarquías
77
 existentes y provoca nuevas estructuras de con-
trol y lealtad. Sería muy interesante investigar
estas consecuencias y usarlas como indicadores
de las relaciones de poder cambiantes dentro de
la familia.
Como tercer punto, necesitamos entender la in-
fluencia del mercado en las redes familiares:
para descubrir cuáles relaciones dentro de la fa-
milia son determinadas por el mercado (commo-
ditized, para usar el término de Wallerstein), y
cuáles pueden considerarse independientes de
éste. Para un entendimiento de las posiciones
sociales y económicas de individuos y familias
estas preguntas son cruciales. Con mucha fre-
cuencia se sugiere que la familia y la economía
78
más amplia del mercado son dos polos opuestos,
cada uno con su propia lógica. Sugeriríamos que
es más interesante investigar el entretejido de
las dos.
Finalmente, investigar acerca de la migración
familiar y el enfoque respecto al carácter de las
redes de familias plantea la pregunta en cuanto a
las características específicas de las redes fami-
liares, y la manera en que están relacionadas con
las de otras redes. ¿Qué funciones, económicas o
emocionales, esperan o pueden esperar los emi-
grantes de las diferentes redes en las cuales par-
ticipan? Ésta bien puede ser la pregunta crucial
en el estudio de las familias y las cambiantes re-
laciones con los miembros que han emigrado.
 Desarrollo sostenible en cadenas
globales de mercancías. Apuntes
metodológicos
Introducción
Cada actividad productiva de cierta envergadu-
ra en Ecuador es afectada por la dinámica eco-
nómica exter na y a su vez tiene impactos
socioambientales. La influencia exter na no sola-
mente se refiere a productos exportados o im-
portados, también es consecuencia de insumos,
así como de procesos productivos utilizados, re-
gulaciones, criterios de calidad y patrones de
consumo inter nacionales. Todo proceso produc-
tivo tiene impactos al medio ambiente por emi-
siones y desperdicios, uso de recursos no
renovables y cambios en las relaciones sociales.
Los impactos ambientales pueden ocurrir tam-
bién fuera de las fronteras locales y nacionales,
por lo que para garantizar el desarrollo sosteni-
ble se requiere el manejo socioeconómico-
ambiental correcto de los procesos productivos,
comerciales y de servicios.
El enfoque de cadenas globales de mercancías
puede dar pautas para lograr este cometido.
Este enfoque tiene su origen en el pensamiento
Cepalino, la teoría de la dependencia y la del
sistema mundial (world system theory) de Wa-
llerstein (2004) y no tanto en la cadena de valor
de Porter, ni el análisis de cadenas de proveedo-
res de la administración de empresas. No obs-
1 Doctor en Economía de la Universidad de Tilburg, Holanda. Investigador principal del Instituto de Estudios para el
Desarrollo (IVO). Universidad de Tilburg, Holanda. E mail: pelupessy@uvt.nl
1
Wim Pelupessy
tante, podría haber ciertas similitudes porque el
objeto de estudio son los mismos procesos de
generación de valor. Hopkins y Wallerstein dan
una primera definición de la cadena de mercan-
cías como “una red de procesos de trabajo y pro-
ducción, cuyo resultado final es una mercancía
acabada” (Hopkins y Wallerstein, 1994). El tér-
mino mercancía se aplica para todo bien y servi-
cio que se vende y compra.
Otra definición más explícita de una cadena glo-
bal de mercancías (cgm) es: una red funcional-
mente integrada de creación de valor, mediante
una secuencia de actividades transfronterizas de
producción, comercio y provisión de servicios,
que va desde la extracción de materia prima has-
ta el consumo o uso de un producto final especí-
fico (Pelupessy, 2002a).
Todos los procesos locales, nacionales e inter na-
cionales de creación y apropiación de valor, así
como sus exter nalidades positivas están consi-
derados por el método, mientras que muchas
evaluaciones y cálculos de costos y beneficios
terminan en la frontera nacional o local. Otra di-
ferencia sustancial con otros métodos es el énfa-
sis al analizar el poder en la cadena y las
asimetrías en la distribución y apropiación del
valor agregado. Esto hace que el enfoque CGM
79
 sea un instrumento netamente de economía po-
lítica que permita identificar a perdedores y ga-
nadores en la dinámica de cadenas globales.
Trasciende la naturaleza unilateral de las bases
teóricas, de la teoría de dependencia y de siste-
mas mundiales (Pelupessy, 2002a). La localiza-
ción de avances tecnológicos y ganadores de
procesos de globalización no se limita al territo-
rio de regiones y países desarrollados, ni son
perdedores exclusivamente los ubicados en paí-
ses en vías de desarrollo. Con anterioridad,
hemos señalado que existen también exter nali-
dades negativas al ambiente como resultados de
procesos productivos que normalmente no es-
tán consideradas en el método CGM. La Evalua-
ción Ciclo de Vida (ECV) ambiental pretende
identificar a todos los impactos ambientales
como consecuencia de procesos productivos: el
uso del producto y la descarga de los desechos
mediante un seguimiento “de la cuna a la tum-
ba” o de la explotación de materia prima hasta la
disposición final. Dichos impactos por lo gene-
ral son consecuencias del uso de recursos natu-
rales no renovables, tales como el agua y
energías fósiles, y la descarga de poluciones al
aire, al agua y a la tierra. La combinación de en-
foques CGM con ecv permite hacer evaluaciones
socioeconómicas y ambientales integrales que
se requieren para fortalecer el desarrollo soste-
nible de una región o país.
En las siguientes secciones profundizamos un
poco más sobre el método de aplicación de am-
bos enfoques, los requerimientos de su combi-
nación y la utilidad de éste para obtener pautas
del desarrollo sostenible en Ecuador. Daremos
énfasis a cadenas con participación de pequeños
cultivadores y las oportunidades para mejorar
su posición.
La dinámica de cadenas
de mercancías
Son cuatro dimensiones básicas las que determi-
nan la estructura y dinámica de las cadenas:
Primera, tenemos la estructura de insumo-pro-
ducto de creación de valor y sus efectos ambien-
tales, que incluye a los distintos nodos o
segmentos de la cadena con sus respectivos ac-
tores o unidades de generación y distribución de
valor. La estructura de insumo-producto depen-
de de las tecnologías y organizaciones de pro-
ducción aplicadas. Mediante esta estructura se
define el sistema completo por analizar, en tér-
80
minos socioeconómicos y ambientales, que debe
tener un comienzo, un final y una delimitación
precisa. Cuando, por ejemplo, consideramos las
cadenas agroindustriales, probablemente en-
contramos que se usan insumos agroquímicos
producidos fuera del país. Dependiendo de la im-
portancia y oportunidad, se decidirá incluir o
excluir en la cadena los procesos de producción
de dichos insumos y sus efectos ambientales.
Con base en la identificación de los procesos
productivos y su organización se construye el
árbol de procesos y se define su unidad funcional
o producto final. Esto sirve para estandarizar los
efectos socioeconómicos y ambientales a lo lar-
go de la cadena, utilizando, respectivamente, el
valor monetario (precio) o la unidad física de
este producto final. El árbol de procesos podría
ser más o menos extendido y complicado, de-
pendiendo si tenemos una cadena de mercancía
simple o de mayor elaboración. Existen también
cadenas cortas sin muchas transformaciones
como la cadena de la papa y otras largas de va-
rios procesos productivos, tales como la del café.
Podemos señalar que en el método se hace el se-
guimiento a los flujos materiales y físicos así
como su valor monetario a lo largo de la cadena.
Para mantener la sostenibilidad económica de
ésta se requiere el valor agregado positivo en
cada uno de los segmentos. El inventario de los
efectos ambientales de cada segmento permite
cuantificar sus impactos en las principales cate-
gorías de problemas ambientales globales. Se
consideran las siguientes diez categorías:
1. deterioro abiótico y
2. energético
3. el calentamiento global
4. la for mación de oxidantes fotoquímicos
5. acidifación
6. toxificación
7. ecotoxificación acuática y
8. terrestre
9. nitrificación y
10. el deterioro de la capa del ozono.
(Pelupessy, 2002b)
La estandarización antes mencionada, permite
comparar la apropiación del ingreso, generación
de impactos ambientales y calcular sus totales
por unidad funcional o producto final. Así, se po-
dría calcular el impacto total al calentamiento
global de un kilogramo de banano ecuatoriano,
consumido en París y producido con tecnología
tradicional, con el mismo producido de manera
orgánica. Un cálculo parecido hecho por unidad
monetaria –como un euro, precio pagado en el
supermercado en París– probablemente da re-
sultados distintos. Esta evaluación puede dar
pautas importantes a empresas e instituciones
públicas para priorizar las intervenciones de
mejora de sostenibilidad.
La segunda es la ubicación geográfica de los
segmentos que depende de la organización espa-
cial y descentralización productiva. Es impor-
tante ubicar en el espacio a los impactos
económicos, sociales y ambientales. La naturale-
za completa (de la cuna a la tumba) de los enfo-
ques ECV y CGM garantiza que ningún efecto sea
omitido. Si tomamos el ejemplo del plátano ex-
portado tendremos, aparte de la generación del
valor y efectos ambientales generados en la re-
gión productora por el cultivo, cosecha y su con-
servación local, así como los costos económicos
y ambientales del transporte por tierra, el marí-
timo de exportación, y también los efectos de la
eventual transformación, dependiendo del ca-
rácter del producto final (plátano de consumo,
jugo, plátano chips, etc.). Los transportes del ba-
nano, por ejemplo, tienen impactos al calenta-
miento global, la acidificación y ecotoxificación
terrestre.
La dimensión más importante es la tercera de la
fuerza motriz o dirigente que controla la cadena.
Normalmente ésta consiste de una(s) empre-
sa(s) líder que ha(n) organizado gran parte de
la cadena y opera(n) en mercados protegidos
por barreras naturales o creadas (intensivas
en capital o tecnología). El reconocimiento de la
naturaleza no competitiva de muchos eslabona-
mientos o mercados entre los segmentos es uno
de los fuertes del enfoque CGM. La presencia de
mayores o menores intervenciones en los mer-
cados tiene como consecuencia la distribución
asimétrica de ingresos en las cadenas. Si todos
los mercados fueran de competencia perfecta, la
metáfora de cadena no tendría sentido. Sin em-
bargo, vivimos en un mundo de arreglos con
muchos condicionamientos, especialmente en
operaciones transfronterizas. Como consecuen-
cia, cada cadena debe tener una fuerza dirigente
o de control.
El poder de mercado es la base de la fuerza de
control de las empresas líder, las cuales con fre-
cuencia determinan la inclusión o exclusión de
los agentes de otros segmentos. Otra fuente de
poder es la capacidad de coordinación vertical
extra-mercado o entre los segmentos de la cade-
na, mediante regulaciones, acuerdos comercia-
les, certificación de calidad y otros medios. Las
cadenas de exportaciones agrarias tradicionales
y no tradicionales son altamente reguladas por
las empresas líder (privadas). Dependiendo de
las características tecnológicas y la ubicación
funcional de la(s) empresa(s) líder, distinguimos
dos grandes categorías: cadenas dirigidas por la
oferta o el productor y las dirigidas por la de-
manda o el comprador (Gereffi, 1994).
La primera categoría, cadenas dirigidas por la
oferta o el productor, aparece en sectores inten-
sivos en capital y tecnología, cuyas empresas lí-
der con frecuencia están ubicadas cerca de la
provisión de materias primas en la parte supe-
rior de la cadena; ejemplo de ello son las cadenas
de aviones, automóviles y otras de metal mecá-
nica pesada, pero también de productos petrole-
ros. Son frecuentemente multinacionales que
organizan sus eslabonamientos, canales de co-
mercialización y proveedores hacia delante y ha-
cia atrás. La segunda categoría es de cadenas
dirigidas por la demanda o los compradores, que
son de productos relativamente intensivos en
fuerza de trabajo, tales como juguetes, ropa y
muchos productos agroalimenticios.
Si se toman en cuenta estas características, se
podría concluir que muchas de las cadenas que
emanen de Ecuador tendrán que ser las orienta-
das por la demanda. Sin embargo, es interesante
tomar el caso de las artesanías, cuyas asociacio-
nes de grupos indígenas, como de Otavalo u
otros, viajan ofreciendo sus productos en el país
e inter nacionalmente; así como el surgimiento
de almacenes y tiendas artesanales, que reflejan
la organización de una cadena alter nativa por el
lado de los pequeños productores. Éstos y otros
casos son atípicos porque, en definitiva, la mayo-
ría de las exportaciones ecuatorianas no son
productos intensivos en capital, ni en tecnología
de punta y están dirigidas por la demanda.
Todo esto nos lleva a la cuarta dimensión del
contexto institucional de la cadena. Cada cadena
está inmersa en realidades sociopolíticas y cul-
turales de las relaciones sociales. Son políticas
públicas e intervenciones no públicas que afec-
tan el funcionamiento de los mercados en la ca-
dena. Los modelos de desarrollo, las regula-
81
 ciones inter nacionales, las organizaciones de
productores y comerciantes, las acciones de
ONG y otros, afectan la distribución del ingreso
y de exter nalidades en las cadenas; son conoci-
das las intervenciones de ong que afectan cade-
nas de pequeños productores, como la de cacao
fino de aroma en Ecuador.
Las regulaciones ambientales, sociales y coordi-
naciones privadas podrían crear nuevos nichos
como los mercados verdes o discontinuar cade-
nas, por ejemplo por presencia de trabajo de ni-
ños. Es la fuerza motriz (privada) que tiene el
sartén por el mango, pero la institucionalidad
(pública o privada) podría crear restricciones o
estímulos a su funcionamiento como organiza-
dor de cadena. En el caso de frutas exóticas qui-
zás se puedan identificar buenos nichos de
mercado; sin embargo, la viabilidad de una (po-
tencial) cadena podría depender también de la
posibilidad de organizar a los pequeños cultiva-
dores en la región productora, con eventuales
subsidios u otros apoyos públicos y privados.
La creciente orientación al
consumidor
Tradicionalmente los agricultores y otros pro-
ductores de materias primas, no han tenido que
preocuparse acerca de cómo y dónde sus pro-
ductos llegan al consumidor final. Su única con-
sideración estaba en la oferta y el mejoramiento
físico del producto primario al inicio de la cade-
na. La mayoría de las intervenciones institucio-
nales, sea por los servicios de extensión de
ministerios de agricultura, sea por la coopera-
ción y el entrenamiento de ONG, fueron concen-
trados en mejorar la parte productiva primaria.
Los cursos y las publicaciones de procesamiento
de frutas y vegetales, como el brócoli en Ecua-
dor, no fueron excepciones a esta línea. Con la
creciente orientación por la demanda y la multi-
plicación de cadenas dirigidas por ésta han ocu-
rrido dos fenómenos importantes:
Primero, han surgido muchas oportunidades de
diferenciación de producto para la creación de
más valor, aprovechadas por empresas líder y
otras ubicadas más cerca y con acceso a los mer-
cados del consumidor o usuario final. Un ejem-
plo interesante es el caso de los pequeños
productores de botones de la tagua (marfil vege-
tal), de calidades muy superiores a los de plásti-
co, cuyo destino final es el sector de moda
82
exclusiva en Europa. Los productores ecuatoria-
nos están recibiendo una parte ínfima del precio
final de los botones de moda.
Segundo, se han creado coordinaciones más
estrechas para mejorar la calidad deseada por el
consumidor. La fuerza motriz selecciona a los
proveedores preferentes, lo que conlleva a la
marginación y exclusión de muchos productores
pequeños, como en la actividad bananera. Éstos
con frecuencia carecen de la capacidad para cum-
plir con los nuevos requerimientos o regulacio-
nes de proveedores impuestas por las empresas
multinacionales que dominan las partes de co-
mercialización de la cadena.
Cabe señalar que el mejoramiento de la oferta se
concentra mayormente en las calidades físicas
básicas de la materia prima, que se puede llamar
funcionalidad primaria del producto. Para pro-
ductos de alimentos ésta incluye la necesidad
energética y nutritiva y atributos sensoriales
como el sabor, aroma, etc. Con el crecimiento de
ingresos en mercados de consumidores pudien-
tes en países desarrollados, pero también en
muchas urbes del tercer mundo, existe la incli-
nación de pagar relativamente menos por la fun-
cionalidad primaria y más por los atributos
adicionales, los cuales suelen llamarse caracte-
rísticas de rango superior. La funcionalidad pri-
maria es del rango inferior. Para los productos
amigables al ambiente, por ejemplo, suelen pa-
garse precios con altos premios.
Para poder proteger y mejorar la posición de los
pequeños productores en las cadenas y evaluar
las oportunidades, conviene revisar algunas ten-
dencias nuevas importantes que incitan al pago
de premios adicionales por consumidores finales
(Pelupessy, 2004). El orden de la siguiente pre-
sentación es de premios menores a mayores.
1. Consideramos el deseo del consumidor de
cierto poder adquisitivo de disponer del
producto continua e independientemente
de la estacionalidad, lo que es importante,
sobre todo, para productos agroalimenti-
cios. Esta tendencia puede abrir oportuni-
dades para productos del trópico sur que
sustituyen en el tiempo la oferta del norte.
Pero fruta fresca y vegetales podrían in-
clusive aprovechar ciertas “ventanas de
importaciones” para completar la provi-
sión de temporada de los mismos países
 desarrollados. La innovación tecnológica
en conservación, congelación y transporte
ha posibilitado la oferta que viene de luga-
res remotos. De Ecuador se conocen los
casos de exportación del brócoli y las flo-
res.
2. Tenemos la demanda por productos de
conveniencia. Ejemplos de ellos son pro-
ductos alimenticios cuya transformación
reduce el tiempo de preparación, pero
también el turismo pasivo, cómodo, cuya
demanda ha crecido enormemente con
precios atractivos tanto para el consumi-
dor, como para los proveedores.
3. Son productos que brindan estatus al con-
sumidor, como son: mucha ropa, alhajas,
zapatos y otros de conocidas marcas.
4. Existe una tendencia de búsqueda conti-
nua que realiza el consumidor por produc-
tos nuevos y exóticos, ya que existe cierta
relación con el atributo de estatus. Un
ejemplo es la demanda creciente en la
Unión Europea por frutas tropicales como
mangos y papayas, y últimamente la chiri-
moya o anona. El acceso al transporte aé-
reo y nuevas técnicas de conservación
juegan su papel, pero también incremen-
tan los efectos ambientales negativos.
5. Tenemos la creciente preferencia por preo-
cupaciones éticas, tales como la justicia so-
cial (comercio justo) y amigabilidad al
medio ambiente. Son nichos que están cre-
ciendo rápidamente, a pesar de la existen-
cia de lo que se llama “el cielo de vidrio” en
muchos nichos de mercados de consumi-
dores finales. Todavía no hay claridad res-
pecto a las causas de esta barrera, que
podría ser consecuencia de restricciones
presupuestales o preferenciales de consu-
midores. Con el excesivo crecimiento de la
oferta a mercados nichos puede mermarse
el premio pagado, como es el caso de algu-
nos productos orgánicos, como el café.
Oportunidades para pequeños
productores
A modo de conclusión quisiéramos señalar, a
grandes rasgos, algunas pautas para lograr el
desarrollo sostenible mediante (potenciales)
cadenas de mercancías. Enfocamos a cadenas
transfronterizas que emanan del Ecuador, po-
niendo como condición que se debe, por lo me-
nos, reducir la vulnerabilidad de los pequeños
productores involucrados y evitar su marginali-
zación económica y social o exclusión de la cade-
na. En este ejercicio hay que tomar en cuenta al
carácter no competitivo de la mayoría de los
mercados, las barreras de entrada, las nuevas
preferencias de consumidores finales y el con-
texto institucional. Se trata de cadenas de pro-
ductos agroalimentarios, no maderables del
bosque y servicios (turismo receptivo).
Hay cuatro grandes estrategias por considerar:
a) Reducción del rezago de información sobre
nuevas tendencias en preferencia de con-
sumidores con poder de compra, reque-
rimientos de calidad del producto por
parte de la fuerza motriz y de otros seg-
mentos de la cadena. La falta de conoci-
miento de los precios finales y de canales
alternativos de venta por parte de los pro-
ductores de botones de tagua, es un ejem-
plo del caso. Debe darse apoyo técnico
focalizado para entrenar al cultivador o
productor en el apropiado manejo de la
información. Los pequeños productores
locales deben invertir mentalmente su
cadena: hay que conocer el destino final
primero, antes de iniciar la producción pri-
maria comercial.
b) La segunda estrategia es reducir la exten-
sión de la cadena. Ésta podría realizarse
mediante acceso a programas de comercio
justo o alianzas estratégicas con empresas
líder. Sin embargo, existen las restriccio-
nes de los nichos de mercado. La entrada a
mercados nacionales e internacionales de
los productos agroalimentarios es muy re-
ducida y podrían ser útiles las alianzas co-
merciales. Es igual el caso del turismo
(ecológico) que podría obtener ventajas de
relaciones duraderas con agencias especí-
ficas en Quito o el exterior.
c) La innovación tecnológica es una tercera
estrategia para lograr diferenciar produc-
to y calidad. Las inversiones necesarias
podrían ser prohibitivas, pero puede haber
oportunidades para los productos artesa-
nales. La cooperativización y otros cam-
83
 bios organizativos pueden mejorar la
posición de pequeños cultivadores sin mu-
cha inversión nueva.
d) La cuarta opción es la gestión de marcas,
que institucionalmente es la más difícil,
aunque quizás es la estrategia de mayor
rendimiento y aplicación extensiva. Esto
puede ser de manera genérica o específica.
Ejemplo de una campaña genérica es la re-
ciente introducción del “auténtico sabor
salvadoreño”, como marca país de produc-
tos alimenticios para los mercados de nos-
talgia de migrantes en Estados Unidos de
América. En realidad se trata de certifica-
ciones socioambientales, refiriéndose a la
revaloración de la cultura indígena o au-
tóctona y a la conservación y el desarrollo
de la naturaleza amazónica, de las Galápa-
gos, etc. Cada mercancía que se produce
social y ambientalmente amigable, o por
ciertos criterios de calidad según el gusto
del consumidor final, debería obtener el
reconocimiento y premio correspondien-
te. Esta estrategia podría aplicarse a un
rango de productos tan amplio, que iría de
la pesca, pasando por la agricultura orgá-
nica, el atol con auténtico sabor salvadoreño,
hasta el turismo ecológico. Se requiere la
construcción y aplicación de indicadores
compuestos para hacer la evaluación so-
cioeconómico-ambiental necesaria para
obtener este tipo de certificaciones. Es ob-
vio que se necesita un amplio apoyo insti-
tucional o comercial para lograr esta
diferenciación de producto con su propio
nicho.
Las cuatro estrategias indicadas y sus combina-
ciones podrían dar algunas pautas apropiadas
84
para iniciar procesos de desarrollo sostenible en
el país.
Bibliografía
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ba, Bolivia.
Wallerstein, Immanuel, 2004. World Systems
Analysis. Duke University Press, Dur-
ham, USA.
 Biodiversidad, recursos
fitogenéticos y desarrollo sostenible
Introducción
Para la humanidad es cada vez más evidente el
valor de la biodiversidad y recursos filogenéti-
cos, día con día se descubren nuevos aspectos
por lo que son indispensables y, en forma pa-
ralela, surgen nuevas necesidades de la hu-
manidad cuya satisfacción depende de su
conservación y uso sostenible.
Estamos lejos de aquellos tiempos en que se
contemplaba la conservación de la biodiversidad
a partir de que las áreas a conservar estaban o
deberían estar despobladas; en la actualidad, se
debe reconocer como punto nodal de la conser-
vación de la biodiversidad el cómo puede tener
lugar ésta cuando los territorios son ocupados
por comunidades humanas que necesariamente
aprovechan esa biodiversidad.
Un punto de partida en este análisis es la asime-
tría en la distribución geográfica de la biodiver-
sidad y los recursos fitogenéticos, hay áreas y
países que son ricos en ellos (entre los cuales se
encuentran México y Ecuador, cuyos problemas
en el desarrollo rural son tema de este libro), al-
gunos lo fueron en el pasado pero los perdieron
y grandes áreas y países son pobres en estos re-
cursos. Esta asimetría es una de las causas de los
1 Ph.D. en Agricultura por el Instituto de Plantas de la Unión Soviética “N.I. Vavilov” de la URSS. Profesor
Investigador de la Dirección de Centros Regionales de la Universidad Autónoma Chapingo. Miembro del Sistema
Nacional de Investigadores. México.
1
Rafael Ortega Paczka
considerables esfuerzos de los capitales transna-
cionales por apropiarse lo más que puedan de la
biodiversidad y los recursos fitogenéticos para
explotarlos en su beneficio, apropiación que en-
frenta resistencia de los países y comunidades
en donde se encuentran.
En las luchas por la defensa de sus riquezas, los
países subdesarrollados y sus comunidades en-
cuentran ocasionalmente argumentos en los do-
cumentos que han generado las burocracias
inter nacionales, para los temas que nos ocupan
resultan particularmente interesantes los obje-
tivos explícitos del Convenio sobre la Diversi-
dad Biológica (1992), los cuales
...son la conservación de la diversidad biológi-
ca, la utilización sostenible de sus componentes
y la participación justa y equitativa en los bene-
ficios que se deriven de la utilización de los re-
cursos genéticos.
El Tratado Inter nacional sobre los Recursos Fi-
togenéticos para la Alimentación y la Agricul-
tura (FAO, 2001) señala como sus objetivos:
...la conservación y la utilización sostenible de
los recursos fitogenéticos para la alimentación
85
 y la agricultura y la distribución justa y equita-
tiva de los beneficios derivados de su utiliza-
ción en armonía con el Convenio sobre la
Diversidad Biológica, para una agricultura
sostenible y la seguridad alimentaria.
El necesario equilibrio entre esos tres objetivos
del convenio y tratado inter nacional citados es
el punto nodal de este ensayo, elaborado con
base en revisión de literatura e ideas propias.
Una preocupación en los medios científicos y la
opinión pública, en relación a los temas título de
este ensayo, son los impactos de naturaleza am-
biental, económica y sociocultural de las nuevas
tecnologías desarrolladas y en desarrollo para
el aprovechamiento aún más intensivo de la bio-
diversidad y de los recursos fitogenéticos, en
especial el desarrollo de los organismos trans-
génicos, asunto que no puede dejar de incluirse
en este escrito, si bien no se aborda con la pro-
fundidad que se hubiera querido hacer por la
brevedad requerida tratándose del capítulo de
un libro.
Este artículo, contrariando un tanto su título,
tanto porque el libro en general está dedicado al
desarrollo rural, como por el perfil más agronó-
mico que biológico de su autor, profundiza más
en lo referente a recursos fitogenéticos, que
como veremos es un tema en que el hombre es lo
central, mientras que toca más superficialmente
lo relacionado a biodiversidad.
El primer apartado de este texto, al que se de-
nomina Marco teórico, está dedicado a exponer
definiciones y explicar los conceptos que se ma-
nejan..
En la segunda parte se recuerdan en forma ex-
plícita las peculiaridades de la biodiversidad y
sobre todo, de los recursos fitogenéticos que po-
seen México y Ecuador, especialmente su gran
riqueza, así como de lo que necesitan estos dos
países del extranjero en estos aspectos.
Debido a la necesidad de definir áreas priorita-
rias para trabajos en el tema, se dedica el tercer
apartado a discutir las bases para la elección de
las regiones, agroecosistemas, comunidades es-
pecíficas y campesinos iniciadores cooperantes
en proyectos de conservación in situ.
86
El apartado más amplio está dedicado a los nece-
sarios incentivos para la conservación. Entre los
económicos se abordan los subsidios directos a
la conservación, la necesidad de eliminar políti-
cas públicas contrarias a la conservación (como
los subsidios a las compañías semilleras), se
mencionan algunas medidas de políticas públi-
cas para elevar los precios de la producción
campesina (centros de acopio de producción, de-
sarrollo de comercio justo y mercados solida-
rios), trabajos para agregar valor a la
producción campesina (entre ellos el mejora-
miento participativo y transformación de cam-
pesinos sobresalientes en productores de
semillas y propágalos), se aborda someramente
la problemática de la bioprospección, el ecotu-
rismo y otros proyectos relacionados. Entre los
incentivos no económicos, se toca algo de las
ferias de diversidad.
A continuación se citan algunos apoyos que re-
quieren los proyectos de conservación in situ
por parte de los proyectos de desarrollo rural
sostenible en que deben estar inmersos los pri-
meros.
Más adelante se mencionan algunas experien-
cias en donde los campesinos han llevado pro-
yectos relacionados con recursos fitogenéticos a
caminos no esperados.
Se aborda la necesaria y muy esperada retribu-
ción, de parte de los países ricos, por los ser vi-
cios de la biodiversidad y de los recursos
fitogenéticos de nuestros países, así como el des-
tino que deben tener esos fondos.
El cuerpo principal del artículo termina con al-
gunos párrafos sobre la preocupación por la for-
ma en que las compañías trasnacionales
semilleras y de agroquímicos se apropian de la
biodiversidad y los recursos fitogenéticos de
nuestros países. En particular, se mencionan
tres rubros de estos asuntos poco abordados por
otros autores.
Por último, este trabajo se cierra con algunas
conclusiones, que remarcan algo de lo más rele-
vante detectado, y con la literatura citada, la
cual incluye algunas obras relevantes poco co-
nocidas.
Marco teórico
El concepto de desarrollo sostenible y su
incompatibilidad con el neoliberalismo
Se considera que pugnar por un desarrollo en
los ámbitos mundial, nacional y de comunidad,
necesariamente contempla frenar el deterioro
del ambiente y de los recursos, entre ellos los fi-
togenéticos y la biodiversidad.
Conforme a la definición de la Comisión Mun-
dial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, (1987)
Desarrollo sostenible es el desarrollo que
satisface las necesidades de la generación
presente sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer sus
propias necesidades.
Entre los que hablamos español hay un debate si
lo más adecuado es hablar de desarrollo sosteni-
do, sostenible, sustentable o duradero, todos
ellos traducción de la palabra inglesa “sustaina-
ble”. Después de revisar los argumentos a favor
de una u otra opción algunos consideran que
esas palabras son sinónimos, mientras que otros
les dan diferentes significados (Narvaez, 1996,
Marcelo Zepeda en Mata, 1997; Torres, 1998).
No pocos consideran inadecuados a todos los
vocablos anteriores y proponen otros nuevos o
se quedan con los acuñados antes de la aparición
del Informe Brundtland (Comisión Mundial so-
bre Medio Ambiente y Desarrollo, 1987). En
este capítulo los términos mencionados arriba
se considerarán sinónimos y se empleará el vo-
cablo sostenible que es el que aparece en las ver-
siones en español de los documentos oficiales de
la ONU, entre ellos el Convenio de Diversidad
Biológica y Tratado Inter nacional de los Recur-
sos Fitogenéticos.
Si bien numerosas personas son escépticas con
la corriente de pensamiento y las acciones en
“desarrollo sostenible”, ya que consideran que
esta cosmovisión no pasará de discurso mien-
tras que en la práctica se impone e impondrá el
“neoliberalismo”; se considera que la conciencia
ambiental mundial cobrará aún mayor fuerza y
se impondrá ante la evidente degradación. En
la lucha de la humanidad, tanto por su propia
supervivencia como especie, así como por un
futuro realmente humano, la corriente del pen-
samiento del “desarrollo sostenible” es muy va-
liosa, ya que parte de la necesidad de considerar
los costos ambientales de las actividad humanas,
mientras que la segunda aparenta sólo darle va-
lor al capital y no a los productos naturales ni al
trabajo. El no darle valor a los recursos natu-
rales reitero es aparente, ya que como se sabe,
los capitales transnacionales tienen entre sus
principales propósitos adueñarse de todo lo que
es o puede convertirse en un recurso natural, eso
como parte de la acumulación de capital y para
poder participar con ventaja con sus competi-
dores.
Conceptos biodiversidad, recursos
fitogenéticos, agrobiodiversidad
y otros relacionados
De acuerdo con varios autores (Assis, 1991):
...la expresión biodiversidad se limita a los as-
pectos biológicos y ecológicos de la diversidad
de los ecosistemas, de las especies y de la varia-
bilidad genética intraespecífica de los compo-
nentes de la biósfera.
Una parte fundamental de la biodiversidad
la constituyen los recursos fitogenéticos para la
alimentación y la agricultura, concepto para
el cual se han dado varias definiciones. Así, se-
gún Ayad (1980), los recursos fitogenéticos son
La variabilidad genética potencialmente útil
en la agronomía, presente en las plantas culti-
vadas así como en sus especies silvestres rela-
cionadas.
Según la Comisión Inter nacional de Recursos
Fitogenéticos de la FAO (1983)
...son el material de reproducción o de propaga-
ción vegetativa de las siguientes plantas:
–Variedades cultivadas (cultivares) utilizadas
actualmente y variedades recién obtenidas;
–Cultivares en desuso;
–Cultivares primitivos (variedades locales);
–Especies silvestres y de malas hierbas, parien-
tes próximas de variedades cultivadas;
–Estirpes genéticas especiales (entre ellas las
líneas y mutantes selectos y actuales de los fito-
genetistas).
Conforme al Tratado Inter nacional sobre los
Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y
87
 la Agricultura (FAO, 2000) por “recursos fito-
genéticos para la alimentación y la agricultura
se entiende cualquier material genético de ori-
gen vegetal de valor real o potencial para la ali-
mentación y la agricultura”.
Es muy importante tener en cuenta que los
recursos tienen un gran dinamismo; así, de
acuerdo con Parra (1989):
...cualquier parte de la naturaleza se convierte
en recurso cuando la sociedad: le encuentra un
uso, descubre la manera de hacerlo disponible,
desarrolla los medios para emplearlo y aplica la
fuerza de trabajo necesario para obtenerlo. A
través de la historia de un grupo social, un mis-
mo elemento de la naturaleza puede ser sólo
una condición ambiental, luego un recurso po-
tencial, después un recurso efectivamente ex-
plotado, para luego agotarse o destruirse si no
se maneja adecuadamente.
Si bien el concepto “recursos fitogenéticos” se
refiere principalmente al material vegetal, está
indisolublemente ligado al conocimiento de
campesinos y profesionistas en tor no a dichos
recursos. Zimmerman (1951) señala que: “el co-
nocimiento es en verdad el creador de todos los
recursos y en buena parte éstos son creaciones
del hombre”. Lo anterior, entre otras muchas
consecuencias, lleva a la necesidad de que nues-
tros países e instituciones inviertan lo más que
se pueda en investigación en desarrollo de los
recursos, entre ellos los fitogenéticos; así como
a que tomen medidas de protección no sólo del
recurso vegetal, sino también de los conoci-
mientos en tor no a nuestras plantas, conoci-
mientos tanto tradicionales como los obtenidos
mediante la ciencia occidental.
Conceptos muy cercanos a recursos fitogenéti-
cos, casi sinónimos, son “germoplasma” y “agro-
biodiversidad”. De germoplasma hay varias
definiciones, estando entre las más aceptadas en
la actualidad:
El material genético que forma las bases físicas
de la herencia y el cual es transmitido de una
generación a la siguiente por medio de las célu-
las germinales…
Un individuo o clon que representa un tipo, es-
pecie o cultivo, que puede ser conservado en un
88
depósito con razones agronómicas, históricas o
de otra naturaleza (IBPGR, 1991).
Agrodiversidad se refiere a “las muchas maneras
en las cuales los agricultores usan la diversidad
natural del ambiente para la producción, que in-
cluye no sólo la elección de cultivos, sino tam-
bién el manejo de las tierras, agua y biota como
un todo” (Brookfield y Paddock, 1994 en el pro-
yecto de las Naciones Unidas “People, Land Ma-
nagement and Environmental Change”, citado
por Brookfield, 1999). Uno de los cuatro ele-
mentos fundamentales de de “agrodiversidad”
es la “agrobiodiversidad”, que según Brookfield
y Stocking (1999) es
...la diversidad de plantas dentro de las áreas
cultivadas y manejadas. Esto incluye a todos los
cultivos y otras plantas usadas por las gentes o
útiles para ellos. Particularmente importante es
la diversidad de combinaciones de cultivos y la
manera en las cuales ellas son usadas para sus-
tentar o incrementar la producción, reducir ries-
gos y mejorar la conservación.
El Convenio de Diversidad Biológica
y el necesario equilibrio entre
conservación, uso sustentable y reparto
equitativo de beneficios
Para un análisis adecuado de los asuntos y políti-
cas en relación tanto de “recursos fitogenéticos”,
como “germoplasma” y “agrobiodiversidad”, se
debe partir que, dado que ellos son parte de “bio-
diversidad”, deben estar sujetos a los lineamien-
tos que establece el Convenio de Diversidad
Biológica, el cual indica que debe velarse en tér-
minos de equilibrio por: su conservación, su uso
sostenible y el reparto equitativo de beneficios.
Conservación in situ y algunas de sus
características
Conforme a la FAO (2000):
Por “conservación in situ” se entiende la conser-
vación de los ecosistemas y los hábitats natura-
les y el mantenimiento y recuperación de
poblaciones viables de especies en sus entornos
naturales y, en el caso de las especies domesti-
cadas y cultivadas, en los entornos en que ha-
yan desarrollado sus propiedades específicas.
 Por “conservación ex situ” se entiende la con-
servación de los recursos fitogenéticos para la
alimentación y la agricultura fuera de su hábi-
tat natural.
Es necesario tomar en cuenta que para fortale-
cer la conservación in situ es necesario poner én-
fasis en la continuidad y fortalecimiento de los
procesos que la determinan en los agroecosiste-
mas específicos que se estudian, en los que la
unidad de estudio es el agroecosistema y no úni-
camente una especie determinada. Dentro de un
agroecosistema, los materiales genéticos especí-
ficos, especialmente los dedicados principal-
mente al mercado, con frecuencia varían
conforme al tiempo. Esto contrasta con la con-
servación ex situ o sea en bancos de germoplas-
ma, en donde el énfasis está en la conservación
de los materiales genéticos sin cambio.
Un concepto específico para la conservación de
los cultivares por los agricultores es “conserva-
ción in situ en fincas”, que conforme a Bellón et
al. (1997), citado por Jarvis et al. (2006) es “el
cultivo y el manejo continuos que hace el agri-
cultor de un conjunto diverso de poblaciones en
los agroecosistemas donde un cultivo se ha
mantenido”.
Cosmovisiones y prácticas agrícolas
tradicionales que han mantenido
la biodiversidad y la conservación in situ
de los recursos fitogenéticos
Un campo de estudio fundamental y en el que se
ha profundizado poco es el papel de las cosmovi-
siones y prácticas tradicionales en la conserva-
ción de la biodiversidad y los recursos
fitogenéticos.
Conforme a Gonzáles (2000), en la cosmología
andina el papel central lo ocupa el “pacha” (loca-
lidad), lo cual comprende una diversidad mayor
que el término de “biodiversidad”; todos los en-
tes son personas en una relación de equivalentes
y mutua crianza. Al nivel local, la chacra (parce-
la) es el lugar en donde ocurre el diálogo entre
los entes, ella forma la piedra fundamental de la
vida andina. La práctica de la agricultura repre-
senta el diálogo entre los diversos entes con la
colectividad natural, el ayllu, el pacha local. El
pacha se caracteriza por estar animado, ser sa-
grado, variable, armonioso, diverso, inmanente
y consustancial. Iniciar un proyecto de conser-
vación in situ en los Andes implíca el mejora-
miento del medio ambiente andino o del pacha
local; la condición sine qua non es el fortaleci-
miento de la colectividad natural andina. En tér-
minos de diversificación y conservación de
germoplasma vegetal, el camino particular de la
comunidad indígena de “hacer chacra” revela
lo peculiar de la agricultura local quechua y ay-
mara.
Sobre la transferencia de semillas de plantas tu-
berosas de una familia a otra en la región andina,
Gonzáles (2000) indica que de acuerdo a la tra-
dición, durante la cosecha colectiva, la persona
que así lo quiere, colecta de manera subrepticia
la semilla de la variante deseada. la cual es toma-
da de una familia y bienvenida a otra; considera-
da como miembro de la familia, la semilla se
“ofendería” si fuera libremente intercambiada.
El nuevo “propietario” de la semilla debe ser es-
pecialmente atento con la nueva tuberosa para
facilitar su adaptación a la familia.
Conservación in situ y proyectos
de desarrollo rural
La conservación in situ ha tenido lugar en forma
espontánea desde que el hombre se percató en
diferentes comunidades de que algunas especies
o biotipos útiles desaparecían si no tenía cuida-
dos y se exterminaban esos recursos, y eso muy
probablemente tuvo lugar desde antes que pre-
dominara la agricultura sobre la recolección, es
decir hace milenios. Sin embargo, numerosos
autores, entre ellos Mapes (1991), recalcan la
necesidad de que en el presente y para el futuro
no depender de la espontaneidad, sino diseñar y
desarrollar trabajos de conservación in situ liga-
dos a los de desarrollo rural. Este enfoque se
contrapone al antiguo y superado de querer
crear “reservas humanas” que no evolucionaran
para conservar los recursos fitogenéticos, enfo-
que que va en contra del derecho de las comuni-
dades al desarrollo y progreso.
Mapes (1991) señala “sin lugar a duda, el éxito
de todo programa de conservación in situ de-
penderá del grado en que los propios agriculto-
res se involucren en la planeación y en la
implementación del programa en cuestión”. De
esta manera, continua Mapes (1991), citando a
Altieri (1988), “la conservación in situ se con-
templaría dentro de los programas de desarro-
llo rural, de tal manera que los miembros de las
89
 propias comunidades agrícolas contribuirían
con sus propias razones para conservar germo-
plasma y para mantener los sistemas tradicio-
nales”.
El papel del conocimiento científico
occidental, de los agentes de desarrollo y de
las comunidades en la conservación in situ
Un grupo de científicos en una reunión del Pro-
grama de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente en tor no al conocimiento, innovacio-
nes y prácticas de comunidades indígenas y lo-
cales llegó a las siguientes conclusiones (citado
por Gonzáles, 2000):
1) Como científicos, nosotros reconocemos que
esto no es un asunto puramente científico, pero
al mismo tiempo, que es crítico el involucra-
miento de científicos.
2) La cuestión por sí misma debe ser reformu-
lada. La meta no es encontrar el camino para
integrar, en prácticas modernas de manejo, co-
nocimiento, innovaciones y prácticas de comu-
nidades indígenas y locales. Más bien es
definir, en colaboración con las comunidades
indígenas y locales, cuáles herramientas mo-
dernas pueden ayudarles a ellos y cómo deben
ser usadas esas herramientas para fortalecer y
desarrollar su propia estrategia para la conser-
vación y uso sustentable de la diversidad bioló-
gica, respetando plenamente su integridad
intelectual y cultural y su propia visión de de-
sarrollo.
En los proyectos de conservación in situ
necesitan participar la población rural de las
áreas, muy diversos profesionistas y
diferentes organismos públicos y privados
Arias et al. (2006) indican que diferentes tipos de
instituciones deben participar en el trabajo de
conservación en fincas y en distintos niveles,
que la diversidad institucional es necesaria por-
que, entre otras cosas, cada tipo de organización
tiene un conjunto único de capacidades y sola-
mente combinando estas habilidades es posible
orientar adecuadamente la labor compleja de la
conservación en fincas. Esta diversidad com-
prende: agricultores, organizaciones de agricul-
tores, organizaciones no guber namentales,
institutos nacionales de investigación, ministe-
rios e institutos inter nacionales.
90
A los actores anteriores deben agregarse las au-
toridades municipales y señalaríamos que, den-
tro de ese conjunto, quienes deben llevar el
control de los procesos son los agricultores ase-
sorados por los investigadores.
Los campesinos y los costos por la
conservación in situ
El Convenio de Diversidad Biológica reconoce
la propiedad de los diferentes países sobre la bio-
diversidad que se encuentra en sus territorios y
a la vez los derechos de las comunidades que ha-
bitan determinados territorios sobre la misma.
Smith (2000) considera que
...el campesino no puede y no debe cargar cos-
tos por un esfuerzo de conservación in situ, de-
bido a que el esfuerzo beneficia a la sociedad en
general, y no necesariamente al campesino
como individuo. Si la diversidad genética ver-
daderamente tiene valor para el futuro de la
humanidad, alguien o alguna entidad debería
estar dispuesto a pagar los costos para mante-
nerla.
En la medida que haya restricciones para que los
campesinos y países usen sus recursos, se les
debe compensar por esas que son en beneficio de
otros países y grupos humanos. Restricciones
existen en alguna medida en todos lados, pero
cobran especial relevancia en las áreas naturales
protegidas, en asuntos como: la extracción de
plantas, su aprovechamiento mediante la gana-
dería y el uso de prácticas como la quema para
preparar terrenos para su aprovechamiento
agrícola o pecuario. Por lo anterior, esas perso-
nas y comunidades a los que se les imponen res-
tricciones en el uso de sus recursos deben ser, en
compensación, los primeros en ser partícipes de
planes y programas de beneficio social y de tipo
productivo.
Lo referente a la biotecnología en relación
a biodiversidad y recursos fitogenéticos
conservados in situ
El desarrollo de nuevas ciencias y tecnologías,
en especial el desarrollo de los organismos
transgénicos, plantea nuevas perspectivas, ries-
gos y retos a los países y sociedades en general,
pero toma modalidades diferentes en los países
subdesarrolados con respecto a los desarrolla-
dos, así como en los megadiversos y que son
centros de diversidad y origen de plantas do-
mesticadas, en relación con los que no lo son.
Conforme al desarrollo sostenible, es necesario
evitar, o al menos prevenir cuidadosamente, que
no en aras de adoptar la supuesta moder nidad se
provoquen graves desastres ambientales, de sa-
lud o sociales; el desarrollo sostenible bien en-
tendido requiere que se busque la seguridad y
autosuficiencia alimentaria de los países y de sus
comunidades rurales.
En otro orden de cosas, es necesario visualizar
hacia dónde es más apropiado canalizar los esca-
sos recursos humanos, de infraestructura y fi-
nancieros con que cuentan los países y hay
razones importantes por las cuales no parece
que los deban concentrar en el desarrollo de la
biotecnología, desatendiendo tecnologías de
mejoramiento convencionales, algunas de esas
razones se enuncian a continuación, en gran
parte retomadas de Márquez (2000):
• Si bien la biotecnología, especialmente el de-
sarrollo de organismos transgénicos, ha con-
seguido avances importantes en caracteres
determinados por uno o pocos genes, como el
desarrollo de resistencias de algunas plantas a
algunas plagas (principalmente el barrenador
europeo del maíz), gran tolerancia a algunos
herbicidas que facilitan su uso masivo y ma-
yor vida de anaquel en algunas hortalizas,
poco ha logrado hasta la fecha en caracteres
genéticos cuantitativos como son general-
mente el rendimiento de las cosechas.
• Algunos de los logros de la biotecnología en
control de plagas se han perdido en algunos
casos con gran rapidez.
• Prácticamente todos los desarrollos en trans-
génicos son propiedad de Monsanto y un
poco de otras grandes transnacionales, por lo
que su uso genera fuertes pagos de regalías y
dependencia con respecto a esas transnacio-
nales.
• Las técnicas del fitomejoramiento conven-
cional no serán necesariamente sustituidas
por las de la transgenia y en la mayoría de los
casos son más eficientes estos métodos y téc-
nicas convencionales que las de ésta.
• Los centros de origen y diversidad de plantas
cultivadas, las áreas de agricultura tradicio-
nal, donde los campesinos obtienen las semi-
llas de sus propias cosechas, y las áreas en
donde es importante o tiene considerables
perspectivas el desarrollo de la agricultura or-
gánica deben mantenerse libres del cultivo de
variedades de plantas obtenidas por transge-
nia.
Peculiaridades del tema de biodiversidad y
recursos fitogenéticos en México y Ecuador
En México y Ecuador la conservación, uso sos-
tenible y distribución de beneficios de la biodi-
versidad vegetal y recursos fitogenéticos son
especialmente importantes y tienen algunos
rasgos diferentes a otros países del mundo, en
razón de que:
a) Ambos países son megadiversos y cuentan
con un alto grado de endemismo, de tal
manera que México se estima que cuenta
con 22 000 especies vegetales superiores,
de las cuales el 52% son endémicas del país
(Rzedowski, 1998); por lo que respecta a
Ecuador se calcula que en su territorio hay
16 087 especies de plantas superiores (Mi-
nisterio de Relaciones Exteriores del
Ecuador, 2005); o sea que en cada uno de
estos países, y a pesar de sus dimensiones
modestas, se encuentra arriba del 10% de
la diversidad vegetal mundial.
b) Ambos países forman parte de centros de
origen y diversidad de plantas cultivadas.
México, del Centro Mesoamericano, en
donde se domesticaron entre 60 y 116
plantas (Vavilov, 1935; Hernández X,
1998), algunas de ellas tan importantes
como maíz, cuatro especies de frijol, cua-
tro de calabazas, algodón Upland, cacao,
agave tequilero y en donde tuvo lugar
parte del proceso de domesticación de
otros cultivos importantes como tomate
y girasol. Ecuador forma parte del Cen-
tro Suramericano, particularmente del
Centro Peruviano-Ecuatoriano-Bolivia-
no, que comprende principalmente las
áreas de las altas montañas, en otro tiempo
el centro de la civilización megalítica o
preinca; aquí tuvo lugar la domesticación,
según Vavilov (1935), de 62 plantas culti-
vadas, entre ellas la papa y otras plantas
tuberosas, una especie de algodón, una
especie de calabaza y varias otras; ahora se
le reconoce también como un segundo
centro de domesticación del frijol común.
Ecuador forma parte de la llamada por Pa-
91
 tiño (1964, 1967, 1974) “América Equi-
noccial” (Venezuela, Colombia y Ecua-
dor), este autor profundizó bastante en el
estudio de las plantas nativas de esta
parte del mundo.
c) Ambos países se distinguen por la persis-
tencia, en parte de su territorio, de la agri-
cultura tradicional, que conserva rasgos
precolombinos pero que también ha asimi-
lado plantas, instrumentos, técnicas de
producción, así como patrones y hábitos
de consumo de otras partes del mundo.
Grandes áreas de México y Ecuador si-
guen siendo en gran parte nidos de desa-
rrollo de nuevos cultivos y cultivares, así
como de formas de consumo, a partir de
plantas nativas e incluso de introducidas.
En sus áreas de agricultura tradicional las
semillas y propágalos en su mayor parte
se obtienen a partir de las cosechas de los
campesinos. Por lo anterior, debido a ra-
zones económicas, sociales y culturales,
hay que proteger y desarrollar en forma
sostenible los agroecosistemas tradiciona-
les, sus recursos bióticos y el conocimien-
to en torno a ellos.
d) Para la inmensa mayoría de las áreas rura-
les de México y Ecuador es aplicable la ob-
servación que hizo Hernández (1971) en
relación a un mercado regional de Colom-
bia: “en San Agustín hay plantas de todo el
mundo”. Tanto en México como en Ecua-
dor, además de los cultivos autóctonos,
son fundamentales para su alimentación,
economía y desarrollo sustentable, culti-
vos introducidos hace bastante tiempo
(arroz, trigo, café, banano, pastos y mu-
chos otros), otros que lo han sido reciente-
mente y aún nuevos, y por ahora exóticos
provenientes de otras partes del mundo.
En el caso del Ecuador, Patiño (1969) hace
un buen estudio de la importancia de las
plantas introducidas. Incluso en el extran-
jero ha tenido lugar la formación de recur-
sos genéticos fundamentales de nuestros
propios cultivos autóctonos, es así como
las semillas de tomate y girasol que se cul-
tivan en México proceden de desarrollos
obtenidos en el extranjero, y algunos de
los clones de papa que sostiene la produc-
ción de ese alimento básico en Ecuador
también se mejoraron en el extranjero.
92
Con base en lo anterior, hay que reconocer
la interdependencia de nuestros países con
respecto a otros en temas de recursos fito-
genéticos y en biodiversidad vegetal, y
proceder en políticas internas e internacio-
nales en función de esa interdependencia,
así como en la necesidad de facilitar el in-
tercambio de esos recursos y el conoci-
miento en torno a ellos de manera
regulada.
e) El subdesarrollo en general, la explosión
demográfica, el deterioro de los recursos
naturales y de la vida en los medios rura-
les, el desarrollo de los medios de comuni-
cación y traslado, la globalización, la
apertura comercial en México y Ecuador,
así como otros procesos, están causando
acelerada erosión genética y cultural. Pro-
cesos como la migración de las áreas rura-
les tradicionales a áreas de agricultura
comercial, a ciudades de nuestros países y
el extranjero, así como la pérdida de la cul-
tura tradicional aún permaneciendo en sus
comunidades de origen, están causando
considerable erosión en los recursos fito-
genéticos tradicionales y en los conoci-
mientos inherentes a ellos. Por lo que hay
que intensificar los trabajos de acopio y de-
sarrollo de esos recursos, y en lo posible la
permanencia de su conocimiento y uso por
la población rural y aún urbana.
f) En los años recientes se están reforzando
las acciones y la organización de estructu-
ras gubernamentales y no gubernamenta-
les de estos dos países, así como de
organismos internacionales en pro del es-
tudio y conservación de la biodiversidad y
recursos fitogenéticos. En México ocupan
un lugar importante los esfuerzos de coor-
dinación nacional por parte de la Comisión
Nacional para el Conocimiento y Uso de la
Biodiversidad (Conabio) y del Sistema Na-
cional de Recursos Fitogenéticos (Sinare-
fi). Entre los trabajos realizados por la
primera institución cabe mencionar el
“Primer Estudio del País”, y se tiene en
marcha la elaboración del segundo estudio
de este tipo; por lo que se refiere a las apor-
taciones de Sinarefi, entre otras cabe des-
tacar la elaboración y publicación de dos
informes nacionales sobre recursos fitoge-
néticos (Ramírez et al., 2000; Molina y
 Córdova, 2006). En el caso de la biodiver-
sidad y recursos fitogenéticos de Ecuador,
cabe citar la publicación de la obra Lost
crops of the Incas (Vietmeyer, 1989), así
como la formación y acciones del Grupo
Nacional de Trabajo sobre Biodiversidad
(Ministerio de Relaciones Exteriores del
Ecuador, 2005).
Elección de las regiones, agroecosistemas,
plantas objetivo, comunidades específicas y
campesinos iniciadores cooperantes en
proyectos de conservación in situ
Uno de los aspectos fundamentales para tener
éxito y trascendencia en el desarrollo de proyec-
tos de conservación in situ es hacer una adecuada
elección de las regiones, agroecosistemas, plan-
tas objetivo, comunidades específicas y campesi-
nos iniciadores cooperantes con estos proyectos,
así como saber cultivar el interés de los indivi-
duos, de las organizaciones de los agricultores y
de los funcionarios en los proyectos y hacer los
ajustes necesarios en estos aspectos a lo largo
del tiempo. Es paradójico que si bien la conser-
vación in situ ha sido una actividad prácticamen-
te cotidiana de los agricultores tradicionales e
incluso de muchos no tradicionales, los proyec-
tos en este tema son muy recientes.
Para la planeación de la conservación in situ a ni-
vel de un país o continente conviene partir de
una zonificación que incluya consideraciones
de regiones naturales, culturales y agroecológi-
cas. En el caso de México es claro el contraste
entre Mesoamérica, su parte sur, en donde gene-
ralmente se puede cultivar milpa de temporal,
que es cuna y área de persistencia de altas cultu-
ras agrícolas, y Aridoamérica, con escasa preci-
pitación, que antes de la llegada de los españoles
estaba habitada principalmente por grupos hu-
manos recolectores-cazadores. En Ecuador son
muy contrastantes el Archipiélago de las Galá-
pagos, la Costa del Pacífico, la Cordillera de los
Andes y la Cuenca Amazónica.
Una clasificación regional como la que usaban
los antiguos pobladores andinos tiene más sen-
tido biológico, porque para caracterizar a las re-
giones usa la vegetación, además de otros
criterios físicos; por ejemplo, en el caso de Perú,
la región Quechua es la zona agroecológica del
maíz y la región Suni es la zona agroecológica
de la papa, etc. (Sevilla y Holle, 1995).
Her nández y Ramos (1977) destacan, entre los
criterios para seleccionar áreas de estudio de la
tecnología agrícola tradicional, que esas áreas
deben corresponder a las que muestren mayor
aislamiento cultural y que dicho aislamiento
puede ser la resultante de: 1) aislamiento geo-
gráfico; 2) aislamiento étnico; 3) migración de
grupos por desplazamiento; 4) incapacidad o
falta de interés por parte de instituciones res-
ponsabilizadas de “incorporar a los núcleos hu-
manos a la comunidad nacional. Los autores
citados indicaron lo anterior no precisamente
para determinar áreas en donde estudiar los re-
cursos fitogenéticos, sino agroecosistemas con
persistencia de tecnología agrícola tradicional
que es más general; por otro lado, nuestra expe-
riencia indica que en la actualidad el aislamiento
geográfico tiene cada vez menor peso específico
por el desarrollo de las comunicaciones y la mi-
gración, así como que áreas cercanas a grandes
urbes como el sureste del Estado de México (ve-
cino a la Ciudad de México) y parte del Valle del
Grijalva (en donde se encuentra Tuxtla Gutie-
rrez) son muy diversas en maíces nativos e inte-
resantes para estudios de caso en ese rubro. Por
lo anterior, se considera que el criterio de aisla-
miento geográfico no debe tener mucho peso en
la elección a las áreas para trabajos en recursos
fitogenéticos.
Como se señaló en un apartado anterior, la uni-
dad de estudio y trabajo en conservación in situ
es un agroecosistema y no necesariamente una
especie cultivada específica, esto contrasta con
la agronomía predominante hasta hace poco
tiempo, en donde el objeto de trabajo es una es-
pecie en particular y sus paquetes tecnológicos.
Para la planeación de los trabajos de este tema
es necesario identificar en una región los agroe-
cosistemas tradicionales, que en México pueden
ser en una región por ejemplo milpa, huerto fa-
miliar y cafetal tradicional con sombra diver-
sificada. Habrá necesidad de escoger a qué
agroecositema se van a dedicar los esfuerzos de
conservación y entender las relaciones con los
otros.
Chaudhary et al. (2006) dividen a las especies a
conservar in situ en fincas, en especies objetivo
principal y complementario o acompañantes, es-
tas últimas son las que se cultivan juntos con las
principales dentro del mismo agroecosistema.
Estos autores indican que las especies cultivadas
93
 que se seleccionen para ser conservadas por un
programa nacional deben ajustarse a uno o más
de los siguientes criterios: a) ser importantes
para el bienestar local; b) ser importantes para
los programas nacionales de mejoramiento; c)
ser importantes para la seguridad alimentaria
en el futuro; d) ser importantes para el consumo
o la venta en el país; e) ser diversos, útiles e im-
portantes en el país, y f) ser especies raras o es-
tar amenazadas por erosión.
Diferentes autores (Her nández X., 1998; Bret-
ting, 2000; Boege, 2006) han señalado que los
grupos étnicos originarios de los países, sus
agroecosistemas, especies y cultivares tradicio-
nales, en los casos de que hayan perdurado tie-
nen especial interés en cuanto a recursos
fitogenéticos, así Her nández X. (1998) apuntó
“La persistencia de grupos étnicos con antece-
dentes prehistóricos y tecnología tradicional ha
mantenido el proceso de selección empírica en
la domesticación de plantas y animales, lo que
constituye un importante modo de conservar in
situ la diversidad de germoplasma existente en
el país”, si bien esto se refiere a los agroecosiste-
mas tradicionales de México, también es aplica-
ble a los del Ecuador.
Realizar investigaciones en agroecosistemas y
recursos fitogenéticos en comunidades indíge-
nas requiere cuidados y herramientas más espe-
cializados y complejos que en comunidades
campesinas mestizas, como son la necesidad de
tener un entendimiento de su cosmovisión, en
gran parte diferente hasta la fecha a la occiden-
tal, conocimiento de su idioma y ser conscientes
de que generalmente han sido y son todavía
fuertemente explotados y marginados por las
sociedades nacionales, por lo que con frecuencia
son recelosos de la gente extraña. Es aún más
importante en estos territorios, a diferencia de
los mestizos, que en los trabajos de desarrollo
rural y recursos fitogenéticos participen miem-
bros de las comunidades locales como personal
de los proyectos.
Para que el proyecto tenga éxito, debe tenerse
en cuenta que a los agricultores les interese el
tema y que estén dispuestos a dedicar esfuerzos
extras a los que dedican a dicha conservación
fuera de proyectos, ya que entre otras cosas és-
tos implican la interacción con fitomejoradores
y otros profesionistas, visitantes y muchas otras
gentes, así como llevar varios registros y tener
94
especiales cuidados en el cultivo, cosecha y selec-
ción de semilla, entre otras actividades. Por lo
anterior, a los agricultores participantes les de-
ben ser muy relevantes los recursos fitogenéti-
cos a conservar, independientemente si los
mismos les son o no interesantes a los encarga-
dos de los proyectos o a gente de fuera. Desde
luego el saber que esas plantas son importantes
recursos fitogenéticos a nivel regional, mundial
o nacional con frecuencia incentiva a la pobla-
ción local a colaborar en los proyectos, ya que
son causa de orgullo y de trascendencia para la
localidad.
Si bien se puede comenzar con agricultores cola-
boradores individuales, es necesario ir intere-
sando a la comunidad rural en su conjunto y a
sus autoridades, ya que el agricultor en lo parti-
cular puede dejar de serlo y hasta morir, y si no
se interesa a sus familiares y compañeros de co-
munidad no tendrá mayor impacto el proyecto.
Es deseable que la determinación de los campe-
sinos que se involucran primero en los proyectos
de conservación in situ la haga la comunidad,
pero no siempre es posible. Por otro lado, hay
que tomar en cuenta, entre otras cosas, la obser-
vación de Rist (2000) de que se registran con-
trastes considerables en la actitud de diferentes
grupos de edad con respecto a las innovaciones y
lo tradicional, este autor considera que es mejor
trabajar con personas con 30 años o más, ya que
en esa etapa “una persona ya tiene bastante ex-
periencia de vida, porque ha avanzado en un
proceso de renovación y revitalización de cono-
cimientos “tradicionales” y “nuevos” y más ade-
lante continúa indicando que esas personas “se
convierten en actores principales en cuanto al
destino de sus comunidades. A la vez que son
ellos los que se constituyen en los referentes
principales para las personas que pasan por una
de las etapas anteriores”.
Varios autores, entre ellos Arias et al. (2006b),
consideran que se debe recurrir para el conoci-
miento de la diversidad vegetal preferentemente
a los individuos más ancianos de una comuni-
dad, aunque estos últimos advierten que los jó-
venes también pueden poseer conocimiento
tradicional especial en tor no a los cultivos y las
plantas silvestres asociadas.
Dado que los agricultores participantes necesi-
tan dedicar esfuerzos extras y tener especiales
cuidados en el cultivo, cosecha y selección de se-
milla, generalmente no es lo más adecuado que
sean agricultores pobres, cuya parte importante
de su actividad sea jor nalear, ya que no pueden
atender de forma adecuada las necesidades del
proyecto. Con frecuencia tampoco son apro- pia-
dos los agricultores grandes orientados al mer-
cado, ya que ellos generalmente se sirven de
otras personas para atender las labores y son
más propensos a cambiar de variedades que cul-
tivan en respuesta a las demandas del mercado
(Perales, 1998) y a los programas guber namen-
tales, privados o mixtos.Tampoco han resultado
suficientemente exitosos los casos en que el
agricultor lo es sólo de medio tiempo, mientras
se dedica a actividades distintas de manera prio-
ritaria.
Conforme a observaciones realizadas en proyec-
tos propios como de colegas, los agricultores
que han colaborado o colaboran en proyectos
exitosos de esta naturaleza con frecuencia son
personas que en el pasado ya habían tenido una
considerable relación con fitomejoradores, de
quienes habían sido ayudantes, estudiantes o co-
laboradores.
La conservación y desarrollo de diferentes seg-
mentos de biodiversidad y recursos fitogenéti-
cos dependen de diferentes segmentos de la
población, de la siguiente manera: a) los granos
para mercado son determinados más por los
hombres; b) en granos para autoconsumo las
mujeres tienen gran influencia; c) en huertos fa-
miliares, generalmente el papel predominante
corresponde a las mujeres; d) el conocimiento y
manejo de plantas medicinales, en gran parte re-
cae sobre los médicos tradicionales.
Resulta más sencillo y económico que las áreas
de trabajo se encuentren relativamente cerca de
la institución de adscripción del investigador, ya
que eso facilita y hace más económico el segui-
miento de los trabajos por el propio investiga-
dor, sus ayudantes o tesistas. Desde luego que
los proyectos pueden y deben tener asesores a
considerable distancia, sin embargo, se piensa
que los responsables directos deben residir ra-
zonablemente cerca de los recursos fitogenéti-
cos que se pretende conservar y de los
agricultores dueños de esos recursos; estos tra-
bajos demandan una buena y frecuente atención
de parte del personal de los proyectos. Al res-
pecto, dada la existencia de varias universidades
con sus facultades o escuelas de biología y agro-
nomía, que en la mayoría de ellas hay profesores
con algún grado de formación en el tema, así
como la existencia frecuente de estudiantes in-
teresados en hacer su servicio social o tesis de li-
cenciatura o posgrado en estos temas, sería muy
conveniente que dentro de los países las diferen-
tes instituciones se organizaran y responsabili-
zaran de regiones específicas.
Conviene atender, de preferencia, comunidades
donde aún se mantiene en grado considerable y,
en forma espontánea, la conservación in situ. Re-
giones y comunidades donde ya se registre un
proceso muy pronunciado de erosión genética o
cultural no parecen las más adecuadas para es-
tos proyectos; en esos casos, de ser de interés la
conservación de los recursos fitogenéticos que
aún existen, debe de llevarse a cabo principal-
mente ex situ.
Conmociones sociales en las comunidades, como
represiones presentes o recientes, producción de
estuperfacientes o problemas inter nos en las co-
munidades por conflictos políticos o religiosos,
representan fuertes inconvenientes para iniciar
proyectos de este tipo.
Es necesario cultivar el interés de los agriculto-
res cooperantes en estos proyectos, por lo que
no se les puede cargar con todos los costos ex-
tras a que origina el cuidado y conducción de los
trabajos. Con el fin de mantener una buena rela-
ción con el investigador, el proyecto y el agroe-
cosistema en conservación o mejoramiento, se
les debe dar alguna compensación y que ésta sea
la adecuada, ni muy pequeña ni exagerada.
Como han señalado varios autores, entre ellos
Alcorn (1991), y nuestra práctica avala, inde-
pendientemente de los apoyos económicos es
fundamental cultivar el interés de los agriculto-
res por intereses no económicos, entre los que
destaca el prestigio que puede dar en la comuni-
dad, en la región y aún a niveles mayores el ser
poseedor de variedades sobresalientes de un cul-
tivo dado; también es muy importante la pers-
pectiva o realidad de que se conviertan de
productores de un cultivo a productores de se-
milla o propágalos de ese cultivo.
La conservación in situ a largo plazo trasciende
a los individuos y requiere que éstos y las gene-
raciones se pasen la estafeta. En los proyectos
de esta naturaleza a veces a corto plazo, y siem-
95
 pre a largo plazo, se necesita que haya quien
reemplace a los pioneros, ya sea porque éstos
pierden el interés en mantener el proyecto,
porque dejen el cultivo o agroecosistema que se
pretende conservar, porque abandonen toda ac-
tividad agrícola o porque fallezcan. Si bien,
como ya se indicó en el marco teórico, en la con-
servación in situ es más importante la continui-
dad y mejoramiento de los procesos, que la
continuidad de los materiales, en los proyectos
de esta naturaleza también es muy importante
la continuidad en los materiales, por lo que
siempre hay que estar atentos para que alguien
adopte una variedad que quede huérfana, si ésta
tiene algún interés práctico o teórico.
Entre los obstáculos para que estos proyectos
tengan impacto relevante destaca la generaliza-
da escasa organización de los productores, lo
cual varía de cultivo en cultivo. Así, mientras
que los productores de café en general en nues-
tros países están bastante organizados, sobre
todo los que se dedican a su producción orgáni-
ca, los productores tradicionales de maíz en
México y probablemente también los de la ma-
yoría de los cultivos tradicionales de Ecuador
no cuentan con organizaciones sólidas y no es-
tán interesados en dedicar tiempo a su forma-
ción y sostenimiento. Otro hecho que dificulta la
conservación in situ de recursos fitogenéticos es
la escasa tradición de atender la producción
agrícola por parte de las autoridades estatales,
municipales y comunales.
Incentivos para la conservación
Para incentivar la conservación y el uso sosteni-
ble de la diversidad vegetal y los recursos fito-
genéticos se necesita hacer uso de incentivos
económicos y de otro tipo. A continuación se
mencionan algunos, así como algunas de sus
ventajas y desventajas desde los puntos de vista
ambiental, económico y sociocultural, así como
desde la perspectiva de salvaguardar la sobera-
nía de las naciones.
Incentivos económicos
Entre los incentivos económicos están los sub-
sidios directos e indirectos para la conservación,
el mejoramiento y alteración del valor econó-
mico del germoplasma, agregar valor a la pro-
ducción campesina, la bioprospección y el apoyo
96
a proyectos productivos, entre ellos el ecoturis-
mo.
Subsidios directos a la conser vación. En general no
parece adecuado el subsidio en efectivo directo
como incentivo para la conservación; además de
lo honeroso, bajo el esquema de subsidio directo
en efectivo para la conservación los productores
rápidamente pierden el control de sus procesos y
semillas y tienden a preguntar y depender de los
programas sobre el qué y el cómo cultivar.
Eliminar políticas públicas contrarias a la
conservación.
Entre otras, es necesario eliminar estímulos a
apertura de tierras nuevas, subsidios al uso de
variedades mejoradas, que resultan contrarias al
uso de variedades locales o criollas, políticas de
condicionar el otorgamiento de créditos al uso
de semillas mejoradas.
Elevación de los precios de la producción
campesina
Existe toda una serie de políticas públicas y ac-
ciones de organismos no guber namentales que
han mostrado ser eficientes sin ser propiamente
subsidios directos a la conservación, entre ellos
están:
Establecimiento de centros de acopio y distribución,
así como de precios de garantía a la producción
campesina
En México, desde la década de los cincuenta,
hasta el inicio de la implementación del Tratado
de Libre Comercio de América del Norte, a prin-
cipios de los noventa del siglo pasado, el Estado
mexicano estableció y operó centros de acopio y
distribución, así como precios de garantía a la
producción campesina de maíz y frijol. Estos
mecanismos indudablemente fortalecieron al
campesinado nacional y, por lo tanto, a la con-
servación in situ de la diversidad de estos granos
(Ortega, 1973), no obstante serias deforma-
ciones en su funcionamiento favorecían el in-
termediarismo en la comercialización, la
discriminación a tipos de estos granos de interés
regional pero carentes de un mercado amplio a
nivel nacional, el que no se distinguiera ni boni-
ficara las diferentes calidades en estos granos, el
traslado a veces innecesario de grandes volúme-
nes de estos alimentos básicos de unas regiones
a otras, burocratismo en la recepción y pago de
cosechas y múltiples actos de corrupción. Indu-
dablemente que hace falta el restablecimiento de
los centros de acopio de granos y los precios de
garantía para, entre otras cosas, mejorar la si-
tuación de los campesinos y la conservación in
situ de maíz y frijol en México.
Desarrollo de comercio justo y mercados solidarios
Estos mecanismos de solidaridad de las socieda-
des desarrolladas con las comunidades rurales
son mecanismos novedosos y eficientes de mejo-
rar la situación de los campesinos y poner en
marcha intercambios entre diferentes culturas,
lo que generalmente repercute en impulsar el
desarrollo rural y de las culturas locales; sin em-
bargo, hay que reconocer que su volumen e im-
pacto está fuertemente limitado por factores
como: que no abunda la gente altruista en las so-
ciedades desarrolladas, que requiere considera-
ble organización de los productores, adoptar
medidas y procesos para garantizar la calidad
e inocuidad de la producción exigida por los
consumidores, que con frecuencia se desvían
los beneficios hacia los dirigentes de las organi-
zaciones campesinas y los intermediarios.
Valor agregado a la producción campesina
Como ya se indicó en el primer apartado de este
capítulo, los trabajos de conservación in situ ne-
cesariamente deben estar relacionados a pro-
gramas de desarrollo rural sostenibles, por lo
que uno de sus objetivos es agregar valor a la
producción campesina, en ese sentido se enlis-
tan y comentan a continuación algunas de las
medidas y proyectos con estos fines:
a) Mejoramiento de la producción como re-
sultado del mejoramiento participativo.
Los cultivares tradicionales generalmente
tienen plantas fuera de tipo, demasiada di-
versidad en caracteres como época de co-
secha, deficiencias agronómicas y bajo
rendimiento que necesariamente hay que
superar. En la actualidad en diversas par-
tes del mundo, entre ellas en México, se
desarrollan proyectos de mejoramiento
participativo en cultivos tradicionales es-
trechamente ligados a proyectos de con-
servación in situ (Ortega, 2000; Ríos,
2006), incluso existen manuales que con-
templan diferentes aspectos de estos
proyectos (Jarvis et al., 2006).
b) Aumento de la producción por mejoras en
prácticas agrícolas y manejo postcosecha.
Con frecuencia, aún sin mejoramiento ge-
nético, es posible mejorar la producción
campesina mejorando las prácticas agríco-
las y el manejo postcosecha que permita
elevar su valor y acceso a diferentes mer-
cados, entre ellos a los solidarios.
c) Diversificación de la producción para el au-
toconsumo y comercialización. En los
agroecosistemas tradicionales se obtienen
muy diversos productos del cultivo princi-
pal y plantas asociadas, los cultivos y
productos subutilizados con frecuencia
pueden adquirir gran valor para diversifi-
car y fortalecer el autoconsumo, así como
convertirse en importantes mercancías, lo
cual aumentará el interés en conservar las
plantas y cultivares de donde provienen.
d) Etiquetados en donde se indique la compo-
sición del producto terminado y si es orgá-
nico, no transgénico, etc. Esto es muy
conveniente pero requiere que se cumplan
complicados requisitos y trámites.
e) Certificados de origen y de calidad , así
como marcas. Éstas son medidas que con
frecuencia han mostrado ser muy eficiente
en la conservación in situ y motor del me-
joramiento participativo, protegen a los
productos campesinos de imitaciones y
generalmente les da un valor agregado.
f) Propaganda y realización en el mercado de
valores especiales de la producción cam-
pesina. Una considerable cantidad de con-
sumidores desean rechazar productos
obtenidos con organismos genéticamente
modificados, alto uso de agroquímicos y
que contienen conservadores, en su lugar
preferirían obtener y consumir produc-
tos campesinos obtenidos de variedades
locales y mediante procedimientos artesa-
nales, así como sin conservadores. Estas
tendencias del mercado pueden incenti-
varse mediante la realización de estudios y
difusión de las ventajas de los procesos
tradicionales sobre los artificiales, así
como mediante impulso de la comerciali-
97
 zación y consumo de la producción campe-
sina tradicional mejorada.
g) Transformación de campesinos sobresa-
lientes de productores de mercancías para
el consumo directo en productores de se-
millas y propágalos. Este es uno de los
pasos cualitativos fundamentales para im-
pulsar la conservación y desarrollo de la
conservación in situ, si bien los producto-
res de semillas y propágalos fácilmente
pueden cambiar su objeto de producción
de cultivares locales nativos a introduci-
dos o mejorados.
Como se puede observar, la mayoría de las
medidas enunciadas para agregar valor a la
producción campesina implican una sólida or-
ganización de los productores y su respaldo con
programas de capacitación y trámite ante dife-
rentes instancias e instituciones, lo que demues-
tra la necesidad de que los programas de
conservación in situ estén integrados en progra-
mas de desarrollo rural integrales.
Bioprospección
Bretting (2000) señala “La bioprospección pue-
de mejorar potencialmente el valor y así soste-
ner programas de conservación para biota
silvestre, sin embargo, bioprospección sin regu-
lación puede conducir a la destrucción del ger-
moplasma”. Contratos de bioprospección han
tenido lugar en forma limitada en busca de pro-
ductos farmacéuticos (Gollin y Laird, 1996, ci-
tados por Brush, 2000), en cambio parece que
tiene pocas perspectivas en recursos fitogené-
ticos para la alimentación y la agricultura, lo
anterior debido a la existencia de grandes colec-
ciones ex situ, las cuales proporcionan germo-
plasma de cultivos sin costo, así como
información de caracterización morfológica y
de otros tipos. Además, muchas compañías se-
milleras dependen como fuentes de materiales
de partida para el mejoramiento de sus propias
colecciones de trabajo y de material en mejora-
miento de otras agencias públicas o privadas
(Brush, 2000).
Algunos de los contratos para bioprospección
que se han intentado o llevado a cabo han en-
contrado fuerte resistencia de parte de los
miembros de las comunidades rurales involu-
98
cradas, así como de intelectuales y de la opinión
pública.
Ecoturismo y otros proyectos relacionados. El desa-
rrollo del ecoturismo, especialmente el relacio-
nado con la agricultura tradicional ha recibido
algo de atención (Bretting, 2000). Si bien indu-
dablemente tiene posibilidades crecientes, no
deja de tener inconvenientes como es la frecuen-
te introducción de vicios y deformaciones eco-
nómicas por parte de los turistas.
Incentivos no económicos
El valor económico no es el único incentivo para
la conservación y uso sostenible de la diversidad
vegetal y los recursos fitogenéticos. Alcorn
(1991) ha argumentado que los incentivos eco-
nómicos, en especial los subsidios, proporcionan
únicamente apoyos efímeros. De acuerdo con
Alcorn (1991) el mayor incentivo para conser-
var culturas tradicionales y su germoplasma es
una vigorosa ética de conservación tradicional
local. Los programas de conservación dinámica
(o sea in situ; nota del autor) deben alentar hacia
la última, mientras estimulan
...una nueva y moderna ética de conservación
apropiada para una economía capitalista global
emergente. Los programas de conservación di-
námica deben jugar un rol vital en facilitar una
transición suave de la ética tradicional a la nue-
va ética “apropiada a grandes poblaciones ru-
rales, relaciones económicas regionales,
economías locales, así como variaciones subcul-
turales de una cultura global”.
Ferias de diversidad. Entre las acciones de apoyo
no económico, destacan las ferias de diversidad o
de “semillas”. Estas ferias han sido ampliamente
practicadas en México en el caso de los maíces
nativos por parte del Campus Puebla del Cole-
gio de Postgraduados y en el estado de Oaxaca
por el M.C. Flavio Aragón Cuevas. Brush (2000)
reporta que en los Andes Peruanos organismos
guber namentales y no guber namentales pro-
mueven estos eventos en donde los campesinos
de los poblados de una región son invitados a
presentar la diversidad que cultivan de las espe-
cies locales, principalmente cultivos tuberosos,
así como cultivos introducidos por los españoles
y más recientemente, pero de los cuales se han
formado variantes locales. Gonzáles (2000) rela-
ta dos ferias de semillas en la región andina.
Proyectos de conservación in situ
dentro de proyectos de desarrollo
rural sustentable
Los proyectos de conservación in situ deben di-
señarse con metas a corto, mediano y largo pla-
zo y estar insertos dentro de proyectos más
amplios de desarrollo rural sostenible, los cua-
les, entre otras cosas deben incluir o al menos
estar fuertemente ligados a:
• Programas sólidos de investigación en varios
campos, entre ellos de diversidad botánica,
etnobotánica, aspectos técnicos de los culti-
vos, su transformación agroindustrial, merca-
dos, sociología rural, etc.
• Programas serios de formación y actualiza-
ción de agentes de cambio.
• Programa de rescate, defensa y desarrollo de
la cultura tradicional.
• Financiamientos a actividades de difusión de
resultados del proyecto
• Atención a necesidades de alimentos, educa-
ción, salud y bienestar en general.
Los campesinos con frecuencia llevan
a los proyectos de conservación in
situ a caminos no esperados
La dinámica del desarrollo de las comunidades y
la iniciativa de sus integrantes con frecuencia
conducen a proyectos de desarrollo a caminos y
metas que están lejos de los planes originales de
los promotores de dichos proyectos. Al respecto
podemos citar los siguientes casos en México:
• Las campañas por uso de maíces mejorados
en México en donde se pensaba que los cam-
pesinos comprarían semilla cada año y en
contraste éstos optaron por el “acriollamien-
to” de maíces mejorados (Ortega, 1973).
• Caso del Plan Puebla, diseñado para impulsar
el cultivo del maíz, en donde los agricultores,
saliéndose de dicho plan, demandaron aseso-
ría y apoyos para otros cultivos y actividades
(Valdivia, 1977).
• Dentro del proyecto de jardines comunitarios
promovidos por el profesor Erick Estrada,
de la Universidad Autónoma Chapingo, pla-
neados para promover el conocimiento, uso y
conservación de plantas tradicionales, algu-
nas mujeres demandaron semilla de cultivos
introducidos.
• En el Proyecto “Milpa” que se llevó a cabo en
México de 1995 a 2000, y que tuvo como ob-
jetivo el mejoramiento participativo de maíz,
se trabajó en cultivares destinados a consumo
humano, pero un agricultor se interesó en for-
mar una población destinada a ensilado, a lo
que accedió el investigador.
Retribución por servicios de la
biodiversidad y de los recursos
fitogenéticos, y el destino de esos
fondos
Rzedowski (1998) indica: “debe constantemen-
te tenerse en mente que circunstancias fortuitas
han otorgado sobre esta parte del planeta una
inusual profusión de recursos vegetales; el com-
promiso de los habitantes de México debe ser
una profunda e incuestionable garantía de su
preservación a través de un apropiado balance
de explotación y conservación”, al respecto,
consideramos que ese corolario también es apli-
cable al Ecuador, así como que la enorme rique-
za en biodiversidad y recursos fitogenéticos de
nuestros países no sólo benefician a sus pobla-
ciones, sino también a otros países y que debe-
mos exigir compensación por ello e invertirla en
la conservación de dicha biodiversidad y recur-
sos fitogenéticos, así como en impulsar su uso
sostenible, incluido el mejoramiento participati-
vo de los cultivares nativos y naturalizados, y el
enriquecimiento de nuestra agricultura median-
te la introducción planificada y cuidadosa de
nuevos cultivos exóticos.
Como se ha anotado antes en este capítulo, la
agenda establecida por el Convenio de Diversi-
dad Biológica, suscrito por la inmensa mayoría
de los países, a excepción egoísta de los Estados
Unidos, tiene entre sus objetivos no sólo la con-
servación de la biodiversidad y su uso sustenta-
ble, sino también el reparto equitativo de sus
beneficios, tercer componente que poco se men-
ciona y menos se implementa. La conservación
de la biodiversidad y de los recursos fitogenéti-
cos demanda considerables recursos que ni los
campesinos, ni los países en donde se encuen-
tran esas riquezas, pueden ni tienen que aportar
en su totalidad. Los puntos cruciales del tema de
este capítulo son:
1. ¿Quiénes aportan los recursos para la con-
servación?
99
 2. ¿Qué países, sectores y comunidades deben
ser los compensados, ya que en la gene-
ración y conservación de la biodiversidad
y de los recursos fitogenéticos intervi-
nieron generalmente territorios y comu-
nidades muy distantes geográfica e
históricamente?
3. ¿Qué mecanismos y conductos son los más
adecuados para que esos fondos se canali-
cen y repercutan favorablemente en la
conservación de la biodiversidad y los re-
cursos fitogenéticos?
Hay que garantizar que se formen los fondos in-
ter nacionales previstos para promover la con-
servación de la biodiversidad y los recursos
fitogenéticos y que los mismos se apliquen ade-
cuadamente a dicha conservación. Está definida
la copropiedad de los estados soberanos y las
comunidades sobre la biodiversidad y los recur-
sos fitogenéticos. Las empresas trasnacionales
intentan negociar y tener tratos directos con las
comunidades empobrecidas en donde se en-
cuentran esos recursos prescindiendo de los es-
tados nacionales. Los estados nacionales
intentan recibir directamente las compensacio-
nes y diluirlas en el gasto público general, olvi-
dando el compromiso de dedicarlas a la
conservación. Las burocracias de los centros in-
ter nacionales y nacionales están listas para dila-
pidar los fondos que reciban en altos ingresos
para sus funcionarios y propaganda para sus
instituciones. Dirigentes campesinos diversos y
miembros de comunidades rurales pretenden
recibir las compensaciones referidas como un
subsidio más de ayuda contra la pobreza.
Paralelo a la construcción de fondos inter nacio-
nales para la conservación de la biodiversidad y
recursos fitogenéticos, nuestros países necesi-
tan construir los foros donde participen acadé-
micos, funcionarios del estado nacional y sus
instituciones, así como representantes de las co-
munidades rurales para que en su seno y por
consenso se planifiquen y dé seguimiento a los
programas y proyectos de conservación de la
biodiversidad y recursos fitogenéticos impulsa-
dos por esos fondos.
100
Sobre la apropiación
de la biodiversidad y los recursos
fitogenéticos por transnacionales
Entre los técnicos que trabajan en proyectos en
el medio rural, líderes campesinos y en general
entre la opinión pública de los países ricos en
biodiversidad y recursos fitogenéticos, pero sub-
desarrollados económicamente, hay preocupa-
ción porque las compañías extranjeras acopien
por medios lícitos o ilícitos semilla o propágalos
de diversidad vegetal valiosa de nuestros países
y que sin mejorarla en nada o muy someramente
se la apropien, la protejan como su propiedad y
que incluso en el futuro nuestros agricultores
tengan que pagar regalías por usar dicha diver-
sidad. Fortalecen esa preocupación los casos re-
gistrados, tanto exitosos como fallidos, de
enajenación de dichos recursos. Este tema ha
sido abordado por numerosas personas y orga-
nizaciones y aquí sólo se mencionarán tres tópi-
cos relacionados a este tema que no han recibido
en absoluto o sólo marginalmente atención.
Un rubro que preocupa mucho son las enormes
y valiosísimas colecciones de recursos filogené-
ticos ex situ en poder de los centros inter nacio-
nales de investigación, en particular los que
forman parte del Consultative Group of Inter -
national Agricultural Research (IPGRi- Biover-
sity, CIMMYT, CIP, CIAT, IRRI y otros). Estas
colecciones se han formado, enriquecido y man-
tenido con base en fondos públicos, en gran par-
te bajo el amparo de la FAO, y su propiedad está
en el aire a partir de que los recursos fitogenéti-
cos dejaron de ser “patrimonio de la humani-
dad”. Lo referente a estas colecciones se está
negociando en el seno de la FAO (2000).
Generalmente cuando se lucha contra la enaje-
nación de biodiversidad o recursos fitogenéticos
sólo se contempla el material vegetal y no se re-
para en la importancia de la información en tor -
no a dicho material que generalmente es tan
importante como el propio material. Dentro de
la información la hay de: pasaporte, referida a los
datos de colecta; caracterización y evaluación,
derivada de los trabajos llevados a cabo con ese
material; de inventarios de semilla y registro en
colecciones de campo o in vitro, y de otros tipos.
Poco se dice que el control de la biodiversidad y
recursos filogenéticos, por parte de las transna-
cionales e instituciones extranjeras, se lleva a
cabo principalmente a través del control de los
recursos humanos que tienen acceso a esos re-
cursos vegetales, control que se lleva a cabo de
diferentes maneras, desde la preparación de los
cuadros técnicos y científicos en las universida-
des extranjeras , el control de los aparatos buro-
cráticos de nuestros países, los financiamientos
para investigación y bioprospección, etcétera.
Indudablemente no bastan las denuncias de per-
sonas aisladas en contra de la enajenación de
nuestros recursos, entre ellos los vegetales, hay
necesidad de: a) pugnar por el establecimiento
de adecuadas políticas públicas en nuestros paí-
ses y de políticas inter nacionales que protejan a
las naciones, a sus instituciones y a sus comuni-
dades rurales de la enajenación de dichos recur-
sos; b) que dichas políticas incluyan la formación
de personal adecuado en número y calidad, así
como el desarrollo de infraestructura y marco
legal con ese fin.
A manera de conclusiones
Algunos países, entre ellos México y Ecuador,
son excepcionalmente ricos en biodiversidad y
recursos fitogenéticos, por lo que tienen interés
en conservar y aprovecharlos. A la vez todos los
países, entre ellos los citados, requieren de re-
cursos fitogenéticos y de servicios ambientales
de la biodiversidad del resto del mundo.
La conservación in situ de la biodiversidad y los
recursos fitogenéticos debe contemplar y coor-
dinarse necesariamente con su utilización soste-
nible y el reparto equitativo de beneficios
derivados de su uso.
La conservación in situ debe estar inmersa en
proyectos de desarrollo rural sostenible, ya que
la idea de “reservas genéticas sin la evolución
humana” está descartada.
Para el éxito en los trabajos de conservación in
situ de la biodiversidad y los recursos fitogené-
ticos locales es muy importante la elección
adecuada de las regiones, agroecosistemas, co-
munidades específicas y campesinos iniciadores
cooperantes.
Entre las áreas prioritarias para proyectos de
conservación in situ están muchas de las áreas
habitadas por pueblos indígenas cuando en ellos
ha persistido la agricultura tradicional.
Es necesario incentivar la conservación in situ y
utilización sostenible de la biodiversidad me-
diante estímulos económicos y de otro tipo, di-
rigidos principalmente a los agricultores,
cuidando que esos estímulos y proyectos no con-
travengan las bases de dicha conservación y de-
sarrollo.
Dentro de los proyectos de conservación in situ
con frecuencia aparecen iniciativas de los agri-
cultores de introducir cultivares y aún especies
exóticas lo que es natural y aceptable.
Uno de los puntos que urge implementar, para
poder contar con recursos para los proyectos de
conservación in situ y uso sostenible de la biodi-
versidad y recursos fitogenéticos, es la transfe-
rencia de recursos económicos y técnicos de los
países usufructuarios de esos recursos a los paí-
ses que los proporcionan directamente y que
aportan servicios ambientales con base en la
biodiversidad.
En correspondencia a las restricciones en el uso
de la biodiversidad debe haber compensaciones,
por lo que las comunidades que habitan en las
áreas protegidas deben ser prioritarias para pro-
porcionarles proyectos productivos y otras
ayudas.
La preocupación de los medios académicos,
agrícolas y de la opinión pública por la apropia-
ción de biodiversidad y recursos fitogenéticos
de nuestros países por las compañías trasnacio-
nales semilleras y de agroquímicos, general-
mente se enfoca a los recursos vegetales que se
encuentran en la naturaleza y en las parcelas de
los agricultores, en cambio no presta la suficien-
te atención a: 1) las enormes y valiosísimas co-
lecciones de recursos fitogenéticos ex situ en
poder de los centros inter nacionales de inves-
tigación; 2) la información obtenida de los
agricultores y de trabajos científicos que gene-
ralmente es tan importante como el propio ma-
terial, y 3) el control de los recursos humanos
que tienen acceso a los recursos vegetales.
101
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Consulta 12 de mayo de 2008.
 Pobreza y ruralidad en el
campesinado de la Cordillera del
Tentzo, Puebla, México
Introducción
El objetivo de este trabajo es analizar la relación
entre un medio ambiente frágil y la reproduc-
ción de la pobreza rural; así como las estrategias
de reproducción que emprenden los pobres ru-
rales mediante la unidad doméstica campesina
(UDC) para su reproducción socioeconómica en
la cordillera del Tentzo, Puebla, particularmen-
te en la formación de los ingresos económicos.
Se consideró que el análisis de las estrategias de
reproducción arroja elementos para identificar
los factores que soportan y transforman las con-
diciones de vida, mismos que, eventualmente,
pueden ser fortalecidos en una estrategia de de-
sarrollo rural que contribuya a la superación de
la pobreza.
La cordillera del Tentzo, Puebla, se localiza en
la parte sureste de la ciudad de Puebla. Esta re-
gión es considerada como el inicio de la Mixteca
Poblana por sus características ecológicas, y la
integran las comunidades de los municipios de
Tzicatlacoyan, Cuautinchán, Tecali de Herrera
y la parte sur del municipio de Puebla.
En este ámbito, el sistema productivo agro-
pecuario y forestal es sumamente frágil. El
crecimiento demográfico, la producción agrope-
1 Doctor en Ciencias con especialidad en Estrategias para el Desarrollo Agrícola Regional por el Colegio de
Postgraduados en Ciencias Agrícolas y Profesor Investigador de la misma institución, Campus Puebla, México.
1
Javier Ramírez Juárez
cuaria y los factores climáticos ejercen una fuer-
te presión sobre los suelos y la vegetación, los
cuales se encuentran en constante deterioro, li-
mitando los procesos de producción agropecua-
rios. La UDC encuentra dificultades para
mantener sus condiciones de producción y re-
producción socioeconómica, por lo que las con-
diciones de vida son de pobreza.
El medio ambiente es un factor que incide en la
pobreza rural. Esta relación es estrecha y com-
pleja, se caracteriza por procesos de mutua cau-
salidad y es determinada por el contexto
económico y social. Amplios sectores de pobres
rurales se encuentran en condiciones de fragili-
dad ambiental y acceso limitado a la tierra y me-
dios productivos, lo que los obliga a hacer un uso
intensivo de los recursos pero también a su dete-
rioro. En muchos casos, para poder sobrevivir, a
la población más pobre le queda como única al-
ter nativa sobreexplotar los recursos naturales,
lo que con frecuencia los destruye o daña irre-
versiblemente, debido a la extracción directa, el
pastoreo, la deforestación y el deterioro de los
suelos.
La pobreza rural comprende diversas dimensio-
nes relacionadas con la limitación de recursos e
ingresos, la desigualdad económica y social, la
105
 exclusión de bienes y servicios, los riesgos so-
2
ciales y ambientales. La pobreza tiende a ser un
fenómeno urbano, mientras que en el medio ru-
ral se concentra la pobreza extrema (Boltvinik,
1999); sus causas están asociadas, entre otros
aspectos, al patrón de desarrollo agrícola y rural
(Levy, 1994). Los pobres rurales tienen reduci-
dos ingresos, un acceso marginal a la tierra, re-
laciones de mercado asimétricas, deterioro de
los recursos y restringido o nulo acceso a mer-
cados, tecnologías, financiamiento y asistencia
técnica.
La emergencia, magnitud y crecimiento de la
pobreza, también ha volcado a numerosas insti-
3
tuciones y académicos a estudiarla. La discu-
sión conceptual respecto a su definición,
4
medición, dimensión y evolución han sido y son
temas de amplio debate y controversia, pues de
ahí derivan las acciones para combatirla.
Una vía de desarrollo de la agricultura campesi-
na y el desarrollo rural son elementos clave para
el diseño y ejecución de estrategias que contri-
buyan a la superación de la pobreza rural, mis-
ma que es fundamental para la viabilidad social
y económica del país.
La pobreza rural se ha profundizado en las últi-
mas décadas por la aplicación de políticas de
ajuste estructural en el contexto de la globaliza-
ción económica. Sin embargo, no sólo interesa
analizar el efecto de factores macroeconómicos
en el campesinado y su consecuencia en la exa-
cerbación de la pobreza, sino también los con-
textos que la determinan y las estrategias de
reproducción que emprenden los pobres rurales
para mejorar sus condiciones de vida.
En este trabajo se aborda la pobreza rural y las
estrategias de reproducción de la UDC, desde la
perspectiva de la “nueva ruralidad”; es decir, a
partir de considerar el espacio social como un
concepto central para comprender las relaciones
entre las dimensiones urbana y rural, la pluriac-
tividad en la reproducción socioeconómica de la
UDC y la revalorización de los espacios rurales.
El trabajo está dividido en cinco partes. En la
primera se abordan elementos conceptuales so-
bre la ruralidad. En la segunda, exponemos la
configuración rural de la Cordillera del Tentzo,
para analizar, en la tercera, las estrategias de re-
producción de la UDC. En la cuarta, se propone
una estrategia de desarrollo rural. Finalmente,
se elaboran algunas conclusiones.
Elementos conceptuales acerca
de la ruralidad
Desde inicios de la década de 1990, se inició el
cuestionamiento a las tradicionales visiones de
lo rural al considerar las intensas transforma-
ciones que lo reconfiguraban, entre las que se
encuentran: la diversificación y difusión de acti-
vidades económicas secundarias y terciarias; el
estrechamiento de los vínculos urbano-rurales,
favorecido por los medios de comunicación;
nuevos arreglos productivos en la agricultura
gracias a su inserción en los mercados inter na-
cionales, en el contexto de la desregulación de la
economía y la globalización; así como la profun-
dización de la pobreza, la migración y la femini-
zación de la agricultura.
Estas transformaciones hacían evidente la nece-
sidad de superar una concepción de lo rural aso-
ciada al predominio de la agricultura, una baja
densidad demográfica y cierta especificidad cul-
tural (Gómez, 2003; Llambí y Pérez, 2006). A
partir de lo anterior, se han hecho estudios que
enfatizan las relaciones campo-ciudad y su im-
pacto en el desarrollo rural. Entre éstos se en-
cuentra el trabajo de Rello (1998), que considera
a las ciudades intermedias como el ámbito en el
que se establecen los vínculos intersectoriales, y

2 En todo el mundo 1 200 millones de personas viven en condiciones de “pobreza extrema”: subsisten con menos de un
dólar por día. De los pobres, 75% trabajan y viven en zonas rurales (FIDA, 2001).

3 Tepichín (1998: 70) señala que el abordaje de la temática se ha desarrollado sobre dos enfoques centrales: “aquel que
encuentra que la solución del problema consiste en promover cambios en la estructura económica, social y política,
y, por otro lado, el que considera que los problemas de la pobreza que se dan en una primera etapa de la estrategia de
crecimiento, pueden irse solucionando mediante políticas focalizadas y complementarias”.

4 Véase a Amartya Sen, “Sobre conceptos y medidas de pobreza”, Comercio Exterior, vol. 42, núm. 4, México, abril de
1992.

106
un espacio privilegiado para políticas de desa-
rrollo regional contrarias a las políticas secto-
riales. Schejtman (1999) plantea la relación
urbano- rural como un factor de importancia
para el desarrollo rural; destaca el empleo rural
no agrícola (ERNA) en la absorción de fuerza de
trabajo rural, como un mecanismo de supera-
ción de la pobreza y diversificación de los ingre-
sos; además, propone hacer hincapié en las
articulaciones económicas entre el núcleo urba-
no y su hinterland agrícola, analizando cómo se
entrelazan a esa escala los distintos mercados.
Por su parte, Link (2001) propone construir al-
ter nativas de competitividad para aprovechar
tanto el desenvolvimiento de nuevas interaccio-
nes entre la ciudad y sus áreas rurales cercanas,
como los vínculos de solidaridad y de simbio-
sis entre los residentes -agricultores y otros ac-
tivos- del espacio conurbano.
Pérez (2001), elabora una conceptualización de
ruralidad que integra en gran medida la discu-
sión al definirla:
...como un conjunto de regiones o zonas (terri-
torio) cuya población desarrolla diversas acti-
vidades o se desempeña en distintos sectores,
como la agricultura, la artesanía, las industrias
pequeñas y medianas, el comercio, los servi-
cios, la ganadería, la pesca, la minería, la ex-
tracción de recursos naturales y el turismo,
entre otros. En dichas regiones o zonas hay
asentamientos que se relacionan entre sí y con
el exterior, y en los cuales interactúan una serie
de instituciones, públicas y privadas.
Con esta conceptualización se asume que la ru-
ralidad no sólo es producto de las transforma-
ciones inter nas en la agricultura, sino, también,
de la diversificación de la economía rural y sus
vínculos sectoriales y espaciales.
El territorio emerge como concepto central
para el análisis rural, sin embargo, tiene diferen-
tes acepciones o conceptualizaciones no clara-
mente explícitas en los estudios señalados; por
ello, es importante destacarlo en un sentido que
no sólo reconozca los sistemas de objetos y rela-
ciones que se establecen en un ámbito, sino tam-
bién la acción social que construye y orienta su
desarrollo. Ésta es una perspectiva previamente
analizada por Arias (1992), quien consideró la
dimensión espacial para el abordaje de las trans-
formaciones rurales en el Bajío mexicano, reali-
zadas por los campesinos para mejorar sus con-
diciones de vida por medio de la diversificación
económica.
Bajo esta perspectiva,
...la dimensión territorial del desarrollo y las
categorías de medio ambiente (o ‘milieu’) y te-
rritorio deben ser vistas como la "sedimenta-
ción" de factores históricos, sociales y
culturales específicos e interrelacionados en
áreas locales, y que generan procesos de desa-
rrollo significativamente diferentes debidos di-
rectamente a especificidades locales. (Garafoli,
1998: 40).
En este sentido, deben reconocerse característi-
cas peculiares de la unidad regional que no son
propias del sistema nacional, las transformacio-
nes territoriales tienen diferentes direccionali-
dades, que al vincularse a los procesos globales
generan múltiples ruralidades (Llambí y Pérez,
2006).
En este marco de análisis, y para los fines del
trabajo, se considera que la dimensión territo-
rial constituye el núcleo básico o central de la
discusión respecto a la nueva ruralidad, como un
intento analítico para comprender la importan-
cia de las interacciones campo-ciudad, la diver-
sificación de las actividades económicas y las
múltiples funciones y servicios que proporciona
el medio rural; elementos que se eslabonan con
la diversificación de las actividades económicas
de los campesinos o pluriactividad. Contraria-
mente a diluir el tema de la agricultura y su im-
portancia al considerar indiferenciados el campo
y la ciudad, es pertinente abordar las consecuen-
cias de estas interacciones en ambos sentidos, es
decir, tanto para la agricultura como para la ciu-
dad, así como la capacidad de acción social de los
grupos que la habitan.
En este sentido, la región es el espacio concreto
en el que la UDC despliega su estrategia de re-
producción apropiándose y transformando el
espacio productivo, proceso asociado a las dispa-
ridades de condiciones naturales, historia y el
marco social más amplio, como el impacto de la
industrialización, la comercialización, la urbani-
zación y la centralización de las sociedades na-
cionales (Shanin, 1974). La heterogeneidad
refleja una importante discontinuidad de econo-
mías campesinas, producto de las formas parti-
107
 culares que se expresan en el ámbito regional y
global, ya sea productiva (industrial o agrícola),
comercial o financiera.
La configuración rural
de la Cordillera del Tentzo
La Cordillera del Tentzo se localiza en la parte
sureste de la ciudad de Puebla, es considerada
como el inicio de la Mixteca Poblana. La región
se integra por las comunidades ubicadas en los
alrededores de la Presa Manuel Avila Camacho
(Valsequillo), correspondientes a los municipios
de Tzicatlacoyan, Cuautinchán, Tecali de He-
rrera y la parte sur del municipio de Puebla.
El clima es templado seco, con lluvias en verano
y una temperatura media anual de 15.4°C. La
precipitación media anual es de 743 mm, 90%
ocurre entre los meses de mayo y octubre. Las
precipitaciones torrenciales con altos escurri-
mientos, la presencia de sequía intraestival, la
erosión y la poca profundidad de los suelos tie-
nen como consecuencia una agricultura con se-
rias limitantes.
El paisaje de la región se caracteriza por una se-
rie de lomeríos y cerros, serranías y algunas pla-
nicies. Los primeros, con pendientes irregulares
de más de 3%, ocupan la mayor superficie de la
región de estudio y cruzan de Norte a Sur por
la parte central extendiéndose hacia el Este. Las
serranías, con pendientes irregulares mayores
de 10%, se localizan en la parte Sur-oriental y
Norte de la región. Los lomeríos y serranías li-
mitan severamente la producción agrícola por el
factor pendiente. Las planicies, localizadas en la
parte Centro-norte y Este de la región, presen-
tan pendientes de 0-2%. Su geología consiste en
rocas sedimentarias, principalmente calizas y
lutitas.
Históricamente, la Cordillera del Tentzo fue
parte del señorío de Cuautinchán. En 1520
Cuautinchán, Tepeaca, Tecali, Tecamachalco y
Quecholac fueron conquistadas por los españo-
les y los tlaxcaltecas. En Tepeaca, Cortés fundó
Segura de la Frontera, y la mayor parte de las
tierras y sus habitantes fueron repartidos en en-
comiendas entre los soldados de éste.
Con la expansión de las haciendas, los campesi-
nos fueron sometidos al peonaje y al pago de
una renta por los terrenos que ocupaban. Olivei-
108
ra (1978: 53) señala que Tecali se convirtió en
productora de fuerza de trabajo “para las empre-
sas españolas y en conservadoras de la reserva
de mano de obra, subsidiando con su propia eco-
nomía a las haciendas que ocupaban esa mano de
obra temporal”. La población migraba, estacio-
nalmente, hacia centros de mayor desarrollo
agropecuario como Xochiltenango, Cuapiaxtla,
Toxtepec, Tecamachalco y Tehuacán, o hacia la
región de la tierra caliente en las fincas cañeras y
cafetaleras de Veracruz (Ibid.).
Este sistema entró en crisis a principios del siglo
XX. En Tecali, los campesinos se unieron a las
luchas de los zapatistas, dirigidos por Vidal Ro-
mero y Dolores Damián contra los hacendados y
rancheros (Ibid.). Esto provocó que algunos la-
tifundistas vendieran las tierras a sus trabaja-
dores en pequeñas fracciones. Los gobier nos
posrevolucionarios expropiaron latifundios que
fueron repartidos entre los campesinos, pero la
tierra entregada fue de mala calidad, cerriles,
agostadero o de segunda, con baja capacidad
productiva.
Las características socioeconómicas
de la región
Los municipios que comprenden el estudio casi
han triplicado su población en los últimos cin-
cuenta años. En 1950 la población era de 10 558
habitantes, y en el 2000 de 30 115 habitantes. El
municipio de Tecali de Herrera concentra 55.9%
de la población; Cuautinchán, 23.6%, y Tzicatla-
coyan, 20.5%. La densidad de población a nivel
municipal es de 91 hab/km2, 51.9 hab/km2 y
2
35.4 hab/km , respectivamente (Conapo, 1993 e
INEGI, 1992 y 2002).
La población de la región se encuentra dispersa
en 44 comunidades y pequeñas rancherías, sólo
la cabecera municipal del municipio de Tecali
y la junta auxiliar de Ahuatepec tienen más de
tres mil habitantes. En el ámbito regional, Teca-
li es el principal centro económico, sobre la base
de pequeños talleres artesanales de objetos de
ónix y mármol, y cuenta con la mejor infraes-
tructura de servicios.
Las cabeceras municipales concentran los servi-
cios y alrededor de éstos se estructuran las pe-
queñas comunidades dispersas; son “al mismo
tiempo símbolo del mundo rural -con respecto a
las ciudades propiamente dichas- y la más pe-
queña unidad del sistema Cuadro 1. PEA del sector primario en municipios de la Cordillera
urbano -con respecto al del Tentzo 1990 y 2000.
asentamiento rural más
disperso.” (Bataillon, Municipios PEA delsector PEA del sec- Crecimiento
1997: 56). primario tor primario porcentual
(%) de la PEA
La región presenta la entre 1990
1990 2000 1990 2000
combinación de las activi- y 2000
dades primarias, secunda- Cuautinchán 715.0 766.0 61.6 36.8 7.1
rias y terciarias. La PEA en Puebla 6 686.0 6 132.0 2.1 1.2 -8.3
1990 era de 5 922 perso- Tecali de Herrera 1 048.0 1 403.0 31.5 25.6 33.9
nas; 46.2% en el sector Tzicatlacoyan 973.0 966.0 67.7 53.0 -0.7
primario, 29.7% en el se-
cundario y 19.4% en el ter- Fuente: Elaboración propia con base en INEGI 1992 y 2002.
ciario (el restante 4.7% no
especificó el sector en el
que se encontraba). Esta
distribución laboral se transformó en la siguien- desarrollo regional no descansa en esta activi-
te década con el declive de la PEA del sector pri- dad.
mario, que disminuyó de 46.2% a 33.4%.
Contrariamente, se incrementaron las activida- Las condiciones socioeconómicas de los munici-
des secundarias y terciarias, por la difusión de pios de Cuautinchán y Tzicatlacoyan tienen un
actividades económicas y la integración laboral grado de marginación alto, y Tecali de Herrera,
de la población a otros sectores y ámbitos regio- medio (Conapo, 2002). Tecali de Herrera es el
nales. municipio que presenta mejores condiciones en
servicios e ingresos económicos.
Es común que la población de la región se inte-
gre como fuerza laboral en la ciudad de Puebla, En la región se observa una alta tasa de creci-
en el Distrito Federal, en el sureste mexicano y miento demográfico sobre un frágil sistema
en los Estados Unidos de América. Es relevante agropecuario y un restringido acceso a servicios
para la obtención de ingresos, que la población básicos, lo que ocasiona la apertura de tierras a
se traslade diario a la ciudad de Puebla a laborar, la agricultura, pero también la diversificación de
por su cercanía y la existencia de caminos y ca- actividades económicas y la integración de la
rreteras, construidas a partir de la década de fuerza laboral a otros ámbitos regionales. La
1980. región está articulada por medio de las migra-
ciones a regiones con mayor dinamismo econó-
Entre 1990 y el 2000, la diversificación de acti- mico.
vidades económicas ha provocado la disminu-
ción relativa de la PEA dedicada a las actividades Los factores que determinan la pobreza son
primarias, pero en términos absolutos se ha in- complejos y multidimensionales, se asocian a
crementado en los municipios de Tecali de He- factores históricos, ambientales y socioeconómi-
rrera y Cuautinchán. En el municipio de Puebla cos. Históricamente, la Cordillera del Tentzo
se redujo en 8.3%, pero aun de esta manera con- fue constituida por relaciones de poder que obli-
centra la mayor PEA del sector primario, mien- garon a grupos humanos a permanecer en am-
tras que en el municipio de Tzicatlacoyan, la bientes frágiles. La población de la región fue
PEA ha permanecido prácticamente sin cambios dominada por diferentes facciones sociales, que
(cuadro1). desde épocas prehispánicas exigieron el pago de
tributos. Durante la conquista española y, poste-
La hegemonía productiva del sector secundario riormente, durante la Colonia fueron sometidos
y terciario en la región no significa la elimina- al mismo proceso. El poder de grupos hegemó-
ción de las actividades primarias. Paradójica- nicos los obligó a mantenerse y reproducirse en
mente, pese a su marginalidad productiva, la ámbitos frágiles, generando excedentes produc-
agricultura se mantiene y se incrementa. Pero el tivos y fuerza de trabajo para el desarrollo capi-
talista.

109
 El sistema agropecuario
La región comprende 28 512.43 ha, de las cua-
les 41% son de uso agrícola, 0.8% de uso fores-
tal, 57.5% de agostadero y 0.7% para otros usos
e improductiva (INEGI, 1994). De la superficie
agrícola, sólo se cultiva 85%, el restante 15%
está improductivo o en descanso. La superficie
de riego es marginal, sólo comprende 351.3 ha.
En el cuadro 2 se observa el uso de la tierra en la
región.
En el ámbito regional existen 4 982 unidades de
producción rural (UPR), 74.7% cuenta con su-
perficie de labor, las restantes UPR -compues-
tas, generalmente, de hijos de pequeños
propietarios y ejidatarios- se encuentran en el
medio rural, dedicadas a actividades económicas
dentro y fuera de la región. El tamaño promedio
de la UPR es de 3.14 ha, son minifundios de pe-
queña propiedad privada y ejido. De las UPR,
79% poseen unidades hasta de 5 ha, el restante
21% posee una superficie mayor a las 5 ha
(INEGI, 1994).
La producción agrícola está dominada por culti-
vos básicos, generalmente sembrados como cul-
tivos múltiples, como son el maíz asociado con
frijol o haba y calabaza; esto permite aprovechar
al máximo las pocas tierras disponibles y hacer
frente a la aleatoriedad de las lluvias. Además, se
cultiva el trigo y algunas hortalizas bajo condi-
ciones de riego en 5% de la superficie sembrada.
De acuerdo con estimaciones de la Sagarpa
(2003), en el 2002 se sembraron 7 722 hectá-
reas de maíz, 504 ha de frijol, 100 ha de trigo,
211 ha de alfalfa y 49 ha de lechuga.
La actividad agrícola es efectuada en tierras
erosionadas, poco profundas, con pH alto y pre-
cipitaciones pluviales erráticas. Esto ha llevado
al establecimiento de prácticas de conservación
de suelos, entre las que destaca un sistema de
cultivos múltiples, el establecimiento de bordos
vivos, utilizando el maguey u otras especies, o de
piedra, y el descanso de la tierra durante algu-
nos ciclos productivos. Sin embargo, estas prác-
ticas no son generalizadas y la tendencia es a la
deforestación y degradación de los suelos. En
estas condiciones, los rendimientos de maíz y
frijol son menores de 800 kg/ha y 300 kg/ha,
respectivamente.
La ganadería se dedica a la producción y manejo
de pequeños rumiantes en pastoreo (ovinos y ca-
prinos), animales de traspatio (aves y porcinos) y
animales de trabajo (bovinos y equinos). La acti-
vidad ganadera de mayor importancia económi-
ca es la de los pequeños rumiantes. En 1991, la
región contaba con 6 803 cabezas de ganado bo-
vino, y 25 386 de caprinos, alimentándose en
16 404 ha de agostadero (INEGI, 1994). Ello
ocasiona la presión sobre el agostadero y el de-
sequilibrio en la reposición natural de los pas-
tos y vegetación, lo que agudiza la erosión de los
suelos.
Asimismo, la explotación forestal -principal-
mente la extracción de leña, la recolección de la
palma para la elaboración de petates y el corte
del quiote utilizado para la construcción de co-
rrales, leña y madera- ha contribuido al deterio-
ro de la vegetación y propiciado la erosión de los
suelos. El deterioro de los recursos pone en en-
tredicho la reproducción de los sistemas de pro-
ducción.
El cambio de uso de suelo y la sobreexplotación
han ocasionado pérdidas de más de 50% de la su-
perficie arable por erosión hídrica; la vegetación

Cuadro 2. UPR y uso de la tierra en la Cordillera del Tentzo.

Núm. UPR Ha Sup. Sup. la- Agosta- Bos- Ve- Sup. Sup.
UPR c/sup. por total bor (ha) dero (ha) que geta- riego tempo-
de la- UPR (ha) (ha) ción (ha) ral (ha)
bor (ha)
Cuautinchán 1 569 1 182 3.66 9 745.0 4 325.7 5 372.0 0.0 47.2 69.8 3 810.6
Tecali de He-
rrera 1 940 1 498 3.09 11 130.6 4 623.4 6 210.3 205.7 91.2 277.3 3 057.4
Tzicatlacoyan 1 473 1 942 2.62 7 636.9 2 733.1 4 822.1 16.0 63.7 4.3 2 720.9
Total 4 982 3 722 28 512.4 11 684.3 16 404.4 221.7 202.1 351.3 9 588.8

Fuente: INEGI, 1994.

110
nativa representa en la actualidad solamente 6%
de la superficie total. Las prácticas tradicionales
de conservación de suelo, como el descanso de la
tierra, bordos y terrazas, no han sido capaces de
evitar la progresiva degradación de la tierra, ya
que la presión demográfica ha reducido el núme-
ro de años que se deja la tierra sin cultivar; las
terrazas presentan descuido al no conservarse
de manera óptima y la protección por medio de
bordos no se ha hecho de forma generalizada.
Los terrenos agrícolas muy degradados son
destinados al pastoreo o se vuelven completa-
mente improductivos.
La característica del ecosistema de la Cordillera
del Tentzo establece los límites de las especies
productivas vegetales y animales adaptadas a la
región. Este ecosistema presenta rigidez am-
biental para el desarrollo de la agricultura.So-
bre esta base productiva se obtienen bajos
recursos económicos que empobrecen a la po-
blación y ocasionan, de este modo, un círculo vi-
cioso. De ello puede derivar que la familia
campesina privilegie la obtención de recursos
por encima de su conservación. Esto, a largo
plazo, afecta las condiciones de producción
agropecuaria e inevitablemente lleva a la desar-
ticulación de las actividades agrícolas.
Es plausible que bajo estas condiciones la lógica
reproductiva de los pobres se imponga sobre la
lógica biológica de restauración de los recursos;
las exigencias inmediatas de la reproducción
social se imponen sobre los ciclos biológicos y
físicos, rompiendo los delicados equilibrios am-
bientales. De esta manera, la pobreza, más que
una causa de la destrucción o degradación de los
ecosistemas, es un mecanismo por medio del
cual ciertas condiciones objetivas de supervi-
vencia se transforman en acciones que causan
degradación ambiental.
La política pública para regiones frágiles
Para regiones como la Cordillera del Tentzo no
existe una política agrícola. A partir de la políti-
ca de ajuste estructural, instrumentada hacia
mediados de la década de 1980, se eliminaron
5 Éstos se crearon para apoyar la producción de alimentos básicos en zonas temporaleras. Es el instrumento de
política para apoyar a los campesinos temporaleros con tierras de baja productividad o alta siniestralidad, que no
reciben crédito de Banrural (Sedesol, 1993).
apoyos y servicios de fomento productivo para
estos ámbitos por su inviabilidad productiva.
Entre otros factores, el crédito, el seguro agrí-
cola, la asistencia técnica y la investigación
agronómica se orientaron hacia las regiones y
productores que se señalaron con “potencial
productivo”, y se eliminaron estos apoyos de las
regiones con fragilidad y alta siniestralidad am-
biental; para éstas se establecieron acciones de
combate a la pobreza. Téllez (1994: 49) funda-
menta esta política bajo la siguiente argumenta-
ción:
...la nueva política hacia el sector rural distin-
gue claramente las acciones de combate a la po-
breza promovidas por Solidaridad de las
acciones de fomento a la producción que tienen
un efecto permanente en el abatimiento de los
niveles de marginación. Las experiencias histó-
ricas en México y en el mundo, indican que es
poco eficiente tratar de elevar el ingreso de la
población de menores recursos a través de me-
canismos indirectos, como los son los subsidios
a los insumos, apoyo a los precios de mercado o
subsidios al crédito. Es mucho más eficiente
emprender programas directos de ataque a las
condiciones de pobreza extrema.
Con la definición de esta política se instrumen-
5
taron acciones como el “crédito a la palabra” y
programas de combate a la pobreza. Esta orien-
tación de las políticas públicas desarticula la po-
lítica de fomento productivo y la política social.
Los sectores sociales en condiciones de pobreza
ciertamente requieren de programas que ata-
quen de manera directa esas condiciones de po-
breza, como señala Téllez, pero también es
necesario que atiendan y fomenten su capacidad
productiva y la restauración del medio am-
biente.
La estrategia de reproducción
de la UDC
En el contexto social, económico y ambiental,
antes señalado, la UDC desarrolla estrategias de
reproducción, que
111
 ...se conciben como prácticas sociales reali- Cuadro 3. Porcentajes de ingreso económico de
zadas consciente o inconscientemente para la UCD en la Cordillera del Tentzo.
mantener o cambiar la posición social de los
sujetos que las ejecutan. Prácticas que, si Ingreso por actividad %
bien encuentran límites en los condicionan- económica
tes macrosociales, funcionan igualmente
Ingreso agrícola - 4.8
como elementos constituyentes de las es-
Ingreso ganadero 41.4
tructuras. (De Oliveira, 1989: 27). Ingreso extrafinca 63.4

Esta conceptualización permite explorar, en
primer lugar, las condicionantes macrosocia-
les que limitan la reproducción social de las
UDC, así como integrar el medio local y regio-
nal, el cual constituye un ámbito central de la
reproducción social desde la perspectiva terri-
torial, no sólo por la identificación de factores li-
mitativos sino porque éstos se traducen en una
ruralidad específica, que mantiene interacciones
con otros ámbitos territoriales. En segundo lu-
gar, también permiten identificar las prácticas
sociales de la UDC, a partir de sus recursos tan-
gibles e intangibles, las vías que emprende para
su reproducción y su capacidad adaptativa o
transformadora.
Bajo este marco, la estrategia de la UDC en la
Cordillera del Tentzo6 consiste en desarrollar
un conjunto de actividades económicas integra-
les y complementarias para constituir un ingre-
so económico global para su reproducción,
sobre la base de una organización flexible. La
UDC desempeña actividades agrícolas, ganade-
7
ras y extrafinca obteniendo los porcentajes de
ingreso que se observan en el cuadro 3.
La agricultura es marginal o, aun más deficita-
ria; se rige por una lógica dirigida al autoconsu-
mo. El ingreso extrafinca es el dominante y, en
segundo lugar, la ganadería. El ingreso neto
agrícola no es suficiente para recuperar la inver-
sión efectuada por la UDC, como resultado de
una productividad que no cubre generalmente,
Fuente: Elaboración propia con datos de campo.
los costos de producción. La reproducción social
de las UDC depende de las actividades no agríco-
las. La racionalidad económica en la producción
agrícola de la UDC en condiciones de fragilidad
ambiental, obedece fundamentalmente a la ob-
tención de alimentos para el autoconsumo y re-
8
siduos de cosecha para el consumo animal.
La nula rentabilidad de la agricultura es sosteni-
da por la fuerza laboral familiar que no es some-
tida a relaciones salariales y es un activo que
permite asumir el proceso de producción en con-
diciones críticas.
Los bajos ingresos que generan las actividades
agropecuarias obligan a los miembros de la UDC
a la búsqueda de otras alter nativas de ingreso
económico en actividades no agrícolas o extra-
finca. De esta manera, 74.5% de los jefes de fami-
lia campesina desempeña actividades extrafinca
y sólo 25.5 % se dedica a la agricultura de tiempo
completo. Sin embargo, al considerar el ingreso
global extrafinca que proviene de las actividades
por diferentes miembros de la UDC, 95.7% de la
UDC recibe ingresos extrafinca y sólo 4.3%
vive exclusivamente de las actividades agrope-
cuarias.
El desempeño de actividades laborales extrafin-
ca es diverso, entre las que se encuentran las de

6 Los datos estadísticos que se presentan a continuación son resultado de la aplicación de una encuesta entre la UDC de
la Cordillera del Tentzo, n = 47.

7 Se considera que éstas son todas aquellas actividades que desempeñan los miembros de la UDC fuera de la finca
agropecuaria y que pueden ser el comercio, los servicios, la industria y la venta de la fuerza de trabajo.

8 Vergopulos (1979: 9) señala que “esta lógica campesina no sería el resultado de los elementos residuales del pasado
precapitalista, sino por el contrario tendría un origen contemporáneo al capitalismo moderno. En realidad, es el
capitalismo moderno el que hace posible, tanto histórica como teóricamente la aparición de la lógica no capitalista
de la unidad familiar en la producción agrícola”.

112
jor naleros, empleados, albañiles, carpinteros, para su reproducción social y económica. En la
plomeros, choferes, artesanos y pequeños co- agricultura, se presentan ventajas ligadas a la
merciantes. De acuerdo a las encuestas, 10% de obtención de alimentos y forrajes por medio de
las UDC tiene jefatura femenina, y en otro 23.4% la tierra y la fuerza laboral de mujeres, niños y
las esposas de los jefes de familia desempeñan ancianos. El propósito de la producción agrícola
actividades extrafinca, contribuyendo a la for- en las UDC de estos ámbitos no es el mercado
mación del ingreso. sino la posibilidad de obtener alimentos y fo-
rrajes.
El tiempo que el jefe de familia dedica a las acti-
vidades extrafinca es, en promedio, de siete me- Estratificación y lógica socioeconómica
ses al año. Del promedio total, 25.5% no le de la UDC
dedican tiempo a las actividades extrafinca, son
agricultores de tiempo completo; 38.3% desem- Considerando el ingreso global que la UDC reci-
peña actividades extrafinca durante todo el año; be por diferentes actividades económicas, éstos
14.9% dedica un lapso de seis a diez meses; y el se estratificaron por número de salarios míni-
restante 21.3% mantiene actividades extrafinca mos. El ingreso económico, si bien no constitu-
de uno a seis meses. ye el único determinante de la pobreza es
fundamental para establecer la dirección gene-
El desempeño de actividades extrafinca ocasio- ral de desarrollo y la diferenciación de la UDC.
na, a su vez, una mayor participación de mujeres, En el cuadro 4 se presentan las categorías por
niños y ancianos en las actividades agropecua- número de salarios mínimos obtenidos, en aso-
rias. Debido a esto, se observa en forma crecien- ciación con rasgos e ingresos de la UDC.
te la feminización de la agricultura.
Para cada uno de estos estratos, en general, la
Los recursos por actividades extrafinca gene- agricultura es marginal o deficitaria. La perma-
ralmente se destinan al consumo, pero 7.5% se nencia de la producción agrícola en condiciones
aplica para financiar las actividades agropecua- de marginalidad económica y de déficit econó-
rias. El desempeño de actividades económicas mico se explica por el trabajo familiar que da
extrafinca constituye un factor de funcionalidad pauta a un comportamiento no capitalista de la
de las actividades agropecuarias, de fortaleci- UDC, mantiene la producción en condiciones crí-
miento y diversificación de ingresos y represen- ticas.
ta un ingreso superior a las actividades
agrícolas. De esta manera, una vertiente de la pobreza ru-
ral en la región se debe a un acceso limitado a los
Sin embargo, pese a la dominación de las activi- medios productivos de la tierra y a la fragilidad
dades extrafinca, la UDC no excluye ninguna ac- ambiental. Los ingresos económicos de la agri-
tividad y sobre la base de la división del trabajo, cultura no garantizan la reproducción de la
busca generar el máximo de recursos e ingresos UDC. En estas condiciones, la UDC desarrolla
una estrategia para su re-
producción que se susten-
Cuadro 4. Estratificación de productores por ingresos en salarios mínimos ta en la disposición de
de la Cordillera del Tentzo. fuerza laboral familiar,
misma que, tal vez, en
Cate- % Sup. de Sup. de Ingreso Ingreso Ingreso condiciones de marginali-
goría riego temporal agrícola pecuario extrafinca dad productiva constituya
ha ha % % % uno de los activos princi-
I 6.4 0.0 8.3 -29.5 20.5 79.4 pales para superar las li-
II 21.3 0.0 3.8 -16.7 37.8 62.2 mitaciones de capital y
III 25.5 0.4 2.1 2.4 19.9 77.7 medios productivos.
IV 23.4 0.4 3.5 -5.3 41.0 59.0
V 8.5 0.0 11.8 -3.9 47.7 52.3 De acuerdo con el cuadro
VI 14.9 1.1 2.8 3.1 41.0 55.9 4, en la formación del in-
greso se visualizan dos
Fuente: Elaboración propia con datos de campo. tendencias. La primera,

113
 formada por las categorías I a III que obtienen
hasta tres salarios mínimos. En ella se observa
una agricultura con pérdidas, la ganadería apor-
ta en promedio 27.1% de los ingresos; la activi-
dad extrafinca, 79.4%; la superficie de temporal
es de 3.6 ha y la de riego de 0.2 ha. La reproduc-
ción de estas unidades depende de las condicio-
nes del mercado de trabajo. La segunda
tendencia se observa en las UDC que cuentan
con ingresos superiores a los tres salarios míni-
mos y comprenden las categorías IV a VI. Éstas
disponen de mejor calidad de tierra con el riego;
la superficie de temporal es en promedio de 5.3
ha y la de riego de 0.9 ha. El ingreso agrícola
tiende a ser positivo, el pecuario representa 48%
y el ingreso extrafinca 50%.
Las dos tendencias en la formación de los ingre-
sos económicos indican que la ganadería puede
jugar un papel importante en el fortalecimiento
de los ingresos; es claramente identificable que
ésta al incrementar su aporte porcentual mejora
el ingreso total para la UDC. La ganadería des-
cansa en la producción agrícola, sin la cual no
tendría viabilidad.
A partir de lo anterior, es factible fundar una
propuesta que mejore los ingresos de las UDC,
mediante procesos de consolidación y desarro-
llo de un sistema agroganadero sustentable, y el
manejo integral de suelos, agua y vegetación, en
la perspectiva de generar empleos y alimentos
para los habitantes de esta región. Sin embargo,
esta perspectiva es insuficiente para superar la
pobreza; son necesarias acciones convergentes
que incluyan la articulación de la política social
y económica bajo una visión multisectorial y te-
rritorial, a corto, mediano y largo plazo.
La articulación de las actividades económicas y
los recursos tangibles e intangibles de la UDC,
son la base de su estrategia de reproducción;
ninguno de sus componentes explica su funcio-
namiento en forma aislada. La estrategia se
orienta hacia la obtención de los máximos in-
gresos económicos mediante el desempeño de
múltiples actividades complementarias, que
descansan en la disposición y división del traba-
jo. Las actividades extrafinca transfieren recur-
sos económicos a las actividades agropecuarias
movilizando y utilizando los activos con los que
cuenta la UDC, entre ellos la tierra y la fuerza de
trabajo.
114
Socialmente, se desarrolla una agricultura de
tiempo parcial sustentada en el trabajo de la fa-
milia, en particular de mujeres, niños y ancia-
nos, mientras los miembros jóvenes y el jefe de
familia desempeñan actividades extrafinca. En
la UDC el debilitamiento o eliminación de los
activos y actividades económicas, así como el
sometimiento a tensiones ambientales y socioe-
conómicas, limitan su capacidad de reproduc-
ción y conducen a una mayor pobreza.
La agricultura, aun en condiciones de margina-
lidad productiva, es un elemento central en la re-
producción de amplios sectores del campo. Su
papel no sólo se asocia con la producción de ali-
mentos sino que cumple un carácter multifun-
cional en el terreno económico, social y
ambiental. Desde la perspectiva económica, ge-
nera alimentos y forrajes para la ganadería, la
cual constituye una actividad de diferenciación
social y de mejores ingresos para las UDC que la
practican; su eliminación o disminución, conjun-
tamente con la ganadería, implicaría reducir los
ingresos económicos.
Regionalmente, el abandono de las actividades
agropecuarias ocasionaría el despoblamiento y
traería como consecuencia mayores problemas
de migración, a las ciudades o a otros países. Un
sistema agropecuario sustentable, como el que
se propone a continuación, puede contribuir a
regular la fuerza de trabajo, generar alimentos
con la producción de granos básicos, y crear
empleos e ingresos. Socialmente, la agricultura
alimenta la cohesión social e identidad comuni-
taria.
En cuestión ambiental, las actividades agrope-
cuarias ocasionan una mayor erosión de los sue-
los y ponen en riesgo que en el futuro se realicen
éstas, provocando el proceso regional arriba
descrito. Integrar un sistema agropecuario sus-
tentable al desarrollo de la región es un compo-
nente central para la viabilidad de la región.
Bajo este enfoque, la agricultura de la Cordillera
del Tentzo puede cumplir un papel central en los
siguientes aspectos: a) regular las migraciones
de la fuerza laboral; b) contribuir a la seguridad
alimentaria para la población local, y c) favorecer
el manejo sustentable del medio ambiente.
Elementos para una estrategia
de desarrollo rural
La Cordillera del Tentzo juega el papel socioe-
conómico de reproducir al campesinado, en con-
diciones sumamente precarias, y ejercer cierta
regulación de la fuerza de trabajo por medio de
la agricultura. La formación regional se especia-
liza, articula y subordina a otras regiones, pero
su función se ve amenazada por las condiciones
en las que se desarrolla la agricultura y el dete-
rioro de los recursos: suelos y vegetación.
El contexto económico del país no es el más pro-
picio para la inserción de la fuerza de trabajo de
la región al mercado laboral. La política de supe-
ración de la pobreza y los recursos asignados
son insuficientes para lograrlo; esto, debido a
que se concentran, primero, en satisfacer las ne-
cesidades básicas, y después las capacidades pro-
ductivas. La política agrícola no ha resuelto la
formación de un sistema de servicios eficaces de
mercadeo, asistencia técnica, financiamiento y
tecnologías para la agricultura. La participación
de los diferentes órdenes de gobier no en la pro-
moción del desarrollo en estos ámbitos se en-
cuentra desarticulada. Las acciones tienen un
corte sectorial y no territorial, con repercusio-
nes limitadas.
El análisis presentado indica que la pobreza es
un problema complejo y su superación demanda
acciones convergentes bajo una visión multisec-
torial y territorial, a corto, mediano y largo pla-
zo. Esto permite explorar las posibilidades de
desarrollo agrícola y rural, por medio de diver-
sas iniciativas basadas en las comunidades, mu-
nicipios y organizaciones de campesinos. La
dimensión territorial adquiere mayor impor-
tancia por los procesos de descentralización y
federalización (proceso asociado a la democrati-
zación y participación local), que otorga a los
gobier nos estatales y municipales mayores re-
cursos y autonomía.
En la definición de la estrategia de desarrollo re-
gional se parte de una concepción de la pobreza
rural asociada a los siguientes factores: a) redu-
cido acceso a los medios productivos, particular-
mente de la tierra; b) fragilidad ambiental, entre
los que se encuentran: suelos de baja productivi-
dad y erosionados, deforestación y aleatoriedad
de las lluvias; c) bajos ingresos de las actividades
agropecuarias y extrafinca; d) baja cobertura de
servicios de bienestar básico como es elec-
tricidad, salud, educación, agua potable, drenaje
y habitación; e) limitado acceso y carencia de tec-
nologías, crédito, asistencia técnica y mercados;
f) aislamiento geográfico; y g) bajo ejercicio de
los derechos ciudadanos.
Bajo esta definición, la Cordillera del Tentzo se
concibe como una formación regional socioeco-
nómica que desempeña una multiplicidad de
funciones sociales, culturales y ambientales, vin-
culadas al desarrollo agrícola y no agrícola. Ello
remite a abordar el desarrollo en una perspecti-
va multisectorial y territorial, como el proceso
de transformación, integración y fortalecimien-
to de las actividades agropecuarias y extrafinca,
bajo sistemas de manejo sustentable de los re-
cursos para el mejoramiento de los ingresos
económicos y condiciones de vida de los habi-
tantes de la región, proceso dirigido por los ac-
tores sociales locales.
Los objetivos de una estrategia de esta naturale-
za son los siguientes:
a) Fortalecer la seguridad alimentaria de la
población local y el manejo sustentable de
los recursos.
b) Diversificar, integrar e incrementar las ac-
tividades productivas en el medio rural y
el vínculo con su entorno interregional.
Los beneficiarios de estos esfuerzos, que se
expresarán en ingreso, empleo y alimen-
tos, deberán ser las familias campesinas..
c) Fortalecer la formación del capital social y
de las instituciones, y la apropiación del
territorio por los sujetos sociales regiona-
les.
Para el cumplimiento de estos objetivos deben
desarrollarse un conjunto de acciones conver-
gentes, tanto en la UDC y sus recursos, como en
la organización campesina, y en las institu-
ciones.
La UDC y sus recursos. La superación de la pobre-
za rural, de acuerdo a los resultados del trabajo,
debe comprender: las actividades agropecuarias
y las extrafica. En el primer caso, la estrategia
debe dirigirse a fortalecer una agricultura de
tiempo parcial, con un sistema productivo agro-
pecuario, tecnológico y de servicios apropiado,
115
 que permita el manejo sustentable de los suelos,
agua y vegetación, y garantice la autosuficiencia
de alimentos básicos.
Los resultados del trabajo indican que las UDC
mejor posicionadas, económicamente, son las
que cuentan con un ingreso extrafinca y privile-
gian el desarrollo de la actividad ganadera arti-
culada a las actividades agrícolas. Es plausible,
en congruencia con este hallazgo, plantear el
fortalecimiento de un sistema familiar de pro-
ducción de alimentos para el autoconsumo e
integración de la ganadería bajo un manejo sus-
tentable de los recursos naturales disponibles.
Se propone promover sistemas de producción
agropecuarios que contemplen: a) la introduc-
ción de especies forrajeras; b) la introducción de
especies que funcionen como bordes vivos; c) la
introducción de especies como abonos verdes;
d) el mejoramiento de las razas animales y de su
manejo sanitario y productivo, particularmente
hacia la ganadería de caprinos semiestabulados;
y e) los cultivos alter nos como agaves, nopal,
sorgo y especies frutícolas adaptadas a la re-
gión. Estas acciones deben acompañarse de una
reorganización del uso y manejo del suelo bajo
un plan de manejo que contemple zonas de uso,
reserva, restauración y conservación.
En el ámbito de las actividades extrafinca se
plantean las siguientes acciones: el fortaleci-
miento de las capacidades humanas por medio
de la educación y la capacitación para su inser-
ción en los mercados laborales; el incremento y
desarrollo de las actividades económicas locales,
como la artesanía, y la instrumentación de pe-
queños negocios comerciales y agroindustriales
como los centros de sacrificio y transformación
pecuaria; la formación de cajas de ahorro para
captar el ingreso obtenido de las actividades ex-
trafinca. En otras palabras, se plantea la forma-
ción de pequeños capitales que tiendan a
articularse económicamente. La perspectiva es
difundir el mayor número de actividades econó-
micas en el medio rural.
Por otra parte, la región cuenta con importantes
recursos y patrimonio territorial, entre los que
destacan el paisaje, así como su tradición, histo-
ria y arquitectura colonial, elementos que favo-
recen la promoción de actividades turísticas,
dada la cercanía con la ciudad de Puebla, y que
pueden ser fuente de ingresos y empleo.
116
La organización campesina. La asociación, coope-
ración y organización de los campesinos son fac-
tores que potencializan sus capacidades de
gestión y desarrollo frente a la escasez de recur-
sos. La organización de los productores de la
Cordillera del Tentzo debe permitirles liberar y
movilizar la energía social y la capacidad de con-
trolar y retener el excedente económico, apro-
piarse de la tecnología y controlar los factores
de producción, entre ellos: a) la gestión de
apoyos y subsidios; b) la capacitación; c) la
conservación de recursos; d) la formación de
microempresas; e) la comercialización de la pro-
ducción agropecuaria; f) el abasto de alimentos, y
g) el ahorro.
La organización campesina tenderá a convertir-
se en un factor para gestionar recursos y partici-
par en la planeación, ejecución y evaluación de
proyectos de desarrollo agrícola y rural.
Las instituciones. Es necesaria una institucionali-
dad municipal, estatal y federal de apoyo al desa-
rrollo rural, que diseñe y ejecute políticas
territoriales y fortalezca a los municipios en el
ámbito agrícola productivo, extra agrícola y so-
cial. Estas políticas deben orientarse por los si-
guientes ejes de desarrollo regional: a) equidad
territorial, basada en aplicación de recursos para
zonas marginadas, que tiendan a aminorar los
desequilibrios regionales; b) equidad social, polí-
ticas e instrumentos que permitan superar la de-
sigualdad social y la satisfacción de necesidades
básicas; c) autonomía territorial, que evite que se
concentrae y centralice los poderes de decisión y
de recursos. La propuesta es dotar a los munici-
pios y regiones de elementos necesarios y sufi-
cientes para un papel activo en el desarrollo.
La Cordillera del Tentzo se debe considerar
como una zona desfavorecida, desde el punto de
vista agrario, con determinadas características
ecológicas, es decir, de clima y suelo, y otras de
tipo estructural. Debido a esta condición son ne-
cesarios subsidios que apoyen la conservación
de recursos. Estos subsidios deben incluir com-
promisos por parte de los agricultores en accio-
nes específicas de manejo ambiental.
El gobier no local y la participación social son
dos elementos centrales en la estrategia. El
municipio constituye la modalidad fundamental
de la descentralización política y administrativa
de los estados de la federación. Es una entidad
sociopolítica con personalidad jurídica propia,
que está incorporada al pacto federal en la medi-
da en que conforma la base de organización de
los estados. Los municipios son las instancias
más cercanas a la comunidad, receptores inme-
diatos de las demandas.
A un nivel diferente, la estrategia exige la
concurrencia y coordinación del conjunto de
instituciones que intervienen en el sector agro-
pecuario y en la promoción del desarrollo rural.
El proceso de descentralización avanza en esta
dirección pero se debe profundizar y fortalecer.
Se espera que esta estrategia contribuya a gene-
rar un desarrollo incluyente de la UDC en varias
direcciones, entre las que se encuentran: la pro-
ducción de alimentos; la creación de sistemas de
producción múltiples para el uso integral de los
recursos y su manejo sustentable, pero también
el desencadenamiento de múltiples actividades
económicas en el medio rural; generación de
empleos e ingresos necesarios para una vida
digna; liberación de la energía social en el cam-
po, dotando a sus habitantes de instrumentos
viables que permitan su desarrollo; creación de
un sistema institucional de largo aliento, eficaz
para promover el desarrollo rural; disminución
de los desequilibrios regionales y las tensiones
sociales en el campo.
Conclusiones
La ruralidad en la Cordillera del Tentzo se ex-
presa en la diversificación de actividades econó-
micas en el espacio regional y en la articulación
de la fuerza laboral a otros ámbitos regionales y
a la ciudad de Puebla; en una agricultura margi-
nal incapaz de garantizar la reproducción de la
UDC, pero con una fuerte presión, debida al in-
cremento de la población y a las prácticas pro-
ductivas, sobre los recursos de suelo y
vegetación que profundizan su deterioro. Espa-
cialmente se reproduce la pobreza y la profundi-
zación de los desequilibrios ambientales que
limitan la viabilidad de la región y la posibilidad
de regular la fuerza de trabajo.
La UDC establece como estrategia la diversifica-
ción de actividades agrícolas y no agrícolas, in-
tegrando los activos con los que cuenta, entre
ellos la tierra, la fuerza laboral, la inserción en
los circuitos laborales nacionales y en los Esta-
dos Unidos de América. La UDC que no logra in-
tegrar y diversificar las actividades económicas
obtiene menores ingresos; particularmente, la
ganadería y las actividades extrafinca, son un
factor de diferenciación social.
El desempeño de la actividad económica extra-
finca constituye, además, un factor de funcio-
nalización de las actividades agropecuarias,
diferenciación y diversificación de ingresos eco-
nómicos que la agricultura no puede generar
por sí misma. Es importante mencionar que la
unidad de los miembros de la UDC, para empren-
der acciones, y la formación del ingreso global
no indica que no existan contradicciones de gé-
nero y generación en su seno.
De esta manera, la UDC está conectada a circui-
tos laborales que forma socialmente un todo es-
tructurado que influye en su organización y
funcionamiento. Estas articulaciones complejas
le permiten cierta estabilidad estructural y re-
presentan una opción importante para la gene-
ración de ingreso y para ocupar a una parte
considerable de la población del campo.
La UDC y su permanencia a nivel regional no es
sólo resultado de las transformaciones inter nas
del sector agrícola, también influyen los proce-
sos exter nos vinculados con el mercado de tra-
bajo en los sectores secundario y terciario y las
relaciones entre lo urbano y lo rural.
Pero estas relaciones conducen a prácticas pro-
ductivas que están degradando los recursos. Es
posible que bajo estas condiciones se imponga la
lógica reproductiva sobre la lógica biológica de
restauración de los recursos, con lo cual se de-
sarticulan las actividades productivas y se pro-
fundiza la pobreza rural.
La agricultura, aun en condiciones de margina-
lidad productiva, es un elemento central en la
reproducción de amplios sectores del campo. Su
papel no sólo se asocia con la producción de ali-
mentos, sino que cumple un carácter multifun-
cional en el terreno económico, social y
ambiental. Bajo este enfoque, la agricultura de la
Cordillera del Tentzo puede jugar un papel cen-
tral en los siguientes aspectos: a) regular las mi-
graciones de la fuerza laboral; b) contribuir a la
seguridad alimentaria para la población local, y
c) manejar de manera sustentable su medio am-
biente.
117
 Bajo este análisis, se considera que una vía de
desarrollo rural sustentable basada en los ele-
mentos anteriores, contribuiría en la región a
reducir la pobreza rural.
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119
120
 Visiones de los estudiantes
del primer curso
(síntesis)

El curso semestral de Estudios Agrarios, Producción y Mercados

implica una activa participación de los estudiantes. Como muestra de
sus inquietudes, el Comité Editorial acordó incorporar algunas síntesis
de trabajos de estudiantes sobre la temática de cada libro, en éste se
presentan el resumen de una tesina elaborada como trabajo final de
curso y el reporte sobre una experiencia mexicana de desarrollo rural
que los estudiants visitaron por un día, durante su estancia en México.

121
 Tesina:
Análisis de las economías de pequeños productores
y la conveniencia de articulación a empresas privadas:
estudio del caso maicero en el delta norte del Guayas
Introducción
La apertura de los mercados y el ajuste estruc-
tural sociopolítico y económico de las últimas
décadas han provocado profundas transforma-
ciones en el sector rural de muchos países. Entre
los cambios más significativos se destaca la ex-
pansión agrícola, el avance tecnológico y el sur-
gimiento de nuevas formas de organización de
la producción. Así, se ha ido consolidando una
nueva ordenación de la estructura productiva y
un incremento del uso de los recursos naturales
(especialmente tierra/agua). (RIMISP, 2005).
Es así como, las políticas de reestructuración y
ajuste estructural implantadas en Ecuador des-
de los ochenta implicaron el retiro del Estado
de la producción, comercialización y servicios
del sector agrícola. Esto llevó a la agricultura
ecuatoriana a una severa crisis e incrementó la
dependencia de los productores, con respecto a
intermediarios y agronegocios. Este contexto
es el que ha posibilitado la expansión de la agri-
cultura por contrato y de otras relaciones con-
tractuales, como mecanismos de supervivencia
para un sinnúmero de productores (Steffen y
Echánove, 2001).
El debate acerca de una agricultura contractual
tiene dos posiciones claramente definidas, las in-
1 Trabaja en SIPAE.
1
Darío Cepeda Bastidas
quietudes giran en tor no al verdadero carácter
de ésta y saber si se trata de un medio para tras-
pasar tecnología a los pequeños campesinos y
elevar sus ingresos o , por el contrario, no es
más que una variante más compleja de un siste-
ma de “expoliación” que los somete a una forma
legalizada de servidumbre, para extraer todo el
excedente de su trabajo: “asalariados del capital
que trabajan a domicilio” (Vergopoulos, 1975).
La verdad reside en algún punto entre ambas
posiciones, y un número cada vez mayor de ex-
periencias deja ver que hay rubros y situaciones
propicias para la participación de los pequeños
productores, y otros en los cuales están conde-
nados casi con total seguridad al fracaso.
Es por ello que el análisis del estudio de caso en
una zona agroecológica determinada sólo puede
establecer pistas de reflexión y no conclusiones
terminantes y absolutas, respecto a la pertinen-
cia y forma de articulación entre pequeños pro-
ductores y empresas privadas.
Contextualización teórica
La agricultura por contrato puede caracterizar-
se como acuerdos orales o escritos existentes
entre productores y toda una gama de agentes
económicos (mayoristas, procesadores, comer-
123
 ciantes detallistas, empacadores, organizaciones
de productores, entidades estatales y paraes-
tatales, etc.), en los cuales se regulan diversos
aspectos acerca de la producción y comercializa-
ción de un producto agrícola, y en el que existe
control directo o indirecto del proceso productivo
agrícola por parte de dichos agentes (Steffen y
Echánove, 2001).
2
Para la FAO , la agricultura por contrato puede
definirse como: un acuerdo entre agricultores y
empresas que elaboran o comercializan la pro-
ducción y abastecimiento de productos agríco-
las para entrega futura, con frecuencia a precios
predeterminados. Invariablemente, los arreglos
también comprometen al comprador a propor-
cionar un cierto grado de apoyo representado,
por ejemplo, en el suministro de insumos y la
provisión de asistencia técnica. La base de tales
arreglos radica en un convenio, por parte del
agricultor, de entregar un determinado produc-
to en cantidades y estándares de calidad estable-
cidos por el comprador, y, por parte de la
empresa, de apoyar la producción del agricultor
y de comprar sus productos.
Sin embargo, la intensidad del arreglo contrac-
tual varía de acuerdo con lo profundo y com-
plejo de las disposiciones que se hagan en cada
una de las tres áreas siguientes (FAO, 2001):
• Disposiciones sobre mercado: el agricultor y
el comprador acuerdan los términos y condi-
ciones para la venta y compra futuras de un
cultivo o producto pecuario;
• Disposiciones sobre recursos: junto con los
arreglos de comercialización, el comprador
acuerda suministrar insumos seleccionados,
incluyendo, en ciertas ocasiones, la prepara-
ción de la tierra y la asistencia técnica;
• Definiciones sobre administración: el agri-
cultor acuerda aplicar los métodos de produc-
ción recomendados, los regímenes de
insumos, y las especificaciones respecto a
procedimientos de cultivo y cosecha.
Lo que queda bastante claro es la existencia del
control de la producción y comercialización,
como distintivo de la agricultura por contrato;
2 “Agricultura por contrato. Alianzas para el crecimiento”. Boletín de servicios agrícolas de la FAO, núm. 145.
124
esto ha sido enfatizado por diversos autores.
Watts (1994) indica, por ejemplo, que a pesar de
que esta relación contractual es una institución
sumamente heterogénea, que asume una gran
gama de modalidades a escala mundial, se dife-
rencia de los contratos de comercialización (de
compra-venta) o de los de trabajo, porque incide
directamente en las decisiones de los producto-
res independientes, ejerciendo cierta forma de
regulación y control del proceso laboral por par-
te del contratista. Esto último --como lo seña-
lan Key y Runsten (1999)-, sin la necesidad, por
parte de las agroindustrias, de ser propietarias y
operar tierras.
Para Martínez (2000), en el típico contrato de
producción, el productor local provee la tierra y
el trabajo, mientras que el contratista -a menu-
do una gran empresa o transnacional- aporta
semillas, fertilizantes y tecnología, participa en
las decisiones de producción, y comercializa el
producto. La agricultura por contrato permite
mayor flexibilidad que la plantación tradicional,
en la que la empresa o la transnacional compra-
ba la tierra y organizaba la producción directa-
mente. Las empresas o transnacionales evitan
problemas tales como las presiones nacionalis-
tas, las regulaciones locales, las expropiaciones,
y los conflictos laborales. Además, el contrato
permite reducir los costos relacionados con la
adquisición de la tierra (Striffler, 2000; Watts,
1992). Esta estrategia de producción agraria, se-
mejante al subcontrato, se asocia con el llamado
“capitalismo flexible” (Harvey, 1989; Watts,
1992).
Campos de observación
Análisis del entorno
Se ha considerado -para el estudio y para lograr
el cumplimiento del primer objetivo planteado-
la necesidad de integrar el análisis del entor no
para el caso seleccionado. Este análisis com-
prende los siguientes aspectos:
• Análisis de los mercados implicados (nacio-
nal o internacional)
• Políticas agrícolas para el rubro de estudio o
zona
• Condiciones agroecológicas de la zona donde
se desarrolla este tipo de agricultura
• Procesos de acceso a los medios de produc-
ción de los agricultores.
Modelos de articulación
Existen diferentes tipos de articulaciones entre
los pequeños productores y las empresas o
transnacionales; por lo tanto, es necesario iden-
tificar los modelos. Ahora bien, se tiene como hi-
pótesis que en el Ecuador encontramos, al
menos, dos modelos de articulación: i) pequeños
productores como proveedor de empresas o
transnacionales y ii) pequeño productor como
proveedor competidor de las empresas o trans-
nacionales.
Metodología de trabajo
Técnicas del estudio
1. Revisión conceptual, para analizar los de-
bates teóricos y experiencias de otros paí-
ses.
2. Revisión y selección del caso de estudio,
teniendo en cuenta los modelos de articu-
lación propuestos.
3. Aplicación de entrevistas semiestructura-
das a los pequeños productores rurales
-estén vinculados o no con las empresas
privadas- para establecer las variables de
articulación. Asimismo, se incluyeron,
dentro de estas entrevistas, criterios res-
pecto al entorno de los agricultores, espe-
cíficamente los procesos de acceso a los
medios de producción y las condiciones
agroecológicas en que se desenvuelven.
También se tuvieron en cuenta las evolu-
ciones de los sistemas de producción, la
dependencia al mercado, el poder de nego-
3 Los pequeños productores en este estudio serán definidos como: las explotaciones familiares mercantilizadas, que
corresponden a unidades en las que la implementación de un sistema de producción agropecuaria exige el pleno
empleo de la fuerza de trabajo disponible en la familia, permitiendo asegurar un mínimo vital para ella (Dufumier,
1996).
ciación, los niveles mínimos de inversión,
el análisis de productividad del trabajo
4. Complementación de la información me-
diante conversatorios específicos con
otros actores detectados de los dos pasos
anteriores, así como con los organismos
estatales, gremios e instituciones presen-
tes en cada zona de estudio.
3
Tipología de Pequeños Productores
Se utilizaron tipologías de acuerdo a las realida-
des y condiciones de la zona del estudio y de las
variables de diferenciación más importantes:
• Tamaño del predio
• Rubros en los cuales trabaja
• Capital del productor
• Efectos sobre productividad y cambios en el
uso de suelos (monocultivo).
Objetivo general del estudio
Analizar las economías de pequeños producto-
res y su articulación con iniciativas empresaria-
les privadas, para considerar los posibles efectos
en los aspectos agroeconómicos de los pequeños
productores rurales.
Objetivos específicos:
• Estudiar las evoluciones y cambios de las
condiciones políticas, económicas y de mer-
cado que han influido en los pequeños pro-
ductores rurales para vincularse a las
empresas privadas (casos seleccionados).
• Examinar los diferentes tipos de pequeños
productores, alternativas e implicaciones con
mecanismos de vinculación a iniciativas em-
presariales.
125
 Análisis del entorno maicero
ecuatoriano
Contexto nacional
La agricultura representa 30% de la economía
ecuatoriana en términos reales (periodo 1996-
2002) considerando su relación con mercados
de insumos, agroindustria, transporte, comer-
cio, consumo, exportaciones y generación de
empleo (Vallejo, 2002). El sector agropecuario
puede ser considerado como el motor más im-
portante de la economía ecuatoriana por su con-
tribución de 17% al producto inter no bruto; en
este panorama, el dinamismo de la cadena de
maíz -conformada por productores agrícolas,
fabricantes de alimentos balanceados, la indus-
tria avícola y de consumo humano- ha cobrado
gran importancia, tal como lo demuestra su
aporte de 2% al PIB agrícola.
La actual situación maicera
La cadena agroindustrial del maíz es quizá una
de las de mayor complejidad, por sus múltiples
relaciones entre los eslabones de provisión de
insumos, de la producción agrícola, la comercia-
lización inter na, la fabricación de balanceados,
la industria avícola, la industria para consumo
humano, la exportación, los servicios anexos y
la cobertura estatal.
Tal complejidad se expresa también en la recu-
rrencia de conflictos entre los componentes de
la cadena global, que se centran en los temas de
precios domésticos e importaciones, tras los que
se hallan problemas estructurales relacionados
con productividad, crédito y comercialización,
básicamente.
Rendimientos
De acuerdo con el Faostat, la producción nacio-
nal de maíz amarillo (2000-2006) es en prome-
dio de 448.8 mil ha al año, con una producción
de 880.8 mil TM, para un rendimiento promedio
de 2.1 TM/ha. Estos bajos rendimientos del cul-
tivo de maíz tienen relación con el bajo uso de
4 Este fomento debido a que la industria de balanceados (57% de la demanda nacional del maíz) se abastece en 75% con
productos locales y en 25% con importaciones, las cuales provienen de Estados Unidos de América y Argentina
en un volumen promedio de 120 000 TM/año.
126
semilla certificada. Sobre el uso de semillas se ha
determinado que 42% de semilla utilizada es cer-
tificada y 58% es “reciclada”. En cuanto a los ti-
pos de semillas se ha determinado que 45% son
híbridos; 15%, variedades, y 40% la denominada
“reciclada”.
Además, puede manifestarse que el maíz tiene
un inadecuado modelo sea: i) por el uso intensivo
de insumos con costos elevados, o ii) debido a la
incompleta aplicación del paquete tecnológico
para variedades potencialmente productivas, lo
que ocasiona una baja productividad.
Comercialización
Las informaciones investigadas exponen que la
comercialización de maíz amarillo estaba mane-
jada en la década de los 90 por medio, principal-
mente, de dos canales inter nos: 20% de la
producción se colocaba mediante canales direc-
tos (compras directas de empresas, almaceneras
y Estado) y el porcentaje restante por inter-
mediarios. Los datos actuales muestran que la
intermediación se ha elevado, por cuanto los
agricultores entregan 90% de su producción a
estos agentes, mientras que sólo 10% se vende
a consumidores, procesadores industriales y ex-
portadores. En las últimas campañas las empre-
sas agroindustriales han fomentado4 alrededor
de 35 000 ha de maíz, es decir una producción
aproximada de 54 000 TM.
En cuanto a la comercialización, se han identifi-
cado problemas a los que se enfrenta la actividad
maicera; éstos se deben a: alta intermediación;
deficiente manejo postcosecha; distorsiones en
la determinación del precio; deficientes mecanis-
mos de pago y alta dependencia a la industria de
alimentos balanceados; falta de organización de
los productores; alto costo de transporte e
ineficiencia vial.
Financiamiento
Por la misma estructura productiva del maíz y
debido a la desatención por parte del sector fi-
nanciero/bancario, los productores se enfrentan
a un problema de falta de crédito formal, aunado
a la baja capacidad de administración del mismo.
Esta problemática se evidencia en los bajos ni-
veles de cobertura. Según el III Censo agrope-
cuario, apenas 19% de la superficie sembrada de
maíz obtiene financiamiento: 16% del Banco
Nacional de Fomento; 9% proviene de los ban-
cos privados; 5%, de las cooperativas de ahorro
y crédito; 13% es financiado por las empresas
proveedoras de insumos; 4%, por las empresas
procesadoras; 25%, por los prestamistas o chul-
queros; 13%, por los intermediarios; 7%, por
crédito familiar; 5%, por las fundaciones u ONG,
y 2% restante por otras fuentes de crédito.
El medio natural: bosque tropical húmedo
La región de estudio se sitúa en el Costa, dentro
del delta norte del Guayas; presenta un relieve
compuesto de una sucesión de interfluvios, que
oscilan entre 35 y 100 msnm. El clima es tropi-
cal húmedo, caracterizado por dos temporadas:
“invier no” (húmedo y más caliente de enero a ju-
nio) y “verano” (seco y menos caliente de julio a
diciembre). La temperatura varía poco, en tor no
a una media de 25 °C; la mayor parte de precipi-
tación cae en invier no (2000 mm/año). Las for-
maciones geológicas de la zona son antiguos
depósitos coluviales de Los Andes, sucesivos a la
formación de la cordillera. Forman un mate-
rial compuesto de arenas poco cementadas y de
conglomerados con elementos de origen
volcánico.
El paisaje agrario en la actualidad
El paisaje de la región de estudio esta dividido
por tres zonas: la zona 1 se caracteriza clara-
mente por el monocultivo de maíz en invier no y
barbechos en verano (campos de maíz invadidos
por lo malas hierbas). Los bajos de los interflu-
vios -más húmedos y con características edafo-
lógicas de vertisoles, se reservan para el cultivo
del arroz en invier no. El verano deja pocas posi-
bilidades de cultivos, con excepción en algunas
vegas que mantienen la suficiente humedad. En
la región se cuenta con la presencia de algunos
pastos Saboya (Panicun maximun); sobre las pen-
dientes o las zonas más altas, se ubican algunos
bovinos durante el día. Los árboles son casi ine-
xistentes como paisaje.
En la zona 2, la diferencia entre el verano y el in-
vier no es menor que en la zona 1, debido a una
mayor presencia de numerosas formas de
cultivos perennes que permanecen en el lugar
durante la temporada de verano y por el hecho
de que los agricultores tienen un interés menor
en desarrollar los cultivos anuales.
En la zona 3, el paisaje muestra una gran diver-
sidad de cultivos, tanto en invier no como en ve-
rano: cultivos anuales (maíz, maní, arroz, etc);
en ocasiones, las sucesiones de cultivos anuales
(maíz-maíz, maíz-maní, arroz-maní) y el cultivo
de hortalizas (tomate, pimienta, pepino, sandía,
etc); los pastos de Saboya (Panicum máximum)
son destinados a la ganadería vacuna; las vegas
de los bajíos, más húmedos, se reservan al arroz;
también están presentes huertos agroforestales
sobre las altas zonas o en pendientes, y planta-
ciones de bambú, en las zonas más húmedas.
Resultados
Sistema de producción 1
Este tipo de explotaciones desarrolla principal-
mente el cultivo de maíz y arroz sobre menos de
10 ha (de 1 a 2 ha de arroz según el tamaño de la
familia y el resto en maíz). La superficie mínima
para vivir es 5 ha; cuando la explotación es más
pequeña, el campesino trabaja una parte de su
tiempo en las otras explotaciones. Las tierras
pueden ser alquiladas o propias, en ese caso los
títulos de propiedad generalmente se dan en
prenda a comerciantes o empresas que les hacen
crédito. Los equipamientos se limitan a los ma-
chetes y a dos pulverizadores (motor y manual).
El predominio del cultivo de maíz requiere mu-
cha mano de obra, lo que permite la presencia de
numerosos empleos agrícolas; aunque presenta
inconvenientes es un cultivo adaptado a los pro-
blemas de la distancia y el estado de las vías que
no permiten sacar las cosechas todo el año (casi
imposible en invier no). Con este sistema de pro-
ducción los campesinos sacan la cosecha una vez
al año durante el verano.
Los sistemas de cultivo, en los que las produc-
ciones se venden todos los meses, no pueden de-
sarrollarse fácilmente en estas zonas. Además,
los campesinos de este sistema de producción a
menudo están limitados en su tesorería, ya que
su principal ingreso de dinero es la cosecha de
maíz, que sirve prioritariamente para pagar los
127
 créditos contratados ante los comerciantes y
empresas.
Por tanto, no pueden invertir fácilmente en
otros cultivos más rentables o ahorrar por me-
dio de un sistema ganadero. Otro hecho que li-
mita las posibilidades de evolución del SP1 es el
estado de los suelos, demasiado desestructura-
dos por 25 años de monocultivo de maíz. Así
pues, los suelos tienen una baja capacidad de re-
tención de agua y se secan rápidamente, lo que
no favorece el desarrollo de las sucesiones de
cultivos. Estos últimos sistemas de cultivo -vis-
ta la escasa probabilidad de éxito del segundo
ciclo- representan además un riesgo financiero
muy importante.
El sistema de producción 2
Se trata de explotaciones de 5 a 20 ha, según la
disponibilidad en mano de obra familiar; las ren-
tas provienen de los cultivos de maíz y arroz
pero desarrollan también otras actividades. La
superficie cultivada está principalmente en pro-
piedad, pero algunas hectáreas pueden alquilar-
se. El equipamiento es el mismo que el del SP1:
machetes y pulverizadores.
El maíz sigue siendo la actividad principal, pero
la superficie máxima de maíz es de 10 ha, debido
a que los costos de mano de obra son demasiado
elevados.
Algunas explotaciones de este tipo comienzan a
diversificarse hacia crianza de cerdos y ganado,
cultivos de maní u hortalizas cuando están más
cerca del camino principal. Como ya lo vimos en
el SP1, los campesinos tienen interés en tener
producciones que puedan sacarse una vez. Así,
cuando se diversifican, producen maní que, ade-
más de la fijación de nitrógeno, tiene la ventaja
de venderse también una sola vez. Lo mismo
ocurre con las crianzas de aves (autoconsumo),
los cerdos o la ganadería de carne.
Los sistemas de cultivo maiceros
El monocultivo de maíz
El monocultivo del maíz se lleva a cabo con va-
riedades híbridas destinadas a producir maíz
duro amarillo, para la composición de alimentos
industriales balanceados para pollos. Las semi-
llas se compran todos los años a las casas comer-
128
ciales, y algunos meses más tarde, al momento
de la cosecha, se les venden a estos mismos co-
merciantes.
Al final de la temporada seca, las malas hierbas y
los residuos de cultivo del año anterior que cu-
bren la parcela son eliminados químicamente, se
cortan a machete y se amontonan antes de que-
marse. La siembra se hace en enero, con las pri-
meras lluvias del invier no. Así, la planta puede
aprovechar al máximo las precipitaciones. La
siembra se efectúa en línea, con ayuda de un es-
peque para cavar los agujeros, en los cuales el
agricultor deposita en general dos semillas. Una
primera aplicación de nitrógeno se efectúa -al
mismo tiempo o algunos días después- colocan-
do un puñado de urea sobre el lugar de la siem-
bra o al pie de la plántula. Las contribuciones
de nitrógeno se distribuyen en dos o tres dosis
de acuerdo a la duración del cultivo. Lo mínimo
que éste recibe son dos aplicaciones de produc-
tos fitosanitarios, aplicados con ayuda de pulve-
rizadores a motor o manuales. El número de
aplicaciones varía en función de la presión de las
enfermedades y plagas. Una última deshierba
química se hace algunos días antes de la cosecha.
El maíz se cosecha a partir de mayo-junio, pero
esta etapa puede diferirse hasta agosto. Las “es-
pigas” de maíz se recogen a mano y luego se
agrupan en montones; ésta es una etapa que de-
manda mucho trabajo. A continuación, las des-
granadoras permiten separar los granos del
resto de las espigas. Estas máquinas son alquila-
das al mismo tiempo que el transporte. Después
de la cosecha, el suelo se deja en barbecho hasta
diciembre.
Este sistema funciona con muchos insumos
(semillas, productos fitosanitarios, abonos quí-
micos) comprados a crédito (con intereses men-
suales de hasta 10%) a comerciantes, lo que
implica una dependencia muy fuerte de los agri-
cultores frente a casas comerciales que desempe-
ñan el triple papel de proveedor, comprador y
acreedor.
Para rembolsar cuanto antes sus créditos, los
agricultores pretenden vender el maíz lo más rá-
pido posible una vez cosechado -periodo que co-
rresponde también al momento en que el precio
es el más bajo-. El precio varía durante un
año de 7USD/qq de mayo a agosto, hasta
12USD/qq en enero y febrero.
Este sistema de cultivo con insumos se practica
desde hace tiempo (más de 25 años). Cada año,
sobre la misma parcela, se forzó al crecimiento
de maíz administrando productos químicos y
urea. La quema sistemática de todos los residuos
de cultivo elimina la única fuente potencial de
materia orgánica de este sistema de cultivo y el
poco material mineral aportado se concentra en
un solo lugar. Los efectos negativos son visibles
en el suelo, que cada vez se empobrece más en
compuestos orgánicos y muestra señales inicia-
les de erosión de las arcillas, las cuales se acumu-
lan más en los bajíos. La riqueza y la estructura
del suelo se deterioran, por ello las raíces de
maíz no descienden más allá de 30 cm y la capa-
cidad de retención de agua es muy baja. Más fá-
cilmente notables en el paisaje, los problemas de
erosión que afectan las pendientes dejan cárca-
vas o hundimientos en medio de los campos. La
ausencia de trabajo del suelo no permite limitar
la presión de las adventicias que además desa-
rrollan resistencia a herbicidas químicos.
Año tras año, este sistema de cultivo destruye la
fertilidad del suelo, aumenta la presión de las
malas hierbas y requiere más urea y productos
químicos.
Presentamos aquí un ejemplo del cálculo del va-
lor agregado bruto de un sistema de cultivo y el
número de días necesarios para realizar un ciclo
de este sistema. En primer lugar, el itinerario
técnico presenta cada fase de cultivo con el nú-
mero de días y los productos químicos necesa-
rios.

Cuadro 1. Cálculo de costos de producción y mano de obra del cultivo de maíz en monocultivo.

Operación Periodo Mano de Producto Cantidad Precio Costo

obra unitario

Limpieza y quema Noviembre 6 0 0 0

Control de malezas Diciembre 2 Gramoxone 1 6 6

preemergente
Atrazine 1 4 4

Control de malezas Abril-Mayo 2 Glifosato 2 3.6 7.2

antes de cosecha

Siembra Enero 6 Semilla ? 1 22 22

Control de insectos Febrero-Marzo 2 Cipermetrina 2.5 8 20

Fertilización Enero-Febrero 2 Urea 1 24 24

Fertilización Marzo 2 Urea 1 24 24

Cosecha Junio-Julio 10 0 0 0

Desgrane-Transporte Junio-Julio 5 Servicio 70 1 70

39 187.2

Quintales Precio de venta Producto bruto

Rendimiento 70 7 490

Consumo intermedio 187.2

VAB/ha 302.8

VAB/jornal 7.76410256

129
 En el cuadro 1 se demuestra que para cultivar
una hectárea de maíz son necesarios 187USD en
costos de producción (productos químicos y
transporte) y 39 días laborables.5 Asimismo,
nos indica que 1 ha de maíz permite obtener
302 USD al año, y un día de trabajo en este culti-
vo permite ganar 7.8 USD .
El sistema maíz/maíz
La principal dificultad de este sistema es el
tiempo: el maíz de invier no debe recogerse en
mayo, para sembrar cuanto antes el de verano y
aprovechar las lluvias de final de temporada de
invier no. El campesino debe entonces disponer
de suficiente mano de obra para llevar a cabo
este trabajo. Este sistema a menudo se realiza
con una mecanización del terreno antes de la
siembra, la trituración de los residuos de la co-
secha anterior y un trabajo del suelo superficial.
Esta práctica constituye una preciosa contribu-
ción de materia orgánica al suelo, lo que le per-
mitirá mantener su estructura y preservar su
capacidad de retención de agua (indispensable
en el caso de un cultivo de verano). El trabajo
del suelo con mecanización puede hacerse antes
de establecer el primer ciclo de maíz, o dos veces
antes del segundo ciclo. El itinerario técnico del
maíz de invier no sigue las mismas etapas que el
de monocultivo, así como el de verano. Sin em-
bargo, el rendimiento del maíz de verano es in-
ferior en casi la mitad al de invier no (30 qq/ha).
Pero el agricultor utiliza menos insumos para
limitar los riesgos en el caso de un verano dema-
siado seco que no permitiría el desarrollo del
cultivo y porque en esta temporada la presión de
los plagas y enfermedades es menor que en
temporada húmeda.
A manera de reflexiones
El maíz en monocultivo: un cultivo con baja
rentabilidad
En los ciclos cortos, el maíz es el cultivo que tie-
ne las menores productividades de tierra como
trabajo. Un día de trabajo con maíz está apenas
sobre la remuneración mínima de un día de tra-
bajo de un empleado agrícola.
5 No se incluyen los costos de la mano de obra porque dependen de la fuerza de trabajo de la familia y, en consecuencia,
eso se considera en el sistema de producción.
130
Así, este sistema de cultivo no permite ganar su-
ficiente dinero, menos aun si el campesino tiene
necesidad de emplear mucha mano de obra
(5USD/día). Esta baja rentabilidad se explica fá-
cilmente: el sistema de cultivo de maíz demanda
mucho trabajo e insumos (semillas, urea, pro-
ductos fitosanitarios), y el maíz se vende a un
precio bajo; por tanto es el cultivo menos renta-
ble de la región. Sin embargo, se desarrolló muy
bien en la zona, ya que el cultivo presentaba bue-
nos resultados en su inicio. En efecto, la Revolu-
ción Verde permitió, en los primeros años, tener
buenos rendimientos en maíz a cambio de un
costo bajo de insumos. Este sistema de cultivo
fue rentable al principio, luego la destrucción
sistemática del suelo -pobre en materia orgáni-
ca- hizo caer los rendimientos mientras se in-
crementaban los precios de los insumos y
disminuía el precio del maíz. En la actualidad,
puede manifestarse que este sistema de cultivo
no es rentable para los pequeños productores en
la zona de estudio.
Efectos de una reducción del precio del maíz
Con los datos económicos puede elaborarse un
análisis de sensibilidad con tendencia a la dismi-
nución en el precio del maíz para los tres siste-
mas que generan este producto.
Así pues, el sistema 3 no se ve tan afectado por la
reducción, ya que el maíz no representa una par-
te importante de su renta.
Por el contrario, los sistemas 1 y 2 subsisten
muy difícilmente a una reducción del precio del
maíz: el SP1 no podría soportar tal reducción, ya
que pasaría por debajo del límite de superviven-
cia. Ahora bien, con los problemas de suelo debi-
dos al monocultivo del maíz, el campesino del
SP1 tendrá con más frecuencia una cosecha con
bajo rendimiento y con costos de producción
cada vez más elevados. Si, además, suponemos
que con la liberalización del comercio el precio
del maíz va a disminuir o por lo menos se estan-
cará, puede manifestarse que el SP1 no tiene fu-
turo. El campesino que compra a crédito
confiando su título de propiedad en garantía,
perderá su explotación al momento de no poder
Cuadro 2. Cálculo de costos de producción y mano de obra del sistema de cultivo de maíz/maíz.

Operación Periodo Mano Producto Cantidad Precio Costo

de obra unitario

Mecanización, preparación Diciembre 0 Servicio 1 50 50

de siembra

Control de malezas Marzo 1 Gramoxone 1 6 6

pos-emergente

Control de malezas antes Abril-Mayo 2 Glifosato 2 3.6 7.2

de cosecha

Siembra Enero-Febrero 6 Semilla ? 1 22 22

Control de insectos Febrero-Marzo 2 Cipermetrina 2.5 8 20

Fertilización Enero-Febrero 2 Urea 0.75 24 18

Fertilización Marzo 2 Urea 0.75 24 18

Cosecha Junio-Julio 10 0 0 0

Desgrane-Transporte Junio-Julio 3 Servicio 70 1 70

Mecanización, preparación Junio-Julio 0 Servicio 1 50 50

de siembra

Siembra Julio 6 Semilla ? 1 22 22

Control de insectos Julio 1 Dimepac 1 2.5 2.5

Control de insectos Septiembre 1 Malation 1 1 1

Fertilización Julio 2 Urea 0.5 24 12

Fertilización Agosto 2 Urea 0.5 24 12

Cosecha Octubre- 10 0 0 0
Noviembre

Desgrane-Transporte Octubre 3 Servicio 40 1 40

53 350.7

Quintales Precio de venta Producto bruto

Rendimiento invierno 70 7 490

Rendimiento verano 35 10 350

Consumo intermedio 350.7

VAB/ha 139.3

VAB/jornal 9.232075472

131
 cancelar los créditos. Entonces las explotacio-
nes serán, poco a poco, readquiridas por los ha-
ciendas de ganadería vacuna o plantaciones que
existen alrededor, y los campesinos irán a traba-
jar a las plantaciones o a Guayaquil, donde el
número de desempleados es creciente.
Conclusiones
Los problemas de rendimiento, asistencia técni-
ca, crédito, comercialización e infraestructura
afectan a los pequeños productores. Es así como,
entre 11 y 18% de los agricultores utiliza semi-
lla mejorada y certificada, respectivamente. La
falta de infraestructura, asistencia, investiga-
ción agropecuaria y capacidad financiera limita
la producción del agricultor en épocas no tradi-
cionales. Por tanto, el pequeño productor gene-
ralmente saca su cosecha cuando existe una alta
oferta y los precios tienden a disminuir. Este ci-
clo es repetitivo debido al escaso o nulo acceso
que los agricultores tienen a la información de
precios. La distancia hasta el mercado, las áreas
de producción pequeñas, la baja capacidad fi-
nanciera, la falta tanto de medios de transporte
como de sistemas de almacenamiento obligan al
productor a entregar su producto “en poco
tiempo y desde el sitio de la producción”. Estas
características justifican la presencia de inter-
mediarios: entre 76 y 86% de los agricultores
con predios menores a las 5 ha entrega a éstos
su producción.
Gráfica 1. Modelización de los efectos de una reducción del precio del maíz sobre al renta
agrícola.
132
La agricultura por contrato constituye una for-
ma de “coordinación vertical” de la agroindus-
tria y un mecanismo de abasto que resulta
intermedio entre las compras que ésta hace en el
mercado abierto y la producción en sus propias
tierras o rentadas (“integración vertical”); re-
presenta relaciones sociales de producción en las
cuales productores independientes son subordi-
nados a la administración mediante un determi-
nado proceso de trabajo, pero no resuelve los
problemas de ingresos, calidad de suelos, baja de
rendimiento, etcétera.
Ya tenemos claro que, para las explotaciones
con el SP1, el campesino necesita de al menos
4-5 ha para vivir. Pero, aunque exista una super-
ficie de 4 u 8 ha no existen cambios fundamenta-
les, ya que se encuentran todavía en los límites
de supervivencia. Esto puede explicarse por el
análisis del sistema de monocultivo del maíz,
fuente principal de ingresos del SP1. El maíz re-
quiere numerosos insumos y mucha mano de
obra; así, un campesino que tiene una superficie
importante va a pagar más mano de obra por
hectárea (un agricultor que tiene solamente un
hectárea no paga casi nada de mano de obra; uno
que tiene 8 ha puede llegar a pagar grandes can-
tidades en mano de obra). Pero incluso con una
superficie próxima a 8 ha, el campesino no podrá
ahorrar el suficiente dinero para evitar comprar
los insumos a crédito. Su sistema de producción
le conducirá también a solicitar créditos al 10%
de interés mensual.
Así, este sistema de producción no permite al
pequeño productor salir del ciclo infer nal de en-
deudamiento y sobrepasar el límite de supervi-
vencia. Para estos campesinos, lo más
importante es tener una buena cosecha de maíz;
cuando la tienen esto permite a la familia sobre-
pasar el mínimo de supervivencia, pero cuando
es mala, solicitan un crédito suplementario que
debe reembolsarse con la próxima cosecha. Por
ello, cuando un técnico propone una nueva va-
riedad de maíz híbrido que les permitirá tener
una buena cosecha, el campesino compra la nue-
va semilla y todo el paquete técnico que viene
adjunto, apostando sobre los rendimientos pro-
metidos para superar ligeramente los límites de
supervivencia. Pero las condiciones de cultivo
son tales que nunca obtienen los rendimientos,
ni las ventas prometidas por el técnico, y éste al
siguiente año venderá otra “mejor” semilla.
El SP2 está sobre el límite de supervivencia; no
se especializa completamente en el cultivo de
maíz. Cuando éste se diversifica gracias a un sis-
tema de cultivo con una buena productividad de
la tierra -como el maní o la huerta agrofores -
tal- el campesino puede elevar sus rentas sin au-
mentar la superficie cultivada. Al contrario,
cuando está diversificado con crianzas (cerdos y
ganadería), el campesino tiene necesidad de ma-
yor superficie”. La diversificación permite al
campesino tener dinero, sobre todo en el mo-
mento de la compra de insumos para el cultivo
del maíz y, gracias a eso, puede recurrir con me-
nos frecuencia a los créditos.
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campo? ¿Qué lecciones se tienen en esta
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133
134
Análisis de experiencias mexicanas vistas por
estudiantes ecuatorianos
Zapata Vive: lucha y resistencia anti sistémica
en comunidades indígenas y campesinas
de Ecuador y México
Introducción
El mundo capitalista, como sistema de vida, ne-
cesita energía para su consolidación. Desde que
apareció la industrialización y como consecuen-
cia el capitalismo, la energía --especialmente la
que se extrae de los Recursos Naturales (carbón,
petróleo)-- ha sido la fuente principal que anima
el crecimiento y la acumulación. Sin energía (de
cualquier clase) nada podría funcionar en el
mundo actual, ni quisiera las cosas más insigni-
ficantes pero necesarias para el mundo “moder -
no” como el cartón, los tor nillos, las fibras, la
ropa, las computadoras, el transporte, etc. Es
decir, si no se poseen fuentes de energía perma-
nentes el mundo capitalista se colapsa. Por tan-
to, para que el sistema se reproduzca se requiere
de acceso a la energía, tecnología para extraerla
y mecanismos para producirla.
Pero no sólo acceso a la energía, dada su impor-
tancia estratégica para el sistema se requiere,
sobre todo, control de las fuentes de donde viene
esa energía y la historia del capitalismo nos ha
mostrado que sólo es posible por medio de la im-
posición, la violencia y el poder. La historia del
control del acceso a la energía, es la historia del
capitalismo: historia del despojo y opresión por
1 Trabaja en CAMAREN. Ecuador.
1
Eloy Alfaro
diversos mecanismos, que buscan el control y
acceso a los recursos que requiere el primer
mundo. En el modelo neoliberal se expresa el
capitalismo y la continuación de las estrategias
de despojo, crece la demanda de energía por los
procesos de especialización que desarrolla la
industria y la tecnificación de la misma, pero
también por el crecimiento poblacional que de-
manda mayores servicios.
En las décadas del 1980 y 1990, México y Ecua-
dor, al igual que el resto de países de América
Latina, aplican el modelo neoliberal impulsado
por las multilaterales como instrumento de de-
sarrollo. Este modelo incide en todos los ámbi-
tos de la vida de los países, que paulatinamente
ven cómo los beneficios y la moder nidad que se
pretendía traer, se alejan. Su aplicación implica
importantes procesos para industrializar y
moder nizar en varias capas del agro. La moder -
nización neoliberal se expresa en los megapro-
yectos que concentran todas las formas y
mecanismos de extracción de recursos, uno de
esos mecanismos es la agroindustria. Para ello
se incentiva la creación de cultivos de agroex-
portación, que se convierten en el motor en tor -
no al cual gira el resto de la agricultura. La
economía agraria en el neoliberalismo tiene
135
 como base reprimarizar y especializar la agri-
cultura, con procesos de concentración y recon-
centración de agua y suelo. Todo esto se
manifiesta en transferencia de tecnología para
la agricultura de agroexportación, excluyendo a
pequeños productores.
Para todo ello, se acentúan también perma-
nentes modificaciones al marco jurídico y
normativo, que permiten consolidar los mega-
proyectos y todas sus implicaciones. Paralela-
mente a este marco jurídico se diseñan meca-
nismos de control y represión, que criminalizan
la lucha social, lo que a todas luces significa un
efectivo control de territorios para acceder a los
recursos energéticos. En nuestro continente en-
contramos megaproyectos como resultado de
acuerdos de libre comercio en importantes fuen-
tes de energía que el mundo desarrollado re-
quiere. En este contexto se dan procesos de
resistencia a lo largo y ancho del continente,
que ponen en evidencia nuevos sujetos, con nue-
vas y creativas formas de lucha y con nuevos y
efectivos mecanismos de acción colectiva, que
frenan el avance del modelo y cuestionan el ser
capitalista y civilizatorio de las propuestas de
desarrollo que nos llevarán a la “moder nidad”.
Al respecto surgen una serie de preguntas: ¿qué
características tiene lo agrario en un contexto
de globalización neoliberal?, ¿podemos hablar
de elementos comunes que nos revelan las nue-
vas formas de resistencia y caracterizarlas?,
¿podemos hablar de un nuevo sujeto social en el
agro y caracterizarlo? Por ello, este ensayo
busca:
• Comparar la lucha por la tierra y la vida en
Atenco-México y Sarayacu–Ecuador, dos
comunidades que resisten al modelo neolibe-
ral y sus efectos en el acceso a los recursos
naturales y la tierra, y defienden su derecho a
la autonomía y propio sentido de moderni-
dad.
• Sacar lecciones sobre las formas de resisten-
cia al modelo neoliberal y conocer los sujetos
sociales que la protagonizan, así como las
formas que toma el sujeto.
• Describir las distintas formas de consolida-
ción del capitalismo en el espacio rural.
Usando notas de campo, revisión bibliográfica y
observación participante, se reconstruye y des-
cribe lo sucedido en las dos comunidades y que
136
corresponden a un mismo momento histórico (la
instauración del modelo neoliberal), pero geo-
gráfica, ecológica y étnicamente distantes.
A partir de esto haré una comparación, de la cual
pueda extraer elementos que caractericen el mo-
mento del espacio agrario en estos dos países y
las particularidades de cada uno, así como el
nuevo momento de las luchas por la vida y resis-
tencia sistémica que vive nuestro continente.
Una precisión necesaria, respecto a la amazonía
ecuatoriana, es que de este lugar es de donde se
extrae el petróleo, principal fuente de divisas
para el país y de ahí también lo estratégico de
este espacio.
Los casos de Estudio
1. Caso Atenco
Ubicación geográfica y características de la población
San Salvador Atenco. Es una población del
Estado de México, cabecera del Municipio de
Atenco, situada en la zona oriental del Valle de
México, Atenco proviene del náhuatl en la ori-
lla del agua refiriéndose a su situación en la ri-
vera del antiguo Lago de Texcoco, es un
poblado de orígenes prehispánicos que fue fun-
dado por grupos chichimecas y toltecas alrede-
dor del 958. Constitutido en ayuntamiento en
1820, San Salvador Atenco fue un pequeño po-
blado rural dedicado a la agricultura hasta la
década de 1980, cuando el exorbitante creci-
miento demográfico de la Ciudad de México
alcanzó la zona de su asentamiento convirtién-
dolo en área conurbada. Sin embargo, el desa-
rrollo social fue mínimo pues en la zona oriente
del Valle, donde se encuentra, fue frecuente el
crecimiento desmedido y desorganizado, las in-
vasiones de tierra y los asentamientos irregula-
res. (Wikipedia, 2007).
Atenco es uno de los 125 municipios que con-
forman el Estado de México, colinda con el
Distrito Federal y es una de las entidades más
pobres de todo el país. Los habitantes de San
Salvador Atenco son en su mayoría campesinos
ejidatarios. Se dedican a la agricultura de sub-
sistencia y comercial. (CIEPAC, 2006).
Origen del conflicto: la lucha por la tierra y la vida
La lucha de Atenco inicia en el 2001, en defensa
de las tierras que el gobierno de México expro-
pió para construir un aeropuerto internacional.
Un grupo de más de 500 campesinos de Atenco
inicia la protesta el mismo día en que se anuncia
la expropiación. Con el machete arriba, que es
su instrumento de trabajo, bloquean la carrete-
ra. Al paso de los meses conformarían un movi-
miento de importantes proporciones y mucha
legitimidad, bajo el nombre de Frente de Pue-
blos en Defensa de la Tierra (FPDT), al cual se
unieron diversas luchas regionales. El FPDT
gana la batalla al gobierno e impide que en sus
tierras se levante el aeropuerto, en lo que fue
considerado un importante triunfo contra el
neoliberalismo. Es el 1 de agosto de 2002 cuan-
do las autoridades anuncian la cancelación del
proyecto en Texcoco y la abrogación del decre-
to expropiatorio. El pueblo ya estaba organiza-
do y refrendaron su compromiso de seguir
luchando por la defensa de la tierra. (CIEPAC,
2006).
Características de la lucha: cierre de carreteras, toma
de edificios
El machete se volvió emblema y desafío del mo-
vimiento, una declaración de querer defender
lo propio, empuñando las armas, si por medio
del diálogo no se les quería entender. Hubo
desde el principio acciones de autodefensa po-
pular. Se trata de la protección de un territorio,
una declaración explícita de que las tierras son
de quienes las trabajan, y el anuncio, de una au-
tonomía, que se concretaría meses después. Se
organizaron rondines de las propiedades ejida-
les por jóvenes montados a bicicleta; se cavaron
zanjas para impedir el paso de maquinaria pesa-
da y el paso a la seguridad pública; se constru-
yeron vallas de piedras, llantas, con sacos
llenos de arena; se instalaron casas de campaña
en las milpas, a fin de vigilar terrenos y pozos.
Pero aparte de la solidaridad que llegó a los eji-
datarios espontáneamente, Atenco sabiamente
supo tomar la iniciativa y buscar proactiva-
mente la solidaridad. Marcharon a la Universi-
dad Pedagógica Nacional, a la UNAM, a
FES-Zaragoza, a la Cámara de Diputados, fue-
ron a Chiapas a dialogar con el EZLN. Participa-
ron en Jalisco en la huelga de los trabajadores y
fueron detenidos con ellos. Realizaron el “Pri-
mer Encuentro Nacional Campesino” en sus te-
rrenos. Se aliaron con la Unión Campesina
Emiliano Zapata para protestar contra el Plan
Puebla Panamá (PPP). Marcharon a una maqui-
ladora ubicada cerca de sus propiedades y pro-
testaron por las malas condiciones de trabajo
de hijas e hijos de los ejidatarios. El conflicto de
Atenco rebasó la lucha por los terrenos ejida-
les. Los ejidatarios supieron relacionar su pro-
blemática particular con las condiciones
imperantes más generales: la falta de justicia y
de democracia, la impunidad, e intento de des-
pojo. Por eso fue lógico para los texcocanos re-
lacionar su lucha con las protestas que se libran
en toda Mesoamérica contra el PPP y el ALCA.
Además de la lucha política los ejidatarios no
descuidaron el frente legal. (Pickard, 2002).
Componentes de la lucha: anticapitalista, antisisté-
mica, por la tierra, autonómica, asamblearia
Las asambleas de los pueblos organizados en el
Frente de Defensa de la Tierra, sus mecanis-
mos de rotatividad y revocabilidad en las comi-
siones de representación y los comités de
solidaridad construidos permitieron la movili-
zación sistemática, que logró la derogación del
decreto expropiatorio. Ha sido una prueba con-
tundente de la efectividad del método de lucha
proletaria, al permitir a las bases su libre y es-
pontánea expresión contra todo manipuleo y
freno a sus aspiraciones democráticas. La ga-
rantía de los próximos triunfos está en la pre-
servación de tal independencia del Frente y del
conjunto de organizaciones. La lucha de los po-
bladores del Valle de Texcoco logró rebasar no
sólo las condiciones impuestas por el régimen
al servicio del capital, sino también las iniciati-
vas que se propusieron acaudillar el movimien-
to de masas con métodos de conciliación
(Bloque Socialista, 2002).
Estado actual de la lucha
Desde mayo del 2006 se profundizó la represión
y violencia estatal que ahora se da con bajo perfil
y también abiertamente, persiste una perma-
nente persecución y amedrentamiento a los ha-
bitantes de los municipios rebeldes. Más de 200
dirigentes han sido detenidos y trasladados a di-
137
 ferentes cárceles del país, bajo cargos de terro-
rismo.
2. Caso Sarayacu
Ubicación geográfica y características
de la población
La comunidad kichwa de Sarayacu, está ubica-
da en la región amazónica ecuatoriana, provin-
cia de Pastaza, en las riveras del río Bobonaza a
30 minutos de vuelo en avioneta de la ciudad
más cercana que es el Puyo y a dos días de na-
vegación fluvial. Cuenta aproximadamente con
mil habitantes. Pertenece a la Organización de
Pueblos Indígenas de Pastaza, OPIP. Su nom-
bre significa RIO DE MAÍZ. La comunidad, man-
tiene sus tradiciones, idioma, sus sueños,
costumbres, música, creencia, ritos, artesanías,
su forma de vida que se ha transmitido en for-
ma oral (página oficial).
Origen del conflicto: la lucha por la vida
y contra la exclusión
Durante la República, las comunidades y etnias
de la región permanecieron en un olvido, que
no se ha subsanado. Por ello, hay una explica-
ble reivindicación histórica de los indígenas
amazónicos, que se ha expresado de muchas
formas en los últimos años. No obstante, el
Estado no puede dejar de contar con la riqueza
petrolera, que es la principal fuente de divisas.
Y no obstante, ha sido incapaz de incorporar a
las poblaciones orientales a un proyecto (eco-
nómico, social, político) compartido. En este
aspecto, hay un retraso de más de 200 años.
Por más de tres décadas, los indígenas amazó-
nicos han protestado contra la presencia de las
empresas petroleras en las zonas que habitan.
En 1993, indígenas y campesinos promovieron
una demanda contra Texaco, a nombre de 30
mil personas de unas 20 tribus ecuatorianas.
Piden $1.000 millones por los daños ambien-
tales ocasionados durante 28 años de explo-
tación.
Sarayacu tiene una larga historia de oposición
a la explotación petrolera, por causa de sus
graves impactos ambientales y sociales. El
conflicto tuvo su inicio en 1996 cuando el go-
bierno del Ecuador y la Compañia General de
138
Combustibles (CGC) de Argentina subscribie-
ron un contrato de exploración de petróleo en
el “bloque 23”, abarcando 200 000 hectáreas, la
mayor parte es territorio de Sarayacu. El pue-
blo de Sarayacu no fue consultado.
Desde el 2000 hasta ahora, la CGC ha manteni-
do una verdadera guerra contra Sarayacu, con
la finalidad de destruir la confianza entre el
pueblo y sus dirigentes. La estrategia de la CGC
está basada en soborno, desinformación, para-
militarismo, militarización, amedrentamiento.
De acuerdo a la constitución ecuatoriana el
Estado es dueño de todos los recursos que se en-
cuentran en el subsuelo, y las Fuerzas Armadas
son las llamadas a garantizar las condiciones
para extraer este recurso, y por ello presta se-
guridad y es la “fuerza del orden” en zonas pe-
troleras. En el conflicto con Sarayacu, las
fuerzas militares fueron actores fundamentales
en contra de las comunidades y a favor de las pe-
troleras.
Características de la lucha
Tropas militares atacan los Campamentos de
Paz de “Tiutihualli” y Pan Duro, que los mora-
dores de Sarayacu habían levantado para defen-
derse del acoso permanente por parte de la
petrolera CGC, que intenta realizar exploracio-
nes sísmicas en territorio de Sarayacu por medio
de la fuerza. Los campamentos buscan impedir
que la petrolera ingrese a los territorios que han
sido declarados en emergencia por la comuni-
dad. La declaratoria de emergencia implica cam-
biar de ritmo, la escuela deja de dar clases, el
centro de salud deja de prestar atención domici-
liaria, la asociación de mujeres deja de tener pro-
gramas regulares, etc. La comunidad se prepara
para resistir la presencia de la petrolera protegi-
da por el ejército. La emergencia se mantiene
por más de un año y los campamentos también.
En el ataque del ejército, son detenidos algunos
militares y sus armas son retenidas por las muje-
res. Durante varios días desaparecen algunos
comuneros.
La comunidad lleva meses de aislamiento forzo-
so, al que la somete el ejército, que impide la
circulación por el río (principal vía de comunica-
ción) y el acceso de alimentos, medicinas, infor-
mación y ayuda. Sarayacu logra negociar un
acuerdo con los militares: que se libere a los
cautivos, se dejará transitar libremente a la gen-
te de Sarayacu por el río Bobonaza y se retirarán
inmediatamente los doscientos militares. A
cambio de eso las mujeres de Sarayacu devuel-
ven los fusiles en una ceremonia que tiene ribe-
tes de victoria, pues el ejército se retira
humillado, ya que las mujeres son quienes de-
sarman a soldados especializados en selva.
La lucha de este pueblo se la lleva también en lo
inter nacional y por ello se logra “17 de junio de
2005, se comunicó al Estado que debe 'cumplir
de forma estricta e inmediata con lo ordenado
por la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos (CIDH), para proteger eficazmente la vida,
integridad personal y libre circulación de todos
los miembros del pueblo indígena de Sarayacu'.
La Corte ordena también el inmediato retiro del
material explosivo colocado en el territorio de
Sarayacu por la Compañía para la exploración
sísmica”, el cual es retenido por la comunidad,
como medida de presión, este material es toma-
do por los indígenas hasta que la petrolera cese
sus actividades. Una vez que se retira el ejército
ingresan grupos paramilitares que golpean, se-
cuestran y violan a mujeres y hombres de la co-
munidad.
Características de la lucha: anticapitalista,
antisistémica, por la tierra, autonómica, asamblearia
Sarayacu lucha por
Cinco pilares básicos: Los temas señalados son:
1) Rechazamos la pretensión de convertirnos
en campo petrolero; 2) Reafirmación de la vo-
luntad de gobernar nuestro territorio con
nuestra justicia; 3) Apuntalamiento de nuestra
economía y aprovechamiento equilibrado de
nuestra selva; 4)Impulso a nuestras propuestas
educativas, de salud, transporte y energías al-
ternativas; y 5)Contribución a la construcción
de un Estado Plurinacional y una democracia
donde se mande obedeciendo. Y en lo funda-
mental, exigimos que Sarayaku sea declarado
territorio excluido a perpetuidad de la activi-
dad petrolera, pues tenemos otros planes más
sostenibles y compatibles con nuestras deman-
das históricas y nuestra cultura. En esa línea
planteamos que el Estado, las organizaciones
indígenas, los organismos de conservación y
entes de control, debatamos y redefinamos de
una sola vez el mapa petrolero que conviene al
país, tomando en consideración por igual, las
variables económicas, sociales, ambientales y
organizativo-culturales de nuestros pueblos
(Boletín de prensa, octubre 15 de 2003).
Con estas propuestas se deja de lado la posibili-
dad de extracción petrolera y se plantea una nue-
va forma de entender el espacio amazónico,
como un territorio de vida y no sólo de extrac-
ción de recursos, además de importancia para la
humanidad y no sólo para los comuneros o el
Estado.
La disputa entre Sarayacu y el gobierno en
Ecuador va más allá del petróleo: desafía la
concepción de un Estado unitario y homogé-
neo. La comunidad de Sarayacu, defiende su de-
recho a mantener el bosque virgen. Se trata de
algo más que una disputa por petróleo. Allí se
pone en jaque la vigencia de una concepción de
Ecuador como una nación y un Estado unita-
rios y homogéneos, que ignoró la existencia de
las naciones indias. Sólo la decisión de Saraya-
cu de proclamarse como Territorio Autónomo
es ya un modo de reivindicar una historia pro-
pia y negar la imposición de otra ajena; es un
acto de “subversión”. Allí entran en juego no
sólo las metas económicas de un régimen urgi-
do por petróleo, sino la estructura político-ad-
ministrativa del país y una democracia que no
entiende la dimensión de la autodeterminación
planteada por las organizaciones indígenas de
la Amazonía. A pesar de la visibilidad y presen-
cia determinante que alcanzó el movimiento
indígena, la sociedad dominante sigue subesti-
mando las posibilidades de un futuro que se
apoye en la explotación sustentable de recur-
sos, practicada durante siglos por pueblos an-
cestrales (Ponce, 2004).
Estado actual de la lucha
Aunque la CIDH ordena al Estado ecuatoriano
terminar con el cerco y garantizar la vida de los
habitantes de Sarayacu, por fuera de sus territo-
rios continúan los hostigamientos, las amena-
zas, las prisiones, las torturas y asesinatos. La
compañía no tiene acceso a estos territorios que
ahora son declarados autónomos por parte de
este pueblo que empieza a aplicar los puntos
principales de su plan de vida y construir un de-
sarrollo que no atente el derecho a la vida.
139
 3. Análisis Comparativo
Contexto Semejanzas
Contexto En el contexto global se encuentra en aplicación el
global modelo neoliberal, como estrategia de desarrollo, lo
que implica apertura a capitales internacionales.
Contexto La Reforma Agraria ha terminado en la década de
agrario 1990; pero subsisten conflictos de acceso a la tierra y
presencia de multinacionales.
En los dos países no se logró terminar con las for-
mas precapitalistas de trabajo en el campo y la mo-
dernización fue entendida más como transferencia de
tecnología y no al desarrollo o diseño de la misma.
En los noventa las organizaciones sociales postergan
la lucha agraria en sus agendas.
Características La defensa de la vida se convierte en la bandera de la
de la lucha lucha, toma características antisistémicas y anticapi-
talistas, en tanto que resistir a los intereses multina-
cionales es frenar la consolidación del capitalismo en
el espacio rural.
En los dos casos se detienen los intereses multina-
cionales para extraer recursos y construir megapro-
yectos. La lucha es por no perder la identidad, el
único mecanismo para sobrevivir.
La lucha es total, participan todos: hombres, niños,
viejos, y las mujeres cumplen un papel determinante.
Las comunicaciones entre quienes resisten toman ca-
racterísticas creativas y alternativas, convirtiéndolas
en armas efectivas para romper el cerco estatal, en
los dos casos se usa la internet.
La lucha es por la tierra, es autonómica y de carácter
asambleario, que significa que no hay dirigentes sino
que es un pueblo en lucha y por tanto las decisiones
son colectivas, lo cual plantea escenarios de negocia-
ción más complicados, largos y radicales “hasta las
últimas consecuencias”. Las formas de lucha
implican todo lo que sea posible para frenar la
contrainformación (foros, murales, periódicos,
ruedas de prensa, movilizaciones, etcétera)
Características Pueblos excluídos de los beneficios del progreso y de
del espacio las ventajas prometidas por la aplicación del modelo
neoliberal.
Características En los dos casos hay un importante protagonismo
del sujeto femenino que resulta determinante al momento de la
lucha. La forma de decisión es democrática. El prin-
cipio organizativo es la asamblea que decide, propo-
ne, define y actúa. Se practica el mandar obedeciendo
y la rotatividad en los cargos. Todos participan en
las decisiones y acciones.
140
Diferencias
México desde 1994 mantiene
un TLC con USA y Canadá
En el caso de Ecuador los pue-
blos amazónicos luchan por sus
territorios que hasta hoy están
terminando de delimitarse.
En el caso amazónico no hubo
reforma agraria sino coloniza-
ción y legalización de tierras a
foráneos no indígenas llamados
colonos. No se buscó incorpo-
rar al Estado Nación, ni a la
modernidad a este pueblo.
En el caso de Sarayacu la iden-
tidad se construye en torno a la
selva y en Atenco en torno a la
tierra.
En el caso de Sarayacu, aunque
las mujeres no lideran la lucha,
sí la orientan y se enfrentan al
ejército quitándoles sus armas.
En el caso de Sarayacu hay una
ofensiva informativa internacio-
nal por parte de organizaciones
indígenas nacionales e interna-
cionales que logran frenar la
arremetida estatal y de la em-
presa.
Sarayacu recibe un amplio apo-
yo técnico y económico de ONG
ambientalistas que intentan
orientar la lucha.
La selva es un espacio con im-
portancia por su biodiversidad
y por ser pulmón del mundo.
Atenco es un espacio cuya lucha
se enmarca dentro de reivindi-
caciones de clase (son campesi-
nos). Sarayacu basa su lucha en
la defensa de la identidad por
ser indígena
Análisis crítico
Cómo entender el capitalismo en el agro
Discursos como equidad social, comercio justo,
sostenibilidad, etc., lo que están haciendo es lle-
var a donde nunca antes estuvo al capitalismo
y específicamente al mercado como forma de re-
lación social, además son discursos “moder ni-
zantes” con características civilizatorias
(sostenibilidad, desarrollo, concertación, etc.).
Si analizamos los discursos del Poder desde un
enfoque crítico entenderemos mejor las formas
de dominación que encierran ciertos discursos y
también entenderemos mejor y podremos dife-
renciar aquellas formas de lucha antisistémicas
y las reivindicativas. Si aplicamos esto a los ca-
sos de estudio, podemos encontrar varias seme-
janzas de los efectos del neoliberalismo en el
espacio agrario y rural, sea selvático o no.
Así, de la aplicación de las estrategias de desa-
rrollo podemos decir que se generan grandes
desventajas para los campesinos y en general
para los sectores más vulnerables frente a las
empresas agroindustriales y multinacionales; se
aumenta el nivel de exclusión y se deteriora el
tejido social por procesos de migración y espe-
cialización de la fuerza de trabajo; de igual
forma se da una pérdida de identidad e indivi-
dualismo acompañado de desestructuración co-
munitaria, exclusión de importantes sectores
sociales, más dependencia del factor dinero para
desarrollar actividades comunes, etcétera.
En términos de acceso a recursos naturales --en
contextos donde el discurso ambiental cobra
importancia en las políticas de desarrollo--, la
aplicación del modelo neoliberal, hace que los
sectores más vulnerables tengan menos posibili-
dades de acceso a los beneficios de estos recur-
sos, pues se generan restricciones a su uso y
aprovechamiento. Por ejemplo, la idea de con-
servación deja por fuera prácticas milenarias de
manejo de recursos naturales por parte de
pueblos originarios y privilegian mecanismos
diseñados bajo visiones productivas como desa-
rrollo sustentable. O la introducción de alter na-
tivas productivas para la agroexportación, no
privilegian o incentivan la producción para el
autoconsumo o la soberanía alimentaria, sino la
producción de postres para el mundo desarro-
llado. Estos aspectos y otros entran en debate
con formas de lucha y resistencia antisistémica
como las desarrolladas por Atenco y Sarayacu.
Y salen a la luz al hacer análisis críticos de los
discursos que estas luchas cuestionan de manera
implícita.
Las luchas y el sujeto de la transformación
El continente presencia cada vez nuevas luchas
y nuevas formas de lucha en el campo. Esto tam-
bién replantea cambios en las formas de resis-
tencia de los sujetos que las encabezan. Los
casos estudiados dejan ver el surgimiento de un
nuevo sujeto campesino compuesto por amplios
sectores de excluídos, que han tenido acceso a la
tecnificación, pero que a pesar de ello mantienen
relaciones precarias de trabajo en el campo; que
las luchas de estos sujetos giran en tor no a la de-
fensa de la vida y la identidad como mecanismos
de reconocimiento mutuo, y por la defensa de los
recursos de los cuales dependen: la selva, la tie-
rra; que la forma organizativa es dinámica y no
se basa en estructuras verticales y centralistas,
sino que su potencial se encuentra en formas de
organización rotativas y revocables.
Cabe señalar que el partido --como forma de di-
rección y conducción de las transformaciones--
debe ser repensado, pues estas nuevas luchas no
reconocen formas verticales de decisión. En los
casos estudiados, al inicio de la confrontación
tanto los partidos como los sectores de izquier-
da y los espacios en lucha no encuentran lengua-
jes comunes, ni intereses que conduzcan a
fortalecer las luchas locales, más bien se generan
mutuos mal entendidos, entre ellos: las formas
de lucha y quien las encabeza. Finalmente la lu-
cha es total, participan todos los sectores socia-
les: hombres, mujeres, niños, ancianos, etc.,
agremiados o no, organizados o no. Es decir, la
lucha toma niveles de revuelta popular y lucha
revolucionaria antisistémica y anticivilizatoria.
La lucha tiene múltiples formas de ser entendida
y de ser aplicada, todo conglomerado social con-
centra múltiples experiencias, que están acumu-
ladas y que en el momento oportuno se ponen en
juego. Sarayacu y Atenco lo hicieron con múlti-
ples formas de resistencia y como resultado ob-
tuvieron luchas de carácter antisistémico.
Ninguna alter nativa se desechó (cierre de carre-
teras, toma de centros de interés, cacerolazos,
pintas, confrontación y otras). El fragor de la lu-
cha generó un crecimiento de las condiciones de
resistencia, que logró altísimos niveles de coor-
141
 dinación, poniendo en jaque al Estado, que no
atinaba a reaccionar ante tal respuesta.
Las luchas de los casos estudiados, aunque son
locales, tienen repercusiones globales pues afec-
tan a espacios de poder e intereses multinacio-
nales. En este mismo sentido, aunque al inicio
las acciones fueron de reacción inmediata, des-
pués al consolidarse la organización, se expre-
saron en discursos y claridades políticas que
dan cuenta de avances y crecimientos colectivos,
que llegan a cuestionar las formas de entender
la vida. Es decir, las luchas se convierten en mo-
mentos fundantes de nuevas racionalidades so-
ciales, económicas, políticas, para los pueblos
que las viven y las conducen, y en referencia
para otros pueblos en similares condiciones. La
lucha también es la posibilidad de reconfigurar
nuevos tejidos sociales, mismos que habían
sido rotos por la implementación del modelo;
ahora se reconstituyen bajo nuevos parámetros,
con nuevos valores, con nuevos horizontes y
sentidos.
Lo que dejan ver las luchas de Atenco y Sara-
yacu, es que hay un contexto de altísima es-
pecialización agrícola (la construcción de
megaproyectos) y tecnificación (industria pe-
trolera) en los campos de América Latina y que
esta especialización y tecnificación están acom-
pañadas de una reprimarización excluyente de
la producción en el campo, misma que genera
grandes éxodos. Esto lleva al abandono del
campo, pero además a la construcción de un o
una campesin(a) diverso(a) y complejo(a): pe-
queño productor, migrante, asalariado, campe-
sino, indígena. La identidad como bandera de
lucha surge con fuerza en los momentos actua-
les, lo que da cuenta de que las luchas agrarias
son también luchas de sentidos, mejor dicho,
por generar nuevos sentidos y por replantear
otros.
Conclusiones
En los dos casos analizados, en tanto que se im-
pide la consolidación de megaproyectos y acce-
so a los recursos energéticos, se cuestiona el
desarrollo del capitalismo como elemento civili-
zatorio y expresión de la moder nidad, pero tam-
bién salta a la vista la existencia de formas de
desarrollo que se basan en otros parámetros, le-
janos a la racionalidad capitalista. Los casos
analizados muestran que la lucha por la vida
cuestiona el capitalismo, que se sustenta en la
142
destrucción del tejido social. Defender el
derecho a la vida y a mecanismos sociales y co-
munitarios de vida, se convierte en freno al capi-
talismo. Es obvio que el sólo defender y
conservar la cultura y la vida no son suficientes,
se requiere como argumento indispensable una
lucha antisistémica que deteriore al capitalismo,
de lo contrario todo proceso de resistencia no
trascenderá. Esto solamente es posible con un
sujeto social capaz de conducir su propio desti-
no, pero con claridades para saber a dónde va y
cómo sostener lo que construye.
Hubo siempre una claridad entre la mayoría de
los ejidatarios que no entregarían nunca la tie-
rra, su activo más valioso. No se trataba de di-
nero. Se trataba de una forma de vida, una
manera de ser, un deseo de seguir siendo cam-
pesinos productores de alimentos básicos.
Nuestro pueblo ha preferido un puño de tierra a
un fajo de billetes. La tierra es nuestra vida.
Ella nos permite mirar a la gente de frente,
como iguales. (Francisco Morales en: Pickard,
2002).
Bibliografía
Bloque Socialista. 2002. “Cronología de los he-
chos de Atenco y enseñanzas para el
Movimiento Popular”.
Boletín de Prensa. 2003. “Sarayacu propone un
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octubre 15 de 2003.
CIEPAC. 2006. Cronología de los hechos de
Atenco. “Chiapasa al día”.
Díaz, Salvador. 2003. Zapata Vive (documental
sobre la lucha de Atenco).
Pickard, Miguel. 2002. CIEPAC. San Cristóbal de
las Casas, núm.311.
Pickard, Miguel. 2002. El Plan Puebla Panamá y
Atenco. Cronología de un movimiento.
Ponce, Javier. 2004. ¿Puede un pequeño pueblo po-
ner en jaque a una nación? Página Oficial
de los pueblos de Sarayacu 2007.
Wikipedia, la enciclopedia libre 2007.
 Comentarios al ensayo “Zapata vive: lucha y resistencia
antisistémicas en comunidades indígenas y campesinas
de Ecuador y México”
Es de sumo interés que Eloy Alfaro ubique al ca-
pitalismo como un sistema de vida en el que la
voracidad y el apoderamiento de los recursos
energéticos cobran singular importancia. Es no-
vedosa la forma real y metafórica (aunque suene
paradójico) como describe la importancia estra-
tégica de estos recursos como parte nodal del
sistema capitalista.
No obstante, es necesario ubicar los movimien-
tos sociales indígenas y agrarios en el contexto
de la nueva fase de desarrollo del capitalismo,
toda vez que la lucha de estos grupos, como ocu-
rre en Atenco o en Sarayacu, son por la defensa
del territorio, de la cultura y de los recursos
naturales –que no solamente los energéticos–
ante el embate de la globalización y su expresión
política: el neoliberalismo (como bien lo retoma
Alfaro en sus conclusiones).
La globalización, entendida como un sistema de
vida con diferentes dimensiones, va más allá de
la búsqueda de la integración de las economías
regionales a la dinámica de los mercados finan-
cieros inter nacionales; pues tiende a homoge-
neizar y hasta borrar los procesos identitarios
de las comunidades locales, acentuando la inter-
culturalidad moder na. Sin embargo, genera
como contraparte, procesos de resistencia y
cuestionamiento al sistema imperante, en el que
la defensa del territorio y la identidad cultural
surgen como mecanismos estratégicos expresa-
dos en la lucha por la tierra, no sólo de y como
clases sociales, sino como comunidades con for-
mas de vida específicas y diferenciadas. En este
1 Profesora Investigadora del Museo Nacional de Agricultura. Universidad Autónoma Chapingo. México.
1
Patricia Muñoz Sánchez
contexto vale decir que de la lucha local se va a
lo global y, coincido con Alfaro, que ambos mo-
vimientos de los cuales nos habla, atentaron y
pusieron en riesgo megaproyectos del capitalis-
mo financiero inter nacional.
Lo anterior nos obliga a pensar en la compren-
sión del tiempo y del espacio. Y eso es lo que
permite acertadamente a Alfaro ubicar un es-
quema comparativo de poblaciones y movimien-
tos distantes y cercanos a la vez , regidos por
esa política global de exclusión, pobreza y ho-
mogeneización; en el que el motor de su movi-
miento es la defensa de su territorio.
Es certero también lo expresado en el ensayo
sobre el objetivo de trascender la defensa de las
formas comunitarias y sociales de vida. Y es pre-
cisamente lo que a mi juicio ha faltado en el caso
particular del Movimiento de Atenco, pues aun-
que ha brindado y buscado solidaridad y víncu-
los locales e inter nacionales, no han sido capaces
de generar un proyecto alter nativo de desarro-
llo autogestionario. Colateralmente, la dinámi-
ca de represión y violencia impuesta por el
Estado los ha obligado a concentrarse en la lu-
cha política de defensa y búsqueda de la excarce-
lación de sus compañeros detenidos.
Hasta aquí lo acertado del ensayo, van algunos
señalamientos a fin de aportar información para
cualificarlo: si bien es cierto, en un esfuerzo de
síntesis, se analizan y comparan ambos movi-
mientos, los objetivos son muy ambiciosos pues
resulta insuficiente lo señalado en la ubicación
143
 geográfica, los orígenes y los componentes de la
lucha de Atenco. Sólo se insertan citas textuales
que resumen el movimiento, pero en el que no
hay conjunción o interrelación de ideas propias.
Haría falta ampliar las características, los com-
ponentes, el estado actual de las luchas y sobre
todo intentar responder las preguntas base que
se formulan: qué tipo de sujetos y formas socia-
les surgen en el contexto de la nueva ruralidad,
cuáles son los embates y cuáles los mecanismos
de lucha y resistencia en estos procesos de glo-
balización.
Para el caso de Atenco, me permito dar algunos
elementos que acaso posibiliten un mayor aná-
lisis:
1) La rebelión de Atenco ha marcado un hito
en la historia del movimiento campesino
por la respuesta de los núcleos ejidales que
se vieron afectados, por las comunidades
campesinas que se sintieron amenazadas,
por la innovación de los métodos de lu-
cha, por la comprensión y solidaridad de
la sociedad civil y, sobre todo, por los lo-
gros alcanzados en las diferentes etapas de
lucha de este movimiento que representó
la dignidad histórica y cultural del país.
2) El origen del movimiento de resistencia de
los ejidatarios se ocasionó por el autorita-
rismo, la ineficiencia y la ausencia de diá-
logo de los gobiernos estatal y federal
para impulsar el megaproyecto de la cons-
trucción del nuevo aeropuerto a través de
la imposición del decreto expropiatorio
del 22 de octubre del 2001, en aras de ser-
vir al capital monopólico y al proyecto po-
lítico del neoliberalismo. El gobierno
federal desconoció el principio de pluralis-
mo, la diversidad cultural y el derecho que
tienen los grupos sociales para definir su
rumbo, así como fortalecer y desarrollar
su tradición identitaria.
3) El movimiento de resistencia por la defen-
sa de la tierra, no sólo fue de campesinos;
se convirtió en un movimiento social de
gran envergadura al que se incorporaron
diversos sectores de la sociedad. Su com-
posición social, por lo tanto, estuvo inte-
grada por ejidatarios afectados, familias,
poblaciones, sectores y grupos de cada
pueblo.
144
4) Hay que resaltar que el motor de la lucha
fue Atenco y específicamente la organiza-
ción popular que surgió en su seno con la
experiencia de luchas regionales de anta-
ño: el Frente de Pueblos en Defensa de la
Tierra. Ellos fueron los protagonistas de
las imágenes desconcertantes y provoca-
doras de dos sociedades que son distintas
pero que a la vez cohabitan. Esto es, la lu-
cha agraria se dio en el contexto de la nue-
va ruralidad, que implica un proceso de
transición y composición social de los nue-
vos actores del campo en interacción con la
ciudad. Ello posibilitó la suma de jóvenes
estudiantes, desempleados e intelectuales
críticos.
5) En esta integración masiva destaca la par-
ticipación –como bien menciona Alfaro–
de las mujeres que, aunque no se integran
de manera equitativa en la dirección del
movimiento, sí constituyen el pilar de in-
formación, organización y defensa de su
lucha.
6) Son los líderes naturales –que no los parti-
dos políticos– los que asumen, como repre-
sentantes de cada pueblo, el liderazgo del
movimiento.
7) Sus movilizaciones fueron permanentes y
radicales que llegaron incluso a generar un
poder popular en el momento en que desti-
tuyeron al presidente municipal y en la
toma de instalaciones públicas, creando en
su momento un territorio autónomo. Se
combinaron dos formas de lucha: la legal y
la movilización social, ambas distintas y
complementarias para la denuncia y la so-
lución del problema.
8) El movimiento se fortaleció con una am-
plia cobertura gracias a los vínculos de
solidaridad que se dieron con otras organi-
zaciones, movimientos y sectores en todos
los ámbitos, lo que les permitió trascender
las simples aspiraciones locales o regiona-
les y lograr el apoyo nacional e internacio-
nal. Sus formas y tácticas novedosas de
lucha, así como la tenacidad, beligerancia,
dignidad y tamaño del enemigo, llamaron
la atención de la sociedad civil que vio en
este movimiento la expresión de su des-
 contento social y el ejemplo de entereza en
la lucha.
9) La defensa de la tierra y del ejido se convir-
tió en un símbolo sociopolítico y cultural
en el que se demostró la discordancia entre
lo local y lo global, y en el que el papel de
la tierra para los indígenas y campesinos
expresaba los orígenes y la cultura de
cada comunidad, es decir, sus raíces y su
historia.
10) Se han resignificado y revitalizado las de-
mandas y las luchas de antaño por sus re-
cursos naturales y su cultura. Al crear el
símbolo del machete como instrumento de
trabajo y después como arma defensiva,
surgieron manifestaciones y recreaciones
míticas propias de la cultura popular.
11) La cancelación del megaproyecto aeropor-
tuario significó un triunfo, pero se quedó
pendiente el impulso de un desarrollo de
corte social en el que los propios poblado-
res definan el rumbo, la planeación y la
toma de decisiones. El hecho de no traba-
jar en ello, acaso posibilitó la oleada de
violencia y represión que se suscitaría cin-
co años después y la inminente amenaza de
un gobierno federal derechista y ultracon-
servador.
12) Actualmente están en un proceso de bús-
queda autónoma que apunte hacia un de-
sarrollo con respeto de sus propios valores
culturales, aspiraciones e instituciones
tradicionales, que mejore la calidad de vida
de sus habitantes manteniendo su identi-
dad cultural. Igualmente continúa la lucha
por la excarcelación de sus presos políti-
cos.
Finalmente, me parece muy propio el tema que
eligió Alfaro pues no olvidemos que ante la
apertura a las fronteras del comercio y la adop-
ción de medidas financieras dictadas por el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Inter na-
cional; han sido las luchas de los levantamientos
indígenas de Ecuador en los noventa, y de Méxi-
co, con el EZLN, en 1994, los que han dado fun-
damento a otros movimientos agrarios.
Historias de lucha de la que han abrevado los
nuevos movimientos de Atenco y de Sarayacu.
145
 Economía Campesina y Desarrollo Sustentable,
Libro 2 del Programa de Estudios Agrarios, Producción y Mercados,
se imprimió en el mes de octubre de 2008, con un tiraje de 500 ejemplares,
en: