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LEGITIMADOS PARA RECLAMAR LOS DAÑOS NO PATRIMONIALES EN EL

TÍTULO: CÓDIGO DE VÉLEZ Y LA AMPLIACIÓN DE LA LEGITIMACIÓN EN EL CÓDIGO


CIVIL Y COMERCIAL
AUTOR/ES: Casazza, María S.
PUBLICACIÓN: Temas de Derecho Civil, Persona y Patrimonio
TOMO/BOLETÍN: -
PÁGINA: 82
MES: Noviembre
AÑO: 2015

Nuevo Código Civil y Comercial. Responsabilidad civil. Daño moral. Legitimación


activa. Mala praxis médica

Están legitimados para reclamar por daño moral los hijos menores y el esposo de la paciente que sufrió
serias incapacidades derivadas de una mala praxis médica, lo que derivó en varias declaraciones de
inconstitucionalidad del artículo 1078 del Código Civil, circunstancia que el nuevo Código Civil y Comercial de la
Nación resuelve al ampliar la legitimación activa para reclamar la reparación de las consecuencias
extrapatrimoniales, en consonancia con el derecho constitucional a la reparación.
Los casos de mala praxis médica deben ser estudiados a la luz de las nuevas tendencias de la
responsabilidad civil que han sido recogidas en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación y, a tales fines,
debe tenerse en cuenta la constitucionalización del derecho privado, que es una pauta orientadora fundamental
y cardinal en los casos de grave lesión a los derechos personalísimos y a la integridad psicofísica.
Debe descartarse la responsabilidad profesional de los médicos cirujanos intervinientes en una cesárea si
la atención médica dispensada fue acorde con las normas que expone la práctica obstétrica, al no acreditarse la
existencia de oblito quirúrgico y si la infección que afectó a la víctima tuvo origen ginecológico, descartándose
su inicio en la cesárea.
Debe responsabilizarse al médico que controló a la paciente de una cesárea cuando se concluya que, de
haber llevado a cabo los estudios por imágenes y tomado muestras de la supuración de la herida que
presentaba, el resultado hubiera podido ser más favorable a la víctima al brindarle una chance de que la
infección no avanzara. De manera que, si el galeno debió y pudo haber adoptado una conducta distinta a la
efectivamente obrada, debe concluirse en la relación de causalidad entre su accionar y el resultado final.
Debe responsabilizarse al médico que controló a la paciente de una cesárea al omitir ordenar un estudio
microbiológico de flujo y la realización del examen ginecológico de la paciente, especialmente atendiendo a las
pautas de alarma asentadas en la historia clínica, lo que podría haber variado el curso de los hechos.
Debe desestimarse la demanda indemnizatoria incoada contra el director de un hospital público ante un
supuesto de mala praxis médica ocurrido allí si, del dictamen médico y de la historia clínica, se acredita que no
dio indicaciones médicas relacionadas con la atención médica brindada a la paciente y cuando no haya
realizado los tratamientos médicos en forma directa ni haya tenido intervención en la atención médica ni en las
cirugías. Es que como la función del director no se asimila a la del jefe del equipo, pues no le compete ni elegir
a los médicos ni brindarles directivas o instrucciones, el rechazo de la pretensión se impone.
Acreditada la deficiente atención médica propinada dentro de un hospital público, surge la responsabilidad
del Estado local al acreditarse los yerros del equipo médico que atendió a la paciente de una cesárea,
consistentes en la falta de recuento de las gasas, la falta de fundamento en la prescripción de una medicación,
la omisión en la realización de ecografías, la falta de descripción y análisis del flujo vaginal, la omisión del
antibiograma y la inexistencia de información derivada de los análisis micro y macroscópicos de anatomía
patológica, entre otras deficiencias. Ello, máxime si tampoco se acreditó la supervisión de un jefe médico del
equipo.
Aun cuando el artículo 1746 del nuevo Código Civil y Comercial establece criterios matemáticos o
aritméticos para cuantificar la incapacidad sobreviniente, deben entenderse como meramente indicativos
siempre que resulten idóneos para reparar en forma adecuada la totalidad de las consecuencias patrimoniales
derivadas del hecho.
P. P. I. Y OTROS C/GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES Y OTROS S/DAÑOS Y PERJUICIOS - JUZG.
NAC. CIV. N° 37 - 7/9/2015

LEGITIMADOS PARA RECLAMAR LOS DAÑOS NO PATRIMONIALES EN EL CÓDIGO DE VÉLEZ Y LA


AMPLIACIÓN DE LA LEGITIMACIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL

Nota al fallo

María S. Casazza(*)
I - Introducción
El fallo del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 37, dictado en los autos “P. P. I y otro
c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y otros s/daños y perjuicios”, nos permitió indagar sobre una cuestión
que ha sido arduamente discutida por la doctrina y la jurisprudencia: los legitimados a reclamar las
consecuencias del daño no patrimonial.
Afortunadamente, aquellos aportes fueron receptados por el Código Civil y Comercial de la Nación
(CCyCo.).
Sin lugar a dudas, la sentencia que comentamos hizo justicia al permitir el resarcimiento del daño no
patrimonial al esposo e hijos menores de edad de la víctima que padeciera serias amputaciones en virtud de
una mala praxis médica.
El fallo analiza de manera minuciosa y precisa los distintos presupuestos de la responsabilidad civil, que
permitieron al juzgador llegar a la conclusión de condenar a los demandados por la mala praxis que
ocasionaran. Tal análisis excede el propósito del presente trabajo, en el que solo abordaremos la cuestión
atinente a la legitimación para reclamar el daño no patrimonial cuando de ello deriva una gran discapacidad
para el damnificado directo, tal como sucedió en el caso que motivó la sentencia que comentamos.
Para una mayor claridad de exposición, que permitirá al lector advertir el estado en que se encontraba la
cuestión sobre la legitimación para reclamar el daño moral con anterioridad a la entrada en vigencia del
CCyCo., señalaremos los fallos más destacados y de qué manera la jurisprudencia y doctrina abordó esta
temática, no siempre exenta de injusticias.
Desde ya adelantamos que el fallo que motiva este comentario ha sido absolutamente justo y ha
privilegiado a la persona humana por sobre toda otra cuestión, condenando a la reparación de los daños
padecidos por una familia en virtud de la mala praxis médica a la que fue sometida la esposa y madre de los
actores. El decisorio buscó la verdad de lo acontecido y tendió a la realización del fin propuesto por el
Preámbulo de Nuestra Constitución Nacional en cuanto establece el afianzamiento de la justicia.
II - Antecedentes fácticos
La sentencia recurrida hizo lugar parcialmente a la demanda promovida por los actores P. P. I. y L. A. S.
por derecho propio y en nombre y representación de sus hijos menores. En tal contexto, condenó al Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires y/o al Hospital General de Agudos Carlos G. Durand y a V. C. C. y L. G. M. a
reparar los daños y perjuicios ocasionados a los actores.
En el caso, la actora P. P. I. concurrió al hospital antes mencionado para el alumbramiento de su hijo S. C.
Fue dada de alta con prescripción de antibióticos y control ambulatorio.
El día 9/6/2007, la actora P. P. I. sufrió un shock séptico que derivó en la histerectomía total con
anexectomía derecha realizada ese mismo día, con amputación supracondilea del miembro superior derecho
practicada el 22 de junio y de los restantes miembros el día 26 de junio.
Los accionados contestaron demanda negando los hechos, centralmente que el shock séptico hubiese sido
causado por la mala praxis en la atención médica recibida el día 9/6/2007 y en los controles puerperales
posteriores.
La Juez de grado interpretó que el shock séptico padecido por P. P. I. el día 9/6/2007, que derivó en la
histerectomía total con anexectomia derecha y amputación de sus cuatro miembros, tuvo como origen el
incumplimiento por parte de los médicos de los deberes que corresponden, y estos y el Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires deben responder por los daños que causaron.
Los demandados al presentarse en autos opusieron excepción de falta de legitimación activa para reclamar
daño moral en relación con el esposo y los hijos menores de la actora P. P. I., en tanto su carácter de
damnificados indirectos impedían tal reparación. Excepción que fue rechazada por la sentencia en comentario
y, en consecuencia, declaró la inconstitucionalidad del artículo 1078 del Código Civil (CC).
Entendemos acertado lo resuelto y propicia la oportunidad para realizar algunas reflexiones sobre los
legitimados para reclamar el daño no patrimonial, conforme denominación del artículo 1741 del CCyCo. Antes
llamado daño moral en el derogado artículo 1078 del CC.
III - El artículo 1078 del Código Civil
El CC de Vélez establecía en su artículo 1078 -en relación con la responsabilidad extracontractual- que el
agravio moral era indemnizable cuando el hecho generador hubiera sido un delito del derecho criminal.
En su época se trató de una norma progresista, ya que los códigos contemporáneos no lo regulaban
expresamente. Aun cuando la norma -vista desde nuestros tiempos- fuera restrictiva, reconocía cierto ámbito
de aplicación a la figura.
Acorde con este marco legal, la CSJN(1) sostuvo que “el daño moral es indemnizable si media sentencia
criminal condenatoria contra el conductor del vehículo causante del hecho”.
A su vez, el artículo 522 del CC -en la órbita contractual- establecía que, cuando en la obligación se
hubiera convenido que si ella no se cumplía se pagaría cierta suma de dinero, no podía darse una cantidad
mayor ni menor.
La ley 17711 reformó el artículo 1078 y estableció que la obligación de resarcir el daño causado por los
actos ilícitos comprende, además de la indemnización de las pérdidas e intereses, la reparación del agravio
moral ocasionado a la víctima. Así, cuando una persona es víctima de un hecho ilícito -independientemente de
que este configure un delito criminal-, tendrá derecho a reclamar la reparación del daño moral.
A su vez, la norma determina que la acción por daño moral solo compete al damnificado directo y, en caso
de que del hecho resultara la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los herederos forzosos.
La norma determina que solo podrá reclamar la reparación del daño moral aquella persona que ha visto
afectado un interés propio, que es uno de los requisitos del daño resarcible. Se trata de un daño personal que
puede ser directo o indirecto.
A su vez, la ley 17711 modificó el artículo 522, que establecía que en los casos de indemnización por
responsabilidad contractual el juez podrá condenar al responsable a la reparación del agravio moral causado
conforme a la índole del hecho generador de la responsabilidad y circunstancias del caso.
Como puede advertirse, la norma introduce una notable expansión conceptual y funcional del daño moral.
Sin embargo, el paso del tiempo, las nuevas corrientes doctrinarias y jurisprudenciales y los proyectos de
reforma del CC demostraron que se trataba de una noción dinámica y, por ende, en permanente cambio.
Así fue como la jurisprudencia ha ido avanzando en la ampliación de la legitimación activa para el reclamo
de la indemnización del antes denominado daño moral.
Haremos aquí un repaso de los precedentes que reflejan la evolución que ha experimentado la cuestión.
1. Damnificado directo
Tal como fuera señalado, el artículo 1078 del CC establecía que solo tenían legitimación para reclamar la
reparación del daño moral el damnificado directo. Esa fue la interpretación que hizo la Corte en el precedente
“Cebollero, Antonio Rafael y otros c/Córdoba, Provincia de”(2) (2003), donde sostuvo que “no resulta admisible
la petición del daño moral efectuada por los padres del menor, ya que la satisfacción de tal agravio queda
circunscripta a la esfera anímica de la propia víctima, tal como resulta del texto expreso del artículo 1078 del
CC”.
En igual sentido, la Corte, en el caso “Quiroz Franco, Miguel Ángel y otros c/Mendoza, Provincia de”(3)
(2006), determinó que “…procede la impugnación referente al daño moral pretendido por los damnificados
indirectos, habida cuenta de que el artículo 1078 del CC, cuya constitucionalidad no ha sido atacada en autos,
limita el derecho a la reparación de ese daño a la esfera anímica de la propia víctima, carácter que no revisten
aquellos, los que, no obstante haber sufrido perjuicios de esa índole -según expresan en el escrito inicial-, ven
restringidos, por razones de política legislativa, su derecho al pleno resarcimiento (Fallos: 318:1715;
326:1910)”(4). Más allá de las consideraciones que determinaron el rechazo de la demanda, lo relevante es el
análisis que se realiza en materia de legitimación a fin de determinar la procedencia de la reparación del daño
moral que se limita al damnificado directo.
Cabe señalar que la Corte advierte que los convivientes, los esposos o los hijos menores pueden
experimentar padecimientos de orden anímico, pero, sin embargo, cuestiones de política legislativa vedan la
legitimación activa para reclamar el daño moral.
2. Interpretación amplia de la expresión “herederos forzosos”
Si del hecho resulta la muerte del damnificado directo, tendrán legitimación activa para reclamar la
reparación del daño moral sus herederos forzosos.
La locución “herederos forzosos” ha dado lugar a discrepancias doctrinarias y jurisprudenciales respecto de
su alcance.
En el caso “Noya, Alfonso y otro c/Provincia de Buenos Aires”(5) (1975), la Corte adoptó un criterio
restrictivo en cuanto a la legitimación para reclamar la reparación del daño moral.
Allí sostuvo que, “toda vez que el artículo 1078 del CC solo acuerda legitimación activa para demandar el
resarcimiento por daño moral en caso de muerte a los herederos forzosos, si existe un hijo de la víctima, este
ostenta título legal con carácter exclusivo y excluyente para fundar la pretensión y desplaza, por ende, al
abuelo”.(6)
Luego, la CSJN modificó su criterio y adoptó una interpretación amplia de la expresión “herederos
forzosos”. En el caso “Frida A. Gómez Orue de Gaete y otra c/Buenos Aires, Provincia de”(7) (1993), la Corte
plasma este criterio amplio. Cabe destacar que en este precedente la Corte se detuvo a analizar la existencia
de sentimientos afectados, puesto que la reclamante había brindado malos tratos al menor fallecido.
Así, señaló que “las crudas realidades -producto de la necesidad y dura subsistencia en un medio de
carencias- que determinaron la internación de la víctima en un establecimiento para menores y los malos
tratos de la abuela -dada su condición de alcohólica, superada en los últimos tiempos- no pueden ser invocadas
para desconocer la existencia de sentimientos inherentes a la naturaleza humana, de los que se infiere la
producción innegable de un dolor espiritual”.
En el caso “Badín, Rubén y otros c/Buenos Aires, Provincia de”(8) (1995), reafirma su postura señalando
que “Son herederos forzosos (art. 1078, CC) todos aquellos que son legitimarios con vocación eventual,
aunque de hecho pudieran quedar desplazados por la concurrencia de otros herederos de mejor grado,
comprensión que se compadece con el carácter iure proprio de esta pretensión resarcitoria y, además,
satisface la necesidad de evitar soluciones disvaliosas”. Igual criterio siguió la Corte de la Provincia de Buenos
Aires(9). También la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en fallo plenario adoptó la postura amplia
reseñada.(10)
En el precedente “Brescia”(11) (1994), la Corte sostuvo que “el daño moral se produce como consecuencia
de la muerte de la víctima cuando quien demanda es un heredero forzoso a favor de quien media presunción
iuris tantum con relación a la existencia de dicho daño”.
En “Fabro, Víctor y otra c/Río Negro”(12) (2000), la Corte sostuvo que “corresponde admitir el reclamo por
daño moral -en razón de la interpretación amplia que se ha acordado al art. 1078, CC- efectuado por los
padres de quien perdiera la vida al descender de una aeronave en un aeropuerto provincial ‘no controlado’,
para lo cual deben considerarse las atroces circunstancias en que la víctima murió, en presencia de su madre,
quien vivió la trágica experiencia de la pérdida de una hija, la mayor causa de aflicción espiritual”.
En igual sentido, en el caso “Gatica, Susana Mercedes c/Provincia de Buenos Aires”(13) (2009), sostuvo que
“cabe admitir la indemnización por daño moral pretendida por la madre de quien falleciera con motivo de las
heridas producidas en ocasión de una riña en la unidad penitenciaria en la que cumplía su condena, en razón
de la interpretación amplia que se acordó al artículo 1078 del CC, pues la lesión a los sentimientos afectivos
que lo justifica se intensifica en el caso si se repara en la entidad y duración de los padecimientos que
precedieron a la muerte del interno, cuando se encontraba confiado al servicio de custodia del servicio
penitenciario, y la dolorosa repercusión que importa la pérdida de un hijo, la mayor causa de aflicción
espiritual”.
3. Legitimación de los hermanos
En el caso “P. J. O. y otros c/Obra Social del Papel Cartón y Químicos”(14) (2003), la Corte destaca que el
daño psíquico y la incapacidad sufridos por los progenitores y hermanos de una persona que se contagió de
sida en un hospital público no pueden identificarse con el daño moral sufrido por el damnificado directo. En tal
hipótesis, se trata de la reparación de un daño propio sufrido por cada uno de los actores como consecuencia
de una afección familiar, de modo que se trata de indemnizaciones autónomas y diferentes del daño moral
sufrido por quien se contagió. Así, la Corte señaló que “no puede prosperar el agravio expresado en el recurso
extraordinario -art. 14, L. 48- relativo a la falta de legitimación de los progenitores y hermanos de la víctima
del hecho ilícito -en el caso, aquel del cual se derivó un contagio de sida en un hospital público- para reclamar
a título de daño moral, si el Tribunal de grado contempló el daño psíquico y la incapacidad sufridos por cada
actor en forma individual a consecuencia de una afección familiar, por lo que la reparación pedida correspondía
a cada coactor con independencia de la indemnización de la víctima, sin que ello implique apartarse del artículo
1078 del CC”.
Como puede advertirse, la Corte distingue entre el daño moral sufrido por la víctima del hecho y los daños
patrimoniales (conf. arts. 1068 y 1079, CC) sufridos por los padres y hermanos de la víctima.
La Suprema Corte de Mendoza sostuvo que “los hermanos menores de un niño que falleció en un
accidente de tránsito no tienen legitimación para reclamar el daño moral en virtud de lo dispuesto por el
artículo 1078 del CC, sobre todo cuando no se ha probado la existencia de un ataque a su integridad psicofísica
tal como para declarar la inconstitucionalidad de la norma ni tampoco existen circunstancias excepcionales que
puedan llevar a una presunción del daño aludido”.(15)
4. Legitimación de los convivientes
En el caso “Folgan, Roberto c/Del Rivero, Edgardo S. y otro”(16) (2003), la Corte reconoció legitimación
activa a la madre del fallecido a fin de reclamar la reparación del daño moral en su calidad de heredero
forzoso; en cambio, rechazó la pretensión del conviviente.
En tal ocasión, la Corte, con remisión a los argumentos expuestos por el Procurador General, sostuvo que
“…asiste razón al juzgador cuando rechaza la pretensión por daño moral, ya que tal indemnización, en caso de
muerte de la víctima, es privativa de los herederos forzosos, según lo establece claramente el artículo 1078,
último párrafo, del CC, cuya constitucionalidad no ha sido atacada en autos. Así lo ha entendido el Tribunal, al
no admitir este reclamo por parte de una tía del causante (Fallos: 316:2894) o de una hermana del mismo
(Fallos: 322:621 y sus citas)”.(17)
Por su parte, la SCBA ha señalado que “resulta procedente otorgar una indemnización por daño moral a la
concubina de la víctima fatal de un accidente, pues la reclamante ha sido la única sobreviviente del siniestro y
quien deberá cargar con un dolor generado en lo razonable por la pérdida de su compañero, que no deviene de
un efecto reflejo del ilícito, sino de una consecuencia directa del mismo que la damnifica moralmente y la
convierte en víctima”.(18)
Tal como surge de la reseña de los fallos más destacados en la materia que se pronunciaron en relación
con la legitimación de aquellas personas que podían reclamar daño moral, la mayoría de ellos admite el
reclamo a quienes a su vez son herederos forzosos de la víctima.
Por ende, esa solución normativa, es decir, la contenida en el artículo 1078 del CC, en el caso cuya
sentencia es objeto de este comentario, hubiera consagrado una notable injusticia frente a la gravedad de los
hechos padecidos por la actora y su familia.
No podemos dejar de señalar que la actora fue a dar a luz a su cuarto hijo y, en virtud de la mala praxis
ocasionada por los demandados, le amputaron sus cuatro miembros, debiendo depender para todos los actos
de su vida (hasta los más elementales) de otra persona. Ello, sin lugar a dudas, conlleva una aflicción a los
sentimientos de sus hijos y de su esposo que, en el régimen del artículo 1078 del CC, no habrían podido
obtener una indemnización, en tanto ella quedó con una gran discapacidad.
En consecuencia, en casos como el descripto, la restricción que excluye a los damnificados indirectos es
inequitativa, arbitraria e irrazonable y resulta contraria a la Constitución Nacional y a los tratados
internacionales con idéntica jerarquía. Tal exclusión es injustificada en tanto en esos supuestos el daño
extrapatrimonial o moral es evidente.(19)
Por tal razón, la norma no brindaba, en el caso en comentario, una respuesta satisfactoria al reclamo de
los actores y, por ende, se imponía, como hizo la sentencia que comentamos, realizar el control de
constitucionalidad y convencionalidad de la norma para remover su aplicación al caso concreto.
IV - Análisis de constitucionalidad y convencionalidad del artículo 1078 del Código Civil
El artículo 1078 del CC establecía que “la obligación de resarcir el daño causado por los actos ilícitos
comprende, además de la indemnización de pérdidas e intereses, la reparación del agravio moral ocasionado a
la víctima. La acción por indemnización del daño moral solo competerá al damnificado directo; si del hecho
hubiere resultado la muerte de la víctima, únicamente tendrán acción los herederos forzosos”.
En primer lugar, debemos señalar que damnificado directo es la persona que sufre un daño en calidad de
víctima inmediata del suceso. El damnificado directo es el titular de un interés tutelado por el derecho que
resulta inmediatamente lesionado por el acto ilícito; generalmente, el damnificado directo es identificado con la
propia víctima del hecho ilícito, pero la noción de damnificado directo excede, en algunas situaciones, a la
víctima.(20)
Damnificados indirectos son los demás sujetos distintos de la víctima inmediata que también experimentan
un perjuicio a raíz del hecho; es quien lo sufre por vía refleja(21). El damnificado indirecto es el sujeto de
derecho que sufre un perjuicio jurídico susceptible de apreciación pecuniaria en las cosas de su dominio o
posesión o en su persona, derechos y facultades como consecuencia de un hecho ilícito cometido contra otra
persona.
La diferencia entre damnificado directo e indirecto radica en la incidencia que tenga el hecho ilícito en
relación con el interés conculcado, damnificado directo es quien sufre como víctima un daño a un interés propio
y personal, mientras que el damnificado indirecto es quien sufre un daño a título personal por un hecho ilícito
que tuvo por sujeto pasivo a un tercero.(22)
Frente a situaciones como las contempladas en el caso aquí en comentario, en el que la actora ha sufrido
una importantísima discapacidad, la norma en comentario impide que los hijos y el esposo de la víctima
reclamen una indemnización por daño moral. Contrariamente, si del ilícito hubiese derivado la muerte de la
actora P. P. I., ellos estarían legitimados para formular el reclamo.
La sentencia que comentamos declaró la inconstitucionalidad de la norma antes mencionada y, por ende,
reconoció legitimación para reclamar el daño no patrimonial al esposo e hijos de la víctima ocasionado por la
mala praxis a la que ella fue sometida.
Con carácter previo a analizar los argumentos esbozados por el citado fallo, debemos mencionar que el
artículo 1078 del CC ha sido descalificado frente al control de constitucionalidad por otros tribunales del país,
quienes alegaron que el mencionado precepto vulnera el derecho a la igualdad ante la ley consagrado en el
artículo 16 de la Constitución Nacional.
Así, la Corte de la Provincia de Buenos Aires ha dicho que “debe declararse la inconstitucionalidad del
artículo 1078 del CC, en cuanto limita la legitimación activa para reclamar el daño moral en un acto ilícito, y
concederse una reparación por dicho concepto a los padres de un menor que quedó cuadripléjico por una mala
praxis médica -en el caso, por la inhalación excesiva de vapores anestésicos por una falla del aparato que
suministraba la anestesia-, dado que la norma en cuestión confronta materialmente con el artículo 16 de la
Constitución Nacional”.(23)
Por su parte, el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Río Negro argumentó que “es
inconstitucional el artículo 1078 del CC en cuanto impide a la concubina de quien perdiera la vida en un
accidente de trabajo reclamar una indemnización en concepto de daño moral, ya que negar de pleno el derecho
a obtener una reparación, aun cuando se pueda invocar un perjuicio espiritual, serio, grave y relevante, viola el
principio de igualdad ante la ley y solo parece reposar en una concepción sacralizada de la institución
matrimonial que no se condice con los parámetros valorativos de la sociedad del tiempo que nos toca vivir”.(24)
El Superior Tribunal de Justicia de la Provincia del Chaco sostuvo también que “el artículo 1078 del CC que
limita la legitimación para reclamar la indemnización del daño moral a los herederos forzosos del causante,
dejando de lado la reparación respecto de la concubina de este, es inconstitucional por violar el principio de
igualdad y de protección a la familia -art. 14 bis, CN-, toda vez que quedarían desamparados vínculos
familiares que funcionan con características de matrimonio aparente”.(25)
También la doctrina insistió en la arbitrariedad e irracionabilidad de la restricción legal de la norma,
sosteniendo, entre otros, los siguientes fundamentos:(26)
a) La exclusión como titular de la pretensión resarcitoria por daño moral del damnificado directo si la
víctima vive y la limitación de los indirectos en caso de muerte solo a los herederos forzosos vulneran los
principios de igualdad, de no dañar, el de indemnización plena e íntegra del daño injustamente sufrido, y
discriminan a las víctimas indirectas morales, a quienes -en comparación con las patrimoniales en los que
la legitimación es muy amplia- se les deniega igual tratamiento, apartándose de los principios generales
del derecho y de la equidad.
También se somete a diferente tratamiento a las víctimas de los daños morales contractuales, dado que el
artículo 522 del CC no reitera la restricción que sí tiene el artículo 1078 para los legitimados por daños
extracontractuales.
b) La tutela psicofísica de la persona humana tiene jerarquía constitucional y está protegida por tratados
internacionales de igual jerarquía y las leyes reglamentarias no pueden alterar ni suprimir esos derechos
con diferenciaciones arbitrarias.
Si bien el fallo en comentario fue dictado con posterioridad a la entrada en vigencia del CCyCo., lo cierto
es que, en virtud de la época en que tuvieron lugar los hechos, el marco normativo aplicable es el CC, en
particular el artículo 1078, en cuanto es materia de este comentario.
Tanto la doctrina como la jurisprudencia coinciden y, así lo señala la sentencia, la responsabilidad civil se
rige por la ley vigente al momento del hecho antijurídico dañoso(27) y allí se determina la legitimación de los
accionantes.
Por ello, y frente al tremendo sufrimiento del esposo y de los hijos de la actora de ver a su mujer y a su
madre, respectivamente, en las condiciones en la que quedó después de la mala praxis médica (amputación de
sus cuatro miembros), la aflicción de sus sentimientos debía ser resarcida.
Por ende, se vuelve indispensable la función que posee el Poder Judicial de examinar las leyes en los casos
concretos que se traen a su decisión, transformándose en un deber su comparación con la Constitución para
averiguar si guardan o no conformidad con esta y abstenerse de aplicarlas si las encuentran en oposición con
ella. Constituye esa atribución moderadora uno de los fines supremos y fundamentales del Poder Judicial y una
de las mayores garantías con que se ha entendido asegurar los derechos consignados en la Constitución contra
los abusos posibles e involuntarios de los poderes públicos (Fallos: 335:2333, LL - 2012-F-559).
Por ello, resulta acertado citar aquí la doctrina de la Corte Suprema que menciona la sentencia que
comentamos, la cual ha sostenido que la violación de deber de no dañar a otro es lo que genera la obligación
de reparar el menoscabo causado y tal noción comprende todo perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria
que afecte en forma cierta a otro en su persona, en su patrimonio y/o en sus derechos o facultades. Dicha
reparación no se logra si los daños subsisten en alguna medida, motivo por el cual la indemnización debe ser
integral (Fallos: 324:2972; 326:2329, entre otros).
Aquella misión ha sido ejercida por el Poder Judicial en el caso en comentario al remover una norma como
la contenida el artículo 1078 del derogado Código, que impedía la reparación plena del daño causado.
Sostiene la doctrina que la pérdida de un ser querido es invocable como daño moral, pero no su
mutilación, incapacidad, violación, descerebración, etc., lo que no deja de ser paradojal: cuando la víctima
sigue afectada por una enfermedad grave, ¿no van a recorrer a diario un verdadero calvario los padres y a su
pesar no es a veces mayor si su hijo hubiera sucumbido?(28)
Y agrega la autora citada que el motivo de la restricción del artículo 1078 del CC a la legitimación radicó
en poner un dique a la eventual catarata de reclamos, pero ese objetivo se hubiese logrado igualmente
exigiendo cabal certeza del daño y la relación causal adecuada con el hecho sobre la base de la prudente
valoración jurisdiccional de las circunstancias del caso.
Por ende, el tratamiento dispar conferido a los damnificados indirectos en relación con el daño moral
consagrado en el artículo 1078 del CC que les niega legitimación para su reclamo, pero que sí se la reconoce
en relación con los daños patrimoniales, conforme surge del artículo 1079 del CC, atenta contra la igualdad
ante la ley y es irrazonable la restricción en perjuicio de quienes sufren un menoscabo en sus sentimientos.
Además de lo señalado, cabe reiterar que los jueces también están sujetos al concreto control de
convencionalidad, tal como fuera sostenido en el caso “Mazzeo” por la CIDH y que la sentencia en comentario
citara. Al respecto fue dicho que los jueces están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a
aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también están
sometidos a ella, lo que les obliga a velar por que los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean
mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin y que desde un inicio carecen de efectos
jurídicos.
En el caso, y tal como fuera analizado por la sentencia en comentario, están en juego normas contenidas
en tratados internacionales que gozan de jerarquía constitucional [art. 75, inc. 22), CN].
Entre ellos, el artículo 5 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que protege el respeto por
la integridad física, psíquica y moral de toda persona; el Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del
Niño, que dispone que “…la infancia tiene derecho a cuidados y asistencia especiales”. El artículo 3 de ese
tratado establece un principio rector en la interpretación de las medidas concernientes a los niños señalando
que las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, entre otros, deben tener una
consideración primordial en la tutela del interés superior del niño.
En resguardo de los derechos de los niños, los Estados deben adoptar las medidas administrativas,
legislativas y de otra índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la Convención. Y el artículo 16
de esa Convención establece: “1. Ningún niño será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida
privada o familiar…”. Y luego agrega: “2. El niño tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias
o ataques”.
Además, el hecho dañoso que motivara la sentencia que comentamos ha afectado la tranquilidad familiar y
el artículo 17 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos consagra protección a la familia por parte
de la sociedad y del Estado. Asimismo, la familia está protegida por el artículo 23 del Pacto de Derechos Civiles
y Políticos.
Es misión del Poder Judicial velar por que los derechos allí contenidos se hagan efectivos y, claramente,
del confronte de la norma del artículo 1078 del CC con la Constitución Nacional y los tratados internacionales
antes mencionados, surge que aquella vulnera a estas normas superiores.
Ello es así en cuanto obsta al reconocimiento de los damnificados indirectos en casos en que no se produjo
la muerte de la víctima del daño. En el caso, la solución del artículo 1078 del CC es irrazonable (art. 28, CN) y
violatoria de la garantía de igualdad ante la ley (art. 16, CN) y conspira contra la reparación integral del daño
contemplado en el artículo 19 de la Constitución Nacional.
Asimismo, la norma impide que los hijos de la actora P. P. I. puedan reclamar el daño moral que les
ocasiona la mala praxis cometida a su madre cuando fue a dar a luz al último de ellos. Ello vulnera las normas
de protección de la Convención sobre los Derechos del Niño.
El artículo 1078 del CC es incompatible con la norma superior (art. 31, CN), dado que aquella establece
una primera diferenciación para la categoría de damnificados indirectos que no es razonable, pues si el daño es
moral, carecen ellos de la legitimación que sí se les concede cuando el daño es patrimonial.(29)
Cabe destacar que, además del padecimiento de la propia víctima, con plena consciencia del estado físico
en que quedó como consecuencia de la mala praxis sufrida (amputación de sus cuatro miembros), la
frustración de su proyecto de vida, el no poder abrazar a sus hijos (la imposibilidad de ejercer su rol de madre)
y la dependencia absoluta de otra persona para cualquier acto que quiera realizar (hasta los más elementales e
íntimos), está el padecimiento de los hijos y del esposo de la actora, que poseen un daño espiritual propio al
verla en ese estado y ser ellos quienes se deban hacer cargo de su atención y cuidado. No puede soslayarse el
profundo sufrimiento que conlleva tal grave situación.
Por eso elogiamos la sentencia en cuanto ha dado al caso la recta solución haciendo justicia y privilegiando
a la persona humana y ha impuesto la reparación integral de los daños causados a los actores.
Como se advierte, el fallo en comentario declara la inconstitucionalidad del artículo 1078 como condición
necesaria para reconocerle al esposo de la actora y a sus hijos menores legitimación activa para reclamar el
resarcimiento del daño moral derivado de la discapacidad sufrida por aquella.
V - Legitimados en el Código Civil y Comercial para reclamar el daño no patrimonial
De lo expuesto, surge claramente la flagrante injusticia que habría derivado de aplicarse al caso en
comentario el texto del ahora derogado artículo 1078 del CC.
Las críticas realizadas al texto del artículo 1078 del CC han sido felizmente recepcionadas por el CCyCo.,
que en su artículo 1741 reconoce una legitimación más amplia a la hora de reclamar las consecuencias no
patrimoniales derivadas un hecho dañoso.
Sobre la base del concepto de daño jurídico del artículo 1737 del CCyCo., se puede concebir el daño no
patrimonial, moral o extrapatrimonial como la lesión a los derechos y a los intereses lícitos no reprobados por
la ley que repercuten en la esfera extrapatrimonial de la persona; se conjugan la tesis del daño-lesión (al
interés lícito) y el daño-consecuencia (que atiende a las repercusiones, efectos o consecuencias en el
patrimonio moral de la persona).
En relación con el tema de este trabajo, el artículo 1741 del CCyCo. establece que está legitimado para
reclamar la indemnización de las consecuencias no patrimoniales el damnificado directo. Si del hecho resulta su
muerte o sufre gran discapacidad, también tienen legitimación a título personal, según las circunstancias, los
ascendientes, los descendientes, el cónyuge y quienes convivían con aquel recibiendo trato familiar ostensible.
De esta forma, el Código modificó los presupuestos de procedencia del reclamo por daño no patrimonial,
ahora el damnificado no solo puede reclamar cuando del hecho deriva la muerte de la víctima, sino también
cuando ella sufre una gran discapacidad como consecuencia del hecho. Los únicos dos casos que autorizan el
reclamo del damnificado indirecto son el fallecimiento y la gran discapacidad de la víctima inmediata; en este
último caso, concurren ambos conjuntamente -directo o indirecto- (ver, por ejemplo, los padres con el menor
en estado de vida vegetativa).(30)
Los damnificados indirectos que la ley admite son los ascendientes, los descendientes y el cónyuge.
Asimismo, incluye la posibilidad de que reclame el daño extrapatrimonial padecido quienes convivían con el
damnificado recibiendo un trato familiar, comprendiendo, entre otros, concubino, progenitores e hijos afines,
hermanos con los que convivía, etc.
La norma vigente prevé que los damnificados indirectos únicamente tendrán legitimación para reclamar el
daño a título personal y que la acción solo se transmite a los sucesores universales del legitimado si es
interpuesta por este en vida. De esta forma, el artículo 1741 del CCyCo. consagra el presupuesto de que el
daño resarcible debe ser personal, esto es, únicamente la persona que sufrió el perjuicio puede requerir su
resarcimiento y resulta inadmisible reclamar la reparación de daños ocasionados a terceros.(31)
Solo aquel cuyo interés haya sido afectado a raíz de la lesión podrá reclamar su reparación.
Con el nuevo CCyCo., cada caso deberá resolverse a partir de un análisis de reglas, principios y valores
jurídicos, lo que importará un esfuerzo adicional por parte de los operadores del derecho a fin de proporcionar
una solución justa y adecuada a la situación planteada.
La interpretación de las normas del CCyCo. deberá efectuarse a partir del diálogo de las distintas fuentes
involucradas, teniendo especialmente en cuenta las palabras de las normas, la Constitución Nacional, las
disposiciones de los tratados sobre derechos humanos y los principios y valores jurídicos.(32)
En tal contexto, el nuevo Código vino a constitucionalizar el derecho privado, dotando de una deontología
flexible a los jueces que lo apliquen, y ello les permitirá obtener respuestas satisfactorias para revolver los
casos sometidos a su consideración.
Ese ordenamiento contempla una adecuada tutela a la persona humana, sin distinciones, todo en el plano
de la igualdad entendida como igualdad real, y desarrolla una serie de normas orientadas a plasmar una
verdadera ética de los vulnerables.
VI - Síntesis
El nuevo ordenamiento plasmó la constitucionalización del derecho privado y un profundo cambio de
paradigma: en el Código anterior, producto de la época en que fue sancionado, el interés estaba centrado en la
protección del patrimonio. Hoy, el nuevo Código trasladó ese centro de interés y el acento está puesto en la
protección de la persona. Y es justamente ese el fin a alcanzar por los jueces al resolver las cuestiones
sometidas a su jurisdicción, velar siempre por la protección de la persona humana.
Resultaría un contrasentido aceptar que la Constitución Nacional, por un lado, confiere rango constitucional
a los tratados que ella menciona [art. 75, inc. 22)] e incorpora sus disposiciones al derecho interno y, por
consiguiente, habilita la aplicación de la regla interpretativa que obliga a los tribunales nacionales a ejercer de
oficio el control de convencionalidad; por otro lado, impide que esos mismos tribunales ejerzan similar examen
con el fin de salvaguardar su supremacía frente a normas locales de menos rango.(33)
De lo antes expuesto, surge que la norma del artículo 1078 del CC, de haber sido aplicada a los hechos
juzgados en la sentencia que comentamos, habría consagrado una notable injusticia en virtud de las terribles
consecuencias irreversibles a las que fue expuesta la víctima y toda su familia. Además, se habrían vulnerado
la Constitución Nacional y los tratados internacionales en tanto el artículo 1078 del CC tenía una solución
irrazonable, debilitando la garantía de la igualdad ante la ley y desconociendo las normas de protección de los
niños y la familia.
Por ello, la declaración de inconstitucionalidad del artículo 1078 del CC en el caso, tal como lo hizo la
sentencia aludida, se imponía.
La sanción del nuevo Código en este tema ha venido a consagrar soluciones por las que pregonaban la
más autorizada doctrina y la jurisprudencia de los tribunales más destacados del país.
La norma del artículo 1741 del CCyCo. amplió no solo quiénes pueden reclamar las consecuencias no
patrimoniales del hecho dañoso, sino también el presupuesto normativo de procedencia del reclamo: antes solo
era procedente el reclamo frente a la muerte de la víctima, ahora también procede su reclamo si del hecho
ilícito la víctima sufrió una gran discapacidad.
Será misión del Poder Judicial ejercer la misión preventiva que le es confiada. Se trata de una de las
perspectivas de la función judicial, promovidas por el movimiento del acceso a la justicia: en el marco del
proceso debe emerger el compromiso jurisdiccional hacia una evolución jurídica que agilice la satisfacción de
exigencias sociales.(34)
Tal misión se lleva a cabo mediante un rol activo en el control de constitucionalidad y convencionalidad de
las normas en cuanto obsten la correcta aplicación de las garantías y derechos reconocidos en la Constitución
Nacional o en tratados internacionales, en virtud de las especiales circunstancias del caso concreto.

Notas:
(*) Secretaria de la Fiscalía General ante la CNCom. Especialista en Asesoría Jurídica de Empresas. Profesora adjunta
regular de la materia Sociedades (UNPAZ). Jefe de Trabajos Prácticos de la materia Derecho Civil Parte General (UBA).
Docente invitada en la materia Concursos y Quiebras (UBA). Autora de varios artículos y coautora de libros. Expositora
en jornadas sobre temas de derecho civil y comercial
(1) “Belleza, Alberto M. c/Gobierno Nacional” - CSJN - 25/6/1943
(2) “Cebollero, Antonio Rafael y otros c/Córdoba, Provincia de s/daños y perjuicios” - CSJN - 11/6/2003
(3) “Quiroz Franco, Miguel Ángel y otros c/Mendoza, Provincia de s/daños y perjuicios” - CSJN - 19/9/2006
(4) En el caso, se hizo lugar al planteo de falta de legitimación activa articulado por la demandada respecto de la
conviviente y del hijo menor de uno de los encartados y de la esposa de otro detenido y sus hijos menores
(5) “Noya, Alfonso y otro c/Provincia de Buenos Aires” - CSJN - 26/8/1975
(6) Un criterio restrictivo similar fue adoptado por la SCBA al señalar que “solo tienen acción por indemnización de
daño moral los herederos necesarios de la víctima fallecida que tuvieran tal carácter a la oportunidad del deceso, pues
la condición heredero forzoso a que remite el art. 1078, CC, debe determinarse al momento de la muerte del causante
en el orden y modo determinado en el Libro IV, Sección I, Tít. IX, Caps. 1 a 5 del Código citado (conf. art. 3592). Los
descendientes y cónyuge, como herederos forzosos del trabajador fallecido, excluyen a los progenitores de la víctima
que, en consecuencia, carecen de legitimación para reclamar reparación por daño moral (arts. 3565 y 3570, CC)”.
“Uhalt, José y otro c/Transporte Spacapan SA” - SCBA - 20/11/1990
(7) “Frida A. Gómez Orue de Gaete y otra c/Buenos Aires, Prov. de y otras s/daños y perjuicios” - CSJN - 9/12/1993
(8) “Badín, Rubén y otros c/Buenos Aires, Provincia de s/daños y perjuicios” - CSJN - 19/10/1995
(9) “Mercado, Adriana y otros c/Falcón, Luis Orlando y otro s/daños y perjuicios” - SCBA - 5/12/2012. Allí la Corte de
la Provincia sostuvo que “el art. 1078 del CC se vale del orden sucesorio solo para circunscribir la legitimación para
reclamar daño moral, mas no para desplazar a un heredero por tener otro un mejor derecho de acuerdo con las reglas
de esa materia, solución que desvirtuaría la finalidad perseguida, esto es, resarcir el sufrimiento ocasionado por el
fallecimiento en las legítimas afecciones de los parientes más cercanos del difunto, razón por la cual las madres y la
nieta de las víctimas fatales de un accidente ferroviario están legitimadas para ser indemnizadas por daño moral”
(10) “Ruiz, Nicanor y otro c/Russo, Pascual” - CNCiv. - en pleno - 28/2/1994
(11) “Brescia, Noemí L. c/Provincia de Buenos Aires y otros” - CSJN - 22/12/1994
(12) “Fabro, Víctor y otra c/Río Negro, Provincia de y otros s/daños y perjuicios” - CSJN - 9/11/2000
(13) “Gatica, Susana Mercedes c/Buenos Aires, Provincia de s/daños y perjuicios” - CSJN - 22/12/2009. En igual
sentido, “Cagigal Vega, José” - TSJ Córdoba - Sala Penal - 27/10/1999
(14) “P., J. O. y otros c/Obra Social del Papel Cartón y Químicos y otros” - CSJN - 30/9/2003 (del Dict. del Procurador
General que la Corte hace suyo)
(15) “Blasco de Arias y otra c/Corso, Manuel y otros” - SCJ Mendoza - 20/11/2006. En igual sentido, la Corte en el
caso “Villalba, Julio Martín c/Santiago del Estero Prov. de” (1999) analizó la legitimación de los hermanos para
reclamar la reparación del daño moral. Allí sostuvo que “…en cuanto al reclamo por daño moral, el art. 1078 lo admite,
en caso de muerte, solamente para los herederos forzosos, de modo que sobre la base de este principio corresponde
rechazar el pedido efectuado por Y. V., hermana de la causante (conf. B.201.XXIII, “Bustamante, Elda y otra c/Buenos
Aires, Provincia de s/daños y perjuicios”, pronunciamiento del 10/12/1996)...”. Ver también “Cabezas, Silvia M.
c/Waidatt, Darío s/rec. inconstitucionalidad” - TSJ Jujuy - 13/11/2000
(16) “Folgan, Roberto c/Del Rivero, Edgardo S. y otro” - CSJN - 2/12/2003
(17) Ver también “Bustamante, Elda y otra c/Buenos Aires, Provincia s/daños y perjuicios” - CSJN - 10/12/1996
(18) “R., A. H. c/Kelly, Santiago y otros s/daños y perjuicios” - SCBA - 14/9/2011, con nota de Sagarna, Fernando A. -
LL - 2011-E - pág. 585, de Prevot, Juan M. - RCyS - 2011 - T. XII - pág. 34, de Trigo Represas, Félix A. - ED -
31/7/2012 - pág. 5
(19) Galdós, Jorge M.: “La legitimación de padres y hermanos por daño moral en importante precedente” -
Comentario al fallo “G. P. G. R. c/Casa Blda SACAI s/daños y perjuicios” - Sala K - CNCiv.
(20) Kemelmajer de Carlucci, Aída R. en comentario al art. 1079 en Belluscio, Augusto (Dir.) y Zannonni, Eduardo
(Coord.): “Código Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado” - Ed. Astrea - Bs. As. - 1984 - T.
5 - pág. 122
(21) Lorenzetti, Ricardo L.: “Código Civil y Comercial comentado” - Ed. Rubinzal Culzoni Editores - Santa Fe - 2015 -
T. VIII - pág. 502
(22) Leiva, Claudio: “La noción de damnificado directo y la reparación del daño moral: una ponderación de reglas,
principios y valores jurídicos en una sentencia justa” - LL Gran Cuyo - 2015 - pág. 735
(23) “L. A. C. y otro c/Provincia de Buenos Aires y otro” - SCBA - 16/5/2007, con nota de López Bravo, Marisa G. -
RCyS - 2007 - pág. 854 y LL - 20/6/2007 - pág. 8, de Meneghini, Roberto A. - LL - 2007-C - pág. 671 y DJ - 2007-II-
680, de Zavala de González, Matilde - LL - 16/7/2007 - pág. 5, de Boragina, Juan C. y Meza, Jorge A. - LL - 2007-D -
pág. 372 y LL - 7/9/2007 - pág. 5, de Zavala de González, Matilde - LL - 2007-E - pág. 345 y LL - setiembre/2007 -
pág. 870, de Ritto, Graciela B. y Sexe, Pedro M. - LL - 19/10/2007 - pág. 4, de Agoglia, María M. - LL - 2007-F - pág.
73, JA - 2007 - T. III - pág. 222 y LL - marzo/2008 - pág. 260
(24) “M., E. G. c/Edersa SA” - STJ Río Negro - 28/11/2007
(25) “C., S. R. y otros c/Moreno, Eduardo y/u otros” - STJ Chaco - Sala I - 23/10/2007
(26) Calvo Costa, Carlos A.: “El daño moral y la inconstitucionalidad del artículo 1078, Código Civil” - Ed. DFyP -
diciembre/2013 - pág. 220; Iriarte, Alejandro L.: “Legitimación activa para reclamar daño moral” - LL - 2014-A -
14/1/2014; Parrilli, Ernesto N.: “Consideraciones de la influencia de los principios generales del derecho privado en la
indemnización del daño moral indirecto” - ED - Nº 252 - pág. 806; López Bravo, Marisa G.: “Una renovada lectura del
artículo 1078 del Código Civil. Hacia una flexibilización de los legitimados activos” - LL - 2013-B - pág. 233. Ver
asimismo los fundamentos del voto en minoría del Dr. Sebastián Picasso en “Demarchi, Sandra F. y otros c/Vázquez,
José L. s/daños y perjuicios” - CNCiv. - Sala A - 11/5/2012 y “F., J. L. c/B. J. C. y otros s/daños y perjuicios” - CNCiv.
- Sala A - 11/7/2013. Sagarna, Fernando: “Daño moral a la concubina en la Suprema Corte de Buenos Aires” - LL -
17/10/2011, cit. por Galdós, Jorge M.: “La legitimación de padres y hermanos por daño moral en importante
precedente” - Comentario al fallo “G. P. G. R. c/Casa Blda SACAI s/daños y perjuicios” - CNCiv. - Sala K
(27) Roubier: “Le droit transitoire (conflits des lois dans le temps)” - pág. 189; Kemelmajer de Carlucci, Aída: “La
aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas existentes” - Ed. Rubinzal Culzoni
Editores - Santa Fe - 2015 - pág. 100
(28) Zavala de González en Bueres y Highton: “Código Civil y normas complementarias. Análisis jurisprudencial” - Ed.
Hammurabi - Bs. As. - 2007 - T. 3 - pág. 181
(29) “C., L. A. y otra c/Hospital Zonal de Agudos General Manuel Belgrano y otros s/daños y perjuicios” - SCBA -
16/5/2007, cit. voto de la mayoría de los Dres. Roncoroni, Hitters, Genoud de Lázzari -con ampliación de
fundamentos- y Pettigiani
(30) Lorenzetti, Ricardo L.: “Código Civil y Comercial comentado” - Ed. Rubinzal Culzoni Editores - Santa Fe - 2015 -
T. VIII - pág. 502
(31) Sáenz, Luis en Calvo, Costa (Dir.): “Código Civil y Comercial de la Nación” - LL - 2015 - T. II - arts. 957 a 1814 -
pág. 727
(32) Leiva, Claudio: “La noción de damnificado directo y la reparación del daño moral: una ponderación de reglas,
principios y valores jurídicos en una sentencia justa” - LL Gran Cuyo - 2015 - pág. 735
(33) “Rodríguez Pereyra, Jorge Luis c/Ejército Argentino s/daños y perjuicios” - CSJN - 27/11/2012
(34) Stiglitz, Gabriel: “Tutela procesal de los intereses difusos y prevención de daños” - JA - 1995 - T. IV - pág. 217

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