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UNA ACCIÓN QUE DETERMINARÁ NUESTRA MANERA DE VIVIR.

(Filipenses 4: 8) “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo,
todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad”

En este pequeño párrafo, el apóstol Pablo condensa seis elementos y una acción sobre ellos, que
son dignos de analizar escrupulosamente, ya que nos ayudarán a sobrellevar el gran peso de vivir
en este mundo como nos toca vivir, triunfando sobre el mal.

Pablo se dirige, no a todos de cualquier manera, sino específicamente a los que eran hermanos de
entre aquellos filipenses, miembros de la iglesia sita en la ciudad de Filipos, en Macedonia.

1.Empecemos por la acción.

La acción que deberá actuar en relación a esos seis elementos santos, que representan gran parte
de la voluntad divina para el creyente, es el PENSAR; “…en esto pensad”

El verbo en cuestión es “logizomai”, y significa: “contar, calcular, incluir en; contar con,
reflexionar, etc.”

Por tanto, la exhortación es reflexionar, contar con (o tener en cuenta) todo lo que implican esas
seis virtudes, en términos de vida, nuestra vida cristiana.

Podríamos también leerlo de esta manera: “Hermanos, reflexionad, incluid en vuestra manera de
vivir, tened en cuenta, calculad (o sed minuciosos), respecto a todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud
alguna, si algo digno de alabanza”

No sólo nos insta Pablo a verlo por fuera de nosotros en otros creyentes (como si fuéramos
simples espectadores) y aún tomar nota de ello, sino también a ir experimentándolo en nuestras
propias vidas.

La manera de vivir algo, comienza en nuestra mente. Es lo que pensamos y admitimos lo que va a
determinar lo que seamos. Por eso nuestra manera de pensar ha de ser conforme a la verdad de
Dios, y no conforme a los dictámenes de esa corrompida sociedad.

¿Qué es lo que pensamos, seguimos pensando, y admitimos como digno de formar parte de
nuestra vida? Eso que sea, es lo que acabará siendo, con las correspondientes consecuencias y
responsabilidades.

En Matthew Henry leemos: “Es algo más que un simple “pensar”. Es acoger con nuestra mente,
dándole el valor que se merece a todo eso que Pablo enumera en esta lista”

Pablo nos exhorta a “tener en cuenta” (logízomai), es decir, a valorar en alta medida todos los
principios que iremos analizando a continuación.
I. Todo lo que es verdadero

“…todo lo que es verdadero…”:

Constantemente esta sociedad y sus instrumentos mediáticos, nos bombardean con elementos de
juicio y consideraciones diversas, que presentan como verdades, como declaraciones precisas,
como elementos dignos de ser altamente considerados, y aún aceptados, y no son sino simples
mentiras y patrañas. Tómese el ejemplo de la “teoría evolucionista” entre miles más de ellos.

Existen filosofías y demás exposiciones de pensamiento, que a priori uno pensaría que son
acertadas y justas, pero a la luz de la Escritura y por la iluminación del Espíritu Santo, no son sino
patéticas expresiones de simple y banal humanismo.

No en vano el profeta Isaías exclamaba: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo;
que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por
amargo!” (Isaías 5:20)

Vivimos en tiempos en el que el engaño, las medias verdades, la injusticia mental y todos sus
derivados pululan por doquier.

Esta es la realidad, la cual es ajena a nosotros, pero en la que estamos y no somos, pero que nos
circunda siempre.

¿Qué hacer ante todo este despropósito, fruto clarísimamente derivado de la obra del maligno, el
cual está sobre mundo entero, 1 Jn.5:19?

Siguiendo ese mismo versículo, diremos lo que dice también: ¡“Sabemos que somos de Dios”!

¡No nos debemos conformar al dictamen de la carne, el maligno, el mundo, sino que hemos de
buscar lo que es de Dios, lo que está absolutamente de acuerdo con Su verdad, y no movernos de
ahí!

“lo que es verdadero”, para nosotros los creyentes, los cuales aunque estamos en el mundo, no
somos del mundo, es todo lo que es en sí la verdad de Dios y deriva de ella. Es la verdad revelada
de Dios, y es conforme a esa verdad.

Sólo en esto nuestros pensamientos se han de deleitar, como dice el salmista:

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de


pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia,
y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1:1,2)

O como dice Pablo también:

“Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” (Romanos 7:22)

Esa ley de Dios es la verdad de Dios en toda su amplitud.

También escribe el comentarista de Matthew Henry: “Todo lo que es verdadero, es lo real, lo que
tiene sustancia, lo que no es producto de la fantasía, ni suena a ficción e hipocresía”.
Interesante este comentario, ya que en él podemos ver una exhortación a desechar por principio
todo aquello que pudiera parecer piadoso y bien intencionado, pero que es contrario en alguna
manera a la teología, a la verdad revelada en la Escritura, tómese por ejemplo aquí lo relacionado
con las “experiencias espirituales” que tantos dicen tener o haber tenido, pero que no se
sustentan en la Palabra.

También incluye todo aquello que pretende ser un servicio al Evangelio, pero que no lo es, por
ejemplo, lo concerniente a los métodos, “visiones” y estrategias, etc. de lo que se ha venido a
llamar “iglecrecimiento”, que no es más que la aplicación de métodos humanos para “ayudar” a la
obra del Espíritu Santo… y así podríamos seguir con muchas más cosas, de tipo presuntamente
ministerial, o personal e individual. En este sentido nada de experiencia personal puede imponerse
a la verdad revelada de Dios en Su Palabra.

¡Debemos sumergirnos en “todo lo que es verdadero” e impregnarnos de ello!

II. Todo lo honesto

“…todo lo honesto…”:

Es la palabra “semnós” en gr., y significa: “respetable, venerable, honroso, digno, precioso,


encomiable, etc.”. En todo lo que es recomendable, noble, digno debemos sumergirnos en
nuestros pensamientos, contrariamente a lo que es vacío, vano o banal. Démosle verdadera
importancia a lo que merece esa importancia, y no lo contrario. Pongamos un ejemplo de entre
mil más:

Ante el hecho de que realizando una misma actividad, otro consigue el reconocimiento y el éxito
mientras que uno, no, lo respetable, honesto, digno, sería no caer en desesperanza, frustración,
desánimo, etc. y peor aún, en amargura, resentimiento, envidia y demás detracciones, sino en dar
gracias a Dios, reconociéndole en todo el proceso y creyendo que Sus pensamientos no son los
nuestros, y tampoco sus caminos.

Pensar en la manera (semnós) que Pablo nos dice, implica ir en el espíritu contrario al de este
mundo; es ir contracorriente, pero es ir marchando en la dirección divina; teniendo a Dios por
encima de cualquier deseo, obra, sentimiento, intención o propósito.

Todo lo que es verdaderamente respetable (semnós), es lo que es conforme a Dios y a Su carácter.

III. “…todo lo justo…”

“…todo lo justo…”:

La palabra en gr. es “dikaios”, “justo, honrado, probo, piadoso, genuino, etc.” Lo que es equitativo
en carácter o en hecho; por implicación, todo lo que es inocente y santo.

Podríamos resumirlo como todo aquello que puede ser aprobado por Dios, por estar de acuerdo
con Su carácter y revelación. También todo lo que redunda en cumplimiento fiel de las
obligaciones que tenemos hacia Él, y por consecuencia, hacia el prójimo y hacia nosotros mismos.

Todo lo que es justo, implica lo concerniente a Su voluntad, por tanto. Debemos vivir siempre
teniendo en cuenta qué es lo que le agrada a Dios, por encima de cualquier otra cuestión.
A veces no sabremos si esto o aquello, sea por acción u omisión agrada o no a Dios; si es justo, o
no lo es. La Escritura también nos da una pauta muy importante a seguir, siempre estemos
andando en Luz:

(1 Juan 3:19-21) “Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros


corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios,
y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios”

Una conciencia limpia, es esencial para ser dirigidos por el Espíritu Santo.

IV. Todo lo puro

“…todo lo puro…”:

La palabra en gr. es “agnós”, y significa “limpio, sagrado, santo, casto, puro, inocente”. Hemos de
sumergir nuestros pensamientos en todo aquello que es moralmente limpio en todo sentido, no
sólo en el del área sexual, sino en todas las cuestiones.

(2 Corintios 4,6) “antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios…en pureza…”

(2 Corintios 7:11) “Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué
solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué
celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto”

(1 Timoteo 5:22) “No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados
ajenos. Consérvate puro”

La pureza implica todo procedimiento divino. Dios es luz, Dios es puro.

(Efesios 1:5) “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puroafecto de su voluntad”

Los motivos para que el Padre tomara la decisión de salvar a quien quiso, son PUROS, aunque
incomprensibles para nuestra mente. Totalmente conforme al beneplácito (eudokía) de Su
voluntad.

La pureza es la ausencia de mezcla con otras cosas. Una persona pura es contraria a aquella de
doble ánimo:

(Santiago 1:8) “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. Por eso sigue
diciendo el apóstol Santiago: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las
manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Santiago 4:8)

Si nos damos cuenta, este es un asunto de motivación. ¿Cuáles son siempre nuestros motivos?

V. Todo lo amable

“…todo lo amable…”:

La palabra en gr. es “prosfilé”, única vez que aparece en el NT, y significa “amado, querido,
agradable, lleno de afecto, de benevolencia”.
Nuestras mentes deberían de saturarse de todo aquello que es verdadero y bueno en cuanto, y
por cuanto atrae los afectos puros, no corrompidos.

VI. Todo lo que es de buen nombre

“…todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza…”:

La palabra es “eufemós”, única vez que aparece en el NT, y significa: “alguien que dice buenas
palabras, alguien o algo elogioso, de buen significado”. Es todo aquello que es de buen decir, de
buena reputación, que merece ser comentado, que es edificante y para edificación.

Nuestra mente deberá ser dirigida a todo aquello que sea edificante, dejando de lado todo aquello
que signifique lo contrario. No manchemos nuestra mente con pensamientos indignos de
cualquier clase.

Conclusión

Pensar, es una constante en el ser humano (por eso es humano), pero, pensemos bien, conforme a
fe y esperanza, y que el amor sea y constituya el vínculo perfecto.

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