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INTRODUCCIÓN
Las organizaciones enfrentan diversas situaciones que el entorno les presenta. Desde la
perspectiva estratégica, mediante un análisis y síntesis de la realidad a través de la aplicación de
modelos, enfoques y tendencias que por años han orientado las decisiones de los dirigentes, sin
embargo, aun cuando ha quedado de manifiesto que no existe un método unívoco y aceptado de
estrategia, se puede observar que, entre la diversidad disponible, se evidencia una cierta
congruencia y compatibilidad entre todas ellas puesto que, en general, éstas son, abstracciones
conceptuales que pretenden describir comportamientos congruentes de los actores en un
contexto determinado y que por su consistencia se constituyen en estrategias.
En relación con los escenarios, parece claro y, a estas alturas, evidente, que el futuro ya no es
inexorable, no todo está escrito ni es un sistema cerrado y, una buena parte de todo, difícilmente
puede ser deducido simplemente con ecuaciones. El devenir parece cada vez más sujeto al
pasado, es menos independiente de lo que se pensaba y no está suelto al azar. El pasado es
realidad y, dada su existencia, parece condicionar el futuro y, más aún, hace del futuro algo
previsible, sólo que se necesita saber mirar y cómo prospectar ese futuro, tal vez, en principio,
mediante representaciones intuitivas y, seguidamente, dando inicio a investigaciones que,
eventualmente podemos denominar “especulaciones” sobre un futuro que involucra porciones
complejas de la realidad y que, ante la cual, se precisa una actitud más bien proactiva del
investigador.
La prospectiva, también llamada la ciencia del futuro, se enfoca a la importancia de la visión que
debe servir a toda organización como parte fundamental del futuro organizacional, se analizan los
estudios que se han efectuado en diversos países, el efecto de la tecnología y las personas en las
organizaciones. Es una disciplina con visión global, sistemática, dinámica y abierta que explica los
posibles futuros no sólo por los datos del pasado, sino fundamentalmente teniendo en cuenta las
evoluciones futuras de las variables claves, así como del comportamiento de los actores
implicados, de manera que reduzca la incertidumbre, ilumine la acción presente, y aporte con
elementos que conduzcan al futuro conveniente o deseado.
El análisis que ofrece la prospectiva viene del futuro hacia el presente. Anticipa la configuración de
un futuro deseable y desde allí retrocede hasta el presente para construir planes adecuadamente
insertados en la realidad y que permitan construir momento a momento un accionar eficaz
orientado hacia dicho futuro considerado como deseable.
De lo anterior se entiende la estrategia como un patrón a seguir para el logro de metas. Dicho
patrón contiene el conjunto de acciones a seguir, en forma de planes específicos y con metas bien
definidas, que contribuyen a un esfuerzo común por el cumplimiento de la misión de la
organización.
I. La prospectiva nos muestra cuáles son las alternativas de futuro que puede tener una
organización. La estrategia nos dice como construir el futuro que más conviene. La una
sin la otra no tendría sentido.
II. La prospectiva consiste en la exploración de los futuros posibles, es decir, lo que
puede acontecer. La estrategia consiste en lo que puede hacerse.
Para construir el futuro ambos conceptos son necesarios. Prospectiva y estrategia no son procesos
estáticos. No se hace o no se debe hacer una prospectiva o confeccionar un plan estratégico una
sola vez. Tanto la prospectiva como la estrategia deben revisarse en función de los resultados y de
los acontecimientos. Deben cuestionarse o replantearse de forma continua.
Siempre es tentador tomar los deseos como realidades. De cualquier modo, porque existan ciertas
visiones del futuro o ciertos escenarios que parezcan deseables, no se debería, detener la opción o
el proyecto estratégico de la empresa, en función de una única visión proactiva. También es
necesario mostrarse proactivo y saber prepararse para os cambios que se esperan que se
produzcan en el entorno futuro de la empresa.
Todos los escenarios posibles no son igualmente probables o deseables y por tanto es necesario
distinguir los escenarios del entorno general de la estrategia.
Sería óptimo distinguir entre una fase exploratoria que persiga la identificación de los retos de
futuro y una fase normativa que busque la definición de las opciones estratégicas posibles y
deseables para que la organización pueda mantener el rumbo.
La distinción entre estas dos fases está más que justificada si entendemos que la elección de las
estrategias está condicionada por la incertidumbre, más o menos grande, que pesa sobre los
escenarios y por la naturaleza, más o menos contrastada, de los que, entre dichos escenarios, son
los más probables.
Confundir los escenarios de la prospectiva con la elección de las opciones estratégicas equivaldría
a que tampoco serían los mismos actores internos los que estarían en primera línea. La fase de
anticipación debe ser colectiva y debería englobar al mayor número de personas. Las herramientas
que se utilizan en la prospectiva permiten organizar y estructurar de manera transparente y eficaz
la reflexión colectiva sobre las apuestas y retos de futuro y, llegado el caso, también la evaluación
de las opciones estratégicas. Por el contrario, debido a razones de estricta confidencialidad y de
responsabilidad, la fase consistente en la elección de las opciones estratégicas se reconoce que es
propia de la incumbencia de un número limitado de personas. Las decisiones tienen que ser
tomadas después de la concertación y el consenso que se logre entre los dirigentes, teniendo en
cuenta los modos de regulación propias a la cultura de cada empresa y el temperamento y la
personalidad de sus dirigentes. Los útiles son útiles para preparar las opciones y no sustitutos de la
libertad de elección.
Ambas categorías, estrategia y prospectiva, tiene que ver con lo desconocido porque ambas se
refieren al futuro. Al contemplar el futuro, afirma acertadamente P. Schoemaker, es útil considerar
tres tipos de conocimiento3:
1
Sohail Inayatullah. “Methods and Epistemologies in Futures Studies” del libro “The Knowledge Base of Futures
Studies. Foundations”, V. 1, págs. 188-189. Edit. R. A. Slaughter DDM Media Group, Melbourne, 1996.
2
M. Godet. Ibid., pág. 187.
3
Paul J.H. Schoemaker. “Scenario Planing: A Tool for Strategic Thinking”. Slan Management Review. Winter, 1995.
Pág. 38.
anticipador, que se adelante a los acontecimientos en vez de adaptarse, siempre con costes;
porque ya no sirve reaccionar a impulsos o actuar por imitación.
Lo que hay que hacer es dotarse de una capacidad de respuesta ante las posibles variaciones del
entorno que nos permita una correcta elección de opciones estratégicas. Ahora bien, será
imposible desarrollar esa capacidad sin preparar el futuro. Pues bien, es aquí donde la prospectiva
juega su papel, en prever el futuro construyéndolo.
Si aplicamos el símil de la simbiosis podemos afirmar que la Prospectiva aporta a la estrategia tres
nutrientes: capacidad de innovar, creatividad y capacidad de respuesta; la estrategia metaboliza
esos nutrientes y los transforma en un producto que va extendiendo en el medio donde
cohabitan: la apropiación de la que se retroalimenta la prospectiva. Por tanto, prospectiva y
estrategia no son dos categorías autónomas sino heterónomas, dependientes entre sí.
La prospectiva busca y abre los caminos a seguir. Redefine la estrategia. Organiza nuevas
perspectivas o nuevas concepciones; en este sentido la prospectiva guía a la estrategia en su
diseño e implementación. La reconceptualiza.
Por tanto, hay una relación de conectividad que las hace complementarias. Y, sin embargo, hay
diferencias:
La estrategia no va más allá de los cinco años, mientras que la prospectiva considera
un plazo más largo: de diez a veinte años o más.
La estrategia se orienta a predecir el futuro basándose en datos históricos, mientras
que la prospectiva se orienta a crear futuro.
La estrategia se focaliza en objetivos operativos muy concretos y limitados; la
prospectiva tiene objetivos más difusos y más amplios ya que se orienta más a
construir mapas de futuros posibles sobre desarrollo socioeconómico, desarrollo
organizacional, nuevos productos, etc.
La estrategia, en la práctica, suele contemplar variaciones numéricas de entre
alternativas similares; la prospectiva propone alternativas sustancialmente diferentes
entre ellas (escenarios).
El estilo de elaboración es distinto; la estrategia la realizan los líderes y sus equipos
especializados que proponen las líneas a seguir a quienes han de encargarse de su
implementación (up-bottom). La prospectiva es más participativa y, por tanto, un
proceso más complejo (bottom-up); sin embargo los resultados que se obtienen son
más sólidos. En efecto, quienes participan en un ejercicio prospectivo se implican
más porque son conscientes de que sus opiniones han sido tenidas en cuenta. Así se
van configurando conclusiones desde visiones compartidas con las que los
participantes se vinculan, otorgando a los resultados firmeza, cohesión y durabilidad.
La estrategia suele estar instrumentalizada por dos grandes objetivos: dinero y
poder. La prospectiva, además, suele servir para fines más amplios.
Gary Hamel indica que “el gran reto acerca de crear el futuro no es predecirlo. No es como si
hubiera un solo futuro y que el reto fuera intentar predecir cuál de los futuros potenciales será el
correcto. En vez de eso, la meta es tratar de imaginar un futuro que sea verosímil: el futuro que
podemos crear”.
Podemos decir que todas las organizaciones enfrentan las diversas situaciones que el entorno les
presenta. Desde la perspectiva estratégica, mediante un análisis y síntesis de la realidad a través
de la aplicación de modelos, enfoques y tendencias que por años han orientado las decisiones de
los dirigentes.
El origen y desarrollo del pensamiento administrativo es reciente, puesto que se reconoce que
surge con la revolución industrial de finales del siglo XVIII y que se extiende prácticamente a lo
largo del siglo XIX. No obstante, la primera reflexión sistemática sobre el contenido de la
administración se hace hasta finales de ese siglo y principios del siguiente, con la obra de Frederick
W. Taylor, considerado, junto con Henri Fayol, fundador de esta disciplina. Si la comparamos con
otras ciencias sociales como la historia, el derecho, la política y la economía, entre muchas más, la
administración, como un campo específico del conocimiento, no cuenta con la tradición y riqueza
conceptual y metodológica de estas ciencias, aunque no por ello deja de ser una disciplina con
gran diversidad de teorías y corrientes de pensamiento.
Podemos considerar que la evolución de la estrategia y la gestión, provienen desde los principios
básicos de la administración, ya que desde la antigüedad se registran antecedentes de la teoría
administrativa: en Grecia, Egipto, China y Roma; con los grandes filósofos como Platón que
propone principios de especialización y Aristóteles criterios de organización, así mismo en la
actualidad se dan otras dos conocidas definiciones descritas por investigadores del Reino Unido,
citaremos a Ben Martin (1995), describe la prospectiva como “El proceso de investigación que
requiere mirar sistemáticamente el futuro de largo plazo en ciencia, tecnología, economía y
sociedad, con el objetivo de identificar las áreas de investigación estratégicas y las tecnologías
genéricas emergentes que generarán los mayores beneficios económicos y sociales” .
Por su parte Luke Georghiou (1996), describe la prospectiva como “un medio sistemático de
evaluar los desarrollos científicos y tecnológicos que podrían tener un fuerte impacto en la
competitividad industrial, la creación de riqueza y la calidad de vida”.
Los rasgos importantes en estas definiciones son el carácter periódico (horizontes de tiempo que
oscilan entre los 5 y los 30 años) y sistemático de estos estudios, así como la importancia de
balancear el empuje de los desarrollos científico-tecnológicos con la demanda del mercado.
Por su parte, estos estudios no deben ser dominados únicamente por los aspectos tecnológicos. Es
importante que el análisis esté orientado a los aspectos sociales que trascienda la creación de
riqueza e incluya asuntos tales como la prevención del crimen, la equidad, la educación, la
creación de habilidades o el envejecimiento de la sociedad.
EL PRINCIPIO DE CONTINGENCIA
Esta teoría señala, como premisa fundamental, que las acciones administrativas apropiadas en una
situación determinada, dependen de los parámetros particulares de la situación. Busca identificar
principios que orienten acciones a seguir de acuerdo con las características de la situación, en
lugar de buscar principios que se apliquen a cualquier situación, como lo hace el enfoque clásico.
Los estudios actuales sobre las organizaciones complejas llevaron a una nueva perspectiva teórica:
la estructura de una organización y su funcionamiento son dependientes de la interface con el
ambiente externo.
Le da prioridad a lo que ocurre fuera de la organización antes de indagar en los elementos internos
de la estructura organizacional.
La más notable contribución de los autores del enfoque de la contingencia está en la identificación
de las variables que producen mayor impacto sobre la organización, como el ambiente y la
tecnología, para entonces predecir las diferencias en la estructura y en el funcionamiento de las
organizaciones debidas a las diferencias en estas variables. Así, diferentes ambientes requieren
diferentes relaciones organizaciones para una eficacia óptima. Se hace necesario un modelo
apropiado para cada situación dada.
Por otro lado, diferentes tecnologías conducen a diferentes diseños organizacionales. Variaciones
en el ambiente o en la tecnología conducen a variaciones en la estructura organizacional. Estudios
de Dill, Burns y Stalker, Chandler, Fouraker y Stopford, Woodward, Lawrence y Lorsch, entre otros,
demostraron particularmente la cuestión del impacto ambiental sobre la estructura y el
funcionamiento de la organización.
Estado ambiental
Conducta
Consecuencia
De lo anterior se entiende, que los aspectos externos a la organización actúan como variables
independientes sobre los modos de organización interna de la empresa, los cuales son variables
dependientes de las primeras. Esta relación, sin embargo, no se establece como una de tipo causa-
efecto, sino como una toma de decisión de los líderes de la organización sobre la elección de la
alternativa más eficaz ante las circunstancias externas.
La Teoría de la Contingencia plantea que hay una relación funcional entre las condiciones del
ambiente y las técnicas administrativas apropiadas para alcanzar eficazmente los objetivos de la
organización. Las variables ambientales se consideran variables independientes en tanto que las
técnicas administrativas se toman como variables dependientes.
Debido a que la teoría de la contingencia destaca la influencia del medio ambiente en la estructura
y dirección de las organizaciones, se requiere de investigaciones que tengan como fin el mejorar
los marcos teóricos conforme al ambiente en el cual se desenvuelve la administración.
No es posible resolver a nivel teórico cada una de las situaciones que pueden estar presentes en
las organizaciones. Por esto es necesario tener presente a nivel principio que las situaciones,
necesidades específicas y la estrategia a desarrollar son las que determinarán la forma que
adoptará la estructura de una organización; y no, como algunos clásicos pensaba, que la forma
determina las situaciones que vive la empresa.
BIBLIOGRAFIA
http://www.sgp.gov.ar/contenidos/inap/publicaciones/docs/capacitacion/planeamientoestrategic
o.pdf
http://manuelgross.bligoo.com/content/view/1044249/La-prospectiva-estrategica-Nacimiento-
evolucion-y-aplicaciones.html