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loan P.

Culianu

Eros y magia
en el Renacimiento
1484

Prefacio de
Mircea Eliade

Traducción de
Neus Clavera y Hélt~ne Rufat

Ediciones Siruela
Índice

Prefacio
Mircea E li ade 11
Prólogo 15

Eros y magta en el Renacimiento


Introducción 21

Primera parte: Fantasmas en acción

Capítu lo 1: Historia de lo fantástico


1. S.obre el se ntido interno 29
Algunas consideraciones preliminares 29
El pn e uma fantástico 32
2 . Flujo y reflujo d e los valores e n eÍ sigl o XII 38
'l'tHi n~ lu > (lc• rc· ~• h n • rN tlfi11Hin • . NI n¡¡ un .l . 1 e d e e ·s la public:~ción
, p.or
· ·da e n manera alguna
Acu l turación de Occidente 41
llii CIIV •ur rc•pftHhi Cidll , II IIII II CCn:HI:I O lr>n SOl l 1 ' ' •. ' .•
ni llllr nln¡¡lln tllcdlo , y~ sen eléclrico, <Juí mlco , m.ecamco , .opuco, Cómo una mujer, que es tan grande, penetra
d ll ¡¡rtllHI Cin• n (1 ele ( OIOCO ·. S· ¡ 1l p ermiSO preVIO
• pl.l, " del Cd liOf . por los ojo s, que son tan pequeños 49
3. El vehículo d el alm a y la exp e riencia prenatal 51
Thu ln nrllll n ll l: /Jros el magi c ¡¡ la Rellaisstt llce. 1484
Cn lecc lón dirigida por Vicloria Clrlot,
¡\mudor vega y jacobo Sirucl:~ C apítulo 11: Psicología empírica y psicología
l)l~eño ¡¡r:ífico: G. Gaugcr & J. Si ruela abis al del ero~
~ l'l:o mm:~rion , París 1984
l . La psicolo gía empirlca d e Ficino y sus oríge n es 59
€! l)c In trad ucción, Ne us Clavcr:~ y llél c ne Ru fat
e l!tll c lones Siruela, S. A. , 1999 2. El art e de la memoria 64
Plaza <le ~l n nu c l llccerr:~ , 15. • El Pabelló n• 3. Eros fantástico y apacigua miento del deseo 71
28028 Madrid . T e ls .: 9 1 355;? 20 1 91 355 22 02 11. Fantasmas e n acc10n 74
Tc lcf:u<: 9 1 HS 22 01
5. La psicología ab isal d e Ficino 76
sl rucl a®sl r uc ia .e o m
www .s lruela .co m
Desce nso del alma 76
Pr inted a nd made In Spaln M e la ncolía y Saturno 80
Los momentos oportunos 192
Capítulo Ill: Amistades peligrosas
1. Ju an Pico, conti nuador de Fi cin o 89 Capítulo VII: La demonomagia
1. Algunas nociones d e demonología 195
2. Los dioses ambi guos del e ro s 95
Giordano B run o, el hombre del pasado fantástico 95 2 . Los de m onios y e l eros 200
204
Escándalo en Londres 97 3. Brujas y endemon iados
Fantasmas mn e motécnicos 102 4 . La d emonomagia desde Ficino hasta Giordano Bruno 210
Ambigüedad de l eros 105 Clasificaciones de la magia 210
En el corazó n de la doctrina de Bruno 109 Trithemius d e Würzburg 216
Acteón 116
Diana 119 Tercera parte: Fim11 de partida
a) La naturnlez a 119
b) La luna 120 Capítulo VIII: 1484
e) La rei11o 121 1. Una mosca áptera 235
2. ¿Por qué fue tan te mibl e el año 148 4? 242
La pa rábol:l de los nueve c tegos 123
Circe 125
Capítulo IX: La gran censura de lo fantástico
Segunda parte: El gran manipulador 1. Abolición de lo fantá stico 251
2. Algu nas paradoj as históricas 254
3. La con troversia en torno a la asnidad 257
Capitulo IV: Eros y magia
1. Id e nti dad de sustancia, ident idad de operac ión 129 4. Las as tu cias de Giordano Bruno 260
2. Manipula ción de las masas y los ind ivid uos 131 S. Sólo hubo una R eforma 262
6. La mo difi cación de la imagen del mundo 264
3. Vinw lum vinculort/111 138
4. Eyacu lación y retención del semen 143
5. De la magia como psicosociología genera l 147 Capítulo x: El doctor Fausto, de Antioquía a Sevilla
1. La permisividad del R enacimiento 271
Capítulo v: La magia pneumática 2. ¡Más calor hará e n e l In fierno ! 275
3. Un mo ralismo exhaustivo: la leyenda de Fausto 278
1. El grado ce ro de la magia 153
2. Magia <<subj et iva)) y magia «transitiva)) 286
155 4. ¿Un producto final?
3. La conspiración de las cosas 158
4.. La teoría de las radiaciones 164 Apéndice 1 (ai capítulo I, 3):
Los orígenes de la doctrina d e l ve hículo del alma 289
5. Magia pneumática 176
Apéndice 11 (al capítulo 11, 3):
Capítulo VI: La magia intersubjetiva Las delicias de Leo Suavius 299
Ap.éndice III (al capítulo 11, 4) 303
1. Magia intrasubjetiva 179
Apéndice IV (al capítulo III, 1) 319
2. Magia intersubj etiva 187
323
Presencias superior~s 188 Apéndice V (al capítulo III, 2)
Apéndice VI (al capítulo V, 4) 327
Los cebos 191

8 9
Apéndice VII (al capítulo VII, 3):
La realidad de la brujería 329
kpéndice VIII (al capítulo VII, 4):
El teatro mágico de Fabio Paolini 343
Apéndice IX (al capítulo VII, 4) 347
Apéndice X (al capítulo IX, S) 353 Prefacio
Apéndice xr (al capítulo III): El eros, ahora 357
Para Elena, Ana y Tcodora
Notas 361
Bibliografia 397 Historiador de las religiones, especialista en Antigüedad tardía y en
Índice onomásti co 403 gnosticismo, pero a su vez balcanólogo y romanista (enseña, entre otros
temas, la historia de la cultura rumana en la Universidad de Groninga), a
loan P. Culianu se le conoce por haber publicado un gran número de ar-
tículos en revistas de prestigio y por la publicación de tres volúmenes, el
último de los cuales (Religione e potere, Turín 1981) fue escrito en colabo-
ración con dos jóvenes investigadores italianos. Pero con Eros y magia - y
esperando que aparezca una amplia monografía comparada sobre los mi-
·. tos y las técnicas de la ascensión extática'- han empezado a salir a la luz
sus trabajos más importantes.
El autor me ha pedido que escribiera un breve pref.1cio para Eros y ma-
gia, recordando que el Renacimiento i~aliano había sido una de mis pa-
siones de juventud y que había dedicado mi tesis de licenciatura al pen-
samiento de Marsilio Ficino, Juan Pico de ia Mirandola y Giordano Bruno.
Era demasiado grande la tentación de tratar las etapas y los grandes nom-
bres de la historiografía moderna sobre el Renacimiento, insistiendo, en-
tre otros, en la revalorización reciente de las tradiciones herméticas, ocul-
tas y alquímicas. ¡Qué apasionante estudio de la hístori; de las ideas el
analizar las interpretaciones del Renacimiento italiano desde Jakob
Burckhardt y Giovanni Gentile hasta Eugenio Garin, P. Oskar Kristeller,
E. H. Gombrich, E A. Yates, D. P. Walker, Allen G. Debu~ y ot~os mu-
chos investigadores contemporáneos eminentes!
¡Por desgracia, a mi edad, tanto el tiempo como las fuerzas están la-

·Acaba de salir una versión inglesa abreviada de este trabajo en Leiden (Psychauodia 1,
EPRO, 99, Leiden 1983) [Expérieuces de l'extase. Extase, ascension el rédt visiomraire de
1'/re/lbrisme au Moyen Age, prefacio de M. Eliade, Payot, París 1984. Experie11cias del éxta-
sis, Paidós Ibérica, Barcelona 19941. (N. de las T.)

10 11
mentablemente calculados! Por ello no comentaré las interpretaciones definitivamente el culto a los iconos. Afortunadamente porque gracias a
más significativas del autor; me basta con apuntar su novedad y origina- la contemplación de las imágenes, los fieles podían acceder a todo u_n
lidad. Me gustaría citar, por ejemplo, el análisis de un escrito oscuro de universo de símbolos. En resumidas cuentas, las imágenes eran suscepti-
Giordano B_runo, De vinwlis in genere (De los vínculos en general), que bles de completar y profundizar la instrucción religiosa de los analfabe-
loan _P. Cuhanu compara al Príncipe de Maquiavelo (ver pág. 131 y ss.). tos. \{, en efecto, este papel ha sido el propio de la iconografia en todas
Efectivamente, si Ficino había identificado e l eros con la magia (puesto las poblaciones rurales de la Europa oriental.) .. ,
q~e, según él, <<la obra de la magia consiste en acercar las cosas una a Junto con la mayoría de los historiadores, loan E C~han~ es~a con- .
otra>>), Giordano Bruno siguió hasta sus últimas consecuencias las posibi- vencido de que «en el plano teórico, la gran censura delunagmano con- .
lidades operacionales de la m agia erótica. Todo puede ser marúpulado por dujo a la aparición de la ciencia exacta y la tecnología mod:rna» ~ver pág.
1~ imaginación, es decir por los 6ntasmas de naturaleza y origen'eróticos 286). Otros investigado res, por el contrario, han pue_sto de ma?tfi~sto el
suscitados en un sttieto o e n una colectividad cualquiera, pero sólo con la papel de la imaginación creadora en los grandes gemos de _la ctencta, oc-
condición de que el operador esté inmunizado, gracias a la magia, con- cidental, desde Newton hasta Einstein. No se trata de constderar ~qm es-
tra sus propios fantasmas . Con razón , el autor reconoce en la técnica pro- te tema tan complejo y delicado (ya que la imaginación creadora ttene ~m
puesta por e l De rJinwfis el antepasado inmediato de una disciplina mo- papel decisivo sobre todo en el progreso de las matemáticas, y de la fistca
derna: la psicología aplicada. <<El mago del De vincttlis es el prototipo de teórica, y menor en las «ciencias naturales» y e n la tecnologt~). R~corde­
los sistemas impersonales de los medios de comunicación, de la censura mos más bien las observaciones de Culianu sobre la supervtvencta, o la
indirecta, la manipulación global y los equipos de expertos que ejercen reaparición, de una cierta «magia>> en las ciencias psicológica~ y socio~ó­
su control oculto sobre las masas ...» (ver pág. 132). gicas contemporáneas. No deja de ser significativo que este_ h~ro empte-
He recordado este ejemplo por un lado porque el De vinculis es poco ce con la historia del concepto «sentido interno>>, desde Anstoteles hasta
conocido todavía, pero también porque, poco tiempo después de la el Renacimiento, y acabe con la leyenda de Fausto interpretada por Mar-
muerte de Giordano Bruno, b R eforma y la Contrarreforma impusie- lowe y Calderón. Ahora bien, resulta que estos dos escrit~res i~ustr~_n,
ron, con éxito, una censura radical del imaginario. El motivo era cierta- aunque sea de forma diferente, el auge del puritanismo: su tmagmacton
mente religioso: los fnntasrn t1s ~;:ra n ídolos concebidos por el «sentido in- literaria estaba fuertemente refrenada por lo. que el autor llama «un mo-
terno» (ver pág. 25 1 y ss.). Y, clr~ro está, la censura consiguió eliminar las ralismo excesivo>>.
«ciencias» que se basab:1n e n e l control del imaginario, especialmente el
eros fantástico, el arte de la memoria y la magia. Además, según el autor, Mircea Eliade
la ~fensiva victoriosa de la R eforma contra el imaginario acabó por des- Universidad de Chicago, febrero de 1982
trUir la cultura del Renacimiento.
. Se p~dría comparar esta censura del imaginario, que animó a las Igle-
stas occtdentales, con la crisis iconoclasta sufrida por la Iglesia de Orien-
te durante los siglos VIII y IX. El argumento teológico era el mismo: Ja
~doJatrí~ im~lícita en la glorificación de las imágenes. Sin embargo, los te-
alagas tconofilos subrayaban la continuidad entre lo espiritual y lo natu-
ral: la encarnación había anulado la prohibición veterana y testamentaria
· de representar lo divino. Afortunadamente, el sínodo de 843• restableció
1j de marzo del año 843 para restablecer la validez del último concilio ecuménico, cele-
·Se refiere al sínodo que b emperatriz regente de Oriente, Thcodora, convocó el día brado en Nicea en el año 787, que autorizaba el culto a los iconos. (N. de las T.)

12 13

l -
Prólogo

Un libro -siembra de f<)ntasmas que va dirigida a un segador desco-


nocido- es ante todo el balance de unos estudios, unas conquistas y, so-
bre todo, unas derrotas. Por haberme ayudado a superar estas últimas,
tengo que agradecer a varias personas que hayan contribuido, a veces de
una manera decisiva, en la elaboración de la obra que el lector, por fin,
tiene ante sus ojos. Sin los ánimos, los consejos de una competencia ex-
cepcional y la ayuda efectiva de Mircea Eliade, quizás hubiera abandona-
do a medio camino estas investigaciones iniciadas hacia 1969. La imagen
de Christine.l Eliade queda íntimamente unida, en mi afecto y gratitud, a
la del Maestro.
El hecho de que Yves Bonnefoy quisiera acoger este texto en su pres-
tigiosa colección «ldées et Recherches>> no pudo sino aumentar mi feli-
cidad al ver que, después de doce años de investigación laboriosa, el ma.-
nuscrito estaba listo, y que por fin había conquistado la libertad de
dedicarme· a otro tema.
Fue entre 1970 y 1972 cuando presenté a mi directora de investigación
en la Universidad de Bucarest, la por desgracia malograda Nina Fayon
(1908-197 4), dos trabajos sobre el pensamiento de Giordano Bruno. Esta
erudita rumana, perteneciente a una especie que en la actualidad se en-
cuentra en vías de extinción irremediable, no vaciló, con su sólida for-
mación universitaria, ante los peligros ideológicos que el título de mi te-
sis, defendida en junio de 1972, suponía: Marsílio Ficíno {1433-1499) y el
pltponismo en el Renacimiento. Estos tres estudios constituyen el núcleo del
presente libro. Gracias anú querido profesor, Cicerone Poghirc, .pude re-
cuperar mi tesis cuando creía que estaba definitivamente perdida; pero
aquel trabajo de juventud reveló ser demasiado imperfecto para formar
un sólido punto de partida.
Una primera versión rumana de la obra, acabada en 1979, se vio en-
frentada a las dificultades insuperables d.e la traducción; y sólo pude re-
solver 'estas dificultades preparando yo mismo una versión francesa. Esta·

15
últíma· fue corregida por Dominique G. Laporte, quien me indicó a su leer la obra provocadora de Paul K. Feyerabend, me ofreció la posibilidad
vez ciertas lagu.nas en la obra y sugirió un título que gustosamente acep- 1 de entender algunas de sus inconsistencias. En todo caso, Feyerabend es
té, ya que apunta una relación cuya pertinencia debo subrayar, entre la quien plantea hoy en 'día, quizás a pesar suyo, el problema de una nueva
utopía de George Orwell, 1984, y el año que iba a cambiar por comple- '· historia de las ciencias; una historia que sigue esperando a sus autores,
to el destino del viejo mundo: 1484. La nueva versión francesa no estuvo siernpre y cuando estos autores ignoren las propuestas hist6ricas de Feye-
Usta hasta que pasaron dos años más. Esta espera m e permitió no sola- rabend, deudoras del mismo racionalismo que él pretende execrar.
mente esclarecer mis propios puntos de vista, en algunos artículos que' Un último agradecimiento para Flammarion, cuyos colaboradores
no pasaron desapercibidos, sino también revisar de arriba abajo la biblio- han demostrado no tan sólo su competencia sino también una exquisita
grafia, así como emprender tímidamente el camino de la historia de la amabilidad haciendo que mi colaboración con ellos fuera de las más agra-
ciencia en el Renacimiento con los problemas que éste presenta para los dables.
actuales investigadores. Tuve que observar, con cierto desencanto, que, loan Petru Culianu
excepto una pequei1a cantidad de obras objetivas que no eran siempre su- Groninga, 3 de julio de 1983
gerentes, la mayoría de los estudios relacionados con esta época se per-
dían en medio de pueriles prejuicios racionalistas. Dado que esta bibUo-
grafia no podía ser utilizada, sólo quedaba armarse de paciencia y leer con
atención los textos originales.
Debo renunciar a ser exhaustivo en la enumeración de cuantos me
ayudaron a realizar este trabajo, tanto en Italia como en Francia y en Ho-
landa. En Groninga, H. G. Kíppenberg me brindó la posibilidad de im-
partir una asignatura sobre la magia en el Renacimiento; el hecho de
que mis estudiantes quedaran encantados me animó a creer que el tra-
bajo que ahora se publica no quedaría sin continuación; siempre y cuan-
do el lector sepa superar las dificultades de su primera parte'.
Por último, quisiera agradecer a mi mujer el estoicismo que demostró
mientras se preocupaba por la elaboración de las dos versiones sucesivas
de esta obra - pues todo esto sólo representa una ínfima parte de los tra-
bajos de estos últimos años durante los cuales se publicaron cuatro libros
y un centenar de artículos. Entre ellos, hay varios que tratan temas rela-
cionados con el Renacimiento; sin embargo, ninguno ha sido retomado
en este Ubro.
Uno de los primeros lectores de este libro, Hans Peter Duerr, ha con-
tribuido de manera decisiva con su obra a determinar algunos de nus
puntos de vista sobre el Renacimiento: incitándome, implícitamente, a

'Recomiendo, sobre todo al lector menos paciente, que deje para el final la lectura
del tercer capítulo de la primera parte (porque explora unos problemas bastante abstrusos
relativos al arte de la memoria).

16 17
Eros y ·magia·
en el Renacimiento
Introducción
..
Todavía suele pensarse que un abismo separa la visión del mundo que
tenía el hombre del R enacimiento de la que tenemos nosotros mismos y
nuestros contemporáneos. La marca visible de esta fractura sería la tecno-
logía actual, fruto de la «ciencia cuantitativa)), que empezó a desarrollar-
se a partir del siglo XV II. Sin embargo, y a pesar de que las mayores auto:..
ridades de la historia de la ciencia nos informen sobre la inexistente
relación entre los propósitos de un Newton, un Kepler, un Descartes, un
Galileo o un Bacon y esta supuesta «ciencia cuantitativa)>, seguimos
perpetuando las mismas opiniones erróneas que nuestros antepasados ra-
cionalistas del siglo XIX. De hecho, estos últimos creían firmemente en
la idea de la razón y del progreso, y la defendían a ultranza. Postular la
existencia de una ruptura entre una edad infantil de la humanidad, que
se terbúnaba con el Renacimiento, y la edad de su n1adurez, que culmi-
naba con el advenimiento de la técnica moderna, era útil, en aquel mo-
mento, para los objetivos sociopolíticos de nuestros partidarios del pro-
greso que se creían rodeados, o realmente lo estaban, por fuerzas hostiles.
Pero hoy en día, cuando las pruebas palpables de la tecnología quitan to-
da su eficacia a una mirada demasiado nostálgica hacia el pasado, se hace
indispensable revisar por completo esta actitud cuya intolerancia preten-
de esconder la falsedad. ·
La idea que el hombre moderno tiene de la magia es muy extraña: só-
lo ve en ella un montón risible de recetas y de métodos que provienen
de un concepto primitivo, no científico, de la naturaleza. Desgraciada-
mene~, los pocos «especialistas)> que se arriesgan a explorar ese dominio
llevan, como únicas herramientas para su viaje, los mismos prejuicios. Se
pueden contar con los dedos de una mano las obras que rompen con es-
ta persist~nte tradición.
Ciertamente, sería dificil sostener que el método de la magia tiene al-
go que ver con nuestras ciencias de la naturaleza: la estructura de la ma-
teria queda ignorada por completo, ,y los fenómenos fisico-químicos se
atribuyen a fuerzas ocultas que actúan en el cosmos. A pesar de ello, la en el Renacimiento y los cambios a los que se vio sometida en la época
magia tiene en común con la tecnología moderna el ansia de llegar, por de la Reforma. Sin embargo, sería ingenuo pretender que nuestro libro
otros medios, a los mismos resultados: comunicación a distancia, trans- no se sitúe en la líneá de toda una tradición de estudios dedicados a la
portes rápidos, viajes interplanetarios forman parte de los éxitos corrien- historia y filosofia de las ciencias, de los que intenta, a veces, corregir al-
tes del mago. ·
bTÍm error de enfoque. · . . .
Sin embargo, sí la magia ha seguido existiendo, riéndose de cuantos La obra de Paul K. Feyerabend, aunque no haya msp1rado nuestras In-
creían que ya llevaba tiempo desaparecida, no ha sido gracias a estos éxi- vestigaciones, se ve a menudo confirm'ada, en un sentido histór~co, a tra-
tos. Más bien son las ciencias psicológicas y sociales contemporáneas 'las vés de ellas. Efectivamente, Feyerabend debe mucho a los estudtos de so-
que derivan directamente de ella. Por esta razón convendría, ante todo, ciología de las ciencias que surgieron en el mundo anglosaj~n como
restablecer una visión correcta de la esencia y la metodología de la magia consecuencia de la influencia ejercida por Max Weber sobre la mterpre-
para' poder hacerse una idea de lo que todavía le debemos. tación de la aparición de las ciencias modernas en el siglo XVI_J. Ro~ert
En principio, la magia de la que nos ocuparemos aquí es una ciencia K. Merton, sobre todo, constató un sllift of vocational interest hacta la Cien-
del imaginario; explora este imaginario con medios propios y pretende cia en la Inglaterra puritana, relacionando las vocaciones científicas con
manipularlo más o m enos según su voluntad. En su desarrollo máximo, la influencia del puritanismo religioso' . Así fue como el alcance del pu-
alcanzado con la o bra de Giordano Bruno, la magia es un método de ritan ismo, que llevaría, según Weber, a la formación del <<espíritu ~el c~­
control sobre el individuo y los medios de comun icación, basada en el pitalismo•>2, se vio ampliado hacia la formací~n d~ las esf~ras_ de mteres
conocimiento profundo de las pulsiones eróticas personales y colectivas. social, aptas para explicar el desarrollo d~ la c1enc1a y la tecmca moder-
Se puede reconocer en ella el antepasado lejano, no sólo del psicoanálisis nas. (Cierto es que junto al puritanismo, Merton sitúa los intereses mili-
sino también, y e n primer lugar, del de la psicosociología aplicada y la tares entre los factores fundamentales que explican este fenómeno cuya
psicología de masas. i'mportancia es incalculable. De esta manera, las bases tecnológicas de
AJ ser una ciencia de la manipulación de f.1ntasmas, la magia va diri- nuestra sociedad parecen apoyarse· en dos actividades humanas cuya rela-
gida, en primer lugar, a la imaginación humana donde intenta suscitar ción con las ciencias casi parecía insospechable: la religión y la guerra.)
impresiones persistentes. El mago del Renacimiento es un psicoanalista y Max Weber, al que no obstante se ha intentado atribuir un espíritu
un profeta, pero también se anticipa respecto a profesiones modernas, co- antipuritano (para compensar las exageraciones invers~ de su familia), fue
mo las de j efe de relaciones públicas, agente de propaganda, espía, hom- el primero en sostener la necesidad de _unas obser:act?ne~ de. orden .s~­
bre político, censor, director de los medios de comunicación de masa, ciológico e histórico que fueran werifrel, esto es, sm nmgu~ t1po ·de JUI-
agente de publicidad. cio de valor. Merton, por su parte, se sitúa en esta perspectiva, pero cos-
Las operaciones f.1ntástícas que conoce el Renacimiento son más o taría no atribuirle. una admjración implícita por este puritanismo inglés
menos complejas: el eros es la primera que ya se manifiesta en la natura-
leza, sin que intervenga la voluntad humana. La magia sólo es un eros
que, al cabo de unas décadas, transformaría por compl~t~ el destino d: ~a
civilización occidental. En cuanto a Feyerabend, no dlSimula sus preJUI-
aplicado, dir igido, provocado por el operador. Pe.ro también existen otros • cios llegando así a unas ·conclusiones realmente extrañas3 • En efecto, en
aspectos de la manipulación de los f.·mtasmas: uno de ellos es e l maravi- una obra, cuyo mérito por haber puesto de manifiesto los límites del ra-
lloso arte de la memoria. La relación entre eros, mnemotécnica y magia cionalismo reconocemos con gusto, Feyerabend no duda en afirmar que
es hasta tal punto indisoluble que resulta imposible comprender esta últi- la intervención del estado es a menudo saludable para frenar la evolución
ma sin estudiar prevíamen'te los principios y los mecanismos de los dos unidireccional de la ciencia. Ofrece como ejemplo de operación conse-
primeros. guida con éxito para corregir el imperialismo c~entífico occidental, el re-
En cierto modo, obramos como precursores al estudiar la imaginación surgimiento de la medicina tradicional en Cluna por orden de Mao, Y

. 22 23 .
también recuerda la influencia de los puritanos en la Inglaterra del siglo los magos, hay que admitir que, desde el Renacimiento, han disminuido
XVII, que Uevó a la aparición de las ciencias cuantitativas modernas. Cier- nuestras facultades para obrar directamente con nuestros propios fantas-
to ~s que la perspectiva de Feyerabend no es la única posible. Implica atri- mas, o con los de los demás. La proporción entre consciente e incons-
b~Ir ~n valor a un fenómeno histórico (en este caso, la aparición de la ciente se ha modificado en profundidad, y nuestra capacidad para domi-
Ciencia moderna bajo la influencia del puritanümo) que no posee ningu- nar nuestros propios procesos imaginarios se ha quedado en nada.
no. En el caso de Feyerabend, así como en el caso de todos los historia- No sólo es interesante aprender cuál era la relación entre un hombre
d?res r~cionalistas de las ciencias (de los cuales nuestro filósofo pretende del Renacimiento y sus propios fantasmas, sino que también interesa
distanciarse en varios aspectos), la influencia del protestantismo inglés so-. comprender cuáles han sido las razones ideológicas que han favorecido la
~re el desarrolJo de las ciencias se beneficia de una valorización que es, evolución de dicha relación. De hecho, esto es equivalente a una justa
sm h~ga~ a dudas, intensamente positiva. Con todo ello, es posible invertir comprensión de los orígenes de la ciencia moderna: esta última no hu-
esta optica y afirmar, por ej emplo, que la humanidad moderna debe su biera podido aparecer si no hubiera existido una serie de factores capaces
mayor mal a los dos f:1ctores que lo produjeron, en el alba de la nueva de producir la modificación del imaginario humano. Ahora bien, estos
época tecnológica: la religión y la guerra. Está lejos de nosotros la inten- factores no fueron económicos y tampoco procedían de una pretendida
ción de segu~r. esta posición radical. Pero bien debemos constatar que no <<evolución» de nuestra raza. Por el contrario, las fuerzas que los suscita-
es menos legitima que la de los adeptos al «triunfalismo» cientificista, en- ron eran ~egresivas, en un plano psicosocial, e incluso «reaccionarias>>, en
tre los cuales hay que contar el que ha declarado formalmente ser su ad- un pl~no sociopolítico. ¿Cómo puede ser que, a pesar de ello, les deba-
versario: Paul K. Feyerabend. mos la aparición del espíritu que paulatinamente Uevaría a la expansión
En cuanto a nosotros, más bien nos indinamos por seguir a Max We- de la ciencia moderna? Éste es el enigma de la historia que este libro se
ber y rechazar, por principio, cualquier juicio de valor sobre las constata- propone resolver. ·
ciones históricas que se desprenden de los anáJjsis contenidos en este libro. Para prevenir el malestar del lector ante unas afirmaciones demasiado
Es evidente que la materia, cuyas vicisitudes históricas examinaremos chocantes, consistiendo la primera en que seguimos viviendo en un mun-
a lo largo de esta obra, es el inur,(!ÍIIario lruma11o tal como viene expresado do donde la magia todavía tiene un papel importante y ocupa un lugar
en los documentos relativos al eros y a la magia en el Renacimiento. En preferente, hemos dejado que los textos hablaran por sí solos. Para él, he-
a_lgut;¡a ocasión, será imposible no enfrentarse con el tema de las preten- mos emprendido el esfuerzo de comprenderlos, tanto en su letra como
siones del n~a~o cu~ndo efectúa operaciones fuera de lo común. Y, por en su espíritu. Finalmente, las conclusiones que hemos obtenido no~ pa-
1? tanto, sera, Hnpostble no comparar estas pretensiones -cuya validez no recen recompensar con creces unos estudios laboriosos, realizados duran-
t1ene ~or que ser examinada- con las realizaciones de la ciencia y la tec- te doce años, casi sin interrupciones; estudios para los que la filología só-
_nolog1a ·modernas. Magia y ciencia representan, en última instancia, las lo fue un instrumento de acceso y no una finalidad en sí. El hecho de
n~cesid~des imag~narias; y el paso de una sociedad dominada por la ma- que la meditación asidua sobre el significado de los documentos haya ~us­
gta hacia una soctedad dominada por la ciencia se explica, en primer lu- tituido aquí la simple comunicación de su contenido, basta para explicar
gar, por un cambio del imagi11nrio. En este sentido se concreta la novedad la singularidad de esta obra; singularidad por la cual no creemos que de-
de este libro: examina las transformaciones al nivel del. imaginario mismo bamos pedir disculpas. Por lo demás, el lector está destinado a juzgar por
~n lugar de h~cerlo al ~ivel de los descubrimientos científicos, y lo hace par- sí mismo.
ti_endo de la 1d~a de que un descubrimiento sólo es pos_ible gracias a una Este ,libro, como cualquier otro, es una siembra de fantasmas que va
Ciert~ perspect~va de conocimientos Y. creencias relativos a su posibilidad. dirigido a un segador desconocido.
SI hoy e~ d_Ia podemos enorgullecernos de tener a nuestra disposición Él es quien decidirá sobre su uso.
unos conocuruentos y una tecnología que sólo existían en la fantasía de

24 25
Pr imera p ar te
• 1'

Fantasmas en acc1on
Supprime gl'enúnenti, e inalza i bassi
Chi l'infinite machi1ú sustenta,
Et con veloce, mediocre, et lenta
Vertigine, dispensa
ln ·questa mole immensa
Q uant'occolto si rende e aperto stassi.

Giordano Bruno


1
Capítulo 1
Historia de lo fantástico

1. Sobre el sentido interno


Algunas consideracio n es preliminares

Nuestra civilización nació del encuentro de varias culturas, cuyas in-


terpretaciones acerca de la existencia humana eran tan distintas que, para
realizar una síntesis duradera, fue necesario un profundo cambio históri-
co, acompañado de una creencia fanática. En esta síntesis, materiales de
origen diverso experimentaron una reconversión y una reinterpretación
que llevan las huellas de la cultura dominante de la época: la cultura de
un pueblo vencido, los griegos, reemplazada por un pueblo conquistador,
los romanos.
Para el pensamiento griego, la sexualidad sólo representaba, en gene-
ral, un componente secundario del amor. Admitiend<;> la relación causal
entre sexualidad y reproducción, tampoco se insistía en la existencia de
una «razón natural)) que confiera a la primera una finalidad puramente
genésica; esto es tan cierto que el papel de instrumento de reproducción
reservado a la mujer no implicaba .de ningún modo una relación de amor
entre ambos sexos, sino más bien una relación política: el fruto de la
unión conyugal iba a ser un nuevo ciudadano útil al estado, un soldac\o o
una productora de soldados. El amor profano, aquél de un Alcibíades por
ejemplo, era una mezcla de atracción fisica, de camaradería y de respeto
suscitado por unas cualidades excepcionales, arrebato poderoso al cual se
prestaba más bien una relación homosexual. Platón, que se mantiene frr-
me en sus ideas ante el exilio de los poetas de su ciudad ideal, bajo el pre-
texto de que su furor poé~ico incontrolable entraña un peligro para el es-
tado, se plantea el proble-ma de la utilización social de este inmenso poder
emocional que constituye el eros. La clase de amor que Sócrates enseña
en los diálogos de Platón representa una·elevación gradual en el orden del

29
ser, a partir de la belleza de las marcas visibles impresas en el mundo fisi- que el proceso dél conocimiento sensible, deberá analizarse en. rela ci ó ~ a
co, hasta las formas conceptuales de las que derivan estas marcas, el cos- la naturaleza pneumática y a la fisiología sutil del aparato que m ve de m-
mos noético que, como fi.1ente única e indivisible de lo Verdadero, del tennediario entre cuerpo y alma.
Bien Y de lo Bello, representa también la finalidad última a la cual aspira Este aparato está compuesto por la misma sustancia -el espíritu (pneu-
el estar. Amor es el nombre de este deseo de múltiples manifestaciones, 111a)- con la que están hechas las estrellas y cumple la función de primer
e l cual, incluso en su aspecto más degradado en el que se añade la atrac- instrumento (¡noton 01ganon) del alma en su relación con el cuerpo. Tal
ción sexual, conserva aún su carácter de aspiración inconsciente hacia la mecanismo ofrece las condiciones reque ridas para resolver la c o ntra-
belleza transcendental. dicción entre lo corpóreo y lo incorpóreo: es tan sutil que se acerca a la
. Platón, ~in duda el filósofo más influyente en la historia del pensa- naturaleza inmaterial del alma; y sin embargo, es un cuerpo que puede
miento occidental, separa la esfera del amor auténtico de las esferas res- entrar, como tal, en contacto con el mundo sensible. Sin este pneuma as-
pectivas (y no superpuestas) de la sexualidad y de la reproducción, dando tral, cuerpo y alma serían completamente inconscientes uno de otro, cie-
al eros el estatuto - muy importante, aunque no definido en el orden con- gos como lo son cada uno del reino del otro. Esto se de~e a qu.e el ~lma
ceptual- de vínculo entre ser y estar en su esencia, ta onta ontos. El aman- no posee ninguna abertura ontológica que le permita mirar abaJO, mien-
te por excelencia es el plzilosophos, aquel que ama la sabiduría, es decir el tras que el cuerpo no es más que una forma de organización de los. ele-
arte de elevarse hasta la Verdad que es también Bondad y Belleza, practi- m entos naturales, una forma que se disgregaría inmediatamente sm la
cando la indiferencia hacia el mundo. vitalidad que le garantiza el alma. En resumen, el alma sólo puede trans-
Atracción consciente ·y, al mismo tiempo, aspiración inconsciente, in- mitir al cuerpo todas las actividades vitales, así como la movilidad, me-
cluso el eros pro6no tiene, para Platón, álgo de imponderable. En cual- diante el proton 01ganon, el aparato pneumático situado en el corazón. Por
quier caso, el deseo fisico formulado por el alma irracional y saciado eón otro lado, el cuerpo abre al alma una ventana hacia el mundo a través de
el cuerpo sólo representa un aspecto confuso y secundario de éste en la los cinco ·órganos de los se ntidos, cuyos mensajes llegan al mismo dispo-
fenomenología del eros. El cuerpo no es más que un instrumento, mien- siti~o cardíaco, que se ocupa entonces de codificarl.os d.e forma que s~a.n
tras que el amor, incluso aquel con finalidad sexual, depende de los po- comprensibles. Bajo el nombre de phantasia, o senudo mterno, el espm-
deres del alma. Finalmente, el esfuerzo mayéutico de Sócrates hace hin- tu sideral transforma los mensajes de los cinco sentidos en fantasmas p er-
capié en la convertibilidad de todo eros, incluso fisico (es decir psicofisico), ceptibles por el alma. Es así porque ésta no puede captar nada que no sea
en contemplación intelectual. convertido en una secuencia de fantasmas; en pocas palabras, no puede
Aristóteles no pone en duda la existencia de la dicotomía platónica comprender nada sin fantasmas (aneu plzantasmatos)2. En latín, Guillaume
entre cuerpo y alma. Sin embargo, estudiando los secretos de la natura- de Mccrbecke, traductor de Aristóteles, reproduce así este fragmento:
leza, siente la necesidad de definir empíricamente las relaciones entre es- Numquam sine phantasmate intelligit anima. Y santo Tomás hace de ello un
tas dos entidades aisladas, cuya unión casi imposible desde el punto de uso casi literal en su Suma teológica3 , cuya influencia ·fue inmensa durante
vista metafisico constituye uno de los misterios más profundos del uni- los siglos posteriores: Intelligere sine corwersione ad phantasmata est (anilnae)
verso. La intervención de Aristóteles, inspirada muy probablemente en las praeter 1Wturan1.1El sens11s interior, sentido interno o sentido comú~ aristo-
teorías de la medicina siciliana o de Empédoclesl, produce dos resultados télico, que se ha convertido en una noción indisociable no tan solo d.e la
de una importancia incalculable para la historia del pensamiento occiden- escolástica sino también de todo el pensamiento occidental hasta el siglo
tal: por un lado, se considerará el eros, del mismo modo que la actividad XVIII, con~ervará aún toda su importancia en D escartes, y aparecerá, po-
. sensorial, como una de las operaciones que implica la relación mutua al- siblemente por.última vez, en las primeras páginas de la ~ritica de la ~a~~n
ma-mundo sensible, lo que hará que sea sustraído al dominio incondi- pura de Kant. Para los ftlósofos del siglo XIX ya ha perdido su credibili-
cionado del alma; 'por otro lado, y cómo consecuencia, el erótico, igual dad, transformándose en una simple curiosidad histórica confinada a los

30 31
libros especializados o reservada a las palabras del espíritu, como prueba El hecho de recordar aquí los grandes momentos de la historia del
de que no se había olvidado del todo en los medios intelectuales. Si no pneuma fantástico no responde a una simple manía de coleccionista. Por
supiéramos que, para Aristóteles, el propio intelecto posee un carácter de haberse conten,tado con Aristóteles, y haber perdido de vista esta histo-
fantasma, que es plzantasmatis, jamás pod~íamos llegar a comprender el ria, los intérpretes del Renacimiento, incluso los más instruidos, núnca
significado de la ocurrenc}a de Kierkegaard: que el pensamiento puro e~ han captado la esencia de las múltiples operaciones pneumáticas, ni su
un fantasma. unidad fundamental. Mientras no se ha comprendido el propio fenóme-
En el fondo, todo se reduce a un problema de comunicación: cuerpo no, toda la erudición del mundo es inútil, ya que lo que ésta puede ha-
y alma hablan dos lenguas no tan sólo distintas o incluso incompatibles cer se reduce a poco, especialmente a perfeccionar nuestros conocimien-
entre ellas, sino también inaudibles una para la otra. El sentido interno es tos sobre la existencia y las manifestaciones de un fenómeno, sin abordar,
el único capaz de oírlas y comprenderlas, desempeñando también la fun- sin embargo, el problema mucho más importante de los presupuestos cul-
ción de traducir, según la dirección del mens;üe, de una a otra. Sin em- turales que garantizan su funcionamiento en una época determinada.
bargo, puesto que los vocf blos del lenguaje del alma son fantasmas, todo Ahora bien, la doctrina del pneuma f.'lntástico no es una curiosidad ais-
lo que recipe de parte del cuerpo -incluyendo el lenguaje articulado- lada producida por los tanteos de la ciencia premoderna; por' el contra-
tendrá que trasponerse en una secuencia fantástica. Además -¿es necesa- rio, es el motivo central que nos permitirá comprender el mecanismo y
rio decirlo aún?- el alma tiene primacía absoluta sobre el cuerpo.i$e des- el objetivo de esta ciencia, así como el horizonte de esperanza4 hacia el
prende de esto que el fantasma tiene también primacía absoluta sobre la pala- cual se encaminaba la existencia humana durante un largo período del
bra, que precede al mismo tiempo a la articulación y al entendimiento de pasado de nuestra especie.
todo mens;üe lingüístico. De aquí deriva la existencia de dos gramáticas Alcmeón de Crotona, médico siciliano del siglo VI, próximo a la en-
distintas, siendo la primera mucho menos importante que la segunda: una· señanza de Jos pitagóricos, ya habla del pneuma vital que circula por las
gramática de la lengua hablada y una gramática de la lengua fantástica. El arterias del ·cuerpo humano. El parentesco de la sangre y el pneuma
intelecto, que proviene del alma y es a su vez fantástico en sí mismo, es -siendo éste la parte más sensible de la primera- se convierte en tema ba-
el único que disfruta del privilegio de comprender la gramática fantásti- nal de la escuela de medicina siciLiana, dirigida por el célebre Empédo-
ca. Podrá hacer con ello manuales e incluso organizar juegos muy serios cles de Agrigento, chamán griego del siglo V. Como iatromante, curan-
sobre funtasmás. Pero todo esto le servirá sobre todo para comprender el dero (iatros) y adivino (mantis), Empédocles era conocido como el más
alma y sondear sus posibilidades latentes. Esta comprensión, que es más grande especialista antiguo en el tratamiento de la catalepsia (apnqu) o
arte que ciencia debido a la habilidad que debe desplegarse para sorpren- muerte aparente 5 • No se sabe lo que pensaba Empédocles del pneuma vi-
der los secretos del país mal conocido donde vi;üa el intelecto, represen- tal, pero los miembros de su escuela consideraban el espíritu como una
ta el postulado de todas las operaciones fantásticas del Renacimiento: el exhalación sutil de la sangre, que se desplaza por las arterias del cuerpo
eros, el Arte de la memoria, la magia, la alquimia y la cábala práctica. humano, mientras que sólo la circulación venosa estaba reservada a la pro-
pia sangre. Al corazón, depósito central del pneuma, le corresponde el
El pn e uma fantástico paJ?el principal en el mantenimiento de las funciones vitales del cuerpo.
La teoría aristotéliea del pneuma fantástico no surgió de la nada. Al La doctrina siciliana, aunque más grosera que la teoría de prá11as de las
contrario, se puede incluso afirmar que no tiene nada de original, salvo UpanishaCÍs, se le asemeja bastante por el hecho de utilizar el concepto de
el encaje de las piezas que la componen. El sistema pertenece a Aristóte- los fluidos sutiles para explicar las funciones del organismo. Tal como he-
les, mientras que los elementos del sistema son preexistentes. Utilizando mos rhostrado en otro Jugar, a partir de esta fisiología sutil, o junto a ella,
la fórmula de Aby Warburg, se podría asignar a Aristóteles la «voluntad se desarrollan las teorías y técnicas místicas en las que el «Corazón)) o el
selectiva)}, pero no la invención de la materia de esta doctrina. «enclave del corazón)> desempeñan un papel fundamental 6 •

32
'! 33
· La escuela de medicina de Cos, fundada por Hipócrates, contempo- casos en Jos que no se dispone de testimonios más directos, a veces, a tra-
ráneo de Sócrates, se empeñaba en distinguirse de la escuela siciliana, vés del estoicismo se puede reconstituir el pensamiento médico más an-
asignando al pneuma otro origen y otro sitio. Según los hipocráticos, el ~~ .
pneuma arterial era sólo aire aspirado del medio circundante y su centro Platón no adopta el concepto de pneuma, pero la explicación que él
era el cerebro. ofrece de los mecanismos de la vista (Timeo, 45b-d) y del oído (Tim eo,
Esta doctrina fue transmitida por Praxágoras de Cos a su discípulo 67b), muy afin con las más tardías ideas estoicas y médicas, podría deri-
Herófilo de Alejandría y contribuyó sin duda a la síntesis realizada por var de la enseñanza de los sicilianos. La formación de las imágenes ópti-
Erasístrato, conciudadano más joven de Heróftlo. Erasístrato, cuyas opi- cas tiene que ver con el principio del radar: los ojos, depositarios de un
niones han llegado hasta nosotros gracias a los escritos de Galeno, inten- fuego interior lanzan un rayo ígneo a través de las pupilas, el cual en-
ta conciliar los p untos de vista de las dos escuelas de medicina proponien- cuentra el «fuego exterior» proyectado por los cuerpos sensibles hacía
do la descentralización del pneuma. Para contentar a los seguidores de fuera de ellos. Aristóteles (De anima, 428a) reduciría a uno el número de
Galeno, coloca el pneuma vital (zlJtikon) en el ventrículo izquierdo del «fuegos>>, especialmente el <<fuego exterior» que, en el acto de la vista, se
corazón y localiza en el cerebro el pneuma psíq11ico (¡Jsychikon), para no refleja en las membranas oculares. Para Platón, el oído resulta del impac-
contrariar a los hipocráticos. El ventrículo derecho del corazón contiene to de la onda sonora contra las orejas. Este impacto se transmite «al cere-
sangre venosa, mientras que el pneuma circula por las arterias, pero -según bro y a la sangre, para llegar de este modo al alma>> (Timeo, 67b) . Esta ex-
la tesis hipocrática- se trata sólo de aire aspirado de fuera, teoría que no plicación es muy parecida a la que Zenón dará de este fenómeno, con la
halla la aprobación de Galeno, para quien las arterias contienen sangre y diferencia de que para Jos estoicos la onda sonora recibe el nombre de
pneuma mezdados7 • p11eu111a voca/10•
Sólo por la resonancia probable que tuvieron en Platón, los princi- Después de Platón, se establece un contacto más directo entre las doc-
pios de la escuela siciliana ya hubieran merecido un examen atento. trinas médicas ~icilianas y los grandes pensadores de la época, gracias so-
Además, dos de los pensadores más influyentes de la Antigüedad, Aris- bre todo a.la extraordinaria actividad de Diocles de Karistos, contempo-
tóteles y Zenón de Citio, fundador del estoicismo, hicieron de estas ideas ráneo si no antecesor de Aristóteles 11 • Es aún prematuro para pronunciarse
el fundamento de sus doctrinas respectivas del alma y, por añadidura, co- sobre lo que Aristóteles debe a Diocles; en cualquier caso, si se compara
mo sucedió con Zenón, de una interpretación integral y analógica del la teoría aristotélica del pneuma fantástico con la noción estoica de hege-
microcosmos y del macrocosmos. nronikón o <<Principal» del alma, noción elaborada por Zenón a partir de
Existen dos indicios, de valor desigual, que permiten establecer un los datos de la medicina de Empédocles, es posible, si no necesario, de-
contacto entre Platón y la medicina siciliana. Hacia los años 370-360, uno ducir que fue Aristóteles quien se inspiró en Diocles, y no al revés.
de los representantes de ésta, Philistion, residió en Atenas8 • Es un indicio Para Zenón, los datos sacados de la enseñanza de D iocles, y especial-
histórico que no tendría ninguna otra consecuencia si no fuera confir- mente la noción médica del pneuma, forman el esqueleto de toda una
mado por la presencia, en la obra de Platón, de elementos extraídos de animología micro y macrocósmica, que representa el intento más gr~nde
las enseñanzas de los sicilianos y de los hipocráticos. Puesto que el pro- del espíritu helenístico para conciliar al hombre con el mundo, el arriba
blema sólo: nos interesa bajo un aspecto más bien marginal, nos absten- y el abajo. C _o nstruida a partir de la síntesis estoica, la magia de la Anti-
dremos de tratarlo aquí con más detalle9 • El interés de los estoicos por la güedad tardía, cuyos principios se hallan perfeccionados en la magia del
teoría del conocimiento sensible es bien conocido y será abordado más Renacimiento, no es ·más que una prolongación práctica de las teorías de
adelante. Se podría suponer que se trata de uno de los numerosos présta- la medicina de Empédocles, reelaboradas por Zenón.
mos a la medicina siciliana, puesto que más tarde la medicina pneumáti- Mientras que para Aristóteles el pneuma no era más que una envoltu-
ca y galénica se ocuparán de estos problemas de forma activa. En ciertos ra sutil del alma, para los estoicos, igual que para los médicos, el pneuma

. 34 35
es la propia alma, que penetra en todo .el cuerpo humano y preside todas miento del siglo XII>> significó el redescubrimiento de la Antigüedad grie-
sus actividades -ya sea la movilidad, los cinco sentidos, la excreción o la ga a través de la árabe. Galeno volvió a aparecer en la cultura el!ropea
secreción de esperma-. La teoría estoica del conocimiento sensible está mediante las traducciones en latín de autores árabes18 • Al cqmienzo del si-
relacionada con la de Aristóteles: un «sintetizador)) cardíaco, el hegemoni- glo XIII, las enciclopedias medievales del saber introducen los nuevos co-
kon, recibe todas las corrientes pneumáticas que los órganos de los senti- nocimientos, que se convertirán en acervo común de la época.
dos le transmiten y produce «fantasmas comprensibles>> (phantasia katalep- Una de las sumas más conocidas de la época era el De proprictatilms re-
tiké) que son captados por el intelecto 12 • Éste sólo puede comprender las n~¡ll libri XIX, redactado entre 1230 y 1250 por un hermano de una orden
«huellas sobre el alma» (typosis en psyché) producidas por el Principal, el m~nor, Bartolomé el Inglés, que había enseñado en Magdeburgo y en la
cual, como una araña en medio de su tela, controla desde su centro car- Sorbona. Los innumerables incunables, las dieciocho ediciones y la tra-
díaco -centro del cuerpo- todas las informaciones que le transmiten los ducción en seis lenguas vernáculas no bastan para dar una idea del pres-
sentidos periféricos13• Para Crisipo, «la percepción de un objeto se haría tigio - desgraciadamente muy superior a su valor- de esta obra bastante
mediante una corriente pneumática que partiendo del hcgemo11ikon, se di- mediocre. Como hecho significativo, al comienzo del siglo XIV, la copia
rige hacia la pupila del ojo, donde entra en contacto con la porción de que había pertenecido a Pierre de Limoges se hallaba atada con una ca-
19
aire situada entre el órgano visual y el objeto perceptible. Este contacto dena al pupitre de la capilla de la universidad de París •
produce en el aire una cierta tensión que se propaga siguiendo un cono La psicología de las facultades o teoría de las <<virtudes>> del alma es
cuyo vértice está en el ojo, y la base delimita nuestro campo visual» 1' . Una expuesta por Bartolomé en el tercer libro de su suma20 según traduc-
circulación pneumática igual anima los cinco sentidos, así como la pro- ciones latinas del árabe como la Hysagoge in medicinam de Hunain ibn
ducción de la voz y del esperma 1;. Los estoicos más tardíos, como Epic- Ishaq, alias Johannitius, médico iraquí del siglo IX, los escritos de Cons-
teto, inspirándose tal vez en el radar platónico, llegan incluso a admitir tantino el Afri.cano o compilaciones como el De motu cordis de Alfredo
que, en el acto de la vista, el pneuma sobresale del órgano sensorial para el Inglés y el De espíritu et anima pseudo-agustiniano, un escrito del si-
entrar en contacto con el objeto sensible y llevar la imagen percibida al glo XII atribuido hoy a Hugo de Saint-Victor o más bien a Alcher de
hegemonikon16• Clairvaux21 •
Originaria de antiguas teorías medicinales, pero perfeccionada por Ze- En esta doctrina, resumida de forma bastante torpe por Bartolomé,
nón, la teoría del conocimiento pneumático regresa a la disciplina de la en la que se mezclan galenismo y aristotelismo, el alma humana se divi-
que había surgido, a través de la escuela del médico Ateneo, establecido de en tres: alma racional o intelectual que es eterna, incorruptible e in-
en Roma durante el siglo 1 después de J. C. Según la doctrina de los mé- mortal; alma sensible, hecha de sustancia espiritual, y alma vegetativa. El
dicos <<pneumáticos», cuyo representante principal fue Arquígeno de Apa- alma vegetativa es común al hombre y a las plantas, el alma sensible es co-
mea en Siria, activo en Roma bajo el emperador Trajano, el hegemonikon, mún al hombre y a los animales, mientras que el alma racional sólo per-
no interviene directamente en el proceso del conocimiento sensible. El tenece al hombre (111, 7). El alma vegetativa produce la generación, la
gran Claudio Galeno, autoridad en la medicina del siglo 11, se inspira en conservación y. el crecimiento de los cuerpos; dirige las actividades de
los planteamientos de los <<pneumáticos>> al afirmar que el hegemonikon no nutrición, digestión y excreción (111, 8). El alma sensible -aquella que nos
se sitúa en eJ corazón humano, sino en el cerebro. A pesar de ello, le asig- interesa aquí- tiene tres facultades: natural,.'!ita/ y artinwl. Parece que a tra-
na la importante fi.mción de synaisthesis, de «sintetización» de las informa- vés de la fac ultad natural, situada en el hígado y que se transmite al cuer-
ciones pneumáticas17 • • po por la circulación ve;1osa, el alma sensible no hace otra cosa que to-
Nos resultaría imposible detenernos aquí sobre la fortuna de Galeno mar sobre sí misma las funciones del alma vegetativa, las de nutrición,
durante la Edad Media. Sus obras fueron utilizadas y preservadas por la generación ·y crecimiento (111, 14). La f.1cultad vital o espiritual está en el
medicina árabe. El acontecimiento cultural que algunos llaman «renací- corazón, que propaga la vida en todo el organismo mediante el espíritu


36 37
circulando por las arterias. En cuanto a la facultad allimal, su localización cir según el c11adro interpretativo que interpone entre un contenido pree-
está en el cerebro. Ésta se divide en tres (111, 16): ordi11atilla, se11siti11a y 1110- xistente y su resultado <m1oderno•>23 • El paso de un mensaje a través del
filla. La distinción entre las dos primeras es bastante dificil de ver. Ade- filtro hermenéutico de una época produce dos efectos de orden semán-
más, el mismo Bartolomé se olvida de ella, deteniéndose tan sólo en la tico: el primero, apuntando a la propia organización de la estructura cul-
descripción de la facu ltad sensible22 • tural de la época, y situándose por ello en el exterior de ésta, se define
La cámara, o ventrículo anterior del cerebro, sede de la imaginación como un mecanismo tan complejo como sutil de puesta en relieve o, por
(o, según el lenguaje de Bartolomé, de la virt1ts imagi11ati11a, ramificación el contrario, de rechazo de ciertos contenidos ideológicos; el segundo,
de la ordi11atiua), está llena de terminaciones nerviosas que establecen la que actúa en el mismo interior de la estructura cultural, se define como
comunicación con los órganos sensoriales. El propio espíritu -llamado una distorsión sistemática o incluso una inversión semántica de las ideas
aquí «Sensible»- circula por los nervios y las arterias (11 1, 9), lo que nos ha- que pasan a través del cuadro interpretativo de la época.
ce creer que al inicio de las doctrinas que Bartolomé expone existía la Todo esto hace que el deseo supremo del historiador de las ideas no
idea, corrie nte en la medicina árabe, de que el corazón es el generador sea, o no deba ser, la definición de los contenidos ideológicos de un pe-
único de espíritu vital, el cual, una vez que llega al cerebro, toma el nom- ríodo determinado, los cuales tienen, en el fondo, un carácter recursivo,
bre de espíritu sensible. Los m ensajes de los cinco sentidos «externos•> son sino el de entrever su filtro lu:rmC11é11tico, su «voluntad selectiva» que es, al
transportados por el espíritu hasta el cerebro, donde reside el sentido ¡,_ 1nismo tiempo, una voluntad diformadora .
terno o comiÍn. La actividad del sentido común es, para Bartolomé, la de Una ideología se puede describir; un sistema inte rpretativo -el único
la virtus ordinatiua, que ocupa los tres ventrículos cerebrales: el anterior, q ue cue nta, ya que es el único que da la medida de la originalidad de un
sede de la imaginación, e l mediano, sede de la razón, y el posterior, sede momento cultural con relación a cualquier otro- es inaprensible. Se
de la memoria. La imaginación convierte el lenguaje de los sentidos en muestra furtivamente en toda su complejidad como presencia tácita si no
lenguaje fantástico, de manera que la razón pueda captar y comprender oculta, pero también objetiva e inexorable, para ocultarse justo después
los fantasmas. Los datos de la imaginación y de la razón son depositados de la mirada del investigador. Con el fin de que éste pueda tratar la his-
en la memoria (111, 10). toria de las ideas, es llamado a ver no solamente lo que se muestra, las pro-
Bartolomé no es más que la imagen, bastante fiel, de las concepciones pias ideas, sino justamente lo que no se muestra, esto es, los hilos secre-
de toda una época, compartidas por Alberto el Grande, R oger Bacon y tos que unen las ideas a la voluntad invisible del tiempo, su director. Las
Tomás de Aquino. La mayoría de estas teorías ya eran accesibles en latín ideas son vistas por todo el mundo; se supone que el llístoriador de las ide-
desde la segunda mitad del siglo X I, cuando el médico cartaginés Cons- as mira entre bastidores, contempla la otra cara del teatro, la escena vista
tantino el Africano, después de una vida de aventuras, encontró la paz en desde el interior.
los claustros de M ontecassino y se consagró a la traducción de obras de Es imposible penetrar en los bastidores del Renacimiento del siglo XV
medicina árabes, que c ircularon durante largo tiempo bajo su propio nom- sin haber echado antes un vistazo en las del Renacimiento del siglo x1e•.
bre. Por último, en el siglo XII , el gran traductor Gerardo de Cremona, Las teorías del eros fantástico han sido elaboradas durante este último, pa-
instalado en Toledo en el colegio del arzobispo Raimundo, ofreció, entre ra alcanzar su gloria, rápidamente degenerada en manierismo, en la poe-
otras, una versión latina de las obras de Avicena; en la que la teoría del sin-· sía del Do/ce Stíl Novo.
tetizador fantástico y de los compartimentos del cerebro era ya comtm. La <<voluntad selectiva» del Renacimiento italiano se dirige en buena
parte a las producciones, a menudo pesadas, de los precursores del siglo
2. Fl ujo y reflujo de l os valores en el siglo X II XIII, para imponerles su propio sistema inte rpretativo. No es por pura
L? originalidad de una época no se calcula según el contenido de sus complacencia que Marsilio Ficino, cuyo tratado sobre el amor está redac-
sistemas ideológicos, sino más bien según su «voluntad selectiva», es de- tado para el uso de un descendiente de Guido Cavalcanti25 , exponga con

38 39
detalle algunas teorías eróticas de este último. Como uno de los principa- Los eruditos modernos, que confunden a veces el redescubrimiento
les representantes de los jedeli d' amo re, Guido Cavalcanti elaboró una psi- con el resumen o la recuperación literal de las m ismas ideas, sólo atribu-
cología empírica del eros que no difiere esencialmente de la de Ficino. yen esta prioridad a Mario Equicola, intérprete de la poesía provenzal en
El caso de Juan Pico, que analizaremos en el tercer capítulo de este li- su Libro de natura de anrore, cuyo original latín, a partir del cual se efectuó
bro, es más complicado: parece una manifestación patente del complej o la traducción italiana de 1509-1511 publicada en 1525, se remonta a los
de Edipo, si no fuera porque esta fórmula está en desuso, a fuerza de una años 1494-149627 , justo después de la muerte de Pico. Ahora bien, es cier-
abusiva repetición. Estimulado, o más bien enervado por la pequeña obra to que M ario Equicola se refiere directamente a la lírica de los trovado-
maestra de Ficino sobre el amor, Pico se olvida de toda cortesía e inten- res, m ientras que Cavalcanti, en quien Ficino descubre a un precursor, no
ta rechazarla por completo. Por esta razón, se lanza sobre Guido C~val­ es más que el representante más tardío de una escuela italiana que, apro-
canti, reprochándole su falta de profundidad, y propone como modelo de vechándose también de las lecciones de la escuela siciliana28 y en compe-
poema de amor una Canzo11a de su amigo Girolamo Benivieni, de quien tencia con la escuela boloñesa, sustituye el código de los trovadores por
inicia el comentario. El ejemplo de Pico es muy significativo. El joven se uno más rígido y <<científico». Sin duda alguna, ambas experiencias no se
olvida de lo que en otra parte demuestra conocer de sobra: especialmen- pueden superponer, pero el «stilnovismo» y la poesía provenzal reapare-
te, que una época cultural no se define por el contenido de las ideas que cen en la nusma raíz existencial, que es la del amor cortés.
vehicula, sino por el filtro interpretativo que propone. Exige de Guido
Cavalcanti lo que Ficíno, más sutil en este aspecto, no hubiera nunca osa- Acu lturació n de Occidente
do pretender: a saber, ¡que ya utiliza la interpretación platonizante del El espectador que observa las ideas y las corrientes ideológicas en el
siglo XV! La Cmrzona de Benivieni sólo difiere de una canzona de Caval- escenario del siglo XII se ve desconcertado por su variedad. Una incur-
canti por el hecho de que proporciona directamente a Juan Pico la inter- sión muy rápida dentro de bastidores, que pocos se atreven aún a em-
pretación que éste habría producido incluso en ausencia del poema, ya prender, nos rev,ela que, tal vez, una misma mano, una misma «voluntad
que era sr1 propia interpretación del eros en general. La lectura platoni- selectiva>} sostiene los numerosos hilos29 •
zante de Cavalcanti representaba, para Ficino, un sesgo hermenéutico El fenóm eno que caracteriza los movimientos de ideas del siglo XII se
que le permitía también rendir homenaje a un precursor y al antepasado podría comparar .a un inmenso flujo y reflujo de informaciones y valores
de una persona a quien tenía en profunda estima. Ahora bien, al recha- culturales. La España de los tiempos de la Reco11quistlf0 es uno de sus prin-
zar un verdadero objeto de interpretación - puesto que la diferencia entre cipales centros. A medida que el reino cristiano de Castilla avanza y l~s
su comentario y el texto comentado sólo es prosódica, el primero en pro- árabes se retiran , los «especialistas>> o aventureros afluyen en el acto, fasci-'
sa, el segundo en verso-, Pico formula, en el fondo, un rechazo tajante nados por la riqueza y la cultura de los musulmanes, y empiezan con su
de toda hermenéutica. Para Ficino, Cavalcanti existe, en la medida en actividad febril de traducción a la que se añade la admiración y la polé-
que ha dicho algo interpretable; para Pico, no existe, porque no le pro- mica religiosa. Rápidamente, gracias en particular al colegio de traduc-
porciona algo ya interpretado, como sucedía con su amigo Benivieni. Por tores instalado en Toledo, el Occidente latino toma contacto con los
lo demás, túnguna gran diferencia de fondo separa las teorías de Ficino principales monumentos de la cultura árabe (y de la Antigüedad griega)
de las de Pico, aunque este último reproche constantemente al otro la en los campos de la medicina, de la filosofia, de la alquimia y de la reli-
vulgaridad de su estudio de los problemas sutiles del amor1' . gión. La última sigue siendo materia de refutación , y Rodrigo Ximénez
De manera resp~tuosa y positiva, como en Ficino, o desdei'iosa y ne- de Rada o Pedro el Venerable, abad de Cluny, cumplen concienzuda-
gativa, como en Pico, corresponde en todo caso al Renacimiento floren- mente con esta tarea. La filosofia da que pensar, y en cualquier caso no
tino la prioridad cronológica en lo que concierne al redescubrimiento es .aceptada de entrada y sin enmiendas, salvo si, por casualidad, un filó-
del otro Renacimiento, el de los siglos X II y XII I. sofo judío de Córdoba como Solomon ibn Gabirol no hubiese tenido la

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suerte de pasar por cristiano - bajo el nombre latinizado de Avicebrón, mucho al de Orleans tanto por el carácter de las creencias com o por el
Ave ncebrol o Avemcembron- . Sin embargo, la escolástica había encon- medio de extracción de los m ie mbros del g rupo. Anticle ricales, docetis-
trado su hombre cuando el Aristóteles árabe y el Aristóteles griego fue- t<,ls, antinomistas, encratistas y vegetarianos, los nobles de M onforte pre-
ron descubiertos. Ninguna autoridad, hasta el redescubrimiento de Pla- figuran también el endura cátaro según la idea de que los miembros de su
tón y del i1eoplatonismo pagano, pudo hacer la competencia a este maestro. secta que se acercan a la muerte deben ser matados ritualmente, para evi-
La medicina tuvo la núsma s\.1erte: fue abrazada en se~:,'llida, aún más por tarles los sufrimientos de la agonía34 • Al comienzo del siglo X II , influen-
el hecho de que el gaJenismo de los árabes concordaba e n numerosos cias bogomiles están presentes en la herejía anticlerical e iconoclasta de
puntos con las doctrinas de Aristóteles. Había llegado el tiempo de las Pie rre de Bruis y del predicador itinerante HenrP5 , así como e n la profe-
grandes síntesis, de las sumas. sión de fe dualista de dos campesinos de Soissons, Clément y Ebrard
En cuanto a la cultura árabe de España, se hace más dificil precisar lo (1 114)36 • Tanchelm de Amberes y Eudo (Eón) de la Estrella, personajes
que se llevó e n su refhuo: quizás algunas huellas de misticismo cristiano, muy extraños, parecen inspirarse ambos en el gnosticismo de los prime-
visibles en lbn 'Arabl, el gran maestro sufi del siglo X III. De todas m ane- ros siglos después de J. C. El primero se inspiraba más exactamente en Si-
ras, aquellos que pudieron aprovecharse de este intercambio de valores món el Mago de Samaria; inspiración tal vez espontánea, procede nte de
fu eron, e n primer lugar, los cristianos. las profundidades del inconsciente colectivo, puesto que ambos fueron ta-
Este proceso de acul turación que se efectuaba e n la punta oeste de chados de locos por algunos de sus contemporáneos, al igual que lo ha-
Europa se acompañó también de la insistente penetración de elem entos cen los e ruditos de hoy.
procedentes del este, amenazando con desintegrar las propias bases de la Los cátaros, dualistas puritanos de los siglos X II y X lr'l, fu eron los úni-
sociedad m edieval. D isimulada d urante largo tiempo bajo o tros no,mbres, cos que se organizaron, siguiendo el modelo de los bogomiles37, e n po-
o manteniéndose simpleme nte escondida, la antigua gnosis universalista derosas Iglesias que, en el sur de Francia y norte de Italia, constituye ron
de Mani reapareció en el siglo X en la enseñanza del pope búlgaro Bo- una verdadera amenaza para la Iglesia católica. Fue en su lucha contra los
gomil. El bogomilismo, que llegó rápidamente a Bizancio, hacía alarde de cátaros como ésta creó y pe rfeccionó el inquietante instrumento de la In-
todo el arsenal de gnosis dualistas: consideraba al adversario de Dios co- quisición .
mo creador del mundo visible e inspirador del Antiguo Testamento, que La diferencia e ntre Jos cátaros y los herejes de Orleans y de Monfor-
era rechazado por completo, o casi; predicaba el encratismo o abandono te no se debe buscar en el plano ideológico, sino sobre todo en el del po-
del matrimonio y la abstención de las relaciones sexuales, para no perpe- der efectivo que los primeros alcanzaron con su predicación activa. A pe-
tuar la creación malvada de Satán, y el vegetarianismo, para evitar la incor- sar de sostener otras justificacio~es doctrinal.es que las de las gentes de
poración del elem ento satánico presente e n el reino animal; recomenda- Orleans y de Monforte, los cátaros no dejaban de profesar el anticosmismo
ba también el antillolllismo o desobediencia a las leyes dictadas por la u oposición al mundo malo creado por Satán, el docetismo, el encratis-
au~oridad civil y religiosa31 • mo, el antinomismo, el anticlericalismo y el vegetarianismo (o casi, por-
E l catarismo, que empieza a manifestarse hacia finales de la primera que no excluían de sus comidas poco abundantes el pescado, que consi-
mitad del siglo XII, representa la rama occidental del bogomilismo32• Con deral;>an creado espontáneamente, sin relación sexual, por el agua).
todo, ya apar~cen hue llas esporádicas de gnosis dualista a partir del co- Más que la historia del dualismo m edieval, lo que nos interesa aquí es
mienzo del siglo X I en Francia y en Italia. Un grupo de nobles y religio- la formación de las doctrinas del amor en los siglos X II y XI II. Ahora bien,
sos de Orleans profesaban, alrededor del año 1015, el encratismo, el ve- lo que es muy importante, es que la moral de los cátaros, puritana en
getarianismo y el docetismo o idea según la cual Cristo nunca ha asumido principio, admitía sin e mbargo, en ciertos casos, el libertinismo, forma
un verdadero cuerpo humano, parte constituye nte también de las doctri- grave de antinomismo con relación a las reglamentaciones sociales de los
nas dualistas33 • Un segundo caso, en Monforte, en el Piamonte, se parece católicos. Los cátaros, e ncratistas, no admüían el matrimonio: Legithna

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connubia damnant. i\1atrimonium est meretricium, matrimonium est lupanar, de- Sólo la feminidad inaccesible puede ser divinizada, y R. Boase nos re-
claraban, oponiéndose a esta «legalización del concubinato». «Condenan cuerda, como un equivalente cátaro de la historia de Bashshar, que Ger-
totalmente el matrimonio [...]», nos dice el inquisidor Bernard Gui 38, vais de Tilbury envió a la hoguera a una j oven sólo por el hecho de que
«ellos afirman que con él se está en perpetuo pecado. Niegan que el Dios ella lo había rechazado en sus insinuaciones eróticas41 •
bueno lo haya jamás instituido. Declaran que el hecho de conocer car- En el Islam, la identificación mujer-entidad suprasensible era más o
nalmente a la esposa no es menor falta que el comercio incestuoso con menos corriente, sin estar por ello desprovista de ambigüedad. El mís-
madre, hija o hermana•>. tico sufi Sana'), muerto hacia el1050, representaba con los rasgos de una
Por otro lado, dado que el camino de iniciación cátara pasaba del sim- mujer a una Madomw lntellígenza, guía del peregrino en el cosmos de
ple creyente al peifecto, el que los creyentes sucumbieran al sexo era abier- los neoplatónicos del Islam 42 , siendo al mismo tiempo el autor de una
tamente (pub/ice) admitido, siempre que no llevase el sello legal del ma- de las más terribles diatribas en contra de las mujeres que haya existido
trimonio, ya que era mucho más grave hacer el amor con su propia mujer jamás43 • Se trata, sin duda, del doble aspecto del femenino: el aspecto
que con otra, facere cum uxore su a quam wm alía muliere. Esto abría paso a riatllral, que provoca y justifica la rnisoginia del asceta, y el aspecto esen-
un libertinaje sexual que la Iglesia católica ternia por lo menos tanto co- cial bajo el cual la mujer es la «otra mitad del cielo•>, para tomar presta-
mo la doctrina dualista de los cátaros, debido a sus consecuencias antiso- do de las femin istas una palabra que a su vez toma¡;on de Mao, y éste
ciales y antidemográficas3') . del taoísmo.
El flttio cultural que invadió la Europa occidental del oeste y del este, Suavizando la contradicción entre estas dos caras separadas de lo fe-
cuyos resultados fueron la escolástica de la B~a Edad Media, así como las menino el místico sufi Ibn 'A rabi de Murcia sólo contempla a la mujer
sectas dualistas, puede no obstante.ser juzgado como un fenómeno de im- b~o la ;specie ideal. En La M eca, en el ai1o 1201, compone un díwán de-
portación. Cuando la marea se retiró, las influencias procedentes del oes- dicado a N ezani [Armonía), hija del noble imán de origen iraní Zahir ibn
te Y las del este se encontraron reunidas en la ideología, extrai1a y origi- Rostam44 • Bajo el título El intérprete de los deseos ardientes, el prólogo del
nal, del a111or cortés. díwán contiene estas confesiones íntimas:
Ésta tiene en común con el catarismo el desprecio por el matrimonio
Y la ambigüedad de un mens~e que, hostil en principio al comercio se- Pero este jeque tenía una hija, una adolescente esbelta que atraía las rruradas
xual, está sin embargo contradicho por las costumbres libertinas de los de todo aquel que la veía, cuya simple presencia era el ornamento de las asam-
troveros. Al igual que los creyentes cátaros, algunos de ellos parece que se bleas y maravillaba hasta el estupor a cualquiera que la contemplara. Su nombre
permitieron sistemáticamente algunas libertades. El fenómeno del amor era Nezam [Amtonía] y su sobrenombre Ojo del Sol y de la Belleza ['ayn al-
cortés tiene, con todo, muchos más elementos en común con la medici- shams wa'l-Baha']. Sabia y piadosa, con la experiencia de la vida espiritual y mís-
na y la rnistica árabes, lo que no anula de todos modos la hipótesis de una tica, ella era la personificación de la venerable antigüedad de toda la tierra santa
doble fuente de inspiración. y de la juventud ingenua de la gran ciudad fiel al profeta. La magia de su mira-
La idealización e incluso la hipostatización de la mujer, componente da y la gracia de su conversación hechizaban de tal modo que, si le acaecía ser
importante del amor cortés, estaban presentes desde hacía tiempo en la prolija, su palabra manaba de la fuente; siendo concisa, era una maravilla de elo-
poesía mística ;lrabe. Por otro lado, ésta no estaba exenta de la acusación cuencia; cuando disertaba era clara y transparente (.. .). Si no fuera por las almas
de dualisñ1o, fenómeno tan mal tolerado por los musulmanes ·~omo por mezquinas, prontas al escándalo y predispuestas a las habladurías, comentaría aquí
los cristianos. En el año 783, el poeta Bashshar ibn .Burd fue condenado la belleza que Dios 'concedió a su cuerpo tanto como a su alma, la cual era un
a muerte como z indlq o criptomaniqueo (por lo tanto cátaro antes de jardín de generosidad (...). En la época en que la traté, observaba con atención
tiempo), <<porque había identificado a la mujer a quien había dedic~do su los nobles dones que adornaban su persona, además de lo que añadía la compa-
poema con el Espíritu o n1h, intermediario entre el hombre y Dios»4Q. ñía de su tía y de su. padre. Entonces la tomé como inspiración de los poemas

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que contiene el presente libro y que son poemas de amor, compuestos por fra- edad de noventa años, tiene aún el aspecto de una joven 48• Al contrario
ses elegantes y dulces, aunque no haya logradp expresar ni siquiera uría parte de de Sana'!, que comprueba que el mundo sensible es una trampa, donde
la emoción que mi alma sentía ni lo que el hecho de encontrarme con esta jo- la belleza no corresponde a una cualidad ontológica, Ibn 'Arabl mani-
ven despertaba en mi corazón, ni el amor generoso que experimentaba, ni el re- fiesta un desinterés llevado al extremo hacia esta verdad, reteniendo sólo
cuerdo que su constante amistad d~jó en mi memoria, ni lo que eran la gracia la idea de la continuidad entre belleza sensible y Belleza inteligible.
de su mente y el pudor de su compostura, puesto que es el objeto de mi Bús- Después de estos apuntes sobre la idealización de los seres femeninos,
queda y mi esperanza, la virgen Muy-Pura [al-Adkra al-batUI]. Sin embargo, he es hora ya de. volver aliado de nuestros fieles del amor de Occidente. Una
logrado poner en verso algunos de los pensamientos de mi nostalgia, como pre- de las características más destacadas del amor cortés consiste en la <<Voca-
sentes y objetos preciosos que ofrezco aquí. He dejado que mi alma apasionada ción del sufrimiento>> que manifiesta el fiel. La ocultación del amor re-
se expresara claramente, he querido sugerir qué afecto profundo sentía, qué· pro- presenta uno de los elementos esenciales del ritual erótico. En este pro-
funda preocupación me atormentó durante este tiempo ahora caduco, y qué pe- ceso de alejanúento voluntario del objeto del amor, que produce la
sar me asalta aún al recordar la noble compañía de esta joven•5 • suspensión indefinida de la realización del deseo, hay que ver uno de los
secretos de la tradición occidental. Ninguna barrera es lo suficientemen-
Aunque Ibn 'Arabi hubiera tenido el cuidado de precisar que sus poe- te fuerte en este caso, incluida aquella que crea el mismo enamorado apa-
mas tienen un carácter simbólico, que las bellezas visibles no hacen más rentando costumbres ligeras que conducen a la instauración de un clima
que evocar las realidades suprasensibles del mundo de las inteligencias an- de recelo público. No intenta obtener con esto, de forma voluntaria, los
gélicas, un doctor de Alepo le acusó de haber disimulado en ellos un amor favores sino el desprecio de su amada, para que de este modo le sea más
sensual para salvar su reputación de austeridad. Este personaje, real o fic- inaccesible que nunca. En lugar de apaciguar las ansias de su pasión, el
ticio, ocupa aquí el lu!:,rar debido: es el moralista que interviene para po- fiel se dedica por todos los medios a acrecentarlas. Es enfermo por voca-
ner en duda la pureza de intención del enamorado y que suscita por par- ción y rechaza la curación según la ley vulgar de la saciedad del deseo, ya
te de éste las mismas protestas que forman la explicación de la esencia del sea furtivamente, como los amantes, o legalmente, como los esposos•9 •
amor cortés. Más que de un personaje, se trata pues de una función en la El hecho de que el eros pueda asumir formas patológicas, no es nada
misma estructura del género literario (y existencial) cultivado por los fie- nuevo en la historia de la medicina. Una alusión a la cogítatío immoderata
les de amor, desde los trovadores hasta Dante. Para refutar estas insinua- suscitada por una imagen femenina aparece incluso en el tratado conven-
ciones vulgares, Ibn 'Arabí se decide a escribir su largo comentario en el cionalísimo Sobre el amor de Andrés el Capellán, puritano del siglo XII que
dlwán, en el que explica lo que H. Corbin denomina el «modo de aper- tuvo la mala fortuna de ser tomado por un cátaro50: «Cuando alguien ve
cepción teofanico•> propio de los fieles de amor. Así, Nezam se convierte a una mujer que merece atención erótica, empieza en seguida a desearla
en «una Sabiduría fSophia] sublime y divina, esencial y sacrosanta, que se en su corazón. Luego, cuanto más piensa en ello, más penetrado de amor
manifestó visiblemente al autor de sus poemas, con tal dulzura que engen- se siente, hasta el punto que consigue reconstituirla toda entera en su fan-
dró en él gozo y alegría, emoción y arrebato))46 • tasía. A continuación, se pone a pensar en sus formas, distingue sus
La belleza inteligible manifestada en la belleza sensible del femenino miembros, los imagina en acción y explora [rímari, lit.: hender] las partes
es la expresión conmovedora y optimista del platonismo del místico an- secretas de su cuerpo•>.
daluz. El corolario de esta concepción es doble: en primer lugar, lo que El fantasma femenino puede entonces apoderarse del aparato pneumá-
pertenece al inteligible está dotado de belleza femenina, como el ángel tico entero del enamorado, produciendo -salvo si el deseo encuentra su
que aparece con los rasgos de una <<princesa de entre los griegos>> 47 ; en se- sosiego naturaJ- unas perturbaciones somáticas bastante inquietantes. Con
gundo lugar, todo lo que aparece bajo el resplandor del inteligible es par- el nombre de 'íshq, este síndrome de amor ha sido descrito por Avicena,
tícipe de virtudes virginales, como la santa Fátima de Córdoba que, a la cuyo Liber cammis fue el manuaJ corriente de medicina de la Baja Edad

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Media cristiana. Sin embargo, Constantino el Africano ya hablaba de ello, abandona todas sus actividades, de manera que, si alguien le habla, ape-
en su traducción del Liber regius de 'Ali ibn 'Abbas al-Majúsl, conocido nas le oye. Y puesto que se trata de una cogitación ininterrumpida, pue-
con el nombre de Haly Abbas. Después de Constantino, la semiología del de ser definida como una angustia melancólica. Se llama hereos porque
eros patológico ha sido descrita por Arnau de Vilanova y Vincent de Be- los señores y los nobles, debido a la abundancia de delicias, caían a me-
auvais"1, que lo clasifican entre las especies de la melancolía52 • nudo en esta afección [...]•>. La semiología del síndrome es la siguiente:
El nombre del síndrome es amor hereos o también, latinizado, heroy~us, << Los signos son la omisión del sueño, de la comida y de la bebida. Todo
y su etimología sigue siendo dudosa: podría derivar del griego erós, por el cuerpo se debilita, salvo los ojos>>. También menciona la inestabilidad
contaminación con heróf 3 , o directamente de herós (hipótesis compartida emotiva, el pulso desordenado y la manía por deambular. El pronóstico
con Marsilio Ficino54), puesto que los heros representaban, según una vie- es inquietante: «Si no son tratados, se convierten en unos maniáticos y se
ja tradición, a unos seres voladores maléficos, parecidos a los demonios 55• mueren». Finalmente, el tratamiento de la enfermedad debe empezar con
El hecho de que la melancholia nigra et canina y el amor hereos estén em- los «medios suaves», como la persuasión, o <<fuertes)), como e l látigo, los
parentados se explica porque, a partir de Aristóteles, se asocian fenóme- viajes, la cultura de los placeres eróticos con varias mujeres, las excu:sio-
nos eróticos anormales con el síndrome de la m e lancolía. Siguiendo es- nes al campo (coito, digiuno, ebricta e eserciz io, recomendará Ficino) . Uni-
ta tradición, santa Hildegard von Bingen (m. 1179) atribuye a los camente <<si no queda otro remedio>>, el doctor Bernard de Gordon, pro-
melancólicos capacidades sexuales ilimitadas: «Los mel~ncólicos tienen fesor y practicante, aconseja recurrir a los tale ntos de una vieja y
huesos grandes que contienen poca médula, la cual es tan ardiente, que horripilante arpía. La vieja tendrá que llevar bajo sus ropas un trapo mo-
son igual de incontinentes con las mujeres que las víboras [...]. Son libi- jado con sangre menstrual. En primer lugar, ante el paciente, deberá pro-
dinosos en exceso y, al igual que los asnos, no tienen moderación con ferir las peores n1'a ledicencias acerca de la mujer que él ama y, si esto re-
las mujeres. Si detuviesen esta depravación, la locura continuaría [...]. Su sulta inútil, tend¡;á q~e extraer el.trapo de su seno, exhibirlo bajo la nariz
amor es odioso, tortuoso y mortífero como e l de los lobos voraces [...]. del desafortunado y gritarle a la cara: «¡Tu amiga es así, es así!», sugi-
Hace n comercio con las muje res, y sin embargo las odian))56 • El m ismo riendo -como dirá el Malleus mahificarum- que ella no es más que un «mal
Ficino reconoce el parentesco entre m elancolía y patología erótica 57, y de la naturaleza».
M elanchthon las considera com o una sola cosa en su fórmula melancolia Agotado, el médico llega a la conclusión: «Si incluso después de esto
illa heroica58 • no se decide a· cambiar de opinión, entonces no es un hombre, sino el
La etiología más completa ele la enfermedad se halla en la sección «De diablo desnudo [...]>/.o.
amore qui hereos clicitur» del Lilium medici11ale del doctor Bernard ele
Gordon (ca. 1258-1318), profesor en Montpellie~9 : «La enfermedad lla- Cómo una mujer, qu e es tan grande,
mada hereos es una angustia m elancólica causada por el amor hacia una pen e tra por los ojos, que son tan pequ e ños
mujer. La causa de esta afección reside en la corrupció~ de la f.1cultad de Examinando de cerca la larga descripción del amor hereos en Bernard
la estima por una forma y una figura que ha permanecido impresa en ella de Gordon, percibimos que se trata de una infección fantástica, que se
de forma muy intensa. Cuando alguien se apasiona por una mujer, pien- traduce en una consunción m elancólica del Sttieto, exceptuando sus ojos,
sa desmedidamente en su forma, en su figura , en su comportamiento, que no se debilitan. ¿Por qué los ojos? La respuesta es la.siguiente: .la ima-
puesto que cree que es la más bella, la más venerable, la más extraordi- gen de la mujer penetra en el espíritu a través de los OJOS y, med~ante el
naria y la m ejor hecha, tanto de cuerpo como de alma. Por esta razón, nervio óptico, se transmite al espíritu sensible que forma el sentido co-
la desea con ardor, olvidando la moderación y el sentido común, y pien- mún. La imagen obsesiva, transformada en fantasma, invade el territorio
sa que, si él pudiera satisf.1cer su deseo, sería feliz. E l juicio de su razón de los tres ventrículos del cerebro provocando la alteración de la virttts es-
está tan alterado que imagina constantemente la forma de la mujer y timativa o de la razón, que reside en la segunda célula cerebral. Si los ojos

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no participan en el debilitamiento general del organismo se debe a que los preceptos de la ciencia médica, se ennoblece a m edida que acepta sa-
el espíritu utiliza estas aberturas corporales para intentar recobrar contac- car provecho de las delicias de la enfermedad que lo consume.
to con el objeto que ha sido convertido en f:lntasma obsesivo: la mujer. Esta enfermedad es justamente la experiencia descrita por Guido Ca-
La segunda cosa digna de atención es que el síndrome erótico repre- valcanti, desde el momento en que el espíritu visual intercepta la imagen
senta solamente la semiolof:,ría médica -por fuerza negativa, ya que nos en- de la mujer y la conduce a la parte anterior del cerebro, en la que se ubica
contramos en el campo de la patología psicofisica- del amor cortés exal- la facultad imaginativa, hasta que el fantasma femenino ha infestado todo
tado por los «fieles». Efectivamente, éstos parecen utilizar todos los el pneuma y se propaga ya por los canales espirituales del organismo fe -
medios, no para escapar de esta contaminación pneumática funesta, sino, bril. No debemos sorprendernos ante el hecho de que el poeta Giacomo
por el contrario, para prowrársela. Con toda la razón se ha hablado de una da Lentini pueda plantearse esta cuestión de apariencia pueril: ¿cómo es
«inversión semántica», de una valorización inversa de los síntomas pato- posible que una mujer tan grande haya podido penetrar en mis ojos, que
lógicos descritos por la materia medica grecoárabé 1• Incluso e l /ocus amoe- son tan pequeños, y de ahí, a mi corazón y mi cerebro?64 Los médicos de
IIIIS, recomendado para el tratamiento del amor hereos, reaparece en la la Antigüedad, como Galeno, también estaban intrigados por el mismo
poesía provenzal, con la función que se le conoce. fenómeno: Sí ergo ad vís11111 ex re vídenda alíq11id dirígílllr (...) quo111odo i//11111
Cabe deducir que el fenómeno del amor cortés es el resultado de una angr~st11111.{ommen intrare poterit?65 Averroes responde ante el asombro (fin-
voluntad deformante que ha ejercido una inversión de ·los valores en re- gido, por otro lado) de unos y de otros: no se trata de una impresión cor-
lación al concepto de salud, tal como era definido por la ciencia m édica poral, sino .fantástica. E l sentido común recibe los fantasmas del lado de la
de la época. Mediante esta Umwertung, el frágil equilibrio de las fuerzas retina y los transmite a la facultad imaginativa66 •
psíquicas recomendado por los tratados doctos se transformó en una en- D;mte va aún más lejos en su pneumof.-mtasmología erótica. En el so-
fermedad de la inteligencia, mientras que, por el contrario, la enferme- neto XXI de su Vita Nova, considera a la Dama como recipiente de espí-
dad espiritual provocada por el amor acabó siendo exaltada como la ver- ritu desbordando por los ojos y por la boca, míracolo gentif' . Su experien-
dadera salud del alma y del cuerpo. cia no se consume en un círculo pneumático interior, pero representa, en
Como única objeción a lo anterior - y aquí nos separamos del punto un c ierto sentido, un trasvase de espíritu que presupone una cierta reci-
de vista de G. Agamben-, esta inversión de valores no había tenido lugar procidad, aunque involuntaria, del deseo. Por una especie de sígnijicatío
en la poesía provenzal a partir del síndrome amor hereos, sino ya mucho passíva, aquello que es objeto de codicia se transforma en un sujeto del
antes, en la mística sufi, a partir del concepto equivalente a 'ísllq ·descrito cual emana el Amor, aunque sin saberlo68 • Es como una inocencia virgi-
por Avicena. Incluso la actitud antinornista del fiel de amor, que consis- nal que no hace más que aumentar las ansias de la pasión, el delicioso
te en aparentar unas costmnbres ligeras y licenciosas para alimentar me- tormento del fiel de amor.
jor el fuego puro de la pasión, está prefigurada por la actitud llamada Con su Vita Nova, Dante también penetra en un campo misterioso
malámatíya en el sufismo, que consiste -según la definición recibida por que nuestros rudimentos en psicología medieval no son aún suficientes
Ibn 'Arabí del taumaturgo Abu Yahya al Sinhadu"62- en «ocultar la santi- para explicarlo: el sueño, la visión.
dad por una aparente licencia en el comportamiento»63 •
La inversión semántica del concepto d~ salud psicofisica se vuelve del 3. El vehículo del alma y la experiencia prenatal
todo explícita en el Dolce Stíl Novo, que se ocupa de describir minucio- Esta psicología empírica del eros, que también encontraremos en el
samente el proceso de infección fantástica producido por la imagen fe- pensamiento de Ficino, no era capaz de satisfacer las exigencias ·de pro-
menina. El secreto de los fieles de amor reside en e l hecho de que este fundidad del Renacimiento. La teoría JW con.,Qcilniento_ ~o sólo
representaba el último aniMo d~ima..exte_Qsa_doctrina referida al pn~uma
síntoma se convierte en la receta de una suprema experiencia espiritual;
lo que equivale a decir que el «corazón gentil», lejos de tener que seguir ---
....----
y al-alma.
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Como veremos a continuación, el parentesco entre eros y magia es tan tierra ocupa la posición más baja, que se corresponde efectivam ente con
estrecho que la distinción entre estas operaciones se reduce a una dife- su inferioridad ontológica, ya que es el lugar de la impermanencia, de los
rencia de grado.tb-a magia, como experiencia fantástica efectuada a través cambios rápidos, de la generación y de la corrupción. Todo lo que se en-
de los canales espirituales que ya conocemos, saca provecho de la conti- cuentra de este lado de la esfera sublunar se ve relegado, por decirlo de
nuidad entre el pneuma individual y el pneuma cósmico. Es esta misma esta manera, a una especie de infierno cósmico, de donde sólo se sale
<<conspiración)> pneumática universal la que justifica la psicologia abisal del yendo más allá de la luna72 • Por el contrario, las esferas planetarias son di-
eros (ver cap. IV, 2) . \ vinas, y más allá del cielo de los elementos fijos empiezan las residencias
La doctrina de la incorporación del alma no sólo demuestra la conti- de Dios.
nuidad del pneuma, sino también el carácter cósmico de toda actividad Tal vez como un juego, pero también como consecuencia del hecho
espiritual. Se trata, claro está, de una forma bastante refinada de especu- de que la tierra no era más que un astro <•caído)), Nicolás de Oresme ya
lación sobre las relaciones entre microcosmos y macrocosmos acompaña- se preguntaba (en el siglo XIV) si la idea de la fijez a de la tierra no era in-
da de una doble proyección que conduce a l:t cosmiz ación del hombre y a compatible con su inferioridad. Efectivamente, fijeza significa estabilidad,
1~ ~~g~Este principio, que los historiadores de la y fijas son las estrellas del octavo cielo, porque son superiores a los astros
ctencta no cesan de repetir sin darse cuenta de que se trata de un simple errantes. Por esta razón Nicolás de Oresme emite la hipótesis del movi-
esquema que admite innumerables variaciones, es tan genérico que no miento de la tierra, pues es demasiado vil para ser inmóviF 3•
consigue explicar nada. ¿Cómo es posible que el hombre sea un com- La razón ftlosóftca profunda por la que Nicolás de Cusa sostiene la idea
pendio del cosmos, y a fin de cuentas, el compendio de qué cosmos? ·He del carácter infinito del universo responde a una concepción diametral-
aquí problemas cuya solución dista mucho de ser unívoca, y basta con ha- mente opuesta a la de Oresme. Nicolás de Cusa rechaza la teoría aristoté-
ber leído una buena historia de la ftlosofia para saberlo. lica de los elementos. Según él, el cosmos no conoce distinción, ni onto-
El Renacimiento no sólo conoce uno, sino por lo menos cuatro tipos lógica ni espacial, entre «arriba» y «abajo)>, «encima)> y «debajo)>. No hay
de cosmos: el cosmos geocéntrico, finito, de Aristóteles, Ptolomeo y san- un mundo incorruptible de éter y de fuego puro más allá de la esfera lu-
to Tomás; el cosmos infinito de Nicolás de Cusa, en el que Dios ocupa nar,_ni"1lñ mundo corruptible formado por los cuatro elementos toscos de
el centro y está presente en todas partes; el cosmos de Aristarco y de los es'te lado de la luna. La tierra es esférica y gira alrededor de su eje. La con-
pitagóricos, ilustrado por la teoría «heliostática» de Copérnico69; por úl- cepción de Aristóteles de <•que esta tierra es muy vil y terrenah>, quod terra
timo, el universo infinito de Giordano Bruno, en el que se integra nues- ista sit vilissíma et in.fima, no es verdad: <•La tierra es una estrella noble, con
tro sistema planetario heliocéntrico. A esto podría añadirse la antigua teo- su luz, su calor y su propia influencia, que difieren de las de las· otras es-
ría geohelíocéntrica del discípulo de Platón, Heráclides Póntico, que trellas» 74 •
nunca se llegó a abandonar del todo durante la Edad Media 711 y que sería El esfuerzo de Nicolás de Cusa, al igual que el de Giordano Bruno, su
recuperada más tarde por Tycho Brahe' . Ninguno de estos modelos cós- discípulo tardío, está dirigido, partiendo del hombre, ~ la revalorización
micos excluye la hipótesis de la magia, puesto que ésta se funda en la idea del prestigio metafisico de la tierra. Este prestigio le había sido arrebatado
de la continuidad entre el hombre y el mundo, la cual a su vez no podría por la cosmología de Aristóteles y Ptolomeo. Esta nueva concepción del
ser turbada por un simple cambio en las teorías referidas a la constitución mundo plantea una reforma completa del cristianismo, pero una reforma
. del mundo. Los magos como Giordano Bruno o los astrólogos pitagóri- cuyo carácter humanista, por no decir antropocéntrico, admite y fomen-
cos como Kepler no tienen ninguna dificultad en adaptarse a la nueva fi- ta la magia. ·
losofia.&_o que cambia d_e un cosmos a otro es tan sólo la idea de la dig- Ficino, la fuente clásica de la magia renacentista, estaba muy poco al

__
~idad de la tierra y del hombre, y en este sell.tid..o_ también ·existen
variaciones de doctrina ñítiyap-;:
.. - ; ciables. En el universo aristotélico, la
corriente de las ideas de Nicolás de Cusan•. Pero una vez admitido el he-
cho de que no había incompatibilidad alguna entre el sistema del mundo

52 53
que Nicolás de C usa enunciaba y la antigua magia astrológica de la que
Ficino se había proclamado exégeta, tiene escasa importancia que el pro-
pío Ficino adoptara la cosmología y la astrología tradicionales de Ptolo-
meo. Con las ideas que defendía, Nicolás de C usa76 habría podido cons-
truir muy bien una magia, pero esto sólo presentaba, probablemente, un
interés muy mediocre para un metafisico puro de su especie. En cuanto
a Ficino, aparte de su tomismo y de su platonismo que le imponían la op-
ción del sistema cosmológico, no estaba tan lejos de Kepler quien, por su
parte, se ocupaba del estudio de la música astral pitagórica77 • Las concep-
ciones del mundo, las aspiraciones y las motivaciones internas de un Fi-
cino y de un Kepler no presentan ninguna diferencia esencial entre ellas:
sobre este punto, los historiadores contemporáneos de la ciencia no tie-
nen ya dudas78 • E n la segunda parte de este libro, intentaremos examinar
las verdaderas causas ideológicas que han producido esta modificación de
la imaginación humana sin la cual no habría sido posible el paso de los
principios científicos cualitativos a principios manifiestamente cuantitati-
vos.
Por el momento, regresemos a las fuentes de la doctrina de la incor-
poración en Ficino. Esta doctrina explica hasta cierto punto el origen del
parentesco estrecho entre hombre y mundo. Como en el caso de la pneu-
mofantasmología, una disciplina antigua - esta vez la astrología- ha en-
gendrado la hipótesis de una información cósnúca prenatal impresa en el
alma y determinante del destino del individuo. A partir del siglo 11 des-
pués de J. C., esta idea se combinó con la historia de la incorporación del
alma, ele su descenso a la tierra y de su regreso al cielo. Ahora podernos
imaginar cómo el alma, penetrando en el mundo, asimila concreciones
planetarias que no abandonará hasta la salida del cosmos, durante la as-
censión que la conduce a su lugar de nacimiento (ver Apéndice 1). La
doctrina del <<vehículo del alma», perfeccionada por los neoplatónicos,
hará su entrada gloriosa en la astromagia de Ficino y de sus discípulos.
La astrología popular helenística, cuya paternidad era atribuida al dios
egipcio Herrnes Trimegisto o a personajes egipcios corno el faraón Ne-
chepso y el sacerdote Petosiris, comprendía varios libros, la mayoría de
los cuales se han perdido o conservado solamente en sus versiones latinas
t. D escenso y ascenso d el ::Ilma .
del R enacinúento. Ésta se ocupaba de diferentes problemas, como la ge- según n.obc n Fludd, Utriusquc
llikcl o astrología universal, los apokatastaseis o ciclos cósmicos, la brontolo- (os mi llistorr'tz. 11 , 1. Opp<.·nh eim
gia o adivinación mediante la pólvora, las predicciones de Año Nuevo 1620.

54
(kosmika apote/esmata), la astrología individual e iatrología (salmeschoi"niaka), del alma. De una u otra manera, las vestiduras astrales del alma y el espí-
las_ <<suertes ~_lanetarias» (kleroi), la melotesía o simpatía entre los planetas y ritu sutil generado por el corazón humano se identifican uno con el otro,
la mformac10n astral contenida en el microcosmos (la rama propiamente lo que permite a un Sinesio por ej emplo, alunmo de la mártir neoplató-
medicinal de esta disciplina se llama iatromatemátíca), la f.:1rmacopea y la nica Hipatia y que se convertirá más tarde en obispo cristiano, conferir a
f.:1rmacología, etc 79 • todo este proceso fantásti co una dignidad cósmica. Efectivamente, el ór-
En una serie de artículos, cuyo carácter demasiado especializado nos gano de la imaginación humana no es una sustancia desprovista de otras
exime aquí de exponer su contenido (ver Apéndice 1) , hemos demostra- cualidades; por el contrario, se trata de un aparato que lleva inscrito de
do que la gnosis vulgar del siglo 11 después de J. C. ya había incorporado modo riguroso una información prenatal, procedente de los astros -los
la doctrina astrológica de los kleroí o «suertes», transformándola en un dioses cósmicos-. Ahora bien, este parentesco espiritual del hombre con
verdadero paso del alma a tr(\vés de los planetas. El alma asimila a su vez lo divino presenta dos car<~s: una, restrictiva, explotada en la doctrina de
concreciones cada vez más materiales que la encadenan al cuerpo y al Ficino sobre el eros, y la otra, de reciprocidad, que permite las operacio-
mundo terrenal. El doctor alejandrino Basilides y su hijo Isidoro, así co- nes de la magia. .
mo la gnosis popular de los siglos III y IV que ha llegado hasta nosotros a El lado restrictivo consiste en el hecho de que la posición de los pla-
través de ~~s tratados en lengua copta descubiertos en Nag Hammadi y netas a la hora de nacer representa una limitación inexorable de la libre
en otros Sitios, nos proporcionan informaciones suficientes acerca de es- elección humana. E n la teoría del amor, esto queda reflejado por la doc-
te proceso de corr upción del alma. El Corptts hermetiwm, una colección trina de las compatibilidades e incompatibilidad~s eróticas.
de escritos pseudoepígrafes compuestos entre los años 100 y 300 después ,....- La reciprocidad o el principio de la inversión de la acción es la ga-
de J. C., nos cuenta también el descenso del hombre primordial en el rantía de que una operación desarrollada en el espíritu fantástico del in-
cosmos y el trayecto del alma a través de los planetas durante su regreso dividuo tendrá como resultado la obtención de determinados dones que
a la patria celeste. Todavía se conservan resonancias de esta versión pura- los astros nos conceden con motivo de la consustancialidad, y de los la-
mente negativa de la incorporación o e11somatosis en determinados frag- zos familiares existentes entre nosotros y ellos .
mentos del comentario a la Eneida del gramático Servio que escribía a fi- .... . _ En el caso del eros, la teoría del vehículo astral permite establecer no
nales del siglo IV. sólo el cómo, sino también su porqué. Ofrece las razones profundas, trans-
Por el contrario, los neoplatónicos, de Porfirio a Proclo, no atribuyen cendentales, de nuestra elección.
a los planetas ninguna influencia demoniaca, sino solam ente ciertas wali-
dades, como la fac ultad contemplativa , la inteligencia práctica, etc., hasta
la facultad de engendramiento y crecimiento del cuerpo; cualidades con
las que alma se reviste durante su descenso y que deposita de nuevo en
los planetas_a lo largo de su regreso al cielo.
Es muy importante que este vehí<=;ulo (ochéma) neoplatónico del alma,
cuya historia ha sido descrita por G. Verbeke, H. Lewy, E. R. Dodds, etc.
(ver Apéndice I), llegara a confundirse eón el sintetizador pneumático de
Aristóteles, el pneuma sideral, que es innato y se transmite en el acto de
la procreación (De partíbus anímalium, 659b 16) . Poca importancia tiene
ql!e, para resolver la contradicción entre un vehículo adquirido en los as-
~os_ y una e~voltura del alma de origen puramente terrestre, los neopla-
tomcos tard10s, sobre todo Proclo, recurran a la teoría de dos velúculos

56 57
Capítulo 11
Psicología empírica y psicología ahi sal del eros

1. La psicología en1pírica de Ficino y sus orígenes


Al ser una noción central en la astrología y la psicología flcinianas, el
espíritu es objeto de una atención particular po~ parte del platónico Ca-
reggi. C asi podría decirse que en cada uno de sus tratados formula una
definición, procurando siempre evitar la repetición literal y expresándo-
se con nuevos giros lapidarios y rebuscados. '
En su Teolog{a plat6nica (VIl, 6) dice así: <<El alma, siendo purísima, se
acopla a este cuerpo denso y terrestre, que le es tan lejano [por su na-
turaleza), por mediación de un corpúsculo muy sutil y luminoso, lla-
mado espíritu, generado por el calor del corazón en la parte más tenue
de la sangre desde donde penetra en todo el cuerpo. El alma, insinuán-
dose con facilidad en este espíritu que se le parece mucho, se propaga
primero por él y, luego, habiendo penetrado por su mediación en todo
el cuerpo, confiere a este último vida y movim.iento, haciendo así que
sea vital. Y, a través del espíritu, reina sobre el cuerpo. y lo mueve. Y to-
do Jo que se transmite del cuerpo al espíritu lo percibe el alma misma,
que está presente en él. A este acto lo llamamos percepción. Después,
el alma observa y juzga esta percepción, y esta observación se llama fan -
tasía)).
Se dan más detalles en el tratado De víta sana1: el espíritu está <<defmi-
do por los médicos como un vapor sanguíneo, puro, sutil, caliente y lu-
minoso. Producido por el calor del corazón a partir de la sangre más su-
til, se eleva hacia el cerebro y sirve al alma para ejercer activamente los
sentidos internos así como los sentiqos externos>>.
La defmición más rebuscada es la del tratado De víta coelít11s co111pa-
randa2: el espíritu es <<Un cuerpo muy tenue, casi un no- cuerpo y casi ya
alma; o casi una no- alma y casi ya cuerpo. En su composición, hay un
mínimo de naturaleza terrestre, un poco más de naturaleza acuática y

59
más todavía de naturaleza aérea· Pero · el maXImo
, . pe t 1 Ficino sigue la opinión de Platón y Galeno: en la acción de ver, el
leza del fuego estelar [···] . E s to d o e'11 ummoso
.
l'
r enece a a natura-
1, «fuego interno>> se exterioriza por los ojos, mezdado con el vapor pneu-
vificante [...]». • ca tente, 1Umedo y vi- mático e incluso con la sangre sutil que ha dado consistencia al espíritu.
En cuanto a la teoría de la imposibilidad d . Confirma esta teoría el mismo Aristóteles al relatar que cuando las mu-
fantasma esto es sin red . l l . e conocer sme cotwersione ad jeres que tienen la regla se miran en un espejo dejan sobre su superficie
' , . uctr e en•,.ua.~e se 'bl 1 1 .
queda enunciado en este fr"'g t ::.d , S nst e a enguaJe fantástico, unas gotitas de sangre. Y claro está, sólo puede tratarse de la sangre sutil
· " men o e opra lo A
bre El banquete de Platón (VI )· s· ., d more, o comentario so- que ha sido arrastrada por los ojos con el pneuma (Am., VI~, 4) . ·
. ' , , 6 · « trvten ose de 1 ·
senttdos, [el espíritu) capta 1 . , . os mstrumentos de los Este fenómeno origina dos actividades espirituales emparentadas: el
. • as tmagenes de los cuer
b ten, el alma por sí sola no puede ercibi . , pos e~ternos; ahora mal de ojo y el amor. El profano, ya sea el que provoca la infección o
q_ue la sustancia incorpórea, superfor a la rd~t~utmagenes dtrectame~te ya el que la sufre, no es consciente de lo que ocurre. Basta con que alguien
ctda por ellos a recibir i , p erpo, no puede ser mdu- le mire: el rayo pneumático lanzado por el otro penetrará por sus pupilas
magenes. resente en tod ¡ , ·
puede con facilidad contemplar e n e'11as unagenes . , deo los
e espmtu,
. el alma en su organismo espiritual y, al llegar al corazón, su centro, producirá una
1ucen en él como en un e . S, 1 ,
spejo. o o a traves de , t · '
cu. erpos, que re- perturbación e incluso una lesión que puede degenerar en una infección
apreciar los cuerpos mismos». , es as unagenes puede sanguínea. En el caso opuesto, cuando el sujeto queda fascinado, por
La metáfora del espejo aplicada al , . ejemplo, por los bellos pjos de una mujer y no se cansa de contemplar-
tudio, de manera más detallada , PI neu~na sera o_bJeto de nuestro es- los, emite por sus pupilas tanto espíritu mezclado a la sangre que su or-
. ·' '• en e capttulo dedtcad ¡ 'fi
ctones teúrgicas (ver cap. IV, 1 3) Pe .' ,o. a as pun tea- ganismo pneumático se debilita y su sangre se espesa. El sujeto languide-
para que un fantasma pued e y . ro no resulta muul recordar.que
' a IOrtnarse sobre la s fi · 1· cerá por f.1lta de espíritu y hematorrea ocular (Am., VII, 4).
del espíritu, es necesario d u~er tete tsa y luminosa Las «flechas de amor)), que tanto considerarán los poetas de la Pléiade,
. , ante to o que un ob t .
tmagen sea llevada hasta el sentt.do , .
.
1 ~e o sea VIsto. y que
cornun por os canal , .
su no eran para Ficino meras metáforas: llevaban unas puntas pneumáticas
E ,s evtdente que el fantasm . . .
' ' a no so1o es vtsual 0 ·me!' · ¡ ·
es pneumattcos. invisibles capaces de producir grandes estragos en la persona herida. ¿No
podna decir que es siuestésicc,. ha sido dd wv~sua , smo que se había dicho ya Platón que el amor era una especie de enfermedad ocular
ción de varios sentidos o de ~ d ·11 engen . ra o ~ractas a la colabora- (ophtl-wfmia: Fedro, 255c-d)? Y ¿no atribuía Plutarco a la vista una «fuerza
. . o os e os al rntsmo tiempo s· b
}a vtsta nene ciertamente el a 1 , . . m em argo,
fantasma: ést·¡ es una de 1 p pe mas Importante en la formación del maravillosa>>4 ?
' ' as razones que h . En cuanto al <(mal de ojo1>, fascinación o jettatllra, su etiología es la
toda la tradición platónica co . 1 , acen que sea constderada, en misma: <<La fascinación es una fuerza que, partiendo del espíritu del fas-
Rec d . , mo «e mas noble de los sentidos»
or emos que, según la teOtía ó tic d PI , . . cinador, entra en los ojos del fascinado y se introduce hasta en su cora-
ducía mediante un circtJI.to q d 1 ~ a e aton, la tmagen se pro- zón. El espíritu es pues el instrumento de la fascinación; emjte, por los
. ue evo vta el rayo · ¡
OJOS al lugar de donde procedía . d 11, l, v~sua proyectado por los ojos del cuerpo, unos rayos parecidos a él mismo y lleva consigo la vir-
teJes simplificaba esta teoría a , ~te ~~ a, o envtaba al cerebro. 4-ristó- tud espiritual. De este modo, los rayos que parten de ojos legañosos y
diese salir por los oios L , y.q acept~ba que un rayo ígneo pu- rojos llevan consigo el vapor del espíritu y la sangre corrompida cuan-
'J • os est01cos y los medtc , .
gido una de estas dos 'b'l'd d os pneumatlcos han esco- do encuentran los ojos del que mira y, por este contagio, estos ojos que
post J J a es Para unos E .
-pero también para llll cont : , , como ptcteto o Galeno 5
miran quedan obligados a contraer la misma enfermedad» • Así se ex-
emporaneo de Ep. t ¡ ¡ . .
co de Queronéa (Q~taestior¡es . . tc eto, e p atomco Plutar- . presa Agrippa de N ettesheim, según Ficino; pero tanto Jerónimo Car-
COIIVIV. V 7)- e) pneu ' JJ'
gano sensorial para ent ' ' ' ma va mas a a del ór- dano como Della Porta y Juan Wiet' comparten la misma opinión,
, · rar en contacto con el b' ·
su imagen al heoemoníkonl p o ~eto senstble y devolver mientras que Leonardo de Vinci, que también adopta los mismos pun-

ctrcundante. <:> • ara otros ' esta ima'gen se propaga por el aire
tos de vista, nos informa sobre la existencia de aquellos que sostenían la

60 61
impo~ibilidad de tal fenómeno ya que, decían, <cdel ojo no puede ema- scer completamente al sujeto mismo, y este último teme angustiosamen-
nar nmguna fuerza espiritual porque esto gastaría su propia virtud visual te ser anonadado, porque se ha quedado sin su condición de sujeto, y re-
[·)· Aunque fu era tan grande como el cuerpo de la tierra, se gastaría clama con desespero su derecho de tener alguna forma de existencia.
nurando las estrellas)). Leonardo opone a estas teorías, entre otros argu- El fantasma que monopoliza las actividades del alma es la imagen de
mentos, la creencia popular - compartida también por Ficino- de <egue un objeto. Ahora bien, puesto que el hombre es alma, pero un alma com-
las mujeres vírgenes tienen en sus ojos el poder para atraer el amor de pletamente ocupada por un fantasma, resulta que el fantasma es, en ade-
los hombres>>7 • lante, el alma. De ahí que el sujeto, desposeído de su alma, ya no sea un
La infección generalizada de la sangre y la hematorrea ocular sólo son sttieto: el vampiro fantástico lo ha devorado interiormente. Pero también
los efectos menos sutiles del eros. Es en el estudio de los mecanismos fan- se desprende de estos hechos que el sttieto se ha transferido al fantasma
tásticos donde la psicología empírica de Ficino nos ofrece sus análisis más -que no deja de ser la imagen del otro, del amado-. Así pues, metafóri-
intéresantes. camente se puede decir que el sujeto se ha transformado en el objeto de
Siguiendo los nusmos trayectos pneumáticos que la contanunación su amor.
sa~guínea •. circulan también imágenes que, en el espejo del sentido co- Extraña situación, y sin ¡unguna salida, si continúa así: una persona sin
mun, se transforman en fantasmas. Si el eros está obrando, el fantasma del alma languidece y se muere (sutilmente, Ficino no llega a representar lo
objeto amado lleva una existencia propia tanto más inquietante cuanto que le ocurre al alma después de su muerte; sólo afirma que el amado
que eje~ce una espe~ie de, vampirismo sobre todos los otros f.1ntasmas y existe por partida doble mientras que el amante ha dejado de existir). Sin
pensanuentos del sujeto. Esta es una dilatación mórbida de su actividad embargo, existe una solución: que el amado acepte, a su vez, la oferta de
que, ~-or sus efectos•. ?uede llamarse al n1.ismo tiempo concentración y amor. En este caso, permitirá que el fantasma del amante penetre en su
poses10n: concentrac10n porque toda la vida interior del sujeto se reduce aparato pneumático, que se instale y ocupe el sitio de su alma; dicho de
a. la con,te~1plación de un solo fantasma; posesión porque este monopo- otro modo, concedería al sujeto aniquilado un lugar donde su sujetidad
lio f.·mtastico es involuntario y porque su influencia colateral sobre las pudiera resurgir de l;1 nada y adquirir existencia. Y esto no tendría nin-
condiciones psicofisicas del sujeto se encuentra entre las más deletéreas. guna gravedad puesto que el amado, en calidad de sujeto, ya se había sus-
Ahora bien.' resulta interesante que el objeto del amor sólo tenga un tituido en el alma del otro: aunque le devuelva un alma, le queda otra.
papel secundano en el proceso de instauración del f.1ntasma: sólo es un.pre- «A» se ha transformado en «B>>, <<B» se ha transformado en <cA>), y todo el
texto, y no una presencia verdadera. El objeto verdadero del eros, siem- mundo está satisfecho.
pre pres~nte, es el fantasma que se ha apropiado del espejo espiritual y ya Se trata de una dialéctica bastante rebuscada y, pensándolo bien, bas-
n~ lo d,eJa. Pero este f.1ntasma representa una imagen percibida que ha ido tante materialista. Pero, al mismo tiempo, está muy cerca de la dialéctica
mas alla del umbral de la consciencia, aunque la causa de estas dimensio- anim11s-anima característica de la psicología anaütica de C. G. Jung, que
nes obs~si.vas s~ encuentre en la parte más profunda del inconsciente per- considera la relación entre sexos en términos de donúnación consciente
sonal. F1cmo p1ensa que no nos gusta otro objetivo, un ser que nos sea ex- de uno, compensada por una sujeción del mismo en el inconsciente. Las
traño, y así anticipa lo que será la psicología anaütica de C. G. Jung (Am., metáforas pueden variar pero el esquema general sigue siendo el mismo:
VI, 6): quedamos seducidos por una imagen inconsciente. transferido a «B», <cA» se quiere a sí mismo, y viceversa . Las relaciones he-
<cEl amante esculpe en su alma la cara del amado. De este modo, el al- tero-eróticas son, en el fondo, según Ficino, una forma de narcisismo.
ma del amante se convierte en el espejo donde reluce la imagen del ama- Cuando el objeto que ha sustituido al sujeto le niega a este último la po-
do>>: A.1nans ama ti ~11o figuram sculpit in animo. Fit itaque amantís aninms spe- sibilidad de amarse a sí núsmo, quitándole el espejo pneumático sin el cual
. c11111m m quo amant1 relucet imago (Am., 11, 8). Esto nos lleva a una dialéCtica queda prácticamente reducido al no-existir, se puede decir que el amado
amorosa bastante complicada: el objeto se transforma en sujeto al despo- es el asesino de su amante. Después de llamar desesperadamente a la puer-

62 63
ta de los ojos del otro, este Narciso perecerá por serie denegado el acce- tudes de los antiguos. Mientras que la Edad Media había utilizado el trata-
so a la superficie lisa de un espíritu donde pudiera reflejarse. do seudociceroniano Ad maiorem gloriam Dei, para tener mejor en cuenta
Un Narciso sin espejo es una contradicción en los términos. Por es- el majestuoso edificio de las nociones teologales, el humanismo reconoce
to, el significado de la locución espejo mortal no se refiere al aparato pneu- en el ars memoriae un arma importante para el éxito social, asegurándose
mático del otro sino al del sujeto mismo. Demasiado imprudente por ha- una ventaja sobre los demás, gracias a una memoria infalible11 • En esta lí-
ber acogido al fantasma devorador, la imaginación del sujeto lo ha echado nea se e ncuentra el tratado del jurista Pedro de Ravena (Venecia 1491).
de su propia casa, enviándolo a pasear por los caminos de la nada, allá El lector del libro de F. A. Yates probablemente recuerde el funciona-
donde los cuerpos no tienen sombra y los espejos sólo pueden reflejar la miento del arte; intentaremos ofrecer aquí una reconstrucción libre, sin
nada. tener en cuenta los detalles. Debido a que las percepciones tienen un ca-
rácter intrínseco fantástico, razón por la cual se memorizan con facilidad,
2. El arte de la m emo na se trata de superponer cualquier contenido lingüístico o nocional -por
El arte de la memoria también es una operación fantástica que forma ejemplo un poema o la clasificación de las virtudes- encima de una serie
un anillo intermediario entre el eros y la magia. F. A. Yates nos ha reve- de imágenes. Ahora bien, estas imágenes pueden proceder de cualquier
lado, en su excelente obra, sus principios y su historia. Aquí nos intere- lrtgar, pero nada impide que sean fantasmas producidos, en esta ocasión,
saremos por él cuando necesitemos referencias para entender el horizon- por la f.1cultad imaginativa. En el primer caso, el lugar habrá sido escogi-
te ideológico de Ficino y otros teóricos del amor fantástico, tales como do con sumo c uidado : efectivamente, este arte exige una concentración
Francesco Colonna y Giordano Bruno8 • integral que sólo puede obtenerse en soledad. Así pues, la actividad mne-
E l arte de la memoria es una técnica de manipulación de los fantas- mónica debe ejercerse en una iglesia, un cementerio, un palacio abando-
mas que se basa en el principio aristotélico tanto de la precedencia abso- nado o en casa, pero siempre evitando cualquier compañía o distracción.
luta del fantasma sobre la palabra como de la esencia fantástica del inte- Las partes del lugar deberán memorizarse según un orden establecido.
lecto (ver cap. 1, 1). Su consecuencia rigurosa, expuesta' por santo Tomás Encima de cada parte se superpone una secuencia del mensaje o de la se-
en el comentario que hace del tratado de Aristóteles De memoria et remi- rie conceptual q ue se debe aprender de memoria. La unidad indisoluble
niscentia, afi rma que lo que se ve, debido a su carácter intrínseco de ima- formada por los dos discursos -el discurso fantástico y el lingüístico- se
gen, se puede memorizar facilmente, mientras que las nociones abstractas imprimirá en la memoria para siempre gracias al carácter imaginario del
o las secuencias lingüísticas necesitan un soporte fantástico para fijarse en primero. No existe ningún tipo de limitación ni en lo que se puede me~
la memoria9 • Por esta razón santo Tomás recomienda utilizar las reglas marizar ni en la selección de fantasmas que se utilicen. Finalmente -y
mnemotécnicas contenidas en el escrito Ad Herennium, erróneamente he aquí el origen de los emblemas, impresae, y lemas del Renacimiento-,
atribuido a C icerón, y también conocido bajo el nombre de Rhetorica se- los fan tasmas pueden proceder directamente de la facultad imaginativa,
cunda. y no necesitan tener ningún soporte obj etivo. De esta manera, habrán
No hay duda de que se utilizó el arte de la memoria en los claustros sido formados para recubrir, gracias a sus diferentes partes, los segmentos
durante la Edad Media, para facilitar la enseñanza de las noc.iones má~ del mensaje que debe ser memorizado.
abstractas, pero también como un elemento m uy importante de la disci- El principio de la anterioridad del fantasma sobre la palabra ha con-
plina interior del monj e. En el siglo XIV, dos tratados escritos en italiano ducido, e n ciertos casos, a unos resultados cuya utilidad y cuya aplicabili-
vulgar tratan el tema, e incluso Petrarca no ignora sus reglas10• dad pueden parecer dudosas . .Éste es el caso, por ejemplo, de los alfabe-
Pero los tiempos cambian y el descubrimiento en 1416 de la Institución tos propuestos en 1520 por J uan Romberch, en su Congestoriurn artijiciose
omtoria de Quintiliano (que por cierto no es favorable a la mnemotecnia), memorie12 ; uno de ellos propone sustituir cada letra del alfabeto por el
hizo que los humanistas se apoderaran de ella para exaltar las artes y las vir- nombre de un pájaro cuya inicial le corresponda: A = anser, B = hubo,

64 65
etc. 13 El dominico florentino Cosmas Rossellius sustituye los pájaros por bolos del conocimiento inteligible. Pero los sucesores de Ficino van mu-
animales; de esta manera, la palabra «AER>>, aire, queda memorizada (gra- cho más lejos: llegan a afirmar que las reglas del lenguaje fantástico, uti-
cias a un Asno, un Elefante y un Rinoceronte! 14 lizado para traducir las relaciones inteligibles, pueden ser representadas
Éstos son unos ejemplos de extrema degeneración de la mnemotecnia bajo la forma de un teatro, con el fin de poder ser contempladas y apre~~
que no deben confundirse con los verdaderos procedimientos ni con las didas por cualquier persona que lo desee. La idea del teatro se le ocurno
realizaciones sorprendentes de este arte. El humanismo puso en eviden- a Friulain Giulio Canullo Delminio, nacido hacia el ai1o 1480, y no esca-
cia su vertiente utilitaria en lugar de su vertiente especulativa e intelecti- timó sus esfuerzos hasta verla cumplida. Profesor en Bolonia, Giulio Ca-
va, aunque parece que Marsilio Ficino la conozca y la aprecie. A pesar de millo no era un charlat.ín. Consiguió convencer a Francisco 1 del interés
. ello, no puede descartarse la hipótesis de un arte de la memoria pareci- de su teatro y, con la subvención del rey, se instaló en París, en 1530. En
do, durante la Edad Media occidental -o, como núnimo, durante la Ba- L532 se encontraba en Venecia donde fue a verle Viglius Zuichemus, que
ja Edad Media- a las etapas preliminares del yoga en la India: una técni- se carteaba con Erasmo. La carta que le escribió a Erasmo describe, con
ca perfeccionada de meditación, con soporte objetivo o sin él, que al crea¡; tono burlón, e l teatro de la memoria celestial de nuestro artista; pero el
un mundo f.·mtástico según las reglas tradicionales aseguraba sin embargo humanista de R.otterdam no podía ni entenderlo ni apreciarlo. En 1534,
que, ·en su aproximación, este mundo era un equivalente imperfecto de Giulio Camillo vuelve a estar en París, pero no consigue poner perfecta-
las realidades situadas en un nivel ontológico inaccesible para la expe- mente a punto su construcción; se trataba de una estructura de madera,
riencia directa.
y ésta seguía existiendo en la corte de Francia, en 1558, tal como lo tes-
El Renacimiento conoce dos artes de la memoria: uno, estrictamen- tifica una carta de Gilbert Cousin, secretario de Erasmo. Entre estas, dos
te utilitario, que degenerará muy rápidamerúe en los alf.1betos de Rom~ fechas, Giulio Ca millo sólo pudo .llegar hast.'l la corte de Alfonso de A va-
berch y Rossellius, e incluso en algunos impresae y emblemas de carácter los, marqués de los Vasto, gobernador español en Milán, desde donde le
exclusivamente lúdico; el otro, prolongación de la nmemotecnia medie- habían llamado en 1543, puesto que murió en 1544'5 •
val y del arte universal de Raimundo Lu.lio, tiene_ como finalidad, utili- Giulio CanlÍllo, hombre modesto y discreto, cuyo latín fue la causa de
zando diversos métodos, la constitución de un mundo de fantasmas que las burlas de Zuichemus, nos ha dejado pocos textos. Se interesaba por la
se supone pueden expresar, por aproximación, las realidades de orden in- retórica y había traducido Le idee overo forme della oratione atribuido a Her-
teligible que nuestro mundo sólo refleja como una copia lejana e imper- mógenes16, pero también había estudiado, según parece, la obra de Pico
fecta. Quidquid recipítur, ad modum recipientis recipitur: «Todo lo que se re- de la Mirandola 17 , y probablemente la del fraile veneciano Francesco
cibe es recibido según la modalidad propia del o de lo que recibe». A~ora Giorgi 18, basada en Ficino. Su principal preocupación era ofrecer la ex-
bien, la modalidad propia del hombre es e l fantasma que se refleja en el presión apropiada para un modelo cósnuco. Y, . de hecho, este modelo
espejo del pneuma. Éste es el único medio del que dispone para conocer cÓsnlÍco procede seguramente del platonismo florentino. .
las realidades inteligibles. De hecho, se trata de llevar a cabo una opera- Camillo expuso su proyecto en un pequei1o tratado oscuro, publica-
ción simétrica a la del procedimiento utilizado por el conocimiento sen- do en Florencia en 1550, L'idea del teatro. Su edificio, que tenía la forma
sible. Este último es la traducción, en un lenguaje imaginario, del mun- de un anfiteatro con siete secciones, pretendía ser una irnago mrmdi donde
do que nos rodea para que el alma pueda conocerlo. Por el contrario, el todas las ideas y los objetos pudieran ocupar el sitio apropiado, según su
conocimiento inteligible representa la traducción, en un lenguaje fantás- pertenencia planetaria. Como cualquier sistema artificial, éste estaba con-
tico, de las realidades que se encuentran impresas en el alma para que la denado a dejar de ser entendido en cuanto las series planetarias cay~ron
razón discursiva -que es una instancia objetiva, aunque impotente- pue- en desuso. Seguidamente veremos que se constituían partiendo de co-
da captarlas y apoderarse de ellas.
rrespondencias establecidas entre un planeta y ciertos anin~ale~, pl~ntas y
Los jerogUficos de Ficino (luego nos ocuparemos de ellos) son los sír~- piedras; la tradición había ido transtnitiéndolas, con cambiOs mev1tables,

66
67
desde los principios de la astrología helénica. Para el hombre del Rena- no asu,ne la. forma de imaginaciones múltiples [excogitationem multiplicem}
cimiento, seguía existiendo una especie de evidencia· interna en la ru¡o- refiriéndose a la cosa, sino la form~ de la cosa simple y estable» 24 • Ficino
ciación establecida entre el león, el oro y el heliotropo porque pertene- no se queda aquí en su comentario a Plotino; sigue con una referencia
cían a la misma serie solar; pero sólo se trataba de una evidencia de orden -por cierto, arbitraria- il UI"}O de los jeroglíficos de Horapollo25 •
cultural que dejó de ser operativa en cuanto los principios de la astrolo- El escrito .Hieroglyphica, atribuido a HorapolJo y «traducido» al griego
gía empezaron a ·p erder su credibilidad. El proyecto de Giulio Camillo, por un escritor desconocido llamado Felipe, representaba una atracción
tal como lo ha destacado con gran acierto F. A. Yates19 , era mágico. En relativamente reciente en Florencia. El códice había sido descubierto por
lugar de las especulaciones de Pico de la Mirandola 20 , se inspiró en el tra- Cristoforo Buondelmonti en la isla de Andros, y traído a Florencia. El.
tado ficiniano De vita coelitus comparanda (ver cap. IV, 3). La materia sim- texto griego no se publicó al"}tes del año 1505, y le siguió, en 1515, una
bolizada por las figuras del teatro procedía también del platonismo flo- traducción latina; pero los coetáneos de Ficino lo conocían muy bien, ya
rentino. Por ejemplo, la idea de la ensomatosis se representaba con las que Leon Battis,ta Alberti extréÜO de él algunas explicaciones fantasiosas
figuras de Pasifae y el Toro, en la entrada del quinto grado; Pasifae sim- sobre jeroglíficos en su De archítectura (1452). La moda de la seudoegipto-
bolizaba el alma atraída por el cuerpo (el Toro). Este motivo se asociaba logía tuvo un éxito grandioso, sobre todo en el arte de los emblemas:
con facilidad, y lo hizo tanto Plotino como los Padres de la Iglesia, a la Giovanni Andrea Akiato (1492-1550), Emblema(um pater et princeps, !o de-
magia (negra), la goeteia21• Se supo1úa que durante su descenso entre las sarrollaría, en el siglo XV I, inspirándose en su precursor Pierio V<1leriano
esferas planetarias, el alma se cubría con un vehículo aéreo (el pneuma) que (Giovan Pietro delle ~osse, 1477-1558), autor de los Hieroglyplzica sive sa-
le permitía encarnarse en el cuerpo materiaF2• Se entiende flícilmente crís Aegyptiormn aliarumque gentium literis conm1entarii26•
que la realización de todos los detalles del proyecto, que incluía no sola- Los jeroglíficos gozaban de un doble privilegio: haber suscitado el in-
mente imágenes sino también fórmulas crípticas, haya sido imposible pa- terés de Jos divinos platónicos y estar de moda entre los coetáneos de Fi-
ra las fuerzas de un solo hombre. Cuando éste desapareció, nadie más to- cino, y tienen una importancia bastante particular en los conceptos de es-
mó su puesto para seguir su obra. D e hecho, la ambición de Giulio te último. André Chastel lo h:l puesto de manifiesto en su bello libro
Camillo no consistía ni más ni menos que en fabricar una jig11ra 1miverst"2J, ¡\tfarsile Ficir1 et 1' art.
una figura cósmica ex qua tamen bemificium ab universo sperare videntm, gra- Ficino, tal como dice Eugenio Garin, consideraba que la filosofia era
cias a la cual se espera obtener un beneficio del universo. una iniciación a los misterios27 que consistía en una elevación intelectual
En cuanto a Ficino, que describe minuciosamente la realización de gradual, y recibía - como respuesta del mundo inteligible- una revelación
una universi figura, no pertenecía a aquellos que, como Giulio Camillo, fantástica béÚo la forma de unas .figurar?8 • Estas .figurae, personajes de una
cultivaban el arte oratorio. Probablemente por esta razón nunca ~e ~ fantasmagoría interior (activada por el alma misma), representaban la
ocurrió que la imago mundi pudiera tener el aspecto de un teatro. En su modalidad que utilizaba la visión del alma para abrirse hacia el oculus spi-
opinión, la expresión f."lntástica del mundo inteligible no podía asumir ritalís; órgano de cuya existencia el sentido interno ha quedado informa-
unas formas tan concretas como los muñecos de Camillo; más bien de- do gracias a la meditación asidua29 • Esta experiencia, que tan bien ha des-
bía tener algo .misterioso, inaccesible para el profano. crito P. O. Kristeller10, lleva a la formación de una <<consciencia interior>>
Los jeroglíficos egipcios se prestaban maravillosamente bien a este pa- que debe ser entendida como una operación fantástica, como una visio
pel. An.te todo, tenían el prestigio de la tradición: incluso Platón había spiritalis, en el sentido agustiniano de esta expresión31 • Pues efectivamen-
hablado de ellos (Fedro, 274c-175b), y también Plotino, en sus E11éadas (V, te se trata del descubrimiento de un medio de comunicación entre la ra-
8): «los sacerdotes egipcios, para simbolizar los nústerios divinos, no uti- zón y el intelecto (el alma) . Este medio ·de comunicación lo constituye el
lizaban caracteres minúsculos sino figuras enteras de hierbas, árboles, ani- ojo espiritual, órgano misterioso, que nos permite echar una rpirada ha-
males, porque está claro que el conocimiento que Dios tiene de las cosas cia arriba, hacia los niveles ontológicos superiores32 •

68 69
A. Chastel no cree que el término hieroglypha se refiera, en la obra de procedía del niño asesinado, del niño divino cuyo juego es la imagen de
Ficino, a una figura comunicada a la razón por el alma, mediante el pneu- los siglos: «Ai'on es un niño que juega a damas: ¡reinado de niño!» 37•
ma. Se trataría, más bien, de un símbolo de meditación, «que mantiene
el espíritu en una tensión útil para la contemplación cercana al éxtasis: el 3. Eros fantástico y apaciguamiento d e l deseo
talismán del owlus mentis»33 • Allí donde se trate del eros, se trata también del deseo. Donde se tra-
Jeroglíficos seudoegipcios, emblemas e inrpresae convenían perfecta- te del deseo, se trata de su apaciguamiento.
mente bien al espíritu lúdico del platonismo florentino, con el carácter Esto es tan válido para el doctor Freud como para los teorizadores del
misterioso y «mistérico» que Ficino le atribuía. amor que vivieron en la Edad Media y en el Renacimiento, pero con una
«Pitágoras, Sócrates y Platón solían esconder todos los misterios divi- diferencia: estos últimos, que a veces demuestran unos conocimientos
nos bajo el velo del lenguaje figurado para proteger con modestia su sabi- sorprendentes, por su libertad y franqueza sobre la sexualidad humana,
duría de la jactancia de los sofistas, bromear con seriedad y jugar asidua- también admiten otras formas de cumplimiento del deseo. Y en efecto,
mente, iocari serio et studiosissime ludere14.» · como el eros tiene una naturaleza espiritual y está situado entre el alma y
Esta célebre fórmula ficiniana -traducción de una expresión deJe- el cuerpo, entre el mundo inteligible y el mundo sensible, resulta que
nofonte relativa al método de Sócrates- representa la quintaesencia de puede i_!lclinarse tanto hacia una de estas regiones cósmicas como hacia
cualquier operación fantástica, ya sea del eros, del arte de la memoria, otra. Pero como el deseo también es la acción de perseguir un fantasma
de la magia o de la alquim ia -lr-tdus pueromm, el juego de niños por an- que pertenece al mundo imaginario -aquel mundus imagi11alis cuyas altu-
tonomasia. ¿En el fondo, qué se hace en todos estos casos sino jugar con ras fueron tan bien descritas por H. Corbin, olvidando, sin embargo, sus
los fantasmas, intentar seguir su juego que el inconsciente nos propo~e sombras- , queda una tercera posibilidad que consiste en que el eros se
benignamente? Ahora bien, no es tacil jugar a un juego cuyas reglas no consuma por completo en un perímetro fantástico.
se conocen de antemano. Es necesario pues aplicarse a jugar con serie- El eros espiritual con función anagógica: ésta es la pro.blemática de
dad y asiduamente para intentar entender las reglas y aprenderlas, para Dante, tal como muy bien expusiera R. Klein38 • El amor natural, que va
que las revelaciones que se nos hacep no queden sin respuesta por nues- decayendo hacia los cuerpos, representa la experiencia de no pocos es-
tra parte. critores de la escuela de Boccaccio, cuya voluntad obstinada en reducir la
En el Juego de la bola (De ludo globi, 1463) de Nicolás de Cusa, se han multiplicidad de las manifestaciones del eros a la unidad sigue encontrán-
adjuntado estos versos que quizás no le pertenezcan35 : · dose en el psicoanálisis freudiano. No cabe decir que estas dos tradicio-
nes tienen un punto en común: el reconocimiento, cuando no. de la na-
Luditur llic ludus; sed 11on pueriliter; at sic turaleza, sí como mínimo de los mecanismos fantásticos del eros. Tanto
Lusit 111 orbe novo sa11cta soplria deo... para unos como para otros, los preámbulos del deseo consisten en la ins-
Sic onmes lusere pii: Dionysus et qui tauración de un fantasma dentro del sujeto. Para los primeros, el f.·mtas-
Increpuit 1nagno mystica verba sono. rna tendrá el poder de despertar una voluntad adormecida que propulsa-
rá y acompañará al sujeto en su viaje a través del cosmos inteligible. Será
Elludus globi es el juego místico por antonomasia, el juego que los Ti- como un furor heroico que acabará en una fusión extática entre el mon-
tanes ensei'iaron al niño Dionisia para hacerse con él y amenazarlo de tero y el objeto de su cacería -siguiendo la imagen utilizada por Ficino y
muerte3('. De las cenizas de los Titanes, tocados por el rayo de Zeus, sa- retomada por Giordano Bruno-. Para los otros, el fantasma sólo será el
li?la raza de los hombres, una raza culpable sin haber pecado, por causa síntoma de una necesidad de descarga física, tan fastidiosa como apre-
del deicidio de sus antepasados. Pero como los Titanes habían incorpo" . miante, que irá creciendo a medida que su cumplimiento vaya siendo
rado una parte del dios, los hombres heredaron también un destello que aplazado.

70 71
En este caso, tendremos una oposición fundamental entre el concep-
to médico, que considera que el eros f.1ntástico perturba el equilibrio del
organismo y se debe satisfacer inmediatamente para que este equilibrio se
restablezca, y el concepto de los <•fieles>> (rechazo total del anterior), que
se traduce por una inversión semántica que valoriza el desequilibrio co-
mo una experiencia espiritual completa. Esta voluntad deformadora que
primero se ejerce sobre la materia médica de la época, luego resulta que
provee múltiples ocasiones de burla contra los adeptos del amor nústico.
En efecto, habiendo dejado sin sentido los conceptos de estos últimos, los
«fieles» hacen que el amor místico sea sinónimo de una estrategia erótica
que utiliza la idealización puramente verbal de la mujer como un rodeo
para reducir lo más deprisa posible su oposición al silencio.
El conflicto entre estas dos grandes tradiciones también significa que
dependían relativamente la una de la otra. El misticismo erótico se defi-
nía oponiéndose a la dirección naturalista, mientras que ésta concretaba
sus posiciones creando polémica, explícita o implícita, contra el idealis-
mo y el intelectualismo de los fieles.
Existía una tercera tendencia, tan hu!nilde y oscura como famosas y te-
naces eran las otras dos, que corría el riesgo de pasar desapercibida o de ser
asimilada con las dos primeras. Pues es posible que haya fantasmas que no
tengan relación con un objeto real, pero, debido a su naturaleza de imáge-
nes, no puede haber fantasmas sin un· soporte fisico, sea e l que sea. Por es-
ta razón siempre se puede interpretar una historia de fantasmas, ya sea co-
mo el símbolo de unas aventuras en el cosmos inteligible, ya sea como una
alegoría de acontecimientos reales.
Desgraciadamente, si bien hubo nmchos teorizadores del eros fantás-
tico, es mínimo el número de escritores que intentaron describir cómo
obraban los f.1ntasmas. Uno de eUos es sin duda el respetable traile de Tre-
2. « .. .las sa ntas o rgías
viso, Francesco Colonna, que siendo ya sacristán del convento de los san-
bacanalt·s ... :• , Hy¡wrrotomadrirt
tos Juan y Pablo de Padua, murió en 1527, a la edad de noventa y cuatro l'oUpltili, Venecia l499 .
años39 • Es autor de una obra prácticamente ·única en este género, la Hyp-
nerotomachia Polip/Úli que, según indica el autor en el explicít del libro, fue
terminada el l de mayo de 1467, pero no pudo publicarse hasta el año
1499 (por Aldo Manuzio), costeada por un magistrado de Verona llama-
do Leonardo Grasso40 •
El contenido del Hyp11erotomachia concuerda muy bien con la fecha
de 1467 puesto que la obra se sitúa al margen de la corriente ideológi-

72
ca promovida por Marsilio Ficino, más o menos a partir de 146341 • Para
nosotros, el hecho de que esta obra no haya sido influida por Ficino le
concede un valor inestimable porque aun cuando tanto Pico de la Mi-
randola como Pietro Bembo, Baltasar Castiglione, León el Hebreo o
Melanchthon expresan una opinión personal sobre el amor, lo que no
ocurre muy a menudo, siguen llevando la marca indeleble del pensa-
mjento ficiniano. Pero Colonna, que ilustra también el género del eros
fantástico, es original e inimitable, no tanto en sus ideas - que vienen a
ser una herencia común de la época, ordenada sistemáticamente por Fi-
cino- como por el carácter literario y didáctico de su obra (ver Apén-
dice II).

4. Fantasmas en acción
Conozcamos los f.1ntasmas.
Tomándolo al pie de la letra, el título Hypnerotomachia significa <<com-
bate de amor en el sueño». Es pues de esperar que alguien sueñe con fan-
tasmas que entablan alguna disputa erótica, incluso quizá se trate de su
propio fantasma onírico. Y es exactamente lo que ocurre: dos f.1nt~smas,
el del so1iador Poli filo y el de la joven que él quiere, Polia, ocupan el cen-
tro del escenario.
La estructura del relato no facilita su comprensión. Es un enigma que
queda sin solución al final. El lector queda informado de que Polifilo bus-
ca a Polia, pero no sabe ni por qué ni cómo (en qué dimensión). De las
trescientas once páginas de la edición Guégan- Kerver, doscientas cincuen-
ta están dedicadas a la primera parte, J)Úentras que la segunda pacte, que
ofrece las explicaciones indispensables para la comprensión de la primera, J. • · .. dos do nce llas miserables,
sólo cuenta con sesenta páginas. La primera parte relata cómo Polifilo va desnudas y tkspei nad:u .. . •.
extraviándose sin fin entre las ruinas de la Antigüedad, entre triunfos, em- Hypuerotc>uMriiÍíl Pdfjp/tili .
Venecia H99.
blemas e impresae, cada cual con su significado secreto. Tal como muy bien
ha indicado E A. Yates, podría tratarse de una memoria artificial «que se ha
descontrolado y que ha degenerado en imaginación salv;üe>>42• En cualquier
caso, esta aventurJ onírico-arqueológico-mnemotécnica, por muy fasci-
nante que sea, no nos retendrá en las páginas de este libro. Al final, Polifi-
lo encuentra a Polia, y los dos amantes defienden su causa ante el tribunal
celeste de Venus. La segunda parte, que contiene estos dos monólogos, es
pues un relato dentro del relato, y el final complica todavía más el enigma: no.s
enseña que todo lo ocurrido era sólo el sueño de Polifilo y que, por con-

74
4. Pa~a itif31ico. H)'pucrotomadtia
siguiente, tanto la búsqueda de Polia como el apaciguañ1iento del deseo só-
Polipl•ili. Venecia 1499.
lo eran aventuras f.·mtásticas43 , (Ver Apéndice IIL)
Ni amor místico, ni amor vulgar: el sueño de Polifilo representa la his-
toria banal del deseo f.1ntástico que consigue satisfacerse.
Lo que salva al relato de la insipidez y la indecenCia es su carácter jart-
tástico: el deseo, provocado por un fantasma, queda satisfecho por el ran-
tasma, después de un período de tribulaci.ones erótico-mnemotécnicas.

5 . La p sicología abisal de Ficino


Desce.nso del alm a

Las almas descienden a los cuerpos de la Vía Láctea por la constelación de


Cáncer, envolviéndose en un velo celeste y· luminoso del que se revisten para
encerrarse en los cuerpos terrestres. Pues el orden de la naturaleza exige que el
alma purísima se una a este cuerpo tan impuro sólo por mediación de un velo
puro. Siendo éste menos puro que el alma y más puro que el cuerpo, los pia-
tónicos lo consideran como un modo muy cómodo para unir el Alma al cue'r -
po terrestre. Por [este descenso), las almas y los cuerpos de los Planetas confir-
man y refuerzan en nuestras almas, y también en nuestros cuerpos, los sie'te
dones originales que nos 'fueron concedidos por Dios. El mismo oficio desem-
peñan las [siete) categorías de los de·m onios, intermediarios entre los. [dioses] ce-
lestes y los hombres. E l don de la contemplación queda fortifi cado por Satur-
no gracias a los demonios saturninos. La potencia del gobierno y del imperio,
por Júpiter mediante el ministerio de los demonios jupiteri nos; así rnismo, Mar-
te, a través de los marciales, f.worece el valor del alma. IÚ Sol, con la aytida de
los demor~ios solares, f.worece aquella claridad de los sentidos y de las opinio-
nes que hace posible la adivinación; Venus, a través de los venéreos, incita al
amor. Mercurio, gracias a los mercuriales, despierta [la capacidad] de interpre-
tación y expresión. Finalmente la Luna, con los demonios lunares, aumenta la
generación (A111., VI, 4).

Dejando de lado la idea de que los planetas ejercen sus influencias res-
pectivas sobre el alma y el cuerpo humano mediante unos demoúios, es-
te fragmento de Ficino se inspira en el Comentario al Sueño de Escipión del
neoplatónico Macrobio que, a su vez, debe mucho a un tratado de Por-
firio44. El escrito de Macrobio había circulado durante la Edad M edia, y.
nada impide que Ficino hubiera tenido conocimiento de un comen'ta'rio

76
atribuido a Guillermo de Conches, de q uie n se conserva un m anuscrito agraciado se encontraran con un jupiterino que tuvo la suerte. de coinci-
del siglo XIV en la Biblioteca N acional de Florencia45• El autor de la Phi- dir con un semen aceptable, quedaría prendado de su belleza, sm ser cons-
losophia mundi, al tratar de la generación, dividía la matriz en siete com- ciente de que la causa profunda de su afecto reside en la inclinación que
partimentos que retenían el semen y en los que «la figura humana queda se siente hacia el mismo arquetipo planetario, sobre todo cuando éste se
impresa como en una moneda» 46 • Es muy verosímil que las siete divisio- ha encarnado en un cuerpo terrestre con m ejores resultados.
nes correspondan a los planetas, cuya influencia sobre el desarroUo del
embrión estaría preparada de esta manera con antelación g racias a la sa- Aquellos que han nacido bajo una misma estrella tienen tal disposición que
biduría divina inscrita en la naturaleza. la imagen del más bello de ellos, al entrar po r los ojos en el alma del otro, se
Estos «se!Jos•> que moldean la forma humana, las cellulae impressione hu- ajusta por completo a una cierta imagen [preexistente) impresa, al principio de
manae forma e signatae, se encuentran también en Ficino, pero no al nivel la generación, en el velo celeste del alma, así como en el alma misma (Am.,
de la matriz materna sino al de la matriz celeste. En efecto, es posible VI, 6).
comparar e l proceso de cosmización del alma y su entrada en e l univer-
so fisico, con la gestación que lleva al c~;ec irniento del embrión. Por un Las dos imágenes originales son copias del mismo arquetipo plane ta-
lado se encuentra el alma-niiia que se inclina hacia ab;úo y desciende has- rio, aunque una sea menos perfecta que otra. Se producirá un reconoci-
ta la m atriz cósmica formada por los siete planetas, y por el otro está el miento pr<iftmM y un deseo de emulación se apoderará de la figura jupite-
cuerpo del niño que se prepara para recibir el alma. En el caso de Gui- rina más débil, que tenderá a perfeccionarse siguiendo el modelo del otro.
lle rmo de Conches, el paralelismo es completo ya que la matriz h~mana Ficino insiste e n decirnos que esta huella inconsciente en el alma no
está hecha a imagen del cosmos. es un fantasma. M ás bien es una matriz abisal que condiciona el proceso
Esta correspo ndencia también existe e n Ficino, en el marco de una psi- fantástico al ·pedir imperiosamente a los fantasmas recibidos que se ;úus-
cología abisal que el autor no se esfi1e rza en hacer demasiado complicada. ten a un arquetipo pre natal.
En la base de todo esto se encuentra el concepto de l111ella o figura plane- Esta teoría de la facies, o imagen preexistencia! ~el individuo, provie-
taria; este concepto está combinado con una teoría algo rara (que no está ne de un estrato de creencias muy arcaicas que tambié n existen entre los
confirmada po r ningún tratado de astrología) que se refiere a la influencia pueblos llamados <<pr imitivos>>. Los neoplatónicos tardíos le han atribuido
de los astros sobre las combinaciones e róticas. Ficino comprueba (Am., VI, una base ftlosófica . Más tarde, el escrito cabalístico Zóhiir, compuesto por
5) que ciertos tipos planetarios - el jupiterino, el solar, el marcial y el ve- Mosés de León, retomó ·la idea de una huella eterna en el alma:
néreo- son m ás aptos que los demás para recibir las flechas del amor, y así
mismo, resulta que prefieren a una persona que pertenezca al mismo tipo Durante el apareamiento nupcial en la tierra, el Santo, etc., envía una forma
que e Uos: el jupiterino a un jupiterino, etc. humana que lleva la huella del sello divino. Esta forma está presente en el apa-
Para explicar la profunda e inconsciente atracción entre personas, ofre- reainiento y, si pudiéramos verlo, observaríamos por encima de nuestras cabezas
ce un ejemplo que es válido como modelo para toda la serie anterior. Su- una imagen que se parece a una cara humana: en esta imagen estamos formados
pongamos que un alma desciende al c uerpo coincidiendo con el reinado (Zólrár, 111, 104a-b).
de Júpiter en el zodíaco: creará en sí misma una imagen jupiterina que se
imprimirá también en su vehículo pneumático. Otra fi gura de la misma A través de Ja doctrina neoplatónica, Ficino pretende basar la psicolo-
especie debe quedar impresa en el semen; para recibirla, éste debe dispo- gía empírica del e ros en un fundamento transcendental. E l terren~ de es-
ner de ciertas cualidades porque de no ser así los caracteres de Júpiter só- ta psicología queda limitado cuando, de una manera totalmei~te mcons-
. lo podrán ser transmitidos más débilmente; en este caso, el resultado sería ciente, el alma procede a escoger entre los f.1ntasmas susceptibles de ser
.una cierta falta de armonía en el cuerpo. Cuando este jupiterino poco objeto de amor.
~

78 79
Melancolía y Saturno Los melancólicos son generalmente pessime complexionati: delgados Y
Entre los diferentes tipos planetarios, el saturnino ocupa un puesto sombríos son, además, torpes, sórdidos, apáticos, indolentes, cobardes,
realmente especial en las concepciones de Ficino. Sin duda se trata de un irreverentes, soñolientos, perezosos, en resumen, gente sin fe ni ley que
alegato pro domo stta porque Ficino se reconocía como saturnino ya que no tienen ninguna consideración para el trato humano. El emblema del
en el día de su nacimiento (el 19 de octubre de 1433), Saturno entraba en temperamento atrabiliario es un viejo avaro que yace sobre la tierra yer-
su pomicilio en el signo de Libd'. El «ermitaño estético\> víctima, pe- ma.
riódicamente, de momentos de exaltación y desamparo, ·catatónico y pes- Esta caracterización poco halagadora del más desafortunado de los
sime complexionatus, pero a su vez dotado para la contemplación de las ci- cuatro tipos psicosomáticos fundamentales correspondía, en astrología, a
mas del ser, sólo es el resultado de una introspección realizada por Ficino la que se atribuía tradicionalmente al planeta mal considerado: Saturno,
sobre sí mismo. el señor de Capricornio y Libra.
Es evidente que la explicación ficiniana del síndrome melancólico sa- Una descripción sistemática de las cualidades de los planetas y los sig-
le del molde de una cultura que ya no se corresponde con la nuestra. Pe- nos del zodíac;:o nos la proporciqna el iatromatemático Juan de Hasfurt,
ro dado que la semiología de esta afección mórbida sigue siendo objeto admirador de Ficino, en su De cognoscendis et medendis morbis ex corporum
de consideración en nuestros traqdos de psiquiatría o psicoanálisis, tam- coelestium positione.
bién podemos apreciar unas relaciones enriquecedoras en las observacio- Saturno es un planeta frío y seco51• El saturnino <<tiene la cara alarga-
nes de Ficino y las de nuestros observadores modernos, tales como Freud da, fea, ojos pequeños que miran hacia la tierra, uno mayor que otro, y
o Binswanger, por ejemplo 48 • en el más pequeñ.o tiene una mancha o una disformidad; las aletas de la
El probl~ma de la melancolía saturnina ha sido estudiado con tod~ de- nariz y los labios son finos, las cejas se juntan, el cabello es negro, tupi-
talle por E. PanofSky y F. Saxl, en su célebre análisis de la Melencolia 1 de do, áspero, ligeramente ondulado, los dientes son desiguales. Su barba, si
49
I?urer0 • Aquí no lo recuperaremos más que para añadir algunas preci- tiene, está despoblada, pero tiene el cuerpo peludo, sobre todo el pecho.
siOnes. .Es nervioso. Su piel es fina y seca. Tiene las piernas largas, las manos Y
La psicología de la Antigüedad se basaba en una clasificación cuater- los pies deformes, con un corte en el talón. El cuerpo no es demasiado
naria muy interesante que deducía los principales temperamentos de uno grande, color miel, con un olor caprino (...). En su complexión predo-
de los cuatro humores según su predominio en el organismo: la bilis ama- minan el frío y la humedad [...}>52 •
rilla, la flema, la sangre y la bilis negra, atra bilis, que en griego se llama Las cualidades psíquicas concedidas por Saturno no son mucho más
melaina cholos, de donde viene también la palabra «melancolía». Los cua- atractivas: el saturnino tiende a meditarse los consejos que le da la gente
tro elementos, los puntos cardinales, las divisiones del día y de la vida hu- de bien, pero, al ser un misántropo, no los lleva a la práctica.
mana se corresponden con estos cuatro líquidos del organismo. La serie Raramente le ocurre, pero si se enamora de alguien, es apasionado,
de la bilis amarilla cuenta con el fuego, el viento Eurus, el verano, el me- como también lo es en su odio. Se encoleriza con facilidad, pero también
diodía y la madurez; la de la jlenw con el agua, el viento Austro, el in- sabe contener su rabia durante mucho tiempo. Al ser goloso, suele ser
vierno, la noche, la vejez; la de la sangre con el aire, el Céfiro, la prima- gordo y su paso es lento. Avaro, impostor, deshonesto, ladrón, brujo o
vera, la mañana, la juventud, y fina lmente, la de la bilis negra cuenta con mago, seguramente ya habéis encontrado, en vuestras vidas, este tipo si-
la tierra, el viento Bóreas, la tarde y la edad de sesenta años. El hecho de lencioso, usurero de profesión, o agricultor, revolucionario, autor de se-
que predomine uno de estos humores determina los cuatro tempera- diciones. En conclusión, el saturnino es triste y solitario, no confía en
mentos: colérico o bilioso, sanguíneo, flemático y melancólico. Lo~ ras- Dios ni en sus allegados53 •
gos somáticos o la complexión (en latín, <<mezcla de humores•>) tienen una El signo de Capricornio, dominado por Saturno, <<es desmesurada-
estrecha relación con los caracteres50 • mente frío y seco, destructor, mortifica las hierbas, los árboles y las semi-

sd 81
~as [.. .]. ~s un signo femeninÓ, nocturno, corazón del Sur, del solsticio, les, confiere a sus sujetos una inclinación excepcional hacia la contem-
mvernal, mestable, rebuscado, terroso, melancólico>> 54 • plación meta6sica y el razonamiento abstracto (sin soporte objetivo, esto
Los dos tipos psicosomáticos más desafortunados, cuyos caracteres son es, conformándose con un núnimo de actividad fantástica), es una idea
tan ce~canos que acaban confundiéndose, tienen sin embargo unas com- tan vieja como la astrología helénica. Al ser el planeta más alej ado de la
pensaciOnes extraordinarias. tierra, Saturno ocupa, en el sistema aristotélico- ptolemaico-tomista, la
Teofrasto, seguido por Aristóteles5S, ya había establecido una distinción posición más cercana a la esfera ele las estrellas fijas, y por lo tanto al Em-
entre dos tipos de melancolía: una, producida por la bilis negra, fría, que píreo. Esta posición privilegiada no concuerda bien con las cualidades ex-
responde a las características mencionadas anteriormente, mientras que la clusivamente negativas que le atribuía la astrología babilónica. La misma
otra, P~?.ducida por el predominio del humor caliente, atribuye al sttieto ambigüedad se mantiene en la doctrina del descenso del alma sobre la tie-
t~na labtlidad y una inestabilidad psíquicas que van a la par con la genia- rra: Macrobio y Proclo atribuyen a Saturno la facultad contemplativa
hdad. Los síntomas siguientes son patentes en la melancolía «caliente>> se- (t//CI}rétikoH) y la razón ~ogistikon), mientras que Servio le atribuye la tor-
gún Aristóteles: «accesos de alegría, éxtasis, labilidad, genialidad)). Las,no- peza y el mal talante, el Poimamlrés hermético, la mentira, así como el co-
t~s excéntricas desaparecen del comportamiento del melancólico genial, mentario de Macrobio sobre el códice florentino, nada menos que la tris-
sm afectar sus extraordinarias facultades, si la temperatura de la bilis es ricia, sinónimo, en la Edad Media, de acidia o melancolía. En cuanto a
moderada 5(' . Ficino, ya hemos indicado que sigue a Macrobio y Proclo.
¿Cuáles son estas disposiciones excepcionales del melancólico? Según Klibansky, Panofsky, Saxl y W ind nos han enseñado que la fusión en-
Alberto Magno 57 , la melancolía caliente o melancholía fumosa tiene dos tre el síndrome melancólico y el ~saturnismo>> fue realizada por Ficino.
efect~s extremadamente importantes en la actividad f:1ntástica del sLtieto. G. Agamben se ha opuesto recientemente a esta idea sosteniendo que la
E l ~runero consiste .en la movilidad de los fantasmas dentro del organismo ambigüedad de la melancolía era ya un hecho conocido en la Edad Me-
·suttl; el se~un do restde en la gran capacidad que tienen los f.1ntasmas pa- dia, j ustamente por no haber comprendido que la originalidad de Ficino
ra quedar 1111presos en el pneuma. Esto confiere, además de una memoria no consistía tanto en expresar conceptos nuevos como en combinar de
prodigiosa, unas capacidades analíticas fuera de lo común. Por esta razón, una manera original los ya existentes60 • Y en efecto, la ambigüedad de Sa-
nos dice Ficino, «cualquier gran hombre que haya destacado en ·un arte turno no era menos extraña a la Edad Media que a la Antigüedad, pero
h~, sido. melancólico, ya sea porque nació así, ya sea porque una medita- probablemente Ficino se lleve el mérito ele superponer las dos caras del
cton astdua le ha hecho volverse asÍ>>58 • Sin embargo, Enrique de Gante, «saturnismo» a las dos caras -animal y genial- de la melancolía. Gracias a
que reco~ocía que los melancólicos tenían una aptitud especial para las esta identificación, el melancólico recibía de Saturno lo que siempre se le
artes d.ebt~o ~ su. ~1cultad fantasmagórica muy desarrollada, les negaba había negado en un principio: la aptitud para la meta6sica. De este mo-
~ua~q~1~ r m c~nac10n por el pensamiento abstracto. Ficino repara esta in- do el saturnino también podía alabar la facultad imaginativa y la disposi-
JUStiCia .Jdenttflcando al melancólico con el saturnino. Si, por tradición, ciÓn profética que le confería la melancolía: «el astro de la desgraci; tam-
s~ constde~~ba al melancólico como una persona lábil y genial, el satur- bién es el del genio : desvincula con fuerza el alma de las apariencias, le
mno tambten presentaba su ambigüedad fundamental al estar obligado abre los secretos del universo; mediante las pruebas de la melancolía, con-
61
por.su planeta dominante a llevar una vida solitaria que iba acompai1ada fiere una sensibilidad más aguda, ad secretiora et altiora contemplanda cond11ci/l> •
o . bten de perversidad o bien de las mayores aptitudes contemplativas: Agrippa de Nettesheim, en el cual se inspiró Alberto Durero .para su
«Saturno no designa porque sí la calidad y la fortuna común de los mor- Melencholia I, ya repetía las ideas de Ficino sin tener en cuenta las divisiones
tales, sino que designa al hombre separado de los demás, divino o bestial tradicionales. En su clasificación, el número 1, recuperado en el título del
satisfecho u oprimido por una miseria extrema» 59 • ' célebre grabado de Durero, hace referencia a Jos saturninos cuya imagina-
Que Saturno, además de una serie de inconvenientes 6sicos y mora- CÍÓI1 prevalece sobre la razón: los grandes artistas y artesanos. En otros tiempos,

82 83
esto hubiera sído una contradicción en los términos puesto que el punto obnubila el espíritu] y entra e n él espítítu y se s' irve de él para horrorizar
fuerte de Saturno era precisamehte la raz6n, y no la facultad fantástica. Só- y frenar la razón, y goza del sitio extraño tdonde ha penetrado]>>M. Por el
lo la identificación establecida por Ficino entre el melancólico y el saturni- contrario, la melancolía pura «es caliente é indíca un espíritu sagaz, pe-
no permitía a Agrippa mezclar los caracteres de estos dos tipos distintos. ro no lo causa: la causa de la sabracidad es la sutilidad y la posibilidad de
Por lo demás, ni Ficino ni Agrippa pretendían decir nada nuevo al afir- los espíritus. Por esta razón los melancólicos son voluhtariamente solita-
mar que la melancolía, que es una especie de vacatio, de separación entre rios, porque cualquier movimiento los perturba; se aíslan y piensan thu-
el alma y el cuerpo, confería el don de la clarividencia así corno el de la cho, porque su discernimiento es muy agudo. El melarkólico tiene, más
premonición. En las clasificaciones de la Edad M edia, la melancolia se si- que Jos demás hombres, la aptitud de la premonición por el sueño, ya ~u.e
tuaba entre las siete formas de vacatio, junto con el sueño, el desmayo y la su espíritu es más sutil y por lo tanto más apto que el denso para rec1b1r
soledadc.2. Ahora bien, el estado de vacatio se caracteriza por un vínculo lá- Jos movimientos insensibles del aire)). Pero ya sabemos que las ondas
bil entre el alma y el cuerpo, lo que permite que el alma sea más inde- pneumáticas, al producir una presión sobre el aire circundante, soh sus-
pendiente respecto al mundo sensible, pudiendo desprenderse de su en- ceptibles de ser captadas por otro espíritu. Si está suficientemente entre-
voltorio físico para ocuparse m ejor, por así decirlo, de sus propios asuntos. nado, este otro espíritu será capaz de recordar no tan 's ólo las ondas cuya
Cuando toma consciencia de su libertad, el alma se dedica a la contem- longitud coinciden con las capacidades de los órganos sensoriales (la vis-
plación del mundo inteligible; pero cuando sólo vagabundea por los en- ta, el oído), sino también los' movimientos pneumáticos imperceptibles,
tre-mundos, tiene la t1ctlltad de recordar los acontecimientos q ue ocurren como los del pensamiento, por ejemplo. Se trata sencillamente de tener
a una gran distancia, tanto en el espacio como en el tiempo. Porque se un aparato fantástico suficientemente «puro» (esto es limpio) para que
puede decir, simplificando un problema que no es sencillo ni tiene una pueda vibrar en las longitudes de onda inferiores al línúte de la "perce~­
úruca solución, que el tiempo, en e l m~ndo inteligible, no está desplegado: ción. <<De este modo», dice Campanella, <<cuando ven a una persona, ra-
pasado, presente y futuro no se distinguen. Todo está en el mismo sitio sttb pidamente adivinan sus pensamientos, captando el movinúento insensible
specie aetemítatis. Por esta razón, el alma que echa una mirada hacia el eter- que su espíritu imprime en el aire al pensar, y también son capaces de
no arquetipo del tiempo puede obtener unos conocimientos sobre el pa- aprender rápidamente cualquier ciencia•>65 •
sado y el futuro que no le llegan desde su experiencia sensible. Obvia- Todo se paga en este mundo, y las f.1cultades supranormales son las
m ente, todo esto ocurre sólo si el envoltorio pneumático que protege el que más caro se hacen pagar. Capaz de ejercer una percepción extrasen-
alma es suficientemente transparente para permitirle ver; esto puede ser un sorial, el melancólico ficiniano es un abúlico, un marginado, y a m enu-
don de la naturaleza, una cualidad adquirida o una cualidad accidental63 • do está tentado por el suicidio del que se le disuade, según el célebre
Esta sagacidad pneumática de los melancólicos está muy bien explica- ejemplo de Porfirio predicado por Plotino. La causa de su inaptitu~ para
da por un escritor tardío del Renacimiento en plena Reforma: el fraile adaptarse a su condición 'mortal es una nostalgia intensa de su patria ce-
Tommaso Campanella, autor del tratado Del sentido de las cosas y de la ma- leste del mundo inteligible, nostalgia de un «objeto perdido» que tam-
gia, en el capítulo titulado «De la sagacidad de los melancólicos puros e bién' se encuentra en la descripción freudiima del síndrome melancólicoM.
impuros y de la ·demonoplastia y del consentimiento del aire». En la tra- En esta interpretación se confunden la herencia neoplatónica y la heren-
dición aristotélica, Campanella distingue la melancolía <ccaliente>> (pura) cia cristiana de Ficino. En efecto, el contraste e ntre melancolía <cfría» o
de la m elancolía <cfría» (impura). Esta última, «según el docto Orígenes, «impura» y melancolía «caliente•> o <cpura» se había transformado, · en .la
(...] es el punto de origen de los espíritus malignos y del demonio. Éste Edad M edia, en una oposición entre ·d os <ctristezas>>: pór un lado, una tns-
ve que el espíritu corporal está infectado por los vapores [me lancólicos] títia mortifera o díabolica, o también tristítia saeculi, que hace que el re ligio-
y que op'rimen de tal manera la razón que debe resignarse a la inactivi- so busque distracciones seculares en lugar del tedio que, según Guillen~o
dad, y luego, siendo él impuro y pesado, se ~omplace en este hollín [qUe de Alvernia, le inspira cualquier materia teologal, y por otro lado, la tns-

84 85 .
titia salwifera o utilis, o también tristitia seamdum Deum, que nace del sen-
Es muy probable que este holocausto se explique también por u~a so-
timjento de la privación de Dios('7 • Por esta razón, sigue diciendo Gui-
lidaridad secreta establecida entre el paciente y la enferme.dad: asp1rar al
llermo de Alvernia, muchos hombres piissimi ac religiosissimi de su época
((sufrimiento útil» no fue sólo propio a los coetáneos de Gmllermo de Al-
deseaban ardientemente ser víctimas de la enferm edad melancólica, para
vernia. También afectaba a todos aquellos que, por una razón o por o tra,
sentir una nostalgia de Dios más intensa68 •
no se sentían satisfechos con lo que les ofrecía su existencia en el mun-
Cuando la idea de patria perdida se atrofia, sólo subsiten los síntom as
do. Habían topado con los límites del estar aquí: todo es así, y no puede
nefastos de la melancolía. Kierkegaard, ((confidente íntimo de la melan-
ser de o tro modo. .
colía)) nos ofrece una descripción magistral de e llo, en sus Diapsálmata:
Justificado ontológicamente, este estado de tedio disponible o de dis-
«No tengo ganas de nada. No tengo ganas de montar a caballo, porque
ponibilidad tediosa representa para Ficino la consecuencia d~ una feno-
es un ejercicio demasiado violento. Ni tengo ganas de caminar a pie, pues
menología de la vida cotidiana que ya anticipa a Pascal y H etdeg~e r.
me C1tiga mucho. Tampoco me atrae meterme en la cama, porque una
El hombre, exiliado (exul) del mundo, vive e n un estado contl ~uo ? e
de dos: o debería permanecer tumbado, y esa posición no m e gusta; o de-
entorpecimiento o tristeza (maeror) cuyo origen :_i~ue siendo un, m1steno.
bería levantarme de nuevo, y esto también m e disgusta. Summa S IIII111W-
Al no poder vivir solo, sie mpre busca la compa~ta de l?s d~mas, procu-
rum: no tengo, en absoluto, ganas de nada•>6''.
rando, gracias a las diversiones (oblectamenta), olv1d~r su mqm,etud. Se St~ ­
Según André Chastel, el concepto del genio <<rom~ntico)>, desihrual, merge así en una especie de delirio que da a su v1da un caracter parect-
catatónico, víctima de crisis de entusiasmo que perturba su abulia, se ma-
do al de la irrealidad de un sueño72 •
nifiesta en el mundo moderno a través de la obra de Ficino: «El genio
Ciertamente le falta a este análisis el patetismo de un Pascal, pero el
q ue conoce alternancias de inspiración y desespero, que es ·visitado por el
concepto de este último es muy parecido al de Ficino:
furor y luego abandonado por su fuerza interior, no pertenece a ningún
tipo conocido: interesa por la intensidad dramática de su aventura)) 70 • Que
[Los hombres] tienen un secreto instinto que les lleva a buscar el diverti-
o torgue o no la genialidad, la melancolía es ante todo un síndrome pato-
miento y la ocupación en el exterior, el cual procede del resentumento d~ s us
lógico conocido tanto por el Corpus hipocrático y por Aristóteles como por
continuas miserias. y tienen otro instinto secreto que permanece como res1duo
el doctor Sigmund Freud. Como la peste, este mal ha atacado nuestro
de la grandeza de nuestra primera naturaleza, el cual les hace conocer que la fe-
contine nte en más de una ocasión. Aristóteles ya nombraba a algún m e-
licidad no está, en verdad, más que en el reposo, y no en el tumulto. Y, de esos
lancólico (Hércules, Belerofonte, Heráclito, Demócrito, e l poeta Mara-
dos instintos contrarios, se forma en ellos un confuso proyecto, el cual se es-
cos) y Ficino añade otros tantos: Safo, Sócrates y Lucrecio 71• Los claustros
conde a su vista en el fondo de su alma, que les lleva a tender hacia el reposo
de la edad media estaban invadidos por la acedia, y e n los castillos, entre
por medio de la agitación y a figurarse siempre que la satisfacción ~ue no tier~en
los siglos XI y XIII, resonaban los cantos y los versos atrabiliarios de los
les llegará si, superando algunas dificultades qu~ ve~, pueden .abnrse por ah1la
trovadores y de Jos fieles de amor; gente que sufría el síndrome letal del
puerta del reposo [...). De tal manera que cons1derandolos sen~mente, ~1 hom-
amor hereos que también era una especie de m elancolía humeante. En los
bre es más de compadecer por poder divertirse con cosas tan fnvolas y vrles que
siglos XV y X VI, la moda de la' bilis negra se cobró un buen número de
por compadecerse él mismo de sus miserias efectivas; y sus diversiones son infi-
víctimas; entre ellas: Ficino, Miguel Ángel, Durero y Pontormo. La In-
nitamente menos razonables que su tedio (Pensamientos, 26)'.
glaterra elisabetiana tuvo las suyas, como los poe tas J o hn Donne y Ri-
chard Crashaw. En el.siglo XIX, el dandismo fue un camuflaje púdico de
las heridas debidas a la melancolía; esta enfermedad alcanzó tanto a Bau-
'La traducción que aquí se ofrece es, para la primera pa rte, de J. Llansó, en Blaise Pas-
delaire como a Kierkegaard, D e Quincey, Coleridge, N erval, Huysmans
cal, Pensamientos, Alianza, 1981, pág. 58, fragmento (1 36), y nuestra para la segunda. (N.
y Strindberg.
de las T.)

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87
Capítulo III
Am is tades peligrosas

1. Juan Pico, continuador de Ficino


El perfecto entendimiento entre Ficino y Pico, donde cada uno pro-
digaba al otro amabilidades más o menos sinceras, no duró mucho tiem-
po. A parte del hecho de que los dos pertenecían al tipq saturnino, apto
para la contemplación penetrante de las verdades teologales, es dificil ima-
ginar dos personas más distintas.
Hijo del médico de Cosme de Médicis, Ficino fue destinado por su
protector a traducir al latín la obra de Platón. Durante su juventud, el agus-
tinianismo lo tentó, pero pronto se resignó a la escolástica de la cual será,
sin duda, el representante más apreciado en el R enacimiento. Era un hom-
bre colmado de defectos, fisicos y psíquicos, era j orobado, tartamudeaba li-
geramente' y caía con frecuencia en accesos de desespero melancólico tan
terribles que una vez estuvo a punto de morir de inanición. Aparte de eso,
fue director de la academia de Careggi y religioso, cualidades que no le
permitían abandonar las obligaciones públicas que le correspondían. Se re-
signó a llevar una vida sana y frugal, a engañar a la melancolía con la die-
ta, los paseos, la música, algunas manipulaciones rituales y la magia astro-1
lógic~.
Muy al contrario de Ficino, Juan Pico, prodigioso filólogo y teólogo,
poseía juventud, nobleza y riqueza. Debido a su espíritu más bien extre-
mista, aunque no le faltaban cualidades diplomáticas, tuvo sus aventuras y
desventuras. El final de su breve vida estuvo · marcado por su conversión
al ideal puritano de Savonarola. Después de numerosas tribulaciones que
se prolongaron hasta la muerte de Inocencia VIII, obtuvo el perdón del
papa Alejandro VI, pero los servicios que rindió a la Iglesia se limitaron
a una larga refi.1tación contra la astrología. Su vida terminó a la edad en
la cual otros apenas empiezan su actividad. ¿Podemos suponer que, llega-
do el día, habría abandonado a Savonarola? No poseía la versatilidad de

89
Ficino, capaz · de todos los viraj es políticos, pero había manifestado, sin registran la versión expurgada del Commento. Otra :ar~a de Benivieni, es-
duda, una gran voluntad igualada sólo por la del papa. ta vez a Luca della Robbia, que figura como un ·a pendtce de las Obras de-
En principio, la diversidad de caracteres no hace si'e mpre imposible In plora de nuevo esa ineptie puerili6 • • •
colaboración entre pares. Por una parte, el joven Pico es un gran admi- El malestar de Pico, la confusión de Benivieni, la protesta de Ftcmo Y
rador del Platón florentino hasta el punto de que puede verse bien mar- la sana censura de Buonaccorsi, hacen sospechar que se produjo una gra-
cada su huella en una buena parte de su obra, tanto en el espíritu como ve ruptura ideológica, en el año 1486, entre el fogoso y joven conde Y el
en la~ palabras. Pero, por otra, se permite utilizar con frecuencia un tono ponderado canónigo de la catedral. ¿Que ocurrí??
polémico en donde m ezcla el sarcasmo para condenar la «vulgaridad>> de Al leer la versión completa del escrito, publicada en 1942 por E . Ga-
Ficino en las cuestiones filosóficas de mayor gravedad. De su lado, el pla- 7
rin, sorprende la violencia de los ataques de Pico contra Ficino : espíritu
tónico de Careggi que, con toda probabilidad, sólo veía en él a un discí- indigno de la delicada tarea de la que se había encargad~ al comentar El
pulo excepcionalmente dotado, un mirandus iuvenis altamente digno de su banquete de Platón, se acusa a <<nuestro Marsilio» d~ ~ancillar (perverte~1o)
academia, le dirigía palabras cuya ironía casi imperceptible consiguió anu- e] tema del amor del cual se ocupa. Incluso adnuttendo que el esptnt_u
lar la extrema cortesía. A la larga, Pico, debió de encontrar insoportable sistemático de Ficino, herencia escolástica de la que tampoco escapa PI-
el paternalismo ficiniano y su rebelión con respecto aJa interpretación de co, pueda irritar con ti:ecuencia al lector, sólo resentimientos de orden
las cosas del amor es la prueba de este estado de irritable dependencia. personal explican la agresividad del joven émulo, puesto que, e~ :,1 fon-
Se trata de una discordia concors más que de una discordia discors, puesto do, la «lección» que espera dar a Ficino no es más que una repettcton ca-
que, aunque trataba de dar una lección de platonismo a Ficino, Pico, qui- si literal de las ideas y fórmulas ficinianas. Dejando a un lado la <•volun-
zás a pesar suyo, no dejaba de estar bajo la influe ncia dominante de éste. tad deformadora>> que se ejerce en especial sobre cuestiones marginales,
En su excelente libro sobre Juan Pico, H. de Lubac considera ampliamen- sin tocar el conjunto de la visión de Ficino, se llega a una exposición ge-
te las circunstancias de la composición del Commento sopra tma Canz ona de neral que habría podido atraer la aprobación entusiasta del Pl~tón floren-
An10re de 14862 , destacando, como otra de las razones que determinaron a tino, siempre que no hubiera contenido las invectivas ya m encwnadas que
Pico a no publicar su escrito, su preocupación por no ofender a Ficino, le iban dirigidas. .
<•cuyas interpretaciones 3 criticaba el Commento en más de una ocasióm>. Fi- Siendo el eros un instrumento que ayuda a recorrer los escalones 111-
cino, informado, sin duda por amigos comunes, de las impertinencias del teligibles que separan a D ios de las criaturas, sería impens~ble tratar el te-
joven al referirse a él, creyó oportuno escribir a Germain de Ganay di- ma del amor sin ocuparse, en primer lugar, de la ontologta. Por otra par-
ciéndole que, en cuanto a la edición del Commento, había que respetar la te, el hombre, que ocupa entre las criaturas una posición privilegiada,_es
última voluntad de Pico que había renegado de su escrito de adolescen- el único que resume en sí m ismo todos los niveles del cosmos, desde Dws
cia4.
hasta la materia. Ésta es la razón por la cual también es el único ser capaz
A la diplomacia ficiniana, cuyo objetivo es, sin duda, salvar las apa- de ascender hasta la cima la escala criatura! qu~ se pierde en los m undos
riencias, responde la confusión de Girolamo Benivieni. Gracias a Biagio invisibles. Este sistema de eslabones sucesivos del ser que se comunica con
Buonaccorsi, d Commento fue incluido, en 1519, entre las obras del mis- niveles siempre infe riores Ueva el nombre de <!esquema alejandrino», lo
mo Benivieni quien, en una éarta de introducción, hace recaer sobre ter- heredó Plotino de los sistemas gnósticos contra los cuales combatiÓ8 • El
ceros la responsabilidad de su publicación, tomando la distancia necesal'ia pensamiento del primer neoplatoniano comporta un apostropl!é (en latín
en relación a un escrito que Pico, al igual que él mismo, había compues- processio) o alejamiento de la esencia del ser, que sólo el hombr~ puede
to come Platonico, et non come Christiano5 • Buonaccorsi retiró cuidado- colmar por.él proceso inverso de epistropllé (conversio! ,o retorno h~cta_ el ser:
samente de la edición de 1519los pasajes menos respetuosos dirigidos a Fi- En la obra de Ficino, los grados d~ la proceswn son los stglllentes.
cino, y las Obras de Juan Pico, publicadas por su sobrino Jean- Franyois, Dios, intelecto angélico o universal, Razón, Alma, Naturaleza y Cuer-

90 91
9
po • Por su posición intermedia, el al111a, según]a11us bifrons10 , form;t par- provista de todo fundamento 16 • Sobre todo porque el Commwto repite to-
te de manera simultánea tanto del mundo inteligible como del mundo da la historia de la incorporación, que Ficino había extraído de Macro-
sensible. Por esta razón recibe el nombre de copula mundi o nodtts mundi• 1, bio, con el descenso del alma por la puerta de Cáncer, la adquisición d.e l
mientras que el hombre micro-cosmos, parvus mundus, es vicarius Dei i11 vehículo astral y el ascenso por la puerta de Capricornio", aiiadiendo
te~ra, vicario de Dios en la tierra 12• (Ver Apéndice IV.) también que la fisionomía astrológica se justifica por el hecho de que el
Juan Pico reproduce literalmente las expresiones fi cinianas y las etapas cuerpo terrestre está formado por el alma'8 • Ahora bien, si él acepta la
del despliegue del ser: el hombre es vinco/o ct nodo del mor¡do 13 , es el vín- verdad de esta doctrina -que el mismo Ficino, a través de una fórmula
culo entre el Mundo angélico y la Naturaleza. Posee, por supuesto, dqs digna de su duplicidad, había calificado en su Teología, de <<fabula plato-
cuerpos: uno, llamado «vehículo celeste)) por los platónicos, es 1" envol- niana))-, es dificil que pueda rechazar en bloque todas las pretensiones de
tura imperecedera del alma racional; el otro, compuesto de cuatro ele- la astrología. Ciertamente, entre 1486, fecha de la composición del Com-
mentos y sometido a las leyes del crecimiento y de la decadencia' 4 • El mel'llo, y 1494, fecha de su muerte, que dejó inacabadas sus Dis¡mtationes,
hombre posee también dos órganos de la vista: uno vuelto hacia el mun- Pico sufrió la furia de la curia, para encontrar a continuación la paz al la-
do sensible y otro hacia el mundo inteligible, que corresponde al oéulus do del predicador Savonarola. Su conversión, por auténtica que sea, po-
spiritalis de Ficino. Pico resume fielmente el descenso de las almas hacia ne de manifiesto el problema de una ruptura entre sus escritos de j uven-
el cuerpo de acuerdo con el comentario ficiniano a El banquete: «Entre tud y las Disputatio11es adversus Astrologiam. Después de la muerte de
las almas humanas algunas tienen la naturaleza de Saturno, otras tienen la Inocencio VIII , Pico recibió el perdón del nuevo papa. Ahora bien, una
de Júpiter y así sucesivamente. Y [los platónicos] entienden con ello que vez alcanzada la edad de la razón, ¿no debía aspirar a redimirse definiti-
un alma puede estar más estrechamente emparentada y parecerse más al vamente a los ojos de Roma? Como no terúa la mentalidad mezquina de
ah:na del cielo de Saturno que al alma del cielo de Júpiter o viceversa»'5• Ficino que, en 1490, <<Se informa de la fecha de nacimiento de lnocen-
Tenemos la impresió n de que Pico trata de evitar las consecuencias poco cio Vlll (...) para prepararle un remedio en agradecimiento (¡es el col-
ortodoxas de esta teoría ya que precisa que la única causa intrínseca de es- mo!) por no haberlo condenado por su uso de la astrología» 19 , Pico com-
tas diferencias reside en Dios mismo, único productor de almas. Pero, in- pone, para poner término a sus errores de juventud, un enorme tratado
mediatamente después de hablar del «vehículo del alma)), añade impru- contra la astrología, corriendo el riesgo de ganarse la oposición de Fici-
dentemente que «el alma racional desciende de su estrella>> lo que parece no y de sus fieles. Cosa extraña, esta vez Pico trata con indulgencia al an-
contradecir la protesta de fe del artículo precedente. Puesto que la cen- tiguo maestro al que no había dudado en descalificarlo en el Commento:
sura eclesiástica, que iba también a rozar ligeramente a Ficino, ya se ha- <<Poseía [...] suficiente discernimiento para no confundir al gran apolo-
bía inclinado con demasiada solicitud sobre su propia persona, tenemos gista, cuyo diseño apostólico era igual al suyo, con los hombres a los que
la impresión de que Pico ejerce aquí, conscientemente, una autocensura. tenía por enemigos de la fe cristiana))20 • Pero H . de Lubac no deja de se-
Esta ingenua habilid;_¡d que le lleva a exponer de manera parcial un tema ñalar la solidaridad que unía a Pico con Ficino a causa de la condena que
que el experto de Ficino ya había presentado con toda franqueza, sin la trilogía De vita había soportado entre 1489 y 1490, «y para los mismos
miedo a posibles rc;:primendas, no ahorrará a Pico las dificultades que te- que dos años antes habían hec110 campana ~
contra p·1co))2 1.
mía. En cuanto al resto, co ntÍI~ua ndo la lectura del Commento, no podemos
Ciertamente, podríamos ver aquí un preludio de la polémica antias- más que seguir sorprendiéndonos de la violencia de los ataques de Pico
trológica contenida en las Disputationes adversus Astrologiam divinatriccn1• contra Ficino (¿había olvidado su discernimiento?). ¿No estaban de
Pero, en este caso, la hipótesis de que este escrito habría sido concebido acuerdo los dos en que la esencia del amor es espiritual y que la especie
• . para obtener de la curia el perdón indispensable para entrar en la orden del objeto pasa a través de los ojos hasta el sentido interno situado en el
dominicana y revestir, al parecer, la púrpura cardenalicia no parece des- corazón?22 ¿No se habían dedicado los dos a describir los efectos delet.é-

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reos del amor hereo~ , .:nfermedad f.1ntástica «tan sumamente pestífera y
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fuente de toda sabiduría auténtica>>, Tiresias se volvió ciego, perdió el uso
venenosa que consigmo engendrar una debilidad casi incurable en las :¡J de la vista corporal, pero recibió el don del profetismo, de la vida incor-
mas más perfectas y más fuertes>>? pórea. Lo mismo le ocurrió a H omero bajo el imperio de la inspiración,
. Aunqu~ esta discordia concors entre Pico y Ficino no prodttiera e n el que le hizo contemplar los misterios del intelecto. También Pablo, después
pn~ero nm g una nueva interpretación brillante del amor, debemos a su de su viaje al tercer cielo, se volvió ciego28 • La morte di bacio, contempla-
obst~nada voluntad deforn~~dora ,u~o de los motivos más interesantes y ción plenaria de las Inteligencias angélicas, es un arrebato celestial, una va-
persistentes de la especulac10n ero tlca. del siglo X VI: el de la mors osculi 0 ratio durante la cual el cuerpo permanece e n estado de catalepsia; eso es lo
m uerte de amor. El origen de este motivo es doble: su punto de partida que parece decirnos Celio Agostino Curione q ue redactó el apéndice de
es la fenomenología de Ficino, con el proceso de alienación del sujeto los Hiéroglyphica del flo rentino Piero Valeriano29 • Con muy pocas variacio-
q ue busca desesperadam ente un lugar para fij ar su sujetidad. Era un sín- nes, la descripción de la bi11sica aparece de nuevo e n Baltasar Castiglione,
dro.me basta~t~ p~recido al del anwr ltereos que Francesco Colonna habí(l Egidio da Viterbo, Francesco G iorgio Veneto, Celio Calcagnini, León el ·
sabido .descnb1r st.n necesi.dad del sistema ficiniano. Corno en Ja mayoría Judío (Dialogfli d' amore) y Giordano Bruno (Heroici furori)'..,".
d.e sus mterpretaciOnes, Pico se o puso a la hermenéutica «vulgar)) de fli- Con este último, penetramos en los arcanos insondables del eros, don-
cmo. R echazando la exégesis intersubjetiva, se ocupa exclusivamente de de la pura teoría de los platónicos florentinos reune varias finalidades bas-
la muerte por amor como mome nto de la dialéctica del eros místico. Por tante misteriosas, de las cuales por lo menos una se refiere a las relacio-
ello, adopta el simbolismo de la cábala que nos revela la segunda fuente nes peligrosas a las que Bruno se entregó durante toda su vida hasta q ue
del rn,otivo. el fuego de la hoguera, al que dio su consentimiento para no contradecir·
Esta binsica, mors osculi o 111orte di bacio que Pico nos describe sobre cua- sus propias ilusiones, le devolvió la libertad final. E n cuanto se disipó el
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tró columnas es una extinción corporal que se acompaña de un éxtasis in- humo, Giordano Bruno, fue proclamado por unanimidad, o casi, «sím-
t~lectual. Nadie puede elevarse a la vida inteligible sin haber antes renun- bolo de la democracia>>. Extraña paradoja que coronó el destino póstumo
ctado a la vida ~ensible. Pero cuando el alma haya abandonado los despojos de aq uel que fue «probablemente el ftlósofo más antidemocrático queja-
del.c~erpo, sera llamada a una nueva forma de existencia, por regeneración más haya existido>>31 •
e~pmtual, como Alceste quien, como aceptó morir de amor, pudo resur-
~Ir por la vo!u~tad de los dioses25 • Haciendo uso de la interpretación cris- 2. Lo s dioses ambiguos del eros
tiana y cabalística de Shir ha-Shirim, Pico afirma que el amante es el sím- Giordano B runo, e l hombre d e l pasado fantástico
bolo del alma, la amada es la inteligencia y su beso, la unión extática. El
beso oral, bacio, es, entre las posturas del amor corporal, la última y la más D etenido en Venecia, antes de ser entregado a la Inq uisición romana,
avanzada que figura como símbolo del amor extático26: «Binsica o morte di Gidrdano Bruno c ue nta durante el interrogatorio del 30 de mayo de
bacio significa el raptus intelectual durante el cual el alma se une con tanta 1592, que, habiendo recibido en París una lección extraordinaria:
fuerza a las cosas de las que ha sido separada que, saliendo del cuerpo, lo
ab~ndona completamente)). «Abraham, Jacob, Moisés, Aarón, María (o (...] llegué a ser tan f.lmoso, que el rey Enrique Ili me hizo llamar un día pa-
Ehas) y algunos otros>> 27 tuvieron una experiencia como ésa. ra averiguar si la memoria que tenía y que profesaba era natural o mágica.
¿Qué era esta misteriosa mors osculi? Pico y sus sucesores dan otros de- Lo satisfice respondiendo y demostrando que no era mágica sino científica,
talles que nos ayudan a circunscribir este fenómeno místico. Lo que' ·Pico cosa .de la cual él mismo se persuadió. Después de eso, hice imprimir un libro de
descubre. : n la fa?~Ia de Tiresias contada por Calímaco, gracias a una in- memoria, titulado De ttmbris idcantm, que dediqué a Su Majestad, quien me nom-
terpret~ciOn al~gonca, es una visión fulnúnante del mundo inteligible: por bró por ello lector extraordinario estipendiado y continué mis lecturas en esa ciu-
haber VISto a Diana desnuda, <<cosa que no significa más que la Belleza ideal, dad (...] durante cinco años quizás. Después de eso y a causa de los desórdenes ci-

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viles me fui recomendado por el mismo rey a Inglaterra, aliado del embajador de un pasado demasiado sutil, demasiado comphcado para el nuevo espíritu
Su Majestad que se llamaba señor de Mauvissierc de nombre Castelnaull. racionalista: era descendiente de aquellos que profesaban los arcanos me-
nos accesibles de la época f.1ntástica: los de la mnemotecnia y de la magia.
Como la memoria natural de Bruno no igualaba su memoria artifi-
cial, se equivoca sobre la duración de su primera estancia en París que Escándalo e n Londres
empezó en 1581 y terminó enjunjo de 1583. Después, bajo la protección En Londres, Bruno se vio muy pronto metido, no en uno, sino en dos
de Michel Castelnau, se instaló en Londres hacta octubre de 1585.l.l. escándalos.
Por un extraño error óptico, se vio en Giordano Bruno el paladín del Ya en 1584, en la dedicatoria a sir Philip Sidney del Spacio del/a Bestia
futuro, de la Europa francmasona y liberal, mjentras que este monje na- tri01ifa11te, se mostró tan sensible hacia las «ofensivas y graves faltas de edu-
politano exclaustrado no fue más que uno de los últimos defensores en- cacióm de las que fue objeto que planeó abandonar el país. Con toda se-
carnizados de la cultura de la edad f.·mtástica. Esto es lo que explica sus guridad, Sidney, y quizás el antiguo amigo de Bruno, Fulke Greville (Fol-
desengaños con los círculos protestantes donde no tardó en sentirse peor co Grivello, Jo llama él), intervinieron ampliamente por lo que resistió
que en el seno de la Iglesia que había cometido la imprudencia de aban- hasta el otoño del año siguiente.
dona~: «Ni en Londres, ni en Marburgo, ni en Wittenberg, ni en El primer escándalo fue provocado por una desgraciada discusión en-
Helmstadt, ni siquiera en Francfort encontró la acogida hberal y ampha tre dos doctores de Oxford que Bruno tuvo la idea de inmortalizar en el
con la que había soi'íado. Calvinistas y peripatéticos lo habían acosado sin opúsculo La ce11a de le ce11eri, dedicada a Mjchel de Castelnau. Las dos par-
tregua. No le había ido mejor con los luteranos quienes, con la doctrina tes compitieron sin tregua y sin ningún tacto. Ciertamente, el M eridio-
de un hombre como Melanchthon3\ debían estar preparados para una nal se equivocaba al contar demasiado con el respeto de las leyes de la
mayor hospitahdad)). hospitalidad, mientras que los bárbaros que vivían en esa isla tolo orbe di-
Sólo la iconoclastia de juventud, causa de sus primeros conflictos con visa sólo se preocupaban de su dignidad y de su independe':lcia. Tales fue-
la autoridad rehgiosa, se parece de lejos al protestantismo. Por el contra- ron las expresiones de desprecio que Bruno prodigó a los dos oxonienses
rio, toda su cultura, de la que estaba tan orgulloso y que le había procu- -«imbuidos de griego, pero también de cerveza>)- que hasta la sincera
rado una cierta f.1ma, pertenecía a la esfera del pasado, de lo fantástico, de amistad de Fulke Greville se vio afectada. Su nombre. se vio implicado en
la acrobacia espiritual, en suma, al ámbito del extratio funambulesco, co- esta ofensa sin precedentes dirigida, no solamente contra los sabios vale-
mo el teatro de Giulio Ca millo. Para comprender algo de sus obras, la pos- rosos y el plebeyo chauvinista, sino también contra los transportes tuba-
teridad que, curiosa debido a su martirio, se interesó por ellas con cierta nos británicos.
sohcitud, se vio obligada a suprimir unas ocho décimas partes: 'codos los La escena de la disputa es memorable: después de haber respondido há-
opúsculos mnemotécrucos y mágicos. Sin embargo, se sentía satisfecha ya bilmente a un doctor inofensivo, un «asno doméstico>>, Bruno se encara
de que Bruno hubiera sido defensor de Copérruco e incluso el primero con otro <<que era tan ignorante como presuntuoso>), El napolitano no tie-
en asociar la idea de lo infiruto del universo con el hehocentrismo. ¡Pero ne ninguna consideración con ese <•asno salvaje)), «puerco descortés y sin
qué abismo inmenso separa a este panteísta neoplatónico de los raciona- educación)) cuya cadena académica podría reemplazarse por un cabestro.
hstas como Spinoza! Aferrándose a la f.1lta de interés especulativo que pa- <•"Mira, cállate y aprende", le dice esa imponente bestia de carga, "yo
ra la Edad Moderna tenía la obra de Bruno, Hegel, que encontraba su te enseiiaré a Ptolomeo y a Copérnico" .•> Evidentemente, el nolano se
doctrina espesa y repugnante, no dudó en colgarle el calificativo de «ha- enfurece tanto más cuanto que el otro quiere persuadido, ordenándole·
cántico)), excusa probable de su incapacidad de lectura. Todo esto prueba que se calle, de que la tierra en la obra de Copérnico ocupaba un lugar
que, lejos de ser el hombre del futuro, el incomprenrudo de su época, Bru- donde en realidad no cabía más que el trazo de la punta de un compás.
no era un incomprendido precisamente por pertenecer profundamente a · Todo esto puede parecer bastante extraño, si pensamos que Inglaterra

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había sido el primer país donde el heliocentrismo había tenido éxito. En objetivo de las leyes no es el de buscar en primer lugar la verdad de las
1576, Thomas Digges, protegido del doctor John Dee, publicó una Petjit cosas y de las especulaciones, sino la bondad de las costumbres para pro-
descriptio11 of tlle caelestia/1 Orbes accordi11g to tlle most mmsie11te doctri11e of tlle vecho de la civilización, el entendimiento entre los pueblos y la facilidad
Pytlwgoren11s, late/y revived by Copemicus, en la que, según S. K. Hennin- del trato humano, el mantenimiento de la paz y el progreso de las repú-
ger, «gracias a un salto sorprendente de la imaginación [...] , toma el audaz blicas. Con frecuencia y bajo muchos aspectos, es más tonto e ignorante
partido de postular un universo infinito))36 • En realidad, parece que Dig- decir las cosas según la verdad que según la ocasión y la oportunidad)>. El
ges no defendía las m ismas ideas que Bruno; para él, sólo el cielo empí- hombre del futuro no era Giordano Bruno, sino el puritano Smitho.
reo, habitác ulo de Dios, no tenía límites, lo que no suponia la multipli- La discusión sobre el heliocentrismo, que tuvo una repercusión enor-
cación indefinida del número de mundos37 • me, hizo sombra durante mucho tiempo a otra controversia de Bruno
El azar hizo que el mismo año en que Bruno llegó a Londres, el doc- con los puritanos que era todavía más importante en varios aspectos: el
tor John Dee, e l único que habría podido comprenderlo y apreciarlo, se debate en torno al arte de la memoria.
expatriara. Por otra parte, era tan impopular que la m ultitud aprovechó la Poco después de su llegada a Londres, Bruno se apresuró a dedicar a
ocasión y devastó su casa en cuanto salió hacia Polonia38• E l encuentro Michel de Castelnau el opúsculo Explicatio Triginta sigillorrllll, imprimido
malogrado con D ee, significó también para Bruno perder la ocasión de por john Charlewood junto con otros escritos mnemotécnicos. El em-
conocer a la fam ilia de Digges. Tuvo q ue contentarse con dos doctores b~ador de Francia debió de recibir esa donación con cierto malestar: era
oxonienses, lo que le valió el escándalo que ya hemos mencionado. Se nos bien acogido en los círculos puritanos como traductor al francés de un
dirá que Bruno actuaba e n este caso como mens~ero de la verdad cientí- escrito de Petrus Ramus que fue víctima en 1572 de la masacre de San
fica, pero la <•verdad» de Copérnico y de Bruno no se corresponde en ab- Bartolomé. Ahora bien, ese pedagogo, cuya reputación de hugonote le
soluto con la imagen que nos hacemos de ella. Si Bruno concede a ese había creado una audiencia calurosa en Inglaterra, era adversario irreduc-
<•alemán>) una cierta perspicacia a la hora de hacer un juicio ~in olvidar tible de la antigua mnemotecnia.
sin embargo declarar que él mismo «no miraba ni con los ojos de Copér- . R amus, haciendo caso omiso de la psicología escolástica de las faculta-
nico, ni con los de Ptolomeo, sino con los suyos propios1>-39, es por las des, no creía ni en la prioridad del fantasma sobre la palabra, ni en la esen-
mismas razones pitagóricas que habían llevado a Copérnico a reemplazar cia f.1ntástica del intelecto. La condición pr imera de la m emoria, la con-
el geocentrismo por su concepción helioestática. En este campo, Bruno versión en fantasma, resultaba abolida. Desde entonces, las gigantescas
sigue las huellas del «divino Cusano))-10. de quien no hace m ás que repetir construcciones de fantasmas interiores se derrumbaban: eran reemplaza-
los argumentos, amenizándolos con una pasión polémica muy personal. dos por un arreglo del sujeto en «orden dialéctiCOII, susceptible de ser me-
No olvidemos que a principios del siglo XVI, pensadores católicos co- morizado a causa de su carácter «naturah1'1 •
mo el cardenal Bérulle y el padre Mersenne -que ni siquiera era partida- El argumento principal de Ramus contra las fantasmagorías interiores
rio de la concepción he liocéntrica- se dieron cuenta de la enorme im- es sin embargo de orden religioso: es la prohibición bíblica de adorar
portancia que el sistema copernicano podría tener para la imaginación imágenes. El arte de la memoria está condenado por su carácter idólatra42 •
teológica. Si su llamada fue poco escuchada, se debió sobre todo a causa Es facil comprender por qué los puritanos se adueiiaron rápidam ente de
de la actitud puritana que, por su rigidez e n la interpretación de la Es- este instrumento de lucha antieclesiástica, que con1pletaba su iconoclas-
critura, o bligó a la Iglesia católica a adoptar la misma r igidez en su de- tia exterior con una iconoclastia interior' ·1. Desde ese momento, el anti-
fensa del tomismo. La causa de Bruno, que era a la vez la de los cardena- guo arte de la mem oria se asoció a la Iglesia católica mientras que la me-
les de Cusa y ele Bérulle, también se había perdido con los puritanos que moria sin imágenes de Ramus fue adoptada por la teología calvinista".
sólo se interesaban por el lado utilitario. La Biblia es buena, nos informa En Londres; donde Ramus era el hombre del presente y del futuro ra-
su representante Smitho en LA ce11n de le cweri, porque dicta leyes y <ce!· cionalista, Bruno, como representante de un pasado caído en desuso, no

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podía esperar un recibimiento favorable, especialmente porque otras perso- escribir esta Difence ~f Poetrie, el manifiesto del R enacimiento en Ingla-
nalidades de fuerte influencia en Inglaterra como Erasmo y M elanchthon terra que es una ardiente defensa de la imaginación contra los escrúpulos
también se habían pronunciado contra el arte de la memoria•>. . de orden moral de Perkins51• Especulando con su indecisión, los dos cam-
Si Bruno consiguió, a pesar de todo, ganar un discípulo y asegurarse pos adversos trataron de ganarlo cada uno para su causa; además, el tiem-
la indulgencia tácita de sir Philip Sidney, fue en gran medida gracias al re- po apremiaba, ya que el caballero murió en 1586; quizás no antes de de-
cuerdo de John Dee 46 • .Éste había sido profesor de filosofia de Sidney, jar entrever discretamente su preferencia por el partido de Bruno y de
Greville y Edward Dyer, lo que explica quizás por qué Greville se acer- Dicson.
có a Bruno y por qué éste no se cansó de dedicar a Sidney escritos in- El frácaso humillante descrito en la Certa fue útil a Bruno. Compren-
festados de arte de la memoria, con la esperanza de conquistarlo. dió rápidamente la situación y se resignó al diálogo con los puritanos. Las
El conflicto estalló en 1584, pero Bruno no participó personalmente. dos obras que dedica a Sidney llevan la marca de esta sabia decisión.
Su discípulo Alexander Dicson, que había publicado un tratado, De 11111- La segunda, De gl'lteroicí furori, la única que nos interesa aquí, no pue-
bris rationis, inspirándose en escritos mnemotécnicos de Bruno, suscitó los de comprenderse sin una incursión en la cocina mnemotécnica del nola-
ataques repetidos del reverendo Guillermo Perkins de Cambridge, ramis- no. Aunque sin relación directa con el sistema utilizado en los HeroiciftJ-
ta convencido. Dicson, con el seudónimo de Heius Scepsius, que viene rori, el Spacio nos ayudará de manera considerable a comprender la técnica
de Metrodoros de Scepsis, autor del sistema mnemotécnico basado en el de Bruno y su esfuerzo de adaptación a las costumbres ingles'as.
zodíaco y también de uno de los sistemas utilizados por Bruno, le res- El Spacío propone una memoria artifici~l donde el lugar y el orden,
pondió en su Difensio pro Alexa11dro Dicsotl047 • La voz profética de Perkins según la antigua estructura de Metrodoros de Scepsis, son el zodíaco, no
se hizo oír de nuevo en el texto Advertencia contra la idolatría de los tiempos en la versión de los doce signos o treinta Y. seis decanos, sino en la toma-
modemos, en el cual esta terrible sentencia acompañaba los funerales pu- da de Hygin (Astronomica, Venecia 1482) de las cuarenta y ocho constela-
ritanos del arte de la memoria: «Una cosa concebida en la razón por la <;iones ya utilizada por Juan Romberch en su Congestoríum. Pero, para res-
imaginación es un ídolo>> 48• Ahora bien, los pelos del pastor se le ponen ponder a los posibles escrúpulos del puritano Sidney y de los. demás
de punta cuando piensa que ciertos artistas de la memoria, como Pedro de lectores de su tratado, Bruno les advirtió de entrada que no quería man-
Ravena, no dudan en recomendar el uso de imágenes libidinosas, capa- tener el sistema insensato de las constelaciones. Por el contrario, se trata-
ces de despertar pasiones malsanas. Perkins se siente en la obligación de ba de un Spacio, de una exp11lsión de los animales que la imaginación ab-
desterrar para siempre a este arte perverso de Inglaterra, procediendo en surda de los antiguos había elevado a los cielos. Bajo la forma de una
interés de cualquier persona piadosa•~. fuerte sátira de La astrología y de la mitología clásica, sátira que sólo po-
No habría nada extraño en esta polémica si Dicson, que frecuentaba día complacer a su público inglés; el Spacio trata de respetar los principios
el círculo de Sidney, no hubiera hecho imprimir esos dos opúsculos en la fundamentales de la mnemotecnia.
casa de Thomas Vautrollier, el calvinista que también había pu~licado en Las cuarenta y ocho constelaciones, ordenadas en cuarenta y seis sec-
Inglaterra las primeras obras de Petrus Ramus. Además, aunque en el tores, y asistidas por un cortejo de diose$ -personificaciones de las facul-
frol)tispicio de las dos obras que Bruno dedicó a Sidney en 1584 y 1585 tades psíquicas- que tienen a Júpiter como patrón, «representando a ca-
aparezca inscrito París, sin duda fueron imprimidas en Londres 50• Por otra da uno de nosotros>>, son reemplazadas por una cohorte de entidades
parte, Sidney tenía reputación de ramista y sir William Temple le dedicó, morales, positivas y negativas1 en número variable para cada sector, lo que
en el mismo año de 1584, su edición de la Dialecticae libri duo de Petrus comporta, sobre una figura circular, un arreglo en el espacio bastante
Ramus. complicado. Otra estructura que circula libremente por todos los campos
¿Cómo se entiende esta charada? E A. Yates piensa que, si Sidney hu- se superpone a ésta: está formada por la Fortuna, la R iqueza, ia Pobreza
biera sido un puritano y un ranústa convencido, no habría sido capaz de y sus innumerables campañas (Spacio, 11, 2s).

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El mismo Bruno explica que hay otros sistemas mnemotécnicos posi- Esta vez, el material utilizado por Bruno está lleno de emblemas fan -
bles y resume dos de ellos que, además, utiliza. El primero, que es el del tásticos cuyo prestigio deriva también de las estatuas herméticas. Estas
Sigillrts sigíllorum de 1583 y que se parece al teatro de Giulio Carrilllo, construccíones espirituales ¿no son a fm de c ue ntas figuras que la misma
comporta la disposición de figuras en siete campos planetarios (Spacio, III, magia utiliza? Es cierto que su uso se reduce e n este caso a la memoriza-
2). E l otro, que él llama cabalística y que podría corresponder al ars com- ción de etapas del eros, pero ¿no es el mismo eros una potencia anagógi-
bitzatoria, prevé una multiplicación según una razón bastante sofisticada, ca que produce la unión extática del alma con Dios? .
lo que da la siguiente serie de cam pos: l (Primer Principio), 4, 12, 72, A primera vista, De gl'hcroici furori, es una serie de sonetos comenta-
144, etc. dos, género ilustrado por Dante en su Vita nova. Como J uan Pico, de cu-
La precaución que había tomado de burlarse de las fabulas de los an- yo Collll/letlto utiliza muchos aspectos, Bruno no duda en reproducir
tiguos y exaltar las virtudes, le permitía prevenir los ataques de cualquie¡¡ tambié n algunos poemas que según F. Fiorentino pe rte necen a Tansillo
Perkins, sin por ello re nunciar a su arte. Este procedimiento equi~alía, de Venosa, el personaje principal y el portavoz de Bruno en eJ diálogo.
además, a una semiconversión al ramismo, puesto que todos los fantasmas Pero la mayoría de los sonetos son invención del mismo autor tanto si se
que poblaban el zodíaco habían sido cuidadosamente desterrados: sólo trata de comentarios sobre emblemas del eros como de expresiones po-
quedaban las virtudes y los vicios. éticas de ((furores heroicos>>.
En el Sigillus sigillomm, Bruno ya había explicado la razón profunda
Fantas nus mnemotécni cos del ut Pictura poesis, de la equivalencia e ntre pintura y poesía. Z euxis es el
Después de esta hazaña diplomática, Bruno debió de sentirse animado pintor de imágenes interiores de la memoria; destaca por su poder ima-
en su proyecto. Era costumbre que el destinatario de la dedicatoria pagara ginativo e n plzantastica virt11s. A su vez el poeta posee una fuerza cogitati-
los gastos de impresión y, seguramente, Philip Sidney no faltó a esa regla. va fuera de lo común cuya fuente también es espiritual. <1El resultado es
Callando su propio nombre, el impresor prefirió eludir la responsabilidad que los fi lósofos son también pintores y poe tas, y los poetas son pintores
de haber publicado la obra de un extranj ero que había escandalizado a y filósofos» 53 • Efectivamente, puesto que el intelecto es de naturaleza fan-
Londres. El silencio de Sidney acerca de Bruno (menos sorprendente aún tástica, el fil ósofo debe ser capaz de manejar los fantasmas, de ser un gran
que el de Michel de Castelnau), dictado por las mismas razones de conve- pintor del espíritu. ¿No decía Aristóteles que <•comprender significa ob-
niencia, no -signifi ca que el caballero hubiera despreciado el Spacío. Por el servar los f.'ln tasmas>>"•? Ya sabemos c uál es el lugar donde los f.·mtasmas se
contrario, cualquier signo discreto de apreciación debió de inquietar a reflejan, es el espejo del pneuma. ·
Bruno que se encontraba en el buen camino. La historia es muda a ese res- Filosofia, poesía, pintura: eso es lo que contiene De gl'heroici }itrori. Es-
pecto, pero sin el estímulo y la generosidad de Sidney, es impensable que tos tres momentos de la especulación f.1ntástica están tan inextricable-
el impulsivo napolitano hubiera mantenido la promesa de cambiar de ai- me nte unidos que es imposible separarlos sin destruir la unidad del suje-
res y le hubiera incluso dedicado su siguiente libro, De gl'lzeroici.furori. to. Por, desgracia, puesto que después de la victoria del racionalismo
En los Heroici .furori (a disposición del lector francés e n la traducción de somos incapaces de comprender las fantasmagorías de los grandes artistas
P. H. M ichel) , la mnemotecnia se pone al servicio del e ros. El método ya de la memoria, nos veremos obligados a hacer una distinción neta entre
se indica en la segunda parte del te rcer diálogo del Spacio, donde Bruno lo que podemos e nte nder gracias a n'uestros simples medios lógicos, his-
ofrece la traducción literal del célebre pasaje del Asclépirts hermético con- tóricos y comparativos, y lo que hay que dejar de lado después de una
cerniente a las estatuas de Egipto, «animadas, llenas de sentido y de espí- breve descripción para que no nos arrastre la mnemotecnia renacentista.
ritu, capaces de varias operaciones importantes. Estas estatuas preven el fu- Después de todo, eso es lo que hizo Augusto Guzzo cuando, al editar H e-
turo, provocan enfermedades y producen remedios, alegría y tristeza segun roici fi~rori, cortó los largos diálogos ql\e sólo se ocupan de la descripción,
el mé rito [de cada uno], en la parte afectiva y e n el cuerpo humano))52• poética y filosófica, de imágenes de la memoria fantástica. Procedimien-

102 . 103
to que comete sin duda todos los errores excepto el de no ser honesto. Ambigüed~d del eros
El quinto diálogo de la primera parte es im curso de arte de la me- Recientemente, un autor italiano creyó entrever en el título de los
moria aplicado a las operaciones intelectivas en quince capítulos. Las im- Heroici furori una alusió.n al síndrome medieval amor hereos o heroyws
56

presae que simbolizan los momentos de la casuística del amor se explican Ahora bie n, incluso si Bruno estaba sin duda al corriente de la existencia
en l~s sonetos que, a su vez, son objeto del 1=omentario en prosa. Para dar de esta forma de melancolía, planeaba una cosa completamente distinta
una tdea de las operaciones que efectuaba el pintor Zeuxis, bastará citar cuando compuso su ·tratado ético.
la tercera imagen mnemotécnica que aparece sobre el escudo del «furor ·En la obra de Bruno, el amor heroico se define por oposición explí-
heroico»: «La tercera lleva en su escudo un adolescente desnudo, acosta- cita a, por una parte, el amor natural y, por otra, a la espera pasiva de la
d? sob~e un prado verde, apoyando su cabeza levantada sobre el brazo, los gracia que caracteriza un cierto tipo de misticismo.
OJOS mtrando hacia el cielo donde, por encima de las nubes, se ven edi- En primer lugar, el eros heroico est.1blece su existencia positiva en con-
ficios con habitaciones, torres, jardines y vergeles; también hay un casti- traste con el eros natural «que atrae dentro de la cautividad de la genera-
llo hecho de fuego y en el centro se ve una inscripción que dice: Mutuo ción». El objeto de éste es una nRtier, el objeto del otro es la divinidad en
fulcimum. O el séptimo de los escudos: «Un sol con un círculo en su .in- sí misma. El nú'smo contraste lo separa de la afección melancólica: «No se
terior y otro en el exterior, con el motto: Circuit», e tc. trata de un furor atrabiliario [...] sino de un calor encendido en el alma por
En el primer diálogo de la segunda parte se comentan otras impresae, el sol inteligencia! y un ímpetu [impew] divino que le da alas» (11, págs. 333-
doc,e de ellas. Sólo una, la que contiene la materia principal del tratado 334); alusión al núto de Fedra y a las alas del alma que, estropeadas durante
de Bruno, abre el diálogo siguiente. el ruinoso acontecimiento de nuestra entrada en el mundo, sólo podrán re-
El abad Pluche se refería a este tipo de imágenes c uando escribía en cuperar algunos elegidos, especialmente los filósofos57• En resumen, esta
1748: <<Puesto que un cuadro sólo está destinado a enseñarme aquello que forma de entusiasmo erótico <1propone, como objetivo principal, la gracia
no me dice, es ridículo que haya que esforzarse para entenderlo [...], y del espíritu y la dirección de la pasión, no la belleza corporal» (11, pág. 330).
p~r lo_ general, cuando consigo adivinar la intención de esos person;úes y
¿Pero de qué gracia se trata? No es un don esperado recibido pasi-
nustenosos, me doy cuenta de que lo que aprendo ni siquiera tenía el va- vamente, es una conquista de la contemplación activa. Bruno se ríe de
lor de la envoltura»5;. buena gana del santo que, sin ningún esfuerzo personal, se transforma en
Aceptemos que nuestra mentalidad nos llevaría a dar antes la razón al vas electioHis. El héroe (o incluso el demonio) que se pone en su contra no
abad Pluche que a los filósofos de las formas simbólicas del Renacimien- es un vaso, sino el artesano que lo fabrica. Además, el santo se compara
to. _El esfuerzo para cifrar y descifrar esos men~;úes complicados, el ludus con un asno que transporta el sacramento, el héroe de las cosas que son
serr~s que e~c?ntraba su significado en la misteriosa combinación de ope- sagradas en sí mismas. En el primero podemos contemplar el «efecto de
raciOnes espmtuales cuyo objetivo era enriquecer el conocimiento del al- la divinjdad», en el segundo la «excelencia de la humanidad>} (JI, pág. 332-
ma, p~er~e. su s~ntido desde el momento en que ya no compartimos ni 333). En el concepto bruniano de furor heroico, los comentaristas han
los prmctptos rula finalidad de este conocimiento. No solamente el «va- visto «la idea de la inmanencia universal de lo divino [que] tiende (...] ha-
lor de la envoltura>> es demasiado elevado sino que la misma envoltura no cia una c~mclusión universalista coherente que concierne a ]a voluntad y
e~t.~ d~sti~ada a llegar a ninguna parte. Ya que esas imágenes de memo- la capacidad humana de conocinúento»58• «La proeza de los Heroici f¡1rori
n_a _artifiCial d~b~n comprenderse en su justo contexto mental que era es- es la conversión del hombre en Dios, la lwmoiósis tl1eÓ», nos dice E. Ga-
pmtual y fantasttco. Por otra parte, el riesgo es muy alto si se ven como rin39; y G. Gentile: «La sublimación de la razón en el proceso de la ver-
una especie de crucigrama, un juego desprovisto por completo de serie- dad>>60. Todo eso, como muy bien vio P. O. Kristeller, hace de Bruno un
dad que, consiguiendo la complacencia del buscador moderno, se trans- digno representante del platonismo del Renacinúento, un discípulo de la
forma en un laberinto sin fin donde se pierde todo sentido. . escuela flore ntina de la cual Marsilio Ficino había sido maestro. Sin em-

104 105
bargo, la autenticidad y la originalidad de Bruno, que son dificiles de cla- El antipetrarquismo de Bruno6 1 representa, en el fo ndo, un esfu erzo
sificar, se imponen desde las primeras páginas de su escrito, en forma de que reivindica para la esfera de la consciencia pura las confusas compla-
alegres fuegos artificiales_. cencias del subconsciente que, en los escritos de Petrarca, se ven sistemá-
Esta vez, la víctima de ·Bruno es Petrarca, representante de una pasión ticamente elevados a una dignidad intelectual que según el nolano no
amorosa, indigna y degradante: · merecen. En la ética bruniana, no hay lugar para los fantasmas de una
imaginación degenerada.
Ese poeta vernáculo que suspira sobre las orillas del Sorgue por una nii'ia de A esta actitud, no le fa ltan ambigüedades: en primer lugar, porque
Vaucluse l...]. Como no tiene suficiente fuerza de espíritu para ocuparse de al- acepta a la mujer como objeto de uso, siempre que no vaya acompañado
go mejor, se pone a cultivar asiduamente su melancolía, aceptando la tiranía de de producción fantástica; en segundo lugar, porque no duda en transfor-
una bestia indigna, imbécil y malsana (11, pág. 293). mar a una m ujer en hipóstasis, sin dejar de tomar distancia con respecto
a Dante en q uie n no ve más que a un compaiíero del desafortunado Pe-
. , Y la o~ra de Petrarca se describe como el resultado de la contempla- trarca .
c~on obses1va de un objeto que no era digno de ella, como la pena per- La hipóstasis femenina de Bruno no es Beatriz, figura en la cual Dan-
dJda de una imaginación enferma, contra cuya influencia perniciosa Bru- te no supo mantener separadas la esfera prof.1na de la divina. El precursor
no lucha con todas sus fu erzas: ignorado de Bruno parece, e n este sentido, un místico misógino ?e la es-
pecie de Sana'!, para quie n la hipóstasis femenina de la Inteligencia no es
Aquí tenemos escrito sobre papel, encerrado en volúmenes, puesto delante contingente.
de los ojos y entonado cerca de los oídos, un ruido, un bramido, un zumbido de Esta comparación, que no deja de ser pertinente, no nos dice nada
charadas, de historias, de retruécanos con sobrentendidos, de epístolas, de sone- acerca del contexto histórico que ejerce su influencia sobre Bruno. Aho-
tos, de epigramas, de libros, de infonnes prolijos, de sudores extremos, de vidas ra bien, hay que recordar que estamos e n plena Reforma y que el puri-
consumadas, con chirridos que ensordecen a los astros, lamentos que hacen re- tanismo -en su aceptación de categoría intemporal- se agrava, tanto del
sonar las cavernas del infierno, dolores que dejan estupef.1ctas las almas de los vi- lado protestante como del católico. Es cierto, que un ex monje no trata
vos, suspiros que hacen que los dioses misericordiosos se desvanezcan, todo es- en absoluto de esconder sus relaciones carnales, cosa que es muy grave
to por esos ojos, esos oídos, ese roj o, esa lengua, esos dientes, esos cabellos, ese tanto para unos com o para otros. De todas formas, su actitud es digna de
vestido, ese abrigo, ese zapatito [...], ese eclipse de sol, ese martillo, esa guarra,. ser pe rdonada si reconoce ese principio sacrosanto de la caza de brujas,
esa hediondez, esa tumba, esa letrina, esa menstruación, ese cadáver[...], que por enunciado en el manifiesto trágico del puritanismo que fue el Malleus ma-
una superficie, una sombra, un f.1ntasma, un sueño, un encanto circense puesto llljicamm de los inquisidores Institoris y Sprenger: «La mujer es un mal de
al servicio de la procreación, nos enga1'ia al tomar la forma de la belleza (ti, pág. la naturaleza, recubierto de bellos colores)) 62 • La misoginia de Bruno es
289). herencia de su época, combinada con la intensa práctica mnemotécnica
del ex dominico que le permitía ejercer un control absoluto o casi sobre
Bruno ~os ~n~orma con franqueza en la dedicatoria ·a Philip Sidney los f:-mtasmas del subconsciente. En ese sentido, ese <tcaballe ro del infini-
que esta nusogm1a a ultranza no se debe a la impotencia, ni al hechizo to)) representa el producto más perfecto, po r lo tanto el m enos humano,
mágico ni a la frialdad de los humores. Por el contrario, nos dice sin va- de la edad fantástica: una persona capaz de un libre arbitrio que no apa-
n~gloriarse: comí del fruto prohibido sin saciarme nunca, ya que ni las rece entorpecido por las confusas fuerzas de la naturaleza que ha apren-
meves del Cáucaso ni las del Rifeo bastarían para apagar el calor de mis dido a dominar.
' venas. Pero la esfera del amor fisico debe separarse de la de la contem- Al igual que el prólogo de Ibn 'Arabi en dlwan, la dedicatoria de Bru-
plación divina con una lucidez que Petrarca, ese sensual inhibido, no tuvo. no a Sidney es una protesta de inocencia que, e n su caso, termina por en-

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gendrar una sospecha. ¿De qué debía defenderse si nadie lo había acusa- esto es incontestable, pero la conclusión a la que llegan A. Sarna y F. Flo-
do de haber pensado en una mujer concreta, destinataria de sus poemas ra es de una gran simpleza. En el instante en que creen cortar el nudo
de amor? Sin embargo, Bruno rechaza esa hipótesis con tal energía que gordiano para conquistar la verdad, que en esencia debe ser simple, esos
parece preparar el terreno a los biógrafos para quienes, por no dejarse en- dos autores no se dan cuenta de que se encuentran en medio de una red
gañar por sus declaraciones tajantes, será facil dar con alguna Beatriz, Pe- de significados muy complejos, muy cercanos a lo más profundo de la fi -
tra o Laura, responsable involuntaria de los suspiros del nolano. losofía bruniana así como del espíritu de su época. Freudianos sin saber-
Su primera intención, nos dice Bruno, había sido la de dar a su escri- lo, Sarno y Flora persiguen una verdad «humilde» que creen descubrir en
to el título de Cántico, pero renunció a eUo para que no lo acusaran de un sentimiento amoroso que la gloriosa reina de Inglaterra habría inspi-
haberse inspirado en un amor «ordinario>> (es decir <<natural», sexual) por rado en el filósofo napolitano. Ahora bien, como para demostrar que
una persona de carne y hueso. Freud no siempre tiene razón, el desciframiento paciente de los signos de
Todo eso atrajo las sospechas, bien fundadas en su esencia pero ridí- la historia prueba que aquí la verdad es de un orden completamente dis-
culas en cuanto a sus resultados, de A. Sarna quien, en un artículo de tinto del que podrían esperar los partidarios del dogmatismo psicoanalí-
19206\ trató de demostrar que el objeto original de los poemas de amor tico. Esta verdad es, por supuesto, fimtástíca: pero los fantasmas no tienen
de Bruno .habría sido nada menos que la reina lsabell de Inglaterra y que nada que ver con el aparato genital del otro sexo. Para decirlo todo, la
sólo más tarde, postfestum, d autor las transformó en metafísica lírica por <<carta robada>> no se encuentra entre las piernas de la chíme11ea, como en
medio de comentarios fi losóficos. Efectivamente, si Bruno rechaza co- la célebre novela de Edgar Poe comentada por Jacques Lacan. La «carta
~10 uria terrible ofensa la idea que los Heroici Jurori se hubieran podido robada» es el síg11ljicado que la historia se lleva, oculta, y transforma. No
mterpretar como confesiones poéticas de amor por una mt~er, excluye es el conte11ido del significado, sino el concepto del significado en sí mis-
r~pidamente después del concepto <<mujer>> (que, para 'él, es -por desgra- mo; no es una verdad humilde en srt esencia lo que se descubre de repente
cia- degradante) a todas las representantes del sexo femenino que viven cuando uno se da cuenta de que la carta está en el lugar menos indicado
en .la isla británica, toto orbe divisa, que son ninfas y no mujeres (vol. 11, para ocultar algo, sino la humilde verdad de qtre hay que btrscar rm sig11ljica-
pág. 293). Efectivamente, toto orbe di11isa, no significa solamente <<separa- do. El psicoanálisis freudiano siempre construye sus esquemas a partir del
da del continente» en un sentido espacial, sino también en un sentido misterio cristiano que, por otra parte, pretende desmontar. La idea de que
ontológico: Inglaterra es alógena con respecto a Europa (ya hemos visto la verdad debe ser simple y de orden inferior, equivale a decir que <<el úl-
la ambigüedad a la que se presta esta aparente alabanza en las intenciones timo será el primero», que el Mesías victoriosO aparecerá bajo el aspecto
de Bruno que está lejos de ser un admirador de la civilización británica paradójico de un crucificado, que ellapis philosophomm será algo vi lis, exí-
del siglo XVI). Entre sus ninfas, la inigualable, <<la única Diana>> -la reina lis, humilde y menudo que se encuenta í11 stercore, en la materia más
Isabel- resplandece como el sol en medio de los astros: amorfa. Naturalmente, éste es un punto de vista como cualquier otro, un
r
punto de vista que, en todo caso, no funciona dentro del marco de la bús-
[. .. ] l'rmica Día11a queda histórica donde la verdad, compleja en sus manifestaciones, se re-
Qua/'etra voí que/ che tra glí as tri íl sole. vela igual de compleja en su esencia. Los signos de la historia no son sím-
Iscusazíon del No/ano alle pirl vírtuose bolos sexuales.
e leggiadre dame, vol. 11, pág. 306; cf. pág. 302
En el corazón de la doctrina de Bruno
Ahora ~ien, en absoluto inspirados por una mujer, los poemas de Bru- En el centro de la doctrina moral de Bruno se encuentra el motivo fi-
no lo hah sido, según su propia confesión, por una diosa, una maestra de ciniano de la desposesión del sujeto, de la pérdida y de la transferencia de
ninfas, Diana, que se identifica parcialmente con la reina Isabel I. Todo su srtjetídad en el objeto. Por supuesto, todo esto se aplica exclusivamen-

108 109
te, como en la obra de Juan Pico, al caso del amor místico cuyo objeto pedantería. E sto se explica por la ese ncia f.1ntástica de la cultura de Bruno
es la misma divinidad. De ahí, como veremos a continuación, la presen- salida, en el fondo, de la predicación ftciniana . Pero, mientras que los es-
cia de la mors osculi, igual que en la historia de los nueve ciegos que, in- critos ficin ianos encerraban descripciones m uy precisas y, con frecuencia,
cluso siendo una recupe ración a veces literal de la égloga Cecaría del na- fastidiosas de los mecanismos fant.'Ísticos, los de Bruno son descripciones vi-
politano Marco Antonio Epicuro, también se inspira en la teoría de la vas de escenarios interiores. El manie rism o de Ficino es un manierismo esco-
ceguera profética formulada por Juan Pico en su Commeuto. lástico que consiste en usar fórmulas buscadas para expresar co~ceptos in-
Sobre el tablero de esta memoria artificial erÓtica, la «estatua» de Dia- mutables; el manierismo de Bruno es mnen1otécnico y consiste en la
na es, con diferencia, la más importante: la reina, tanto en sentido propio present.1ción escrupulosa y con frecuencia también fastidiosa de fantasmas
com o figurado. Pero la función de este Í:'mtasma no se reduce a repre- de la memoria artificial. El te rreno donde Bruno y Ficino se encuentran
sentar un personaj e ilustre, en este caso Isabel l. El simbolismo de la cor- es e n el estilo, muy rebuscado tanto e n uno como en otro. Bruno siente
te de Inglate rra te1úa en la obra del nolano una acogida tanto más e ntu- especial predilección por la moda del oximorón, muy desarrollada en el
siasta cuanto que se entendía de maravilla con su propia metafisica, donde siglo XVI.. Como san Juan de la Cruz, Bruno adopta expresiones del amor
una entidad femenina llamada Anfitrite, de quien Diana no es más que la nústico como esta: !11 viva lnorte morfa vita vivo (vol. II, pág. 327).
hipóstasis manifiesta, tiene un papel de primer orden. Bajo la aparienc ia La explicación de esta fórmula nos lleva de nuevo a la teoría ficiniana
de una reina, Diana transciende no solamente la fenomenología del eros de la transferencia de la sujetidad: «[el sujeto] no está muerto porque vive
Í:1ntástico, sino también todo el campo de la imaginación humana. Su en el objeto; no está vivo porque está muerto en sí m ismo•> (íbid.). Otra
presencia no es el indicio de un amor inaccesible -el de un pobre cléri- expresión de esta consunción del amor es, por supuesto, la morte di bacio, .
go extranj ero por la primera dama de un país e~traño-, sino el símbolo la bh1sica de Juan Pico, «donde el alma languidece, porque está muerta en
de aventuras espirituales así como de entidades metafisicas. · sí misma y viva en el objeto>> (vol. 11, pág. 351).
Bruno conocía a la perfección la teoría fi ciniana del amor, así como Bruno no sería un verdadero artista de la m emoria si no empleara
el Commento de J uan P ico. Una parte de los Heroici furori (11 , pág. 3) con- <<estatuas•> y un escenario apropiado, para ilustrar ese momento crucial de
tiene un intercambio de preguntas y respuestas entre el corazón y los ojos, la dialéctica del amor nústico que es la pérdida de la sujetidad. El mito
órganos pneumáticos cuyo rol se conoce pe rfectamente en la psicología que le parece más conveniente para ello es el de Acteón, el joven caza-
del eros. Sin embargo, la nueva escolástica, de la que Ficino había sido el dor, que, habie ndo sorprendido a Diana desnuda bañándose en una
más ilustre representante, aparece voluntariamente tachada por Bruno en fuente, es transformado en ciervo por la diosa y devorado por sus pro-
la comedia Candelaio, publicada en París en 158264 • El personaj e, Scara- .pios per;os. La fabula de Acteón siempre se había prestado a los usos más
muro, mago y astrólogo charlatán, recita en la obra ese pas~e tomado ca- diversos. El pobre poeta Ovidio, que la contó en sus l'vfetamoifosis, se la-
si literalme nte de las obras de Ficino: <1La f.1scinación se produce e n vir- m entó en las Tristia de haber seguido la suerte de Acteón donde el des-
tud de un espíritu reluciente y sutil, generado por el corazón, de sangre m embramiento fu e sin e mbargo reemplazado por el exilio a Tomis. Sin
más pura que, enviado b~o forma de rayos por los ojos abiertos [... ], lúe- duda, debió de ver alguna cosa inconveniente referente a los amores de
re la cosa que se mira, tocando el corazón y co ntaminando el cuerpo y una diosa, muy probablemente la hija de August.o. En el siglo de Bruno,
el espíritu de otro [ .. .]>> (vol. lll, págs. 48-49). Finalmente, tanto aq uí co- la historia se conocía tan bi"en como en el de Ovidio. El autor que nos
mo en o tro lugar, Bruno deja entrever que el ficinis mo no le satisf.1ce. En proporciona el material para ilustrarlo es el gentilhombre de Poitiers,
el anteprólogo de la comedia (vol. 111, pág. 27) se ríe de los melancólicos Jacques du Fouilloux (1519-1580), originario de Gatine, precursor de
contemplativos y de sus poderes excepcionales (quellí {. . .) a quai Saturno Casanova y también - limitándose sin embargo a maltratar a su esposa-
ha pí!ciato il giudíz ío in testa [. .. ]). del marqués de Sade. D u Fouilloux compuso un tratado de cinegética
Sin formular explícitamente su juicio, Bruno desprecia a Ficino por su muy célebre e n su época llamado La vénerie, impreso - seguido del poe-

110 111
ma erótico de Adolescens~ por De Marnefz y Bouchetz hermanos, en
1561 en Poitiers65 •
Du Fouilloux era un.experto en la caza del ciervo lo que le valió una
Comp/ainte dtt cerf expresada en verso por Guillaume Bouchet y publica-
'
da al final de la edición de 1561 66 • El ciervo d efiende su causa contra el
cazador y profiere esta maldición final:

Mais si ttt demottrois en tes mattx cottrageux,


Despitant la puissance, et le cottrrottx des Dieux,
Puísse-ttt rencontrer Díane Cynthíenne,
Toute nue baígner dedans qttelquejolltaíne,
Et ainsi qu'Actéon, comme moy cerf toumé,
Bramer devant ton chien dess11s toy attíné,
Qui sucera ton sang [ilus. 5], jusqtt'atant q11e /'on pense
Geste peine eme/le esgaler ton ~ffence.

[Pero si persistieras en tus valientes males/ Desafiando al poder y a la furia de


los dioses/ Te convendría encontrar a Diana Cintiana/ Baí'íándose desmida en
alguna fi1 ente/ Así como a Acteón, como yo ciervo atonnentado,/ Bramando
ante tu perro, saltando sobre ti,/ Que chupará tu sangre hasta que se co1~sidere
gue/ Este castigo cruel iguala tu ofensa.]

E l célebre soneto bruniano de los Heroici ji1rorí (1, pág. 4) está dedica-
do a esta historia del cazador cazado de la cual damos aquí una traduc-
ción casi literal:

El joven Acteón, cuando el destino dirige su mar~ha incierta e imprudente,


deja en libertad a sus mastines y a sus lebreles entre los bosques, tras la pista de
la presa.
Vio entre las aguas el busto y el rostro más bellos gue ningún mortal, ni si-
quiera un dios, habrían podido ver, hechos de púrpur:~ y de alabastro y de oro
fino; y fue así como el gran cazador se convirtió en presa a su vez.
Los perros grandes y numerosos fueron con rapidez a comerse al ciervo gue
dirigía sus pasos largos y ligeros hacia lugares inaccesibles. Así es colno yo, diri-
jo mis pensamientos hacia una presa importante, pero se giran en mi contra, ma-
. tándome con sus mordeduras crueles y ávidas (ver Apéndice V). s. La caza del ciervo, Du
Fouilloux. La vhzerir, fig. 73.

112
.•

En e l poema de Bruno, no es el texto lo que cuenta sino los pe rso- ceptor fantástico obliga a que el mundo inteligible se m uestre bajo el as-
najes. Ahora bie n, esos personajes son estatuas de la memoria artificial. Hay pecto de fantasmas. N o se trata de un conocimiento facie ad .facíem del al-
que imaginarse la escena más o menos como en el grabado flamenco que ma, sino por el contrario, un conocimiento indirecto, pne umático.
acompaña la edición de Anvers de las Metamoifosis (1591, págs. 84-85): . Aq uí es donde intervie ne la unión extática: avanzando sobre el table-
una diosa que emerge m edio desnuda de las aguas y un cazador trans- ro del conocimiento, el peón impotente se ve, de repente, transformado
formado en ciervo y devorado por sus propios perros. Diosa, cazador y en reina, e n Diana, en la que era el objeto de su búsqueda. El intelecto
perros son los soportes fantásticos de un contenido mnemotécn ico des- resulta anihilado, fulminado: la caza continúa solamente <<gracias a la ope-
crito por Bruno en su comentario. Diana parece de alabastro, los labios ración de la· voluntad, cuya acción hace q ue d sujeto se transforme en
(o los senos) de púrpura y los cabellos de oro fino. Sólo su busto emer- obj eto [...], ya que el amor cambia y se transforma en la cosa amada)). Se
ge del agua, lo que sig nifica que posee una parte visible y una parte ocul- trata de un ritual escondido en el paso de una condición existencial a
ta. Las aguas simbolizan el mundo sensible, creado a imagen del mundo o tra, simbolizado por la imagen del devorar, del desm embramiento: «Así
inteligible. La parte visible de Diana representa <<la fuerza y la obra ex- es como los perros grandes y mtmerosos lo matan: así es como termina su vi-
tremas que los mortales y los dioses pueden ver g racias a la naturaleza y da según el mundo loco, sensual, ciego y fan tástico y empieza a vivir una
al acto de la contemplación intelectual». El alabastro es el símbolo de Ja vida de dios, a nutrirse de ambrosía y a embriagarse de néctan> (vol. 11,
belleza divina, la púrpura del poder vigoroso y e l oro de la divina sabi- pág. 352)67 •
duría. Si hasta aquí el pintor y el poeta tienen ventaja, a continuación será el
Los perros se dividen en m astines y lebreles, cosa que no es del todo filósofo quien se to mará la revancha dando una explicación, por lo de-
accidental. Los mastines representan la voluntad del suj eto, los lebreles, el más, tan clara de la alegoría de Acteón, que es sorprendente que siempre
intelecto discursivo, la dimwia. La presa, detrás de la cual corren el caza- se haya interpretado tan mal:
dor y los perros, representa «las especies inteligibles de Jos conceptos idea-
les, ocultas, poca gente las sigue, me nos todavía las alcanzan y no se ofre- No es posible ver el sol, el Apolo universal, la luz absoluta en su fo rma su-
cen a todos los que las buscan». prema y excelente. Sin embargo, es posible ver su sombra, su Diana, el mundo,
El póema de Bruno debe . plantearse como un cuadro trazado oajo el universo, la naturaleza que se encuentra en las cosas, que es la luz en la opa-
nuestros ojos, un cuadro registrado para siempre entre las colecciones de cidad de la materia, reluciente en las ti~ieblas. Entre las numerosas personas que
la memoria artificial. recorren el camino de este bosque desierto, sólo unas pocas se dirigen hacia la
Representa en cierta forma la quintaesencia de las operaciones inte- fuente de Diana. Varias se contentan con cazar bestias salvajes y menos ilustres,
lectivas, cuyo objeto, esta Verdad que es a la vez Belleza, es también el mientras que la mayoría no tienen qué hacer, ya que han hecho sus carreras en
objeto del e ros. el viento y, por consiguiente, sólo han encontrado moscas. Los Acteones, que
Como e n el grabado de las Metamoifosis, la .estatua de Acteón, que la tienen la fortuna de contemplar a Diana desnuda, de enamorarse de tal forma de
m emoria imagina, debe tener la cabeza de un ciervo para indicar el pro- la bella disposición del cuerpo de la naturaleza [...],que se ven transfonnados de
ceso de transformación del sujeto en obj eto. ¿Cómo y por qué el caza- cazadores en presa, son escasos. Ya que el último objetivo de la montería es el
dor se convierte en presa? «Po r la operación del intelecto que le sirve pa- de caer sobre esta presa escasa y salvaje que tra nsforma al cazador en el objeto de
ra convertir en una parte de sí mismo las cosas aprendidas (.. .]. Porque su caza: en cualquier otro tipo de caza, en las que el objeto son las cosas parti-
forma las especies inteligibles a su mane ra y las proporciona según sus culares, el cazador empuiia las cosas, las absorbe por la boca de su propia inteli-
capacidades, ya que el receptor las percibe según su capacidad, ad modum gencia; mientras que en el caso de una presa divina y universal, se abre de tal for-
recipietttís.)) Sólo se debe a los límites del intelecto que el sujeto no pue- ma al saber que éste lo asimila, lo absorbe, lo integra. D e vulgar, ordina rio,
da abrazar el esplendor completo de la verdad divina; en efecto, ese re- civilizado y social que era antes, pasa a ser salvaje como el ciervo y habitante del
. '

114 115
desierto. En este bosque inmenso, vive en los antros de las ¡nontañas cavemo·- conocer el mundo exterior de la naturaleza y el mundo interior del al-
sas, antros que no pertenewr a la memoria artificial [stanze 11011 artificiose], donde ad- ma. Además, Acteón es una hombre social que participa en la vida públi-
núra los manantiales de los grandes ríos, donde vegeta en la pureza, lejos de la ca, con sus limitaciones, su necedad y sus prejuicios.
contaminación de los deseos ordinarios [...). La contemplación de la diosa desnuda equivale a la muerte de Acteón:
éste pierde todos los atributos que caracterizan a la condición humana -la
Los dos fragmentos que explican el ritual del paso del sujeto a la con- sociabilidad, la sensibilidad y la fantasía-. Pero la muerte no es más que
dición intelectual se esmeran en precisar de manera clara que este paso la parte terrible de la iniciación, de un ritual de paso hacia la condición
consiste en una superación del conocimiento fantástico. En el mundo sensible, intelectual del suj eto. Ésta está marcada por un conocimiento directo del
el hombre está condenado a conocer sólo fantásticamente; por el contra- mundo inteligible que transciende la opinión pública, la información de
rio, el iniciado bruniano, el que ha tenido acceso al mundo inteligible, los sentidos y las fan tasmagorías pneumáticas.
conoce sin el intermediario de los fantasmas, jade ad focíem, sin sentir por Acteón, el sujeto, será a partir de este momento un «muerto en vi-
más tiempo la necesidad de mediación espiritual entre el cuerpo y el al- da», un ser cuya existencia es paradójica puesto que no tiene lugar de
ma, puesto que sólo vive dentro y gracias al alma. Se trata, por supuesto, acuerdo con las condiciones preestablecidas de su especie. En el fondo,
de una condición paradójica cuya extrañeza y carácter extraordjnarios, la experiencia traumática por la que ha pasado lo ha transformado en el
Bruno no trata de enmascarar: objeto de su propia búsqueda, en la mism~ divinidad. Acteón ya no es
un hombre, se ha convertido en un dios. Esta es la razón por la. cual la
Así es como los perros, es decir, los pensamientos de las cosas divinas, devo- continuación de su existencia social, entre los hombres que ya no son sus
ran a este Acteón, mátándolo en Sil aspecto de hombre social, cotmin [faceudolo morto congéneres, es una paradoja. Ésta es la razón por la cual los símbolos de
al volgo, al/a moltitudinc], liberándolo de las ataduras de los sentidos perturbados08, la coincidentia oppositorum abundan en la obra de Bruno: porque, efecti-
de la cárcel camal de la materia; de esta forma, una vez derrumbadas las mura- vamente, se plantea la posibilidad de existencia de un hombre que, va-
llas, ya no verá a Diana a través de huecos y ventanas, sino que se habrá converti- cío de su humanidad, pueda llenarse de divinidad sin tener que exiliar-
do en el único ojo que ve todo el horizonte. Así, contempla el todo como una sola se por ello completamente de su lugar de permanencia terrestre. Como
cosa,. ya no ve ni distinciones ni números, según la diversidad de los sentidos [...]. el suj eto que pierde su s1tjetidad, es un muerto; pero, al igual que aquél,
Ve a Anfitrite, fuente de todos los números, de todas las especies, de todas las ra- recupera la existencia en la medida y sólo en la medida en la que el ob-
zones, que es la mótwda, verdadera esencia del ser de todo. Y si no puede verla jeto lo ama y se transforma de esta manera en sí mismo. En el proceso
en su esencia bajo la luz absoluta, la ve sin embargo a través de su prole que se traumático que sufre Acteón cuando sorprende a Diana desnuda bañán-
le parece puesto que est.í hecha a su imagen; esta mónada, que es la naturaleza, dose en el manantial, la diosa se da, se deja poseer, pero de la única ma-
el universo, el mundo, procede de la otra mónada que es la divitúdad. La últi- nera posible: transformando a Acteón en ciervo, en animal familiar, en
ma se refleja y se contempla en la primera, como el sol en la lrma [...]. Ésta es Dia- . personaje que ha abandonado el nivel de su antigua existencia para ac-
na, el Uno, la entidad, la verdad, la naturaleza comprensible en la cual irradian ceder a una forma de exjstencia donde pueda gozar de su compañera, la
el sol y el esplendor de la naturaleza superior (...). diosa desnuda.
Comprendemos ya las presunciones de Bruno (limitémonos al sentido
Acteón etimológico de esta palabra): afirma que este rilllerto en vida es él mis-
La «estatua» mnemónica de Acteón es el fantasma del sujeto en la bús- mo, ese hombre liberado de las obligaciones de la especie humana. Se
queda de la verdad, búsqueda en la que emplea todos los recursos irra- presenta como un líder religioso que, como santo Tomás, Zoroastro, san
cionales y racionales de su alma. Como cualquier hombre en el mundo, Pablo, etc., ha abierto el «sello de los sellos», ha sido amado por la diosa
Acteón está dotado de sensibilidad y fantasía, que son sus dos medios para virgen, la inaccesible Diana69 •

116 117
Desde esta perspectiva, se puede comprender facilmente que la In- día occidental. Tentativa que, de no haber sufrido un fracaso sangriento
quisición lo mandara a la hoguera. ¿No debería haber sido capaz, e n prin- -la muerte atroz del protagonista-, se habría visto destinada a permane-
cipio, de un pequeiio milagro para salvarse? Y, la sabia y astuta Inquisi- cer enterrada entre las extravagancias de la historia al lado de produccio-
ción, ¿no estaba convencida de que un milagro así no había tenjdo éxito nes como las de un Giulio Camilla, un Pedro de Ravena o un Fabio
con nadie? .En cada proceso de brujería -y, según nú opinión, e l de Bru- Paolini.
no era uno de e llos- , la pasión de J esús se repetía: ¿no se le había invita-
do a salvarse, si podía hacerlo? Si bien es cierto que uno de los sentidos Diana
más profundos de la verdad cristiana reside en el hecho de que Jesús se M.ientras que la estatua de Acteón era simple y urúvoca, la de Diana
doblega a la voluntad de su Padre que decide, en vez de salvarlo, trans- presenta múltiples aspectos susceptibles de ser analizados de uno e n uno,
formarlo en víctima de un sacrificio q ue servirá para expiar los pecados aunque forman una unidad indisoluble. Por eso Diana es a la vez la natu-
de la humanidad (felix culpa, quía tamen ac tantum memit lwbere redemp- ralez a, la luna, pero también la reina Isabel I de Inglaterra.
torem .. .). 1
No queda excluido que Bruno haya visto en su propia hoguera el ac- a) La naturaleza
to final de un proceso que, mucho antes, ya se había cumplid? en sí mis- Cuando Acteón se transforma en ciervo, en realidad conoce una reve-
mo: la desposesión de su humarudad, el paso a una condición divina. ¿No lacióll: contempla a la diosa en su desnudez. ,
son, además, sus últimas palabras, que siempre se han malinterpretado, Ahora bien, Diana, que es <<la naturaleza, el universo, el mundo», es
testimonio de ello? Maiori jorsa11 cum ti more sententiam in me fer(ís, qua m ego hija, es decir, imagen, de Anfitrite, «fuente de todo nú~nero, d_e toda ~s­
accípíam, «tenéis más miedo vosotros de condenarme que yo de aceptar pecie, de toda razón)). La definición más completa de Dtana es esta: <<Dt.a-
vuestra sentencia». na es el uno, que es la entidad núsma, la entidad, que es la verdad mts-
Si Bruno quiso ser apóstol de una nueva religión, sin duda lo con- ma, la verdad, que es la naturaleza comprensible en la cual reluce el sol y
sig uió: su nombre ha exaltado a numerosos francmasones, librepensa- el esplendor de la naturaleza superior, según la distinción de la unidad en
dores, revolucionarios, materialistas y anarquistas del siglo XIX y el lu- generada y generante o productora y producida)).
gar donde hoy se eleva la estatua de Bruno, delante del palacio de: la No hay que concluir con demasiada rapidez que esta visión de la na-
Cancillería papal, en el Campo de' Fiori, donde antes estaba su hogue- turaleza corresponda más bien a las obras de magia de Bruno, que se ale-
ra, ha se¡;,rtlido siendo, por tradición, el lugar de encuentro de los anar- jan de la doctrina filosófica expuesta en el diálogo De la Causa, ~rincípio,
quistas de Roma. Desgraciadamente, todos aquellos que lo han trans- et Uno. Convinjendo en que quizás haya diferencias de vocabulano entre
formado en líde r de su causa social y política han comprendido muy los tratados mágicos y la obra filosófica de Bruno, no encontraríamos
poco su obra y su personalidad, reteniendo tan sólo su marticio en la ninguna diferencia esencial de principio y método. .
lucha antieclesiástica. Sin embargo es cierto que Bruno se convirtió en Para Bruno la materia es el sustrato del cosmos y el cosmos es matena
profeta de una religión que, no solamente no habría querido nunca, si- animada. El universo es inconcebible sin el alma del mundo, como lo es
no que además sus ideales se: oponían diametralmente a ella. ¡Él, e l m ás la sustancia corporal sin la sustancia incorporal. Sólo cambia la forma ac-
antidemócrata de los pensadores, convirtiéndose en símbolo de la de- cidental, exterior y material, mientras que la materia núsma y la forma
mocracia! sustancial, el alma, son «indisolubles e indestructibles)). Sin embargo, la
Ahora es posible reconstituir y comprender lo que Bruno quería. Le- materia misma recibe «seres)) (modalidades de existencia) diversos. La ma-
jos de ser un campeón del progreso, de la democracia, de la tecnología o teria en su urudad, como la cluJra platónica, sólo se percibe intelectual-
de la ecología, Bruno no es más que un pensador que trata de volver a m ente. Sus fuerzas son activas y pasivas; el acto, por ser único y limitado,
infundir los valores más sofisticados, más abracadabrantes de la .Edad Me- no coincide con la fuerza en lo que se refiere a los seres deternúnados. Ac-

118 11.9
desposar a Poseidón, es o tra figura muy importante en la memoria arti-
to Y fuerza sólo son perfectamente idénticos en el primer principio que es
ficial de Bruno. Anfitrite tiene d os caras,. según el tipo d e discurso en el
todo lo que puede ser. ·
cual se enmarque: en el discurso metafisico representa el mundo inteligi-
_El universo (Diana), q ue aparece como ~n simulacro de la naturaleza
ble; en el discurso politico, es la re ina lsabeF •
1

pn~1era (Anfitrite), es todo lo que puede ser, puesto que contiene la ma- ·
La primera cara d e Anfitrite se ve con mayor claridad en La Cabale du
tena entera, pero no es todo lo que puede ser d ebido a las diferencias en-
clleval Pégasse (1585). Aquí, la diosa es una fuente de espíritu, de pneuma:
tre las for.mas asumidas por los seres individuales. No es más que la 50111 _ •
<<Todos los espíritus vienen de Anfitrite, que es espíritu, y todos vuelven
bm del pnmer acto y fuerza; en él, acto y fuerza no son la misma cosa, ya a ella». La historia divertida d el asno Onorio, que continúa la idea prin-
que s~ s par~e~ no lo. son. El universo aparece «des-plegad o1> (e."'Cplicato),
cipal del diálogo Spaccio de la Bestia triorifante, se inspira libremente en las
sosten~do, disti~to, mtentras q ue el primer principio aparece «in-plicado>>
obras morales d e Plutarco.
(compllcatoj, umforme, uno. La corrupción, la muerte, el vicio, el mons- Onorio era originario de los alrededores de Tebas. Era goloso y, un día,
truo proviene~ del defecto y d e la impotencia d e las cosas, que se esfuer-
una vulgar verdura lo tentó. Tratando de cogerla, se cayó por un barran-
zan en ser vanas cosas a la vez, tratando d e alcanzar el ser según su fuer-
co y se rompió los huesos. Al morir, se dio cue nta de que su espíritu no
za de ser, que excede al acto y que por ello se ve realizada mediocrement~.
era en absoluto diferente del de los demás seres animados, como, por
P~ro p u:sto que es absurdo que algo sea varias cosas a la vez, el ser indi-.
ejemplo, el hombre. Una vez su cuerpo fue devuelto a la cierra, el alma
vidual solo consigue cambiar su ser por otro ser.
·de Onorio, al igual que todas las otras almas, se elevó hacia las alturas.
A esto se debe el hecho de que el universo, Diana, sea la sombra del
Cuando llegó al río Leteo, hizo como si apagara su sed, pero, en realidad,
a.lma universal, de Anfitrite: una som bra que abunda en seres, pero que,
guardó intacta la memoria de sus aventuras extáticas.
sm embargo, pt~e~e verse en su unidad indistinta. Sorprender a Dian~
¿Es posible identificar la Anfitrite de Bruno con la Perséfone lunar de
des~u~a, ~s percibir esta sombra, d ejarse absorber por ella, renunciando a
Plutarco que es, a su vez, reina de las almas?72 Seguram ente, existe una re-
las lmutactones propias de un estado particular. Acteón , q ue creía existir
lación entre las dos representaciones, pero la Anfitrite bruniana no pare-
aparte, finaln~en te se da cuenta - mientras todavía tiene la posibilidad- de
ce asumir un carácte r de masiado explícitamente lunar, salvo en el caso
que no es mas que la sombra de una sombra: uno con el todo.
donde, para representar a la reina d e Inglate rra, termina por identificarse
con su propia hija, con Diana.
b) La lttna
suela luna sea 110Cltlmaforma Diauae, no es Ovidio e l único poeta que
e) La reina
lo ~tce (Met., XV, 196): se trata de una creencia común entre los roma-
La teoría ficiniana de la exteriorización del amor a través d e los ojos,
nos'0. Bruno parece .compartir esta creencia en la medida en q ue D iana, 7
imitada salvajemente en las letras francesas del siglo XVI \ tuvo una conse-
que es el umverso, nene también un comportamiento lunar.
cuencia bastante extraña e inesperada. Puesto que la imagen de la mujer es
Ah?ra bien, record~mos que Diana es, eti De gl'heroicifurori, la hija de
la de aquella que hiere el corazón del enamorado, las <<imágenes guerreras»
Anfitnte: <<ya que la monada que es la divinidad produce esta o tra m óna- 4
y el <1vocab ular io bélico» caracterizan por excelencia el ser femenino' • E n
da q~e es la tlaturaleza, el unive rso, el ~nmdo, donde se contempla y se
la obra de Philippe D esportes, abundan fórmulas como 1<esta hermosa
r~~ eJa, como el sol en la luna [...]>>. Dentro del sistema d e esta compara-
asesina», «mi guerrera>>, <<mi b ella ho micida»75 • La otra tradición ricamente
ct?n, que no p retende d escribir la estructura exacta de la realidad, Anfi-
ilustrada por Du Bellay, Ronsard, Grévin, Pontus d e Tyard y Brantome,
tnte representa el papel d el sol (= m undo inteligible), mientras que Dia- 76
transforma la mujer en «diosa>>, «divina>>, «dulce inhumana», etc. Por su-
na r~presenta el papel d e la luna (= mundo sensible) , astro nocturno que
puesto, las dos tradiciones convergen con frecuencia, como en los versos
refleJa la luz d el sol. .
siguientes tomados de Desportes:
Anfitrite, una nereida elevada al rango de diosa del mar d espués de

121
120
Cette belle déesse, ah! Non settlement be/le, ción maravillosa para esa duda: tnientras que el sol, por tradición, se aso-
Ainsi Bellone et gtterriere, ainsi m'a surmonté17 • ciaba al papado, la luna era símbolo del Imperio 87 (y viceversa, según la
conveniencia). De acuerdo con esta doctrina, la reina de Inglaterra, que
[Esta bella diosa, ¡ah! no solamente bella,/ A la vez Bcllone y guerrera, así me. se confunde con la diosa Diana, se convierte en objeto de culto lunar per-
ha superado.] feccionado por toda una escuela poética llamada <<School ofNight>>, de la
' "1 88
que W. Raleigh y G. Chapman fueron los r~pres~ ntant~s mas 1 us~re~ , ·
La exaltación de la idea imperial se encuentra en su apogeo. Du Be- Giordano Bruno, partidario fanático de la .1dea tmpenal, se conv1rt10,
Uay llama a Francisco I y a Enrique Ir «Hércules galos», «grandes Monar- en Londres, en un adepto ferviente del culto o.scuro a la ,diosa Diana. Pe-
cas del mundo•> e <<hijos de Dios>>. Enrique IJ es Júpiter y Catalina de Mé- ro el simbolismo que adopta tan rápidamente uene para el un valor meta-
dicis, la «gran Juno, su compañera>>78. Brantóme se complace en e l mismo tísico que escapaba, probablemente, a los adeptos de Raleigh Y Ch~p?1an.
tipo de imágenes describiendo el aspecto de una princesa: «Un cuerpo de Con una audacia inaudita, Bruno, que sigue sie ndo un gran espeCialista y
la más. bella, soberbia y rica talla que nunca se haya visto, acompañado de profesor de arte de la memoria, se dirige al público elegido co~ un~ le~­
un porte y una gran m~uestad, que hará que la tomen siempre por una gua que a todos les e ra muy familiar. La «estatua•> de la memo~1a arttfictal
diosa del cielo más que por una princesa de la tierra», o en otra ocasión: que domina los diálogos compuestos en lnglat~r~a. es la de ~1ana. Ahora
«Una princesa [...] sobrehumana y celeste, totalmente perfecta e impeca- bien, Sidney y Greville, para no hablar de los tmCiados Raletgh Y Cha~­
ble>>79. · man, asocian directamente a Diana con la reina Isabel, o, lo que es lo. mls-
Esta atmósfera de cuento de hadas envuelve todo lo que trata de la mo, ten{an la capacidad de imaginarse a Diana si11 ní11grírr eifuerzo par!rwlar,
realeza. En tiempos de Enrique 11, <<el Louvre, más que la casa del rey, es puesto r¡tte ella as11111 ía espontáneamellte, en su fm~tas{a, los. r~gos de la rw:w ve-
un santuario donde cortesanos, poetas y artistas adoran su divinidad si- nerada. La alegoría inventada por Bruno para mtroductr tdeas m etafístcas Y
guiendo un rito que, con el tiempo, veremos con mayor precisión>>80• técnicas mnemónicas personales también tetúa la ventaja de procurar a su
Inglaterra, que ve resucitar todos los ideales de la monarquía univer- autor una muy buena reputación delante de la persona que en ellas exa~­
sal e n la persona de la reina Isabel, inventa siguiendo el modelo francés, taba: la misma reina. Desgraciadamente, consideraciones politicas comph-
su propio culto real, formado, en parte, de elementos comunes, pero cadas, 0 más bien la desgracia del caballero Sidney, obligaron a Bruno a
también de elementos individuales sacados de la situación personal de Isa- alejarse de la corte inglesa, sin haber tenido tiempo de recoger los frutos,
bel. A ella, por supuesto, no se la puede llamar «Hércules británico». Sin vanamente esperados, de sus alabanzas.
embargo, por lógica, se impone otra comparación: como no está casada,
lo que equivale para la opiniÓn · pública a una vocación de virginidad La parábola de los nueve ciegos , .
perpetua y de castidad, a la reina se la comparará con toda Virgen céle- La presencia de Diana en el teatro fantástico de Br~no no es e: umco
bre, se trate de Astrea81, de una Vestal82 , de Ariadna83 , de la constelación indicio de su britanización. Por intermedio del cmbapdor frances, que
de la Virgen 8\ de la Virgen María Qugando así con la similitud fonética tomó parte en e llo, Bruno conoció sin duda la alegoría puesta en esc~~a
entre Beta y Beata María) 85 • La comparación preferida y, por decirlo de al- en Woodstock en 1575 por el cabatlero H enry Lee en honor de la rema,
guna manera, la más perfecta es la que la transforma en la diosa de la ca- contada en inglés, latín, italiano y francés por George Gascoine en ~n
za, Diana, conocida también con los nombres de Cíntia y Belfebeij6 • opúsculo que apareció a finales del mism~ año. H~~ry ~ee, el meJOr
Esta elección, que queda perfectamente justificada por el carácter a la hombre de armas de la época de Isabel, anugo de Plultp Stdney, presen-
vez bélico y virginal de Diana, sólo es problemático en un punto: sabe- tó un entertaimnent en el que figuraba la historía del ermitaño Hemeteo,
mos que Diana (Cintia, Belfebe, etc.) es una diosa lunar. Pero, ¿qué tiene que, habiendo perdido la vista, la recuperó en cuanto llegó al mejor país
que ver la reina Isabel con la luna? Un viejo simbolismo ofrece una solu- del mundo, gobernado por el señor mas ' sab"10 89.

122 123
La probable lectura de esta alegoría transparente suscitó en Bruno una gremente (una ridda). Su canción es un lúmno de agradecimiento a la
reminiscencia de su época adolescente: la égloga pastoral Dialogo di tre cie- suerte benigna que da vueltas eternamente: «La rueda cambia de direc-
chi o Cecaría del napolitano Marco Antonio Epicuro, de la que, sin duda, ción, ahora está arriba, ahora cambia; siempre están el día y la noche)>.
sabía una buena parte de memoria. En los últimos diálogos de la segunda Exíste otro himno célebre que sigue al nacimiento del llanto de la niña
parte de los Heroici fitrori, imita libremente la égloga de Epicuro, teniendo divina Anadiómena, recibida por Júpiter en los cielos. Esta Venus oceá-
en cuenta la interpretación de la ceguera del profeta que había encontra- nica es otra «estatua)> de la reina de Inglaterra, que recuerda el sexto libro
do en la obra de Juan Pico. de la Faerie Queen (1596) de Spenser, cuya referencia, más o menos trans-
Los actores de la parábola de Bruno son nueve ciegos, «estatuas)) mne- parente, es la misma corte de Inglaterra, con sus «ninfas)> y su duei'ía, la
mónicas que representan las nueve clases de amor que, por debilidad in- ]aire one.
terna o inducida desde el exterior, se inclinan hacia la sensualidad, inclu-
yendo el síndro~ne clásico del amor hereos, según la descripción de Juan Circe
Pico. Otra estatua de la memoria artificial de Bruno cierra la serie abierta
El primero es ciego de nacimiento; el segundo fue <<mordido' por la .por Acteón: es la estatua de la bruja Circe, hija del Sol y divinidad lunar
serpiente de los celos)>; al tercero lo cegó la luz inteligible cuando salía de a la vez. Representa, además, la cara terrible de la Gran Diosa de la na-
las tinieblas; el cuarto perdió la vista porque no miró más que a esta luz; turaleza, que es Diana: Circe es la que ata, Diana, la que desata; Circe es
el quinto, por haber llorado demasiado impidiendo que el rayo visual sa- la que vuelve ciego, Diana es la que cura.
liera por las pupilas; el sexto, por haber malgastado todo su humor en lá- Giovani Gentile creía que, en la obra de Bruno, Circe simbolizaba a
grimas, con lo que sus membranas oculares se volvieron opacas y ya no la Iglesia católica9(l, bajo cuyo yugo había entrado «en la bella Campanie)>
pudieron reflejar más los rayos visuales; el séptimo sufrió del mismo mal, de la que sólo podría deshacerse en el país de las ninfas británicas donde,
provocado esta vez por el terrible ardor de su corazón; el octavo, fu e gra- por decirlo de alguna manera, había recuperado la vista') <. En la época de
vemente alcanzado en los ojos por las flechas del amor lanzadas por algu- Gentile, se sabían muy pocas cosas del arte de la memoria y la gente no
na «beJla homicida>>; finalmente, la ceguera del noveno fu e provocada por veía en Bruno más que al campeón de la causa antieclesiástica. Ahora
falta de confianza en sí mismo. - bien, Circe no puede ser la Iglesia católica, puesto que no es más que una
¿Qué ocurrió? <<estatua» -bastante importante, además- en el sistema mnemónico del
Los nueve jóvenes, llenos de ímpetu, conjuran al cielo para encontrar nolano. Ella es quien posee «el sello de los sellos>>, la que dirige la me-
el amor: <<¡Oh, plazca al cielo que, en estos tiempos, aparezca como an- moria mágica y permite el cumplimiento de diversas operaciones por in-
tes, en los siglos más felices, alguna bruja Circe que, g racias a sus plantas, termedio de demonios planetarios92 •
sus minerales, sus venenos y sus hechizos, te nga el poder, o casi, de frenar Mientras que Diana re presenta el universo en su unidad, C irce es la
a la naturaleza mismah). Su ruego fue atendido y, de repente, un maravi- señora de las operaciones mágicas cuya finalidad es la de reunir las partes
lloso castillo apareció sobre el monte Circeo. Entraron y se encontraron del mundo, de relacion'arlas entre ellas. Sin Circe, Diana no existiría: el
delante de Circe, hija del Sol, dives Solis filia (Ae11., VII, 11), que los vol- remedio no existiría sin el veneno.
vió ciegos. Los nueve se pusieron en camino durante diez años seguidos ·
hasta llegar a la isla británica, al río <<Tamesil> (Támesis) donde encuentran
a las ninfas locales y les exponen su causa. Circe les ha dado un vaso pre-
cioso que sólo podrán abrir cuando hayan alcanzado «la más grande sabi-
_duría, la noble castidad y la belleza al mismo tiempo)>. Una ninfa abre el
<<vaso fatab, los nueve se tapan la vista y empiezan a bailar en cíi:·culo ale-

124 125
Segunda parte

El gran manipulador
Vinculum quippe vinculorum amor est.

Giordano Bruno, De víncu/is in genere,


Op. la t., IIl, pág. 697
Capítulo IV
Eros y magia

l. Id entidad de sustancia, identidad de operación


A Ficino pertenece la paternidad de la ecuación eros = magia, cuyos
términos, sin duda, son reversibles•. Él señaló, por primera vez., la iden-
tidad sustancial de estas dos técnicas de manipulación de los fantasma~ así
como sus procedimientos operacionales.
El amor es, evidentemente, un mago -la invención de esta fórmula
también se la debemos a Ficino (Am., VI, 10, pág. 106)-. Esto es así por-
que «toda la fuerza de la Magia se basa en el Eros. La obra de la Magia
consiste en acercar las cosas unas a otras por similitud natural. Las partes
de este Mundo, como los miembros [en el sentido de los órganos] de un
mismo animal, dependen todas del Eros que es uno; las diferentes pa¡;tes
están en relación una con otra debido a su naturaleza común. De la mis-
ma manera, en nuestro cuerpo, el cerebro, el pulmón, el corazón, el ru-
gado y los demás órganos establecen intercambios, se favorecen mutua-
mente y cada uno sufre del sufrimiento del otro. Así mismo, los miembros
de este gran animal, a saber todos los cuerpos de este mundo que de-
penden el uno del otro, comunican entre sí y se transnúten sus naturale-
zas. De este parentesco nace el Eros, que les es común; de este Eros na-
ce su acercamiento mutuo: y en esto consiste la verdadera Magia)) (ibid.).
Lo que significa ·que, siendo la sustancia, donde se producen las ope-
raciones tanto del eros como de la magia una sustancia única, el p11ewna
universal (ver cap. V), estas dos técnicas quedan fuertemente emparenta-
das e incluso son idénticas. Además, el eros es el que, al presidir en todas
las actividades espirituales, asegura la colaboración de los sectores deluni-
·verso. Este último está animado por el riúsmo pneuma en todas sus partes,
desde las estrellas hasta la brizna de hierba más humilde. Amor es el nom-
bre que se otorga a la fuerza que asegura la continuidad de la cadena inin-
terrumpida de los seres; pt~ermw es el nombre que se otorga a la sustancia

129
..

común y única que establece entre estos seres una relación mutua. Gra- que el tema de la magia erótica es el más apropiado para asegurar la conti-
cias al eros, y debido a él, la naturaleza entera se transforma en una gran nuidad de lo que estamos expo niendo. Empezamos a tratarlo aquí avi-
maga (ibid. , pág. 107). sando de que sólo podremos profundizar en él después de analizar el
Si la magia es amor, su inverso no es menos cierto. Las ecuaciones ma- mecanism o y las fuentes de la magia pneumática (ver cap. V). Los prin-
temáticas siempre son recíprocas y transitivas. Las ecuaciones filosóficas cipios de funcionamiento de esta última ya han sido enunciados, a gran-
no siguen la misma ley. Sin embargo, en este caso la identidad sustancial des rasgos, en las páginas anteriores. Para sacar provecho de la compren-
que permite presentar estos dos términos en una misma ecuación tam- sión, todavía liminar, de lo que viene a continuación, se ruega al lector
bién va acompañada de una identidad operacional que consiente en in- · que lo te nga siempre presente: la magia es tilla operación fantástica que saca
vertidos: el amor es a su vez magia puesto que sus operaciones son idén- partido de la co11tinuidad del p11euma individual }' del p11euma universal. Más
ticas a las operacio nes mágicas. En e fecto, ¿qué hace el enamorado, con adelante, veremos de qué manera se asegura esta continuidad, y con qué
todos sus gestos, palabras, favores y obsequios, si no crear una red m ágica medios los magos confian poder g ranjear la colaboración de las presen-
alrededor del objeto de su amor? (ibid.). Todos los medios de persuasió n cias sobrenaturales. Más allá de esta nor ma común a todas las magias, la
que pone en fun c ionamiento son otros tantos m edios mágicos cuya finali- magia erótica prese nta o tros aspectos, c uya mode rnidad es desconcertan-
dad es atar al otro. Ficino mismo utiliza, en una ocasión, el térnuno rete, te, y que necesitan ser tratados aparte. Bruno fue el primero que investi-
que significa «malla» o «red)). Hablando con propiedad, se puede decir que gó el concepto de magia hasta sus últimas consecuencias, considerando $!S-
el amante y el mago hacen lo mismo: lanzan sus «redes•> para apoderarse ta «ciencia» como un instrumento psicológico inf.1lible para manipular a las
de ciertos objetos, para atraerlos y arrastrarlos hacia ellos. masas como se manipula al individuo humano. El conocimiento de los
Más adelante (ver cap. VI) tendremos ocasión de analizar el vocabula- «vínculos» (vinwla) apropiados, le pernl.Íte al mago realizar su sueño de
r io de la m agia: el término ficiniano rete (<1red))) no hace m ás que reto- Dueño universal: podrá disponer como quiera de la naturaleza y la so-
m ar otros vocablos acreditados, como illex, illecebra o esca, que significan cie dad humana. Sin embargo, esta operación resulta estar expuesta a unas
casi lo mismo: «cebo». Al igual que un cazador, el enamorado y el mago dificultades prácticamente insalvables.
- el mismo enamorado de la naturaleza, de D iana, dir?a Giordano Bruno-
tienden sus redes, instalan sus cebos y sus señuelos fantásticos para hacer- 2. Man.ipulac ión de la s masa s y lo s individuos
se con una caza muy preciada. Evidentem ente, la calidad y las dimensio- De vinwlis i11 genere («D e los vínculos e n generah>), de Gio rdano Bru-
nes de la caza son variables. El enamorado despliega sus talentos para ob- no, pertenece a estos escritos oscuros cuya importancia en la historia de
tener el control del aparato pneumático del amado2 • En cuanto al mago, las ideas supera de buen trecho la q ue tienen ciertas obras célebres. Por la
tanto puede ejercer su influencia sobre los objetos, los individuos y la so- franqueza, e incluso el cinismo, q ue demuestra en el análisis de su mate-
ciedad humana, com o invocar la presencia de los potentes seres invisibles, ria, podría compararse al Prf11dpe de M aquiavelo; además el te ma de las
los de m onios y los hé roes 3, cuando espera obtener de ellos algún benefi- dos obras está emparentado: la de Bruno se interesa por la manipulación
cio. Para pode r actuar en este sentido, debe acumular el conocimiento de psicológica en general, la de Maquiavelo se ocupa más especialmente de
las redes y los cebos que tiende para alcanzar el efecto deseado. Esta ope- la manipulación política. Pero (¡qué pálido y ridículo se ve, hoy en día,
ración se llama, según Giordano Bruno, «vinculan> (vincire), y sus proce- al príncipe-aventurero maquiavélico comparado al mago-psicólogo de
dinuentos recibe n e l nombre genérico de «vínculos•> (vincula). Sólo Gior- Bruno! La popularidad del Prfncipe ha favorecido su consideración du- ·
dano Bruno lleva la doctrina de la identidad entre el amor y la magia rante sucesivos siglos, y le ha llevado, recientem ente, hasta la moderna
hasta sus últimas consecuencias. teoría del «Príncipe)) -el partido comunista-lanzada por A. Gramsci. Iné-
Como hemos dedicado la primera parte de nuestro trabajo a los fan- dito hasta una fecha tardía, poco leído y siempre mal e ntendido, el De
tasmas del eros y, en cierta medida, a la memoria artificial, consideramos vinwlis in genere es sin e mbargo el escrito que merecería ocupar, hoy en

130 131
día, el verdadero y único puesto de honor entre las teorías de manipula- día podemos apreciar lo mucho que el De vinculis supera al Príncipe, tan-
ción de las masas. Sin saberlo, los trusts de inteligencia que dominan el to por su profundidad COIJlO por su actualidad e importancia: hoy e n día,
mundo se han inspirado en él: han llevado a la práctica las mismas ideas ya ningún j efe político del mundo occidental· pensaría en actuar como el
de Bruno. Podría existir una cierta continuidad ya que Bruno parece ha- Príncipe de Maquiavelo, pero, e n cambio, podría utillzar los recursos de
ber ejercido su influencia sobre el movimiento ideológico, a principios persuasión y manipulación tan sutiles como los que los trusts de inteli-
del siglo XVII, conocido bajo el nombre de rosacruz, cuya repercusión fue gencia son capaces de poner a su disposición. Para comprender y poner
enorme4 • Pero, por lo que sabemos, no ha existido, ni antes de Bruno ni de relieve la actualidad del De r!Ínculis, deberíamos estar informados acer-
después de él, ningún autor que haya tratado esta materia bajo su aspec- ca de la actividad de estos trusts, de los ministerios de Propaganda; debe-
to empírico, dejando de lado cualquier consideración de orden ético, re- ríamos poder echar un vistazo a los manuales de las escuelas de espiona-
ligioso o social. De hecho, a nadie se le hubiera ocurrido tratar un tema je, aunque ya podamos hacernos una idea de lo que contienen viendo lo
como éste desde el p11nto de vista del mismo manipulador, sin poner prime- que, a veces, se trasluce de estas organizaciones cuya finalidad ideal es ga-
ro, como principio fundamental de su investigación, algún derecho divi- rantizar el orden y el bienestar común, allá donde ya existe.
no o humano intangible en el nombre del cual la manipulación estaría El Príncipe de Maquiavelo era el antepasado del aventurero político
condenada. ' · cuya figura está desapareciendo. Por el contrario, el mago del De vitrculís
En el siglo XIX, podemos encontrar, claro está, a unos ideólogos co- es el prototipo de los sistemas impersonales de los medios de comunica-
mo Karl Marx o Friedrich Engels que creen que la religión es como un ción, de la censura indirecta, de la n,1anipulación global y de los trusts que
«opio para el pueblo». En este sentido, además, sólo repiten un enuncia- ej ercen su control oculto sobre las masas occidentales. Desde luego, no es
do del De vitw~lis bruniano donde la religión está considerada únicamente e l modelo seguido por la propaganda soviética porque a esta última le fal-
en su calidad de instrumento de manipulación de las masas. Pero, mien- ta la sutileza que tan bien se aplica en Occidente. Por el contrario, el ma-
tras que Marx y Engels tienen unos ideales humanitarios y utópicos, go de Bruno es del todo consciente de que, tanto para atar a las masas co-
Bruno no manifiesta ninguna preocupación por salvaguardar la dignidad mo para atar a un individuo, debe tener e n cuenta toda la complejidad de
humana: el único derecho que tiene ante sus ojos no pertenece ni a Dios las expectativas de los sujetos, y debe crear la ilusión total de que está
ni a los hombres, sino al mismo lllal'1ip11lador. ofreciei1do uttiwiq11e smun. Por esta razón, en la manipulación bruniana se
Hacia finales del siglo X IX, G. Le Bon sentó las bases de la disciplina necesita tener un conocimiento perfecto del sujeto y sus deseos: sin te-
llamada <<psicología de las masas» (Psychologie des jo11les, editado en 1895). nerlo, no puede haber ningún <<vínculo>>. También por esta razón, el mis-
Más tarde, Sigmund Freud la desarrolló en su obra Psicología de las masas mo Bruno admite que se trata de una operación extremadamente dificil
y análisis del yo (1921) que tuvo grandes repercusiones. Pero tanto Le Bon que sólo puede realizarse desplegando unas facultades de inteligencia,
como Freud terúan por objetivo determinar cuáles son los mecanismos perspicacia e intuición que estén a la altura de esta labor. Su complejidad
psicológicos que actúan dentro de una masa y dirigen su composición, y en nada queda disminuida porque la ilusión debe ser perfecta para satis-
no enseñar c6mo dominar 11na masa. La ciencia, con sus escrúpulos de or- facer las múltiples expectativas que se ha propuesto. Cuantos más cono-
den moral, se niega a seguir un punto de vista que gustosamente deja a cimientos tenga el manipulador sobre aquellos que quiere <<vincular», ma-
cargo del hombre político (de un AdolfHitler, autor del Mein Kampf, por yor serán sus probabilidades de éxito puesto que sabrá escoger el
ejemplo). Se deja al Príncipe lo que le pertenece, aunque después se momento propicio para crear el vinwlum.
proteste -como lo hizo Freud- contra los abusos de un Stalin y el <<nue- Vemos que la magia erótica bruniana se propone ofrecer a un mani-
vo orden>> establecido en la Unión Sovié'tica. pulador los medios para que controle a unos individuos aislados así como
Toda la humanidad ha oído hablar del Príncipe de Maquiavelo, y nu- a unas masas. El supuesto fundamental es que exjsre un gran instrumef!-
merosos políticos se han esforzado en seguir su ejemplo. Pero sólo hoy en to de manipulación: el eros en su sentido más amplio, aquello que se quie-

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re, que va desde el placer 6sico hasta las cosas más insospechadas, pasan- meno artificial puede comprobarse cada día cuando los individuos o las
do probablemente por la riqueza, el poder, etc. Todo puede. definirse en cosas que vemos provocan espontáneamente nuestra simpatía o antipatía,
relación con el eros, puesto que la repugnancia y el odio sólo represen- repugnancia o atracción (ibid., pág. 447).
tan el lado negativo de la misma atracción universal: «Todos los afectos y La vista y el oído sólo son las puertas secundarias por las que el <<ca-
vínculos de la voluntad se reducen y se refieren a dos: la repugnancia y el zador de almas)) (animamm venator), el mago, puede introducir sus «víncu-
deseo, o el odio y el amor. Sin embargo, el odio se reduce él mismo al los>> y sus cebos (De vinwlis in genere, 111, pág. 669) . La entrada principal
amor, y por ello resulta que el único vínculo de voluntad es el eros. Está (porta et praecipuus aditus) de todas las operaciones mágicas es la fantasía (De
demostrado que todos los otros afectos que una persona puede sentir só- Magia, 111, pág. 452); ésta es la única puerta (sola porta) de todos los afec-
lo son, tanto formalmente como fundamental y originalmente, amor. Por tos, o afecciones, internos y es el «vÍnculo de los vínculos» (vinculum vin-
ejemplo, la envidia es amor de alguien por sí mismo, y no soporta ni la clllomm) (ibid., pág. 453) . La fuerza del imaginario se multiplica por dos
superioridad ni la igualdad del otro; el mismo principio se aplica a la cuando interviene la fac ultad cogitativa porque ésta es capaz de subyugar
emula'ción. La indignación es amor por la virtud [...); el pudor y el mie- al alma (ibid.). Sin embargo, el <<vínculo)) tiene que pasar obligatoriamen-
do [verewndia, tinwr) no son más que amor por la honestidad y p~r lo que te por la fantasía porque «no hay nada en la razón que no haya sido ante-
da miedo. Se puede decir lo mismo para los otros afectos. Por lo tanto, el riormente percibido por los sentidos [quod prius 1Wf1 Juerit in sensu}, y no
odio no es más que amor por el contrario o por lo opuesto, y así mismo, hay nada que, partiendo de los sentidos, pueda llegar hasta la razón sin
la ira sólo es una especie de amor. Para todos aquellos que están destina- pasar por la fantasía» (Theses de Magia, XLIII , vol. 111, pág. 481).
dos a la fllosofia o a la magia, es del todo evidente que el vínwlo más ele- Exceptuando al manipulador, porque se supone que puede ejercer un
vado, más importante y el más general [vinculu111 summum, praecipuum et gerze- control absoluto (por Jo menos teóricamente) sobre su propia imagina-
ralissimum] pertenece al eros: lo que explica que los platónicos llamaran al ción, el común de los mortales está sometido a unas fantasías descontro-
amor el gran demotúo, daemon magmtS>> 5• ladas. Sólo las profesiones especiales (como la del poeta o artista) exigen
La acción mágica tiene lugar por un contacto indirecto (virttwlem seu po- la aplicación voluntaria de la imaginación; para los demás, el campo de la
tentialem), a través de sonidos y figuras que ejercen su poder sobre los sen- imaginación queda abierto a cualquier causa externa. En este caso, hay
tidos de la vista y el oído (Th eses de Magia, XV, vol. III, pág. 466). ~)asa n­ que distinguir entre las fantasías provocadas por una acción voluntaria del
do por las aberturas de los sentidos, imprimen en la imaginación ciertos sujeto, pero de otro orden, y las f:·mtasías cuyo origen está en otra parte.
afectos que son de atracción o repulsión, de goce o repugnancia (ibid.). Estas últimas, a su vez, pueden haber sido provocadas por los demonios,
Sonidos y figuras no han sido escogidos sin falta de criterio: provie- o inducidas por una voluntad humana (De Magia, 111, pág. 449).
nen del lenguaj e oculto del espíritu universal (De Magia, 111, pág. 41 1) . Ésta sería la voluntad del manipulador, que debe ser de tipo especial.
Entre los sonidos, el manipulador debe saber que las armonías trágicas En efecto, Bruno avisa a cualquier operador de fantasmas -en este caso al
provocan más pasiones que las cómicas (ibid., pág. 433) porque son capa- artista de la memoria- para que regule y controle sus emociones y sus
ces de actuar sobre las almas que dudan (ibid., pág. 411) . En este caso tam- fantasías de manera que, creyendo ser su dueño, no sea, por el contrario,
bién, hay que tener en cuenta la personalidad del sujeto: se puede influir la víctima de sus habilidades. «Procura no transformarte de operador en
fácilmente a ciertas personas, pero otras reaccionan de manera inespera- instrumento de los f.·mtasmas)): éste es el mayor peligro que el discípulo
da a la magia del sonido. Éste es el caso de aquel emperador bárbaro que tiene ante sí (Sigillus sigillorum, 11, 2, pág. 193). El verdadero manipulador
al oír una música instrumental muy sofisticada creyó que se trataba de re- debe ser capaz de «ordenar,-corregir y disponer la f.'lntasía, componer sus es-
linchos de caballos (ibid., pág. 433). pecies según su voluntad>> (Theses de Magia, XLVIII , vol. 111, pág. 485).
A su vez, las figuras son capaces de provocar la amistad o el odio, la . Parece ser que el hombre está dotado de un cerebro extremadamente
pérdida (pernicies) o la disolución (ibid., pág. 411) . De hecho, este fenÓ'- complejo y desprovisto de cualquier tipo de dispositivo especial que le

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permita analizar los estímulos según su lugar de origen: resumiendo, no los (villwilll/1 vinwlomm); de él provienen todos los demás: la esperanza, el
es capaz de distinguir directamente entre las informaciones oníricas y las amor, la religión, la piedad, el miedo, la paciencia, el goce [...J, la indig-
que le transmiten los sentidos, la imaginación de lo tangible6 • Bruno exi- nación, el odio, la ira, el desprecio etc. [...]•> (Theses de Magia, Llll, vol. III,
ge del operador una labor sobrehumana: primero debe guardar inmedia- pág. 490). <<Es necesario que el operador posea una fe activa y el sujeto de
tamente y sin equivocarse las diferentes irúormaciones según su origen y, la operación una fe pasiva. Esta última, sobre todo, es un requisito para
después, debe hacerse completamente inmune frente a cualquier emo- cualquier suj eto, porque sin ella, ningún operador, ya sea natural, racio-
ción provocada por causas externas. En definitiva, se supone que ya no re- nal o divino, puede desempeñar nada [...]>> (ibid.).
acciona ante ningún estímulo externo. No debe dejarse conmover ni por Resulta evidente que los ignorantes serán las personas mejor dispues-
la compasión, ni por el amor del bien y de lo verdadero, ni por nada, para tas a dejarse convencer por los f.·mtasmas de la teología y los de la medi-
evitar ser «vinculado)) a su vez. Para ejercer el control sobre los demás, hay cina: «Vincular {villcirc] a estas personas resulta todavía más tacil cuantos
que estar protegido ante cualquier control que venga de los demás (711e- menos conocimientos tienen. En ellos, la fuerza del alma se dispone y se
ses de Magia, XLVIII). abre de tal manera que deja el paso libre a las impresiones provocadas por
Con una lucidez extraordinaria, Druno expone una clara distinción las técnicas del operador, abriendo así ampliamente aquellas ventanas que,
entre la teología (con los fundamentos de la moral que era, no lo olvide- en otras personas, siempre se mantienen cerradas. El operador tiene libres
mos, una materia exclusivamente teológica) y la <<especulación laica•> (ci- las vías para crear todos los vínculos que quiera: la esperanza, la compa-
vilis speculatio), para la cual se ofrece personalmente como representante. sión, el miedo, el amor, el odio, la indignación, la ira, la alegría, la pacien-
Para la teología hay una religión verdadera y creencias falsas, hay un bien cia, el desprecio de la vida, de la muerte, de la fortuna [...)» (De Magia,
y un mal, y en g ran parte tienen una naturaleza ideológica. En estas con- 111, págs. 453-454). El hecho de mencionar al profeta junto al mago y al
diciones, no se puede realizar ningún tipo de manipulaci611 de los indivi- médico, no es una casualidad. La consecuencia más evidente de las espe-
duos ni de las masas, sino que se trata más bien de cumplir una misión culaciones de Bruno consiste en que toda religión es una forma de ma-
cuya finalidad es convertir a la única verdad. Por el contrario, para Bru- nipulación de las masas. Utiliza~do técnicas eficaces, los fundadores de
no, sólo e>.'Íste un principio válido, sólo hay una verdad: todo es mallipula- religiones han sabido influir, de una manera duradera, en la imaginación
ble, no existe nadie e11 absoluto que pueda librarse de las relaciones i11tersubjetivas, de las masas ignorantes; han podido canalizar sus emociones y utilizarlas,
ya sea un manipulador, un manipulado o un instrumento (De vi11wlis, Lll , provocando sentimientos de abnegación y autosacrificio que no hubieran
pág. 654). Incluso la teología, la fe cristiana y cualquier otra fe sólo son manifestado de manera natural.
convicciones de masas instauradas por oper;~ci ones de magia. Enunciados como éste se prestan con f.1cilidad a los malentendidos; el
Para que salga con éxito una operación - Bruno no se cansa nunca de más común sería considerar que Bruno realiza aquí una crítica sociológi-
decirlo-, tanto el operador como los sujetos deben estar plenamente con- ca de la religión. Y en verdad, Bruno se sitúa más lejos de la religión que
vencidos de su eficacia. La fe es la condición previa de la magia: «No exis- de la teología, a la que no intenta «desenmascarar)), sino que únicamente
te operador ~ea mago, médico o profeta- que pueda desempeñar nada procura mirarla desde un punto de vista operativo más amplio. No con-
si no existe una fe previa en el sttiC..'tO>> (De Magia, 111, pág. 452); lo que dena en absoluto a la reügión en nombre de unos principios humanita-
también explica la frase de Hipócrates: «El médico más eficaz es aquél en rios que le son completamente aje nos. De hecho, no se inte resa por la
quien más gente confia>> (ibid., pág. 453). <<El primer fundamento de la religión en sí, sino por la manera que emplea cualquier religió n para ins-
unión universaJ [...) es que haya credulidad no solamente en nosotros, los taurarse, siempre y cuando, por un lado, las masas estén dispuestas a acep-
que operamos, sino también en los pacientes. Ésta es la condición nece- tarla y, por otro, el mensaje sea conveniente y tenga la capacidad de rea-
s·a ria ya que sin ella no se puede obtener nada [...)>> (De Magia mathemati- lizar la conversión de las masas. En cuanto al manipulador, será todavía
ca, VI, vol. III, pág. 495). <<La fe es el mayor vínculo, el vínculo de los víncu- más persuasivo, más firme en su fe y en su fuerza de convicción, cuando

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consiga apagar en él y en los demás la philautía, el amor por uno mismo, vínculos duraderos cuya finalidad es someter al individuo, o al grupo, a la
el egoísmo (De vincujis, lll, págs. 652, 675). Todo es manipulable, enseña voluntad del manipulador.
Bruno; pero el manipulador no tiene derecho a utilizar su poder sobre las El postulado de esta operación es que nadie puede librarse del círcu-
masas con fines egoístas. Además, parece ser qu~ la existencia del amor lo mágico: cada persona o bien está manipulada, o bien es un manipula-
propio en el sujeto facilita de alguna manera la creación de «vínculos». dor. Para poder ejercer sus técnicas, después de conseguir un dominio ex-
De manera general, resulta más facil ejercer una influencia duradera traordinario sobre su propia fantasía, y habiendo dejado de lado su amor
en las masas que en un individuo. Para las masas se emplean unos vfnw- propio, que le hacía vulnerable frente a las adulaciones y las injurias de
los que son de orden más general. En el caso ele un individuo, es necesa- los demás, el manipulador se dedica a conocer y penetrar, gracias a la in-
rio conocer primero muy bien sus placeres y sus fobias, lo que suscita su tuición, tanto las propiedades como las reacciones y las emociones del su-
interés y lo que le deja indiferente: <<Resulta, en efecto, más facil mani- jeto que quiere vincularse. Como si fuera un espía que quiere hacerse
pular {vincire] a varias personas que a una sola» (ibid., pág. 688) . con los documentos necesarios para un futuro chantaje erótico, el mago
Sin duda alguna existen diferentes categorías de edad, de fisonomía debe recoger todos los indicios que le permitan enmarcar a su sujeto en
etc., en las que cada individuo puede encontrar su sitio, pero, general- alguna categoría. Ésta es una labor dificil, pero una vez realizada, da lu-
mente, hay que tener en cuenta la diversidad de las disposiciones de ca- gar a los movimientos del vinwlum, que son cuatro: el primero es la apli-
da uno y, por lo tanto, considerar la diversidad de los «vínculos» que se le cación del vínculo (iniectio sett invectio), el segundo es el vínculo propia-
pueden aplicar. No existe una correspondencia perfecta entre dos indivi- mente dicho (ligatio seu vinwlum), el tercero es la atracción que resulta de
duos (ibid., pág. 646) . ello (attractio) y el cuarto es el goce del objeto que ha provocado toda esta
Los diferentes individuos son manipulables según diversos criterios: la operación (co¡mlatio quae fmitio dicitur). Se trata evidentemente de un vín-
belleza que subyuga a Sócrates no subyuga a Platón, la multitud tiene otras culo erótico que se consuma «por todos los sentidos con los que se ha
preferencias que las de los elegidos, Jos machos tienen otros gustos que las creado el vínculo [...]. Por esta razón el amante quiere trasponerse todo
hembras, ciertas personas tienen predilección por las vírgenes mientras él en el amado: por la lengua, la boca, los ojos etc.>> (De vinculis, pág. 642).
que otras prefieren a las mujeres faciles (ibid., pág. 639) . Lo que no varía El vínculo llega hasta el sujeto (<por el conocimiento en general, vincula
en todo esto es la calidad del <<VÍnculo de los vínculos», el eros (o la vo- por el afecto en general, actúa por el goce en general» (ibid., pág. 641).
luptuosidad y, en otros sitios, la f:1ntasía, lo que viene a ser lo mismo). ¿Cuál es el objetivo de esta descripción del vinwlum cupidinis, del víncu-
lo libidinal? Esta pregunta resulta ser más compleja de lo que parece por-
3. Vinwh11n viuculorttm que el tratado bruniano, en más de una ocasión, no resulta ser muy ex-
. La fórmula <<vÍnculo de los vínculos>>, Bruno la aplica -ya lo hemos plícito, ni mucho !nenas. Como ya le hemos dado una respuesta, todavía
VISto- a tres cosas distintas: el eros, la fantasía, la fe. Ciertamente, como nos queda justificarla.
sabemos que el eros es una operación fantástica, podemos reducir la lista Una primera posibilidad sería que Bruno, al tratar del amor como si
a dos términos. Después, aprendemos que la fe sólo puede formarse y fuera un vínculo natural, estuviera elaborando su fenomenología no tan-
prosperar en el terreno de l:i imaginación; lo que viene a significar que, to con la finalidad de manipular, sino más bien para establecer un para-
en el fondo, el vinculttm vinwlomm es el sintetizador receptor y productor digma válido para c ualquier otro vínculo artificial, mágico. Efectivamen-
de L'lntasmas. te, en ningún momento dice expressis verbis que la finalidad del operador
Sin embargo, Bruno suele reservar esta fórmula para describir la fuer- sea explotar lo que se llama «las debilidades humanas>>, las disposiciones
za extraordinaria del eros, daemou magnus, que preside todas las activida- libidinales por naturaleza.
des mágicas. Estas últimas sólo son, finalmente, una explotación extre- a
Varios factores se oponen esta hipótesis; ya hemos mencionado al-
madamente hábil de las propensiones y actitudes individuales, para crear brunos, pero todavía queda explicitar el más importante. En efecto, el ver-

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bo' vincire, «vincular)), está utilizado en contextos donde su significado ac- «para vincular y liberar de cualquier manera)). Queda pues bien claro que
tivo, operativo, no deja la menor duda: «Aquel que posee la razón uni- la actividad del operador comprende no tan sólo el ejercicio ?e una in-
versal, o como minimo la naturaleza, la disposición, la actitud, el uso y la fluencia mágica sino tarilbién el contrario, a saber la liberación de los
finalidad de esta cosa particular que debe vincular, sabrá vincular [villcíre vínculos que hacen sufrir al paciente.
ergo twvit}» (íbid., pág. 659; cf. también pág. 638). Este fragmento parece En conclusión, el tratado De vinwlis in genere debe ser considerado co-
ofrecernos la clave del tratado bruniano, porque ¿qué es sino el análisis de mo un manual práctico para magos que les sirve para aprender a mani-
las disposiciones y propiedades de las «cosas a vincular», de las particulares pular a los individuos según sus disposiciones afectivas, para mantenerse
res vi11ciendae? ' ellos mismos al margen de cualquier influencia peligrosa del eros y para
Una segunda hipótesis, todavía más caduca, seria que Bruno está sen- curar a los pacientes víctimas de un poderoso hechizo erótico.
cillamente describiendo la fenomenología del eros, como Ficino y Juan La idea fundamental del tratado es que «el amor domina todo ·el mun-
Pico. Se opone a esta hipótesis la idea fimdamental del tratado que que- do>>, que «entre los vínculos, el más fuerte es el de Venus)) (ibid., pág. 696) :
·da recogida en el título: no se trata de Jos mecanismos abstractos del eros el eros <<es el dueño de todo el mundo: incita, dirige, regula y modera ca-
sino de los vincula, de la producción de los vínculos que se encuentra con- da persona. Todos los demás vínculos se reducen a éste, como se ve en el
siderablemente simplificada porque todos los «vínculos>} se reducen al reino animal donde ninguna hembra ni ningún macho admiten cualquier
vincul11m erótico. Es pues cierto que la fenomenología del eros es un pa- otro rival, olvidándose incluso de comer y beber, y desdei'íando hasta la
radigma de los vinwla in genere; pero éstos son· unos vínculos mágicos que vida misma [.. .}>> (ibid.). En conclusión, vinculum qttippe vi11culorum amor
utiliza el manipulador para manipular a los individuos o asociaciones de est, (en efecto, el vínculo de los vínculos es el amor) . Y también: <<Todos
individuos. los vínculos se refieren al vínculo de amor, ya sea porque dependen de
Una tercera hipótesis, que no pone en cuestión la idea de manipula- él, ya sea porque se reducen a él». «EL amor es el fundamento de todos
ción, consiste en decir que el conocimiento de la fenomenología erótica los afectos. Aquel que no quiere nada, no tiene nada que temer, ni nin-
le sirve, al operador, no tan sólo para ejercer su influencia sobre el mun- guna expectativa, ni razón para presumir, atreverse, despreciar, acusar, ex-
do exterior sino también para obtener una inmunidad petfecta en relación cusar, humillarse, igualarse, encolerizarse. En definitiva, n ada de ningún
con los <<VÍnculos>> de cualquier tipo. Esto es muy probable, y vendría a de- modo puede afectarle>> (ibid., pág. 684). Este último es, evidentemente, el
cir que el operador bruniano es aquel que sabe todo sobre el amor, para manipulador en persona que, al ejercer un control absoluto sobre la esfe-
aprender a no amar. En efecto, el que ama está vinculado: «El amor ~le! ra del eros, ha sabido resguardarse de todos los vinwla, de todas las tram-
amante es pasivo, es un vínculo. El amor activo es otra cosa, es una fuer- pas que tiende e,l amor.
za activa en las cosas, y es el que vincula [est ille qui vincít]» (ibid., pág. 649). ¿Qué es el vinculum?
La cuarta y última hipótesis, que tampoco pone en cuestión la capa- Es, evidentemente, Ja belleza e n su sentido 111ás amplio. Pero esta belle-
cidad del operador para provocar los vínculos de amor o para defenderse za que vincula no consiste en una cierta proporción de los miembros' . Se
contra ellos, sería que Bruno tenía la intención de proporcionar a su dis- trata de una <<razón incorpórea>> que difiere según las disposiciones de ca-
cípulo-lector los conocimientos médicos que le 'Servirían para tratar sin da uno. Puede ocurrir que una joven de belleza perfecta guste menos que
prejuicios los problemas eróticos y poder «desvincular», o romper los otra que, teóricamente, es menos bella. Esto se explica por una correspon-
vincula imaginarios que atasen a sus pacientes. En ciertos casos, parece dencia secreta (ibid., pág. 641) entre el enamorado y el objeto de su amor.
muy probable que así sea; lo confirmaría el uso del verbo exsolvere, antó- ¿Cómo funciona el vinwlum?
nimo de vincíre, que aparece al lado de este último (ibid., pág. 675) . El Obviamente lo provoca la fantasía, que tiene su autonornia y su reali-
. fragmento es interesante porque indica que el estado de disponibilidad dad: «La fantasía es verdadera, actúa realmente, puede ejercer realmente
del sttieto es muy importante ad quomodolibet vincíendum et exsolvendum, una fuerza sobre el objeto1> (ibid., pág. 683). También penetra e n el suje-

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to por la <<puerta de la imaginación». Alcanza la facultad cogitativa, de- sidad en sí; no piensan en la propagación de la especie (ibid., pág. 677).
termina la afectividad e induce al sujeto al goce (ibid., pág. 641). La vista La fisonomía también permite al operador situar al sujeto en una ca-
tiene un papel esencial en esta operación y, a menudo, el amante langui- tegoría erótica. Por ejemplo, las personas que tienen tibias débiles y vi-
dece al no poder ver el objeto de su amor (ibid., pág. 648). gorosas, una nariz prominente y corva, que se parecen por completo a un
La parte más interesante del tratado bruniano está dedicada a los tipos macho cabrío, pertenecen a la especie de los sátiros, que son propensos a
de vincula. Son muy numerosos porque el afecto, que cada uno reparte a los placeres venéreos. Sus afectos no son duraderos y su ardor no tarda en
los que le rodean, varía según su destinatario: «El vínculo es otro cuando calmarse (ibid., pág. 678) .
abrazamos a los hijos, al padre, a la hermana, a la mujer, a la amiga, al A la gente de buena condición social, le agrada recibir honores y ala-
juerguista o al amigo» (ibid., pág. 646) . «El semen es de diferentes tipos, banzas. Sus aduladores lo tendrán facil, siempre y cuando no exageren.
Venus es de diferentes tipos, el amor es de diferentes tipos, los vínculos Les bastará con «realzar las virtudes mediocres, atenuar los vicios, excusar
son de diferentes tipos>> (Multiplex semen, multiplex M?nus, multiplex amor, lo inexcusable y transformar los defectos en cualidades•> (ibid., pág. 646)
multiplex vinculum; ibid., pág. 651). «La hembra se une a una hembra, el para «vincular» a su jefe (ibid., págs. 646, 666).
niño se une a un niño, el m acho se une a un macho, el macho se une a Finalmente, existen goces psíquicos, fisicos o los dos juntos (ibid.,
una hembra, el hombre se une a los superiores, a los iguales, a los infe- pág. 645); hay un amor natural y un amor abstracto practicado por el -her-
riores, a las cosas naturales, a las cosas artificiales. Las cosas se uneh a las mita masturbans (ibid., pág. 644). Junto a estas generalidades, Bruno tam-
cosas (...]>> (ibid.). En principio, el hombre es más libre que el animal pa- bién enuncia algunas reglas muy crípticas sobre el control de la sexuali-
ra escoger los «vínculos>>: una yegua no. creará ningún problema para en- dad; aho ra intentaremos interpretarlas.
tregarse a un caballo cualquiera; por el contrario, una mujer no se ofre-
ce a cualquier hombre (ibid., pág. 648). 4. Eyaculación y retención de l semen
Aunque sea prácticamente imposible determinar con exactitud la na- Algunos fragmentos del De vinwlis son especialmente interesantes
turaleza de los «vínculos>> capaces de atraer a tal o cual, existen algunas porque parecen indicar que la magia bruniana no desconocía la práctica
reglas generales que permiten clasificar a los sujetos por la edad, el tem- del coi'tus reservatus. Ahora bien, se sabe que esta práctica era el patrimo-
peramento, la fisonomía y la co~dición social. Estas categorías facilitan la nio de los taoístas en ChinaH, y de los yoguis tántricos en India y en el
elección del tipo (genere) de «vínculo>>, pero no son suficientes para esta- Tíbet9 • Sería una gran sorpresa descubrir que no era una práctica desco-
blecer su especie. nocida en Occidente.
Por ejemplo, el niño es menos sensible a las seducciones eróiícas. Só- Sin embargo, estos fragmentos de Bruno son tan lapidarios que habrá
lo al alcanzar su decimocuarto año de vida es susceptible de responder a que considerarlos muy detenidamente para establecer su significado sin
los estímulos eróticos. La gente madura es la más vulnerable porque su alterarlo. Como sólo se trata de algunas frases, podemos, excepcional-
fuerza genital está más desarrollada, y entre ellos, sobre todo los adoles- mente, omitir la regla general seguida en este libro, para ofrecer al lector
centes porque para ellos el eros representa una nueva experiencia, desea- la posibilidad de consultar él mismo el texto latín:
da durante mucho tiempo, y también porque, al ser más estre'cho su mea-
to genital, el placer erótico es más intenso (ibid., págs. 676-677) . Jactu se111i11is vincula relaxantur, rctelllione vero intendrmtur; taliter dcbct qffectris qui
Entre Jos cuatro temperamentos, los melancólicos son los que más se ex- viucire vult, qualiter qui vincere de~et. Propterea i11 co11.viviis et post co11vivia inspirare in-
ponen a padecer las seducciones de la voluptuosidad puesto que están do- troducitur in ossibus ignem Cupido. Vide. Continentia est priucipium vi1wtli, abstinen-
tados de una gran f.1ntasía, capaz de imaginar todo tipo de placer erótico. tia praewrrit famem, haec melir~s cibum attrahit [La eyaculación del semen relaja los
Pero esta aptitud para la especulación y la contemplación los hace más ines- vínculos, mientras que la retención los fortalece. Aquel que quiere vincular de-
tables en el nivel-afectivo. Además, los melancólicos persiguen la voluptuo- be desarrollar los mismos afectos que aquel que tiene que ser vinculado. Por es-

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ta razón, cuándo durante los banquetes o después de los banquetes estamos enar- be quedar hechizado por el eros? Como ya sabemos gue el operador
decidos, Cupido penetra ~n nosotros. Ve. La continencia es el principio del vín- deb~ quedar libre de cualquier vínculo, es lógico considerar que le con-
culo, la abstinencia precede al hambre y ésta lleva hacia las vituallas] (De viuc., viene más dejar salir el semen para que el vínculo se debilite. Por el
pág. 645). contrario, debe procurar que el sujeto no consiga satisfacer su deseo,
porque el goce conduce a la destrucción del «vínculo>>.
Vinwlumfit ex prolífico semine quod ad act11111 51111111 mpit11r, 11iti111r atque rapit; ideo De momento, todavía no hemos llegado al centro del mensaje de Bru-
hoc emissum secundru11 partem, perit secr111dum partem vinwli vis (Se establece un vín- no. Uno de los fragmentos que hemos traducido podría orientarnos: «Se
culo por el semen prolífico que es atraído, se esfuerza y atrae hacia su acto. Por establece un vínculo por el semen prolífico que es atraído, se esfuerza y
esta razón, si sólo se ha enútido en parte, la fuerza del vínculo también desapa- atrae hacia su acto>>. Muy probablemente, esto significa que cuando al-
recerá parcialmente] (ibid., pág. 663). !:,Tttien desea algo con ardor, tiene la fuerza (el poder) necesaria. para atraer
en su órbita el objeto de su deseo. Pero si deja salir el semen, la fuerza de
C11pidiuis vincula, q11ae.ante coit11111 i11te11sa emnt, modico seminis iact11 s11nt remissa su deseo disminuye y, por consiguiente, la fuerza del <<vÍnculo>> también
et igncs tcmperati, obiecto p11lclrro uihilmrrimts eodem permamute (Los vínculos de Cu- se reduce. Por todo ello, se considera que el operador debe riforzar el víncu-
pido, que eran fuertes antes del coito, han disminuido después de la eyaculaciÓn lo, retener el esperma, porque: «aquel que quiere vincular debe _desarro-
moderada del semen, y los fuegos son templados, aunque el objeto a'tractivo no llar los rnismos afectos que aquel que tiene que ser vinculado>>. Este es el
haya dejado de existir] (ibid). ifecto trai1SÍ{ÍVO de la magia: para provocar una emociÓn O Un afecto, e] ope-
rador debe primero desarrollarlo en sí mismo, desde donde, sin duda al-
Acordemos que los apuntes de Bruno, lapidarios hasta ser ininteligi- guna, será transnútido hasta el aparato fantástico de su víctima.
bles, pueden prestarse a varias interpretaciones. Y.1 hemos enunciado una Lo que Bruno quiere decir no tiene nada que ver con las prácticas del
primera hipótesis: que se trate de una práctica de retención del esperma, corttts reservatus: sencillamente reconúenda la continencia al operador y, al
de coí"tus reservatus. Es sabido que con tal práctica, acompañada por unos mismo tiempo, que desee al sujeto con ardor. De hecho, también dice que
ejercicios de <<respiración embrionaria)), los taoístas perseguían la vitalidad «cuanto más santo se es, más f:1cultad se tiene para vincular [a los demás]»
y la longevidad. Por el contrario, se suponía que los tántricos, enmarcán- (ibid., pág. 651) . Sin embargo, también tiene que ejercer un tipo de amor
dose en una fisiología sutil mucho más sofisticada, debían provocar, con fundamentalmente diferente del amor abstracto del <<ermitaño que se mas-
el maitluma, el despertar de las energías cósmicas adormecidas para cana- turba>>. En efecto, debe cultivar con cuidado la núsma pasión que la que
lizarlas hasta el «Loto de las mil hojas)) de la parte superior de la cabeza. quiere despertar en su víctima, y a su vez tiene que procurar que sus pro-
Tanto en un caso como en el otro, el coi'tus reservatus representa uno de pios fantasmas no le posean, del mismo modo que jamás debe querer lle-
los medios indispensables para conseguir la finalidad de la· operación. gar a satisf:1cer el deseo, porque esto disminuiría la fuerza de los vínculos.
Puesto que Bruno menciona, en un tratado de magia erótica, la reten- La doctrina que establece una relación e ntre la continencia del opera-
ción del esperma, es legítimo que nos preguntemos si no se planteaba una dor y sus capacidades mágicas es muy antigua, prestigiosa y multiforme.
práctica del mismo tipo. Ya hemos visto que la medicina de la Antigüedad había establecido una
Rápidamente comprendemos que éste no es su propósito. Lo que le estrecha relación entre los cinco sentidos, la producción de voz y la se-
interesa, ya lo sabemos, es conocer la manera que permite seducir, crear creción de esperma. También para la medicina del Renacinúento, estas
vínculos y uniones. Y Bruno observa que cuando se ha conseguid~ go- dos últimas están estrechamente relacionadas ya que represe ntan las dos
zar, los vínculos se debilitan; por lo tanto, para mantener la fuerza de un únicas modalidades que permiten al espíritu salir del cuerpo de una ma-
vinculo, no hay que gozar de él. nera perceptible'0 • Es evidente que una pérdida abundante de esperma afec-
Pero ¿a quién se refiere?, ¿al operador o al sujeto que se supone de-· taría no tan sólo la voz sino también todas las demás actividades espiri-

144 145
tuales del sujeto; y, recíprocamente, hablar demasiado produciría el mis- :;;ualquier pasión, continente y disoluto. De esta manera se entiende fá-
mo efecto ••. El contrario de la pneumatorrea es la acumulación del pneu- cilmente la abundancia de oximorones en su poesía así como la conti-
ma, que se consigue practicando la continencia sexual, entre otras mane- güidad de imágenes y símbolos opuestos. De hecho, suele describir su
ras posibles. estado de ánimo como una mezcla de fuego y hielo; habiendo estudia-
Todas estas ideas están recopiladas por E M. van Helmont (1614-1698), do sus prácticas mágicas, huelga explicar por qué lo entendemos tan
hijo del célebre iatroquimista, seguidor de Paracelso, Juan Bautista van bien 14 •
Helmont (1577-1644), en su tratado Alphabeti vere naturalis Hebraici brevis-
sima Delineatio, publicado en 1657 12 : «Si no se ha dejado salir el semen, se 5 . De l a magia como psicosocio l ogía ge n eral
transforma en una fu erza espiritual que preserva las capacidades de re- Aunque la magia erótica de Bruno sea poco ortodoxa, su estudio nos
producción del esperma y aviva la respiración emitida al hablar»13• ha permitido conocer un poco mejor las consecuencias extremas a las que
Es muy probable que en su De vinwlis, Giordano Bruno esté refirién- puede llegar la identidad, tanto sustancial como operacional, entre eros y
dose a una doctrina parecida que exalta la continencia porque es capaz de magia.
crear vi11cula, vínculos mágicos. No deja de ser curioso, sin embargo, que Tendremos que volver hacia atrás para considerar nuevamente cuál pue-
sólo se trate de una continenciafisica, ya que, por el contrario, a nivel psí- de ser el parentesco entre eros y magia: ¿dónde acaba el eros?, ¿dónde em-
quico, Bruno aconseja producir fantasmas voluptuosos cuya fina lidad se- pieza la magia? Parece que la respuesta sea sencilla: en cuanto se manifies-
ría influir en el sentido interno del sujeto. ta el eros, la magia también se manifiesta. ~or esto, finalmente, la magia
En resumen: el operador de Bruno debería realizar dos acciones opues- · erótica representa el grado cero de cualquier magia.
tas. Por un lado, debe procurar no ser seducido y, para ello, debe extirpar Todavía nos queda precisar la definición de la magia como operací6n es-
de sí mismo hasta la última gota de amor, incluido el amor propio, y, por piritual. En cualquier caso, se trata de un postulado transitivo, y podemos
el otro, no está libre de pasiones. En efecto, incluso se considera que de- afirmar que toda operación espiritual es al mismo tiempo una operación
be crear en su aparato fantástico pasiones formidables, siempre y cuando mágica. Como el eros viene a ser la actividad pneumática 11atural más sen-
éstas sean estériles y se sienta desvinculado de ellas. Porque no existe otro cilla (aquella. que interviene en cualquier proceso intersubjetiva), resulta
modo para hechizar: hay que experimentar en uno mismo Jo que se que todos los fenómenos eróticos son al mismo tiempo unos fenómenos
quiere provocar en la víctima. mágicos en los que el individuo interviene en calidad de manipulador, de
Es un método algo extraño, casi increíble, pero explica muy bien los manipulado o de instrumento de manipulación.
fragmentos lapidarios del De vinwlis que hemos traducido. De hecho, las Para que un sujeto participe de las operaciones mágicas, la idea mis-
recomendaciones de Bruno, para los artistas de la memoria, en su Sígillus ma de magia no debe pasar el límite de su consciencia. De hecho, pues-
sígíllorum, lo confirman: <<excitaos1>, les dice casi textualmente, «los pue- to que ningún acto tiene lugar sin un movimiento del pneuma, se pue-
blos más predispuestos hacia los placeres eróticos [libido) y el ocüo son los de decir que toda la existencia de un individuo queda circunscrita en la
más activos» (Sig. síg., 22, vol. 11, 2, pág. 166). No puede haber memoria esfera de la magia natu~al. Y como las relaciones entre individuos están
artificial sin que haya una fu erte afectividad, sin que las imágenes vayan condicionadas por criterios <•eróticos», en el sentido más amplio de la pa-
cargadas emocionalmente. Así m.ismo, la inteligencia y la contemplación labra, resulta que la sociedad humana, en sus diferentes n iveles, no es más
superiores no pueden existir sin pasar por la pueq;l de las imágenes afec- .que obra de magia. Por mucho que no sea consciente de ello, todo ser que,
tivas (íbid., 22-23, págs. 166-167). debido a la constitución del mundo, esté integrado en un relevo ínter-
Adivinamos, sin dificultad, que el método de Bruno exigía que el subjetivo también está participando en un proceso mágico. Únicamente
operador tuviera un gran discernimiento: debía estar, al mismo tiempo, el operador puede, primero, situarse como un observador de las relacio-
«caliente)) y <<frío>>, loco de amor y ser completamente indiferente ante nes intersubjetivas porque ha entendido el conjunto de este mecanismo,

146 147
y puede realizar, simultáneamente, un conocimiento con la finalidad de brehumano. (Reconozcamos que, hoy en día, su situación sigue siendo la
sacarle provecho. misma: un cirujano nunca dirá que un psicoanalista es su <<colega>>, aun-
Todo esto recuerda curiosamente el concepto de «proceso de transfe- que tenga el diploma de médico.) · .
rencia>> estudiado por Jacques Lacan: según él, el mundo es un inmenso Como hoy en día se han especializado y delimitado las competenctas,
aparato de intercambios intersubjetivos, donde cada uno hace a su .vez el podríamos decir que los otros dos operadores de la magia bruniana (el
papel de paciente o el de analista. En cuanto al facultativo, aunque Lacan mago, propiamente dicho, y el profeta) han desaparecido. Es más proba-
no lo diga expressis verbis, se sitúa en una posición parecida a la del ope- ble, sin embargo, que sencillamente se hayan camuflado tras unas aparien-
rador de Bruno: ha aprendido los mecanismos del mundo, sabe que el cias sobrias y legales: el analista sólo sería una de ellas, y no precisamen-
mundo no es más que una máquina de transferencias, y observa todo es- te la más importante. Actualmente, el mago se encarga de las relaciones
to para poder aprovecharlo. Ciertamente, también se supone que debe públicas, de la propaganda, de la prospección de mercados, de las en-
transferir en el paciente el provecho que haya sacado para poder curarlo 15• cuestas sociológicas, de publicidad, de la información, la contra informa-
Las posibilidades del mago son más amplias; las del médico están rela'- ción y la des-información, de la censura, de operaciones de espionaje e
tivamente más limitadas. Si tenemos dos individuos, A y B, y la relación incluso de criptografia (esta ciencia fue, durante el siglo XVI, una rama de
entre ellos, que podemos llamar Y, y suponemos que A quiere a B pero la magia). Esta figura clave, para la sociedad contemporánea, sólo repre-
que B no le corresponde, resulta que su relación, Y, queda definida con senta la continuidad del manipulador bruniano, cuyos principios va si-
estos términos. La labor del mago es modificar Y: si ofrece sus servicios guiendo, procurando presentarlos con fórmulas técnicas e impersonales.
a A, conseguirá para él los f.wores de B. Pero supongamos que la f.1milia Los historiadores concluyeron sin razón que la magia había desaparecido
de A decide que, por algún motivo de interés, A debe abandonar su in- con la llegada de la «ciencia cuantitativa>>. Ésta sólo ha sustituido una par-
tensa pasión por B: poniéndose a su servicio, el operador modifica Y ·y te de la magia, prolongando sus sueños y sus finalidades, recurriendo a la
<<Cura» a A. Ésta sería la labor del médico. También podemos imaginar tecnología. La electricidad, los medios de transporte rápidos, la radio y la
que A es un manipulador mágico que quiere conseguir los favores de B. televisión, el avión y el ordenador no son más que las realizaciones de
Es mago, y no médico. De estos tres casos, dos pertenecen a la magia y aquellas promesas, formuladas por la magia, que respondían a los proce-
uno a la medicina. ¿Cuál es, exactamente, la frontera entre estas dos dis- dimientos sobrenaturales del mago: producir luz, desplazarse instantánea-
ciplinas? Podemos darnos cuenta de que las competencias del médico se mente de un punto a otro del espacio, comunicarse con regiones lejanas
li'm itan, jurídicamente, a los casos que presentan el afecto de A en con- del espacio, volar por los aires y disponer de una memoria infalible. Po-
flicto con los intereses de la sotiedad, lo que significa que el afecto se si- demos sostener que la tecnología viene a ser una magia democrática que
tuaría fuera de la normalidad. Por el contrario, el operador de la magia permite a todo el mundo gozar de las facultades extraordinarias de las
erótica en general puede utilizar sus conocimientos en contra de la so.,. que, hasta ahora, sólo podía presumir el mago.
ciedad y en contra de la voluntad de un individuo. Por el contrario, nada ha reemplazado a la magia en el terreno que le
' Supongamos ahora que A es un individuo múltiple, una masa que tie- es propio: el de Jas relaciones intersubjetivas. Al mantener una función
ne reacciones uniformes. B es un profeta, el fundador de una religión o operacional, tanto la sociología como la psicología y la psicosoci~logía
un j efe político que subyuga utilizando procedimientos mágicos de per- aplicada representan, hoy en día, la continuación dírec~a de la mag1a re-
suasión. Sus prácticas, como las del médico, se admiten porque al conse- nacentista.
guir el consenso social, el mismo operador dicta las reglas de la sociedad. ¿Qué se pretendía conseguir con el conocimiento de las relaciones in- ·
Tres hipóstasis: mago, médico, profeta. Su vínculo es ·indisoluble, y sus tersubjetivas?
límites no quedan bien definidos. El «psicoanalista)) también pertenece a Una sociedad homogénea, ideológicamente sana y gobernable. El
este círculo porque sus actuaciones están en el límite de lo ilícito y lo so- manipulador de Bruno tenía la responsabilidad de impartir a sus sttietos

148 149
una educación y una religión correctas: «Ante todo, hay que cuidar mu- bién representan una fuente considerable de prestigio y riquez~ para s.us
cho la manera de educar a alguien, vigilar el lugar donde sigue sus estu- creadores; y esto asegura el buen funcionamiento de todas las mdL~stnas
dios, vigílar el tipo de pedagogía, de religión, de culto, los libros y los que están relacionadas con ellas: la imagen, el disco, la moda .de la mdu-
autores estudiados. Pues todo esto genera por sí mismo, y no por casuali- mentaria. A su vez, el éxito en el mercado de estas operaciOnes acaba
dad, todas la cualidades del sujeto [...]•> (Theses de Magia, lll). El control y siendo un peligro para el estado que, hasta este momento, había estado
la selección son los pilares del orden. No hace f.1lta tener mucha imagi- ayudándolas discretamente con la finalidad de desviar la atención ~e los
nación para entender que la función del manipulador bruniano la ej erce, marginados. Pero resulta que el fenómeno adquiere tales pr~porc10nes
ahora, el estado; este nuevo «mago integrah> se encarga de producir los que prácticamente ya no puede ser controlado ni por los mampuladores
instrumentos ideológicos necesarios para conseguir una sociedad unifor- directos ni por el estado mismo. Surgen entonces nuevas modas que no
me. C ualquier educación crea unas expectativas que ni el mismo estado han sido inventadas por el estado para asegurar su propia subsistencia. Es-
es capaz de satisf.1cer. Para los frustrados, existen unas centrales ideológi- talla una nueva ola de violencia que el estado no había programado. Las
cas que crean expectativas alternativas. D igamos que si el estado produce prácticas autodestructivas acaban por afectar a los representantes de. las
la <<cultura)), estos otros centros manipuladores producen la «contracultu- nuevas generaciones que hubiesen podido responder a las expectativas
ra)) que va dirigida, ante todo, a los marginales. más nobles del estado. La situación se complica cada vez más, y las me-
No hay que engañarse en lo que respecta al carácter de las modas cul- didas que se toman exigen un gasto considerable de inteligencia que hu-
turales alternativas: en ciertas circunstancias, pueden resultar ser más po- biera sido más útil para unos fines mejores.
tentes que la cultura del estado; en tal caso, acabarán sustituyendo a esta , y nos preguntamos si el estado occidental, hoy en día, .es .realmente
última, ya sea siguiendo la evolución, ya sea creando una revolución. Por un mago 0 si sólo es tm aprendiz de brujo que pone en movum ento unas
esta razón, el estado que quiera subsistir, debe tener. la capacidad necesa- fuerzas ocultas e incontrolables.
ria para asegurar a sus ciudadanos una educación infalible, y, si puede, Es dificil contestar a esta pregunta. En cualquier caso, el estado-mago,
debe satisfacer sus deseos. Si no lo consigue, debe procurar producir él siempre y cuando no se trate de unos vulgares prestidigitadores,. es prefe-
mismo su contracultura, cuyos componentes ideológicos deben estar or- rible al estado policial que es aquel que, para defender su propia «cultu-
ganizados de tal manera que impidan la cohesión de los marginados así ra>> caduca, no duda en reprimir todas las libertades así como la ilusión de
como el aumento de su poder. El método más sencillo y más eficaz, pero las liber tades, transformándose en una cárcel donde ya no existe esperan-
también el más inmoral, consiste en dejar que vaya prosperando el mer- za. Demasiada sutilidad y demasiada flexibilidad son los mayores defectos
cado de los fantasmas destructivos y autodestructivos de todo tipo, al mis- del estado-mago, que puede degradarse y transformarse en un estado-
mo tiempo que se va ahoJando la idea de que existen fuentes alternati- brujo. Una carencia total de sutilidad y de flexibi lidad son los mayores de-
vas de poder, entre las cua!es la más importante sería el <<poder mental)). fectos de un estado policial, que se ha transformado en un estado- carce-
Los efectos de la violencia se vuelven contra los agresores, la autodes- lero. Pero la diferencia fundamental entre los dos, la que hace inclinar la
trucción anula otra parte de los marginados, y, mientras tanto, el tercio balanza a f.wor del primero, es la J}aturaleza de la magia: la magia es una
restante está ocupado meditando y extasiándose ante las posibilidades des- ciencia de las metamorfosis, tiene la capacidad de cambiar, puede adap-
conocidas, pero siempre inofensivas, claro está, de la psique humana. tarse a cualquier circunstancia, puede mejorarse. Por el contrario, la po-
Aunque, en ciertos casos, algunos ritos violentos vayan asociados con licía jamás puede ser otra cosa que Jo que es: en el caso q~e nos,ocup:l,.es
prácticas mentales, resulta poco probable que realmente consigan ·atacar el defensor a ultranza de unos valores caducos, de una ohgarqma política
la cultura del estado. La ventaja de estas operaciones sutiles consiste en no inútil y petjudicial para la vida de las naciones. E l sistema de co~cción es-
recurrir a la represión directa para salvar la idea de libertad, cuya impor- tá condenado a desaparecer porque lo que defiende no es mas que un
tancia no debe ser desestimada. Por otro lado, las modas alternativas tam.:.. montón de fórmulas sin ninguna vitalidad. Por su parte, el estado- mago

150 151
está :sp.erando la p.osibilidad de desarrollar nuevas oportunidades y nue-
vas tactJcas, y precisamente el exceso de vitalidad puede interferir·en su
funcionamiento. Seguramente él también sólo podrá explotar una ínfima
parte de sus recursos mágicos. Pero intuimos que éstos serán de una ri-
queza extraordinaria y, en principio, no deberían tener ninguna dificul-
tad en arrancar el árbol seco de la ideología policial. Capítulo V
¿Por qué esto no ocurre? Porque la sutilidad de sus juegos internos La magia pneumática
agota la atención del estado-mago, y éste resulta tener poca preparación
pa~a enfrentarse al problema de una magia fundamental y eficaz en sus re-
laciOnes externas. Este monstruo de inteligencia se queda sin recursos en 1. El grado cero de la magia
cuanto debe proyectar operaciones a largo plazo o cuando tiene que po- El grado cero de la magia está representado por el eros, que da lugar
t~er cara de «encanto» para las relaciones internacionales. Su pragmatismo
a la construcción de una magia erótica -forma de la magia intersubjeti-
sm c~n templ~ci01~es ni miramientos acaba creándole una imagen que, va- que funciona en virtud de la ley de interacción pneumática entre in-
aun srendo mas bren falsa, resulta repulsiva a la mirada de sus interlocu- dividuos. Esta interacción está predeterminada, en la teoría de Ficino, por
tores. Este defecto, hecho de promesas y discursos bizantinos, le perjudi- circunstancias de orden astrológico previas al nacimiento. Éstas desempe-
ca tar~to como. sus excesos de inteligencia y su incapacidad para proponer ñan un papel de menor importancia en las teorías de Giordano Bruno.
soluciOnes radrcales. Desde Ficino hasta Bruno, la doctrina de la magia erótica sufre algu-
Si. ?os extrañamos porque el estado policial todavía sigue funcionando, nas transformaciones análogas a las del concepto de <<transferencia» desde
tambien .podemos preguntarnos por qué el estado-mago, que dispone de Freud hasta Lacan. Para Freud, la transferencia representa un fenómeno
una cantt?ad de recursos ilimitada, funciona tan mal; incluso parece que complejo, pero limitado a las relaciones entre el analista y su paciente; pa-
vaya perdtendo terreno, día a día, frente a los progresos ideológicos y· te- ra Lacan, el mundo humano en su totalidad sólo es una función de trans-
rritoriaJes del otto. ferencia de proporciones gigantescas, en el que cada uno, por turnos, de-
L~ co~clusi~n es evidente: el estado-mago agota su inteligencia crean-
sempeña el papel de analista y de paciente. Así mismo, el eros, para
do dtverstones Internas y demuestra ser incapaz de elaborar una magia a Marsilio Ficino, era la relación entre dos individuos, el amante y el ama-
do; para Giordano Bruno, el eros es el motor de las relaciones intersub-
l~rgo plazo para neutralizar la hipnosis provocada por las cohortes poli-
Ciales qu~ van avanzando. Así y todo, parece que el futuro le p~rtenezca, j etivas en general, incluidos los fenómenos de masas.
Y.aunque el estado policial consiguiera una victoria provisional, no cabría Otra transformación esencial sufrida por el eros de Ficino a Bruno tie-
mnguna duda sobre esta cuestión: la coacción violenta deberá rendirse ne que ver con el papel asignado al operador en la producción o en la
ante los procedimientos sutiles de la magia, la ciencia del pasado, del pre- moderación de las relaciones eróticas. Sin olvidar el síndrome del amor.he-
sente y del futuro. reos y sus funestas consecuencias, ni tampoco la import~ncia del médico
en su curación, Ficino descuida el aspecto de la producci6n del eros, cuyas
causas son, para él, transcendentales. Bruno se concentra, en cambio, en
la posibilidad de la manipulación erótica del individuo y de las masas.
Ficino describe el fenómeno hipnótico que surge espontáneamente
en el momento de la manifestación 11atllral del sentimiento amoroso; Bru-
no se ocupa, sobre todo, de la hipnosis dirigida, activa y voluntaria, a un
suj eto individual o colectivo, hipnosis cuyas reglas de producción calcan

152 153
las del amor espontáneo. Se trata de un conocimiento y una intuición . << ubj" e ti va•> y magia <<transitiva» .
2. M agta s 'lo en los m-
profundos, que escrutan el inconsciente (o el subconsciente) del sujeto, Todo el mundo sabe que la magia pretend: actuarb~'o s~ b el ~un­
para extraer las <<debilidades» inconfesables: de ahí que pueda ser <<atraí- 'fco smo tam Jen so re
dividuos dotados de un cuerpo p~eundla ~. tferiores No hay nada falso en
do», manipulado, hipnotizado, puesto en estado de disponibilidad. No . . d sobre los seres aruma os u . c.
sólo la magia emplea este método <<psíquico>>, sino también la medicina, . . , o y • pero. para exp¡·1car e1 vasto alcance
do maruma ' de la magia tue-
puesto que sü éxito no depende en primera instancia de la eficacia de los ;:t~eo~~n:~=c~~:~7nters~bjetivas, es necesario aportar otro principio que
remedios que administra, sino de la confianza del sujeto en la persona que
lo cura. justifique su acció~. , p 'vr lk h propuesto clasificar la magia en
El · · dor mgles D. · wa er a
Del mismo modo, la religión es también un fenómeno de hipnosis co- . ~~wesuga era sobre el sujeto mismo) y «transitiva>> (que op:ra s~-
lectiva, ejercida por un profeta sobre una masa de individuos. Un funda- <<subjetJva» (que op , ·¡ . . d por transitive Jnagic debena mas
bre el entorno) . Así, lo que e entJen e . . . bietiva»· <<El uso de
dor de religión es, de algún modo, un instrumento transcendente, pues- .. hemos hecho, <<magJa mtetsu J •

to que no actúa con unos fines egoístas. La condición de su éxito consiste bten llamarse, como ya nt·mados coincide en parte
. . d" · ·d sobre unos seres a
en la cr¿ación de un clima de disponibilidad en su suj eto colectivo, st~e­
la magia transJtJva mgJ a d . t" ene como objetivo con-
con la psicología práctica. Esta forma e magJa mi edJ·ante la alteración de
to al que capacita de una abnegación total. Una vez instaurada una reli- · d otras personas ' '
trolar y diri~ir las emocwnes e 'fi manente. Estas técrucas mági-
gión, ésta no puede subsistir si no es ejerciendo un control activo en la . · · de manera espec1 1ca Y per
educación de los individuos, un control que debe también incluir una su imagmacwn , . d . basarse en pulsiones sexu¡t1es,
arcada ten eneJa a ' ·
cas presentan una m, • · der y su particu-
parte represiva para evitar que el individuo pierda su estado de desperso- obablemente se les reconoCJa su propto po •
nalización o que no pueda ser reprogramado. Por supuesto, el mismo cri- puesto que pr. , .• n or ue son las que están, en efecto, mas
lar importancia, pero tam~Je ~ q.. e cualquier otro apetito natu-
terio regula la promoción de un individuo dentro de la jerarquía religiosa. l l·gadas a la Jmagmacwn qu •
Del amor-entre-dos de Ficino, que representa el grado cero tanto del estrec 1amente 1 , , . . un ge' nero casi pornogra-
d b · ·a se convuueron en
eros como de la magia, hemos llegado hasta fenómenos de una comple- ral. Los tratados e ruJen.' . ) onde la notable tentativa de
fico; y a Bruno (~e v_incults m genere 1co:~~onal global explícitamente
jidad inaudita. La psicosociología de la pareja se transforma, en Bruno, en desarrollar una tecmca de contro e
psicosociolo~qfa general: una ciencia interdisciplinar de una desconcertante
fundada en la atracción sexual»'. . la exposición anterior, de-
modernidad, que ni la psicología ru la sociología «clásicas» habían sido ca- El esquema de Walker resulta, a JUzgar por . , .. f a la magia in-
paces ni de afrontar en todo su alcance ni de apreciar su <<valor de uso». .. . E ue forma de la magJa transJ Jv, ,
Puesto que, si algo tiene, hoy en día, un valor de uso que puede so- mastado stmple. n tanto q . la cualidad del objeto sobre
. . d"fi . d otras operacwnes por , ,
brepasar incluso el valor de la tecnología, es justamente la psicosociolo- tersubjetlva J 1ere e . , e: to su obieto es un sujeto por
nte debe actuar. en etec , J , •

gía general, ciencia de la formación del individuo según y dentro de un el que supuestame '1 1 d 1 operador. Esto sólo es vah-
• · · tructura es ana oga a a e '
SI mtsmo, cuy,¡ es , . b., dotados de un sintetizador pneu-
contexto preexistente, ciencia de la manipulación y de las relaciones in- a Jo animales -tam 1en · . ·
tersubjetivas. No hay que juzgar su importancia a partir de la todavía dé- do en parte par . b 1 1 plantas y a los objetos mam-
, . - o no se aphca en a so uto a as , . . . d
bil representación que posee dentro del mundo académico, que tiene, por mauco , per . . . ma ia sub·etiva e intersubjetiva dejan e
definición, una fuerza de inercia muy superior a la de todo sistema social mad~s. Los pnnCJ~JOS ~~f!~iore: de la ~naturaleza, puesto que éstos no
en movimiento. No obstante, dentro de los marcos institucionales exis- f~mcJo~arc~;a~~~a~J::~:oducción fantástica y, en cor;¡secue.ncit·;o pue-
tentes, hace tiempo que han penetrado los principios de la psicosociolo- uenen a . , . fi idos or la imaginación del mampu a or.
den ser directamente m u p 1 . fi . , de Walker el esquema de
gía. El antecedente de esta disciplina del presente y del porvenir es, con
toda_probabilidad, la magia erótica de Giordano Bruno. . Partiendo de los ~ri~:;:~: ~=s:l::~· ~~~~~~~mente' po~~ complejo. En
las formas de la ma~Ja. fi liminar de toda magia, puesto
efecto, la magia subjetiva es una orma pre

154
:j 155
que aspira a transformar el pneuma individual de tal manera que sea ca- zación rigurosamente determinada, en la que sin embargo queda un mar-
paz de efectuar operaciones mágicas. Además, la magia subjetiva es a la gen para el azar, sobre todo en los microsistemas complejos como. el áto-
v~z <<intersubjetiva>>, con la única diferencia de que las influencias que mo. La palabra «azar» es igualmente aplicada (fortuitamente, por c1erto) a
eJerce vuelven al mismo operador, que es, en el sentido literal del térmi- sistemas dependientes, como el de las ·especies animales o vegetales, que
no, s~. pro~io paciente. De ello se deduce que toda magia es, por esencia, demuestran una considerable capacidad de adaptación a los cambios eco-
trans1ttva, mcluso en el caso en que su acción te nga lugar en un círculo lógicos. A menudo, eso ha permitido afirmar que la selección natural se
cerrado. debía al «azar», lo cual sin duda es válido dentro de una categoría como
. Según ~iordano Bruno habría que distinguir, después, la magia pro- la de especie, pero no tiene ningún sentido si lo aplicamos al determinis-
piamente d1.cha de la m edicina, forma de curación espiritual, que presu- mo general de la naturaleza.
po~e un SUJet~ ~~yas funciones psicosomáticas están alteradas, y distin- En el pensanüento del renacentista, el concepto de <<naturaleza» es mu-
gUirla~ de la.religton, forma de magia (altruista) que opera sobre un sujeto cho más amplio que el nuestro, puesto que abarca también todos los ti-
colectiVO. Fmalmente, la magia intersubjetiva no sabría producir cambios pos de existencia no cuantificables -desde los dioses, héroes y de monios
e~ ~os reinos inferiores, excepto si, mediante una corrección de sus prin- del neoplatonismo hasta los «seres elementales~> de Paracelso- de los que
ctplos fundamentales, esos reinos pudieran ser englobados dentro de una ya no tenemos idea alguna, debido a que jamás hemos podido observar-
teorí~, genera! ~e la magia. En cualquier caso, dada la ausencia de pro- los. Sin duda, nuestro concepto de «naturaleza» ha sido cuidadosamente
duccwn fantast•ca en los seres animados inferiores y en los inanimados expurgado de estas entidades. Por el contrario, la «naturaleza» del Rena-
n? dejaría de subsistir la diferencia entre la magia intersubjetiva y la ma~ cimiento estaba superpoblada, y la magia alardeaba de aprovechar sus cua-
g1a general de la que forma parte. lidades excepcionales.
Estas conclusiones llevan a una clasificación de las formas de magia Además, el deternünismo natural no dej aba, en el pensamiento rena-
muy distinta a la de W1lker: centista, margen alguno al azar. Todo llevaba la marca rigurosa e impla-
La magia general, que es una operación por esencia transitiva se subdi-• cable del destino, de modo que el libre albedrío no era más que una in-
vide en: ' vención de los teólogos a la que uno sólo se podía suscribir ciegamente.
1) Magia interst~b~etiva, que· presupone una identidad o una analogía de Hoy en día creemos que coincidencias y sentimientos se deben al azar;
estructura pneumattca entre el operador y e l paciente; en cambio, un hombre del Renacimiento nos demostraría, con nuestro
2) Magia extrasubjetiva, cuya acción se dirige a los seres inferiores 0 horóscopo en la mano, que éstos estaban predeternünados por la posición
q~e, en todo caso, no proviene de la i~teracción pneumática entre dos de los planetas en el zodíaco desde el día de nuestro nacinüento. Po~ría
SUJetos. ser incluso que aún hiciera más, ayudando a nuestra voluntad a realizar
. A s~ ~ez, la 11~a,_11,~a i11tersubjetiva conoce un caso especial, el de la magia sus inclinaciones secretas o públicas. Se recurre entonces a la magia:
mtr~sub;etiVa (subjetiVa para Walker), en la que el operador es su propio cuando alguien que se sabe pobre quiere ser rico, o se ama a una perso-
pacten te. na que te desprecia, o se tienen enemigos poderosos que destruye n tus
Finalmente, cuando la tnagia intersubje tiva se aplica a la curación de proyectos, cuando hace buen tiempo cuando debiera llover, etc.; pues el
un organismo psicofisico alterado, recibe el nombre de medicina mjentras operador mágico, que es un experto del determinismo natural, conoce
que, sí actúa sobre un suje to colectivo, al que propone una o;ientación también la existencia de brechas, momentos adecuados en los que su vo-
general de la existencia y de las reglas especiales de conducta, entonces se luntad puede producir cambios en los acontecimientos del universo. La
confunde con la religión. condición humana tiene unos límites que el mago puede transcender. Por
. En general, la magia representa una técnica de manipulación de la ejemplo, puede circular sin las restricciones comunes en el tiempo y en
«naturaleza». Para nosotros, el térnüno «naturaleza» significa una organi- el espacio, puede influir en las personas y en las condiciones meteoroló-

156 157
gi~as, etc. ¿_A~aso X trama algo en contra de Y? Podemos saberlo. ¿X güedad tardía hasta el Renacimiento. Es en cambio la pneumatología es-
qu1ere suprmur a Y? Podemos hacerlo. ¿X quiere recibir noticias de Y, toica la que constituye el punto de partida de todas las especulaciones
que se encuentra muy lejos? Nada más simple. ¿X quiere ser amado por concernientes a la magia práctica.
Y: Nad~ se lo impide. ¿Deseamos lluvia o buen tiempo? Está hecho; y
as1 sucesivamente.
Para los estoicos, el cosmos fue concebido como un organismo vivo,
provisto de razón, capaz de engendrar microcosmos racionales: Arzimans
La medicina también es una rama particular de la magia. Cuando el est igit11r 1/llll'ldlls composquc ratio11is4 • La doctrina de la simpatía universal fue
determinismo natural ha afectado al organismo psicofisico del paciente, formulada por Zenón de Citio y desarrollada por Cleantes de Aso y por
apenas conocido el diagnóstico, la voluntad del practicante podrá inter- su sucesor Crisipo. A partir del modelo del hombre, que posee un hcge-
venir de manera eficaz para poner las cosas en orden. monikon o «Principal» (el sintetizador cardíaco), el macrocosmos está
. ¿C~ál es son los remedios propiamente dichos de la magia? Nos sería igualmente provisto de un hegemonikon, situado en el sol, corazón del
Imposible comprenderlos sin haber estudiado el determinismo natural en mundo 5 • «El acuerdo entre la psicología humana y la psicología del cos-
su totalidad. mos es, por tanto, total: así como el pnemna psíquico anima nuestro or-
ganismo por entero, el pneuma cósmico penetra hasta las extremidades
3. La conspiración de las cosas más remotas de este gran organismo que llamamos mundo))6 •
La doctrina de la homología macro y microcósmica goza, en la cultu- Crisipo, autor de dos libros sobre adivinación' , se sirve de la teoría de
ra occid;nral, d~ t~na prestigiosa historia. Es raro que un filósofo griego la continuidad del pneuma para justificar los fenómenos mánticos. La
o un teologo CriStiano no haya sido profundamente influido por ella, y atención dedicada por Cicerón a este tema8 parece indicar que los ftlóso-
H. de Lubac ha mostrado, recientemente, que no resulta en absoluto más fos del Pórtico se ocupaban activamente de la adivinación onírica. Du-
extrai'ía al pensamiento de la Edad M edia occidental que al del R enaci- rante el sueño, nos dice Cicerón, el alma se separa «del comercio con el
nuento2. Está claro que aquí resulta imposible trazar sus vicisitudes. cuerpo>), a co11togione corporis, para circular en el tiempo, donde conoce las
Ya en la época del helenismo, la doctrina se manifestaba bajo dos.for- cosas pasadas o por venjr. A juzgar por su resultado, la operación efec-
mas de importancia relativamente similar dentro de toda su evolución ul- tuada por aquellos que dúermen no se diferencia en _nada de la que los
terior. Ambas las reencontramos en los pensadores del Renacimiento. . profetas cumplieron en estado de vigilia: Nam quae 11igilantibus accidrmt 11a-
~arece muy probable, tal y como ha demostrado Anders Olerud3, que tib11s, eadem nobis dormientibr1s9 • Para pronunciar los oráculos, los vates se
Platon, al establecer la homología entre el universo y el hombre, se inspi- sirven de estímulos externos, sobre todo de ciertas exhalaciones (anl!e(i-
rase en el Corp11s hipocrático. Sin embargo, la justificación teórica que tus) de la tierra 10, en las que hay que reconocer el «pneuma mántico)), el
11
ofre~e a la d?ctrina en, su ,conjunto no deja de ser deudora de su propia espíritu adivinatorio del que habla el platónico Plutarco de Queronea •
te~na de las Ideas. Segun esta, el mundo sensible tiene un arquetipo pre- De la actividad mántica a la auténtica magia hay sólo un paso. Mien-
existente, estable y eterno: el mundo intelectual o noético. A su vez, el tras que la adivinación representa, a fin de cuentas, la habilidad de servir-
hombre, que está compuesto de alma y cuerpo, reúne en sí mismo estos se de las fugas naturales del pneuma, la magia de los papiros de la Anti-
dos mundos: su cuerpo es, de algún modo, la imagen del universo sensi- güedad tardía no son otra cosa que una serie de métodos prácticos para
ble; su alma es un compendio del mundo de las ideas. Puesto que el cos- atraer, nutrir y acumular o almacenar el espíritu divino. En la mayoría de
~~os noético encierra en sus matrices esenciales todo lo que se vuelve sen- los casos, el pneuma está encerrado 'en un obj eto .material fabricado ex-
Sible en el mundo inferior, de ello se deduce que la parte racional del alma presamente o dentro de un animal. Con esta reserva de energía espiritual
humana no contiene menos que el modelo inteligible de la creación. a su alcance, el mago cuenta con procurarse tanto el conocimiento del
El postulado platónico no se ocupa directamente de la teoría de la ma- porvenir, como la realización de cualquier finalidad práctica 12.
gia, cuyos principios permanecen más o menos idénticos desde la Anti- El mérito de haber reunido en una original síntesis los elementos pla-

158 159
tónicos, aristotélicos y estoicos que constituyen el fundamento teórico de magia espiritual será la de «limpiarse su pneuma)), o su hegemoikon, o tam-
la magia renacentista corresponde a Sinesio de Cirene, quien, tras haber bién de <<limpiarse su corazón)) .
sido el discípulo de la mártir neoplatónica Hipatia de Alejandría (m. 415), Es a· partir de estos .fundamentos teóricos como se llegan a compren-
acabó por convertirse al cristianismo y se hizo obispo 13 • der numerosas técnicas místico-mágicas orientales que conceden mucha
Para los estoicos, la relación funcional entre el sintetizador cardiaco importancia a la transparencia, a la' pureza y al resplandor de la «morada
(hegemoníkon) y el pneuma estaba muy bien determinada: el hegemoníkon del corazóm>, tales como el taoísmo, el yoga, el sufi'smo o el hesicasmo.
<<es como un lugar receptor, al que son comunicadas todas las impresio- Ya sea designado con los vocablos hsin, ákásá hrdaya, qalb o kardía, este
nes recogidas por los sentidos•>H. Por otro lado, los filósofos del Pórtico «espacio cardíaco» representa siempre el sintetizador fan_tasmático cuya
elaboran también una teoría de los f:1ntasmas producidos por el hegemorlí- pulcritud es la condición esencial de toda manifestación divina.
kon. Para Crisipo, la representación del objeto sensible que se forma en Mientras que la teúrgia ocupa un lugar de honor en Jámblico, Sinesio
el sintetizador cardíaco se ~enomina phantasia kataleptiké o «representa- se ocupa más bien del papel del sintetizador pneumático en la adivina-
ción comprensiva\> y conduce naturalmente a la adhesión racional (synha - ción y en la magia. La síntesis que realiza en su tratado De illSomniis (tí-
tathéesís)15. La principal diferencia entre Aristóteles y los estoicos consiste tulo que a veces aparece como De sonmiís, que significa exactamente lo
en el hecho de que, para éstos, el prwuma es el alma misma, mientras que mismo), traducido al latín por Marsilio Ficino en 1489, será retomada
para el primero no es más que un intermediario de naturaleza etérea en- dentro de la teoría de Ficino sobre la magia expuesta en el tratado De vi-
tre el alma y el cuerpo 6sico. Ésta es la razón por la cual la fantasía en los la coelitus compara11da 18•
estoicos es, según Zenón y Cleantes, una <limprema en el alma)), una ty- Según el dogma platónico, el alma contiene las huellas intelectuales de
posís en psyché. Más adelante, Epicteto comprobará que los fantasmas es- los objetos sensibles 19 • El conocimiento se realiza por comparación: el o\:>-
tán influidos por el estado del pneuma que los recibe o los conoce. Y re- j eto es reconocido por el alma a partir de la información preexistente que
curre a una comparación: <<Así como las casas que están a la orilla de un contiene. Ahora bien, para reconocer un objeto es necesario, en primer
agua clara se reflejan en su límpida superficie, igualmente Jos objetos ex- lugar, percibirlo, cosa que podría realizarse únicamente en el sintetiza.dor.
teriores vienen a reflejarse en nuestro pneuma psíquico; de lo cual resul- .Éste desempeña el papel de un esp~ío, pero de un csp¡jo de doble cara, que
ta que están influidos por el estado actual de este pneuma)) 16• Para que las refleja tanto lo que está arriba (los arquetipos eternos del alma) como lo
imágenes reflejadas en el espejo del pneuma sean precisas y fieles a su ob- que está abaj o (la información de los órganos sensibles) 20 • La naturaleza
jeto, es necesario que el mismo pneuma esté tranquilo y puro 17• Así, es del sintetizador es pnetimática: está formado por «el espíritu funtástico
Epicteto quien, continuando y desarrollando las preocupaciones morales [jJiwntastíkon ¡meuma) que es el primer cuerpo del alma, ei1 el que se for-
de Jos estoicos, las conjuga con la doctrina del espíritu: poseer un pneu- man las visiones y las imágenes2 1 • Éste reside en el interior [del cuerpo] y
ma limpio, un espejo cardíaco bien bruñido, equivale a ser virtuoso. El gobierna al ser vivo como desde lo alto de una fortaleza [akropolís). Pues-
estoicismo coincide aquí con toda la tradición platónica, cuya finalidad to que la naturaleza le ha construido, en efecto, la cabeza como edificio
práctica más importante era la obtención, a través de una técnica apro- a su alrededon> 22 •
piada, de la separación del alma del cuerpo, para que aquélla no fi.1era A diferencia de la tradición estoica, Sinesio sitúa aquí el sintetizador
manchada por éste. A partir del siglo ll después de J. C., una técnica de no dentro del corazón sino en el cerebro. No es a Galeno a quien cree
este tipo adopta el nombre de teúrgia, con el que se designa sobre todo seguir, sino al mismo Platón (del que toma también la metáfora de la for-
una actividad de purificación del alma, con unos fines que podemos asig- taleza), para quien la cabeza del hombre-rnicrocosmos tiene mucho más
nar a la adivinación y a la alta magia benéfica, pero también y principal- valor que el corazón 23 •
mente a la persecución de una mejor suerte póstuma. De este modo la Ya hemos visto cómo Epicteto comparaba el pneuma con un reci-
teúrgia preliminar de todo proceso que se cuenta entre las prácticas de la : piente lleno de agua, con un espejo líq~lido. Plutarco de Queronea es el

160 161
primero en hablar de un espejo p11ro sin más24 • Para Sinesio, este espejo de tre el universo visible y su prototipo invisible, el hombre podrá utilizarla
doble cara ofrece la posibilidad, a las imágenes reflejadas por las dos su-
con la finalidad de captar las presencias desconocidas que acechan en el
~erficies ~a~alelas, de reencontrarse en un terreno neutro. En tanto que
umbral e ntre los dos mundos, los demonios e incluso los dioses hiperce-
~nte~me~Iarto entre el mundo inteligible y el múndo sensible, este espe-
lestes. Se trata de la doctrina de las signat11ras de las cosas, de las homolo-
JO, st esta perfectamente limpio, permitirá al sentido interno contemplar
gías cósmicas, brillantemente analizadas por M. Foucault27 • Y es igual-
e~ mund? ~~ arriba, compendiado por la parte raci'onal del alma y le cla-
mente la definición de la magia según Sinesio:
ra la postbllidad de percibir y de juzgar los objetos sensibles cuya imagen
es transmitida al sentido común por los sentidos externos. El sintetiz ador
Es necesario que las partes de este universo, que simpatizan y conspiran con el
pnewnático se.convierte, con Sinesío, en el terreno por excelencia de la adivinación hombre, sean reunidas por algún medio [...]. Y quizás los encantamientos mági-
Y de la magia. Para poder obtener cualquier resultado, es necesario que el cos constituyen un medio, puesto que no se limitan a significar, sino que tam-
pneuma sea puro, que nada carnal oscurezca la claridad del espejo 25 • La
bién invocan. Aquel que comprenda la relación entre las partes del universo es
adivi.nación a través de los sueños, de la que ya nos ha hablado Cicerón
está justificada por el mismo principio: los acontecimientos del mund~
verdaderamente sabio: puede atraerse los beneficios de los seres superiores cap-
tando, por medio de sonidos [phouas], de materias {hylasj y de figuras [schémata)
noético, que es estable y eterno, es decir, que no está sujeto a la dimen-
la presencia de aqueUos que están más alejados de éF8•
sió~ ?el tiempo~ se reflejan en el pneuma puro y forman unas imágenes
vendtcas de sueno que el hombre podrá recordar durante la vigilia. «Y yo
Junto a esta expresión más sofisticada de la relación entre el hombre y
~~ ~é si este senti?o», dice Sinesio en su alabanza del sintetizador pneu-
el mundo, Sinesio utiliza igualmente la teoría platónica tradicional, según
matiCO, <<no es mas santo que todos los otros. Puesto que es gracias a él
la cual <<el intelecto humano contiene en sí mismo las formas de todas las
que nosotros podernos comerciar con los dioses, ya sea mediante la vi-
cosas. existentes» 29 • Ahora bien, mil años después de Sinesio, el cardenal
sió~, la conversación o bien por otros medios. Así pues, no hay que ex-
Nicolás de Cusa está todavía convencido de que el intelecto del hom-
tranarse de que los sueños sean, para ciertos hombres, su más preciado te-
bre-microcosmos (parv11s rmmd11) ((es la viva descripción de la sabiduría
soro: ya que, por ejemplo, si alguien duerme tranquilamente y, durante
eterna e infinita [.. .). A través del movimiento de nuestra vida intelectua.l
el sueñ~, habla. a las t¿usas y escucha sus palabras, puede (al despertar] somos capaces de encontrar en nosotros mismos el objeto de nuestra bús-
convertirse de tmprovtso en un poeta muy elegante. Por mi parte, todo
queda».JO.
esto ~o me parece insensato>>26 , termina por declarar el arzobispo de To- ficino, además de mago, es también platónico: «Platón tie ne razón en
lemaida. ·
su concepción de -una máquina del mundo compuesta de tal manera que
Pero hay mucho más. Puesto que el sintetizador fantástico ofrece la
las cosas celestes tengan, en la tierra, una ~ondición terrestre e, igual-
posibilidad de un encuentro con el mundo poblado de potencias divinas
mente, que las cosas terrestres tengan en el cielo una dignidad celeste. En
Y puest~ qu~,. según el dogma platónico, este mundo es homólogo al la vida oculta del mundo y en la razón [mensj, reina del mundo, [regin.a
mundo mtehgtble, hay un medio de actuar sobre el sintetizador para lla- 11111111fi}, hay cosas celestes dotadas de propiedades vitales e intelectuales, y
mar a las presencias numinosas. Esta invocación, cuyo resultado es el tra-
excelsas capacidades. Además, esto confirma [el principio de] la magia,
to con dioses y demonios, puede obtenerse a través del empleo de cier-
que permite a los hombres atraer hacia ellos las presencias celestes a tra-
tas sustancias, formas y colores a los que los seres superiores son sensibles.
vés de cosas inferiores utilizadas en ciertos momentos oportunos y qúe
Antes de tornar conciencia de sus propias posibilidades, el hombre-
corresponden a las cosas superiores [per iriferiora (. ..) superiorib11s cousentta-
microcosmos se encuentra dentro de un universo cuyas partes, abajo ·y
uea posse ad homines temporib11s opportunis caelestia qt~odallwrodo tralri] .. .»31 •
arriba, con~piran entre ellas a sus espaldas. En el momento en que haya
Es difícil enunciar más claramente el principio funda m ental de la ma-
comprend1~0 la estructura de esta conspiración, las correspondencias en,
gia. Pero estamos todavía lejos de sospechar hasta qué punto se revela

162
163
complejo el estudio de las «cosas inferiores•> y de los ~<tiempos oportunos»,
así como el de la multitud de «dones celestes•> a los que la magia preten-
de acceder.

4 . La t eoría d e las radiaciones


El estudio de los papiros mágicos de la Antigüedad tardía nos llevaría
fuera del marco de este libro. No obstante, se imponen algunas observa-
ciones: las investigaciones recientes efectuadas de los Papyms Grecae i\1a-
gicae publicadas por Preisendatiz32 , de los que el profesor H. Betz pre pa-
ra una primera traducción completa a una lengua occidental, demuestran
que la magia representa una tradición de rasgos 1111itarios, de una venera-
ble antigücdad33 • Corrientes subterráneas desde la Antigüedad tardía lle-
gan hasta Bizancio durante la época de Miguel Pselo y, por la tradición
árabe, penetran en Occidente durante el siglo Xll. Esto aboga en üvor
de uqa continuidad ininterrumpida de los métodos de la magia práctica,
que no cesa de perfeccionar sus principios y sus instrumentos, sobre to-
do en relación con la ú.nica «ciencia» exacta de la época, que es la astro-
logía. La magia del R enacimiento, si bien es más sofisticada, imbuida co-
mo está de teosofía y de antroposofía neoplatónicas, no deja de
reconocer, sin embargo, su deuda respecto a sus venerables predecesores
de la Edad M edia, como Roger Bacon y Alberto Magno. A su vez, és-
tos son deudores de la·magia árabe, de la que resulta indispensable anali-
zar dos obras fundamentales: el Picatrix del Pseudo-Madjrití' y el tratado
De los royos de al-Kindi. ·
Picatrix es el título de la traducción latina, realizada en 1256 en la cor-
te de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla, de la obra seudo-epígrafe Glta-
yat al-Hakr111 fi'l-siltr o Fi11alidad de los sabios c11 la Magia atribuida al mate-
mático andaluz al-Madjritl (m. ca. 1004-1007)34 • Sería dificil negar la
influencia del Picatrix en la magia del R enacirniento 35 • Sin embargo, se
debe sdialar también que esta influencia es sobre todo de orden práctico
y no podría justificar la importancia que Marsilio Ficino o G iordano
Bruno conceden al aspecto puramente teórico de la magia.
Ciertamente, el mismo Picatrix hace una distinción entre <<teoría•> -que
es la astrología- y <<práctica>> -que es la fabricación de talismanes- (!, 2,
6. E1 hombrc ... microcos mos,
pág. 256, Matton) . Sin embargo, los autores de libros de magia del Re-
sogún Robt·rt Flncld. th riusquc
nacimiento no se contentan con tan poco: para ellos, la astrología tiene cosw i lu'st,,ía, 11 , 1, Oppc•thc im
un fundamento y una justificac ión ontológicas, cuya explicación hay que 1620.

164
tiano proceden del monumento pagano, con lo que se debería concluir
buscar, por un lado, en el neoplatonismo y, por otro, en la obra, mucho
-según los principios de la Quelletiforsclum¿; que la basílica es, en un 60
más penetrante, de al-Kindi.
por ciento, un templo mitraico; lo que la realidad no haría más que con-
Después de haber enunciado este prü1eipio general de la obra mágica
tradecir rápidamente, puesto que los dos edificios sólo te ndrían en común
que es la fe del operador (1, 4, pág. 261), principio que es repetido ince-
la materia bruta, accesoria. T.1n pronto como se tratara de establecer la di-
santemente (pág. 293, etc.), el PiCtltrix se limita a exponer recetas ele f.1bri-
cación de talismanes, según la posición de los planetas dentro del zodíaco, ferencia de estilo y funciones entre ambas obras, la Quelletiforsclumg se re-
y a formular el texto de las «oraciones planetarias» que hay que dirigir a velaría totalmente incapaz de ser útil a nuestros propósitos, puesto que, por
los astros personificados. Dentro de estas listas están intercaladas ciertas ba- un extraño error de óptica, es incapaz de percibir a los dos en su unidad.
nalidades de orden filosófico como la homología del macro y el micro- Así mismo, el elevado número de p~isajes del Picatrix que han encontrado
una utilización casi literal en la magia de Ficino no es suficiente para es-
cosmos (pág. 297 y ss.). Por lo que se refiere a los talismanes, se considera
que éstos tienen múltiples efectos, algunos de los c uales nos presentan los tablecer una influencia profunda del primero en la segunda.
dos primeros libros del Picatrix: provocar el amor (duradero) o la unión en- Por el contrario, a pesar de que Ficino, al igual que Roger Bacon, tie-
tre dos personas, procurar la protección de los g randes de la tierra o el res- ne en alta consideración el tratado de al- Kindi sobre los rayos estelares,
sólo muy de vez en cuando adopta expresiones literales, lo cual bastaría, a
peto de los siervos, aumentar la riqueza y el comercio, llevar la felicidad a
la Quellctiforscllllllg, para descartar a ai-Kindi de la lista de las fuentes prin-
una ciudad, destruir a un enemigo o una ciudad, impedir la construcción
cipales de Ficino. Sin embargo, es facil advertir que la magia de Ficino,
de un edificio, salvar a un prisionero de la prisión, echar a un hombre de
ciencia de las correspondencias ocultas de la naturaleza, se inspira en gran
su morada, separar a los amigos, hacer que alguien se exponga a la cólera
medida en la teoría de las radiaciones universales de al-Kindi. Hay, desde
del rey, garantizar el éxito de la pesca, ahuyentar a los escorpiones, curar
luego, una diferencia importante entre ambos autores: fiel a la tradición
las heridas, asegurar el éxito (financiero) de un m édico, multiplicar lasco-
platónica, Ficino concede a las radiaciones de al-Kindi el nombre gené-
sechas y las plantas, curar diversas enfermedades, e tcétera.
rico de «eros•>, y es a partir de esta concepción que Giordano Bruno de-
La magia astrológica de Ficino se nutre ampliame nte de las recetas del
sarrolla la magia erótica de la que nos hemos ocupado en el capítulo an-
Picatrix, pero la influencia es sobre todo de orden cuantitativo, no cuali-
tativo. El imponente edificio de la magia espiritual del Renacimiento no terior, y que tendremos ocasión de retomar.
podría compararse con la mediocre recopilación de procedimientos em- El tratado De radiis del célebre astrólogo y filósoto Abu YCtsufYaqub
ilm lshaq al-Kind] (m. ca. 873) ha llegado hasta nosotros a través de una
píricos que es el Picatrix. No obstante, puesto q ue los ftlólogos lo tuvie-
traducción latina anónima del siglo XII.lr•. La idea fundamental de este es-
ron rncil a la hora de descubrir en Ficino pasajes enteros tomados del Pi-
catrix, se contentaron demasiado pronto con una explicación genética, de crito, que sólo es uno de los doscientos setenta que el historiador
orden muy general, según la cual el tratado árabe traducido al latín sería an-Nadim atribuye al autor, es la de que cada estrella posee una natura-
una de las principales fuentes del platónico florentino. leza propia, que comunica al mundo circ undante a través de sus rayos. La
La insuficiencia de este tipo de Quefler!fi.Jrscltt;flg, que busca exclusiva- influencia de las radiaciones estelares sobre los objetos terrestres se modi-
mente la copia literal efectuada por una obra a otra obra anterior, es facil fica en función de los aspectos mutuos que entablan astros y objetos e ntre
de demostrar. Imagine mos a un sabio que, ocupado en set'ialar la influen- sí. Además, las materias proyaccntcs reciben de modo diverso las cualidades
cia de orden artístico experimentada por un monumento de arquitectura de los rayos, según sus propiedades intrínsecas, que son hereditarias (de
cristiana, se dedicara, sabiendo que éste fue construido sobre las ruinas de donde se ve, por ejemplo, que el hijo del rey tendrá la aptitud para go-
un antiguo templo de Mitra, a establecer un inventario exhaustivo de las bernar y el hijo de un obrero para continuar el oficio de su padre).
pied"ras del templo pagano que sirvieron para construir la nueva basílica. Excepto el vocabulario, de un elevado g rado de tecnicismos, no hay
Hay que observar, por ejemplo, que el 60 % de las piedras del edificio cris- 11inguna diferencia esencial, hasta aquí, entre ai-Kindi y cualquier otro

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tratado de magia astrológico, incluido el más tardío Pícatrix. Pero al-Kindi ma de Sinesio] posee rayos conformes a los rayos del mundo; también obtiene
sale rápidamente del estrecho marco de esta concepción. Para él, las es- de este modo el poder de mover, gracias a sus propios rayos, las cosas exterio-
trellas no son las únicas que emiten estos rayos, sino también los elnnen- res, así como el mundo, tanto el ·superior como el inferior, agita con sus rayos
tos: <<Todo lo que tiene una existencia actual en el mundo de los elemen- las cosas según diversos movimientOs.
tos emite unos rayos en todas las direcciones, que cubren a su manera Además, cuando el hombre concibe una cosa material por la imaginación,
todo el mundo elemental•> (111, pág. 88). Puesto que el mundo material esta cosa adquiere una existencia actual según la especie en el espíritu l1ntástico
en su totalidad representa una combinación de los cuatro elementos, esa (spiritus y111agiuarius). Este espíritu también emite unos rayos que mueven las co-
es también la razón por la cual se diferencian entre ellos los rayos de los sas exteriores tal y como la co~a de la que es imagen. Así pues, la imagen con-
compuestos elementales, e n los que ninguno es igual a otro. cebida en el espíritu concuerda en especie con la cosa producida en acto sobre
Según al-Kindi, nosotros nos encontramos en medio de una red invi ~ el modelo de la imagen por obra voluntaria o natural, o por ambas a la vez. És-
sible de rayos, procedentes tanto de las estrellas como de todos los obje- ta es la razón· por la cual no hay que extrañarse si el tema de genitura (coustella-
tos de la tierra. Todo el universo, desde los astros más alejados hasta la más tio) que produce una imagen en eJ espíritu del hombre produce la misma ima-
humilde brizna de hierba, se hace presente mediante sus radiaciones en gen en otro sujeto, puesto que la una no difiere de la otra, excepto únicamente
cada punto del espacio, en cada momento del tiempo, y su presencia va- por lo que concierne a su materia (V, págs. 95-97).
ría, naturalmente, según la intensidad y las influencias mutuas de los ra-
yos universales, de tal manera que no puede haber dos cosas que sean ver- La fe previa del operador es la condición esencial para el éxito de su
daderamente ,idénticas. Además, las emociones psíquicas (alegría, dolor, acción mágica: «Sin duda, el primero y principal accidente necesario pa-
esperanza, temor) se transmiten también al mundo circundante bajo la ra la generación de una cosa mediante el modelo de la imagen mental es
forma de radiaciones invisibles que imprimen igualmente cambios, según el deseo del hombre que imagina que la cosa puede realizarse» (ibid., pág.
las disposiciones de cada materia preyacente. 97). La manipulación mágica se produce por el sonido (plegarias, conju-
ras) y por los gestos: «Existen dos tipos de acción gracias a las cuales, si se
El hombre [...], por su complexión equilibrada, se parece al propio mundo. efectúan como es debido, una cosa concebida en espíritu se realiza en ac-
Así, es un microcosmos y así se explica por qué recibe, del mismo modo que to: a saber, la expresión verbal y la operación de la mano. Existe, en efec-
posee el mundo, un poder para inducir por sus propios esfuerzos movimientos to, cierto discurso que, proferido por la boca del hombre -a la vez gue,
en una materia adecuada, a condición, sin embargo, de que una imaginación, con él, se expresan la imaginación, la fe y el deseo- actualiza en el mun-
una intención y una fe hayan sido previamente formadas en el alma humana. En do movimientos en los seres individuales•> (ibid., págs. 98-99) . «Los soni-
efecto, el hombre que desea operar alguna cosa imagina en primer lugar la for- dos producidos en acto emiten unos rayos exactamente como las otras
ma de la cosa que quiere imprimir mediante su acción en una materia dada; tras cosas en acto, y [.. .] mediante sus rayos operan en el mundo de los ele-
haber concebido la imagen de la cosa, según haya juzgado que esta cosa es útil mentos exactamente igual gue las o tras cosas individuales. Y puesto que
o inútil, la desea o bien la rechaza en el interior de su alma. Y si ha juzgado la existen innumerables variedades de sonidos, cada sonido proferido en ac-
cosa digna de su deseo, desea largamente los accidentes gracias a los cuales, se- to ej erce su efecto sobre las otras cosas elementales, y este efecto difiere
g(m Ja opinión que se ha hecho, la cosa puede existir en acto. del efecto de los demás. Ahora bien, los sonidos, así como las hierbas y
Ahora bien, las pasiones del alma son accidentes que contribuyen a producir las otras cosas, han recibido de la armonía celeste su propio efecto, e
un movimiento. Y a propósito de esto decimos que la imaginación y la razón igualmente una cualidad de efecto muy diferente [al efecto producido] en
humanas adquieren una semejanza con el mundo durante tanto tiempo que, en las diversas cosas•> (vr, pág. 100).
ellas, las especies de las cosas mundanas se imprimen en acto gracias al funciona- Todo esto demuestra que al-Kindl está muy inspirado en la magia es-
miento de los sentidos, a causa ·de que el spiritus ymaginarius Lel plzantastikon ptzeu- piritual de un Sinesio que aconseja la utilización de los sonidos (plwnai),

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sonidos (ibid., págs. 119-123). El tratado de al-Kindi termina con una teo-
ma~erias (hylui) Y figuras (schémata), a través de los cuales «el auténtico ría extremadamente interesante sobre los sacrificios (IX, pág. 123). El ani-
s~bJO, c_onoced~r de las relacio~1es entre las partes del universo, puede mal es considerado como un microcosmos cuya muerte violenta produ-
ejercer mfluenc1as» sobre un objeto cualquieraJ7. ce una brecha en el macrocosmos: por ella se inserta la voluntad del
Para volver a 1~ magia sonora: hay dos tipos de sonidos mágicos, según operador, capaz de producir una modificación de las circunstancias y de
s.u cor.r~~ponden.cla astrológica (según el astro, la finalidad de la operación y las cosas. El animal sacriftcado está, por supuesto, en relación con el ob-
la pOSICIOn del ctelo) o elemental; éstos ej ercen una influencia sobre los ele-
jetivo a conseguir.
mentos Y_ los compuestos de elementos, como los cuerpos de las plantas y Tendremos ocasión de apreciar el alcance de todo lo que Ficino toma
de los am~ales. «Po~ otro lado, para obtener un efecto, es necesario que prestado de al-Kindi. Ahora bastará con observar que el universo de
el que rec1ta posea stempre contención de espíritu y representación de la al- Kindí, exactamente como el de la física moderna, está hecho de dos
forma _que desea verse realizar e n acto en la materia gracias a la emisión estados de energía: el estado elemental y el estado de radiación. Los ele-
~e somdos>> (i~id., pág. 101). Esta magia sonora está presidida por una teo- mentos, a su vez, se combinan para formar agregados cuyas radiaciones
n~ sobre el_ongen natural de las lenguas. Cada sonido ha sido creado, se- tendrán propiedades nuevas. Cada objeto del mundo se encuentra en el
gu~ su ~estmo, por la armonía celeste. El significado de las palabras no es centro de una transferencia universal de radiaciones, cuyo campo varía se-
arbttrano
. , . en. absoluto,
. pero su destino natural · ·d·1r con ¡a
' puede no e 0 mc1 gún la posición del objeto en el espacio y en el tiempo, de tal manera que
func10n stgmficatlva que les ha sido atribuida por el hombre. «Por otro la- no puede haber dos objetos cuyo comportamiento sea perfectamente
do, cuando en un sonido coinciden la asignación de significado hecha por idéntico por lo que respecta a la emanación y a la recepción de rayos.
la armo~1ía Y aquélla realizada por el hombre, el poder del significado de Cuando el escritor italiano Dino Buzzati imagina que la agonía de una
este somd? es dob~e1> (ibid., pág. 103). Aquí podemos reconocer el origen simple cucaracha aplastada por descuido tiene consecuencias de orden
de las teonas cabalistas más tardías del <<lengu~e natural», que es el hebreo cósmico, se parece al mismo ai-Kindl, para quien todo acontecimiento,
<<puesto que el hebreo, siendo el lengu~e de la creación, era una lengu~ incluso el más insignificante, tiene una irradiación unjversal (particular-
natural en la que las palabras indicaban las naturalezas esenciales de las co- mente intensa e n el caso de la muerte violenta). La magia obtiene de es-
sas que primero habían creado y luego representado>>>s. te principio incluso su posibilidad de existencia, que consiste en emitir
P~r supuesto, la magia sonora de al-Kindi utiliza tanto fórmulas com- radiaciones cuya «longitud de onda>) pueda alcanzar los sitios receptores
prensibles, en lenguaje ~rtificial, como fórmulas incomprensibles que, apuntados por el operador. Los destinatarios del mens~e estarán obliga-
puesto q~~~ son pronunctadas en «lenguaje natural», doblan la eficacia de dos a reaccionar según la intención impresa en la radiación. No hay que
la operac10n. olvidar que los rayos de al-Kindl son de naturaleza pnermrática, que su ma-
¿Qué se ~uede obtener a través del empleo de sonidos mágicos? Casi gia es una magía espirítual que no hace más que continuar la de Sinesio de
todo: presagtos, tele~uinesia, efectos psicosomáticos en los animales. y en Cirene. Esto significa que el hombre, dotado de un sintetizador fantásti-
el _hom~~e, el hechtzo de un ser humano, consistente en modificar la co, podrá producir en él, de manera adecuada, emociones que lanzará en
o n entac10n de su voluntad, y, además, fenómenos paradójicos tales como el espacio pneumático hacia el espíritu receptor de otro individuo de su
hacer flotar objetos pesados en el agua o hacer que se eleven en el aire misma especie. La eficacia de esta magia intersubjetiva está garantizada
provocar la ~uvia,. o relámpagos u otros fenómenos atmosfericos, apaga; por la constitución del agregado humano y por la fe del operador.
el ~uego_ a dtstancta, etc. (ibid., págs. 104-109). Las fórmulas más eficaces Hoy en día, cuando una creencia de este tipo sale de las instituciones
son las formulas optati~as, puesto que éstas proceden del coraz ón, que es el religiosas y reaparece en sujetos convencidos de que sus propias emocio-
centro del hombre-nucrocosmos (ibid., pág. 111). nes son transitivas, que pueden actuar sobre otros individuos o sobre el
_ Por lo que se refiere a las figuras y a los caracteres mágicos, sus pro- mundo físico, consideramos generalmente que se trata de un estado de
piedades y sus facultades operativas resultan muy semejantes a las de los .

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enfermedad mental y lo denominamos «esquizofrenia>>. Según la defmi- sensibles, no habrá que extrañarse en absoluto de las correspondencias
ción de P. Janet, retomada por C. G. Jung y convertida ya en clásica, la entre los fantasmas de los esquizofrénicos y los fantasmas creados por los
esquizofrenia se caracteriza por un «re-bajamiento del nivel mental» y, en magos. Al fin y al cabo, su procedencia es la misma, .excepto qu~ •. e~ el
::onsecuencia, por un cortocircuito entre la existencia onírica y la exis- caso del mago, los fantasmas son producidos voluntanamente y dmg1dos
tencia diurna, el mundo de nuestros fantasmas interiores y el mundo real. por el operador, mientras que, en el caso del enfermo, se le impo.nen co-
5i creemos a Edgard Morin, no es dificil que este cortocircuito se pro- mo realidades extrañas, lo «poseen>). La hipótesis de los «arquetlpos» de
:iuzca, puesto que e l cerebro humano, con toda su hipercomplejidad, no Jung, que son categorías preformativas de la producción fantásti~a, des-
:iispone de ningún instrumento especial que le permita distinguir el sue- cansa en buena parte en las analogías entre las fantasías de los pactentes Y
1.o del estado de vigilia 39 • el repertorio rnitico- mágico de la humanidad. ¿Cómo se ven las co~as
Tras haber establecido las semejanzas entre el comportamiento mági- desde la antropología, que no está llamada a dar directamente su veredic-
:o y el comportamiento esquizofrénico, el antropólogo de origen hún- to sobre el estado de salud mental de los personajes de los que se ocupa?
~aro Géza Roheim ha abierto el carnina a la interpretación de la magia El libro Ecstatíc Relígío11 del antropólogo escocés loan M. Lewis nos
•, 40
:omo una «esquizofrenia institucionalizada». ofrece una respuesta a esta cuestlon .
Ciertamente, existe una lejana analogía entre el método de la magia y Lewis traza una tipología bastante instructiva del <<operador de espíri-
a enfermedad mental llamada esquizofrenia. Sin embargo, no deberían tus» (entidades sobrenaturales), y llega a la conclusión de que existen tres
;onfundirse. Es verdad que el mago debe estar firm emente convencido clases:
1e su capacidad para transmitir sus propias emociones a otro sujeto o pa- a) el participante en los wltos extáticos (como el dionisíaco en la antigua
·a operar otras acciones transitivas de este tipo, pero jamás deja de ser Grecia o el za r en África del norte), que es involuntariamente poseído
;onsciente de que la f.1ntasmagoría que ha producido funciona exclusiva- por los «espíritus»; . . , .
neme en el terreno propio de los f.1ntasmas, es decir, el de la imagina- b) el chamán, que, después de haber sufrido el donumo de los espm-
:ión humana. Esto parece aún más cierto en los muy raros casos en que tus, se convierte, a su vez, en su amo (es un womufed srugeon, para reto-
m operador padece síntomas evidentes de esquizofrenia, cosa que los dis- mar la fórmula de T. S. Eliot);
ingue de entrada de los otros magos que, e!Jos sí, son individuos com- e) el bnUo, que, dominando según su voluntad, los dirige contra el su-
>letamente sanos. E l operador esquizofrénico es aquél sobre el que acaba j eto pasivo, que será poseído a pesar de su voluntad. .
>Or dominar la fantasmagoría i'nterior, y se impone como ima presencia ¿Quiénes son los <<espíritus»? ¿No son acaso seres dotados de una exts-
~xtra ña (ver el caso del sei'íor Berbiguier y sus duendes, pág. 207 y ss.). tencia objetiva o son fantasmas, producciones objetivadas, en el plano
tecordemos que Giordano Bruno no paraba de llamar la atención del imaginario, procedentes del inconsciente? .
nanipulado~ de fantasmas sobre los peligros que su actividad comporta- El próximo capítulo de este libro, que será dedicado a los demomos Y
>a, cuya suma equivalía a la pérdida de la salud mental. Parece, pués, que a la demonomagia del Renacimiento, aportará muchas precisiones a este
:1 mago no debe ser considerado en principio como un esquizofrénico, ni respecto. Los espíritus son fantasmas que adquieren una existencia autó-
1 magia como una «esquizofrenia institucionalizada>>. Por el contrari~, noma por una práctica de visualización semejante en todo y p~ra todo .al
tay analogías entre ciertos tipos de magia y el mismo psicoanálisis, cuyo arte de la memoria. Sin embargo, no es extraño que se mamfiesten sm
nétodo admite, dentro de unos límites, una comparación con la de «cu- haber sido invocados de este modo -en el caso de la utilización de dro-
anderos» de Gior~ano Bruno. gas alucinógenas de las que se servían los brujos, o en el caso de enfer-
Desde el momento en que el sueño es considerado como una pro- medades mentales-. Ciertamente, Lewis se equivoca cuando afirma que
.ucción fantástica procedente del inconsciente, y la esquizofrenia como los brujos dominan a ~u voluntad a sus espíritus familiares, puesto que es-
.n estado de confusión entre los contenidos oníricos y los contenid~s to no es en absoluto válido para la brujería occidental, en la que la reJa-

172 173
ción entre brujas y espíritus es más problemática. Así mismo, es difícil dis-
de efectos psicodélicos. El mago es un analista que únicamente puede
tinguir a los chamanes de los bntios, puesto que estos últimos únicamen-
practicar su oficio después de haberse analizado a sí mi~m.o. Pero el ~cee­
te no aprenden a dominar a sus espíritus más que después de que éstos se
so al inconsciente puede ser adquirido de dos formas d1stmtas: ~or. «m~~­
les hayan aparecido espontáneamente. Dicho de otro modo, podemos
sión» patológica o provocada por medios ext,ernos, .o. por .la asm1Jlac10n
distinguir esencialmente dos clases de personajes que tienen relación con
de la tradición. En este segundo caso, no esta permitida nmguna analo-
los espíritus: una los invoca mientras los inventa; la otra los recibe y no
gía con la esquizofrenia -no más que en el .cas~ de toda persona que
podrá utilizarlos sino tras una actividad de ordenación consciente.
aprende alguna cosa, incluido el hombre de Ciencias.
No hay duda de que los espíritus que imponen su presencia proceden Estas reflexiones, que desarrollaremos más adelante (ver cap. VII), han
del inconsciente; pero los otros, los que son «inventados)), ¿de dónde pro-
servido de preámbulo a la exposición de la magia intersubjetiva desde
ceden? Su fuente es la misma, puesto que sus modelos, transmitidos por al-Kindi hasta Giordano B runo. El concepto de <<radiación», fundamental
la tradición, brotaron antaño en la fantasía de otro operador. El mago o
para el primero, es gradualmente reemplazado por el concept~ ~e eros. La
el brujo del R enacimiento conoce su existencia a través de manuales de
armonía pneumática del universo es el postulado general de .Ftcmo a Bru-
alta magia, como la Steganograp!tia del abad Trithemius (aunque ésta cons-
no, y su instrumento es el eros. A través de su acción, el umverso co~~~e
tituya, en gran parte, un tratado de criptografía) o la Filosciffa oculta de su
un cierto concentus, que es orden, armonÍa, integraciÓn, y cuya defiruc10 n
discípulo Cornelio Agrippa, o de manuales de baja magia, como los que
más inquietante es la que Ficino formula en una de sus epís.tolaS41 : <<Co~­
fueron recopilados en el Antipalus mah;ftciortl/11 del mismo Trithemius, un sidero que hay, necesariamente, una ley ordenada y una cierta armoma
ocultista muy sabio (ver cap. V Il y Apéndice VI).
[concento) y consonancia en los elementos del mundo, e~ los humores de
E n conclusión, hay sólo dos tipos de operadores de fantasmas: los que
los animales, en la vida de las bestias e incluso en la soc1edad de los ban-
han sido invadidos por la producción inconsciente y no han logrado mas
doleros, puesto que éstos no podrían asociarse si no existiera un cie.r,to or-
que a duras penas poner allí orden alguno; y aquéllos cuya actividad ha
den en todo ello)). Estamos lejos de las teorías de la autodestrucciOn del
sido plenamente consciente, y que consiste en inventar fantasmas mne-
mal. Al contrario, incluso en el mal hay orden, puesto que de otro modo
motécnicos a los que han prestado una existencia autónoma. Únicamen-
los delincuentes no podrían permanecer juntos.
te los primeros pueden compararse con los esquizofrénicos, exceptuando
Esta armonía general en la que el eros es el principal instrumento no
la diferencia de que, mal que bien, han aprendido a encontrar un 111odus
está enmarcada, en Ficino, en una teoría de una amplitud compara~le a
vivendi con su producción inconsciente suscitada, en la mayoría de los ca-
la de al-Kindi. Sólo Giordano Bruno restituye las cosas a su complejidad
sos, por la utilización de alucinógenos. Entre ellos; hay también -y es per-
real en su visión de un urúverso en el que cada individuo e incluso cada
fectamente demostrable- auténticos esquizofrénicos, como el sei1or Ber-
obj~to está ligado a los otros por invisibles vínculos erótic~s. La ~xpresión
biguier a principios del siglo X IX o el doctor Ludwig Staudenmaier a
vincu!t 1111 vinculomm amor est es sustituida por una expres10n análoga que
principios del siglo XX, que utilizan unas creencias y unas técnicas mági- podríamos atribuir a al-Kindi sin riesgo de desnaturalizar su pensamien-
cas para intentar poner orden en sus procesos mentales gravemente per-
to: vinculum vinwlorwu radirtm est, <<el vínculo de los vínculos es el raya>>.
turbados. En este caso, lejos de considerar la magia como una «esquizofre- E l energetismo de al-Kindi inlrodt¡ce al psicologismo de Brur:o, para
rúa institucionalizada)), hay que ver en ella, por el contrario, un remedio
quien las cosas no sólo emanan radiaciones ~rías~ estériles y casi me.rtes,
bastante potente contra la invasión devastadora de la enfermedad mental.
sino rayos vivientes, coloreados de pasiones, mspuan.do ya, por su tms~a
La magia no es un factor de desorden; por el co11trario, es un Í11edio para restable- existencia, la simpatía o la antipatía, el amor o el odto. A la tran.sfe.rencta
cer una coexistencia pac(fica entre el inscoiiSciente y el consciente, allí donde esta objetiva de al-Kindi se opone la transferencia altamente subje~Iva ~e
coexistencia ha entrado en crisis, bien sea por la intervención de. una en-
Giordano Bruno; a partir de la magia universal se perfila y se precisa mas
fermedad mental, bien por el empleo voluntario de substancias qt~ímicas
el concepto de magia intersubjetiva.

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5. Magia pneumatica intermediario entre el alma y el cuerpo del mundo al igual que el espíri-
La magia espiritual del R enacimiento, de la que Marsilio Ficino es el tu humano entre el alma y el cuerpo individuales. Esta fuente de toda ge-
primer y más influyente representante, se constituye a partir del princi- neración y crecimiento, <<podemos llamarla tanto cielo como qui11.ta essen-
pio de la simpatía pneumática universal. El primer corolario de este prin- tia>> (cap. 111) . . <<Ésta es la razón por la que los Platónicos [es decir, los
cipio es que el hombre, dotado de un hegemonikon situado, e n general, en astrólogos y magos árabes, nota del autor] intentan, adaptando nuestro es-
el corazón, que es el órgano que corresponde al sol en el cosmos, tiene píritu al espíritu del mundo mediante la magia de los talismanes [ars phy-
la capacidad de imprimir cambios voluntarios en su propia fantasía. Estos sica] y la emotividad [q.fJectum], dirigir bácia nuestra alma y nuestro cuerpo
cambios se transmiten, en virtud de 1~ continuidad del pneuma, a los ob- los bienes del cielo. Esto produce el fortalecimiento de nuestro espíritu
jetos apuntados por la acción del operador. por el espíritu del mundo, a través de la acción de los rayos estelares que
Este fenómeno es natural, se produce sin que exista una manipulación actúan de forma benéfica en nuestro espíritu, hecho de la misma natura-
consciente por parte del emisor y/o del receptor de la corriente pneu- leza que estos rayos, lo cual le permite atraer hasta él las cosas celestes•>42 •
mática, y conoce un grado cero de autoconsciencia, que es el eros. Éste Ficino es un Sinesio, en lo que concierne a la teoría del vehículo del
establece unas relaciones entre los individuos, según la información trans- alma, corregido por los neoplatónicos más tardíos como Proclo y Macro-
cendental que los vehículos pneumáticos de sus almas han acumulado bio y, e n lo que respecta a la doctrina de las correspondencias universales,
desde su descenso a través de los cielos planetarios. por la teoría de las radiaciones de ai-Kindi y por la magia astrológica de
En cuanto a la magia propiamente dicha, representa un saber que per- éste y del Picatríx. '
mite al operador explotar las corrientes pneumáticas que establecen rela- Como hemos demostrado e n otra parte 43, la magia espiritual de Fici-
ciones ocultas entre las partes del universo. Estas relaciones son regulares no no conlleva menos operaciones con los demonios como intermedia-
y pueden clasificarse en siete grandes series planetarias, de tal manera que rios, pero la demonomagia propiamente dicha sólo la desarrolló el abad
la totalidad ae la naturaleza, con sus reinos mineral, vegetal y animal - in- Trithernius de Wi.irzburg, personaje ambiguo al que he mos dedicado
cluida la especie humana- esté ligada a los siete astros errantes y a las de- parte del capítulo siguiente de nuestro libro. Una combinación de magia
más estreUas por vínculos invisibles. El mago es, ante todo, un conocedor ficiniana y de demonomagia trithemiana reaparece en los tres libros de la
de estos vínculos, capaz de clasificar cada objeto del mundo según la se- Filoscifía oculta, obra poco original pero muy influyente de Cornelio
rie que le corresponde y, de este modo, atrae r los beneficios del astro que Agrippa. La magia de Giordano Bruno está inspirada en primer lugar en
preside la respectiva serie. Ficino, y utiliza como fuentes complementarias a Alberto Magno, Tri-
La multitud de representantes de la magia renacentista no debe es- themius y Agrippa. En cuanto a Tommaso Campanella, fraile calabrés di-
conder, a los ojos del investigador, las líneas principales de su desarrollo, sidente de principios del siglo XVII, cuya utopía política parece haber
que se revelan relativamente simples. Su punto de partida es el tratado ejercido una influencia determinante en el grupo de amigos alemanes
De vita coelitus comparal'tda de Marsilio Ficino (1489), que enuncia explíci- que puso en escena la <1farsa>> ~udíbrium) de los rosacruces 4\ cultiva igual-
tamente los principios siguientes: del mismo modo que el alma del mun- mente una magia pneumática de origen ficiniana, cuyos rituales (inofen-
do está concentrada en el sol, desde donde irradia hacia todas las partes sivos) fueron muy apreciados por el papa Urbano45 •
del universo a través de la quinta essentia (que es el éter, o el pneuma), el Entre Ficino y Campanella, numerosos autores están al corriente de la
alma humana está concentrada en el corazón y penetra en el cuerpo a tra- teoría pneumática de Ficino, de la que no siempre explotan su ve rtiente
vés del espíritu. Las cosas tienen un grado distinto de apetencia con res- mágica. Entre ellos, citemos a Juan Pico, Francesco Cattani da Diacceto,
pecto a la quinta essentia, lo cual significa que ciertas cosas tienen una ca- Ludovic Lazzarelli, J acques Gohory, Pomponazzi, Francesco Giorgi,
pacidad pneumática incomparablemente superior a otras. Pontus de Tyrad, Guy Lefevre de la Boderie, etc. 46
¿Qué es la quinta essentia? El espíritu cósmico, que ej~rce la función de

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Capítulo VI
La magia intersubjetiva

1. Magia intrasubjetiva
En toda magia intersubjetiva que no presuponga la intervención de los
demonios es posible que la acción del operador sea dirigida sobre sí mis-
mo, en cuyo caso estamos ante un tipo de magia Ílltmsubjetil;a.
Esta rama de la magia es particularmente importante pues representa,
de algún modo, la propedéutica de todas las actividades más avanzadas del
arte pneumático.
Del mismo modo que hay fenómenos mágicos en la naturaleza (la
atracción del imán, por citar el más común) y en la sociedad humana
(la atracción de los amantes), también existen operadores-~atos, a pesar
de que su campo de acción es reducido y no sea sometido al control de
su voluntad. Sin embargo, por lo general, con o sin disposición natural,
el mago se hace. Y corno el aprendiz de psicoanalista que no tiene acceso
a la práctica del psicoanálisis sin haber sido previamente analizado, el ma-
go capaz de ejercer su arte lo ha ej ercido previamente sobre sí mismo.
Puesto que la magia en general es una operación espiritual, aquel que
la practica debe poseer ciertas cualidades de las que carece el común de los
mortales. En estos, en efecto, el cuerpo etéreo, transparente y puro en su
origen, se ha vuelto opaco y espeso debido al contacto con el cuerpo.
Todas las manchas materiales se han incrustado en él, comprometiendo
su luminosidad y su flexibilidad originales; y puesto que el espíritu es el
vehículo del alma, y el alma ·es el agente de la relación entre el mundo
intelectual y el mundo natural, este contacto maravilloso se rompe en e.l
momento en que el vehículo se vuelve demasiado lento para permitir
viajar al alma o demasiado sucio para que los mensajes fantásticos trans-
mitidos por el alma puedan acceder hasta el sentido interno.
El pneuma es un espejo de doble faz en el que una cara refleja las per-
cepciones procedentes de los sentidos externos y la otra las fantasmag9 -

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rías del alma. Si la cara vuelta hacia el alma no está suficientemente lim- (Sol, Júpiter, Venus), a los que Ficino llama «Las Tres Gracias)). Sus in-
pia, el individuo queda reducido a una condición inferior, casi animal. fluencias, así como la de Mercurio, tienen una i~1portancia fundamental
¿Qué se puede hacer para remediar esta situación prácticamente genúa- en la purgación del pneuma.
lizada en el común de los mortales? Pues bien, nada más simple: se trata Ya sabemos que hay series de objetos clasificados según su pertenen-
de brui'íir el espejo, sacar las impurezas adquiridas, no congénitas, y de- cia planetaria. Cuando es imposible exponerse directamente a los rayos
volver al espíritu obnubilado su transparencia, su pureza, su flexibi lidad y de los planetas benéficos, bastará con utilizarlos. Para obtener la <<solari-
su dureza originales. zacióm del espíritu, por ejemplo, habrá que seguir una dieta sana, dar pa-
seos en loci nmoeni de aire dulce y puro, llenos de luz y de perfumes ve-
Pues el espíritu es el intermediario entre el cuerpo grosero del mundo y el getales, pero también será necesario utilizar sustancias como el vino y el
alma. En él y a través de él existen las estrellas y los demonios [... ].El hombre azúcar (ibid., 1) , plantas, metales y piedras preciosas solares o jovianas.
se nutre por su propio espíritu, que está conforme con el otro por naturaleza.
Pero esto puede hacerse sobre todo si este espíritu, gracias al arte, se hace más Cuando nuestro espíritu ha sido cuidadosamente preparado y purgado me-
compatible con el espíritu del mundo, es decir, más celeste. Se vuelve celeste si diante cosas naturales, entonces puede recioir muchos dones, por los rayos este-
e~tá cuidadosamente expurgado de sus manchas y de todo aquello que lo ensu- lares, de parte del espíritu de vida cósmica. La vida cósmica se propaga visible-
cia - de todo lo que, en él, es diferente a su esencia celeste'. Hay que tener en mente en las hierbas y los árboles, que son como los pelos y cabellos del cuerpo
cuenta que no sólo los alimentos que penetran en las vísceras manchan el espí- de la tierra; se manifiesta igualmente en las piedrJs y los metales, que son como
ritu, sino que las manchas están frecuentemente causadas por el alma, por la piel, los dientes y los huesos de este cuerpo; circula en las conchas vivas de la tierra
la ropa, el habitáculo y el aire circundante (Vita coel., IV). que se ad hieren a las piedras. Sirviéndose con frecuencia de plantas y de otros
seres animados, es posible obtener mucho del espíritu del mundo [... ] (ibid., XI).
Se comprende f:ícilm ente que el aprendiz de Ficino deba someterse a
una rigurosa disciplina para mantenerse apartado de todo lo que podría Las piedras preciosas, transformadas en pociones o llevadas como ta-
in'festar e infectar su pneuma. No sólo está obligado a seguir un régimen Jismanes, imprimen en el espíritu humano las cualidades de los .astros,
alimenticio muy selectivo sino que, además, debe practicar purificacio- preservando al organismo de la peste y del efecto de los venenos, etc.
nes, cuidar de la limpieza de su persona, de su ropa y de su hábitat, es- (ibid., X I-X II; XIV).
coger el lugar de sus paseos, las personas que frecuenta, las conversacio- Podemos decir que la purgación pneumática es uno de los temas cons-
nes que mantiene y, por supuesto, cultivar sus virtudes. Todos esros tantemente abordados por Sinesio, pero el obispo de Cirene no profun-
procedimientos que tie nen como finalidad la expurgatio a sordibus, la <•pur- diza en los procesos teúrgicos a través de los cuales se supone que se de-
gación de la suciedad», están acompañados por medios externos más es- be realizar la purificación. Estos procesos reaparecen en un contexto
pecíficos: «En primer lugar, será necesario purificar e l espíritu con m edi- distinto, el de los Oráwlos Ca/deos redactados por Julián el Teúrgo, hijo de
cinas adecuadas, para quitarle los vapores que lo obnubilan. En segundo Julián llamado el Caldeo, durante la segunda mitad del s. 11 después de
lugar, habrá que devolverle su luminosidad a través de cosas relucientes. J. C., preservados en parte y comentados por los neoplatónicos y por el
En te rcer lugar, habrá que tratarlo de tal manera que se vuelva a la vez erudito bizantino Miguel Pselo. «La ciencia telestésica>>, nos dice en su
más tenue y más duro. Y se volverá celeste al más alto grado [.. .]si se ex- Comentario, «es aquella que se diría que inicia el alma a través de la po-
pone fuertemente a la influencia de los rayos del Sol, que domina las co- tencia de las materias de aquí abajo [... ]. Según el Caldeo [ ... ), nosotros
sas celestes» (ibid.). sólo podemos subir hacia Dios a través del fortalecimiento del vehículo
Entre los siete planetas de la serie llamada «caldea>> (Luna, M ercurio, del alma mediante ritos materiales. En su opinión, en efecto, el alma se
Ven~s, Sol, Marte, Júpiter, Saturno), hay tres, particularmente benéficos purifica a través de piedras, hierbas, encantamie ntos y así es como llega a

180 181
estar preparada para su ascensión»2 • La alusión al vehículo del alma no se
nismo sutil que responde al ákiisil hrdaya. Los procedimientos de ~isuali­
remonta a la doctrina auténtica de los Oráwlos. Pselo debió de tomarla de
zación que utiliza son análogos a los del yoga y a los del arte occidental
los comentadores neoplatónicos que conocía muy bien. Sin embargo, los
de la memoria.
procedinúentos rituales de purificación del alma, de modo que sea apta
En Irán, el místico sufi, emplea gran número de procedimientos para
para efectuar la elevación teúrgica, están claramente expuestos en los Orá-
obtener la «limpieza del corazón» (qalb). De entre eiJos, el más importan-
culo-f. te es la utilización de fórmulas rituales (zekr), de mantras persas.
Como hemos visto, el motivo de las purificaciones pneumáticas ya ha- A su vez, el místico hesicasta en el cristianismo oriental efectúa una
bía aparecido con el estoicismo tardío. Los estoicos habían elaborado, a
operación llamada cardioscopia, consistente en visua_lizar el espacio del
partir de la medicina siciliana, una animología bastante compleja, con la
corazón (kardía) y e n intentar devolverle toda su .pureza y s~1 tra~sparen ­
que también intentaban dotar de un fundamento empírico sus profundas
cia. También él utiliza una o varias fórmulas y ntmos resp1ratonos cada
preocupaciones de orden moral. Así, para E picteto, ser virtuoso significa
vez más lentos, como el yogui y el taoísta. . .
disponer de un pneuma calmado, puro y transparente; y, viceversa, la ob- No nos detendremos largo tie mpo en estas generalidades, pues mclu-
tención de este «espejo cardíaco)) limpio y nítido depende enteramente
so un análisis aproximativo de estos problemas fundamenta les de la histo-
de la vida moral del individuo.
ria de las religiones requeriría un espacio que aquí no le podem~s con-
La «purificac ión del corazón» a través de la práctica de las virtudes, así
ceder. ¿Se puede deducir que la filosofia in~ia es la fuen~e a_ partir, d~ la
como por el e mpleo de sonidos eficaces y de otros procedimie ntos más
cual se han desarrollado todas las especulac10nes y las tecmcas Imsttcas
o m enos «mágicos», representa una preocupación muy antigua en Orien-
que se refieren al <<corazÓn>>? Sin descartar esta posibilidad, parece sin. em-
te. Las Upanishads ya e laboran una fisiología sutil muy compleja, basada
bargo poco probable. .
en el papel de un sintetizador cardíaco llamado monos, cuya existencia ja- El hombre reacciona a los estímulos externos con emociOnes que se
más ha puesto en duda ninguna escuela de la filosofía india -a excepción,
traducen en secreciones inmediatas de adrenalina. Toda investidura exter-
tal vez, de algunos materialistas-. Durante el sueño, las energías o prilnos
na está acompañada por una pulsión interna que es experimentada en el
se retiran en el manas o sentido inte rno (fenóm eno llamado «telescopia de
«espacio del corazón». Ahora bien, «el primer "lengu:De", el. "verb.o", es
prilnos))); e n estado de vigilia, circulan por el cuerpo sutil. En las prácticas expresión corporal>> y los esquemas verbales <<son la referencia capital de
rrústicas, la «cavidad del corazÓn» o «cavidad etérea» (ilkilsá hrdaya) de-
todos los gestos posibles de la especie Homo sapiens>>4 • Tom.emos al azar al-
sempeña un papel esencial: «El pequeño espacio dentro del corazón es tan
gunos esquemas verbales relativos al corazón: una persona mcapaz de c?n-
grande como este vasto universo.. Están los cielos y la tierra, el sol, la lu-
moverse por la aflicción del prójimo manifiesta una «dureza ~e corazon»,
na y las estreiJas, el fuego y el relámpago, y los vientos tambié n están ahí; tie ne un «corazón de piedra>>; al contrario, una persona emotiva posee un
y todo lo que hay ahora y todo lo que ya no está: pues todo el universo
<<corazón tierno>> y el que carece por completo de malas intenciones en su
está en Él y Él mora en nuestro corazón» (Chándogya Upanislwd, VIII, 1).
actividad social, imaginando que los demás tampoco las tienen, es aquel
No hay que decir que depende de la transparencia del ákilsá hrdaya la po- que tiene un «corazón puro». Aquel otro habla co.n el corazón en la ma-
sibilidad de conocer en el corazón la presencia de la divinidad o del in-
no, un corazón de oro, pero también puede ocurnr que tenga algo clava-
telecto, y numerosas prácticas nústicas, incluidos los estadios preliminares
do en el corazón e incluso tener el corazón roto. Podemos hacer las co-
del yoga, tienen como finalidad la purificación del organismo sutil, la res- sas de mal corazón o bien de todo corazón, pero también puede darse la
titución de su pureza original.
posibilidad de que alguien no ten¡:,ra corazón. Hay cosas que nos ll:ga1~ al
El hsin o corazón no es menos importante en el taoísmo y en el bu-
corazón y otras que nos encogen el corazón; y juventud de coraz~ n s~g­
dismo zen. Incluso cuando no se le nombra, comprendemos que el taoís- nifica corazón inquieto. Por lo que se refiere a los asuntos del corazon, es-
ta e~cuentra los dioses en el interior de una cavidad de su .propio orga- tos nos llevan a robar o a rechazar el corazón, y así sucesivamente.

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183
Ciertamente, debe existir una verdad de orden extralinguístico en to- Identificando las energías corporales con las emociones, la filosof.ía 'i ndia
das estas expresiones, una verdad que pretende decir que el corazÓn es allí y la medicina griega transformaron el corazón en depósito de unas y
donde mora la sensibilidad, todas las reacciones emotivas y el órgano mo- otras, en órgano principal de vida y de comunicación con el exterior. En
ral (o inmoral) por excelencia. cuanto a la actividad visionaria, se admite fácilmente que no podía loca-
Si los franceses piensan con la cabeza, hay pueblos como los manchú- lizarse sino allí donde los fantasmas se manifiestan por excelencia, es de-
es, que <<piensan {grm 'i111b'i) con el corazón [grm'i11)» 5• Ellos están enfer- cir, en el mismo centro del organismo sutil.
mos cuando su corazón <•está a la sombra» [grm'in b11r 'imb'i), mientras que ¿Qué ocurre con la «cabeza1>? Podernos confiar todavía en la enorme
los que están sanos tienen «el corazón transparente». S. M . Shirokogoroff documentación recopilada por Richard Broxton Onians' y por Anders
no encuentra nada extraño en estas concepciones: «Hay que tener en Olerud8 para hacernos una idea. Parece que la dignidad que Platón con-
cuenta que la percepción emocional del "estar a la sombra" es del todo fiere a la cabeza humana en el Timeo (44d, 90a) descansa sobre un com-
admisible y que la concepción del corazón como órgano del proceso del plejo arcaico que distingue dos órganos de la conciencia: el <<corazóm (kér
pensamiento es del todo positivista, pues el pensamiento es percibido, en o kradíé), morada de un alma vegetativa (thymós), y la <<cabezal>, donde
sus manifestaciones emocionales, por el corazón. (Según la perspectiva mora la psycllé. Para Onians, tlrymós sería el <<blood-soul» y psyché el
positivista de los europeos, se trata de localizar el "pensamiento" en sec- «breath-souh>, pero la diferencia original entre ambas nociones no debía
ciones especiales y particulares del cerebro, lo cual es una concepción de de ser tan acusada, puesto que la misma palabra tlrym6s está emparentada
un positivismo ingenuo fundado en diversas hipótesis que descansan en con los vocablos indoeuropeos que indican el vapor o soplo (latínfimnts,
la idea de un cerebro abstracto. En este aspecto, la perspectiva "positivis- sánscrito dlu1mah, eslavo dymu y duclw) . En cuanto a la psyclté, como el
ta" europea no se encuentra muy alejada de la de los manchúes, quienes a11itmts latino, es un «soplO!> por excelencia, puesto que deriva del verbo
9

pueden hablar con todo derecho de la localización del proceso del pen- psychó («soplaP>), pero su exclusiva localización en la cabeza es discutible •
samiento en el corazón, puesto que lo sie111e11 así)»''. Al contrario, en todo un complejo de creencias, la psyché representa toda
Aristótel~s no admitía que se pudiera pensar sin f.1ntasmas. No obs-
respiración corporal, y está relacionada con el spérma, que es una <<respi-
tante, los fantasmas están coloreados emocionalmente y, aunque p~eden ración genital» 10.
ocupar cualquier sitio, el lugar que más les conviene es el <•corazón», pues En la ontología y en la antropología platónicas aparece una distinción
es el comz 6n el que siente las emocio11es. A partir de este elemento corporal precisa entre «cabeza» y <•corazón» y se decanta claramente en favor de la
que es la manifestación real de las reacciones emotivas e11 el espacio del co- primera. <<La cabeza humana, similar a una esfera, es la imagen del cos-
mz611, no se excluye que diversos pueblos de la Antigüedad hayan cons- mos. La cabeza es el microcosmos por excelencia, el cuerpo y sus miem-
truido por separado teorías análogas, como la· del ma11as en la India o la bros son un apéndice o, como dice el propio Platón, el cuerpo es un ser-
del hegemonikon en Grecia. vidor subalterno. En el Timeo (44d) recalca que el alma reside en la cabeza
Puesto que no podríamos negar a las emociones su carácter concreto, exactamente del mismo modo que el alma del mundo reside en el cos-
tampoco sabríamos discutir la existencia de un lugar donde se manifies- mos esférico» 11 • Y más adelante (90a) añade: «Pues somos una planta que
tan, un lugar que corresponde más o menos a la localización anatómica no es terrestre, sino celeste. Y, en efecto, es desde arriba, desde la parte
del corazón. En esta localización debe residir la explicación antropológi- donde tuvo lugar el nacimiento primitivo del alma, desde donde Dios
ca del génesis del organismo sutil llamado corazón, cuya antigüedad de- colgó nuestra cabeza, que es como nuestra raíz y, de este modo, dio al
b_e s~r mucho más venerable que la del descubrimiento del órgano ana- cuerpo entero la posición erectal>12 • Y es debido a esta polarización onto-
tomico que responde al mismo nombre. lógica expresada en términos relativos al espacio (<•altol> versus <<bajo») , que
En· tanto que pantalla de proyección de las f.·mtasmagorías internas, el es al mismo tiempo una polarización 1noral («biem versus <<mah> ), por lo
«corazórv> debió de obsesionar muy tempranamente al espíritu humano. que Platón postula la doctrina de un alma tripartita, a la que correspon-

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de la tripartición del cuerpo humano en «cabeza» (alma racional), <<pe- lu·o que se permitirá será el de algunas cucharadas de azúcar blanco~ el
cho» o «corazóm (alma irracional) y <wientre» (alma apetitiva) (Tiln., 69b d; u~ vaso de buen vino, aunque si nos fijamos atentamente descubnre-
y ss.). Subordinado totalmente a la «cabeza», el «corazón» es, en Platón, mos que en realidad está mezclado con un polvo insoluble,_en el que po-
la morada de las emociones, pero no constituye el órgano visionario por dríamos reconoce r una amatista triturada, que le ~rocur<~ra a. buen segu-
excelencia, pues éste se atribuye, de forma un tanto sorprendente, al hf- ro los favo res de Venus. Veremos que su casa esta tan hmpta como s;1s
gado13. Hay que llegar hasta los estoicos para que las relaciones entre «ca- ropas y que nuestro te úrgo se lava sistemáticamen~e una o do~ veces al d1~1,
beza» y «corazón>> sean planteadas de una nueva forma, y para que las vir- a diferencia de la m ayoría de sus conciudadanos, q ue no deb1an de segtnr
tudes sean asociadas a la «pureza del corazón». La magia del Renacinúento
estas buenas costumbres.
es todavía deudora de esta concepción, hacie ndo de la «limpieza del co- No resulta sorprendente que este individuo tan atent? en n.o moles-
razón» una de sus principales ocupaciones. tar a nadie y que, adem ás, es limpio como un gato, no mcurne ra en la
cólera de ninguna autoridad, ni laica ni religiosa: Fue tolerado a l~ me-
· Con el concepto <<teúrgia» designamos a veces las purificaciones cuya dida de su propia tolerancia, más bien indife renCia, respecto a sus cofra-
~nalidad es la de restituir al pneuma su transparencia, su tenuidad, su fle- des m enos evolucionados, cuyo pneuma nunca estuvo tan transparente
xibilidad y su dureza originales.
como el suyo.
La figura del teúrgo de Ficino, del practicante de la magia intrasubje-
tiva, no hacía nada que fue ra contrario a las costumbres de la época . Le- 2. Magia intersubjetiva
jos de llamar a los espíritus de los difuntos a manifestarse, como el nigro- La magia intrasubjetiva constituye ún~camente, un c~s~ e~p~cial del
mante descrito por Benvenuto Cellini, lejos también de volar por los aires c irc uito mágico inte rsubjetiva, que fun c10na segun el pnnctpto de la
y de embrujar a los hombres y a los animales como las brujas tradicio na-
continuidad del pne uma universal. . .
les, lejos incluso de dedicarse, como Cornelio Agrippa, a la pirotécnica El e nunciado de este principio cambia muy poco desde Smes10 hasta
o, como e l abad Trithemius, a la criptogra6a, el mago de Ficino es un
Ficino. Escuchemos a éste último: . .
personaje inofensivo, cuyos hábitos no tienen nada de repre nsible o de <<Nadie debe creer que, m ediante la utilización de c1ertas matenas del
chocante a ojos de un buen cristiano.
mundo, se atrae a la presencia de entidades numinosas que se ~esprenden
Se tiene la certeza de que si vas a visitarle -a m enos que él no consi- al instante. Por el contrar io, lo que se atrae son los demomos o, pr~­
dere nuestra compañía poco recomendable, lo que es bastant~ posible- ferentemente ÚJOtius], los do nes del mundo anima~o y de .l~s estrellas VI-
nos propondrá salir para acompañarle en su paseo cotidiano. Nos con- vas. Que tampoco se crea e n la posibilidad .de hechiZar [ai/ICI} el alma me-
ducirá furtivam ente, para evitar encue ntros indeseables, hasta un jardín diante fórmulas materiales. Pues es ella lmsma [el alma umversal] la que
encantado, lugar agradable donde la luz del sol, en el aire fresco, sólo al- fabrica los cebos [escas] que le convienen y a través de los cuales se pue-
canza los perfumes de las flores y las ondas pneumáticas emanadas por el de hechizar, y vive ahí siempre gustosa. Pues no hay nada en el mundo
canto de los pájaros. Nuestro te úrgo, envuelto en su vestido de lana blan- vivo que sea tan deform e que no posea alma y, parale lamente, sus dones.
ca de una limpieza ej emplar, empezará quizás a inspirar y a espirar el ai- Zoroastro llamó a estas correspondencias de las formas con las razon.es d.el
re rítnúcamente, luego, tras descubrir una nube, volverá inquieto a su casa, · ersal
por miedo a resfriarse. Se pondrá a tocar la lira para atraerse la influencia a1ma umv , por la fórmula de "cebos divinos" [dívínas .illiccs], y Smes1o
. ·u
igualment~ confirmó su carácter de encantamiento~ mág1cos {1~wg1cas ' e-
benéfica de Apolo y de las otras Gracias celestes, y después s'e sentará an- cebras}>> ( Vita coel., 1). <<Algunos afirman que la mag1a es Luna tecn~ca ·que
te una comida frugal en la que, junto a algunas verduras cocidas y unas permite] que Jos lzombres atraigan, en tiempos adewndos, a la~ presencws :eJoes-
hojas de: ensalada, consumirá dos corazones de gallo para fortalecer su pro- tes, a través de cosas inferiores que corresponden a las cosas s11penores [ . ..)» (1b1d.,
pio corazón, y unos sesos de cordero para fortalecer su·cerebro. El único
XV).

186 187
Estos dos pasajes requieren varias aclaraciones. diversas categorías de demonios, seres pne umáticos de entre-mundos.
Ficino afirma que el alma universal es en sí misma la fuente de toda Nos queda por definir aquí los «clones del mundo animado» y los «dones
magia, pues, en su libertad, eligió crear estas correspondencias entre el de las estrellas vivas».
n~undo su_perior y el mundo inferior. En virtud de este principio, hay Los «dones del mundo animado)} son recipientes naturales del pneu-
c1ertos objetos con los cuales es posible invocar a las presencias superio- ma que tienen la propiedad de nutrir el espíritu humano, en virtud de la
res, Y la tradición le ha dado el nombre de cebos, incentivos, reclamos, ley de solidaridad pneumática de las partes del universo.
encantamientos, seducciones, etc. (así es como podemos traducir las pala- <<Podemos incorporar cada vez más quinta essentía si sabemos aislarla de
b~s esca, illex, illeccbm). En su bondad, la núsma alma ha creado la posi- los compuestos alimenticios de los que forma parte o utilizando con fre-
bilidad de ponerse en manos, en ciertas circunstancias, del hombre sabio cuencia las cosas que abundan, sobre todo en espíritu, de un alto grad~
que conoce e l empleo de estos objetos. La naturaleza existe para que el de pureza, como el vino noble, el azúcar, el bálsamo, el oro, las piedras
hombre disponga de ella: es como si el mümo pez, por deseo de nutrir preciosas, el mirobálano, las esencias que tienen los perfumes más suaves
al hombre, le enseñara a fabricar el anzuelo. y las cosas relucientes>) (Víta cocl., 1). «Así mismo, mediante el uso fre-
L:i definición de la magia en Ficino es concisa y clara: las operaciones cuente de plantas y de otras cosas vivas, es posible absorber mucho espí-
'má~icas ti_enen como finalidad la obtención de efectos alejados por cau- r itu cósmico [ ... ]» (ibid., XI). «Si queremos que un alimento .se apodere
sas mmediatas, en particular la acción sobre las cosas superiores de las co- antes que otros de la forma del cerebro [rapiat prae ceteris forma m cerebri t11i:
sas inferiores que les corresponden (pcr i11jeriora consentanea) y que sirven para decir que hay influencia sobre el cerebro, etc.,] , del hígado o del es-
de «cebos» (esca, illices, illecebrae), <•atrayéndolos>> (allici) en los momentos tómago, hay que comer tanto cerebro como podamos, hígado o estóma-
oportunos (temporibus opporttmis). go de animales que no difieran de la naturaleza humana» (probablemente
Se trata, más concretamente, de un mecanismo transitivo que, al prin- los manúfe ros, pero no de un modo exclusivo) (ibid., 1).
cipio, pone e n movimjento causas físicas para o btener efectos hiperftsi- Pero la parte principal del opúsculo ficiniano está dedicada a la des-
cos. A su vez, los efectos se transforman en nuevas causas, que producen cripción d t: los «dones de las estrellas vivas» (numera stellamm vivmtium).
nuevos efectos de orden físico. Nos limitaremos aquí a exponer los principios fundamentales de la astro-
Para hacernos una idea clara de estas operaciones, será necesario ana- magia, sin entrar en las cuestiones de detalle.
lizar el significado de los tres componentes que constituyen la actividad Los astrólogos, llamados por Ficino, por respeto a la tradición, «filó-
de «seducción>> (alliCI) mágica: las presencias superiores (superiora), las co- sofos platónicos», han erigido figuras celestes universales que, en su con-
sas inferiores que les corresponden o que «simpatizan>> con ellas (inferiora junto, contienen las especies de todas las cosas inferiores. Hay doce sig-
consentanea) o los «cebos» (escac, illices, illecebrae) y los momentos oportu- nos y treinta y seis decanatos en el zodíaco, lo que da un total de cuarenta
nos (tempora opporttma). y ocho universales figurae, a las que se añaden además trescientas sesenta,
según el número de grados del círculo zodiacal (ibid., 1). Estas fig11rae
Presencias superiores constituyen el lugar donde circulan los siete .planetas, que forman entre
«( ... ) lo que se atrae son los demonios o, preferentemente, los dones ellos distintos aspectos. Los «dones de las estrellas vivas» son propiedades
del mundo animado y de las estrellas vivas» (sed daemones potius auimatique de los planetas según sus respectivas posiciones, es decir, según los «tiem-
mundi mmtera stellammque 11ivcntimn), nos dice Ficino en el primer capítu- pos adecuados» (tempora opportuna).
lo de su tratado De vita coelitus co1nparanda. Fórmula sintética, pero ex- En el cuerpo humano, que es una imagen del cosmos 6sico, cada uno
haustiva, para describir el tipo de auxiliares de los que el mago piensa dis- de los siete planetas tiene una zona de influencia particular. Estas corres-
poner. · pondencias se denominan melotesia astral y constituyen el núcleo de la
4
El próximo capítulo de este libro estará dedicado, en gran parte, a las doctrina expuesta en la latromatemátíca atribuida a I-lermes Trimegisto' :

188 189
son maléficos, mientras que Mercurio se inclina tanto hacia uno como
Soli oculus dexter, Lrmae sinister:
hacia el otro grupo. ¿Cómo es posible atraer hacia el pneuma individual
Saturno auditus, auresque, lovi cerebrum.
las cualidades de los planetas benéficos?
Cruor, sanguisque i\1artí, Veneri o!foctus, gustusque.
«Si quieres que tu cuerpo y que tu espíritu se impregnen de las c~a­
i\tferwrio lingua, el gurgrllio15 •
lidades de uno de los miembros del cosmos ~a palabra membr11111 slgmfi-
ca en Ficino, <<Órgano))), por ejemplo del Sol, busca las cosas que son por
Éste es el principio teórico de la construcción de los ho111i11es phfeboto-
e:celencia solares entre los metales y las piedras, y también entre las plan-
mici o de las imágenes que muestran exactamente la influencia de los pla-
tas, y además entre los animales y sobre todo entre los hombres. [Sigt~e
netas, de los signos y los decanatos sobre el cuerpo humano. En realidad,
una lista de metales, piedras, plantas, animales y . hombres solares.) Asl-
puesto que planetas, signos y decanatos forman unas combinaciones a
1nismo, si quieres impregnar tu cuerpo de la virtud de Jú~it~r, d esp~a za tu
veces muy complicadas, casi para cada posición planetaria, hay que re-
cuerpo al día y la hora de Júpiter, bajo el dominio d~ J.uprte~. y mve~e,
dactar una nueva lista de correspondencias y construir un nuevo hombre
de entre codas las cosas, de aquellas que pertenecen a J uprter. [Sigue la lis-
flebotómico 16• Los remedios de la iatromatemática dependen enteramen-
ta.) En cuanto a las cualidades de Venus, éstas se atraen a través de las tór-
te de la redacción exacta de esta figuras para determinar, según los pla-
tolas, la~ palomas y Jos aguzanieves, e igualmente por med1o de o tras co-
netas y los signos que gobiernan en tal momento tal parte del cuerpo, el
sas que el pudor nos impide revelar•> ( Vita coe/., I)2".
empleo de las plantas medicinales adecuadas. «Para conocer la suerte de
Según el tipo de actividad que se trata de estimular, todos los plane~as
un enfermo y para curarle, se continúan utilizando extrai1as máquinas
son igualmente importantes: Saturno domina la alta ftlosofia .Y el .ocultrs-
de calcular, que se basan en los datos astrológicos; como, p01: ejemplo, la
mo, Júpiter la filosofía natural y la política, Marte los certai/11/W vmles, el
"esfera de Petosiris", inventada, según Boll, durante el siglo 1 de nuestra
.Sol y Mercurio la elocuencia, la música y la gloria, Venus las fiestas y la
era. Para curarle, hay que recordar que, siguiendo el principio griego de
Luna la alimentación (ibid., 11). La influencia de los planetas sobre las par-
la melotesia, su anatomía y su fisiología están gobernadas por las estrellas:
tes de nuestro cuerpo determina el tipo de remedios astrológicos que es
cada signo del zodiaco gobierna una parte del cuerpo; cada planeta reina
necesario admilústrar según el caso (ibid., IV). La farmacología es, por lo
sobre un órgano. Un cirujano no podrá operar un rniembro enfermo si la
demás, una de las ramas más importantes de la magia (ibid., XI, XIII, x.v).
Luna está en el signo del zodíaco correspondiente a este miembro, pues
Para resumir todo esto en una fórmula concisa: Res naturales atque etram
la humedad del planeta determinaría inmediatamente las más graves
art(ficiosae habe11t virt11tes a stellis occultas: per quas spirifl~lll ~wstm1~1 stellis eis-
complicaciones)) 17 •
de111 expor111t [Las cosas naturales, así como las cosas artJficrales, tienen cua-
En el quinto capítulo de su De vita coelitus comparanda, Ficino descri-
lidades ocultas que les confieren las estrellas: por estas cosas, nuestro es-
be la doctrina de la melotesia astral, y se ocupa del principio del hombre
píritu atrae hacia él la influencia de las estrellas respectivasl (ibid., XII).
flebotómic,o en los capítulos sexto y décimo del mismo opúsculo, a pe-
sar de que no entra en detalles 18 • Si comparamos el espacio que él le re-
Los cebos
serva con las sabias construcciones de un auténtico iatromatemático co-
El objetivo de la magia pneumática de Ficino consiste .en mejorar las
mo johannes de Hasfurt19, podemos deducir que allí se trata de un tema
condiciones espirituales, fisicas, psíquicas y sociales del nusmo operador
marginal, si bien indispensable, dentro del conjunto de la magia de Fici-
y de su cliente. La teúrgia y la medicina son las actividades pnncrpaks ?~1
no. En efecto, lo que más le preocupa no es la curación de las enferme-
mago. Las plantas, las piedras, los metales y otras diversas sustan c~as utih-
dades del cuerpo, sino la purificación del espíritu y el provecho espiritual
zadas según la posición de los planetas en el zodíaco ejercen una mfluen-
que el practicante puede obtener de la posición de los astros.
cia positiva e~ el espíritu del teúrgo o en el estado de salud de un c~1fer­
Recordemos que tres de los siete planetas, . llamados por Ficino «las
mo. Los amuletos, los talismanes y las imágenes pueden tener,_segun el
Tres Gracias)) (el Sol, júpiter y Venus), son benéficos. Marte y Saturno

191
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caso, un efecto profiláctico o curativo. No hay que decir que los mismos grado de complejidad que varía según el caso. Desde los más simples (cap.
remedios se pueden emplear para obtener resultados de orden distinto: el IV, VI, XV) hasta los más sofisticados (cap. XVIII), todos responden al mis-
éxito social, la f.1cilidad para aprender o ejercer una profesión, la armo- mo principio que ha sido enunciado más arriba. Bastará ofrecer un ej em-
nía en las relaciones intersubjetivas, etc. Podemos imaginar fficilmente plo:
que, para toda empresa, exista una posición f.worable de las estrellas y un
medio para utilizarla. Por lo que respecta al propio Ficino, su principal Para conseguir una larga vida, f.1bricaban la•imagen del viejo Saturno en pie-
interés está dirigido hada la teúrgia y la iatromatemática. dra de pheyrizech, o sea, zafiro22 , a la hora de Saturno, en posición ascendente y
El arsenal de la magia está formado por una serie de sustancias que se en aspectos f:worablcs con el resto del cielo. La forma era: un viejo sentado so-
encuentran en una relación determinada con los astros. Su uso puede ser bre un trono elevado o sobre un dragón, con la cabeza cubierta con una tela de
directo o indirecto. En el primer caso, se trata de pociones o de talisma·- lino de color oscuro, el brazo levantado, con una relinga o peces en la mano,
nes simples. En el segundo, se trata de objetos más complejos, fabricados vestido con una túnica rarnbién oscura (cap. XVIII).
según los «tiempos adecuados)) para almacenar la influencia benéfica de
una cierta configuración de la carta celeste. <<Se atribuye una virtud a ve- Imágenes de este tipo son, en su mayor parte, tomadas del Picatrix.
ces maravillosa 'a las imágenes astrológicas hechas de metales y de piedras)) Responden a los planetas y a las entidades personificadas del zodíaco (sig-
( Vita coel. , XII) . El uso de los talismanes no contraviene al libre arbitrio. nos, decanatos, grados), cuya invención el Picatrix atribuye a los Indios23 •
«Alberto Magno dice en su Spewlwn que no se fuerza el libre arbitrio me- Un ejemplo será suficiente para mostrar las afinidades entre los dos tipos
diante la elección de una hora propicia, sino más bien que, si menospre- de representación: «En la primera cara de Aries sube un hombre con los
ciamos la elección de la hora f.worable al principio de las grandes em- ojos enrojecidos, una barba grande y larga, envuelto en un ropaje de li-
presas, entonces no damos ninguna prueba de libertad: por el contrario, no blanco, haciendo grandes gestos al andar, ceñido con un chal rojo so-
no hacemos más que precipitar el libre arbitrio)) (ibid.). «Ptolomeo dice bre un vestido rojo, erguido y apoyándose en un solo pie, como si mira-
en su Centiloquium que las imágenes de las cosas inferiores están expues- ra lo que está· delante de él»2~.
tas a muchas influencias celestes. Ésta es la razón por la que los sabios an- Sin duda, se suponía qu~ estas descripciones estaban impresas en la
tiguos estaban habituados a fabrica r ciertas imágenes cuando los planetas f.1ntasía del operador, cuando éste dirigía sus plegarias a los planetas. Las
entraban en figuras celestes cuya configuración era casi el modelo de las «oraciones planetarias>> del Picatrix contienen, por lo demás, una enume-
cosas terrestres» (ibid., XI11) 2 1• ración de las cualidades atribuidas a los astros respectivos, que el opera-
No queremos entrar en la doctrina de las imágenes, que Ficino expo- dor pronunciaba, muy probablemente, con los ojos füos en la imagen in-
ne a partir de fuentes herméticas, neoplatónicas y árabes. Ya sabemos que terior de la divinidad sideral: «¡Oh maestro de nombre sublime y de gran
cada planeta está relacionado, en la tierra, con toda una serie de cosas potencia, maestro supremo, oh maestro Saturno, tú, el Frío, el Estéril, el
(ibid., XIV, XV). Éstas son la materia prima para la fabricación de los ta- Triste y el Pernicioso; tú que tienes la vida sincera y la palabra verdade-
lismanes astrológicos. En cualquier caso, Ficino les atribuye unas cualida- ra, tú el Sabio y el Solitario, tú el Impenetrable; tú que cumples tus pro-
des inferiores a las de los remedios y ungüentos (ibid., XV, ad .finem). mesas; tú que estás débil y cansado, tú que tienes más preocupaciones que
nadie, tú que no conoces placer ni gozo; astuto anciano, que sabes todos
Los momentos oportunos los artificios, tú que eres engañoso, sabio y sensato, que aportas la pros-
Los tempora opportrma para coger una· planta o para confeccionar una peridad o la ruina, y que haces a los hombres felices o desgraciados! Yo
poción o un talismán dependen enteramente de la posición de los plane- te conjuro, oh Padre Supremo, por tu gran benevolencia y tu generosa
tas en el zodiaco y en las <<casas» celestes (a propósito de las «casas•>, ver bondad, haz por mí esto y aquello [ ... )»25 •
Apéndice 1). Los preparativos de estas operaciones astrológicas tienen un Es f.kil imaginar que las relaciones entre la magia propiamente dicha, ·

192 193
el arte de la memoria y la glíptica debían de ser estrechas. Se considera-
ba que los talismanes represaban entidades personificadas del zodíaco que
el operador había memorizado e impreso en su fantasía para hacer uso de
ellas a tod.os los efectos. Cada invocación de estas entidades debía ir
acompai1ada por su visualización instantánea . Dotadas de una existencia
autónoma y apareciendo realmente en el aparato pneumático del mago Capítulo VII
preparado, estos person;úes extraños no son, en el fondo, otra cosa sino La demonomagia
los famosos demonios que habitan todas las zonas del cosmos. r.
1. Algunas nociones de demonología
¿Quién no conoce esas cohortes de demonios del cristianismo, cuya
[. actividad más benigna consistía en ejecutar continuamente los dictados de
la naturaleza (sueño, hambre, deseo erótico) sobre quienes tenían el or-
gullo de creerse por encima de ella? Sin duda, los demonios eran i{,'llal-
mente capaces de producir fenómenos cinéticos alarmantes, que estuvie-
ron a punto de acabar con más de un santo y que no se reducían a simples
alucinaciones.
El arte de la Edad Media y del Renacimiento les atribuye las formas
más extra1'ias y repugnantes, calcadas a las del mundo animal: desde cole-
ópteros a decápodos braquiópodos, de las holoturias rastreras a los batra-
cios, del pez oxirrinco a los saurios acorazados, sin olvidar los ofidios, los
quirópteros e incluso los reptiles aviarios, que anticipan de algún modo
los descubrimientos de la paleontología' .
Los discípulos de Jos Oráwlos Ca/deos eran capaces de hacer aparecer
~t. entidades numinosas, en particular a la diosa Hécate y a las almas de hé-
roes griegos y de filósofos célebres como Platón.
La invocación a los dioses estaba a menudo seguida de su manifesta-
ción (autophmwia)2. La aparición de Hécate es muy característica: <•Des-
r pués de esta invocación, contemplarás ·o bien un fuego que, como un ni-
ño, se dirige saltando hacia la masa del aire; o bien un fuego sin forma de
donde emana una voz; o una luz abundante que se enrosca alrededor de
la tierra con zumbidos; o un caballo más resplandeciente que la luz; o
también un niño montado sobre el rápido lomo de un caballo, ilumina-
do, o cubierto de oro, o por el contrario desnudo, o también, con el ar-
co en la mano, de pie sobre el lomo» 3 •
En sus prácticas mágicas, los teúrgos utilizaban con frecuencia un dis-
co de oro (strophalos) incrustado de caracteres místicos y con un zafiro en

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el centro. Se podía hacer girar con la ayuda de una tira de cuero, míen- Jámblico, distinguían entre dos clases de demonios: los que residían per-
tras el teúrgo pronunciaba fórmu las mágicas y, de vez en cuando, lanza- manentemente en las zonas supraterrestres y las almas humanas desencar-
ba sonidos inarticulados imjtando los gótos de los animales para ahuyen- nadas que se transformaban en demo nios durante mil años, para después
tar a los malos espíritus. El instrumento, utilizado todavía por Proclo, uno volver al ciclo de la m etensomatosis.
de los últimos neoplatónicos, se llamaba Iynx, por el nombre de una es- La naturaleza {¡1hisis), es decir, la zona sublunar, estaba poblada de de-
pecie de pájaro de fuego que supuestam ente transportaba m ensajes entre mon ios aéreos, acuáticos y terrestres, que provocaban las calamidades cós-
el mundo intelectual y el mundo sensible 4 • Con la ayuda de un lynx, Pro- micas y las pasiones individuales. Tenían formas animales - preferible-
clo era capaz de producir la lluvia, como el creador de los Oráwlos, Julián (
mente la de los perros: «Del seno de la tierra saltan perros ctónicos, que
el Caldeo, que presumía de haberlo hecho en el año 174, cuando parti- jamás muestran signo verídico a un mortah>-8 • El jefe de los · malos de-
cipaba como soldado e n una campaña de Marco Aurelio. (Desgraciada- monios era Hades, cuyas cohortes infernales se intentaban derrotar· me-
mente, es dificil establecer con precisión quién fue el autor del prodigio, diante sacrificios de piedras (como la piedra nmiz ouris). y de plantas, las
puesto que ·los combatientes cristianos de la Legión fulminada, el partido ( mismas que servían para la purificación del vehículo del alma. Se utiliza-
pagano y un mago egipcio anónimo se disputan el mérito 5 .) ban igualmente amuletos, fi lacterias y estatuillas _apotropaicas, y se aleja-
En todo caso, el disco de los teúrgos estaba sembrado de caracteres má- ban a lqs espíritus malos haciendo resonar instrumentos de bronce 9 •
gicos - los mismos reaparecen e n los talismanes caldeas- que representan, Todas las fuentes principales de la demonología neoplatónica fueron
probablem ente en forma gráfi ca, los mismos símbolos que, habí~ndo sido ( traducidas por Marsilio Ficino al latín. Tratados de Porfirio (Sobre los sa-
«sembrados>> por el intelecto supremo en el mundo, podían igualmente ser crificios, los dioses y los demonios, Opera, 11, pág. 1.934 y ss.), de Jámblico (So-
pronunciados en fórmulas solemnes (synthemaf' . En c iertos casos, se con- bre los misterios de Egipto, Il, pág. 1.873 y ss.), de Proclo (Sobre el alma y el
sideraba que estas figuras reproducían el character inscrito «en el corazón>>, demonio, fragmento del comentario procliano al Alcibfades l , II, pág. 1.908
es decir, en el alma humana, consistente en una combinación de semicír- f. y ss.; Sobre el sacrificio }' la magia, pág. 1.928 y ss.) y de Miguel Pselo (S'o-
culos y de la letra griega X. Muchos héroes griegos tenían un diagrama bre los dcmo11ios, 11, pág. 1.939 y ss.) . ·
psíquico y un nombre místico que permitían ser conjurados por los teúr- Porfirio nos informa. de que, según Platón, hay una multitud de de-
gos. Miguel Pselo, el platónico bizantino, explica que Julián el Caldeo ha- monios, algunos de los cuales reciben un culto público igual al de los dio-
bría invocado al alma de Platón y le habría formulado numerosas pregun- ses, y otros un culto secreto. Además, también hay otros, ignorados por
tas. Según Hans Lewy, uno de los más autorizados intérpretes de los los hombres, que pueden vengarse facilmente.
Oráwlos, el alma de Platón debió de aparecer como una figura geométri- ¿Qué se necesita para atraer los favores de los demonios? Piedras y sa-
ca luminosa. La idea según la cual el alma humana esd hecha de semicír- crificios, que se revelan extremadamente útiles, puesto que los demonios
culos y del carácter X, deriva del Timeo platónico (34b, 36b), donde el al- buenos, que residen en las alturas del espacio sublunar, pueden conce-
ma cósmica se describe como aquélla compuesta por dos ejes dispuestos dernos beneficios en toda la esfera de la naturaleza y de la existencia so-
en forma de X, doblegados e n semicírculo y ·unidos por las puntas. Los cial. Por lo que respecta a los demonios malos, que residen cerca de la
cristianos, según el testimonio de justino el Mártir, sostenían que esta fi- tierra, es necesario obtener por lo menos su indiferencia, puesto que su
gura imitaba la cruz de la serpiente de bronce de Moisés (Nm 21, 9)' . acción puede ser extremadamente perniciosa cuando están enfurecidos.
Junto a los dioses, los héroes y los grandes personaj es como Platón,
había otras entidades que, según los caldeas, poblaban el mundo sobre-
natural, haciéndose a veces visibles al ojo humano. Se trataba de los de-
monios, que podían ser buenos o malos. Los platónicos Plutarco de Que-
' En efecto, están dotados de un cuerpo espiritual que es mortal y nece-
sita ser alimentado. Cuando están contrariados, no retroceden ante nin-
guna maldad y provocan pasiones funestas en la fanta sía humana, y tam-
bién fenómenos físicos como los terremotos o la destrucción de las
ronea y Apuleyo de Madaura, así como los neoplatónicos Porfirio y cosechas. ¿De qué se alimentan? Puesto q ue su cuerpo es una especie de

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vapor, se deleitan con el olor de la carne, de las fumigaciones y de la san- rarquía de estos seres. En particular, los principados a·c túan con autoridad
gre. Ésta es la razón por la que acuden en masa a los lugares de los sa- y fuerza, mientras que los príncipes emplean un énfasis que sobrepasa el
crificios de a·nimales. El hombre sabio, que sabe que allí donde hay car- efecto real de sus posibilidades.
ne sangrante hay también demonios malos, preferirá el régimen vegetal Las manifestaciones de los dioses ocupan el cielo entero y los morta~
al régimen carnívoro, imitando en esto la proverbial sobriedad de los les no pueden soportar su visión luminosa. Los arcángeles ocupan sólo
esenios. una parte del mundo, son muy resplandecientes y llevan símbolos. Los
Jámblico nos proporciona informaciones todavía más preciosas sobre ángeles son menores y menos brillantes. La forma de los demonios es más
los seres supraterrestres, a los que divide en varias clases: arriba están los reducida y perceptible y la luz que emana de ellos es rn~ís soportable. Los
dioses hipercelestes y las almas de los astros o dioses celestes; siguen los héroes tienen unas dimensiones menos imponentes y el aspecto magná-
arcángeles, los ángeles, los demonios, los principados, los héroes, los prín- nimo; los principados son muy grandes; los príncipes son engreídos,
cipes y las aln1as humanas desencarnadas •
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soberbios e insolentes, las almas son desiguales por lo que respecta a sus
El ofiCio de los demonios consiste en situar las almas dentro de los cuer- dimensiones, pero más pequeñas que los héroes.
pos terrestres; por el contrario, el de los héroes consiste en vivificar, con- Del mismo modo hay demonios malos. Es verdad, nos dice Proclo,
ceder la razón, vigilar el rebaño de las almas y liberarlas de sus cuerpos. que Jos héroes, los .demonios y Jos ángeles són seres superiores que se
Hay que destacar del texto de Jámblico el hecho de que nos informe benefician de la visión de la belleza inteligible. Pero existen también de-
acerca de que «todas las presencias superiores pueden ser invocadas y apa- monios malos, y éstos son tanto más peligrosos si pueden manifestarse
recer bajo aspectos variables)), según su categoría. E l neoplatónico se apli- b.Yo la apariencia de demonios benéficos, para confundir al sacrificador
ca en describir minuciosamente las manifestaciones de los seres de lo in- (11, págs. 1.909-1.910).
visible. Los dioses, los arc~ngeles y los ángeles tienen aspectos simples y Los magos, puesto que conocen las cualidades y los poderes de los
uniformes. Los demonios, los principados, los héroes y las almas huma- demonios, a los que pueden invocar con 1a ayuda de sustancias natura-
nas tienen apariencias variadas y complejas. Las impresiones que produ- les, tienen la fi1cultad de interrogarles sobre las clases de divinidades su-
cen estas apariciones son igualmente distintas: los dioses son majestuosos periores. En parte, 'los demonios gozan "de un conocimiento directo de
y protectores, los arcángeles son terribles pero tiernos, los ángeles son los dioses y pueden transmitirlo a sus discípulos. ¡Qué suerte para un
suaves, los demonios producen horror, los héroes inspiran menos venera- mago tener acceso a las divinidades, con los demonios como inte rme-
ción que ellos, los principados son luminosos, los príncipes son pernicio- diarios! (11, pág. 1.929). ..
sos y hostiles, y las almas se parecen a los héroes. Los neoplatónicos distinguían los demonios benéficos, que habitan las
Las apariciones de dioses, arcángeles y ángeles no producen ningún ti- zonas superiores del aire, de los demonios maléficos, que habitan cerca
po de alboroto. Los demonios, en cambio, perturban el orden e inspiran de la tierra. Para el platónico cristiano Miguel Pselo, todos los demonios
terror. Los prin~ ipados son majestuosos y estáticos; en cambio los héroes son malos. Como los ángeles, disponen de un cuerpo pneumático muy
son dinámicos y presurosos. Los príncipes hacen ruido. Las almas se pa- tenue. Pero, mientras que el cuerpo de Jos ángeles es resplandeciente, el
recen a los dioses, pero tienen menos orden y estabilidad. cuerpo de los demonios está oscurecido.
Los dioses, arcángeles y ángeles poseen una belleza maravillosa e in- Pselo nos dice que ha sido instruido en la doctrina, bastante extra-
comparable. Lo~ demonios son bellos en su esencia, los héroes en la ex- ña, de los demonios por el solitario Marcos de Que ronea. Éste sostie-
presión de su cor<Ue, los principados tienen la belleza como cualidad ne que los demonios son capaces de emitir el semen y de nacer en cuer-
principal, mientras que la belleza de los príncipes es artificial y elabora- pos de animales. Están provistos de miembros y, puesto que se
di Las almas participan de la belleza demoníaca y heroica. alimentan, también excretan. Sus alimentos son el espíritu y los humo-
La rapidez y eficacia de sus respectivas acciones disminuye según la j e- res, que inhalan y absorben como esponjas. M arcos, el especialista en

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demonología, conoce muchos tipos de demonios, ya que su multitud es gendrar, aunque los tratados semi- oficiales, como el Malleus lllaltificarrml
asombrosa: «todo el aire por encima y alrededor de nosotros, toda la tie- aparecido en 1486' y la suma del jesuita Def Rio de finales del siglo XVI,
rra, el mar y las entrañas de la tierra están llenas de demonios>> (11, pág. comparten esta idea.
1'.940). Hay seis categorías: los que viven en el fuego que limita con la Tal vez la opinión más extendida, expuesta por el inquisidor de
zona superior del aire (<<que en lengua bárbara se llaman Leliureott, que Carcasona, Jean Vineti, en su Tratado contra los que invocan a los demon.ios
significa "ígneos"»), los demonios sublunares; los demonios aéreos, te- (ca . 1450), considera que los demorúos son transexuales. Funcionan co-
rrestres, acuáticos, subterráneos, y una última especie constituida por mo súcubos con el hombre, recogen el esperma y posteriormente lo de-
los <<que huyen de la luz, invisibles, completamente tenebrosos, que positan en la vagina de la mujer, con la que actúan como íncubos 11 • Se
provocan violentamente la destrucción mediante pasiones frías» (11, pág. trata de una postura moderada, compartida, entre otros, por el padre Al-
1.941). Aunque todos estos demonios son maléficos, las tres últimas ca- fonso da Spina en su Fortalitíwn fideí compuesto hacia 1460. Según Da
tegorías resultan particularmente peligrosas. En efecto, la acción de los Spina, las religiosas que tienen comercio con los íncubos se despiertan
demonios sublunares, aéreos y terrestres es exclusivamente espiritual, «manchadas como si hubieran hecho el amor con un hombre» ~ . 1

mientras que la acción de los otros puede ser directamente material. Los Pierre Naudé, autor de una Dédamatío11 contre l'Erreur exécmble des Ma-
primeros se limitan «a depravar el alma mediante fantasías y cogitacio- hjicíers, Sorcíers [.. .]a ce que recherche et punitíon d'ícettx soítfaícte (París 1578)
nes>> (en particular, los aéreos y los terrestres provocan las fantasías eró- está convencido de que casi todas las brujas tienen íncubos y los brujos
ticas) . Todo esto es facil de explicar, puesto que los demonios, cuya súcubos, así como de que comercian con los cadáveres animados por sus
esencia es pneumática, pueden asumir todas las formas y colores que diablos familiares 13 • Jean Bodin nos informa, en su DélllOIIOIIUIIIÍe des Sor-
quieran, mostrándose al espíritu humano bajo apariencias engañosas. ciers (París 1580) de que los súcubos se llaman, en Valois y Picardía, coche-
<<Adoptando estas formas, nos inspiran muchas acciones y decisiones y mares [cauchemar: pesadilla] 14 •
nos sugieren muchos consejos. Suscitan en nosotros el recuerdo de vo- Jordanes de Bergamo (Quaestío de Strígís, manuscrito, ca. 1470) cuenta
luptuosidades pasadas y estimulan frecuentemente, durante el estado de que el obispo de Verona, el célebre humanista Errnolao Barbare, le había
vigilia o de sueño, simulacros de pasiones; excitándonos incluso en la explicado el caso de un hombre que durante quince años tuvo un súcu-
zona inguinal y provocándonos, prestan sus cuerpos a acoplamientos bo como amante 15 • Historias de este tipo abundan en los escritos de bru-
malsanos, sobre todo si nosotros nos dejamos llevar por nuestros propios 1' j ería.
humores calientes y húmedos>} (ibíd.). Johannes Henricus Pott, cuando escribe, a finales del siglo XVII Oena
1689) su Specíme11 Juridicullt de Nqftmdo Lamía mm Clllll Díabolo Coitu, in q11o
2. Los demoni os y el e ros abstmsíssinw lwec materia delucíde explicatur, quaestio11es i11de emergentes cumta
Esta doctrina de súcubos e íncubos dará lugar, hasta el siglo XVIII, a resolv11ntur, varíisque non i11jucu11dis exemplis íllustrator, defiende la postura
debates lo suficientemente específicos para estudiarlos aquí con mayor del Malleus y de Del Rio, añadi ~ndo «ejemplos graciosos•> como éstos:
detalle. puesto que los íncubos adoptan formas animalizadas, hay mLtieres que,
A pesar de adnútir que los demonios pueden afectar la posesión de ór- corno consecuencia de sus abominables relaciones con los demonios, han
ganos sexuales masculinos, el solitario Marcos de Queronea cree sin em- parido todo tipo de a1úmales (leones, gatos, perros, etc.), y de monstruos.
bargo que todos los demonios son de naturaleza feme1úna y carecen de El caso más interesante, que cita siguiendo el testimonio de Philip-Ludwig
una forma fij a y que son capaces de producir, por voluntad interna, cual- Elich (Daemonomagia, Francfort 1607), es el de una mujer que, tras ha-
quier apariencia engai'íosa (11, pág. 1.492). berse apareado, verosínúlmente, con un demonio en forma de gallo, po-
'Los especialistas en brujería del siglo XV, y hasta el siglo XVII, no es- nía huevos a diario16 • ••
tán todos convencidos de que los demonios puedan emitir el semen·y en- El problema de la procreación de los demonios suscitaba todavía un

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gran interés en el siglo XVIII, puesto que la disertación académica que le Juges, en craig11ez point de vous 111ontrer sé11eres
dedicajohann KJein.el19 de noviembre de 1698 en Rostock se reimpri- Dans vos arréts portés pour punir les sorcieres;
mió en 1731 bajo el título: Exa111en juridicum judicialis Lamianm1 Confessio- [... ] Jous les siecles louero11t ces actes de Justice.
Úl
nis se ex mlja11do cum Satana coitu prolem suscipisse lwmamtm. Klein, según la
autoridad del Malleus y de Del Río, considera que los demonios pueden Uueces, no temáis mostraros severos/ En vuestros fallos para castigar a las bru-
tener hijos con las desdichadas a las que seducen: <<En los procesos verba- jas;/ [ ... ]Todos los siglos alabarán vuestros actos de justicia.]
les judiciales podemos leer confesiones de bntias que obtenían más pla-
cer de los indecentes órganos de Satán, manteniendo un execrable co- Aun envidiando su seguridad, no dejaremos de señalar que, por suer-
mercio con este Espíritu impunsimo, que de la cohabitación lícita con sus te, R emy se equivocaba. En todo caso, tras haber estudiado, durante quin-
legítimos esposos; a pesar de que no siempre se deleitaban con el efecto ce años, unos novecientos procesos de brujería, nos ofrece una de las des-
de estas detestables depravaciones: a menudo, fruto de esta relación odiosa cripciones más vivas, interesantes y autorizadas sobre la demonofilia:
y sodomítica; habían parido niños con vida)) 17•
Ludovicus Maria Sinistrari de Ameno, autor del tratado De Daemo- Todos aquellos que han mantenido un comercio sexual con íncubos o súcu-
nialitate el lnwbis et Succubis, escrito hacia final es del siglo XVII, traducido bos declaran unánimemente que resulta dificil imaginar o describir cosa más re-
al francés por Isidoro Lisieux e impreso en París el año 1875, es mucho más pugnante e ingrata. Pétrone Armentaire declara que, desde que abrazó a su
original. Según éste, los íncubos y los súcubos no son demonios sino Abrahel, wdos sus miembros se volvieron rígidos. Hennezel afirma que su
unos seres llámados en francés follets, en italiano Jollctti y en español duen- Scuatzebourg (estos eran nombres de súcubos) le daba la impresión de que tenía
des. No se trata de espíritus hostiles a la religión cristiana, sino que sim- un agujero helado [en lugar de vagina] y que debió abandonarle sin llegar al or-
plemente gozan con locura cuando actúan contra la castidad, contra casti- gasmo. Por lo que respecta a las brujas, éstas declaran que Jos órganos viriles de
tafeln. Sinistrari de Ameno sostiene una tesis contraria a la idea de la los demonios son tan grandes y duros que resulta imposible introducirlos sin un
tra1isexualidad de los duendes. Éstos son capaces de emitir el semen por dolor atroz. Alice Drigée, en la asamblea, señalaba con el dedo cuánto superaba
sí mismos y, tras el comercio con el género humano, resultan criaturas en longitud el pene en erección de. su demonio a los encantos de un marmitón
con apariencia humana, dotadas de un alma que puede salvarse o conde- y contaba que no tenía ni escroto ni testículos. Claudine Fellée explicaba que
narse, provistas de un cuerpo sutil y cuya longevidad es muy superior a ella había podido evitar el dolor lancinante de la relación mediante un movi-
la del hombre. Pueden ensanchar o estrechar sus cuerpos a discreción y miento rotatorio que realizaba a menudo para introducir esta masa en erección,
pasar por los intersticios de la materia; forman sociedades organizadas, que ninguna mujer, de cualquier capacidad, habría podido contener [ ... ]. Estas
y tienen gobiernos y ciudades'A. desdichadas se lamentan muy frecuentemente de que sus demonios 'las ahogan,
Los apologistas de la Inquisición no dejan de informarnos con todo pero j amás han podido poner fin a esta situación (... ]. Y, sin embargo, hay quie-
detalle a propósito de las relaciones sexuales entre los brujos de ambos se-
xos y el demonio. Una de las. mayores autoridades del siglo XVI en esta " nes alcanzan el orgasmo en este abrazo frío y execrable 19•

Al sur de los Pirineos, el demonio tiene un comportamjento violen-


materia es Nicolas Remy, poeta y consejero privado del duque de Lore-
na, autor de la Daemonolatria, ex judiciis capitalibus nongentorum plus mimts to durante el aquelarre: tomando una bruja, con su mm/O yz quierda (a la
lzomimtlll qui sortilegii critnen intra annos quimlecim in Lotlwringa capite luent11t vista de todos) la tendía e11 el suelo boca abaxo, o la arrimaba co111m 1111 m·bol, y
(Lyon 1595). El tratado termina con un poema en francés, en el que Remy allá la conocía sonzaticament¿ 0 • La relación no era menos dolorosa {El De-
se complace en la descripción de torturas inauditas, de las que tenía una monio la trato carnalmente por ambas partes, y la desfloro, y padccicl 1111tdw do-
larga experiencia, para concluir: lorr, pero tiene además la particularidad de precipitar a la desgraciada en
pecado mortal de sodomía.

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Podemos observar los estragos de orden moral (y físico) que se atri- de otro modo, el Canon negaba toda realidad física a las alucinaciones de
buían a los íncubos y a los súcubos. Todavía nos quedan por examinar los las brujas: «¿Quién es tan estúpido y superficial como para creer que to-
estragos de orden social que provocaban, así como la procedencia de es- das las cosas que sólo ocurren en el espíritu pasan realmente en el cuer-
tos seres pneumáticos malignos. po?>>25. Aparte de Burchard y Graciano, un escrito muy influyente del si-
glo XII, el Liber de Spirittt et Anima, atribuido a san Agustín, refuerza la
3. Brujas y endemoniados indiscutible autoridad del Cano11 Episcopi, haciendo de las brujas qttaedam
La acción de los demonios es particularmente intensa en la esfera del mulierwlae post Satanam conversae, daemom11n illusiouibtts et fontasmaÚb11s se-
eros ilícito, pero no se reduce a ella, contrariamente a lo que creía el opti- d~tctatfl6. Santo Tomás lo argumenta así: «Se dice que estas mujeres van [al
mista (o <<rninimalista))) Sinistrari de Ameno. No es necesario llegar hasta el aquelarre) en espíritu; pero no se trata del espíritu que, en tanto que sus-
Malleus o a la suma de Del Rio para ver que se imputaban a las bnuas otros tancia del alma, opera en el exterior del cuerpo. No, se trata más bien del
crímenes que perpetraban con los demonios como intermediarios. que se forma de las alucinaciones [visa) de este tipo en el espíritu que es
Johannes Nider, autor del Formicarius. De Visionibus et Revelationilms, la fantasía del alma [in phm1tastico animae]>> 27 •
obra compuesta en 1435-1437, durante el Concilio de Basilea, ya indica- Una historia que Nider relata por vez primera en su Formicaritts, y que
ba siete formas en que los malcificf o brujos de at11bos sexos podían perju- será retomada a menudo a partir de entonces, nos ofrece ya todos los ele-
dicar la sociedad humana: inspirando el amor o el odio, causando impo- mentos para comprender la manera en que las brujas obtetúan sus visio-
tencia, enfermedad, trastorno mental, provocando la muerte y destruyendo nes de vuelo y de aquelarre. Nider cuenta que un dominico, tras encon-
los bienes ajenos22 • Nider no pertenece a la corriente radical que, algu- trar una de estas mulierwlae que pretendía volar al aquelarre con la tropa
nos años más tarde, recomendaría la pena de muerte contra los brujos y de Diana, le pidió permiso para asistir a su hazaña. La mujer ttntó su cuer-
que desembocaría, en 1468, en convertir el crimen de brujería ~n criwen po co11 1111a pomada, recitó una fórmula y se durmió al instante con un sue-"
exceptum, dejando paso a todos los abusos judiciales posibles23 • Por el con- ño tan agitado que se cayó de la cama y su cráneo se estampó contra el
trario, Nider reconoce la autoridad de un· antiguo documento llamado suelo. Convencida de haber estado en regiones lejanas, no pudo más que
Car~on o Capitttlum Episcopi, exhumado por el escritor eclesiástico Regí- sorprenderse cuando el hermano le reveló que no había abandonado la
no de Prüm (De Ecclesiasticis Disciplinis, ca. 906; lib. 11, ca. 364) de las pre- habitación 28 •
suntas actas de un «concilio de Ancira)) del que no se ha encontrado ras- Los nombres de pixidariae y bawlariae que se daban a las brujas atesti-
tro. El obispo Burchard de Worms y Graciano perpetúan la misma guan la importancia que tenían, en sus prácticas, la caja de ungüento y el
atribución fantasiosa, y santo Tomás, que reconocía igualmente su auto- palo de escoba29 • Jordanes de Bergamo dice explícitamente que monta-
ridad, cita un concilio en Aquilea, que tampoco ha dado lugar a ningún ban a horcajadas sobre un palo untado con pomada o que utilizaban sus
escrito de este .tipo. Por esta razón H. C. Lea considera que se trata de ungüentos en las axilaf'!. Si examinamos las recetas de los ungüentos,
una f.1lsificación, a principios del siglo X, del mismo Regino 24 • comprendemos inmediatamente el motivo de estas aplicaciones.
Sea lo que fuere, el Canon Episcopi, hasta su evicción por el Malletts Se conocen varias recetas31 que contienen, junto a otros variados in-
malcificamm, e incluso después de éste, muestra .la postura de la Iglesia to- gredientes cuya función debería ser cuidadosamente estudiada, unos cuan-
das las veces que un religioso o un laico tenían el coraje de impugnar sus tos elementos activos extraídos de plantas pertenecientes, en su mayor
asertos. parte, a la f.1milia de las solanáceas, como el Dawm sfra111oniu111, el 1-Iyos-
El Canon Episcopi no negaba ni la eJóstencia del diablo, ni la de los cymmts niger, la Atropa belladonna, el acónito, el Solm111111 n(f!/'11111, la Physa-
brujos. Péro tenía la particularidad de considerar que las hazañas de bru- lis sonmifera, el Hellcboms 11iger o la Cannabis i11dica, empleados por separa-
jería (aquelarre, vuelo mágico), efectuadas por unas «mujeres malas per- do o en combinación de dos o tres a la vez. .Entre estos potentes
vertidas por el diablo)), eran <•ilusiones y f.·mtasmas demoníacos•>. Dicho narcóticos y alucinógenos, los más utilizados eran el Datura, en francés

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llamado también (<Hierba de los Magos» o «Hierba de los Brujos» o tam- parecer los lábiles y problemáticos límites entre el estado de sueño y el es-
bién «Hierba del Diablo», y el Solal/11111 11igmm («Hierba de los Magos1>, tado de vigilia. Los brujos vivían cercados por sus propios fantasmas, que,
«Agraz del Oiablo»)32 • para ellos, debían asumir rasgos reales y personales. No es nada extraño
La Iglesia no ignoraba la relación causal entre la utilización de los un- que hubieran mantenido una relación se>..'Ual con ellos, ni que ésta se de-
güentos hechos de extractos de plantas y el fenómeno de la brujería. En sarrollara de una manera grotesca según nos describen Nicolas R emy y
1528, el Concilio provincial de B ourges decidió perseguir a los recolec- otros. No hay que olvidar que, en las brujas, la vagina era una de las zo-
tores de plantas. En 1557, De Mouluc, obispo de Valen ce y de Die, nas más solicitadas en la absorción misma de las drogas, de ahí la gran po-
prohibió a los sacerdotes administrar la comunión a los recolectores de sibilidad de inflamaciones e infecciones que explican, muy probablemen-
hierbas, y la misma medida fue promulgada en 1618 por los estatutos si- te, las características sensaciones de presión que, acompañadas por una
nodales del obispo-gobernador de Saint- Malo, en 1638 por los estatutos permanente excitación, daban lugar a sueiíos eróticos de un determina-
sinodales del obispo de C ahors, y posteriormente por san Francisco de do tipo. En el plano de la f.1ntasrnagoría , el sufrimiento fisico provocado
Sales y O' Aranton d' Alex, obispos de Ginebra, por Le Ca mus, obispo de por el contacto con el palo de escoba y la absorción del ungüento se tra-
Grenoble, y por joly, obispo de Agen33 • ducía en una relación penosa con un compañero dotado de un órgano
Dentro del conjunto de las prácticas de brujería, la importancia del viril excesivamente grande, y a veces incluso escamoso.
palo de escoba resulta indudable. Diversas fu entes nos informan de que La «frialdad» del órgano se explica probableme nte por la rápida eva-
era éste el que se untaba con pomada, y vemos, en numerosos grabados l poración de ciertos componentes del ungüento. En lo que concierne a
del siglo XVI, brujas dcs1111das despegando sobre su palo de escoba. Los ex- las relaciones de los brujos con sus súcubos, la idea que nos podemos ha-
tractos de las solanáceas se caracterizan justamente porque son absorbidos cer está lejos de ser tan precisa como en el caso de los demonios íncubos.
por la piel y penetran en el organismo, donde se vuelven inmediatamen- Aun cuando se untaban sus órganos genitales con pomada, los brujos
te activos 3~ . Las zonas más sensibles del cuerpo son precisamente la vulva masculinos estaban a salvo de las sensaciones violentas que experimenta-
en las mujeres y las axilas, lo cual explica el uso en apariencia incon- ban sus colegas femeninas, lo que explica el carácter mucho menos cho-
gruente de las bawlariacl5• La hipótesis de que los brujos «clásicos», cuya cante de su relación sexual con los f.1ntasmas. Por otro lado, se supone
exjscencia se encuentra atestiguada por lo menos desde el siglo X, eran en que los súcubos tienen también la vagina fría {frigida spews) fenómeno cu-
realidad una combinación de farmacéuticos empíricos y de drogadictos ya causa 6sica debe de ser precisamente de la misma naturaleza que en el
no es nueva en absoluto. La farmacología actual la ha elevado al rango de caso de los íncubos.
certeza y los antropólogos han terminado por aceptarla de forma casi «El sueño de la razón produce monstruos.» Los alucinógenos se reve-
unánime36 • Ciert.1mente, la uniformidad de los medios no es suficiente lan como uno de los medios más potentes para suscitar fantasmas, para
para explicar la uniformidad de las alucinaciones de los brujos. Puesto Llamar a los demonios a la existencia. De ahí a que se les confieran for-
que éste es un problema demasiado interesante para abandonarlo sin otras mas y atribu~os reales, no hay más que un paso.
precisiones, si bien, por otro lado, no encaja en esta somera discusión so- Un segundo método para invocar a los demonios -éste totalmente ar-
bre la demonología, hemos decidido dedicarle un apéndice especial al fi- tificial- consiste en imaginarlos por los procedimientos rnnemotécnicos.
nal de nuestra exposición (ver Apéndice VIl) . Finalmente, hay un tercera situación en la que se manifiestan los de-
Por el momento, podernos concluir: los brujos «clásicos» eran margi- monios, esta vez sin ser Llamados: la enfermedad mental.
nales de ambos sexos que provocaban, con alucinógenos, el acceso al in- Resulta muy instructivo el caso de Alexis Vincent C harles Berbiguier
consciente. Lo que experimentaban bajo la influencia de las drogas lo de Terreneuve de Thym, rico gentilhombre nacido en Carpentras du-
consideraban como real, imaginando haber ejecutado ciertas acciones es- rante la segunda mitad del siglo XV II 37 • É l mümo nos lo describe en los
tereotipadas. El uso constante de drogas conseguía, sin duda, hacer desa- tres tomos de su preciosa autobiografia publicada en París el aíi.o 1821, ti-

206 207
tulada Les Faifadets, 011 tous les démons ne sont pas de ['mitre monde (Los nesta proposición: entrar en sus fuas. Nuestro protagonista lo rechazó con
due ndes, o todos los demonios no son del otro m undo). dignidad, y a partir de entonces se multiplicaron las reuniones de los d uen-
De 1813 a 1817, el sei1or Berbiguier estuvo alojado en el hotel Maza- des. E n ellas participaban el señor Pinel en persona, provisto de una hor-
C)

rin, situado en el número 54 de la calle Mazarine, en París, donde los ca, el señor Étienne Prieur, estudiante de derecho, disfrazado siempre de
«duendes» no cesaron de perseguirlo. A su vez, él se especializó en su cap- cerdo, etc. (Étienne Prieur debía de ser el hijo del drogu ero Prie ur, que
tura, lo que le valió el título de «Peste de los Duendes», que ostentó representaba a Lilit.) El esfuerzo por resistir a los enemigos obligó al señor
triunfalmente encima de su propio retrato. Berbiguier a hacer fumigaciones impresionantes, que alarmaron a todo el
Es probable que los signos de su e nfermedad mental ya se hubieran vecindario y le costaron la visita de un malvado capitán de bomberos.
manifestado antes de su estancia en París. En Aviñón, el señor Berbiguier Una prueba de que la enfermedad m ental no escoge a sus víctimas:
fue a visit:wa uri tal doctor Nicolás, q ue debió aplicarle unos pases mag- nuestro segundo caso concierne a un científi co de una cultura conside-
néticos que le horrorizaron. En París, fu e a consultar a videntes y al ma- rable. Se trata del doctor Ludwig Staudenrnaierl8 , quien, tras haber obte-
go Moreau, que no e ra más que un potente representante de los duen- nido el diploma en una escuela de Baviera en 1884; prosiguió sus estudios
des. Pero parece que la crisis no estalló hasta una sesión de adivinación de durante cuatro años en una academia de fuosofia y teología católicas. Po-
tarot, efectuada por dos videntes, Jeanneton la Valette y Le Manc¡:ot, que, co después se matriculó en la universidad y, en 1895, obtuvo el doctorado
en connivencia con sus enemigos ocultos, vieron al señor Berbiguie r «ba- en zoología y q uímica en Munich,. donde se quedó como asistente. En
jo la influencia de un planeta malo». A pa~tir de entonces, el valient~. ahu- 1896 pasó a ser profesor titular de química experimental e n el Instituto
yentador de los demonios no conoció momento alguno de tranquilidad. Royal de Freising, donde permaneció hasta su jubilación.
... .Los d uendes le acechaban en su habitación, le perseguían por el Pont- En 1912 Staudenmaier publicó un libro muy interesante, titulado Die
N euf, en la iglesia de Saint-Roch y hasta el confesionario de Notre-Da- Magíe als experí111entelle Natunvissenschaft, en el que describía escrupulosa-
m e. No resulta extraño que decidiera visitar al profesor Pinel, médico en m ente una experiencia de algún modo análoga a la del señor Berbiguier,
la Salpetriere, que vivía en el número 12 de la calle ·des Postes, junto a la aunque abordada por nuestro estudioso desde una óptica totalmente
Estrapade. C uál fue su angustia al advertir que el propio señor Pinel se cie ntífica . Staudenmaier había empezado a oír voces y a distinguir pre-
había transformado en un duende, en el que el señor Berbiguier recono- sencias confusas sin asustarse. Dedicó toda su vida a establecer relaciones
ció la representación de Satán (el otro médico, Nicolás de Aviñón, fue amistosas con los seres q ue le frecuentaban, a conocerles y a llamarlos por
proclamado representante de Moloc). Pinel no se contentó con recibir en sus nombres. Además, el doctor Staudenmaier empezó a practicar una es-
su casa a nuestro h éroe, sino que le fue a visitar de improviso a su habi- pecie de yoga y, tras su jubilación, aprovechó sus ahorros para exiliarse a
tación de hotel, donde entró po r el agujero de la chimenea. Fue él, por
lo demás, quién mató con un golpe calculado al pobre Coco, la fiel ardi-
lla del señor Berbiguier.
1
(
un país dotado de un clima más favorable, Italia. Murió en Roma el 20
de agosto de 1933, en el hospital de una orden religiosa, donde estaba rea-
lizando una experiencia respirator ia para <•suscitar el calor vital•>.
La abominable deserción del señor Pinel no fue la única desilusión a El sei1or Berbiguier y el doctor Staudenmaier son enfermos mentales
lo largo de la existencia de nuestro pobre desdichado, el cual tomó la re- inofe nsivos que tuvieron la oportunidad de transmitir a la poste ridad do-
solución de defenderse a toda costa de los ataques de los demonios. Se cumentos preciosos. En ambos casos, observamos cómo se iq1ponen al
procuró plantas antiduendes, agujas, azufre y o tras sustancias, y se puso a e nfermo unas presencias extrañas, con las que entabla relaciones más o
perseguir sin piedad a los duendes, q ue encerró, a millares, en una sim- menos curiosas, lo cual nos pernúte afirmar qu e la fu ente principal de los
ple botella de cristal. demonios es el inconsciente, capaz de invadir, en ciertas c ircunstancias, la
Preocupados por los ataques del implacable señor Berbiguier, los duen- zona conscie nte del sujeto.
dcN le e nviaron un centurión llamado Rhotomago, que le hizo una ho- La brujería utiliza alucinógenos para forzar la experiencia de una rea-

208 209
lidad distinta a la de cada día; el enfermo mental es arrastrado a su pesar para ello. El esquema puede ser, por lo demás, simplificado: los cuatro
en medio de sus fantasmas. El mago es el único que utiliza técnicas del primeros tipos de magia utilizan medios naturales, la magia matemática
todo conscientes para invocar y dominar a sus espíritus auxiliares. En su -la preferida por Bruno- es intermediaria, los cuatro últimos tipos utili-
caso, la invención de un demonio equivale a su entrada en la existencia. zan medios extra, supra o transnat11rales:

4. La dem o n omagi a desde Ficino Los procedimientos del quinto tipo de magia son las palabras, los encanta-
has ta G iordano Bruno mientos, las razones de los números y de los tiempos, las imágenes, las figuras,
Clasificaciones de la magia los sellos, los caracteres o las letras. Esta magia es intermediaria entre la magia na-
tural y la magia extra o supranatural. El nombre que le es adecuado es el de ma-
Los autores modernos están convencidos de que hay dos tipos de ma- gia matemáticn o, mejor, filosofía owlta.
gia, la magia «espirituah> o «naturah>, c ultivada por Ficino, y la «demono- El sexto tipo se obtiene por el culto o la invocación de las inteligencias o de
magia)), cultivada por Trithemius. los agentes externos o superiores, a través de oraciones, conjmos, sahumerios y
Esta distinción es arbitraria y no descansa sobre ninguna base sólida. sacrificios, así como por ciertas costumbres y ceremonias dirigidas a los D ioses,
Los demonios, puesto que son espíritus sin cuerpo 6sico, forman el obje- a los demonios y a los héroes. Su resultado es la contracción del mismo espíritu,
to de la magia espirit11al, como los «dones del mundo animado>> y i<;>s <ldo- de tal manera que el espíritu se transforma en recipiente y en instrumento, y apa-
nes de las estrellas vivas)). E l propio Ficino es un demonólogo, pues se ocu- rece dotado de la sabiduría de las cosas; pero esta sabiduría puede vaciarse fac il-
pa de los demonios planetarios en su Comentario a «El banquete'> y, si evita mente, del mismo modo que el espíritu, mediante los remedios adecuados. Ésta
profundizar en el tema de la demonomagia, es porque teme por su vida. es la magia de los desesperados, que se convierten en los recipientes de los demo-
No se puede poner en duda el carácter «natural>> de la magia de Fici- nios malos captados con la ayuda del arte notorio {Ars notoria]. Su objetivo es el
no, pero también hay que decir que existe igualmente otra magia natu- de dominar a los demonios inferiores por la autoridad de los demonios superio-
ral: la de G. B. della Porta -una especie de repertorio de fenómenos cu- res; a los segundos, se les cultiva y' se les seduce; a los primeros se les cor~t.Íra y
riosos y de recetas populares-, que de ningún modo es «espiritual)). Del se les oprime. Esta fo rma de magia es lmusuatur~l o metaflsica y su nombre pro-
mismo modo, la magia de Trithemius se efectúa por mediación del in- pio es teiÍrgia (ibid., pág. 389) .
termediario de Jos demonios planetarios, sin ser ésta tampoco espiritual.
Se llega a la conclusión de que hay muchas formas de magia que pue- De entrada tenemos la impresión de que Bruno se ocupa de trazar un
den ser espirituales y demoníacas a la vez, lo cual invalida la pertinencia linúte entre las formas de magia «natural», con las que la Iglesia se había
de esta dicotomía. mostrado más tolerante, y las formas de magia que actúan con Jos demo-
E ntre las clasificaciones de la magia del Renacimiento, la más intere- nios como intermediarios, condenada por la Iglesia. Así, su esquema en
sante es, sin duela, la de Giordano Bruno. Éste distingue nueve categorías: nueve tipos se transformaría de pronto en una jerarquía de la intole ran-
sapientia, magia 11aturalis (medicina, chymia), praestigiatoria, una seglinda for- cia, donde las formas que ocupan los sitios más elevados deberían ele ser
ma de magia natural, mathematica u. ocwlta phi/osoplzia, una magia desperato- las rn-\s condenables. Esto vale hasta el octavo grado -los maleficios y los
mm, que es la demonomagia, también llamada transnaturalis se11 metaphy- envenenanúentos mágicos- pero queda invalidado de repente por el no-
sica o bien theouwia, necromantia, malljicium (del que el ventificium es una veno, la adivinación. La adivinación es practicada por los adivinos (díviní)
subclase) y divinatio o prophetia (De Magia, 111, págs. 397-400). A pesar de y es a ellos a los que Bruno remite todas las formas de la magia sobrena-
que los criterios de esta clasificación no siempre están claros, parece co- tural, que califica de divina. Las cosas resultan cada vez más embrolladas
mo si Brunó hubiera, en primer lugar, tomado en consideración el tipo cuando se nos dice que las nueve especies enume radas más arriba se di-
de instrumentos que el mago quiere procurarse y el método que utiliza viden en tres categorías: magia pllysica, matlle111alica y divina, de las que la

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primera y la tercera son siempre benéficas, mientras que la segunda, la motivos de. esta estrategia tan retorcida? Sí, si nos referimos a un docu-
magia matemática, puede ser benéfica o maléfica, según el caso (ibid., m ento semi-oficial (como el Malleus), el Tratado de los Sortilegios d e Paul
pág. 400; e( Theses de Magia, 11, pág. 455). Hay que deducir o bien que Grillandi, escrito hacía 1525 y publicado en Lyon e n 1536 bajo el título
Bruno renuncia· a enumerar la magia de los desesperados, la nigromancia Tractatus de E-Jaereticis et Sortilegíis. En este tratado, Grillandi afirma que las
y la magia maléfica entre las especies admisibles dentro de la magia, o invocaciones' d el demonio per modum imperii, las q ue Bruno reserva a Jos
bien que, esta vez, las incluye entre las amplias posibilidades de la magia pequeños demonios, no seríarí heréticas, sino sólo sacrílegas. Por el con-
matemática. trario, la adivinación del futuro es siempre herétíca39 •
Sólo el carácter esencialmente polémico d e todas las obras de Bruno Bruno era una persona que poseía una cultu ra deslumbrante para su
nos dará la clave de este enigma. En efecto, en el mismo De Magia, Bru- época, y es raro que los pasajes más insignificantes de sus escritos no con-
no no deja de lanzar una flecha contra el obscurantismo del Malleus ma- tengan alguna alusión cuya fuente habría que estudiar para poder descri-
ltifica rum: frar su significado. En la última parte de este libro, analizaremos el alcance
polénúco d e uno de Jos motivos d el autor que siempre se ha considera-
Últimamente, se han asignado a las palabras «mago•> y << magia» significados in- do original, el del <•asno» y el de la <<asnidad)> (asinitas) como atributos del
dignos que no hemos tomado para nada en consideración. Se ha afirmado que santo. Dicho sea de paso que toda la teoría de la santidad y la heroiCidad,
el mago es un brujo necio y malvado, que ha obtenido, mediante el comercio y Bruno la desarrolla pole mizando directamente con uno de los escritos
un pacto con el demonio malvado, la facu ltad de hacer el mal o de gozar de cier- del período reformado d e Corne lio Agrippa, autor que, por otro lado,
tas cosas. Esta opinión no se encuentra en las personas sabias ni en los filólogos Bruno tetúa en g ran estima. Así pues, es muy posible que, en el De Ma-
{apud grammaficosj, sino entre los encapuchados [bardocuclllli; o sea, los frailes] co- gia, se oponga implícitamente a Grillandi, demostrando que, lejos d e ser
mo el atitor del libro Sobre el martillo de las bn!jas. Hoy en día, esta definición ha maléfica, la forma más elevada de adivinación es siempre benéfica. No
sido retornada por todo tipo de escritores, y podemos hacernos una idea de ella obstante, esto no impide que, en la clasificación de las tres categorías y
si leemos las notas de los catecismos para los ignorantes y para los sacerdotes de las nueve especies de la magia, Bruno sea deudor de escritos semi-ofi-
adormilados (De Magia, 111, pág. 400). ciales como el Tratado de los Sortilegios. En efecto, el mismo Grillandi tra-
za una <j e rarquía de la intolerancia» d e la Iglesia respecto a las formas
Al mismo tiempo, Bruno se previno contra los ataques d e los religio- de la m agia e n la que la adivinación ocupa, exactamen te como en Bru-
sos al condenar ciertas formas d e magia que actúan con los d emonios co- no, el último lugar, la cúspide, como la más condenable d e todas. Esto
mo intermediarios. U na d e e llas, especialmente la nig romancia, es una explica flicilmente la propia clasificación de Bruno, que se inspira en un
forma de adivinación que se obtiene mediante conjuraciones e invoca- tratado contra la magia como el de Gr illandi, aunque proponga otros cri-
ciones dirigidas a Jas almas de los difuntos (ibid., pág. 389). De este mo- terios para d eterminar el grado d e culpabilidad d e las disciplinas mágicas.
do compre ndemos faci lmente que la nigromancia formara parte de los Entre otros, está en desacuerdo con Grillandi a propósito de la adivina-
tres tipos de magia que el propio Bruno considera reprensibles. Pero en- ción y parece inclinarse a condenar la d emonomagia más que el propio
tonces, puesto que la magia que él llama divi11a parece reducirse, en el Grillandi, incluso si tiene lugar per 1nodum ímperií. Pero inmediatame nte
fondo, a la adivinación, ¿por qué no reconocía que ésta podía ser, al igual después se arrepiente d e ello, puesto que la magia matemática que pare-
que la magia matemática, de dos tipos: benéfica y maléfica? Parece como ce cultivar él mismo no es e n absoluto extraña a las operaciones realiza-
si Bruno, por un lado, renuncie a incluir la nigromancia y la magia malé- das a través de la intervención de los demonios. E n este momento, no le
fica en su clasificación reducida de los tipos de magia y que, por otro, trans- queda más que aceptar la autoridad de Grillandi, que había contestado
fiera a la magia matemática una parte considerable de las operaciones rea- implícitamente dos páginas antes. Reconoce que la magia matemática
lizadas por la intervención de los demonios. ¿Es posible comprender los puede ser maléfica, pero espera, muy verosímilmente, que a juzgar según

212 213
los criterios de Grillandi no será más que un sacrilegio, pero no una he- fectamente como lo permite la condición de la vida presente[ ... ] (Op. lnt., 11,
rejía. pág. 193) .
Todas estas sutilezas doctrinales no son propias únicamente de Bruno
sino de todos los autores que durante el siglo XVI se ocuparon de la ma- Pero volvamos a la magia de Bruno. Más adelante veremos que su 1/UI-

gia salvando, no obstante, las apariencias. Entre ellos, Bruno parece, por gia matllematica no es otra cosa sino una compilación demonomágica cu-
lo de más, el más ingenuo. A pesar de estar dotado de un exceso de suti- yas fuentes principales son Trithenúus y Agrippa. En .lo que se refiere a
leza, se las arregla muy mal con su propia impulsividad -rasgo de su ca- su magia natural, se trata simplemente de la magia espiritual de Ficino,
rácter que se revelará funesto para él-. Por el contrario, e l abad Trithe- cuyas consecuencias extremas en lo que concier~e al eros son elaboradas
mius, que también dispone de muy altos protectores, constituye un en las dos redacciones del tratado De vinwlis in genere. Prueba de que pre-
ejemplo de habilidad. ¿Dónde reside el error táctico de Bruno? En que tendía aprovechar la clemencia de Grillandi, que distinguía la magia sim-
nunca es capaz de estar de acuerdo con nadie; cosa que todavía podría pa- plemente sacrílega de la magia herética, es que, en el De Magia, presenta
sar si se esforzara en precisar en primer lugar que comparte las opiniones una doctrina de los demonios que, a pesar de estar inspirada en la obra
de alguien hasta cierto punto, aunque se distancie en lo que respecta a los de Pselo traducida al latín por Ficino, no carece de elementos originales.
detalles -que es lo que ocurre a menudo-. Pero Bruno procede exacta- Los demonios son. espíritus invisibles que tienen la f.1cultad de actuar
mente de m ane ra inversa: al principio lanza invectivas contra alguien pa- en el sentido interno. Producen alucinaciones visuales, auditivas o ambas
ra, a continuación, precisar que, en el fondo, se trata sólo de una cues- a la vez. Bruno distingue cinco clases. Los primeros, que responden a los
tión de detalle. demonjos subterráneos y acuáticos de Pselo, son bmta allimalia, y carecen
Si no estamos equivocados - y la clasificación del De Magia es igual a de razón. Los segundos, que viven en las ruinas y en las prisiones, son de
la de Grillandi o la de o tro autor de tratados contra la magia y la bruje- un género <<tímido, receloso y crédulOJ>. Se pueden invocar, puesto que
ría-, entonces tendremos que admitir que todo e l procedimiento de Bru- son capaces de oír y comprender el lenguaje articulado. Los terceros son
no es extraño: lo que toma de las fuentes implícitamente incrimjnadas es <<de un género más prudente». Viven en el aire, y son particularmente te-
mucho más importante que lo que rechaza. Y sólo cabría ponerlo en evi- mibles puesto que inducen a error a los hombres por medio de la imagi-
dencia para salvar las apariencias. nación y de promesas engañosas. Los cuartos, que viven en el éter, son
En el siglo XVI ninguna iglesia cristiana era una institución democrá- be néficas y resplandecientes. Los quintos, que viven en el fuego estelar,
tica, y ninguna de elJas manifestaba ningún tipo de simpatía por la ma- son llamados a veces dioses o héroes, pero no son, en realidad, sino los
gia. Puesto que Bruno cultivaba el Malle11s, las obras tardías de Agrippa, ministros del D ios único. Los cabalistas los llaman Fissim, Seraphlm, Che-
que revel~n una fuerte jnfluencia del protestantismo, y, muy probable- rubim, etc. (De Magia, 111, págs. 427-428).
me nte, de los tratados como el de Grillandi, nos sorprende que no se hu- <<Cada orden de espíritus tiene sus jefes, sus príncipes, sus pastot:es, sus
biera hecho una idea más precisa del clima de intolerancia de la época, comandantes, sus rectores y sus guardianes. Los más sabios y potentes do-
antes de experimentar las .consecuencias en su propia vida. En realidad, minan y rigen a los que son más imbéciles y rudos» (ibid., pág. 429). Vi-
más o m enos abiertamente, él se veía como un profeta, y el martirio no ven en todas partes y son invisibles, a excepción de las primeras clases - las
le repugnaba en absoluto. Por lo demás, lo dice él mismo en el Sigill11s de los demonios acuáticos y terrestres-, cuyos cuerpos son más g roseros
sigillomm: · (crassiores), y pueden volverse visibles en determinadas circunst:m cias. Pro-
vocan enfermedades que ciertos personajes tie ne n la f.1c ultad de curar,
No estaré dispuesto a creer que alguien que tenga núedo a los sufrimientos · como el rey Ciro <<que curaba a Jos que les dolía e l bazo tocándolos con
fisicos hay:1 tenido nunca la experiencia íntima de la divinidad. El que es verda- el dedo>>, o el rey de Francia que curaba a los escrofulosos de la misma
deramente sabio y virtuoso no siente el dolor y es perfectamente feliz - tan per- manera (ibid., págs. 430-432) .

214
Tendremos ocasión de volver a la demonomagia de Bruno. Lo que sole mne profesión de fe, se convierten en propiedad de los demonios, a
aquí nos inte resaba era examinar la validez de las clasificaciones de la m a- los que veneran perpetuamente•>. Como conclusión : «N o hay q ue tole-
gia. H emos podido ver cómo, a pesar de que la distinción entre magia rarlas, sino que es preferible exter minarlas dondequiera que se encuen-
«espiritual» y magia <•dem o níaca•> no se sostiene, sin embargo se remonta tren, pues Dios creado r de todas las cosas así lo ordena: " N o pe rmitirás
a una antigua tradición. Durante la época renacentista tal distinción des- vivir a los bnuos"» (Éx 22; Dt 18).
cansaba en la necesidad, que exper imentaban tanto los representantes de En el m es de octubre de 1508, cuando terminaba el A11tipalus mai4J-
los provisoratos como sus víctimas potenciales, de establecer un limite en- ciorrttn~'. Trithemius era, en la m edida de lo posible, todavía más categó-
tre lo q ue e ra lícito en magia y aquello que era ilícito. rico, declarándose preocupado por el escaso número de inquisidores y de
Puesto que la brujería era un crimen except11111 desde 1468, y puesto que jueces q ue se ocupaban de crímenes tan graves y numerosos como los que
a los bntios se les atribuía el com ercio con los malos demonios de las co- perpetraban las brujas.
hortes satánicas, e ra no rmal q ue toda forma de magia vinculada a los de- ¿Quién era este religioso que, no contento con reclamar la pena ca-
monios se considerara sospechosa y fu era perseguida. Ésta es la razón por pital para las ma14Jcae y los nigromantes, llamaba a la Iglesia a doblar su
la que Marsilio Ficino, que sufrió ataques de la autoridad eclesiástica por su vigilancia?
tratado De 11ita coeliws co111parmula, que el papa juzgó en última instanc ia Ciertam ente, ·resultará sorprendente saber que este pilar del orden es-
inofensivo, no sabía qué precauc io nes tomar para demostrar q ue la magia tablecido pasaría él nüsm o por ser uno de los mayores -si no el más gran-
«naturah> que cultivaba no e ra dem o níaca . Sin duda, sólo tenía razó n en de- brujo del siglo XV I, cuya autoridad igualaba la de Hermes y la del rey
el sentido de que el mago era capaz de poner límites a sus propias opera- Salomón.
ciones, lo cual no impedía que la demonomagia fuera en sí, en c iertos ca- La leyenda surgió desde el principio. Historias sorprende ntes circula-
sos si no siem pre, una forma de mag ia espiritual. ban ya mientras vivía y se multiplicarían después de su muerte, así como
Del mismo modo, la divisió n entre magia natural y magia tmi/SIIatuml los escritos seudo- epígrafes del que era proclamado autor42 •
es artificial, pero el provisorato parece aceptarla e n la m edida en q ue se Agustín Lercheimer de Steinfelden es el que parece m ejor informado
esfuerza por establecer escalas de «culpabilidad» de las formas de magia. sobre Jos prodigios de Trithe mius. Éste poseía un espíritu auxiliar que
En esta clasificació n, G iordano Bruno utiliza fu entes clásicas del ocultis- cuidaba de él atento a que su d ueño no padeciera hambre ni frío. Du-
mo, pero parece inspirarse igualmente en una de las «jerarquías de la in- rante un viaje a Francia, un consej ero imperial alemán , envidioso y estu-
tolerancia», de la que no podría desaprobar el conjunto, puesto que él pefacto, pudo ver cómo el espíritu le había llevado un plato caliente y
mismo lo utilizaba. una botella de vino en una posada <•donde no había nada bue no q ue co-
Como conclusión, la distinció n e ntre magia <•natural>> y magia <<trans- nler•>.
natura l~> o demonomagia, siendo falsa en el plano estrictame nte concep- Pero esto no es nada al lado de las otras hazañas del abad, cuya espe-
tual, no está por ello m e nos acreditada por toda una tradición histórica cialidad eran las obras de nigromancia. En efecto, cuenta Le rche imer que
e n la q ue los potenciales culpables están de acue rdo casi del todo con sus el emperador Maximiliano, que lamentaba la mue rte de su esposa M :nía,
acusadores. hija de Carlos de Borgoña, rogó a Trithemius que invocara su espectro
para poder verla por última vez. El abad se dejó convencer y, ante los ojos
Trith e miu s d e Würzburg de ambos y de un te rcer testimonio, «apareció María, com o el espectro
Al responder a las ocho preguntas que le formulaba el emperador Ma- de Samuel ante Saúl, y se paseó ante ellos, tan parecida a la :tuténtica Ma-
ximiliano en 1508, el abad Trithemius no dudaba en atacar a las brujas, ría que entre ellas no había diferencia alg una,,H.
siguiendo la doctrina de l Malleus mal~ficionl/1140 : «Las brujas {lnai4Jcaej son Lutero•• conoce esta historia, a la que :uiade detalles muy interesantes.
de naturaleza muy perniciosa, hacen pactos con los demonios y, tras una Según éste, el emperador no se habría limitado a deleitarse con la visión

2 16 217 .
fugaz de su esposa, sino que también habría recibido la visita de otros es- perfecto y un gran teólogo» 51 -según la fórmula de su biógrafo E rnest
pectros célebres, como los de Alejandro y Julio César. La historia está Heidel de Worms, que le dedicó una defensa y una apología en 1676.
confirmada por el médico Johannes Wier o Weyer, que no menciona el En efecto, el abad de Sponheim y, posteriormente, del monasterio de
nombre de Trithemius, pero cuenta con mucho detalle las apariciones Würzburg fue el protegido del propio emperador Maximiliano 1 y de dos
q~e. ~n gran brujo presente en la corte provocó ante el emperador Ma- príncipes-electores, y su Steganograplria fue dedicada a uno de ellos, en
52
Xlmthano. Esta vez, los fantasmas invocados pertenecían a Héctor, Aqui- concreto a Felipe, conde del Palatinado y duque de Baviera • Por lo que
les y al profeta David45 • respecta a sus demás escritos -se trata de unos noventa opúsculos y con~­
. El primero en ofrecer una explicación plausible a estos fenómenos óp- pilaciones, por no contar sus numerosas epístolas-, tratan sobre temas dl-
ticos fue el sueco Georg Willin en 172846 , cuya obra ha sido estudiada, en versos53. Una parte muy-amplia está reservada a la brujería y a las supers-
nuestros días, por W. E. Peué:kert y por K. Baschwitz47 • En esencia, el ticiones vulgares -en la que el abad se distingue por su notable celo en
~bad habría disp~~sto de una camera obswra, o bien de un juego de espe- la lucha de la Iglesia contra la secta de las lllallificae. Sin embargo hay mo-
JOS que le permma engañar a la concurrencia. A juzgar por el Antipa/11s tivos suficientes para creer que la actividad de Trithemius estaba carac-
malcificorum, Trithemius conocía el principio de la cámara oscura y era ca- terizada por una .cierta duplicidad con respecto a la brujería. En efecto,
paz de construir una. Su discípulo Cornelio Agrippa cuenta también con W. E. Peuckert ha observado que, en su A11tipalrts, el abad no duda en re-
~odo det,alle cómo podía producir ilusiones ópticas con la ayuda de espe- comendar, contra los embrujamientos, remedios tradicionales que no de-
JOS -fenomeno que, entonces, formaba parte de la magia natural y de la jan de remontarse al bagaje de la magia medieval5' . A pesar de ello, Trit-
que, Trithemius habría podido ser un gran especialista48 • hemius es ciertamente uno de los más grandes eruditos del ocultismo del
Esta es la razón por la que Bartholomeus Korndorff parece estar en lo siglo XVI. · Lejos de limitarse a estudiar para combatirlo, de .~cuerd~ c~n
cierto cuando afirma ist nidtts mil teriflischem Wérk gemischt gewessen, que allí su condición eclesiástica, el abad era, él mismo - le descubno una mdls-
no había obra diabólica alguna, a pesar de que él mismo, al igual que sus creción-, un ocultista muy activo. No se hará un análisis de lo que que-
contemporáneos, no pudieron comprender nada. Se trataba, esta vez, de da de su Steganographia para invalidar esta hipótesis.
dos «luces inextinguibles» que Trithernius, según cuenta su anciano servi- No sólo los comienzos de la trayectoria de Trithemius, sino toda su
dor Servatius Hochel, habría preparado para el emperador. Las dos velás actividad, según el testimonio del propio abad, revelan una estrecha co-
quemaban todavía veinte atios después, en el mismo sitio49 • Aquello era un laboración con las fuerzas sobrenaturales.
<<milagro>>del mismo tipo del que atribuyeron los redactores de los mani- Nacido en Trittenheim el 1 de febrero de 1462, el futuro abad se lla-
fiestos de Jos rosacruces al padre Christian Rosenkreuz, cuya tumba, des- maba Heidenberg («de Monte gentili») por parte del padre, que murió
cubierta ciento veinte años después de su fallecimiento, dejaba ver, entre cuando su hijo tenía un año. Su madre volvió a casarse y el nilio habría
otras cosas, «espejos de múltiples propiedades, campanillas, lámparas en- debido adoptar, como su hermano, el nombre del padre político (Zell o
cendidas [...)»50• Cell), que sin embargo rechazó a causa de los conflictos permanentes
que, hasta los quince años, mantuvo con el cabeza de familia. En efec.to,
¿Quién era Trithemius? La historia nos ofrece dos perfiles muy con- Johannes quería estudiar, mientras que su padrastro, cuyos mo~estos m-
tradictorios: el primero es el de brujo, el verdadero autor de una obra abs- gresos probablemente le impedían satisfacer los deseos demastado am-
trusa titulada Steganograp!tia o «escritura secreta)), el supuesto autor de biciosos del adolescente, intentó disuadirle por medios que a menudo
gran cantidad de seudo-epígrafes miríficos y el objeto de toda una tradi- debieron de ir- más allá de Ja reprimenda puramente verbal. A Johannes
ción popular que le convierte en un nigromante y un mago particular- sólo le quedó recurrir a los medios extremos de todos los oprimidos: .e,l
mente 1-).ábil; el segundo es el de «poeta célebre, un orador muy inventi- ayuno y la plegaria. Un régimen de mortificaciones muy severas le valio
vo, un filósofo sutil, un matemático muy ingenioso, un historiador una visión nocturna que resulta bastante parecida a los sueños referidos

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por Dante en su Vita Nova: un joven vestido de blanco -verosímilmente posible a un monasterio más próspero y acogedor. Esto es lo que explica
un ángel- le muestra dos tablas, una cubierta de signos de escritura y la el cálculo de los monjes que se apresuran a elegir como abad al más jo-
Otra de figuras pintadas. Entonces le 0rdena: Elige ex his dualms tabrtlis ven de ellos, contando con su inexperiencia para proseguir sin trabas sus
unam, quanr volrreris [Elige una de estas dos tablas, la que q.uieras]. Es de propias aficiones. ·
suponer que, de escoger la tabla pintada, Trithemius se habría convertido Trithemius no se desalienta ni ante el estado deplorable de los edift-
en un gran artista de la mnemotecnia, como Giordano Bruno. Pero él eli- cios, ni ante las deudas de sus predecesores, ni tampoco ante la desobe-
gió la tabla con los caracteres de esqitura, y el j oven le dijo: Ecce Deus diencia manifiesta de los ~1onjes. Se revela como un excelente adminis-
omtio11es tuas exa'rrdivit, dabitqrre tibi utrrmrque qrtod postulasti, et quidem plus, trador y, hasta 1491, pone orden en. las cuentas de Sponheim. A partir de
qtW/11 petere potuisti [Dios ha atendido tus plegarias y te dará las dos cosas entonces, emprende incluso la reconstrucción completa del monasterio y
que has pedido, e incluso más de lo que has tenido la oportunidad de exi- no renuncia al fasto: decora l~s ·paredes de su hahitación con cuartetas
gir]55· Su primer deseo era el de conocer las Santas Escrituras, pero el se- compuestas por el humanista Konrad Celtis y por él mismo, y las. paredes
gundo nunca se hizo público. Klaus Arnold debe por lo tanto de estar en del refectorio con las annas de los veinticinco abades que le habían pre-
lo cierto cuando supone que se trataba «de conocer todo lo que puede cedido y con las suyas propias, que eran un racimo de uvas.
ser conocido en el mundol>56, lo cual parece confirmado por el proyecto La nueva construcción resulta muy sorprendente, pero su atracción
de la Steganograplria así como por su sed inextinguible de saber, traducida principal es la biblioteca, única a principios del siglo XVI. Trithernius
en una intensa actividad bibliófila. compra o cambia libros y manuscritos raros y constriñe a sus mot'ties a
Al día siguiente de esta visión, tuvo la ocasión de aprender el alfabe- una actividad febril como copistas y encuadernadores. Si el monasterio
to en casa del hijo de un vecino. Al cabo de un mes lee perfectamente poseía, en 1483, cuarenta y ocho volúmenes, cuenta con mil seiscientos
alemán. Apreciando sus esfuerzos, su tío paterno, Peter Heidenberg, le cuarenta y seis cuando se hace el inventario de 1502, para alcanzar, en
paga las clases con el sacerdote de Trittenheim, donde aprende, muy pro- 1505, antes de la marcha del abad, los casi dos l)lil. Ya en 1495, el com-
bablemente, el latín. Más tarde prosigue sus irregulares estudios en Trier, positor holandés Mattheus Herbenus, rector de Saint-Servatius de Maas-
en Holanda y, finalmente, en Heidelberg. Aprende griego, pero nunca tricht, expresaba su asombro ante la riqueza de esta biblioteca en una
llega a obtener un título académico. carta a Jodocus Beissel. Algunos años más tarde, Sponheim se había con-
En enero de 1482, después de haber visitado el convento de Sponheim vertido en un lugar de peregrinaje obligatorio para rodos los humanistas
con un amigo, una tempestad de nieve obliga a los dos jóvenes a refu- de paso por Alemania: <•Así como, a principios del siglo XIX, ningún ex-
giarse allí durante una seriuna, que bastará a Johannes Zell para tomar la tranjero distinguido dejaba de rendir homenaje a Goethe, en Weimar, del
decisión de quedarse. Se hizo novicio el 21 de marzo e hizo los votos el mismo modo, en Alemania era de buen tono, hacia 1500, haber visitado
21 de noviembre. El 29 de julio de 1483, a los veintitrés años, es elegido una vez a Trithemius en Sponheim)>57 •
abad de Sponheim. Esta rápida carrera resulta sin duda sorprendente, so- La extenuante actividad de copistas y encuadernadores debió de pro-
bre todo porque la apología de W E. Heidel no nos revela los verdade- vocar protestas entre los monjes, al igual que los gastos exorbitantes para
ros motivos de esta elección. la biblioteca58 • Tales debían de ser los motivos que, a su pesar, alejaron a
Sponheim era uno de los conventos más pobres del Palatinado. Trithemius para siempre, en 1505, de su abadía. Los muy pícaros esco-
Rehuido por todo el mundo, poco antes de la llegada del joven tenía gieron otro abad, mientras que el anterior tuvo que contentarse, a partir
sólo cinco ocupantes, que debían contarse entre los monjes nüs recalci- de 1506, con el pequeño convento de Sankt Jakob, en Wi.irzburg. La bi-
trantes, atraídos l?asta alJí por la perspectiva de una libertad sin límites, co- blioteca de Sponheim le quedó casi inaccesible (Sólo volvió a visitarla en
mo única. comperisáción de la pobreza del lugar. No resulta sorprenden- dos ocasiones, en 1508 y 1515), pero el bando trithemiano, que todavía
te que el único objetivo de cada abad fuera el de marcharse lo antes funcionaba, débil pero eficazmente, en el lugar de su gloria pasada, im-

220 221
pidió que fuera destruida hasta la muerte del antiguo abad, en 1516. Tri- iia, un opúsculo de magia compuesto por un tal G;mel, de origen hún-
themius propuso él mismo recomprar los volúmenes en griego y en hebreo garo o búlgaro, un tratado demonomágico de Miguel Escoto, dos trata-
que los monjes querían vender, pero parece que en Wi.irzburg abandonó dos de magia atribuidos a Alberto Magno, el Elucidari111n de Pedro de Aba-
la idea de habilitar una biblioteca comparable con la de Sponheim. Se en- no, el Secreto de los filósofos, el Schemhamphoras, el libro Lamene de
contraba bastante enfermo, necesitaba reposo y, probablemente, no se Salomón, el libro anónimo Sobre la composición de los nombres y los caracte-
sentía con fuerzas suficientes para dar al peque iio convento de Sankt Ja- res de los espfritlls malignos, el tratado de dem~nomagia ~~~beus, ~tro. seu-
kob el resplandor del que había tenido que abandonar. do- epígrafe atribuido a Alberto, Sobre el o.fiao de los espm;us atr~btndo a
En la alabanza de su famosa biblioteca, el propio Trithemius nos ofre- Salomón, Los vfnculos de los espfritus, los Pentaclos de Salomon, vanas obras
ce algunos datos importantes, en un latín que no necesita ser traducido: atribuidas a Tozgrec, discípulo de Salomón, cuyo nombre varía en las trans-
Nec vidi in tata Germanía, neq11e esse a11di11i tam raram, tamq11e 111irandam Bi- cripciones de Trithemius (Torzigeus, Totz Graecus, Tozigaeus, Thoczgrae-
bliothecam, licet piures viderim, in q11a sit librorum tanta copia non vulgari 11111 , cus, etc.), otros libros atribuidos a Mahoma, Hermes, Ptolomeo, obras de
neq11e C0/1111111nium, sed mromm, abditomm, secretomm mirandommque el ta- , b es, occ1.denta1es o anommos,
autores ara , . e te.6 t . ,
líllm, q11ales alibí vix reperiant11f9 • Por otro lado, no cabe la m enor duda de En 1508 Trithemius había leído todos estos opúsculos, de los que el
que a menudo al abad no le había resultado dificil comprar libros raros en resume la n~ateria con algunos rasgos muy precisos. En la mayoría de los
los monasterios benedictinos u ·otros, en el caso en que «los monjes que los casos, se trata de los siete espíritus planetarios, de sus fisionomías, sus
poseían tenúan que su posesión fuera pelig rosa para la observancia mo- nombres y de los caracteres que sirven para invocarlos. En otros, como el
nástica>>60. E l catálogo de la biblioteca redactado en 1502 ~e perdió en Specul11111 Joseph -cuyo incipit reza: Si cupis vide re 01~11~ia [~~quieres verlo t~­
tiempos del propio abad y ninguna fu ente nos pennite conocer todos los do]- contienen recetas de catoptromancia o adtvmacron «por el espeJO
títulos de los libros y manusc ritos que allí se encontraban. A pesar de es- personal•>. El libro atribuido a Miguel Escoto, uno de los grandes traduc-
to, no hay que descartar el hecho de que, entre los escritos raros y «peli- tores del árabe del siglo XIII, que la tradición convirtió en un mago te-
grosos>>, se encontraran todo tipo de obras de ocultismo. Cuando redac- mible, enseña de qué manera puede uno procurarse un espíritu familiar.
ta su Alltipalus, Trithernius nos ofrece una descripción, admirable por su El libro Lamene o Lamen de Salomón trata sobre la adivinación del futu-
precisión, de una buena parte de libros «contrarios a la fe)) . Se sabe que, ro a través de la intervención de los demonios, etc.
· justamente, había visitado Sponheim en 1508, lo cual enc~a muy bien Podríamos, sin duda, imaginarnos a Trithemius como una especie de
con la fecha del Antipalus (1 Ode octubre de 1508). Es muy probable que, sir James Frazer del siglo XVI, de una erudición extraordinaria relativ~ a
para refrescar sus conocinúentos sobre ocultismo, Trithemius hubiera uti- las supersticiones populares o doctas, con la única intención d~ de~unc1ar
lizado una vez más su inestimable biblioteca. Si esta hipótesis es exacta, su inanidad. Sin embargo, no hay duda de que el abad no se hnuto a de-
entonces ésta contenía, e ntre otras, las obras siguientes, a veces según va- senmascarar la magia, sino que él mismo la ejerció, mientras protestaba
rias redacciones: Las clal!{wlas de Salomón, El libro de los oficios, el Picatri;<f, en cada ocasión de su inocencia.
el Sepher Raz iel, el Libro de Hermes, el Libro de las purezas de Dios, el Libro El día después del Domingo de Ramos del año 1499, Trithemius e n-
de la peifección de Satumo, un libro de demonomagia atribuido a san Ci- vió una carta a su amigo Arnoldus Bostius, carmelita de Gante, Jefe de
priano, el Arte calwlatoria de Vil;gilio, el Libro de Simón el Mágo, un tratado una «H ermandad de Joaquín)) fundada en torno a 1497, cuyo objetivo era
de nigromancia atribuido a Ruperto de Lombardía, en muchas versiones, el de defender la idea de la concepción inmaculada de santa Ana y que,
un libro sobre los siete climas atribuido a Aristóteles, la Flor de las flores, junto con Sebastián Brant y otros, contaba con el abad de Spon_heim en-
el libro A lmade/ atribuido a Salomón, el Jibro de Enoch, un libro de as- tre sus miembros más fieles. Por desgracia, cuando la carta llego a Gante
tromagia atribuido a Marsala, Los cuatro anillos de Salon1ón, El espejo de Jo- -poco después de Pascua-, Bostius ya había pasado a n~ejor vid.a y el ?rior
sé, El espejo de Alcja11dro Magno, el Libro de los secretos de Hermes de Espa- de su convento se creyó autorizado para leer el m ensa_¡e de Tnthemtus, e

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incluso para mostrarlo a los curiosos. Éste fue el principio de la leyenda Bouelles babia hojeado, hay que disponer de tiempo y perspicacia. Boue-
· del brujo Trithemius.
lles, en dos horas, no pudo más que hacerse una idea muy alejada de la
En efecto, la carta era más sensacional que comprometedora. Trithe- ·verdad. Esta primera parte de la obra es un ludibrium, una farsa cuya in-
mius anunciaba a su amigo el proyecto ya definitivo de una obra cuyo tención es la de inducir a error al lector, de. tal manera que todo el mun-
primer libro se titularía Steganographia (hoy diríamos criptografía), <<que do podría disponer de las claves de la criptografía y ya nadie podría utib-
cuando se publique producirá asombro en todo el mundo». Este primer zarlas con seguridad. Si el tiempo le faltó a Douelles, la perspicacia le f.1ltó
esbozo contenía cuatro libros (no cinco, como cree K. Arnold), los dos al médico Johannes Wier, discípulo de Agrippa, pues, e n casa este últi-
prime ros se ocupaban de criptografia y de . escrituras al e ncausto, e l ter- mo tuvo ocasión de leer e l manuscrito con tada tranquilidad. Sin enten-
cero proponía un método acelerado para aprender una lengua extranjera der absolutamente nada, Wier suscribió las acusaciones de Bouelles y de-
y el cuarto trataba sobre otros procedimientos criptosemánticos así como dicó a Trithemius un capítulo muy malicioso de su célebre libro De
de temas ocultos «que no podemos proferir en público»62 • C iertamente, Praestigiis Daemo111111165 • El erudito jesuita Del Rio se apoderó de esta ver- .
.Trithemius afirma q ue nada de lo que profesa es transnatural, pero, al sión y su autoridad fue suficiente para incluir la Steganograplzia, a partir de
escuchar cómo se jacta de que con su método un plebeyo podría ett dos 1609, en el Index /ibronm1 prohibitorr1111. Pero, tras la primera edición de 1606,
horas dominar el latín , cabe la te ntación de sospechar que esto es imposi- se multipbcaron las defensas: bastará citar ahora las de Adam Tanner66 , las
ble, excepto mediante Ja intervención de un espíritu muy potente. Él au- del abad Sigismond Dullinger de Seeon67, Gustav Selenus68, Juan Cara-
tor había adquirido este arte esteganográfico por una revelación noctur- mue! y Lobkowitz69 , J. d'Espieres70 y, finalmente las de Athanasius Kir-
na, que además completaba, probablemente, la promesa que las entidades chce1, W E. HeideF2 y Gaspar Schott1.~ . Entre éstas, las más interesantes
sobrenaturales le habían hecho a la edad de quince a1ios: <<conocer todo son, sin duda, las de Juan Caramuel y Wolfgang Ernest Heidel.
lo que existe en el mundo», no en un sentido indirecto (acumular cono- Caramuel es el primer intérprete serio de la criptografia tríthemiana,
cimientos librescos sobre todas las cosas), sino en el sentido más directo gue reconoce como tal y descarga de toda acusación de demonomagia.
posible: el de saber, en cada momento, todo lo que sucede en otra parte, Caramuel señala que los «conjurOSl> demoníacos no son otra cosa que tex-
y quizás también e n el futuro. tos cifrados, mientras q ue los nombres de los demonios representan el có-
Más adelante, Trithemius cometió la imprudencia de enseñar el ma- digo de los m e nsaj es respectivos.
nuscrito incompleto de la Stegano,~mphia al picardo Charles Bouelles, Caramuel no había analizado más que el primer libro de la Stegano-
quien , e n 1504, le hizo una visita de cortesía de dos semanas. Boue lles graphía. W. E. Heidel, su predecesor, al gue contradice a menudo y al que
hojeó el manuscrito durante dos horas y se formó una opinión muy des- supera, aplica este método a los dos primeros libros, reconociendo, por lo
favorable, que comunicó a Germain de Ganay, obispo de Cahors, en una demás, que lo que queda del tercero contiene procedimientos de orden
carta fechada, según K. Arnold, el 8 de marzo de 15096J (Peuckert la fe- totalmente distinto.
cha en 1506). Según Bouelles, la Stega11.ographia no era más que un abo- El primer libro de la Stcganographia, terminado el 27 de marzo de 1500,
minable f:\rrago de conjuros demoníacos. Cuando se hicieron públicas es- presenta al lector distintas maneras de cifi·ar un m ens<De en apariencia in-
tas acusaciones, el abad debió de defenderse con un escrito que se ha congruente. Según el nombre demoníaco que e ncabeza el mensaje, el re-
perdido, pero cuyos tonos amargos reaparecen en el pref.1cio a su Poli- ceptor sabrá detectar el código, lo que significa desechar todas las letras
gmpltia dedicada al· emperador Maximiliano6• . Esto no impide que nunca que carecen de significado alguno y seleccionar las gu ~ sí lo tiene n. Vea-
se decidiéra a entregar su Steganographia a la imprenta y, según ciertas in- mos, por ejemplo, una «conjuración demoníaca)> en la q ue hay que leer
formaciones, que incluso quemara el manuscrito en Heidelberg, lo que únicamente las letras pares de las palabras pares, o sea, las letras que ocu-
podrí", efectivamente, atañer a la última parte de esta obra incompleta. pan los lugares 2, 4, 6, etc., de las palabras situadas ig ualmente en las po-
Para comprender los dos primeros libros de la Steganographia, que siciones 2, 4, 6, etc.:

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pannesiel oShUrMi delmuson ThAfLoln peano ChArUsTrEa melani LiA- pierta el interés del público: prueba de ello es que fue traducida al fi:an-
mUmTo colchan PaRofs madin MoErLa[ bulre aTlEoR don mEICoUe peloin, cés en 1561 por Gabriel de Collange. Lo que el abad Trithernius no sa-
IbUtSiL meon mfsBrEaTh alini DrfaCo person. TrlsOINal lcmom aSoSIE mi- bía es que la Curia romana hacía mucho tiempo que le había encargado
dar iCoRiEI pean ThAJMo, asophiel IlNoTrEoN baniel oCrlmOs estenor Na- a Leon Battista Alberti que le proporcionara un tratado de criptografia y
EIMa besrona ThUIAoMoR fronian bEIDoDrAiN bon oTaLmEsGo merofas que el humanista florentino se había librado de este asunto desde 1472.
EJNaThfn bosramoth. La idea de las permutaciones circulares de las letras del alfabeto pro-
cede de los ejercicios de cábala cristiana que se remontan a Raimundo
Basta extraer las letras significativas y segmentarlas para obtener el si- Lulio. Bajo el nombre de Ars inveniendi o Ars combinatoria, éste había
guiente mensaje: compuesto figuras consistentes en dos o más círculos superpuestos y mó-
viles, a través de cuyo desplazamiento se podían obtener todas las sustitu-
SUM TALI CAUTELA UT PRIME LITERE CU IUSLIBET D!C- ciones alfabéticas que se quisieran. Encontramos todavía estas figuras, a
T IONIS SECR.ETAM INT.ENCIONEM TUAM REDDANT LE- menudo muy complejas, en los comentarios de Giordano Bruno. La
GENT!. criptografia tritherniana, en el fondo, no hace más que explotar el aspec-
to «profano)) de este método de combinación cabalístico -una especie de
El segundo libro, terminado un mes más tarde, contiene v.einticuat~o gcmatría cristiana.
series de permutaciones alfabética~, organizadas según los <<espíritus» que Sin merecer el título absoluto de <<padre de· la criptografia», Trithemius
reinan sobre las veinticuatro horas del día y de la noche. Por supuesto, los debe ser considerado, no obstante, como el «padre de la criptografía mo-
espíritus no tienen nada que ver y las permutaciones se efectúan a partir derna))' en tanto que autor de la primera obra relevante en este terreno 74 •
de una regla muy simple, que consiste en hacer deslizar dos series alfabé- Para volver a la Steganographia: sus dos primeros libros están lejos de
ticas una al iado de otra, manteniendo 6ja la primera: contener cualquier conjuro dem01úaco, y los nombres de los espíritus
son, como muy bien ha visto Heidel, ficta et pro beneplacito assumptn, fic-
A ticios y arbitrarios75 • Se trata, en el fondo, de una f.-usa cuya finalídad es
B = A la de confundir al público, para que la criptografia, desvelada y divulga-
C=B da, no pierda su eficacia. Si todo el mundo es capaz ele leer un meos~e
etcétera. codificado, tanto vale renunciar a los beneficios de este arte. Por otro la-
do, Trithem.ius logró brillantemente cumplir su intención: a excepción
De esta forma, B ,;, A, C = B, etc., hasta A = Z. Lógicamente, las vein- de Caramuel y de Heidel, los autores antif:,•uos, así como la mayoría de
ticuatro permutaciones no son las únicas posibles. sus cofrades modernos, han continuado viendo, en la Steganogmphia, una
El 21 de marzo de 1508 Trithernius acaba su Poligraphia, que será de- de las obras más abstrusas de cábala y de ocultismo práctico.
dicada al emperador Maxirniliano el 8 de junio del m.ismo aiio. Se trata Quienquiera que se asome con una cierta curiosidad sobre los dos pri-
de una obra de criptografia y de estenografia que, esta vez, incluye tres- meros libros de la Steganographia no podrá más que estar de acuerdo con
cientas ochenta y cuatro series alfabéticas, en las que cada letra es susti- Caramuel y Heidel. Pero la parte más interesante de esta obra única re-
tuida por una palabra en latín. En realidad Trithemius no hace otra cosa sulta, sin duda, el fragmento del tercer libro, que no admite en absoluto
que llevar hasta las últimas consecuencias un método que ya había ex- esta interpretación, tan brillante éomo veríd.ica e inofensiva.
puesto en la Steganographia. El texto codificado tiene la forma inofensiva
de una ·larga plegaria en latín; pero si sustituimos cada palabra por una le- Trithem.ius ha tenido muchos apologetas, cuya incapacidad para com-
tra, podemos obtener el verdadero mensaj e cifrado. La Poligraphia des- prender el fragmento del último libro de la Ste<
'!mwgraphia es del todo ex-

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plicable. Hablan de este pasaje con incomodidad y no vacilan en aceptar tiene que modelar en cera o trazar sobre una hoja de papel una figura que
las hipótesis más inverosímiles para justificar su existencia. Así, reciente- representará un ángel planetario, dotado de sus atributos. Esta ÍIWellci6u
m ente, Klaus Arnold -que, por lo demás, se revela como un excelente del espíritu se supone que también i11voca su presencia, le somete a una
biógrafo de Trithemius-: «El tercer libro queda incompleto, bien porgue tarea que, en el caso en cuestión, se refiere a la comunicación a distancia.
su autor nunca fue dueño de sus intenciones de enviar mensajes sin ca- Se requieren además otros conocimientos: las figuras y los nombres de
racteres y sin mensajero, queriendo esconder [este fracaso] mediante in- todos los espíritus que representan a las e ntidades zodiacales, e igualmen-
dicaciones tan fragmentarias como oscuras, bien porque -aunque parece te un cálculo astrológico 78 • Supongamos que el operador quiere enviar un
poco verosímil- esta parte (de su obra] no debe considerarse auténtica» 76 • mensaje a distancia con Orifiel, el ángel de Saturno, como intermedia-
Como representante de esta última hipótesis, Arnold cita al estudioso in- rio. Deberá hacer lo siguiente:
glés D. P. Walker, que sin embargo nunca la había formulado. ¿Cómo ha-
bría podido hacerlo si Agrippa, que había estado con Trithemius, nos Haz una imagen en cera o traza sobre una hoja de papel virgen la figura de
asegura que practicó este método, y q11e este método ji111cionaba? Volvere- Orifiel bajo la fom1a de un hombre barbudo y desnudo, erguido sobre un toro
mos más adelante a su testimonio. Por ahora, es suficiente concluir que de diversos colores, sujetando con la mano derecha un libro y con la mano iz-
las cinco líneas que Arnold dedica a la parte mágica de la Stega11ographia quierda una pluma. Tras haber hecho esto, di: <<Que esta imagen del gran Ori-
no contienen m enos de tres inexactitudes: nadie ha osado pretender -Y, fiel sea íntegra, perfecta y apta para transmitir el ¿ecreto de mis pensamientos de
tanto menos D. P. Walker, que es un especialista de la magia- que Trithc- manera segura, fiel y completa a mi amigo N. , hijo de N. Amén>>. [Aquí hay que
mius no fuera el autor de este extraño método; el motivo por el cual el ter- ejecutar otra imagen que represente al destinatario.l Escribe en la frente tu nom-
cer libro quedó incompleto no podría atribuirse a la ineficacia de sus bre con una encáustica hecha de aceite de rosas diluido [tcmperato] 'y en su pe-
recetas, puesto que, según Agrippa, eran inf.1libles; las indicaciones de Tri- cho el nombre de tu amigo ausente, diciendo: «Ésta es la imagen de N., hijo de
themius son quizás chocantes, pero no son oscuras en absoluto, y su ca- N., al que es necesario que el designio concebido por mis pensamientos sea
dcter fragmentario se debe únicamente a la redacción incompleta de la anunciado por el ángel de Saturno, Orifiel. Amén•>. Escribe en la frente de la
obra, al estado et1 q11e el propio Trithe111i11s la dejó cirwlar. imagen MENDRION y, sobre su pecho, THROESDE y luego une las dos
Que el lector se haga su propia idea. imágenes, diciendo: «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
En un escrito de 1508, titulado De septe111 seetmdeis o Clnon.ologia mys- Amén. Escúchame, Orifiel, príncipe de la estrella de Saturno: por la virtud de
tica71, Trithenüus desvela al emperador Mm..:imiliano los secretos del uni- Dios todopoderoso, obedéceme. Yo te ordeno y te envío, por la fuct~ltad de es-
verso. El abad afirma, en un espíritu muy ficiniano, que Dios gobierna el ta imagen, que transmitas a N., hijo de N. el mens;tie siguiente [que se formule
cosmos a través de siete «inteligenc ias segundas>> (intelligentiae sir1e spiritus el mensaje], de manera segura, secreta y fiel, sin omitir nada de lo que quiero
orbes post Derm1 moventes), que no son otra cosa que los espíritus planeta- que sepa y de lo que te he dado como consigna. En el nombre del Padre, del
rios: Orifiel, ángel de Saturno; Anael, ángel de Venus; Zacariel, ángel de Hijo y del Espíritu Santo. Amén». Después de esto, envuelve las dos imágenes
júpiter; Raf.1el, ángel de Mercurio, Samael, ángel de Marte; Gabriel, án- unidas con un trozo de tela limpia, lavada con agua blanca, e introdúcclas en uno
gel d~ la Luna, y Miguel, ángel de1 Sol. A partir de esta misma doctrina de esos recipientes que los sabios indios llaman plumwt alronda. Cubre todo ello
se precisa el sentido del tercer libro de la Steganograplria, con la única di- pacientemente, de corteza raspada y ponlo todo a la entrada de una casa cerra-
ferencia de que los espíritus reciben aquí una identidad más marcada. En da, donde quieras. [Ésta es la traducción literal del pas;Ue; a decir verdad, se es-
efecto, pueden ser invocados trazando su fisionomía y añadiendo unas peraría ver al operador introducir el recipiente b;Uo el umbral de su puerta. J Sin
fórmulas. El proceso recuerda el arte de los emblemas y presenta analo- duda alguna, tu deseo será cumplido en el tiempo de veinticuatro horas.
gías sorprendentes con Ja mnemotecnia, excepto que, en nuestro caso, el
mago se transforma en pintor en el sentido más concreto del término: El espíritu podrá ser utilizado igualmente por el destinatario para en-

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viar un mens~ e en sentido inverso.. «Pasadas las veinticuatro horas, retira posible de manera natural, lejos de toda superstición y sin la intercesión de
las imágenes del lugar donde las habías colocado y ponlas de lado, pues ningún espíritu, que un hombre transmita el designio de sus pensamien-
podrás utilizarlas en todo momento para operar con Orifiel como inter- tos a otro hombre, a cualquier distancia y dondequiera que esté, en un
mediario, no sólo para transmitir mensajes al mismo amigo, sino a cual- tiempo m uy breve. No podemos medir con precisión este tiempo, pero
quier persona, modificando únicamente el nombre del amigo [.. . ]»79 • sin duda todo esto tendrá lugar en el espacio de veinticuatro horas. Yo
Por este método, las presencias sobrenaturales habían revelado a Tri- mismo sabía hacer esto y lo he hecho a menudo. El abad Trithenúus tam-
themius, en sueños, lo que debió de ser el deseo más íntimo de su cora- bién lo sabía y lo hizo no hace mucho)} (Occ. Phil. , 1, 6, pág. IX).
zón: saber todo lo que ocurre en el mundo. Lo dice él mismo, utilizando Por desgracia, existen razones bien fundadas para dudar de esta afir-
letras mayúsculas, en la antepenúltima página de lo que nos ha llegado de mación perentoria de Agrippa. Al leer los m ens~es desesperados que és-
su Steganogmphia: te dirige tan a menudo a destinatarios que no se molestan en responder,
nos preguntamos a veces por qué nuestro ocultista no emplea el método
ET OMNIA, QUAE FIUNT IN MUNDO, CONSTELLATIONE infalible de Trithemius. Que Agrippa no supo obtener el socorro amable
OBSERVATA PER HANC AR.TEM SCIRE POTER.IS. de ningún espíritu, hay muchos episodios de su biografia que lo de-
muestran. Al contrario, para descubrir la razón de su desgracia junto a
En los últimos pasajes d~l fragmen to del tercer libro, Trithemius nos Luisa de Saboya, no duda en recurrir a los sortilegios bíblicos (que, ade-
informa de que, mediante procesos similares, es posible saberlo todo ' so- más, le revelan la causa), que podría haber evitado si se hubiese b enefi-
bre cualquier persona. ¿Por qué se para ahí? ciado de la asistencia de un potente demonio planetario82 •
La hipótesis más plausible es que, por la cooperació n de los podero- La indicación de Agrippa resulta en cualquier caso preciosa, pues
sos demonios planetarios, Trithemius se creía igualmente capaz de prever confirma la autenticidad del método trithemiano. En cuanto a su efica-
los acontecimientos futuros. Pero una vez más es Paul G rillandi quien nos cia, una carta que Agrippa escribió el 19 de noviembre de 1527 al fraile
ofrece una explicación indirecta del motivo por el cual Trithemius jamás Aurelio de Aquapendente parece justificar un cierto escepticismo por
terminó este tercer libro, o - lo que es más probable todavía- por qué parte de sus lectores modernos:
quemó en Heidelberg toda la continuación de su Steganograplzia. Según
Grillandi80, todas las operaciones mágicas que invocan la ayuda de un de- Humilde mortal [confiesa Agrippaj, caballero consagrado en la sangre de los
monio ad modum imperíi no son heréticas, sin9 sólo sacrílegas. Por el con- combates, hombre de corte durante casi toda una vida, atado por los vínculos de
trario, la adivinación del futuro es siempre herética. Distinciones de este ti- la carne a una esposa amada, juguete de los caprichos de la fortuna, esclavo del
po debían de circular ya en tiempos de Trithemius y éste, experto en mundo y de las ocupaciones domésticas, no podía pretender los dones sublimes
ocuJtismo, no debía de ignorarlas en absoluto. Para no caer en el pecado de los dioses inmortales. No poseo nada de ellos. Me ofrezco solamente como
de herejía, destruyó la última parte del manuscrito autógrafo de la Stega- centinela ante la puerta para indicar el camino a los demás [velut indicem qui ipse
nograplzia, que debía, .lógicamente, de referirse a la adivinación. Pero no semper praefortibrts 11/alleus]U. (Ver Apéndices V III y IX.)
se resignó a destruir esta parte que, aunque sacrílega, no dejaba ·de con-
siderar como uno de los métodos más útiles de comunicación a distancia.
Adem,ás, esto explica bastante bien por qué la Steganogmphia figuró, des-
de 1609 hasta el siglo XIX, en el Index librorum prolzibitomm81 •
Invitamos al lector a experimentar por sí mismo el método de Tri-
themius, para juzgar su eficacia. Tras referirse muy brevemente al carácter
«natural» de esta operación, Agrippa no dejaba de elogiar sus méritos: «Es

230 231
Tercera parte

Final de partida

El Renacimiento es un renacinúento de las <<c~e ncias ocultas» y no,


como se dice habitualmente en las escuelas, la resurrección de la
filología clásica y de un vocabulario olvidado. Lejos de ser esto, su
lucha apasionada puso sobre la mesa la recuperación de las «ciencias»
muertas o caídas en el olvido a causa del racionalismo escolástico.
Comprender las palabras «reforma» y «renacimiento» a partir de la
fi lología y tal vez de la técnica artística y negar todas las fuerzas
invisibles que estallan bajo las apariencias, es privar a estas palabras
de su sentido interno.

W. E. Peuckert

f
Capítu lo VIII
1484

1. Una mosca áptera


¿Es posible comprender las causas de la Segunda Guerra Mundial sin
saber nada de la ideología del nacionalsocialismo alemán? Ciertamente,
hay historiadores que no ven nada más allá de los móviles económicos. Y
con todo, ¿bastan estos móviles para explicar por qué Alemania no se
contentó con una expansión moderada en Europa central y en África?
Los propios historiadores observan que Alemania no podía declararse en
absoluto satisfecha con la distribución de las colonias después de la Pri-
mera Guerra Mundial; pero, entonces ¿por qué no atacó a las colonias de
los países más ricos, para anexionadas? Lo que ocurre es que j ustamente
el punto de vista económico por sf solo es el que menos clarifica las cau-
sas de la segunda guerra. Si los objetivos perseguidos por la Alemania na-
zi hubieran sido únicamente de orden económico y estratégico, la gue-
rra hubiera adoptado, desde el principio, un cariz muy diferente.
La misma observación podría aplicarse a la Revolución Francesa. En
una carta famosa, Friedrich Engels buscaba las causas en la pobreza de las
masas y en la mala distribución de la riqueza nacional. Sin embargo, pa-
rece que Francia nunca había conocido una prosperidad más generaliza-
da que la·precedente al año 1789 e, incluso si este dato resulta verdadera-
mente discutible, ello no impide que la revolución fuera organizada por
intelectuales y que sus objetivos, antes que de orden económico, fu eran
ideológicos. En efec~o, debía consistir en una renovatio de orden religio-
so, con implicaciones en todos los ámbitos de la existencia social; de lo
• contrario, resultaría dificil explicar el culto al Ser Supremo y a la diosa
Razón, así como las extrañas modificaciones del calendario, fórmulas de
saludo, etc., que marcaban la llegada de una nueva era. Todo esto es, en
gran parte, válido para la Revolución Soviética. N o olvidemos que los
rusos no habían conocido la «revolución burguesa)) y que, cuando llegó a

235
Rusia, lo hizo con una particular lentitud. Los signos de la renovatio so.- bía~ revelado más o menos correctas, o habían sido ajustadas posterior-
viética se inspiraban, en gran medida, en la renovatio francesa de 1789. m ente de tal manera que parecieran aludir a acontecimientos recie ntes.
Con demasiada frecuencia el historiador tiende a conceder a los «he- Del mismo modo que los fracasos individuales estaban lejos de desacre-
ch~s» y a las cron?logías de los acontecimientos una importancia capital, d itar a un astrólogo, sus predicciones exactas o aproximativas podían pro-
o lvidando que las causas de estos <<hechos» son mucho más complejas y curarle una reputación inmerecida. Verdad o leyenda, el astrólogo inglés
no se reducen a un denominador de naturaleza económica. John de Esche nden asegura haber previsto la epidemia de peste de 1347-
No tenemos la intención de retomar aquí lo que ya hemos expuesto 1348; el astrólogo alemán Lichten berger, el nacimiento y la actividad de
en otra parte con mayor detalle 1• Lo que constituye ahora el centro de Lutero; y otro astrólogo del siglo XV I, Carian, al que se atribuyen nume-
nuestra investigación es el desarrollo de la ciencia moderna. Tras haber rosos fracasos, parece haber predicho exactamente la Revolución France-
constatado que la ciencia moderna presupone una mentalidad muy dis- sa de 1789 . . . Lejos de ser una ciencia en declive, la astrología del siglo XVI
tinta a la que presidía las «ciencias» del Renacimiento, el historiador de inspiraba una confianza general que debía de superar de lejos su valor real
las ideas no sólo tiene el derecho sino también la obligación de interro- de uso. No obstante, sólo a posteriori podemos comprobarlo; para la gen-
garse a propósito de las causas que produjeron este enorme cambio de la imagi- te del Renacimiento, el valor relativo al uso de la astrología era tan ele-
nación humana, que condujo a la transformación de los métodos y los ob- vado como el que nosotros atribuimos, hoy en día, a la teo~a de la radiac-
jetivos de las ciencias de la naturaleza. tividad o a la de la relatividad.
Por supuesto, existe n cantidad de respuestas superficiales a esta pre- En cuanto a la medicina astrológica -ciencia muy compleja y rigurosa-
gunta fundamental de la historia de nuestra cultura. Sin e l perfecciona- estaba quizás fundada sólo en prernisas infantiles, pero sus remedios natura-
miento del anteojo astronómico, se dice, Galileo no hubiera podido con- les debían de resultar, en ciertos casos, eficaces, lo cual implica que su va-
tribuir a ofrece r una imagen más exacta del sistema solar. Ello no impide lor relativo al uso no debía de ser inferior al de la astrología. Los propios
que, sin utilizar ningún instrumento óptico, Copérnico, mucho tiempo médicos no tenían ningún motivo para despreciar sus propios conocimien-
atrás, ya hubiera concebido la idea de un universo heliocéntrico (o he- tos teóricos y prácticos; no cabe la menor duda de que tenían la misma se-
liostático), siguiendo un modelo pitagórico. Y, mucho antes que Copér- guridad y el mismo aplomo que sus cofrades moder~os que, en los casos
nico, Nicolás de Cusa había postulado, a partir de ideas extraídas de su menos graves, debía bastar para curar a los pacientes. Estos eran, en su ma-
metafisica personal, e l carácter infinito del universo. Esto demuestra fa- yoría, tan ignorantes que poco les importaban los m étodos del médico, con
cilmente que los perfeccionamientos de la técnica han desempeñado un tal de que tuvieran en él una confianza de orden personal. En nuestros días,
papel sólo marginal en la formación del espíritu científico moderno. la situación ha cambiado sólo muy poco a este respecto y, si todos nuestros
Otra hipótesis, igualmente superficial, sostiene que las ciencias del Re- médicos fueran sustituidos, por milagro, por iatromatemáticos o iatroquí-
nacimiento habían demostrado plenamente que carecían de <<Valor de m icos, la mayor parte de los enfermos ni siquiera se daría cuenta.
uso». Así pues! era normal que fueran reemplazadas por ciencias cuyos re- Entre las c iencias del Renacimiento, la alquimia es la que sufrió el ma-
sultados de orden práctico -la tecnología moderna- se imponían a todo yor número de fracasos. No obstante, puesto que desempeñaba un papel
el mundo por su «valor de uso». El postulado de esta tesis consiste en que importante en los remedios de la iatroquímica, e incluso en los de la me-
su propio método era el que condenaba al fracaso a las ciencias del Re- dicina astrológica, no se le podría negar todo valor de uso. En la medida
fnacimiento como la astrología, la m edicina, la alquimia y la magia. Resul- en que estaba íntimamente ligada a unas ciencias cuya eficacia negaba
ta innegable que, en casos particulares bastante numerosos, estas «ciencias» poquísima gente, la alquimia no te nía ningún motivo para sentirse ame-
habían fracasado. Sin embargo, no existe absolutamente ninguna razón nazada en sus fundamentos . El muy elevado núme ro de charlatanes sin
para dudar de la confianza general que inspiraban en la época. duda la ha desacreditado; pero las prácticas alquímicas de Newton nos de-
La astrología no era infalible, pero muchas de sus predicciones se ha- muestran que no había dejado de suscitar el inte rés de los espíritus más

236 237
brillantes del siglo XVII. Algunos historiadores de la ciencia se preguntan renacentista, se deleitaban con las sátiras de las ciencias contemporáneas
todavía por qué, si la alquimia constituía la preocupación fundamental de debían de ser mucho menos numerosas y poderosas que los grupos orga-
Newton, éste lo publicó todo excepto los materiales que se refieren a sus nizados que, hoy en día, protestan contra el uso de la tecnología moderna.
experiencias a1químicas2 • La respuesta es tan simple que resulta sorpren- Otro ámbito en el que se traza una imagen muy falsa del Renaci-
dente que sea sistemáticamente evitada o deformada: Newton vivía en miento es en la ensei1anza y la transmisión de conocimientos. En aquella
~na época caracterizada por el triunfo del puritanismo en el plano polí- época existían universidades muy célebres y oq,rullosas de sus tradiciones
tico. El puritanismo aborrecía las ciencias ocultas puesto que no estaban que expedían diplomas de gran valor. Éstos condicionaban el ejercicio de
conformes al espíritu de la Biblia. Newton no publicó sus experiencias la profesión hasta tal punto que Agrippa von Nettesheim se atribuye tí-
alquímicas porque tenía Ja cabeza en su sitio y prefería que no se movie- tulos que no poseía para ocupar un puesto e incluso, en presencia de un
ra de allí. D el núsmo modo, su proverbial silencio no es en absoluto sig- privilegio real que parecía exonerarle, le era absolutamente necesario. Sin
no de un rasgo personal de carácter, sino de una prudencia impuesta por duda, un diploma de la Sorbona o de la Universidad de Padua constituía
~as circunstancias de la época; puesto que las presiones psicológicas e in- una garantía, pues estas altas instituciones tenían la reputación de trans-
cluso físicas que ejerció la Reforma de la Iglesia - tanto del lado protes- mitir conocimientos infalibles, cuyo valor relativo al uso sería ocioso con-
tante como del católico- no fueron menores a las ejercidas por la Revo- testar en un determinado contexto social, del mismo modo que sería
lución Francesa durante su apogeo o -111utatis lllllfa11dís- por la revolución ocioso dudar del valor absoluto, ahora sí, de uso de los propios diplomas.
Soviética. El error de principio que cometen la mayor parte 'de los historiadores
En lo que concierne a la magia, no hay duda de que su valor de uso de la cultura, en el fondo, vuelve a negar la validez, hoy en dfa, de estos
fue, en tiempos del R enacimiento, tan importante como el de la astrolo- conocimientos y estos diplomas. Por supuesto, ninguna universidad del
gía. No olvidemos que, bajo la etiqueta de «magia natural1>, circulaban mundo aceptaría conceder la cátedra de fisica teórica o de semiología
conocimientos técnicos muy variados - desde Ja fabricación de Jos colo- médica a un diplomado de la Sorbona de 1500; pero este extraño razo-
res animales y vegetales hasta la pirotecnia y los procedimientos ópticos-, namiento no debe llevar a la convicción de que, puesto que los conoci-
así como procedimientos teúrgicos y médicos, métodos de criptografía, mientos de un diplomado en 1500 son rechazados en nuestros días, eran
estenografia y telecomunicación; sin olvidar técnicas de manipulación del igualmente rechazados por sus contemporáneos - sin contar con el hecho
individuo y de las masas que sólo han encontrado su plena aplicación en de que hay disciplinas humanísticas en las que podríamos confiar más en
nuestros días. En cuanto al arte de la memoria, éste funcionaba tan bien un diploma del siglo XVI que en uno de 1980.
que resulta sorprendente que cayera en desuso durante el siglo XVII. La sociedad renacenti'sta no presenc.1 más que muy pocos síntomas de
Resulta del todo evidente que las ciencias del Renacimiento, fuere decadencia: no está «en .crisis>), sólo abriga dudas muy superficiales acer-
cual fuese su valor real, no carecían en absoluto de valor relativo al uso. ca de sus propias instituciones y verdades de orden ideológico y práctico.
Todos los testimonios contrarios de los contemporáneos resultan, en su La hipótesis de f:1lta de <•valor de uso» de las ciencias del Renacimiento
mayor parte, sospechosos, puesto que proceden de escritores que quieren debe descartarse, puesto que no constituye más que una explicación a
obtener un efecto facil en su públiéo. Giordano Bruno, que creía fir- posteriori de la transformación del espíritu científico y, en consecuencia,
memente en ellos, no dudaba en satirizar, en su comedia l/ Candelaio, la carece de toda verosimilitud.
f teoría ficiniana del espíritu; pero la había puesto en boca de un charlac.ín Por el contrario, si queremos comprender algo de este enigma· de la
sin escrúpulos. Las conclusiones que se han sacado de pasajes de este ti- historia que supone la aparición de la ciencia moderna -que surge preci-
po tomados de los escritores italianos3 no son en absoluto pertinentes: es samente cuando 110 era necesaria-, hay que penetrar primero en el corazón
como· si se juzgara la personalidad de Sócrates únicamente a partir del tea- de las propias ciencias renacentistas, de las que la astrología, gracias a su
tro de Aristófanes. A fin de cuentas, las núnorías que, durante la época grado de universalidad, era la más importante 0a magia, la medicina e in-

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\

cluso la alquimia pueden considerarse, en cierto sentido, como discipli- ca áptera empieza a multiplicarse. Las hogueras de brujas se extendían por
nas astrológicas). Otro factor fundamental en el conjunto de la ideología toda Europa; la Reforma religiosa habría preferido que el único libro que
del Renacimiento está constituido por la doctrina cristiana y por la ins- subsistiera en la tierra fuera la Biblia pero, en cualquier caso, no estaba
titución eclesiástica, que jamás acepta completamente el mens~e de la dispuesta a tolerar ni el eros, ni la magia, ni las «ciencias» contiguas del
<<ciencia»: la verdad revelada prima sobre toda verdad temporal, que pue- Renacimiento. Una invocación mágica o una experiencia alquímica po-
de tener sólo un carácter relativo con respecto a la primera. dían costar la cabeza. El terror acabó con todo, y ésta es la razón por la
La ciencia moderna surge de una interacción de fuerzas ideológicas que se renunció a la astrología, a la magia y a la alquinúa o se encerró,
muy compleja, por un proceso muy semejante a la selección natural de como Newton, en un silencio prudente sobre los intereses de orden
las especies. Sabemos que ésta no está determinada por una ley provi- oculto. La Iglesia católica no sólo pidió la transformación de las costum-
dencial, sino por los accidentes del entorno, estos accidentes que J. Mo- bres sino que se aplicó encarnizadamente a defender lo más precioso que
nod ha llamado, quizás injustamente, «azar>>. creía poseer, el tomismo. Galileo rozó la hoguera no porque fuera un re-
¿Qué posiOilidad tiene una mosca áptera de procurarse el alimento en presentante de la <<ciencia moderna>> (que no lo era en absoluto), sino
nuestro clima? Ninguna, puesto que si oo dispone de un medio de des- porque osó oponerse al tomismo. Bruno fue devorado por las llamas por-
plazamiento rápido, ni de un abrigo seguro como los gusanos subterrá- que era un mago impenitente, no porque defendiera las ideas del carde-
neos, será la presa facil de los pájaros. Este mutanre genético será elimina- nal de Cusa. En todas partes, la gente se entregó a ocupaciones más ino-
do por la selección natural. No obstante, es la misma selección la que, en fensivas, que no podían contrariar la imagen que se hacían del mundo y
una isla muy ventosa del archipiélago de las Galápagos, ha aniquilado de la sociedad humana una u otra de las iglesias cristianas. La coacción les
completamente la raza «normal>> de las moscas provistas de alas, que no tie- obligó a expresarse con prudencia, a esconder cuidadosamente sus obje-
nen ninguna posibilidad de luchar contra el viento. Sólo se han salvado las tivos. Sobrevivieron algunos pitagóricos entusiastas como GaWeo o Ke-
moscas ápteras, puesto que se desplazan por el suelo y a los pájaros, por la pler, pero su raza estaba en extinción. Hubo muchos Descartes y Bacon
misma razón antes mencionada, les cuesta trab~o atraparlas. que son todavía muy sospechosos de haber mostrado simpatía por la far-
Una mosca áptera es, por definición, una mosca «enferma•>, cuya mu- sa de los rosacruces y cuyas verdaderas intenciones no son en absoluto fa-
tac.i ón debería impedirle la f:1cuJtad de sobrevivir. Sin embargo, en un de- ciles de descifrar. ¿Eran los representantes de un mundo nuevo? Si lo fue-
terminado reducto ecológico, estas mutaciones, estos productos aberrantes ron, no se trataba ciertamente del mundo que vendría, como tampoco su
de la naturaleza son los únicos que tienen la oportunidad de preservarse. filosofía fue una «ftlosofía moderna•>.
Es exactamente lo mismo que le ocurrió al espíritu científico moder- En un momento determinado, la censura había transformado la per-
no, al espíritu de experimentación que renuncia a los grandes postulados sonalidad: la gente había perdido la costumbre de utilizar activamente su
para no construir más que razonamientos inductivos. No fue el pájaro del imaginación y la de pensar por «cualidades», puesto que ya no estaba per-
paraíso lo que la Providencia o las leyes (inexistentes) de la historia triun- mitido. La pérdida de la facultad de la imagina"ción activa arrastró nece-
fal del espíritu hegeliano dieron a luz de pronto para relevar a las ciencias sariamente consigo la observación rigurosa del mundo material y ésta se
del Renacimiento, sin valor y ya carentes de atractivo. Al contrario: nues- tradujo en una actitud de respeto por toda información cuantitat_iva, y de
tro espíritu científico moderno nació como una mosca áptera que, en los sospecha hacia toda aserción de orden <<cualitativo».
~r~n~es torbellinos de la historia del siglo XVI tuvo la oportunidad de pa- En cierto sentido, se puede decir que las moscas que vuelan tienen
sar desapercibida y no ser eliminada por la dura selección natural. Ésta una imagen del mundo completamente distinta de la que poseen las mos-
azotó tan fuerte a las ciencias del Renacimiento que las privó de toda cas que se arrastran por el suelo, por no tener alas. Pero esta comparación
oportunidad de enderezarse. parece implicar un juicio de valor del que se quiere absolutamente exen-
Examinaremos ~on mayor detalle la situación en la que nuestra mos- ta. El hombre del Renacirniento y el hombre de nuestra época han con-

240 241
servado quizás la misma forma exterior, pero el último es una mutación tores modernos prefieren situarla en 1483, y el propio Lutero se inclina
psicológica del primero, dentro de la misma especie. Aquellos que afir- tanto por una fecha como por la otra.
man que el hombre renacentista sentía, pensaba y actuaba como nosotros Así pues, resultará sorprendente saber que los astrólogos de la é poca
se equivoca enormemente. Por el contrario, desde entonces, tenemos la atribuyeron al año 1484 una importancia verdaderamente colosal. Por lo
costumbre secular de rechazar de nosotros mismos todo lo que constituía menos esta vez no se trata de un retoque a posteriori, puesto que los que
la imagen del mundo del hombre del Renacimiento hasta el punto de que esperaban que ocurriera algo palpable y visible en 1484 quedaron muy
éste se confunde con nuestra «sombra)), con aquello que hemos aprendi- decepcionados.
do, por educación, a extirpar y a mutilar en nosotros mismos. Es un cofra- Al-Kindi, del que ya conocemos su teoría de las radiaciones estelares,
de débil que abrigamos todavía en nosotros mismos, porque no podemos había formulado igualmente una teoría de las conjunciones generales de
eliminarlo por completo. Si él es nuestra caricatura 7"puesto que acumu- los planetas y de su influencia en la suerte de las religiones. Las conjun-
la en él nuestros rasgos más inf.1ntiles y ridículos- , intentemos ponernos ciones generales dependen de las conjunciones periódicas de los planet~s
por un momento e n su lugar: ciertamente, es muy probable que no de- superiores, Júpiter y Saturno, puesto que éstos avanzan con mayor le nti-
ba tener de nosotros una imagen más halagadora de la que nosotros nos tud. Según ai-Kindl, existían <<pequel1as conjunciones de planetas que se
hacemos de él. Pero toda comunicación es imposible, y las barreras del producían cada veinte años, luego las "medianas" cada doscientos cua-
tiempo nunca desaparecen. Éste es el motivo por el que existe poca es- renta años, y finalmente las grandes, cada novecientos sesenta años. Estas
peranza de que un día se puedan éomprender y darse la mano. Pero hay últimas ejercían una influencia capital no sólo e n la naturaleza perc~pti­
todavía menos esperanzas de que este huésped inquietante de nuestras ble, sino también en los hechos politicos y religiosos; cada gran conJun-
profundidades desaparezca para siempre. ción inauguraba una nueva era de la historia»4 • La Edad M edia cristiana
A f.1lta de llegar a un entendimiento cordial, hay que aprender a mi- estaba al corriente de esta teoría por el Líber magnamnr conirmctionum de
rarlo sin demasiada superioridad. Pues nosotros hemos perdido Jo que él Albumasar, discípulo de al-Kindi. Roger Bacon la aplica al nacimiento
tenía, y él no tiene lo que nosotros hemos conquistado. En total, estas de las grandes personalidades de la historia y de los auténticos (o _falsos)
cantidades son iguales. Y, si nosotros hemos realizado algunos de los de- profetas, con una periodicidad de trescientos veinte años. En su hsta fi-
seos más ardientes de su imaginación, no hay que olvidar que también guran primero Alejandro Magno, luego J esús, Mani y Mahoma5 •
hemos destruido otros tantos y que éstos podrían revelarse irrecuperables. En efecto, una conirmctio magr1a había tenido lugar, en el año 7-6 antes
de J. C., en los signos de Piscis y Aries. Kepler, que había estudiado aten-
2. ¿Por qué fue tan temible el año 1484? tamente la corúrmctio magna de 1604 (en Sagitario), escribió dos tratados
En el tipo de historia que cultivan nuestros contemporáneos sólo se (De stella nova y De vero amw) en los que se ocupa de la «auténtica fecha»
da importancia a acontecimientos que, para e l hombre del Renacimjen- del nacimiento del Señor.
to, debían de tenerla únicamente desde un segundo plano. En cambio, ig- Cuando se prodttio la conjunción de 1604, una estrella nova apareció
nora!UOS de forma ostentosa lo que a sus ojos estaba dotado de una im- en el firmamento «en el mismo lugar donde los tres planetas [superioresJ
portancia crucial. estaban reunidosl> 6 • Por este motivo Kepler cree que una estrella nueva
Si miramos nuestras cronologías, el año 1484 no ofrece ningún interés había anunciado igualmente el nacinúento de Jesús - y ésta había sido la
particular: Colón todavía no había zarpado, los turcos no forzaban más estrella de los Reyes Magos:
que de costumbre las puertas de Occidente, aún no había estallado la
guerra de Nápoles, que produciría una de las enfermedades más intere- Esta acción de las grandes conjunciones sobre la existencia humana no se ex-
santes. la sífilis, y la Reforma estaba todavía lejos ... El único aconteci- plica lo suficiente por la naturaleza; ha sido neces:uio q_uc el mismo Dios las co-
miento atribuible a esta fecha es el nacimiento de Lutero, aunque los au- locara de alguna manera: la experiencia atestigua que El puso en el firmamento

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estas grandes conjunciones con estrellas maravillosas extra ordinari u otras obras ello, constituye un signo de .que la empresa, sin ser común ni desprovis-
admirables de Su providencia. Por esto ftjó el nacimiento de su hijo, Cristo, ta de peligro, no dejaba de ser posible dentro de unos límites. En e_fe cto,
nuestro salvador, en el mismo momento de la gran c01~unción que tuvo lugar si se admite la tesis de las dos naturalezas -divina y humana- de Jesus, no
en los signos de Piscis y Aries, circa punclllm equil-wctialem, subrayando este doble es nada absurdo .aplicar al hombre las limitaciones del destino astral. Lógi-
hecho, el acontecimiento que tuvo lu!:,"<lr en la tierra y las éonjunciones que apa- camente, la Iglesia no miraba con buen ojo ni estas tentativas ni la astro-
recían en el ciclo, a través de la aparición de una nueva estrella; por medio de
logía en general. · .
ésta, Él condujo a los magos de Oriente hacia Palestina, la aldea de Belén y al D' A.illy, Gaurico. y Cardan o habían calculado la carta astral del naci-
pesebre donde acababa de nacer el Rey de los Judíos' . miento de Jesús según los datos convencionales; Kepler la calculó para l_a
primavera del ai'í.o 6 antes de la era cristiana, y Sibly, t~o _sabemos decir
Kepler no fue el único en seguir el desarrollo de la conjuncwn de por qué, para el 25 de diciembre del aiio 45 de la era cnsnana. Entre to-
1604; los redactores de los manifiestos de los rosacruces también especu- dos, Kepler, influido por los acontecimientos astrológicos del aiio 1604,
laron sobre ello, puesto que situaron la fecha de la muerte de Christian es el más sutil, pues pone en relación el nacimiento del Salvador con una
Rosenkreuz en 1484 y la fecha del descubrimiento de su tumba en 1604, coní11nctío ma,gna y la aparición de una estrella nova. . •
lo cual representaba exactamente el intervalo entre dos grandes conjun- La doctrina de las conjunciones, derivada de al-Kind1 y de Albuma-
ciones8. No nos debe sorprender que la «f.·usa)) de los rosacruces animara sar, fue vinculada a muchas teorías de los ciclos cósmicos formuladas por
ardientemente a los grandes espíritus de la Europa de entonces: las fechas Roge r Bacon, Pedro de Abano, el abad Trithernius, Adarn Nachemoser,
coincidían perfectamente con los datos astrológicos y se esperaba una re- Kepler ... No hay concordancia perfecta entre ellas, pero todas parten, no
novación del mundo después de 1604. La revelación de la orden secreta obstante, de los datos de al-Kindl que W. E. Peuckert resume en estos
fundada por Christian Rosenkreuz no hacía más que colmar la esperan- términos:
za despertada por el acontecimiento cuya importancia había sido desta-
cada por Kepler. Cuando Johann Valentin Andreae, que era uno de los La conjunción de los planetas superiores se repite cada 20 años; cambia 4 ve-
principales autores, calificó los manifiestos de los rosacruces como flldí- ces seguidas entre los sighos de una triplicidad [triángulo]; finalmente, a~ cabo ~e
brítlm -cosa que efectivamente eran-, no se le quiso creer. Y la señora F. A. 240 años, pasa a la triplicidad siguiente en el orden de los signos y rep•te su CI-
Yates explica muchos datos de la vida de Descartes por una persecución clo· lo mismo ocurre en las 3." y 4.' triplicidades. Después de 4 veces 240 años
obstinada de los rosacruces de los que, en un cierto sentido, encontró las (96~), est<Í en su punto de partida, el primer signo de la 1." triplicidad, en el mis-
huellas9 • mo grado que al empezar y, al pasar al grado siguiente, empieza un nuevo ciclo.
Kepler no era el primero ni el último en ocuparse del horóscopo de Hay, pues, tres períodos o ciclos principales:
Jesucristo. El cardenal Pierre d'Ailly (1350-1425) había marcado la tónica, 1. El pequeño, de 20 años, entre dos conjunciones;
seguido, en la época renacentista, por el gran astrólogo Luca Gaurico y 2. El mediano, de 240 años, de una triplicidad a otra;
por el no menos célebre Gerolamo Cardano. El horóscopo trazado por 3. El grande, de 960 años, i1asta la vuelta de la conjunción al mismo lugar del
PieJ;re d'Ailly y retornado por CaTdano formó la base de todas las tenta- zodíaco.
tivas sucesivas de este tipo, como la de Ebenezer Sibly (A" Complete lllHS- El último, hace aproximadamente un milenio, indica una renovación com-
tratíon cifthe Occult Sciences, 1790). ¿Qué es lo que se podía leer en el ho- pleta del mundo; esto implica en particular una nueva religión. El mediano se
róscopo de Jesús? La ftliación divina, el nacimiento de una casa real, el reduce a grandes trastornos políticos, cambios de reinado, cte. El pequeño, fi-
nacimiento virginal, su humildad, su condena y su crucifixión 10, dicho nalmente, indica en general acontecimientos importantes, sucesiones reales, re-
brevemente, toda la historia de su vida y de su muerte humanas. Cierta- voluciones y otras crisis de Estado".
mente, que un cardenal y un obispo (Gaurico) se hubieran ocupado de

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Si tomáramos estos números al pie de la letra, los años 1484 y 1604 que- Esta destacable constelación y concordancia de los astros indica que debe na-
darían excluidos de la lista de todas las conjunciones. Con todo, conjun- cer un pequeño profeta que interpretará excelentemente las Escrituras y también
ciones muy importantes tuvieron lugar en 1345 en Acuario, en 1484 en ofrecerá respuestas con un gran respeto por la divinidad y conducirá las almas
Escorpión y en 1604 en Sagitario. En diciembre de 1348, en su Summa íu- humanas hacia ésta. Pues lo astrólogos llaman pequeños profetas a los que apor-
dícialis de accidentílms lntmdi, el astrólogo inglés John de Eschenden escribía, tan cambios en las leyes o crean ceremonias nuevas o dan una interpretación di-
a propósito de la gran peste que acababa justamente de devastar Europa: ferente a la palabra que la gente considera como divina [... ).
Yo digo que en la tierra sometida a Escorpión [Alemania] nacerá un profeta
Es exactamente lo que yo había escrito en el año 1345. Pues todo lo que ha- y que antes se verán en el cielo las cosas más extrañas y más raras, pero no es po-
bía predicho entonces en relación a los acontecimientos de los que acabo de ha- sible decir en qué extremidad de la tierra, si será hacia el mediodía o en el nor-
blar coincidía con la opinión de numerosos astrónomos. Los males que había te, tan numerosas y contradictorias son las· opiniones de los sabios. Albumazar
anunciado se produjeron justo después de 1345 y a una gran escala. La mortali- [AJbumasar] piensa que será en el signo de Agua y hacia el mediodía. Pero lama-
dad file t:ln grande en 1347 'y 1348 que el mundo entero parecía revolucionado, yoría de los astrólogos piensan que esto se producirá hacia el norte. Sea donde
Y en m uchos países las ciudades y los pueblos habían sido abandonados; los ra- quiera, dice Messahala [Marsala), nacerá en un país medio en lo que concierne
ros supervivientes huían de estos lugares, dejando a sus espaldas sus casas y sus al calor y la humedad [ ... ).
bienes; no se osaba ni siquiera visitar a los enfem1os, ni enterrar a los muertos, Se ve a un monje con una ropa blanca con el diablo de pie sobre sus hom-
pues se tenúa el contagio' 2 • bros. Tiene un gran manto que cuelga hasta el suelo y que tiene anchas mangas
y un joven monje le sigue [ ...].
Parece pues que la auténtica periodicidad de las cot~unciones signifi- Tendrá una inteligencia muy viva, sabrá muchas cosas y poseerá una gran sa-
cativas no era de ningún modo de doscientos cuarenta, sino de ciento biduría; sin embargo, pronunciará a menudo mentiras y le quemará la concien-
veinte a ciento cuarenta años. cia. y como un Escorpión, pues esta conjunción se efectúa en la Casa de Mar-
Puesto que Jolm de Eschenden se refería, en 1348, a una profecía an- te y en las tinieblas, lanzará a menudo el veneno que tiene en la cola. Y será la
terior que no poseemos, podríamos como máximo concluir que la había causa de grandes efusiones de sangre. Y como Marte es su anunciador, parece
5
formulado posteriormente. Sin embargo, sabemos que en Italia, en el si- que confirmará la fe de los Caldeos, como da testimonio Messahala' •
glo XV, se esperaba la llegada de un profet:.'l13, que debía nacer o manifes-
tarse en 1484. En octubre de 1484 el holandés Paul de Middelburg, obis- Lutero nació, muy probablemente, ellO de noviembre de 1483, pero
po de Urbino, compuso sus Pronostica ad vigÍizti annos duratttra, en las que Philipp Melanchthon, que creía firmemente en la astrología, atribuyó. su
intentaba diluir el nacimiento del profeta, considerando que los efectos nacimiento a las profecías de Lichtenberger, hasta el punto que apareCie-
de la conjunción se extenderían a lo largo de veinte años. Por consi- ron otras fechas alternativas, en concreto el 22 de octubre y el 23 de no-
guiente, el «pequeilo profeta» habría debido nacer en 1503 y actuar du- viembre de 1484. El astrólogo más en boga de la ép~ca, Luca Gaurico, cal-
rante diecinueve ailos14• Plagiado por el alemán Johannes de Clara Mon- culó .el horóscopo de Lutero para el22 de octubre a la una y diez minutos
te (Lichtenberger) en su Practica, Paul de Middelburg lo denunció en de la mañana; se veía con claridad el perftl y el destino de un hereje. Por
1492, con una Invectiva in superstitiosum quemdam astrologum, lo cual no im- el contrario, los astrólogos alemanes Carion y Reinhold, ambos f.worables
pidió que las profecías de Lichtenberger tuvieran más tarde una enorme a la Reforma, lo calcularon para la misma fecha, pero a las nueve de la ma-
resonancia en la Europa del Norte, puesto que en ellas se había visto una ñana, lo cual ofrecía un resultado absolutamente distinto.
anticipación verdaderamente extraña de la llegada de Lutero. Esto es lo Todo esto revela simpatías de los mismos astrólogos con respecto a
que predecía Lichtenberger a propósito de la conjunción de Júpiter y Sa- uno u otro bando. Con todo, lo que no podríamos poner en duda es que
turno en Escorpión, el 25 de noviembre de 1484: se esperaba, en Italia y en Europa del Norte, la llegada de un <<pequeño

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profeta>> para el año 1484, a causa de la conjunción entre Saturno y Júpi- lenaristas y campesinos que representaban una ame~1az~ grave e inmedi~­
ter en el triángulo de Agua: los testimonios de Paul de Middelburg y de ta para el orden establecido, religioso y social. Pers1gmendo a los mar~l­
Johannes Lichtenberger son claros. nados, se pretendía, en realidad, instaurar un clima ~e :error cuyo ~b~:­
Sin embargo, los efectos de la conjunción debían cubrir igualmente tivo era el de impedir la formación de grandes movnmentos de opm1on
otro ámbito. Esta vez, la explicación sólo podía ser a posteríori, lo c ual no y de masa2 ' . .
impide q ue fuera generalmente aceptada y adoptada. Se sabe que, si la No creemos que las intenciones del papa lnocencto VIII fueran tan
peste causó estragos durante el siglo XIV, la sífilis -en la que se veía igual- ambiciosas. Todos los historiadores están de acuerdo en el hecho de que
mente una forma de peste- tal vez no causó menos entre los siglos XVI y la señal de la caza de brujas fue la bula Swm11ís desiderm1tes l!flectibus. La fe-
XIX. Importado de América, el «mal francés)) se desarrolló como epide- cha en la que fue promulgada es sorprendente: el 5 de diciembre de 1484,
mia terrible durante las campañas de Carlos VIII en Nápoles (1495) '6 • "justo después de la conjunción del 25 de noviembre!
Se sabe que Inocenci? VIII había sido un temi~le adversari? de la ma-
1
Desde el principio del siglo XVI, Joseph Grlinpeck, astrólogo en la corte
de Maximiliano de Austria, dio una explicación astrológica a este fenó- gia, de la astrología y de la cábala; había p~rse~ndo a J uan Ptco Y ame-
meno en su Tractatus de Pestílentíali Síorm sí11e Mala de Fra11tz os, Originem nazado al canónigo Marsilio Ficino. Esto 1mphca que estab~ c?nstante-
Retnedíaque Ejusdem Co11tínens. Compílatus a lle/lerabílí viro Magístro joseph mente informado sobre las ciencias ocultas. Un acontecnmento tan
Grünpeck de Burcklu111sm super Carmína quaedam Sebastíani Brant utriusque importante como la conjunción de 1484, sob~e la cual podía lee~ en la i~­
}rtrís PrcifessorÍS 17 • Esto es lo que escribía Grlinpeck: «Sobre el mundo se ha quietante obra de Paul de Middelburg en el mes de_ octubre, s?lo pod1a
abatido esta enfermedad cruel, inaudita e increíble, e l mal francés que la doblar sus temores. Si se hubiera esperado unos anos, el opusculo de
conjunción (de 1484) ha hecho pasar de Francia a Italia del Norte y des- Lichtenberger ]e habría revelado que el <<pequeño profeta» del que se ha-
de allí a Alemania; esto se ha producido, como es sabido, porque Júpiter bría tenido que defender era un monje vestido de ?lance .. . N~ obstan-
reina sobre Francia; Y Oúpiter] es un planeta caliente y húmedo))'8 • La te, es probable que, en el caso en cuestión, Inocenc10 Y_III estuv1e:a con-
müma interpretación es retomada y profundizada por el astrólogo Astruc vencido de la inanidad de las invenciones de la astrolog1a , que tema tanta
(1684-1765), en su tratado De morbís venereis de 1736 19• influencia en las masas y que ~ra susceptible de ser utilizada contra los in-
Lo que cabe destacar es que el tratamiento local con mercurio - que tereses de la Iglesia católica. Sin embargo, no podía afectar excesi~amen-:
sigue empleándose hoy en día, no sin eficacia- no es, en su origen, más te a las gentes doctas y potentes, algunas de las cuales ocupaban tmpor-
que un remedio astrológico y alquímico del malum de Frantzos20 • tantes funciones eclesiásticas. Con todo, pensó en preparar el terreno para
La epidemia de sífilis y e l nacimiento del reformador Lutero, no fue- un sucesor más acertado, que habría podido permitirse, en otra coyuntu-
ron más que los efectos palpables q ue, más adelante, se atribuyeron a la ra, hace rles callar (estO llegó un siglo más tarde, con Sixto V) . Por el mo-
conjunción del 25 de noviembre de 1484. Con todo, sus efectos impal- mento, Inocencia VIII se contentó con poner en marcha un potente
pables fueron de mucha mayor importancia. mecanismo de represión contra la magia popular, alimentando probable-
Marvin Harris, uno de los más brillantes representantes de la antro- mente la sabia esperanza de que aquello acabaría, un día u otro, por afec-
pología ecológica americana, ha interpretado recientemente la caza de tar igualmente a la magia de la gente cultivada. . .,
brujas, que empieza a fmales del siglo XV, corno una táctica de la Iglesia Las previsiones ·a muy largo plazo que el papa Inocenc10 _VJII deb10
católica para despistar la atención de la opinión pública: en efecto, la sos- de hacer cuando promulgó la bula de 1484 se revelaron no solo exactas,
pecha q ue se insinuaba en todas las comunidades humanas e uropeas, se sino que sobrepasaron, probablemente, sus mayores esperanzas. Pues el
c<?nvertía en el principal aliado de la Iglesia, al permitirle controlar me- papa no podía saber que recibiría una ayuda inesperada por par~e del que
jor a sus suj etos. Harris cree que, en el fondo, la Wítchcraze sólo fue una tanto había temido, el pequeño profeta esperado en 1484: Martm Lut~ro.
respuesta, muy sutil, de las autoridades eclesiásticas a los movimientos mi- No hay qtie descartar que los sucesores de Inocencia hubieran temdo

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la intención ,d~ continuar sus planes secretos. Para ello, necesitaban per-
sonas muy habiles y doctas, como Pico de la Mirandola. Y no resulta sor-
prendente en abs?luto q ue éste, que estaba bien informado sobre los pro-
yectos de la Cun a romana, se hubiera puesto a redactar un gran tratado
contra la astrología. A principios del siglo XVI -como demuestran Jos es-
critos del abad Trithemius y de Bernardo de Como-, la bula de Jnocel~­ Capítulo IX
cio _VIII había e mpezado a producir sus efectos, y la persecución de las L a gran censura de lo fantástico
bruJas había adquirido un carácter más sistemático. Parece, sin embargo,
que a partir de entonces la Curia les prestaba una m enor atención pues-
t? q ue las profecí~s ?e 1484 no se habían realizado y que un br;ve pe- 1. Abolición de lo fantá s tico
no~o de calma remo en E uropa hasta 1517. Los j uristas como Andreas Probablemente bajo la influencia del protestantismo liberal ciertos li-
Alc1ato o Gianfrancesco Ponzinibio contestaban a la autoridad de la Iglesia bros de historia afirman todavía que la Reforma fue un movinúento de
en _los procesos de brujería, y su postura liberal y escéptica habría preva- emancipación, cuya fmalidad consistía en liberar al hombre de la tutela
leci~O probablemen~e si Lutero no hub.iera hecho su aparición. La pre- represiva de la Iglesia católica. Dada la multiplicidad de sectas protestan-
sencia de este enem1go tan pote nte permitió a la Ig lesia tomar las m edi- tes, esta idea no puede ser totalmente falsa, pero de ningún modo co-
das extremas que Inocencia VIII había preparado desde 1484, con su bula rresponde a las intenciones originales de la Reforma, ni a las ideologías
Swnmis desiderantes l!!Jcctilms. de las principales denominaciones reformadas, el luteranismo y el calvi-
nismo.
Si hojeamos manuales· de historia, encontramos con fi:ecuencia la si-
guiente explicación de la Reforma: a principios del siglo X VI había una
Iglesia rica, organizada en un potente Estado que actuaba como tal; tam-
bién el clero y los monjes se ocupaban, en su mayoría, de las cosas tem-
porales; prosperaba el tráfico de las cosas espirituales; Lutero llegó para
poner fin a esta situación, a través de una riforllla liberal: reconoció al cle-
ro el derecho al matrimonio, abrogó el comercio de las indulgencias y el
culto a las imágenes, redujo al mínimo las formas exteriores del ritual pa-
ra concentrarse e n la experiencia religiosa íntima.
Es una explicación que surte efecto por las causas y se contenta con
un punto de vista moralizador q ue, si bien resulta útil en un principio, no
resulta por ello menos peligrosa en sus aplicaciones. Por el contrario, un
viento liberal había recorrido la Iglesia durante el Renacimiento lo que,
por el precipicio que se había creado entre la mentalidad moderna del
clero y la moral cristiana, había conducido a numerosos abusos. Es en
aq uel momento cuando intervino Lutero para restablecer la pureza del
mensaje cristiano.
Lejos de manifestarse como un movimiento Ubera.l , la Reforma re-
presentó, por el contrario, un movimiento radicalmente conservador en

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el seno de la Iglesia, donde había tenido numerosos precursores (de los ¡0 que los fantasmas 110 son otra cosa que ídolos co11cebidos por el sentido interno.
que bastará citar al predicador Savonarola en Florencia). La cultura renacentista era uf).a cultura de lo f.1ntástico. Reconocía un
La R eforma no pretendía <cemancipar» al individuo; al contrario pre- peso inmenso a los fantasmas suscitados por el sentido interno y había de-
• '
ten d ta restablecer en el mundo un orden cristiano que la Iglesia católica sarrollado hasta el extremo la facu ltad humana de operar activamente sobre Y
- convertida a sus ojos en una institución temporal- era incapaz de man- co11 los falltasmas. Había creado toda una dialéctica del eros, en la que los
tener: f.·mtasmas, que se imponían primero en el sentido interno, acababan por
Esto explica que los refo rmadores consideren la Iglesia como una su- ser manipulados a voluntad. Creía fi rmemente en la potencia de los f.·m-
perabundancia que no responde al espíritu del cristian ismo y, por un re- tasmas, que se transmitían del aparato fantástico del emisor al del receptor.
torno a la Biblia, no pretenden sólo rechazar la institución católica, sino C reía igualmente que el sentido interno era el lugar por excelencia ~e las .
también restablecer la pureza orígi11al de la ~onutnidad cristiana. . · manifestaciones de las fuerzas transnaturales - los demonios y los dwses.
La renovación de las expectativas escatológicas, la iconoclastia, el re- Estableciendo el carácter idólatra, impío de los fantasmas, la R eforma
chazo de las prácticas eclesiásticas tradicionales, la participación general al abolió de un solo golpe la cultura del R enacirrúento. Y, puesto que to-
culto y la a<;eptación del matrimonio en el clero como un malum necessa- das las <<ciencias>> del Renacimiento eran edificios cuyo material de cons-
rium permitido por san Pablo no son más qu<¡: algunos de los aspectos de trucción eran precisamente los f.·mtasmas, tuvieron que sucumbir igual-
la Reforma. Su reflejo más importante que, bajo la influencia de Philipp mente bajo el peso de la Reforma.
M elanchthon, acabará por manifestarse menos en la Iglesia luterana que Pero ;cuál fue, nos preguntaríamos, la reacción de la Iglesia católica?
en la de Juan C alvino en Ginebra y en los puritanos de Inglaterra, es el En el fo~do, a parte de las desventajas manifiestas de una división inter-
rechazo en bloque de la wltura <<pagana>> del Renacímiento1 wyo Ú11ico sustituto na, d espíritu de la Reforma no podía sino convenirle. Para responder a
es el estudio de la Biblia. Para conseguir este obj etivo, las denominaciones Lutero y al puritanismo, la Iglesia puso en marcha su propia Refor~11a
protestantes no dudan en desplegar una intolerancia que, al principio, su- (que los historiadores tienen la costumbre de llamar Contrarr.e~orma). Es-
peró ciertamente a la de la Iglesia católica que, tras la experiencia del Re- ta, lejos de consolidar las posiciones asumidas por el catoliCismo en la
nacimiento, se había v.uelto más indulgente. época del Renacimiento, se alejó claramente de éstas para ir hacia el mis-
Lo que caracteriza la R eforma es que ésta, a fuerza de no aceptar nin- mo sentido que el protestantismo. La Reforma se desarrolló, tanto delia-
guna referencia cultural a excepción de la Biblia, renovó una situación de do protestante como del lado católico, bajo el signo del rigor.
la historia del cristianismo primitivo correspondiente todavía a una fase na- Sin embargo, hi Contrarreforma tiene sus propias características que
ciente: la de una secta judía que entabla, con extrema reserva, el diálogo ofrecen una particular importancia. La Iglesia precisó su nueva línea de
con los gentiles. Lejos de abrogar la Torah, el Antiguo Testamento, la acep- conducta durante el Concilio de Trento, que tuvo lugar durante la se-
ta en bloque, dispuesta a anunciar que la vida del cristiano se sitúa no ba- gunda mitad del siglo X VI. Decidió confiar el instrumento de la Inquis~­
jo el signo de la Ley, sino bajo el de la Gracia. La religión judía, hallando ción, creado en el siglo X II durante las campañas anticátaras y que, tradi-
su originalidad en la reacción contra los cultos cananeos, tiene la particu- cionalmente, había estado en manos de los fra iles predicadores, a una
laridad de ser anicónica y esforzarse por dar un significado histórico a Jo que, nueva orden rigorista surgida en el siglo XVI: la Compañía de Jesús,
en los pueblos vecinos, no eran más que cultos periódicos de fertilidad 1• fundada por Ignacio de Loyola. A partir de entonces, el nombre de la
Esto explica que uno de los motivos más importantes de la R eforma Santa Inquisición se confundirá con el de los jesuitas.
consista en extirpar el culto de los ídolos en el seno de la Iglesia'. Las con- En la práctica espiritual de los j esuitas, la cultura fantástica del Rena-
secuencias de esta iconoclastia son enormes si pensamos en las controver- cimiento se muestra una última vez con toda su potencia. En efecto, la
sias sobre el arte de la memoria suscitadas por Bruno en Inglaterra: en el educación del imaginario representa el método enseñado por Ignacio de
fondo, la· R eforma llegó á producir una censura radical del imaginario, pues- Loyola en sus Ejercicios espirituales, impresos en 1596. El discípulo es lla-

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mado a practicar una especie de arte de la memoria. En el curso de los meno muy característico, consistente en la ambírmlencía de la cultura de
ejercicios, debe representarse las torturas atroces del infierno, los sufri- ciertos personaj es como Cornelio Agrippa o Giordano Bruno. Ellos son
mientos de la humanidad antes de la encarnación de Cristo, el naci- n.:presentantes del renacimiento fantástico que no dejaron de recibir la in-
miento y la inf.1ncia del Señor, su predicación en Jerusalén -mientras que fluencia profunda del protestantismo. En alguna ocasión, estas dos direc-
Satán, desde su residencia de Babilonia, lanza sus cohortes de demonios ciones inconciliables del espíritu permanecen una al lado de otra sin in-
por el mundo- , y finalmente el calvario, la crucifiXión y la resurrección terpenetrarse: éste es el caso de Agrippa, que no es sólo uno de los más
de Cristo. No se trata de una simple meditación, sino de un teatro inte- f.11nosos autores del ocultismo, ¡sino igualmente uno de sus más feroces
rior.de fantasmas en el que el mismo practicante debe imaginarse como :~dversarios! Pero existen también tentativas sutiles,de conciliación, como
espectador. No sólo es llamado a retener lo que ocurre, sino también a la de Bruno, que se revela imposible y que concluye, para su autor, con
percibir los actores por los sentidos de la vista, el oído y el tacto (Secunda un sangriento fracaso.
Hebdomada, díes 1-VII). Interiorizado en su propio aparato fantástico, el En el siglo XVII se asiste a dos fenómenos curiosos: la Reforma da sus
fantasma del practicante se supone que participa - de forma más o menos fi·utos, la gente empieza a pensar, hablar, actuar y a vestirse de for ma to-
activa- en el desarrollo del argumento. t:~ lm cnte novedosa, pero esto tiene lugar tanto en el campo protestante
Evidentemente, los ejercicios de Loyola sacan partido de las grandes como en el campo católico, de tal manera que, a pesar de que subsiste
realizaciones del Renacimiento en el plano · de la manipulación de los la división exterior entre las Iglesias, las diferencias entre el esp{ritu de la
fantasmas. Pero aquí estos fantasmas están puestos exclusivamente al ser- Reforma protestante y el de la Reforma católica se reducen a cuestio-
vicio de la fe, para realizar la Reforma de la Iglesia, lo que significa que nes 1nás bien fútiJes, como la administración de la comunión, la confe-
ellos se oponen activamente a la herencia del Re11acímiento. sión de los pecados y el matrimonio en el clero. Se trata de un proceso
En Loyola, la cultura de lo fantástico vuelve s11s armas contra ella misma. Al de nomwlízaciór~, que se traduce en la aparición de una nueva cultura que
cabo de algunos decenios, este proceso de autodestrucción se habrá rea-· presenta rasgos más o menos unitarios desde Londres. hasta Sevilla, de
!izado casi por completo. Amsterdam a Wittemberg y de París a Ginebra. En el mismo momento
en que las confesiones cristianas salidas del cisma de Occidente acabaron
2. Algunas paradojas históricas por aceptar sus antagonismos profundos, estos antagonismos acabaron por
No es nuestra intención permanecer en el terreno de las generalida- limitarse a cuestiones de organización interna, que nada tienen que ver
des. El carácter y los progresos de la Reforma tanto por el lado protes- con la cuestión fundamental de la esencia del cristianismo. Sin renunciar
tante como por el católico serán ilustrados mediante algunos ejemplos es- a sus tradiciones milenarias, la Iglesia católica se mueve en la dirección
cogidos al azar. Podrían ser indefinidamente multiplicados. No hemos del protestantismo; éste, por su parte, sin renunciar a las reformas por las
intentado trazar la historia o la fenomenología de la Reforma. Este libro que había emprendido sus batallas victoriosas en el plano local, se c~n­
se propone, en efecto, dar cuenta de las concepciones de una edad fan- solida en grandes instituciones que acaban por parecerse cada vez mas a
tástica, de su apogeo y de su declive. La Reforma nos interesa sólo en la la Iglesia católica. Es el momento en que la confesión católica y las d~­
medida en que provocó la censura de lo ~mtástico y, en consecuencia, nominaciones protestantes se acercaron, sin darse cuenta, al m·áximo. Ya
una profunda modificación de la imaginación humana. no se trata, desde entonces, de Reforma y Contrarreforma; sin haber
En contraste con las dos primeras partes de este_libro, no hemos so- querido jamás reconocerlo, las grandes confesiones de Occidente ya no
metido''la cultura de la Reforma a un análisis riguroso. Después de todo, llevan una lucha solitaria. Al lado una de otra, construyen un edificio
aquí sólo será abordada en la medida en que abriga todavía reminiscen- común: la cultura occidental moderna. Los individuos podrán todavía
cias del mundus íma,~ínalis del Renacimiento, e intenta con todas sus fuer- alimentar sospechas profundas hacia los que creen que se encuentran al
zas exorcizadas y aniquilarlas. Durante el siglo XVI se asiste a un fenó...: otro lado de la barricada. E n su adhesión total a 'su partido, a su institu-

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ción, no se dan cuenta ni siquiera de que los que consideran como ad- misma esencia- por ganar una enorme influencia subterránea, bajo la for-
versarios se les parecen, y que el envite del conflicto ya no es la esencia ma de las sociedades secretas.
del cristianismo sino que se reduce a algunas cuestiones de organización El progreso del espíritu de las instituciones liberales constituye otro
interna. La cultura pagana del Renadrniento ha sido vencida: a ello con- enigma de la historia, pero de esto no se ocupará este libro. En su origen,
tribuyeron católicos y protestantes en igual medida, sin darse cuenta de la autoridad protestante - ya sea el movimiento conservador de Lutero en
que, lejos de luchar entre ellos, habían librado batalla a un enemigo co- Alemania, el del terror calvinista en Ginebra, o bien el del terror purita-
mún. no en Inglaterra- no fue ciertamente más liberal de lo que lo fueron los
Todo esto parece bastante simple, y sin embargo no es así. En el mo- jesuitas. Y, con todo, en Inglaterra se asiste a la aparición de las institu-
mento en que surgió la Reforma, atrajo hacia su órbita -con rie~go a ciones democráticas, mientras que los j esuitas, antes de ser expulsados de
condenarles casi inmediatamente- toda una serie de movimientos de «iz- América latina, organizan allí la primera experiencia comunista de la his-
quierda>> extremadamente distintos, que se extendían sobre una gama que toria moderna. No hay que descartar que estas paradojas se expliquen co-
va desde el liberalismo hasta el libertinismo, del utopismo al espíritu de mo prolongamientos tardíos -¿o como revancha?- de la cultura del Re-
revolución, del antiautoritarismo al igualitarismo. Éstos habían aparecido nacimiento.
como consecuencia directa del Renacimiento y, en sus manifestaciones
más influyentes, actuaban en conformidad con el espíritu y las <<ciencias>> 3. La controversia en torno a la asnidad
del Renacimiento. · Antes de hacer imprimir su tratado De la jiloscifía owlta compuesto en
A principios del siglo XVII, existe todavía un catolicismo liberal y utó- 1509-15102, Cornelio Agrippa publicó, en 1530, una obra de refutación
pico, representado por el fraile Tommaso Campanella que, después de de las <<ciencias» renacentistas, bajo el título De incertitudi11e et vanitate scien-
más de veinte años de persecuciones, encuentra no obstante un papa que tiarum atque artirtm3• Se trata de un panorama de las vanidades terrestres a
necesita sus conocimientos de magia espiritual. En su reclusión, Campa- · las que no escapan ni la sociedad con sus defectos, ni las profesiones, ni,las
nella recibe la visita de un miembro del grupo de amigos de Johann Va- ciencias de la época, y ni siguiera la teología y la religión.
lentin Andreae. No debe olvidarse la influencia del fraile calabrés en el Adoptando el espíritu de la Reforma, Agrippa se declara contrario al
movimiento protestante liberal que se escondía tras la «farsa» de los rosa- culto católico de las imágenes y reliquias. R eprueba la avidez del clero y
cruces. La particularidad de los grandes pensadores que gravitaron en tor- · manifiesta una hostilidad intransigente hacia la Inquisición y hacia ,todas
no a este movimiento -un Robert Fludd, un Kepler, un Descartes o un las órdenes de monjes, <<tropa insolente de monstruos encapuchados>>4 .«Es
Bacon-, consiste en su rechazo a someterse completamente a la piedad d mismo lenguaje», observa Auf,Ttlste Prost, «de los más violentos secta-
religiosa reformada y en continuar buscando sus fuentes de inspiración en rios de la Reforma ·en el siglo XV I y el tono general de los adversarios de
la cultura renacentista . Estamos en los albores de la ciencia moderna, que la Iglesia de Roma de la época1>5 .
representan a la vez una continuación del Renacimiento, en la medida en Pero Agrippa está lejos de limitarse a esto: en la mejor tradición re-
que los grandes descubrimientos del siglo XVII parten todavía del postu- formada, pretende que <<no hay hombres menos ad~cuados para recibir la
lado de las analogías entre el microcosmos y el macrocosmos, de un com- doctrina de Cristo que aquellos cuyo espíritu está cultivado y .es rico en
plejo de ideas pitagóricas sobre la armonía del mundo, y de una negación conocimientos»b. Y emprende una larga alabanza de la simplicidad de es- -
del R enacimiento en el sentido de que el espíritu de la Reforma produ- píritu' :
ce una modificación sustancial de la imaginación humana.
En lo que respecta a los movimientos liberales y utópicos, persegui- Y que no se me critique [exclama] por haber dicho a propósito de los após-
dos por las Iglesias oficiales, acabarán -en una Europa rigorista y dividi- toles que son unos asnos. Quiero explicar los misteriosos mérit~s del as.no. A
da eritre dos poderes que, aunque enemigos en principio, comparten una ojos de los doctores hebreos, el asno es el emblema de la fu erza y del coraje. Po-

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see todas las cualidades que necesita un discípulo de la verdad; se contenta con vre d' Estaples- de la monogarnia de santa Ana. A propósito de esta cues-
poco, soporta el hambre y los golpes. Simple de espíritu, no distinguiría una le- tión, manifiesta un celo puritano que se explica, probablemente, por sus
chuga de un cardo; ama la paz, soporta las cargas. Un asno salvó a Mario, per- contactos con Trithemius una decena de años antes (Trithernius era
seguido por Sila. El filósofo .Apuleyo, si no se hubiera transformado en asno, ja- miembro de una asociación fundada por Arnoldus Bostius de Gante, que
más hubiera sido admitido en Jos misterios de lsis. El asno sirvió para el triunfo defendía la idea de la concepción inmaculada de la Virgen por santa Ana,
de Cristo; el asno supo ver el ángel que no veía Balaam. La mandíbula del asno y que llevaba el nombre de Joaquín).
proporcionó a Sansón un am1a victoriosa. Jamás animal alguno ha tenido el ho- Pero ¿cómo explicar las ambivalencias de Agrippa, que se acentúan
nor de resucitar de entre los muertos, excepto el asno, a quien san Germán de- desde el momento en que debió igualmente abandonar urgentemente
volvió la vida; y esto es suficiente para probar que después de esta vida el asno Pavía por haber expuesto un tratado del cabalista Reuchlin? Reuchlin
tendrá su parte de inmortalidad. formaba parte, sin duda, de la cultura mágica renacentista, mientras que
la cuestión de la monogamia de santa Ana revela ya una mojigatería pro-
Este pasaje nos revela la tradición cristiana en la que debió inspirarse pia de la cultura reformada. Lo que ocurre es que Agrippa -por lo de-
Robert Bresson al filmar la película Atl hasard Balthazar. Pero nos revela más como Trithemius- se encontraba a caballo entre dos épocas, cuyas
igualmente el significado de la polémica de Giordano Bruno contra la as- contradicciones no conseguía comprender: se imaginaba poder ser a la
nidad (asinítas, la cualidad esencial de la especie asno). En efecto, Bruno se vez mago y piadoso, héroe y asno. Por desgracia para él, exhibió siempre
burla abiertamente de Agrippa en sus diálogos italianos Cabala del cavallo el lado malo en las situaciones en las que habría debido exhibir el otro:
pegaseo y sobre todo en De gl'heroici furori. Como defensor de la cultura re- piadoso en Pavía y cabalista en Metz, quizás no habría incurrido en la ira
nacentista no puede aceptar la concepción de Agrippa. Según Bruno, hay de nadie ...
que distinguir cuidadosamente la gracia pasiva de la contemplación activa: Pero ¿creía en las ciencias del Renacimiento? También sobre esta
el santo es simple de espíritu· como un asno que transporta los sacramen- cuestión sus propios testimonios resultan ambivalentes. En Lyon, Agrip-
tos de la gracia; el héroe, representa «la excelencia de la naturaleza huma- pa había encontrado un nuevo empleo estable como médico de corte.
na», y es una «cosa sagrada» por sí misma8• Presionado por la reina madre, Luisa de Saboya, para trazar el horóscopo
Por otro lado, el propio Agrippa no hacía más que desmentir su pro- de Francisco r, cometió la imperdonable. imprudencia de escribir al se-
pio ideal de simplicidad de espíritu. Durante su juventud, había forma- nescal de Francia confesando que él no tenía ninguna confianza en la as-
do una sociedad secreta con sus colegas de la Sorbona que practicaban la trología y que, por lo demás, si se creía en el horóscopo que él había tra-
alquimia. Parece haber logrado éx'itos como pirotécnico en España, ha- zado, el adversario del rey, el duque de Borbón, saldría vencedor durante
bía estudiado ciencias ocultas y profesado -fingiendo títulos que no po- aquel mismo año (1526). No resulta extraño que el pobre médico fuera
seía- los oficios de consejero jurídico y de médico, era un apasionado de privado de nuevo de su sinecura, ni que le hubiera sido necesario mu-
la cultura, y en consecuencia se situaba en ]as antípodas del <<asno>>. Con cho tiempo para tener la certeza de ello -puesto que el partido del rey
todo, a veces manifiesta un celo reformado que, por estar inspirado en el no quería que el duque de Barbón se atr~era un personaje cuya reputa-
círculo del abad Trithemius, resulta·sin embargo extraño en un persona- ción de especialista en máquinas de guerra se remontaba a su temprana
je como Agrippa. juventud y a sus aventuras españolas. A principios de 1527, el duque de
En 1519 era consejero asalariado en la localidad de Metz, donde, entre Borbón ofreció a Agrippa una prefectura en su misma armada, que éste
otros, se ganó el odio del inquisidor por haber intervenido con todas sus rechazó, no sin haberle escrito un horóscopo f.worable y, probablemen-
fuerzas en defensa de una supuesta b,ruja del pueblo de Woippl. Por otro te, sin haber efectuado conjuros mágicos en provecho del enemigo del
lado, no dudó en abandonar esta sinecura bastante sólida, para querellar- reyw. Por desgracia, el horóscopo se reveló incompleto en un punto: los
se con · el prior de los dominicos sobre la cuestión -defendida por Le fe- muros de Roma se derrumbaron según la previsión de Agrippa, y el pro-

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pio duque, el 6 de mayo de 1527, ¡encontró la muerte e n este derrum- :-~ 1 ejercicio d el arte de la memoria. R ecordemos una vez más que su Spac-
bamiento! 11 cio de la bestia trioiifa11te era una <<expulsión)) d e los signos del zodíaco d el
Cómo hay que interpretar las cartas de Agrippa al senescal de Fra n- ciclo, acompañada d e su sustitución por una cohorte de vicios y virtudes.
cia: ¿despreciaba realmente la astrología, o bien e ra un astrólogo tan es- A través de esto, Bruno pretendía conced er al sistema de la memoria as-
crupuloso que no se sentía en grado d e interpretar las informaciones que trológica un carácter más abstracto y más cristiano. Bruno no e ra en ab-
le comunicaban las estrellas d e manera favorable al rey? so luto e l primero en haber tenido la idea de un «cielo cristiano)).
Como hemos visto, las ambigüedades se acumulan en su persona:
Agrippa ya no es un hombre d el R enacimiento, pero todavía no es un La Edad Media quiso reemplazar todos los signos del zodíaco por otros, sa-
reformado. cados de la Biblia -lo que Hípólito rechazaba poniéndose en guardia contra los
astroteósofos. Un poeta carolingio (como el sacerdote Opicinus de Canistris, de
4. Las astucias de Giordano Brunp Santa M aria Capella) propuso reemplazar el signo de Aries por el cordero (C ris-
Giordano Bruno fue, sin duda, . uno de los personajes más complejos to) y, en 1627, Julius Schiller sugirió, en su Coclm11 stellatm11 christia1111m sustituir
del siglo XVI. A difere~cia de Agrippa, resulta Bícil d e clasificar: Bruno los signos del zodíaco por los apóstoles. El Astroscopimn de Wilhelrn Schickhardt,
era un representante d e la edad fantástica e n la época d e la Reforma. Con e n 1665, reconocía en Aries al animal del sacrificio de Isaac, en Gémini~ a Jacob
todo, no debe ignorars.e la influencia q ue ésta ejerció sobre él. En Nola, y a Esaú y, en Piscis, a los peces de la multiplicació n de:: los panes. A partir de
en el convento dominico, se fami liarizó con la iconoclastia, lo cual le aca- :~ llÍ , no había más que un paso hacia una inte rpretació n completam ente arbitra-
~reó persecuciones y proble m as con las autoridad es religiosas. En Ingla- ria. Opicinus de Canist1is lo realiza asimilándose a C:~pricomio, puesto q ue su
terra d efendió el arte de la m emoria contra el ramismo. A ojos de los pu- pecado, el pecado de Opicinus, er:1 el orgullo y la sensualidad 12•
ritanos, la mnemotecnia renacentista pasaba por ser un instrumento
caduco y diabólico, indigno de su reforma general d e las costumbres, y No resulta sorprendente que estas tentativas se multiplicaran a lo lar-
tanto más porque parecía ligad o de alguna manera a las actividades de la go del siglo XVII, cuando el espíritu d el R e nacimie nto no había d eserta-
Iglesia católica. Extranjero en Italia, Bruno no lo fue menos en Alema- do completamente de la Europa occidental y se esperaba todavía una re-
nia y en Inglate rra . conciliación entre los rigores d el cristianismo reformado y las <<ciencias>>
Agrippa y Bruno son ambos impulsivos y dan testimonio de una sor- de la edad fantástica. Tenemos ante nuestros ojos un mapa del cielo cris-
prendente inaptitud para comprender a la gente y las situaciones de su tiano redactado por Andreas Cellar ius para su Atlas Coelesis seu Harmcmia
entori1o. No obstante, mientras que Agrippa parece renegar (al m enos i'vlacrocosmica (1661 ). Sobre los coeli stelfati chrstia11i haemispherium prius, ve-
formalmente) de su pasado ocultista y entrar e n las filas d e los refo¡;ma- mos que Santiago el mayor ha sustituido a la constelación de Géminis,
dos, Bruno tiene la ambición de defender sus ideas hasta el martirio, con- san Juan a la d e Cáncer, santo Tomás a la de Leo , Santiago el menor a
vencido de que las grandes personalidades del espíritu no retroceden an- Virgo, san Felip.e a Libra, y san Bartolomé a Escorpión. Además, la Osa
te el sufrimie nto fisico. Agrippa es demasiado ingenuo para ceder a los me nor ha sido reemplazada por san Miguel, la Osa mayor por la barca de
compromjsos, pero suficientemente realista para d ecidirse a retractar sus san Pedro, el bóreas por el propio san Pedro, el serpentario por san Beni-
ideas; por el contrario, Bruno se siente demasiado orgulloso para retrac- to, el Centauro por Abraham e Isaac, etc.
tarse pero, tras haberse d ejado llevar por su impulsividad hacia vías sin re- La empresa de Andreas C ellarius presupone un eje rcicio de imag ina-
torno, espera todavía poder encontrar un remedio en el compromiso. ción muy próximo al arte de la memoria, que sólo podía ser concebido
Aquí, una vez más, ·no peca de ingenuidad , sino to do lo contrario, d e un desde el lado católico de la Reforma. Cabe recordar aquí que la propia
exceso de astucia que conduce, en el fondo, a un mismo resultado. Inquisición se servía ampliamente del arma del imag inario; sólo que lo
He1i10s citado algunas tentativas de Bruno para convertir a su público había vuelto contra la cultura d e la edad fantástica. La cristianización d e

260 261
los signos del zodíaco revela un proceso del núsmo tipo. Sin embargo, marismo, había sido fundada en 1578 por Henri de la Tour, duque de
una tentatiya de esta especie no tenía ninguna posibilidad de imponerse 13ouillon. Estaba frecuentada por estudiantes calvinistas ingleses, holande-
entre los puritanos de Inglaterra, que habían sido conquistados por la ses y silesianos, cuyo profesor de ftlosofia había sido Pithoys. Éste conti-
mnemotecnia abstracta de Pierre de la Ramée. Para los puritanos, que nuó ocupando el puesto hasta 1675 (a los ochenta y ocho años), aunque
habían arrojado los iconos fuera de las iglesias, un apóstol o un animal del en 1651 Sedan había sido cedida a Francia y, bajo el gobierno del maris-
zodíaco no eran más que ídolos concebidos por la imaginación. Éste es cal Fabert, entró lentamente en las vías del catolicismo 16 •
el motivo por el cual llruno se dirige a ellos en un lenguaje que habría No obstante, el Traitté wrieux fue publicado en 1641, año en que el
podido intercsarlcs mucho más que las fantasías de Andreas Cellarius: sus- protector de Pithoys, Frédéric-Maurice de la Tour, duque de Bouillon,
tituye los animales del círculo zodiacal por entidades abstractas. Pero, de había obtenido sobre las tropas realistas una victoria aplastante en La Mar-
este modo, las concesiones que hace al ramismo son tan grandes que las tct:. Los argumentos de Pithoys contra la astrología carecen de toda ori-
características principales de su propio sistema de memoria artificial se ginal idad. Se revela como uno de los numerosos combatientes contra los
acaban difuminando. genetlíacos y «Su fantasía aturdida y miserablemente prostituida por toda
suerte de imaginaciones extravagantes que los demonios han querido
5. Sólo hubo una Reforma pintar, para servir como coberturas de su imagen diabólica>> 17 • Los acusa
A pesar de que la Iglesia católica no renunció en absoluto al culto de de pactar con el diablo (págs. 192-193} y afirma que es el demonio el que
las imágenes y al celibato de los sacerdotes, existen otros ámbitos en los sugiere a los adivinos todas sus predicciones: <•Esto puede hacerse hablan-
que la Reforma desembocó e n unos mismos resultados tanto desde e lla- do con ellos bajo una forma humana que les es facil de representar, for-
do protestante como desde e l católico. Basta pensar en la persecución de nundo alguna palabra en el aire o en la oreja de l adivino e imprimiendo
las brujas o en la lucha contra la magia y la astrología. e n la imaginación del adivino los fantasmas de las cosas que conjeturan
En su decimoctava sesión, el Concilio de Trento ordenó a los obispos que deben suceder, de manera que al adivino le hacen encontrar letras,
suprinúr todos los libros de astrología de sus diócesis. Esta decisión estu- caracteres, figuras, marcas y signos que saben que significan tales cosas pa-
vo seguida por la bula Coeli et Terme Creator Deus de Sixto V (1586}, de ra el adivino>> (pág. 197}.
la que nos ocuparemos en las páginas siguientes. Éstos son argumentos clásicos, que ya podernos encontrar en el J\tla-
En este contexto, el Traitté wrieux de 1'astrologie judiciaire publicado por 1/eus 111alcjicanmt, en la obra del médico protestante J ean Wier o en la del
Claude Pithoys en 1641, menos célebre que las Dis¡mtacio11es de Juan Pi- jesuita Martin Del Rio. Pero lo que resulta más interesante de esta refi.t-
co o que el De va11itate scie11tianm1 de Agrippa, tiene el mérito de mos- tación de la astrología publicada por 1111 cnlvi11ista en 1641, es que parece ha-
trarnos hasta qué punto católicos y protestantes podían estar de acuerdo ber estado redactada cuando Pithoys todavía era fraile núnirno en Dran-
en ciertos proble mas fundamentales de la Reforma. cancour, provincia de C hampaña 18• Esto resulta todavía más verosímil
Claude Pithoys (1587-1676}, nacido en Virty-le~Franyois, en la piojo- porque Pithoys ni siquiera se molesta en cambiar sus referencias y cita, co-
sa C hampaña, ingresó e n la orden de los frailes núnimos. Su carrera reli- mo autoridad, la bula de Sixto V Coeli et 'ferme Creator Deus de 1586, uti-
giosa no es lo que aquí nos interesa 13• En 1632 «renunció a sus votos, ab- lizando para su Traitté una traducción francesa 19 • No hay duda de que la
juró de su fe y se hizo protestante de Sedam> 14• La comunidad protestante considera válida desde ambos lados de la Reforma: «H e aquí una censura
de Sedan se había instalado allí a mediados del siglo XVI, e instauró un papal que confirma todo lo que hemos dicho acerca de la astromancia y
clima totalitario que los términos de esta ordenanza del 20 de julio de los genetlíacos. En ella son declarados perversos, presu11tuosos, temerarios, en-
1573 caracterizan muy bien: «Todos los ateístas, libertinos, anabaptistas y gaiiosos, miserables, su arte invenci6n diab61ica y sus predicciones i11spiraciones
otras. sectas reprobadas son acusadas de lesa majestad divina y condenadas de los diablos. Son censurados y condenados ellos y sus libros como impíos,
a muerte» 15• La academia, que merecía sú reputación de rigorismo y dog- infames y perniciosos. Son entregados al tribunal de la Inquisición, no só-

262 263
lo ellos y sus libros, sino también todos aquellos que los lean o posean. El responsable es una cierta concepción del progreso lineal de la his-
¿Qué podrán alegar a esto los genetlíacos? Quizás dirán que los padres, los toria, que busca en todas partes los signos de <<paso>> y de «evolución>>. Por
concilios y los papas no les pueden excomulgar ni maldecir, ni censurar haber propuesto una imagen heliocéntrica de nuestro sistema solar, que
severamente por esta cuestión. A esto respondo que por lo que respecta a está más cerca de la verdad científica, Copérnico se identifica con un mo-
su censura, nunca podría existir objeto más legítimo, puesto que todo el mento clave del paso, de la evolución, en una palabra, del progreso. Ca-
cristianismo considera su arte como mágico» (pág. 209). be recordar que los que afirman todavía que el heliocentrismo y la infi-
Protestantes y católicos no coinciden en lo q ue respecta a las prácticas nitud del universo producen un efecto desastroso en el equilibrio psíquico
exteriores del culto ni en la cuestión del problema del celibato del clero. del individuo y de las masas, no dejan de compartir las concepciones ex-
Pero, en el siglo XVII, parecen estar totalmente de acuerdo en el carácte~; puestas más arriba, puestO que no dudan de que los <<culpables>> fueron
impío de la cultura de la edad f.·mtástica, y de lo imaginario en general. personajes como Copérnico y Bruno ...
Los católicos y los luteranos, es cierto, son ligeramente más tolerantes que Al someter a un análisis más riguroso e l marco histórico en que tu-
los calvinistas; pero no dejan de considerar que el ejercicio de cualquier vieron lugar estos importantes cambios de perspectiva sobre el cosmos,
tipo de adivinación tiene lugar por inspiración demoníaca; y el lugar descubrimos que ni el cardenal de Cusa, ni Copérnico ni Bruno tuvie-
donde se establece la comunicación entre e l demonio y el hombre es el ron nada que ver.
aparato fantástico. Ésta es la razón por la que el principal enemigo que to- En primer lugar, preguntémonos si el sistema ptolemaico-tomista po-
do el cristianismo debe combatir es la fantasía humana. (Ver Apéndice X.) día tener alguna influencia psicológica equilibrante sobre el individuo.. En
absoluto, puesto que éste sabía que se encontraba, de algún modo, en el
6. La modificación de la imagen del mundo vertedero del cosmos, en su punto más bajo. En la cosmología aristotéli-
La censura del imaginario y el rechazo en bloque de la cultura de la ca, lo importante no es que la tierra se encuentre en el centro del uni-
edad fantástica que ejercen los centros cristianos rigoristas consiguen ins- verso, sino que ocupe el lugar inferior; que es, por decirlo de algún mo-
taurar una modificación radical de la imaginación humana. do, el polo negativo de todo el cosmos y que, como tal, no se caracteriza
Una vez más, persiste en la Literatura histórica y en las obras' de cier- por una sobreabundancia del ser, sino casi por una privación del ser: es me-
tos historiadores de las ideas un prejuicio inextirpable: la creencia en que nos que todo lo que está por encima de ella. En contra de esta concep-
esta modificación fue provocada por la llegada del hel.iocentrismo y por ción se levanta la voz de Nicolás de Cusa, que quiere investir a la tierra
la idea de la infinitud del universo. Además, hay autores que se permiten de una dignidad igual a la de cualquier otra estrella. En el cosmos ptole-
afirmar seriamente que Copérnico (o Bruno, lo cual sería mucho más co- maico, el individuo es, de algún modo - no esencialmente, sino acciden-
rrecto) estuvo en el origen de una «revolución» no sólo científica, sino talmente-:, una basura en el vertedero del mundo. En cambio, en el cos-
también psicológica. Según éstos, el cosmos tomista, finito, habría sido sus- mos infinito de Nicolás de. Cusa el individuo es una piedra preciosa que
ceptible de acallar las inquietudes humanas, que estallaron desde que se contribuye a la belleza de la ·~oya» (kosmos), a la armonía del todo. No sa-
generalizó la creencia en un universo infinito. bríamos decir por qué esta última hipótesis tendría que haber sido más
Esto no tendría mayor importancia si sólo se enseñaran fantasías de es- <•desequilibrante» que la otra.
te tipo en las escuelas, aunque también los alumnos merecen algo mejor. Hay que decir lo mismo acerca del heliocentrismo, que los teólogos
Por desgracia, circulan incluso en los tratados más doctos y sería una va- más inspirados del siglo XVII aceptaron de buen grado. El cardenal P. de
na esperanza creer en su disipación inmediata. Se trata de invenciones tan Bérulle escribía, en 1622, en su Discours de l'Estat et des Grandeurs dejesus:
cómodas y superficiales que ya nadie se molesta en comprobar; continúan
circulando de generación en generación, constituyendo una de las tradi- Esta nueva opinión, poco aceptada en la ciencia de los astros, es útil y debe
cion.es más persistentes de la cultura moderna. scgüirse en la ciencia de la salvación. Pues Jesús es el sol inmóvil en su grande-

264 265
(1, 5-6) ¿habría podido expresarse así: «La tierra se vuelve hacia Orie nte
za y mueve todas las cosas. Jesús es semejante a su padre y, sentado a su diestra,
y sobrepasa el sol, que desaparece de la vista»? El auditorio le habría to-
es inmóvil como él y da movimiento a todo. Jesús es el verdadero centro del
mado, y con toda razón, por loco.
mundo, y el mundo debe estar en movimiento continuo hacia él. Jesús es el sol
Es cierto, Smitho se detiene aquí, sin afirmar que la psicología huma-
de nuestras almas, del que ellas reciben todas sus gracias, las luces y las influen-
na encontraba una sensación de comodidad en la idea de un cosmos or-
cias. Y la tierra de nuestros corazones debe estar en movimiento continuo hacia
denado con la tierra en el centro, sensación que el sistema de Giordano
él, para recibir con todas sus potencias y partes los aspectos favorables e influen-
Bruno habría disipado para siempre. Pero le faltaba muy poco para llegar
cias benignas de este gran Astro 20 •
a esta conclusión, pues ya se hallaba en el buen camino. El puritano Smit-
ho, que reconocía la autoridad de la Escritura, encontraba en el mismo
Dos años más tarde, en 1624, el padre Mersenne, tradicional adversa-
terreno a su cofrade, que se adhería al pensamiento de Tomás de Aqui-
rio de Robert Fludd, retomaba más o menos los mismos argumentos,
no. Pero, en ambos casos, no era la búsqueda de la verdad la que les dic-
aunque no estaba convencido de la validez astronómica del sistema he-
tó esta actitud; la creían útil para no perturbar la paz del alma a través de
liocéntric021. Éste prueba, como nos ha enseñado muy bien Clémence
hipótesis demasiado audaces. Este razonamiento conviene mucho más al
Ramnoux, que toda una imaginación teológica hubiera podido facil-
puritano que al tomista, pues el sistema ptolemaico, para ofrecer una ra-
mente desertar del _tonúsmo para invadir e l terreno tan magníficamente
zón de los movimientos aparentes de los planetas, resulta de una extrerÍ1a
preparado por el cardenal de B érulle. Esto no ocurrió. Y fue una lástima.
complejidad. En comparación con éste, el sistema heliostático de Copér-
C uando nos remontamos al corazón de la disputa acerca de los dos sis-
nico es un juego de niños. Desde el momento en que esta simplificación
temas del mundo, encontramos los mismos argumentos -que se repetían
-dejando a parte la contradicción entre el movimiento aparente y el mo-
todavía hace un cuarto de siglo, hasta tal punto que resulta ·sorprendente
vimiento real de los astros- sólo podía complacer a las masas y que - co-
que nuestros contemporáneos tengan tan poca imaginación.
mo prueba el cardenal de Bérulle- no podía más que reforzar la teología,
En La Cena de le ceneri de Giordano Bruno, el primer argumento que
resulta todavía sorprendente el argumento f.'llaz que nos es presentado pa-
Smitho, partidario del geocentrismo, opone a Teóftlo, seguidor del he-
ra justificar lo que no fue más que un grave error de cálculo histórico.
liocentrismo, es e l siguiente: «La Santa Escritura [... ] presupone un poco
Por desgracia, el espíritu abierto de P. de Bérulle constituyó una ex-
en todas partes lo contrario>> (Op. it., I, pág. 91). Teóftlo replica que la Bi-
cepción, o casi, dentro del panorama espiritual del siglo XVI I. Sobre el
~lia_n_o _es un escrito filosófico (es decir, científico) y que, puesto q ue es-
juicio optimista y equilibrado del cardenal venció el mie_d o, del todo pu-
ta dmg1da a las masas, se ocupa sólo de las apariencias. Snútho le da la ra-
ritano, del alejamiento de Dios, que se tradujo en un endurecimiento de
zón, pero observa igualmente que dirigirse a las masas mediante un
las actitudes tradicionales. E l puritanismo, con sus excesos, se extendió y
d~scurso que contradice las apariencias sería una auténtica locura (ibid.,
llegó a invadir el campo contrario. Su clamorosa victoria fue también su
pag. 92). Y toma de al-GhazaJi un argumento que se puede encontrar
derrota, pues, a fuerza de querer preservar el alma de la contaminación
con frecuencia en ciertos escritos publicados j usto después de la Segun-
y de los abusos de la ciencia para que pudiera estar más cerca de Dios,
da Guerra Mundial: «El objetivo de las leyes no es el cl.e buscar en primer
no consiguió más 'que expulsar a Dios del mundo.
lugar la verdad de las cosas y las especulaciones, sino la bondad de las cos-
Blaise Pascal, nacido un año después de la publicación del Diswrso del
tumbres; esto para beneficio de la civilización, el entendimiento entre los
cardenal de Bérulle, es el mayor testimonio de este silencio de D ios, exi-
pueblos y la f.1eilidad de la conversación humana, el mantenimiento de
liado de la naturaleza. ¿Existe una intención polémica en las angustias del
la paz y el progreso de las repúblicas. A menudo y en muchos aspectos, es
convertido abandonado entre ((estos espantosos espacios del Universo que
cosa más absurda e ignorante decir las cosas según la verdad que según
[le] rodean>>, en el sentimiento de estar rodeado de <<infinidades por todas
la opsión y la oportunidad•>. En lugar de decir: «El sol se levanta, el sol
partes)) (Pensamientos, 1)? ¿O bien la idea de infinitud del universo había
se pone, se dirige hacia medi<,:>día, vuelve hacia el norte», el Eclesiastés

267
266
sido aceptada unánimemente en la época en que Pascal escribía sus Pen- Podríamos decir que la angustia de Pascal está causada únicamente po r
samientos? Ni una cosa ni otra. Pascal, que incluso añade al gran infinito el hecho de adherirse a una imagen del mundo demasiado abstracta e in-
el pequeño infinito tan misterioso e inquietante como el primero, pare- humana . No es el infinito lo que da miedo a Pascal y a aqucJios a los que
ce adoptar una actitud puritana y horrorizarse. ¿Acaso por nostalgia de la él se d irige, sino el hecho de ser pttritat'to.
imagen finita del 'universo tomista? No le podríamos imputar esto. ¿Es .La idea de infinitud del universo no es la única que, exaltada durante
por temor al efecto descarriante que el nuevo sistema del mundo tendrá el Renacimiento, produjo un horror considerable en épocas posteriores.
sobre las masas?. También esto resulta improbable. ¡Qué diferencia entre la apología dd libre arbitrio humano en la Oración
Se dice que Pascal es de algún modo el heraldo de una nueva época, sobre la dignidad llltlllaiUl de Juan Pico y la experiencia angustiosa de la res-
de una nueva experiencia del mundo. Esta interpretación existenciaJista de ponsabihdad en el protestante Kierkegaard! La idea de libertad, que pe r-
Pascal comete el error de descuidar la cantidad conocida en relación a lo rnitía al hombre acceder a las naturalezas superiores, acaba por convertir-
que e l pensador se define, a f.wor de una cantidad que le era completa- se en un lastre aplastante, puesto que faltan los . puntos de referencia.
mente desconocida: el futuro. Antes de adoptar una actitud «positiva)) con Desde que Dios se retira del mundo en su transcendencia radical, toda
respecto a un futuro que no e>::istía, Pascal adopta una actitud (negativa) tentativa humana de sondear sus intenciones choca con un silencio es-
con respecto al pasado, que debía de resultarle familiar. No es el profeta pantoso. Este-«silencio de Dios>> es, en realidad, silencio del mundo, si-
de una nueva época más que en la medida en que él mismo contribuye lencio de la naturaleza .
a su construcción. .La lectura del «libro de la naturaleza>) había constituido la experiencia
Su opción nos parece inequívoca: participa de esta revolución purita- fundamental del Renacinúe nto. La Reforma jamás supo encontrar los
na que, en su voluntad de volver a Jos orígenes, ejerce una actividad nihi- medios para cerrar este libro ¿Por qué? Porque, para ella, lejos de ser un
lista de amplitud ex traordinaria sobre todo el período intermedio, que no factor de acercamiento, la naturalez a era la princ'ipal responsable del aleja-
es sólo el de la Iglesia, sino el del pacto entre cristianismo y filoscifla pagana. miellto de Dios y del hombre.
El infinito de Pascal, que sólo horroriza porque Dios está ausente, se en- A fuerza de buscar, la R eforma encontró, finalmente, al gran culpa-
cuentra en las antípodas metafisicas y existenciales del infinito de Nicolás ble de todos los males de la existencia individual y social: la naturalez a pe-
de Cusa, del de Giordano Bruno, para el que la pr~sencia divina se ma- md<na.
nifiesta en cada piedra, en cada grano de arena del universo. Proclama-
ción de la transcendencia infinita de Dios y rechazo del panteísmo, este
es el contenido puritano del mensaje de Pascal. Pero, en la medida en que
esta actividad nihilista se ejerce sobre el cosmos platónico del Renaci-
miento, el único representante de la fllosofia moderna con quien Pascal
puede ser comparado es Niet~che, cuyo advenimiento parece estar pre-
parado por el primero.
No olvidemos que Nietzsche no establece ninguna distinción entre
platonismo y cristianismo. Para él, ambas tradiciones forman un bloque
compacto, y su negación del cristianismo es, en realidad, una negación del
platonismd2 • Pascal le prepara el terreno en la medida en que, adoptando
el mensaje árido del puritanismo, reniega del platonismo, ese platonismo
que concebía el todo, incluso en su infinitud, como un organismo vivo.
Lo que horroriza a Pascal es justamente esta ausencia de vida del universo.

268 269
Capítulo X
El doctor Fausto, de Antioquía a Sevilla

1. La permisividad del Renacimiento


La identificación de la mujer con la naturaleza y del hombre con los
valores de la cultura constituye una concepción muy extendida en nu-
merosas sociedades antiguas. La ideología de la Edad Media cristiana no
estaba exenta de ella en absoluto y, cuando el Malleus mal~ficarum afirma
que la muj er es un «mal de la naturaleza>>, en el fondo no hace más que
retomar una idea de algún modo tradicional.
El clima en que surge el cristianismo se caracteriza por una tensión
dualista entre la divinidad transcendente y la existencia en el mundo na-
tural. Ahora bien, puesto que el cielo es la verdadera parte del hombre,
su puerto de salud, la naturaleza es considerada como un lugar de exilio
del cuerpo -según la máxima platónica- como una tumba. Esta situación
implica, por un lado, que la naturaleza ej erce una seducción constante
sobre el hombre, seducción cuyo efecto consiste en una alienación cada
vez más marcada por la relación con la divinidad; por otro lado, implica
un esfuerzo constante -donde los principales instrumentos son la misma
religión y la moral religiosa- para escapar de las trampas de la naturaleza.
La naturaleza es un organismo sin reflexión, dotado de belleza y de
una enorme capacidad de fascinación, que engendra a los seres, los nutre
y los destruye. Por el contrario, la religión constituye un conjunto de re-
glas cuya finalidad consiste en preservar al hombre de la destrucción na-
tural, asegurándole la indestructibilidad en el plano espiritual. Por lo que
respecta a la división sexual, la mujer es quien desempeña el papel de la
naturaleza, y el hombre el de la religión y sus leyes. D e ahí que cuanto
más bella sea una mujer, más presente las marcas de sus funciones natu-
rales (inseminación, fecundidad, nutrición), y más sospechosa resulte des-
de el punto de vista religioso. En efecto, La belleza supone una capacidad
aumentada de seducción con respecto a la inseminación y, en canse-

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cuencia, un potente peligro para el hombre, que debe preservarse de las En el siglo XV, si el topless no se adopta más que raras veces - como
manchas de deseo sexual. En lo que respecta a los signos somáticos de la Simonetta Vespucci pintada por Piero di Cosimo- surge un nuevo ideal
fecundidad y a la función nutritiva (las caderas, los senos), estos mismos de belleza, que acentúa los encantos de la naturaleza en detrimento de
son los que engendran la concupiscencia y el pecado. Ésta es la razón por los encantos de la virtud. Jan Hus, el reformador de Bohemia, quemado
la que la cultura medieval propone su propio ideal de belleza, que es el vivo en Constanza en 1415, denuncia a estas mujeres que (<llevaban ves-
contrario a la belleza natural: se trata de la belleza de la virtud, que se ob- tidos con escotes tan profundos y anchos que casi la mitad de su pecho
tiene a través del desprecio y la mortificación del cuerpo. quedaba al descubierto y todo el mundo podía ver su piel resplande-
La historia de la moda femenina nos aporta informaciones preciosas a ciente en cualquier lugar, tanto en los templos de Dios, ante los sacer-
este respecto. M ás allá de sus variaciones, el vestido tiene la función pri- dotes y el clero, como en el mercado, y todavía más en casa. Ln parte del
maria de esconder enteramente el cuerpo femenino -incluidos los cabe- pecho descubierta está tan puesta en evidencia, artificiallllente alimentada y pro-
llos, si se trata de una mujer casada. El busto debe ser nivelado, plano, minwte, q11e parecen dos cuernos)). Y explica: ((Después, hacen dos [ ... ] cuer-
puesto que el ideal de belleza virtuosa requiere unos senos casi inexis- nos en el pecho, remontados muy alto y, por medio de artificios son pro-
tentes. Lo que se admira todavia hasta el final de la Edad Media es el ta- yectados hacia delante, incluso cuando la naturaleza no los ha dotado de
lle fino de la mujer, su apariencia frágil y virginal: «Sabéis cómo son de atractivos tan importantes; finalmente , gracias a la forma de la blusa y al
finas las hormigas en su medio, dice Wolfram d'Eschenbach, pero las jó- aumento de los vestidos, los cuernos de su pecho se enderezan»5 • La pre-
venes lo son todavía más))'. La costumbre de que el marido y la mujer se ferencia por las formas redondas y maduras se acentúa a lo largo del Re-
acuesten desnudos en el lecho conyugal no aparece hasta el siglo XIV2 • nacimiento.
Antes de esta época, existen testimonios formales que nos obligan a cre-
er que no era raro que un marido no viera jamás a su mujer completa- Los jóvenes esbeltos y las frágiles jóvenes del Trecento y del Quattrocento se
mente desnuda. El poeta místico de Umbría Jacopone da Todi no descu- han convertido en hombres fuertes y resueltos de anchos hombros y mujeres
bre, hasta la muerte de su esposa, que ésta llevaba bajo sus vestidos un adultas, vigorosas, de líneas amplias en el Cinquecento, tal y como las conoce-
· cilicio rugoso que había producido profundas heridas en su cuerpo. mos según las obras maestra.~ de Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel, San-
En el siglo X IV tiene lugar un cambio radical de las costumbres, que se sovino, Giorgione, Tiziano, el Correggio y otros. La fom1a del cuerpo era a ve-
traduce en la aparición de una moda femenina igualmente revolucionaria. ces descubierta, otras acentuada por el vestido. Catalina de Médicis introdttio en
La Cró11ica de Limbourg nos dice que el escote se había vuelto tan profim- la corte de Francia una moda que recordaba a la de Creta. El escote profundo
do <<que se podía ver la mitad de los senos•>. Isabel de Babiera introduce los v:tlori:zaba el pecho, escondido tras un tejido ligero y transparente o completa-
«trajes de amplio escote)), abiertos hasta el ombligo. Los senos quedan a ve- mente desnudo6 •
ces completamente descubiertos, los pezones son adornados de rojo, ani-
llos con piedras preciosas e incluso agujeros para poder insertar eslabones La moda italiana del siglo XV era de taUe alto, lo cual permitía poner
de oro 3• Esta corriente de la moda llega hasta los pueblos, bajo una forma en evidencia los senos. Se encuentra incluso en el monumento funerario
ciertamente más moderada. También las campesinas adoptan vestidos de de una matrona de la localidad de Lucca, realizado por Jacopo della.
colores vivos y escotados. Geiler de Keiserberg, un moralista de principios Quercia (m. 1478), escultor de la maternidad de formas plenas7 • En el si-
del siglo XV I, se escandaliza de haber percibido una vez los senos de una glo XV I, la moda italiana anticipa el taUe bajo, dejando el pecho cubier-
joven a través de la abertura de su escote. Pero lo que le llena de sorpresa to con un ((corpiño corto con un escote cuad rado))~. El fresco Las tejedo-
son las danzas campesinas, en las que, al lanzar una j oven al aire, «se pue- ras (1468-1469) de Francesco del Cossa en el palacio de Schifanoia de
de ver todo, por delante y por detrás, hasta el pubis))~ - en su época y en Ferrara es una verdadera muestra de la moda italiana de talle alto; en cam-
estos ambientes no eJI.'istía todavia la ropa interior femenina. bio, los retratos de mujeres de Rafuel dan testimonio del descenso del ta-

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lle y de la evolución del escote; sus madonas y sus ángeles llevan a veces procesión hasta el cementerio. Ningún monje vestido de negro debía ser
igualmente vestidos de talle bajo. admitido en el cortejo; en cambio, el catafalco debía ser transportado por
Estas variaciones de la moda femenina no están exentas de un cierto doce jóvenes vestidas de verde, entonando canciones alegres12 •
equilibro: el talle alto pone en evidencia el pecho, que sin embargo per- No podríamos decir si la permisividad de las autoridades llegó tan le-
manece cubierto; el talle bajo lo aplana pero el escote, a veces suficiente- jos para permitir que .las disposiciones de Cortusio fueran realmente rea-
mente amplio para extenderse hasta los hombros, descubre en su parte lizadas. Pero la reacción a la emancipación sexual, a la moda exhibiCionis-
superior esta «piel resplandeciente)) que tanto había escandalizado al re- ta y al anticonformismo no se hizo esperar. Los sermones moralizadores
formador Jean Hus. de un Jan Hus en Bohemia y de un Savonarola en Florencia 13, cuya fu er-
En c;onclusión, la moda y las costumbres de finales de la Edad Media za de persuasión y eficacia fueron enormes, nos permiten vislumbrar lo
y de la época renacentista ofrecen todos· los indicios de una permisividad que, en el siglo XVI, sería la mentalidad reformada.
e incluso, en ciertos casos -en los baños públicos mixtos o en las danzas
campesinas9- , de una promiscuidad desconocidas hasta entonces. La li- 2. ¡Más calor hará en e l Infierno!
teratura no viene a desmentir esta impresión general, puesto que, a ex- Allí donde se instaura la Reforma, cambian las costumbres. En la mo-
cepción de los.fab/iaux10,jamás los temas eróticos habían sido tratados, du- da femenina, esto se traduce en la desaparición completa del escote, que
rante la era cristiana, con la franqueza de un Bocaccio, un Chaucer, un es sustituido por un cuerpo de cuello alto y por la aparición de una fal-
Maquiavelo, un Rabelais o un Bruno. El arte refleja igualmente este cam- da doble, una de las finalidades de la cual parece haber sido la de evitar
bio de costumbres: para no entrar en consideraciones demasiado genera- las miradas indiscretas durante la danza14 • Los baños públicos mixtos, que
les, baste recordar la enorme diferencia en el tratamiento del cuerpo hu- se habían multiplicado durante el siglo XIV, son casi inexistentes en el si-
mano entre el arte del gótico tardío y el arte renacentista del Quattrocento, glo XVI 15 •
en Masaccio, por ejemplo 11 • Los tell).as inspirados en la mitología antigua Pero la Reforma alemana no lanzó ninguna moda unitaria. Después
se transforman - en Pollaiolo, Piero di Cosimo, Lorenzo di Credi, Luca de 1540, la influencia dom¡nante llega de España y rápidamente se impo-
Signorelli, Boticelli, Leonardo, Miguel Ángel, etc.- en un pretexto para ne en toda Europa, in~luidos los países protestantes.
estudios de desnudos femeninos de una audacia increíble. En la ciudad de · La ideología que preside la móda femenina española es simple y clara:
Florencia, dominada por las cortes báquicas de Lorenzo de Médicis, Si- la mujer es el ciego instrumento de seducción de la naturaleza, el símbo-
monetta Vespucci posa en topless para Piero di Cosimo, y Rafael no ten- lo de la tentación, del pecado y del mal. Fuera de su rostro, sus encantos
drá ninguna dificultad a 1~ hora de encontrar modelos para sus desnudos. principales son los signos de su fecundidad: las caderas y los senos, pero
Por todas partes soplaba un viento de independencia y la autoridad re- también cada milímetro que exhibe. Si bien la cara debe quedar al des-
ligiosa no podía sino inquietarse. Luigi Cortusio, jurista de Pavía, muer- cubierto, es posible imprimirle una expresión rígida y viril. El cuello
to el 17 de julio de 1418, había dejado disposiciones testamentarias bas- puede ser cubierto con un cuello alto de encaje. En cuanto al pecho, el
tante extrañas, que nos indican hasta qué punto la mentalidad privada se tratanúento que se le aplica recuerda mucho a la deformación tradicional
había liberado en relación con las tradiciones de la Edad Media~ El lega- de los pies en las damas japonesas sin ser, por lo demás, menos doloroso
tario universal de Cortusio sería el miembro de su familia que; en el cor- y malsano. Esta costumbre, vigente hasta principios del siglo XV III, es des-
tejo fúnebre, se hubiera mostrado más naturalmente alegre; en cambio, crita en estos términos por la condesa de Aulnoy 16:
aquellos que vertieran lágrimas serían desheredados. Cortusio rechazaba
el duelo y las cat}'lpanas fúnebres; la casa y la iglesia donde su cuerpo se- Se trata de una belleza entre [las mujeres españolas] consistente en carecer
ría depositado debían estar adornadas con guirnaldas y flores y hojas ver- por completo de pecho, y pronto empiezan a tomar precauciones para impedir
des. C incuenta músicos interpretando el aleluya debían acompañar la su desarrollo. Cuando el seno empieza a aparecer, se ponen debajo pequei'ias pla-

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cas de plomo y se vendan como se tapan los niños. En realidad tienen el pecho He, se la cubre desde el cuello hasta la punta de los dedos de los pies, e n
casi tan allanado como una hoja de papel. pocas palabras, se intenta dotarla de un aspecto lo más masculino posible.
La feminidad natural, desbordante, voluptuosa y pecadora es encerra-
Siendo tabú las partes inferiores del cuerpo, se inventa un sistema pa- da en el campo de lo ilícito. A partir de entonces, sólo las brujas se per-
ra que la falda sea más larga que las piernas, en concreto se adoptan za- mitirán tener las caderas anchas, los senos prominentes, el trasero salie n-
patos de suelas <tltas de madera o de corcho. <<Este tipo de zapatos en~on­ te v el pelo largo. Basta mirar los grabados de Hans Baldung Grien o los
tró unos aliados inesperados en los medios eclesiásticos de Italia,· que qu~ adornan Ja obra Die Emeis (Estrasburgo 1517) de Johannes Ge iler de
veían e n estos incómo~os zapatos un arma eficaz contra los placeres de Keiserberg, para darse cuenta de l.a extraordinaria vitalidad de que disfru-
este mundo y sobre todo contra la danza. Aquellas que los llevaban te- tan las mal~ficae. A esta imagen de lo femenino natural, tentador, anti-
nían derecho a indulgencias 17.» El color de los vestidos era, por supuesto, conform.ista y destructivo se oponen la silueta rígida y uniforme y la ca-
el negro. ra demacrada de la mujer virtuosa española.
Ciertamente, la moda determina el umbral de la excitación sexual: La literatura y la imaginería relacionadas con la brujería lirnitan con el
una moda permisiva que ofrece a la mujer la ocasión de exhibir todos sus género pornográfico: e n ellas se vierten las inhibiciones de toda una épo-
e ncantos naturales conduce a una cierta indiferencia entre los sexos; e n ca represiva. Todas las perversiones posibles e imposibles se atribuyen a las
cambio, una moda represiva tiene como resultado un proporcional des- brujas y a sus compañeros diabólicos. Hans Baldung Grien no retrocede
censo del umbral de excitación. Nos damos cuenta facilmen te al descu- ante la representación naturalista de un curmilingus entre una joven heré-
brir que, cuando triunfó la moda española, «el último f.wor» que una mu- tica muy voluptuosa, sus cabellos largos en el viento, y e l dragón Levia-
jer concedía a su pretendiente, colmándole de felicidad, consistía en tán, que arroja por su boca una especie de núembro viril e n forma de zar-
mostrarle el p ie. En el siglo X IX la situación no había cambiado demasia- cillo (1515). Los cuadros del aquelarre contienen escenas igualmeríte
do, puesto que Víctor Hugo nos cuenta, en sus l'vliserables, que Marius se escabrosas, cuya i~tención manifiesta es la de edificar al lector sobre las
quedó ensimismado en una larga ensoñación erótica tras haber entrevis- prácticas antisociales de las brujas. Pero e l contenido latente de toda esta
to, por azar, la cabilla de Cosette. iconografia resulta facil de adivinar: tomando como pretexto las fantasías
Italia fue el único país donde la moda española no llegó a asentarse. El eróticas de los marginados surgidas durante el proceso de transferencia
hecho de que Roma haya albergado siempre el Vaticano y que, entre la puesto en march'a por la Inquisición, los propios perseguidores proyecta-
Curia romana, siempre haya habido gente dotada de una inteligencia y ban sus fantasías personales.
escepticismo notables ha preservado Italia de los excesos de intolerancia: En los siglos XVI y XVII, es suficiente con que ciertas mujeres se mues-
por lo demás, fue la única provincia de la Iglesia que casi no conoció la tren más despreocupadas de su comportamiento «para que le's sean pre-
implacable persecución de las brujas. El arte barroco está impregna.do de paradas en este mundo las torturas del infierno» 18 • En los grabados de la
sensualidad y el vestido femenino del Seicento está lejos· de presentar la época las vemos cómo se miran al esp.e jo y, en lugar de su propia imagen,
misma rígida uniformidad que en el resto de E uropa. perciben el trasero de un demonio·. Cabellos en desorden y vestidos des-
El ideal femenino propuesto por la Reforma encuentra su más per- compuestos bastan para engendrar la sospecha de brujería. E n Alemania,
fecta expresión en la moda española. Se trata de una mujer desfeminiza- en el siglo XVII, una mttier es entregada a las autoridades por su propio
da, virilizada, cuya función no es ya la de ejercer sobre el hombre una marido, que la había sorprendido durante la noche, no desnuda, sino
seducción nefasta, sino la de ayudarle en los arduos caminos de la per- ¡despeinada y desabrochadaP 9 Y si una coqueta, aflojando su corsé, lanza
fección moral. La cultura tie nde a destruir sus e ncantos de la- naturaleza un: <<¿No le parece que hace mucho calor?>> su inte rlocutor replicará:
mediante prácticas crueles y malsanas: se aplana el pecho por medio de <c¡Más calor hará en el Infiernoh> 20 •
placas de plomo, se anula la movilidad expresiva de la cara, se sube el ta-

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3. Un moralismo exhaustivo: la l eyenda de Faus to
Volksbuch, Fausto obtiene mediante sus artes mágicas el simulacro .de He-
La expresión más perfecta de la Reforma es la leyenda de Fausto, en
lena de Troya, episodio que se explica, en parte, a partir de la leyenda ~e
la que convergen todos estos rasgos ideológicos de los que ya hemos ofre-
Simon-Faustos y, por otra, a partir de otra tradición antigua: la de san C t-
cido algunos testimonios: la censura del imaginario, la culpabilidad in-
priano de Antioquía. . .
trínseca de la naturaleza y de su instrumento principal: la muj er y, fina l-
La leyenda de Cipriano se remonta a unafuente encraut:.1. Los encra-
mente, su masculinización .
títas constituían una tendencia al interior del cristianismo oriental carac-
Existe igualmente una tradición histórica -documentada por Trithe- terizada por la represión absoluta de la sexualidad -incluido el matrimo-
mius, Wier y otros- que no resulta demasiado interesante en este con-
nio- y por un severo régimen de ascetismo. La primera v~rsíón de. la
texto: la del charlatán Jorg Faust, que fingía poseer el nombre latinizado historia aparece en las Actas apócrifas del apóstol Andrés, cscn tas en gne-
de Georgius Sabellicus. Habría vivido entre 1480 y 1540, y los habitantes go hacia el año 200, una traducción copta fragmentar ia de· la cua~ ha si-
del pueblo de Kittlingen le consideraban todavía el más célebre de sus na- do recuperada recientemente por Gilles Quispel entre los manuscntos del
tivos.
profesor Carl Schmidt27• En su forma canónica, la histor.ia -muy célebr~
En cuanto a la leyenda, contamos con dos antiguas redacciones: la del data del siglo IV, y cuenta por lo menos con tres redaccwnes: la Confessto
<<anónimo de Wolfenbüttel»21 y el Volksbuch impreso por Johann Spies en
ser1 poenitentia Cypria11i, declarada herética p.or : 1 papa G~la~í o 1, q~e con-
Francfort en 158722 , cuyo compilador podría ser un t.-ti Andreas Freí, prin- funde a Cípriano de Antioquía con otro C tpnano, este ultJmo obtspo de
cipal en el colegio clásico de Speycr.
Cartago; la Corwersio Sancta eJustinae virginís et Sancti Cypriani episcopi, que
En 1592, el Volksbuch fue traducido al inglés por P. F. Gent bajo el tí- perpetúa el mismo error; y finalmente el martirio de los dos santos. En
tulo The histoire cif the damnable life and deserued death of Doctor lofm Fausts23 • el año 379, Gregario de Nazianzeno menciona la leyenda en uno de sus
Así pudo leerlo Kit Marlowe, autor dramático y tenebroso espía asesina-
sermones, mientras que el historiador Photius, más tarde, resume en s~s
do en una taberna, que lo llenó de la doctrina calvinista de la predesti-
escritos el contenido de un poema heroico en tres cantos sobre san Cl-
nación, de la que se había embebido en Cambridge 24 • Adaptado para el
priano, compuesto por Eudoxia, hija del ftlósofo Leoncias,. que en el 421
teatro de actores y de marionetas, el Faustspiel fu e en seguida exportado
se convirtió en emperatriz. La obra deVíncent de Beauvats y la Leyenda
a Holanda25 • Su enorme popularidad en el lado protestante de la Refor-
áurea de Jacobo de la· Vorágine aseguraron al relato de Cipriano ~ Justina
ma no deja de recomendar este texto en los círculos católicos, y Calde-
un importante éxito de público. Por otro lado, una segunda verswn de ~a
rón de la Barca la adaptó libremente, en 1637, para el público español.
leyenda fue redactada durante el siglo X por Simeón Metafrasto, t~aduct­
Que el autor de Volksbuch fu era Andreas Freí u otro, se trata en cual-
da al la.tín en 1558 por Aloysius Lipomanus y reeditada por Laurentms Su-
quier caso de un letrado cuyas invenciones .Piadosas se nutrían en fuentes río en 1580 y 1618, en una obra edificante que ejerció una gran influen-
antiguas y combinadas con la tradición histórica alemana. Por extraño
cia en la época28 •
que parezca, el nombre de Fausto no parece sacado de ésta, sino del cé-
Calderón parece haber conocido el relato de Surio, pero sus dos fuen-
lebre Simón el Mago, el contemporáneo de los apóstoles llamado Faus- tes principales son la Leyenda áurea y una recopilación de vidas de santos
tus. Éste era el héroe negativo de muchas historias narradas en los escri-
titulada Flos Sanctorumz<). .
tos atribuidos a san Clemente de Roma y en otras fuentes de la Antigüedad Más allá de las múltiples variaciones, la leyenda cuenta que Cipriano,
tardía, que Baronius, un autor del siglo XVI, había recogido paciente- un mago de Antioquía -o un amigo suyo, Agla"idas- sL~spira por 1~ bella ·
mente en sus Annales (68, n. 21). Por otro lado, Simón el M ago pasaba Justina, sin saber que ella es cristiana y que ha prometJdo su casttdad al
igualmente por ser el primer gnóstico y, como tal, pretendía ser divino y Señor. Sin duda, él es orguUosamente rechazado, y sólo le queda hacer
se había casado con una prostituta llamada Helena, que para él encarna-
un pacto con el demonio, que le promete a Justina a cambio ~e su alma.
ba a Helena de Troya y a la vez a la Sabiduría (ermoia) de Dios2G. En el Sin embargo, al no tener poder sobre los cristianos, el demomo no pue-

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de en realidad cumplir el deseo de Cipriano; intenta engañarle, ponien- de Cipriano, la joven Justa se transforma en Justina cuando es bau tiz:-~ da.
do a su disposición un simulacro que se parece de lejos aJustina, pero que Pero en la primera parte de la obra de Calderón ella no se 11 :-~ma Ju st:~, si-
es sólo una apariencia diabólica. Impresionado por la fuerza de Justina y no Fa11stina.
de su Dios, el propio Cipriano se convie rte y la sigue en su martirio. La lustoria de Cipriano y Justina había surgido, hacia final es del siglo 11
A parte de la conclusión, la estructura del Volksbuch de Fausto es bas- de la era cristiana, en los ambientes encratitas. El encratismo condenaba
tante similar, y su adaptación para el teatro, despojada de las numerosas la sexualidad incluso en e l caso en que su finalidad no fuera el placer si-
digresiones moralizantes de la versión en prosa, debe parecerse todavía no la procreación. Ello explica por qué las actas apócrifas de los apósto-
más a la leyenda de Cipriano y Justina: se trata de un mago que recurre les Andrés y Tomás relatan diversas conversiones operadas por nuestros
al pacto con el diablo para obtener, entre otras cosas, los. favores de una héroes entre las mujeres casadas, a las que inducían a practicar la conti-
joven y el simulacro de la bella Helena de Troya. nencia. Las re:-~cciones brutales de los maridos y las persecuciones de los
Imaginemos que alguien haya tenido la ocasión de asistir a una repre- apóstoles no deben sorprendernos: su mensaje era un poco excesivo pa-
sentación teatral del Fausto, en inglés o en holandés, sin entender una so- ra este mundo.
la palabra. La habría tomado por una versión pesimista de 1~ leyenda de La moral de la historia del siglo rv era de orden apologético: demos-
Cipria no, en la que el mago, e n lugar de seguir a Justina en el martirio, traba la fuerza del cristianismo. El demonio no puede nada contra una jo-
sería condenado. Parece que éste fue el caso del propio Calderón, que, ven cristiana que recita sus plegarias. Convencido de haber servido a se-
según el testimonio de su amigo y editor J. de Vera Tassis y Villarroel, ha- ñores impotentes, Cipriano deserta de su oftcio de mago para abrazar la
bría pasado diez años al servicio de Su Majestad, primero en Milán y des- fe de un dios triunfante: el Dios de Justina.
pués en el sur de Países Bajos. Más· tarde, sus biógrafos redt~eron este En la medida en que el amor de Cipriano por Justina busca su apaga-
período únicamente a los años 1623-1625. En 1623, compañías inglesas miento, no podrá e ncontrarlo más que en la muerte, puesto que su ob-
ofrecieron numerosas representaciones en los Países Bajos. Sin duda algu- jeto se revela -gracias a la fuerza del mensaje cristiano- inexpugnable.
na, Calderón, aunque no comprendía ni el inglés ni el holandés, asistió Cipriano está obligado al sacrificio, puesto que su magi:-t erótica no ha da-
de todos modos30• E l juego escéiuco le permitió identificar la leyenda de do frutos. Y razona como un brujo hasta el ftnal: su fracaso demuestra la
Cipriano. Vio escenas que ya había encontrado e n el teatro español: el potencia mágica de Justina, a la que sólo podrá obtener convirtiéndose
pacto con el diablo, que aparecía, entre otras, en las obras El esclavo del de- también él al cristianismo. Pero Justina lo llama igualmente a testificar (és-
monio y El amparo de los hombres de Mira de Amescua 31, y la aparición del te es el se!ltido etimológico de la palabra <<martirio)}) acerca de la su-
· simulacro de Justina, que se parecía igualmente a una escena de El escla- perioridad del Dios cristiano, y el ex mago no puede apresurarse más a
vo del demonio (1612)32 • Pero pudo también apreciar las diferencias, que responder a este gratuito ofrecimiento.
utilizó en su propia creación teatral: en la representación inglesa, por Ciertamente, se puede comprender el sentido de este exemplt11n pia-
ejemplo, el pacto tenía lugar en escena, nuentras que en Mira de Ames- doso en aquel tiempo en que se exigía el martirio de los cristianos. Pero
cua se producía entre bastidores33• Además, el espectáculo inglés empeza- ¿cuál podía ser su mensaje en Yepes, el año 1637 - cuando el Mágico pro-
ba con el monólogo de Fausto, este mismo monólogo que Goethe trans- digioso fu e presentado por primera vez-? Esta vez, Cipria no - como Johan
formó en el célebre <<Monólogo de los griibelden Gelehrten>>. Calderón o Jorg Faust- no representa un símbolo de la Antigüedad pagana venci-
creyó adivinar el contenido a través de la expresión escé11ica y lo utilizó da por él cristianismo, sino el Renacimiento vencido por la Reforma. Su
no sólo en el Mágico prodigioso, sino también en sus obras: Los dos aman- ejemplo constituye, así, la renuncia a los valores renacentistas y la con-
tes del cielo, El José de las mujeres y El gran príncipe de Fez34 • En cuanto al versión a los valores de la Reforma, representados por la j oven de busto
mismo nombre de Fausto, Calderón lo utilizó de forma inesperada en la aplanado llamada Faustina-:Justina.
primera versión del Mágico prod(~ioso, inédito hasta 187735 • En la leyenda En la obra de teatro de Calder<?n, el b~;ujo C ipriano se presenta de

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· pronto como un discípulo del Rena'cimiento que ve el mundo como una Faustina es una mujer, un producto de la naturaleza: y debe ser un pro-
fascinante obra de arte (v. 146-147, Morel-Fatio). A su vez, el propio de- ducto perfecto debido a su belleza, puesto que tiene muchos admir:ldO-
monio no hace más que repetir las ~smas concepciones (v. 355 y ss.), de- res y éstos no dudan en matarse entre ellos para acceder a sus gracias. Sin
mostrando que había sido alumno de Marsilio Ficino y de Cornelio saberlo ni quererlo, Faustina ha sido creada por la naturaleza para ser un
Agrippa. Es como si éstos fueran ahora juzgados en su persona por la objeto erótico, una causa de concupiscencia y disensión. La contradic-
nueva interpretación pública, la de la Reforma. El demonio de Calderón ción y la tensión entre el destino natural de Faustina y la aspiración cllllll-
no es en absoluto una aparición transnatural; es sólo una ficción ideoló- ral, acósmica, de Justina se encuentran en medio de la escena de Calde-
gica que se expresa como Ficino y Juan Pico, acumulando en él lo esen- rón.
cial de una doctrina que el público reformado había aprendido a despre- Como el Fausto de Goethe, el Mágico proqigioso se abre con un «pró-
ciar y detestar. Es suficiente con escucharlo hablar: Víen/ En la fabrica logo en el cielo» en el que el demonio, que está bajo la depende_ncia del
gallarda 1 De/mundo se be, pues fue! Solo tm concepto al obrar/a./ Sola una vo- Señor, se propone poner a prueba la ciencia de Cipriano y la v1rtud de
luntad lt~fo/ Esa arquitectura rara/ Del cielo, una sola al sol,! Luna y estrellas Justina. Sigue el «Monólogo de los grübelnden Gelehrten•>, en el que el jo-
vifarras,l Y una sola alltombre, que es/ Pequeño mundo con alma. La Teologfa ven Cipriano no se revela preocupado, como Fausto, por el problema de
platónica de Ficino es la fuente en la que el demonio se nutre de su sabi- la vejez y de la vanidad de las cosas terrestres, sino simplemente por una
duría engañosa: allí también el mundo está considerado como una obra cuestión teológica que no llega a resolver: él quisiera comprender quién
maestra de arte (artificiosissimum mundi opificium) y el hombre-microcos- es este dios descrito en un pasaje de Plinio en términos de «belleza ab-
mos (parvus mundus) como el artificio de una naturaleza audaz (rwturae au- soluta, esencia y causa, todo vista y acción» (todo vista y todo manos, v.
dentissimum artificium). La ciencia que posee el demonio es el <<arte•>, es de, 261 -263). Intentando separar dos pretendientes furiosos de la bella Justi-
cir, la magia (v. 219): en particular, puede hacer descender los astros sobre na, hija de Lisandro, el propio Cipriano se enamora de esta maravillosa
la tierra (v. 1.790 y ss.) y convencer a Cipriano. de sus posibilidades mo- criatura. Pero él ignora que en realidad Justina es el nombre de bautizo
viendo una montaña (v. 2.579 y ss.). de Faustina, que ésta no es la hija de Lisandro y que, además, éste tam-
En cuanto al propio Cipriano, aprende nigromancia, piromancia y poco es lo que parece. Lisandro y Justina son ambos criptocristianos, cris-
quiromancia y, para operar, t,raza unos caracteres, asegurándose la coo- tianos que ~e esconden en el interior de una sociedad que les es hostil;
peración de los astros, de los vientos y de .]os espíritus de los difuntos Lisandro ha adoptado a Faustina a la muerte de su madre, que había sido
(v. 2.720 y ss.), en la tradición de Marsilio Ficino, Cornelio Agrippa y una mártir cristiana. Y lo que Cipriano ignora igualmente es que Justina
Giordano Bruno. ha consagrado su alma y su cuerpo al mjsmo Dios por el que su madre
A decir verdad, las operaciones mágicas no son descritas más que muy había sacrificado su vida.
superficialmente en el Mágico prodigioso. Lo que era importante era esta- En el fondo, Cipriano sólo ve en Justina lo que ya no es: la bella Faus-
blecer una relación directa entre la magia y el demonio, y entre éste y el tína, un producto perfecto de la naturaleza, que ejerce en él una profun-
Renacimiento, el enemigo número uno de la Reforma. Calderón lo con- da f.'lscinación erótica. En el fondo, aunque inocente, la joven no puede
sigue sin ninguna dificultad. A continuación se concentra sobre lo que impedir lanzar a su alrededor encantamientos mágicos naturales: ella es la
podríamos llamar el <<significado libidinal•• de la magia, en la ecuación que faustiza a Cipriano, la que lo transforma en Fausto, la que casi le obli-
eros = magia que también procede de la herencia del Renacimiento. Es ga a utilizar la magia erótica.
en este momento cuando entra en juego Faustina, cuyo nombre adquie- Si comparamos el Mágico prodigioso con la leyenda cristiana, vemos
re un simbolismo bastante preciso, desde que lo ponemos en relación con que, en Calderón, un juego erótico más sutil interfiere en la narración,
Fausto. un juego que corresponde perfectamente a las concepciones de la Re-
Antes de ser esencialmente una cristiana (cosa que no sabe Cipriano), forma; es la propia naturaleza la que es pecadora, la que engendra el eros;

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es Faustina la que, sin saberlo;faustiza todos los males a su alrededor. ¿Có- La meditación y la plegaria salvaguardan la libre voluntad de Justina,
mo salir de este dilema? La joven todavía no podría emplear los medios expulsándola delmtmdo natural y anclándola en el mundo de Jos valores
refinados de la cultura para debilitar sus encantos, para aplanar su pecho de la religión. Los demonios «lascivos» del abismo no consiguen atraerla
y para adoptar un aire masculino. Para defenderse de los asaltos de Ci- hacia el mundo de la naturaleza que, por sus <•vínculos» mágicos, invita a
priano y de los demás, ella dispone sólo del arma de la meditación y la todos los seres al apagamiento de su deseo. El de monio no consigue
plegaria. Pero el e ros tiene sus propios mecanismos: cuanto más es recha- transformar a Justina en Faustina, al suj eto de la cultura en sttieto de la na-
zado C ipriano, tanto más aume nta su pasión. Para obtener el objeto que turaleza. Pero su fracaso no significa sólo el triunfo del espíritu de la Re-
desea, sólo le queda firmar, con su propia sangre, un pacto con e l demo- forma sobre el espíritu del R e nacimiento, sino también el triunfo del
nio, prometiéndole su alma a cambio de Justina. A su vez, el demonio principio de la realidad sobre el principio del placer. En efecto, la magia
despliega potentes operaciones de magia erótica, que deberían de conse- erótica, cuyo presupuesto consiste en la transmisión de fantas mas del emi-
g uir entregarle a Justina a pesar de ella. Lejos de llamar en su ayuda a sus sor al receptor, no da ningún resultado: e l demonio sólo puede ofrecer a
horribles cofrades de los abismos infernales, el demonio se contenta con C ipriano una apariencia horrible de Justina, un espectro demoníaco. Es-
provocar, por sus invocaciones mágicas, un dulce fimtasma erótiro cuya fi - to significa que la magia erótica no es capaz de producir más que fantas-
nalidad sería la de turbar a Justina, despertar su ser natural demasiado ador- mas y que el apaciguamiento del deseo que propone no es real, sino tam-
milado y suscitar y animar su feminidad. E l principio de esta operación bién .fa11tástico. Dicho de otro modo, las operaciones de la magia tienen
descansa en las leyes de la magia erótica enunciadas por Ficino y desarro- lugar en un círculo cerrado: la ma,~ia erótica es 1111a forma de a11tismo.
ll~das por Bruno: hay que actuar sobre la fantasía del sujeto, teniendo en C iertamente, esta consecuencia sobre pasa de lejos las intenciones mo-
cuenta sus propias particularidades. Además de confiar excesivamente ralizantes de Calderón, pero no deja de est:tr implícita en el desarrollo de
en el hecho de que Justina es también Faustina - es decir, un producto de la acción. Más adelante, cuando se apaga e l fervor religioso de la Refor-
la naturaleza tanto como un producto de la cultura, una muje r y además ma, eso es todo Jo que queda: el potente contraste entre la imaginación
una cristiana-, el demonio había cometido el error irreparable de no ha- (principio del placer) y el libre arbitrio (principio de la reaJjdad) y la idea
ber leído el lustitutic> Sacerdotum del cardenal Francisco de Toledo (m. de que el autismo mágico carece de ti1erza real.
1596), que acababa de aparecer en Roma36, antes de que Calderón mar- A fuerza de triunfar sobre Faustina -su contrapartida «natural», su pro-
chara hacia los Países Bajos. Si la hubiera leído, el demonio sabría que le pia feminidad, su propio derecho de desear y de gozar-, Justina acaba por
e ra imposible influir en el libre arbitrio de alguien; todo Jo que pue de ha- triunf.1r sobre Cipriano. El final de la obra corresponde perfectam ente a
cer se limita a producir fantasmas para actuar sobre la imaginación, pero las intenciones de la R eforma y puede interpretarse facilrnente según las
e l libre arbitrio persiste. Se puede acusar al demonio de una cierta igno- realidades históricas· de la época: Cipriano y Justina serán unidos en la
rancia en el ámbito de la teología, pero no de no haber actuado según las muerte, lo que significa una victoria completa de la cultura sobre la natu-
reglas de la magia fantástica. Había revelado a Justina el mundo de la na- raleza, del libre arbitrio sobre la imaginación , del principio de la realidad
turaleza, bañado totalmente por el soplo del eros, para despertar en ella sobre el principio del placer, de Thanatos sobre Eros. E l doble martirio no
los apetitos carnales: Ea, hifemal abismo, 1 Desesperado imperio de ti mismo, 1 es más que un símbolo anacrónico: según el ideal de la Reforma, sí Ci-
De tu prision ingrata/ 1i1s lascivios espirit11s desata,! Amcltafalldo myna/ Al priano hubiera sido un joven sabio recuperado por la Iglesia y Justina una
virgen edificio de )11stitw.l Su casto pensamiento/ De mil torpes fantasmas en el joven virtuosa de senos aplanados, habrían podido contraer matrimonio y
viento/ Yo se itiforma, Sil lwncsta fantasía/ Se llene, y con dttlcissima armonía/ tener hijos, puesto que el fuego del eros habría estado apagado entre ellos ·
Ii>do proboq11e amores, 1 Los paja ros, las plantas y las flores. 1 Nada mireu sus para siempre.
ojos 1 Q 11e 110 sean de amor d11lces despojos. 1 Nada oygan sus oydos 1 Q11e 110 La revolución del espíritu y de las costumbres o perada por la Refor-
scm1 de amor ticmos gemidos (v. 2.823 y ss.) . ma apuntaba a la completa destrucción de los ideales del Renacimiento.

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Éste concebía el mundo natural y social como un organismo espiritual en Treinta Años (1618-1648) entre los estados católicos y los estados protes-
el que había intercambios permanentes de mensajes fantásticos. Era el tantes, Glauber llegó a la conclusión -tanto de naturaleza religiosa como
principio de la magia y del eros, que también constimía una forma de práctica- de que sólo había una única potencia capaz de asegurar el or-
magia. den y la paz en Europa: Alemania. Para alcanzar este objetivo, era nece-
La Reforma destruye todo este edificio de fantasmas en movimiento, sario que Alemania fuera proclamada monarqufa mrmdial; y para ello tenía
prohíbe el ejercicio de la imaginación y proclama la necesidad de extin- en primer lugar que establecer su supremacía militar y económica sobre
guir la naturaleza pecadora. Emprende incluso la uniformización artificial el resto de la tierra, cosa que sólo podría hacer mediante el desarrollo de
de los sexos, para que las tentaciones naturales desaparezcan. una tecnología militar más avanzada. Dejemos de lado la solución ceo-
En el momento en que los valores religiosos de la Reforma pierden nómica de Glauber consistente en acumular productos para los años de
toda su eficacia, su oposición teórica y práctica al espírim renacentista re- carestía. Su solución estratégica es decididamente más interesante y nos
cibe una interpretación de orden cultural y científico. Pero se trata de una ofrece la clave para comprender el origen de la «carrera de armamentos,,.
lección que la humanidad ya ha aprendido: lo imaginario y lo real son Glauber postula el uso del arma química no sólo para garantizar la supre-
dos ámbitos distintos, la magia es una forma de autismo, el principio de macía militar de Alemania, sino también para frenar los progresos de los
la realidad se opone al principio del placer, etc. turcos en Europa. Él mismo crea un arma más eficaz que la pólvora de
fusil, en concreto unos tubos a presión por los que se pueden pulverizar
4. ¿Un producto final? ácidos sobre la armada enemiga, así como granadas y bombas de un áci-
L~ civilización occidental moderna representa, en conjunto, el pro- do que permiten conquistar las fortificaciones del adversario. El arma
ducto de la Reforma -de una reforma que, vaciada de contenido reli- química tiene, para Glauber, una doble ventaja: asegurar la victoria a la
gioso, conservó sin embargo sus formas. armada que la posee, y cegar a los soldados enemigos sin matarlos. Los pri-
En el plano teórico, la gran censura del imaginario conduce,:: a la apa- sioneros podrán de este modo convertirse en una fuerza de trabajo a buen
rición de la ciencia exacta y de la tecnología moderna. precio, que además garantizará la supremacía económica de Alemania.
En el plano práctico, su resultado es la aparición de las instituciones Glauber se da cuenta de que los secretos de las nuevas armas acabarán
modernas. fatalmente por ser conocidos por el adversario -ya sean los turcos o cual-
A nivel psicosocial, constituye la aparición de todas nuestras neurosis quier otro-. Ésta es la razón por la que prevé la existencia de un grupo
crónicas, debidas a la orientación demasiado unilateral de la civilización de sabios -«gente dotada de una inteligencia rápida y penetrante»- dedi-
reformada, a su rechno radical del imaginario. cados exclusivamente a desarrollar y perfeccionar un armamento cada vez
Vivimos todavía, por decirlo de algún modo, en un apéndice secula- más sofisticado. El carácter de la guerra cambiará por completo: ya no se
rizado de la R eforma y, en realidad, muchos fenómenos de nuestra épo- ganará por la fuerza brutal,_sino por la inteligencia de sabios e ingenieros:
ca de los que nunca hemos buscado una explicación histórica se remon- «La fu erza dará lugar al arte, pues el ar te consigue algunas veces vencer a
tan a los grandes conflictos espirituales y políticos de los siglos XVI y XVII. la fuerza& 37•
Estamos acosmmbrados a considerar como totalmente normales los pro- Las previsiones de Glauber se revelarían exactas: no sólo Alemania in-
.gresos de la tecnología militar y de la «carrera de armamentos)), pero esta- tentó muchas veces, sin éxito, obtener la «monarquía del mundo,>, sino
ríamos tanto más sorprendidos de que éstos también se pueden imputar que efectivamente el carácter de la guerra moderna cambió hasta tal pun-
a las ideologías del siglo XVII, en primer lugar a un personaje muy céle- to que ya no se desarrollaría sobre el terreno, sino únicamente en los la-
bre en su tiempo, pero del que poca gente recuerda todavía el nombre: boratorios de las grandes potencias.
el químico Johann Rudolf Glauber. Todo esto no constimye una curiosidad de orden histórico, sino la
Prof~ndamente afectado por los acontecimientos de la guerra de los prueba fehaciente de que nuestra civilización se mueve .todavía dentro de

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los surcos trazados por la Reforma y por los acontecimientos políticos
que le siguieron. E l Occidente moderno asume - como vio muy bien
Nietzsche- el carácter de un producto fatal de la Reforma . Pero ¿consti-
tuye también el producto final, cuyas líneas de desarrollo han sido fúadas,
de una vez por todas, en los siglos XVI y XVII?
Con esta pregunta se cierra nuestro libro, sin osar formular demasiado A pén dic e 1
claramente una esperanza que sería sólo utópica: que un nuevo renaci- (al cap ítu lo 1, 3 )
miento del mundo pueda volver a motivar todas nuestras neurosis, todos
nuestros deseos de supremacía, todos los conflictós y todas las divisiones . Los orígenes de la doctrina d e l ve hí c ulo d e l a l mn
existentes. Los neoplotinianos que utilizaron la doctrina del vehiculo del nlt1 H1
Para q ue se manifestara un renacimjento semejante, sería necesaria la afirmaban que ésta existía ya en los escritos de Platón; pero los pas:ljcs cid
intervención de una nueva reforma que prodtúera, de nuevo, una pro- maestro en los que se apoyaban (Fedón, 113b; Fedro, 247b; Timeo, 4 1e, 44<.:,
funda moilificación de la imaginación humana para fijar otras directrices 69c) no guardaban relación alguna con el cuerpo sutil que reviste el al-
y otros objetivos. Dudamos sólo de que ofrezca una apariencia amical y ma. Con todo, es cierto que, en sus Leyes (898e y ss.), donde se discute
benigna para los que conozcan sus trastornos. la manera en que e l alma gobierna el cuerpo, Platón adnútía, como sim-
A fin de cuentas, lo que importa es que prepare el clima ecológico pa- ple hipótesis lógica, la existencia de una envoltura ígnea o aérea del alma,
ra que una nueva <<mosca ápte ra)) pueda crecer sin ser destruida; ¡ojalá fue- intermediaria entre ésta y el cuerpo fisico.
ra ésa la mutación genética que nosotros deseáramos! Aristóteles adoptaba esta concepción haciendo del pneunw el espíritu
Bucarest 1969-Groninga 1981 . de fuego sideral, la morada del alma irracional (De gen. animal., 736b, 27).
Esta parte del agregado humano es innata (symphyton), en el sentido de
que se transmite en el acto de la procreación (De gen. animal., 659b, 16).
La expresión symphyto11 pneuma es atribuida por Galeno (Stoic. vetemm,
Fra,_f?m. 11, pág. 715 Von Arnim) a todos los estoicos e iguaL11ente a Estra-
tón de Lámpsaco, el segundo director del Liceo después de Aristóteles.
La expresión symphyes hemí11 ¡meuma aparece en el doxógrafo Diógenes
Laercio (VIl, 156), y su traducción latina (consitum spiritum) en el apologe-
ta cristiano Tertuliano (cf. Verbcke, pág. 24).
El mismo Diógenes Laercio atribuye a Epicuro la concepción del al-
ma como <<un cuerpo muy sutil>> (leptomeres; X, 63) y e l adje tivo «sutih>
(leptotaton) es igualmente empleado por los estoicos (cf. Verbeke, p:ígs. 30-
31).
Con todo, las antiguas ideas acerca del pneuma sólo constituyen uno
de los componentes esenciales de lo que será la doctrina neoplotiniana del
vehiculo del ah11a. El otro componente debe buscarse, po r un lado, en la
astrología popular hermética, que se desarrolla a partir del siglo 11! a. C. y,
por otro, en la doctrina del descenso (kathodos) y de la ascensión (anodos)
del aLna, que se forma en estrecha relación con los medios astrológicos y

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cristaliza hacia mediados del siglo 11 d. C. Durante esta época es cuando los dioses [ ... ]. Dios inventó y nos concedió la vista para que, contem-
las preocupaciones ontológicas del doctor gnóstico Basilides encuentran plando las revoluciones de la inteligencia en el cielo, las aplicáramos a las
las del erudito ecléctico Numenío de Apamea y las del autor de los Orá- revoluciones de nuestro pensamiento que, aunque desordenadas, m antie-
culos Caldeas, Julián llamado el Teúrgo, hijo de Julián el Caldeo. También nen una relación con las revoluciones imperturbables del cielo [ ... ])) (Ti-
hacia esta época es cuando hay que situar la composición de una parte del meo, 47b, trad. de la trad. de E . Chambry). Ésta es la razón por la que la
Corpus hermeticum, que no se debe confundir con la vulgata astrológica astrología no era una invención humana, sino una revelación uraniana.
hermética precristiana. En el Corp11s hermeticum, la doctrina del descenso Así es como Nechepso, person;tie del primer escrito astrológico po-
(kathodos) y de la ascensión (a11odos) del hombre primordial, así como del pular (siglo 11 a. C.) que ha llegado fragmentariamente hasta nosotros (cf.
alma individual, desempeila un papel esencial. W. Gundel y H. G. Gundel, págs. 27-32), tras una noche entera pasada
La astrología hermética popular constaba de varios libros, en su mayor en la contemplación del cielo, fue interpelado por una voz de arriba y re-
parte perdidos o conservados únicamente en las traducciones latinas del cibió la revelación por medio de una vestidura que descendió y envolvió
Renacimiento, que trataban sobre astrología universal, los ciclos cósmi- su cuerpo (ibid., pág. 30) . Perspicimtts coe/11m, dirá Manilius, cur non et nw-
cos, la adivinación por el rayo, predicciones para el Año Nuevo, astrolo- nera coelí? La palabra «teoría» que, e n general, relacionamos con una doc-
gía individual y iatrológica, «clerología)) o tirada de las suertes planetarias trina abstracta, procede del griego theoria [contemplación de los dioses],
(kléroi), melotesia o simpatía entre planetas y la información contenida en que, en el vocabulario de los estoicos, designaba la mirada llena de pie-
el núcrocosmos -base teórica de la iatromatemática o medicina astroló- dad y reverencia que la filosofia dirigía a los astros, a los dioses siderales.
gica- y, finalmente, de farmacopea y farmacología astrológicas (cf. W. El f.·u noso astrónomo C laudio Ptolomeo (ca . 100-178 d. C.) tiene la
Gundel y H. G. Gundel, Astrologumena, págs. 15-19). Esta vulgata astro- sensación de abandonar la tierra y presenciar el festín de los dioses <<cuan-
nómica proponía un método de adivinación basado en cálculos matemá- do [su) espíritu sigue e l corazón de los astros>> (cf. Cumont, Lux perpetua,
ticos. Como tal, reinterpretaba en clave astronónúca técnicas adivinato- pág. 305). Vettius Valens, astrólogo de Antioquía del siglo 11 d. C., pro-
rias muy antiguas. Los planetas, las casas y los decanatos del zodíaco, los m ete, al lector piadoso que lea su antología, la relación directa con los
días de la semana planetaria, y también otras ficciones esp<icio-tempora- dioses siderales y la inmortalidad (W Gundel y H. G. Gundel, pág. 218) .
les que formaban parte de la instrumentación conceptual de la astrología, Exactamente como Vettius, el autor pagano Firmico Materno, que aca-
estaban representados como entidades personales, demonios. Además, tan- bará por convertirse en apologeta cristiano (siglo IV), considera que la
tO para los astrólogos como para los platónicos y los estOicos, la contem- condición indispensable para descifrar los misterios del cielo es el ((cora-
plación del cielo no era una simple cuestión de búsqueda abstracta preo- zón puro>> (ibid., pág. 229). Este nústicismo astral que acompaña a la as-
cupada en establecer relaciones entre las respectivas posiciones de los trología, ya sea popular o culta, procede de creencias muy antiguas rela-
astros errantes, sino que consistía en un acto que implicaba profunda- tivas a la apoteosis de los dioses y de héroes y a los catasterismos
mente e l propio ser del sujeto. Escrutar el cielo significaba en cierto mo- (transformaciones en astros o constelaciones) de diversos person;ties mi-
do remontarse a su propio origen, adnúrar la armonía de las revoluciones tológicos o políticos.
siderales (Timeo, 34d y ss.) , armonía que también ha sido encerrada en el Ciertas técnicas adivinatorias que la astrología utiliza en su provecho
alma humana. ((A nú juicio, para nosotros la vista es la mayor causa de no son m enos antiguas. Una de éstas consistía en echar las suertes.
bien, en el sentido de que ninguna palabra de las explicaciones propues- Según la mitología grecorromana, los dioses olímpicos se consideran,
tas hoy en día acerca del universo jamás hubiera podido ser pronunciada en general, como responsables de una cierta esfera de la actividad humana:
si no hubiéramos ·visto los astros, ni el sol, ni el cielo [ ... ]. Gracias a la Marte preside la guerra, Venus el amor, M ercurio el comercio y el arte
vista nosotros disponemos de la ftlosofia, el bien más precioso que el gé- oratorio, etc. Según W. G undel (Stemgla11be, Sternreligion tmd Sternomkel,
nero humano haya recibido y pueda recibir jamás de la munificiencia de pág. 132), los nombres de estas divinidades estaban inscritos en suertes

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que se tiraban sobre una superficie dividida en «campos)) o porciones a los drado a partir de los puntos o las diagonales del gran cuadrado que tocan
que se atribuían significados especiales. La disposición de las suertes en los lados del pequeño, se obtiene el cuadro de las doce casas celestes.
los campos -que correspondían a las «casas>> y a los «signos•> zodiacales- se El significado ftjo de las doce casas queda resumido en estos dos ver-
encontraban en un repertorio de todas las configuraciones posibles y, a sos latinos de la Edad Media:
cada una de las configuraciones del sistema, correspondía un texto que
pronunciaba la sentencia oracular. Vita lucrrtm fmtres genitor nati valet11do
Este método fue traspuesto en la astrología adivinatoria popular atribui- Uxor 1nors pietas re,(!nlll/1 bcnc.factaqu e carcer.
da a Hermes Trimegisto, de donde fue retomada por la astrología culta. Le- Boli-Bezold-Gundel, Storia del/'astrol., págs. 88-89
jos de constituir una técnica auxiliar, la determinación del lows fortrmae te-
nía una importancia de primer o rden, como prueba la historia de un Éste es el método de las «casas ftias•>, en las que se sitúan los signos del
astrólogo egipcio que había predicho que la tyché y el dai"111on de César se- zodíaco según el horóscopo del momento,. El otro método consiste en si-
dan más fuertes que los de Antonio (ibid., pág. 134). Una variante ele éste tuar los doce signos zodiacales e n los doce campos («signos fuos•>), lo cual
método de las suertes astrales aparecía ya en Nechepso y Petosiris, mientras da una disposición similar a la de las casas.
que Serapion, Vettius Valens y Firmico Materno discuten acerca de otros. Probablemente el método elemental para tirar las suertes se practica-
Pero los que explican detalladamente la obtención de los diversos «lu- ba sobre una m esa cuadrada con los signos fijos, o bien sobre una mesa
gares» sobre el horóscopo son Pablo de Alejandría, en sus Eisagogiká, ,es- circular que por encima contenía los treinta y seis decanatos. Las suertes
critos después del 378 d. C., y su comentador Heliodoro, alun1no de Pro- no eran más que ocho fi guras que representaban ·las «suertes» de los siete
clo en Atenas, activo entre los años 475 y 509. Pablo de Alejandría toma planetas de la Antigüedad, a los que se añadía el ascendente (lwroskopos).
la doctrina y el método de las suertes (sortes, en griego klérm) del tratado El lugar de la suerte del sol establece el agathos daimoll, el buen carácter
hermético Panarctos, perteneciente a la astrología popular helenístico- del sujeto; el de la luna el agathé tycl1é, la buena suerte; el de Júpiter lapo-
egipcia precristiana (W Gundel y H. G. Gundel, págs. 236-239). sición social; el de M ercurio las disposiciones naturales; el de Venus el
Ya hemos mencionado, de paso, la existencia de muchos procedi- amor; el de Marte el coraje y los riesgos y el de Saturno la fatalidad (nc-
mientos para determinar los lows Jortlllwe y los lugares de las <<suertes» de lllcsis) (W · Gundel; Stemgalube, págs. 132-133).
cada planeta. W Gundel, en su excelente libro Stem,{!laube, Stcmreligion El método expuesto por Pablo de Alejandría y Heliodoro sustituye el
und Stcmorakel, expone dos de ellos con todo detalle. Serán necesarias al- de tirar las suertes por un cálculo astronómico bastante simple. El lows Jor-
gunas nociones preliminares de astrología para permitir al lector seguir flllwe viene detenninado por bs posiciones del sol, la luna y el ascenden-
nuestra exposición. Los 360 grados del círculo que representa el cielo es- te en el horóscopo natal (<<carta de la genitura»). En caso de un naci-
tán divididos en doce signos y cada uno de éstos en tres «decanatos» (1 O rniento diurno, se procede a una deducción del número de signos y de
grados del círculo). Además, la astrología adivinatoria divide el círculo en grados de la luna del mismo número relativo al sol. La operación es in-
ocho <<campos>>, estableciendo ocho puntos sobre la circunferencia (ocia- versa en el caso de un nacimiento nocturno. El número de signos y de
topos): el ascendente (horoscopos, ascenderiS} y su opuesto, el descendiente grados obtenidos de este modo es deducido del ascendente, que da el kle-
(dysis, desccndens), el cen it o apogeo del sol (mes1tranema, medium coelum) y rós o lows fortrmae. Las suertes de otros planetas se obtienen por una sim-
el nadir o hipogeo del sol (antimesllmllema, imm11111 coel1tn1); los otros cua- ple deducción del número que expresa en grados la posición del astro res-
tro puntos están situados 'a 45 grados con respecto a los cuatro primeros, pectivo del ascendente (ibid., pág. 134). Heliodoro precisa, en el orden
de tal manera que el círculo queda dividido en ocho sectores de 45 gra- siguiente, cuál será la esfera de actividad sobre la que cada suerte ejerce-
dos cada uno. Los ocho puntos forman dos cuadrados, uno inscrito en e l rá su influencia:
círculo y el otro que lo inscribe. Trazando e l contorno de un nuevo cua- -b luna determina todo lo que concierne al, cuerpo humano;

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-el sol determina el <1carácter personal» de cada uno, tanto la «imagen» de los muros del campo de concentración cósmico, custodiados por los
del destino h umano, como también la posibilidad de ejercer el libre al- arcontes, hasta el padre q ue reside más allá de lo visible. E l he rmetismo,
bedrío; que muestra una actitud oscilante respecto al cosmos, re produce a menu-
-de Júpiter dependen el rango y la gloria del sujeto; do los principios dualistas del gnosticismo.
-Mercurio determina las cualidades de la inteligencia y las capacida- E n la orientación nihilista de su voluntad de invertir los valores de la
des expresivas del sujeto; filosofia griega, los gnósticos, que estaban al corriente de la astrología
- Ventis reina sobre la esfera del amor; g reco-egipcia, retuvieron de ésta la idea de que los planetas, según sus
-Marte sobre la de la agresividad; posiciones respectivas e n e l horóscopo, pueden ejercer una influencia ne-
- Saturno reina sobre la f.1talidad (ibid., págs. 132-133). gativa sobre la suerte humana. Es probablemente en los círculos g nósti-
El orden de las sue rtes planetarias que nos ofrecen Pablo de Alejan- cos egipcios donde la vieja idea del descenso del alma del cielo se com-
dría y su comentador resultará de particular importancia Qúpiter, Mercu- bina con un esquema cosmológ ico de origen griego. Por supuesto, la
rio, Venus, Marte y Saturno) . Con una simple inversión de lugar entre selección cultural exige q ue el fundamento nihilista del gnosticismo esté
M ercurio y Venus, volvemos a encontrar el mismo orden en un ostrakon presente en la atribución a los planetas de efectos únicamente negativos.
demótico del siglo 1 d. C. y en las Apotelesmata del seudo Manetón, c u- . Que los arcontes gnósticos son divinidades planetarias, hay muchos
yo ai.1tor, nacido en realidad en mayo del año 80 d . C ., debió de ejercer textos que lo confirman. Ireneo de Lyon lo dice expresamente cuando se
su actividad bajo el reinado del emperador Adriano (117-138 d. C.; cf. W refiere a los ofitas: sanctam a11ten1 llebdomadem septem stellas, quas diwnt pla-
G undel y H . G. G undel, págs. 160-163). Según estos autores esta dispo- netas, esse volunt (Adv. Haer., 1, 30, 9). Los amos del mal son concebidos
sición de los planetas se re m onta a un orden egipcio que encontramos en como personajes reales, provistos de nombres, con cuerpos terimorfos: de
los monumentos de la XIX.' y XX.' dinastía (ibid., pág. 163). Hacia el si- león, de asno, de hiena, de dragón, de mono, de perro, ,de oso, de to ro,
glo IV d. C., el orden Saturno, M ercur io, Venus y Júpite r reaparece en el de águila, etc. (cf. M. Tardieu , Trois Mytlles gnostiques, págs. 61 - 69). Estas
escrito g nóstico Pistis Sop!Jia (IV, CXXXVI, págs. 234, 24 y ss. Schmidt) . representaciones proceden, muy proba blem ente, de la interpretación de
Lo volveremos a e ncontrar (en Servio) en las páginas. siguientes. Es muy la propia astrología hermética, en la que todas las convenciones espacia-
probable que, hacia finales de l siglo 1 d. C., Plutarco de Queronea lo ha- les estaban personificadas. La palabra «zodíaco>> (zodiakos) significa, po r lo
ya encontrado y utilizado e n la doctrina bastante original de los <1colores demás, «CÍrculo de animales>>, pues la mitad de los signos poseen una for-
del alma>> desencarnada, ante el tribunal de los dioses (cf. Culianu, Iter in ma animal: morueco, toro, cangrejo de mar, león, escorpión y un animal
si/vis, vol. 1, págs. 69-71). f.1ntástico, el capricornio (mitad cabra, nútad pez). Estas entidades se con-
Durante el mismo período los gnósticos y los herméticos, autores cebían como vivas y provistas de una existencia autónoma. Podían ser in-
anónimos del Corpus hermeticum, adaptaban la doctrina astrológica de las vocadas mediante ritos m ágicos, tal y como los astros en general, espe-
suertes al espíritu de su pensamiento. El gnosticismo se caracteriza por su cialmente la luna (cf. S. Lunais, Reclwrches sur la Lune, 1, págs. 221 -223).
acosmismo antropológico y por su anticosmismo: el hombre es una cria- A los siete arcontes gnósticos corresponde una hebdómada de vicios. .El
tura arrojada al m undo maléfico que es el mundo natural. Sin embargo, alma del gnóstico, en su ascensión póstuma hacia el padre, encuentra pre-
por su origen, el hombre sobrepasa el del lugar maléfico donde está apri- cisamente en su canúno a estos terribles aduaneros, a los que debe ablan-
sionado, pues contiene en sí mismo una dúspa pneumática que procede dar por medio de contraseñas y de amuletos . .Es probable que estos adua-
de la auténtica transcendencia. Esto significa q ue existe también una trans- neros celestes no se contentaran con esto y, en ciertos casos, se consideraba
cendencia «f.1lsa»: la del demiurgo malvado de este mundo y de sus ayu- que retenian el alma en la que encontraban el vicio que ellos mismos re-
dantes o <1príncipes>> (arcontes). La gnosis en sí misma constituye el cono- presentaban.
cimiento teórico y práctico del origen del hombre y del ascenso, a través Otro texto del gnosticismo popular, el Pistis Sophia, nos aporta más

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precisiones acerca del proceso de cosmización y decosmización del aJma. un cristiano muy erudito del siglo 11 , influido por el cristianismo egipcio,
El capítulo CXXXI de este escrito copto publicado por C. Schmidt ex- la gnosis vulgar y el platonismo medio. Para BasíUdes, el p11euma trans-
plica cómo los arcontes, recibiendo el p11ermw Juminoso qm: dt:sciende, cendente pertenece al cosmos. Los vicios cósmicos atacan el alma y se in-
lo corrompen «Situando cada uno su parte en el alma>>. El mismo capítulo crustan en ella bajo forma de concreciones o «apéndices» (prosartémata),
precisa que los cinco arcontes son los espíritus encargados de los plane- que se corresponden de cerca con el aiiiÍIIrÍIIrorr prreuma del tratado copto
tas, a los que se añaden, cuando tiene lugar la formación de este revesti- Pistis Soplria. Una concepción símiJar debe de haber sido sostenida por su
miento negativo del alma (a11timimo11 pneuma), las influencias del sol y de hijo Isidoro, autor de un tratado Sobre el alma adverrticia (cf. W. Bousset,
la luna: «Y los arcontes sitúan el antimimo11 p11euma en el exterior del al- Hautprobleme der G11osis, pág. 365; sobre Basílides, cf. G. Quispel, Gnostic
ma [ ... ], lo atan al alma con sus sellos {sphragides) y sus vínculos y lo se- Studies, 11; en general, C ulianu, Psyclrm10dia 1, Leiden 1983) .
llan {sphmgiz einj sobre el alma, de m.anera que empuja al alma a perseguir El Corpus hermeticrmr no se limita a retomar los postulados gnósticos,
constantemente estas pasiones y sus injusticias [.. .]». Puesto que en el ca- sino que añade la descripción de la ascensión del alma, después de la
pítulo CXXXVI de Pistis Sophia el orden de los planetas es el mismo que muerte física, con el abandono de los vicios respectivos en los sucesivos
aparece en la exposición de la doctrina de las «suertes» del tratado Palla- planetas. E l primer y el décimo tratado del Corpus se ocupan igualmente
retos, podemos concluir que la idea de atribuir a los arcontes planetarios de la cosnúzación y de la decosnúzación del hombre primordial, proce-
la facultad de depositar vicios en el alma no era otra cosa que la versión so que constituye el modelo del destino de cada alma individual que des-
mitológica de la cleromancia astrológica. Tanto más cuanto que un tex- ciende al mundo físico. Tras su incorporación, el individuo lleva en sí
to más tardío, perteneciente a Servio, el comentador de Virgilio, nos mismo, de manera absolutam ente concreta, la información astral que ha
ofrece una prueba irrefutable que apoya nuestra tesis: q1111111 desce11drmt arri- recibido en el momento de su pasaje planetario, bajo la forma del hei-
mae ... «en su descenso, las almas reciben de Saturno la torpeza, de Mar- marméllé o «destino estelar». A. J. Festugiere (Hermetisme et mystique pai"en-
te la violencia, de Venus la luj uria, de Mercurio la avidez material, de Jú- rre, pág. 20) resume la historia de la errsomatosis, descenso en el cuerpo, in-
piter el deseo de poden> (Ad. Aetr., VI, 714). Una doctrina similar, que sin corporación del hombre primordial: «Este hombre ideal, en virtud de
embargo no implica el proceso de cosmización del alma, es expuesta por una caída cuyas peripecias varían de mito a mito, pero cuyo principio es
Servio en otro pasaje de su comentario a la Eneida, donde el orden de los comúnmente el eros, cae en el mundo de la materia, esto es, sobre la tie-
planetas es el de los días de la semana astrológica (Ad. Ae11., XI, 51). En rra. En el curso de su caída, el hombre empieza, en general f... ], por re-
la primera parte de este último pasaje, Servio no hace más que exponer vestir un cuerpo astral o pneumático, vehículo (oclréma) delrrotls (que no
el principio de la cleromancia astrológica: la luna determina las cualida- puede estar en contacto directo con la materia), intermediario entre el
des del cuerpo, M arte la sangre, M ercurio el intelecto, Júpiter el rango, rrotís inmaterial y las concreciones cada vez más fryliques que se incrustan
Venus el deseo, 'Saturno el humor. Según su conclusión, <dos difuntos se en él; después, a medida que atraviesa las siete esferas (donde, entre otros
Uberan de todo esto en las resferas] singulares (de los planetas]>>, que cons- mitos, se encuentran los doce signos del zodíaco), este hombre-1/0tís va
tituye una alusión a la ascensión del aJma, en un contexto bastante im- revistiéndose, a modo de túnicas, de los vicios de los siete planetas (o de
propio puesto que el orden de los días de la semana no corresponde con los arcontes que presiden en ellos .. . ); manchado de este modo, se encar-
el orden de los planetas en el universo. Pero, desde el momento en que na por fi n en un cuerpo terrestre y se uhe a la n:\turaleza material».
se trataba de la misma teoría cleromántica que había servido como base a Los capítulos XXV y XXVI del Poirrrarrdrés hermético describen la de-
la elaboración de la idea de descenso y ascenso del aJma a través de las es- cosmización del alma individual, la deposición de los vicios planetarios
feras planetarias, cabe suponer que Servio mezclaba conscientemente cuya suma forma el lreimamrél!é, la f.1ta lidad astral: <<Y de este modo el
causa y efectos. hombre se lanza entonces hacia lo alto a través del armazón de las esfe-
En el gnosticismo popular se inspira el doctor alejandrino DasíUdes, ras, y en la primera zona abandona la potencia de crecer y decrecer, en

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la segunda las actividades de la maljcia, pérfida en adelante sin poder al-
guno, en la tercera la ilusión del deseo ya sin efecto, en la cuarta la os-
tentación de poder despro~ista de sus ambiciosos objetivos, en la quinta
la audacia impía Y. la temeridad presuntuosa, en la sexta los medios vi-
ciosos para adquirir la riqueza, ya sin efecto, en la séptima zona la men-
tira que tiende las trampas>> (Corp. herm., l, 25, pág. 15; 15-16, 4 Nock- Apéndice 11
Festugiere, corregido por O. P. Festugiere, Révélation d'Hermes Trimégiste, (al capítulo 11, 3)
vol. lll, págs. 303-304).
El autor del Pima11dre, sin dar los nombres de las esferas, adopta en es- Las delicias de Leo Suavius
te pasaje el orden «caldeo>> de los planetas (Luna, Mercurio, Venus, Sol, La fortuna de la Hypnerotomachia en Francia constituye uno de los epi-
Marte, Júpiter, Saturno), procedente del cálculo griego de las distancias sodios más interesantes de la hjstoria del ocultismo parisino del siglo XVI,
medias de los <•astros errantes>> en relación con la Tierra, en razón de las vinculado a la personalidad del alquimista y hombre de letras Jacques Go-
duraciones respectivas de sus revoluciones. Este orden, cuya antigüedad hory, injustamente olvidado en nuestros días.
no debe ser menos venerable que la del orden «egipcio» preferido por En agosto de 1546, Loys Cyaneus acababa de imprimir para Jacques
Platón, se había convertido en clásico para todos los tratados de astrolo- Kerver, <<librero jurado de la Universidad de ParÍs», la Hypnérotomachie ou
gía. Discours du Songe de Poliphile, déduisant comme Amour le combat a l'occasion
Finalmente, el término ochéma, «vehículo», se refiere ya, en un pasaje de Polia 1• Este volumen se abría con la dedicatoria del traductor Jean Mar-
del segundo tratado del Corpus, al cuerpo pneumático que reviste el al- tín al cardenal de Lenoncourt, del que era secretario.
ma (X, 13). Sin embargo, ni Plotino ni su discípulo inmediato, Porfirio, En una nota en latín añadida a la segunda edición, publicada por Ma-
dan todavía este nombre al cuerpo astral o cuerpo sutil que envuelve el rin Masselin para Jacques Kerver en 1553, el propio Jacques Gohory re-
alma, del que sin embargo conocen la existencia. Serán los neoplatónicos lata una historia que lo convierte en el presunto traductor de una prime-
tardíos quienes llegarán a formular la teoría completa del «vehículo del al- ra versión de la Hypnerotomachia, cincelada ulteriormente por Jean Martín.
ma», cuya expresión más elaborada se encuentra en los Elementos de teolo- Goho"r y habría recibido la visita de un caballero de Malta, «hombre de
gía de Proclo. espíritu y cultura>> (vir ingenio faci/i cu/toque), que habría puesto en sus ma-
[Para detalles mucho más precisos y una bibliografía suplementaria, nos una traducción imperfecta del libro. Impresionado por su contenido
remitimos al lector a nuestro «Ordine e disordine delle sfere» en: Acvwn iniciácico, pero incapaz de llevar a cabo la revisión del manuscrito (sin du-
n. 0 55 (1981), págs. 96-110, y sobre todo a Expériences de /'extase, Payot, da a causa de sus múltiples actividades), Gohory lo puso en manos de su
París 1984.] amigo Jean Martin 2 •
' La atención que Gohory prestó al libro de Colonna, adornado con
admirables grabados en madera atribuidos a veces a Rafael, aJean Belli-
ni, a Carpaccio y a Mantegna 3 , merece aquí un análisis atento.
Letrado en el parlamento de París y diplomático, Jacques Gohory o
Gohorry, en latín Iacobus Gohorius, que también escribió bajo el seu-
dónimo de Leo Suavius, pertenece a la galería de los espíritus curiosos
del siglo XVI. Se interesa por las cosas del nuevo mundo, traduce al fran-
cés el Amadís de Gaula y a Maquiavelo, practica la alquimia y la magia, si-
gue los debates sobre el arte de la memoria, cree en la demonomagia de

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Trithemius y redacta un comentario de las obras de Paracelso, que inter- nudo se deleitan en el laberinto de árboles adamado con un torreón en d cen-
preta en términos ficinianos. Viaja, edita libros y firma numerosos prefa- tro y con cuatro torretas de olmos inclinadas en las cuatro esquinas. Otros, en la
CIOS. fi1ente artificial que mana por conductos de plomo. Otros, con las frutas de los
Con todo, esta desbordante actividad responde a un denominador co- árboles que, de rodo tipo y en gran número, están planrados en la línea de am-
mún : Gohory no se ocupa, excepto en contadas excepciones, más que de bos lados, junto a los caminos y senderos. Algunos en el linde de dos pabello-
textos de una desconcertante oscuridad4 • Es aq uí donde se impone el al- nes, uno cubierto de cimclos y el otro de caezos. Otros, en el ejercicio de la
quimista, que redescubre en cada obra abstrusa la alegoría de la Obra, ex- bocha o el bolo bajo una larga y ancha glorieta emparrada. Y cuando alguna
plicando obscrtrrtlll per obswrius. Así es como el Amadfs de Gaula, el poema obligación les hace marchar, miran la hora en el cuadrante horizontal del com-
m edieval Ln j ue11te peligrosaS o los grabados q ue ilustran las gestas de J asón 6 partimento. Otros se entregan a la música coral y de intntmentos en la galería
se transforman e n «misterios secretos de la ciencia minerah}. Esta tenden- historiada (... )'z.
cia aparece también en la nota latina a la segunda edición de la 1-lypllero-
tomachia, obra compuesta por los initiati sacris sartctioris Philosophiae, que «se Resultaría poco sorprendente que los investigado res del futuro tuvie-
retiran en la contem plación de las cosas abstrusas», sese i11 rcmm abstmsa- ran que se1ialar que a este ocultista apasio nado de f.1 rmacopea, traducto r
mm co/1/emp/athme abdiderrtlll. Lejos de seguirles, el letrado Goho ry parti- de una anónima Histoire de la Terrc Neuve dtt Pen't (1545), corresponde un
cipaba activamente en la vida pública. Entre 1554 y 1556 acomp:Hió e n una lugar como precursor en la sorpre ndente historia de la impo rtación de la
misió n diplo m ática a Roma al embajador Odet de Selve y, en la ciudad coca, cuyo profeta, un corso llam ado Angelo M ariani, fue detenido de
santa, conoció a Joachim du Bellay y a O livier de Magny. H abía estrecha- pro nto po r la e ntrada en vigor de la «Pure r~ood :md Drug Law>> de 1906 13•
do amistad con muchos miembros y amigos de la Pléyade, como Dorat, Sin embargo, sí q uedó una de las más fl orecientes industrias de los Esta-
Belleau, Ba"if, J odellt:, M. A. Muret, Derusot, Fauchet y Pasquier7 • La Aca- dos U nidos, la de la coca- cola.
demia de poesía y música inaugurada por Ba"if en 1570, en cambio, no lo En cualquier caso, la rica personalidad de Jacques Gohory nos intere-
cuenta entre sus miembros, tal vez. a causa de ciertas intrigas de cor te a sa aquí por otros motivos. Traductor o, por lo menos, intermediar io en
las q ue Gohory parece aludir con amargura8 • Se afana en abr ir él mismo, la edición francesa de la Hypuerotomachia, Gobory apreció este escrito por
en 1571, el Lycitllll philisopltal Sau Marcelliu (en el barrio de Saint-Mar- los profundos misterios alquímicos intuidos entre el velo de su oscuridad.
ceau)9 y, en el j ardín boticario que cultiva para disponer de la materia pri- Comentador de Paracelso, estaba acostumbrado a las más delicadas o pe-
ma de sus experiencias alquímicas, parece preferir la compañía de los mé- raciones her menéuticas. Una de éstas consiste en la interpretación de Pa-
dicos. Ya muchos años antes, puesto q ue Jean Fernel m urió en 1558, racelso a través de las obras, del todo transparentes, de Marsilio Ficino 14•
había mantenido interminables discusiones con éste acerca de la medici- La claridad de este último no le asegura en absoluto el favor de Jacques
na de Paracclso. En otra ocasión había coincidido con Ambroise Paré, J ean Gohory, q ue sólo encuentra e n e llas una «versión tímida y superficial de
C hapelain y H onoré C hastellan en casa de o tro m édico, Leonard DotaP0 • Paracelso>}15 pero, sin e m bargo, le permite comprender la grandeza tene-
E n su libro dedicado a las propiedades del tabaco, publicado e n 1572 ba- brosa del m édico suizo. Según Walke r, esta superposición no siempre
jo e l título de Trtslruction sur l'lterbe Petum, Gohory nos ha dejado una m e- funciona, puesto que Gohory le atribuye una teoría de la magia espiritual
morable descripció n de su parque, donde preparaba m edicamentos de calcada de Ficino, mientras que Paracelso, en cambio, negaba la influen-
Paracelso, practicaba la alquimia y fabricaba talismanes «sig uiendo la opi- cia de los planetas sobre el espíritu humano '1•• E n todo caso, Ficino, Pa-
nión de Arnau de Vilano va y de Marsilio Ficino»11: racelso y Gohory comparte n la idea del cuerpo astral que se interpone
entre el cue rpo físico y el alma. Esta asiduidad de nuestro personaj e en la
Espero que en primavera no habrá planta rara y extrai1a en este país que no aplicación de las teo rías ficin ianas explica por lo menos su interés por
este sembrada o plantada para dar satisf.1cción a las personas de espíritu que a me- la H ypnerotomachia, si no toda su carrera como ocultista. Tratándose aquí

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únicamente del' primero, podemos concluir que, incluso si la interpreta-
ción de Gohory no resulta adecuada, éste sí estaba en lo cierto al consi-
derar este escrito como una descripción de acontecimientos que tienen
lugar en el mtmdtts imaginalis. Justamente esto es en lo que consiste la
Hypnerotonwchía: en una aventura fantástica que se consume entre f.'lntas-
mas. Apéndice 111
(al c a pítulo 11, 4) ·

Tout aussi tost que cest esprit angelicque se fut disparu de ma L1ntaisie, se
plaint Poliphilc, je m'csveillay, las et cassé par les estroictz ambrassements dont
il m'avoit estraiñct a mon advis; et demouray plein d'amertume, voyant absen-
ter de moy cellc par qui j e devoye vivre, laquelle m'a conduict et eslevé asi hau-
tes pensées.

[Tan pronto como este espíritu angélico hubo desaparecido de mi fantasía,


se lamenta Polifilo, me desperté, cansado y L1tigado por los estrechos abrazos que
me parecía que me había dado; y permanecí Ueno de amargura, viendo cómo se
ausentaba aquella por la que yo debía vivir y quien me había conducido y ele-
vado a tan altos pensamientos.)

El pasaje relativo a los «pensamientos elevados», así como la tirada fi-


nal sobre la vanidad de «todas las cosas terrestres•> no deben ser tomados
en serio; lo que más cuenta, en la segunda parte de la Hypnerotomachía
son, sin duda, «los estrechos abrazos>> del súcubo Palia, su posesión fan-
tástica que provoca el cansancio de Polifilo.
Uno y otro habían sido separados en el curso de un acontecimiento
dramático: una epidemia de peste que dejó a Palia abandonada por todos
los suyos. Hizo un voto a la diosa Diana, a condición de que ella acudie-
ra en su ayuda: <J'alloye vouam et promettant que si par sa douce clémence
j 'échappoye au peril, je la serviroye en chasteté tout le demourant de ma
vie•> [Yo iba profesando y prometiendo que si por su dulce clemencia yo
escapaba al peligro, la serviría en castidad todo el resto de mi vida]. Salva-
da gracias a la intervención divina, ella renuncia al mundo y se retira a un
santuario de Diana, junto con «d'autres vierges religieuses» (otras vírgenes
religiosas). Polifilo la encontró el mismo día de su profesión y, después de
numerosas tentativas, obtuvo de ella una cita cara a cara en el templo de
la castidad, donde rogó a Polia que se apiadara de él y de su pasión.

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Su discurso, aunque cargado de emoción, resulta más realista que el sourde que la roche solide, persistant en severe volunté; parquoy le ca:ur lui ere-
de Polia. Ésta, e n razón de su voto, finge una total insensibilidad ante las va de dueil, et en mourut. Je ne fu pour toutes ces choses esbranlée de mon dur
humildes súplicas del amante. Lo que pasa es que ella jamás ha oído ha- courage, et sans faire autre demonstration de pitié, pensay de m'en allcr, aprcs
blar del principio psicoanalítico de la compensación, según el cual toda queje l'eu tiré par les piedz en un coing du temple oú il demoura; car quant :1
actitud consciente inflexible será contrarrestada por una reacción de la mis- moy, j'avoye bien peu de soucy qui en ferit les funerailles; seulement me retiray
ma fuerza y en sentido inverso por parte del inconsciente. Se espera que en grande haste toute tremblante, troublée de frayeur, comme si j'eusse perpe-
las leyes de la naturaleza, contrariadas por la decisión inapelable de Polia, tré quelque grand crime.
tomen su revancha sobre ella. Polifilo prevé de algún modo este desenla-
ce, puesto que se da cuenta de que la actitud de Polia va contra natura: (Cuando profería estas palabras, él lanzó un profundo suspiro, y cayó como
muerto a inis pies, tras haber perdido todos sus sentidos fi.tera de la lengua, que
Adoulcisscz quelque peu la dureté de votre c<eur, essaie-t-il de I'attendrir, le servía para pronunciar largos lamentos angustiados, de forma mucho más pia-
moderez l'obstination de votre f.1ntaisie; car votre noble nature en monstre point dosa de lo que os he sabido contar. Y, a pesar de ello, nunca encontró en mí
d'estre rebelle. ninguna chispa de dulzura; pues yo no me digné a responder una sola palabra,
ni a dirigirle una sola mirada, sino que permanecí obstinada, con las orejas ce-
[Suavizad un poco la dureza de vuestro corazón, intenta enternecerla él, mo- rradas a sus plegarias y más sorda que una roca sólida, persistiendo en severa vo-
derad la obstinación de vuestra funtasía, pues vuestra noble naturaleza no se luntad; por esto su corazÓn" se le partió de pena y murió. Mi duro corazón no se
muestra rebelde en absoluto.] estremeció con todas estas cosas y, sin dar otra muestra de piedad, pensé en mar-
charme tras haberlo arrastrado por los pies hasta un rincón del templo, donde
Traducido al lenguaje pneumático, esta plegaria sonaría más o menos permaneció. Pues, por lo que a mí respecta, poco me importaba quién le haria
así: «Abrid vuestros ojos y vuestro sentido interno, para que mi f.-mtasma los funerales. Sólo me retiré a toda prisa temblando, turbada por el miedo, co-
pueda entrar en vuestro espíritu y Llegar hasta vuestro corazón, del mis- mo si hubiera perpetrado un grave crimen.)
mo modo que vuestro f.-mtasma ha entrado en el mío; además, todo de-
muestra que estáis hecha para el amor: no os obstinéis en rechazarlo, no Aquí, la hipotética comparación resulta impropia, puesto que Palia era
m e matéis, pues vos seréis castigada, a vuestro turno, como una asesina». verdaderamente culpable de un crimen fantástico y, como tal, debería
Polifilo sufre, lógicamente, del síndrome letal del amor hereos; el fan- rendir cuentas ante el tribunal de las divinjdades ofendidas. En efecto, por
tasma de Polia lo ha desposeído de su sujetidad y, puesto que no puede complacer a Diana, no había dejado de disgustar profundamente a Eros.
habitar en el corazón de la joven, corre el riesgo de morir. Pero Polia, fiel Y, puesto que su actitud consciente, diurna, había sido coherente, en el
a su voto de castidad, no puede hacer otra cosa más que proteger su apa- sentido de que no había dudado ante lo peor para no romper su voto de
rato pneumático contra los asaltos del amante. Todo ocurre como estaba castidad, es durante la noche cuando el inconsciente desencadena contra
previsto. Nos lo cuenta Polia: ella sus terribles fantasmas de compensación. La censura fantástica de Pa-
lia se revela incontrolable en el plano otúrico. Justo al salir del templo don-
Lors en proferant ~es parolles, il jecta un grand soupir, et tumba comme more de se había comportado de forma tan cruel, la joven cuenta cómo fue
a mes piedz, ayant perdu l'usage de tous sens, fors de la langue, qui lui servoit arrastrada por un torbellino de viento,
de fuire longues lamentations angoisseuses, trop plus piteusement queje ne vous
ay sceu racompter. Et nonobstant cela, en trouva onques en moy aucun estin- Jeque) en ;noins de rien me porta au profund d'une forest obscure, sans me
celle de. doulceur; car je ne luy daignay respondre un mot, ny abbaisser mon f.1ire mal ni douleur, et me posa en un lieu desvoyé, encombré de buissons, ron-
oeuil vers luy, ains demouray obstinée, les oreilles closes a ses prieres et plus ces et espines. Il en fault pas demander, o elles nymphes, si je me trouvay bien

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)

esbahie et environnée de toute frayeur; car incontinent comrnenyay ii entendre [que en menos de nada me llevó a lo más profundo de un bosque oscuro, sin
ce que je vouloie crier, asavoir: Las, malhereuse infortunée. Ce cry procedant hacerme dai'ío ni dolor, y me dejó en un sitio extraviado, lleno de matorraks,
d'une halte voix feminine accompagnée de dolentes lamentations: Bientost apres zarzas, y espinos. No hay que preguntar, oh bellas ninC1s, si yo estaba invadidn y
je vey venir deux darnoyselles miserables, nues et deschcvelées, si que c'estoit presa de todo temor; pues, incontinente, empecé a entender lo que quería gri-
grand horreur, lesquelles trebuchoient souvent par se hcurter aux racines des ar- tar, a saber: Triste, desdichada desventurada. Este grito procedía de una aguda
brcs. Ces povres fernmes estoient piteusemcnt enchainées ii chaines de fer ardem voz femenina acompañada por dolientes lamentos. Poco después vi que dos
et tiroient un chariot tout espris de feu, dont leur chair tendre et delicate estoit doncellas miserables se acercaban, desnudas y despeinadas, tan grande era el ho-
cruellement arse et grillée. Lcurs rnains estoient lyées sur leurs doz, qui fumoient rror que a menudo se caían al tropezar con las raíces de los árboles. Estas pobres
et bresilloient comme le fer chault j ecté en 1' ea u, b>risant les dentz et Jaissant mujeres estaban piadosamente ligadas con cadenas de hierro ardiente y tiraban
plouvoi r de grans ruysseaux de !armes sur les chaines dont elles estoient atta- de un carro encendido de fi.tego, que quemaba y abrasaba cruelmente su carne
chées. tierna y delicada. Tenían las manos ligadas a sus espaldas, que ahumaban y bra-
Dedans le chariot y avoit un enf.mt de feu, horriblcment furieux qui les chas- seaban como el hierro caliente arrojado al agua, crujiendo los dientes y dejando
soit et battoit sans cesse ii tout une escourgée f.'ticte de nerfz, monstrant un visa- llover grandes ríos de lágrimas ~obre las cadenas con las que estaban atadas.
ge espouvcntable et terrible sur tOlites choses. Parquoy les povrcs damoyselles Dentro del carro había un niño de fuego ,' horriblemente furioso, que las per-
alloient courant etjectant maintes voi.'C plainctives. Ce neantmoins tou~ours leur seguía y las azotaba sin cesar, con un látigo hecho de nervios, que mostraba una
f.1illoit fuyr atravers la forest et trebucher ii chacun pas entre les ronces et espi- cara más horrorosa y temible que todas las cosas, por lo que las pobres donce-
nes, dont elles estoicnt escorchées et dessyrées dcpuis le pied jusques a la teste. llas iban corriendo y lanzando muchos lamentos. A pesar de elJo debían siem-
Briefle sang leur plouvoit de tous costez, si que la terre par ou elles passoient en pre huir a través del bosque y caer a cada paso entre zarzas y espinos, que las
devenoit toute vermeille. Helas elles toroient ce chariot ~a ct la, tantost d'une · despellejaban y desollaban desde la cabeza hasta los pies. La sangre les llovía por
part, tantost d'autre, sans ten ir voye ni sentier; et a veoir leur povre charnurc, jc todas partes, de tal forma que la tierra por donde pasaban se volvía roja. E llas ti-
la jugcoye cuytte et crevassée comme un cuyr ars et passé par le tan. Quant a raban del carro hacia aquí y hacia allí, tan pronto de una parte como de otra, sin
leurs gorges elles estoient si estrainctes, et lcur~ voix tant cassées et enrouées, seguir vía ni sendero; y al mirar sus pobres carnes, yo las juzgaba endurecidas y
qu'elles ne pouvoient qu'a bien grand peine respirer. Ces povres langoureuses agrietadas como las pieles quemadas y curtidas. Sus pechos estaban tan estrechos,
venues a l'endroict du lieu ou j'estoye, je vey arriver ii l'cntour du chariot plu- y sus voces tan rotas y enronquecidas, que a duras penas podían respirar. Ha-
sieurs bestes cruellcs, comme lyons, loups, chiens affamez, aigles, corbeaux, mi- biendo llegado estas pobres lánguidas al lugar donde yo me encontraba, vi có-
lJans, vaultours ct autres, que ce bourreau arresta lii. Bourreau, dy-je, non pas mo llegaban alrededor del carro muchas bestias crueles, como leones, lobos, pe-
enfant, comme il en monstroit l'apparence. Apres estre descendu de son chariot, rros hambrientos, águilas, cuervos, milanos, buitres y otros, cuando el verdugo
il delya ces deux povres martyres, puis d'une espée trcnchante leur perya les se detuvo allí. Verdugo, digo, y no niño, como mostraba su apariencia. Después
corps tout atravers du ca:ur. A ce carnage accouroient toutes les susdictes bes- de haber descendido de su carro, desató a las dos pobres mártires y, con una es-
tes, et l'enfant couppa les deux dernoysellcs chacune en deux pieces, desquelles pada aftlada atravesó sus cuerpos por el corazón. A esta carnicería se arrojaron
il tira les ca:urs, et les jecta aux oyseaux de rapine, et pareillement toutes les en- todas las mencionadas bestias, y el niño cortó a las dos doncellas, cada una en
trailles; puis demembra en quartiers le demourant du corps. Alors ces bestes af- dos trozos, de los que arrancó el corazón y los lanzó a las aves rapaces, y lo mis-
tamées accoururent incontinent pour devorer celle tendre chair feminine et mo hizo con todas las entrañas; luego, desmembró en cuartos lo que quedaba
dessyrer aux ongles et aux dentz. Helas, je regardoye ces miserables membres qui del cu~rpo. Entonces, estas bestias hambrientas se precipitaron de forma incon-
trembloient enconre entre leurs gensives, et entendoye rompre et froisser les oz, tinente a devorar aquella tierna carne femenina y desollar!~ con las uñas y los
si que j 'en avoye la plus grande pitié du monde. Jamais ne fut plus cruelle bou- dientes. Yo miraba estos miserables miembros que temblaban todavía entre sus
cherie, ny spectacle plus piteux. encías, y oía cómo rompían y magullaban s.us huesos, y sentía la mayor piedad

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del mundo. Jamás hubo más cruel carnicería ni espectáculo más lastimoso] (ver
ilus. 7).

¿De qué eran culpables las doncellas descuartizadas por Eros? Evi-
dentemente, de no haber perrrútido al t:-mtasma de sus pretendientes pe-
netrar en su p11euma, lo que debió conllevar la muerte de estas pobres dia-
blos, en las atroces torturas del amor hereos y la despersonalización. Se
espera que el dios irritado del amor administre a estas damas insensibles
un castigo equivalente a los que ellas mismas han hecho padecer a sus
inocentes amantes: ojo por ojo y diente por diente. Y Polia es llamada a
presenciarlo, para que conozca la suerte que le espera.
Sin embargo, sin saberlo, con el cuadro de fantasmas despedazados por
las bestias salvaj es, Colonna se acerca a la fenomenología del eros místico
descrita por Juan Pico y Giordano Bruno, que tendremos ocasión de co-
nocer en el próximo capítulo de este libro. El hecho de que, en dos his-
torias de fantasmas tan distintas entre sí, la de Colonna y la de Bruno, el
momento central sea marcado por la imagen el~ un desmembramiento no
es, quizás, fortuito. E n el caso de Bruno, la analogía con la fenomeno lo-
gía de la muerte y del renacimiento iniciático que Mircea Eliade nos des-
cribe en sus célebres Naissances i\1ystiques se impone por sí sola. En Co-
lonna no es posible hacer ninguna referencia a la iniciación, pero· su
cuadro psicológico no carece de verosirrúlitud. No.olvidemos que la «no-
ble naturaleza de Polia no se muestra rebelde en absoluto» a las insinua-
ciones que le hace Polifilo, La inflexibilidad de su actitud consciente es-
tá en flagrante contradicción con su destino y su suerte naturales.
Tampoco debemos olvidar que la experiencia onírica del desmembra-
miento es muy corriente y puede intervenir justo en el momento crucial
7. " ···Y d niilO coreó:. l:ts c!os
de la dialéctica de amor donde el inconsciente debe marcar su elección. doncdbs. C:\d:l una e n dos
Sin duda Polia ve, en las torturas infligidas a las dos doncellas por la trozos... • . Hypurrot<HIIoUIIid
espada del dios enfurecido, amor, y en las abyecciones de los animales sal- Polif>hili, Vene cia 1499.

v;ües, una advertencia de lo que ella deberá padecer. Su situación no tie-


ne salida, porque no puede escoger más que entre el castigo de Diana y
el de Eros, entre la desobediencia a los imperativos de la consciencia y la
desobediencia a los del inconsciente. Ante esta horrorosa alternativa, ella
pasa el resto de la jornada en gran angustia y melancolía, y la noche no
le ofrece ningún consuelo. En efecto, sin que su historia nos lo diga cla-
ramente, ·la joven es visitada por íncubos:

308
ll me fust advis que j'ouy rompre l'huys de ma chambre, et y vey furieuse- mente a dos grandes verdugos sucios y mal vestidos, rudos, cmeles, con las me-
ment entrer deux grans bourreaux sales et mal vestuz, n 1des, cmelz, les joues en- jillas hinchadas, los ojos bizcos y hondidos, las c~jas anchas y negras, la barba lar-
flées, les yeux louches et encavez, les sourcilz gros et noirs, la barbe longue et ga y enredada y llena de mugre, los labios colgantes, gruesos y espesos, los dien-
meslée et pleine de crasse, les Ievres pendantes, grosses et espoisses, les dents lon- tes largos, raros, amarillos y babosos, el color pálido, la voz ronca, la mirada
gues, rares, jaulnes et baveuses, la coleur mortifiée, la voix enrouée, le regard despiadada, la piel ruda, el pelo erizado, graso, medio canoso, las manos grandes,
despiteux, la peau rude comme bazanne, les cheveux herissez, gras, a demy cha- rasposas y sangrientas, los dedos curvos, las uñas rojas y las narices chatas y llenas
nuz, les mains grandes, raboteuses et sanglantes, les doigtz courbes, les ongles de mocos. E n pocas palabras, parecían sin duda gentes malditas, malvadas e in-
roux, les nez camus et pleins de morve. Bref ils sembloient bien gens maudictz, f.'lmes. Sus cuerpos estaban envueltos con cuerdas que llevaban en bandolera y
mechans, infames. Leurs corps estoient environnez de cordes en escharpe et au- otros utensilios de su oficio, para mostrar de qué se sabían servir. Estos grandes
tres outilz de leurs mestier, pour monstrer de quoy ils savoient servir. Ces grans villanos, frunciendo las cejas y mirándome de lado, empezaron a berrear, pues
vilains en fronceant les sourcils et me regardans de travers, conunencerent abra- no pronunciaban ninguna palabra humana, y me dijeron: Ven, soberbia y mal-
yer; car ils n'avoient point parolle ·hurnaine, et me dirent: Vi en superbe et me- vada criatura, ven, rebelde, ven, enemiga de los dioses, ven, loca e insensata
chan te creature, vien rebelle, vien ennemye des dieux, vien folle et insensée pu- doncella, que desprecias las gracias y las bendiciones di vinas. Ahora sufrirás un
celle, qui desprises les graces et benedictions divines. Tantost sera faicte de toy castigo cruel como mala mujer que eres, y tal y corno ayer lo viste hacer a las
une punition cruelle comme d'une mauvaise femme que tu es, et telle que tu la otras dos perversas doncellas orgullosas. Os dejo que penséis, oh ninf.'ls, qué te-
veiz f.1ire hyer e deux a u tres perverses damoyselles orgueiiJeuses. Je vous laisse i\ rror sufrí al oír cerca de nú a dos monstruos semejantes, que me despeinaron y
penser, o nymphes, quel cffroy ce me fut quand je senty auprez de moy deux me agarraron por el pelo, queriéndome arrastrar no sé hacia dónde, pero yo me
telz monstres, qui me descoifferent et empoignerent par les cheveux, me vou- defendí según mi pequeño poder, intentando resistir su esfuerzo. Pero todo fue
lans trayner je ne Syay o u: dont je me dcffendoye selon mon petit pouvoir, cui- en vano, pues eran demasi~do rudos, por lo que yo empecé a gritar en voz alta:
dant resister a leur effort. Mais c'estoit en vain, car ils estoient trop mdes; par- por la gr~cia de Dios, pidiendo socorro. Pero ellos no lo tomaban en cuenta y
quoy je conunenyay a crier a haulte voix; Helas, pour dieux merey; en me tiraban más ultrajosamente para sacarme .de la cama. Y cuando se esforzaban
demandant secours. Mais ilz n'en faisoicnt compte et me tiroient plus oultra- en hacer esto, de sus cuerpos y de sus ropas emergía una peste tan fu erte, que no
geusement pour me mettre hors de mon lict. Et ainsi qu'ilz s'efforyoient de ce hay corazón que la pueda soportar. Fui durante mucho rato :•tormentada y IÚO-
faire, de leurs corps et vestements sortoit une puanteur si grande, qu'il n'est cceur Iestada por este displicente altercado, durante el cual yo me debatía muy ruda-
qui la peus endurer. Je fu longtemps travaillée et molestée de cette altercation mente en mi cama, hasta tal punto que desperté a mi nodriza, que estaba pro-
desplaisante, pendant laquelle je me debatoye trop rudement dedans mon lict, fundamente dormida. Con todo, fue ella quien oyó y, por suerte, entendió
tant que j'esveillay ma norrice qui estoit fort endormie. Ce neantmoins elle sen- algunas palabras mal formadas, y al venne tan atormentada me estrechó entre sus
tit et paraventure ouyt quelques parolles mal formées; parquoy me voyant en ce brazos y me llamó muy altO, por lo que yo me desperté con un sobresalto y es-
point tormenter, me serra entre ses braz, et m'appela bien haultement. Adonc je tuve mucho rato sin responderle, suspirando y lamentándome con tan grave an-
m'esveillay en sursault, et fut longtemps sans luy respondre, soupirant et me gustia como jamás había tenido en mi vida, tan molida y cansada que no podía
plaignant en aussi grande angoisse queje fey en jour de ma vie, tant moulue et leva~tar los brazos; mi corazón latía desmesuradamente en mi pecho, y mi ca-
lassée queje en povoye lever les braz, mon ca:ur battant en ma poictrine oultre misa tan mojada por las lágrimas que se me pegaba por todo el cuerpo. Mi pelo
mesure, et ma chemise tant mouillée de !armes, qu'elle me tenoit partout au estaba todo húmedo y revuelto; mi pulso agitado y alterado como si hubiese pa-
corps. Mes cheveux estoiem tout moites et meslez, mes poulx esmeuz et alte- sado 'una gran fiebre .]
rez, comme si j'eusse esté en grosse fievre.
Todo esto resulta muy parecido a un intento de violación, pero tan
[Me pareció que oía romper la puerta de mi habitación, y vi entrar furiosa- torpe que no deja a la víctima otra opción más que la ~e oponerse. Con

310 311
todo, el mensaje es claro: Polia ha aprendido que la naturaleza está deci- nalmente accede a abrir su cuerpo pneumático para albergar el fantasma
dida a tomar su revancha y que, si ella no cede a las insistencias del dul- de Polifilo:
ce, limpio y simpático Polifilo, será poseída por fantasmas masculinos
mucho más desagradables. El castigo que le infligen las fuerzas . del in- E n ces entrefaictes, Amour trouva une pe tite voye pour entrer en mon ca:ur,
consciente a causa del endurecimiento de su actitud consciente le parece qui jusques alors luy avoit esté intcrdicte. Par 1:1 passa ce petit dieu jusques au
insoportable. Después de esta lección, lo único que le queda por hacer es fons de ma poictríne, ou il se norrit de conscntemens, et feit en peu d' heure si
ceder al encantador joven, pero se defiende como puede ante este de- grand, qu'il en fut plus en moy de resister :1 sa puissancc.
senlace inesperado:
[Entretanto, Amor encontró una pequeña vía para entrar en mi corazón , que
Comme donques j'eusse voué ma virginité a la deesse Diane, et me feusse hasta entonces le había sido prohibida. Por allí pasó este pequeiio dios hasta el
par profession abstraincte ii la servir toute ma vie, le service de Venus me sem- fondo de mi pecho, donde se alimentó de consentimientos, y en poco tiempo
bloit grief et intolerable, comme du tout different a ma premiere institution. hizo tanto que no pude resistir más su potencia.]

[I'uesto que había consagrado mi virginidad a la diosa D iana y estaba por pro- Deshecha por el amor y los remordimientos, Polia corre a.l templo de
fesión obligada a servirla durante toda mi vida, el servicio de Venus me parecía Diana e inunda de lágrimas el cuerpo sin vida de Polifilo. Evidentemen-
grave e intolerable, como algo totalmente distinto a mi primera institución.] te, éste no espera más que ser reanimado:

La nodriza, que tiene una larga experiencia de la vida, la ayuda a _su- Et cependant advint qu'en trebuchant sur luy, j'appuiay ma main droicte sur
perar estos últimos escrúpulos: son estomach, et senty un poulx sourd et profond tan debile que ríen plus. Ce
neantmoins il me scmbla que son creur, scntant aupres de luy ce qu'il aymoit,
Davantage dcbez considere qu' Amour est un tyran cruel, doué d 'une telle
puissance, qu'il blesse, brule sans aucun esgard ou misericorde, non seulement ouvrant les yeux, jecta un soupir de plaintc.
.
reprint un peu de vigueur, tellement que mon cher Polifile s'cn esveilla, et en

les hommes mortelz, rnais les dieux souveraíns, mesmement le grand Jupiter quí
f.1.íct la pluye et le beau temps. JI n'est ríen si vray qu'il nc s'est peu exempter de !Entretanto ocurrió que al caer sobre él apoyé mi mano derecha sobre su es-
ceste subjection servile, ains pour parvenir ii ses ententes, a esté contrainct de se tómago, y sentí un pulso sordo y profundo más débil que cualquier otra cosa.
transfigurer j usques en forme de beste. Con todo, me pareció que su corazón, sintiendo cerca lo que tanto amaba, re-
cobraba un poco de vigor, hasta que mi querido Polifilo llegó a despertarse y,
lDebéis considerar en mayor medida que Amor es un tirano cruel, dotado abriendo los ojos, lanzó un suspiro de lamento.]
de tal poder que hiere y quema sin ningún 1niramiento ni misericordia no sólo
a los hombres morrales sino también a los dioses soberanos, e incluso al gran Jú- En los brazos de Polia, Polifilo retoma sus colores naturales, por lo que
piter, que produce la lluvia y el buen tiempo. Nada es más cierto que ni él pu- los fieles de Diana intervienen para expulsar a los dos amantes del tem-
do escapar a esta sujeción servil, antes bien, para alcanzar sus intenciones se vio plo profanado de la diosa virgen (ilus. 8) . Abandonando las obras de la
obligado a tra nsfigurarse hasta en forma de animal.] castidad, Polia no emplea nada de tiempo en acostumbrarse a la idea de
una existencia burguesa. Se pone a coser y a bordar todo tipo de objetos
Explicándole todo tipo de historias sacadas de las Metamoifosis de Ovi- que le recuerdan a Polifilo y a su amor, dedidida «de changer [ses] cou-
dio, la nodriza desplega toda la sutil persuasió1.1 que podemos esperar de tumes sottes et sauvages, en conditio ns gracieuses et humaines» [a cam-
su personaje. Su discurso llega a disipar las últimas dudas de Polia, que fi- biar (sus) costumbres absurdas y sa.lvajes por modos graciosos y humanos].

312 313
Hymen
¿Qué le ocurre a Poliflio durante su breve muerte de amor?
Según el motivo clásico' su catalepsia está acompañada por un viaJe
del alma hasta el trono celeste de la diosa Venus, ai1te la cual el joven pre-
senta una denuncia contra su asesina. La escena resulta interesante pues-
to que transpone en el campo de la visión extática la fenomenología co-
rriente del eros. Ve nus llama a Cupido, que conduce «l'effigie de Palia
exprimée au natureh• Da efigie de Palia al natural]. Se trata, evidente-
mente, de un doble f.1ntástico, sobre el que las divinidades del amor ejer-
cen su magia:

Cupidon benda son are, et print asa trousse une fleche ferrée d'or, empen-
née d'espins de diverses couleurs, et tira droict au mylieu de la poictrine de l'i-
mage qu'il m'avoit monstrée. Mais j a plustost ne fut le coup donné, que la pu-
celle se rendit a son obeissance, anclinant humblement la teste: qui fut signe
qu'elle seroit desormais traictable, doulce, benigne et gracieuse, autrement qu'e-
lle n'avoit été. Aussi elle confessa son erreur, asseurant qu'elle estoit vaincue, de
sorte que plus ne povoit contrevenir aux commandemens d'amour.

[Cupido armó su arco, y cogió de su estuche una flecha de oro, emplumada


con espinas de diversos colores, y disparó. en el medio del pecho de la imagen
que me había mostrado. Pero tan pronto como hubo dado el disparo, la donce-
lla se rindió a su obediencia, inclinando humildemente la cabeza: éste fue el sig-
no de que a partir de entonces ella sería tratable, dulce, buena y graciosa, a di-
ferencia de lo que había sido antes. Además, confesó su error, asegurando que
había sido vencida, de tal suerte que ya no podría contradecir los mandatos del
amor.]
8. l'o lia expulsada del te mplo <k
El autor, el fraile Colonna, interviene aquí para sembrar la duda y pre- b casta l)i:ma, 1-lnmtrtJit"tmMlda
servar la ambigüedad de su relato, sin la cual éste habría podido ser atri- Pl)lip!.ili. Vt·nccia l·t99 .

buido al género erótico ligero, es decir, pornográfico. Afirma que Polia


no sería más que la <<parte razonable•> del alma de Polifilo, para sugerir que
la Hypnerotomachia debe ser _interpretad'\ como un tratado para ilustrar los
fantasmas del eros nústico. Se trata aquí de un intento de misticización
por mistificación, puesto que, entre las exégesis posibles, ésta resulta la
menos verosímiF. ·
Esta impresión está confirmada así mismo por un pasaje perteneciente

314
a la primera parte del libro, cuando las peregrinaciones de Polifilo entre tas leyes de amor a las que ya estaba sujeta, pero esto le ocurría por dmjdcz vit·-
los fantasmas d e la memoria artificial concluyen e n el encuentro con Po- ginal, y por su f.1lta de experiencia. C uando el gran dios se dio cuenta de esto,
lía. Habiendo llegado los dos al · santuario de Venus, Poliftlo desflora la sonrió un poco y de nuevo ordenó expresamente a la mencionada Sinesia qm:
cortina simbólica llamada IMHN, sin duda en lugar d e YMHN, hymén. se la diera a Fileda y que ésta me la trajera, para que yo llevara a cabo lo que Po-
La explicación ofrecida por Colonna a esta palabra, siendo plausible 3, no li;l no osaba hacer. Incontinente, cuando este divino instrumento fue entre mis

responde a su significado de contexto: <•La petite peau dont l'enfant est manos, sin osar contradecirlo o rechazarlo, ansioso por un ardiente deseo y cie-
entortille d edans le ventre de sa m e re» [la p eque ña piel con la que está ga afección para ver a la diosa Venus, rompí la bella cortina; y en ese instante me
envuelto el niño en el vientre de su m adre] . Pero el hymen d esigna por pareció ver cómo Polia cambiaba de color y cómo se lamentaba su corazón. Y
lo común otra membra~ta, la de la virginidad, y es ésta a la que se refieren entonces se me manifestó la plena m;~estad de la diosa que se baiiaba en la fuen -
los siguientes pasajes: te adornada con todas las bellezas que la naturaleza puede imaginar. Tan pronto
como hube puesto mis ojos sobre este divino objeto y gozado de una imagen·
Ceste cortinc estoit 6rée devant la fontaine pour couvrir ce qu'il y avoit des- tan inspirada, Polia y yo fuimos invadidos por una extrema dulwra y un placer
soubz, et afin qu'elle fust ouverte, Polia et moy estans a genoux devant Cupido esperado durante largo tiempo; permanecimos como arrebatados, fu era de todo
nostre maistre, il baiUa sa fleche d'or :i la nymphe Synesie, lui C·lisant signe qu'eUe conocimiento y casi en éxtasis, llenos de miedo y de gran temor, al menos yo
se presentast a Polia pour en rompre et dcssirer la courtine. De quoy la beBe se especialmente ...]
monstra aucunement mal contente, et sembloit qu'ellc le feit mal voluntiers,
comme s'il luy eust depleu d'obeyr aux sainetes loix d'amour ausquclles desja El contenido latente de este pasaje es tan transparente que nos dis-
s'estoit assujectie; mas cela luy advcnoit par timidité virginale, joinctc a faulte pensa de toda explicación. Por pudor, el autor ha expresado el ritual de
d'experience. Lors ce grand dieu voyant cela, se print un peu :1 soubzrire, et de- la desfloración y del acto sexual a través de una acción simbólica que pro-
.rechef commanda par expres a ladicte nymphe Synesie qu'elle la consignase a duce en los dos actores los mismos efectos <•d'une extrem e douceur et de
Philede pour la m'apporter, afins que j'cn meisse a effcct ce que Polia n'osoit plaisir» [de extrema dulzura y de placer] que un acoplamiento.
entreprendre. Incontincnt que ce divin instrument fut entre mes mains, sans user Otra acción simbólica es introducida aquí para permitir la descripción
de contrcdicte ou refuz, estant pressé par un ardant désir, et affection aveugle de escrupulosa d e las sensaciones eróticas y del proceso fantástico provocado
voir la deesse Vénus, je rornpy la beBe cortine; et en cest instant me sembla que por la flecha de C upido:
je vey Polia changer de couleur et s'en doloir en son courage. Adonc me fut a
plein manifestée la majestée de la sainete deese qui se baignoiten la fontain e A peine eut il lasché la corde, que jc senty passer la vire rout par le travers
garnye de t:outes les beautez que nature peult imaginer. Aussitost que j'eu j ecté de mon cceur et d'un mesme coup donner dedans l'estomach de Polia, oú elle
mes yeux sur ce divin object, et jouy d'une veue tant inspirée, Polia et moy . demoura fichée , apres m'avoir navré d'unc playe en laquelle n'y avout plus lieu
meux d'extreme doulceur et d'un plaisir longuement attendu, demourames de medicine ou aucune guerison. Ce f.1ict, Cupido s'approcha de Polia, et reti-
comme raviz, hors de cognoissance et quasi en ecstase, pleins de peur et de ra la fleche qui sortoit a demy. Puis la lava en la fontaine, pour la nettoyer de
crainte grande, a u moins moi par especial. . . notre sang dont elle estoit souillée. Helas, helas, je fu a ce coup tant espris d'u-
ne ardeur excessive qui se repandit tout au long de mes veincs, que j'en devins
[Esta cortina estaba colgada ante la fuente para cubrir lo que había debajo y, obfusqué de mon entendement. Ce neantmoins je me senty ouvrir le cceur et y
para que se abriera, Polia y yo de rodillas ante Cupido, nuestro dueño, él ofre- engraver la figure de ma mieux aymée Palia, ornée de ses vertuz pudiques et
ció su flecha de oro a la ninf.1 Sinesia, como signo de que debía presentarse jun- Jouablcs, et fut la trasse tant profonde qu'il n'est possiblc l'efi1cer, ains est une
to a Polia para romper y desgarrar la. cortina. La bella se mostró disgustada por chose nécessaire que l'emprainte y demeure toute ma vie et ma dame en pren-
ello, y parecía que lo hacía a desgana, como si no le gustara obedecer a las san- ne possession telle que nulle autre n'y puisse jamais avoir part, non seulement y

316 317
pretendre l'entrée. Sur moy n'y eut nerf ny artere qui de ce feu en feust bmslé
comme un paille seichc a u nulieu d'une grande fournaise, en sorte que quasi je
ne me cognoissoie plus, et pensoie estre mué en autre forme.

[Apenas hubo dejado la cuerda, yo sentí pasar la flecha a través de mi cora-


zón y, de un mismo golpe, entrar en el estómago de Polia, donde permaneció Apéndice IV
fijada, después de haberme desconsolado con una llaga para la que ya no servían (al capítul o 111, 1)
medicinas ni ninguna otra curación . Hecho esto, Cupido se acercó a Polia y reti-
ró la flecha que salía hasta la mitad. Después la lavó en la fuente, para limpiarla Ficino piensa por tríadas, en las que el término medio, el que efectúa
de nuestra sangre con la que se había manchado. Ay, ay, entonces yo fui preso el vínculo entre los dos extremos, es igualmente el que recibe los cali-
por un ardor excesivo que se extendió por todas mis venas y mi entendinuento ficativos más halagadores. En el sistema de las tríadas de Ficino, casi to-
quedó ofuscado. Sin embargo, sentí cómo se me abría el corazón y quedaba gra- dos los términos medios se corresponden.
bada la figura de mi mejor amada Polia, adornada con sus virtudes púdicas y loa- El primero y más célebre ejemplo de tríada tiene el alma como tér-
bles, y la huella fue tan profunda que no se puede borrar, antes bien es necesa- mino medio. Ésta, como un Janus bifrons, mira simultáneamente hacia el
rio que la impresión permanezca du~ante toda mi vida y que mi dama tome tanta mundo sensible y hacia el mundo noético: Ani111a Imzi bifrontis instar vul-
posesión de ella que ninguna otra no pueda j amás caber, y ni siquiera pretender tum gcmimt/11 habere videtur. Es <<lazo del mundo>> [copula nwndi}, puesto
la entrada. En nú no hubo vena ni arteria que no fuera quemada con este fuego gue cumple la mediación entre las cosas superiores y las cosas inferiores,
como una paja seca en medio de una gran hoguera, de tal suerte que no me es inmóvil y móvil a la vez, desea al mismo tiempo lo alto y lo bajo, sin
reconozco y creo haber adoptado otra fom1a ..l decantarse jamás hacia ninguno de los dos lados: Et dw11 ascendit ir!feriora
11on deserit, et d11m descendit s11blimia 11011 reliqHit; na111 si altcmtmm descrat, ad
La diosa Venus calma su ardor con agua salada surgida de la fuente de extremHm alterrmt. dcclillabit, n.ec vera crit ultcríus 11111ndi copula.
amor. Este episodio de iniciación a los misterios del eros fantástico está Otra tríada, que se sobrepone casi exactamente a la primera, traduce la
marcado por el cambio simbólico de las vestiduras de Poli6Jo. procesión en términos bíblicos: el Dios creador y la escala de las criaturas
(Dios-hombre-anima/, donde allilllal significa todo organismo vivo, los seres
animados no dotados de razón). E l hombre se defme en tanto que alma, de
modo que es nodus et copula mtmdi, imagen núcrocósmica, <<vicario de Dios
en la tierra>>. <<El hombre es un gran milagro>>, dice Hermes Trimegisto en
el Asclepius latino, puesto que representa la quintaesencia de todos los seres:
lleva la vida de las plantas, de los animales, de los héroes, de los demonios,
de los ángeles y de DiÓs. Om11is hominis anima hace i11 se wncta quodammo-
do experitur, licet aliter aliae. Por el mismo motivo, Zoroastro habría llamado
al hombre <<artificio de naturaleza demasiado audaz», en el que Dios con-
templa satisfecho «la obra maestra del arte del mundo)> que ha construido.
En su Oratio de lw111inis dig11itate o Carmm de pace de 1486, Juan Pico
de la Mirandola utiliza fórmulas muy parecidas a las de Ficino. Cita el As-
clepiHs hermético y retoma, en un vibrante pasaje, el tema de la libertad
humana que Ficino había ya esbozado en su Teologfa platónica: «Tú no es-

318 319
tás limitado por ningúna barrera, dice Dios al hombre primordial. Es por En la columna de en medio, se trata de una escala de los e lementos en
tu propia voluntad, en podér de la cual yo te he dejado, a través de la cual la que Dios está enmarcado por la simetría; falta el éter, pero está el va-
determinarás tu naturaleza. Yo te he instalado en medio del mundo para por, inferior al aire. La vertical hacia abajo expresa la progresiva degrada-
que desde allí examines con mayor comodidad a tu alrededor todo lo que ción de los elementos. En la columna de la izquierda se indican las f.'l-
existe en este mundo. No te hemos hecho ni celeste ni terrestre, ni mor- cultades psíquicas q ue corresponden a la jerarquía de los elementos. En
tal ni inmortal, para que, dueño de ti mismo y teniendo, por así decirlo, la columna de la derecha están señalados lo rasgos «Sutiles» del mundo
el honor y la carga de modelar tu ser, te compongas en la forma que pre- sensible que el alma percibe a través de sus facultades. Ficino cita sólo dos,
fieras. Podrás degenerar en formas inferiores, animales; podrás, por tu pero existen -tanto en Occidente como en Oriente (baste pensar aquí en
propia decisión, regenerarte en formas superiores, divinas>> (trad. franc. el sistema Sarnkhya)- sistemas completos. ¿Quién no recuerda la figura de
citada"según H. 'de Lubac) . Es por esta capacidad de transformarse, de lle- la cabeza del hombre-microcosmos en el Utriusque cosmi historia de Ro-
var todo tipo de vida posible, por lo que podemos llamarle canwlc6n y Pro- bert Fludd, en la que, junto al mundo elemental y a los cinco sentidos,
teo: Quis hrmc 11ostm111 clramae/eonta non admiretur? Qucm non immerito As- hay también un numdus imaginabilis? Fludd - como la filosofía samkhya-
clepius [... ] per Protcum in mystcriis significari dixit. Si las dos primeras tría das trabaja con un sistema de quintetos; Ficino prefiere las tríadas. Su mode-
de Ficino se refieren a la entera procesión del ser y a toda la escala de las lo común es la fJosofia medieval, en la que este tipo de correspondencias
criaturas, hay otras (nosotros hemos contado por lo me nos cinco) que se es objeto de clasificaciones más o m enos rigurosas.
ocupan únicamente del paso de lo incorpóreo a lo corpóreo. E l alma es Una· última serie de tríadas de Ficino se ocupa de las corresponden-
una sustancia incorpórea que necesita un término mediano para encar- cias del eros:
narse. En principio, dice Ficino, retomando una idea de Plotino, es la ca-
lidad (quaÚtas) la que permite a lo incorpóreo pasar a lo corpór;o. E n la J erarquía del eros
incorporación del alma, el espíritu es el mediador entre ésta y el cuerpo. Plano crea tur a l Especie de eros Facultad mediante la
Las demás tríadas se integran en el mismo esquema. Dentro de la tradi- que se realiza e l eros
ción •platónica (confirmada por Plotino), Ficino establece una jerarquía DIVINO Contemplacivo Razón
de los sentidos: la vista, e l más noble, corresponde al fuego; el oído al ai- HUMANO Activo Vista
re, y así sucesivamente, según el esquema siguiente: ANIMAL Voluptuoso Tacto
(Sopra lo Amore, V I, 7-8)
Las dos triadas de las facultades del alma
1. Tríada espiritual Por encima y por debajo de la tríada erótica, hay otros dos términos:
Facultad Elem·e nto Mundo fenoménico Calodemon, che significa buon Demonio, et Cacodcmon,. che s'intende malo De-
l. Razón (Dios) monio. T ienen que ser excluidos, para no perjudicar el esquema en tría-
2. Vista Fuego Colores y formas das. El término medio - luego el privilegiado- e n e l esquema es el hu-
3. Oído Aire Voz (son ido) mano, al q ue corresponde el eros activo, que se realiza por el sentido de
la vista.
11. Tríada material
Facultad Elemento
4. Olfato Vapor
5. G usto Agua
ú. Tacto Tierra

320 321
Apéndice V
(al capít ulo III , 2)

Como ya hemos dicho, la primera traducción del Comentario .ficiniano


al francés data de 1546 (Le Commeutaíre de Marsile Fícín [.. .] sur fe Banquet
d'amour de Pfaton, traducido al francés por Symon Silvius, dice J. de la
Haye, criado de cámara de [. .. ] Margarita de Francia, reina de Navarra.
Acabado de imprimir el 16 de febrero de 1545 antes de Pascua. Se vende
en Poitiers, con el letrero del Pelícano, 1546). A ésta siguió - mucho más
célebre- la de Guy Lefevre de la Boderie, dedicada a la misma Margari-
ta de Navarra (Lucas Breyel, París 1578). En 1581, Guy Lefevre de la Bo-
derie publicaba así mismo la traducción de los tratados De Vita (Les Ti·ois
Livres de fa vie, le 1 pour co/lserver la santé des stHdieux, ' le 11 pour prolonger la
víe, le lii pour acqttérir la víe du cíe/. Con una apología de la medicina y la
astrología, todo compuesto primero en latín por Marsiljo Ficino, sacer-
dote, filósofo y médico muy excelente, y traducido al francés por Guy
Lefevre de la Boderie, en París, para Abeli'Angelier, 1581).
Los poetas influidos por la dialéctica ficiniana de amor fueron muy
num!flrosos en Francia. Bastará citar los nombres de Jean Lemaire de J3el-
ges, Jean Bouchet, A. Héroet, M . Sceve, Jean de Tournes, Pontus de
Tyard, Gilles Corrozet, Margarita de Navarra, J. du J3ellay y P. Ronsard
(cf. J. Festugiere, págs. lO y 78 y ss.). El momento que ellos privilegiaban
era el de la transferencia del sujeto en el objeto de su amor y la pérdida
de la sujetidad, que equivalían a una muerte. J. Festugiere (págs. 1 15-117)
ha 1i1ostrado que, en el fondo, un poeta como A. Héroet (Paifaictc Amye)
no hacía otra cosa que versificar los pasajes respectivos del Comc11.tario fi-
cinano a El banquete, en la versión de G. Lefevre de la Boderie. R esulta
interesante comparar los tres textos:
1) Ficino, De am., Opera, 11, 290:

l'vforitur quisque amat. Ejus e11im cogitatio, sui oblita semper in amato se versal. Si
de se notl cogitat, in se 11011 cogitat. Quare i11 se morlrms est qrtiamque amat [... ]. Ubi

323
vera amatus in amare respo11det, in eo saltem vitam agit amator [... ). Hic certe mira res: Ainsi de luy plus que de moy pensive,
quotics duo afiqui mutua se benevolentia complectulltllr, llic i11 illo, ille in hoc vivit. Vi- En moy j'estois trop pltts morte que vive.
cissim lnljusmodi, homines se cc>mllllllallt, el seips~n11 uterquc utrique tri/mil, ut accipiant Et ruminois en luy IIO/l aultrement
alten11n: sic uterque amanti11111, in se morttws, in afio reviviscit [... ]. O 111irwn commer- Qu 'en me rendant mutuel pensament.
cium: quo quis seipsum tradit pro afio, 11ec ltabet, nec ltaberc se desinit. O inestimabile Comme /'IOZ CIICIIrS a1/IOIIrir incités
lucrum, qua11do duo ita un um jiuut, ut quisque duomm pro tilla duo .fiat: O felicem mor- Se soiwt l'un l'autre cntreressuscités,
tem quam duae vitae sequu11t11r. Comme le miett aymant au sien aymé
Ayt, sans changer, sa forme transformé.
2) Traducción de G. Lefevre de la Boderie: [. .. ] O changement utile et preciettx,
Quand le botL crelll; d'1111g vouloir gracieux,
Quiconque aime meurt en aimant: d'autant que son penser s'oubliant se En se donnant, n.'est de ríen estonné
retourne en la personne aimée. S'il ne pense point de soy, certainement il ne Que veoir celltty qui le prend redonné!
pense point en soy: et pourtant quiconque aime est mort [... ). Mais 1:1 ou l'ay- O changement, 011 mtl en se defoÍt,
mé responden Amour, l'amoureux vit pour le moins qu'il soit en l'aymé l·· .]. Faisant presen.t moindre qu'il ne refoit!
ley chose merveilleuse avient quand deux ensemble s'entr'ayment, cestuy et O cueurs hereux! ófélicité d'eulx,
celuy, et celuy en cestuy vit. Ceux- cy font ensemble un contre-eschange, et Qttand pour ung seul on en recouvre deux!
chascun se donne :1 autruy pour cl'autruy recevoir: ainsi !'un et l'autre des O beau nwurir, pour en celluy revivre,
Amants, mort en soy, en autruy ressuscite [... ]. O merveilJeux contrat, auquel La mort duque/ double vie delivre, etc.
l'homme se donne pour autrui: et autruy, ny soy n'abandonne! .O gaing ines-
timable quand deux deviennent un en telle maniere, que chascun eles deux (Así pens:ínclo en él más que en nú/ en mí estoy más muerta que viva./ Y
pour un seul devient deux: O mort heureuse que deux vies ensuyvent (fol. no de otro modo pienso en él! que volviéndome pensamiento lltllttto.l Como
29v-30r). nuestros corazones incitados a morir/ se han resuscitado uno a otro,/ como mi
amante en su amada/ ha transformado su forma sin cambiar./ [... ) ¡Oh cambio
[Quienquiera que ama muere amando: de tal manera que, olvidando su pen- útil y precioso/ cuando el buen corazón, de gracioso querer,/ que al darse no se
samiento, se dirige a la persona amada. Si no piensa en sí, ciertamente no pien- •
sorprende/ de ver aquel que lo toma devolviéndolo!/ ¡Oh cambio, donde nadie
sa en sí: y, con todo, quienquiera que ama está muerto (... J. Pero allí donde el se decepciona/ haciendo presente menos de lo que recibe!/ ¡Oh corazones di-
amado responde en el Amor, el amante por lo menos vive en el amado[... ]. Es- chosos! ¡Oh felicidad de aquellos/ que por uno sólo se ganan dos! / ¡Oh hermo-
ta cosa maravillosa sucede cuando clm se aman mutuamente, éste y aquél, y aquél so morir, para revivir en aquél,/ cuya muerte engendra doble vida!, etc.J
vive en éste. Ambos hacen un intercambio y cada uno se da para recibir del otro:
así, uno y otro de los amantes, muertos en sí, resucitan en el otro [ .. .]. ¡Oh ma- (La infección f.1ntástica de eros y la «muerte de amor» en Ficino son
ravilloso contrato por el cual el hombre se da por otro y el otro se abandona! descritas con vivacidad por J. Festugiere (págs. 37-38). Éste, traduciendo
¡Oh ganancia inestimable cuando dos se convierten en uno de tal suerte que ca- por «arnie>> la palabra latina amatr1s -«airné», empleado genéricamente pa-
da uno de los dos por uno solo se conviene en dos! ¡Oh muerte dichosa de la ra designar a los dos sexos- , cede, sin embargo, a una interpretación per-
que nacen dos vidas!] sonal que difiere de la de Ficino.)
Los franceses platonizantes del siglo XVI que se ocupan del eros ilus-
3) A. Héroet, Paifaicte Amye, v. 123-131, 37- 47 y passim: tran, evidentemente, la misma tradición ficiniana. Será suficiente citar a
Symphorien Champier (La Nif des dames vertueuses, 1502), Claude de

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Cuzzi (Philologue d'Honneur, 1537), Anthoine Vias (La Diffinítíon et Peifec-
tíon d'Amour, 1542), C. de Taillemont (Discours de Champs Faez, 1553) y
Jean de Tournes (Le premier Livre de la belle et puissante histoire de Philandre
[... )el de Passerose, 1544).
La génesis del mito de Acteón en Bruno parece explicarse por dos
f.1ctores que todavía no hemos analizado. El primero consiste en la tradi- Apéndice VI
ción de origen ficiniano que ve en Sócrates el «montero de la verdad>> por (al capítulo V, 4)
la fuerza del amor (cf. Nina Fa<;:on, <•Activismulil gindirea Renasterii ita-
tiene>>, en Conceptia ol/utlui activ, Bucarest 1946, págs. 7-35). El segundo es, Para comprender mejor la doctrina de las facies o figuras celestes, re-
probablemente, la práctica de las letras francesas durante su estancia en producimos aquí las figuras según Teucro de Babilonia, a partir de la des-
París (1581-1583). En efecto, uno de los pasajes más importantes del co- cripción que hace Giordano Bruno, Inu~'?ines .facienu11 signorum ex Teucro
mentario al soneto de Los heroicos furores sobre Acteón parece traducido Babilonico, escrito que sirve de apéndice a uno de sus tratados mnemo-
directamente del francés, de La Nif de Symphorien Champier. C ham- técnicos (Op. lat., 11, págs. 135-141). Es en este tipo de .faci~s en las que
pier, nacido en Lyon hacia 1471, polígrafo célebre a principios del siglo debía de pensar Ficino, aunque resulta bastante dificil, para.nosotros, pre-
XVI, se ponía como defensor apasionado de Ficin'o. La Nif des dmnes r~er­ cisar cuál era la relación entre estas imágenes y las situaciones de la vida
tueuses, aparecida en 1503 en Jacques Arnollet en Lyon, conoce un éxito humana a las que debían responder. La doctrina de los demonios, que
moderado, puesto que registra otras dos ediciones, en París, en 1515 y tendremos ocasión de analizar con mayor detalle, veía en estas efigies as-
1531. Una de éstas debió de caer en manos de Bruno. En el cuarto libro trológicas descripciones de demonios que, después de todo, no debían de
de La Nif, se nos cuenta que Galesus, el yerno del noble Arístipo de Chi- alejarse mucho de las intenciones de sus inventores, para quienes todas las
pre, es llamado Cymon, «c'est a díre bestial» [es decir, bestial), por ser <cin- entidades astrológicas estaban personificadas.
sensé e fol de nature>> [insensato y loco de naturaleza]. Al contemplar la .,_,
bella joven Ifigenia durmiendo sobre la hierba, Cymon se humaniza: «de Imagines fadentlll s~gnontm ex Teucro Babilonico quae ad us11111 praesentis artis q11m11
rustique et bestial, il deviene homme sage et discret» [de rústico y bestial, COI/11/Iode tralri possrmt. -Aries. Ascendit i11 prima jade an'etis /romo 11~er, immodicae sta-
se convirtió en un hombre sabio y discreto) . Ahora bien, esta expresión fume, ardmtibus oculis, severo vultu, stans candida preci11ctus palla. In secunda nwlier non
designa en Bruno la transformación del «montero de la verdad» bajo la invemtsta, alba indtlfa tlumica, pallio vero tyn·o colore i11tiucto superinduta, so/uta coma, el
empresa de la contemplación de Diana, la diosa desnuda. lauro coronata. I11 tertia /romo pallidus n!ffi. capi/li rubris índutus vestibus, iu si11istra aure-
am geslans armillam, et ex robore bacu/um in dextra, i11quieti et irasceutis pme se.ferens rm/-
111111 c11m wpita bona nequcat adrj1isd nec prestare. - Taurus. [¡¡ prima Tauri Jacie Nudus
ara11s, de palea pileum iutextum gestans, fusca colore, que111 sequitur mstiws alter jemi11a
iacie11s. In secunda CJar,iger mulus, el coronatus m1rc11111 baltheum in lwmeris gcstans et i11
sinistm sceptnrm. In tertia vir si11istm serpentem gestans et dextem hastanr sive Sagittam,
a11te quem testa ~nis, et aquae lage11a. - Gemíni. /11 prima geminonrm jade, vir pomtlls
ad seroielldum, virgam habeiiS Íll dextcra. Vultu lrilori atque iucrmdo. J¡¡ seamda, /romo
terramfodicns et labomm: iuxta quem tibice11 1111dis saltans pcdibus et capite. !11 tertia Mo-
rio tibiam dextera gestaus, in sinistm passerem ct iuxta vir imtlls apprehende11S baculum. -
Cancer. In prima Cancri coronota, optime iuduta olivam gestans in dextra et phialm11 in
si1·ristm. ltz secunda vir wm mulicre sedentes ad meusam et lude11tes ante vinrm sw1t iudu-

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111entomm genera; ante mulíerem aurea argenteaque vasa. In tertía vír venator quem ante-
cedunt et conseqmmtur canes, conw gerens et balistam, incessu volucri et girovago. - Leo.
In prima Leonis Jade vir colore "!ffus, croceis i11dutus vestibus, coronatus auro, gallumin
dextra gestmiS leonem eq11itans. In sewnda Joemina ambulm1s in coelum manibus tensis, et
iuxta il/am vir quasi paratus ad vindictam, gladium habens districtwn, atque swtlmm. in
tertia peram gestans seu swticam; vullll lristi, demisso, et invmusto, quem sequitur adoles- Apéndice VII
cet1S albis indutus (se. 11estilms). - Virgo. In prima Virginis jade: Puella.flori/JIIs coro/lata, (a l capítu lo V II , 3)
et virjlores etfrondes spargens contra illam, indutus veste viridi et discinctus. In secunda {ro-
mo niger. corio vestitus, cm111euam gerens in manu, palli11111 habens a capite demissum. In La realidad de la bruj ería
tertia senex duobus itmixus lwwlis, inwltis capillis ante frontem, dispersa barba, }itsco itl- E n suma, la explicación real del fenómeno de la brujería resulta más
dutus colore. - Libra. Prima m librae jacie111, habet ho111o libm111 inspiciens, pugionem ha- bien decepcionante, sobre todo si se tienen en cuenta las innumerables
bens in dextera ve/ stilum. Tmci incedens vultll. Sewnda111 duo altercantes et turbati coram hipótesis fantasiosas que han sido formuladas desde hace más de mil
sedente pro tribunali qui virga111 in eos extensmn in dextra, et sinistram elevatam habet. Ter- ai1os. Entre éstas, la bibliogra6a del último siglo no constituye ninguna
tiam Sagittarius Jerox, quem sequitur 11ir manu pa11e111 gestans et scyplmm vini; et homo excepción puesto que, j unto a las pacientes investigaciones de un Joseph
1111dus totus a111ecedil. - Scorpius. Ascendit in prima scorpii jade 111ulierfonnosa et opti111e Hansen o de un Henry Charles Lea, podemos encontrar igualmente las
ituluta pro qua duo iuvenes invicem ira ti se verberibus ceden tes fatigantur . ./11 secunda 11111- célebres elucubraciones de la señora Murray y del reverendo Montague
/ier nuda penitus, et duo viri penitus nudi, quon1111 alter stat ad latiiS 111ulierís, alter i11 te- Summers, así como la teoría «radical» que afirma que la brujería no es
rra wbat cum cane colludens. b1 tertia vir exponens dorsrun perwtienti 11111/ieri, ambabus más que una invención de la Inquisición ...
manibus ambos tenens pedes. - Sagitta~ius. Sagittarii primam Jaciem ha/Jet vir annatus lo- Hay que distinguir cuidadosamente las prácticas de brujería -atestadas
tus, pamrmn gestans iu siuislra, et in dextro latissimum en!em, in C11i11s incessus terra tre- desde hace algunos milenios- del terror puesto en marcha por las iglesias
lllere videtur. Secrmdam .foemina tristis, lugubri induta vestimenta, puem111 alten1111 intra cristianas entre los siglos XVI y XVIII. No, no es el sistema de las torturas
brachia gestans, altemm mam1 d11cens. Tertimn vir i11 terra wbaiiS, bawlum temere e.x:agi- inquisitoriales el que creó el fenómeno de la brujería: éste existía ya des-
tans, vultu pallidus et lwbilll sordido, el porws adstat illi, fodieiiS terrae maniplos. - Ca- de hacía mucho tiempo como para que pudiera ser inventado ad hoc por
pricornus. Primam Capricorni Jaciem vir in habitu mercatoris turpis .faciei el tristis quem perversos religiosos. Ciertamente, esto no justifica ni excusa el final atroz
sequitur iuvenis saltans et plattdens manilms. Secundam vir in colu111ba111 volantem intor- de un número impreciso de víctimas -las cifras varían entre quinientos
qlleiiS iawla: et duae mulieres ad un11m se co111plexantes vimm. Tertiam virgo albis indu- mil y dos millones-. Pero el análisis científico del fenómeno no debe ver-
ta; pedibus conculcans vulpewlam, et librum lectitans.- Aquarius. Prima m Aq11arii faciem se influido por el sentimiento natural de revuelta que nos sorprende des-
lwbet pater familias, et matrona, in gestu cogitallliu111: quomm ille calwlos llabet in lllatlll, de el momento en que pensamos en los abusos cometidos por las autori-
et ista col11111. Seamdam vir in habilll consiliarii atque sedens, sclledulas memoriales in ma- dades en la ú1ayoría de los procesos de brujería a partir del año 1468.
tlll habens, e CIIÍIIS mento prolixa pendet barba, lw111oque videtrtr vult11 severiore. Tertiam Cierta~ente, la brujería no tiene nada que hacer con la religión cris-
iuvenis iratus wi11sfacies ira videtur ir!fiammata: manibus quasi impetentibus, et digitis con- tiana: la pre~ede, la acompaña y ha tenido la mala suerte de caer bajo su '
tortis. - Pisces. In prima piscium facie, figura fw111inis srw bona tmusportautis, el rwvam legislación. Esta es la razón por la que ha sido abusivamente transforma-
perquirentis llabitationem: quem sequitur 11111/ier tripodem gestans et perticam. In secunda vir da en herejía y castigada com o tal. Pero este grave error de óptica no de-
accinctus quasi et ad operandum, contractis veslibus, et denudatis brachiis agilitate111 prae se be esconder a nuestros ojos que se trata de una pura invención de sus per-
Jerens corporis, el vultus llilaritatem. [¡¡ lertia adolescetls adamm1s et complectetiS p11ellam et seguidores sádicos, inhibidos y mjsóginos.
iuxta illos aves Iuno11iae duae colluctantes. - Habitus et actus imaginum praedictamm licet El carácter sistemático de la gran caza de brujas europea debe, todavía
per se ad artem menwrativam non conjera111: complere tamen possrmt imagim1111 ratio11es. menos, hacernos olvidar que el derecho consuetudinario de los países de

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Europa les reservaba ya un tratamiento que no por haber sido aplicado da apología- nos informa acerca de que el príncipe Vladimir de Kicv re-
más que esporádicamente deja de ser menos atroz que las torturas acerca cibió la visita de los representantes de muchas religiones. E n un princi-
de las que nos informan, o nos permiten intuir, los documentos de los pio se sintió atraído por el islamismo, que le prometía gozar de un h:u 6n
procesos. Parece que las ordalías del agua y del fu ego reservadas a las bru- no sólo en este mundo sino también en el más allá. El príncipe Vi:ldimir
jas potenciales no es una invención de la Inquisición ni de la iglesia de sabía apreciar la belleza femenina, sin embargo, percibió rápidamente d
Bizancio, a pesar de que ambas se sirvieran gustosamente de ellas. De otro componente intolerable del mahometismo: ¡le habría sido necesario re-
modo, Sérapion, obispo de Vladimir (1274-1275), no habría protestado nunciar a la carne de cerdo y al vino! La circuncisión le repugnaba igual-
en sus Sermones contra la práctica bárbara y la superstición absurda del mente, y aceptó el cristianismo pronunciando esta frase memorable: «El
pueblo consistente en ver si, por azar, las muj eres sospechosas de brujería placer de Rusia es la bebida; quitádsela y no podrá subsistir>>. Fue más
flotaban sobre el agua - lo cual constituía una prueba suficiente de culpa- bien un bautismo de líquido que de espíritu. No dejó de ser aceptado
bilidad- o en exhumar los cadáveres de los ahogados, cuyo espíritu era con gozo y no tuvo menores consecuencias. No obstante, esto nos per-
considerado como responsable del mal tiempo y de las malas cosechas. mite ver hasta qué punto los rusos permanecieron eslavos y en qué me-
Para comprender la esencia del fenómeno de la brujería no hay que dida sus creencias están lejos de las de los pueblos de Occidente. Nues-
dirigirse a los procesos verbales de la Inquisición puesto que, además de tras investigaciones no podrían partir de ahí.
que a veces sólo revelan los pattems of mínd de los perseguidores, están E l único pueblo que parece reunir todas las condiciones necesarias es
cargados a príori de un valor emocional susceptible de influir al investiga- el pueblo rumano. Los rumanos eran cristianos ya en el siglo IV, cuando
dor que se ocupa de ellos. Indiscutiblemente, los archivos inquisitoriales los eslavos todavía no habían empez.ado sus migraciones hacia la Europa
nos reservan todavía algunas sorpresas -como fue el caso de los benanda11ti oriental. Pero, en ~1 territorio donde se habla rumano, la iglesia no pudo
del Friuli, redescubiertos por C. Ginzburg-. Con todo, basta recorrer constituirse j erárquicamente hasta después de que hubieran surgido los
enteramente los tres volúmenes de los 1\lfatériaux de H. C. Lea para dar- estados, y esto no ocurrió hasta el siglo XIV, tras mil años durante los cua-
se cuenta de que no hay nada verdaderamente nuevo o excepcional: cla- les pueblos germánicos, mongoles, eslavos, turcos y ugrofmeses habían
se~ de brujos <<buenos>>y <<malos>> están bastante ampliamente atestados, así recorrido la antigua provincia rumana llamada Dacia. Ligada a los pue-
como las luchas que entablan entre ellos. Ésta es la razón por la que sólo blos occidentales por vínculos lingüísticos y genéticos, Rumanía -por la
sabríamos acercarnos efectivamente a la brujería con un espíritu objetivo que entendemos una entidad étnica que sólo durante muy poco tiempo
y científico en un área lateral de Europa donde la potencia de las iglesias constituyó una entidad geográfica- había abrazado el cristianismo orien-
cristianas no resulta suficiente para proceder a las persecuciones de los ma- tal, pero jamás había tenido una iglesia suficientemente fuerte para pro-
lrifici. ¿Pero existe una semejante área lateral? ceder a las persecuciones contra la brujería. Esto explica que ésta no se
Podríamos, en todo caso, dirigirnos a Rusia. Ciertamente, las creen- encuentre atestada por fuentes escritas procedentes de los perseguidores;
cias eslavas referentes a la brujería nos demuestran que se trata de un fe- está atestada únicamente como forma de una creencia popular, en cuya
nómeno real y no inventado por las autoridades eclesiásticas. Sin embar- consolidación la Iglesia no intervino en absoluto.
go, la desventaja de una investigación en el área eslava consiste en que los Sin embargo, todavía hace un cuarto de siglo, los materiales relativos
rusos se han convertido al cristianismo demasiado tarde para poder me- a la bntiería en los rumanos estaban encerrados en libros tan raros como
dir la interacción entre sus creencias populares y la propaganda de una dudosos. Sólo muy recientemente se ha dado publicidad a materiales de
iglesia más tolerante que las de Occidente. Los rusos se convirtieron al un valor extraordinario: las respuestas a los cuestionarios distribuidos me-
cristianismo en el siglo X, porque se había convertido su príncipe, y esto tódicamente en todos los pueblos de Rumanía hacia finales del siglo XIX
ocurrió por razones distintas de las que habían impulsado a los primeros y realizados por dos destacados etnógrafos: B. P. Hasdeu, que también fue
mártires a abrazar el cristianismo. La leyenda -esta vez más creíble que to- un gran lingüista, y N . Densusianu . Ambos actllaron de manera total-

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mente independiente y sus cuestionarios se complementan de maravilla, de las cuales llevan a cabo ciertas acciones fantásticas: vuelan a ti'IIVés del
, ofreciéndonos un inventario prácticamente sin igual sobre todas las aire, pueden transformarse en otros se res y se les atribuyen cie rtos pode-
cr~encias populares vivas de un país de la Europa oriental. Los resúmenes res sobre los hombres y sobre la naturaleza. Las categorías variables con-
sistemáticos de las respuestas al cuestioriario de Hasdeu fueron publicados sisten en una cierta ideología que las propias brujas se atribuyen o que les
en 1970 por el folclorista O. Birl~a, que continuó el trabajo empezado es atribuida por sus contemporáneos y por sus jueces.
por su colega l. Muslea (1. Muslea y O. Birlea, Tipología folclomlui. Din. El erudito Henry Charles Lea ha trazado una distinción - todav:ía vá-
raspunsurile la chestionarele luí B. P. Hasdeu, Bucarest 1970). Las respuestas lida, en el estado de las investigaciones actuales- entre sorcery, fenóm eno
al «cuestionario histórico» de N. Densusianu fueron sistematizadas por que se manifiesta en Europa e ntre el siglo X y la primera mitad del siglo
el folclorista A. Fochi en 1976· (A. Fochi, Dati11i si eresuri populare de la XV, y wítchcrajt, o la brujería tal y con1o fu e considerada y combatida por
ifirsitul secolului al XIX-lea: Rasprmsurile la chestionarele luí Nico.lae Densusia- la Inquisición en la época de la witchcraz e. La sorcery era un fenómeno sin
nu, Bucarest 1976). Mircea Eliade no dejó de señalar su importancia ex- consecuencias, que sus contemporáneos interpretaban c~mo la fantasía de
cepcional para el estudio de la brujería (cf. Occultisme, sorcellerie et modes los e.nfermos y que no comportaba ningún castigo -excepto en casos ais-
culturelles, París 1978), preparando de este. modo las vías para una investi- lados- . La autoridad, reconociendo la existencia de personas que se creían
gación más detenida. brujos, les negaba toda capacidad de perjudicar a sus prójimos. En cam-
El fenómeno de la brujería tiene como particularidad que no respon- bio, la withchmfl tiene que ver con el arsenal clásico que implica la pre-
de a datos psicofisiológicos constantes, sino que conoce igualmente cam- sencia del diablo, de lo blasfemo, del aquelarre y de la misa negra. La sor-
bios históricos muy importantes. . ccry se atribuía a la ignorancia del pueblo; la witchcrqft se transforma en una
La maestra de Photis en las Jvfetamoifosis de ApuJeyo era una bruja que herejía inspirada por el diablo.
sabía preparar ungüentos de propiedades psicodélicas extraídas de plantas; Los farmacólogos ya constataron hace cincuenta años que las brujas
y la vieja mujer del puc;!blo de Woippy, que el inquisidor quería quemar y sabían servirse de n1uchos alucinógenos extraídos de plantas. Los antro-
en cuya defensa salió vigorosamente Agrippa, era igualmente una bruja. pólogos sólo muy recientemente han aceptado esta evidencia, y el profe-
Po~ .«bntias» se entienden, pues, dos categorías de personas: <<L1rma- sor americano Michael Harner se ha convertido en su portavoz (M. Har-
céuticos drogadictos» pertenecientes a una tradición inmemorial y gente ner, <<The Role ofHallucinogenic plants in European .Wlt:chcraft» en : M.
que, más o menos a partir del siglo X d. C., además de servirse de aluci- Harner [ed.], Hallucinogens .and Shamallism, O xford University Press,
nógenos, poseen ta~bién una ideología común, consistente en: atribuir 1973, págs. 125-150) ." Cuando el profesor Hofinann de Basel descubrió el
contenidos más ·o menos constantes. a sus fantasías en estado de trance: ácido lisérgico (LSD) en la claviceps purpurea, una vegetación criptogámi-
vuelan por los aires, forman grupos dotados de ciertas particularidades «la ca que infecta el centeno (Secale comutum) durante su crecimiento, recor-
Mesnie Sauvage (mesnada salvaje) o Wilde]agd•>, tienen una patrona llama- dó los fenómenos extraños que se habían verificado entre los campesinos
da Diana, Herodias, Domina Abundia, etc. y mantienen una estrecha re- de Polonia y España que se alimentaban con pan de cente no (cf. R. E.
lación con una suerte de procesión macabra llamada Familia Herlechini. Schultes y A. Hofi11ann, Thc Botany alld Chemistry <if .Hallucinogens,
Más tarde, bajo la influencia de la Iglesia, estas características cambian: la Springfield-Illinois 1973). Y el antropólogo holandés Jojada Verrips des-
· Mesnie Sauvage se transforma en aquelarre, el patrón de las brujas se con- cubrió que unas epidemias de corea religiosa que habían tenido lugar du-
vierte en el propio Satán, cuyos secuaces le consagran un culto blasfemo. rante la segunda mitad de l siglo XVIII en Nijke rk y se habían propagado
y obsceno, etc. por todos los Países Bajos no eran de bidas, en realidad, más que a las muy
Existen, pues, dos tipos de categorías fenomenoló-gicas aplicadas. a )as malas cosechas de centeno con el qtie se fabricaba el pan Q. Verrips, «De
brujas: las constantes y las variables. Las categorías constantes conciernen Genese van een Godsdienstige Beweging: Het Nieuwkerkse Wek» en:
a la capacidad de las brujas de extraer y f:1bricar drogas, bajo la influencia Tijdschrift voor Socia/e Geschíedenis,j unio 1980, págs. 113-138). M. van Os,

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ex profesor de farmacología en la Universidad de Groninga, que ha teni- unos strigoi, que son brujos (o espectros) de ambos sexos. La palabra stri-
do la amabilidad de faci litarnos informaciones muy interesantes acerca de /~oi que, e n el uso moderno, signi fi ca únicamente «espectro, espíritu de
la quimica de los alucinógenos, nos ha asegurado que, desde hace algu- un difunto», procede, en masculino singular, del femenino striga con el
nos años, las cosechas de centeno infectado de claviceps purpurea no apa- suf~o m asculino - oi-. El plural es invariable, pero las brujas o los espec-
recen más en el mercado, y son destinadas únicamente a la investigación: tros femeninos son designados a veces como strígoaica (singular) y strígoai-
los jrmkies habían empezado a comprarlas al por mayor... ce (plural), según la fl exión normal de este sufij o.
Ciertamente, sería recurrir a un racionalismo facil pretender q ue esto En d folclore rumano existen dos categorías de strígoi: los <•strigoi vi-
lo explique todo acerca de la brujería. Ésta se constituye tambié n a partir vos•> - que simplemente son brujos de ambos sexos- y los <<strigoi muer-
de categorías variables de naturaleza ideológica, cuyos elementos cons- tos» -que son vampiros, como el legendario Drácula.
tantes de la alucinación (el vuelo, la asamblea) no forman más q ue el pun- Los strigoi vivos son hombres y muje res nacidos en circunstancias es-
to de partida. Los materiales rumanos nos permiten sacar conclusiones peciales, cuyas particularidades varían según la región. Así, por ejemplo,
muy importantes acerca de los rasgos ideológicos de la bruj ería y de su el séptimo o el duodécimo hijo cuyos hermanos mayores son todos del
origen. Esto es posible g racias a que el territorio rumano no constituye mismo sexo -masculino o femenino- será un strigoi. Pero, en general, es
sólo un área lateral de Europa, un área donde el cristianismo ha existido suficiente con poseer ciertas marcas especiales en e l nacimiento: un hue-
sin tener por ello el poder de ~j ercer actividades represivas, sino también so sacro parecido al resto de una cola, pelo e n el c uerpo o, en particular,
un área aislada, una isla ling üística neolatina cercada por países de lenguas haber «nacido encapuchado•>, es decir, con la cabeza envuelta en una par-
eslavas o ugrofinesas. Esto no implica sólo un conservadurismo casi in- te de la m embrana fetal. En ciertos casos, e l niño sólo se convierte en stri-
creíble en el plano lingüístico, sino también la persistencia tenaz, en el goi si ingiere la «capucha». La <•cola» y la <•capucha•> continúan formando
folclore, de elem e ntos romanos. Bastará decir que los rumanos, el 1 de una de las partes más importantes del arsenal del futuro bn~o: es en con-
marzo, se intercambian pequeñas figuras colgadas de dos hilos enredados creto e n la <<cola>> donde almacena sus poderes ocultos, y es poniéndose
de color rojo y blanco. Son amuletos que se cuelgan en los abrigos y que sobre la cabeza la «capucha>> (que, por supuesto, su madre ha guardado
se llevan hasta el 1 de abril, cuando hay que depositarlos sobre las ramas después de haberla hecho secar) como puede volverse invisible y atrave-
de los árboles (en realidad, por razones económicas, el hilo ya no se cuel- sar las puertas cerradas. En principio, los strigoi sao m ás bien malos -so-
ga). Dejemos de lado el hecho de q ue los hilos enredados formaban par- bre todo los muertos-, a pesar de que no se desprende ninguna sensación
te del arsenal de magia rumana, el hilo blanco representaba el aire y el hi- de horror de los materiales rumanos q ue hem os consultado. Pueden ha-
lo rojo, el fuego (falta el negro, que representaba la tierra). Pero toda la cer mal de ojo, producir enfermedades en los hombres y los animales, ha-
costumbre del martisor -así es como se llama el amuleto del mes de mar- cer cuajar la leche de las vacas y, po r lo general, tienen poder sobre los
zo, el primer m es de la primavera, de la renovación de la vegetación- es fenómenos meteorológicos. Éstos son algunos rasgos generales que se
importado de Italia, donde estos objetos se llamaban osci/la y eran igual- atribuían a los brujos en E uropa occidental antes de que empezaran las
mente depositados sobre las primeras ramas florecidas en primavera .... persecuciones. En resumen, se trata de personajes muy inquietantes aun-
Con todo, sólo en Rr111rr111fa la costumbre resiste a veinte siglos de historia: que, en Rumanía, el miedo colectivo nunca debe de haber superado unas
en Italia ya no queda ningím rastro de ella, no más que en las otras ex proporciones muy razonables, puesto qut! no St! conserva ninguna perse-
provincias del imperio romano. cución judicial fuera del territorio de la provincia de Transilvania, que ha
Ésta es la razón por la que no nos debe sorprender que, en rumano, estado, hasta 1918, bajo la adminisn-ació n austro-húngara.
la palabra que designa a la bruja sea la misma palabra latina: striga. Es cier- Los strígoi rumanos, como las strignc latinas y las bn~as de Europa oc-
to que ya no es una palabra corriente (la habitual es vrajitoare); pero, en cidental, pueden transformarse, mediante e l uso de ciertos ungüentos, en
las creencias populares, la realidad de la brujería se concentra en torno a diversos animales o insectos. Tampoco se debía abusar de la droga, pues,

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en la mayoría de los casos, el «vuelo mágico•> sólo es atestado dos veces al nocían ellas. Ellas lo utilizaban únicamente dos veces al año: la prinH.:rn,
año, la noche de San Jorge (el 23 de abril) y la de San Andrés (el 30 de durante la noche de San Jorge, no sólo se consideraba que volaban y SI.!
noviembre). Los strigoi rumanos estaban igualmente convencidos de que dirigían hacia el lugar de reunión general, sino que también efectuaban
no se trataba más que de un vi~e en espíritu y que su cuerpo se queda- prácticas mágicas que deben tener un sustrato ritual del todo real. Se creía,
ba prudentemente en casa hasta su vuelta. No dejaban de emplear, para en concreto, que se dirigían dcsnrufas hacia los campos, con la intención
volar, palos de escoba, toneles y otros instrumentos provistos de un palo de almacenar la «potencia)) de las siembras de sus vecinos y de transferir-
o facilmente montables a horc~adas: se sabe que esto pennitía a los com- la en sus propios campos. En éstos, las cosechas eran abundantes; en aqué-
ponentes activos de los ungüentos penetrar en el organismo por la piel llos, resultaban escasas. Todavía hay más: efectuaban la misma operación
particularmente sensible de la vagina, en el caso de las mttieres, del es- en los establos de sus vecinos, transfiriendo la «potencia)) de las vacas a su
croto y del ano en el caso de los hombres. Así liberado del cuerpo, el es- propio ganado, que producía más leche y de mejor calidad. Todo esto re-
píritu salía de casa por .el agttiero de la chimenea, por la cerradura, o por sulta más parecido a un ritual que a una actividad que tiene lugar sólo <<en
las ranuras de la puerta y de las ventanas. A caballo sobre el palo de es- espíritu». Sin embargo, existen fuentes que nos informan acerca de que
coba, etc., se dirigían hacia un lugar de reunión fijado con anterioridad, las brujas que realizan estas operaciones asociales durante la noche de San
donde recobraban su forma humana y entablaban entre ellos luchas - a Jorge no pueden verse a simple vista: para verlas es necesario recurrir a
menudo sangrientas- que duraban hasta el primer canto del gallo. En- un procedimiento muy complicado: hay que capturar una serpiente y
tonces se retiraban de nuevo hacia sus casas y reentraban en su cuerpo. cortar su cabeza con una moneda de plata, a continuación hay que in-
Ciertos informadores añaden incluso que, si alguien se desplazaba duran- troducir un diente de ~o en la boca de la serpiente y esconder la cabeza
te este tiempo en que el cuerpo se encontraba en estado de catalepsia, el ásí preparada b~o el umbral de la puerta. Aquel o aquella que coma o se
espíritu ambulante ya no podía encontrarle. El cuerpo se descomponía y lleve el diente de ~o durante la noche de San Jorge podrá ver a las bru-
el espíritu se quedaba en el estado de strigoi vagabundo y no dejaba de jas en acción . No resultará sorprendente que los strigoi, vivos o muertos,
vengarse de los responsables de esta farsa atroz. tengan una gran aversión al ~o: éste es uno de los rasgos comunes con
Lo que resulta interesante de todo esto es que Plinio y Plutarco rela- las historias de vampiros.
tan una historia de este tipo que concierne al médium griego Hermoti- El corpus de informaciones acerca de los strigoi se detiene aquí. Pero
mo (o Hermodoro) de Clazomenes, cuya mttier entregó el.cuerpo ina- existen otras creencias que nos indican q~•e, en el terreno de la bntiería,
nimado a sus enemigos Cantáridas, que lo quemaron y el espíritu de rumanos y romanos tienen mu.:ho más en común que el simple nombre
Hermotimo no pudo volver a su «funda)) -como dice Plinio-. Esta his- de strigae. En efecto, hadas aéreas llamadas zíne son particularmente po-
toria pertenece a la Grecia arcaica, donde las Cantáridas eran los repre- pulares entre los rumanos: pero su nombre deriva del teónimo latino Dia-
sentantes de una cofradía dionisíaca, celosa de las hazañas extáticas de. na, tal y como el napolitano jánara [bruja], el sardo jarrá, dz mw [bn0a], el
Hermotimo. Razón de más para sorprenderse de los rasgos muy antiguo.s albanés zmúf [hada] y el serbio ymw fhada]. Al igual que Diana, dueiia de
que conservan todavía las creencias populares rumanas. las brujas de la Edad Media, las z l11e rumanas guardan una estrecha rela-
Existen otras informaciones recogidas en Rt;manía que nos indican ción con una Mesnie Sa111mge.
que las brujas -esta vez sólo las mujeres- no actuaban aisladamente, si- Tienen muchos nombres (las Bellas, las Ventosas, las Pentecostés, etc.),
no que fo.rmaban cofradías. No resulta demasiado difícil deducir que se pero el más común es el de Jefe: «Ellas», que alude a la prohibición de
trataba de cofradías iniciáticas, puesto que el número de brujas era reduci- pronunciar su «verdadero)) nombre (del mismo modo que se evitaba pro-
do en relación con el número de mujeres de un pueblo o de un distrito; nunciar el nombre del diablo). Estos seres femeninos aéreos sólo se ma-
además, se nos asegura que ciertas acciones sólo eran realizadas por las nifiestan durante la noche. Como la lvles11ic Sauvage o la Wilde ]agd, tocan
brujas y se sabe igualmente que el secreto de los ungüentos sólo lo co- instr.umentos de viento y bailan sobre la tierra. Aquel que tiene la mala

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suerte de estar en los campos cuando las hadas se manifiestan morirá e n como sus futuras colegas para transform:me en pájaro, y e ra igualmente
el acto o permanecerá paralizado hasta el final de los días (Muslea y Bir- capaz de cumplir o tras hazañas, alg unas de las cuales no se encuentran
lea, págs. 213-214). Además de esto, perderá la razón . atestiguadas n.i en R.umanía ni en las brujas de Occidente. Por lo que se
Con todo, el folclore rumano no establece ninguna relación entre las refiere a Diana, su origen es sin duda romano, y la existencia de un cul-
z íne-dianae y las strígoí-strigae. Aquí reside justamente lo propio de la bru- to secreto de los militares, con Diana y sus rlinf.1s como objeto principal
jeria de la Edad Media descrita por el Capituhm1 Episcopi, por Graciano y de adoración, no podría constituir una f.1ntasía desprovista de toda ver-
por Burchard de Worms: que reconoce en Diana (Herodías, Domina dad.
Abunda, etc.) su patrona y que está relacionada con una i\1esnie Sa11vage Las z íne rumanas ejecutan una dan z:~ en círulo que no difiere de los
que toca instrumentos de viento. «corros de brujas>> o <<corros de hadas>> del folclore fi·:mcés. En principio,
Esta diferencia parece indicar, por un lado, que los elatos del folclore tiene lugar en el aire, aunque ello no impide que las z í11c también pue-
rumano son anteriores al siglo X, puesto que las creencias en las strigae no dan descender sobre la tierra y dejar las marcas visibles que advertirán a
se han com binado todavía con las creencias que conciernen a las dianae; los pasantes de q ue e llas han estado e n aquel lugar.
por otro lado, significa que la versión de la Edad Media occidental pro- La explicación natural de los «corros de brujas>> es tan decepcionante
cede de una fusión e ntre dos fenómenos separados: la brujería y la Mes- com o la de la brujería en general. Se trata del desarrollo circ ular de m u-
nie Sauvage de Diana. Puesto que el folclore rumano no es datable, he chos tipos de setas, de las que el ¡\.1arasmitÚ oreades es una de las más co-
aquí otra precaución para probar lo q ue de entrada ya nos muestra la lin- nocidas. Escuchemos a J. Massart: <<Sobre los prados ricos donde la hierba
güística: que la palabra striga y la palabra z í11a derivan del latín y no han es corta y tupida y donde pasan las reses, se ven frecuentemente círculos
sido reemplazadas por otras palabras de origen eslavo, griego o turco. Es- cuyo contorno está jalonado por sombreretes de maras111itts oreades. Estos
to significa q ue la realidad aludida por estas palabras debe ser anterior a corros de bruj as pueden alcanzar un diámetro de una decena de metros.
las migraciones de los eslavos, etc., puesto que las legio nes romanas no se Cada una ha partido de un punto único central. Es probable que la seta
detuvieron en Dacia más que entre los años 106 y 271. deje en el suelo una sustancia tóxica por sí rnisma, de tal manera que le
No es nada nuevo afirmar que los militares romanos de Dacia mos- impida desarrollarse en el mismo sitio en los dos añ<?s sucesivos; ele ahí la
traban una particular reverencia por Diana y por sus ninfas. Numerosas creencia en círculos que se ensanchan cada vez más. En otoño, cuándo
inscripciones de Dacia están dedicadas a Diana regina, vera et bona, melliji- un gran número de sombreretes se pudren en la circunferencia, ésta reci-
ca, y a las Nymphae saflltiferae y sa11ctissimae (e( N. Gastar, <ICultele au- be un abundante abono en sales minerales, lo cual permite que la hierba
tohtone in Dacia romana» e~: Anuaml Inst. de Istorie si Arheologie, ll, Uni- crezca con más vigor que en otros lugares; la periferia del círculo es así
versidad de Jassy, 1965, págs. 237- 254). Al sur y al norte del Danubio, esta marcada en toda estación por la mayor altura y el tono oscuro de la hier-
reverencia ha adoptado la forma de un culto cuyas características sería im- ba>>a. Massart, Esquisse de géographie botanique de la Belgiq11e, citado por l.
posible precisar, pero que no debe, en principio, ser extraño a las creen- Teirlink, Flora Magica. De pla11t in de toovenvereld, Amberes 1930,· págs. 30- .
cias locales en las z íne-dianae aéreas. 3 1). Las setas Tricholomia col11111betta y A,qariws ca111pestris producen los mis-
Esto es suficiente para mostrar q ue el fe nóme no de la brujería ha te- mos efectos. En Suecia , el <<corro de hadas>> llamado E!fdanser resulta par-
nido una existencia ininterrumpida hasta el siglo X y q ue, muy proba- ticularmente espectacular, puesto que es de colo r azul: esto se debe al
blemente, es de origen romano -cosa que no excluye la existencia, en los desar rollo centrífugo de la hierba Sislería coemlea L. En H olanda y en Bél-
pueblos conquistados por los romanos, de conocimientos de farmacopea gica muchas variedades de la hierba Lycopodiwn complanatum producen
popular y de alucinaciones provocadas por los extractos de solanáceas ab- igualmente círculos en medio de los prados (Teirlink, pág. 31 ).
sorbidas por la piel- . Todavía nadie se ha propuesto reconstruir la figura ¿Admite el fenómeno del vampirismo una explicación de este tipo?
de la bruja romana. Sin e mbargo, ésta sabía emplear su ungüento tan bien En Rumanía, los vampiros son llamados «strigoi muertos>>; se trata de

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muertos cuyo cadáver no se descompone en la tumba. Adoptan formas ¡;,ra hablar de ellos y he leído toda una literaturJ acerca de sus experien-
de animales y chupan la sangre de animales y de hombres; a veces tam- cias. Por este motivo estoy convencido de que la utilización de alucinó-
bién se comen el corazón. genos -bajo la dirección de <<especialistas» y en el seno de cofradías iniciá-
¿Cómo convertirse en vampiro? Es suficiente con haber nacido con la ticas- se encuentra en el origen de numerosas creencias de la humanidad,
capucha o con haberla ingerido; pero esto no constimye la regla general. en particular de las que se refieren a la movilidad del alma y al vuelo má-
En principio, alguien se convierte en vampiro después de su muerte si los gico. En el caso de la brujería, de esto no cab'e la menor duda.
que deben ocuparse de vigilar su cadáver no hacen bien su tarea. Cuan-
do un animal -ya sea un gato, un perro, un ratón, una gallina, un pájaro (Este apéndice incluye el texto inédito de una conferencia en lengua
cualquiera, una cucaracha o incluso un hombre- pasa sobre el cadáver sin holandesa, titulada De hekerij e11 de Rocmce11sc folklore, pronunciada en el
que se lo impidan los vigilantes, el muerto tendrá todas las posibilidades Instituto de Documentación Visu:tl de Historia de las Religiones de la
para adoptar la apariencia del animal e n cuestión y ejercer, bajo esta for- Universidad de Groninga en marzo de 198 1.)
ma, su nociva actividad. Por suerte, el vampiro no puede soportar el ;uo:
en cuanto se sospecha que un muerto se ha transformado en vampiro - y Nota
los indicios fisicos lo confirman-, hay que poner ajo en todos los orifi- Hans Peter Duerr ha sido uno de los primeros que se tomó la mo-
cios de su cuerpo (que son nueve) y atravesarle el corazón con un obje- lestia de leer el manuscrito de este libro. El autor de 'Jhmmzeit me ha
to punzante. comunicado sus observaciones con respecto a 111i tratamiento de la bru-
Nancy Garden ha encontrado la explicación de todo esto. La repro- jería, observaciones que reflejan, a veces, puntos de vista distintos. [n-
ducimos aquí porque, sin carecer por completo de errores, resulta tan de- tentaré resumirlos aquí y ofrecer una respuesta, puesto que, en esencia,
cepcionante como nuestros alucinógenos, que arrebatan todo el misterio rni perspectiva del fenómeno en general no resultó alterada.
a la brujería, y como las setas o las hierbas de crecimiento centrífugo, que Duerr observa, en primer lugar, que durante la caza de brujas no se
difuminan el encanto de los «corros de hadas». ¿La licantropía? Nada más trataba de la absorción de las drogas por la piel: el ungüe nto se había
simple: se trata de una enfermedad llamada hipertricosis. La gente que la transformado en un estereotipo que, como tal, no podía faltar en una
padece posee pelo abundante en todas las partes de su cuerpo, incluida confesión de brujería; víctimas y verdugos lo sabían igttalmente bien. Por
la cara. Elemento suficiente para que la imaginación popular los convier- lo demás, dice Duerr, sólo Jos letrados como Porta proporcionan recetas
ta en hombres-lobo. de ungüentos que contienen agentes activos extraídos de las solanáceas;
En cuanto al vampirismo, se trata de una enfermedad todavía más vi- todas las recetas cuya fórmula fue revelada por las propias brujas durante
sible: se llama porfiria, y los que la padecen tienen Jos dientes y las uñas los procesos carecen de agentes activos. En cuanto al Datum siramo11ium,
fluorescentes. Sus víctimas son hipersensibles a la luz solar: ésta es la ra- no aparece más que en una única receta en Porta: no podríamos, pues,
zón por la que sólo pueden pasearse durante la noche. La porfiria es he- considerarla como la planta más utilizada por las brujas. En consecue ncia,
reditaria y, en los pueblos aislados donde .las relaciones consanguíneas son seglln Duerr, en tiempos de la Witchcmze, sólo hubo una bruja entre diez
más o menos normales, puede afectar a toda la comunidad. (Nancy Gar- mil que se drogara; el resto pro nunciaba sus confesiones según el modelo
den, Wérewolves- Vámpires, Filadelfia-Nueva York 1978.) conve ncional que se esperaba de ellas, donde el ungüento desempeñaba
En la piscina pública he visto e nfe rmos de hipertricosis. Puedo en- un papel igualmente convencional.
tender que hayan podido ser confundidos con hombres-lobo. Los argumentos de Duerr me habrían convencido si, por azar, no hu-
No he visto a nadie que padeciera porfiria, pero esto no significa que biera añadido que el estereotipo del ungüento aparece incluso en los Be-
no existan. 1/andauti de Friuli. Siguiendo a Harner, yo había interpretado de un mo-
En cambio, he visto a muchos drogadictos, no hay día en que no oi- do completamente distinto la presencia del ungüento en las confesiones

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de los Benandanti: estaba convencido -y todavía lo estoy- de que los Be-
nandanti también se servían de una droga para acudir a sus reuniones noc-
turnas, pero que ni ellos mismos ni los inquisidores establecieron una re-
lación causal estrecha entre el ungüento y la alucinación.
Estas dos lecturas son igualmente posibles; lo que resulta imposible es
demostrar cuál de las dos es la auténtica. Según una, la presencia del un- Apéndice Vlll
güento pertenece al estereotipo de la confesión, un estereotipo conocido (al capítulo VII, 4)
por todo el mundo; según la otra, el ungüento se utilizaba realmente, pe-
ro lo que se ignoraba era su papel esencial en la formación de todo el El teatro mágico de Fabio Paolini
complejo de experiencias extático- eróticas y de creencias relativas a la En su excelente obra Spiritual and Demo11ic l\llagic from Ficirw to Calll-
brujería. panella, D. P. Walker concede a Fabio Paolini un sitio de honor entre los
Una segunda observación de Duerr se refiere a mi explicación acerca representantes de la magia espiritual del siglo XVI (cf. págs. 126-144). Por
de ·)a frialdad del órgano genital de los íncubos; yo lo atribuía, en con- no haber tenido ocasión de realizar investigaciones específicas a este res-
creto, a la rápida evaporación de ciertos componentes del ungüento, que pecto, en este apéndice nos lirn.itaremos a exponer las observaciones de
creaba una sensación de frialdad en la vagina. Para Duerr, esta fiialdad no Walker, reservándonos el derecho de retomar la cuestión cuando estu-
sería otra cosa que una metáfora lingüística transpuesta en el campo de la d iemos la obra y la carrera de Paolini
experiencia: la alusión al frío aparece en diversas expresiones que indican Paolini, como Giulio Cam illo, nació en Udine. Estudió con Berri.ar-
un acto sexual consumado sin pareja. Yo no sabría subséribir esta inter- dino Barthenio, que era un adnúrador de Camillo y asociaba su nombre
pretación. La posibilidad de que el efecto de la droga se traduzca en alu- con el de Hermógenes de Tarso, del que el autor del teatro de la me-
cinaciones eróticas es aceptada por la mayoría de autores que se han moria había traducido al italiano Le Idee, overo Forme de/la Oratione Da
ocupado de la cuestión (cf. Louis Lewin, Phalltastica, trad. franc., París Hemwgene consíderate, et ridotte in questa lit-1gua per M. Giulio Camillo Del-
1970, pág. 147; J. Finné, Érotis111e et sorcellerie, Verviers 1972, pág. 202 y ss; lllinio Friulano (Udine 1549). De ambos, Paolini heredó el gusto por la re-
R. C hristinger, Le Voyage da11s L'imaginaire, París 1981, pág. 63) . El carác- tórica mágica, que combinó con preocupaciones de orden médico (fue
ter helado del rniembro viril y del esperma de Satán es uno de los ele- el editor de la versión latina 'de Gerardo de Crernona del Canon medici-
mentos extrañamente constantes en toda descripción de amor bntio; por nae de Avicena e igualmente de 1~ obra de Galeno, ambas publicadas en
lo demás, estas descripciones pueden resultar totalmente divergentes (cf. Venecia en 1595-1596). Además, Paolini había estudiado a Ficino, Tri-
Firmé, loe. cit.). Explicar esto como la traducción onírica de una metáfo- themius y Agrippa. De espíritu enciclopédico, fu e el fundador de una
ra lingüística me parece un poco somero. Hasta nuevas pruebas, la hipó- Accademia degli Uranici en Venecia (1587-antes de 1593) y uno de los nue-
tesis de la evaporación me parece la más plausible. En cuanto al palo, no ve miembros fundadores de la Secouda Accadcmia Ve11cz ia11a, puesta en
podríamos exagerar su importancia: <<El palo se cogía con la mano, como marcha en 1593.
el bordón del peregrino, o apretado entre los muslos. Nos podemos pre- En las asambleas de la Accade111ia degli Um11ici, Paolini expuso su obra
guntar a este propósito si no se ha utilizado a veces un bastón untado con de síntesis, que apareció en Venecia e n '1589 bajo el título: Hebdomades,
un producto alucinógeno para provocar un orgasmo seguido de aluci- sive septem de Septenario libri, Habiti i11 Ura11icom111 Academia in rmius V<!¡gi-
naciones. Según una expresión de argot que encontraría todo su sabor y líi versus explicatione. Recordemos que la división septenaria constituía la
valor, la bntia se habría entonces verdaderamente envoyée en L'ain> (Chris- obsesión de Giulio Camillo; Paolini la respeta escrupulosamente y tran.s-
tinger, op. cit, págs. 53-54). forma su libro en un catálogo gene,ral de series de siete objetos, dividido
en .siete libros de siete capítulos cada uno. Este sistema de memoria as-

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trológica se presenta como un comentario a un único verso de la Eneida di numina perduci, vicissimque lwrrun numimn11 1110t11s per eandem anilllll/11, al-
de Virgilio (VI, 646): que vitam ad nos trahi ve! ex ea ratio11e qua dixim11s in Astrología, q11od sclliccl
animi sensus quidam putant reddi imagirwtícme corporeos, et alígeros, et ad pla-
Ob/oq11it11r [Orpheusjn11meris septem discrimiua vocr11n. netas evo/antes, pro suo quosdam ordi11e, nempe Joviales ad Jovetn, eorum affici
potestates, et ad nos revertí obsewt11ros ad 011111ia (Hcbd. págs. 216-217, citado
No obstante, la redacción de series septenarias no constituye el obje- por Walker, pág. 135).
tivo principal de Paolini. Lo que le interesa son los fundamentos de la ¿Cómo hay que representar este proceso?
magia extra-s11bjetiva: «¿Cómo puede la música de Orfeo producir efectos Se trata de desarrollar f.1ntasmas pertenecientes a una serie planetaria
manifiestos no sólo en los hombres y los animales, sino también en las Uupiterinos, por ejemplo). Éstos empiezan a conducir una existencia au-
piedras y en los árboles?>> (Walker, pág. 130). Este problema había surgi- tónoma y, una vez transformados en volátiles, vuelan hasta el planeta al
do en la discusión que siguió a una conferencia pronunciada por Paolini que pertenecen. Alú abajo se cargan de potencia astral y vuelven al ope-
en la Accademia degli Urmrici. En la tradición ficiniana, que en realidad se rador, dispuestos a obedecer sus órdenes. Reconocemos aquí reminis-
remonta a los estoicos, Paolini había explicado el efecto extra-subjetivo cencias de la teoría de Ficino del paso del alma a través 9e los planetas
de la música de Orfeo a través de la existencia de un Soplo Universal (el (ver cap. 1, 3 y Apéndice 1), prácticas demonomágicas del tercer libro de
espíritu cósmico) que anima todos los miembros del mundo. Esto dio lu- la Steganographia de Trithemius y de la antigua doctrina de la capacidad
gar a una sesión apasionada, en la que el peripatético Ottavio Amaleto de las afecciones para transmitirse del emisor al receptor, desarrollada por
atacó las opiniones de Paolini, emprendiendo una polémica con Valerio Agrippa y sobre todo por Giordano Bruno en una singular técnica.
Marcellino, platónico, defensor de Orfeo y de Paolini. La redacción de A partir de estos datos fundamentales, Paolini retoma la idea del tea-
los Hebdomades parece haber sido suscitada por esta discusión. tro de Giulio Camillo, en la que todos los objetos del mundo debían es-
Ante la magia, condenada en su época, Paolini muestra una actitud de tar distribuidos en siete series planetarias. Esta división tiene como fina-
indiferencia, con riesgo de adherirse a las concepciones de Trithemius y lidad ii1dicar de entrada el tipo de afecciones que el operador debe
de Agrippa, sin pronunciar los nombres de sus autores (lo que le valió, suscitar con respecto a cada objeto. Escuchemos a Walker:
por lo demás, una refutación por parte del jesuita Del Rio). En el fondo,
la sobriedad aparente de Paolini esconde la ferviente pasión del ocultista. Con la magia [de Paolini) como intermediaria, se concedía un carácter pla-
Como Ficino, adopta fórmulas prudentes (tradrmt rronmtlli, dicrmt, asserrmt, netario a un pensamiento o a un~ imagen mental, que luego obedecería y haría
etc.), siempre impersonales, para evitar despertar las sospechas acerca dé lo que quisiéramos. ¿Y qué es lo que quería un orador? En primer lugar, que es-
su imparcialidad y de una actitud ÚIVorable a la magia. te pensamiento o imagen estuviera siempre disponible cuando fuera necesaria;
En el fondo, está totalmente convencido de la posibilidad de que exis- en segundo lugar, que produjera un potente efecto sobre el auditorio. Median-
ta una magia intersubjetiva e incluso extra-subjetiva, provocada por las te la magia de Trithemius (¿Por qué de Trithemius? Walker parece confundirse
mismas afecciones intensas desarrolladas por el operador en su aparato en este punto) se imprime a un f:1ntasma [you f!ffect a tlum.~llt, lo cual es impro-
fant.1stico: Tradrmtque nonnulli, et asserunt animi nostrí sensus, conceptionesque pio] -pongamos el de un león- el carácter planetario que le es propio - en este
reddi posse volatiles, corporeasque vi imaginationis, eosque pro sui qualitate ad si- caso el sol- y lo introducimos en el esquema mnemónico planetario (el teatro
dera, et planetas ferri, qui rursus planetarum virtute ciffecti, et corroborati descen- de Giulio Camillo). Activado por b potencia pbnetaria, [el f.1ntasma] aparecerá
dunt nobis obsecuturi in his, qui volumus (Hebd. págs. 206-207, citado por cuando pensemos o pronunciemos una sentencia solar (Walker, pág. 142).
Walker, pág. 135).
Y sigue: Volunt vehementes animae nostrae motus, at desiderium, per com- W.1lker observa igualmente que ahí había una <<tentativa seria, aunque
mui7em mtmdi vitam, atque animam ubque vigentem [. ..) d[ffusa, ad ipsa mun- errónea, de utilizar estas fuerzas psicológicas que escapan al control cons-

344 345
ciente» (íbid.). Por lo demás, las distinciones que establece entre el uso de
la afectividad en Trithemius y en Ficino no nos parecen pertinentes.
¿Cuál era la ~entaja del sistema de memoria afectiva de Paolini? Que
e n u~ teatro u.mversal - por supuesto imaginario- dividido en series pla-
n.etanas, cada lmagen, cada pensamiento y cada palabra habían sido aso-
ctadas con una emoción de orden general. Bastaba exhumar el fantasma Apéndice IX
de su c~sill~, y el orador se veía no en posesión de una palabra o de una (al capítulo VII, 4)
sentencta, srno de una fuerza planetaria que no dejaba de comunicar a su
auditprio. La convicción personal de que ni la «filosofia oculta)) de Agrippa ni la
~esultaría. muy interesante estudiar las relaciones que el ~oble Gio- «magia pneumática)) de Bruno aportan nada decisivamente nuevo en el
vanm Moc_emgo había mantenido con la academia de Paolini y frecuen- desarrollo de la magia renacentista después de Ficino y de Trithemius nos
t~da, a dectr de Walker (pág. 128), por filósofos, teólogos, juristas, lusto- determinó a no reservarles ningún sitio en el propio texto del capítulo.
nad~res, o~a~ores; embajadores y aristócratas venecianos. Quizás el Ésta es la razón por la que ofrecemos en apéndice algunos datos esencia-
propto Paolm1 habta despertado en Mocenigo el gusto por aprender el ar- les acerca de estas dos for mas de magia.
te de la m emoria de Bruno en Venecia, por aprender el secreto del arte La bibliografía moderna sobre Agrippa se encuentra en W D. Müller-
uni~ersal. Decepcionado, en 1592 lo denunció a la Inquisición. J ahncke, J\!lagie als Wissenscluift im Jriihen 16. Jahrlumdert. Die Bezichtmgen
-: ste fue un gran fracaso de la magia intersubjetiva de Bruno: que no zwischen lVfagie, Medizin tmd Phamwcie im Werk des Agrippa von Ncttesheim
llego ~ ofrecer a Mocenigo lo que éste deseaba, que no logró manipular- {1486-1535} (tesis), Marburgo 1973; cf. del mismo autor <<Von Ficino zu
lo seg~m lo! pr~ceptos contenidos en De vinwlis in genere. ¿No había re- Agrippa. Der Magie-Begriff des Renaissance Humanismus», en R. C.
conocl~O, e~ m~s~o, que resulta mucho más facil influir a una masa que Zimmermann y A. Faivre (eds.), Epochetl der Naturmystik, Berlín 1979,
a un sujeto mdtvtdual? págs. 24-51, y «Agrippa von Nettesheirn et la Kabbale)>, en Kabbalistes
chrétiens en Cahiers de l'Hérmetisme, París 1979, págs. 197-207.
Sobre el De occulta philosophia, ver sobre todo W D. Müller-Jahncke,
<<Agrippa von Nettesheim: "De occulta philosophia'\¡, en: J\1/agia Natura -
lis, op. cit., págs. 19-29 . .Entre otros' estudios recientes, podemos limitarnos
a citar el de C. G. Nauert, Agrippa and tite Cris cifRenaissance Thought, Ur-
bana 1965.
La editio princeps de la obra ·de Agrippa, aparecida en Lyon (s. a., pero
hacia '1565 o después) ha sido reimprimida por procedimientos anastáti-
cos en Hildesheim- N ueva York 1970, en dos tomos. Así mismo, el De oc-
wlta philosophia ha sido reimprimida por ele K: A. N owonty (Graz 1967) .
.El m ej or biógrafo de Agrippa sigue siendo todavía Auguste Prost (op.
cit.), con todas sus limitaciones, sobre todo por lo que se refiere a su in-
terpretación del De ocwlta philosophia. Citaremos con frecuencia la obra
de Prost en la última parte de nuestro libro.
La <<filosofia oculta)) de Agrippa es una audaz amalgama de teoría fici-
niana y demonomagia.

346 347
La «magia matemática)> de Bruno no es más que una mezcla de este- simpatía y antipatía son percibidas por el sentido interno, puesto que es-
ganografia y demonomagia calcada de Agrippa . Podemos hacernos una tán inscritas en el espíritu universal que está presente en todas p:t1tcs
idea de ella leyendo las notas de los editores al margen de la compilación (págs. 406-407). Virtutum sett formarrtlll sc11 accidentium, quac de suiJiecto i11
anepígrafa De Magia Mathematíca (Op. lat., lll, pág. 498 y ss.), que inclu- subiectum diferentw; a/iáe su11t manifcstae, ut quae sunt in genere activarutll el
yen citas literales de la Steganogmphía, del De ocwlta philosop!tia y de AJ- passivarum qualítatun1, et eartllll quae immediatc consequuiztur eas, ttt sunt cale-
bertus Magnus, De Secretis Mulíemm Itent de Vírtutilms Herbartt/11 Lapídum .facere, frigifacere, humectare, siccare, mollificare, indttmre, congregare dis~~regare;
et Anímalíum (ed. utilizada: Amsterdam 1662). T.1mbién está presente Fi- aliae s1mt occultiores iuxta occultos etian1 e.ffectus, ut exltilamre contristarí, appe-
cino (íbíd., 11: Quía ascensus et descensus per exítrttll et íngresswn duarttm por- titum ve/ taedirm1 immitere, ti111orem et audaciam, ut sunt motiva ab extrinsecis
tamm Cancri et Caprícorni - quartttll altera Deomm dicitur, altera ftomimtm - speciebus per opus cogitativae in homine et aestiimativae in bmtis apellant, quibus
designatí srmt ab antiquis prcifimdae phílosoplziae autlzoribus. Sabernos que la puer se11 irifat/S viso serpente et ovis viso lupo absque afia experientia concipit ima-
primera fuente de este. pas;üe es el Comentario de Macrobio al Sueíio de ginem initnicitiae se11 timorem mortis seu destructionis suae, quorrm1 ratio rifertur
Escipi6n). ad sens11111 iutertlll/11, qui salle ex speciebus externis commovetur, media te lamen.
Por lo demás, la magia de Bruno, sin ser original, tampoco consiste La teoría, aunque inaceptable, no deja de ser menos interesante: Bruno
en una simple compilación. Se sitúa perfectamente dentro del pensa- cree en la existencia de pulsiones iustintuales (sobre la diferencia entre
miento neoplatónico que, según Warner Beierwaltes, forma «la sustancia <•instintual» e «instintivo)> en biología, cf. nuestro ensayo Religione e accres-
del Renacimiento)> (cf. W. BeierwaJtes, «Neuplatonüches Denken als ciment; del potere, op. cit.).
Substanz der R.enaissance)>, en i\1agia Naturalis, op. cit., págs. 1-16). La naturaleza está dotada, según Bruno, de regularidad y de diversidad,
La idea de procesión, que explica y justifica la cooperación de los di- lo cual implica el hecho de que el alma del mundo, si bien está presente
versos niveles ontológicos, deriva de Ficino (cf. De Magia, Op. lat., m, en todas partes, lo hace en distintas formas. La regulaiidad consiste en el
págs. 401-402: Habent magi pro axiomate, i11 OIIIIIÍ opere aute ocrdos habendum, hecho de que las especies quedan delimitadas, que una perra no podrá ja-
irifluere Deum in Deos, Deos in [corpora celestia seu] astra, quae srmt corporea más parir un mono y viceversa. Ita et 111ag1ts quicrmque vult petficere opera si-
mmtina, astra in daemones, fJIIÍ sunt wltores et incolae astrort1111, quorr1111 tttllml tnilia naturae, est quod praecipue cog11oscat idea/e principirtm, specificum quidem
est tellus, daemones in elementa, e/ementa in mixta, mixta irt sensus, sensus in a specie, moxque numera/e ad 111tmen11n, seu individua/e ad i11dividuum (pág.
animum, aninutm i11 tolll/11 animal, et !tic est descensus scalae; mox ascendit ani- 408). Esto es importante porgue la operación del mago puede ser dirigida
mal per atlirnum ad sensus, per sensus i11 mixta, per mixta in elemellta, etc.). La sobre (y limitada a) ciertos indivi~uos, sin afectar a otros. Dada la existen-
equivalencia entre los procesos de procesión y de conversión, así como la cia del espíritu universal (pá¡:,>S. 408-409) que establece una comunicación
explicación de ambos en términos de luz, proceden igualmente de Fici- entre todos los niveles del universo, el principio de la magia es enuncia-
no. Bruno distingue tres tipos de magia (divina, fisica y matemática), se- do mediante una analogía: si una aguja pincha el dedo, el dolor se hará
gún los tres mundos: lúxta tres praedictos magiae.gradus tres mundi intelligun- sentir por el cuerpo entero; así mismo, Clllll ani11111S w iusq1tc 1111i11s cottli-
tur: arcl1ety¡ms, physicus et rationalis. In archetypo est amicitia et lis [es decir, la rmatiollelll habcat crmr allima rmiversi, 11011 seq11itur ea impossibilitas, quae fertur
discordia; cf. Empédocles], in physico ignis et aqrta, in mathematico /ux et te- in corporibus, quae 11011 se 11111t11o pc11cfrent; siq11idcm i11 substa11tiis spiritalibus
nebrae. Lux et tenebrae descend1mt ab ig11e et aqua, ignis et aqua a concordia et huiusmodi afia est ratio, 11el11ti si illlllltllerae lmnpadcs sint accensae, quae concrl-
discordia; itaque primus m1mdus producit tertium per secrmd11m, et tertius per se- mmt in virtutem 11/liiiS llllllilliS, 110/1 accidit lit afia alius fumen impediat ve/ re-
cundum riflectitur ad pritlll/111 (ibid., pág. 403). tundat ve/ excludit [ ... ] ita ÍllllllllteraiJiles spiritus et animae per ídem spacium
Bruno sostiene la idea de un instinto innato, inscrito en el sentido in- di.ffusae non se impeditmt, ita 11t d[ffusio 1111ius dfffnsionem infinitarum a/iar11m
terno, qt~e produce las afecciones espontáneas y primarias (simpatía y an- impediat (págs. 409-41 O). El alma es móvil, es libre de operar fuera del cuer-
tipatía). Este es igualmente el fundamento de su magia erótica. A su vez, po: Ecce principium quo itmumerabilium cjfectwm1, qui admirationem .fací1mt,

348 349
causa adducitur, ratio et virtus i11quiritur; neque deterioris co11ditionis debet esse la traducción de Marsilio Ficino); la segunda constit\lye una contribución
a11ima et substantia haec divina, quarn accídentia quae procedunt ab ipsa tanquam personal a la teoría y a la práctica de la magia, contribución que, sin du-
sine tjfectus, vestigia et umbrae. Si inquam !IOX operawr extra proprium corpus, da, podemos calificar como genial.
in quo enascitur, et est tota in imwmerabilibtts m;ribus cirwmcirca, wr non tota Para concluir este capítulo sobre la demonología, presentamos al lec-
debet esse in diversis locis et partibus ea substantia quae vocem producit, et alliga- tor un último pasaje extraído de los escritos de Bruno (De renm1 principiis,
ta certis membrís? (págs. 410-411) . ¿Por qué no, en efecto? elementis et causis, ms. fechado el 16 de marzo de 1590, Op. la t., III, págs.
Ahora bien, este espíritu universal de que se trata posee un lenguaje 525-526): Et spirittts l· .. ] cst illc ctti operationis physicae se11 magicae trib111m-
oculto cuyo conocimiento permite actuar sobre las afecciones internas de t111: Hinc illecebrae animaliuw ilwisibifitmt, q11i sibi cognato vel11ti nutrimmto al-
un SL~eto,. Así, los sonidos -por ejemplo los coros trágicos- tienen la ca- que pabulo ad certos lwiliSIIJOdi spiriftts acmmtllf, hittc iflae s1!/[umigationes [...]
pacidad de sembrar la duda en las almas sensibles, y los caracteres pueden q11ae aereos el aqueos et ig11eos spiritus ct daetttcJIICS afliciunt. Ullde fertur certa ra-
inducir la amistad o el odio, la pérdida (pemicies) y la disolución: Tales emnt tione ex medicamÍize íecoris chamaefcontis rowbusfo, nb nltitudi11e tectí, ccmcitari
lítterae commodius dlifinitae apud Aegyptios, quae hieroglyp!ticae appellantur seu tonitrua et fulmina; eiusdem qltol]IIC guttttre ct capite accci/SO roboreis lig11is im-
sacri clwracteres, penes quo pro singulis rebus designandis certae erant imagines de- bres et l0t1itrua concitari. Et est hoc rationi COIISCIIfmletttll el ttafttme, quia animal
sumptae e rebus naturae ve/ eantm partibus; tales scripturae et tales voces ttsu ve- il/ud onmio est aereum et spirituale, spirit11 ct aifre vilm1s, ideoqttc citts corporis
niebant, quilms Deontm colloquia ad mirabilium exewticmem captabat~t Aegyp- tnatcria aereis impressionibus innovandis COI/1/Itodior apparet, si refiqt.tiae aderunt
tii; postquam per Teuturn fT!tot?J ve/ alitll/1 inventae Sllllt littcrae sewndut/1 ltoc cirCIIIIIStantiae quas practici magi cognovenmt. liem Jamostt/11 et vulgattt/11 est ex
genus quibus 110s lwdie utimur Clllll alio i11dustriae genere, maxima tum memo- coriandro, alio, hyoscyamo wm cicuta Jacto .{ttlltigío dae11wnes congregari; 1111de
riae tu m divilwe scientíae et magiae iactura Jacta est (págs. 411 -412) . vulgariter <<herbae spirituuttll> appeflantur. Item ex cmmae mdice Jerulae Cllnt SIIC-
Los lenguajes que se hablan en la tierra no nos pueden procurar el co hyoscyami, ciwtae, [... ] ct s011dali rubro et papa ve re nigro Jacta corifectione et
contacto con las entidades superiores. Et siwt ltomines unius generis Cll/11 ho- illde sriffitu provocari figuras daemones et e.x:tra11eas; q11ibus si addatttr apium, .{tt-
minibus alius generis sine idiomatu11t commlmione 11011. est conversatio neqtte con- gat daemones et destruit ídola il/omm.
traclio, 11isi per rmtus, ita et nobis cum certo mJmitt.tt/11 genere, non 11isi per dlifi- Con recetas de este tipo sería efectivamente imposible no ver presen-
nita quaedam sig11a, s(!Jilla figuras, characteres, gestus et alias ceremonias, mtlla cias extrañas. Esto nos indica que la alta magia, como la brujería, no re-
potes/ esse participalio (pág. 412). Por desgracia, los investigadores moder- trocedía ante el uso de alucinógenos. (Sería muy interesante analizar, a la
nos juzgan la magia de Bruno sólo a partir de este pasaje -a menudo re- luz de la química actual, la creencia popular según la cual el ajo ahuyen-
producido-, y también a partir del siguiente: Qui noverit ergo hanc a·nimae ta a los demonios. ¿Acaso esta planta maravillosa, vermífuga, no conten-
contilluationem indissolubilem et eam corpori qttadam necessitate adstrictam, ha- dría, por azar, algún componente cuya propiedad sería la de neutralizar el
bebit non mediocre princípimn, tum ad opemndum, tum ad COitlemplandum ve- efecto de los alucinógenos extraídos de las solanáceas? ¿O acaso era su
rius círca rerum 11aturarn. Corpus vere continutmt est corpus insensibi/e, spiritus olor penetrante el que aturdía a los espíritus? En cualquier caso, Bruno
nempe aereus se11 aethere11s, .et illud est activissintttm et ifficacissinulln, utpote ani- habla aquí del perejil {apittm}, a menos que no lea erróneamente alium en
mae conitmctissilltttm propter similitudinem, qua magis recedit a crassitie hebetio- lugar de api11m.)
ris substantiae sensibilis compositorttm (págs. 414-415) . Es cierto que la esen-
cia de la magia bruniana está ahí, y que se revela dependiente de la teoría
ficiniana del espíritu; sin embargo, no podríamos negar a Bruno una no-
table capacidad para exponerlo.
Su demonología y la teoría de los vincula han sido discutidos en otra
parte de este libro; la primera es, en general, copiada de Miguel Pselo (en

350 351
Apéndice X
(al capítulo IX, 5)

El texto completo en latín de la bula de 1586 lo re prod uce Whitmo-


re en apéndice, págs. 239-247.
Ciertamente, el Tratado de Pithoys está lejos de ser la más interesante
refutación de la astrología del siglo XV hasta el siglo XV III. Aq~í lo hemos
mencionado sólo para ilustrar Ja postura de todas las confesiones cristi~nas
sobre esta cuestión. La historia de Pithoys es singular puesto que, tras
convertirse al protestantismo, creyó sin embargo oportuno publicar, sin
cambiar nada, un opúsculo que había redactado cuando todavía era frai-
le "mínimo. Calvinista, no aceptará sin embargo la validez de la bula de
Sixto V contra la astrología y la adivinación en general.
Para conocer los principios serios de la refutación de la astrología, no
hay q ue dirigirse al provinciano Pithoys, sino a personajes como Juan
Francisco Pico de la Mirandola, el sobrino del más célebre Juan Pico. Da-
niel Pickering Walker incluys a Juan Francisco, junto con el médico J ean
Wier y Thomas Erastus, entre los Evangelical hard-heads, las «cabezas du-
ras del evangelismo>> (W1lker, pág. 145).
En su opúsculo De rewm praenotíone, Juan Francisco Pico ataca algu-
nas de las principales fuentes de la magia astrológica del R enacimiento:
Orfeo (personaje importante desde Ficino hasta Fabio Paolini) , Proclo,
ai-Kindl, Roger Bacon, el Picatrix, Pedro de Abano, etc. Su refutación
de la teoría de las radiaciones estelares de al-Kindl resulta particularmen-
te interesante (cf. De ren11u praenotíone, VIl, 6; Opera, 11, pág. 651, en W."'ll-
ker, págs. 149- 150). S~bemos que al-Kindl afirmaba que todos los obje-
tos del mundo lanzan radiacio nes, y que las que son emitidas por el
sentido interno pueden transmitirse al aparato f.1ntástico de un sujeto re-
ceptor: Imagínationem deill(/e po11it radios !tabere, 1111111di radiis apprime corifor-
mes, quod .fieri ut fawltas ei sít in re111 extmriam ímprímere, quodque in ea con-
cípitur actualem, ut inquit, existentiam habere ín spiritu imaginario, quapropter
extra produci posse quod conceptlt/11 est [... ). Multa hicfolsa, multa impossibilia,

353
neque enim insunl imaginationi quos.fingil radií: Sed quicquid ex ab homine, ex
93-94, en Walker, pág. 109). Pe ro Pomponazzi está lejos de detenerse
corporeis spiritibus provenil, quibus tanquam ÍIJStntmenlis lllitur anima: eo alllem
ímpensiusJeruntur, el quodammodo proiicítur, si veheme11s desiderít.llll fiterit. Juan aquí; como Bruno, por el que podría haber sido influido, cree que tod:t
religión no es sino una forma de magia. En cierto sentido, Pomponazzi
Francisco Pico no niega la existencia del pneuma; pero rechaza su f.1cul-
va más lejos que Bruno, porque ya elabora una teoría del hístorícismo in-
tad de lanzar mens;ties fantásticos que puedan ser captados por un recep-
tegral parecida a la de Benedetto Croce, sobre todo en la formulación,
tor. Negándose a admitir la validez de la teoría de al-Kindí', reduce la
aplicada a la historia de las religiones, que ofreció el etnólogo Ernesto de
emisión de espíritus a sus dimensiones físicas: hay, dice, afecciones q ue .
provocan emanaciones de espíritu, como la emisión seminal producida Martino (IImondo ma~~ico, 2." ed., Turín 1973.). Según Pomponazzi, la con-
secuencia radical de las teorías astrológicas y mágicas consiste en que no
por el deseo ardiente o la f.1scinación ocular producida por la cólera. Pe-
ro el efecto lral/.sílivo de todo esto es muy débil y depende de diversos f.1c- puede haber religión universal y eternamente válida: cada religión no pue-
tores, los más importantes de los cuales son las predisposiciones del suje- de durar más que un cierto tiempo, y sus símbolos sólo son eficaces du-
to y la distancia entre emisor y receptor. rante períodos determinados, hasta el momento en que las estrellas cesan
de conferirles fuerza y prestigio. Así es como, por ejemplo, la cruz y e l
La contestación de la magia en genéral expresada por Juan ·Francisco
nombre de J esús sólo tienen poder durante el momento en que las estre-
Pico se lleva a cabo desde una base racional y constituye un ataque con-
llas le son f.worables, después de lo c ual cesarán automáticamente de po-
tra el ocultismo que procede, por decirlo de algún modo, del interior. La
der efectuar milagros. ((Según esta teoría, los himnos órficos no tienen
idea de la necesidad de que operador y sujeto estén ambos convencidos
efecto en la era cristiana>> (W1lker, pág. 110), y los símbolos del cristia-
de la validez de las operaciones fantásticas se vuelve contra ella núsma:
nismo serán sometidos a la misma ley cuando smja una nueva religión.
puesto que, si es así, la validez de la magia no podría ser sino muy limi-
tada. El historicismo integral de Pomponazzi sólo fue parcialmente adopta-
do por Bruno, puesto que se puede objetar que, si Dios sólo es uno, exis-
Una postura similar, más concesiva en cuanto a los efectos de la m~­
ten concordancias en todas las revelaciones religiosas del mundo. Esta
gia pero, en el fondo, de un escepticismo todavía más acusado, es defen-
teoría de la «revelación prin¡ordial» gozaba de un inmenso prestigio, pues
dida por Pedro Pomponazzi, profesor en Bolonia, en su De nalumlium
había sido formulada por Agustín. Todavía encontrarnos sus huell~s en los
~ffectum causis, sive de Jncantatíoníbus, Opus abstmsionis plenum, compuesto
primeros representantes de la fenomenología holandesa de las religiones,
en 1556 en Basilea, con notas de Gulielmus Gratarolus, médico célebre
sobre todo debido a su interés por la alquimia (es e l editor de una reco- P D. Chantepie de la Saussaye y C. P. T iele, y, a principios del siglo 0•
será retomada por el padre Wilhelm Schnúdt y su escuela de Viena. Es-
pilación muy importante, sin figuras, titulada Veme Afcltemiae artisque me-
te es el motivo que explica por qué la postura de Pomponazzi quedó ais-
tallicae, cítm enigmata, doctrina, certusque modus [... ], Basilea 1561, en dos
partes de 244 y 299 págs., in-4°). fada y, en nuestros días, sólo fue retomada por D e Martina, e n el marco
de una antropología empírica. Fue criticada por Mircea E liade (cf. Aspects
Pomponazzi cree que los encantamientos y los caracteres tienen un
du mylhe) quien , por su adhesión a la fenomenologí:l religiosa, perte ne-
poder real, que les es conferido por la vis Ítnagínativa. Pero dejarán de ope-
ce más bien a la otra escuela y es ig ualme nte f.worable a las teorías de
rar en el momento en que el sujeto deje de creer ~n ellos, puesto gu~ el
W Schmidt, a condición de e liminar el componente fideísta. En el fon-
espíritu del paciente rehusará dejarse influir por el del manipulador. Esta
es la razón por la cual el valor de la magia está limitado por la necesidad do, en el Renacimiento Pomponazzi era el representante de una teoría
racionalizada de los c iclos cósm icos; pero admitía igualmente la idea de
de una credulidad, una confianza previa en ella, sin la cual resulta impo-
un progreso inexorable ele la humanidad, sin el que hubiera debido ad-
tente: Puto ín causa esse vehemenlem fidem habita m l!erbís illís, non mim1s ex
mitir, como el filósofo pagano Celso, q ue, ((cuando las estrellas, después
parte praecantatí qua m praecanlanlis: ex qua fide maior el potentior fit evaporatío
ratione praecantantís, el melíor dispositío ex parte praecantantí (op. cit., págs. de un largo período, vue lven a la misma relación mutua que tenían en
tiempos de Sócrates, es necesario que Sócrates nazca de nuevo de los nús-

354
355
mos padres, sufra los mismos tratos, la acusación de Anito y Meleto, la
condena por el Consejo del Areópago». (Cf. Orígenes, Ccllttre Ce/se, V,
21, 3-7, ed . .Borret, vol. 111, pág. 66; cf. nuestros artículos «La Grande An-
née de la métempsycose», en: U. .Bianchi [ed.J, Acles dtt colloque sur la so-
tériologie des cultes oríentaux dans 1'Empire romain, Leiden 1982, y «Un temps
a l'endroit, un temps aL'envers», en: Le temps cllrélien, des origines all 1\tfo- Apéndice XI
yen Age, París 1984, págs. 57-61.) (al capítulo III)

El eros, ahora
Sü~ndo toda cultura una manifestación fantástica, resultaría sin duda
interesante contemplar algunos de los f.·mtasmas eróticos empleados por
La cultura de nuestro tiempo. Desde las películas hará hasta la novela rosa,
los hay para todo el mundo, y quien no esté satisfecho con nuestros pro-
ductos autóctonos, desde el Arte de amar de Ovidio hasta las variaciones
del marqués de Sade y de Sacher-Masoch, tendrá a su disposición una
vasta gama de productos exóticos, donde el tantrismo indio y los refina-
mientos técnicos chinos ocupan un lugar de honor.
La proliferación de imágenes eróticas y su libertad de circulación han
llegado a un nivel sin precedentes. Lo que algunos reprochan todavía a
una legislación demasiado peornúsiva se ha convertido en una necesidad
cada vez más acuciante de nuestra época. Para bien de los marginados de
las grandes ciudades, trab;tiadores o no, emigrantes o no, los fántasmas
eróticos a buen precio se han transformado en una especie de pan espi-
ritual cotidiano. La imaginación es demasiado débil, o demasiado perso-
nal, para producir satisf.1cción; el objeto concreto se revela demasiado po-
co manejable, inaccesible, completamente diverso en relación con las
secretas esperanzas del sttieto. La única solución para <;onciliar a ambos es
la de transferir el proceso erótico sobre un terreno intermedio, que sea
«objetivo•> -es decir, extraño a las facu ltades e impulsos del propio suje-
to- y que, a la vez, responda a las expectativas del sujeto.
Ciertamente, el punto de partida de esta operación constituye una in-
mensa frustración: descender al terreno fantástico significa, en la mayoría
de los casos, que el apagamiento real del deseo es imposible. El senti-
miento inicial del consumidor de fantasmas hacia éstos (que se considera
que representan a un objeto) será de odio y de venganza: pudiendo ma-
nejar y castigar a los fantasmas a voluntad, tendrá la posibilidad de com-
pensar, de este modo, las humillaciones reales que la intratabilidad del ob-

356 357
jeto le inflige cotidianamente. Éste es el origen de toda suerte de fanta- de fantasmas. Esta libertad sin precedentes ha llevado hasta el extremo el
sías, en su mayoría sádicas (pero también del proyecto de una nueva mu- umbral de la función de apagamiento que en un principio debía cumplir
jer, mecánica y eléctrica, que sustituye a la auténtica mujer, demasiado la consumación de las imágenes eróticas. Transformada en una indus-
vulgar en sus manifestaciones, concebido por Villiers de l' Islc-Adam en tria sometida fatalmente a las leyes del mercado, la imagen erótica debe
1886). además hacer frente a la competl'ncia, cosa que implica la búsqueda cada
Por otro lado, la actitud del sttieto con respecto al objeto y al fantasma vez más estéril de lo escabroso.
que lo representa resulta ambivalente: est.í fuertemente impresionado por Además, la liberación sexual y la lucha antirrepresiva han desemboca-
él, le muestra un impulso soberano de sumisión, que puede adoptar for- do, en todos los dominios de la expresión erótica, en un mismo resulta-
mas inocentes, pero que también puede conducir a argumentos maso- do. Últimamente, en Alemania, ha gozado de gran éxito la novela auto-
quistas. biográfica So11ja, de Judith Hoffmann, que cuenta una experiencia de
En tercer lugar, existe una mitología erótica, que responde probable- amor lesbiana ¡con una inválida que se suicida al final! (Es el <•suicidio del
mente a una estructura cultural muy antigua, que organiza el interior de sexo)), habría dicho un escritor americano que ha señalado la gravedad
los relatos fantásticos según un modelo estable: el objeto (femenino) es social e individual del problema.) Todo lo que cue nta Judith Hoffi11ann
puesto en situación de peligro, y el sujeto (masculino), identificado con es, sin duda, verídico. Pero ya Aristóteles nos había ensei'íado que la fun-
el fantasma del héroe, acude en su ayuda. El fantasma femenino, agrade- ción de la literatura, a la inversa que la de la l1istoria, no consiste en des-
cido, recompensará al héroe cediendo a él, ofreciéndose. Este argumen- cribir la real idad, sino sólo en la verosimilitud de los hechos. La lección
to permite un apagamiento fantasmático co111pleto, equivalente a la sumi- de Aristóteles est.í demasiado olvidada en nuestros días.
sión del objeto en los acercamientos sádicos. Además, la situación de La industria de la imagen erótica merecería, sin duda, un estudio psi-
peligro implica de entrada una agresión a la mujer, ya sea atacada por cosociológico muy atento. Pero, más all:í de este ámbito, condicionado
monstruos desconocidos, martirizada por salvajes, por una rival enco- en gran medida por las leyes del mercado, existen razones suficientes pa-
mendada al mal o por un pícaro. Invariablemente, el héroe arquetipal ra creer que el erotismo humano no ha cambiado de contenido durante
acudirá en su ayuda. nuestra época.
Por supuesto, este estereotipo ha sido superado en la lucha de los pro- La experiencia del escritor Pierre Bourgeade, sin duda del todo in-
ductores de f.1ntas mas contra la represión y los tabúes. Una extrema li- manente, no es, en el fondo, más que la experiencia de Marsilio Ficino
bertad ha invadido el mercado de las imágenes eróticas. Éstas, dirigidas a y de los platónicos: la instauración del fantasma en el aparato espiritual, a
consumidores diversos, deben lógicamente cubrir roda la gama de inte- través del pasadizo de los ojos. Esto es lo que confiesa, en un pasaje muy
reses posibles. Existe una producción de f.1ntasmas burgueses, del mismo «petrarquizante)), como respuesta a la pregunta formu lada por E. Alexan-
modo que existe una producción de fantasmas que responde a las obsce- dre para Marie-Ciaire Gulio 1980, pág. 31):
nidades, perversiones y situaciones psicológicas más extrañas.
En este ámbito, los cómics tienen la prioridad. Sin ningún medio téc- Una manera simple de responder a su pregunta [¿Qué es lo que los hombres
nico costoso, pueden permitirse acoplar los efectos del género del horror encuentran erótico en un:t mujcr?l sería decir: en un:t mujer, el cabello es eró-
con la pornografía sin ninguna inhibición. El personaje femenino es a tico. La frente es erótic:t. L:ls orejas son eróticas. Los oj os son eróticos. Las me-
menudo un vampiro (Vampirella, j ocula , Blakula, etc.) lo cual responde jillas (las mejillas hundidas) son eróticas. La nariz es erótica. La boca es erótica.
a la necesidad de martirio del sujeto. Al mismo género pertenecen los nu- Los dientes son eróticos. La lengua es erótica. La voz es erótica . .El cuello es eró-
merosos cómics en los que la heroína resulta inaccesible, autosuficiente y tico. Las clavículas son eróticas. Los brazos son eróticos. Las muñecas son eróti-
maléfica. cas. Las manos son eróticas. Las axilas son eróticas. La cintura es erótica. La es-
Toda la gama de compensaciones eróticas es posible en la producción palda es erótica. Las nalgas son eróticas. .El vientre es erótico. El exterior del sexo

358 359
es erótico. El interior del sexo es erótico. Los muslos son eróticos. Las rodillas
son eróticas.
Las piernas son eró ticas. Los tobillos son eróticos. Los pies son eróticos - y
pido disculpas por las partes que he podido olvidar en el carnino- . (Me doy
cuenta de que he olvidado, entre ellas, el olor de la mujer -o el perfume- que
es, sin duda, extremadamente erótico.)
Notas
Pero esto pasa por los ojos. Los ojos de la mujer son largos corredores es-
maltados con diversos colores [... ] que conducen (a veces) al cerebro, que go- Introducción
bierna·el acceso a todo el resto. En mi opinión, nada es más erótico que este co- ' Cf. Robert K. Merton, Science, 'J'cdmology & Society in Seveuteenth Century Englmui,
rredor, y es en el viaje que realiza (o en sus paseos, pues no siempre se trata de Nueva York 1970 (1.' ed. 1938).
2
Ésta es la tesis enunciada por Max Weber en L'Étllique proteslimte etl'espril du capita-
largos viajes) antes de llegar allí donde la mujer quiere que llegue (habiéndole
lisme, Plon, París 1964.
abierto los corredores que puede, según su voluntad, dejar abiertos, entreabier- 'Cf., sobre todo , Paul K. Feyerabend, Asaiust Method. Outli11e ¡if 1111 anarchistic theory
tos o cerrados) cuando el hombre se acerca al erotismo. C!f lmow/edge, Wiltshire 1982 (1975) [Tratado coutra el método. Esquetna de 1111a teoría mwrquista
del cotwcimicnto, Tecnos, Madrid 1992], así como Sdence iu a Free Society, Londres 1982
(1978) (La ciencia en una sociedad libre, Siglo XXI, Madrid 1982]. Cf. también Hans Peter
D uerr, Versuclnmgen. A rifsiitzc z ur Pllilosopllie Paul Feyerabends, Francfort 1980, 2 vol., que
contiene varias contribuciones. En su excelente libro Traumz eit (Francfort 1978), Duerr
se convierte en el portavoz de Feyerabend para la interpretación del fenómeno de la bru-
jería.

., Capítulo 1
'La influencia del sabio W. Jaeger ha hecho pensar durante mucho tiempo que fue
el médico Diocles de Karistos qui en se inspiró en las teorías de Aristóteles; al demostrar
que Diocles fue contemporáneo , o incluso antecesor de Aristóteles, F. Kudlien dio un
vuelco a los datos sobre la cuestión: cf. F. Kudlien, «Probleme um Diokles von Karystos>>
(1 963), en H. Flashar, Autike Mediz itt, Dannstadt 1971, págs. 192-201. En cuanto a Kurt
Pollak (Die Heilkrmde der Autike. Wisseu wtd Weisheit der alteu Arzte, 11, Diisseldorf-Viena
1969, pág. 140 y ss.), reconoce que, según toda probabilidad, Diocles fue un contempo-
ráneo más joven que Platón y, al igual que éste, estuvo profundamente influido por las
doctrinas de Philistion, el médico siciliano residente en Atenas. A tra vés de Diocles, Aris-
tóteles también aprendió de la ensei'íanza de la medicina de Em pédocles.
2
El intelecto también es phmrtasmatis: cf. De mrima, 432a; cf. 428b.
3
Srmto Tomás de Aquiuo, Swuttw tlu:ol. 1, q. 89a 1. Es extr:ui o que en su libro sobre el
arte de la memoria (Tite Art oflvlemory, C hicago 1972, pág. 71 [El arte de la memoria, Tau-
rus, Madrid 1974]), F. A. Yates se o lvide de citar el fragmcuto de sauto Tomás de Aqui-
no. De igual modo, la traducción de la palabr:1 plumtamw en Aristóteles (pág. 32) por mett-
tal picture («imagen mental•) no uos parece adecuada.
• ¿Esperanza verdadera o esperanza f.1lsa? .El histo riador de b s ideas debe abstenerse de
formular un juicio de valor. Sin embargo, la mayoría de los historiadores de la ciencia
- incluso entre los más instruidos- exageran en sentido opuesto, negando a la ciencia del
R enacimiento todo «valor de uso•. Trataremos hacia el final del libro la poca pertinen-

360
361
cia del concepto de «valor de uso». }Jastará con precisar aquí que la defección de la cien- llartolomé, según copias manuscritas de la obra, que habían pertenecido a dos doctores
cia premoderna 110 s~ debe a sus C1llos internos; se trata de un sistema cerrado que, in- de la Sorbona, Pierre de Limoges y el dactor venemndus Godefroy des Fontaines.
cluso desprovisto de valor absoluto al uso, funciona, a pesar de la fulscdad de sus presupo- 11
Traducción del latín de Marcos de Toledo durante la primera mitad del siglo Xll;
siciones: desde el punto de vista epistemológico, haría falta reconocerle un valor relativo e( D. Campbell, vol. 1, págs. 61-63.
22 Las clasificaciones de Bartolomé varían según los capítulos; la que hemos recogido
al uso, que equivale, en sus efectos, al valor de todo otro sistema científico, incluyendo
el de nuestra época. es la más coherente.
'Sobre Empédocles y su tratamiento de la catalepsia, e( nu estro artículo «latroi kai 2l las generalizaciones románticas han hecho del Renacimiento una época definida de

manteis. Sulle stnmure dcll'estatismo greco•>, en Studi Storico-Rel(¡¿iosi, N. S. IV, 2, Roma la historia universal, provista de su propia <•esencia• qu e difiere, por ejemplo, de la «esen-
1980, pá¡,>s 287-303, especialmente pá¡,>s. 293-294. A esto cabría aibdir otras observaciones cia» de la Edad Media o de la R eforma . En contra de esta concepción Etienne Gilson
contenidas en nuestro estudio Psychauodia t. A Survey 1![ thc Evideuce concemiug tl1e Asccu- afirmaba que la categoría cultural de «Renacirnierlto•>, tal como había sido descrita por
siou 1![ the Soul aud its Rclevance (EPRO, 99), l eiden 1983. Sismondi, Michelet y Burckhardt, podía aplicarse igual de bien a la cultura del siglo XI.
• cf. nuestro artículo «Magia spitituale e magia dcmonica nel Rinascimento•, en Ri- «No hay una esencia de la Edad Media, ni del R enacimiento», afirmaba; «por esta razón,
vista di Storia e lctteratura Religiosa, n.0 17, Turín 1981, págs. 360- 408, especialmente págs. no podría haber una definición•> (Héloi'se et Abélard. Études sur le Moyen Áge et 1'/umwnis-
373-374. . me, París 1938, pág. 164). Ernst Cassirer le respondía indirectamente, escribiendo unos
7
Una exposición exhaustiva de estas teorías está contenida en la excelente obra de años más tarde: «El historiador de las ideas no se pregunt..1 antes que nada cuál es la sus-
a
Gérard Verbeke, L' Évolution de la doctrine du pnwma du sloi'cisme snilll Augustill, París-Lo- tancia de ciertas ideas. Se pregunta cuál es su dinámica. Lo que busca o debería buscar, no
vaina 1945, págs. 13-215; más recientenlente, en M. Putscher, Pneuma Spiritus, Geist, es tanto el contenido de las ideas co rno la dinámica>> («Some R emarks on the Question of
Wiesbaden 1973. the Originality ofthe Renaissance•, enjoumall!{the Hisf(>r¡'rif ldms, n.0 4 [1943] págs. 49-56).
8
Cf. Verbeke, pág. 14; Pollak, pág. 140. "En francés, inglés y alemán, la palabra «Renaissance>> se aplica también a este perio-
• Sobre la influeucia del Cc>IJIIIS hippocratiwm en las teorías fornlllladas por Platón en do; va seguido de la especificación «del siglo XII». Los historiadores italianos tienen dos
su Timeo, véase la excelente obra de Anders Olerud, L' Idée de macrocosmos et de microcos- vocablos para distinguir los dos períodos: la Rinascita (romauica) e il Rinascimento. Aquí se
IIIOS dans le Timée de J>latou, Uppsala 1951. trata de la Rinascita y de su importancia en la cristalización del contenido ideal del Riuas-
'°Cf. Actius, Placita, rv, 19, 1. cimelllo.
"Cf. nota 1, supra. Los datos sobre la cuestión son tratados con rigor en el artículo de :s Sobre las relaciones entre Ficino y el joven J. Cavalcanti, e( el admirable estudio de
F. Kudlien (1963). Raymond Marcel, Marsile Fici11 (1433-1499), París 1958; sucinto y preciso, André Chastel,
12
C ( Verbeke, pág. 76. Arte e Umanesimo a Firmze al tempo tli Loren zo il Masu!fico (trad. italiana revisada y am-
" La comparación pertenece a Calcidio, Commeutaire sur le 'fimée, cap. ccxx (cf. la pliada de la obra francesa homónima), Turín 1964.
edición de J. H . Waszink). La fórmula typosis cu psyché pertenece a Zenón de C itio; e( "'Trataremos de esta cuestión más adelante.
Verbeke, pág. 32. " Cf. nuestro informe en R. Boase, «The origin and Meaning of Courtly love. A
"Cf. Verbeke, pág. 74 y ss.; e( Actius, Placita, IV, 15, 3. Critica! Study ofEuropean Scholarship», en Aevum, n. 0 55 (1981), Manchester 1977, págs.
"Cf. Verbeke, pág. 75 y ss.; e( también el estudio de G. Agarnben, Stauze. La paro- 360a-363a, especialmente las págs. 360b-361a.
28 La escuela de poesía siciliana se formó en la corte de Federico 11, quien concedió
la e il fantasma ncl/a wltura occidemale, Turín 1977, pág. 108. Sobre este libro en general,
véase nuestro informe en Aevum, n. 0 54, Milán 1980, págs. 386b-387b. asilo a muchos trovadores de Provenza, perseguidos por la Iglesia b;tio la acusación de
16
Epicteto, Diss., 11, 23, 3. Cf. también Plut<1rco de Queronea, platónico, contempo- (cripto-) catarismo. De este modo existe una relación indirecta entre la poesía provenzal
ráneo del estoico Epicteto, en sus Quaest. conviv., v, 7. y el Do/ce Stil Novo italiano.
" Cf. Verbeke, págs. 214-215. "" Nuestra exposición, demasiado breve, se limitarft aquí a una incursión muy r:ípida
8
' Sobre estas obras de Galeno y los traductores latinos de la materia medica arabe, e[ · en el campo de las teorías eróticas de los siglos XII y XIII. Tarea harro dificil -a causa de
D . Campbell, Ambian Medicine and its injluence 011 the Middle Ages, 2 vol., Londres 1926 la extensión de esta materia y su importancia en esa época- que sólo se ve justificada por
(reproducción anastática, Nueva York 1973), especialmente el segundo volumen. el hecho de que el tema no p'o día ser dejado de lado en este libro.
•• Cf. nuestro informe de Bartholomaeus Anglicus, Ou the Properties 1!{ Soul and Body. l° C( J. P. Roux, L'lslam en Orcidmt. /Jurope-l!frique, Payot, París 1959, pág. 33 y ss.
De proprietatihi!S rerum libri 1tl et IV (Bibl. Nac., ms. latín 16098), edición de R . James long, 31
Sobre el bogomilismo, e( D. Obolensky, The 13ogomils. A Swtly i11 I3alkau Neo-Ma-
Toronto 1979, en Aevum, n.O 54 (1980), págs. 391b-392a. nichaeism, Twickenham 1972; sobre los elementos comunes entre catarisrno y maniqueís-
20
la edición reciente de R . James Long sólo contiene los libros 111 y IV de la suma de mo, e( H. Soderberg, L1 Religion des catlwes, Uppsala 1949; sobre la cultura bogomilista,

362 363
cf H. Ch. Puech y A. VaiiJant, Le traité co11tre les bogomiles de Cos111as le prétre, lnstitut d'Étu- SJ Es la hipótesis preferida de R. floase; ef. también Ficino, De amore, VI, S, pág. 90.

dcs Sbves, París 1945. Sobre el bogomilismo e n el marco global de las «herejías• medi e- " Es la hipótesis recogida por G. Ag:unben.
vales, cf M. Lambert, Medieval Heresy, Londres 1977, págs. 12-13. De gran importancia s; Est.1 tradición se volvió banal en 1:\ demonología neoplatónica, en la que los héroes
para la historia de los bogomiles en Bizancio, J. Gouillard, «Le Synodikon d e l'orthodo- son siempre mencionados al lado de dioses y demonios. Ver cap. VIl, l.
xie•>, en Travaux el 1Vlémoires du Centre de redterche d'histoire et dvilisation byza11tincs, n. 0 2, so Cmtsae el wrae, citado por G . Agamben, pág. 20.
París 1967, particulannente pág. 228 y ss. 51 Sopra lo amore, VI, 9, p:íg. 100: Le quali cose osseiVallllo gli autidti medici dissouo lo Amo-

»Esta teoría parece estar ya probada: cf Lambert, pág. 32. re cssere una espez ie di umore malíllrouiro e di paz zia: e Rajis medico comando che e' si wrasse
"Cf La mbert, págs. 26-27. per il coito, digiuuo, erbrietcl e 1~serrizio.
"' /bid., pág. 28. ' " M elanchton, De amore, citado por Agamben, p:íg. 22, n. 2.
J S /bid. , págs. 49-54. •• Sobre la vida y obra de Ucrnardus Gordonius, cf. L E. Demaitre, DcJCtor Benrard de
.l6 /bid. , pág. 55. Gordou, Prcifessor a111l Practitioner, Leiden 1980.
31
/bid., pág. 109. Los estudios sobre el catarismo han sido tan desarrollados en Francia 60
Citado por Lowes, págs. ·199- 50 l.
que sólo nos atreveremos a citar aquí la pequeña obra maestra de R e né NeUi, Dictiommire 61
Citado por Lowes, págs. 52-53.
des hf:résies méridionales, Toulouse 1968, de una gran utilidad para los lectores no ini ciados. 62
Asín, pág. 51.
Incluye informaciones, sucintas pero fieles, sobre todas las «he rejías» meridionales, su his- 14 Cf nuestro /ter i11 si/vis. Sag~i srclti mllagnosi e altri swdi, vol. I, Messina 1981, pág. 126.

toria y su doctrina. . "' Pocti del Duecelllo, ed. G. F. Contini, Milán-Nápoles 1960, vol. I, pág. 49.
'" Bernardus Guidonis, Practica inquisitionis heretice pravitatis, París 1886, pág. 130. 65
Agamben, pág. 94, n. l .
39
La autoridad civil no estaba menos implicada en ello, ya que los perfectos, el dia de "" lbid., págs. 94-95.
su [()IISOlamentum, prometían no prestar juramento y no matar nunca a nadie, lo que equi- 67 Sobre el espíritu en la obra d e Dante, cf. Robert Klein, •Spirito peregrino~, en La

valía a rechazar el servicio militar. fonne et l'imel/igible, Gallimard, París 1970, págs. 32- 6-1.
"' R. Boase, pág. 79, refiriéndose a J. C . Vader, L'Esprit courtois en Orie11t dmts les ci11q 63 Sobre el significado erótico de In s(~nifrcatio passiva, e( nuestro estudio «Les fumas-

premicrs siMes tfe 1' Hégire, Maisonne uve- Larose, París 1968. mes de l'éros chez M. Eminesc u», en Néopltilolo,ftiiS 1981, págs. 229- 238.
'' R : Doase, p:ígs. 78-79. •• He/iostatic is a better tvord si11ce Copemiws did IIC>t place thc su11 cxactly at tite ce11ter (de su
'' Cf H. Corbin, Histoire de la pltilosopltie islamique, Gallimard, París 1964, pág. 282. universo): A. G . Debus, Mmt alllilwlllrc i11 tlze R.<~11aissa11ce, Cambridge 1978, pág. 81.
"Traducción e n H. Massé, Autltolosie persaue, París 1950. · 7
°C( S. K. Henninger Jr., << Pythagorean Cosrnology and the Triumph of Heliocen-
"Cf M. Asín Palacios, El Islam cristiauizado: estudio del Stifismo a través de las obras de trism•> en Le Soleil ella Renaissmtce. Scimce et mytltes, Bruselas-París 1965, págs. 35-53.
Abe1111rabi de Murcia, Madrid 193 1, págs. 83-84 [Hiperión, Madrid 1990']. 71
Cf el excelente artículo de J. Flarnant, «Un témoin intéressant de.la théori e hélio-
• l Cf H. Corbin , L'imasiuaticm créatrice daus le s01ljisme d'Jbn 'A rabí, París 1975, págs. centrique de H eráclides Póntico. Le rns. Vossianus lat. 79 q - to de Leyd e», en Honmuzges
110-111 [La imagiuación crcadom e11 el stifismo lle /bu 'Arabí, Destino, Barcelona 1994). a M. j Ven111zsere11, M. B. de Boer y T. A. Edridge (eds.), Leiden 1978, págs. 381-391. Cf
•• /bid.' pág. 112. también J. P. Culianu,.«Ordine e disordine delle sfere», e n Aevtllll 55 (1 981 ), págs. 96- 110,
"lbid., págs. 113-114. especialme nte págs. 103-104.
"'Asín, págs. 52-54. 12
Cf. l. P. C ulianu «Démonisation du cosmos et dualisme gnostique», en Revue de
" Para una evocación sugestiva del amor cortés, el lector siempre podrá recurrir al l'ltistoire des Rel((/io11s 196 (1979), págs. 3- 40 (ahora en /ter i11 si/vis, 1, págs. 15-52).
gran libro de Denis de Rougemont L'amouretl'Occident, Plon, París 1972. "Cf las observaciones de M. de Gandillac, en Le Soleil el la Rcnaissanre, pág. 58.
w Andreae Capel/ani Regís Francomm, De A111ore libri tres. Recensuit, E. Troje!, Munich " De docta ignoran tia, 11, 12; cf. E. Cassircr, ludividuo e C<>smo nella jii<>sC?fia del Rinasci-
1964 (1892). El tratado fue escrito alrededor de 1170 (cf pág. v). tllelllo, trad. it., Florencia 1951, pág. SO.
5
' Cf Agamben, págs. 21 y 133. Sobre el amor ltereos en general ver nota siguiente. • 7sEl nombre de Nicolás de Cusa só lo aparece una vez en la obra de Marsilio Ficino;
52
R. Boase, op. cit., Apéndice I , 2, págs. 132-133, con bibliografia. De especial interés está alterado e n «Nicolaus Caisius Cardinal», cf. Cassirer, pág. 76. Es un indicio que tien-
el estudio de J ohn Livingstone Lowes, «The Loveres Maladye of Hereos.•>, en Modem de a mostrar que Ficino no lo había leído.
Philology 11 (1913 -191 4), págs. 491-546. Véase también H. Crohns, «Zur Geschichte de r 76
Cf E. Cassirer, págs. 74 - 80.
Liebe als ".Krankheit"», en Ardtiv fiir Kultur-Cescltidzte 3 (Berlín 1905), págs. 66-86. La tra- 77
Cf. A. G . Debus, págs. 92- 95.
dición del síndrome pasional remonta al médico griego Oribasios (ca. 360 d. C), cuya obra ¡& /bid., pág. 133.
tuvo .dos traducciones latinas, en los siglos v y x. "' Cf W , Gundel y H . G. Gundcl, AstrolciJlllllletla.

364 365
Capí tulo 11 blicó por primera vez en Florencia en H89, junto con los otros dos tratados De vita.
' Para la obra de Ficino, hemos utilizado las siguientes ediciones: Opera 011111ia (edición 2 Vita roe/., 111, Opera, pág. 535. El trar:1do está dedi cado al Sere11issimo paww11iac R.c.!!i

de 13asilea 1576, 2 vols.), en las McmlllllCIIItt polítiw et philosophím raríorcJ, serie 1, 7-8, 2 vols., semper iuvícto, con fecha del 10 de julio de 1489. El J>r01JC111ium contiene la inevitable ~eu­
T urín 1962 (reproducción anastática de J\ilttrsilíi Fici11i Flore11ti11í [... J Opera, et qutte luute/lus logia» así como las predicciones astrológicas sobre la suerte del soberano. Lo sigue una
t•xitcrc [...) íu duos Tomos digrstn, BttSilette, Ex OjJicí11tt llcurirpetrilltt, s. a.). Para la Teologítt •Exhortación al lectort, acabando con una Protestatío mtholici auctorís .que contiene estas
platóllim, podíamos escoger entre la edición en dos volúmenes de Mi chde Schiavione palabras: 111 nmuíbw quae hir 11111 nlibi a 1111' tractauwr, /a11tum nssert11111 esse voto, qunllllllll n/1
(13olonia 1965), donde algunos capítulos, t:specialmente importantes para nuestro estudio, crdesía comprobatur (cf. también nuestro artíc ulo «Magia spiriruale•, p:íg. 368, n." 19). Esta
han sido omitidos, y la de R.aymond Maree! (París 1\164), que aun siendo incompleta, es protestación (de la fe) no le ahorrará a Ficino mu chos problemas; reconozcamos que era
infinitamente mejor. Por esta razón hemos utilizado generalmente la edición de la Ope- muy cómoda ...
m. Para el Comemarío a El bm1quetc de Platá11 o el tratado De amore, podíamos escoger en- 3
Epictcto, Díss., 11 , 23, 3.
tre la edición frnncesa de Raymond Maree) (París 1956) y la italiana, más reciente: S1•pra 'Cf. Aga mben, pág. 119, n. l.
lo 11111ore o ver' Cmwíto di Platoue, ed. G. Ottaviano, Mil:í n 1973. En la mayoría de los ca- s Agrippa de Netteshcim, De ocwlltt p/lilclsophia, 1, 65; cf. Viviana Paques, Les Sciwces
sos, las citas se refieren a esta última. En cuanto al tratado De ~tita coelíflls comparauda, que ocmltcs d'apres les dommems li11émires italíe11s, lnstitut d'Ethnologie. París 1971. pág. 155. So-
analizaremos detalladamente en la segunda parte de esta obra , hemos consultado varias bre el «mal de ojo• según los conceptos del Renacimiento, cf. tambi én Dr. S. Seligman •.
ediciones: la de la Opera, Basilea 1561, vol. 1, pág. 531 y ss.; la de la Opera, Dasilea 1576, Die Za11berkrq{t des A1~~es uru/ dtts Benifeu ( 1921), reimpreso en La Hayas. a., págli. 458-465.
vol. 1, pág. 529 y ss.; la de Venecia 1498, reproducida recientemente a cargo de Martin E.) autor 11 0 parece entender el significado exacto de la noción de espíritu en los autores
Plessner y F. Klein-Franke (Marsilíus Ficíuus • De víta li/¡rc treS>, Kn'tíscher Apparat, erkliireu- del R.enacimiento.
tlc A11merkuu,¡¡eu, Namelm'JIÍStcr uud Nadul'llrt lf()/1 1\llariu P/cssller, Nach dem 1\lfauuskript ediert •v. Paqm:s, loe. cit.
11011 F. Kleiu-Frallke, Hildeshcim-N ueva York 1978. Cf. también nuestra reseiia en ACVIII/1 ' Leonardo de Vinci, Scritri letterari, Milán 1952, citado por V. Piiques, op. cit., pág. 156.
0
11 . 54 11 9801, pág. 394a-b). Finalmente, una edición que también hemos utilizado está in- 8 Nuestro estudio sobre el arte de la memoria sólo contiene observaciones originales
cluida en los tratados de iatro matemáticas que sirve de apéudice a la obra de Jua n de Has- cuando se refiere a los escritos italianos de Bruno y su interpretació n. Por lo dcm:ís, aun
furt, es decir J ohannes Virdung de Hasfurt, que se carteaba con el abad Trithemius (lo- habiendo empezado, ya hace tiempo, el estudio dclllrs combiuatoría de R.aimundo lulio
mmis Hasfurtí Medici ac llstroloj/i Pracstamissimi De CO}/uosceudis et mede11dis morbís ex con sus comentarios (cf. Ra¡mumtli Lullii Opera ea quae nd adillveuttllll ab ipso artem rmiver-
ror¡mnmr (()c/cstirmr positío11c lí/J. 111. Ouu a¡;gu¡¡¡crllis, el expositíouilms lommis Paul/i Gnllucij salem... , Argl'llforati-Sw11ptibus Haercdem Laz ari Zetz llcrí, 1651, 1110, lndex, 150 págs., in- 12),
Snloe11sis..., lle11ctis, Ex QOici11a Damíauí Zc11arij, 1584, folio 118r y ss.). Como, en defini- el carácter incompleto dc nm:stras investigaciones nos obliga a ceder la prioridad a los co-
tiva, la edició n de Plessner uos parece ser la más cómoda (a pesar de alg una incorrección m entarios de F. A. Yates (cuyo 7/JC llrt ifMemory, que ci tamos según su segunda edición
y algún pasaje iucompreusible), la hemos seguido en la mayoría de los casos. Po r esta ra- de 1972, ha sido publicado en traducción francesa, París 1975) y los de E. Gombrich. Es-
zón no hemos indicado las páginas (ya que no están numeradas), citando directamente en ta parte de nuestro libro quiz.ís hubiera tenido que aparecer junto con los apéndices de
el texto el capínrlo del cual hemos traducido algún fragrneuto. Las traducciones de la '/Mo- no ser porque resulta iudispensable para la comprensi6u de tOdo lo que sigt•e.
/o,~ic platouidermc y del Sur l'amour, hechas por Raym ond Marccl, son infinitamente me- • Yates, pág. 71; ver Aristóteles. De a11imn, 432, 9a, y De memoria et remiuiscelltia , 449,
jores que las nu estras. Si, a pesar de ello, hemos preferido utilizar las nuestras, es porque 31b; Yates, pág. 32.
resultaban m:ís conformes al aparato conceprual empleado a lo largo de este libro. Las mis- '"Yates, pá¡,rs. 86-103.
mas observaciones son válidas para las tradu cciones del tratado De gl'hemiciJurori ele Gior- " !bid. , pág. 112.
dano Bruno que el lector franc~s tiene a su disposición en la edición de P. H. Michcle; 12 Publicado en Venecia, en 1533; ver Yates, p~g. 11 5.

si no la hemos seguido es porque una traducción literal presenta la ventaja de poner en " Con,~estoríwu, p;íg. 119, según Yates, fig. 6b en el ca p. v .
evidencia ciertos ténninos téc nicos que las preocupacio nes estilísticas del traductor fran- "Rossellius, 71Jestwms ~~rtifiriosac mcmoriae, Venecia 1579, pág. 119v, según Yates, pág.
cés han defonnado. En cualquier caso, hay que reconocer que nuestras traducciones del 119.
latín o del italiano, aun siendo precisas, carecen de toda elegancia; y 110 sablÍamos acon- •sYates, pág. 130 y ss.
sejar a los lecto res mejores traducciones que las que ya existen en francés. En cuanto a los ••Publicado en Udine, en 1594; ver D. P. Walkcr, S[!in'tualand Demonic Ma,¡¡icfrom Fi-
detalles técnicos, deberán remitirse a las o bras como la preseme para poder entender su riuo lo Campanella, Londres 1958, pág. 141.
significado en el contexto cultural de la época. " Ésta es la opinión de Yates, pág. 136.
El tratado De 11ita smw (11, Opera, pág. 496), de donde proviene este fragmento, esd '"Francesco G irgi Veneti Minoritac Familiae, De Harmonía Mruuli Totius Ca11tim Tria,
dedicado (sin fecha) a Giorgio Antonio Vesp ucci y a Giovan Battista Boninsegna. Se pu- Venecia 1525.

366 367
" Yates, pág. 155.
31
"' Cf. la reciente edición de G. Pozzi y L. Giapponi, Hypnerotomaclria Po/iplri/i, Ame-
!bid., pág. 136. nore, Padua 1964.
1
' Cf. J. Flamanr, i\4acrobe, Leiden 1977, pág. 544 y s.s.
"En 1463, Ficino, de 30 años de edad. tradujo el Pim111ulre atribuido a Hermes Tri-
u •L'Idea del Teatro•, en Tu ue le opere, Florencia 1550, pág. 67, cf.' Yates, pág. 140. megisto. Por muy precoz que fuera, su f.1ma no llegaría de Florencia a Treviso antes de
21
Ficino, Viw coc/., cap. XIX.
1467.
"Opem, 11 , pág. 1.768. 41
Vates, págs. 123- 124.
"'Cf. E. Gombrich, •leones Symbolic.1e•, en Symbolic Images. Studies ;, thc Art <![ the ucr. Hy¡mérolomadtie. cd. Gué¡;an y Kerver, pág. 309.
Re11aissmrce 11, Oxford 1978, pág. 222, n. 0 82, y págs. 158-159. "Cf. el comentario de la tesis de J. Flamant (Marrobe et Ir 11éo-platonismc latín, nla fin
"' Cf. E. !versen, '1111: Mytlr <!{ e:f!)IJIIaud its Hieroglyplrs íu Europemr Tmdition, Copcn- du 11_.. siccle, Leiden 1977), en mi articulo ya cit.1do •Ordini e disordini delle sfere• (cf. tam-
hagtle, 1961.
17
bién nuestra reseña del libro de Flamant en Aevrmr [19791). Otros dos fragmentos de la
E. Garin, Storia dellajiloso.fia italirma, vol. 1, Turín 1966, pág. 383. obra de Ficino hacen referencia a la doctrina del descenso del alma enrre las esferas pla-
""•Comp. in Timeaum•, pág. 27, en A. C hastcl, J\tfarsile Fici11 el I'Art, Ginebra 1954, netarias y la :tdquisición de vehículos. En su Teologfa platánim (XVIII, 4-5), Ficino hace re-
pág. 105, r1. o 5.
ferencia a tres vehículos del alma (celeste, aéreo y material), lo que parece referirse a la
"'Th. pi., xv, 13; cf. wmbién Garin, op. cit., págs. 401-402. La tradición de estt: •ojo distinción establecida por Sincsio de Cirene t:ntre un vcltimlrlln dizlinioris animae, que es
interion viene de Ploti no, lJnéadas, 1, 6, 9. Para Ficino, se trata de un órgano f.1ntástico etéreo, y un vehículo material, que los anima les y los hombres tienen en común (cf. nues-
que se abre hacia arriba (clnmndo imeligible).
tra «Magia spirituale ...», n. 103). Proclo cambi~n establece esta disti nción (cf. nuestro Or-
.10 p. O. Kristeller, 11 ¡mrsiem.filoso.firo di Mnrsilic1 Fici11o (trad. italiana corregida y aumen- dillc e disorditw del/e sfere). Esta actitud no es constant.e en Ficino ya que en su comentario
tada), Florencia 1953, p:íg. 2 18 y ss.
de las E11éadas de Plotino (11, 6) encontramos d fragmento sigu iente, muy cercano a Pro-
Jo Cf. G. Verbeke, op. cit., pá¡,>s. 498-507.
clo, Macrobio y Servius: Ex eomm iten1111 1111imabus i11 11ostris a11imis a Salumo colllemp/atio
JZ Para la historia del cmd11s spiritalis, cf. H. Lewy, Chaldean Orades mrd T heurgy. Mys-
rmllioque et conserva lío di/igeus augewr, ab )ove civilis el ¡mulms polissÍIIIIIIII ,~ubematio, a Marte
ticism, Magic allfl Platcllrism in tire later l{ommr Empire, El Cairo 1956 (composición anast:í- 11111,!/llallilltitas malonrm i11iuriammque expultrix, a ¡\lferwrio i11quisitio quaelibet el e.xpressio, a Ve-
tica, París 1978, bajo la responsabilidad de M . Tardieu), pág. 370 y ss. llcre draritas et lumra11itas, a So/e honestatis wm prulorque el gloriac st111lirmr r'cn'oris, a Lrma de-
JJ A. Chastcl, op. cit., pág. 1·17.
llique renrmvitae ueressariam rura et proz,idelllia dil(qeus (Opera, 11, pág. 1.619). El ténnino ne-
"' Prooem. i11 Plalo11is Pamrcnidrm (Opera, 11, p:íg. 1.137). Se trata sencillamente de la oplotiniano •vehículo• no figura aquí, pero tampoco aparecen los demonios planetarios
versión latina de una expresión utilizada por Jenofonte para designar el método socrá tico que sí est.ín presentes en el texto del Comelllario a El banquete. R.esult.1 muy significativo
{paizei11 spoudé). R.eferente a la moda del •juego serio•, en Ficino y sus coetáneos, cf. que, en el libro XVIII de su TeoloJ¿Ía platóuim, Ficino afinne que no cree en la doctrina del
E. Wind, Pa,l[all i\Jysteries in tire Rmaissance, Oxford 1980 (primera edición 1958), págs. paso del alma a través de las esferas, calificándola de •funtasía de los platónicos• . Ahora
236-238.
bien, puesto que la expone en sus comentarios tanto de las cuéadas como de E/ banquete
n E. Wind los atribuye a su discípulo Ju:m-Andrés de Dussi. de Platón, es muy probable que se adhiriera a esta teoría. Lo má.s sorprendente es que ni
... Sobre este mito órfico, cf. W. K. C. Guthrie, Orplrée ella religion grecqur., trad. fran- siquiera la menciona donde hubiese podido tener una importancia notable: en el libro De
cesa, París 1956, pág. 253 y s.s.; H. Jeanmaire, Diouysos. Histoire du mlte de Bardms, Payot, vila roclitus co111para11da. Efectivamente, ninguna justificación teórica de la magia es más
París 1950, pág. 383 y ss. y págs. 472-473.
sencilla que aquella que deriva de la idea de que, durante su descenso, el alma se ha re-
n Heráclito, fr. 52. Sobre la interpretación •órfica• de este fragmento, cf. V. Mac- cubierto con túnicas astrales que responden a las inflm:ncias momcm:lncas de los plane-
chioro, Eradito, mto11i studi sui/'Oylsmo, Oari 1922. Sobre la interpretación •inici:ítica• dd tas. W:tlkcr (pág. 39) cree que Ficino evitaba esta explicación debido :1 su carácter heré-
juego de Dionisio, cf. Andrew Lang, Custo111 mzd Mytlr (1885), reprod. anast<itica, Ooser- tico: parecía presuponer la preexistencia de las ahn as que se encarnan, lo que rcpresenc1ba
hout 1970, págs. 29-44, especialmente págs. 39-4 1, y R . Pettazzoni, I misteri. Sa.~~?io di tma un indicio de origenismo o predesti nacionisn1o. No se puede rechazar la in terpretación
teoría ston'co-rei(J:iosa, 13olonia 1924. Sobre el ludus n1111tdi, en Karl j asper en particular, cf. de Walker, pero la ausencia de la doctriua dd vehículo del ahna en el libro De vita coeli-
D. L. Miller, Cods a111/ Gamcs, Nueva York-San Francisco-Londres 1973, págs. 163- 164. tus cotnpamuda - presentación de afirmaciones t:\i:mtcs al líruit e de la herejía- no deja de
Sobre la in terpretació11 del fr:1gmenco 52 de Herácl ito, de Nietzsche a Heidegger, cf. sorprender.
G. Penzo, illlidrilismv da Nict::sdrc 11 Sartre, R.oma 1976.
os Florencia, Biblioteca Nazionalc, Conventi soppressi 1, 1, 28. .El co mentario del frag-
La Fomze ell'llllell(~ible, París 1970, págs. 31-64.
38
mento de Macrobio, ;, So11111. Sci¡J., 1, 12, 13- 1-1, se encuentra en los folios 57v-58r del
~' Sobre la biografia del fraile F. Colonna, cf. M. T. Casella y G. Pozzi, Frmrcesco Co- manuscrito; cf. P. Dronke, Fabula. Explorations i111v de Uses qf Mytlr in Medieval Plato11ism,
lotllta. Biografia e Opc~re, Padua 1959, 2 vols. Leiden-Colonia 1974, pág. 112: 11 Sntumo enim lristidam, ti le~vc nwdcratiouem, a Marte a11i-

368 369
mositalem, a Venere mpiditntem, a Merwritl iuterpreta11di possibilitalcllr, r1 So/e calorcm qui {est)
71
A m. VI, 9, p:ígs. 100-101.
ctim, id est se11tiendi vis, dicítur, a Luna plryticm11 acdpit, quod appellntur irrcrellle/1111111.
72
T/r. p/., XIV, 7 .
"·•Philosophia mundi••, IV, 10, en Patrologiae Ú1fi11ae, t. CLX.Xll, col. 88, en Dronke,
pág. 173. La misma idea vuelve a encontrarse en el comentario sobre Macrobio, foUo 50r, C:1pírulo 111
citado por Dronke (ibül).
1 Es el retrato físico que hace clt: él el biógrafo Giovanni Corsi en su Vita, escrita en
" Carta a Filippo Valori, el 7 de noviembre de 1492, en Opera, pág. l\88, citada por 1506 y publicada en Pisa en 1771: Stntr~ra jirt adnwdunr bnvi, gracili a1rpore et aliqrrnrrtum iu
Chastcl, M. F. t?t l'Art, pág. 170. utn'usqrre lurmcris gib/Joso: li11,~1m panurrpcr /raesitarrle, arque in prolntu dumtaxat lit/eme S balbu-
•• Cf. nuestra reseña en Agamben, op. cit., pág. 387. tieme: el rrtraque sf11e gratia: cruribw , rrc bmdriis sed pracci¡me marrilms oblo11gis: facies illi obdrrc-
•• E. Panofsky y F. Saxl, Diirers Melendrolia t, Leipzig-Derlín 1923; cf. también E. Pa- ta: et quae milem ac gratum adSJli'C/11111 pmcbc11t color snrrguilleus, c:apilli jlavi, ac crispatrles; uf qui
nofsky, I7re liJe mrd Art tif A lbredrt Diirer (1943), Princenton 1965, cap. v; R. Klibansky; E. super jro11tem i1r altum promi11clwrrt. Aparte de la biografh de Corsi, hay otra escrita proba-
Panofsky y F. Saxl, Sat1m1 m1d Melalldloly, Londres 1964 [Satumo y la melancolía, Alianza, blemente por Piettro Caponsachi que existe en una versión larga y una breve (cf. R. Mar-
Madrid 1991). ce!, Mnrsilio Pícino, pág. 679 y ss.). De ahí tomarnos los detalles siguientes: Ficino estudia-
;o C( Ficino, Am. VI, 9, págs. 100-101 (Ottaviano). ba en períodos de dos horas; en los intervalos tocaba la lira, para reposar su espíritu
' 'Juan de Hasfurt, op. cit., folio 4. (cuerpo etéreo). Cuidaba 111ucho su salud porque era frágil. Para reforzar su espíritu, be-
'' !bid., folio 22v. bía vino a pequeños sorbos; a wa lquicr parte donde lo invitaran, llevaba con él una bo-
" !bid. , folio 22r. tella de su «buen vino de Valdamo• ya que los cambios de bebida no eran buenos para su
" !bid. , folio 4r. complexión. Todo esto demuestra que seguía las recetas exp uestas por él mismo en los
11
Probemata, xxx, 1: •¿ Por qué los genios son melancólicos?». Una discusión exhaus- tratados De vita.
2 Para la obra de Juan Pico hemos utilizado la reproducción anastática: Giovanni Pico
tiva del problema ha sido emprendida por W . Müri, «MelanchoUe und schwarze Galle»
(1953), c:n H. Flashar (ed.), Amikc Mediz in, págs. 165- 191. della Mirandolla y Gianfrancesco Pico, Opera (/lllllia (1557- 1573). Con 111111 i11trodrrz ioni di
56 Cf. Miiri, pág. 167. Cesare Vasolí, Hildesheirn 1969, vol. 1 (que reproduce la c:dición de Bale: Opera om11in
" De me11wria et remi11isccrllia, citado por KJibansky-Panofsky-Saxl, pág. 69 y ss. lomris J>icí Mirandulae Concordiaeque co111itis... ). Para el Commemo hemos utilizado además
58
Teol. plat., XIII, 2. la edición éomplem de E. Garin (Florencia 1942), la única donde los pasajes relativos a
,., De vita cae/., 11: Satum11s 11011 facíle commu11e111 sign!ficat lu11rra11i ge11eris qualitatem tam- Marsilio Ficino no han sido exp urgados. Encontraremos una bibliografía puesta al día so-
quam sorlem (en Hasfurtius, hoja 162r, el texto ofrece la lectura, evidentemente errónea bre Pico de la Mirandola en el libro de Henri de Lubac, Pie de la ¡\tliralldolc: Études et dis-
atqrrefortem], sed lromi11em ab aliis Sf,{/T<;{/iltrmr, divi1111111, nut brutrm1, bea/um, 11111 extrema rrrise- crrssions, Aubier-Montaigne, París 1974. En particular, hay una discusión sobre las cir-
ria pressrmr. cunsta ncias de la composición del Comme/1/o, pág. 84 y ss. (para el texto del Commerrto,
"' Agamben, págs. 6- 19. cf. Opera, 1, pág. 898-923). Cf. también el estudio de E. Wind, «Amor as a God ofDeath•,
41
Chastel, op. cit., pág. 165. en Prt,f?a/1 Mystcries, págs. 152-170, especialmente p:ígs. 15·1- 157.
62
Kristeller, op. cit., pág . 230. l De Lubac, p:íg. l\5.

"' Carta a M atreo Corsino, en Tonro Pn'mo del/e divine lellere del gra11 iVfarsilio Fícírro, tra- • /bid. , pág. 85, n. 0 2.
dotte i11 li11gua toscana per M. Fe/ice F(glíucci senese .. ., /11 Vi11ega Appresso Gabriel Gio/oto de >Op., 1, p:íg. 897a-b.
6
Ferrari, 1546, 14r-v. /bid. , pág. 922a-b.
" Campanella, en Opere di Giordmro Bnmo e 1om11rasso Campa11ella, a wra di A. Guz zo ' Edición de E. Garin, págs. 466, 488, 499 y 559.
e R.. Amerio, Milán-Nápoles 1956, pág. 1.053. • El tema de la conC(>rdia discors entre Plotino y los gnósticos (contra los cuales comba-
4S /bid. ' pág. 1.054.
tió -podríamos decir que por procuración- en sus Érméndes, 11 , 9; cf. nuestro «Vol magi-
66
Freud, Métapsyclrologie, trad. francesa, Gallimard, París 1968, pág. 151. quc dans ]' Antiquité tardivco, en la n crme de 1'/risloire des rcligimiS, l19tlt], págs. 57-66, don-
67
Agamben, pág. 13. de sólo se presenta n los datos escncialr.:s dc.: l problema), es un o de los temas preferidos de
68
Agamben, pág. 19, citando a Guillermo de Alvernia, De 1111iverso, 1, 3, 7. Hans Jonas que lo discute en la segunda partr.: de su Grwsis rmd spiitrmtiker Geist (Gotinga
"' S0ren Kierkegaard, Enten-EIIer. Uuframme/1/o di vita, traducdión italiana de A. Cor- 1954 [La religión g11ásticn, de próxima publicación en esta misma colección], en realidad,
tese, vol. 1, Milán 1976, pág. 74. [Traducción de: Demetrio Gutiérrez Rivero, Eswdios es- se trata de la primera parte del segundo volumen de la obra que nunca se continuó) y en
téticos 1 (Diapsálmata . El ErotiSIIro musical), Editorial Librería Ágora, Málaga 1996.) algunos otros estudios publicados más tarde. Sin embargo, nos confiaba en 1975 que ya
70 Chastel, pág. 168. no se siente con fuer¿as para realizar su sueño de juventud donde iba a demostrar que

370 371
Plotino era el continuador metafisico de los gnósti cos. En el excelt:nte libro de J o nas, Ln JO Jbid., pág. 155.
rcligiou JtiiOstiquc, qut: apareció recientemente en su traducción francesa en Flammarion " G. de R.uggiero, Riunscimeulo, Rifi>mw e Comroriforma, Bari 1966, pág. 454.
(1978), se suprimió la parte que habla de Plotino (cf. nuestra rese1ia de la traducción ita- n Las obras italianas de Bruno fueron editadas en tres volúmenes por G. Gentile y
liana de Guostic Reli.J!iou, en Acvum, [1976)). Sobre las analogías e ntre IJ mitología gnósti- V. Sparnpanaro: Opere itnlinue (r: Dinloglri IIICiajJSici, con notas de G. Gentile; 11: Dinlo}llti
ca y el pensamienro de Plotino, podemos leer el estudio sutil de 1-1. C. Pucc h, • Position morali, con notas de G. Gentile; 111: Cmulclario. Commedin, con introd. y notas de V .
spiriruelle et signification de Plotin•, en Eu quélc de In .~uc>sc 1: la ,t:uosc el le temps, GaUi- Spampanato), Bari, 2.' ed., 1923- 1925. Es la edición que hemos utilizado. Los diálogos ita-
mard, París 1978, págs. 55-82. En cuanto a la tesis de C . Elsas, wmem.ada y aceptada en lianos han sido reeditados en un volumen, según la edición de Gentile, por G. Aquilec-
nuestro artíc ulo citado supm, hay que saber que los adversarios de Plotino Erm. 11, <J y los chia, Florencia 1958, varias reediciones sucesivas. Para las obras latin;ts hemos utilizado la
11iri uoui del polemista cristiano Arnobe, en realidad, no son más que la misma gente agru- reimpresión anastática de la edición nacional de Tocco, Vitelli, lmbriani y Tallarigo:Jor-
pados alrededor del discípulo de Plotino Amelio, que no podríamos susc1·ibir ciegamen- dnui Bnmo Nolnui Opera Lntiue w11scriptn. Faksimile-Neudntck der AIIS,(!IIbe, 1879-189'1. Drei
te. En esencia, los adversarios de Plotino profesan una doctrina que tiene los rasgos del Biiude innc/11 Teileu, Sttutgart-Bad Cannstatt 1961-1962. También hemos consultado para
gnosticismo va lentiniano: creen que el mu ndo y su creador son malos y lJUe la misma al- los diálogos italianos, la edición (incompleta) de A. Guzzo, Mil:ín- N:ípoles 1956. Para el
ma del mundo ha sufrido una caída; para el mismo Plotino ~1 creador del cosmos sólo di5Jogo De sl'heroici jrm1ri, también hernos utilizado la edición de F. Flora, Turín 1928 y
puede ser bueno, el cosmos necesario para la perfección de wdo y el alma del mundo por la de P. H. Michel, París 1954 (con traducción francesa) (Lis heroicos furores, Tecnos, Ma-
encima de cualqui er vicisitud. Sólo las almas indi viduales decaen. De todas formas, el es- drid 1987]. La bibliografía sobre Giordano Bruno es inm ensa. Podemos hacernos una idea
quema plotiniano de la proccsi6u del Ser (lo que se llama el «esque ma alejandrino•). que con la Bibliografia di Gicmlnno Brutlo {1582- 1950), Florencia 1958, escrita por V. Salvestri-
es al mismo tiempo un descenso gradual del lntclt:cto hacia b materia, viene de un pro- ni (y sus suplementos). H emos consu ltado muchas obras; después de una larga reflexión,
ceso de devol~tcíáu (término que pertenece a Hans Jonas) que es típico de los sistemas gnós- parece que las obras realmente importantes sobre Bruno no son numerosas. Aquí citamos
ticos •sirio-egipcios».
algunas: Luigi Firpo, llprocem>di Giordano Bnmo, N:ípoles '1949, una excelente -pero in-
"Am., VIl, 13. completa- reconstritcción del proceso de Bnmo; Antonio Corsano, JI pe11siero di G. B.
'° Cf. Kristeller, 11 pcusiem Jilosiifico, pág. 210. Pico retorna esta fórmula ficiniana en su nel suo svo(gimelllo ston'co, Florencia 1940, una obra que, aunque útil, descuida sistemática-
Comrueulo. págs. 909b-910a. mente el pensamiento mágico y la mnemotecnia bruniana; este mismo defecto también
"'17r. pi. , 111, 2; según Kristcller, p:íg. 102 y ss., ese pas;tie ficiniano se apoya en Ploti- es visible en los intérpretes más antiguos del no lano: Em1inio Troillo, L1 filosofin di G. B.,
no, Emr., rv, 2, 1.
12
2 voL, T urín-R.oma 1907-1914, y Giordarw Bruno, Roma 1918; Giovanni Gentile, C. B.
T/r. p/., XIV.
e il pe11siero del Rinascimento, Florencia 1920; Leonardo Ol~chki, Giordano Bnmo, Barí 1927;
u CoiiJIIICIIIo, r, 11. p:íg. 901 a.
Edgar Papu, Giorrlm1o Bntno. Vita si opera, Bucarest 1947; Bcrtr:mdo Spaventa, Rirwsci-
.. /bid .. pág. 901 b. mento, Rifonna, Coutrariforma, Venecia 1928; Augusto Guzzo, 1 dulo.gili di C. B., Turín
" !bid., 111, 10, pág. 9191>. 1932, e tc. Encontraremos datos importantes sobre Bruno en la obra de P. O. Kristcllcr
•• De Lubac, pág. 308, n. 0 1, ap:ma esta hipótesis: «Una obra tan importante 110 pue- (Ei._~ltt ·Pililosopilers qj' tlw ltalinu Reunissnnce, Stanford 1964) y en la de E. Garin (Ln wlium
de explica~e, en tOdo caso, por motivos de este orden». filos'o.fim del Rinascime111o itnliar10, Florencia 1961 y Storia dellafilosofica itnliarm, voL 111, Tu-
17
Comm., p:íg. 920a. rín 1966). La obra de Nicola Badaloni, Lnfiloso.fin di Giordmw Bruno, Florencia 1955, es de
" !bid., pág. 919b. inspiración marxista directa; de inspiración indirecta el libro de H éle ne Védrine, La Ccm-
•• oe Lubac, págs. 325-326.
ception de la rlalllm cilez C. B., Vrin, París 1967. También es muy importante el libro de
"' Jbid., pág. 325. F. A. Yaces, Giordmto Bnmo and tilc 1-Jermctic Tmditicm, Loudrcs 1964, sobre todo comple-
" J(,id,
22
tado por sus observaciones sobre IJruno contenidas en '17u: Art cif Memory y, más re-
Comm., pág. 921a. cientemente, en Aslraea. El m érito iuco ntcstablc de la Sra. Yates es el de haber integra-
u fl1id., 111, 10, pág. 921a-b.
2
do la obra de Bruno en su propio co ntexto c ultural; por primera vez en la historia de la
' /bid., 111, 8, iu Stauzn, IV, p:ígs. 915b - 917b.
25
filosofía moderna, ya no se veía como el precursor torpe, grotesco y «bacántico» del pen-
Jbid. , pág. 9 16b. samiento moderno, sino como uno ck los gra ndes representantes del pensamiento rena-
"' 1/Jid., 917a. centista. Se trata, en el fondo, de aplicarle ca tegorías diversas y de usar las medidas de otra
V J/Jid.
época, y los historiadores de las ideas nunca estarán lo suficientemente agradecidos a la
"" lbid., pág. 910a. Sra. Y ates por haberles explicado pacie ntemente la diferencia. Eso no impide que aplique
NCf. Wind, op. cít., pág. 154.
la etiqueta de «hermetismo~ a todas las doctrinas de la Antigüedad tardía, donde el •her-

372 373
metismo•> se utiliza, pero t(lle no son, en absolu to, de o rigen «hermético•. Las citas en el
materia/e priucipium Sllllllll!llll ad virlllfCIII ptiTÍter pmxí11111111 esse <1tquc mi vi1i11111 potes ag11oscere
texto y en las notas siguen las ediciones de Bruno mencionadas al principio de esta nota.
(22). Hrmc m1wrem om11Í11111 '!ffectuum, st11díorum et affcctllm parc!ztem (q11i proxime al/ata causa
El pas'1ie que se refiere al imerrogatorio dcl 30 de mayo de 1592 es reproducido por Gen-
J!CIIIÍIIIIS est) daemollelll IIUI,~IIIttll nppellavit mztíquílas, q11em sí tibí affa/Jre cousílíavcris, 011111í pm-
t.ilc, Op. í1., 11 , pág. 211. n. 1.
cul d11bio uíl líbí sttpererit d[[ficile. /taque, ¡mmt expedil, expliwviiiiiiS, uude quasí per artc111 11011
» Estos datos biográficos son incontestables. Aparecen en casi todas las obras citadas
so/11111 rentm memoriam, sed et veritatc111 ntq11e snpielllíam per rmivers11111 l111111allatll possís assequí
supra, n . 32.
(23). Bnmo no ni ega que la emotividad abra la vía a las costumbres más nobles así como
"J. R.. Charbonncl, L'Étlrique de C. B. elle deuxicme dialoj!ue du Sparrio ... Co11trib11tio11
a las más perversas, sin e mbargo, es de la opinión de que todas las emociones -incluso las
a /'étude des rollreplíous momlcs de la Rcllaíssa/lre, París 1919, pág. 35.
que podríamos considerar negativas o inmorales- son f.worables a la nmemotecnia.
lS /!Jid., pág. 276.
so P. H. Michel, según Sellcrs, está seguro de que el impresor fue John Charlewood.
J6 Henninger, art. c itado, pág. 44. .
Cf. prólogo a Giordano !3runo, Des Jurwrs héroi'q11es, E elles Le ttres, París 1954, pág. 8.
Cf. b observación d e Keller, en Le Solcíl a la Retwissmtrc, págs. (>3-6·1. Sobre el em-
l'
" Y ates, pág. 184.
píreo Infinito d e Digges -idea que, en el fondo, sólo era en alguna forma tradi cional-, 2
' 11scl., IX; cf. Fici no, Op., 11, p;íg. 1.865; Druni, Op. it. , 11, pág. 180.
cf. también Dcbus, op. cir., págs. 87-88.
SJ Op /at., 11, 2, pág. 133; el pas;tie entero dice: PriiiiiiS praerip11wq11e pirtor cst plw111asiw
·'" Cf. Keith Thomas, Rel(~ío11 mult!IC Dedí11e of i'vlr\~Íc, Harmondsworth 1978 (1971),
virtus, praerí¡m11s pn'nwsquc paNa I!SI Ílr CO.f!Íiativae vírtutís adp11lsu, ve/ co/latlls ve/ itulítus llOVÍ-
pág. 412. Sobre John Dee en general ver Pe ter J. French, jofm Dee. Tite World •if a11 Eli-
ter q11ídm11 entlwsíasmus, q11o 11cl dir>i11o vell11tic símílí qrwdam q{fla/11 ad COIIVCIIÍe11ter alíq11íd prcre-
Z'abetilall Magm, Lond res 1972.
SCII/alldul/1 exro)!ifalll/11 t<lllrilalltllr. Idem ad 11trrmu¡ue proxímum est pri11ripiu111; ideoq11e pilílo-
" Op. cit., 1, pág. 2 1.
sophi smrt quadammodo píctores atq11e poetac, poiitae píe/ores et phílosopM, píctores philosopilí ct
"' !bid. ; cf. De docta ígll(mmtia, 11, páf,"S. 11-1 2.
poetae, tn11tr10q11e ven' poetne, veri píe/ores el veri philosophí se dílígrmt ct admiraut11r, 11011 es/ e11im
" Op. cit. , r, pág. 92.
phílosoplws, 11isí qui .fit~f!ÍI et pí11gít, 1111de 1w11 le111ere i1111d: <<Í11telligere est phalllas/1111111 spewlari,
' P. Rarnus, De reil;~timw cilristia11a, cd. de Francfort 1577, págs. 114- 115, citada por Ya-
1
et iutellecllls est ve/ plumtasícr ve/ 11(111 síue ipstw; 11011 es/ píctor 11ísi q~todam1110do .fi11gat el 11/edite-
tes, 111c Art 4 Memory, pág. 237.
tur; el si11e q11adam medíta/Íolle atq11e píaura poeta 11011 cst. J>hmwrsiam ergo pictore111, cogitativam
" Y ates, íbid. , págs. 23~-235.
poi!tam, ratíollem phílosophrtlll prí11111111 íutellígíto, qui quide111 ita ordí11autur el copulnntur, 111 ac-
u !bid. , pág. 237.
IIIS conseqrtmlis ab actu praerede111is 11011 a!tso/vatur.
" /bid. ' p;íg. 261. 54
La Sra. Yates, pág. 253, traduce así esta expresión: «comprender significa especular
•• cc. supra, n. 38.
con Jos fantasmas». Pero el ve rbo spewlari, en la expresión ímellígere est plum/asma specula-
" Yates, pág. 266 y ss.
ri no podría tener otro sentido que el de «contemplar, observar, mirar». Efectivamente, el
" Citado por Yates, ¡xígs. 277-278.
intelecto comprende mirando los fimtasmas proyectados sobre la pantalla del sentido in-
" G . Perkins Camabrigcnsis, A lllídícsoiiiiS, Londres 1584, pág. 45, citado por Yates,
terno.
págs. 274-275. En el fondo, Perkins tenía más razón de lo que la Sra. Yates creía; es cier-
ss Gornbrich, op. cit., pág. 123.
to que en la obra de Pedro de Ravena, se trata de una práctica del todo inocen te (consi-
u se trata de G. Agamben. En el contexto del diálogo, cf. John Charles N elson, Re-
d era que la imagen de un viejo amor es especialme nte apta para ser registrada por la m e-
naissauce Theory oJ L111c. 111e Context of Cíordano Bnmo's <<Eroicí jt1rori•>, Nueva York 1958.
moria, gracias a su carga emocional). Sin embargo, en Bruno, la técnica asume un carácter
Habrá que convenir que el título F11re11rs lléroi'q11es recuerda el nombre del síndrome amor
sistemático; como prueba tenemos este pasaje extremadamente interesante d~l Sígi1111s sí-
lwreos o heroyws. Sin embargo, el significado de la palabra «lit!roe» e n la obra de Giorda-
.~íllorum (Op. lat., 11, 2, pág. 166): Excítellt e~f!O, qum: wmílaute díswrsu, cogítatío11e jortíq11e
no Bruno -por lo menos en el co ntexto de este diálogo- no es el sig nificado neoplató-
plumtasía III<!Vellt qjfectwu, IJ11íbusq11e z clautes, Cllllfellmcntcs, amtwles, odíellles, mnereutes, gau-
nico corrie nte (un ser e ntre- mundos, un alma superior dese ncarnada, una especie de de-
de/1/es, admíra11tes, el mi SetiSIIII/11 tmiÍ11am r¡;fcre11tes, cum z elí, Cll/1/empllls, amorís, odíí, maero-
monio). Por e l contrario, el •héroe• de !3runo cs, aqui, un pcrson'1ie humano que puede
ris, ,f!,audií , ad111Íratio11ís el scnltiuii specíeb11s, cum lltellll>ra!ldae reí jom11a if¡cí11111T. Porro .f<lTIÍtJres
manipular a su gusto a los f.1n tasmas y, gracias a csc procedimiento a la vez mnemotécni-
atque veiWIIII?/1/Íores forlius collseqllelltia qundam el/que vehemmlíus ímprím11nt (21 ). ~Has nutem si
co y mágico, pued e e levarse hasta cl co noci rni c.: mo dcl mundo inteligible. El «furor he-
ve/ t11a ve/ reí couripieudae 11atura 1'1011 ncljerat, íud11strin rítet n.ffatiiS. !11 ístis et¡ím e.wrrítatío ue-
roico» no es pues un síndro me atrabiliario, sino uua f.1cu ltad especial que consiste en la
dum mi optimos pcssimosque mores vía111 apcrit, sed et ad Ílltcllígeuli<lm el (q11aulum per homiuem'
canalización correcta de la erno tivi cbd. Los que la poseen son los «violentos• (cf, supra,
Jierí po1cs1) 111111/ÍIIIII pro viribus eíusde111 <lctivitatem. C.n!finual11r lwc, q11od populí et gel/les, qllí-
n. 49), capaces de un amor y de un odio intensos que estimulan su imaginación y su me-
lms pmmptíor esl libido et ira, Slllll actívíores; el ex íísdem Í/1/ellsc odimtes el amautcs apprime im-
moria. Ellos son los que pueden convertirse en •héroes», es decir, conquistar este acceso
píos, nut sí se se verta11t quo divi11us < ?os <~gal a11wr atque z el11s, apprimc religiosos ha/Jes, ubí ídem
al mundo noético que los «santos• obtienen por ·gracia divina. El héroe se opone al san-

374
375
to y, para Bruno, es preferible ser un héroe que un santo. Por eso el título de. Furcurs ilé- Olschki, págs. 96-97; Spavena, págs. 224 -225; Guzzo, págs. 153-155; Garin en Medioevo e
mi'qucs no tiene naclJ que ver con el amor lrereos. Ri11ascime11to, 13ari 1954, pág. 198 y 2 10-2 11 ; Papu, págs. 98- 100; BadJloni, págs. 54-63, etc.
" Cf nuestro artículo «Le volmagique ... », ya citado. .,. Scialto dt~lli nodi de' perlltrbali sciiSI: la expresió n que se parece a la del polemista cris-
ss R. Mondolfo, Pigure e idee dc/lajilosqfia del Rinascimento, trad. it., Frorencia 1970, pág. tiano Arnobe (siglo IV), liberati e nc>dis mmz lmJYam, parece remontarse a los Oracles chaldar-
73. qt~cs de Julián el Teúrgo (cf nuestro artículo •Le volmagique ... »).
s• E. Garin, La wltumfilosqjim, pág. 703. 69
Es la interpretación de la Sra. Yates, '11tc l lrt ·~f Memory, págs. 258-259. Se refiere al
'~ C. Gcntile, G. B. e il pewicro del Rinascil!telllo, pág. 91. Sigillus sigillamm, Op. la t., 11, 2, p:ígs. 190- 19 1. En este pas;tie, Bruno. habla, efectivamen-
Cf V. Spampanato, L'a11tip~rrardtismo di Giordmw Brr11w, Milán 1900.
61
te, de santo Tomás, de Zoroastro y de s:111 Pablo, pe ro no afirma ser como ellos; los po-
1
'' Cf H. P. OIH.!rr, Traumz cit. Ubcr die Grcnze Zlllisclrm Wilrl11is 1111rl Zivilisatio11, Franc- ne como ejemplos de p ersonas que h an alcauzado b fonna suprema del éxtasis, aquélla
forr 1978, pág. 73. donde la imaginatam coel11111 (el rnuudo inte ligible tal como lo imagina el operador en el
"' A. Sarno, «La genesi degli "Eroici filrori" di G . B.», en Giomale critico del/a filos(ifia • curso de su práctica d e manipulaci6u de los f:mtasmas) corresponde a la realidad trans-
italia11a, Roma 1920, págs. 158- 172; cf también el prefacio de F. Flora en su edición de cendental. Sin e mbargo, dos páginas más adelante (pág. 193), l3runo parece referirse a sí
De ¡¿l'lreroici furori, pág. XX que aprueba la interpretación de Sarno. mismo cuando escribe: E.l!a e11m, q11i lilltC/11 cor¡10reis, ·ntmq1wm divinisjttisse conilllrclttmjaci-
"' Cmulc/aio, Comedia del Brrmo Nola11o, Amdemido di twlla Acadc11tia, detto i/ Pastidito. b1 le crediderim; vere enim sapiens el IIÍrttwsus, Wllt d(1/om11 11011 se11tiat, est peifecte (ur praesemis vi-
Pari.fti, Ap¡m:sso Gt({!lielllto Gittlimw, Al Segno de /'Amicizia, 1582 (Op. it., 111, 1923). El hé- l<te amditio ferre potest) beaws, si rc111 ra/i(Jiris owlro JJe/is aspicerc. Eso explica probablemente
roe de la comedia, un pintor (inc ulto) lbrnado Gioan Bernardo, ha sido identificado por su indiferencia delante d!! su t:onden3 a mm:rte.
7°Cf S. Lunais, Rccherclws srrr la L11111:, 1, Leiden 1978, p:íg. 122 y ss.
Spampamto (pág. XXXII) como el pintor napolitano Giovan Bernardo, alumno de Andrea
Sabatini, activo hasta 1600 y célebre en su tiempo. Sin e mbargo, no habría que descuidar ' ' Cf F. A. Yates, Astraea. Tite Imperial '17temc• í11 tire Sixtee11th Cent11ry, Londres-Dos-
el hecho de que Gioan Bernardo es el anagrarna de Giordano Bruno y que a éste le gusta ton 1975, pág. 85.
12
definirse corno •pintor», un pintor filósofo y poeta, en el que la tela es el pneurna y los co- C[ nuestro artículo «lnter lunam terrasque ... ln cahazione, catalessi ed estasi in Plu -
lores los 1:1ntasmas. Hay que precisar, además, que 13runo acepta sin comentarios, en sus tarco•, en: G. Piccaluga (ed.), Perennitas. Srudi in 1more di A . /Jrclidt, Roma 1980, ahora en
obras de magia, la misma escolástica ficiniana de la que se burla en Candelaio. Bastará citar el volumen !ter itt si/vis, 1, págs. 53-76.
aquí esta definición d el espíritu (17u•ses de Ma,~ia, XII, Op. lat., 111, p:íg. 462): A;tillla.per se et "Cf. J. Festugicre, La Plrilosopltie de l'am(lur de J\1/arsi/c Picin et so11 it!fluencc sur la litté-
immediatc 11(111 est obligara corpori, sed mediamc spiriltt, lwc es/ subtilissi11U1 quadam su/IS/allfia cor- ralllre fratl(aise mr xvr siecle, París 1941.
pvrca, quac quodam11wdo media inter subs1antiam auimalem cst el elememarem; ratio vcro istius ne- " Cf Magendie, La Politcssc moruloi11c el les, rlréon·es de 1'/wrmetelé e11 ¡:rance a11 XVIf sie-1
xu~ esr, qui ipsrt 11011 csl OIIUtino substa11tia im111aterialis. Y t<tmbién esta definición del espíritu de, Slatkine, París 1925, s. a., voL 1, pág. 271; Ernile Picor, Les ¡:rain(ais it111ia11isams "''XV
umversal (De Ma,l!,ia, ibid., págs . .¡08-409): Er ex lwmm rCilllll experiemia, aliis pme1cn11issis m- siede, París 1906- 1907, 2 voL; E. Bourciez, Les Mrertrs polies etlalittérawre de cour sous Henri
tiollibus, 1/Uin!festlllll es/ c>IIIIICIII aniuwm el spiritum ltal1ere qwmrlrm comimraliollelll mm spirit11111 1/, Slatkine, París 1886.
mtiversi, 111 IWII salr1111 ibi intclligatttr cssc el ill(/ruli, u/Ji sc11tit, ubi vivificat, sed etiam el imiiiCIISIIIII . " Cf. G . Weise, L'idea/e eroic(l del Rinascimemo e le sae premessc umar·tistichc, Nápoles
per suam essemiam et subsrantiam sil df/Jilsus, ttl 1111tfti Platoniconrm et Pytltagoricomm seiiSerrtnf 1961, vol. 11, pág. 104.
f .. .J. Porro a11imus ipse Cl/111 sua JJirlll/e pmcsens est qtwdammodo 1111iJJerso, 11tpate ralis srrbstanlia, '• !bid. , págs. 52-103 ..
quae 11011 csl i11dusa corpori per ipsam viveuti, qttamvis eidem obf(l!,ala, adsrricta, /taque certis reuw- " !bid., pág. 105.
tis impedimc11lis, stafim srrbilaque praese11tes /rabel species ro11l()lissi111as, qttae non per IIIOlttm illi co- ,. !bid., pág. 49.
79
lliflltl!,tmlur, 111 11emo i1ificiabi111r, ergo el per ¡mrescnlim11 qumtd!llll. (Pero cree, por ejemplo, que /bid., págs. 76-77.
se puede trasplantar una nariz nueva y que el trasplante tiene éxito por la virtud del alma.) "" Cf H. Champion, 1-/istoire poétiq1te du xvr siiide, París 1923, vol. 1, pág. 167, citado
6j Jacques du Fouill(lux, La Vé11erie ct l'adolesce11se, editado por Gunnar Tilander, por G. Weise, 11 , pág. 45. J. Fesm gic rc achaca este fcn6meno a las traducciones de las no-
· Karlshamm 1967. Aparte de las muy numerosas edicion es francesas que se sucedieron sin velas cortesanas de la Edad Media: «El éxi to fue t:m g rande que, de nuevo, las Cortes de
interrupción hasta 1650, la obra se trachtio J l alemán, al ingÍés y al italiano. Con frecuen - amor se instituyeron alrededor dt: Francisco 1 y d e Enrique !1 , con el código de las bellas
cia imitada, cayó en el olvido después de la publicación en 1655 de la Vénen·e roya/e de maneras y toda la jurisprudencia :m10rosa tan querida por las damas de la Edad Media»
Robert de Salnove. ' (pág. 3). En cuanto a G. Wcisc, 11 0 establece la re lac ión genética y sin embargo eviden-
M Complaime du ceif al/lc)ltSieltr du Fouillollx de Guillaume Bouchet, págs. 180-183, Ti- te entre el platonismo ficinian o y la poesía de amor francesa del siglo XVI.
lander. 81
Yates, Astraca, pág. 52. ·
•' A este sonet.o se le han dado numerosas interpretaciones. Sólo citamos algunas: ., /bid.' pág. 77.

376 377
., /bid., pág. 73.
•• /bid. rewuda, pia, misericors, et iutememta. /awlatrix, fumes/a , animosa venatrix, regina caeli, mauium
guberrsatrix, dea uoctís, rectrix e/emenlomm , /erra 11111n'x, aninlflllfium laclatn'x, maris domina, ro-
.. /bid. , p~g. 78.
ris 111atcr, aeris 1111trix, CIISIOS nemcm1m, syfr/(lrllfll dmuiuatrix, tartarÍ domitrix, farvan1111 potenfis-
.. /bid. , pág. 76.
87 SÍI/Ia insectafrix, ccmsors Apollinis (pág. 188). Observaremos que se trata de una verdadera le-
1/Jid., págs. 76-77.
tanía sobre Diana, al estilo de las letanías de la Virgen. Como Bruno ya había inventado
•• /bid.
en 1582 este culto a Diana, no podía hacer otra cosa que regocijarse cuando encontró en
,. Ibid., págs. 94-96.
Inglaterra a toda una escuela que veneraba a la misma diosa. Ésa es la razón por la cual el
"' La Iglesia lunar (y el Cristo solar) representa una tradición cabalística (cf F. Secret, diálogo De )il'heroicí fimlri no puede interpretarse simplemente como una alegoría de la
en el So/eil <l/a Renaissance, p:íg. 225).
91
reina Isabel; entran en juego otros significados más sutiles. (Cf. también el art. citado su-
Druno, Op. it., 11, pág. 479, n." 1 y pág. 481, n.O l. Sobre el simbolismo de Circe, cf. pra, n. 91.)
ahora mi artículo «Giordano Bnmo tra la Montagua di Circe e il Fiume dalle Dame Leg-
giadli>>, en: A. Audisio y R. Rinaldi (eds.), i\1(11stosna e letteratura, Turín 191:13, págs. 71 -?5. Capítulo IV
92
La figura de C irce es muy importante en la mnernotecnia bruniana. Aparece por lo 'Cf nuestro artículo «Magia spirituale e magia demonica», n. 118.
menos cuatro veces. En primer lugar en el S(~i//us s(¡zillonml, 30, Op. lat., 11, 2, pág. 17!: 2
AmatiiS, •amado», y ammss, <<amante•, son dos términos genéricos que incluyen a los
A Circaeis demum vc/uti poculis abstine11tes, mveamus ne fllliiiiiiS a sensibilibus speciebus illectus, dos sexos. Ver supra, n. 73 del cap. 111.
ita Slli iu ipsi fixionCI II facial, 111 ÍlltclliJJibilis vitae privelllr dilitiis, vinoque qffectuum corporeomm 3
Los héroes son unos seres pneumáticos superiores a los demonios; ver cap. VIl, 1.
et vu(l?fiTis autlsoritatis [. . .} e/1rius, perpetuo i11 praesumtuosos, ignoran fine domicilium titubm1do • Sobre el rosa cruz, se puede consultar, con prudencia, la obra (correcta en su parte
JICmoctet, ibülemque turbatae plsalllasiae velut insomniis exagitatus, amissis comwtis alis illfcll(í?en- histórica pero muy genérica en el resto) de Paul Arnold, La Rose-Croix et ses rapports avec
tiac, promet l~f Protei COII/emplctllls vult11111, 111111']1111111 conci1111e fimllatam, i11 qua co11quiescat, spe- la Fmnc-Ma(onuerie. Essai de syntlsese ltistorique, París 1970, y sobre todo F. A. Yates, La ¡,_
ciem itweniat. .Ésta representa además la explicación de la figura de Circe en De gl'lseroici lllii!re des rose-cmix, trad. francesa, Paris 1')78, que también es bastante genérica. En cua n-
fi~rori. Es cierto que puede tener otra función, técnica, en el conjunto del arte' de la me- tO a la paternidad de los manifiestos del rosac ruz, no cabe duda de que fueron redactados
moda bruniano. En la Tn'ginta siJJillorrlln Explicatio (illid. , págs. 148- 149), da el nombre a por el círculo de amigos de johann Valentin Andreae, y que él fue el cerebro del grupo.
uno de los «sellos>> - que son disposiciones espaciales de los f.1ntasrnas y, probablemente, ' Tlseses de 1\1a,gia, t. LVI, Op. lat., 111, pág. 491. La expresión dae11um uiag11us viene del
figuras de meditación al mismo tiempo: Circaeorum amsporrms, lsortorr1111 ct alllromm, vicesi- Comelllarío a El bmsq11ete, de Ficino, y ha sido transmitida a consciencia por toda la tradi-
misexti vide/icet sigilii, explicatio'. Los cuatro campos representan las cuatro cualidades (ca- ción ficiniana, desde Juan Pico.
liente- frío-seco- húm edo). SiJJillwll ist11m /roe in aCIIÍJ]IIIate quaruloque. implicalliiiiiiS, añade '•Cf. Edgar ·Morin, Le parad(í?me perdu: la11al11re lwmaine, Seuil, París 1973, págs. 126-
Bruno. Circe aparece por tercera vez en las Am(¡zma et Pmadigma que abren el Ars Brevis 140, e l. P. Culianu, «Reli¡,rione e accrescimento, del potere>>, en G. Romanato; R. G.
alía, que sigue alllrs Memoriae y al Ars Brevis, integrados en De Umbn's ideara, dedicado a Lombardo y L P. Culianu, R eligio11C e pofere, T urín !981, págs. 173-252, y más especial-
Enrique 111 {Op. lat., 11, pág. 170- 172). El significado de Circe aquí es el mismo que en el mente págs. 182-185.
«sello• 26 de los XXX s(~il. Exp/iratío. 7
Bruno reacciona aquí Contra las teorías renacentistas de la belleza según las cuales la
belleza consistiría en cierta proportio de las partes del cuerpo (Firenzuola cte.). Les opone
Coge potens Circe suecos tibi iu atn'a scptem la idea de una belleza que sería una categoría subjetiva que depende de ciertos datos trans-
Q11acque sit et species i11 geuus lleta Sllll/11. cendentales. En este sentido, se limita a seguir la línea de Ficino y otros pbtónicos rena-
centistas, sin insistir, sin embargo, en las correspondencias astrológicas que determinan la
Hinc medica Circe brevissimo levique swdio met11oriae inscriptas q[!ixas /rabel si111plicium om- atracción entre las personas.
niüm qualitates, et qualitatum sradus (pág. t7t). Finalmente, Circe es el personaje principal 8
Sobre las prácticas taoístas, cf. Hcnri Maspéro, • Les procédés de " nourdr le pdnci-
en el diálogo del Cantas Circaeus (ad emn memon'ae praxi111 ordiuatus qu11m ipse Irulíciariam ap- pe vital" dans la rcligion tao'istc ancicnne•, en Lt! Taoi'sllll' et les religiow cl1inoises, Galli-
pellot). Ad altissitmlln pri11cipem Heuriw111 d'Augmslesme magtlll//1 Gal/iarrttn Pn'orem, i11 Pro- mard, París 1971, págs. 4<.7- 589, y Robcrt v:111 Gulik, La 11ie sexuelle daus la Clsitse aucieune,
vincia regís /ocwuteue/1/em ... Parisiis, Apud llegidium <;illium, via S. lommis L.ateraneusis, sub trad. francesa, Gallimard, París 1971.
tn'11111 c.oroncJTIIIII signo, 1582; Op. lat., 11, págs. 179-2 10) . Este pasaje del diálogo entre C irce •cr. M. Eliade, Le Yoga. bllmcmalité ct liberté, Payot, París 1977, pág. 253 y ss.
y Moeris es muy interesante porque caracteriza a la diosa Diana de la mejor manera po- '°Cf A. Coudert, •Some T hco ries of a Natural Language from the R.enaissance to
sible: Te appello; Quarn Hecateu, Latonam, Diana m, Plmeben, Lucinam, Tri11iam, Tergemiu11m, the XVII' Cenrury», en lvfagia Nawralis 111ul die E11tslelumg der modeme11 NatunvissCIIscluifien
Deamque tn'fomsem dicim1is. Si agilis, cmmivaga, pnldserrima, clara, mndida, casta, immpta, 11e- (Studia Leilmiz iana, n. 0 7), Wiesbadcn 1978, pág. 63.

378 379
" /bid. , pág. 64.
12
"Esto es igualmente válido para el tu.:oplatónico J ámblico, Sobre los misterios de Egip-
/bid., pág: 63 y SS.
to, 111, 14.
IJ Jbid. , p:íg. 63. 22
Sinesio, De SOIIJIIiis, 135d- 136a, págs. 152, 17-53, 5 (Terzaghi).
"Hace tiempo, habíamos creído que se trJtaba de una manera de expresar la coillci- ce
21
nuestro artículo «<nrer luna m tcrrasque ...», ya citado.
demia ''PPI>Siton/111 (e( ¡\1otivul «coincidcntia oppositomm• /11 Giorda11o Bnmo, comunicación u De dcifecw orawlomm, 41 , 432f y ss.
presentada en noviembre de 1970, en la universidad de Ducarest, inédito), sobre todo por- zs De so11miis, 137.
qm: en las obras filosóficas de Bruno abundan los ejemplos en este sentido. Pero esta in- 1(, /bid., 134-135.

terpretación estaba demasiado condicionada por la lectura del Tratad" de historia de las re- 2
' M. Foucault, {< La prosc du monde• en: Les mots et les c!Joses, Gallimard, París, págs.
l(~iollcs de Mircea Eli:1de. La presencia del oximorón en las poesías de Bnmo más bien 32- 59. .
indica una técnica mágica y una práctica de la magia. No se trata de figuras estilísticas si- 28
Sinesio, De s011111iis, 132b-c, pág. 147, 1-7 (Terzaghi).
no que son descripciones co11cretas de unas operaciones psíquicas dirigidas. 2') Jbitl., 134.

"Evidentemente, hay que considerar la analogía entre el mago y el ana lista wm gra11o JO Nicolás de C usa, Idiota triumpha11s, 111; De me111e, 5.
salís. 11
De Vita cocl. comp., xv.
2
' Karl Preisendanz, Papyri Graccae Magime. Die .!!riecllisdJell Zauberpapvri, 2 vols., ed. A. ·
Capítulo v Henrichs, Stuttgart 1973- 1974 .
1
Walker. Spiritual a111l Demonic Magic, págs. 82-83. .u C( H. D. Detz, «T he Delphic Maxim "Know Yourself' in the Greek Maf,>"Ícal
2
C ( H . de Lubac. Pie de la Mirando/e, pág. 130 y ss. Papyri», en History (if Rc/igio11s, n. 0 21 (1981), 2, págs. 156- 171.
-l Qlerud, op. cit., passim.
"Edición árabe a cargo de H. R.itter, Stud. /3i(l/. Rarturg, XII, 1933; traducción ale-
• C( nuestro artículo «Ma,~ia spirituale», n. 0 85. mana a cargo de H. R.itter y M. Plcssncr, Studies of the Warfurg Instilute, n.o 27, 1962: los
' C( G. Verbeke, op. cit., p;íg. 53. dos primeros de los cuatro libros del Pimtrix, según una traducción fran cesa del latín, cu-
• /bid., pág. 55.
yo manuscrito más antiguo se remonta a 1739, están incluidos en la recopilación de Syl-
' De lo que nos inforu1a Cicerón, De divi11atione, 1, 3, 6. vain Matton, La wa.stie ambc tmditio11elle, R.erz, París 1976, pág. 245 y ss. El misterioso nom-
• lllid.' 1' 30, 63. bre de «Picatrix•; es, quizás, una deformación de lluqratis, menc ionado en el texto como
9
/bid. , 1.51, 115.
10
tradm:tor de un tratado sobre los talismanes redactado por Kriton: se trata, muy posible-
/bid. , 1, 19, 37.
mente, del médico griego HipócrJtes, cuya autotidad era capaz de f,'<lrantizar el prestigio
"Cf. G. Verbeke, pág. 267 y ss., con una lista de autores que se refieren a este fenó- de obras de este tipo.
meno.
" Cf. la edición de los tratados ficinianos De vi fa, a cargo de M. Plessner y nuestra cri-
" /bid., pág. 327: e( tambi~ n nuestra «Magia spiritutlie>>, pág. 391. tica en: Aevum, n. 0 54 (1980), pág. 397a-b.
"El tratado De {in) Slll1111iis de Sincsio está traducido en c:1 torno 11 de la obra de Fici- "" Cf. S. Matton, La "'fl.l!Íe arabe traditionelle1 pág. 71: texto ibid. , pág. 72 y ss.
no. También disponemos de la edición moderna de este escrito realizada por Nicola Ter- ·" C( Sinesio, De somniis, en Ficino, Opera, 11, pág. 1.969.
zaghi (Sy11csii Cyre11ieusis Opuscula. Nia>laus Terza,ghi recewuit, Roma 1944, págs. 143-187; » Cf. A. Coudert, art. citado, pág. 59. Se trata, en este caso, de la obra de Franr;:ois
texto griego, si n traducción). Es mejor que la de Patrología Graeca, LXVI (con la traducción Mercare van Helrnont, para el qm: las letras del alf:1beto hebreo representaban diagra-
latina).
mas fonéticos que indicaban la posición de la lengua en la artic ulación de los sonidos
" C( Vcrbcke, pág. 32.
(ibid.). Una teoría similar ha sido exp uesta por lo que s<.: refiere ~1 alf.1beto sánscrito de-
" !bid., p:íg. 76.
vanagari.
•• fbid., pág. 16 1.
17
,. Cf. supra, n. 6 al cap. IV .
Epicteto, Diss. 111, 2, 20. '" C( nuestro art. «<atroi kai mantcis•, ~: n d que se disc ute sobre esta teoría desde el
18
El texto De vita coelitus compamnda fue terminado algunos meses después de la tra- punto de vista de su aplicabilidad en el caso de los c.:x tálicos griegos.
ducción del tratado De los sueíios de Sinesio. Ésta (Op., 11, pág. 1.968 y ss.) fue dedicada a " Tomo Prim" del/e Lcucrc, p5g. 8r.
Pedro de Médicis el 15 de abril de 1489, mientras que la fecha de la dedicatoria de De vi- 2
' De Vita coel. 111, e( Piratrix, pág. 17 1, 7 (1'-itter-Picssner).
la coelitus comp. es del 10 de j ulio de 1489. "' Cf. nuestro «Magia spiritualc•, art. cit.
19
Sinesio, Peri cuhypnióu, IV (134a y ss.), págs. 149, 16 y ss. (Terzaghi). 44
C( P. Arnold, op.cit.
lO !bid.
•; Walker, op. cit., pág. 203 y ss.

380 381
•• fbid., págs. 54- 145. Para Agrippa, podemos utilizar todavía la traducción francesa de y ss. Wolfgang Hildebrand adaptó las recetas de Porta, que volvieron a entrar en la li-
K. F. Gaboriau, 5.' ed., en cuatro volúmenes, de La Pltilosophit? ocwlte, París 1979. Una teratura popular (en Alemania, bajo la forma de lo que Peuckert llama l/ltlj!Ísclze Hausviiter·
edición práctica en alern;ín moderno es la de K. Benesch, H. Cornelius Agrippa von Net- litcratur -expresión intraducible que indica estos repertorios de informaciones astrológi-
tcsheim, Die masischeu 1-Verkeu, Wiesbaden 1982. cas, meteorológicas, médicas, etc., indispensables para los campesinos europeos «padres de
f.1mi lia>> hasta principios del siglo xx).
21
Capítulo VI Ver Apéndice VI.
22
' El adjetivo «celeste» (coelestis) significa aquí «etéreo• o «quintaesencia)•, puesto que el Según M. Plessner, se trata de la piedra llamada en persa .firuz ag, que es la turquesa
éter era la sustancia del cielo. Recordemos que el pneurna humano era de la misma na- y no el zafiro. El ejemplo est:í tomado del Picatrix, págs. 120, 14 y ss. (Ritter-Piessner).
turaleza. Z1 Cf. La Magie ambe traditiozmel/e, pág. 31 l.
2 2
Psellus, <•Commentaire des "Oracles chalda·iques"», pág. 1.132a; en Orades dwldal- ' Picam·x, 11, /bid.
ques. Avec 1111 dwix de commcntaires anciens, ed. E. des Places, Les Belles Lettres, París 1971, 2
' Picatrix, traducido en J. Seznec, op. cit., pág. 53.
págs. 168-169.
JCf. H. Lewy, C/wldaean Grades ami Thcw;gy, El Cairo 1956, pág. 178. Capítulo VIl
' Cf. G. Durand, «L'univers du symbolc», en: Revue de Scieuces rel(~ieuscs, n.Q 49 (1975), ' Por la calidad de las l:íminas, recomendarnos la edición inglesa de Emile G rillot de
págs. 3, 8-9. Givry, 1/hrstmted Antlwlo.~Y of Sc~Tcery, Ma,~ic 111111 Alchem¡•, Nueva York 1973; la iconología
' S. M. Shirokogorofl~ Psydwmemal Complexe <ifthe Tuugus, Londres 1935, pág. 243a. relativa a los demonios está anal izada en la obra maestra de Jurgis Baltrusaitis, Le Moye11
6
/bid. Ágeja11tastique. Amiquités et exotísmes dans l'art ¡¿otlziq11e, Flammarion, París 1981.
1 2
R. B. Onians, TI1e Origius 1!{ European Thought a/Jollt de Body, the Miud, the Soul, the H. Lewy, op. cit., pág. 246.
World, Time mzd Fate. New lmerpretatiou <if Greek, Roma11, tmd ki111ired Evide11ce, also <if so- 'Or. Clzald., fr. 144, pág. Í02 (Des Pla~es).
me basic )ewislz mzd Chrisliau Bc/iifs, Cambridge 1951. Las interpretaciones de Onians han 'Cf. sobre los lynges, Lewy, pá¡,>s. 132-135.
sido criticadas por varios estudiosos. S fbitf., pág. 4.

• A. Olerud, op. cit. • /bid., págs. 190-192.


• Op. cit. 1
/bid. , págs. 252-254.
10 8
0nians, pág. 119 y ss. Or. Chald., fr. 90, pág. 88 (Des Places). Hernos modificado ligeramen te la traduc-
"Olerud, pág. 23. ción. Estos mismos clztlzonioi ky11es vuelven a aparecer en otro fragmento (91, pág. 89),jun-
" /bid., pág. 23. to a perros aéreos y acuáticos.
n A causa de una idea anatómica objetiva (asociada a elementos de la adivinación), el • Lewy, págs. 289-292. La práctica es anterior a los Oráwlos; es mencionada por Plu-
hí¡,rado tenía una superfi cie lisa y pu li da que permitía a las «visiones» reflejarse en ella. tarco (cf. C ulianu, in ter lunam terrasq11e_...). Por lo que respecta a las estatuillas, éstas se
'' «Hermetis Trismegisti latromathcnutica (J-Ioc est, Medicinac curn Mathernatica co- confeccionaban con tierra de tres colores (rojo, blanco, negro) que simbolizaban el éter
niunctio) ad Ammonem Acgyptum conscripta, interprete loanne Stadio Leonnouthesio»; de fuego, el aire blanco y la tierra negra. Para unirlas·utilizaban grasa de buitre y de cuer-
en loannis 1-bsfurti, De COJ?nosce¡zdis et medendis morbis, op. cit. , folio 1Br. vo. Representaban un águila y una serpiente. Se utilizaba cera de tres colores para con-
" Jbid., folio 11 3v. feccionar las estatuas de 1-lécate; hilos rojos, blancos y negJ·os formaban parte del arsenal
,. Un claro ejemplo de combinaciones iatrornatemáticas en relación con el hombre de la magia. Cabe destacar que en Rumanía todavía existe la cost umbre de regalar, el 1 de
ftebotórnico se encuentra en Hasfurtus, op. cit., folio Sr-8v. marzo, amuletos colgados de dos hilos, blanco y negro, enredados. El 1 de abril se cuel-
"J. Seznec, La Survivmzcc des díeux 11ntiques, Flarnmarion, París 1980, pág. SO. gan los hilos en los árboh:s qu e empiez.1n a reverdecer. Se trata de la supervivencia de una
18
Proinde necessarium est mcminisse arietem pmeesse capili atque faciei, taunmt col/o, gemí11os costumbre romana de primavera, que consistía en colg.tr unas oscilltr - pequeñas figuras-
bmchiis atque lmmeris, cancnmz pectori, etc., hasta: pisces pedibus. en los árboles. Los hilos de dos colores debe n tener un valor apotropaico.
19 10
Cf. supra, n. 16. Seguirnos la traducción latina de Marsilio Picino, 11, pág. 1.879. Para una traducción
"' Los encantamientos eróticos a los que parece hacer referencia Ficino erah de origen modema, ver Jamblique, Les ¡\lfysteres ti' É.t!l'fJIC, ed. Édouard des Places, les Belles Lettres,
popular. El abad Trithenúus habla sobre éstos en su escrito A11tipalus mal<ificiontm, indi- París 1966.
cando así mismo remedios bastante extraños, procedentes de la magia medieval. Encan- " Cf. Joseph Hansen, Qt~ellcn 1111d Ulllersudtlll~t!ell z rrr Gesclzidlte des Hexemvalms, Bonn
tamientos y remedios son confirmados por el napolitano G. B. Porta; cf. W. E. Peuckert, 1901, pág. 125; y también Henry Charles Lea, Materials toward a History 1if Witdzcrqft (cd.
Pansopltie. Ein Versuclz z ur Gesclziclue der lllCissen 1111d sduvarzen Ma¡¿ie, Berlín 1956, pág. 316 Arthur C. Howland, 1939), Nueva York-Londres 1957 (1.• ed. 1939), 3 vols., vol. 1, pág.

382 383
272 (citado a partir de ahora como Lea, sin indicación del volumen, puesro que las pági- 22
Nider, Fonuicarius, v, 3, en tea, pág. 261.
21
nas están numeradas consecutivamente de la 1 a la 1.548). Lea, pág. 244.
12 14
Lea, págs. 288:289. !bid., pág. 187.
u /bid., pág. 553. "/bid., págs. 179-180.
"/bid., pág. 563. "' !bid., pág. 181, citando al Pseudo-Agustín, Li/1er de Spiritu et Aui111a, cap. XXVIII.
" Hansen, Que/1m ... , págs. 197-198; Lea, pág. 302. 21 /bid., pág. 187, citando a Tomás de Aquino, Quaestio u11im, 2, ad 14.
•• Lea, págs. 922, 926. 23 lbid., págs. 260-261, citando a Nide r, Fonuicarius, H, 4.

" Klein , Exameu ... , pre(, n. 3-4, citado por Lea, pág. 929. 29 Hansen, Que/len ... , pág. 196.

30
'" Lea, págs. 919, 921. 1/Jid., pág. 199.
" Remy, Daemouolatria, 1, 6, n. 7- '13, según Lea, pág. 917. ' ' Cf. Isidore Teirlink, Flora Mt('tica. DI! plant in de toovenvereld, Amberes 1930, págs.
""Citado por H. P. Duerr, Traumzeit, p:íg. 65. Para Lancre, la sodomía era la forma 21 - 23 (seis recetas distintas).
de relación e rótica preferida por el diablo. C( J. Finné, Érotisme et sorcclleric, Ve rviers , Pa- 2
' l/Jid., págs. 86 y 90.

rís 1972, págs. 167-168. :u !bid.' pág. 46.


21
!bid., pág. 262, n.o 30. Es una vez más Giordano Bruno quien nos informa acerca de :~< Debemos estas infomraciones al profesor Van Os, que enseiió farmacología en la
la existencia de una práctica de magia erótica (popular) que proyecta una luz inesperada Universidad de Groninga. Ha te nido asimismo la amabilidad de facilitamos elementos de
sobre las mismas prácticas de bwjería. R eproducirnos aquí el pas~e, sin alterarlo (op. lat., bibliografia a este propósito (sobre todo R. E. Schultes y A. Hofi11ann, 'nre Bota11y mzd
u, pág. 187; se trata del Sigillus sigillon1111, 45; De wulecima coutractiouis specie, siendo las «con- Che111istry oJ HalludtwgClls, Springfield 1973). Los alcaloides conte nidos en las solanáceas se
tracciones» fenómenos espirituales cuyo efecto podía se r positivo o negativo): •Que se aiia- difere ncian de los alcaloides que contienen las plantas alucinógenas de México y Améri-
da [a la lista de las contmcciones del espírituj una especie condenable de contracción, que ca del Sur por su facultad de ser absorbidas por la piel. Estas últimas, en cambio, se ca-
encontrarnos entre las gentes incultas, sucias e hipócritas, cuya bilis negra, más abundante racterizan por la presencia, en su estwctura química, de un grupo llamado indo/, que no
y más espesa de lo que consiente la naturaleza, es la causa de la producción de voluptuo- penetra a través de la piel. Esto explica los diferentes usos de los brujos europeos con res-
sidades y de rebciones venéreas, así como de unas supuestas revelaciones fútiles y bestia- pecto a los chamanes de América Centml y Meridional.
les, procedentes de la perturbación de su fimtasía porcina [ . . .'f. Entre este tipo de personas JS.C( M. Harner, <•The Role of Hallucinogenic Plants in European Witchcrafh>, en
bestiales, Jos hay que se nutren con hierbas crudas y ásperas y con verdums qu e hinchan y, M. Harner (ed.), Htrllucinogens and Sdwmanism, Oxford University Press, 1973, págs. 125-
untados con grasa de niiio, se expon~n"CCesnudos, en el silencio nocturno, al aire fresco. 150.
Ocurre que el calor producido por las susodichas circunstancias se vuelve hacia el interior -"' Cf. la postura de Harner y de Duerr, op. cit. A principios de siglo ya algtmos cien-
de sus cuerpos, y la grasa penetm por los poros de su piel. De este modo los receptáculos tíficos han experimentado la acción de los «un&oiientos de los brujos•>, fabricados según las
del deseo carnal se lle nan fiícilmcnte y producen le ntamente un semen artificial les decir, recetas tradicionales. Escuchemos el relato de uno de elJos, que empleó como ingredien-
e mitido fuera del acopbmicnto sexualj. Estimulados por las meditaciones venéreas causa- tes activos el Datura stramonium y el Hyoscyamus uiger: «Poco después (de haberme unta-
das por su propósito inicial y por todos estos procedirnientos, alcanzan un débil estado de do], tuvc:c la impresión de volar a través de un tornado. Cuando me hube untado las axi -
excitación, en el que creen que sus cogitacion es f.1ntásticas son auténticas acciones. Esto · Jas, los hombros y las demás partes del cuerpo, caí en un largo sueño y las siguie ntes
dum toda la noche, durante la cual eliminan esta inf.1tuación libidinal y el jugo, del que ya noches tuve sueños muy intensos de trenes rápidos y de paisajes mamvillosos de los tró-
no queda nada cuando se han despertado. Pero están convencidos de que realmente han picos. Varias veces soñé que me encontmba e n una mont:uia elevada y hablaba a la gen-
pasado la noche en un acoplamiento voluptuoso con un hombre o una nntier. Y es vero- te del valle, a pesar de que, a causa de la distancia, las casas de ab~o tuvieran pam nú unas
símil y conforme a la naturaleza q~re entretanto hayan experimentado un goce [f.1ntástico] dimensiones minúsculas» (citado por Tcirlink, op. dt., p:íg. 23).
7
muy potente. Pues la emisión seminal no ha madurado a lo largo de un acto sexual ordi- ) Contado por Émi le Gri iJot de Givry, t> p.dt.
nario, sino que se ha producido más tarde y con mayor lentitud, con el cuerpo en estado )8Cf. H. Z imrncr, «Ün the Signi fi cancc ofthc lndian Tantric Yo¡,ra>>, en Spiritual Dis-
de reposo, únicamente por el movimiento de la imaginación, la infatuación pasajera y el ciplitt~s (Papers from Ermws Jahrburh, n." 4), Nu eva York 1960, págs. 40-53.
39
humor externo penetrando continuamente por los canales libidinosos». Este pasaje parece Paul Grillandi, Tractatus de Sortilcgiis, Francofurti ad Menum 1592, pág. 168, q. XI,
confirmar la idea de que muchos «bnuos•> no buscaban, a través de la absorción cutánea de n.0 1, en Lea, págs. 409-410.
' Johannes Trithemius Abbas, Líber Octo Quaestiommz, Oppenheim 1515, q. 5, «De
0
los alucinógenos, m:ís que placeres sexuales. El testimonio de Dmno, ignorado hasta aquí,
sirve para verificar las hipótesis sobre la brujería que avanzamos en este libro (ver Apéndi- Reprobis arque Malcficis•>, en Hansen, Qud/eu .. ., p:ígs. 292-293.
ce vu). '' Impreso en lngolstadt en 1595; cf. I·Iansen, Que/len ... , págs. 295-296.

384 385
" Pcucke rt, Pansophie, pág. 76. Uno de estos seudo-epígrafes lleva, bajo un título ki- te aproximadamente dos siglos, y sobre todo el monasterio de Sponheim, están situado,
lométrico, la fecha d e 1482. Sin embargo; Trithemius, con apenas veinte años en 1482 ¡to- cerca de Heidelberg en el Palatinado, donde se representará, a principios del siglo XV II , 111
davía no había escrito nada! «f.1rsa» (ludibrium) de los rosacruces. En el caso de las •lamparas inextinguibles» encontra-
<~ Peuckert, pág. 71. das en la tumba del padre C hristian Rosenkreuz, es probable que los autores de la Fauur
" /bid., págs. 72-73. La bibliografia de Trithemius es muy rica. Aquí abordaremos úni- co¡ifratenritatis hubieran utilizado un elemento de la leyenda trithemiana, según la infor-
camente las cuestiones relativas a su Stegmrographia. Para ello hemos utilizado la edición mación de Uartholomeus Korndorff heredada de Servatius Hochel.
siguiente de W. E. Heidel:Johamris Trithcmii Primo Sparrhcimcnsis deilule Divi]acobi Peapo- 53
Su bibliografia completa la recoge Klaus Arnold, pág. 228 y ss.
litmri Abbatis Stegmwgraplria. Quae Hucusq; a nemine intel/ecta, sed passim ut supposititia per- 5
' Peuckert, pág. 75.
niciosa, magira etnecromantira, rejecta, efusa, danmata et se/1/entiam inquisitionis passa; Nunc tan- "Heidel, Vita Jolzan. Tritlz. Abb., pág. l.
dcm vindicata rcserata et illustrata. Ubi post viwficias Tritlremii darissime expliceutur Coniurationes .. K. Arnold, pág. 7.
Spiri11111111 ex Arabicis, E-Iebraicis, Chaldaicis et Graecis Spiri11111111 110111inibus juxta quosdam con- " Hans Ankwicz-Kleehoven, Der rviener E-lumanist Johmmes Cuspinimr , Graz-Colonia
"~lobatae, aut secrmd11111 alios ex Barbaris el ui/ril s(~¡rificantibus verbis collcimwtae. Deiude solvun- 1959, p:íg. 16, citado por K. Arnold , pág. 56.
wr et exhibentur Artificia Ntwa Stegauographica A Tritemio iu Literis ad Amoldum Bosti11111 et Sil K. Arnold, pág. 62.
Polygmphia promissa, in fume diem a uemine capta, sed pm ¡umuloxis et impossibilibus habita et 59

summe desidem/a. Authore Woljgango Emes/o E-Ieide/, Wom~ettiense. IVfoguutiae, Sumptibus Jo- .t En K. Arnold, pág. 61.
(IJ !bid., pág. 58.

mmis Petri Zubmdt. Anuo 1676 (1 vol. de 397 págs.). La monografia rnoderna clásica sobre 6
' Antipalus, 1, 3; una lista más o menos completa en Peuckert, Pansoplrie, págs. 47-55.
Trithernius se debe a lsidor Silbe rnagel,]o/rmmes Trithémius. Eiue Mo11ograplrie (1868), Re- "' E l texto de esta carta es reproducido por Heidel, págs. 50-51; está resumido y par-
gensburg 1885. Ésr.1 es superada por P. Chacornac, Gra11deur et adversité de ]ea11 Tritlreme, cialmente traducido por Peuckert, págs. 82-83.
bénédictin, abbé de Sponlreim et de Wiirzbowg (1462-1516), Éditions Traditionnelles, París .., Bouelles-BoviUus no es, en cualquier caso, el amigo de juventud de Cornelio
1963, que se revela un buen intérprete de la Stega11ographia, pero se limita a reproducir los Agrippa, mencionado en la correspondencia que éste mante nía con otros miembros del
datos bibliográficos -a menudo erróneos- proporcionados por H eidel. La mejor mono- sodalitium parisino.
grafia es también la más reciente; se debe a I<Jaus Arnold,]ohmmes Trithémius (1462-1516), .. Ll Poly"~raplrie fue tenninada el 21 de marzo de 1508 y consignada al emperador Ma-
Wiirzburg 1971. Arnold reconstruye bast:.1nte bien la historia personal de Trithemius en ximiliano el 8 de junio de 1508. En 1561 fue traducida al francés por Gabriel de Collange.
e l marco de la historia social de su época; pero se ocupa sólo superficialmente de la ma- 65Joamtis Wieri Opera Om11ia [. .. ] Editio IIOIItl [ ••• ] Amstelodami, a¡md Pefntlll vtm den

gia tri themiana. Para ésta, podemos acudir todavía -si bien con cierta prudencia- a las Berglte, 1660, pág. 112 (De Praestigiis Daemomtlll, 11, 6: «De Johanne Trithemio, ejusque li-
ideas ofre cidas por W . E . Peuckert en su Pausophie, en el capítulo titulado «Der Zaube- bro Stef,'<lnographja inscripto»).
rer Trithemius•, págs. 70-84. Conocedor incomparable del ocultismo alemán, Peuckert .. Adam Tanner, Astrología sacra: 1-loc est, <JTationcs el quaestiones quinque [... ), Ingolstadt
constituye la fuente más preciosa para establecer la leyenda de Trithemius; pero no pare- 1615 (e( K. Arnold, pág. 190)
ce haber estudiado de cerca las interpretaciones de la Stegmwgmpllia. El libro de N. L. Brann, 67
Sigismund von Seeon, Tritlremius stti ipsus vi11dex, sive Steganograpltiae Jommis Tritlte-
Tire Abbot Tritlremius ( 1462-1516), Le ide n 1981, se o c upa e xclusivamente de la carrera del mii apologetica difeusio, lngolstadt 1616 (K. Arnold, pág. 190).
monje. 68
Gustav Selenus, Cryplomellytices et cryptograpiliae libri IX. ln quibus et plmrissinut Stega-
'' Peuckert, Pansoplzie, págs. 72- 73. uograpltiae a]oltan11e T ritltemio olim conscriptae enodatio tradiwr, Lüncburg 1624.
•• Georg W illin, Dissertalio historico-literaria de arte Tritlremiana scribendi per ~IICIII, Upp- 69
Johannes Caramuel y Lobkowitz, Stegmrograpiliac ncc mm dm!Ículae Salomonis Gemta- .
sala 1728, pág. 33, citado por Klaus Arnold,Johmmes Tritlzemius, pág. 180. ui Jomwis Tritlrcmii llblwtis Spa11heimensis Ordiuis Sa11cti /Jcnetlicti (quac lutws a uemine iute-
" Kurt Daschwitz, 1-lexen rmd Hexenpro.zesse. Die Geschichte eiues lvlasseuwalms 1111d 1/ecta, a multis fuenmt condetiiiUttae, et nccr<11111111liac Ilota inustac) ,fiCuuiua, fircilis, dilucidaque de-
seinser Bekíi111pjuuf?, Munich 1963, pág. 17 y ss. claratio, Colonia, s. a. (1 635 según Arno ld, p~g. 190).
' 3 C( Peuckert, págs. 72-73. 10
). d'Espieres, Specitlll'll Sf(~lllll(~rapltiae jt)IIIIIIÍS Tritltcmii [... [ quo auctoris ingenuitas de-
•• !bid.• pág. 77. 1/IOilsl;atur et oprts a srtperstitimte a/¡so/vitur, mm rJÍ1111iriis ·¡·,¡¡ftcmimris, Douai 1641 .
50
«Fama confratenútatis», traducido en F. A. Yates, La Lumiere des rose-croix, pág. 273. "Athanasius Kirchcr, f>olr.~rapltirr 1101111 N uui11ersalis, Romae ·t663 (App'eudix apologetica
"Primo Poeta celeberrimus [.. . [ Seamdo [...] Oratorfircrmdissimus [... ] Tertio ( . .] subtilissi- ad pol¡>gmplriam 1101/am, Íll l[llll Crypwlo.~ía Tritltcmímra discutilllr).
mus Pltilosoplms [...] Quarl<> [... [ Mathematiats ingeuiosissimus [...] Quiulo (. . .] Historicrts per- 72
Heidel, op. cit.
fectus (... )Sexto(... ] Tlzeolo.~tus insignis: Heidel, Vita]ohallltcs Tritlzemius Abb., págs. 34-35. " Gaspar Schott, Se/rola Stegauogmpltica, Nuremberg 1680 (cf. Klaus Amole!, pág. 190).
52 La localidad de W iirzburg, donde la tradición trithemiana permaneció viva duran- " Tritltemius gelriirt das VerdieiiSf, die erste 111r!{assende Ar/Jeit "'!f dem Gebiet der nrodernen

386 387
Kryptographic vcri!ffeutlidt uud dmnit Vorbild tmd Amcgung fiir die tllcitcre Entwickltmg gegebe11 dice, por ejemplo, q11od congnrit plauetae Salumi, q11od Olllnes planet,re iuugwilllr ei, et ipse ne-
z 11 l111ben: K. Arnold, pág. 192. La gematría es el sistema cabalístico de permutación de las mini illonrm iungiwr [...] (citado por Ga rin , loe. cit. Cf. también T. Gregory, «Temps as-
letras del alf..lbeto. trologique et temps chrétien•, en Le Tc111ps clrr/:tien de la fiu de I'Ailliqrrité au Moyen .{~e,
7S Heidel, pág. 111.
París 1984, págs. 557- 573).
16 K. Arnold, pág. 188.
• Kepler, De 11ero amro (1 6 13), citado por Pcucke rt, op. cit., pág. 148.
11 De septem sewndcis, id esl intelligeutiis sive spiritibus orbes J)()Sf De11111 movenrib11s; e( 7
Peuckert, citando a Kcph:r, 1/¡id.
K. Arnold, págs. 162-163. Bajo el título de Traité des causes secowles (precedido por una vi- 8
Peuckert, pág. 192.
da del autor, una bibliografía y un pref.1cio acompañado de notas), este escrito apareció • cf. F. A. Yates, La Lrmritlrc des msl'-rrvix, págs. 144- 148.
en París en 1898, constituyendo el prin¡er número de la «Biblioteca resicrucienne•>. El tra- '" Peuckert, L'Astmloxic, p1ígs. 15 1- 152 .
ductor es anónimo. " !bid., pág. 190.
78
Stcganographia, ed. Heidel, pág. 297 y ss. 12
En Peuckert, pág. 188.
1'! /bid., págs. 3 10- 311.
'' Cf. las Disp11talit11li'S mlvm11s Astrologia111 diviuatriccm de Pico de la Mirandola, V, l.
"' Tractallls de Sortilegiis, pág. 168, q. XI, n. l. " Peuckert, L'Astroh>,(!ie, p:lg. 120.
., Cf. K. Arnold, pág. 184. 5
' Lichtenberger, Practira, cd. eh: 1527, p:ígs. 31-33, citado por Peuckert, ibid., págs .
81 Agrippa, Epístola IV , 62, en Auguste Prost, Les Sciences et les Arts occlllles au XVI sie-
122-123.
de: Comeille AJtrippa. Sa vic ct ses t:r.twres, 2 vo.ls. (reimpresión anastática de la ed. de París "' C( H. Brabant y S. Zylberszac, «Le soleil dans la médecine :lla Renaissance», en:
1881- 1882), Nieuwkoop 1965, vol. 1, pág. 156. Le Soleil ala Reuaissmra:, op. dr., págs. 28 1-282. Esto explica sólo en parte el nombre de
83 Epístola IV, 19, en Prost, págs. 204- 205.
«mal francés», tal y como Peuckert, págs. 2 17-2 18, ha observado quizás correctamente.
11
Bmbant- Zylberszac, art. cit., p;íg. 282.
Capítulo VIII '" Citado por Peuckert, pág. 2 17.
1
Cf. nuestro Religioue e acrrescilllento del potere (op. cit.). 19
Brabant-Zylbcrszac, pág. 282.
'Cf. A. G. Dcbus, op. cit., págs. 140-141. Sobre la alquimia de N ewton, cf. B. J. T. 20
/bid.' págs. 282-283.
Dobbs, 17te Fo11ndatious of Netvlou's Alchemy, or «Tite Huutiug <if tite Greeue Lyoll'), Cam- 11
M. Harris, Cows, P(~s, Wars & Witcltes. Tite Riddles <if Cllilllrc, Glasgow 1977, págs.
bridge 1975; M. Eliade, «Le Mythe de l'alchimie~ en: L'Heme, n.o 33, París 1978, págs. 158- 169.
157- 167.
3
Cf. 'viviana Pagues, Les Scimccs (tcmltes (op. cit.). Capítulo IX
'W. E. Peuckert, L'Astrologie. Sou ltistoirc, ses doclriues, trad. franc., París 1980, pág. 156. 'Cf. Mircea Eliade, Histoirc des croyances et des idées religieuses, vol. 1, Payot, París 1976,
s /bid., pág. 165. Sobre el trat~micnto de b s conjunciones en la literatura de ,la Edad pág. 175 y ss. [Historia tic las creeucias y de las ideas religiosas, Cristiandad, Madrid 1978); e(
Media, cf. E. Ga rin, La wltma .filosl!frra del Riuascimcnto, pág. 157. Pedro d e Abano escri- también nuestro Mircea Eliatle, Asís 1978, págs. 139- 140.
bía, en su Couci/ilrll>r d!fTcrcntianull ele 1277 (folio 15, citado por Cantú, Les Héretiques ti' Ita - 2
Lo hizo imprimir en 1531. Su cuarto libro es una falsificación, realizada sin embar-
líe, vol. 1, pág. 386): Ex c1miuucrimre Satumi et J(wis iu principio A rietis, q11od quidem circaji- go por un plastógrafo que conocía bastante bien los tres primeros. Figura en la edición
1/etlt 960 wutigit amronmr, lollls ruuud11s iriferior commHta/Hr, ira quotl 11011 solu111 reg~~tr, sed et de las Opera, 2 vols., F. .Dering, s. a. Lyon (ca. 1565 o después), junto a los otros (vol. 1,
legcs et pmplretae coustl~lllll iu mt111do [... J sicut appamil iu adventu Nabudwdonosor, Moysis, págs. 1-404).
Alexmulri Ma.~ui, Nazarei, Maltorneti (hay que tomar su cronología cwn ,f?mllo salís). En 'Opera, vol. 11 , págs. 1- 247. La obra fue compuesta hacia 1526.
cuanto a Pien·e d' Ailly, que parece haber p(edicho, en su Concordia astrouomiae crrm ltisro- 'Cap. LXII y x cvt; cf. A uguste Prost, l'fJ· rit., vol. 1, págs. 110- 111.
n'ca veritate, grandes cambios para el todavía lejano a1io 1789 (Pierre d'Ailly vivió aproxi- S /bitf. 1 pág. 1 1 J.
madamente entrt: 1350 y 1420), leamos lo que dice sobre la llegada de Cristo ( Viginrilo- 6
Cap. Cl, en Prost, p:lg. 11 2.
quím, Venetiis 1490, citado por Garin, loe. cit.): Sirte temeraria assertioue, sed etllll lwmili 7
Cap. Cll, ibid., pág.~. 11 2-1 13.
revereutia diw qirod bwedicra Cltristi irrcamatio el rwtivitas, licet in 11111/tis .fireril rniraculosa el 511- • Op. di., vol. 1, págs. 332-333.
pernaturalis, tameu eliam q11oad 11111/la /uric operi deifico conceptiouis etnativilatis 'uatura tamquam •cf. Prost, 1, pág. 3 19 y ss. Co¡1 una energía y sutileza jurídica notables, Agrippa ven-
Jamula Domiuo suo et Creatori subservieus diviuae omntjJotcntiae c~operari potest. En cuanto a cerá al inquisidor Nicolc Savini, que después se vengará (Prost, pág. 327). En una carta a
Roger Bacon, se hace intérprete de ai-Kindl y de Alburnasar, en su teoría de las relacio- su amigo Chansonnctti (Cnutirmc111a; Ep. 11, 40), entonces en Basilea, Agrippa denuncia
nes entre los planetas (o las co•1iunciones) y las grandes religiones del mundo: /11daisma, los procesos irregulares de la Inquisición (e( Prost, pág. 323).

388 389
10 Sobre el «asunto de Lyon», cf. Prost, 11, pág. 119 y ss. Satisfecho del tratamiento que la curaba¡ y cuando éste, durante un picnic, le ofreció un trozo de ~ame, ella cn1 pe:t6 a
recibían él y su f.1milia en Lyon, Agrippa rechazó en muchas ocasiones abandonar el par- sufrir convulsiones: la enfermedad psíquic:t, o los <•siete años de posesión de Elisabeth de.:
tido. re:tl par:t ir con el duque de llorbón que, en lt:tlia, gobernaba el ejército imperial de Ranfaing• (16 18- 1625), representaban la salida, el refugio de una persona cuyo deseo de-
C:trlos V. Después de la historia del horóscopo, Agrippa fue abandonado en Lyon por la bió de ser, por un momento, más fuerte que la inhibición religiosa. Resulta poco proba-
f.1milia real y se vio privado de su sinecura. Necesitó tiempo para tener la certeza de ha- ble que Poirot le hubiera administrado una droga en el trozo de carne; nunca se ha po-
cer esto, pues no querían que se pusiera en l:t soldada del duque. Privado de medios, dido probar y, por lo demás, se condenó a Poirot a partir del testimonio de una tal
Agrippa envió a sus amigos mens;úes desesperados. Será infonnado a través· de un desco- Anne-Marie llouley que reveló que el médico ¡la había acompañado al aquelarre! En
nocido de la irremediable des¡.,'T:Icia en que había caído junto a l:t reina madre. cuanto a las teorías de Pithoys relativas al sobreseimientO que debían dictar las autorida-
" Prost, u, pág. 171. des eclesiásticas, se vuelven muy dudosas al saber que, durante sus delirios, estando Elisa-
" Peuckert, L'Astmlogie, pág. 31. beth en estado de trance, mostraba una fuerza muscular extraordinaria, practicaba la xe-
"Cf. P. J. S. Whitmore, A Seveutee11th-Cer1tury E.-.:posure cf Superstiti<m: Selected Texts noglosia (p:~sivarnente más que activamente) y que los hechos de telepatía, de videncia e
C?f Claude Pitlzoys (1587-1676), La Haya 1972. la carrera de Pithoys, sin ser notable, pre- incluso de levitación completa que se le atribuían causaban sensación en la época. Misti-
senta sin embargo algunos episodios poco comunes. Se trata de una historia de posesión ftcación o no, el caso de Elisabeth Ranf.1ing era sin duda uno en los que la Iglesia debía
durante la cual su actitud fue similar a la de Agrippa en el episodio de Woippy. Pithoys sentirse en su pleno derecho de practicar el exorcismo. Esto explica que el racionalismo
nos describe todo el caso en un libelo aparecido en 1621, titulado Descouucrture des faux de Pithoys parezca tener aquí sobreentendidos menos loables de los que le atribuye Whit-
possedez. Una joven viuda de Nancy, Elisabeth Ranf.1ing, cayó en manos de un doctor more: su propósito no era salvar a Elisabeth, sino condenar al médico. Admitiendo que
que, tras haber querido abusar de ella, le adnúnistró medic:tmemos que le causaron con- el médico hubiera administrado a la enferma u1Ía droga para abusar de ella, resulta no obs-
vulsiones. La viuda fue exorcizada en Toul del9 al11. de noviembre de 1620. Pithoys, aUí tante poco verosírn.il que el efecto de est:t droga hubiera podido durar durante un perío-
presente, llegó a la conclusión de que el exorcismo era inútil, puesto que el agente que do de siete años.
1
había provocado los tormentos de la mttier no era de 9rden diabólico, si no fisico. Ésta es ' Whitmore, pág. XVlll.

la razón por la que expresó su opinión en una carta aJean de Porcelets, obispo de Toul
11
/bid.
(carta del6 de enero de 1621). El obispo le convocó a su casa para inform:trle de que, no "' /bid., págs. XX- XXV.
obstante, consideraba válido el exorcismo, con lo cual Pithoys no pudo más que •retirar- ""Traillé wrieux, pág. 163 (Whitmore).
18
se religiosamente tras haber hecho la reverencia». Pero no se dio por vencido. Desple- Whitrnore, pág. XV!l, piensa que se tr:Jta de un libro señalado por el Corrector Ge-
gando un saber apreciable, escribió la Descouuerture, en la que, sin negar los fundamentos neral de la Orden, Simon Dachelier, en una memoria encontrada en los Archivos de-
de la pr.íctica del exorcismo en general, denunciaba el carácter incongruente de los testi- partamentales de la Moselle, en Met.z.
19
monios contra Elisabeth Ranf.1ing. El doctor replicó pero, convencido de mala fide, fue Traitté mrieux, págs. 207-208 (Whitmore). Ver Apéndice IX.
20
quemado en la hoguera en 1622, junto a su asistenta. Elisabeth se curó y, después de ha- P. de Bérulle, Discours de l'Estat des Grmrdeurs dejesus, 11, 2, pág. 162, citado por C ié-
ber pronunciado sus votos, fundó, b:ljo el nombre de María Elisabcth de la Cruz, la Or- menee Ramnoux, «Hélioccntrisme et Christocentrisme», en: Le S()leil ala Re11aissmrce, op.
den de Nuestra Señora del Refugio (cf. Whitmore, op. cit., págs. XV -XVI). Ésta es toda la cit., pág. 450.
materia de la escasa información que Whitmore nos proporciona sobre uno de los caso$
21
Uhupiété_des déistes, París 1624, pág. 371, citado por F. Secreten: Le Soleil ala Re-
más célebres de posesión del siglo xvu. Sin embargo, al icer el estudio de E. Delcambre uaissmrce, p:íg. 213.
y J. Lhennitte (Un cas de possession diabolique: Élisabeth de Rmifaing, Nancy 1956), nos for-
22
Ésta es la interpretación que H eidegger ofrece a la sentencia de Nietzsche <•Dios ha
mamos una imagen muy distinta y llegamos a preguntarnos si el papel de Pithoys no fue muerto», en Clremius qui ue 111i!ucm 11111/c part, trad. fran c., París 1962, págs. 173-219. La
más equívoco de lo que parece. En efecto, Elisabeth, había recibido una educación pu- esencia de la interpretación de Heidegger se encuentra en este pas;úe, p:íg. 209: «Lo que
ritana (pero puritana hasta tal punto que no soportaba que los sirvientes vieran otra par- precedentemente condicionaba y detenuinaba el ruodo, la finalidad y la medida de las co-
te descubierta de su cuerpo que no fueran la cara y las manos, y se había sometido a un sas, la esencia del hombre, ha perdido su poder de eficiencia absoluto e inmediato, este
cruel tratamiento para afearse y para reducir sus culpables. encantos de la naturaleza), ha- poder en todas partes inf.1li blcmente eficiente. El mundo suprasensible de las finalidades
bía sido casada contra su voluntad con un soldado grosero y borracho que, con su muer- y de las medidas ya no se despierta y ya no soporta b vida. ·El mundo mismo se ha que-
te prematura, le dejó tres niños como herencia. Las mortificaciones y f.1ntasías oníricas de dado sin vida: muerro. C iert:um:nte hay fe cristiana aquí y allí, pero el amor desplegado
Elisabeth dejan traslucir todo lo contrario de la paz del alma: era una persona cuya frus- en semejante mundo no es el principio diciente y operante de lo que ocurre en la ac-
tración erótica había adoptado, desde la adolescencia, la forma de un peligroso síndrome tualidad. El fondo suprasensible del mundo suprasensible se toma como una realidad efi-
de abstinencia. Caída enferma, es muy probable que se enamorara del médico Poirot que ciente de todo lo real, que se ha convertido en irreal. Éste es el sentido met:tfisico de la ·

390 391
palabra pensada metafisicamente: "Dios ha muerto"». Para una interpretación histórico- amor, establecer si una joven iba a ser lertil, si era todavía virgen, o producir el sucfl o co n
cultural de la proclamación de la «muerte de Dios~ en Jos románticos y en Nietzsche, cf. la ayuda dé b lira. Resulta evidente que la moda exjgía que las jóvenes tuvieran los se-
nuestro artículo «Les f.·mrasmes du nihilisme chez Mjhai Eminescw>, en: Callíers d'histoire nos totalmente pla11os (cf. Peuckert, Pausop/rie, pág. 316).
des litteralures romaues, n." 4 (1980),.págs. 422-433; y nuestro ensayo Religioue ed accrescimento "Etrcyclopédie du costrmre, pág. 164.
del potere, op. cit., especialmente pág. 222 y ss. '" La expresión pertenece al antropólogo H. P. Duen, op. cit., pág. 75.
·~ Ibid., pág. 77.
Capítulo X 20
Ibid., pág. 75.
1
L. Kybalová, O. Herbenová y M. L1marová, Eucydopédie illustrée du costume el de la 21
Evidentememe, no se trata de la obra de R.eima.rus comentada por Lessing. Nues-
m01le, trad. franc. París 1980, pág. 114. tro anónimo se llama «el FaustbucJp, (para distinguirlo del Volks/mclr) y fue encontrado en
2
Cf. H. P. Duerr, Tmumzcit, pág. 67. 1892 por el bibliotecario G. Milschack. El mismo ai1o lo publicó el editor J. Zwissler de
l !bid.• pág. 72.
Wolfenbiittel, bajo el titulo de Historia D. jolrmmis Faust des Zauberers.
'/bid. "'Historia vo11 D . jolramr Fausten, dem rveitbcsclrreyten Zauberer rmd Swartskiitrstler, Wie er
s Encyc/6pedie du costume, pág. 153. siclr gegerr dem Ter!ffel m!ff eine benandte zeit versdrriebcn [. ..], Gedntckt zu Frau/ifurt am 'Mayn,
• /bid., pág. 139. durdr johamr Spics, 1587.
' Cf. G. C. Argan, Storia del/'arte italilum, vol. 11, Florencia 1968, fig. 133, pág. 134. " Los dos textos alemanes y el texto inglés hm sido reunidos recientemente en una
• Encyd6pedie du costume, pág. 139. Este desplazamiento del talle del vestido empieza a nusma edición y comentados por M. E. d'Agostini y G. Silvani. Faustbudr. Atralisi com-
manifestarse hacia 1495, corno se puede ver en el arte de la época, pero el escote cuadra- parata del/e fonti inglesi e tedcsclre del Faust da/ Volksbuclr a Marlowe, Nápoles 1978.
do es anterior. 2
' L1 Tra~ical History cif Doctor Faust de Marlowe ha sido redactada en dos versiones se-
• cf. Duerr, op. cit., pág. 72. paradas: cf. Marlorve's Doctor paust 1604-1616. Pa~al/el Texts edited by W. W. Greg. Oxford
'°Cf. W. Noornen, «Structures narratives et force cornique: les f.1bliaux», en: Neophi- 1950.
lologus (1979), págs. 361-373; del mismo autor, «"Le chevalier qui fist... ": apropos du clas- n Floris Groen ofreció una primera versión holandesa hacia 1650, revisada por Jacob
sement des genres narratifs brefs médiévaux•, en: Rapports, n." 50 (1980), 3, págs. 110- 123. van Rijndwp antes de 1689; cf. De Hellevaart van Dokter joa11 Faustus. Toueelspel. Amsrer-
"Cf. la excelente comparación establecida por G. C. Argan entre las tres Adoraciones dam 173 J.
de los Magos, pertenecientes respectivamente a Lorenzo Monaco, Gentile da Fabriano y 26
Cf. Gilles Quispcl, «Faust: Symbol ofWestern Man», en: Gnostic Studies, vol. 11, Es-
Masaccio, op. cit., vol. 11, pág. 98 y ss. tambul 1975, págs. 288-307, especialmente págs. 300-301.
"Cf. Cesare Cantu, Les Hérétiques d'ltalie, trad. franc., vol. 1, París 1869, pág. 334. 21
Cf. G. Quispel, «Anunknown Fragment ofthe Acts of Andrcw», ibid., págs. 271-
"Sobre la refonna de las costumbres operada por Savonarola en Florencia, existe un 287. En la página 10 del códex (líneas 6-37, trad. págs. 273-274), se trata de una virgen que
texto muy interesante, la Riforma sanaa et pretiosa del Aorentino Domenico Cecchi, pu- un mago quiere seducir con la ayuda de los demonios. Ella se salva gracias a una plega-
blicado en 1497. Cf. U. Mazzone, <<El buon ,!!OVemoJ>. Un progretto di rifomur genera/e nella ria.
Firenze savonaroliana, Florencia 1978. 28
A. Lipomanus, Sanctorzm prisconrm vitae, Venecia 1558, e( De prob11tis sanctonrm lristo-
"Enydópedie du coswmc, pág. 154. riis ab Al. Lipomarro olim conscriptis mmc primrmr a Laur. Surio ememlatis et mrctis, Colonia
"Duerr, Trmmrzeit, pág. 73. 1576-1581, vol. v (1580), págs. 394-402, y reimpresión de 1618, vol. 111 , pág. 296 y ss.
•• comtesse d'Aulnoy, Relation du voyage d'Epagne, vol. 11, La Haya 1715, citado por 29
Alfonso de Vi llegas, Flos Smrctonmr y Historia general de In vida y hechos de jesucristo
Duerr, op. cit., pág. 73. En este sentido, es muy característico que G. B. Porta, el autor de Dios y Seiior mrcstro y de tCJdos los Smrtos de que raza y Irare fiesta la ~efesia Católica, Madrid
una Magia Nawralis que no ha ·sido analizada en este libro, puesto que no pertenece a la 1594, págs. 32 1-322.
tradición ficiniana de la «magia espiritual», dedica un párrafo especial a las recetas que ha- 30
Es la tesis de Dallesteros- Oal'ahona, C.rldcrtms crsle Pnssrmg 11cm (<El Magico Prodigioso»
cen disnunuir el volumen de los senos (11, 15: iHamillanmr incremenlllm prolribere, si volu- rmd das Doktor-Faustus-Spicl dcr Cll,~lisdrl'll Kouriltllnutl'll, Berlín 1972, pág. 63.
mus). W. E. Peuckert ha observado que se trata de una de las recetas de Porta que, con " lb id., pág. 77 y SS.
Wolfgang Hildebrand como intermediario, ha entrado en la •literatura de los padres de 32
Jbid., pág. 94 y SS.
f.unilia» en Alemania, es decir, en ·estos repertorios universales cuyo conocinuento se con- JJ /bid., pág. 77 y SS.
sideraba indispensable para los campesinos. Den ]rmgfrarvetr z uverhiiteu dass sie niclrt grosse " fbid. , pág. 67 y SS.
Briiste bekommen: «impedir que las doncellas rengan los senos demasiado grandes», a par- " El Mágico pn1digioso, comedia f.1mosa de Don Pedro Calderón de la Barca, publica-
tir de la segunda mitad del siglo XVI, no era menos importante' que fabricar un filtro de da según el manuscrito original de la biblioteca del duque de Osuna con dos f.1csímilcs,

392 393
una introducción, variantes y notas de Alfred Morel-Fatio, París-Madrid 1877. La versión iliflrreuce sur la lillérature fran(aise arr XIII" siCrle, París 1941, págs. 58-61 y 156-158. Este libro
publicada en 1633 (•La ¡,rran comedia del máxico prodigioso», en: Parte veime de comedias de juventud del gran erudito A. J. Fcstugicrc contiene algunas inexactitudes que señala-
varias mmca impressas, compuestas por los mejores inge11ios ele Espaiia, Madrid) y reimprimida mos aquí puesto que, en el fondo, no alleran su valor intrínseco. Así, el autor cree que
en: Sexta parte de comedias del célebre poeta espmiol Don P. Caltler6n de la Barca por J. de Ve- Juan Pico había publicado su Ccmrmcrrto en vida lp:íg. 54], lo cual, por lo demás, es con-
ra Tassis y Vililrroel (Madrid 1683) difiere de la primera en nu merosos aspectos, pa- tradicho incluso por la carta de Denivieni que precede la edición de las obras firmada por
cientemente analizados en la tesis de P. Ballesteros-Barahona. Agradezco al Sr. Michacl J. F. Pico. Finalmente, el autor cree qu e Pico habría sido t:1 «discípulo bien amado» de
Metzeltin, profesor de civilización española en la Universidad de Groninga, que la ha Ficino !pág. 40], ignorando que cstc mismo Commclllo había constituido la manzana de la
puesto a nú disposición, como también ha hecho con la edición de Morei- Fatio. discordi:l que había separado dcfinitivamentc sus respectivos ca minos.) Resulta interesan-
36
Francisco de Toledo, lnstitutio Sacerdotrmr. Crmr additionibus Amlreac Victorelli Bassa- te saber que el Cowcntario a "El banquete>> de Ficino apareció en Francia el mismo año
niensis. R.orna 1618. 1546 en el que Kervcr publicaba la primera edición·francesa de la Hnmcmtcmradria. La tra-
" Glauber, en A. G. Debus, Mmr ami Nature, págs. 138- 140. dición, por así decirlo, «clásica» del trat;1do del amor ficiniano, debida a Guy Le!evre de
la Boderie, apareció en París el año 1578. Una segunda edición de 1588 incluía también
Apéndice 11 el Cowmcuto de Juan Pico, traducido por Gabriel Chappuys (cf. Festugiere, págs. 5-6; ten-
1
La edición Kerver, con sus grabados sobre madera de Jean Cousin (y Jean Goujon), dremos ocasión de volver sobre estos datos).
fue reimprinúda por Dertrand Guégan en Payot el año 1926. Ésta es la edición que he- >Su autor, desconocido, pertenece probablemente a la escuela de Mantegna.
mos utilizado al redactar este capítulo de nuestra obra. 'Cf. Walkcr, pág. 102.
2
La rapidez de estas operaciones, incluso en el caso de que el (<caballero de Malta» sEditado y comentado por Gohory en 1572: Livre ele la Fontaiue Périlleuse avec la Clrar-
constituyera una simple ficción, resulta sorprendente: la segunda edición aldina sobre la te d'11111ours: arctremeut intitulé le Songe du 11erger. CEcrvre tres-excellerrt de poésie cm tique collle-
que se realizó la traducción de la edición francesa de 1546 ¡no había aparecido hasta 1545! "ant la Stégmro.f!rapltie des mysteres secrets de la science minera/e (París). Gohory creía que La
No obstante, es posible que Gohory ya hubiera conocido la edición aldina de 1499 y se Fcmtaitre périllercse era la fuente del Roma11 de la Rose; cf. Walkcr, pág. 98.
6
hubiera servido de ella; para los retoques, j ean Martín tuvo el tiempo de consultar la edi- Livre de la Conqcresle de la Toisou d'Or, dedicado al rey por Jehan de Maurcgard, con
ción de 1545. En lo que concierne al traductor J ean Martín, sabernos que mostraba una introducción y notas versificadas de J. Gohory, París 1563.
marcada predilección por el relato platónico y que no era 13 primera vez que se disponía ' Cf. Walker, págs. 97-98.
8
a realizar la revisión estilística de una obra en mal francés. ·En 1520, el italiano Giacomo /bid.' págs. 99-1 00.
Caviceo había trazado una historia titulada Libro del Peregrino, inspirada en la Hypneroto- ·>Cf. E. T. Han1y, «Un précurseur de Guy de La Drosse: Jacques Gohory et le Lycirrm
maclria de Colonna y en la tradición ficiniana. El 1 de mayo, «día dedicado a los aman- Plrilosoplral de Saint-Marceau-les-Paris (1571-1576)•> en: Nouvelles Archives du Mcrsérm
tes• -y no por azar la fecha inscrita en el último folio de la Hyprrerof()maclria, es el 1 de d'lristoire Natrrrel/e, 4.' serie, tomo 1, París 1899; cf. Walker, pág. 100.
10
mayo-, Peregrin o va a la iglesia, donde encuentra a la bella Genevre: «L'age de quinze Leo Suavius, Tlreopltrasti Paracelsi Pltilosopltie et Mecliciwre utriusque rmir1ersi compen-
ans, de corpulantc beaulte, de gestes elegante ct scigneuriallc, de rcgard tres modestc, les dirmr, B;lle 1568, págs. 147-149; lntrodrrction a l'Tmtrrrction sur l'lterbe Petrmr, París 1572, fo-
yeulx luisans, le cheminer humble, repose et a toute lyesse encline, avec ung doulx sor- lio 9v.; cf. Walker, pág. 101.
cieuil qui tout son front aornoit» [De quince años de edad, de corpulenta belleza, de ges- " lutrodrrctiou, dedicatoria.
12
tos elegan tes y señoriles, de muy modesta mirada, los ojos relucientes, el caminar hunúl- Imrodurtion a 1'/nstnrction, folio 14r. Gohory poseía conocimientos musicales: había
de, tranquila y propensa a toda alegría, con l:1s dulces cejas que adornan su frente). compuesto el prcf:tcio al Secmulrrs Líber !Vlodcrlcmrm de Orlando di Lasso, dedicado en 1571
Gencvre se convierte en «su soberana y emperatriz»: «A partir de entonces él quedó pri- a Carlos IX; cf. Walkcr, pág. 99.
vado de sí mismo y se transfonnó en la imagen de esta dama». En 1527, el Libro del Pere- "Cf. M. Horowitz, pref:tcio a 1:t reiluprcsión annst:ítica del libro de W. Golden Mor-
grino fue traducido al francés por Frans:ois Dassy (París, Nicolas Couteau). Parece que la tirner, History qf Cota " 711(• Dívíuc Plmrt• c¡f tire lrrrcrs (190 1), S:m Francisco 1974, p:ígs. VI-
lengua de la traducción era espantosa y, por esto, Jean Martín revisó y «corrigió• el tex- VIII.
to (Dialogue (...] reverr arr long et corrigé par j el1111r Marti11, Gaillot du Pré, París 1528), que "Cf. Walkcr. págs. 102- 104.
1
gozó de mucho éxito, contando por lo menos con siete ediciones hasta 1540. En 1545, el sSuavius, pág. 187, citado por Walkt:r. p(lg. 10·1.
mismo Jean Martín tradujo del italiano al francés G/i Asolmri, de Pietro Bembo (Venecia "·Walker, págs. 102- 103, comcn t:111do a Suavius, págs. 30 y 327.
1505), una especie de Biblia del amor platónico en el Renacimiento. No podía más que
sentirse afortunado de leer y revisar la traducción de la Hy¡merotomadria que le había con- Apéndice 111
1
fiado Jacques Gohory. (Cf. Jean Festugiere, La Plrilosoplrie de l'amour de Marsile Fici11 et son Cf. nuestro artículo • latroi kai manteis• y Psyrhauodia 1, op. cit.

394 395
2 Sin embargo, fu e adoptada porJacques Gohory; que transformó el libro en una ale-

goría de la alq L1imia, librw11 lumc IJJagnae cuidam reconditaeque arti veudica11t.
) Cf. el comentario a Macrobio atribuido a Guillermo de Conchcs, en P. Dronke, Fa-
1m/a, pág. 179: Hymeneus est membranula in qua concipiuntur puerperia, matrix videlicet ...

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400 401
indi cc OIIOIIIIl S ti c O

l . Au ,t ores antigu o s Uacon, F.. 24 1, 26 1


Baco n, R ., 38, 164, 167, 243, 245, 353, 388
Abu Yahya al-Sinhachi, 50 Barbaro, E., 20 1
Aecio, 362 Bartolomé el 1nglés, 37, 38, 362, 363
Agrippa von N ettcshei m , 61, 83, 84, 174, Bashshár ibn Burd, 44, 45
177, 186, 213-215, 2 18, 225, 228, 230, Dasílides de Alejandría, 56, 290, 296, 297
23 1, 239, 255, 257- 260, 262, 282, 332, Daudelaire, Ch., 86
343-345, 3-17. 348, 367. 382, 387-390 Dellay,J. du, 121, 122, 300, 323
Agustín, 205, 355, 385 llembo, P., 74, 394
ai-Kindi, 164, 166-171, 175, 177, 243, 245, Denivicni, G ., 40, 90, 91, 3%
353, 354, 388 l3e rbiguier, A. V. C., 172, 174, 207- 209
Albcrti, L. B., 69, 227 Bcrgamo, J. de, 201, 205
Alberto Magno, 82, 164, 177, 192, 223, 348 Bcrnarcl de Gordon. 48, 49, 3ó5
Albumasar, 243, 2-15, 247, 388 Bernardo de Como, 250
Alcher de Cllirvaux, 37 Bérulle, P. de, ')8, 265-267, 39 1
Alciato, G . A. , 69, 250 llodin, J. , 20 1
Alfredo el Inglés, 37 llogomil, 42
'Aii ibn 'Abbas ai-Majf•si, 48 Dostius, A., 223, 259
Andreae, J. V ., 244, 256, 379 Dotal, L., 300
Andrés (apóstol), 279, 281 f:louchct, G., 112, 376
• Andrés el Capellán, 47 Bo uchct, J., 323
Apuleyo de Matlaura , 196, 258, 332 Bouclles, C h., 24, 25, 387
Aristarco de Samos, 52 Brahe, T., 52
Aristóteles, 13, 30-36, ·12. 48. 52 . 53, 56, Brantón~eo: , ab;~d de, 12 1, 122
60, 61, 64, 82, 86, 104, 160, 184, 222, Uruno, G., 11 , 12, 15, 22, 27, 52, 53, 64,
289, 359, 361, 367 7 1, 95- 111 , 114, 11 6- 121, 123-127,
Arnau de Vilanova, 48, :100 130- 133. 135- 1·10, 143-149, 153-156,
Arquígeno de Aparm:a, 36 1(••1, 1(,7, 172. 175, 177, 210-216, 220,
Ate neo (médico), 36 227' 23!l, 2·11, 252, 255, 258, 260-262,
Aulnoy, condesa de, 275, 2')2 26-l- 2úll. 282, 308, 326, 327, 345-35 1,
A verroes, 51 355, 366, 367' 373-380, 384
Aviccbrón: ver Solomo11 ílm Cn!Jiml Buonddmonti, C ., 69
Avicena, 38, 47, 50, 343 Hurchard de Worms, 204, 205, 338

403
Cnlcidio, 362 Dícson, A., 100 Gcrardo de Cremona, 38, 343 Huysmans, J. C., 86
Calderó n ele b Onrcn, P., 13, 278- 285, 393 Dígges, T ., 98, 374 Gcrmain de Ganay, 90, 224
Díocles de Karístos , 35, 361 Gervais de Tilbury, 45 lbn 'Arabl, 42, 45 - 47, 50, 107
Calvino. J ., 252
C nmpanclla, T. , 8·1. 85, 177, 256, 270 Donne, J., 86 Giacomo da Lemini, 51 Ignacio de Loyola, 253, 254
Camnud y Lobkowitz, J., 225, 227, 387 Dullinger de Seeon, S., 225, 387 Gíorgi, F., 67, 177 Isidoro (gnóstico), 56, 297
Cardano, J., 61, 244, 245 Durero, A., 80, 83, 86 Glauber, J. R., 286, 287, 394
Carion, 237, 247 Godofroy des Fontaines, 363 Jámblico, 16 1, 196- 198, 38 1, 383
Castiglione, J3., 74, 75 El ich, P. L., 201 Goethe, J. W . von, 22 1, 283 Jcnofonte, 70, 3(,8
Cattani da Díacceto, F., 177 Empédocles de Agrígento, 30, 33, 35, 348, Gohory,. J., 177, 299-302, 394-396 Johannitius: ver Hrulllill ilm ls/ltlq
Cavalcantí, G., 39-41 , 51, 363 361, 362 Graciano, 204, 205, 338 Juan de la Cruz, 111
Epicteto, 36, 60, 160, 161, 182, 362, 367, Gratarolus, G., 354 J ulián el Caldeo, 181 , 196, 290
Caviceo, G., 394
Greville, F., 97, 100, 123 Julián el T eúrgo, 181, 290, 377
C clbríus, A., 261, 262 380
Cellíni, B., 186 Epícuro, M. A., 110, 124, 289 Grévin, J., 121
C hampier, S., 325, 326 Equicob, M., 41 Grillandi, P., 213, 2 14, 230, 385 Kant, 1., 31
Keplcr, J., 21, 52, 54, 241, 243-245, 256, 389.
C hapelaín, J., 300 Erasístrato, 34 Griinpeck, J., 248
Chapman, G., 123 Erasmo, 67, 100 Gui, B., 44, 364 Kierkegaard, S., 32, 86, 269, 370
Eschenden, J. de, 237, 246 Guillaume de Ma:rbecke, 31 Kircher, A., 225, 387
C happuys, G., 395
Chastellan, H., 300 Escoto, M., 223 Guillermo de Alvernia, 85-87, 370 Klcin, J., 202
C icerón, 64, 159, 162, 380 Espíeres, J. d' , 225, 387 Guillern10 de Conc hcs, 78, 396 Korndorff, B., 218, 387
Cípríano ele Antioquía, 279-285 Eudo (Eón) de la Estrella, 43
Cleantes de Aso, 159, 160 Haly Abbas: ver ' / J/Í ilm 'Ablw nl-lv1njilsí Lazzarelli, L., 177
Coleridge, S. T., 86 Fernel, J., 300 Hasfurt, J. de, 81, 190, 366, 370, 382 Lee, H., 123
Fícino, M., 11, 12, 39-41, 48, 49, SI , 53, Heidel, W. E., 219, 220, 224, 227, 386-388 Lefcvre de la lloderie, G., 177, 323, 324,
Colonna, F., 64, 72, 74, 94, 299, 308, 314,
316, 368 54, 57, 61 -64, 66-71 , 74,76,78-94, Heliodoro, 292, 293 395
Const;~ntino el Africano, 37, 38, 48 105, 11 0, 111 , 129, 130, 140,153, 154, Helmont, F. M. van, 146, 381 Lernaire de J3elgcs, J., 323
Copérnico, N., 52, 96-98, 236, 264, 265, 161, 163, 164, 166, 167, 171, 175-177, Helmont, J. B. van, 146 León el Hebreo, 74, 95
180, 181, 186-192, 197, 210, 215, 216, Heráclides Póntico, 52 Leonardo da Vinci, 611 62, 273, 274, 367
267
Corroze t, G., 323 249, 282, 300, 301, 319-321, 323, 325~ Heráclito, 86, 368 Lercheimer, A., 217
327, 343-348, 35 1' 353, 359, 363, 365- Herbenus, M ., 221 Lichtcnbcrger, J., 237, 246- 249, 389
Cousín, G., 67, 394
369, 371, 375, 379-383, 395 Hermes Trimegisto, 54, 189, 223, 292, Lipomanus, A., 279, 393
C rasluw, R ., 86
Firmico Materno, 291 319, 369 L'Isle- Adam, V. de , 358
Crísípo, 36, 159, 160
Cuzzi, C. de, 325 Fludd, R ., 258, 266, 321 Hermógenes de Tarso, 67, 343 Llull, R.: ver Lulio, R.
Fouilloux, J. du, 111, 112, 376 Héroet, A., 323, 324 Lucrecio, Bú
Dante, 46, 51, 71, 103, 107, 220, 365 Francisco de T oledo, 284, 394 Herófuo de Alejandrb, 3,1 Lu lio. R., 6C., 227, 3(¡7
Freí, A., 278 Higinio, 101 Luli!I'O, 2 17,237, 2·12, 243, 246- 25 1, 253,
De Quincey, T., 86
Dee, J., 98, 100, 374 Hildegard von Bingen, 48 257
Del Río, M., 201, 202, 204, 225, 263, 344 Galeno, C ., 34, 36, 37, 51, 60, 61, 161, H ipatia de Alejandría, 57. 160
289, 343, 362 Hipócrates, 136, 381 Macrobio, 76, 83, 93, 177, 348, 369, 370,
Delia Porta, G. J3., 61, 210, 382, 383, 392
Delnúnío, G. C., 67, 68, 96, 102, 119, Gall uci, G.P., 366 Hochel, S., 218, 387 :.1%
343, 345 Gane!, 223 Horapollo, 69 Macljriti, Pseudo-, 164
1
Demócríto, 86 Gaurico, L., 244, 245, 247 Hugo de Saint-Víctor, 37 M agny, O. de, 300
Descartes, R., 21, 31, 244, 256 Geiler de Ke!serberg, 272, 277 Hunain ibn Ishaq, 37 Mani, 42, 243
Gent, P. F.·, 278 Hus, J., 273-275 Maquiavelo, 12, 131-133, 274, 299
Desportes, P., 121

404 405
Maracos. 86 68, 7·1, 89-94, 103, 110, 111 , 124, 140, Safo, 86 Tyard, P. de, 121 , 177, 323
Marcos de Toledo, 363 177, 249, 250, 262, 269, 282, 308, 319, Salomón, 222, 223
Ma rgarita de Navarra, 323 353, 371, 372, 379, 389, 395 Sana'i, 45, 47, 107 V:•lcriano, P. , 69, 95
Marlowc, C h., 13, 278, 393 Picó de la Mirandola, J. F., 90, 353, 354, Savonarola, J., 89, 93, 252, 275. :l'J2 Vera Tassis y Villarrocl, J. de, 280, 394
Marsab, 221, 247 371, 395 Scepsius, H., 100 Vcuius Valens, 29 1, 292
Martín, J., 299, 394 Pi erre d' Aill y, 244, 245, 388 Sceve, M., 323 Vbs, A., 32C.
Mclanchthon, P., 48, 74, 96, 100, 247, Pierre de Bmis, 43 Schickhardt, W., 26 1 Villcgas, A. de, 393
252, 365 Pi erre de Limoges, 37, 363 Schiller, J., 261 Vinccnt de Ucauvais, 48, 279
Mcrsenne, M., 98, 266 Pithoys, C., 262, 263, 353, 3~0, 391 Schott, G., 225, 387 Vincti, J., 201
Metrodoros de Scepsis, lOO, 101 Platón, 29, 30, 34, 35, 52, 60, 61, 68, 70, Selenus, G., 225, 387 Virdung, J.: ver Hasfurt, J. de
Mira de Amescua, 280 9 1, 138, 158, 161, 163, 185, 186, 195-' Servio, 56, 294, 296, 369
197, 289, 298, 362, 369 Sibly, E., 244, 245 Wicr,J., 61 , 218,225, 263, 278, 353
Nachemoscr, A., 245 Plotino, 68, 69, 85, 91, 298, 320, 368, 369, Sidney, P., 97, 100- 102, 106, 107. 123
Naudé, P., 20 1 371,372 Sirneón Meta fr~sto. 271) Zcll, J.: ver Trithcmius de Wiirzbu~f!
Nechepso y Petosiris, 54, 29 1, 292 Pluche, abad, 104 Simón el Mago, 43, 271! Zcnón de Citio, 34-36, 159, 160, 162
Nerval, G. de, 86 Plu tarco de Queronea, 60, 61, 121, 159, Sinesio de Cirenc, 56, 160- 163, 169, 177, Zoroastro, 117, 187, 319, 377
Newton, 1., 13, 21, 237, 238, 241, 388 161, 196, 294, 336, 362, 383 181, 187, 369, 380, 38 1 Z uichemus, V., 67
Nicolás de Cusa, 32-54, 70, 98, 163, 236, Pomponazzi, P., 177, 354, 355 Sinistrari de Ameno, L. M., 202, 204
241, 265, 268, 365, 381 Po nzinibio, J. F., 250 Solomon ibn Gabiro l, 41, 42
Nicolás de Orcsme, 53 Porfirio, 76, 85, 196-1 98 Spenser, E., 125 2. Auto res co nt e mporáneos
Nider, J., 204, 205, 385 Pote, J. H., 201 Spina, A. da, 201
Nietzsche, F., 268, 288, 368, 391, 392 Praxágoras de Cos, 34 Staudemnaier, L., 174, 209 Agambcn, G .. 50, 83, 362, 364, 365, 367,
Numenio de Apamea, 290 Proclo, 56, 83, 177, 196, 197, 199, 292, Strindberg, A., 86 370
298, 353, 369 Suavius, Leo: ver Gohory, J. Agostini, E. el', 393
Opicinus de Canistris, 261 Pselo, M., 164, 181, 182, 196, 197, 199, Surio, L., 279 Ankwicz- Kleehovcn, H., 387
Oribasios, 364 2 15, 250, 382 A.rg:m, G. C., 392
Orígenes, 84, 356 Ptolomeo, C., 52-54, 97, 98, 192, 223, 291 Taillemont, C. de, 326 Arnold, K., 220, 224, 228, 379, 381
Ovidio, 111, 120, 312, 357 Tanchelrn de Amberes, 43 Arnold, P., 386-388
Quintiliano, 64 T anner, A., 225, 387 Asín Palacios, M., 364, 365
Pablo (apóstol), 11 7 Tansillo de Venosa, 103
Pablo de Alejandría, 292-294 Raleigh, W., 123 Temple, W., 100 Badaloni, N., 373, 377
Paolini, F., 119, 343-346, 353 Ramée, P. de 13: ver Ramus, P. Teofrasto, 82 B~llestcros-Baraho na, P., 393, 394
Paracelso, 146, 157, 300, 301 Ramus, P., 99, 100, 262, 374 T ertuliano, 289 13altrusaitis, J., 383
Paré, A., 300 Regino de Prüm, 204 Teucro de .Babilo nia, 327 13asc hwitz, K., 2 18, 386
Pascal, B., 87, 267-269 R einhold, 247 Tomás (apósml), 2R 1 llcicrwaltcs, W ., 348
Paul de Middelburg, 246, 248, 249 R emy, N ., 202, 203, 207, 384 Tomás de Aquino, 3 1, 38, 52, 6•1, 117, lh:tz. H. D., 164, 381
Pedro de Abano, 223, 245, 353, 388 R euchlin, J., 259 204, 205, 267, 36 1, 377, 3115 llia nchi, U., 356
Pedro de Ravcna, 65, 119, 374 Rodrigo Ximénez ele Rada, 41 Tournes, J. de, 323, 326 U!rlca, 0 ., :m, 338
Pedro el Venerable, ·11 Rornberch , J., 65, 66, H)1 Tozgrcc, 223 lloasc, R .. 45, 363-3C.5
Perkins, G., 100- 102, 374 Ronsard, P., 121, 323 T rithemius de Würzburg, 17•1, 177, 1Hfo, Holl, t=., 190, 293
Petrarca, 64, 106, 107 Rossellius, C., 66, 367 21 o, 214- 228, 230, 23 1' 245, 250, 258, Dourciez, E., 377
Philistion, 34, 361 Ruperto de Lombardía, 222 259, 278, 300, 343-347, 366, 382, 385, Dourgeadc, P., 359
Pico de la Mir:mdola, J., 11 , 40, 4 1, 67, 386 Bousset, W., 297

406 407
Brabanr, H., 389 Finné, J., 342, 384 H ofrnan n, A., 333, 385 Millcr, D. L., 368
Orcsson, ll...., 258 Fio rentino , F., 103 Horowitz, M., 395 M o ndolfo, R., 376
Burckhardt, J., 11 , 363
1
Firpo, L., 373 M o rcl-Fatio, A ., 282, 394
Flarnam, J., 365, 368, 369 Ivcrsen, E., 368 Morin, E ., 379
C ampbell, D., %2, 363 Flashar, H., 361, 370 Miillcr-Jahnke, W. D., 347
Can tu, C., 388, 392 Flora, F., 109, 373, 376 Ja net, P., 172 M ü ri, W., 370
Casclla, M . T ., 368 Foch i, A., 332 Jeanmairc, H., 36ll Muslca, 1., 332, 338
Cassirc r, E., 363, 365 Fo ucault, M ., 163, 381 Jonas, H ., 37 1, 372
C hacornac, P., 386 Frazer, J. G., 223 Jung, C. G., 63, 172, 173 Naue rt, C. G ., 347
Cha mpio n, H., 377 l~rench, J., 374 Nclli, R.,3Ú
Chantepic de la Sa ussaye, P. D., 355 Freud , S., 71, 80, 86, 109, 132, 153, 370 Klcin- Fran kc.: , F., 36ú Nelson, J. C h., 375
Charbo nncl, J. R.., 374 Klein, R., 71, 365, 384 N oomcn, W ., 392
Chastel, A., 69, 70, 86, 363, 368, 370 Gand i!Jac, M. de, 3(>5 Klibansky, R., 83, 370
C h ristinger, R ., 342 C arden, N ., 340 Kristellcr, P. 0 ., 11 . 69, 105, 3ú8, 370, O bo lc nsky, D., 363
Contini, G. F., 365 Gari n, E., 11 , 69, 91, 105, 368, 371, 373, 372, 373 O lcrud, A ., 158, 185, 362, 380, 382
Corbin, H ., 46, 71, 364 376, 377, 388, 389 Kudlien, F., 36 1, 362 Olschki , L., 373, 377
Corsan o , A. , 373 Gentile, G ., ti, 105, 125, 373, 374, 376 Kybalová, L., 392 Onians, R. 0., 185, 382
Coudert, A., 379, 381 Giappo n i, L A., 369
C ro h ns, H., 36·1 G ilson,. E., 363 Lacan, J., 109, 148, 153 Panofsky, E ., 80, 83, 370
Culian u, l. P., 11- 13, 294, 297, 365, 379, Ginzburg, C., 330 Lamarov:í, M., 392 Papu. E., 373, 377
383 Golden M ortimc r, W ., 395 Lambert, M., 364 Paqucs, V. , 367, 388
Gomb rich, E ., 11, 367, 368, 375 Lang, A., 368 Pcnzo. C., 3(,8
De Martino , E., 355 Costar, N., 338 Le Bon , G., 132 Pcttnzo ni, R., 368
Dcbus, A. G ., 11 , 365, 374, 388, 394 Gouillard , J., 364 Lea, H . C., 204, 329, 330, 333, 383-385 Pcuckcrt, W. E., 2 18 , 219, 22·1, 233, 245,
Delcamb re, E., 390 G ramsci, A., 131 'Lcwin , L., 342 382, 383, 386-390, 392, 393
D cmaitn:, L. E., 365 G rillot de G ivry, E ., 383, 385 Lewis, l. M ., 173 Picot, E., 377
Dcnsusianu , N., 331, 332 G uégan, B., 74, 369, 394 'L ewy, H., 56, 196, 368, 382, 383 Places, E. des, 282, 283
Dobbs, 13. J. T., 388 Gulik, R. van, 379 Lherm itte, J., 390 Plcssner, M., 366, 381, 383
Dodds, E. R., 56 G undd; H. G., 290- 292, 294, 3Ci5 Lowes, J. L., 364, 365 Pollak, K., 361, 362
Dronkc, P., 369, 370, 396 Gundcl, W., 290- 294, 365 Lubac, H . de, 90, 93, 158, 320, 37 1, 372, Pozzi, G., 368, 369
D uerr, H . P., 16, 34 1, 342, 361, 376, 384, G uthrie, W . K. C., 368 380 Prdscndanz, K., 164, 381
385, 392, 393 Guzzo, A. , 103, 373, 377 Lunais, S., 295, 277 Prost, A., 257, 347, 388-390
D urand, G., 382 Pucch, 1-1. C h., 364, 372
Hamy, E. T., 395 M acch ioro, V., 3M! Puts.: hc.:r, M ., 362
Eliadc, M ., 14, 308, 332, 355, 379, 380, H ansen, J., 329, 383.- 395 M arccl, R., 363, 3M, 37 1
388, 389 Harner, M ., 333, 341, 385 Marx, K. , 132 Q u ispcl, C:., 279, 297, 393
Elsas, C., 372 Harris, M ., 248, 389 Maspcro, H ., 379
Engels, F., 132, 235 H asdeu, O. P., 33 1, 332 M assart, J., 339 ll...l lllll CHIX, C., 3') 1
H eidegger, M ., 8'7, 368, 391 M assé, ·H., 364 ll..lucr, H. , 38 1, 383
Fa.,:on, N ., 15, 326 Hcnninger, S. K., 98, 365, 374 M atton, S., 164, 381 ll..oiiKC IIlOn t, D. de, 364
Faivrc, A ., 347 Hcrbcnov:í, 0., 392 Mazzonc, U. , 392 R.o ux , J. P., 363
Festugic re, J., 297, 323, 325, 377, 394, 395 Hitler, A. , 132 Merton, R . K., 23, 361 R.uggicro, G . de, 373
Feyerabend, P. K. , 17, 23, 24, 361 H o ffma nn, J., 359 M·i ~hcl , P. H ., 102, 366, 37:1, 375

408 409
S~l vcstrini , V., 373 Zimrncr, H., 385
Saruo, A. , 108, 109, 376 Zimmcnnann, R. C., 347
Saxl, F., 80, 83, 370 Zylbcrszac, S., 389
Schmidt, C., 279, 294, 2%
Schmidt, W ., 355
Schultcs, R.. E., 333, 385
Sccrct, F., 378, 391
Scligman, S., 367
Scznec, J., 382, 383
Shirokogorotf, S. M., 184, 382
Silvani, G., 393
Si:idcrberg, H., 363
Spampanato, V., 373, 376
Spavcma, 13., 373, 377

Tardicu, M., 2')5


Tcirlink, l., 339, 385
Tcrzaghi, N., 380, 381
Thomas, K., 374
T iclc, C . 1'., 355
T roilo, E., 373

Vadee, J. C., 364


Vaillant, A., 364
Védrinc, 1-1., 373
Vcrbckc, G ., 56, 362, 368, 380
Vcrrips, J., 333

Walkcr, D. P.. 11 , 155, 15(,, 228, 30i,


3 43-3~ 6. 353, 355, 367. 369, 380, 38 1,
395
Warburg, A., 32
Waszink, J. 1-1., 362
Weber, M ., 23, 24, 361
Weisc, G., 377
Whitmorc, 1'. J. S., 353, 390, 391
Willin, G ., 2 18, 386
Wind, E., 83, 368, 37 1, 372

Yates, F. A., 11, 64, 65, 68, 74, 100, 244,


361, 367-369, 373-375, 377, 379, 386,
389

410

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