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UNA CARTA DE AMOR POR NAVIDAD

Con mucho AMOR para ti

Querido (a)…………………

A propósito de la recepción navideña que el mundo celebra con tanta


algarabía, deseo compartir esta reflexión contigo. ¿Qué significa la navidad
para el cristiano? ¿Quién era Jesús antes de venir a este mundo? ¿Qué implicó su decisión de
dejarlo todo para venir a vivir entre los hombres? ¿Cómo comprender el inmenso amor de quien
dejó su Gloria sólo por amor? ¿Cómo respondes al amor de Jesús?

La Biblia dice que Jesucristo compartía la gloria del Padre antes de venir al mundo. Lo afirmó Él
mismo: “Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el
mundo existiera” (Juan 17:5). El apóstol Pablo afirma también que Jesús: “… siendo en forma de
Dios, no estimó ser igual a Dios, como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en condición de hombres, se
humillo a si mismo hasta la muerte y muerte de cruz.” Filp. 2:6-8

¡Que extraordinario pasaje! El apóstol dice que Jesús no estimó el ser igual a Dios, como para
aferrarse a esa posición tan elevada. Él podía haber dicho: “¿Cómo voy a ir a ese planeta de gente
mala, donde me van a rechazar y matar…?” Al contrario, el pasaje dice que Jesús “se despojó a sí
mismo”, es decir: Que Él decidió voluntariamente dejar su posición exaltada junto al Trono de la
Gloria del Padre, a fin de venir a la tierra a vivir entre nosotros.

El mismo que había puesto en su lugar exacto a todas las galaxias, constelaciones, sistemas solares
y todos los planetas del vasto universo, decidió abandonarlo todo por Amor. ¡Qué locura! ¡Qué
decisión! Que extraordinario es esto! Ese es el verdadero sentido de la Navidad. Que Dios en
Jesús, por su Inmenso Amor, vino a morar entre nosotros. Eso celebramos en navidad. Que Dios
nos dio el más sublime regalo en Jesucristo.

Pues bien, ¿y qué implicó su decisión de venir voluntariamente al mundo dejando toda la Gloria
que tenía al lado del Padre por amor a nosotros? Activemos nuestra imaginación un momento…

¿Te has enterado de las grandes mansiones de la gente acaudalada? ¿Cómo viven los famosos
multimillonarios? ¿Cómo son sus dormitorios, llenos de lujos, paredes, pisos y cosas brillantes, sus
preciosas persianas, y adornos costosísimos? Y en verdad, todo eso, no es nada en comparación
con lo que Jesús dejó en la gloria del Padre. Pues Él lo dejó todo por amor a ti y a mí. Él dejó su
cama súper cómoda y elegantísima, su dormitorio súper precioso, sus alfombras hermosas y
elegantísimas, sus joyas de oro y diamantes refulgentes… Él lo dejo todo por amor.

De allí el valor de un alma para Dios. ¿Cuánto vales a los ojos de Dios? Para Jesús, ERES LA JOYA
MÁS PRECIOSA QUE EXISTE. Porque Jesús no escatimó nada por amor a ti. Él no se reservó nada
sólo por amor a ti; Él TE AMO, TE AMA, Y TE AMARA POR SIEMPRE.

El amor de Dios en Jesús no conoce límites. Sea que tú lo ames o no, Él te ama. Sea que lo
entiendas o no. Sea que lo aceptes o lo rechaces. Sea que creas o no creas. Jesús igual te sigue
amando. Su amor infinito, invalorable, incomprensible e incondicional. Un amor que va más allá
de la comprensión humana. Un amor, cuya grandeza y profundidad lo estudiaremos por la
eternidad. Así es el Amor de Dios (J E S Ú S) por ti.

Su inmenso amor se reveló a caudales el día que murió en la cruz. La inspiración divina dice que la
hora que clavaron a Jesús en la cruz, las aves del cielo dejaron de cantar sus alegres melodías, ellas
se ahuyentaron y volaron despavoridas como rechazando la absurda torpeza de la humanidad en
contra del Autor de la vida. Incluso la naturaleza se estremeció. La tarde del 14 de Nisán del año
31 en Palestina, será un día irrepetible en la historia. Cuando Jesús crucificado dijo: “Consumando
es”. Incluso las fuerzas de la naturaleza se estremecieron y ocurrió un fuerte terremoto. Dice el
evangelio que las rocas se partieron, el velo del templo se rasgó, los sepulcros se abrieron y gente
resucitó… Y recién allí algunos creyeron en Él (Mat. 27:51-53).

Sin embargo, echemos una mirada fría pero honesta al corazón humano. Nos enojamos cuando
tocan nuestro nombre, o el de los nuestros, y cuando nos incomodan injustamente… En contraste,
Jesús no abrió su boca allí, sino que actuó como la profecía lo había dicho: “como cordero fue
llevado al matadero…” (Isaías 53:7). Le escupieron, le calumniaron, le golpearon y le desnudaron
vilmente, y le arrojaron una corona de espinas en la cabeza. Aquella madrugada fatídica, el juicio
contra Jesús fue en tiempo record y violando las normas más básicas de la ley romana. Jesús fue
condenado a la muerte más cruel, reservada sólo para los peores criminales del imperio romano.

Aquel ominoso amanecer, con la esperanza de que la multitud decidiera soltarlo, Pilato ordenó a
Jesús que saliera ante el pueblo enloquecido que vociferaba: “Crucifíquenle...!” Jesús que había
vivido únicamente para sanar, ayudar y bendecir a la gente, ahora lo condenaban a una muerte
horrenda. ¿Por qué tuvo que ocurrir todo esto? Hay solo una respuesta: POR AMOR A CADA UNO
DE NOSOTROS. Porque, por supuesto, si Él hubiese desplegado su poder divino, no quedaba nada
ni nadie en cuestión de segundos allí. Sin embargo, la historia más sublime de AMOR GENUINO se
escribía con sangre allí en el Calvario. GRACIAS A JESÚS, por su Amor Incomparable somos salvos
hoy de la fatal condenación del pecado y aguardamos la Esperanza Gloriosa de la Vida Eterna.

El Señor lo hizo todo por amor a ti y los tuyos. ¿Qué podemos hacer por Él ahora? El Señor un día
nos preguntará a ti y a mí que hicimos por el prójimo que estuvo necesitado y a quien o quienes
pudimos ayudarlos, viéndolos desorientados, enfermos, vacíos, angustiados, etc.

Jesús declaró:

“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me
recogisteis; Desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis
mí. Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te
sustentamos? ¿ó sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿ó
desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, ó en la cárcel, y vinimos a ti? Y
respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos pequeñitos, mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles: Porque
tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; Fui huésped, y no me
recogisteis; desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces
también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, ó sediento, ó
huésped, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá,
diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, ni a mí lo
hicisteis” (Mat. 25:35-45).

Así, cuando ayudamos al necesitado, ¿a quién realmente ayudamos? Puesto que todo es de Dios, y
nada es nuestro, sino que administramos lo que Él nos da. ¡Que privilegio es compartir lo que Él
nos ha dado! No Hay lugar para la mezquindad en el corazón de los que aman a Jesús! De modo
que cuando compartimos con el prójimo, lo hacemos para Jesús mismo.

Te invito hoy humillarte ante Dios y aceptar su Gran Amor y su Perdón. Esta vida no tiene nada
para ti, si no te doblegas ante Él. Acércate al Señor de todo corazón, confiésale tus pecados ahora,
pídele su perdón y dale una oportunidad en tu vida. Reconoce que tu solo(a) no puedes cambiarte
a ti mismo(a). Que sólo con el poder que Él te ofrece, tú puedes ser una herramienta valiosa en sus
manos, la persona exitosa que sueñas ser. Sométele tu vida al Señor. Entrégale a Él todas tus
metas, tus planes, tus sueños. Y ríndele a Él tu ser. JESÚS es el Único Camino. ÉL TE AMA COMO
NADIE JAMÁS. Dale hoy tu corazón.

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