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PROGRAMA No.

0727

PROVERBIOS

Cap. 6:16-23

Llegamos hoy, amigo oyente, otra vez a este capítulo 6, del Libro de Proverbios que
iniciamos en nuestro estudio anterior. Y hoy vamos a comenzar con el versículo 16. En
nuestro estudio anterior hicimos la sugerencia de que íbamos a observar las siete cosas que
Dios aborrece. Ahora, aquí se nos dice que Él aborrece estas cosas y vamos a observar y
considerar este pasaje muy detenidamente. Como usted habrá notado ya, al avanzar en el
estudio de este Libro, de vez en cuando tomamos y analizamos detenidamente algunos
Proverbios. Notemos pues, lo que dice el versículo 16, de este capítulo 6, de Proverbios:

16
Seis cosas aborrece Jehová,
Y aun siete abomina su alma: (Pro. 6:16)

Bien, aquí tenemos la lista; comenzamos con el versículo 17, y avanzamos hasta la primera
parte del versículo 18:

17
Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
Las manos derramadoras de sangre inocente,
18a
El corazón que maquina pensamientos inicuos, (Pro. 6:17-18a)

La quinta cosa es mencionada en la parte segunda del versículo 18, donde dice:

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18b
Los pies presurosos para correr al mal, (Pro. 6:18b)

Luego la sexta y la séptima, las encontramos en el versículo 19:


19
El testigo falso que habla mentiras,
Y el que siembra discordia entre hermanos. (Pro. 6:19)

¿No le parece esto interesante, amigo oyente? Hay siete cosas aquí que Dios dice que Él
aborrece. Pero no dice nada acerca del maquillaje, ¿verdad? Ni tampoco se menciona nada
aquí acerca de cosas que nosotros creemos son de tanta importancia. Y estas cosas mencionadas
aquí son cosas sobre las que nosotros pasamos sin echarles una mirada en la Iglesia
contemporánea. Sí, son simplemente ignoradas. Lo interesante aquí, y la forma extraña de
expresarlo es, que éstas son cosas que Dios aborrece. Leamos este versículo 16:

16
Seis cosas aborrece Jehová,
Y aun siete abomina su alma: (Pro. 6:16)

Y nos imaginamos que si esto es abominación para Él, también aborrece la séptima cosa
mencionada. Ahora, nosotros presentamos este interrogante: ¿Aborrece Dios? Y la idea del
presente, la concepción de nuestra época es que Él no aborrece. Y, bueno, alguien quizá diga:
“Después de todo, ¿no tenemos una de las definiciones de Dios, como que Él es amor? Por
cierto que eso es verdad, eso es cierto. Y ya que eso es cierto, entonces sería imposible para Él
aborrecer, porque Él es amor. Y más aún cuando Él ama, Él no podría al mismo tiempo
aborrecer."

Bueno, este tipo de razonamiento opinamos es un argumento falaz. Y ciertamente no es


satisfactorio. Hay gente que utiliza un método filosófico en el día de hoy, conocido como el
método de razonamiento silogístico. Es una filosofía de deducción y puede presentarse de la
siguiente forma: Podemos decir que este es un silogismo; un argumento que consta de tres

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proposiciones, la última de las cuales se deduce de las otras dos. En primer lugar tenemos una
premisa principal, y ésta es que “Dios es amor”. Ahora, la segunda es que “el amor es lo
contrario al aborrecimiento o al odio”. Eso es algo preciso. Pero notemos la conclusión a la
que se llega: si ambas cosas son ciertas, entonces Dios no aborrece. Bueno, debemos decir que
el problema con esto es que aquí hay algo que es imperfecto, insensato, falaz e ilógico, porque
uno no puede llegar a una conclusión de esta manera, al no poder transportar esto al nivel
humano; y en realidad es imposible amar a alguien sin aborrecer u odiar lo opuesto de ese
individuo o persona. Es decir, a aquello que puede herir a esa persona.

Permítanos ilustrar esto de una forma sencilla. Usted ama a su hijo, y de la misma manera,
usted odia, aborrece la fiebre que está consumiendo a este niñito. Usted odia al perro rabioso
con espuma en el hocico, que entra a su casa y puede morder a su pequeño niño y darle muerte.
Usted no se pone a llamar a un perro rabioso y a darle palmaditas en la cabeza, e invitarle a que
juegue con su niño porque usted ama todo, ¿verdad? Usted sería una persona bastante
insensata si hiciera algo así. Si usted ama a su hijito, entonces usted va a aborrecer, o va a odiar
a ese perro rabioso. Tiene que ser de esa manera.

El amor, amigo oyente, siempre requiere lo opuesto, lo contrario al odio. Mientras vivamos
en un mundo de contraste, vamos a tener estas cosas opuestas. Y si usted ama hacer las cosas
buenas y correctas, entonces va a odiar hacer las cosas malas. Si usted ama el pecado, entonces
va a odiar, o va a aborrecer la justicia. Y la Palabra de Dios nos dice que debemos amar lo
bueno y odiar lo malo. Cuando lleguemos a estudiar el Libro de Eclesiastés, que es el próximo
en el Antiguo Testamento, vamos a estudiar un Libro del Nuevo Testamento antes de hacer eso,
pero allí se nos dice que hay, tiempo de amar, y tiempo de aborrecer. (Ecl. 3:8)

Alguien ha dicho lo siguiente, y eso viene muy bien en este tema de Proverbios que estamos
viendo. “Hay tiempo para partir y tiempo para reunir; hay tiempo para dormir y tiempo para
comer; hay tiempo para trabajar y tiempo para jugar; hay tiempo para cantar y tiempo para orar.
Hay un tiempo que es alegre y un tiempo que es triste; hay tiempo para planear y tiempo para

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obrar; hay tiempo para sonreír y tiempo para mostrar firmeza; pero nunca ha habido tiempo para
desistir”. Y creemos que eso es algo bueno, lo mencionamos en nuestras notas y bosquejos al
comienzo de este estudio, porque allí es donde se nos dice que no debemos ser perezosos; que
debemos tener un plan, que seamos organizados; que dejemos que la humilde hormiga, nos
enseñe.

Así es que vemos ahora que Dios ama pero que también aborrece. Tenemos siete
bienaventuranzas; y aquí tenemos siete cosas que Dios odia. Estas son cosas que Dios dice de
una manera muy definida que Él está aborreciendo. Y a Dios no le preocupa decir que Él
aborrece. Allá en el libro de Deuteronomio, capítulo 16, versículo 22, nos dice: ni te
levantarás estatua, lo cual aborrece Jehová tu Dios. Dios está diciendo: “Cualquier cosa que
coloques en mi lugar, Yo aborrezco – eso que ocupa Mi lugar”. Aún en ese gran Salmo del
milenio, el Salmo 45, versículo 7 dice: Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por
tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros. Uno sigue al
otro, como la noche sigue al día. ¡Y cuán maravilloso es poder notar estas cosas en la Palabra
de Dios!

Dios le dijo a la Iglesia, a esa Iglesia primitiva que se menciona allá en Apocalipsis, capítulo
2, versículo 6: Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también
aborrezco. Dios dice: yo también aborrezco. Y a Dios no le preocupa decir que Él aborrecía
ciertas cosas. Y aquí las tenemos mencionadas.

Existe cierto sabor en las Sagradas Escrituras, quizá como lo que podemos notar en ciertas
comidas preparadas por los chinos y los europeos; un arte muy delicado, como es el de combinar
lo dulce con lo agrio. Dios es amor. Y de la misma manera podemos indicar que Dios
aborrece. Y las Escrituras indican eso de una manera adecuada. Aquí en este Libro de
Proverbios vemos que se ha destacado siete cosas que Dios aborrece, y este número siete aquí,
no indica perfección sino algo acabado. Es decir, es un aborrecimiento completo de esas cosas;
que todas estas cosas son obra de la carne. Estas son cosas que revelan la depravación y la

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completa degradación de la especie humana. Y Dios ha indicado que Él aborrece estas cosas.

Dios niega la tesis del modernismo, de que Él es un anciano y sentimental que llora pero que
nunca obra. Que Él cierra Sus ojos a los pecados de la humanidad, y que tolera lo malo y
perdona, porque no tiene el valor como para castigar el pecado. Dios dice: “Yo amo”. Pero
Dios también dice: “Yo aborrezco”. Eso de tener que ser caritativo con el culpable porque no
tiene el valor de ir adelante con un programa firme de castigo, eso es lo que corroe y arruina
nuestra sociedad el día de hoy; el no estar dispuesto a castigar al culpable. Dios dice que lo
hace. Y Dios no le teme a la opinión pública ni tampoco trata de apartarse de la apariencia de
ofender al hombre, porque dice que es cobarde. Dios está diciendo que de ninguna manera Él
va a declarar libre de culpa al que es culpable. Sus leyes son inviolables e inexorables.

Amigo oyente, miremos entonces ahora, a esta generación mala y perversa. Esto pertenece a
la cuenta del aborrecimiento del Libro Mayor, hablando contablemente. Lo primero que
aborrece Dios es los ojos altivos. Ahora, ¿qué es esto? Bueno, esta es una actitud con la cual
uno se sobreestima o se da demasiado valor y menosprecia a los demás. Eso es orgullo. Eso es
sentarse en la Iglesia y echarle una mirada a las otras personas, pensando que usted es mejor que
ellos. Simplemente mirarlos y volver la cara; una mirada de orgullo. Y Dios dice: “Yo
aborrezco eso”. Y Dios aquí le da el número uno, lo pone mucho antes que la borrachera, le da
prioridad sobre el asesinato. Dios dice: “Yo aborrezco eso”.

Amigo oyente, en algunas Iglesias en el día de hoy uno puede salirse con la suya, con una
mirada orgullosa, y nadie llegaría a decirle nada. Pero, ¿sabe usted que la primera
manifestación pública de pecado en el cielo – ese pecado original – fue un pecado de orgullo?
Fue cuando Satanás, ese ángel de la mañana dijo: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las
estrellas de Dios, levantaré mi trono. (Isa. 14:13) Él fue quien le dijo al hombre en el jardín
del Edén: “Y seréis como Dios”. (Gén. 3:5) Es muy interesante notar en el día de hoy, que
detrás de todas estas cosas; confusión psicológica y estas enfermedades psicosomáticas, es el
tronco del árbol del cual salen todas las anormalidades. Y ¿sabe usted qué es esto? La falta de

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poder llegar a ser una personalidad completa. “Yo quiero ser alguien; quiero tener cierta
posición, y una de esas cosas es el declarar mi independencia de Dios; quiero ser mi propio Dios.
Yo mismo, aunque pequeño, soy mi Dios”.

Bueno, esa es la razón por lo cual tiene tanta aceptación en el día de hoy, el obrar por nuestra
propia salvación. Es por eso que esa pequeña criatura que es el hombre gusta decir: “Voy a
trabajar para lograr mi propia salvación. Lo voy a hacer todo por mí mismo y no necesito de Ti,
Dios, y por cierto que no necesito tener que acudir a Tu Hijo Cristo, ni que Él muera por mí. Yo
voy a realizar todo esto por mí mismo. Y cuando llegue ante Tu presencia, quiero que te corras
un poco porque me voy a sentar a tu lado. Yo soy tan bueno como Tú eres”. Eso es lo que este
pequeño hombre que está psicológicamente enfermo está diciendo.

Pero, permítanos decirle, amigo oyente, que el tratar de obrar o trabajar por la salvación, es el
resultado de personas que están psicológicamente enfermas. Y Dios dice aquí: “Tú no puedes
declarar tu independencia de Mí. Tú no puedes ser tu propio dios”. Dios dice: “Yo resisto al
soberbio; con los humildes está la sabiduría”. Más adelante dice: Cuando viene la soberbia,
viene también la deshonra; (Pro. 11:2) Y usted recuerda que en el Libro de Job, allá en el
capítulo 40, de ese libro, versículo 12, dice: Mira a todo soberbio, y humíllalo, y quebranta a
los impíos en su sitio. Eso es lo que Dios dice que Él va a hacer.

Usted recuerda lo que dice allá en el evangelio según San Mateo; en las bienaventuranzas
dice: Bienaventurados los pobres en espíritu. (Mateo 5:3) Y aquí Dios dice que aborrece los
ojos altivos. Aquí tenemos las siete cosas que Dios aborrece. En el Salmo 131, versículo 1, el
salmista dijo: Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve
en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. ¡Ah!, amigo oyente, necesitamos
ocupar un lugar humilde y decir: “Oh, Dios, yo soy débil, no puedo hacerlo; yo te necesito”.
Sin embargo, usted puede apreciar que los hombres, psicológicamente adoptan todas estas cosas
que no ayudan para nada.

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En cierta ocasión, había un joven que se juntó a un grupo de sus contemporáneos. Este
muchacho era bastante grande de estatura pero pequeño de mente. Él quería ser aceptado por
aquellos de su propio grupo, así es que se aproximó a ellos y luego comienza a maldecir como un
viejo lobo de mar. Y todo para congraciarse con ellos y ser aceptado. La verdad es que una
persona así sólo produce lástima. ¡Qué niño era, en realidad, este muchacho, tratando de
conseguir, en forma equivocada, la aceptación del grupo! ¿Por qué no ir delante de Dios y
decir la verdad? “Señor, mi corazón no es altivo. Yo no quiero hacer cosas o decir cosas que no
son genuinas, verdaderas. Yo no tengo ninguna justicia”. Permítanos decirle, amigo oyente,
que es entonces cuando usted llega a ser real, cuando su personalidad es completa, cuando usted
se acerca a Dios pidiéndole salvación.
Esto es lo que leemos allá en Isaías, capítulo 66, versículo 2. Dice: Mi mano hizo todas
estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y
humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra. Así habla Dios, amigo oyente. Y si usted está
dispuesto a acercarse a Él, va a ver que Dios está dispuesto a recibirle. Dios dice que aborrece
la mirada o los ojos altivos.

Luego, Él dice que aborrece la lengua mentirosa. ¿Ha notado alguna vez que se dice más
acerca del uso y abuso de la lengua, que del abuso del alcohol en la Biblia? Y eso es algo muy
común en todas las razas y en todos los idiomas. Uno habla del movimiento de lenguas. Hay
un gran movimiento de lenguas en el día de hoy, ¿y sabe cuál es? Es el movimiento de la
lengua mentirosa. Permítanos decirle amigo oyente, que eso es algo verdaderamente trágico.

Usted recuerda que el salmista dijo: Y dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso.
(Sal. 116:11) El Dr. Carroll acostumbraba decir: “Yo he tenido mucho tiempo para pensar
esto y todavía estoy de acuerdo con David”. Bueno, ciertamente tenemos que admitir que
estamos de acuerdo con David; el salmista dice: Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, y
de la lengua fraudulenta. (Sal. 120:2)

Hay muchas personas en el día de hoy que quieren hacer desaparecer todas las armas de

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fuego. Dicen que si desaparecen las armas de fuego, entonces nos libraremos de los asesinatos.
Sin embargo, la cosa más peligrosa hoy en este mundo es la lengua. Hay muchas personas que
han sufrido el ataque, y en realidad, el asesinato de su reputación. Así es que sería mucho mejor
que en lugar de tratar de librarse de las armas, que trataran de controlar el uso de la lengua. Es
decir, si son personas honestas, honradas las que tienen las armas, ya que ellos no las van a
utilizar para matar a nadie, pero las necesitan para protegerse de aquellos que no han informado a
la policía que las poseen; eso es seguro.

Pero como dijimos, nos gustaría ver un movimiento en el día de hoy que tratara de librarse de
la lengua. Quizá encontrar la forma de sellar y cerrar esos labios. Dios dice que aborrece la
lengua mentirosa. Y, Dios es verdad, tenemos que decir de paso; y Dios aborrece la mentira.
El salmista dice nuevamente en el Salmo 31, versículo 5: En tu mano encomiendo mi espíritu;
tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad. ¡Eso es maravilloso!

Ahora, la tercera cosa que Dios dice que aborrece es: las manos derramadoras de sangre
inocente. Eso se repite otra vez allá en la epístola a los Romanos, capítulo 3. Un asesino es
particularmente odioso y aborrecible ante Dios y los hombres. La diferencia es simplemente lo
siguiente: Dios dice que el asesino, el criminal debe ser castigado. ¿Por qué? Porque tomó
aquello que Dios considera sagrado – la vida humana. En nuestros días esto no es así, la vida
humana no llega a ser preciosa hasta cuando alguien ha sido asesinado y se apresa a su asesino;
entonces la vida del asesino se convierte en algo precioso. Dios dice que la vida humana es
preciosa, y cuando este hombre disparó y dio muerte a otro, entonces él tiene que dar por perdida
su propia vida. Esa es la enseñanza, según creemos, de la Palabra de Dios. Por lo menos así lo
estimamos nosotros. Ahora, en la primera parte del versículo 18, se menciona la cuarta cosa:

18a
El corazón que maquina pensamientos inicuos, (Pro. 6:18a)

Pensamientos de iniquidad. Y creemos que todos los hombres tienen malos pensamientos.
Usted recuerda que el Señor Jesucristo dijo: Del corazón proceden ciertas cosas. Y amigo

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oyente, son muy malas las cosas que salen del corazón humano. Porque del corazón salen los
malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos
testimonios, las blasfemias. (Mateo 15:19) Y de paso, amigo oyente, ¿ha confesado usted
alguna vez a Dios, lo que ha pensado y lo que tenía en su corazón? Bueno, necesitamos hacer
eso. La anatomía del mal y de la iniquidad – los ojos, la lengua, las manos, el corazón. Ahora,
lo próximo que se va a mencionar son los pies. Y notemos lo que dice la segunda parte del
versículo 18:

18b
Los pies presurosos para correr al mal, (Pro. 6:18b)

¿Sabe, amigo oyente, que el corazón prepara el camino que van a recorrer los pies? Es
interesante notar lo que Isaías dice en el capítulo 59 de su libro, versículo 7: Sus pies corren al
mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de
iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. Estas son las cosas que Dios
dice que aborrece. Ahora, la sexta cosa mencionada, aparece aquí en la primera parte del
versículo 19, y dice:

19a
El testigo falso que habla mentiras, (Pro. 6:19a)

Habla del testigo falso. Un hombre dispuesto a jurar en falso; y en el día de hoy esto parece
ser uno de los pecados más comunes de esta era presente. Notemos ahora la séptima y última
cosa que Dios dice que aborrece, en la segunda parte de este versículo 19:

19b
el que siembra discordia entre hermanos. (Pro. 6:19b)

Existe una bienaventuranza contra esto: Bienaventurados los pacificadores. (Mateo 5:9)
Hay muchos que están sembrando la discordia, y no sólo donde hay guerra, sino también en su
propio vecindario, y aun en su propia Iglesia. Es una raza aborrecedora la que se menciona
aquí.

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A nosotros nos duele cuando nos vemos de esta forma, como en un espejo aquí; y esto tiene
que provocar eso en nosotros. Permítanos decirle, amigo oyente: obsérvese bien en este espejo
de la Palabra de Dios, y quizá usted y yo necesitemos ir a Dios y hacer confesión de estas cosas
ante Él. Luego él dice en el versículo 20, de este capítulo 6, de Proverbios:

20
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre,
Y no dejes la enseñanza de tu madre; (Pro. 6:20)

Este hombre ha crecido. Ha llegado a ser un adulto ahora y ha salido del colegio, pero “no
te olvides de lo que te enseñó tu padre o tu madre”. Y continúa en los versículos 21 y 22:

21
Atalos siempre en tu corazón,
Enlázalos a tu cuello.
22
Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán;
Hablarán contigo cuando despiertes. (Pro. 6:21-22)

Estas son las cosas que el joven tiene que tener ante sí mismo. Ahora, en el versículo 23,
leemos:

23
Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz,
Y camino de vida las reprensiones que te instruyen, (Pro. 6:23)

Luego, vuelve a hablar de aquello que es un gran pecado en el día de hoy, y es este asunto del
adulterio – los pecados sexuales. Leamos el versículo 24:

24
Para que te guarden de la mala mujer,
De la blandura de la lengua de la mujer extraña. (Pro. 6:24)

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Y ahora va a hablar de esto, probablemente de una forma un poco diferente de lo que lo hizo
antes. Pero vamos a tener que dejarlo esto para nuestro próximo estudio, amigo oyente. Pero,
antes, quisiéramos recordarle que este Libro de Proverbios no es un grupo de frases llamativas.
Son grandes verdades que Dios quiere colocar en su corazón y en el mío, y debemos escucharlas
con atención. Le invitamos pues, para nuestro próximo estudio. Hasta entonces, amigo oyente,
es nuestra oración que la Palabra de Dios sea luz en su diario caminar. ¡Que Dios le bendiga!

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