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Los niños se mueven en el mundo a través del juego. Les gusta jugar, se
desarrollan a través del juego y mediante éste descubren el mundo y lo
comprenden. Pero los niños también tienen necesidad de relajarse, de estar
tranquilos y calmados. Una buena estrategia para unir ambas cosas es
enseñarles relajación a través del juego y actividades.
Este es uno de los métodos más utilizados en todo el mundo. Este método
se basa en la relajación a partir de la contracción de los músculos con el fin
de relajarlos después.
Para ello, los niños se tumban en el suelo y les iremos indicando que
tensen y relajen distintas partes del cuerpo. Se puede comenzar con
partes individuales, con grupos amplios: manos, brazos, hombros, cuello,
mandíbula, nariz…
Para ello, se pide a los niños que se centren en zonas del cuerpo (por
ejemplo, brazos o piernas) y que sientan que son muy pesados. Por
ejemplo, le decimos fíjate cómo pesa tu brazo, siente que es muy pesado o
está caliente, es muy caliente.
Este método está basado en los conocimientos científicos que hay alrededor
de la relajación, llevándola en los niños a través del juego, que es su
manera natural de encontrarse en el mundo.
Para ello, deben ponerse en marcha movimientos de vaivén, bien sea hacia
los lados, hacia adelante y después hacia atrás o hacia atrás y después
hacia delante.
Una de las partes del cuerpo está en reposo, la que se escoja para trabajar,
y debemos dejarla laxa, suave y blanda para poder balancearla.
Para ello, pedimos al niño que estire lo máximo que pueda distintas partes
del cuerpo, como por ejemplo los brazos (hacia arriba, hacia los lados) y
que se mantenga durante un tiempo en esa posición, apenas unos
segundos.
4. Actividad El plumero
La hora del plumero es una actividad que puede ayudar a los niños a
conseguir un estado de calma y bienestar que les permita después una
mayor concentración.
Es una buena actividad para proponer en las aulas de la escuela cuando los
niños, por ejemplo, están muy activados o cuando vuelven de la hora del
recreo.
Para ello, se puede elegir una música suave y calmada que invite a la
relajación y se debe coger un plumero. Ponemos a los niños en parejas,
uno de ellos se tumba o se coloca sobre la misma.
Los niños que están tumbados deben cerrar los ojos y ponerse en una
situación proclive a la relajación. Su compañero, con un plumero o
cualquier objeto que permita las caricias, siguiendo la música, relaja a su
compañeros.
5. Actividad El globo
Debemos invitar a los niños a que se conviertan en globos. Para ello, deben
tanto hincharse como deshincharse, porque eso es lo que hacen los globos.
Cuando les demos la señal (que acordaremos todos juntos, por ejemplo el
adulto abre y cierra la mano), ellos deberán inflar el globo, es decir,
deberán llenar sus pulmones de aire hinchando la barriga.
Para ello, debes indicar al niño que coloque su mano en la barriga para que
note como se hincha cuando coge aire. Cuando el adulto haga otro gesto,
debe tirar el aire viendo como la barriga se va deshinchando.
Esta actividad se puede hacer tanto de pie, con gestos visuales, como
tumbados. Los niños pueden cerrar los ojos y las claves que marquen
cuándo coger aire y cuándo expulsarlo, pueden ser sonidos.
Para los hombros, nos convertimos en un gato, por lo que a cuatro patas
debemos desperezarnos como lo hacen los gatos.
Para la cara y la nariz, debemos pensar que tenemos una mariposa o una
mosca que se ha posado en nuestra nariz y que nos está molestando.
Para ello, haciendo gestos con nuestra propia nariz, debemos intentar que
se vaya de allí. Cuando lo conseguimos, notamos la diferencia.
7. La hormiga y el león
Esta actividad sirve para que los niños aprendan a respirar de manera
profunda.
Para ello, les pediremos que respiren como lo haría un león, que es grande,
fuerte y corre muy rápido. Para ello, el león precisa de una respiración
más agitada y rápida.
Sin embargo, les pediremos que después respiren como una hormiga, que
es más pequeña y por tanto necesita respirar de manera más pausada y
lenta. Debemos intentar que acaben respirando como lo haría una hormiga.
8. Actividad La esponja
Es una actividad similar a la del plumero, pero lo haremos con una pelota
blanda. Para ello, pediremos a los niños que se pongan por parejas y uno
de ellos se tumbará en el suelo con los ojos cerrados.
Para realizar esta actividad, pedimos a los niños que se tumben en el suelo,
que cierren los ojos y estén tranquilos y relajados.
Otra de las versiones es imaginar una playa, el calor del sol, la brisa del
mar, el olor que tiene, etc.
Cada peldaño que suba, es una relajación mayor, y cuando alcance la parte
alta de la escalera se encontrará en un estado de tranquilidad absoluta.
En primer lugar, le diremos al niño que debe actuar como si fuera un robot,
con movimientos rígidos y músculos muy tensos.
En este proceso se le irá guiando para indicarle cuándo está tenso y cuando
relajado.
Para realizar esta actividad, debe ponerse una manta en el suelo e indicarle
al niño que se tumbe sobre ella.
Para ello, podemos poner música suave y relajada y ofrecer a cada niño
mandalas y pintura, indicándoles que deben concentrarse y pintar en
silencio, lo que puede llevarles a un estado de tranquilidad y bienestar.
¿Qué hacen las tortugas? Cuando sienten que les amenazan, se meten
dentro de su caparazón. Por tanto, cuando él sienta que no puede
controlarse, debe convertirse en una tortuga y meterse dentro de su
caparazón.
Cuando esté dentro, debe soltar todos sus músculos, dejar que sus manos
cuelguen, relajar sus pies, no hacer fuerza con la barriga y respirar muy
lenta y profundamente.
Se tienen que imaginar que están comiendo una sopa caliente, pero ésta no
debe quemarles. Se les debe indicar que tienen un cuenco delante, y que la
sopa está muy caliente.
Continuaremos soplando porque está todavía caliente, así que para ello se
harán inspiraciones profundas.
17. La primavera
Para ello, le tenemos que indicar a los niños que estamos al final del
invierno y que pronto llegará la primera.
Les debemos indicar que somos un bloque de hielo y que poco a poco nos
vamos derritiendo, porque llegará la primera y nos convertiremos en una
bonita flor o en un árbol florido.
Para ello, los niños comenzarán a moverse, y cuando les demos la consigna
de ¡Hielo! deberán convertirse en un bloque y apretar fuerte las piernas,
las manos, los puños y los brazos. Estarán completamente congelados.
Referencias