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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

EN SU NOMBRE
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA
206° y 158°

SALA POLÍTICO ADMINISTRATIVA

Washington, D.C., 14 de noviembre de 2017.

Magistrado Ponente: JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ PIÑA.

EXPEDIENTE N° SPA-2017-001

I
ANTECEDENTES

El día 02 de noviembre de 2017, se recibió en esta Sala Político Administrativa escrito


contentivo de demanda de nulidad conjuntamente con amparo cautelar y subsidiariamente
medida cautelar innominada de suspensión de efectos interpuesto por LUISA ORTEGA DIAZ,
titular de la cédula de identidad V-4.555.631, actuando en su condición de ciudadana venezolana
y en su carácter de Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela, conforme al
artículo 23 numeral 5 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, en
concordancia con lo establecido en el artículo 26 numeral 5 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia contra el Decreto No. 2.248 de fecha 24 de febrero de 2016, publicado en
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 40.855 de la misma fecha,
mediante el cual se creó la ZONA DE DESARROLLO ESTRATEǴICO NACIONAL “ARCO
MINERO DEL ORINOCO”.

Esta Sala Político Administrativa una vez que se haya pronunciado sobre la admisibilidad de la
demanda de nulidad interpuesta conjuntamente con Amparo Cautelar y subsidiariamente con
Medida Cautelar Innominada de Suspensión de Efectos del acto recurrido, acordará notificar al
ciudadano Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, para la remisión de los
antecedentes administrativos y el informe sobre los aspectos de hecho y de derecho relacionados
con la presente demanda. Asimismo, se designó al Magistrado JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ
PIÑA, a los fines del pronunciamiento de la solicitud de medida cautelar innominada de
suspensión de los efectos del acto administrativo recurrido.
Analizadas las actas procesales, esta Sala Político Administrativa se pronuncia previas las
siguientes consideraciones:

II
DE LA DEMANDA DE NULIDAD CONJUNTAMENTE CON AMPARO CAUTELAR Y
MEDIDA CAUTELAR INNOMINADA DE SUSPENSIÓN DE EFECTOS DEL ACTO
ADMINISTRATIVO IMPUGNADO.

La demandante en nulidad alegó lo siguiente:

Comenzó señalando que “El Texto Constitucional venezolano de 1999, consagra en su artículo
127 el “derecho al ambiente” o más específicamente, el “derecho a un ambiente sano y
ecológicamente equilibrado (…)” .

Citó al autor venezolano Alberto Uribe Blanco en los siguientes términos: “Derecho a un
ambiente sano y ecológicamente equilibrado, sería el derecho individual y colectivo al
mantenimiento balanceado, en condiciones de sustentabilidad, de los bienes ambientales (agua,
suelo, aire, flora, fauna, ecosistemas naturales, hábitat humano) para el mejor disfrute de las
condiciones de vida”.

Que “(…) En tal sentido, el derecho al ambiente excede de los límites de la protección a la
salud y trasciende a todas las dimensiones humanas necesarias para el equilibrio del medio en
el cual se desarrolla la vida y podríamos decir que el mismo implica, que toda persona tiene un
derecho apropiado de subsistencia y estándar de vida adecuado (…)” (sic).

Que “En contraste con un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, se encuentra sin dudas
la actividad minera, la cual no es compatible con la preservación del mismo pues la misma
implica la fragmentación de ecosistemas, muchos de los cuales son altamente frágiles y la
irrupción de sus suelos con fines industriales necesariamente apareja importante pérdida de
flora y fauna, algunas de las cuales – como se documenta en el Informe de la ONG PROVEA,
presentado en audiencia ante la Comisión Americana de Derechos Humanos de la Organización
de Estado Americanos, en noviembre de 2016 – ya se encuentran amenazadas debido a que son
endémicas, es decir, no existen en ninguna otra parte del mundo; aunado a las severas
condiciones creadas producto de la deforestación, tales como la degradación de los bosques
colindantes”.

Que “Si ya es una máxima de experiencia a nivel global, que el concepto de desarrollo
sustentable es incompatible con la industria extractiva de minerales y que la minería en
cualquier forma no es sustentable, tal afirmación es aún más difícil de rebatir en casos como el
de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco”, cuya extensión es
de 111.846,86 kilómetros cuadrados, esto es, 12, 2% del territorio nacional y se superpone en
Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (...)”.

Que “(…) el área afectada por el decreto que prevé la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional
“Arco Minero del Orinoco”, abarca ríos o cuencas que desembocan en el Río Orinoco, como lo
son: i) el Suapure y sus tributarios, ii) el río Cuchivero y sus tributarios, el Caura y sus
tributarios, iii) el Río Aro y sus tributarios, iv) el Río Caroní y sus tributarios (debiendo
destacarse que el Caroní surte la represa del Guri, la cual representa la principal fuente
hidroeléctrica del país, de manera que cualquier afectación en su caudal conllevaría además del
evidente daño ambiental un efecto colateral, como es el agravamiento de la crisis eléctrica en
Venezuela)”.

Que “(…) debido a la gran extensión geográfica que fue decretada como Zona de Desarrollo
Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco”, resulta materialmente imposible que el
Decreto mediante el cual se crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del
Orinoco”, (sic) Estado venezolano pueda ejercer efectiva y eficientemente, labores de guardería
ambiental que garanticen el desarrollo que la actividad minera se desarrolle con el mínimo
impacto posible”.

Que “(…) estamos en presencia de un proyecto de desarrollo de la actividad minera con un


impacto ambiental de proporciones exorbitantes para la vida del ecosistema, los habitantes de la
zona, de todo el país, e incluso del planeta, lo cual resulta abiertamente incompatible con la
disposición constitucional que garantiza a todas las personas, incluso a las generaciones
futuras, un ambiente sano, seguro y ecológicamente equilibrado, pues el denominado “Arco
Minero” simplemente es inconcebible en un escenario en el que en hábitat o ecosistemas de
gran fragilidad, se ejecutarán actividades de minería que desde la fase de exploración, pasando
por la explotación y manejos de desechos, producen un impacto ambiental de gran magnitud”.

Que “(…) el Decreto de Creación de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero
del Orinoco”, contraviene lo dispuesto en el artículo 127 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y en consecuencia se encuentra viciado de inconstitucionalidad (...)”.

Que “(...) el Decreto 1.257 contentivo de las “Normas sobre Evaluación Ambiental de
Actividades Susceptibles de Degradar el Ambiente”, de fecha 13 de marzo de 1996, publicado en
la Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nro. 35.946 del 25 de abril de 1996 (importante
antecedente de la norma constitucional contenida en el artículo 129), define el Estudio de
Impacto Ambiental como aquel que está “orientado a predecir y evaluar los efectos del
desarrollo de una actividad sobre los componentes del ambiente natural y social y proponer las
correspondientes medidas preventivas, mitigantes y correctivas, a los fines de verificar el
cumplimiento de las disposiciones ambientales contenidas en la normativa legal vigente en el
país y determinar los parámetros ambientales que conforme a las mismas deban establecerse
para cada programa o proyecto”.

Que “No cabe duda que la necesidad e importancia del estudio de impacto ambiental radica en
que el mismo sirve de instrumento eficaz para la aplicación preventiva de la protección
ambiental, pues tiene como objetivo asegurar que los recursos y elementos ambientales
susceptibles de ser afectados se describan y estudien considerando todas las medidas destinadas
a su protección, de manera de resguardar que los proyectos, programas o políticas cuya
ejecución se pretende, sean ambiental y socialmente sustentables”.

Que “(…) no se realizó nunca un Estudio de Impacto Ambiental y Socio Cultural previo para
evaluar el alcance y efectos de una actividad de la naturaleza de la planteada en el Decreto
impugnado sobre las áreas, recursos y comunidades antes mencionadas, obviando con ello el
principio de prevención que debe regir en materia ambiental y evitar daños irreparables al
ecosistema”.

Que “(…) a pesar que el artículo 129 del Texto Constitucional no ofrece dudas sobre la
obligatoriedad de la realización de este estudio, con carácter previo a la actividad que causará
impacto ambiental, pues la norma expresa claramente que: “Toda actividad susceptible de
generar daños a los ecosistemas deben ser previamente acompañados de estudios de impacto
ambiental”.

Que “(…) el artículo 120 constitucional, expresamente establece que: “El aprovechamiento de
los recursos naturales en los hábitats indígenas por parte del Estado se hará sin lesionar la
integridad cultural, social y económica de los mismos e igualmente, está sujeto a previa
información y consulta a las comunidades indígenas respectivas...”.

Que “(…) Los derechos de todos esos pueblos indígenas fueron ignorados por el decreto
impugnado, aún cuando los posibles impactos socioculturales y ambientales por la
implementación de nuevas políticas de extracción de minerales en amplios terrenos ocupados
ancestralmente por las citadas comunidades pueden llegar a ser muy negativos; pudiendo
“implicar el abandono de las actividades tradicionales de estas comunidades en sus territorios y
su economía propia vinculada a la subsistencia, al introducirse patrones socioproductivos
ajenos a su dinámica sociocultural y a su identidad. Estas políticas podrían conducir a un
verdadero etnocidio”.

Que en relación a la presunta violación del Principio de Reserva Legal “No obstante la claridad
de la norma constitucional antes citada, el Ejecutivo nacional, mediante un acto de carácter
sub-legal, como lo es el Decreto de Creación de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional
“Arco Minero Orinoco, invadió la esfera del Poder Legislativo Nacional, al dictar normas
relativas a la administración de minas y aprovechamiento de riquezas naturales”.

Que “(…) La Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio, dispone entre sus principales
objetivos “la protección del ambiente, y la conservación y racional aprovechamiento de las
aguas, los suelos, el subsuelo, los recursos forestales y demás recursos naturales renovables y
no renovables en función de la ordenación del territorio”. A tales fines prevé que las decisiones
que adopten los organismos de la Administración Pública Nacional, Central o Descentralizada
que tengan incidencia espacial e impliquen acciones de ocupación del territorio de la
importancia nacional que determine reglamentariamente, deben ser aprobados por el Ministerio
del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, a los efectos de su conformidad con los
lineamientos y previsiones del Plan Nacional de Ordenación del Territorio”.

Que “(…) las actividades de ocupación del territorio y de afectación de recursos naturales,
están sujeta a todo un régimen de control a través de la aprobación o autorización de las
mismas por parte de las autoridades competentes, especialmente cuando se trata de áreas bajo
régimen de administración especial (…), todo lo cual es desconocido por el Decreto de Creación
de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero Orinoco”, el cual en violación a
la reserva legal y a la especialidad de las leyes y normas antes mencionadas, prevé sus propias
normas para regular los permisos y autorizaciones estableciendo trámites y autoridades que no
son las previstas en legislación especial (...)”.

Que “(…) la República Bolivariana de Venezuela no ha suscrito válidamente acuerdos


internacionales con otros Estados, ni contratos o convenios (sic) organismos internacionales
vinculados con ejecución de Desarrollo Arco Minero del Orinoco; así como tampoco la
contratación de empresas en el marco de acuerdos internacionales”.

Que “el Decreto impugnado se encuentra viciado de nulidad por haber violado la ley especial
en materia de contrataciones públicas y haber incurrido en el vicio de falso supuesto, al
considerarse erróneamente excluidos del ámbito de aplicación del Decreto con Rango, Valor y
Fuerza de Ley de Contrataciones y como consecuencia de ello, establecer un régimen propio
(...)”.

Por lo que respecta a las medidas cautelares solicitadas, indicó que “(…) en este caso se
cumplen a cabalidad con los supuestos necesarios para la procedencia del AMPARO
CAUTELAR y subsidiariamente de la medida cautelar innominada de suspensión de efectos
solicitada (Sentencia de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, de
fecha 20 de marzo de 2001, Caso: Marvin Enrique Sierra Velasco (...)”.

En relación al fumus boni iuris o presunción del buen derecho reclamado, expuso: “(…) tiene
que ser producto de un juicio valorativo de probabilidades de éxito que el Juez llevará a cabo
una vez analizado el aporte probatorio consignado por la solicitante, en él, el Juez deberá
determinar la existencia de un derecho que razonablemente apreciado, permita concluir que
exista la posibilidad de éxito en el reclamo deducido (...)”.

Ahora bien, en atención al “(…) Periculum in mora , precisó lo siguiente: “(…) deriva en el
caso sub lite del transcurso del tiempo de manera indeterminada e indefinida hasta la sentencia
definitiva, pues la práctica forense nos permite prever lo prolongado en el tiempo de este tipo de
juicios de nulidad, que afectan la efectividad de las resultas del juicio para el ganancioso, ya
que de no acordarse la cautelar solicitada, se configuraría en irreparable el ilegal e
inconstitucional daño causado (...)”.

De igual manera, al referirse al Periculum In Damni, argumentó que: “(…) En el caso bajo
examen, ni siquiera se hizo un estudio de Impacto Ambiental previo, a los fines de precaver los
daños que indefectiblemente se producirán a los ecosistemas y al ambiente en general como
consecuencia del ejercicio en la minería a cielo abierto en la denominada Zona de Desarrollo
Estratégico Nacional “Arco Minero Orinoco” lo cual da cuenta de la inminencia del daño
respecto del cual no se tomaron las debidas previsiones”.

Que “(…) con relación al requerimiento de AMPARO CAUTELAR con el que se pretende la
suspensión de los efectos del acto impugnado, al violarse disposiciones de rango constitucional,
(…) para el otorgamiento de ésta, tal como lo ha consagrado de manera pacífica y reiterada la
jurisprudencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, basta con la
demostración del Fumus Boni Juris o presunción de buen derecho, la cual se encuentra
plenamente corroborada en los términos descritos ut supra, pues al estar involucradas
violaciones de derechos y garantías constitucionales, se presume el Periculum in Damni y el
Periculum in mora o peligro de la mora”. (resaltado del original).

Que “(…) por las razones antes expuestas solicita respetuosamente:

“1) (…) la presente demanda de nulidad sea admitida y sustanciada conforme a derecho; 2) (…)
se declare Procedente el Amparo Cautelar solicitado, o en su defecto se acuerde la medida
cautelar de suspensión de los efectos del Decreto de Creación de la Zona de Desarrollo
Estratégico Nacional “Arco Minero Orinoco”; 3) (…) la presente demanda de nulidad sea
declarada Con Lugar, y en consecuencia se declare la Nulidad Absoluta del Decreto de Creación
de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero Orinoco”; 4) (…) se dirija
comunicación a los distintos Estados, con los cuales la República Bolivariana de Venezuela haya
celebrado acuerdos internacionales, contratos o convenios vinculados con la ejecución de
Desarrollo Arco Minero del Orinoco, a los fines de advertir, que los mencionados contratos son
ilegales y no serán reconocidos una vez se restablezca (sic) el Estado de derecho en Venezuela;
5) (…) se dirija comunicación a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objeto de
solicitar se revise los parámetros bajo los cuales se le otorgó certificación Kimberley a la
República Bolivariana de Venezuela (...)”.

III
ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN PLANTEADA

Corresponde a esta Sala Político Administrativa pronunciarse sobre su competencia para conocer
y decidir la demanda de nulidad conjuntamente con Amparo Cautelar y subsidiariamente
medida cautelar innominada de suspensión de efectos del acto administrativo impugnado
interpuesto contra el Decreto No. 2.248 de fecha 24 de febrero de 2016, publicado en Gaceta
Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 40.855 de la misma fecha, mediante el
cual se creó la ZONA DE DESARROLLO ESTRATEǴICO NACIONAL “ARCO MINERO
DEL ORINOCO”.

El artículo 26 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia señala lo siguiente:

Son competencias de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo


de Justicia:
“...Omissis…
5.- Las demandas de nulidad contra los actos administrativos de efectos
generales o particulares dictados por el Presidente o Presidenta de la
República, el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva de
la República, los ministros o ministras del Poder Popular, así como por
las máximas autoridades de los demás organismos de rango
constitucional, cuyo conocimiento no estuviere atribuido a otro órgano
de la Jurisdicción Administrativa en razón de la materia”.

De igual manera, el artículo 23 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso


Administrativa establece:

La Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia es


competente para conocer de:
“...Omissis…
5.- Las demandas de nulidad contra los actos administrativos de efectos
generales o particulares dictados por el Presidente o Presidenta de la
República, el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva de
la República, los ministros o ministras del Poder Popular, así como por
las máximas autoridades de los demás organismos de rango
constitucional, si su competencia no está atribuida a otro tribunal”.

Conforme a las normas antes citadas se observa que la demanda de nulidad conjuntamente con
Amparo Cautelar y subsidiariamente con Medida Cautelar Innominada de Suspensión de efectos
del Acto Administrativo recurrido ha sido interpuesta contra el Decreto No. 2.248 de fecha 24 de
febrero de 2016, publicado en Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No.
40.855 de la misma fecha, mediante el cual se creó la ZONA DE DESARROLLO
ESTRATEǴICO NACIONAL “ARCO MINERO DEL ORINOCO”, el cual constituye un acto
administrativo de efectos generales emanado del Presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, en consecuencia, esta Sala Político Administrativa se declara competente para
conocer de la referida demanda de nulidad. Así se decide.
IV
DE LA SOLICITUD DE AMPARO CAUTELAR

Corresponde a la Sala pronunciarse sobre la solicitud de amparo cautelar, y al respecto se


observa:

Es criterio de esta Sala que las medidas cautelares se encuentran dirigidas a garantizar la
protección temporal de los derechos de la parte interesada hasta que se dicte el fallo que resuelva
la acción o recurso principal. De allí que tales medidas constituyen un instrumento indispensable
para la materialización de la justicia y la tutela judicial efectiva, evitando que el pronunciamiento
del órgano jurisdiccional en la definitiva resulte ineficaz.

Así las cosas, se tiene que son requisitos fundamentales para el decreto de medidas cautelares por
parte del juez i) la presunción del derecho reclamado (fumus boni iuris); ii) que la medida sea
necesaria a fin de evitar perjuicios irreparables o de difícil reparación por la sentencia definitiva
(periculum in mora) y; iii) elementos probatorios que acrediten la existencia de presunción de los
requisitos anteriores.

Con relación al examen de las solicitudes de amparo cautelar interpuestas conjuntamente con
acciones o recursos de nulidad de actos administrativos, la Sala Político Administrativa en fecha
20 de marzo de 2001, en ponencia conjunta, profirió Sentencia No. 00402, Expediente 0904, en
la cual sostuvo lo siguiente:

“La institución del Amparo Constitucional en Venezuela a partir de la


publicación de la Constitución de 1.961, consagra, por una parte, el derecho de
todas las personas a ser amparadas en el goce y ejercicio de los derechos y
garantías ahí previstos, incluso de aquéllos que no figuren expresamente en ella,
y por otra, el deber que tiene el Estado a través de su función jurisdiccional, de
otorgar amparo cuando ello sea procedente.

Igualmente, se hizo referencia en el mencionado fallo al supuesto contemplado


para el ejercicio del amparo conjunto, caso en el cual sostuvo:
...En cualesquiera de estos supuestos de acumulación la acción de amparo reviste
una característica o naturaleza totalmente diferente a la anteriormente analizada
(autónoma) pues en estos casos no se trata de una acción principal, sino
subordinada, accesoria a la acción o el recurso al cual se acumuló, y por ende, su
destino es temporal, provisorio, sometido al pronunciamiento jurisdiccional final
que se emita en la acción acumulada, que viene a ser la principal. Esta
naturaleza y sus consecuencias se desprenden claramente de la formulación
legislativa de cada una de las hipótesis señaladas, que únicamente atribuye al
mandamiento de amparo que se otorgue, efectos cautelares, suspensivos de la
aplicación de la norma o de la ejecución del acto de que se trate “mientras dure
el juicio...(omissis).

Así, invariablemente ha entendido la doctrina del Alto Tribunal que en el caso de


la interposición de un recurso contencioso-administrativo de nulidad o de una
acción popular de inconstitucionalidad de leyes y demás actos normativos,
ejercidos de manera conjunta con el amparo constitucional, este último reviste un
carácter accesorio de la acción principal, al punto de que la competencia para
conocer de la medida de tutela viene determinada por la competencia de la
acción principal.

Dentro de ese contexto, luce adecuado destacar que el carácter cautelar que
distingue al amparo ejercido de manera conjunta y en virtud del cual se persigue
otorgar a la parte afectada en su esfera de derechos constitucionales, una
protección temporal, pero inmediata dada la naturaleza de la lesión, permitiendo
así la restitución de la situación jurídica infringida al estado en que se
encontraba antes de ocurriera la violación, mientras se dicta decisión definitiva
en el juicio principal.

En razón del análisis efectuado, se ve esta Sala en la necesidad de reinterpretar


los criterios expuestos en la materia, particularmente en lo que concierne a la
acción de amparo ejercida conjuntamente con la acción de nulidad, sin
menoscabo del aporte jurisprudencial que precede a los nuevos tiempos. Así, se
considera que con la entrada en vigencia de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, publicada en Gaceta Oficial Nro. 36.860 de fecha 30
de diciembre de 1999, resulta de inmediata exigencia adaptar la institución del
amparo cautelar a la luz del nuevo Texto Fundamental.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su afán de reforzar


la idea de una tutela judicial efectiva, basada en el derecho que tiene toda
persona de acceder a los órganos judiciales y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente, estableció expresamente en su artículo 26, la garantía de una
justicia gratuita, autónoma, sin dilaciones indebidas o reposiciones inútiles.

Sobre la base de ese mandato se pronunció el Constituyente de 1999 en su


exposición de motivos, en virtud de la creación de la Sala Constitucional a la cual
se le otorgó la competencia en materia de amparo constitucional autónomo,
incluida la que anteriormente era atribuida a las diferentes Salas de la extinta
Corte Suprema de Justicia. Asimismo y con relación al ejercicio conjunto del
amparo, insistió en el poder cautelar propio del juez contencioso-administrativo
para decretar de oficio o a instancia de parte, cualquier tipo de medida cautelar
que fuere necesaria para garantizar la tutela judicial efectiva.

Tales planteamientos obligan a dilucidar la verdadera intención del


Constituyente, en lo que se refiere específicamente a la medida cautelar en
análisis. En tal sentido, surgen dos hipótesis en la regulación actual, conforme a
las siguientes interrogantes: ¿ se persigue eliminar la acción de amparo ejercida
conjuntamente ? o ¿ acaso se trata de que el procedimiento que actualmente se
sigue para su resolución, resulta ya incompatible con el propio texto
constitucional ?.

Estima esta Sala como máximo órgano de la Jurisdicción Contencioso-


Administrativa, que los valores recogidos en la nueva Carta Constitucional,
según los cuales se consagra de manera específica la figura de una justicia
garantista que asegure la tutela judicial efectiva de los derechos e intereses,
incluso los colectivos o difusos, (artículo 26 eiusdem); la simplificación de
trámites, derivado de la concepción del proceso como instrumento fundamental
para la realización de la justicia (artículo 257 eiusdem); y finalmente, la
atribución conferida a esta jurisdicción de “disponer lo necesario” para el
restablecimiento de la situación jurídica subjetiva lesionada por la actividad
administrativa (artículo 259 eiusdem), así como la regla contenida en el artículo
27 ibídem, con acuerdo a la cual la autoridad judicial competente “tendrá
potestad para restablecer inmediatamente la situación jurídica infringida, o la
situación que más se asemeje a ella”; sólo permiten concluir en la afirmación de
la segunda de las hipótesis enunciadas.

En definitiva, que el examen de los principios constitucionales comentados, lleva


implícito el reforzamiento del poder cautelar del juez contencioso-administrativo,
particularmente, cuando actúa como árbitro dentro de un procedimiento en el
cual se ventilan violaciones a derechos y garantías constitucionales.

Como consecuencia de este planteamiento, resulta de obligada revisión el trámite


que se le ha venido otorgando a la acción de amparo ejercida de forma conjunta,
pues si bien con ella se persigue la protección de derechos fundamentales, ocurre
que el procedimiento seguido al efecto se muestra incompatible con la intención
del constituyente, el cual se encuentra orientado a la idea de lograr el
restablecimiento de derechos de rango constitucional en la forma más expedita
posible.

Por ello, a juicio de la Sala, al afirmarse el carácter accesorio e instrumental que


tiene el amparo cautelar respecto de la pretensión principal debatida en juicio, se
considera posible asumir la solicitud de amparo en idénticos términos que una
medida cautelar, con la diferencia de que la primera alude exclusivamente a la
violación de derechos y garantías de rango constitucional, circunstancia ésta que
por su trascendencia, hace aún más apremiante el pronunciamiento sobre la
procedencia de la medida solicitada.

En tal sentido, nada obsta a que en virtud del poder cautelar que tiene el juez
contencioso-administrativo, le sea posible decretar una medida precautelativa a
propósito de la violación de derechos y garantías constitucionales, vista la
celeridad e inmediatez necesarias para atacar la transgresión de un derecho de
naturaleza constitucional”.

En este mismo orden de ideas, también la Sala Electoral en sentencia número 40, del 30 de
marzo de 2009, ratificada en sentencia número 187 del 5 de noviembre de 2014, declaró:

“(…) el órgano jurisdiccional debe verificar, en primer término, la prueba de


buen derecho constitucional “fumus boni iuris”, con el objeto de concretar la
presunción grave de violación o amenazas de violación de derechos
constitucionales, al menos presuntivamente y, en segundo término, el peligro en
la demora “periculum in mora”, el cual se traduce en un elemento determinable
por la sola verificación del requisito anterior, pues la circunstancia de que exista
presunción grave de violación de un derecho constitucional conduce a la
convicción que debe preservarse de inmediato la actualidad de ese derecho, ante
el riesgo inminente de causar un perjuicio irreparable en la definitiva a la parte
que alega la lesión al orden constitucional en su particular situación jurídica”.
Conforme al criterio jurisprudencial citado, el amparo cautelar es de naturaleza preventiva,
dirigido al restablecimiento temporal en el goce o ejercicio de derechos constitucionales mientras
se dicte sentencia definitiva en la acción o recurso principal, por lo cual, la existencia del fumus
boni iuris dependerá de la constatación de presunción grave de violación de un derecho o
garantía constitucional; lo que implica a su vez la verificación de presunción del riesgo de daño
irreparable o de difícil reparación por la sentencia definitiva. En consecuencia, la verificación del
primer requisito será suficiente para considerar satisfecho el periculum in mora, y con
fundamento en dichas premisas analizará la Sala la procedencia de la medida cautelar solicitada.

La Sala aprecia que la demandante solicita el amparo cautelar de los derechos y garantías
constitucionales previstos en los artículos 120, 127, 128 y 129 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, ya que considera que el Ejecutivo Nacional al dictar el Decreto No.
2.248 de fecha 24 de febrero de 2016, publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana
de Venezuela No. 40.855 de la misma fecha, mediante el cual creó la Zona de Desarrollo
Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco”, está vulnerando de manera flagrante, grosera,
directa e inmediata el derecho constitucional de toda persona a disfrutar de una vida y un
ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado, así como también el derecho a la
información y a la consulta de las comunidades indígenas habitantes de los territorios que abarca
el Arco Minero del Orinoco para el aprovechamiento de los recursos naturales de estos hábitats,
pretendiendo que de esta forma, dichos derechos, se mantengan en la misma situación fáctica que
tenían antes de la violación, hasta tanto sea decidido el presente recurso.

En cuanto a los requisitos de procedencia de la solicitud, alegó la recurrente:

“(…) el Decreto de Creación de la Zona de Desarrollo Estratégico


Nacional “Arco Minero del Orinoco”, contraviene lo dispuesto en el
artículo 127 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y
en consecuencia se encuentra viciado de inconstitucionalidad (…).

(...) estamos en presencia de un proyecto de desarrollo de la actividad


minera con un impacto ambiental de proporciones exorbitantes para la
vida del ecosistema, los habitantes de la zona, de todo el país, e incluso del
planeta, lo cual resulta abiertamente incompatible con la disposición
constitucional que garantiza a todas las personas, incluso a las
generaciones futuras, un ambiente sano, seguro y ecológicamente
equilibrado, pues el denominado “Arco Minero” simplemente es
inconcebible en un escenario en el que en hábitat o ecosistemas de gran
fragilidad, se ejecutarán actividades de minería que desde la fase de
exploración, pasando por la explotación y manejos de desechos, producen
un impacto ambiental de gran magnitud.

Asimismo, argumento que:

“(…) Es importante agregar además, que una violación de una naturaleza


tan grave al derecho al ambiente, como en la que ha incurrido el decreto
impugnado al omitir la evaluación ambiental previa, no solo ha tratado de
ser prevenida por la normativa constitucional patria y es condenada por la
jurisprudencia internacional de los derechos humanos, sino que además ha
sido objeto de regulación por el Derecho Penal Venezolano, puesto que se
encuentra tipificado como delito en la Ley Penal del Ambiente, la conducta
de funcionarios públicos relacionada con la Omisión de Evaluaciones
Ambientales.

(…) resulta forzoso concluir que el Decreto Nro. 2.248, mediante el cual se
crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del
Orinoco”, se encuentra viciado de inconstitucionalidad al contravenir de
manera expresa y evidente, la obligación impuesta en el artículo 129 del
Texto Fundamental (...)”.

En relación a los derechos de las comunidades indígenas habitantes del territorio enmarcado
dentro de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco”, la demandante
en nulidad expuso lo siguiente:

(…) Ello resulta aún más alarmante si se toma en consideración el gran


número de comunidades indígenas que afecta “Arco Minero”, ya que
comprende tanto la margen derecha como la margen izquierda del Orinoco
y va desde el río Apure, tierra de la comunidad indígena Pumé, pasando
por Palital (reconocida zona de los indígenas Kariña) hasta el límite con el
Estado Delta Amacuro en Barrancas, es decir, zona de los Warao, por la
margen izquierda. También, el Arco contempla la margen derecha del
Orinoco, hacia el río Cuyuní, en el que habitan los Arawak, pemón y
kariña; así como a la zona de influencia del Parque Nacional Canaima
(Pemón). También el Arco se superpone al río Paragua (afluente del
Caroní, en los que se encuentran los Pemón, Sapé, y tierra de los últimos
Uruak y Arutani), y al río Aro (también zona Kariña) desde donde avanza
hacia la cuenca del Caura, territorio yekwana, sanema. Asimismo, el “Arco
Minero del Orinoco” atraviesa el Monumento Natural Sierra de
Maigualida (zona Hoti) hacia el Cuchivero (zona Eñepa-Panare) y el
Parguaza (zona Wanai-Mapoyo y Piaroa), de donde regresa al punto
original donde existe ocupación estacional Hiwi.

Los derechos de todos esos pueblos indígenas fueron ignorados por el


decreto impugnado, aún cuando los posibles impactos socioculturales y
ambientales por la implementación de nuevas políticas de extracción de
minerales en amplios territorios ocupados ancestralmente por las citadas
comunidades pueden llegar a ser muy negativos; pudiendo “implicar el
abandono de las actividades tradicionales de estas comunidades en sus
territorios y su economía propia vinculada a la subsistencia, al introducirse
patrones socio productivos ajenos a su dinámica sociocultural y a su
identidad. Estas políticas podrían conducir a un verdadero etnocidio”.

Finalmente, en relación con las pruebas que acreditan la existencia de los requisitos del fumus
boni iuris, periculum in mora y el perículum in damni, la demandante consignó, constante de
once (11) folios útiles, copia fotostática simple de la Gaceta Oficial de la República Bolivariana
de Venezuela No. 40.855 de fecha 24 de febrero de 2016 mediante la cual fue publicada el
Decreto 2.248 de fecha 24 de febrero de 2016 en el cual se crea la Zona de Desarrollo
Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco”, y constante de dieciséis (16) folios útiles,
Dictamen Pericial Ambiental de fecha 29 de marzo de 2017, suscrito por los funcionarios Lic.
Henry Javier Martínez Cabrales, titular de la cédula de identidad No. V-14.575.917, e Ing. Jean
Carlos Marquina Hernández, titular de la cédula de identidad No. V-12.349.368, en sus
condiciones de Expertos Ambientales II; señalando también que:

“(…) Lo antes expresado, por sí solo permite al juzgador ejercer un cálculo


preventivo o juicio de probabilidad y verosimilitud sobre la pretensión
aducida, indagando con ello la existencia del derecho que reclamo, esto es,
existen notables indicios que hacen presumir, sin prejuzgar sobre el fondo,
que existen una alta posibilidad de éxito en el reclamo deducido por
violación flagrante de la Constitución y la ley, por lo que en el caso de
marras, se encuentra demostrado a cabalidad el Fumus Boni Juris.

(…) En el caso bajo examen, ni siquiera se hizo un estudio de Impacto


Ambiental previo, a los fines de precaver los daños que indefectiblemente se
producirán a los ecosistemas y al ambiente en general como consecuencia
del ejercicio en la minería a cielo abierto en la denominada Zona de
Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco” lo cual da
cuenta de la inminencia del daño respecto del cual no se tomaron las
debidas previsiones.

(…) En este orden de ideas, es necesario advertir que cuando de daños al


ambiente se trata, sobre todo cuando son consecuencia de actividades de
gran impacto, como en este caso lo es la minería, pueden resultar
irreversibles”.

Para decidir la Sala observa que en el escrito recursivo la actora hace referencia a que en fecha
24 de febrero de 2016 el ciudadano Presidente de la República, en Consejo de Ministros, dictó el
Decreto N. 2.248 mediante el cual se crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco
Minero del Orinoco”, el cual fue publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de
Venezuela No. 40.855 de fecha 24 de Febrero de 2016, y como ciudadana venezolana y Fiscal
General de la República Bolivariana de Venezuela, a quien interesa la preservación de los
recursos naturales del país y que atendiendo al derecho constitucional contenido en el artículo
127, de mantener un ambiente en beneficio propio y de mundo futuro, ostenta un interés jurídico
actual en sostener la nulidad de dicho decreto pues lesiona gravemente derechos ambientales, de
las comunidades indígenas y de disposiciones constitucionales.

Aduce que el cuestionado Decreto 2.248 de fecha 24 de febrero de 2016 lesiona flagrantemente
el artículo 127 constitucional que consagra el Derecho de toda persona a disfrutar de una vida y
de un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado, así como también lesiona el artículo
129 del texto fundamental, por cuanto para su emisión el Ejecutivo Nacional no dio
cumplimiento a esta disposición constitucional de obligatorio cumplimiento que prevé la
exigencia de que “todas las actividades susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben
ser previamente acompañadas de estudios de impacto ambiental y socio cultural”; como
también infringe el artículo 120 de la Carta Magna que establece la garantía de que “el
aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitats indígenas por parte del Estado se
hará sin lesionar la integridad cultural, social y económica de los mismos e, igualmente, está
sujeto a previa información y consulta a las comunidades indígenas respectivas...”.

Sobre la base de lo expuesto, concluyó la actora que “(…) en este caso se cumplen a cabalidad
con los supuestos necesarios para la procedencia del AMPARO CAUTELAR y subsidiariamente
de la medida cautelar innominada de suspensión de efectos solicitada (…)”.
Ahora bien, a los fines de determinar la procedencia o no de la medida cautelar solicitada en el
escrito que contiene la demanda de nulidad, se considera necesario resaltar que la actora solicitó
la nulidad del Decreto 2.248 de fecha 24 de febrero de 2016 publicado en Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela No. 40.855 de la misma fecha antes indicada, y
conjuntamente con Amparo Cautelar y subsidiariamente medida cautelar innominada de
suspensión de efectos del acto administrativo recurrido, pero tal como se ha dejado sentado
anteriormente en el texto de esta decisión hay que tener claro que el Amparo Cautelar Conjunto
con la solicitud de nulidad funciona como una verdadera medida cautelar que busca suspender
los efectos del acto recurrido mientras el Tribunal de la causa decide sobre la nulidad del acto,
esto conforme a lo previsto en el artículo 5 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales, publicada en Gaceta Oficial de la República de Venezuela No.
34.060 de fecha 27/09/1988, constituyéndose en un medio eficaz, breve y sumario para lograr la
suspensión de los efectos del acto cuestionado de inconstitucionalidad.

En cuanto a la tramitación y pronunciamiento sobre las medidas cautelares solicitadas a los


Tribunales de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, es importante citar el contenido de los
artículos 103 y 104 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, los cuales
son del tenor siguiente:

“Artículo 103. Este procedimiento regirá la tramitación de las medidas


cautelares, incluyendo las solicitudes de amparo constitucional cautelar,
salvo lo previsto en el artículo 69 relativo al procedimiento breve.

Artículo 104. A petición de las partes, en cualquier estado y grado del


procedimiento el tribunal podrá acordar las medidas cautelares que estime
pertinentes para resguardar la apariencia del buen derecho invocado y
garantizar las resultas del juicio, ponderando los intereses públicos
generales y colectivos concretizados y ciertas gravedades en juego, siempre
que dichas medidas no prejuzguen sobre la decisión definitiva.

El tribunal contará con los más amplios poderes cautelares para proteger
a la Administración Pública, a los ciudadanos o ciudadanas, a los intereses
públicos y para garantizar la tutela judicial efectiva y el restablecimiento
de las situaciones jurídicas infringidas mientras dure el proceso (...)”.

Conforme a lo expuesto, considera la Sala que en el caso de autos existen suficientes elementos o
evidencias que preliminarmente hacen presumir la existencia del buen derecho o fumus boni iuris
de presunta violación de los derechos constitucionales de la accionante, razón por la cual, de
acuerdo al principio de instrumentación del proceso para la realización de la justicia previsto en
el artículo 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aunado a que el
Estado venezolano se constituye en un Estado de derecho y de justicia, como lo expresa el
artículo 2 ejusdem, esta Sala declara PROCEDENTE la solicitud de AMPARO CAUTELAR y la
Medida Cautelar Innominada de Suspensión de Efectos del acto recurrido. Así se decide.

En consecuencia, se ordena de forma provisional e inmediata la suspensión de los efectos del


Decreto No. 2.248 de fecha 24 de febrero de 2016 publicado en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela No. 40.855 de la misma fecha, mediante el cual se crea la Zona de
Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco”, hasta tanto se dicte sentencia
definitiva en el presente asunto, por lo que se ordena a cualquier persona natural o jurídica,
nacional o extranjera, so pretexto de incurrir en desacato, suspender y paralizar la ejecución de
cualquier actividad de explotación, extracción, procesamiento, comercialización y
aprovechamiento de los recursos minerales en el área determinada como Zona de Desarrollo
Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco” establecida en el precitado decreto. Así se
decide.

VI
DECISIÓN

Por las anteriores razones de hecho y de derecho, esta Sala Político Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia Legítimo, administrando justicia, en nombre de la República Bolivariana de
Venezuela y por autoridad de la ley, declara:

1. La COMPETENCIA para conocer y decidir la Demanda de Nulidad conjuntamente con


solicitud de Amparo Cautelar y subsidiariamente solicitud de Medida Cautelar de Suspensión de
Efectos del acto recurrido, interpuesta por la ciudadana LUISA ORTEGA DIAZ, ampliamente
identificadas al inicio de la presente decisión, en su alegada condición de ciudadana venezolana
y Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela contra el Decreto No. 2.248 de fecha
24 de febrero de 2016 publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela
No. 40.855 de la misma fecha, mediante el cual se crea la Zona de Desarrollo Estratégico
Nacional “Arco Minero del Orinoco”.

2. ADMITE la demanda de nulidad interpuesta conjuntamente con Amparo Cautelar y


subsidiariamente Medida Cautelar de Suspensión de efectos del Acto recurrido.

3. PROCEDENTE la solicitud de amparo cautelar, en consecuencia, ORDENA de forma


provisional e inmediata la suspensión de los efectos del Decreto No. 2.248 de fecha 24 de febrero
de 2016 publicado en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela No. 40.855 de
la misma fecha, mediante el cual se crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco
Minero del Orinoco”, hasta tanto se dicte sentencia definitiva en el presente asunto, por lo que se
ORDENA a cualquier persona natural o jurídica, nacional o extranjera, so pretexto de incurrir en
desacato, suspender y paralizar la ejecución de cualquier actividad de explotación, extracción,
procesamiento, comercialización y aprovechamiento de los recursos minerales en el área
determinada como Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco Minero del Orinoco”
establecida en el precitado decreto.

4. NOTIFICAR el presente pronunciamiento al ciudadano Nicolás Maduro Moros, en su


condición de Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y Presidente del Consejo de
Ministros.

5. NOTIFICAR el presente pronunciamiento a la Procuraduría General de la República


Bolivariana de Venezuela.

6. NOTIFICAR el presente pronunciamiento a la ciudadana Luisa Ortega Díaz, en su carácter


de Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela.

7. NOTIFICAR el presente pronunciamiento a la Defensoría del Pueblo de la República


Bolivariana de Venezuela.

8. NOTIFICAR el presente pronunciamiento a la Asamblea Nacional de la República


Bolivariana de Venezuela, a cuyo órgano se insta a presentar informe sobre las actuaciones
realizadas por las Comisiones correspondientes, relacionadas con el Decreto 2.248 de fecha 24
de febrero de 2016 mediante el cual se crea la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional “Arco
Minero del Orinoco”.

9. COMUNICAR el presente pronunciamiento a la Organización de las Naciones Unidas


(ONU), con el objeto de solicitar se revisen los parámetros bajo los cuales se le otorgó
certificación Kimberley a la República Bolivariana de Venezuela, y se suplica sea remitido
informe circunstanciado a este Alto Tribunal.

Publíquese, regístrese y notifíquese. Cúmplase lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Político Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia Legítimo, en Washington, a los 13 días del mes de noviembre del año dos
mil diecisiete (2017). Años: 206° de la Independencia y 158° de la Federación.

LOS MAGISTRADOS

El Presidente,

ANTONIO JOSÉ MARVAL JIMÉNEZ

El Vicepresidente,

RAMSSIS GAZZHAOUI PIÑA

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ PIÑA


Ponente

JOSÉ FERNANDO NÚÑEZ

MANUEL ESPINOZA MELET

El Secretario Accidental,

REINALDO PAREDES MENA


En catorce (14) de noviembre de dos mil diecisiete (2017), siendo las diez y treinta de la mañana
(10:30a.m.), se publicó y registró la anterior sentencia bajo el N° 001, la cual está firmada por
todos los magistrados presentes.

El Secretario Accidental,

REINALDO PAREDES MENA

Exp. N° SPA-2017-001.

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