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Caballo de vapor

Este artículo trata sobre el caballo de potencia métrico conocido como caballo de vapor.
Para el caballo de potencia anglosajón o horsepower, véase Caballo de fuerza.
El caballo de vapor (CV) es una unidad de medida de potencia que se define como la
potencia necesaria para levantar un peso de 75 kgf a 1 metro de altura en 1 segundo.1

Origen[editar]
Cuando se trató de imponer el Sistema Métrico Decimal, originado en Francia, para la unidad
de potencia mecánica se buscó un valor similar al horsepower inglés, pero utilizando unidades
decimales. Así nació el caballo de vapor, cheval-vapeur en francés (CV). En su definición
(como se ve al principio de este artículo) se utilizan unidades del Sistema Métrico Decimal. Es
solamente un 1,368 % menor que el horsepower inglés.
Esta unidad es muy utilizada en Europa, aunque en otros países se prefiere utilizar el caballo
de fuerza.

Equivalencias[editar]
La relación entre ambas unidades y las respectivas relaciones con el vatio, unidad de potencia
del Sistema Internacional de Unidades, son las que se indican:
Entre CV y W (SI)[editar]
La relación entre el caballo de vapor (CV) y el vatio (W), unidad del Sistema Internacional, es:
1 CV = 735,498 W ≈ 735 W
Entre CV y HP[editar]
Las relaciones que existen entre ambas unidades son:
1 CV = 0,986 320 070 619 67 HP ≈ 0,986 HP
1 HP = 1,013 869 665 423 850 CV ≈ 1,014 CV

Usos[editar]
Como el CV no pertenece al Sistema Internacional de Unidades, actualmente tiene un uso
desigual y frecuentemente impreciso, ya que se le confunde con el HP inglés. Así, sigue
siendo habitual referirse a la potencia de los motores de automóviles, embarcaciones, etc. en
«caballos»; pero sin aclarar qué tipo de caballos (de vapor, CV, o de potencia, HP). En los
países en los que el Sistema Internacional es el único legal, se utiliza el kW como unidad de
potencia, aunque se acompañe de su equivalencia en algún tipo de «caballos» (en España y
Chile, normalmente CV; en Uruguay y Argentina, normalmente HP).

¿Por qué hay una unidad de potencia


que es el ‘caballo de vapor’ (CV)?
ALFRED LÓPEZ 27 DE MAYO DE 2009

Algunos, los más mayores, recordamos con nostalgia aquél cochecillo conocido
cómo “Dos Caballos”, el Citroën 2CV, que marcó toda una época. También
durante mucho tiempo la referencia a la potencia de los vehículos ha sido en
función de cuántos “caballos” (CV) tenían pero… ¿que es eso de los “caballos
de vapor”?
La historia viene del origen de la revolución industrial, cuando James Watt (1736-
1819), el ingeniero y mecánico escocés que inventó la máquina de vapor,
necesitaba definir una unidad para medir su potencia.
La unidad que eligió fue el “Caballo de Vapor” (Horse Power en inglés), y el motivo
fue de lo más prosaico. En aquel entonces, en las minas de carbón en Inglaterra
se utilizaban caballos para extraer el agua que por filtración las iban inundando. Si
una mina se inundaba dejaba de ser rentable su explotación y se abandonaba, de
ahí la importancia de usar esos caballos para mantener la extracción constante del
agua.
Para poder vender sus máquinas a los ingenieros de minas, Watt midió el trabajo
que realizaba un caballo típico durante un período grande de tiempo y luego
calibró sus máquinas de acuerdo con ello. Así, podía decirle a su clientela “a
cuantos caballos reemplazaría su máquina”.
El resto es historia. Las máquinas tuvieron éxito y fue posible reabrir muchas
minas que se habían abandonado. Además sustituyeron con ventaja no sólo a los
caballos sino también buena parte del duro trabajo humano provocando, a la larga,
la Revolución Industrial (y los problemas de desempleo asociados…)
En el Sistema Internacional de Medidas la unidad de potencia no es el CV, sino el
Vatio (1 CV = 735,8 W). Sin embargo, aunque el caballo de vapor no es una
unidad del Sistema Internacional, todavía se usa más que el vatio, especialmente
en vehículos terrestres y motores eléctricos, aunque en aquellos países en los que
es legalmente obligatorio el uso del SI, en los catálogos de vehículos aparece
siempre la potencia también en kW.

El caballo de vapor (CV) es una unidad de medida de potencia. En


concreto, la potencia necesaria para elevar verticalmente un peso
de 75 kilogramos a 1 metro de altura en 1 segundo.
El caballo de vapor tiene su origen en Francia -‘Cheval au Vapeur’-,
cuando se trató de imponer el Sistema Métrico Decimal de
potencia. Se buscó un valor similar al caballo de fuerza inglés o
‘hp’. Este último forma parte del Sistema Anglosajón de Unidades y
significa ‘Horse Power’. El creador de dicho término es James
Watt, quién se inspiró en los caballos que se utilizaban para mover
los molinos.
La diferencia entre el ‘Cheval au Vapeur’ y el ‘hp’ inglés es que el
primero es un 1,368% menor que el segundo, aunque son muchas
las veces que ambas medidas se confunden.
UNA EXPLICACIÓN SENCILLA SOBRE
QUÉ ES LA POTENCIA
Puede resultar de perogrullo, pero ¿sabes lo que es un caballo de vapor?
Nos cansamos de hablar cada día, cada hora, de cifras de potencia de los
coches en esta unidad de medida, pero la realidad es que no todo el mundo
repara en el origen de la expresión.

De hecho, aunque es algo que estudiamos todos, o casi todos, en las clases
de física del instituto, pocos se acuerdan poco después del examen de lo
que representa la unidad de potencia. Así que como breve parón, y con
motivo de un re-encuentro con conceptos básicos de la mecánica que
vamos a tener a lo largo de las próximas semanas en forma de varios
reportajes, te vamos a contar qué es y de dónde sale el caballo de vapor.

Vamos a hablar primero de algo de Historia, con un repaso rápido hasta el


acuñamiento del término de “caballo de vapor”.

Si te cito a James Watt, rápidamente asociarás en tu cabeza al ingeniero


escocés con la máquina de vapor, como su inventor original. Pero la realidad
histórica es bien distinta.

En el primer siglo de nuestra era, Herón de Alejandría describía en unos


documentos la que es considerada la primera máquina movida por vapor. Se
llamaba Eolípila, y consistía en una pequeña bola movida a reacción por dos
chorros de vapor que salían por dos conductos acoplados a ella.

El aparato era una bonita muestra de ingeniería, pero no tenía aplicación


práctica. Encontrar aplicaciones prácticas a los modelos de vapor llevaría
siglos. Durante los siglos XV, XVI y XVII habría numerosos intentos de
aplicar satisfactoriamente el diseño de distintos tipos de máquinas de vapor
a procesos mecánicos, pero con ínfimo resultado.

No sería hasta 1.698 cuando Thomas Savery desarrollaría la primera gran


aplicación práctica de una máquina de vapor de diseño propio. El objetivo de
esta máquina era succionar agua en las minas, para permitir a los mineros
trabajar cómodamente, dentro de lo que cabe, en los túneles. De hecho,
Savery bautizaría a su máquina como “la amiga de los mineros”.
Motor de vapor de Savery
Pero la máquina de Savery tenía muchas limitaciones de diseño. Sería otro
Thomas, Newcomen, el que la perfeccionaría un poco más, ideando una
máquina que creaba movimiento lineal en un vástago a partir del vacío
creado en un pistón. La máquina de Newcomen fue la primera gran máquina
de vapor instalada en varias localizaciones industriales.

Y en esas aparece James Watt. Watt, como tantos otros inventores geniales,
lo que hizo fue tomar los conocimientos existentes en muchos frentes
tecnológicos, absorbiendo “el estado de la técnica” y alinearlos con su
visión para perfeccionar todo lo existente y crear sus propias máquinas de
vapor.

Watt no sólo mejoraría el diseño de la máquina de Newcomen, creando la


máquina de Wat (que gestionaba mejor el calor generado en la cámara de
combustión, refrigerando y condensando el vapor para conseguir una mejor
eficiencia energética), sino que patentaba sus inventos a gran velocidad,
patentes que llegarían hasta 1.800. Ésto haría a Watt famoso, pero al mismo
tiempo es criticado históricamente, pues debido a sus patentes, se
considera que hubo un frenazo en el libre desarrollo de la tecnología, que
hizo que la revolución industrial, en la que la máquina de vapor tomaría un
papel fundamental, se retrasase algunos años.
James Watt, dibujo por Heny Howard, vía
Wikipedia CC 2.0
Críticas al margen, volvamos al tema que nos ocupa, el caballo de vapor.
James Watt necesitaba medir y conocer el rendimiento de distintas
máquinas de vapor. Lo necesitaba para afinar más efectivamente las
mejoras que estaba desarrollando para sus máquinas, y lo necesitaba
también para demostrar a sus clientes que sus inventos eran mejores que
los de los demás.

Así a Watt se le ocurrió comparar la potencia de la máquina de vapor con la


potencia que ofrecía un caballo, creando la expresión “caballo de vapor” en
1.782.

Máquina de vapor de Watt


¿Pero, qué es la potencia? Por potencia entendemos la cantidad de trabajo
que se realiza en una unidad determinada de tiempo. En cierto modo, si eres
capaz de cortar cien zanahorias en daditos en una hora, y tu madre corta
doscientas, tu madre es “el doble de potente”, si tuviéramos una medida
para ello…

Pero en el mundo práctico real, definimos trabajo como “fuerza aplicada a lo


largo de una distancia”. Vamos, empujar una caja de melocotones un metro
se puede medir como “trabajo”. Si arrastrar la caja de melocotones te
cuesta una fuerza de 1 Newton, y lo desplazas un metro, estás generando 1
Julio de trabajo.

Para llegar a la denominación de potencia clásica del sistema internacional


tenemos que introducir la variable del tiempo, como te decíamos más arriba.
Así que si tiras de esa caja de melocotones con 1 newton de fuerza, la
desplazas 1 metro y lo haces en un segundo, habrás generado una potencia
media durante ese segundo de 1 vatio.

Pero cuando James Watt andaba entre máquinas de vapor, eso de los
Newtons, los Julios y demás unidades del sistema internacional le daban un
poco (o un mucho) igual. Watt quería comparar potencias con cosas de la
vida cotidiana británica.

Así, la mejor comparación posible que se le ocurrió a Watt pasaba por


comparar la potencia de sus máquinas y de las de los demás con la potencia
que desarrollaba un caballo.

James definió (aquí simplificamos unidades para que todos nos


entendamos) que la potencia de un caballo le permitía subir por un pozo una
caja de unos 75 kilos a una velocidad de un metro por segundo (3,6
kilómetros por hora). Bueno, realmente sus medidas estaban hechas en
“pies por segundo” para la velocidad, y el peso en libras. En la Europa
continental emplearíamos las cifras que te he dado, que dan una potencia
algo inferior, ya que “el caballo vapor británico” es 1,038 veces más potente
que el Europeo debido al redondeo en las conversiones al sistema métrico
internacional de pesos y velocidades (no tenía sentido definir el caballo de
vapor europeo con un peso de 75 kilos con 300 gramos y la velocidad de
1,05 metros por segundo).

Ésto dio lugar a muchos chistes británicos típicos, haciendo ver que “el
caballo británico, como todo lo británico, es mejor que el Europeo, pues es
más potente”.
Chascarrillos al margen, ésta es la historia que Watt desarrolló para definir
al caballo de vapor, que desde ese preciso momento, y en virtud de que la
máquina de Watt, amparada por sus patentes, se convirtió en el estándar
comparativo, todos los británicos empezaron a usar esta medida para
comparar potencias de máquinas.

Con el tiempo y con la llegada de los trenes de vapor, éstos siguieron


midiendo la potencia de sus máquinas en estas cifras, y con la llegada de
los motores de combustión interna, a efectos comparativos, se siguió
usando esta unidad de medida.

Y así llegamos hasta nuestros días. Aunque los franceses lo han intentado
mucho, el sistema internacional no ha logrado imponerse en la medida de
potencias, y con la salvedad de Australia (donde la gente habla de kilovatios
a la hora de hablar de la potencia de sus motores), el resto del planeta
seguimos anclados a esta curiosa comparativa de la potencia de nuestros
vehículos respecto a las capacidad de un caballo británico del siglo XVIII.

Curiosamente, con la llegada de los motores eléctricos, las cosas están a


punto de cambiar. El mundo de la electricidad está mucho más influido por
el Sistema Métrico Internacional, y en él es típico medir potencias en kW.

De hecho, en las notas de prensa de los fabricantes se empieza a mezclar


alarmantemente y de manera difícil de comprender, potencias en CV para
los motores de combustión con potencias en kW para los motores
eléctricos.

¿Supondrán los coches eléctricos el relevo final para el viejo sistema de


medida basado en caballos? Puede. Pero de lo que estamos seguros es de
que a James Watt jamás se le habría ocurrido pensar cuando inventó su
unidad de potencia que ésta tendría semejante difusión y comprensión por
parte del público.

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