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Gina Villagómez Valdés


Coordinadora

Primera edición 2017


D.R. © LXIII Legislatura. Senado de la República
D.R. © Universidad Autónoma de Yucatán

Autores:
Rosa Adriana Díaz Lizama Leonor Rosado Villafaña María Teresa Castillo Burguete
Rina Betzabeth Ojeda Castañeda Norma Pavía Ruz Susana Villasana Benítez
José Refugio Reyes Valdez Elizabeth Briceño Guell Laureano Reyes Gómez
María del Pilar Alonso Reyes Verónica Z. Montes de Oca Zavala Felipe Roboam Vázquez Palacios
José Antonio Flores Díaz Zoraida Ronzón Hernández Ramiro Gómez Gómez
José Luis Fraga Almanza Norma Baca Tavira José Gamboa Cetina
Damaris Estrella Castillo Ana E. Jardón Hernández Ma. Emilia (Pía) Herrasti A.
Lizzette Gómez de Regil Pilivet Aguiar Alayola Ofelia Marina Marrufo Heredia
Ofelia Marrufo Heredia Libertad Díaz Molina Héctor Rubio Zapata
Ligia Vera Gamboa Alicia Mercedes Pérez Ramos Gina Villagómez Valdés

Diseño de portada e interiores


Carlos Vivas Robertos
Fotografía de portada: A Mirror Of The Past 2/DreamingMyReality
Fotografía de contraportada: Lola/berbative

Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en o transmitida, por un sistema
de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico,
magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del editor.
Esta obra se dictaminó con el Sistema de Evaluación Doble Ciega por Pares.

ISBN: 978-607-8527-05-2

Impreso en México. Printed in México

HQ Género y Vejez en México / Gina Villagómez Valdés,


1064 coordinadora : autores, Rosa Adriana Díaz Lizama
.M6 [y otros].—Mérida, Yucatán : Universidad Autónoma
.G46 de Yucatán ; México : LXIII Legislatura, Senado de
2017 la República, 2017.
307 páginas.
1. Mujeres adultas mayores—México—Estudio de casos.
2. Mujeres adultas mayores—México—Condiciones sociales.
3. Mujeres adultas mayores—México—Condiciones económicas.
4. Mujeres adultas mayores—Salud e higiene—México
5. Mujeres adultas mayores—Política gubernamental—México.
6. Personas adultas mayores—México. I. Villagómez, Gina.
II. Díaz Lizama, Rosa Adriana.
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Gina Villagómez Valdés

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Rina Betzabeth Ojeda Castañeda, José Refugio Reyes Valdés, Ma. del Pilar Alonso Reyes,
José Antonio Flores Díaz, José Luis Fraga Almanza

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Damaris Estrella Castillo, Lizzette Gómez de Regil, Ofelia Marrufo Heredia

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Ligia Vera Gamboa, Leonor Rosado Villafaña, Norma Pavía Ruz

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Elizabeth Briceño Guel

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María del Pilar Alonso Reyes, Verónica Zenaida Montes de Oca Zavala

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Zoraida Ronzón Hernández, Norma Baca Tavira, Patricia Román Reyes
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Pilivet Aguiar Alayola, Libertad Díaz Molina

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Alicia Mercedes Pérez Ramos, María Teresa Castillo Burguete

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Susana Villasana Benítez, Laureano Reyes Gómez

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Felipe Roboam Vázquez Palacios

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Laureano Reyes Gómez, Ramiro Gómez Gómez

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José Gamboa Cetina

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Ma. Emilia (Pía) Herrasti A.

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Ofelia Marina Marrufo Heredia, Damaris Estrella Castillo, Héctor Rubio Zapata
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En las últimas décadas, se ha generado un interés en la investigación relacionada
con las personas de la tercera edad. Esto se debe principalmente al aumento de la
expectativa de vida que ha generado una preocupación por la calidad de vida de
las personas mayores. Si bien es cierto el incremento de la esperanza de vida ha
sido un logro para la sociedad, también es cierto que esto no significa necesaria-
mente una mejoría en las condiciones de salud y de calidad de vida de los adultos
mayores; al contrario, uno de los problemas más importantes en esta etapa, es la
pérdida de las capacidades funcionales, emocionales y cognoscitivas.
Los cambios en la vejez, a menudo van a acompañados de enfermedades
crónico degenerativas que en conjunto limitan la realización de las actividades
necesarias para la vida de las personas, con la consecuente pérdida de su inde-
pendencia y la necesidad constante de ayuda (Dorantes, et al, 2007). En este sen-
tido, el envejecimiento es un proceso biológico gradual, continuo e irreversible
que se caracteriza por el deterioro progresivo del organismo vivo y se complica
con la aparición o presencia de limitaciones en las capacidades y actividades de
las personas que se encuentran en esta etapa.

1
Universidad Autónoma de Yucatán.
2 Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán,
3 Secretaría de Educación Pública.




De igual manera, la vejez es una construcción social que determina las for-
mas de percibir, apreciar y actuar en ciertos espacios socio-históricos (Gutiérrez
Robledo, 2010). Asimismo, la senectud es una etapa en la vida cuyo inicio es
determinado por cada sociedad. Actualmente, en México se acepta como inicio
de la vejez los 60 años, mientras que en los países desarrollados es a los 65 años.
Las personas de 60 años y más se enfrentan a una diversidad de cambios que
afectan su vida en el área laboral, familiar y económica, lo que repercute en su
desenvolvimiento en la sociedad. Algunas de las pérdidas a las que se enfrentan
son evidentes como en el plano físico, ya que algunas capacidades biológicas dis-
minuyen y se deterioran, lo cual las hace más propensas a sufrir problemas cró-
nicos de salud. En el ámbito psicosocial, envejecer conlleva la pérdida de algunos
roles sociales que habían sustentado su identidad en muchas décadas de su vida.
Debido al avance científico en la medicina, la esperanza de vida se ha incre-
mentado, por lo que existe cada vez una mayor proporción de personas senes-
centes en el mundo. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), en 1975 había alrededor de 350 millones de personas de 60 y más
años de edad en todo el mundo, no obstante las proyecciones demográficas para
el año 2025 serán de más de 1,100 millones lo que significa un aumento del 224%
a contar de 1975. Por lo tanto, en 45 años más, las personas de edad avanzada
constituirán el 13.7% de la población mundial (Perfil del adulto mayor, 2010).
En México diariamente 799 personas cumplen 60 años, según el Consejo
Nacional de Población (CONAPO) y para el año 2050, una de cada cuatro per-
sonas será un adulto mayor (González, et al, 2013). Asimismo de acuerdo la
CONAPO, la población de la tercera edad (mayor de 60 años), se mantendrá en
continuo crecimiento, aumentando 76.3% de 2000 a 2015, 83.3% en los tres lap-
sos siguientes y 63.2% en los últimos dos decenios. Así, el número de los adultos
mayores del país más que se cuadruplicarán al pasar de 6.7 millones en 2000 a
36.5 millones en 2050.
Por otro lado según el INEGI (2010), a nivel nacional, de los 112.3 millones de
habitantes que contabilizó el Censo de Población y Vivienda 2010, 10.1 millones
son personas adultas mayores, lo que representa un 9.0%, es decir, 1 de cada 10
habitantes del país. De igual manera, del total de personas de 60 y más años resi-
dentes en México en 2010, 5.4% millones son mujeres, lo que representa 53.5%.
Asimismo, de acuerdo al Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores
(INAPAM), en Yucatán para el 2010 la población de adultos de 60 y más fue de
196,474, de estos 10.3 son mujeres y 9.9 son hombres.


De acuerdo al Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE),


en el año 2000 en México existía un índice de feminidad de 113 mujeres por cada
100 hombres, mismo que aumenta a medida que crece la esperanza de vida, por
lo que la diferencia entre el número de hombres y mujeres se amplifica en edades
mayores (INEGI, 2010).
Las personas en edad avanzada conforman uno de los grupos con mayor
vulnerabilidad, misma que se incrementa si tienen alguna limitación. De acuerdo
con las cifras presentadas por el INEGI (2010), en México las entidades con mayor
porcentaje de adultos mayores con alguna limitación son: Zacatecas (33.5%),
Yucatán (33.1%), Tabasco (31.3%) y Nayarit (30.4%) y las mujeres son las que
presentan más discapacidad y dependencia. Los datos muestran que incluso
duplican a los varones, un 32.4% de mujeres refiere haber tenido alguna dificul-
tad ante 14.7% de varones, asimismo los varones mencionan menos severidad
en sus limitaciones (Xolocotzi, 2014).
En este sentido, un factor determinante en la prevalencia de discapacidad y
dependencia es la edad, conforme una persona se va haciendo mayor cada vez
se incrementa su gravedad, comúnmente se empieza a tener dificultades para
hacer actividades complejas y luego en las más simples. Los principales proble-
mas comienzan en las actividades instrumentales como salir de casa, utilizar el
transporte, dificultades en las actividades de autocuidado y, finalmente, manteni-
miento de autonomía personal.
Con el envejecimiento de la población hay, cada vez más, una mayor preva-
lencia de deterioro en las capacidades físicas y mentales de los adultos mayores,
por lo que es de suma importancia diagnosticar de manera oportuna este tipo de
padecimientos para evitar complicaciones como la discapacidad, la dependencia
y, en última instancia, la muerte (Xolocotzi, 2014).
Diversos estudios han demostrado que valorar y dar un seguimiento adecuado
produce un impacto efectivo cuando se aplica a la población de riesgo y especí-
ficamente a la gente mayor, ayudando a recuperar la funcionalidad elevando las
probabilidades de vivir en forma independiente (González y López, 2012).
Tomando en cuenta estos resultados de investigación, nos parece oportuno
conocer cómo se encuentra la población femenina de 60 años y más en el estado
de Yucatán considerando la funcionalidad y deterioro cognitivo. La importancia
de este aspecto está dada por las consecuencias que conlleva en la calidad de
vida de las mujeres, que involucra, entre otros aspectos: la disminución de la
autoestima y del bienestar autopercibido, la prestación de cuidados especiales,


el colapso del cuidador, la institucionalización y, finalmente, las implicaciones


económicas a nivel individual, familiar, social y de políticas de salud (Dorantes, et
al, 2007). Por tanto, un adecuado diagnóstico puede generar y planear líneas de
acción enfocadas a prevenir su posible deterioro cognitivo y funcional.

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El envejecimiento es un fenómeno colectivo y una realidad que afecta a todo ser
humano. Se considera un proceso biológico gradual, continuo e irreversible que va
acompañado con el deterioro progresivo del organismo vivo y se complica con la
aparición o presencia de limitaciones en las capacidades y actividades de las perso-
nas que se encuentran en esta etapa del ciclo vital (Pizano y Sánchez, 2005).
La vejez es una construcción social tanto individual como colectiva que
determina las formas de percibir, apreciar y actuar en ciertos espacios sociohis-
tóricos; es consecuencia de las etapas que le antecedieron y refleja la biología,
el contexto social, la visión y la actitud ante la vida de cada persona (Gutiérrez
Robledo, 2010).
Los cambios más notables en la etapa de la vejez se encuentran en el estado
físico, algunos cambios visibles son las canas, el cambio de postura, la piel vieja y
arrugas profundas; los sentidos: vista, oído, gusto y olfato por lo general pierden
eficiencia con la edad. Con los años disminuye el peso muscular y por lo tanto
se pierde fuerza y resistencia; el funcionamiento muscular se ve afectado por
la estructura y la composición cambiante del esqueleto. Los huesos se vuelven
débiles, frágiles y porosos, por lo que son especialmente propensos a las caídas
(Craig y Baucum, 2009).
El sistema inmunológico también se altera en la vejez; la producción de anti-
cuerpos es menor, por lo que los ancianos tienen menos protección contra los
microorganismos y las enfermedades crónicas, es decir enfermedades que duran
o son de por vida. Algunos cambios se pueden deber al proceso del envejeci-
miento en el área física, no obstante se ha demostrado que el no ejercitar las
funciones que aún poseen las personas mayores conlleva al deterioro e incluso
al dolor físico. Estadísticamente, se ha encontrado una alta prevalencia de enfer-
medades crónicas en adultos mayores, entre las cuales destacan la hipertensión,
diabetes, cardiopatías, artritis, problemas visuales y auditivos (Kalish, 1996, como
se citó en González y Padilla, 2006).


Por otro lado, de acuerdo a Craig y Baucum (2009), uno de los cambios cog-
noscitivos que se observa en la edad avanzada, es la disminución de la rapidez del
desempeño mental. Muchos investigadores han demostrado que en esta etapa de
la vida, se deterioran funciones intelectuales que exigen un desempeño acelerado.
La memoria sensorial y la memoria de largo plazo presentan una pérdida. En los
estudios de aprendizaje y retención, las personas mayores a menudo recuerdan
menos elementos de una lista o menos elementos de un diseño; sin embargo, la
memoria de trabajo no se ve afectada en comparación con la de los jóvenes.
Asimismo, todas estas deficiencias en la cognición de los ancianos se ven
compensadas por el conocimiento experto que adquieren, el cual se concentra
en el aspecto pragmático de la cotidianidad, lo que supone buen juicio y consejos
sobre los asuntos más importantes de la vida. A pesar de ello, aunque algunas
personas de la tercera edad conservan la capacidad de la memoria y adquieren
sabiduría, en algunos casos se presenta un progresivo deterioro cognoscitivo.
Esto se puede deber a enfermedades como el Alzheimer y la apoplejía; o en
otros casos a problemas de salud, una deficiente instrucción formal, pobreza y
falta de motivación.
Bienestar
Hay aspectos que son importantes y determinantes a la hora de hablar del bien-
estar en los adultos mayores, ya que este grupo poblacional sufre diversas pérdi-
das, entre las que se encuentran la pérdida de las capacidades físicas y mentales,
la disminución de la autonomía y la adaptabilidad, menoscabo de los roles fami-
liares y sociales, retiro del trabajo, pérdida de capacidad económica, deterioro en
la salud de consecuencias incurables y progresivas. En este sentido, los factores
físicos explican muchos casos de ausencia de bienestar, ya que el deterioro de
la fuerza física, movilidad, equilibrio, resistencia, etcétera, se asocia a una dismi-
nución de la ejecución de actividades básicas e instrumentales de la vida diaria
(Peniche, 2000).
Muchos autores consideran que la salud es una de las dimensiones más impor-
tantes para que un adulto mayor considere que tiene bienestar, a tal grado que
cuando no se tiene salud, existe dolor, enfermedad o amenaza de muerte, la felici-
dad es imposible y todo los demás se vuelve secundario o se torna insignificante.
En 2009 en México, las principales causas de muerte registradas fueron las
enfermedades infecciosas y las enfermedades crónicas no transmisibles como la
hipertensión arterial y la diabetes mellitus. No obstante, aunado a las enfermeda-


des crónico degenerativas, aumentan los índices de fragilidad, es decir la pérdida de


la autonomía. Por lo tanto, es de esperar que una gran parte de los adultos mayores
sean frágiles y padezcan, además, enfermedades crónicas (Xolocotzi, 2014).
A medida que las personas envejecen, el número de personas con discapa-
cidad es mayor, pues el envejecimiento supone por sí mismo un proceso gra-
dual y progresivo de limitación funcional. Además, conforme aumenta la edad,
aumenta también la proporción de personas enfermas, esto representa 51%
entre los 60 y 64 años y casi 71% de los que tienen 85 años y más. Por lo ante-
rior, es innegable el deterioro del organismo, por lo que algunos ven la etapa
de la vejez como un estado de existencia marginal, de “discapacidad natural”
creando estereotipos erróneos de los ancianos que impiden verlos con objeti-
vidad y entender su diversidad, sesgando la visión de esta población hacia una
representación negativa de la vejez, pese a que existen muchos ancianos felices y
funcionales que esperan con serenidad y paz interior lo inevitable.
Funcionalidad
La funcionalidad o independencia funcional es la capacidad que poseen las per-
sonas de cumplir acciones necesarias en el diario vivir, para mantener el cuerpo
y subsistir independientemente. Cuando el cuerpo y la mente en conjunto son
capaces de llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana se dice que la funcio-
nalidad está indemne (Sanhueza, Castro y Merino, 2005 como se citó en Estrella
e Hidalgo, 2014). Por lo tanto, cuando un adulto mayor pierde funcionalidad,
se dice que tiene una disminución de sus capacidades físicas y psíquicas, en las
capacidades físicas pierde flexibilidad, fuerza, resistencia, equilibrio y coordina-
ción; en cuanto a las capacidades psíquicas se pierde principalmente la memoria
(Xolocotzi, 2014). Conforme se va envejeciendo, aparecen restricciones en las
capacidades tanto para actividades funcionales como para la vida diaria, aunque
no de igual forma y en el mismo grado de severidad para todas las personas.
Las condiciones de deterioro funcional incapacitan a las personas mayores
hacer ciertas actividades de la vida diaria (AVD), y las instrumentales de la
vida diaria (AIVD). Las primeras se refieren a la actividad de caminar en un
cuarto, vestirse, bañarse, comer, entrar y salir de la cama y usar el excusado;
mientras que las segundas se refieren a ir de compras, preparar alimentos,
realizar tareas domésticas o salir de casa a algún lugar lejano. Estas incapa-
cidades aumentan considerablemente después de los 75 años de edad y se
incrementan entre las mujeres y en las zonas rurales (Solís, 2001, como se citó
en Estrella e Hidalgo, 2014).


Por otro lado, la dependencia funcional puede ser el síntoma inicial de un


proceso patológico en los pacientes ancianos y, en algunas instancias, puede ser
el único síntoma. Este deterioro físico puede afectar considerablemente la cali-
dad de vida y puede tener influencia en los cuidados futuros de las personas
mayores. Se sabe que actualmente la lesión traumática más común en los ancia-
nos es la fractura de cadera, pues conlleva altos costos y un incremento del
riesgo de muerte a corto o mediano plazo, además de ser la más grave porque
afecta la funcionalidad que puede llevar a la inmovilidad temporal o permanente
y trastornos emocionales como el síndrome post caída, el delirium y la depresión
(González y López, 2012).
Conducta dependiente
La conducta dependiente se refiere a pedir o aceptar, pasivamente, la ayuda de
otros para satisfacer las necesidades físicas o psicológicas. Se caracteriza por ser
multidimensional, es decir, puede producirse en múltiples dominios (físico, men-
tal y económico) y puede evaluarse en distintos niveles (conductual, personal,
situacional e interpersonal); asimismo se caracteriza por ser multicausal y mul-
tifuncional, ya que la dependencia es resultado de una combinación de factores
(estado biológico, situación sociocultural, económica y entorno) y puede tener
varias funciones.
En este sentido, la dependencia supone la imposibilidad para llevar acabo por
sí mismo actividades personales que resultan imprescindibles para subsistir, por
ello la persona dependiente necesita de la ayuda de otros para superar limitaciones
en el suministro de materiales, equipamiento o ayudas técnicas (Xolocotzi, 2014).
Deterioro cognitivo
Las alteraciones de la salud mental representan una contribución importante a
la carga de las enfermedades crónicas en cuanto a costos y discapacidad en la
población adulta mayor. Los problemas de salud mental son responsables de
31% de los años de vida perdidos por discapacidad entre las enfermedades no
transmisibles; la depresión es la segunda causa de discapacidad para los adultos
en general y la demencia la primera para los adultos mayores.
De acuerdo Manrique, et. al.,. (2013) la depresión y demencia son ya pro-
blemas de salud pública que deben ser atendidos puntualmente, ya que en rela-
ción con los padecimientos mentales, uno de cada seis adultos mayores presenta
síntomas depresivos significativos (17.6%), algo más de 7% presenta deterioro
cognitivo y alrededor de 8% demencia. Por otro lado, de acuerdo con las reco-


mendaciones de la OMS, es inminente la necesidad de considerar la demencia


como una prioridad en la salud pública y la asistencia social.
La creciente prevalencia de las enfermedades crónicas, incluyendo la demen-
cia, constituye un reto, pues afecta la funcionalidad, genera discapacidad, even-
tualmente conduce a la dependencia y representa además un incremento sig-
nificativo en el costo de la atención a la salud. Por tanto, se debe reconocer la
importancia del estado funcional de los adultos mayores, ya que determina en
gran medida la relación entre el envejecimiento poblacional y el gasto en salud
(Manrique, et. al., 2013)
En la vejez también se afecta el pensamiento, y la capacidad intelectual glo-
bal, rara vez permanece intacta. Y aunque muchos ancianos permanecen con
sus facultades mentales funcionales, muchos otros presentan diversos grados
de deterioro cognitivo llamados en su conjunto demencia. La demencia es un
síndrome indicativo de un deterioro progresivo del tejido cerebral que afecta los
procesos del pensamiento y afecta sobre todo a las personas de edad avanzada.
El 20% de todas las personas con más de 80 años padece demencia. Debido al
envejecimiento creciente de la población, la demencia se está convirtiendo en
un problema de gran magnitud por lo que el psicólogo clínico debe tener bases
sólidas para comprender e intervenir en esta condición (Duarte, 2011).
Signos de la demencia
La pérdida de memoria es el signo más común y temido de la demencia. De
hecho, muchos ancianos se sienten atemorizados ante la pérdida de memoria
pensando que pueda ser el primer signo de una demencia que les lleve a per-
der su autosuficiencia y a depender totalmente de los demás. Afortunadamente,
esto no es necesariamente así, en muchos casos la pérdida de memoria, puede
ser simplemente un signo de vejez sin estar asociado a un proceso demencial.
Además, hay personas que han tenido mala memoria toda su vida y ésta se exa-
cerba con la edad.
La demencia conlleva muchos otros problemas además de la pérdida de
memoria. En personas con demencia, la pérdida de memoria es, además, tan
grave que hace que el paciente no pueda ya seguir funcionando de forma inde-
pendiente. Ejemplo de ello es cuando se pierde al ir de compras cerca de su casa,
olvida tomar su medicación o si ya ha desayunado y empieza a desconocer a
familiares cercanos como el cónyuge o los hijos.


Cabe señalar, que el hecho de que una persona pueda sentirse súbitamente
confundida, no supone necesariamente que padezca una demencia. La demen-
cia es un deterioro global, progresivo y significativo de la capacidad mental y su
curso debe documentarse con pruebas psicológicas que evidencien de manera
objetiva este deterioro.
Causas de la demencia
La demencia puede estar producida por diferentes causas. En todos los casos,
implica un daño de las células cerebrales. En general, los clínicos identifican dos
grandes grupos, la degenerativa o de tipo Alzheimer y la No-Alzheimer, muchas
veces de origen vascular o metabólico en los que otra enfermedad provoca la
demencia, por ejemplo, mal funcionamiento de la glándula tiroides, deficien-
cias vitamínicas graves, trastornos genéticos poco frecuentes como la Corea de
Huntington, infecciones cerebrales como ocurre con el SIDA, aumento de líquido
cefalorraquídeo y las neoplasias cerebrales.


El objetivo del presente trabajo fue conocer el nivel de funcionamiento y el
deterioro cognitivo de mujeres adultas mayores de la ciudad de Mérida, Yucatán.
Asimismo conocer si el nivel de funcionalidad tiene relación con el deterioro
cognitivo de los adultos mayores.


Tipo de estudio y diseño
Este estudio fue de tipo exploratorio, descriptivo, con metodología cuantitativa
mediante la aplicación de una encuesta en entrevista personal. Participaron 172
mujeres, con un promedio de 65 años, jubiladas o pensionadas del IMSS, residen-
tes de la ciudad de Mérida, Yucatán, las cuales fueron seleccionados mediante un
muestreo intencional por cuota.
Instrumentos Barthel
El índice de Barthel es una escala heteroadministrada que evalúa 10 actividades
básicas de la vida diaria (ABVD): comer, lavarse, vestirse, arreglarse, deposición,
micción, ir al retrete, trasladarse sillón-cama, deambulación, subir y bajar esca-
leras. Se puntúa de acuerdo al grado de dependencia o independencia que tiene
una persona para realizar cada actividad evaluada (< 20 dependencia total, 20-35


dependencia grave, 40-55 dependencia moderada, 60-90/100 dependencia leve


y 100 independiente). Su tiempo de aplicación es aproximadamente 5 minutos,
y la recogida de información puede ser a través de la observación directa y/o
interrogatorio de su cuidador o familiares si su capacidad cognitiva no lo pemite
(Mahoney y Barthel, 1965 como se citó en Estrella e Hidalgo, 2014).
Pffeifer
La escala Pffeifer consta de 10 items que detectan la existencia y el grado de
deterioro cognitivo, este cuestionario explora la memoria a corto y largo plazo,
la orientación, concentración, la información sobre los hechos cotidianos y la
capacidad de cálculo. Se evalúa en función de los errores: 0-2 normal, 3-4 dete-
rioro cognitivo leve, 5-7 deterioro cognitivo moderado y 8-10 deterioro cogni-
tivo severo (Gaspar, 2011).


La aplicación de la escala se realizó de forma colectiva en el lugar de reunión
del grupo de adultas mayores. A las personas se les dijo el objetivo del estudio y
se solicitó su colaboración, a través de una carta de consentimiento informado
(CI); una vez obtenida su aprobación, se les explicó la manera de responder.
El tiempo que las personas tomaron en responder fue de aproximadamente 30
minutos.


Para determinar la frecuencia de la funcionalidad y deterioro cognitivo de las
participantes, se procedió a realizar un análisis descriptivo por medio de la
obtención de puntuaciones medias y desviaciones estándar para cada uno de los
factores de las escalas Pffeifer y Barthel y posteriormente se realizó un análisis
de asociación de Pearson con ambas variables.
Al llevar a cabo el análisis de frecuencias del nivel de funcionalidad de las
adultas mayores, un 91.3% presenta un nivel de dependencia leve y un 8.7%
tiene dependencia moderada. Ver tabla 1. Nivel de funcionalidad.


Tabla 1
Nivel de funcionalidad
Barthel
Nivel de Frecuencia Porcentaje
independencia
Dependencia grave 0 0%
Dependencia 15 8.7%
moderada
Dependencia leve 157 91.3%
Independencia 0% 0%
Total 172 100%

De igual manera, con respecto al nivel de funcionalidad en las adultas mayo-


res, las frecuencias más significativas se encuentran en los factores comer (M=
9.88), vestirse (M=9.59), arreglo (M= 4.83.), deposición (M= 9.48) y retrete (M=
9.39) y la más baja fue la del factor escalones (M=7.12). Ver tabla 2. Resultados
Barthel.
Tabla 2
Resultado Barthel
Barthel
Frecuencia Porcentaje Media Desv. típ.
Dependiente 2 1.2
barthel_comer 9.88 1.075
Independiente 170 98.8
Dependiente 21 12.2
barthel_lavarse 4.39 1.642
Independiente 151 87.8
Dependiente 1 .6
barthel_vestirse con ayuda 12 7.0 9.59 1.474
Independiente 159 92.4
Dependiente 6 3.5
barthel_arreglo 4.83 .920
Independiente 166 96.5
Incontinente 3 1.7
barthel_deposición Ocasional 12 7.0 9.48 1.798
Continente 157 91.3


Barthel
Frecuencia Porcentaje Media Desv. típ.
Incontinente 10 5.8 8.87 2.708
barthel_micción Ocasional 19 11.0
Continente 143 83.1
con ayuda 21 12.2
barthel_retrete 9.39 1.642
Independiente 151 87.8
con ayuda 50 29.1
barthel_traslado 8.55 2.277
Independiente 122 70.9
con ayuda 57 33.1
barthel_deambular
Independiente 115 66.9 8.34 2.360
Dependiente 13 7.6
barthel_escalones con ayuda 73 42.4
7.12 3.153
Independiente 86 50.0

Al llevar acabo el análisis de frecuencias del nivel de deterioro cognitivo de las


adultas mayores, un 52.3% presenta un funcionamiento cognitivo normal y un
6.5% tiene deterioro cognitivo severo. Ver tabla 3. Nivel de deterioro cognitivo.
Tabla 3
Nivel de deterioro cognitivo
Pfeiffer
Nivel de deterioro cognitivo Frecuencia Porcentaje
Normal 90 52.3%
Deterioro cognitivo leve 40 23.3%
Deterioro cognitivo moderado 31 18%
Deterioro cognitivo severo 11 6.5%
Total 172 100%

Al realizar el análisis descriptivo se encontró que las frecuencias más signifi-


cativas en cuanto al nivel de funcionamiento cognitivo, son para los factores de
Lugar (M= .98), lugar de nacimiento (M=.97), día (M= .85) y fecha (M=.81), la
más bajas fueron la del factor teléfono (M=.58) y el factor presidente (M=.61).
(Ver Tabla. 4. Resultados Pfeiffer).


Tabla 4
Resultados Pfeiffer
Frecuencia Porcentaje Media Desv. típ.
pfeiffer_fecha Correcto 140 81.4% .81 .390
Incorrecto 32 18.6%
pfeiffer_día Correcto 146 84.9% .85 .359
Incorrecto 26 15.1%
pfeiffer_lugar Correcto 168 97.57% .98 .151
Incorrecto 4 2.3%
pfeiffer_teléfono Correcto 99 57.6% .58 .496
Incorrecto 73 42.4%
pfeiffer_edad Correcto 150 87.2% .87 .335
Incorrecto 22 12.8%
pfeiffer_lugarnac Correcto 167 97.1% .97 .168
Incorrecto 5 2.9%
pfeiffer_goberna- Correcto 134 77.9 .78 .416
dor Incorrecto 38 22.1%
pfeiffer_presidente Correcto 105 61.0% .61 .489
Incorrecto 67 39%
pfeiffer_aritmética Correcto 127 73.8% .74 .441
Incorrecto 45 26.2%
pfeiffer_planetas Correcto 121 70.3% .70 .458
Incorrecto 51 29.7%

Posteriormente, para conocer si existe relación entre el nivel de funciona-


miento o de independencia y el deterioro cognitivo se realizó un análisis de
asociación de Pearson para cada factor. Los resultados indican que se encon-
traron correlaciones significativas estadísticamente entre el deterioro cognitivo
(Pffeifer) y los factores de nivel de funcionamiento e independencia (Barthel)
(r=.489; p=.001).


Los hallazgos aquí presentados evidencian las condiciones del estado funcional y
la cognición de mujeres adultas mayores, información que puede ser de gran uti-


lidad a la hora de diseñar, adecuar o fortalecer programas y/o políticas de salud


pública a favor de este grupo de la población mexicana (Manrique, et. al. 2013)
De acuerdo con el análisis que se llevó a cabo a través del instrumento
Barthel que evaluó el nivel de independencia de las adultas mayores, el 8.7%
de la población estudiada presenta un nivel de dependencia moderada, mien-
tras que un 91.3% tiene un nivel de dependencia leve y ninguna participante es
dependiente totalmente. Estos datos contrastan con los obtenidos por González
y López (2012), donde se encontró que 46.1% eran independientes, 37.2% cur-
saban con dependencia leve y 16.7% tuvieron una dependencia moderada, no
encontrándose alguna mujer con dependencia grave. Como podemos observar,
la población del presente estudio presenta mayor independencia de las mujeres
para realizar actividades cotidianas.
Asimismo, se puede observar que las actividades que pueden llevar de forma
independiente tienen relación con las actividades de la vida diaria (AVD), es
decir la mayoría de las mujeres adultas mayores no tienen dificultad para comer,
vestirse, arreglarse y usar el excusado de forma independiente. No obstante, se
les dificulta subir escalones, lo que puede repercutir en su traslado dentro de su
propia casa o para usar el transporte público. El deterioro funcional impide que
las personas mayores puedan realizar AVD, por tanto la mayoría de las mujeres
en esta etapa de la vida no presentan deterioro funcional.
Con relación al deterioro cognitivo de las adultas mayores, un 6.5% presenta
deterioro cognitivo severo, 18% moderado, 23.3% leve y 52.3% no presenta
deterioro cognitivo. Y aunque en la vejez se afecta el pensamiento y la capacidad
intelectual global rara vez permanece intacta, muchos ancianos (as) permanecen
con sus facultades mentales funcionales, mientras que otros presentan diversos
grados de deterioro cognitivo llamados en su conjunto demencia (Duarte, 2011).
De igual manera, la mayoría de las adultas mayores posee un buen funciona-
miento cognitivo, ya que presentan una buena orientación espacial y memoria
a largo plazo, es decir, tienen plena conciencia en dónde nacieron, dónde se
encuentran en un momento dado y la fecha presente. Sin embargo, se les difi-
culta recordar hechos cotidianos como los números telefónicos y el nombre de
personas importantes en la sociedad, como el nombre de presidente del país.
Esto concuerda con las definiciones conceptuales expuestas en el apartado teó-
rico, ya que una de las deficiencias que se adquieren con el paso de la edad se da
en la capacidad intelectual y el consecuente deterioro cognitivo, como lo es el


caso de la demencia, principal problema de salud mental de los adultos mayores


que los puede conducir a la discapacidad.
Los análisis de asociación evidencian que a mayor deterioro cognitivo existe
menos funcionalidad e independencia en las mujeres adultas mayores, es decir
que cuando tienen un nivel deterioro cognitivo elevado presentan menos fun-
cionalidad y por tanto las hace propensas a ser atendidas por otras personas para
subsistir.


En conclusión, la disminución de las capacidades físicas, cognoscitivas o sen-
soriales que ocurren con el proceso de envejecimiento puede llevar al deterioro
de las capacidades funcionales de las personas mayores, lo cual repercute en su
posibilidad de vivir de forma independiente y sentir bienestar en cuanto a su
vida en general (Dorantes, et al, 2007). No obstante, los resultados muestran que
las mujeres en esta etapa de la vida tienen un buen nivel de funcionalidad y fun-
cionamiento cognitivo, los cuales son factores que influyen en el bienestar de la
población adulta mayor (Zahava y Bowling, 2004).
En este sentido, los factores físicos explican muchos casos de ausencia de
bienestar, debido al deterioro de la fuerza física, movilidad, equilibrio, resisten-
cia, etcétera, que se asocia a una disminución de la ejecución de actividades bási-
cas e instrumentales de la vida diaria. Por ello es necesario dedicar tiempo al
trabajo de prevención en el tema de deterioro cognitivo en los adultos mayores,
ya que afecta su independencia y por tanto su nivel de bienestar (Peniche, 2000).
Las limitaciones del presente estudio son que la población analizada es
pequeña, (172 mujeres); de igual manera el promedio de edad fue de 65 años,
por lo que los resultados no se pueden generalizar para todos los adultos mayo-
res que se encuentran arriba de este rango de edad. Asimismo, la mayoría de los
participantes son jubilados o pensionados del IMSS, por lo que las personas que
no cuentan con una pensión quedan fuera del parámetro y todas son residentes
de la ciudad de Mérida, Yucatán, por lo que la población rural se desconoce nivel
de funcionalidad y deterioro cognitivo.


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