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Homenaje a Amanda Castro:

poeta de la reivindicación

María del Mar López-Cabrales (compiladora)


Colorado State University

Amanda Castro nació en 1962 y falleció en 2010. Ganadora del premio Hoja del Laurel
en Oro otorgado por el Presidente de Honduras Manuel Zelaya, publicó Celebración
de Mujeres, Quizás la sangre, Poemas de amor propio y de propio amor, Una vez un barco,
Pronombres de tratamiento en el español hondureño, La otra cara del sol y Viajes y sueños:
reflexiones sobre creación e identidad y Otros testimonios: voces de mujeres centroamericanas.
Le dejo mi particular homenaje a la poeta hondureña y compañera de estudios en
la Universidad de Pittsburgh y del Departamento de lenguas extranjeras de la Universidad
del Estado de Colorado Amanda Castro, fallecida a los 48 años en Honduras. Un grupo de
amigos de Honduras, Estados Unidos y Londres han querido recordarla con estos textos.

*Fotos de Francesca Randazzo

229
Diana Espinal
A Amanda Castro.
Fuiste la amiga inclaudicable
Mujer que ardía entre frontispicios y piedras
Fuiste calle que arrancaba de los postes las luces amarillas y las polillas
Fuiste proliferación de manos y aplaudiste recorridos de trenes y caminatas
nocturnas
Con tu sangre fundaste páginas con letras encarnadas en el día a día
Con el ayer ayer
Con el hoy y la danza del fuego en pequeñas chispas de perlas
Hoy
La luna tiene sus alas abiertas
En la mano tiene una pluma
Hace un jeroglífico en consternación y subraya en la memoria
El parpadeo esdrújulo de tu partida 
Alejandra Flores Bermúdez
Para Amanda Castro
Amiga, exposiciones
nos dibujaste que explotaban
poemas de orgullo
y caminos cuando tú
verdes las iniciabas.
esmeralda Amiga,
esperanza hasta el final
año tras año luchaste
tú con tu oxígeno por dar de ti
de puño firme el último suspiro
agotándote lleno de verbo y luz.
guerreando Sobre el mar
contra muertes tú
que te llegaban como faro
calle tras calle ejemplo
Tú mansamente de vida
tornabas roja hondura de tu país
de vida entrañable amor
la muerte que circundaba. le diste
Guerrera y nos diste.
acariciabas  dolores Poeta
para liberarlos desde la muerte
en poesía y arte. retornas
Nos regalaste cual ave fenix
caminos en libros y evocaciones.
antologías Amiga, Amanda.
recitales

230 CONFLUENCIA, SPRING 2012


Delmer Dagoberto López Moreno
Hasta siempre Amanda.
La anudada en la garganta Amanda, firme y sincera
quiere decir adiós, con luz campeadora
Ella, tuya y nuestra con pulmones al aire
se me ha hecho llanto. en huelga de hambre resiste
Quiere canto Amanda,
y no puede besar el aire,  Matria revolucionaria
y revivirte  pulmones lección de vida para la vida
Quiere abrir la tierra, unidad de verso agudo
jugar a tu gaviota que vence oligarcas asesinos.
_la que enseña ternuras al mar
Amanda, resistencia pura
Quiere estar en el sueño Canto lección que se siembra
y tus ojos le han dejado libre. De padres a hijosehijas.
Hasta siempre luz de Matria. Amanda flor blanca y tierna
luna de cantera,
Mujer, con un paso de invencible
Amanda, en huelga de hambre voz…
resiste. _verbo hecho metralla_
Amanda,
Te quiero como amo
Amanda, con alma de acero. a Honduras.

Nela del Río

A Amanda Castro, en memoria

House of leaves / La casa de hojas


Deseos de explorar/ el secreto pasaje de los significados/ buscando el nombre de los
nombres/ para que el cuerpo no se vaya de sí mismo/ y al mismo tiempo intensamente/
descifrando las piedras/ desatando/ los nudos/ de hilos de colores/ rescatando sonidos de
viejos pergaminos/ para arribar a la casa de hojas/ sin irreverencia/ y dar cuerpo a la palabra.

VOLUME 27, NUMBER 2 231


Inocencia de la paloma

en la plaza del ayuno, Honduras,


septiembre 22 – octubre 4, 2009

Salta porel tejado completamente distraída


no sabe que es La Paz, volando por el mundo,
que le escriben canciones y poemas,
la usan en discursos,
hasta ignora que tiene en el pico una rama de olivo.
Parece entretenida
picoteando aquí y allá.
Se detiene un momento, atenta,
una pequeña escultura.
Imprevistamente tuerce la cabeza,
para un lado y para otro,
tal vez escuchando gritos, o gemidos.
Sin ruido se lanza a volar como si trazara un mensaje,
  y se pierde borrando su aleteo.
El silencio, transparente, queda lleno de plumas.
Como un telón, el cielo, se sabe ausente.

La verdad literal
Ya ves / diosa de oxígeno enclaustrado / que estamos articuladas / en el lenguaje / nos
aislamos imaginando / formas de expresión/ para explorar el poder de las palabras
navegantes / fuente del deseo / e inscribiéndonos en lo que creemos que somos / pero no
hay substitución que revele el cuerpo / Sin embargo la poesía teje la carne y el pensamiento
/ más allá de la verdad literal.

232 CONFLUENCIA, SPRING 2012


La fuga (De Laberito vertical, poemario inédito)
Para huir de esa vida de encierro llenando los huecos de la historia.
algunas mujeres se salieron del Caminaron a la laguna donde
cercado, aguardaba el agua
a deshora, y reconociendo el poder del nombre
cuando la vigilancia invernaba. se bautizaron mutuamente.
Lavaron las creencias impuestas
Apenas llegaron que las fabricaban débiles,
al lugar donde se guardan las charlatanas y vacías.
memorias, Nacieron como ellas se quisieron
escritas, cantadas o pintadas, y salieron del agua reluciendo
sintieron la compañía cuerpos nuevos.
de la historia muda
y se aprestaron a conocerse. Así llegaron a la falda de los nuevos
Se escucharon poniendo los oídos en siglos
el corazón y comenzaron a divulgar la
y se supieron fuertes buenanueva.
y amontonando los bultos del pasaje
se pusieron de pie

Gladys Ilarregui
Cuarto peldaño Como una reina sola en una
           para Amanda torre oscura
a donde estás no puedo alcanzarte, Aquí en el desperdicio de la ecología
la tierra abre una boca azul y te traga, de alas de pájaros y pétalos cerrados por el
pero en alguna parte óxido
yo siento aquí en el otoño más urbano tallo y hoja
que todo está despierto fundidos por el frío, aparece la mujer
que estabas esperando, la mujer poeta
en algún punto viaja sola en el viento contra los candados, y abre las cerraduras
una partícula de lo que fuera tu hombro como antiguos repudios abren amorosos
o tu boca, porque quiere ser siempre secretos pegados a las lágrimas.

a pesar de la noche. Abandonada un poco antes de la muerte


de toda esperanza, en el punto final
tapada por la sábana, un verso sin edad
te cubre respirando las espinas oscuras.

VOLUME 27, NUMBER 2 233


Y en las torres sucias suben tus versos Relámpagos (Tegucigalpa)
como suben los dedos de nácar de esas como abren las nubes sus gritos luminosos
mujeres que terminaron solas como abren heridas los amantes y los países
la tierra que pisaste, la bandera de Honduras,
suben tus días y tus palabras como abre el tiempo su contradicción y su
que no tienen muerte soledad a pesar de los ritos,
por las altas fuerzas de la memoria. así te abriste para una patria pobre, para una
capital en emergencia, para un país de
*Amanda escribió un poema sobre Juana la astucias
Loca, yo quise situarla en un paisaje de otro para un golpe de estado
tiempo. y tu respiración fue himno triste, a la
intemperie
En un desgarramiento que no tiene épocas. y con los ojos fijos, tu respiración
hundía a los villanos con un poco de cielo
agujereado por las voces del agua,
las manchas de la lluvia sobre las calles rotas
la lluvia/ luminosamente sola/ no esa lluvia
no esa
esta lluvia, ahora, sobre nosotros.

Marta Zabaleta, (Londres 2010).


A Amanda Castro
Estás en nuestras cartas,  Pájara de la libertad
en la amistad con Nela seguirás volando en torno mío,
en el centellar de vidrios que reflejaban al rondando en tus poemas, 
sol tu valentía salvaje de mi tiempo su fuente.
cuando las hordas destrozaron tus ventanales  Y cuando al alba
de opositora al golpe en Honduras. estés sonriéndole a la aurora 
No lloraré por ti. recuérdate que debes regresar 
Que te llore  cuando mi muerte llame,
la historia que te mata. para llevarme.
Que no te pare nadie.

234 CONFLUENCIA, SPRING 2012


VOLUME 27, NUMBER 2 235
Tina Escaja
University of Vermont

Reflexiones sobre un adverbio: Quizás la sangre…de Amanda Castro.”

Quizás la sangre…es un atormentado y brillante poemario de Amanda Castro que


propone, en su “Primera parte,” una clarividente genealogía de la violencia. La sangre
como metáfora manida llevada al extremo ahora de la mancha menstrual, de la picana, de
la violación sexual como ejercicio ontológico, del silencio como complicidad de la mujer
en ese amago de divinización falocéntrica, pero también como estrategia de supervivencia:
hacer callar y callarse (23-24); esconder el pecho cuando nace para no soliviantar a la
bestia (36); “latigar” y “latigarse” en un ejercicio de des-composición semántica que
incide en la agresión y deconstrucción especular: “Crecimos alejadas de nuestros cuerpos/
“sucios y pecaminosos”/ y nos latigában-mos en silencio/ al sentir la sangre del deseo/
acechándonos”(24).
“Quizás Alejandra tenía razón” (25), especula la voz poética-narradora de esta
posibilidad de filogenia que el poemario propone, en un enlace emblemático con la poeta
argentina Alejandra Pizarnik, a quien ahora la autora evoca a propósito de su célebre La
condesa sangrienta. Quizás entonces no exista otra posibilidad del amor que en función de
la sangre, de la violencia. Gritar en el orgasmo, ¿“es signo de placer / o de tortura?” (28).
Pregunta retórica con una sola afirmación posible, si bien la desesperanza se muestra en
esta “Primera parte” como conclusión (aunque no como evidencia, porque la locución
adverbial se mantiene): “Tal vez ha sido/ toda esta mierda acumulada/ las noches ajenas y
frías/ lo que ha arrancado de mis ojos la esperanza (37)
Carina Pirelli define la “memoria de sangre” como aquella memoria “that arises from
an experience of fear, hardship, pain, and loss so extreme as to turn it into the salient fact
of the past” (40). Esa memoria es la que se impone como referencia temporal y vital, según
indaga Pirelli a propósito de la historia argentina. Amanda Castro amplía el concepto
para aludir a la épica de la existencia, al poder, a la construcción histórica y vital en que se
inserta la sumisión violenta de la mujer, fractura que no es coyuntural sino penosamente
originaria. En esa memoria y fractura se inserta inevitablemente también, como señala
Perelli, “the cult of the dead” (40). La segunda parte del poemario de Amanda Castro rinde
asimismo culto a los muertos, habla “De suicidios y rupturas…” La reticencia se mantiene,
esos puntos suspensivos que implican duda, pero también reserva y complicidad. La
distancia entre el yo y el ellos se desdibujará, anticipándose a sí misma entre los muertos,
entre la memoria “futura,” en su último poemario El paso de la muerte.
Los “caídos” en esta segunda parte de Quizás la sangre…son muchos y necesarios
para que la tercera parte del poemario se haga posible: el hombre que insiste en ser amado
y la mujer que asiente y disiente de ese amor-dolor-violencia (I); el deseo que fue (que no
el amor); los desaparecidos y los que aprendieron a callar para sobrevivir (IV); la palabra
como hechizo ineficaz, como encuentro inútil (VI); las oportunidades de amor perdidas a
causa de la violencia y los prejuicios, algo que se resuelve en un grito de autoafirmación con
que concluye esta segunda parte del poemario: “Cómo se atreven a decir/ que Dios jamás
habrá de bendecir/ mi unión / a esta otra mujer” (53).

236 CONFLUENCIA, SPRING 2012


“Ars Poética,” tercera y última parte del poemario, culmina ese recorrido, desmiente
acaso la desesperanza apuntada al final de la “Primera parte,” para transformarla en éxito y
reposo, en respiro y prórroga: “Ella me había calmado los sueños / horrorosos de la sangre
/ y la tortura” (59).Pero como tal, como prórroga, constituye un ejercicio temporal: “Hoy
he vuelto a quedarme sola / como siempre” (60).
A pesar de la presunta transitoriedad, “Ars Poética” logra transformar el adverbio
“quizás” en afirmación y alegato. El presunto “olvido del amor” cuyos orígenes en la
violencia rastreaba la hablante en la “Primera parte,” deriva ahora en el encuentro con la
amada, con la otra, en la certeza de los cuerpos y el placer. Se trata de una progresión no
únicamente personal y sentimental sino ontológica y feminista. Las instancias ancestrales
de la violencia aparecen superadas por la voluntad y acaso la distancia, por el “desaprender”
de las mismas. Si en la “Primera parte” se enfatiza que “A nosotras nos criaron para ser
víctimas” (26), ahora la mujer, como entidad colectiva implícita en el deseo enamorado
e individual del yo poético, ama y goza de un tú mujer, sana la herida de la violencia
sexual, de la picana, de la guerra, de la invisibilidad y de la muerte: “Hubiéramos querido
ser invisibles / -éramos invisibles-“ (36), había anotado la hablante en la “Primera parte”
del poemario. En la paradoja se cifraba el dolor, la rabia, la injusticia, y el principio de la
victimización de la mujer que “Ars Poética” transgrede desde un yo que ama y que postula:
“¡Déjame refugiarme en tus labios!/ Ábreme/ las humedades/ que necesito/ sentir/ tus
contracciones”(79).
Janet Gold, en su prólogo al volumen El paso de la muerte, comenta que los “poemas
de ‘Ars poética’ forman un manifiesto estético que declara que la musa de la poeta es el
cuerpo de la amada, cuerpo que hace correr la sangre, lengua que hace cantar la verdad,
caverna húmeda donde nace la vida” (17). En este re-membrar se cifra la clave existencial
del poemario, a modo de recuerdo transformado, acaso desde la distancia geográfica a la
que apunta Gold a propósito de la toma de conciencia poética de Amanda Castro: “la poeta
hábilmente ha fundido y separado su identidad individual con la de su patria” (12). En “Ars
Poética” la hablante logra reunir las partes, consigue agencia sobre el cuerpo desmembrado,
silenciado, tiranizado, violado e invisible que denunciaba genealógicamente: “Así perdimos
las caricias/ Crecimos en la era del miedo/ Y acostumbrados al terror/ nos alejamos de
nuestros cuerpos/ convirtiéndonos en seres errantes/ -comestibles de fieras-/ no pudimos
jamás soportar la ternura/ ni dar/ con nuestras manos” (21). Por el contrario, ahora la
hablante se yergue desde la distancia y la voluntad sobre/contra el pasado, la geografía y
la violencia machista. El amor, el sexo, el deseo, confirman en “Ars Poética” la metáfora
de la sangre como ejercicio de pasión y vuelo, superan incluso la dicción estilística para
imponerse como presencia: “la sangre ha dejado de ser una metáfora / para convertirse en
la esencia de las cosas” (61). Ya no se trata del sacrificio como mujer y del silencio como
estrategia contra/cómplice de la violencia, (apuntado como adversativa a modo de clave
del poemario), sino como “arte” y evidencia política, personal y “poética”: “Habitar/ tu
cuerpo/ -paraíso subterráneo-/ Acudir/ contigo a esa cita/. . . . . . . . . . . . . / Escuchar/ tu
lengua antigua /en la humedad de tus cavernas/ Soñar el universo” (62).
La sincopación ahora no es producto de la fractura por la violencia sino de los
espasmos del amor:

VOLUME 27, NUMBER 2 237


Tu aliento recorre mi espina
        E
     B
  U
S
Y
B
A
J
A
como un hiiiiiiiiiiilllllllllllllooooooooooooo
acompasado
con tu respiración.    (66)

No obstante, a pesar de la evidencia última en esa búsqueda ontológica y retórica


que se presenta como subtexto en el poemario (“Nuestros espasmos / son las misteriosas
/palabras del amor” 67), permanece la imposibilidad de nombrar. La memoria del amor
tiene su revés en las palabras, que una vez más se muestran inútiles o insuficientes. La
retórica del silencio parece imponerse: “Cada cosa que tengo está ya nombrada/ o la
nombro/ en tu nombre/ como inválidos helechos/ que jamás dejan el río” (71).
Entre el significado y el significante, entre el tú y el yo, permanece el vacío, el deseo
permanentemente insatisfecho de expresar en coherencia con el deseo sexual y de ser/
existir. Entre lo que fue y lo que la fracturada memoria y su épica ontológica recupera se
mantiene la adversativa y la reticencia, la duda, la implícita duplicidad binaria, en cuyo
centro se sitúa el poema: “apretar el gatillo/ o saltar el precipicio/ Te hablo y me silencias/
te toco y me desaparezco” (77).
Los últimos dos poemas del libro logran, sin embargo, proponer una alternativa
a esa insuficiencia, una celebración última de la palabra, la poesía y el deseo. El primero
de estos dos últimos textos, titulado “El cuadro infinito” (78), podría considerarse un
“metapoema.” De hecho, “El cuadro infinito,” con su segmento titulado “¿Variaciones
del cuerpo / o / animales subterráneos?” (78), no responde a la secuencia numerada del
volumen, y se sitúa, a modo de paréntesis, entre los poemas XIII y XIV del libro. En “El
cuadro infinito,” construido en columnas progresivas de cuatro palabras-clave, se juega a
apresar lo infinito y combatir el silencio/vacío mediante instancias especulares:

238 CONFLUENCIA, SPRING 2012


Lengua universo sangre cavernas
Universo sangre cavernas lengua
Sangre cavernas lengua universo
Cavernas lengua universo sangre   (78)

La repetición especular lleva consigo la implicación infinita, en una ordenación múltiple


que renegocia la genealogía planteada desde la adversativa en la “Primera parte,” para
establecer ahora un nuevo paradigma ontológico. Las partes/palabras/conceptos primigenios
progresan sistemáticamente en el cuadro infinito planteado por el poema y extendido al
segmento “¿Variaciones del cuerpo / o / animales subterráneos?” La tipografía de estas
“Variaciones” forma parte de la ecuación cuántica, de ese experimento que busca aludir a
la construcción física del universo, del ser y del poema, en sus partículas o componentes
integrados por letras (progresiones que van de la “C” mayúscula a la “A,” la “H” y que
culminan en la “P”), palabras y formas semánticas (Cuerpohumedad / Cuerpoanimal),
con una resolución final y única: el Poema: “Habitar:/ el juego de la poesía/ Poesía:/habitar
el fuego subterráneo” (78).
Este “big bang” que reestructura el poemario en contenido y forma, deriva y culmina
en el último poema del libro, el poema XIV. En él se regresa y se hace homenaje a la poesía
en su forma primigenia, que en el poemario también conlleva la certeza ontológica: el
poema de amor, la poeta enamorada. La poesía se confirma como deseo y alegato, cerrando
el círculo planteado desde el interrogante y la adversativa en Quizás la sangre…Con este
último poema se solventa entonces la reticencia iniciada en la “Primera parte” con la
especulación sobre el origen del desamor en la violencia. Así en el poema I: “Quizás porque
nuestra primera sangre marcó/ el camino del sufrimiento/ quizás/ por eso se nos olvidó/
la otra sangre/ la que bulle y nos enseña el amor/ la de preservar la especie/ la que nos
hace temblar con tu abrazo/ al roce de tus dedos/ limpios/ la que se acumula en los labios/
-deseo postergado-/ Quizás fue por eso que se nos olvidó el amor”(20).
Por el contrario, en el poema XIV, con que concluye el poemario, se impone la
certeza, el alegato, la savia del amor como ejercicio ontológico y veraz que aúna el pasado
y el presente, que completa, al tiempo que re-vela, la aposiopesis implícita en el adverbio
“quizás…”: “Ábreme/ que necesito una vez más/ tu líquida pasión primigenia/ -resbálame
entre tus piernas-/ igual que el primer día/ cuando nacimos/ rompiendo con un grito/ el
silencio mortal” (80).
El grito no es ahora el grito de la violencia sino el grito del placer y del ser, instancias
en las que se instala por derecho propio la hablante-mujer, a modo de coyuntura ontológica
que desarticula el adverbio “quizás…” al tiempo que reinstaura la memoria, la historia y su
voluntad de sangre (en su equivalencia existencial, sexual, y también feminista). Ontología,
feminismo, autoconstrucción/deconstrucción, logran hacer de este poemario uno de los
más sabios y valientes de la poesía latinoamericana en el nuevo milenio, abriendo nuevos y
saludables cauces y arquetipos en la historia de la literatura hispánica.

VOLUME 27, NUMBER 2 239


Bibliografía
Castro, Amanda. El Paso de la Muerte. Tegucigalpa: Ixbalam, 2006. Print.
———. Quizás la sangre…Tegucigalpa: Utopía Ed., 2001. Print.
Gold, Janet N. “‘La de los ojos grandes y el vestido rojo’: La poesía de Amanda Castro.” El Paso de la
Muerte. de Amanda Castro. Tegucigalpa: Ixbalam, 2006 :11-20. Print.
Perelli, Carina. “Memoria de Sangre. Fear, Hope, and Disenchantment in Argentina.”Remapping Memory. The
Politics of TimeSpace. Ed. Jonathan Boyarin. Minneapolis/London: UMinnesotaP, 1994. 39–66. Print.

Francesca Randazzo
Amanda
Desde el lugar en que vivís en nuestros corazones, vas dejando una estela de luz. Tus pasos se
encienden a medida que vas andando nuestros caminos. Vos que limpiaste con leche y miel el
suelo herido de nuestra tierra, que sanaste jardines y en tus huertos muchos volvieron a nacer.
Miles de flores han poblado siempre en tu recuerdo. Cuando te fuiste, soñé con un buque,
una embarcación muy grande navegando por aguas muy frías. Desde muy lejos, veía como
alguien caía al mar y unas columnas blancas despuntaban hacia la espesa noche. Me decía
a mi misma desde ese otro mundo en que se adentraba: “Ves como va tranquila, ¡no se
ahoga!”.El cuerpo bajaba a las profundidades adormecido por el frío de las aguas, con la
suave calma con que el mar acaricia en su inmensidad.

240 CONFLUENCIA, SPRING 2012

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