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No es casualidad de que el régimen soviético cayera por su propio

peso a fines de la década de 1980. Es importante considerar que la URSS a


partir de 1949 logró un gran arsenal de armas nucleares y que cualquier intento
por parte de las potencias occidentales, lideradas por Estados Unidos, de
cambiar la situación a través de la intervención directa, podría tener
consecuencias indeseables. La destrucción mutua asegurada fue lo que
mantuvo relativamente fría a esta guerra. Una potencia no podía atacar a la
otra sin el riesgo de su propia caída. Sin embargo, esto no impidió que
veladamente rusos y estadounidenses se vieran las caras en el terreno de
batalla, destacando Vietnam y Afganistán como teatros principales
sería precisamente esta carrera armamentista la que acabaría
drenando las arcas de una Unión Soviética que sólo consiguió avanzar en
algunos rubros vinculados a la esfera militar.
La llegada al poder de Nikita Khrushchev y la Primavera de Praga
representan los dos primeros esbozos de renovación, pero ambos fueron
aplastados por el poder partidista-militar que de hecho controlaban los antiguos
estalinistas, reacios a cualquier cambio que pusiera en riesgo sus privilegios y
la supremacía del comunismo. No obstante, con ello sólo se ponía de
manifiesto la debilidad del sistema soviético, porque significaba que este
sistema ahora únicamente se basaba en el poder militar y en la represión
burocrática.
Ostpolitik
Mao y Den Djiao Ping
Helsinki: soporte para los movimientos de base
Afganistan  consecuencias económicas y sociales
Resistencia polaca  Papa  solidaridad
Gorvachov: Liberar al comunismo, desestalinizarlo y lenilizarlo
Creía en un socialismo con cara humana, en un comunismo
reformado, pensaba como primavera de praga: teminó la persecución, cerró los
campos para prisioneros políticos, acercamiento político a la gente, intenta
cambiar el sistema económico y político: glasnot y Perestroika, transparencia y
cambio.
Acercamiento a Estados Unidos en Reikiavik
Afganistán era una herida abierta desde 1979. Gorbachov terminó la
guerra en 1988.
Falló en política interior, en el manejo económico interno. No era fácil
pasar de una economía controlada por un Estado lleno de dificultades a otra
social de mercado. También debía tener cuidado con la política monetario,
incremento del volumen del dinero, el volumen monetario, no comprendía.
No fue un reformista duro. Tenía a quienes protestaban contra la
lentitud de las reformas, exigiendo mayores derechos democráticos; otros en
cambio, pedían el retorno a la política anterior a las reformas.
Se dejaba influenciar por la KGB, él fue formado por la KGB.
“Necesitamos la democracia como el aire que respiramos”. Esta frase
refleja el término del viejo conflicto; ya no era la dictadura del proletariado,
aceptaba el acuerdo de base de la socialdemocracia y esto también significaba
perder algo de poder.
De la Doctrina Brézhnev a la Doctrina Sinatra  revolución de
terciopelo
El asedio armamentista de los Estados Unidos poco a poco va
surtiendo efecto

LA GUERRA FRÍA Y EL 11-S

Desde el 7 de Octubre de 2001, con el inicio de la Operación Libertad


Duradera, se libra en los inhóspitos parajes afganos una cruenta guerra que, a
la fecha, ha costado la vida de más de ocho mil personas integrantes de las
fuerzas occidentales invasoras, mientras que las pérdidas de vidas en los
grupos insurgentes afganos, que resultan difíciles de precisar, se estiman en
torno a las 25 mil. La región en la que se sitúa Afganistán se caracteriza por
una histórica inestabilidad sociopolítica, además de una pobreza generalizada.
Grupos tribales locales y potencias colonialistas extranjeras históricamente se
han disputado esos territorios. Para el primer caso, las pugnas étnico-religiosas
y sociales entre conglomerados prácticamente autónomos han marcado la
pauta debido a la complejidad que caracteriza a la población afgana y también
a la de sus países vecinos1. En cuanto a las potencias coloniales, sólo cabe
señalar la función de Estado-almohadilla (supresor de tensiones) que desde
1907, tras la firma de los acuerdos entre Rusia y Gran Bretaña, desempeñaron
estos antiguos territorios persas en el denominado “Gran Juego”. Esta
importancia estratégica de Afganistán perdurará, aunque dentro de otros
objetivos, durante el resto del siglo XX, incluyendo por cierto la Guerra Fría, y
actualmente en la lucha contra el terrorismo internacional. El presente ensayo
tiene como propósito evidenciar un vínculo precisamente entre estos dos
importantes procesos, Guerra Fría y la denominada Guerra contra el
terrorismo, a raíz de la intervención militar de la URSS, primero, y Estados
Unidos, después, entre 1979 y 1988 en el conflicto interno que se desarrollaba
en Afganistán.

Para contextualizar, es necesario hacerlo en dos niveles. En el plano


internacional, es determinante la influencia de la Guerra Fría, que se podría
definir en breves palabras como el enfrentamiento ideológico que tuvo lugar
durante el siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin
de la URSS y la caída del comunismo que se dio entre 1989 (Caída del Muro
de Berlín) y 1991 (golpe de estado en la URSS), entre los bloques occidental-
capitalista, liderado por Estados Unidos, y oriental-comunista, liderado por
la Unión Soviética. Mientras que a nivel local, la intervención de estas
potencias extranjeras se lleva a cabo dentro del periodo que en la historia
afgana se conoce como República Democrática, que comienza en 1978 tras la
llegada al poder, previo golpe de estado, de una facción del Partido Comunista
afgano, apoyada por el ejército y asesorada por ideólogos soviéticos. Las
causas coyunturales que precipitaron la intervención militar soviética son dos:
el asesinato de un grupo de cooperantes en la ciudad de Herat y un estado de
revuelta generalizado.

1
SOHOR, Raúl. “El mundo y sus guerras”, Editorial Random House Mondadori S.A., Santiago de Chile,
2007, pág. 354. Al respecto, se señala lo siguienre: “Las divisiones étnicas afganas son tan complejas
como la topografía del país: el grupo más importante son los pashtunes, que representan el 38% de la
población. Los tayikos son el 25%, los hazaras el 19% y los uzbekos el 6%, dejando el 12% restante a
tribus menores. En cuanto a la religión, el 84% es musulmana sunita, y los hazaras son chiítas. Con
respecto al idioma, la mitad habla dari, y la otra mitad se reparte entre el pashtu, el turiki y otros 30
dialectos. La pobreza es endémica, la tasa de mortandad infantil es la más alta del mundo y la expectativa
de vida no supera los 46 años.
Para entender por qué razón el conflicto entre soviéticos y
norteamericanos tiene lugar en Afganistán, es importante considerar que la
URSS a partir de 1949 logró un gran arsenal de armas nucleares y que
cualquier intento por parte de las potencias occidentales, lideradas por Estados
Unidos, de cambiar la situación a través de la intervención directa, podría tener
consecuencias indeseables. La destrucción mutua asegurada fue lo que
mantuvo relativamente fría a esta guerra, más aún luego de la crisis de los
misiles en Cuba. Una potencia no podía atacar a la otra sin el riesgo de su
propia caída. Sin embargo, esto no impidió que veladamente rusos y
estadounidenses se vieran las caras en el terreno de batalla, destacando
Vietnam y Afganistán como teatros principales

Más allá del aspecto ideológico, que indudablemente importa dentro


del contexto de la Guerra Fría, la intromisión del gobierno norteamericano en la
inestable situación afgano-soviética se enmarca en un tema de interés
estratégico. Afganistán debía significar para la URSS lo que Vietnam había sido
para los Estados Unidos: una guerra impopular, además de una presión
económica extra que asfixiase a las ya agónicas arcas fiscales rusas. A ello se
le suma la necesidad de frenar el expansionismo comunista en Europa del
este. En vista de lo sucedido tras la retirada de las tropas soviéticas en 1989,
es factible señalar que la Casa Blanca tuvo éxito en su objetivo estratégico
inmediato. Mas, sin embargo, no supieron prever las consecuencias a largo
plazo que tendría el hecho de dejar a la deriva, bajo ningún control, a grupos
fuertemente armados y entrenados por la CIA en un territorio altamente volátil.
En cierto sentido, todos los sucesos desencadenados a partir de los atentados
del 11 de Septiembre de 2001 al World Trade Center, han obligado a repensar
el actuar de los Estados Unidos en Afganistán durante la Guerra Fría e incluso
a victoria estadounidense en territorio afgano en la década de 1980 fue, hasta
cierto punto, pírrica.

Considerando que la lucha contra el terrorismo talibán aún no


concluye, por lo cual en análisis comparativo en perspectiva histórica pierde
sentido, cabe enunciar para concluir la siguiente pregunta para en análisis
posterior: ¿Qué era más importante en la visión mundial de la historia?, ¿Los
talibanes o la caída del imperio soviético? Como siempre ocurre, sólo el tiempo
nos dará la respuesta.

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