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en El Salvador
IGNACIO MARTIN-BARO
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RESUMEN:
imagen estereotipada sobre lo que es y debe ser social como adecuados para los miembros de una
la mujer en los países occidentales, imagen ideal u otra categoría sexual recibirían el nombre de
fuertemente atacada por los movimientos femi- género (Unger, 1979). Ahora bien, los géneros
nistas actuales pero que, sin duda ninguna, sigue masculino y femenino no constituyen una polari-
teniendo vigencia en ciertos grupos y sigue siendo dad mutuamente excluyente, sino un continuo de
explotada por los medios de comunicaci6n masi- rasgos y características (Constantinople, 1973).
va. En no pequeña medida, esta imagen refleja As\, varios autores (Bem, 1974, 1979; Spence y
los valores de la clase social burguesa (Arangu- Helmreích, 1978) han hipotetizado que la andro-
ren, 1972) y cumple una importante funci6n res- gihia o simultánea posesi6n por parte de un indi-
pecto a la transmisi6n y reproducci6n de los va- viduo de aquellos ragos y comportamientos con-
lores e intereses de esa clase (Castilla del Pino, siderados apropiados tanto para el hombre como
1971). Se trata, por tanto, de una imagen genera- para la mujer en una determinada sociedad con-
da, mantenida e impuesta por la clase dominante tituye el ideal sexual, que permite a una persona
al interior del sistema capitalista. enfrentar más adecuadamente cualquier si-
Uno de los aspectos más importantes de esta tuaci6n social (Bem, 1975). En cambio, las posi-
imagen es el hecho de que atribuye a la naturale- bilidades de interacci6n social de las personas
za los rasgos sexuales diferenciales, proceso de que s6lo poseen rasgos masculinos o femeninos
naturalizaci6n considerado por Brown (1972) co- serían mucho más limitadas (Bem y Lenney,
mo caracteristico de los estereotipos sociales. 1976).
Ahora bien, ya hace años Margaret Mead (1961) Tanto el concepto como las formas concre-
enfatizaba la falta de conexi6n entre la mayoria tas de medir la androginia constituyen tema de
de los rasgos que en una determinada sociedad se discusi6n (ver, por ej., Locksley y Colten, 1979;
consideren como masculinos y femeninos y el se- Pedhazur y Tetenbaum, 1979: Bem, 1979; Spen-
xo biol6gico. En una voluminosa revisi6n de es- ce y Helmreich, 1979). Es un hecho que la defini-
tudios empiricos sobre diferencias sexuales, Mac- ci6n del papel social de la mujer ha ido cambian-
coby y Jacklin (1974) han podido concluir que do sensiblemente en algunas sociedades o secto-
son muy pocas las diferencias entre los sexos su- res sociales y que, en buena medida, este cambio
ficientemente comprobadas por la investigaci6n. implica que la mujer y el hombre asuman roles
El dato biol6gico no constituye un hado inevi- antes exclusivos del otro sexo (Van Dusen y Shel-
table y, dentro de los límites fijados por la don, 1976). Sin embargo, todavía persiste la ten-
biología, las sociedades humanas pueden optar dencia social a valorar diferencialmente las ocu-
por instituciones, formas y estilos de vida muy paciones e incluso los resultados de una tarea o
diferentes. Posiblemente, la metodología y cier- trabajo según sea el hombre o la mujer quien las
tos fallos de alguna monta llevan a Maccoby y realice (Deaux y Emswiller, 1974; Deaux, White,
Jacklin a minimizar demasiado las diferencias y Farris, 1975; Feather y Raphelson, 1974; Fea-
verificadas entre los sexos (Block, 1976). Sin em- ther y Simon, 1975). Esta valoraci6n diferencial
bargo, hay hoy un consenso bastante generalíza- tiende a mantener la primacía masculina, consi-
do de que masculínidad y feminidad son, en lo derando habilidad en el hombre lo que en la mu-
fundamental, un producto socio-cultural, no un jer se considera simplemente "suerte" (Deaux y
dato biol6gico. Incluso psicofisi6logos como Emswiller, 1974), aun cuando la misma valora-
Beach (1977, pág. 5) mantienen que "las diferen- ci6n diferencial pueda llevar a una sobrevalora-
cias sexuales congénitas en el cerebro no fun- ci6n de aquellas mujeres que logren triunfar en
cionan como 'determinantes' totales de las dife- áreas masculinas (Taynor y Deaux, 1973, 1975;
rencias comportamentales subsiguientes, sino co- Larrance et al., 1979).
mo fuentes de tenencias o predisposiciones a res- En los países latinoamericanos, muy po-
ponder diferentemente a programas sexualmente siblemente la situaci6n de la mujer sea todavía
distintos de entrenamiento social". mucho más desventajosa socialmente de lo que lo
Algunos autores pretenden consagrar eslll es en países como Estados Unidos. Con pequeñas
distinci6n entre lo biol6gico y lo sociocultural re- excepciones y pasando por alto innegables dife-
servando el nombre de sexo al dato biol6gico que rencias, especialmente importantes en el caso de
sirve como estímulo para las reacciones sociales, las culturas indígenas oprimidas, la imagen impe-
mientras que los rasgos y comportamientos con- rante de la mujer parece corresponder al llamado
siderados por una determinada sociedad o grupo síndrome del machismo.
En 1972 traté de sintetizar la imagen machis- Las cinco características anteriormente señaladas
ta de la mujer en cinco rasgos: la mujer debe en la ímagen machista de la mujer se toman co-
permanecer y dedicarse fundamentalmente al ho- mo hipótesis de trabajo. ¿Corresponde realmen-
gar y a sus hijos (enclaustramiento familiar), de- te la imagen que tienen los salvadoreños a esta
be llegar virgen al matrimonio y mantenerse to- imagen machista de la mujer? ¿Hay alguna dife-
talmente fiel al marido, debe someterse en lo rencia en la imagen de la mujer que tienen los dos
principal a los dictámenes del varón, ha de mani- sexos? ¿Existen factores culturales o educativos
festar con su amor y su dulzura su gran capaci- que distingan significativamente la imagen de la
dad emocional y ha de mantener vivos en la fami- mujer que se tiene en los diversos grupos so-
lia los valores y creencias religiosas (Martín- ciales?
Haró, 1972).
Aun cuando la imagen machista de la mujer (2) METOOOS.
correspondia en gran medida a los rasgos y com-
portamientos observables en El Salvador, esta A fin de examinar si la imagen de la mujer
correspondencia no se verificó empíricamente. en El Salvador corresponde a las características
Montes y Valero (1970), en una primera encuesta del sindrome machista, se pasó un pequeño cues-
entre estudiantes de secundaria de toda la re- tionario a un grupo de 800 personas, estratifica-
pública sobre diversos aspectos de la formación do por edad y sexo. El cuestionario era anónimo
sexual, no incluyeron ninguna pregunta sobre y constaba de tres partes: la prímera parte incluia
creencias acerca de los rasgos propios del hombre algunos datos demográficos; la segunda contenía
o de la mujer. Posteriormente, el mismo Montes diez preguntas sobre cuáles debían ser las princi-
(1976) realizó un sondeo de opinión con un gru- pales virtudes del hombre y de la mujer tanto en
po de 400 mujeres, sobre todo de San Salvador: el trabajo como en el hogar; la tercera parte
empleadas domésticas, empleadas en otros ofi- incluía doce creencias con las que el sujeto debia
cios, estudiantes de secundaria de dos colegios expresar su acuerdo o desacuerdo en una escala
privados católicos, y estudiantes de una Universi- de cuatro puntos. Los items correspondientes a
dad privada. El 7307. de este grupo opinaba que la imagen de la mujer fueron adaptados de la es-
el sometimiento de la mujer al hombre no era al- caia sobre ideología familiar tradicionalista de
go querido por Dios (¿determinado por la natu- Levinson y Huffman (1955).
raleza?) y se mostraban insatisfechas con la posi- Usando estos ítems sobre la mujer, se elabo-
ción de la mujer en la sociedad. La opinión ma- ró un índice ("Imagen de la mujer"), con un va-
yoritaria era que esta situación de sometimiento lor mínimo de 5 puntos y un valor máximo de 20
se debía a la menor preparación de la mujer. Se- puntos. Los valores más altos indican una ima-
gún Montes, las opiniones de este grupo reflejan gen machísta de la mujer. mediante un análi-
la imagen de la mujer de una cultura machista, y sis factorial utilizando el factor principal con ite-
la educación (el grado de escolarización) consti- raciones se comprobó que cuatro de los ítems
tuye el factor que más parece modificar esta ví- incluídos en el indice saturaban entre 38 y 5007.
sión. un mismo factor y el quinto ítem lo saturaba
Cisneros (1976) mantiene que en El Salvador 2607•.
no hay discriminación legal de la mujer, pero que El cuestionario fue primero pasado entre un
de hecho la sociedad funciona de acuerdo con grupo de estudiantes de psicología social de la
patrones masculinos. El punto está en ver en qué Universidad Centroamericana José Simeón Ca-
medida esta discriminación de hecho es regulada ñas, de San Salvador (N = 45). Posteriormente,
por una imagen de la mujer machista alentado no los mismos estudiantes se encargaron de pasar el
tanto por la legislación formal cuanto por las ins- cuestionario, y cada uno de ellos debía entrevis-
tancias sociales que día tras dia condicionan el tar a un mínimo de sujetos. Las únicas restric-
horizonte de aspiraciones y las posibilidades de ciones eran que los sondeados estuvieran propor-
acción de los grupos salvadoreños (Montes, cionalmente distribuídos entre ambos sexos y
1975). entre grupos de edad: de 14 a 20 años, de 21 a
El presente estudio pretende realizar una 30, y de 31 a 40 años. Tras la eliminación de algu-
aproximación empírica a la imagen de la mujer nos cuestionarios inválidos, el total de los sujetos
en la sociedad salvadoreña, retomando algunos sondeados fue de 755, lo que da un grupo total
de los problemas explorados por Montes (1976). de N = 800.
La edad media de los sujetos fue de 25.5 cuestionario podía inducir una disposición a res-
aílos. El 65.7% eran solteros y el resto estaban ponder de determinada manera. Esto sucedió,
casados, separados u otro. La media de herma- por ejemplo, con algunas respuestas a la segunda
nos vivos era de cuatro, lo que indica una familia parte del cuestionario, donde el sujeto indicaba
promedio de siete miembros en caso de que am- sistemáticamente que la virtud y el defecto de
bos padres vivan. La media de escolaridad era de hombre y mujer eran la responsabilidad e irres-
13.1 años y la mediana 13.2 años, es decir, que la ponsabilidad tanto en el hogar como en el traba-
mitad de los sondeados había terminado secun- jo. La evidencia razonable de este tipo de res-
daria. Este dato es importante, pues señala con puestas llevó a eliminar un pequeño número de
claridad que este grupo tíene en promedio una es- cuestionarios. Sin embargo, u:t análisis de con-
colaridad muy superior a la de la población sal- sistencia interna (inter-item) mostró que, en con-
vadoreña. Sin embargo, el grupo incluye sujetos junto, las respuestas de 10,5 sujetos eran consis-
con una escolaridad tan baja como dos años, tentes.
aunque el 97.3"ío de los sujetos sondeados se en- La segunda serie de limitaciones del presente
cuentra entre los 6 y 20 años de escolaridad. Fi- estudio proviene del carácter del grupo de suje-
nalmente, el 84. l 010 se declaran católicos, un tos. Ciertamente, su tamaño es relativamente
8.9% se confiesan "cristianos" o "protestan- grande (N = 800), e incluye sujetos pertenecien-
tes", y sólo un 5.4% (N = 40) se defmen como tes a todos los niveles del espectro socieconómico
ateos o agnósticos. salvadoreño. Sin embargo, el grupo no constitu-
Conviene señalar las limitaciones tanto del ye una muestra representativa de la población de
instrumento empleado como del grupo de suje- El Salvador. Es claro, por ejemplo, que el sector
tos. El cuestionario utilizado era intencionada- con estudios universitarios está sobrerrepresenta-
mente muy sencillo y podía responderse en bre- do, ya que apenas constituye un 2% de la pobla-
ves minutos. El hecho de que el cuestionario ción total. Por otro lado, el grupo está formado
fuera corrido por estudiantes sin especial entre- únicamente por habitantes de la zona metropoli-
namiento requería un formato sencillo. Por otro tana de San Salvador. Sin embargo, el hecho de
lado, razones ajenas a la investigación misma, que el grupo incluya igual número de personas de
pero ineludibles (por ejemplo, la gravísima si- ambos sexos, distribuidas en tres subgrupos de
tuación sociopolitica del país), exigían que el edad, y de que el sondeo fuera pasado por un va-
cuestionario apareciera lo más inocuo e intrans- riado número de estudiantes, resulta en un grupo
cendente posible. Aun así, hubo un cierto nume- relativamente heterogéneo, con personas de muy
ro de rechazos, motivados sobre todo por temo- diversa condición social, económica y cultural.
res politicos. Obviamente, esta situación obligó a Prácticamente, los sectores más diversos de la
elíminar cualquier pregunta que pudiera suscitar población metropolitana se encuentran represen-
recelos Jo que limitó en buena medida la infor- tados en el grupo de sujetos, aunque no en una
mación lograda. Finalmente, la misma forma del medida proporcional.
ESCOLARIDAD
Muy Bastante Poco Nada TOTAL
Quienes se declaran ateos o agnósticos
X 12.4 13.1 12.4 11.7 12.5 tienen una 1M promedio significativamente me-
PriIparia
N (23) (20) (59) (6) (108) nos machista que quienes se confiesan católicos o
cristianos (ver Cuadro 6). Asi mismo, la 1M tien-
X 11.4 10.4 10.3 10.0 10.4 de a ser menos machista en la medida en que el
Secundaria sujeto ha hecho más viajes al extranjero (F
N (19) (66) (115) (9) (209)
gl = 3 774 = 15.0; p<.OOI). Ambos factores pare-
X 9.9 93 9.3 7.8 9.2 cen indicar una relación entre la vinculación del
Universidad individuo a la cultura dominante en el medio sal-
N (19) (135) (251) (37) (442)
vadoreño y su imagen de la mujer. Los solteros
tienden a tener una imagen menos machista (X
X 11.2 10.0 10.0 8.7 10.0
= 9.8) que los no-solteros (X = 10.3), aunque la
TOTAL
N (61) (221) (425) (52) (759) diferencia no es grande y en parte es debida a la
mayor escolaridad de los solteros. La misma es-
, El índice "Imagen de la mujer" incluye cinco ¡tems y tiene
colaridad da cuenta también de las diferencias en
un núnimo de S puntos y un máximo de 20. Los valores más la 1M que aparecen cuando el grupo se divide se-
altos indican una imagen más machista de la mujer. gún la ocupación de los sujetos.
VALOIUS PROMEDIOS EN LA ESCALA SOBRE Lo primero que llama la atención en los re-
IMAGEN DE LA MUJER, SEGUN RELlGION sultados obtenidos es el desacuerdo mayoritario
que muestran los sujetos con las creencias corres-
pondientes a la imagen machista de la mujer. Al·
Imagen de la mujer rededor del 70% del grupo se muestra en desa-
RELIGlON X N cuerdo con estas creencias. Estos datos así como
la relativa amplitud de ocupaciones que se consi-
Católicos 10.1 624 deran adecuadas para la mujer (ver Cuadro 2)
Protestantes/f'Cristianos" 10.1 67 parecen indicar que la imagen machista de la mu-
Ateos/Agnósticos 8.4 40 jer, al menos en la medida en que se encuentre
Otras religiones 8.9 12 reflejada en el presente cuestionario, no tiene la
vigencia absoluta que a veces se suele suponer. El
Todas 10.0 743 índice 1M está claramente sesgado en dirección
positiva, es decir, los sujetos tienden a expresar
una 1M menos machista y tradicional.
Cabe observar, finalmente, que la 1M menos Ahora bien, seria erróneo deducir de estos
machista corresponde a aquellos sujetos que in- resultados que la imagen machista prácticamente
dican que la principal virtud de la mujer en el tra- ha desaparecido de El Salvador. al menos en la
bajo debe ser su motivación y realización perso- población representada por este grupo. Si hay un
nal, mientras que su mayor virtud en el hogar de- 70"10 de desacuerdo con las creencias machistas,
be ser el compartir la vida y tareas solidariamente hay también un 30"10 de acuerdo, que constituye
con su compallero (X = 9.3 en ambos casos). un porcentaje bastante significativo. Este 30"10 es
Por el contrario, la 1M más machista correspon- tanto más notorio cuanto que las creencias pre-
de a quienes esperan que la mayor virtud de la sentadas en el cuestionario expresan opiniones
mujer en el trabajo sean sus modales personales y bastante extremas acerca de la condición o papel
que el rol de ama de casa sea su mayor virtud en social de la mujer.
el hogar (X = 10.6 también en ambos casos). De acuerdo con los datos obtenidos y confir-
mando los datos de Montes (1976), la escolaridad
es el factor más relacionado con la imagen de la
mujer. Existe una diferencia significativa entre la
1M de quienes sólo tienen estudios de primaria.
aquéllos que también tienen estudios de secunda-
ria, y quienes ya tienen estudios universitarios.
Esta diferencia indica con toda claridad que
cuantos más ailos completados de estudios, me-
nos machista es la 1M del individuo. En otras pa-
labras, quienes sólo han podido realizar estudios
de primaria tienen una imagen significativamente
más machista que quienes ya tienen estudios de
secundaria o universitarios. Si extrapolamos es·
tos resultados recordando que la mayoria de la
población salvadoreila o es analfabeta o apenas
ha terminado unos años de escuela primaria, se
llega a la conclusión de que muy probablemente
la imagen machista de la mujer todavía esté fuer-
temente vigente en El Salvador. Puesto que el
grupo de sujetos no es proporcionalmente repre-
sentativo de la población salvadoreila. no se
puede mantener esta conclusión categóricamen-
te. Sin embargo, los datos recogidos no nos per-
miten rechazar la hipótesis de que la 1M en El
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