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E l Imperio romano no solo se caracterizó por su ambición histórica, la brillantez de sus creaciones artísticas y tecnológicas y su
evidente legado en nuestro pensamiento. También brilló por sus variadas formas de ocio, muchas de ellas todavía vigentes hoy. El ocio
romano (otium) partió del ideal griego de fomento de valores como la libertad, la gratuidad y la satisfacción, aunque introdujo aspectos éticos
como primar la participación masiva para garantizar el bien común. A continuación, describiremos las principales actividades de recreo,
espectáculos, juegos y concursos que se realizaron en la Roma clásica, sobre todo en la época imperial, ya que en dicha etapa se produjo el
máximo esplendor del ocio romano.
NAUMAQUIAS Y BESTIARIOS
Otro de los espectáculos más curiosos de los realizados en los anfiteatros eran las naumaquias, combates navales realizados en la arena
después de ser trasformada en un estanque. Se trataba de batallas violentas, con numerosas muertes y con una gran participación de naves y
esclavos. Por último, quizás el juego más violento de todos eran los bestiarios, cacerías de fieras en las que muchas veces el papel del esclavo
lanzado a la arena era simplemente ser devorado por ellas.
EL RIESGO DE LA VELOCIDAD
Las carreras de carros de caballos conducidos por aurigas eran el espectáculo clave de los circos. Las vertiginosas velocidades, la interacción
entre el hombre y el caballo, y los violentos accidentes enloquecían al público, ávido de emociones fuertes. Las carreras comenzaban con la
señal de salida con un pañuelo blanco realizada por el magistrado organizador. Después, los aurigas (esclavos en su mayoría) realizaban una
serie de vueltas a la arena en las que los carros podían adelantarse entre sí para intentar provocar que sus oponentes se estrellaran. Muchos de
ellos morían o sufrían lesiones de extrema gravedad.
JARDINES Y VIAJES
No obstante, el contacto más directo con la naturaleza se llevaba a cabo en los jardines y en los viajes. Los jardines respondían a una voluntad
de disfrutar del sosiego, la frescura y la sombra de la naturaleza en un ambiente dominado por el hombre. Estos jardines se ubicaban en las
villas de los hombres ricos (ornamentados por piezas artísticas y regados por cauces y fuentes) pero también en los parques públicos de las
ciudades (dotados de gimnasios y estanques). En cuanto a los viajes, la enorme red de calzadas fomentó el viaje de placer para descansar en
zonas recogidas o admirar las obras de arte de las grandes capitales. Para ello se elaboraban guías de carreteras (el itinerarium) y se usaban
vehículos cómodos y ligeros, como literas (lectica), sillas (sella) y carros (cisium).