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AUTOR NOEL VILLANUEVA CONTRERAS

1.1. PRESCRIPCION EXTINTIVA

De modo general se puede decir que La prescripción es una institución


jurídica de regulación legal, en virtud de la cual, se adquieren o se extinguen
derechos, por haberse agotado un término de tiempo fijado por la ley.
Ya desde el punto de vista de la acción la prescripción de la acción es un
instituto jurídico (de orden público) liberador, en virtud del cual por el
transcurso del tiempo se extingue la acción o cesa el derecho del Estado a
imponer una sanción.
Es de especial importancia, anotar que la figura de la prescripción no se
produce automáticamente por el vencimiento del término preclusivo, sino
que debe ser alegado por el interesado; así lo precisa el autor Fernando
Hinestrosa: «(…) .la prescripción no tiene efecto ope legis o per ministerium
legis, sino ope exceptionis, o mejor dicho, que requiere su invocación y que
el juez, acogiéndola, desestime la pretensión del acreedor y declare
extinguido su derecho en razón de declarar prescrita la obligación del
excepcionante o, en su caso, pronuncie sentencia estimatoria de la demanda
de prescripción intentada por el deudor, con los mismos efectos».
Significa lo anterior, que el interesado ostenta una capacidad dispositiva
frente a la prescripción, lo que le permite incluso, renunciar a ella, si así lo
considera necesario para que continúe el curso del proceso.

1.2. CADUCIDAD

Con relación a esta figura jurídica, el autor Hinestrosa conceptualiza a la


«Caducidad (como), ‘acción y efecto de caducar, perder su fuerza una ley o
un derecho’ así la define el Diccionario de la lengua española, dándole un
sentido bien distinto del propio de la expresión ‘decadencia’ (‘declinación,
menoscabo, principio de debilidad o de ruina’), empleado en algunas
traducciones de obras jurídicas italianas para la locución decadenza, con lo
cual se acentúa la vaguedad y la confusión de la figura de la ‘caducidad’.
No es esta por cierto novedosa, si bien se la ha utilizado ante todo en otros
campos. Sólo recientemente entre nosotros la doctrina se ha esmerado en
precisarla en sus distintos aspectos y manifestaciones. (...) En la caducidad
hay un mayor ingrediente de orden de interés público, sus
eventualidades y causales están taxativamente señaladas en la ley, cuyos
preceptos son absolutamente rígidos (…)».
Si examinamos el C.P.C. peruano en su inciso 3 del artículo 427 se
advierte la presencia de la caducidad por el cual el juez debe rechazar
oficiosamente la demanda, in limine ( ‘de plano’), así como el inciso 11 del
artículo 446 del C.P.C. permite proponer la excepción de caducidad .
Para el profesor peruano Ferrero Costa (1987), refiere que «la caducidad es
una figura jurídica por la cual se extingue el derecho» (p.241).

El profesor colombiano Valencia (1984) sostiene que «La caducidad se le


suele referir al mero hecho de un transcurso del tiempo, en lo que guardaría
bastante analogía con la prescripción extintiva de derechos y acciones. Se
trata de un punto de vista incompleto. El solo transcurso del tiempo no
produce la caducidad». El mismo autor explicando la caducidad a derecho
aplicado, en el caso de testamentos, nos dice que debe tenerse en cuenta
que los instituidos por testamento, son titulares apenas de derechos
eventuales, los cuales nacen a la vida jurídica y adquieren toda su solidez
cuando se verifican varios supuestos: que no medie la revocación por parte
del testador; que el sobreviva el asignatario; que acepte; etc. Y concluye
diciendo que la «caducidad indica que un determinado derecho eventual
testamentario no alcanzó a perfeccionarse por no haberse realizado los
supuestos que era necesario se cumplieran para dicho perfeccionamiento».

En Colombia se han expedido interesantes jurisprudencias a tener en cuenta


como Derecho comparado:
Así la Corte Constitucional de Colombia ha conocido del tema en diferentes
ocasiones, así en sentencia T-433 de junio 24 de 1992, se pronunció sobre
esta institución de la siguiente forma:
«Consiste la caducidad en el fenómeno procesal de declarar extinguida la
acción por no incoarse ante la jurisdicción competente dentro del término
perentorio establecido por el ordenamiento jurídico para ello. Opera la
caducidad ipso iure, vale decir, que el juez puede y debe decretarla
oficiosamente cuando verifique el hecho objetivo de la inactividad del actor
en el lapso consagrado en la ley para iniciar la acción. Este plazo no se
suspende, ni se interrumpe, ya que se inspira en razones de orden público,
lo cual sí ocurre tratándose de la prescripción civil, medio éste de extinguir
las acciones de esta clase». Posteriormente el mismo Tribunal, en
sentencia C-394 de 2002, precisando el fundamento de la caducidad, señaló
al respecto: «La caducidad es unas institución jurídico procesal a través de la
cual, el legislador, en uso de su potestad de configuración normativa, limita
en el tiempo el derecho que tiene toda persona de acceder a la jurisdicción
con el fin de obtener pronta y cumplida justicia. Su fundamento se halla en
la necesidad por parte del conglomerado social de obtener seguridad
jurídica, para evitar la paralización del tráfico jurídico. En esta medida, la
caducidad no concede derechos subjetivos, sino que por el contrario
apunta a la protección de un interés general»

En España: El Tribunal Supremo en sentencia de 26 de diciembre de 1970,


sostiene que: «La caducidad de la acción es el fenómeno o instituto por el
que, con el transcurso del tiempo que la ley o los particulares fijan para el
ejercicio de un derecho, éste se extingue, quedando el interesado impedido
para el cumplimiento del acto o ejercicio de la acción». Debe advertirse, sin
embargo, que este concepto es matizado por parte de la doctrina,
fundamentalmente por englobar caducidad convencional y legal. Así, DE
CASTRO rechaza la identificación de ambas figuras, pues el plazo perentorio
establecido en un pacto se hallará siempre sometido a las reglas propias de
la autonomía de la voluntad y no a las disposiciones del Código en materia
de prescripción ni deberán entenderse necesariamente aplicables los efectos
de no interrupción, irrenunciabilidad y aplicación de oficio que la doctrina
atribuye a la caducidad. La institución que nos ocupa halla su fundamento,
según el mismo autor, en la naturaleza de los derechos a que afecta; se trata
de derechos y facultades de modificación jurídica que suponen una situación
de incertidumbre a la que, en beneficio de la seguridad jurídica debe darse
definitiva solución, evitando que se perpetúe indefinidamente. Frente a la
prescripción la caducidad, según la doctrina y la jurisprudencia se caracteriza
por las siguientes notas:

1. La caducidad puede establecerse por ley por pacto (aunque ya vimos la


opinión de DE CASTRO al respecto), la prescripción sólo por ley;
2. La caducidad puede ser estimada de oficio por los tribunales, la
prescripción debe ser alegada por parte interesada.
3. La caducidad supone la fijación de un tiempo para el ejercicio de derechos
y acciones, pasado el cual dejan de existir o, como dice DE CASTRO, en
realidad no llegan a nacer, mientras que la prescripción hace referencia a las
pretensiones que las partes puedan deducir, no a los derechos que les
afectan, quedando esto sólo paralizado mediante la
excepciónquesepromueve;4. La caducidad pretende dar seguridad al tráfico
jurídico; la prescripción pretende poner fin a la incertidumbre de los
derechos, entendiéndolos abandonados cuando su titular no los ejercite;
5. La prescripción extingue los derechos por la razón subjetiva de la falta de
su ejercicio por el titular; en la caducidad se atiende sólo al hecho objetivo de
la falta de ejercicio durante el término prefijado.
6. La caducidad se refiere a derechos potestativos y, más propiamente
hablando, a las facultades o poderes jurídicos, cuyo fin es promover un
cambio de situación jurídica, si bien GARCÍA AMIGÓ niega esta
característica apoyándose en la caducidad prevista para el derecho de
propiedad en el art.612C.C. Los Supuestos de caducidad son: En el Derecho
Español NO se distingue claramente los casos de caducidad ni su
terminología es siempre precisa, por lo que ha sido sus jueces quienes han
venido calificando dentro del ámbito de la institución diversos supuestos y,
además, en sentencia de 11 de junio de 1963, ha establecido que, en caso
de duda, y como regla general, debe entenderse que el plazo es de
caducidad, por ser esta institución más acorde con las tendencias
procesales y civiles modernas la estimación de oficio por el juzgador, sin
necesidad de alegación de parte.

En conclusión podemos afirmar que la caducidad es reconocida como una


institución jurídico procesal que no protege intereses subjetivos sino que
salvaguarda intereses públicos; se constituye como un requisito de
procedibilidad que impide el ejercicio de la respectiva acción e impone al
juzgador la obligación de decretarla oficiosamente, cuando se percate de su
ocurrencia (de modo objetivo); y, finalmente, por su naturaleza pública -
como se ha dicho- no puede ser objeto de suspensión, interrupción o
renuncia.

DIFERENCIAS ENTRE PRESCRIPCIÓN Y CADUCIDAD


Después de hacer un breve recuento de las principales características de las
dos instituciones, conviene recordar algunos pronunciamientos
jurisprudenciales, en los que se ha puesto de manifiesto las diferencias
esenciales entre una y otra figura.
Sobre el particular, la Corte Suprema de Justicia de Colombia ( Sala de
Casación Civil) en sentencia de diciembre 5 de 1974, que es ilustrativa
para nuestro análisis, precisó lo siguiente: «La prescripción no puede ser
declarada de oficio, al paso que la caducidad sí; aquella es un medio de
defensa que la ley brinda al demandado, luego puede proponerse cuando se
ha conformado la relación procesal, en cambio en ésta (la caducidad)
sucede todo lo contrario; opera ipso jure porque sería inadmisible que
vencido el plazo señalado por la ley para el ejercicio de la acción o del
recurso, sin embargo se oiga al promotor de una o del otro . A lo cual cabe
agregar en esta oportunidad, que el artículo 85 del C de P. C.(Colombiano),
en su penúltimo inciso faculta al juez para declarar inadmisible la demanda
(…) ‘en los procesos que existe término legal de caducidad para intentarla
(…)»
La prescripción es renunciable (arts 2514 y 2515 del C.C.-colombiano-), al
paso que la caducidad establecida en la ley no lo es ‘lo cual se explica por la
naturaleza de orden público que en esta última tiene el término
preestablecido por la ley positiva (como límite)1 para la realización del
acto jurídico’ («acceder a»)2 . Por regla general los términos de prescripción
admiten suspensión y pueden ser interrumpidos, mientras que los plazos de
caducidad no comportan la posibilidad de ser ampliados por medio de la
suspensión y deben ser cumplidos rigurosamente so pena de que el derecho
o la acción se extinga de modo irrevocable. La prescripción corre desde que
la obligación se hace exigible (art. 2535, inc 2º C.C.-colombiano-), lo cual
implica siempre la existencia de una obligación que extinguir; en cambio, la
caducidad por el transcurso del tiempo no lo supone necesariamente, porque
el plazo prefijado por la ley solo indica el límite de tiempo dentro del cual
puede válidamente expresarse la voluntad inclinada a producir el efecto
del derecho previsto.».
Por su parte, el Consejo de Estado Colombiano, en sentencia 1911 de
octubre 25 de 1991, sobre este tópico, se pronunció en los siguientes
términos:
1. La prescripción debe ser propuesta o alegada por la parte que
desea lliberarse de la prestación que se le enrostra, esto es, que no
puede ser declarada de oficio por el juez; (art. 2735 C.C. -
colombiano y 306 C.P.P-colombiano-). La caducidad debe ser
declarada de oficio por el juez3, bien rechazando desde el
comienzo de la actuación procesal la demanda, o, al menos al
momento de pergeñar la sentencia; es decir, se trata de un asunto
que opera por mandato de la ley y que no requiere alegación de
parte; (arts. 85 y 304 C.P.C -colombiano). La prescripción puede
renunciarse por el interesado, de manera tácita o expresa, claro
está, una vez se hubiere consolidado o tipificado, por ser institución
de derecho privado y de interés particular; (arts.15, 16, 2514 y

1 Paréntesis nuestro
2 Paréntesis nuestro
3 En el caso peruano tenemos regulada la CADUCIDAD en el artículo 2003 del CC. al
regular que «la caducidad extingue el derecho y la acción correspondiente», y en el artículo
2006 establece que la caducidad «puede ser declarada de oficio o a petición de parte».
2515 C.C. –colombiano-)4. La caducidad está regida por normas de
derecho imperativo, forma parte del derecho público de la Nación y
está de por medio el orden público y, por ello, no admite ningún tipo
de disponibilidad, lo que la hace incensurable. La prescripción
admite suspensión y puede ser interrumpida natural o civilmente; la
caducidad no permite estas modalidades ni hace posible la
ampliación de los plazos señalados imperativamente por la ley
para el ejercicio de las acciones. De allí que los procesalistas digan
que los términos precisados para el ejercicio de las acciones son
fatales.
La prescripción se va gestando el día en que se hizo exigible la
prestación debida y al cabo del último día del plazo señalado en
la ley se consolida o estructura; la caducidad se presenta cuando
llegado el extremo máximo del plazo legal para el ejercicio de la
acción, ésta no se ha llevado a cabo por su titular, es decir, no se
va estructurando, día a día, sino que se encuentra por la omisión
en el ejercicio de la acción. La caducidad opera contra todas las
personas, por su consagración objetiva para realizar el derecho
subjetivo de la acción sin miramiento alguno sobre la calidad de los
sujetos titulares de la misma; la prescripción, en algunas
circunstancias, no corre con respecto a ciertas personas, habida
consideración de su calidad o incapacidad. (Rodríguez-Arana, Jaime
F., 1986, p.229)

Comparto la tesis que para la calificación de la CADUCIDAD, no es aplicar la


caducidad por la caducidad, sino que el juez debe proceder a examinarla
OBJETIVAMENTE, de acuerdo al caso concreto en comparación con la
norma jurídica aplicable, porque de ocurrir que en nombre de la CADUCIDAD
de extinguir una acción y un derecho omitiendo dicha calificación objetiva
previa, el juez incurriría en un abierta omisión de su función que como juez le
compete, y en este caso la conducta omisiva puede conllevar a un
ejercicio abusivo de su función jurisdiccional, que desde luego hay que
evitarlo; lo propio puede ocurrir en sede administrativa, tratándose –por
ejemplo- de un alcalde al momento de resolver una caducidad administrativa.
Considero que la prescripción extintiva debe correr la misma suerte de

4 En el caso del Perú lo encontramos regulado en el art. 1991 del C.C. peruano: «puede
renunciarse expresa o tácitamente a la prescripción ya ganada. Se entiende que hay
renuncia tácita cuando resulta de la ejecución de un acto incompatible con la voluntad de
favorecerse con la prescripción».
calificada objetivamente debiéndose realizar el cómputo del plazo de modo
correcto.

1.3. RESCISIÓN

La rescisión es el acto que deja sin efecto el contrato, por una razón que
existía al momento en que se celebró (Academia de la Magistratura: 2001:
75).

1.4. RESOLUCIÓN

Es un acto por el cual el contrato queda sin efecto debido a la concurrencia


de circunstancias sobrevinientes. En ella, la obligación de una de las partes
se vuelve extremadamente rigurosa frente a la contraprestación, debido a la
aparición de acontecimientos que no existían al momento de su celebración y
que tienen además, carácter extraordinario e imprevisible (Academia de la
Magistratura: 2001: 75).

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