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La influencia del factor genético en la inteligencia

Pérez Hernández María de los Angeles

LPS 10, Matutino.

A lo largo de bastante tiempo el dilema entre la herencia y el ambiente como determinantes


de la inteligencia, comportamientos y rasgos de personalidad ha sido un tema recurrente,
dónde pareciera que la parte genética es un factor inamovible, que se queda ahí a lo largo
de nuestras vidas, mientras que lo ambiental se encargaría de todo el desarrollo de las
habilidades.

Sin duda alguna no se puede negar que los factores ambientales tienen gran importancia
dentro del desarrollo de las habilidades y por ende de la inteligencia, quizá se podría pensar
que el hecho de que el puntaje promedio de Coeficiente Intelectual (CI) se haya
incrementado en tres puntos cada de cada década a partir de que se comenzaron a hacer
investigaciones sobre este se deba a los diferentes cambios ambientales de la época, pero de
ser así porque países con mayor nivel de desarrollo educativo y económico pareciera que
estos avances de CI se presentaron durante bastante tiempo y para después estabilizarse
(Ardila, 2010).

Retomando el ejemplo de Hebb de 1979 (citado por Oliva, 1971) podríamos clarificar
mejor está idea. Imaginemos que un grupo de niños son criados en un barril hasta que
tienen 12 años, dándoles alimentos a través de un agujero. Entonces se esperaría que
cuando los niños salgan del barril todos tengan una inteligencia por debajo de lo normal, sin
embargo, la varianza ambiental será reducida ya que todos crecieron en un medio idéntico,
por lo que las diferencias encontradas en cuanto a inteligencia se deberán únicamente a
factores genéticos. Y con base en este ejemplo vemos que, aunque la heredabilidad sea alta
sin duda los factores ambientales si intervienen.

Cabe destacar que el ejemplo anterior no sólo da muestra de la intervención de los factores
ambientales, sino que además evidencia una correlación entre lo ambiental y lo genético, no
obstante, dicha correlación se destaca por la genética para hacer referencia al proceso por el
que las características heredadas del sujeto van a determinar las experiencias y los
ambientes a los que se verá expuesto (Scarr y Mac Cartney, 1983).
De tal forma que dicha correlación sería de diferentes tipos, por ejemplo, una correlación
pasiva padres que transmiten a sus hijos una carga genética que favorece el desarrollo de un
buen nivel cognitivo a la vez que proporcionan que son favorables para el desarrollo de sus
herramientas cognitivas. Mientras que una correlación reactiva o evocativa representaría las
diferentes respuestas que diferentes individuos con distintos genotipos provocan en su
ambiente. En cuanto a una correlación activa, se refiere a la elección que los individuos
hacen al contribuir a la generación de su propio ambiente buscando uno que se ajuste a sus
características genotípicas (DeFries y McClearn citado por Oliva, 1971).

En relación con lo anterior se denota que los factores ambientales no podrían modificar
nada en un individuo que no tiene nacido por decirlo en blanco. Además, que la parte
genética pudiera interferir en las creencias, conocimientos y valores que orientan la
conducta de una persona (Muñoz, 1995).

En conclusión, la herencia predispone la inteligencia, debido a que el organismo procede de


factores genéticos. De estos últimos depende que se desarrollen los aspectos corporales y
del cerebro; sin embargo, los factores genéticos se desarrollan dentro de un mundo de
experiencias (Rodriguez, 2009).

Además, la inteligencia posibilitara la adaptación de los organismos al ambiente en que se


encuentran, de tal forma que una persona inteligente será capaz de adaptarse a su ambiente
y seleccionar aquel dónde funcione mejor, además de poder modificarlo de manera que sus
potencialidades encajen mejor y afrontar situaciones inesperadas (Ardila, 2010).

Referencias

Ardila, R. (2011). Inteligencia. ¿Qué sabemos y qué nos falta por investigar?. Revista
Académica Colombiana Científica, XXXV(134), 97-103.

http://www.scielo.org.co/pdf/racefn/v35n134/v35n134a09.pdf

Moreno, M. (1995). La determinación del comportamiento humano. Una revisión crítica


desde la filosofía y la genética de la conducta. Gazeta de Antropología, 11.

http://www.gazeta-antropologia.es/?p=3590
Oliva, A. (1997). La controversia entre herencia y ambiente. Aportaciones de la genética de
la conducta. Apuntes de Psicología, 51, 21-37.

https://personal.us.es/oliva/GENETICA.pdf

Rodríguez, A. (2009). Los nuevos retos: “cerebro e inteligencia” Aproximación científica al


estudio del cerebro en relación con la inteligencia en edades tempranas. Revista de
Docencia e Investigación, 19, 211-221.

https://www.uclm.es/varios/revistas/docenciaeinvestigacion/pdf/numero9/Rodriguez_Quesa
da.pdf

Scarr, S. & MacCartney, K. (1983). How people make their own environnments: A theory
of genotype-environnment efects. Child Development, 54, 424-435.

http://faculty.washington.edu/matsueda/courses/401D/Readings/Scarr-McCartney.pdf

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