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2.1. Vanguardia
Entre 1871 y 1914 hay una paz inestimable en Europa. En España hay una relativa paz
política entre 1875 y 1923 y una gran injusticia social. La revolución del 68 se hunde en sus
propias contradicciones y con el golpe de estado de Martínez Campos (1874) comienza el
periodo llamado Restauración. En 1900 la crisis permanece latente y estalló trágicamente
varios lustros después. El pesimismo de los escritores del 98 contrasta con la infatigable
búsqueda de diversiones y placer por parte de la mayoría.
León Trotski en 1923: Se observó un fenómeno: los países atrasados reflejaban con más
brillo y más fuerza en sus ideologías, realizaciones de los países avanzados.
El futurismo es de principios del XX; pretende ser revolucionario pero se queda a veces
en una simple mueca. Comienza protestando contra la vida y el arte burgueses, pero fue la
burguesía quien se encargó de canonizarlo.
Los críticos han evaluado negativamente este movimiento. Guillermo de la Torre dice que
el futurismo fue propaganda y no obra. Sapegno opina que si se prescinde de su acción en
el ámbito de otras artes, como la pintura, la escultura y la urbanística, el futurismo se revela
como algo absolutamente estéril en el orden literario: de él no ha nacido ningún poeta. En el
caso italiano es así, pero no en el ruso.
Marinetti (1879-1944) es el máximo representante. Innovador, propagandista no llegó a
ser artista porque se debatió entre “un futuro fatalmente destinado a pasar” y un corte total
con la tradición originaria a la que aborrecía. Les interesaba mas ser “anti…” que el propio
futuro.
El primer manifiesto publicado en Paris en 1909 tiene como ideas centrales:
- cantar el amor del peligro, el hábito de la energía y la temeridad.
- elementos fundamentales de la poesía serán el valor, la audacia y la revolución.
- frente a la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño, exaltaría el movimiento
agresivo, el insomnio febril, el paso gimnástico, el salto peligroso, el puñetazo y la bofetada.
- no hay belleza mas que en la lucha y no la tienen obras que no posee carácter
agresivo. La poesía debe ser un violento asalto.
- el tiempo y el espacio han muerto ayer. Vivimos ya en lo absoluto, hemos creado la
eterna velocidad omnipresente.
- queremos glorificar la guerra, única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo.
- debemos demoler los museos y las bibliotecas.
- los poetas cantarían las grandes multitudes agitadas por el trabajo, el placer o la
rebeldía. Dedicarían cantos a las estaciones, las fábricas, los aeroplanos, etc.…
- renegamos de nuestros maestros, los simbolistas: Baudelaire, Poe, Mallarmé y
Verlaine.
Los futuristas eran unos iconoclastas radicales. El afán de ruptura respondió al
agotamiento en que estaba cayendo la cultura italiana.
Se encuentra en el “Manifiesto” una clara influencia de Nietzsche, autor manipulado por
el fascismo.
Marinetti se sacrificó al programa del fascismo porque el futurismo es eso: un fabuloso
programa. Recogen algunas ideas del prefascismo.
Lo mas destacado son algunas reformas literarias como las innovaciones sintácticas y
gráficas. El futurismo quiere abolir la sintaxis, suprimir adjetivos, adverbios, signos de
puntuación y dejar las palabras en libertad. Para Guillermo de la Torre las innovaciones mas
llamativas fueron las tipográficas (4 o 5 tintas de colores diferentes o veinte caracteres
distintos). Esta revolución empleada también por Apollinaire y T. Tzara está reservada hoy
casi exclusivamente a la publicidad.
Trotski: en cierto modo los futuristas son los bufones de la burguesía. Denuncia algo
peor: la violencia que pregonaron los futuristas italianos fue uno de los ingredientes de los
2.1.3 El cubismo
2.1.4 Dadá
Movimiento que pretende partir de cero. Fundador Tristán Tzara, nace en 1916 de la
desconfianza hacia la comunidad: Basta de academias cubistas y futuristas: laboratorios de
ideas formales. Sin embargo en el dadaísmo participaron autores (Reverdy) que se pueden
incluir en el cubismo. Tzara afirmo que el pensamiento está en la boca, rechaza cualquier
cuerpo doctrinal. Dadá se propone destruir la lógica, quemar el pasado, el futuro y enlazar
los contrarios. Como en el futurismo italiano, lo mas importante es el “anti” que la
construcción de un sistema nuevo.
Los jóvenes dadaístas son el resultado de la contienda mundial. Asqueados se vuelven
escépticos. En torno a Tzara se dan cita jóvenes franceses que luego formarían el
surrealismo.
2.1.5 El surrealismo
El surrealismo nace cuando el movimiento está agotado. André Breton autor del primer
manifiesto (1924). Escribió mas pero el primero es fundamental, el mas coherente de la
vanguardia y el mas célebre e influyente.
Una de sus aportaciones es rescatar a Freud para literatura. Gran parte de la labor de
Freud fue su trabajo sobre los sueños, importante sector de la actividad síquica. Breton
quiere salvar la dicotomía entre los estados de sueño y vigilia, y así se desemboca en un
mundo maravilloso.
Pervive en el surrealismo uno de los postulados axiales del romanticismo: “El hombre
propone y dispone”. Aunque al surrealismo contribuyeron pintores como Dalí, Picasso y
cineastas como Buñuel, Breton concede superioridad a la poesía.
Uno de los rasgos es la escritura automática, escribir sin que el pensamiento lógico
arbitre. Influencia de Freud que proponía a enfermos mentales un monólogo para intentar
reconstruir por ellos las historias de las obsesiones o pesadillas. Breton, que era médico,
practicó los métodos freudianos. Luego los aplicó a la escritura, el escritor se debe expresar
como si estuviera pensando en voz alta.
Breton define el surrealismo en los siguientes términos: Sustantivo masculino.
Automatismo psíquico puro cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de
cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento… sin la intervención reguladora
de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral. El surrealismo se basa en la
creencia superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo,
y en el libre ejercicio del pensamiento.
En el surrealismo no se produce afán de partir de cero. Breton establece lazos con
grandes maestros pretéritos: Dante, Shakespeare, Young, Swift, Sade, Hugo, Poe,
Mallarmé, etc. Lógicamente, establece con cautela la distinción entre los surrealistas y sus
antepasados y contemporáneos afines.
Para Breton, la imagen fuerte es aquella que contiene el más alto grado de arbitrariedad,
aquella que más tiempo tardamos en traducir a lenguaje práctico. Actuó como un pontífice y
excomulgó a Vitrac, Soupault, Artaud, entre otros. Sin embargo, el desgarramiento llega
cuando surgen serias diferencias con el partido comunista. Hacia 1925 el surrealismo se
acerca al comunismo y en 1927 Breton ingresa en el partido al darse cuenta del
avasallamiento en que una parte del género humano mantenía a la restante. Pero aparte de
problemas de diversa índole (estalinismo, burocratismo, etc.), la ruptura entre surrealistas y
comunistas obedece a una razón más profunda: para los primeros su objeto primordial es la
condición humana; para los segundos la condición social.
Hacia 1914 se puede hablar de un grupo de escritores, los novecentistas, que son
decididamente europeizantes y abandonan el “castellanismo” anterior. Además un cuidado
especial en la elaboración del estilo y exquisita formación. Muchos participaron
brillantemente en política, y algunos desempeñaron ministerios durante la República.
No supone en varios miembros una ruptura total con los noventayochistas. El paisaje
castellano, inspira páginas espléndidas de El jardín de los frailes de Azaña. El punto que los
separa claramente es la devoción que por la cultura europea sintieron los novecentistas y el
afán vanguardista.
Institución Libre de Enseñanza, tan familiar a Azaña. Piensa que la lectura puede contribuir
a romper tanto dogmatismo e incultura. Mediante Cervantes expresa su idea del “ser
español” y sus puntos de vista sobre la regeneración. Azaña sueña con “destruir todo este
mundo”.
El autor ha cuidado su prosa. Especial maestría en la conjunción “estados anímicos” y
“estados de la naturaleza”. Emplea algunas construcciones que actualmente están
prácticamente en desuso, p Ej., “en + gerundio”.
En los momentos más dramáticos emplea la expresión ajustada. Termina la novela con
una frase dicha como sin importancia, incluso le podemos buscar el doble sentido: el ocaso
real, el ocaso espiritual: “Es el ocaso”. Se trata de las dos cosas juntas. Es otra
característica de Azaña.
Maestro de convertir en arte el complejo mundo sensorial. Estudia con los jesuitas, su
experiencia en el colegio de Orihuela, el paisaje levantino, su trabajo en una Enciclopedia
sagrada influyeron poderosamente en su obra. Carece totalmente de la obsesión
castellanista.
España no era un problema para Miró, su obsesión era lograr la belleza en su obra. Por
eso en sus cuentos y novelas predomina la descripción sobre la narración; le interesa más el
ambiente que la acción. Es antípoda respecto a varios miembros del 98.
Escribe Guillén: descubrimiento de mundo a través de forma verbal. Alegría de la
revelación y de la pronunciación de la palabra “pueblo”. La palabra no sería deliciosa si no
significase una calidad. Miró no es un “palabrista” sino que descubre en las palabras las
sensaciones ocultas. Por eso el ritmo de sus novelas y cuentos es lento. No le interesa la
acción sino el descubrimiento.
El paisaje no es ni abstracto ni apersonal. Se apropia de su paisaje levantino y late una
gran tristeza por abandonarlo.
El hombre deja de ser niño cuando comienza a recordar. Ese es el sutilísimo drama de
Miró. El tiempo está casi tan presente en su prosa como el espacio. Su espacio no existe
como tal fuera del hombre, le pertenece.
La sensación le lleva al recuerdo, igual que Proust: el levantino ve a través del “humo
dormido” y el francés intenta recobrar el “tiempo perdido” Para ambos el recuerdo es en
ocasiones la única forma de contemplar las sensaciones pasadas. Hay episodios y zonas de
nuestra vida que no se ven del todo hasta que los revivimos y contemplamos por el
recuerdo; el recuerdo les aplica la plenitud de la conciencia. Proust evoca el pasado al mojar
la magdalena en el té. El olor y el sabor lo devuelven a la infancia. Ahí terminan las
analogías entre los dos genios.
Sigüenza es un hidalgo rural humildísimo, alter ego de Miró. Aparece en Del vivir (1904),
El libro de Sigüenza (1928) y Glosas de Sigüenza, entre otros.
Las cerezas del cementerio (1910) es la primera novela de Miró. El tema nos recuerda al
Valle-Inclán de las Sonatas. La influenza del gallego es evidentísima. El abuelo rey (1912)
es la novela siguiente, pero es en Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso
(1926) donde alcanza su madurez.
Ortega en su ensayo de 1927 sobre El obispo leproso le hizo a Miró un flaco favor. Su
culto por la belleza le impulsa a excluir de su obra la acción, las ideas y las emociones que la
mayoría de lectores espera encontrar en la narrativa.
Miró no se dedica sin mas a cantar el tiempo recordado, sino que une a ello un fino
espíritu crítico y capacidad de observación. Aunque tenga un fondo religioso no son ni
mucho menos de tesis religiosa. La lepra del obispo puede ser simbólica. El obispo amaba la
vida. La vida le respondió con una repugnante enfermedad que le desfigura después de mil
dudas sobre su mejoría. Pero jamás le afectó a su alma.
Donde se expresan con mayor intensidad los recuerdos de Miró es en sus relatos breves,
especialmente Años y leguas. Una de sus obras cumbres es El humo dormido (1919). Aquí
no resucita violentamente el pasado sino que este se integra benévolamente al presente,
creando un presente continuado. Ha sido señalada como su obra maestra junto con los
libros de Sigüenza.
De educación cosmopolita viajó por Europa y USA. Visitó los campos de batalla de la 1ª
G.M. y nació su Hermann encadenado (1917). Participó en política y fue embajador de la
República en Londres.
Su producción poética es desigual y el excesivo conceptualismo le resta fuerza. A pesar
de ello, su poemario La paz del sendero (1904) es un libro interesante. En 1916 El sendero
innumerable, quizá su mejor libro de poemas. En El sendero andante (1921) influencia
modernista. Es obra pesimista y su tema es el clásico “fluir del libro”
Está presente en los orígenes del modernismo español. Está en contra de la poesía
burguesa de la Restauración, El paisaje poético es simbólico y además de la influencia de los
simbolistas también la de Fray Luis de León.
Las máscaras (1917-1919) es un ensayo sobre el drama, autores dramáticos y teoría de
la tragedia.
Política y toros: las corridas de antes eran el escape de la no participación política. Es el
reflejo del régimen nacido con la Restauración borbónica (1875). Recoge algunos artículos
escritos para La Prensa, de buenos Aires con motivo de la crisis de 1917. El pensamiento
político de Ayala no es tan pesimista como el de Ortega. El primero piensa que hay un
sustrato racial positivo en España.
La novela es lo más importante. Tinieblas en las cumbres (1907) es la historia del
libertinaje. La pata de la raposa (1912) es continuación de la anterior. En A.M.D.G. (1910)
vida de un colegio de jesuitas. Critica con acritud los colegios religiosos como lo hizo Azaña
en El jardín de los frailes. En Troteras y danzaderas (1913) retrata el Madrid bohemio,
irresponsable y picaresco.
Hasta 1914 su ideología coincide con el 98. En su juventud, la influencia de
Schopenhauer lo inclinó al pesimismo. Alberto Díaz de Guzmán, típico héroe del 98, es el
protagonista neurótico de las tres novelas citadas. Una triada temática noventayochista está
presente aquí: el problema de la muerte, la verdad y la finalidad humana.
Su trilogía Prometeo, Luz de domingo y La caída de los limones marca un periodo
intermedio en su producción. Ahora predominan las alusiones literarias. En Prometeo se
sitúa en el ambiente moderno español. Algo análogo sucede con Luz de domingo en la que
las hijas del Cid no conocen ya el castigo a sus violadores. En la Caída de los limones se
contrapone el espíritu de los conquistadores y el crimen y violación con los que actúa la
familia Limón.
Los cuentos escritos hasta 1913 fueron recogidos en Bajo el signo de Artemisa y El
ombligo del mundo (1924). Estos últimos teñidos de los conquistadores y el crimen y
violación con los que actúa la familia Limón.
Bernardino y Apolonio (1921) inauguran la serie de “novelas intelectuales”. Casi carece
de acción pero la construcción es complicadísima. Hechos idénticos son contados con doble
perspectiva con diversos enfoques y distintas situaciones temporales. Las distintas personas
designan con nombres distintos a los diferentes personajes. La novela está contada por dos:
el narrador y el protagonista. El primero actúa con objetividad y el segundo con
apasionamiento. Esta diversidad de enfoques y perspectivas se complementan y enriquecen
la novela, pero, en ocasiones, son farragosas.
Luna de miel, luna de hiel y su continuación, Los trabajos de Urbano y Simona (1923)
nacen con el objetivo inmediato de la educación sexual, estudiando las relaciones entre el
amor y el sexo. Los personajes son simbólicos. En ambas está presente el Cervantes de Los
trabajos de Persiles y Sigismunda.
Tigre Juan (1926) y su continuación El curandero de su honra (1926) presentan al
personaje mas logrado de Pérez de Ayala. Tigre es prototipo del español inflexible y
calderoniano. La experiencia lo vuelve misógino, pero en su madurez se convierte en el
varón perfecto.
El curandero de su honra es una de las primeras novelas españolas donde se emplea el
contrapunto en su sentido moderno. El contrapunto es uno de los grandes hallazgos de la
novelística del siglo XX. Fue un fruto de o una exigencia de la civilización de su tiempo y
consiste en la concordancia de núcleos narrativos contrapuestos. Joyce lo emplea en su
Ulises, pero quien lo utiliza con mayor exactitud es Huxley con Contrapunto. El contrapunto
no solo es argumental sino espacial. Por ejemplo, en el capítulo XI, se habla en un
restaurante de Beatrice y a continuación aparece zurciendo una camisa en su casa,
esperando a Burlap. John Dos Passos, en El paralelo 42 (1930), emplea el contrapunto
magistralmente al presentar a cuatro personajes que siguen la misma trayectoria sin
relacionarse hasta que llegan los momentos contrapuntísticos. Esta técnica es de origen
musical.
Se ha señalado la influencia de Huxley en Pérez de Ayala, pero lo que hay es un
paralelismo. No conviene olvidar que El curandero de su honra se publica dos años antes
que Contrapunto. En el Ulises, de Joyce, se da el contrapunto claramente cuando el autor
sincroniza cuadros protagonizados por personajes diferentes. No es de extrañar que Pérez
de Ayala y Huxley conocieran la obra de Joyce.
Sobre Pérez de Ayala, uno de los mejores novelistas de su tiempo, pesa la lápida de su
intelectualismo novelístico. Es cierto que en ocasiones lo conceptual es excesivo, pero su
humor, su melancolía, su capacidad de observación del paisaje, la ternura, su investigación
sobre lo humano despejan a estos personajes demasiado arquetípicos para darles nueva
vida.
Las renovaciones que introduce, su afán de ruptura con el realismo lineal, sus
aportaciones estilísticas, lo convierten en una de las figuras más representativas de la
vanguardia novecentista.
atacados del XX. Leyendo sus cartas descubrimos la falsedad de los tópicos que le han
definido: pálido asteta y enfermizo, solitario, recluido en las obsesiones de su arte,
hipocondríaco con temor a la muerte y un largo catalogo de manías.
No se desentendió de los problemas de su pueblo: En lo moral yo estaré siempre donde
siempre estuve, al lado de la democracia, y especialmente del pueblo, ciudad o campo.
El propio poeta marcó su evolución:
1ª Época sensitiva: desde sus comienzos hasta 1915
2ª Época intelectual: Desde Diario de un poeta recién casado hasta que sale al exilio.
3ª Época “suficiente” o “verdadera”: desde 1936 hasta su muerte.
Llega en 1900 a Madrid argado de versos y optimismo a favor del modernismo, pero lo
que ve le dan ganas de volver. Publica Ninfeas y Almas de violeta. Libros cargados de
sentimentalismo en los que la influencia de Villaespesa es notable. Alumno de los jesuitas,
había sufrido mucho en el colegio del puerto de Santa María
Entre Rimas (1902) y Sonetos espirituales (1914-1915) escribe incansablemente y nos
da en Arias tristes (1903) su primer libro importante. En este periodo trasluce desesperanza
y utiliza el romance, diferenciándose de los modernistas estrictos que sentían poca
predilección por esta estrofa. Cernuda observa que “en los romances de Pastorales (1911) el
metro y la visión campestre se funden con gracia y ligereza nuevas”. En Laberinto (1913)
emplea abundantemente el alejandrino.
En la primera etapa ansia por descubrir lo que hay detrás de las cosas, quizás heredado
de Becquer. Le aterra la fugacidad de lo vivo. Sentía pavor, también, por la muerte
repentina. Comprobamos reiteradamente que el autor contempla las cosas vivas o
anunciadoras de vida como destinadas a morir. Esto, unido a la intervención personal, es
una de las características de J. R. Jiménez, y no solo en la primera etapa.
Tres obras marcan la transición del poeta a su segunda etapa: Estío (1915), Sonetos
espirituales (1917) y Diario de un poeta recién casado (1917). Fruto de su viaje a America y
su boda, fundamentales en su obra, cambió el título por Diario de un poeta y mar en 1948
aunque posteriormente lo volvería a cambiar por el inicial.
Solo en la grandeza del mar vuelve a interrogarse sobre la belleza y la sensación sin
descubrir las causas del gusto por lo bello. El mar reforzaba el aislamiento juanramoniano y
el ambiente es ideal para establecer las preguntas sobre la comunicación. Utiliza el verso
libre, el poema en prosa y la rima asonante.
Eternidades (1918) y Piedra y cielo (1919) son libros análogos. En el primero hay un
afán por desnudar la poesía. El exceso de desnudez convierte en sumamente difíciles de
entender algunos de los poemas de esta etapa.
Su terror ante la muerte adquiere nuevo tratamiento en el poema “¿Cómo muerte,
tenerte?”. Igual que Unamuno pensaba que dios no sería nada sin los hombres y que estos
eran los que lo creaban.
El año 1922 resulta clave, publica Antolojia poética con composiciones de 1898 a 1918.
Poesía (1923) y Belleza (1923) son también antológicos pero compuestos por poemas
inéditos.
En 1936 comienza a publicar sus obras completas tarea que nunca llegó a concluir. Solo
llegó a terminar la obra Canción. Ya en America prosigue con su tarea incansable. Entre
1936 y 1954 Lírica de una Atlántida, conjunto formado por En el otro costado, Una colina
meridiana, De ríos que se van y Dios deseado y deseante. En 1947 aparece Animal de fondo
ampliado posteriormente a Dios deseado y deseante (1949). El dios deseante es la
Naturaleza y el dios deseado se encuentra en el alma del poeta.
En 1946 La estación total poemas del periodo 1932-1936. A partir de Diario de un poeta
recién casado se descubre la existencia de un tema central con eje bien definido. Numerosos
poetas ofrecen aspectos varios de una misma preocupación básica: temor a la muerte,
consuelo con la fama, la nada, ansia de salvación…
Antes de Animal de fondo se había referido a un éxtasis especial. En el viaje de Buenos
aires a Nueva York en 1948, conoció un estado espiritual que lo llenó de alegría y paz.
Luego comprobó que ese estado casi místico no era duradero, pero esperó su vuelta en los
últimos años de su vida. Resulta paradójico que el Juan Ramón Jiménez que busca a partir
de 1916 lo “esencial”, “lo desnudo” sea precisamente el más oscuro.
El propio autor escribió un prólogo para Dios deseado y deseante por la dificultad de la
obra. Su meditación no es tanto sobre Dios sino sobre la belleza y la creación. La salvación
consiste en la contemplación de la belleza. Pero ¿qué es la belleza? Ya no es la impresión
melancólica que queda en el espíritu al contemplar o sentir, como en Arias tristes (1902-
1903) o Jardines lejanos (1904). Ahora (1950) el poeta no acierta a definirla. Dice lo que no
es la belleza y tantea expresar su concepto.
A pesar de la oscuridad del prólogo, Dios es la belleza y el Paraíso es el de la tierra. Pero
¿quién es Dios? Aquí parte de los críticos se han confundido. Dios no es el Dios cristiano.
Dios es el dios deseado y el dios deseante. Dios deseado = conciencia del poeta; dios
deseante = naturaleza.
Lo que Juan Ramón plantea no es un problema teológico sino de creación poética. “La
poesía es la expresión de lo inefable”. Casi todos lo poetas, especialmente a partir de
Bécquer, han luchado contra la insuficiencia del lenguaje, para crear nueva belleza. De la
dialéctica entre lo que quiere decir y cómo decirlo nacen algunos de sus poemas más
perdurables.
En 1957 Tercera antolojía con la selección de varios libros: En el otro costado (1936-42),
Romances de Coral Gables (1939-42), Una colina meridiana (1942-50), De ríos que se van
(1951-53). Pero esta ya no ejerce la influencia de la segunda (1922) porque la historia
literaria española había cambiado radicalmente.
Su prosa está entre las más bellas del idioma. Va desde la prosa difícilmente clasificable
de Platero y yo (1917), a los poemas en prosa, desde los cientos de cartas a los retratos
líricos de españoles de tres mundos, o las conferencias que redactó y dictó.
El influjo sobre los autores del 27 fue indudable. Vicente Aleixandre escribió a su muerte:
En esa “personalidad” que es la poesía de nuestra centuria, Juan Ramón Jiménez es un hito
para su desarrollo… …con el aparecen algunos de los rasgos técnicos que luego hemos visto
como caracterizadores de lo que llamamos poesía del siglo XX. En su obra toma bulto la
sinestesia o cruce de sensaciones, que importada de Francia, apuntó en Rubén Darío, pero
que solo en el poeta de Moguer adquiere total significación y se usa sistemáticamente. Y
surge… los “desplazamientos calificativos”: atribución o traslado de cualidades, en un
objeto, de una parte al todo o de una parte a otra (ejemplo: “¡el pozo…! ¡qué palabra tan
honda, tan verdinegra, tan fresca!”