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contextualización
(Salto, 1878 - Buenos Aires, 1937) Narrador uruguayo radicado en Argentina,
considerado uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los
tiempos. Su obra se sitúa entre la declinación del modernismo y la emergencia
de las vanguardias.
Las tragedias marcaron la vida del escritor: su padre murió en un accidente de
caza, y su padrastro y posteriormente su primera esposa se suicidaron; además,
Quiroga mató accidentalmente de un disparo a su amigo Federico Ferrando.
Estudió en Montevideo y pronto comenzó a interesarse por la literatura. Inspirado
en su primera novia escribió Una estación de amor (1898), fundó en su ciudad
natal la Revista de Salto (1899), marchó a Europa y resumió sus recuerdos de
esta experiencia en Diario de viaje a París (1900). A su regreso fundó el
Consistorio del Gay Saber, que pese a su corta existencia presidió la vida literaria
de Montevideo y las polémicas con el grupo de Julio Herrera y Reissig.
En 1927 contrajo segundas nupcias con una joven amiga de su hija Eglé, con
quien tuvo una niña. Dos años después publicó la novela Pasado amor, sin
mucho éxito. Sintiendo el rechazo de las nuevas generaciones literarias, regresó
a Misiones para dedicarse a la floricultura. En 1935 publicó su último libro de
cuentos, Más allá. Hospitalizado en Buenos Aires, se le descubrió un cáncer
gástrico, enfermedad que parece haber sido la causa que lo impulsó al suicidio,
ya que puso fin a sus días ingiriendo cianuro.
Influido por Edgar Allan Poe, Rudyard Kipling y Guy de Maupassant, Horacio
Quiroga destiló una notoria precisión de estilo, que le permitió narrar
magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente
apacibilidad de la naturaleza. Muchos de sus relatos tienen por escenario la selva
de Misiones, en el norte argentino, lugar donde Quiroga residió largos años y del
que extrajo situaciones y personajes para sus narraciones. Sus personajes
suelen ser víctimas propiciatorias de la hostilidad y la desmesura de un mundo
bárbaro e irracional, que se manifiesta en inundaciones, lluvias torrenciales y la
presencia de animales feroces.
Aunque Horacio Quiroga se conoce como criollista por antonomasia, también
merece el honor de haber escrito tal vez el primer cuento mágico realista, no sólo
de la América Latina sino del mundo entero. Publicado por primera vez el 27 de
junio de 1920 en el diario porteño La Nación, “El hombre muerto” comparte varios
rasgos con la pintura mágico realista europea y norteamericana que irrumpe
hacia 1918 como reacción contra el expresionismo.
2. Sinopsis de la obra.
El cuento trata sobre un hombre que se encuentra realizando sus labores
cotidianas en el campo, y se lleva la sorpresa de haberse herido de muerte con
su propio instrumento de trabajo: un machete. En ese momento de agonía, hace
una reflexión de lo que representa la vida, y cuáles son las verdaderas
dimensiones de las cosas que le rodean. Lo ve desde un punto de vista diferente
del que solía apreciarlo a través del transcurrir de su vida. Al final de esta
introspección, el hombre toma pleno conocimiento de lo que es su realidad y los
resultados impredecibles e irónicos del destino.
Responda las siguientes preguntas:
7. crítica.
La crítica seria que al momento de la muerte del hombre no se indica con
afirmación de que lo esté “el caballo se decide a pasar entre el poste y el hombre
tendido que ya ha descansado”. el lector podría interpretar que el hombre solo
estaba dormido, agotado por el trabajo y el calor y tenía una pesadilla sobre su
propia muerte.
La enseñanza que nos deja el autor es que en cualquier momento podemos
morir, en cualquier circunstancia, no importa que tengas medido cada uno de tus
pasos o hayas planeado tu futuro, la muerte es algo espontaneo que nos va a
tocar vivir a todos los seres vivos.
El argumento del cuento se reduce a un solo hecho y es extremadamente simple: la
agonía de un hombre que ha resbalado al cruzar un alambrado cayendo sobre su
machete y enterrándoselo en las entrañas.
Todo lo que sigue es su proceso de agonía que culminará en la muerte final. A partir
de ese instante el narrador crea la sensación de un irreparable destino que se
cumplirá inexorablemente.
EL TIEMPO
Pueden distinguirse en el cuento el tiempo exterior y el tiempo interior.
Tiempo exterior: es aquel en el cual transcurren los acontecimientos narrados. Todo
el proceso se da en unos pocos minutos y el autor insiste en hacernos conocer
minuciosamente el lapso que media entre la catástrofe y el desenlace:
"No han pasado dos segundos: el sol está exactamente a la misma altura; las
sombras no han avanzado un milímetro."
"Es la calma del mediodía; pronto deben ser las doce."
"Ya es la hora. Oye efectivamente la voz de su hijo."
En el final del cuento también conocemos la hora exacta, las doce menos cuarto,
por la proximidad de las voces familiares, pero ese tiempo ya no cuenta para el
hombre, sino para el caballo, que es el único que puede escucharlas.
La insistente marcación del tiempo tiene por objeto señalar el enorme contraste que
existe entre el breve lapso transcurrido y la magnitud de la tragedia.
Tiempo interior: esta magnitud puede medirse a través del tiempo interior del
protagonista, mucho más largo que el exterior por la intensidad de la vivencia de ese
momento de agonía. El tiempo interior es el ritmo de angustia que constituye la casi
totalidad del relato, excepto las primeras líneas.
EL PERSONAJE.
El único personaje es el hombre, del cual sólo conocemos su ruda tarea en el bosque,
su machete de monte, del cual caerá víctima, y su condición de padre de familia. Es
un hombre común, pero el autor nos lo presenta en una situación límite: su agonía,
su enfrentamiento repentino e inesperado con la muerte. El personaje no posea
nombre ni historia previa.
El otro tipo de descripción que se reitera a lo largo de todo al relato no tiene un valor
puramente ornamental, sino que está en función del proceso narrado: se describen
el paisaje y los elementos que integran el mareo habitual de la vida del protagonista
a través de las imágenes que éste aún alcanza a ver y de aquellas que evoca en sus
recuerdos, en su afán de aferrarse a la rutina para negar la muerte: el bananal, el
monte, la capuera de canelas, el Paraná, el puente, la gramilla corta, su casa de
techo rojo, el alambrado, el potrero, el sol, el aire, el silencio.
RESUMEN