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QUIETUD

“Si un hombre quiere llegar lejos en el camino místico, debe aprender a


desear a Dios intensamente pero en quietud, pasivamente,
aunque con todo su corazón, su espíritu y su fuerza.”
(Aldous Huxley)

“A donde quiera que vayamos en medio del movimiento y la actividad,


llevemos con nosotros la quietud. De esa manera, el movimiento caótico que
nos rodea jamás nos ocultará la puerta de acceso al manantial de
creatividad, al campo de la potencialidad pura.”
(Deepak Chopra)

Quietud es “colocación de las cosas”.


Las cosas, para ser ellas mismas, y ser completas,
necesitan su tiempo.

No siempre es necesario hacer, leer, aprender, estudiar,


llenarse, o ingerir conocimientos y experiencias.
A veces se produce una saturación, un empacho, y es
necesario dejar un tiempo de quietud para que las cosas
encuentren su sitio y se instalen.
Es un tiempo en que da la sensación de que uno está
estancado, que no pasan cosas, pero, muy al contrario, en
el interior bullen al ritmo necesario, y se hace un trabajo
interior autónomo imprescindible.
Nosotros no podemos hacer nada durante ese tiempo,
salvo confiar en quien se está encargando de extraer la
sabiduría de la información, y está colocando cada cosa
en su sitio.

Francisco de Sales
QUIETUD

Ese “organizador interior” puede ser más o menos lento o


meticuloso, y puede tener mucho o poco por “procesar”,
por lo cual el periodo no tiene una duración definida.
Es sólo una intuición la que distingue este tiempo de
quietud de la apatía vaga. Uno sabe que no es que no
quiera hacer algo, sino que no tiene que hacer algo.
Tras esa etapa de aparente quietud, la mente parece
estar mucho más lúcida; la forma de ver y sentir es más
amplia y más despierta; muchas cosas adquieren un valor
diferente; parece que la justicia se administra de otro
modo; se nota una distancia notable con la etapa
anterior, una perspectiva que permite verlo todo con un
nuevo enfoque mucho más sereno y más atinado; parece
que se instala una capacidad de desapego, que no de
desapasionamiento, y lo que sucede no afecta del modo
anterior.
Paz.
Parece que, por fin, se instala la paz.
Cuando van pasando los años, uno se da cuenta de que lo
que ha estado buscando durante toda su vida, lo llame
como lo llame, es la paz.
Y esta aparece tras la quietud.
Por eso no hay que confundir la quietud con el pasotismo,
con el desinterés, con la dejadez… esto no es
enriquecedor ni creativo. Es vacío. Es nada. No sirve.
La quietud es dejarle espacio al tiempo para que cumpla
su misión. Es cultivar la espera, y experimentar en la
medida del tiempo que uno no puede controlar. No
podemos marcar el ritmo ni meter prisa. Pero es que
tampoco debemos urgirlo, sino comprender que hay cosas

Francisco de Sales
QUIETUD

que se escapan de nuestro deseo, que llevan siglos


funcionando de ese modo y no se pueden hacer de otro.
En la quietud está implícita la comprensión de que el
mundo del espíritu no se afecta por la prisa que le hemos
metido al mundo y a la vida.
La quietud nos ennoblece y nos hace mejorar
interiormente.

SECCIÓN GRATIS
El punto de quietud
(Texto descargado de internet. Desconozco su autor)

"El punto de quietud" es un lugar que existe en el ser humano


que se caracteriza por su calma profunda, su quietud plena, y su
silencio perfecto. Aunque es experimentable personalmente, es
transpersonal por su propia naturaleza, y aquel que lo
experimenta no lo hace egocéntricamente, pues en ese "lugar"
no hay noción del yo, ni de esto ni de aquello, ni de adentro o
afuera. Todo lo que se diga sobre ese punto de quietud son
meras aproximaciones, porque sólo se puede conocer y
comprender mediante la propia experiencia. Es una energía de
plenitud, claridad, bienestar, y silencio, con la que es posible
conectar cuando uno va más allá del pensamiento y de la
memoria. Antes de que brote el ego, el yo y lo mío, con sus
pensamientos, se haya ese lugar, de inmaculada quietud.
Todos hemos tenido esporádicamente un atisbo o una
experiencia, por fugitiva que haya sido, de ese "lugar", que nos
colma de un sentimiento de calma profunda, expansión y
bienestar. En ese "lugar", por el que fluye una energía de gran
poder, se encuentra la inteligencia primordial. La inteligencia se
purifica con la visita a este "lugar" y va desencadenando el
estado de iluminación. Aunque uno sólo pueda lograr

Francisco de Sales
QUIETUD

establecerse en ese espacio de quietud por unas fracciones de


segundo, el beneficio que de ello se deriva (espiritual, mental y
corporal) es extraordinario. Además, se va modificando la
percepción, acrecentando la consciencia y facilitando el progreso
interior. Sólo con la aplicación perseverante y la práctica asidua,
acompañada de motivación firme, va uno consiguiendo
permanecer por más tiempo en ese espacio de quietud,
superando así viejas estructuras de la mente y reorganizando su
psiquis a un nivel mucho más enriquecedor y elevado.
El acceder a ese punto de quietud proporciona paz, claridad e
integración; limpia, ordena y quema las latencias nocivas del
subconsciente y procura libertad interior. Es como darse un baño
en el inmaculado espacio sin límites, conectando con la energía
que anima y penetra a todos los seres animados e inanimados.
En la medida en que uno va accediendo a ese "lugar" y puede
conectarse mejor con él, incluso en la vida cotidiana es mucho
más sencillo mantenerse ecuánime y desapegado, firmemente
establecido en la energía del que observa sin ser alterado por los
procesos externos o los propios procesos psicofísicos, siempre
fluidos e impermanentes. Esa potencia, que es recobrable
mediante el acceso al espacio de quietud, impone una actitud
interior más lúcida, atinada e inquebrantable.
Más allá de la mente de superficie y el núcleo de confusión y
caos que hay en la psiquis, se haya ese espacio límpido y
transpersonal. Cada vez que conectamos con el punto de
quietud, algo se está modificando en nuestro interior y estamos
dando un paso hacia la autorrealización; pero incluso aquellos
que no tengan miras místicas o de autorrealización, encontrarán
un gran beneficio en poder nutrirse con la energía de calma
profunda, claridad y reposo que proporciona ese "lugar".
Todos los grandes maestros de las distintas vías liberatorias
coinciden en la importancia de poder conectar con ese ángulo de
quietud, capaz de poder mutarnos psicológicamente, ponernos
en nuestro eje de equilibrio y facilitar la relación con nosotros
mismos y con los demás. A lo largo de una treintena de viajes por

Francisco de Sales
QUIETUD

los piases asiáticos y de centenares de encuentros con maestros


espirituales, yoguis, lamas, monjes budistas y eremitas, he
podido constatar que todos ellos conceden gran importancia a la
aproximación a ese ángulo de quietud. Simbólicamente gusto de
denominarlo punto de quietud, porque es el punto de
confluencia entre lo humano y lo transpersonal, el ojo de buey
hacia lo otro, hacia aquello donde cesa el ego, la avidez, la
aversión, el autoengaño y la insatisfacción.

DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL


La oración es un intento de acercamiento al punto de
quietud. Jesucristo se separó aquella noche de sus
discípulos y se fue solo a orar. ¿Buscaba su punto
de quietud a la vista de lo que se acercaba?
Las disciplinas meditativas como el zen y otras
similares, buscan, claramente, el punto de quietud.
Acallar todo, parar el ruido, y acercarse al centro
interior, al manantial de la calma y la paz.
La iluminación descansa en el punto de quietud.
El alma vive en el punto de quietud.
¿Dónde se haya ese lugar mágico y maravilloso tan
apetecible?
En el silencio y en el interior.
Todos lo tenemos.
Sólo tenemos que aprender a crear el acceso a él.
Un ambiente tranquilo en el modo en que uno se
sienta mejor, y dejar que la mente vaya parando su
verborrea, que los “problemas” se vayan diluyendo y
vayan dejando espacio para lo que va a venir. Más
silencio, aún más quieta la mente, desocupada,
despreocupada, que no interfiera en este asunto,
que la razón y lo racional se queden fuera

Francisco de Sales
QUIETUD

esperando. Y, entonces, acceder. Hay un silencio


absoluto, de ruidos y de palabras; un vacío
sensorial, y la inconsciencia del cuerpo y de lo
cotidiano; paz: silencio-paz, una paz que abre
nuestra percepción intuitiva y nos carga de sabiduría
en silencio. Otra vida que no es la que consumimos
habitualmente, una vida que no estamos viviendo.

RESUMIENDO
Hay que buscarlo. Hay que residir en él. Hay que familiarizarse
con el estado que se produce al llegar, y con las sensaciones que
se manifiestan. Es vital acceder a ese punto de quietud tan
enriquecedor.

Francisco de Sales

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