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Se entiende por secta todo grupo religioso disidente de una religión oficial
históricamente constituida, o en su defecto, a cualquier grupo religioso que no
se rija por las leyes y mandatos de una religión establecida en determinado
sitio geográfico.
Así pues, podemos visualizar la naturaleza de las sectas del fin del mundo a
través de su organización jerárquica: en primer lugar, un líder con una fuerte
personalidad, arrolladora y seductora, manifestada por sus ideas claras y su
extraordinario don de gentes, que usualmente afirma ser el enviado de Dios, o
un ángel o un espíritu seráfico, y en ocasiones Dios mismo, Jesucristo, Juan el
Bautista, San Juan o San Pedro, o la Virgen María, si es mujer; y en segundo
lugar, el grupo de seguidores que desde el primero hasta el más infeliz o
miserable de sus adeptos, llega a sentirse protagonista de las especiales
atenciones del maestro, además, todos están dispuestos a cumplir ciegamente
una serie de normas que, en términos generales, se apoyan en la libertad
individual y colectiva.
Entre los postulados de estos grupos destacan los deberes que los fieles han
de cumplir: alejarse de los círculos frecuentados anteriormente, muchas veces
incluidos los familiares; contribuir económicamente o con trabajo sustitutorio al
mantenimiento del grupo; pronunciar frases o “mantrams” que disponen al fiel a
los rituales del grupo; recluirse en fincas o lugares alejados del “mundo infiel,
pagano y pecador”; utilizar un vocabulario y vestimenta comunes y a todas
luces diferenciadoras del resto de los mortales; obedecer ciegamente al gurú o
maestro espiritual para seguir la senda por él marcada para llegar a la plenitud
y a la iluminación.
Ahora bien, veamos una clasificación, entre muchas, de las actividades de este
tipo de grupos en los últimos años:
1989: Elizabeth Clare Prophet, quien se hacía llamar Gurú Ma, líder de la
Iglesia Universal y Triunfante, anuncia la trágica llegada del fin del mundo. El
pronóstico falla y en 1990 lo vuelve a anunciar tras una serie de revelaciones
divinas. 2000 personas provenientes del mismo Estados Unidos, Canadá,
Europa, Sudamérica e incluso la lejana Africa, siguen sus indicaciones para
sobrevivir al holocausto que esperaban para abril de ese año. Estas personas
vendieron todos sus bienes para poder acudir a su cita con la salvación. La
profetisa los reunió en Paradise Valley (Montana) acomodándolos en una serie
de refugios que previamente había construido para ese fin. Allí contaban con
elementos de supervivencia y provisiones para siete meses. Los refugios
subterráneos se convirtieron en un óptimo pasaporte para la supervivencia
física y espiritual de sus seguidores que creían encaminarse hacia la nueva era
de Acuario. Por supuesto, la profecía no se cumplió, y pese a ello, muchos de
sus seguidores continuaron manteniendo una incondicional lealtad hacia Gurú
Ma, quien sigue profetizando el fin de los tiempos cada año. Actualmente es
una de las iglesias del fin del mundo más populares de Estados Unidos.
1990: Comienzan los anuncios del fin del mundo fundamentados en el
denominado Factor Maya anunciado por el antropólogo norteamericano José
Arguelles, cuya moda, al menos en Colombia, terminó en el año 2000 con la
programación casi diaria del Canal Caracol sobre el anuncio del fin del mundo
en los glifos mayas.
1993: María Devi Khristos –cuyo nombre real es Marina Tsvyguna- líder
espiritual de la secta ucraniana llamada la Gran Hermandad Blanca, manifestó
a sus 33 años que ella era la séptima reencarnación –óigase bien- de
Jesucristo y que, al igual que hace 2000 años, debería ser crucificada para
resucitar a los 3 días, justo antes del inicio del fin del mundo. Para cumplir la
profecía, María y docenas de sus seguidores, asaltaron el 10 de noviembre la
catedral de Santa Sofía en Kiev, donde la Mesías debería ser crucificada y sus
seguidores debían suicidarse ritualmente en penitencia por los pecados del
mundo. La policía ucraniana evitó el ritual y arrestó a más 800 fieles.