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Tanto como si te acabas de interesar por el emprendimiento social como si ya formas parte
de un proyecto, conocer y estudiar algunos de los casos que se están llevando a cabo en
España y en otros países es un ejercicio muy útil y productivo que puede aportarte nuevas
ideas y puntos de vista, así como ilustrarte de forma práctica sobre el funcionamiento y la
naturaleza de este tipo de iniciativas tan prometedoras.
Desde empresas tecnológicas hasta redes sociales, pasando por proyectos de carácter rural
o con vocación de servicio público, todas estas ideas llevan denominadores comunes
relacionados con el compromiso con la comunidad, la necesidad de la innovación social y
un imprescindible uso de la creatividad.
L’Olivera
La cooperativa L’Olivera, situada en el pueblo leridense de Vallbona de les Monges, es un
buen ejemplo de cómo las empresas pueden recurrir a la innovación social con éxito.
Porque, a partir de la producción de hasta 17 tipos distintos de vino y de cinco especialidad
Interrupcion
Yaqua
Fábrica Social
Encore.org
Algramo
HelpUP
Nobleza obliga
Angela Bernardo
ETIQUETAS:
EMPRENDIMIENTO SOCIAL, EMPRESAS, INNOVACIÓN
Los emprendedores están llamados a crear valor. También deben
‘armarse de valor’ para superar las dificultades, creer en sus iniciativas y
sacar adelante sus proyectos empresariales. Existe un tipo de personas,
vinculadas al emprendimiento social, que a menudo son calificados
como ‘héroes’. ¿Qué es, cómo funciona y para qué sirve?
J. Gregory Dees, profesor de la Universidad de Stanford, definió en un
conocido artículo en 1998 qué era el emprendimiento social. En su
análisis, explicaba que “el lenguaje sobre los emprendedores sociales
podía considerarse como nuevo, pero que este fenómeno había existido
siempre”.
Este emprendimiento es conocido por mezclar la pasión de realizar
una misión social con las características que definen el lanzamiento
de un negocio, como la disciplina, la ilusión y la innovación. En otras
palabras, podríamos considerar que los emprendedores sociales son un
tipo de emprendedores, pero sus objetivos determinan de manera clara
varias diferencias con el emprendimiento clásico.
Los números no son lo más importante. El emprendimiento social no
busca de manera prioritaria obtener beneficios, sino satisfacer las
demandas y necesidades de una parte de la población. La revista Forbes,
por ejemplo, recogía algunos nombres de emprendedores sociales
jóvenes destacados, como Hugh Evans (The Global Poverty Project), Juan
David Aristizábal(Buena Nota), James Whelton (Coder Dojo) o Anu
Sridharan (NextDrop).
Sus iniciativas empresariales, a pesar de no ser tan conocidas como
proyectos lanzados por emprendedores como Bill Gates, Mark
Zuckerberg o Steve Jobs, cuentan con un impacto social e innovador
fundamental. Algunas de estas compañías tratan de ayudar en el
abastecimiento del agua, mejorar la formación y educación en informática
o aportar un granito de arena en la lucha contra la pobreza.
La Unión Europea explica también que el emprendimiento social no sólo
se define por sus fines, sino que también suele emplear a personas
socialmente excluidas, contribuyendo a reducir las desigualdades y
fomentar la cohesión social. Por estos motivos se ha lanzado la ‘Social
Business Initiative‘, para fomentar y apoyar este tipo de proyectos.
En cuanto a formación se refiere, el emprendimiento social cuenta con
algunos MOOC de interés, como los planteados por la Escuela de
Negocios de Copenhague o la UNED. Gracias a estas iniciativas, cualquier
persona interesada en ser emprendedor puede conocer más a fondo los
retos y desafíos que se presentan, los distintos modelos de negocio, la
financiación y las formas jurídicas con las que plantear proyectos de este
tipo.
No hay duda de que el emprendimiento social hunde sus raíces en los
problemas de buena parte de la ciudadanía para plantear
innovadoras soluciones. Cualquier oportunidad que tengamos de
mejorar nuestro mundo debe ser vista y aprovechada por una persona
con iniciativa emprendedora. Este tipo de proyectos empresariales, que
mejoran la vida de cientos de personas, es sin duda tan importante como
la de los ‘emprendedores convencionales’.
Imágenes | Geralt (Pixabay), Unsplash (Pixabay), TIM Review Canada
Crear un producto o servicio de gran valor
No cabe duda que “allá afuera” hay proyectos con potencial de generar
un impacto enorme. Pero, ¿qué sucede a la hora de buscar convertirlas en
negocio? Se quedan en meras ideas. A la mayoría de los emprendedores
sociales les fascina la idea de innovar, de crear constantemente… Pero el
proceso administrativo les aburre.
Obtener financiamiento
Como toda empresa, las empresas sociales tienen gastos: sueldos de sus
miembros, renta de oficinas, gastos burocráticos, desarrollo de un sitio
web, manejo de redes sociales… La pregunta es, ¿de dónde obtienen
financiamiento?
Algunas organizaciones, como Dale la cara al Atoyac, que busca
impulsar la regeneración de la cuenca del alto Atoyac, reciben donativos
por medio de afiliaciones a su programa. Además, organizan eventos
anuales de crowdfunding y subastas. Pero su proyecto más ambicioso
para sostenerse es un e-commerce, a través del cual venderán productos
relacionados con la causa que apoyan. Hasta ahora, según relata Carlos
Eduardo Tapia, socio y fundador, se ha sostenido principalmente por
medio de donaciones y de sus propios ahorros provenientes de otros
negocios.
Para Juan del Cerro, el reto no es tanto conseguir el dinero para empezar
–para ello existe una enorme cantidad de concursos, premios y fondos–
sino en dejar de depender de tales fondos. “Muchos emprendedores
sociales se acostumbran a vivir de concurso en concurso, y nunca
aprenden a funcionar como un negocio sustentable”, explica.
Ya dijimos que las empresas sociales no son empresas con fines de lucro
comunes y corrientes, pero tampoco organizaciones no gubernamentales
ni estatales. Hoy día, no existe una distinción legal para las empresas que
generan ganancias, pero cuyo objetivo principal es hacer una
transformación social.